a los lectores de la «revista de la … · las obras de krishnamurti, ... descubra en las listas;...

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A LOS LECTORES DE LA «REVISTA DE LA ESTRELLA» Y A LOS AMIGOS DE KRISHNAMURTI

Amigos: .Antes de proyectar el plan de edición de la Revista de la Estrella para

19337 hemos querido conocer los proyectos del editor del Star Bulletin- Era obligado hacerlo porque la periodicidad de éste supedita la'de nuestra revista, puesto que su texto es el del Star Bulletin vertido al castellano. En el número noviembre-diciembre de dicho boletín, su editor hace la si­guiente declaración:

La existencia del Star Bulletin responde a un solo propósito: poner al alcance del público la información auténtica de las confe­rencias y escritos de Krishnamurti. Con esta finalidad, él, perso­nalmente, corrige laS notas de sus conferencias antes de enviarlas a la imprenta. Ello ocasiona cierta demora en la edición, que algu­nos creerán injustificada. Desde luego, el trabajo del editor queda­ría muy simplificado si las conferencias pudieran publicarse sin corregir las notas Krishnamurti. Sin embargo, en vista de las torcidas interpretaciones de su punto de vista que frecuente­mente aparecen en la prensa y en algunas revistas, él desea que el Star Bulíerín sea un fiel portavoz de sUs ideas; y, puesto que su mensaje es de un válor permanente, la demora en publicar determi­nadas conferencias, es indudable que no les resta importancia en absoluto.

Aunque la crisis financiera que actualmente se hace sentir por todo el mundo ha reducido el número de lectores del Star Bulletin, el editor no desperdicia ningún esfuerzo para mantener el precio actual de suscripción de $ 1.25 al año. Bajo las actuales circuns­tancias, hemos de continuar por el presente publicándolo bimen­sualmente, pero el número de páginas ha sido aumentado en 16 a partir del presente número La reciente jira que Krishnamurti ha efectuado por los Estados Unidos y el Canadá nos ha proporciona­do materialsuficiente para este aumento, y este número de páginas adicionales se mantendrá en tanto que tengamos* texto y nuestros fondos lo permitan. El editor no desea hacer beneficios, sino cubrir los gastos, y, á pesar de que algunos amigos le han instado a que aumente el precio de suscripción, ha rehusado hacerlo por su vehe­mente deseó de que el Star Bulletin sea asequible por todo aquél que ávidamente desea recibir la enseñanza de Krishnamurti. Se es­pera que la ayuda generosa de tos afortunados financieramente, hará realizable este deseo.

Es de fiacer constar a los lectores que las notas que de vez en cuando se publican en estas páginas bajo el título de «Pensamien­tos sobre la Vida» no son selecciones entresacadas de escritos pu­blicados anteriormente, sino apuntes inéditos de Krishnamurti,

: El editor con frecuencia recibe preguntas de amigos que se inte­resan en cómo podrían ayudar a divulgarlas ideas de Krishnamurti. Una de las más eficaces maneras de hacerlo es él regalar ejemplares del Star Bulletin a las bibliotecas públicas y renovar puntualmen­te la suscripción cada año. Algunos suscriptores hay que ya sumí-

nistran a varias bibliotecas. Otra idea es el enviar suscripciones de regalo a amigos que aún no estén familiarizados con el punto de vista de Krishnamurti. Otros suscriptores toman para sí dos o más suscripciones a fin de regalar los ejemplares de la suscripción extra o de dejarlos en los salones de lectura"4e los hoteles, casinos, bar­berías, etc. Todos estos métodos son eficaces, y el editor confía es que el número de amigos que deseen cooperar con él para que ideas de Krishnamurti capten la atención del mayor número pos i-1 ble de personas en el mundo, aumentará considerablemente. * "f

El editor del Star Bulletin pide y recibe colaboración de los amigos para desarrollar la labor de divulgación que le está encomendada en las na­ciones de habla inglesa. Otro tanto puede decir el editor de la Revista de la Estrella, pues sin la ayuda financiera y la cooperación personal que ha recibido, no le hubiera sido-posible publicar durante el curso de 1932 las obras de Krishnamurti, inéditas en castellano, ni los miles de folletos y catálogos que se editaron y repartieron por correo y por el comercio delibrería.

Alentado el editor por el apoyo de los amigos de los países de habla española, y teniendo en cuenta el deseo recogido de varios suscriptores de que la publicación de la Revista de la Estrella vuelva a ser mensual, ha proyectado editar la revista para 1933, introduciendo algunas modificaciones para mejorarla y hacerla más atrayente, si cabe:

Publicaremos en la portada información gráfica de ias reuniones con Krishna- murti, siempre que dispongamos de buenas fotografías.

La paginación de los escritos y conferencias de Krishnamurti será correlativa a través de todos los números del año, a fin de que se puedan encuadernar forman­do un tomo. Con este objeto será mejorada la calidad del papel.

Aparecerá la revista mensualmente, publicando en dos números el texto de un número doble del Star Bulletin.

Cuando carezcamos de original de Krishnamurti publicaremos trabajos acerca de su mensaje, de valor universal, que se reciban en esta redacción. Se confía en poder ofrecer a los lectores trabajos de mérito indudable;, pero debe tenerse en cuenta que siendo el destino de los fondos disponibles, la divulgación del pensa­miento de Krishnamurti mismo, sólo se les dará cabida si éstos lo permiten.

En el número doble febrero marzo, cuando por seguir la periodicidad del Star Bulletiñ nos vimos obligados a iniciar la publicación bimensual,, anunciamos reformas en la Revista de la Estrella y quizás una reducción etí. el'precio de la suscripción Por dificultades idénticas a las expuestas por el editor del Star Bulletin, no es posible hacer reducción de precio alguna; menos aún cuando queremos seguir las sugerencias de los qne creen que con un contacto más frecuente entre Krishnamurti y sus amigos, mantienen éstos más vivo el interés por las ideas de aquél. Así pues, el precio de sus­cripción anual continuará siendo de pesetas 8 para España y pesetas 10 para otros países ,¡gv'-

El apoyo, la ayuda, el aliento recibido durante el curso de 1932, no tfós habrá de faltar, así lo esperamos, en 1$33, de tantísimos amigos que se iden­tifican en la labor que nos ha sido encomendada y que es común de todos los que aprecian el verdadero valor del mensaje de Krishnamurti y quieras- que la humanidad lo conozca.

F R ovira* Editor dé la Revista de la Estrella

'■■■ A continuación detallamos los donativos recibidos, con Los nombres-de los donantes, copio respuesta a la circular que én junio, 1932, enviamos a todos nuestros amigos. Cumplimos pues, en este respecto, lo que en ella prometíamos. Se agradecerá que nos adviertan cualquier omisión que se descubra en las listas; creemos que éstas son completas, mas no quisiéra­mos haber olvidado a ninguno de los donantes, a quienes extendemos nues­tro agradecimiento en nombre de la obra. > .

DONATIVOS PARA LA PROPAGANDA POR LA AGENCIA EN ESPAÑA DEL STAR PUBLISHING TRUST

PESETAS

Julián Piñango.....................10, —C. B. F .................................. 2,50Ventura Orts Molina . . 5,—Venancio Terrazas Dueñas 20,—Juan Z am o ra ..................... 5,—Carmen Casal..................... 5 ,—Teresa Esquer . . . . . 10,—Fermín Grimau . . . . 10,—Feliciano Muñoz Carenas . 5 .—Grupo Teosófico, Mataró . 15,—Luis Masía Domenech . . 2, —Biasa Puey . . . . , . 3 ,—Sociedad «Discípulos de la

Verdad»>i............................10,—Antonio Garrido García . 2,50José España Xifré (Grupo .. Teosófico y suscriptores

deAlclra)..........................12,50Samuel Peremarch . . . 25,—Francisco Filella Oro ,, . 2,50José Lecertúa..................... 8 ,—.Eladio Fernández Cobo. . 5 ,—Gregorio Su jar..................... 1,—Fancisco Vicent, Rodolfo

Botella, Isidro Reig y Francisco Payá. . . . 10, —

José Gomá . . . . . . 15,—Ramona Rlbal..................... 1,—Juan Perjcot . . . . . 5,—Rama Fides ................................ 15,—Enrique Sánchez . . . 15,—Leandro Getino . . . . 2,50Samuel Sanchis . . . . 5,—Viriato Marchí Rocher . . 2,50Nicolás Falcón Rodríguez . 2, —Francisco Atienza y Segura 5, — ■Hermenegildo Rodríguez

Catalá. . . . . , . 100,—

José do Egito . . . .

PESETAS

José María Fariñas . . . 2 5 ,-Arturo Bescós Salas. . 5 , -Emilio Pujol . . . . 3, —Jesús Campos . . . .. Encarnación Albaizar .

5,—5 , -

Emilia Seeanell . . . . 1 0 ,-Francisco Menayo . , Estrella Pujol . . . .

1 , -

1 , -Juan Cusiné. . . . . 2 . —José Saumell . . . . . 1 , -Emilio Grifell . . . .Manuel Colillas . . . • 1 . -José Morros..................... 2,Juan Gual . . . . .Hermenegildo Muñoz . . 185 ,-Esther Nicolau. . , . 2 5 ,-Domingo Cano Alberto Oliva (Ant. Gine y

amigos de Krishnamurti) Gonialo Bascuñana. .E. Aguilera (Tucumán). Felipa Martín . . . .

, José Viusa Camps . . Manuel Mira, A. Amorós

J. Sánchez, A. Raño . ■- Miguel Remezzano . ' . Fernando Moraieda H . Adolfo Mármol Lozano. Juan M. Molina Marqués José Palma . . . . ,Ricardo García de la Torre Luis F Caso . . . . Alfonso'Revoredo Iglesias Antonio Fité Badla . . Francisco Alcañiz. . . Pablo Corbera. . . . Emilio Pérez , , .

2 , -

4 0 ,-20, -

157 ,-5 , -2.50

3.50 5 0 ,-5 , -

10,-5 , -

10, -5 , -3.50

10,- 5 0 ,- 5 0 ,- 20, -

2 ,9 5

PESFTAS PESETÁS*.

María Menéndez . . . . 2,50María Giner. . . . . . 2,50María Ibáñez . . . . . 2.50Bienvenida Domingo . 5 0 ,-'Teresa Más . . . . . . 2,50Josefa López. . . . . . 2,50María Vicente . . . . . 2 , -El Grupo Pepita Sagaseta. 12,50Vicente G il.......................... 2 , -Marcos Martínez . . . . 5 . -Mercedes Fer-rer, Vda. Sola 1 0 .-Margarita Boix de Talens . 8,50Francisco Zorrilla y Arroyo 5 ,-Emilio Traverso . . . . 5 . -

V. Romeo . . . . . . 2,50Enrique Fernández F. . . 10,—Luciano González . . . 1,50Juan Escudero . . . . 20,—'’;Fernando Magán . . . . 3 ,—Luis G. Lofenzana . . . 50,—Francisco Pérez . . . . 2 ,—Luciano González. • . . 1,50

TOTAL. . .1269,95

J. Bosch (donativo anun~ciado, pero no recibido). 10, —

DONATIVOS PARA VIAJES DE KRISHNAMURTIPESETAS

Stlverlo T erol..................... 200 ,-José Puchades. . . . . I C O ,-Bautista Ripóll . . . . . 6 ,—Angelíno Moreno. . . . 5,—Amparo Sellés. . . , . 15,—Julián Piñango. . . . . 10,—C. B. P. . . . . . . 2,50Fermín Grimau . ' . . . 15,—Teresa Esquer. . . . , l o o , -Ventura Orts Molina . . 5,—Carmen Casal. . . 5,—Juan Zamora . . . . . 12 —Venancio Terrazas . . 20,—Feliciano Muftoz . . , 5.—Luis Masía . . . . . . 2,—Grupo Teosófico, Mataró ■ 15, -Blasa Puey . . . . . . 3 , -Sociedad «Discípulos de la

Verdad» . . . . . . 10.—Antonio Garrido . . . . 2.50José España Xifré (Grupo

Teosófico y suscriptoresde Alcira) . . . . . 12,50

Samuel Peremarch . . . 25.—Francisco Filella Oro . . 2,50José Lecertúa . . . 8 , —Eladio Fernández Cobo. 5 . -Gregorio Suiar . . . . 1 . -Francisco Viceñt, Rodolfo

Botella, Isidro Relé yFrancisco Payá. . . . 10,—

PESETAS

José Gomá . -. . . . . 1 0 ,-Ramona Ribal. . . . . 2,—Juan Pericot, . . .' ... . 5.—Rama Fides. . . . . . 10,—Enrique Sáqchez . . . . 15,—Leandro Getipo . . . 2,50Samuel Sanchis . . . . Miguel Latorre, Ana Lato-

20,—

rre y S. Pérez . . . . 8 ,t—Viriato Machí Rocher . . 2,50Nicolás Falcón Rodríguez 4,—Francisco Atieñza y Segura Hermenegildo Rodríguez

5 , -

Catalá. . . . . , . írvt. -José do Egito . . . . . 15.—José María Fariñas . . . 25,—Arturo Bescós Salas'. . . ñ-.—Emilio Pujol . !. . 2,—Jesús Campos . . . . . 5,—Encarnación Atbaizar . . 5,—Emilia Secanell . . . . 1 0 ,-Francisco Menoyo . . . 5,—Estrella Pujol . . . . . 4 . -JuanCusiné. . . . . . 8. —José Sauméll . . . . . 4,—Esperanza Areny . . ■ ¿ ■. ' 2 -Emilio Grifell. . »•-. . ' 8 . -Manuel Colillas . . . . - 4 ,—José Moiros . . . . , 5 , -Juan Gual . . • . . . 5 , -Hermenegildo Muñoz . . 184,—

PESETAS - . - PESETAS

María Ibáñez . . . . . 2,50Bienvenida Domingo . . 5Q, —Teresa Más. . . . . . 2,50Josefa López . . . . . 2 ,—María Yicente . . . . . 3 ,—Grupo de Pepita Sagaseta* 12,50Vicente Gil. . . . . 2 ,—Marcos Martínez . . 5,—Mercedes Ferrer, Vda Solá 5,—Salvador Signes . . . . 5, —Margarita Boix de Talens . 8,50 iFrancisco Zorrilla y Arroyo 5 ,—Emilio Traverso . . . . ' 5,—Luis G. Lorenzana . . . . 50,:—Fernando Magan . . . . 3,—Juan Escudero. ... 1 . . . 20,—Enrique Fernández F. . . 10,—V. Romero . . . . . . 2,50Luciano González . . . 1,50

TOTAL. . . 1779,20

J, Bosch (donativo anun­ciado. pero no recibido). 10,—

Donativos de que hemos tenido noticia a última hor$, cuyos importes no se han recibido aún: Dr. Carlos Stoppel, $ 5; Sr. Pedro Gras, $ 4¡ Espo­sos Seuba, $ 6; Sr. José Pifteiro, $.12; Sr. Ulderico Pace, $ 2¡ Sr. Juan Mi* netto. $ 12; Ing Diego de Huertos, $ 12; Sr, Rafael García, $ 2; Sr. Vigtorio Cantú, $ 5; Esposos Torregrosa, $ 12.—Total, 72 pesos argentinos, de los cuales se destinan 50 para viajes de Krishnamurti y 22 para propaganda.

F. R ovib a1 Agente en España del Star Publishing Trust

REUNIÓN CAMPESTRE EN OMMEN, HOLANDA

KRISHNAMURTIHABLARÁ EN LA NOVENA REUNIÓN CAMPESTRE

QUE SE CELEBRARÁ EN OMMEN, HOLANDAdel 26 de julio al 14 de agosto, 1933.

Todas sus "charlas” serán públicas. No habrá derechos de admisión. Se admitirán donativos.

Para comodidad de los concurrentes se organiza el Campamento, cuya inscripción queda abierta para todos.

.Esthér Nicolau. . . . . 25.—Domingo Cano . . . . Alberto Oliva, Ant. Gine

y amigos de Krishna-

5.—

murti . . . . . . . 6 0 ,-Gonzalo Bascuñana . . 2 0 ,-E. Aguilera (Tucumán). . 158,40Felipa Martín . . . . . 20,—José: Víusa Camps . . . 2,50Manuel Mira . . . . . 3,50Miguel Remezzano . . . 50, -Fernando Moraleda H . 5 , -Adolfo Mármol Lozano. . 15,—Juan M. Molina Marqués . 5,—José Palma . . . . . . . 1 0 ,-Ricardo García de la Torre 1 5 ,- -R. R. D............................ ..... 12T.25Luis F Caso . . . . . 3,50Alfonso Revoredo Iglesias. 8,65Francisco Alcañiz. . . . 50,—Pablo Corbera. . . . . 2 0 ,-Emilio Pérez . . . . . 2,90Simona Luna . . . . 1 0 ,-María Menéndez . . . . 2.50María Giner. . . . . . 2.50

Este Campamento durará 20 días y se dividirá en- tres períodos de 6 días con un día intermedió, o sea:

del miércoles, 26 de julio al lunes 31 de julio.» » 2 de agosto » » 7 de agosto.» » • 9 > » » » 14 >

En cada período habrá cuatro charlas por K rishnam urti y reuniones alrededor de la hoguera, al atardecer.

Los solicitantes pueden incribirse por uno, dos, o los tres períodos: o ^ también, por parte de uno, forzosamente el primero, o sea durante los seis días del 26 al 31 de julio. Desde luego, la inscripción para parte de período es inadmisible para los trabajadores del Campamento, ya que las llegadas y marchas frecuentes requieren una gran cantidad de trabajo, ocasionando, además, perturbaciones en el Campamento.

Cuotas de inscripción:Inscripción por un período de seis días, 22 florines.

» » dos períodos, trece días, 42 »» » tres períodos, veinte días, 60 »

Por éstos precios se suministrarán: una cama de campaña corriente en una tienda, en compañía de otros individuos, y comidas vegetarianas.

Pueden reservarse tiendas especiales.

La cuota de inscripción para los que visiten con frecuente regularidad el Campamento, sin alojarse ni tomar las comidas en él, será de 10 florines para un periodo, 12,50 para dos, o 15 para los tres períodos.

Uha gran cantidad de trábajo vinculado con el Campamento, sólo puede realizarse por ayudantes voluntarios, que serán gustosamente bienvenidos.

Ayudaréis en gran manera a la Dirección si os inscribís pronto.

NOTA: NO HABRA CAMPAMENTO EN OMMEN EN 1934.

Para inscribirse, escribir al agente del Campamento en España, o a los. agentes respectivos, en otros países. . ' -

El importe en florines debe enviarse con la inscripción a dicho agente en un cheque sobre Zwolle o sobre Amsterdam, a nombre de A. F. Folkersma.

Es de esperar que la visita de Krishnamurti a Europa en 1933. despertará un interés parejo a la extraordinaria expectación con qué fué recibido en las ciudades del Canadá y los Estados Unidos, que visitó durante el verano y otoñó de 1932.

Buscando facilidades para que puedan cpncurrir a esta reunión el mayor número posible de amigos españoles, hemos obtenido de la Comp. Inter­nacional de coches camas, Agencia Cook, el precio del billete individual, ida y vuelta, a base de un viaje colectivo de veinte personas como míni­mo, viajando juntas.

Eí recorrido sería como sigue:IDA: Cerbere-Niza-Ginebra-Berna-Bale-Colonia

Zwolle-Ommén :•VUELTA: Ommen-Amsterdam-Amfieres -Brujas -Bru-

vselas-París-Burdeos-Irún.Precio .por individuo: en 3.a, Ptas. 390.

Para completar el coste del viaje, téngase en cuenta los billetps circula­res en tercera dase con que se puede viajar en España. Con este billete se puede partir de cualquier punto de España hasta Cerbere, y, al regreso, completar el viaje desde Irún a la ciudad de donde se partiera Su cóste es de Ptas. 67,50, partiendo de Madrid, y creemos que variará muy poco cuando se parta de cualquier otra ciudad.

Para gastos de oficina del Agente del Campamento, se cargarán Ptas. 5 por inscripción.

Para facilitarnos el trabajo de las gestiones que están aún en proyecto, rogamos aquienes les interese asistir a esta Reunión, qué nos remitan lleno el boletín siguiente lo antes posible

Sr. Agente del Campamento de Ommen (Holanda) Apartado 867. Madrid. *

Estoy interesado en asistir a la Reunión Campestre que se cele­brará en 1933 en Ommen, Quisiera asistir en el período comprendidoentre..................... ................ - y ..............~ ....................

(Escribir con claridad las fechas del período que se escoja.)

Me inscribiré con la cuota corriente (si se deseara reservar tienda individual, o de matrimonio, o de dos o tres personas del mismo sexo; o bien si se quiere, alojamiento en el pueblo de Ommen, indíquese a continuación)...... -................... -.....-----.............................................................---

Me interesa, no me interesa (táchese lo que no convenga) hacer el viaje colectivo.

Kombre ................... -...................................................... -.................... ............Dirección.......

i Ciudad - . Provincia

' Téngase en cuenta que el llenar este boletín no es una incripción formal para lá Reunión, ni tampoco debfe enviársenos ahora importe alguno. Lo tínico que deseamos es saber el número de personas que se inscribirán en su-día y si Se desea o no viajar colectivamente; los demás detalles se arregla­rán por correspondencia. *

F . R o v ir a

. Agente en España del Campamento de Ommen.Apartado 867. Madrid.

VISITA DE KRISHNAMURTI A ESPAÑAVarios amigos se han dirigido a mí en distintas ocasiones expresando su

deseo de que Krishnamurti visite España Creo que la oportunidad de que él pueda venir se presentará después del Campamento de Ommen de 1933. Desconozco aún qué planes tenga para entonces, pero se sabe que visitará Italia. Es mi opinión que debiéramos invitarle a que venga a España para una fecha que él fijaría. La organización de este viaje, de él y su seéretario, habrá de originarnos considerables gastos. Quisiera recoger, antes de in­vitarle, las manifestaciones de cuantos amigos quieran adherirse y traer su aportación. Pueden escribir al qu suscribe. f

F . R o v ir a

Un modo eficaz de ayudara la Revisto d e la Estrella es renovar pun­tualmente la suscripción y procurar nuevos suscriptores.

BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN j

Sr. Administrador de la Reidsta de lá Estrella: ‘jApartado 867. Madrid. j

Ruégole se sirva suscribirme a esta revista por un'año a partir de jenero de 1933, cuyo importe de pesetas (España)— _ env G ^ i

J 10 pesetas (demás países; :por - .......-.......................... -.... v !

■ fNombre ................•-.... -.................................... ...........— - ......... j

Dirección ........-................... ......-...........................-..............-...... : i

Ciudad................................,— Provincia -

(1) Indicar el medio de remisión: La más práctica, en España, es por giro postal a nombre de Francisco Rovira y Soler, Apartado 867, Madrid.

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REVISTA d e l a ESTRELLAD I C I E M B R E 1 9 3 2 N Ú M E R O 7

D I R E C T O R : F R A N C I S C OA P A R T A D O 8 6 7

R O V I R AM A D R I D

EL HOMBRE Y EL YO

N O T A S T O M A D A S P O R

G A R L O S U A R É SEN L A S C O N F E R E N C I A S D A D A S

EN F R A N C I A P O R

K R IS H N A M U R T I

V E R S I Ó N C A S T E L L A N A DE

A U G U S T O D ’H A L M A R

I M P R E N T A I Z A G U I R R E M A G A L L A N E S . 1 8 D U P L I C A D O M A D R I D

Yo he tratado, dice Cario

Suarés, en estos dos ensayos de

reproducir con fidelidad las

ideas expresadas por Krishna-

murti y de no poner nada que

no fuera suyo.

Otro tanto puede agregar el

traductor español refiriéndose a

la admirable síntesis de Suarés.

Augusto D 'H ALM AR

EL HOMBRE Y EL YO

I

Hay la tendencia de pensar en Occidente que lo que yo digo se refiere únicamente a la tradición inda y no a las ra­zas de tradiciones occidentales. E n la India, por lo contra­rio, hay la tendencia de pensar que yo expongo una filoso­fía occidental. Si se me juzga de maneras tan diferentes, ello prueba que la Verdad no es ni occidental ni oriental.

En la India se imaginan corrientem ente que aquél que llega al Conocim iento debe llevar la túnica anaranjada del sannyasin, volverse mendigo errante y despreciar el cuerpo físico. En Europa, otros prejuicios reemplazan a éste. Pero estos prejuicios son limitaciones, y no se puede limitar la Verdad. La naturaleza humana es por doquiera la misma, en todos los climas; y la Verdad es por doquiera la misma, no puede estar contenida por fronteras, ni pertenecer a ra­zas, dogmas, iglesias. Cada cual puede descubrirla sirvién­dose con inteligencia de su sentido crítico. Lo que yo llamo inteligencia es el equilibrio entre el pensamiento y la em o ­ción; el sentido crítico es el discernimiento que nos perm i­te escoger lo que es esencial y apartar lo que no lo es.

Me doy perfecta cuenta de la indiferencia de la mayoría de los hom bres respecto a la Verdad: ellos ignoran hasta su existencia. Son com o prisioneros que hubieran nacido en su prisión y que no saben que ésta tenga una salida, pero que sufren a causa de su aprisionamiento.

La Verdad, que es la Vida, no soporta ninguna limita­ción. Para descubrirla, debemos liberarnos, y para liberar­nos, debemos vernos empujados, por el deseo de com pren­der, a encontrar la causa de nuestras limitaciones. La certi­dumbre a la cual llegamos entonces, es el resultado de nuestras propias luchas, de nuestra com prensión, de nuestra duda. Esta certidum bre nadie puede dárnosla.

La duda y el deseo de encontrar la Verdad absoluta,

3

son los dos estimulantes que conviene despertar en los hom bres. Lo que les estimula habitualmente, es el miedo y la esperanza, que nacen de sus limitaciones y que les llevan a buscar consuelos. Esta necesidad de ser fortalecidos no puede conducirles a descubrir la Verdad. Aquéllos que son consolados y fortalecidos, no por eso han descubierto la causa de su sufrimiento; no han salido de prisión. Han en­contrado un alivio pasajero cambiando de postura. Tratar de hacerse consolar equivale a un estancamiento, a una trai­ción a la Verdad. La Verdad no consuela, no se la puede captar com o una corriente eléctrica, reducirla en un trans­form ador, y utilizarla para nuestra com odidad. Su gran luz no puede ser tamizada.

He aquí una historia inda. U na vez, en la primavera, todas las mariposas del valle se reunieron a la som bra fres­ca de un árbol. Discutían a propósito de la luz; unas afir­maban lo que las otras negaban, hasta que una mariposa se declaró dispuesta a ir a descubrir lo que la luz era realmen­te. Todas esperaron pacientemente su regreso. Cuando la mariposa volvió, les hizo saber que la luz era demasiado fuerte para que nadie pudiera aproximársele. Pero las otras no quedaron satisfechas de esta respuesta y quisieron saber más. Otra mariposa se puso en camino, y les com unicó a su regreso que no había podido aproxim arse a la luz, de tan poderosa y ofuscante que era. Esta declaración tam po­co fué encontrada suficiente, y una tercera mariposa voló hacia el mismo objeto. Herida, les dijo a su vuelta, que la luz era tan cálida que la había quemado. Y a su vez una cuarta partió, pero para no volver. La Verdad que es Luz, la había consumido.

Así, en su sufrimiento, los hom bres prefieren aguardar que se les traiga la Verdad antes que ir a buscarla.

A hora bien, entre los que parten, la mayoría van a bus­car no la Verdad sino consuelos. Los consuelos no contie­nen la Vida en su realización, porque en vez de hacer com ­prender a los hom bres las causas de su sufrimiento, rebajan la Verdad, la reducen, creando creencias religiosas y dog­mas. La Vida, que es la Verdad, no puede realizarse sino a través de las experiencias que no la reducen.

Los hom bres, porque no encuentran la felicidad en nin-

4

guna parte, van de una jaula a otra y continúan sufriendo. Deben, por tanto, librarse de todas sus jaulas.

Almas buenas y generosas, movidas por el deseo de ali­viar la miseria humana, se consagran a hacer más atractivas las innumerables prisiones ya existentes. Creen que m ejo­rando las condiciones de la existencia harán a los hom bres m ejores y más dichosos. Olvidan que una cárcel m odelo, siempre es una cárcel.

Es evidente que las condiciones de la existencia debie­ran ser m ejores para todos, pero no hay que hacerlo depen­der de la caridad. Deben ser creadas a la vez por la técnica y por la com prensión de la Vida. Una excelente técnica que se desenvuelve en detrimento del sentido de la Vida, es in­eficaz; es preciso, al contrario, que sea guiada por el sentido de la Vida desarrollado al máximum

Vo no quiero decorar las antiguas jaulas. Ni tam poco demolerlas. Porque aunque se consiguiera dem oler todas las prisiones de los hom bres, volverían a edificar otras, y decorarían sus muros. Cada cual debe aprender a liberarse por sí mismo. Mi objetivo es hacer nacer en los hom bres el deseo que rom pería todas las jaulas, y despertar en ellos la voluntad de descubrir la Verdad, la verdadera feli­cidad.

En su rebusca de una a otra prisión, basan los hom bres su vida sobre una esperanza siempre defraudada. La espe­ranza es una traición a la Verdad, porque, inmovilizando al hom bre en una espera del porvenir, lo debilita y aleja del presente.

Un paraíso prom etido en el futuro no contiene ni aun la sombra de la Verdad, la Verdad está totalmente ausente de él. En la medida en que se funda su rebusca sobre la esperanza de encontrar consuelos, bálsamos para curar las llagas, uno se aleja más y más del reino donde se encuentra la felicidad, la Verdad eterna. Esta no necesita ninguna ple­garia, ninguna adoración, ninguna religión, ni ritos. Es absoluta, y cada cual puede descubrirla a través de la luci­dez total que, si se esfuerza, puede tener de sus propios actos cotidianos, de sus pensamientos y sus em ociones. Cada persona, concentrando toda su conciencia sobre sus propios actos cotidianos, puede discernir entre ellos los que

5

expresan ¡a Vida y los que por el contrario conducen a la inacción, o que ya de por sí son inactivos.

Los actos inactivos son aquellos con los cuales trata uno de distraerse en sucesión de pasatiempos fútiles. Estos actos se refieren únicamente a lo que no es esencial, y crean así un sufrimiento negativo del cual no se sabe salir. En este estado negativo, todo cuanto se hace encadena. Ni el am or mism o respeta su propio objeto que utiliza para su pla­cer.

Los actos que conducen a la inacción son aquellos en que se hallan mezclados lo esencial y lo no esencial. Están determinados por la pasión, por el violento deseo que tiene el «yo» de durar, de ampliarse, de adquirir cualidades. Aunque estos actos conducen a un estado inactivo, a pesar de todo son creadores porque provocan un verdadero su­frimiento, positivo, por medio del cual el hom bre puede encontrar una salida: si corre el riesgo de encadenarse, tam ­bién puede liberarse, llegando a hacerse más y más co n s­ciente de su objetivo. Aquí el am or distingue el sujeto del objeto, y los toma a ambos en consideración.

En fin, los actos que expresan la Vida son aquellos que no nacen del sentido del «yo», aquellos que no provienen del deseo que tiene el «yo» de durar y ampliarse, aquellos donde la conciencia misma del individuo ha desaparecido: aquellos que expresan únicamente lo esencial. No hay que considerar la acción esencial desde el punto de vista de las cualidades, com o se hace para los demás actos. No hay que tratar de ningún modo de atribuirle cualidades, porque no las tiene, siendo una armonía perfecta. Este acto no es pues ni una acción ni una inacción, porque el conflicto de la acción y de la inacción provenía de las cualidades.

La acción esencial es naturalmente sencilla. Aunque puede parecer negativa cuando se la quiere considerar con relación a sujetos y objetos, es por el contrario, esencial­mente positiva; en ella no hay objeto ni sujeto sino el am or, esencia de toda cosa. Es la acción pura, en que la concien­cia está liberada.

Pero antes de apurar así el fruto de cada gesto, los hom ­bres, en su deseo de ser dichosos, lo ensayan todo. U no tras otro , abandonan lo que les decepciona y, limitados por

ó

la mediocridad de sus ambiciones, pasan de una a otra sa­tisfacción.

Prim eram ente creen descubrir la felicidad en la posesión de los bienes materiales y los placeres groseros. Si no en­cuentran en ello la felicidad que buscan, vuelven sus deseos refinados hacia los bienes llamados espirituales. Esperan encontrarla en un mundo que creen ser real, pero que no es sino artificial, creado por la esperanza y por su propia fan­tasía. En ese mundo desprovisto de realidad, se colocan las creencias de toda especie, el ocultismo y el misticismo.

Espoleado por el sufrimiento, el hom bre que busca la Verdad cae en una última trampa. Ha aprendido que todo sostén externo, todo cuanto se apoye sobre una autoridad no puede conducirle hacia su fin. Se desprende entonces resueltamente de todos los objetivos, y se repliega en su ser interior donde espera descubrir la Verdad. Allí, la última decepción le acecha; porque en esta prisión sutil encontrará el «yo», el sentido del «yo» que se opone a las demás per­sonas, la individualidad plagada de cualidades que la hacen distinta.

El «yo» depende del tiempo y del espacio; así, desarro­lla cualidades que pertenecen al tiempo y al espacio. La batalla se hace inevitable entre el individuo y la Verdad.

Lo que yo entiendo por individuo no es una unidad humana considerada respecto a la especie. Se habla dem a­siado del individuo en sus relaciones con la colectividad, oponiendo simplemente al núm ero uno de los elementos que constituyen ese núm ero. U n hom bre considerado com o una unidad, com o se hace para un objeto, para un pájaro o para un árbol, no es un individuo en el sentido que yo doy a esta palabra. Para mí no es individuo sino el hom bre que ha descubierto su unicidad, el hom bre que se ha vuelto to ­talmente consciente de sí mismo.

Para evitar nuevos equívocos, haré notar que la unici­dad, tal com o la entiendo, no es una cualidad de originali­dad, sino que indica el proceso particular según el cual cada hom bre alcanza la Verdad, la m anera propia que tiene de llegar a su realización.

Hemos dejado al hom bre que busca la Verdad en su última etapa. Habiéndose desprendido de todo, habiéndose

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separado de todo apoyo, de toda autoridad, ha conservado, no obstante, la esperanza de descubrir !a Verdad en sí mis­m o. Pero el «yo», el «mí», el «ego», en su exclusivismo, no contiene la Verdad, y decepciona su última esperanza. Puede ser entonces que, completamente desalentado, el hom bre se desprenda de todo, ya no tenga confianza en nada, y se abandone a la indiferencia. Entra así en el m un­do de la muerte, en el mundo de la nada.

En un momento dado, había conocido el éxtasis de la riqueza, del poder, del éxito. En seguida, se había embria­gado con el éxtasis interior para llegar, en fin, a este éxtasis de la nada. Ahora que se ha despojado de todo, que se ha desembarazado de todas las sujeciones, que ha abandonado las jaulas, que ya no se apoya sobre ninguna autoridad, que no busca ni consuelo ni esperanza, le queda que hacer un último esfuerzo para salirle al paso a la Verdad que consu­mirá su ser. Está, en fin, listo para descubrir la Realidad que contiene la negación y la afirmación, ese absoluto que no conoce los grados de la perfección, que es el ser puro, la Vida y la Verdad. El m om ento crítico ha llegado que d e­terminará, o bien el triunfo de la Verdad o la recaída del hom bre en el ego, es decir, la necesidad de volver a em pe­zar la experiencia de la cual no aprendió la lección.

Mientras recorría su largo cam ino, era el hom bre sem e­jante a un barco sin timón que se ve arrastrado por la c o ­rriente de un río. Empujado por la corriente, tomaba su m o­vimiento involuntario por un movimiento de su voluntad, y los retrocesos provocados por sus reacciones, por un des­apego filosófico. Pero el verdadero desapego consiste en discernir lo que es esencial de lo que no lo es y en escoger lo esencial. Esta selección se opone a la idea que se tiene vulgarm ente del desapego: se cree que consiste en eliminar lo que es ilusorio. Esta eliminación es un acto negativo. Si en vez de eliminar lo que no es esencial se esfuerza por rete­ner lo que es esencial, uno se desapega de una manera posi­tiva.

En efecto, el descubrimiento de lo que es ilusorio, pue­de llevar a la conclusión de que todo no es sino ilusión, Maya. Esta conclusión no es exacta. Los objetos son reales com o son reales las em ociones y los pensamientos. Es su

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conjunto lo que constituye un mundo irreal, donde sin em ­bargo nos es preciso descubrir la Verdad.

Para el ignorante, la realidad está constituida por este conjunto de un mundo exterior y de su propio mundo inte­rior, y por las reacciones que resultan de ello. Cuando cree obrar libremente, sus actos están determinados por causas que él no conoce; cuando cree ser positivo, no hace sino reaccionar a los contactos externos.

El resultado de todas estas reacciones es lo que se llama una civilización. Sin em bargo, la función de una verdadera civilización sería ayudar al hom bre a llegar a la acción pura. Si, com o lo vem os en nuestra época, la civilización no con ­duce a esto, no es una verdadera civilización. Para encon­trar la Verdad debem os, pues, esclarecerlas reacciones que producen la civilización, y en medio de esta irrealidad des­cubrir lo real y apoderarnos de ello. Es así com o podrem os repeler una falsa civilización, mientras que el renunciamien­to formaría parte de ella.

Com probar que som os pasivos, que obram os automáti­cam ente, es com enzar a trabajar conscientemente sobre nos­otros mismos. Pero para saber si estam os inmóviles o en movimiento, debem os establecer un punto de referencia. Este punto de referencia es la acción pura, es decir, el obje­to mismo que el hom bre ha de alcanzar. Afirmar este obje­tivo, tenerle presente, es servirse de él com o medio para conseguirlo. Sin eso, estaremos dom inados por una nega­ción que nos conducirá a la indiferencia completa.

Sin em bargo el hom bre no puede vivir en la indiferen­cia. La vida no tolera este estado estático y le obliga a botar hacia adelante o, al contrario, a rebotar hacia atrás para em ­pezar de nuevo a sufrir. Si recae, puede volver muchas ve­ces al punto m uerto de la indiferencia y recaer todavía. Debe rom per este punto muerto, traspasar definitivamente este estado de indiferencia, e ir más allá, hacia un estado de equilibrio dinámico en el cual conocerá la acción pura y la creación pura.

En tanto que el hom bre no haya llegado a la acción pura, todo lo que él toma por creación suya no es sino una actividad pasiva, alumbrada a veces por un débil reflejo creador. Su poesía, su música, su pintura, su arquitectura,

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todas sus artes no son todavía sino una actividad y no una creación libre. Lo que importa, es poseer el arte de vivir, que es la sola verdadera creación, ei único arte positivo.

Cuando el hom bre en el cautiverio de la negación llega ante el m uro que, edificado por su sentido del «yo», le se­para de la realidad, debe llevar todavía a cabo el acto que le liberará definitivamente. Más acá de este muro, el senti­do del «yo», el «mí», se amplía sin cesar para culminar en el pleno desarrollo de la conciencia de sí. Esta autocons- ciencia no es aún la liberación de la conciencia porque, vin­culada a las reacciones, se apoya sobre el subconsciente y sobre el inconsciente, mientras que en la liberación de la conciencia ya no hay ni subconsciencia, ni inconsciencia, ni conciencia.

El m uro de la separación impide al hom bre percibir la Verdad. El hom bre debe hacerle desaparecer, y esta elimi­nación constituye el acto positivo que le libera. La Vida se halla al otro lado del muro, pero en realidad el muro no existe: es la ilusión de la división, el sentido del «yo» que aprisiona, y es lo que se trata de hacer desaparecer. Allí donde el «yo» ya no existe, ya no hay lugar para el miedo, y es entonces cuando el hom bre conoce el desapego.

El tem or que tenía de sufrir y de experim entar desilusio­nes no le había conducido sino a la indiferencia. Pero la indiferencia es un falso desapego. El desapego verdadero es el am or en sí mismo, sin objeto ni sujeto.

El hombre liberado de sus limitaciones, del miedo, del «yo» con todas sus cualidades, logra al fin el conocim iento.

En el curso de una primera etapa, el hom bre busca en el m undo de lo relativo el conocim iento enciclopédico de los objetos y de las relaciones que existen entre ellos. Lue­go trata de conocerse a sí mismo, y este conocim iento le lleva gradualmente a ser consciente d esú s limitaciones, has­ta el m om ento en que, plenamente en posesión de toda su conciencia, llega al conocim iento de lo Eterno. Este no es una ampliación del conocim iento de sí mismo, porque habiendo traspasado toda conciencia ya él no conoce ni separación ni unidad. Es la iluminación que da a cada cosa su verdadero valor.

Desde su primera visión de la Verdad, el hom bre co-

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mienza a eliminar su «yo» hasta el m om ento en que ve la posibilidad de dejar esta última prisión. Se desembaraza entonces enteram ente del «yo» y se libera de la gran ilusión de la separatividad. Desde entonces es libre, al fin es hom bre.

Para mí el Superhom bre no existe. Se le concibe gene­ralmente com o un ser dotado de cualidades y virtudes exal­tadas. Pero el hom bre liberado no tiene cualidades porque éstas pertenecen al «yo», del cual el hom bre precisam ente se ha despojado.

El Ego desarrollado al extrem o se llama superhom bre o Dios; pero puesto que el «yo» es una limitación y, p er tan­to, una imperfección, ¿cóm o llegaría a ser (aun desm esura­damente agrandado) perfecto o ilimitado? Cuando el «yo» ha desaparecido, el hom bre alcanza la perfección y se hace semejante a un Cristo, a un Buda, es decir, realmente un hom bre; «H om bre» recupera entonces su sentido propio, el hom bre es el ser que no tiene ego. En él todas las limi­taciones (sus cualidades) han desaparecido. La perfección no tiene grados, porque el ego, al cual solamente se aplican las cualidades, ya no existe.

Para realizar la Verdad, no hay que tom arla desde el punto de vista de lo relativo. Lo relativo pertenece todavía al ego; cuando el ego desaparece, lo relativo hace sitio a lo absoluto. Todo acto puro, es decir, todo acto despojado del «yo», revela la Verdad.

El hom bre, desde su nacimiento, se ha enriquecido con todas sus experiencias. Al comienzo ha experim entado una perfección vegetativa, inconsciente; luego la imperfección, que de inconsciente se hace más tarde consciente. Llega ahora a una sencillez que no es de ningún m odo primitiva, sino que aparece por lo contrario com o una rica y perfecta síntesis, una obra de arte de la cual no puede suprimirse ni una línea.

Si todavía no ha realizado la perfección, puede no o b s­tante tenerla presente ya en la mente com o una finalidad. El acto que él cumple con miras a alcanzar ese fin, para que le sea útil, debe ser consciente y deliberado. Es preciso que el hom bre obre por experiencia personal. Es su experiencia la que le demuestra que el ego tiene un objetivo, y que le

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empuja a obrar escogiendo libremente los actos que le con ­ducirán a esa finalidad. Si esta selección exige un esfuerzo, puede a pesar de todo, aunque imperfecta, tener su valor, porque está hecha libremente, mientras que el esfuerzo que proviene del deseo de conform arse al ideal de otro no tiene ningún valor.

Cuando el esfuerzo cesa, el acto vuélvese espontáneo, la perfección de la acción pura está realizada. La virtud que acom paña al esfuerzo no es una virtud.

T odo hom bre liberado alcanza la Verdad, com o un Cris­to o un Buda. Cristo y Buda son los nom bres dados a hom bres que han alcanzado la Verdad; no son los nom bres de la Verdad misma. Así los que se apegan a esos nom bres o a los hom bres que han llevado esos nom bres no encuen­tran la inmortalidad, y los que la encuentran no son sino aquellos que se han apegado a la Verdad.

Para ser inmortal no hay que querer preservar su indi­vidualidad ni su unicidad, no hay que querer tam poco agrandar su «yo», o querer inmortalizarle en un Dios. P or el contrario, el hom bre debe aspirar a perder el sentido del «yo», el «mí», que le esconde la Verdad y le impide llegar hasta ella. La Verdad no depende del tiempo que se des­com pone en pasado, presente y futuro. Ella es el m om ento, inaprehensible y sin em bargo tan real, del «ahora» fuera del tiempo. Ella se halla donde ya no hay «yo».

Una hojita tierna en el hueco de nuestra mano contiene la Eternidad, si sabemos mirarla fuera del «yo», y puede hacernos descubrir la esencia de cuanto contiene la Verdad.

¿P o r qué poner su esperanza en el porvenir? ¿P o r qué escudriñar el pasado? El pasado, el presente, el futuro son irreales. El hom bre que se fía al tiempo se deja engañar por su mentira. Lo que importa es vivir en el «Ahora» eterno, en que el hombre, concentrado, tendido en un equilibrio perfecto, es la Verdad. La Verdad deja a los hom bres indi­ferentes porque no saben que sin ella no pueden ser felices. Buscan la felicidad fuera de la Verdad, y por eso la felicidad les rehuye.

E s esencial que no se tome lo que digo por una especu­lación mental. La Verdad de la cual hablo es el resultado de mi experiencia. Y o la vivo plena y constantemente. Ella

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existe en cada cual y cada cosa, y sin su realización la felici­dad no existe.

Esta conclusión, esta realización, no le está reservada a una pequeña selección de iniciados o de superhombres. La Verdad no pertenece a un Centro cualquiera, ni está en po­der de una Asociación, una Institución, una Iglesia, una A ca­demia. Puede ser alcanzada por cada cual; los que quieran realizarla deben buscarla ellos mismos.

II

La verdadera sencillez no es una pobreza interior sino que proviene de la riqueza de la experiencia. La pobreza de experiencia no es sino una falsa sencillez, que crea, al co n ­trario, todas las complicaciones de la existencia. Hay una aparente riqueza de experiencias que proviene de su gran multiplicación, y hay una aparente riqueza material que pro­viene de una gran multiplicación de ios objetos materiales. Estas riquezas que para los unos parecen positivas y para los otros negativas, no son positivas ni negativas: son nulas, si no se sabe sacar de ellas toda la lección que encierran y desprender su esencia.

Del mismo m odo, hay una aparente pobreza de expe­riencia y una aparente pobreza material. Estas, lejos de multiplicar, se empeñan en reducir, y a su vez parecen nega­tivas a los unos y positivas a los otros. Pero no son negati­vas ni positivas sino según la lección que se saca de ellas.

La riqueza y la pobreza no son una cuestión de cantidad. U na sola experiencia puede bastar para com prender la V er­dad íntegra, si por ella sabe uno liberarse: la Verdad es la liberación de toda experiencia. Una sola posesión puede bastar para librarse a la vez del problema de poseer y del de no poseer, pues se puede, por el hecho de poseer un solo objeto, desprender la plena significación de la posesión en general. Basta, en efecto, examinar su deseo impersonal­mente y con gran atención. Este deseo es el mismo, cual­quiera que sea la cantidad de objetos que se posea.

Había una vez en la India un sannyasin, un religioso consagrado a la pobreza, que fué en busca de un rey renom ­brado por su sabiduría. Este sannyasin poseía com o todo bien terrestre, dos taparrabos. Un día, mientras deparlía con el rey a la sombra de un árbol, el suntuoso palacio real co ­m enzó a arder. Sin siquiera volver la cabeza, el rey conti-

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nuó la conversación, mientras que el sannyasin, inquieto y distraído, no perdía de vista el incendio... porque cerca del palacio había puesto a secar su segundo taparrabo...

El deseo de ser rico y el deseo de ser pobre están basa­dos ambos en el miedo. Se teme no poseer bastante o, por el contrario, se teme poseer demasiado. En la base del asce­tismo más puro, nosotros descubrimos el tem or del mundo: si el mundo es considerado com o una ilusión, Maya, se teme dejarse coger por las posesiones que aparecen también com o ilusiones, y si el mundo se asimila al mal, las posesio­nes vuélvense tentaciones de las que es preciso huir.

F eto esta huida provocada por el tem or y el cansancio no es el verdadero abandono del mundo. El mundo es real. Todo es real. Lo que es irreal, lo que conviene abandonar, no es el mundo, sino los falsos valores que se atribuyen a las cosas. E n este sentido, desapegarse, renunciar, quiere decir discernir entre la irrealidad de esos falsos valores lo que es real, y tom arlo. Renunciar verdaderam ente no es rechazar el m undo, sino com prenderlo.

Ser desapegado es no sentir el deseo de poseer ni de no poseer. E s no desear las posesiones ni despreciar a los que poseen. Es no estar ya celoso de la riqueza de los demás ni de su pobreza. Cuando dejamos de creer que la riqueza o la pobreza son privilegios, nuestra conducta basada única­mente en la armonía de nuestro desapego absoluto, ya no nos hace abordar al rico o al pobre desde un punto de vista particular. Ya no establecemos, entre nosotros y los demás, esas relaciones según las cuales les tratam os de tal o cual manera; sino que expresam os la acción impersonal y pura que ya no encierra relaciones ni situaciones entre los indi­viduos, sino que es una plenitud por si misma.

Cuando la riqueza o la pobreza dejan de seducirnos, de­jam os de atribuirles una significación humana. En efecto, ellas son externas al hombre.

Es una gran ilusión querer ser rico para hacer el bien ayudando a los demás, o justificar su riqueza con caridades. El error que se ha cometido amontonando riquezas no pue­de ser reparado por ninguna caridad. Siendo el dinero una forma del poder, ayudar a los demás es simplemente ejer­cer ese poder.

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El poder bajo forma de posesión está ejercido por las Iglesias bajo dos formas: colocación de capitales para su riqueza material y explotación de la debilidad humana para distribuir las riquezas llamadas espirituales. Las Iglesias que se dicen espirituales alientan a los ricos; también alientan, por otra parte, a los pobres para que continúen siéndolo.

El rico que decide hacerse pobre y que da todos sus bienes hace una acción igual a cero, porque no es una acción en el verdadero sentido de la palabra, sino una reac­ción. La pobreza para él no es sino lo opuesto de la riqueza, en el seno de un conflicto que no está resuelto.

Es tan falso creer que la riqueza es un mal y la pobreza una virtud, com o creer lo inverso.

La riqueza, que no es sino posesión, es negativa. La po­breza, que no es sino falta de posesión, es también negativa. La riqueza y la pobreza son positivas cuando se unen en la plenitud interior del desapego.

Cuando la riqueza y la pobreza están separadas de la posesión, adquieren en su desprendimiento un sentido nue­vo: la pobreza de poseer vuélvese riqueza del ser.

Los hom bres han levantado en sí mismos una doble barrera contra la Verdad: la riqueza y la pobreza. P ero la Verdad no puede hallarse en medio de posesiones espiritua­les o materiales. No es el resultado de com pensaciones en estos dos dominios. No es rica ni pobre de ninguna espe­cie de posesiones. Toda discusión a este respecto no con­duce a nada, y yo no quiero detenerme más. ¿C óm o tom ar por criterio de verdad la com odidad o la incomodidad física? Quien es verdaderamente sencillo no está influencia­do por la com odidad ni por la incom odidad, porque posee la plenitud de la Vida.

He dicho que la verdadera sencillez es la plenitud del desapego. Es a la vez la plenitud del am or desprendido e impersonal donde ya no subsiste la distinción sujeto y obje­to, y la plenitud del pensamiento concentrado hasta el ex tre ­m o, pero dúctil, nunca rígido, siempre alerta en lo esencial. Este conjunto arm onioso del am or y del pensamiento es la sencillez de la intuición, que es el desapego.

El desapego del cual hablo no se traduce por el conten­to de vivir en las condiciones en que uno se encuentra. El

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hom bre que se contenta con todo no es esencialmente dife­rente del que quiere cambiar siempre de condiciones exter­nas porque no halla paz en ninguna parte. Ni el uno ni el otro están verdaderam ente desapegados. Continúan siendo esclavos y cómplices de las causas que crean la civilización en que se hallan. Contribuyen a esta civilización que apri­siona al hom bre.

Quien ha llegado al verdadero desapego se ha libertado, en primer lugar, de su estado de esclavitud, es decir, que ya no es esclavo de las causas que a cada instante crean una civilización que encadena a los hom bres. Y por el hecho de haberse liberado, de que ya no contribuye a crear esta civi­lización, pertenece, por lo contrario, a la verdadera civiliza­ción cuyo fin es la liberación del hom bre.

Desde entonces, su sencillez no se expresa por reaccio­nes en el interior de la civilización de la cual se ha despren­dido: no reacciona contra tal o cual manera de vestirse y de vivir, afirmando que la Verdad consiste en vestirse y en vi­vir de otro m odo. No puede tom ar posición en el interior de un juego al cual ya no juega. Para él el juego entero de esta civilización está fuera de lo que considera ser el orden natural que conviene a los hom bres. Si los demás creen poder adaptarse, él, por el contrario, es pura y simplemen­te un inadaptado.

Ciertamente, utiliza de esta civilización aquello de que tiene necesidad físicamente para vivir según un mínimun que no significa ningún deseo personal. Si las circunstancias le colocan en condiciones en que este mínimun le es rehusa­do, esto podrá debilitarle físicamente hasta sofocar su expre­sión, hasta matarle, pero esto no cam biará su naturaleza ni la naturaleza de su expresión.

En una civilización creada únicamente por reacciones que encadenan a los hom bres y les hacen sufrir, él es libre,

/ pues obra libremente, de una manera sencilla y natural. No f sólo no crea ya sufrimiento, sino que su acción es positiva

porque tom a la esencia de las cosas. Aquellos que sufren porque están cogidos por sus irrealidades, pueden beber de

< su agua pura. El agua pura está allí para aplacar su sed. i Pero si la mezclan con cieno ya no podrán bebería.

/ El verdadero desapego es una felicidad que no tiene

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cualidades. No consiste solamente en verse liberado de la riqueza y de la pobreza; esta liberación no es sino uno de sus aspectos. El desapego total es una soledad completa. Mien­tras no se llega a esta soledad el pensamiento y las em ocio­nes son una carga. En la completa soledad, el pensamiento es puro, puramente humano, alegre, surge de su propia ale­gría, de su propia acción, es normal en fin, porque no es provocado por reacciones.

Antes de este desapego com pleto, el pensamiento, naci­do de reacciones, era un reflejo de las alteraciones que su­fría el «yo». Ahora el pensamiento ya no es un reflejo, proviene de la esencia, luego ya no se altera.

Nadie puede decirnos si estamos desapegados o no. Asimismo, no podem os juzgar a los demás, sino a nosotros mismos. Y , para ser nuestros propios jueces, debemos exa­minarnos con la mayor honradez. Mientras sintamos la sen­sación de estar incompletos, mientras no poseam os la pleni­tud total, no estamos desapegados todavía.

La plenitud del desapego es la felicidad, que es co m ­prensión, poique resulta de la totalidad de la experiencia, y ésta contiene la esencia de la Vida. Si se com prende bien lo que yo entiendo por experiencia, se verá que esta totali­dad está contenida en cada experiencia particular, a condi­ción de que ésta sea verdadera.

Lo que entiendo por experiencia no es un conocim iento intelectual que se adquiere por la observación de las cosas y de las relaciones que existen entre ellas. Este conocim ien­to intelectual queda en la superficie de nuestro ser. Yo hablo de la experiencia de com prensión que nos toca en nuestra razón de ser, por la alegría o el sufrimiento. Esta experiencia pone en contacto un acontecimiento, muerte, nacimiento, amor, y un equilibrio provisional del ser, esta­blecido sobre bases irreales. Hay experiencia cuando este equilibrio artificial se destruye.

El equilibrio incierto e irreal que así es sacudido por la experiencia, está construido por el miedo y la esperanza que experimenta el «yo» de sentirse incompleto. Su miedo y su esperanza, sacudidos por las experiencias de la muerte y del am or, se derrumban, y el hombre, en este vacío, experim en­ta de nuevo el sentimiento de que está incompleto. Si para

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apaciguar este sentimiento reconstruye un nuevo edificio ilusorio sobre su miedo y su esperanza, no utiliza la expe­riencia, rechaza lo que ella le ha ofrecido y se coloca en la necesidad de volver a empezar.

Pero si com prende que esta experiencia le ofrece la po­sibilidad de ir hasta el fin de esta ruptura de equilibrio, has­ta la base de su razón de ser, se servirá de ella para ir a buscar las causas de su miedo y de su esperanza, y para eliminarlas. Una vez estas causas eliminadas, ya no cons­truirá sobre ellas el equilibrio artificial que llama a la expe­riencia a fin de hacerse destruir, ya no construirá nada, estará establecido en la Verdad. Así una sola experiencia le habrá dado la totalidad de la experiencia. La incertidum­bre y el sentimiento que tenía de estar incompleto le habrán conducido a la plenitud positiva que rebasa toda experiencia.

tiste es el verdadero desapego. U na serenidad que se expresa por la acción pura e impersonal y cuyo objetivo no depende del tiempo ni del espacio.

El hom bre incom pleto, empujado por su miedo y su esperanza, pasa de un objetivo ilusorio a otro. Busca apo­yos, quiere hacerse guiar y consolar, quiere encontrar la dicha abrigándose en ilusiones, en Iglesias, en autoridades. Pero si quiere poseer la plenitud interior positiva, debe co ­locar su objetivo fuera del tiempo y del espacio. Este obje­tivo le servirá de punto de orientación y de medio. No debe hacer de él una especulación de la mente, sino que todo su ser debe participar en él.

Así com o la esencia de una gota de agua es la esencia de toda agua, la vida en cada cual es la esencia de la Vida.

Com prenderse así mismo en su propia esencia es co m ­prender la totalidad en la que el «yo» ha desaparecido. La experiencia era el contacto de una ilusión (el «yo») y de la realidad (la Vida). Ahora el «yo» ya no existe de ningún m odo, ni sutil ni ampliado, no queda sino la Vida, ya no se puede hablar de experiencia.

El «yo» pertenece al tiempo y al espacio. La Verdad, que es la Vida, es completamente independiente de él: es inmortal. Sin em bargo los hom bres quieren buscarla a tra­vés de su «yo», a través del tiempo y del espacio, y exp re­sarla por medio de formas.

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L a s in c e r id a d d el h o m b r e q u e p o s e e la p le n itu d d e la V id a n o se a s e m e ja a n i n g u n a o tra , p o r q u e lo q u e h a b itu a l ­m e n t e se l la m a s in c e r id a d e s una s in c e r id a d c o n s i g o m i s m o , c o n el « y o » c r e a d o p o r la i lu s ió n , c o n d i c io n a d o p o r el t i e m ­p o y el e sp a c io , d o m i n a d o p o r las c i r c u n s ta n c ia s . L a v e r d a ­d e r a s in c e r id a d c o n s is te e n e c h a r fu e r a d el h o m b r e t o d o lo q u e p e r t e n e c e al t ie m p o , al e s p a c io , al « y o » . E s ta e l im in a ­c i ó n n o e s h e c h a , p u e s , p o r el « y o » , s in o p o r la E te r n id a d q u e o b r a e n el h o m b r e .

A sí , el « y o » n o p u e d e sa lir le al p a s o a la E te rn id a d e n la e s p e ra n z a d e asir la , n o la e n c o n t r a r á n u n c a . L a s re l ig io n e s q u e in c ita n a lo s h o m b r e s a e n c o n t r a r la V e r d a d , p r o m e ­t i é n d o le s e n r e c o m p e n s a la V id a e te rn a , o a m e n a z á n d o le s c o n u n c a s t ig o , e s tá n c r e a d a s p o r el «yo> q u e q u ie r e p e r d u ­rar , q u e t ien e m ie d o y q u e e sp e ra , y n o t ie n e n , p u e s , n a d a q u e v e r c o n la V e rd a d .

L a E te rn id a d t r a b a ja e n el h o m b r e a fin d e r o m p e r e n él lo s m u r o s del « y o » . C u a n d o e s t o s m u r o s h a n c a íd o , la V e r d a d e s tá ahí. L a re s is te n c ia q u e el « y o » o p o n e a e s te t r a b a jo d e la E te rn id a d en el h o m b r e , lo s h o m b r e s la l la m a n s u f r im ie n to .

P a r a c a lm a r e s te s u f r im ie n to , c r e e n d e b e r a c u m u la r a d ­q u is i c io n e s y e x p e r ie n c ia s , p o r q u e c r e e n q u e el « y o » d e b e e v o lu c io n a r , p r o g r e s a r , e n r iq u e c e r s e . E l lo s d e b ie r a n , p o r el c o n t r a r io , h a c e rs e p le n a m e n t e c o n s c i e n t e s y c o m p r e n d e r q u e la re s is te n c ia q u e el « yo» o p o n e a la E t e r n id a d p u e d e c e s a r e n n o im p o r ta q u é m o m e n t o . L e b a s ta c o n d e s p r e n ­d e r d e u n a s o la e x p e r ie n c ia , tal c o m o h e d ic h o , la to ta lid a d d e la c o m p r e n s i ó n q u e ella p u e d e d ar le .

P u e s t o q u e c a d a e x p e r ie n c ia c o n t ie n e la to ta lid a d d e la e x p e r ie n c ia , n o e s p r o p ia m e n t e d ic h o s in o u n a s p e c to d e u n a s o la y ú n ica e x p e r ie n c ia q u e c o n v ie n e l le v a r hasta e l fin. E s , p u e s , e n t e r a m e n t e inútil r e p e t ir in d e f in id a m e n t e los d e ­ta l les p a r t ic u la re s d e e s ta e x p e r ie n c ia ú n ica . S i , e n v e z d e a g o t a r un d eta lle , le r e s is t im o s , r e s is t i r e m o s lo m i s m o a o t r a s e x p e r ie n c ia s , y a c u m u lá n d o la s n o h a r e m o s s in o p e r d e r el t i e m p o e n u n s u fr im ie n to inútil y e n la i lu s ió n d e u n a e v o l u c i ó n .

A s í u n a s o la e x p e r ie n c ia d e b e p o d e r b astar .H e d ic h o q u e el s u f r im ie n to es la re s is te n c ia q u e o p o n e

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el « yo» a la E te r n id a d . P e r o n o h a y v e r d a d e r o s u f r im ie n to s in o c u a n d o el « y o » c o n o c e su o b je t o y n o p u e d e i m p e d ir s e a sí m i s m o d e re s is t i r le . E l v e r d a d e r o s u f r im ie n to e s c a e r e n u n e r r o r s a b i e n d o q u e e s u n e r r o r .

Q u i e n t o m a t o d a s s u s i lu s io n e s p o r v e r d a d e s e s i n c o n s ­c ie n t e d e su e r r o r y n o c o n o c e el v e r d a d e r o s u f r im ie n to q u e c o n d u c e a la l ib e r a c ió n . S u f r e c o m o p u e d e su fr ir u n n iñ o q u e l lo r a p o r su ju g u e t e r o to . E s t e s u f r im ie n to es tér i l d e l h o m b r e q u e n o c o n o c e su o b je t o h a c e g i r a r in d e f in id a m e n ­te la r u e d a d e la e x is te n c ia . E l h o m b r e ni s iq u ie ra lo ig n o r a , e s in c o n s c ie n t e .

E n e ste g r a d o d e in c o n s c ie n c ia , la i n te r m in a b le s u c e s ió n d e e s fu e rz o s e s té r i le s q u e h a c e n lo s h o m b r e s es lo q u e e l lo s l la m a n el r e n u n c ia m ie n t o y el sacr if ic io .

C u a n d o lo re a l c o m ie n z a ya a m e z c la r s e c o n la i lu s ió n , la c o n c ie n c ia se d e s p ie r ta y tra ta d e d is c e r n i r lo q u e e s real d e lo q u e es i lu s o r io . E s el p e r í o d o d e la ig n o r a n c ia e n q u e el h o m b r e b u s c a el c o n o c im ie n t o h a c i e n d o u n a s e le c c ió n . D is c ie r n e lo q u e e s re a lid a d y lo q u e e s i lu s ió n , y el e s f u e r ­z o q u e h a c e p a ra e s c o g e r , el e s f u e r z o q u e h a c e p a ra re s is t i r a lo q u e n o es e se n c ia l , c o n s t i tu y e el v e r d a d e r o s u f r im ie n to . E n e s te s u f r im ie n to q u e le c o n d u c e a su l ib e r a c ió n y a n o h a y sit io p a ra la n o c i ó n d el sacrif ic io .

E n fin, lo re a l se d e s p l ie g a en el h o m b r e y é s te y a n o es a tra íd o p o r lo q u e n o es e se n c ia l . L a E te r n id a d h a t e r m i n a ­d o su t r a b a jo e n é l, la lu ch a ha c e s a d o , e s l ib re .

E l d e s p l ie g u e d e e s te c o n o c i m i e n t o p o n e fin a lo s a c to s q u e e n c a d e n a b a n al h o m b r e , p o r q u e e s t o s a c t o s d im a n a b a n d el « y o » . E l « y o » se o p o n e s ie m p r e a lo rea l , e s , p u e s , n e ­g a t iv o , y su s a c to s n o s o n en re a l id a d s in o a c to s n e g a t iv o s .

H e d ic h o y a q u e el « y o » n o p u e d e p r o g r e s a r . P u e d e d is o lv e r s e e n la E te rn id a d . E s t a d is o lu c ió n es u n e s t a d o d i­n á m i c o ; n o es in d i fe re n c ia . E n el t r a n s c u r s o d e su lu c h a , el « y o » p u e d e e x p e r i m e n t a r la m a y o r in d i fe r e n c ia p o r c u a n to le r o d e a y p o r s í m i s m o . E s ta in d i fe re n c ia e s lo o p u e s t o d e la p len itu d , p o r q u e e s tá h e c h a del s e n t im ie n t o d e q u e to d o e s in c o m p le t o , q u e n a d a p u e d e s e r c o m p le t o .

C u a n d o el « y o » se e n c u e n t r a e n u n e s ta d o e s tá t ic o del cu a l d e b e r á sa lir u n día, d o s p o s ib i l id a d e s se le p r e s e n ta n : p u e d e tra tar d e d o m i n a r e s te e s t a d o y e n tal c a s o , to d a la

'.’ l

s e r ie d e sus e x p e r ie n c ia s d e b e v o lv e r a e m p e z a r p o r q u e n o h a s a c a d o de e llas su le c c ió n , o el h o m b r e p u e d e c o m p r e n ­d e r q u e lo q u e es i n c o m p l e t o n o p e r t e n e c e s in o al « y o » y e n t o n c e s d e s e m b a r a z a r s e d e él.

E l h o m b r e q u e se ha d e s e m b a r a z a d o d e su « y o » , se ha i l ib r a d o h a sta d e la c o n c ie n c ia , y es la p le n i tu d d e la a c c i ó n

/ p u ra . E s ta p len itu d , esta p u re z a , s o n in a l te ra b le s p o r q u e y a n o d e p e n d e n ni d e c i r c u n s ta n c ia s e x te r io r e s , n i d e e s t a d o s

in t e r io r e s c o n s c ie n t e s o in c o n s c ie n t e s , in d iv id u a le s o c o l e c ­t iv o s (g r u p o s , c la se s , a g r u p a c io n e s re l ig io s a s ) . E l a c to p u r o n o e s a l te r a d o p o r lo q u e p e r t e n e c e al t i e m p o y al e s ­p a c io .

T o d o lo q u e p e r t e n e c e al t i e m p o y al e s p a c io es u n a li­m i ta c ió n . P o r e je m p l o , el a m o r p e r s o n a l h a c e su fr ir p o r q u e tra ta d e r o m p e r las l im i ta c io n e s e n las c u a le s está e n c e r r a d o . E n v e z d e facilitar esta ta re a al a m o r , e l h o m b r e lu c h a en c o n t r a su ya . R e d u c e su s l im i ta c io n e s c r e y e n d o p r o t e g e r s e así c o n t r a el s u f r im ie n to . S u s e n t id o p o s e s iv o e r ig e c o n t r a el a m o r v e r d a d e r o s m u r o s : se les l lam a lea ltad , f id elid ad , d o n d e s í m is m o .

E l s u f r im ie n to e n el a m o r p r o v ie n e d e e s te fa lso c o n c e p ­to q u e se t ie n e del a m o r . Q u i s ie r a e n c e r r á r s e l e en l ím ites in d iv id u a le s , y para n o su fr ir se a fe rra u n o a la c a u sa m is m a q u e c r e a el su f r im ie n to .

E l h o m b r e q u e a m a en el in te r io r d e to d a s las l im i ta c io ­n e s c o n s t r u id a s p o r el « y o » tra ta a c a d a in s ta n te d e a ju s ta r su a m o r a estas l im i ta c io n e s . S u s c e lo s , su d e s e o , t o d o s sus a c to s , s u s p e n s a m ie n t o s , s u s e m o c i o n e s , s e e s fu e rz a n , e n e s e t r a b a jo d e a ju s te , a a d a p ta r su a m o r a u n a i lu s ió n , a m a n t e ­n e r l e e n lo s l ím ites d e su c í r c u lo .

P u e s t o q u e esta a d a p ta c ió n q u ie r e b a s a r s e s o b r e u n a i lu s ió n , e s a b s o lu t a m e n t e i lu so r ia . T o d o e s te t r a b a jo e s e s ­téril y n o h a rá c o m p r e n d e r la c a u sa d el s u f r im ie n to . E n el i n t e r io r del c í r c u lo tra z a d o p o r el « y o » , el h o m b r e s u fre y b r e g a p o r e s t a b le c e r u n v ín c u lo p e r m a n e n t e e n tr e d o s e l e ­m e n t o s o p u e s t o s e i r r e d u c t ib le s , c r e a d o s p o r e s e c í r c u lo . S e d e b a t e e n las d u a l id a d e s d el a m o r y d e lo s c e lo s , d e! a m o r y d el o d io , d e l o b je t o y del s u je t o , del m i e d o y d e la e s p e ra n z a . T o d o lo q u e él l la m a a m o r n o e x is te s in o e n e s e c í r c u lo . E l v e r d a d e r o a m o r , q u e está fu e ra d e estas l im ita -

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d o n e s , le p a r e c e i n h u m a n o , c u a n d o p r e c i s a m e n t e es el ú n i ­c o a m o r v e r d a d e r a m e n t e h u m a n o . .

E l a m o r v e r d a d e r o , v is to p o r e l « y o » d e s d e el i n te r io r d e su c í r c u lo , p a r e c e c r u e l p o r q u e el < yo» n o c o m p r e n d e la c o m p a s ió n s in o c o m o u n s o c o r r o q u e v e n d r ía a f o r ta le c e r le d e n t r o d e sus p r o p io s l ím ites . L a V e r d a d vista d e s d e e l in ­t e r i o r d e e s e c í r c u lo p a r e c e ta n m o n s t r u o s a e in a c c e s i b l e q u e ni a u n se q u i e r e c r e e r e n su e x is te n c ia .

£1 h o m b r e n o q u i e r e a b a n d o n a r el c í r c u lo , c r e e q u e h a ­c e r e s f u e rz o s d e a ju s te e s viv ir y h a c e r p r o g r e s o s . P r o g r e ­sar q u ie r e d e c i r p a ra é l m u lt ip l ica r : m u lt ip l ic a r lo s o b j e t o s d e sus d e s e o s y d e su s a m o r e s o m u lt ip l ic a r su s p r o p io s d e s e o s , a g r a n d a n d o y re f o r z a n d o su « y o » . P e r o t o d a s e s ta s m u lt ip l ic a c io n e s n o s o n s in o d iv is io n e s , p o r q u e la na tu ra lez a d e l « y o » es s e r a is lada ; así él n o p u e d e s in o sep a ra r y d iv i­d ir . E n su c í r c u lo el d e s a p e g o e s im p o s ib le , n o s e p u e d e l le g a r s in o a la in d i fe re n c ia . . . .

C u a n d o , m a rt ir iz a d o p o r el s u f r im ie n to , el h o m b r e se d e c id e a q u e b r a n t a r el c írc u lo , d e s c u b r e lo q u e h e l la m a d o la a c c ió n p u ra , q u e n o d im a n a d e su « y o » y q u e , p o r c o n s i ­g u ie n t e , t a m p o c o d e p e n d e ya d e l o s d e m á s « y o e s » . A si , e s ta a c c ió n n o e s t a b le c e u n a re la c ió n e n t r e u n « y o » y o t r o « y o » , ni s iq u ie ra u n a re la c ió n e n tr e u n p u n to d e v is ta i m ­p e r s o n a l y los « y o e s » ; n o e s t a b le c e re la c io n e s , s in o q u e es. E s la p len itu d d el a m o r d e s a p e g a d o , q u e es la V id a . E s ta m á s allá d e la s e p a r a c ió n y m á s a l lá d e la u n id a d . L a s c u a l i ­d a d e s h a n d e s a p a r e c id o e n ella p o r q u e n o e stá c o n d i c io n a d a n i p o r el e s p a c io n i p o r el t ie m p o , s ie n d o el d e s p l ie g u e d e la E te rn id a d .

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