a la literatura latina cristiana medieval

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Lıburna 3 [Noviembre 2010], 19–34, ISSN: 1889–1128 19 ACRÓSTICOS Y ABECEDARIOS. DE LA RETÓRICA Y POÉTICA[S] HEBREA[S] A LA LITERATURA LATINA CRISTIANA MEDIEVAL Francisco ARENAS–DOLZ Universidad de Valencia El propósito de este artículo es mostrar las estrategias discursivas y los despla- zamientos conceptuales de la literatura rabínica, que se sirvió de la aplicación de la poética y retórica clásicas en la exegesis bíblica en la Edad Media. Asimis- mo se intenta mostrar el interés por la tradición hebrea entre los autores cris- tianos. Palabras Clave: Literatura hebrea, Literatura latina, Poética, Retórica. On Acrostics and Alphabets. From Hebrew Rhetoric and Poetics to Medieval Christian Latin Literature The aim of this paper is to present the discursive strategies and the conceptual shifts of rabbinic literature, which adapted Greco–Roman patterns, both poetical and rhetorical, to biblical studies in the Middle Ages. The paper also discusses the Hebrew tradition among Christian authors. Key Words: Hebrew literature, Latin literature, Poetics, Rhetoric. et nolite inebriari uino, in quo est luxuria sed implemini Spiritu loquentes uobismet ipsis in psal- mis et hymnis et canticis spiritalibus cantantes et psallentes in cordibus uestris Domino. Eph 5,18–19 ALQUIMIA sobre la página: Desnuda la idea encarna. Jardín de líneas, girasol de formas: Adja dio en el blanco de Blanco. O. Paz, Vuelta 1. Introducción erencio, Virgilio, Horacio, Ovidio. Ellos eran el fundamento, la ex- presión del saber sumo en la Roma del Bajo Imperio, la de los primeros cristianos. Es perfectamente normal que estos conociesen T

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  • Lburna 3 [Noviembre 2010], 1934, ISSN: 18891128 19

    ACRSTICOS Y ABECEDARIOS. DE LA RETRICA Y POTICA[S] HEBREA[S]

    A LA LITERATURA LATINA CRISTIANA MEDIEVAL

    Francisco ARENASDOLZ Universidad de Valencia

    El propsito de este artculo es mostrar las estrategias discursivas y los despla-zamientos conceptuales de la literatura rabnica, que se sirvi de la aplicacin de la potica y retrica clsicas en la exegesis bblica en la Edad Media. Asimis-mo se intenta mostrar el inters por la tradicin hebrea entre los autores cris-tianos. Palabras Clave: Literatura hebrea, Literatura latina, Potica, Retrica. On Acrostics and Alphabets. From Hebrew Rhetoric and Poetics to Medieval Christian Latin Literature The aim of this paper is to present the discursive strategies and the conceptual shifts of rabbinic literature, which adapted GrecoRoman patterns, both poetical and rhetorical, to biblical studies in the Middle Ages. The paper also discusses the Hebrew tradition among Christian authors. Key Words: Hebrew literature, Latin literature, Poetics, Rhetoric.

    et nolite inebriari uino, in quo est luxuria sed implemini Spiritu loquentes uobismet ipsis in psal-mis et hymnis et canticis spiritalibus cantantes et psallentes in cordibus uestris Domino.

    Eph 5,1819

    ALQUIMIA sobre la pgina: Desnuda la idea encarna. Jardn de lneas, girasol de formas: Adja dio en el blanco de Blanco.

    O. Paz, Vuelta

    1. Introduccin

    erencio, Virgilio, Horacio, Ovidio. Ellos eran el fundamento, la ex-presin del saber sumo en la Roma del Bajo Imperio, la de los primeros cristianos. Es perfectamente normal que estos conociesen T

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    a aquellos en los mnimos detalles, incluso de memoria. La clave estaba en el ejercicio de la composicin de versos, en la imitacin de los modelos. La composicin era una , un oficio, no una . Todo lo invada la destreza tcnica, el conocimiento de los modelos, el virtuosismo mtrico. Esta era la esencia de la cultura latina, la Biblia de todo estudiante, tambin la del cristiano, la de San Agustn, por ejemplo, que confiesa estar harto de haber llorado la muerte de Dido, que se mat por amor (August. conf. 1,13,14.17).

    Pero los cristianos tambin reciben la tradicin de la sinagoga. Organi-zan su liturgia conforme al modelo judo (lecturas, homila, cantos, oracio-nes...). As, las primeras composiciones poticas cristianas proceden por lo general del culto litrgico. Se trata de una poesa que, pese a compartir lo didctico y pedaggico de la poesa clsica, carece de pretensiones litera-rias; es una poesa sin ms pretensiones que ser un elemento de la oracin.

    Hacia el siglo IIIIV se va perdiendo progresivamente en el mundo lati-no (sc. cristiano) la sensibilidad acstica hacia la cantidad silbica de las palabras. La poesa ya no es poesa cuantitativa (basada en la cantidad de las slabas), sino que es poesa rtmica (basada en el acento). A excepcin del papiro de Oxirrinco descubierto a mediados del siglo pasado donde conservamos una muestra de un himno cristiano antiguo (probablemente del siglo III) con notacin musical (Gelineau 1962: 62), poco sabemos de las melodas y los ritmos que las comunidades de los primeros siglos utilizaron en sus celebraciones litrgicas. Sin embargo, poseemos centenares de tex-tos litrgicos que nos pueden informar acerca de este aspecto del culto. Abundantes testimonios de los siglos IV y V nos muestran que el canto resul-taba un ejercicio de sumo placer para los fieles, al que se aplican con entu-siasmo. Como es sabido, la antigedad atribuy a la msica un poder ex-traordinario en la esfera psicolgica del hombre, y tambin en el mbito religioso. Los autores antiguos hablaban de una funcin catrtica en el esp-ritu del ser humano, y de una doble funcin apotropaica y epicltica respec-to a los malos y buenos espritus. Citando el clebre texto de 1 Cor 14,15 (orabo spiritu orabo et mente, psallam spiritu psallam et mente), los pasto-res en sus homilas al pueblo insisten en la funcin ministerial de la meloda al servicio de la palabra en el canto de los salmos. Es interesante observar la asimilacin de todos estos temas paganos a nivel cristiano, empezando por la cristologizacin de la leyenda de rfeo (Casel 1983).

    En el siglo IV, y respondiendo al deseo de una ms activa participacin del pueblo, aparece en oriente un nuevo gnero de canto, llamado antifo-nal. No es fcil de precisar la verdadera naturaleza de esta forma de canto; parece que se trata de un ulterior desarrollo del mismo canto responsorial. Junto a esta forma de canto encontramos el jubilus, una determinada forma

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    de canto en el que slo juega el sonido meldico de la voz, liberado de las palabras. En tiempos de San Agustn, estas vocalizaciones estn plenamen-te acreditadas, tanto en los cantos profanos, como en los litrgicos. Como antecedentes pueden sealarse las invocaciones vocalizadas sobre los nom-bres divinos por parte de los sacerdotes egipcios, que suscitaban gran asombro entre los helenos; tambin la tradicin juda conserv la costum-bre de vocalizar artsticamente las palabras o slabas ms importantes de los cantos (Basurko 1966; Grold 1931; Quasten 1930; Werner 1960).

    En la literatura latina cristiana medieval se produce una confluencia en-tre las ideas procedentes de la cultura latina, que entiende la composicin como una , y aquellas ideas que proceden la cultura de la sinagoga, que concibe la composicin como una . En esta encrucijada se re-nen dos polos aparentemente irreconciliables: la reflexin y la espontanei-dad, el concepto y la impresin, el memento mori y el carpe diem. Parece oportuno, pues, y este es el propsito del presente artculo, reflexionar sobre estas intersecciones tomando como objeto de nuestro estudio algu-nas composiciones acrsticas y abecedarias que nos aproximarn al univer-so potico y a la riqueza de la expresin de los modelos estilsticos emplea-dos por la literatura latina cristiana medieval y que encuentran su preceden-te no slo en el mbito griego sino tambin y especialmente en el mundo de la retrica y potica[s] hebrea[s].

    2. La alquimia de las letras

    Para la tradicin mstica juda en las letras del alefato hebreo est con-tenido cognoscitivamente el cosmos entero (Busi 1995: VIILXVIII). Las letras constituyen el fundamento mismo del conocer humano; son deposita-rias de la potencia divina y dirigen el impulso de la creacin. Un vnculo estrecho las une a los diversos nombres del Dios de Israel, compuestos a partir de ellas, y de ah toman su valor sobrenatural.

    Esta nocin de la potencia de las letras tiene, en la tradicin juda un valor absoluto que implica todos los grados de la existencia humana, hasta alcanzar el nivel ms profundo del ser. La energa contenida en las letras que trasciende los lmites del conocimiento racional es el vnculo donde se revela la multiplicidad del ser y la razn ltima del devenir.

    La doctrina juda del alefato representa, pues, una autntica teora del conocer humano, un mtodo dinmico para dar razn del fluir de la expe-riencia del infinito componerse y descomponerse de la realidad individual. La existencia de un vnculo de simpata entre los diversos niveles de la rea-lidad se introduce en un dominio de carcter mgico que no ces nunca de atraer la atencin de los msticos judos.

    Son posibles varios niveles de lectura, desde la reflexin mstica ms

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    abstracta a la concreta operatividad de la magia. La idea segn la cual el alefato no slo sea un instrumento de denominacin, sino tambin el medio para controlar la realidad e intervenir en ella, es prueba de una reflexin lingstica que hunde sus races en una poca muy remota y que hay que vincular con el nacimiento mismo de la escritura. As, la tradicin juda se aproxima significativamente a otras culturas de la antigedad tarda.

    Las veintids letras del alefato hebreo encierran el cosmos y lo cognos-cible. El poder creativo de las letras nos lleva al centro del simbolismo judo: el fundamento gnoseolgico de la qabbalah se explicita en la virtud atribui-da a las letras, que organizan la realidad en una sucesin continua de nexos de atraccin y repulsin. Con las letras se forjan innumerables cadenas analgicas que rodean la totalidad del ser con el vnculo firme del conocer, y los eslabones de estas cadenas han sido unidos con paciencia por los exegetas judos en el curso de los siglos.

    El cabalista acta sobre el alefato con el mismo espritu con que el al-quimista transforma los metales, siempre buscando elementos ms puros, significados ms profundos y absolutos. El cabalista no se pregunta por el origen histrico de las palabras, sino por los nexos grficos, numricos y semnticos que unen a las letras. El cabalista descompone versculos bbli-cos enteros o partes de ellos, para transformarlos en nuevas unidades signi-ficantes, basndose en normas precisas de equivalencia entre las letras; en la sustitucin de un trmino por otro de igual valor numrico (cada letra equivale a un nmero), en la subdivisin de una palabra en componentes de significado autnomo, hasta el recurso al acrstico y a la argumentacin paraetimolgica. El calidoscopio de la tradicin juda se jacta de poseer un amplio repertorio de sutilezas lingsticas, sin par en ninguna cultura mo-derna.

    La exegesis aleftica se funda en primer lugar en la forma exterior de las letras. La primera verdad paradjica de la hermenutica cabalstica con-siste en el hecho de que en el diseo de las letras se encuentra encerrado un nmero casi infinito de significados. As, la pluma del escriba que traza los contornos de las letras hebreas describe simultneamente la silueta de los objetos que llenan el mundo. Adems, una extraordinaria libertad carac-teriza al procedimiento exegtico de la mstica. La tradicin ha sabido en-contrar en el diseo de cada letra el estmulo lgico suficiente para incesan-tes razonamientos hermenuticos, en un continuo sobreponerse y enrique-cerse de nuevos significados. Ms que una imagen o un sonido, cada letra tiene un nombre propio. La estructura que caracteriza a los alefatos msti-cos es la de un silabario, en el que con imperceptibles alteraciones en el significado de las letras se pone en marcha un camino interior. Las especu-laciones sobre el significado de las letras anim la exegesis juda.

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    La gimatreya, interpretacin de las letras a partir de su valor numrico es, sin duda, el aspecto ms notable de la hermenutica cabalstica. La correspondencia entre letras y nmeros es un dato constante y caractersti-co de la cultura hebrea. De hecho, los judos usan como cifras numricas las veintids letras del alefato: las primeras nueve sirven para la unidad, las nueve siguientes para las decenas y las ltimas cuatro para las centenas de cien a cuatrocientos. Esta prctica, tomada en prstamo de un uso similar del alfabeto griego, ha dado vida en la tradicin juda a un mecanismo exegtico de potencialidad ilimitada. Por medio de ella, el cabalista puede extraer del texto bblico innumerables significados y equivalencias insospe-chadas que surgen de la sustitucin de palabras por otras con el mismo valor numrico.

    De esta forma, la permutacin alfabtica se convierte de simple meca-nismo exegtico en una verdadera y propia categora fundante de la reali-dad. La combinacin de las letras no slo genera infinitos significados, sino que tambin da lugar al mundo mismo: incluso la creacin del cosmos pue-de representarse como un proceso de mutacin y fusin de las diversas consonantes hebreas, en un juego en el que el Creador se convierte en el primer y mejor intrprete del simbolismo del alfabeto.

    3. De acrsticos y abecedarios: El alfabeto como conocimiento mgico

    Acrsticos y abecedarios constituyen un nuevo gnero de salmos. Acrstico designa el comienzo de un verso; ms exactamente, la primera letra de un verso. Unidas todas estas letras iniciales de verso forman una nueva palabra o frase o... Los acrsticos se utilizaron para los orculos (sibi-linos), ponindose de relieve as su funcin mgicosimblica (Cardona 1999: 168170). Recordemos aqu el caso del acrstico que encierra el trmino ( ), pez, acrstico griego al que se refiere San Agustn y que traduce al latn como: Iesus Christus Dei Filius Salvator. El Hiponense seala que con este acrstico los primitivos cristianos se referan msticamente a Cristo eo quod in huius mortalitatis abysso uelut in aquarum profunditate uiuus, hoc est sine peccato, esse potuerit (August. ciu. Dei 18,23,1).

    Los primeros ejemplos de acrsticos con los que contamos son los abe-cedarios. Proceden de Oriente. Los encontramos por primera vez en los salmos judos; salmos que son cantados, repetidos en voz alta para que no desaparezcan de la memoria del pueblo (Ong 1999). La estructura aleftica del salmo permite que sea retenido con mayor facilidad. Es entre los judos donde encontramos las primeras composiciones alefticas. As, por ejemplo, tanto entre los salmos (cf. Psalm 34 [33], 37 [36], 119 [118]) como entre los proverbios (Prov 31, 1031). Cada versculo comienza con una de las

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    veintids letras del alefato hebreo, por su orden. El poema, que cierra el libro de los Proverbios, es un elogio de la perfecta ama de casa y puede entenderse alegricamente como una descripcin de la Sabidura personifi-cada.

    Recientemente ha habido una tendencia a admitir que los salmos tard-os proceden de un ambiente sapiencial; al menos, los sabios fueron proba-blemente responsables de la recopilacin de textos para la formacin del salterio (Alonso Schkel 1983; Murphy 1971). Se puede ir ms all y sea-lar una clase de salmos que tengan las caractersticas de la literatura sa-piencial? La delimitacin no es fcil. Dado que no existe una delimitacin tpica de la literatura sapiencial, quiz la mejor manera sea combinar las consideraciones de contenido con las caractersticas literarias. Desde el punto de vista del contenido, observamos alusiones al problema de la retri-bucin, al contraste entre el justo y el malvado, as como consejos prcticos sobre la conducta (responsabilidad, diligencia etc.; Labriolle 1924; Moricca 1923; Pellegrino 1963; Puech 1928). Como rasgos estilsticos observamos, por un lado, las comparaciones, exhortaciones, proverbios del tipo ms vale o mejor es, instrucciones de un padre a su hijo y, por otro, una es-tructura aleftica que aparece en la mayora de ellos.

    El salmo 119 (118) es un salmo abecedario, donde los ocho versos de cada una de las veintids estrofas comienzan con la misma letra. Todo el poema es una alabanza de la ley y las alegras que proporciona su obser-vancia. En casi todos los versculos aparece un sinnimo de la ley: decretos, caminos, preceptos, dictmenes, ordenanzas, mandamientos, promesas. Este hecho, junto con el anterior, que se repita en ocho versculos seguidos la misma inicial hace que la estructura del poema est perfectamente deli-mitada, cerrada. Y todo est previsto de antemano. Slo del al . No se puede pensar en la posibilidad de una progresin lgica del pensamiento ms all. Despus del no hay nada.

    Conocedor de la forma de versificar en acrsticos, nos recuerda San Agustn cmo el salmo 119 (118) es quiz el ms representativo de todos ellos: sus veintids estrofas siguen el orden del alefato hebreo, empezando los ocho versos de cada estrofa por la misma letra que le corresponde, segn el orden aleftico. Escribe el Hiponate (Enarr. in psalm. 118, PL 17756):

    Quod autem de alphabeto Hebraeo, ubi octoni uersus singulis su-biacent litteris, atque ita psalmus totus contexitur, nihil dixi, non sit mi-rum, quoniam nihil quod ad istum proprie pertineret inueni; non enim solus habet has litteras. Illud sane sciant qui hoc in Graeca et Latina scriptura, quoniam non illic seruatum est, inuenere non possunt, omnes octonos uersus in Hebraicis codicibus ab ea quae illis praeponitur, littera

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    incipere; sicut nobis ab eis qui illas nouerunt litteras, indicatum est. Quod multo diligentius factum est, quam nostri uel Latine uel Punice, quos abecedarios uocant psalmos, facere consueuerunt. Non enim om-nes uersus donec claudatur periodus, sed solos primos ab eadem littera incipiunt, quam praeponunt.

    De este salmo San Jernimo (Comm. in psalm. 118, PL 72,235) comen-ta lo siguiente:

    Totus hic psalmus est scriptus secundum ordinem litterarum: ita ut ab una littera octo uersus incipiant, et rursum a sequenti octo alii con-pleantur, et hoc similiter ad finem usque texatur. Iosephus autem refert in libris , hunc psalmum et Deuteronomii canticum uno metro esse conpositum: et putat elegiacum metrum in utroque posse deprehendi, quod scilicet prior uersus sex pedibus constet, et inferior uno minus in pentametrum finiatur.

    El inters del Dlmata por este salmo aparece tanto en sus Commenta-rioli como en la conocida carta 30 ad Paulam. Paula es la patricia preferida por San Jernimo; la llama admirabilis femina. Son numerossimas las car-tas que le dedica. Y es que Paula no es una patricia cualquiera. Se pone a aprender hebreo, y en hebreo canta los salmos con sus hijas. En la carta 30, compuesta el 384, San Jernimo le expone a Paula el sentido mstico del alefato hebreo. Lo hace a partir del salmo 119 (118). En primer lugar, expone la traduccin de cada letra por separado. A continuacin agrupa las veintids letras del alefato en siete series, dando a cada una de ellas su sentido espiritual. As, en la primera serie, formada por las letras , , y -que l traduce por doctrina (doctrina), casa (domus), plenitud (pleni ,tudo), de las tablas (tabularum) y esta (ista), respectivamente, interpreta San Jernimo (Hier., ep. 30, 6) que la doctrina de la Iglesia, que es la casa de Dios, se halla en la plenitud de los libros divinos (doctrina ecclesiae, quae domus Dei est, in librorum repperiatur plenitudine diuinorum).

    El origen semtico del alfabeto griego no presenta problema alguno. Sus races se encuentran en el Oriente antiguo (Gelb 1991: 230). Los griegos, mediante el principio de reduccin, consiguieron un sistema alfabtico com-pleto, que expresa los sonidos individuales del idioma por medio de signos consonnticos y voclicos; ste es el ltimo hecho importante en la historia de la escritura (Jensen 1935; Diringer 1937; Fvrier 1948; Cohen 1958). Los salmos alfabticos encontraron una extensa aplicacin en la poesa cristiana. Proceden de Oriente, como hemos visto, de los salmos, las lamen-taciones, las sentencias. Los Padres griegos conocan mejor que los occi-dentales los himnos y salmos alfabticos en sus asambleas.

    Tenemos composiciones de San Efrn (306373), el arpa del Espritu

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    Santo, y de otros himnodistas sirios (Cirilona, Bala, Rbulas, Ibas, Jacobo de Sarug). Los escritos poticos de San Efrn se distinguen, en cuanto a su forma en memre y madrasche (Altaner 1962: 316), es decir, discursos poticos y lricos para canto. Los primeros se componen de series de versos de nmero indefinido, pero de igual medida, que tienen por lo gene-ral siete slabas. Entre los segundos encontramos cantos para rogaciones, epicedios, lamentaciones y un numeroso grupo de cantos litrgicos para diversas ceremonias religiosas. Es precisamente en este segundo grupo donde hallamos muchas composiciones alfabticas. Tambin San Gregorio Nacianceno (329390) es autor de composiciones de este gnero y del obispo Metodio (311) hemos conservamos una obra titulada , dilogo que imita al Banquete de Platn, donde diez doncellas alaban la castidad; al final, Tecla, una de ellas, entona un himno de veinti-cuatro estrofas en honor de Cristo y de la Iglesia. Asimismo conservamos las composiciones alfabticas de Sergio, a quien se atribuye el himno bizan-tino conocido como Akthistos. Este himno es uno de los ms conocidos de toda la Iglesia ortodoxa. Consta de 24 estrofas en orden alfabtico, en honor de Mara. Junto a Sergio (610638) se ha pensado tambin que podr-a ser obra de Jorge de Pisidia (610641) o de Germn (715730). Incluso se ha pensado en que fuera de Romano (490560), el mejor de los poetas antiguos bizantinos (Altaner 1962: 554).

    En otros casos, los abecedarios invierten la direccin del alfabeto; pre-fieren ir del al . Salmos alfabticos completos consiguen imponerse defi-nitivamente en los libros litrgicos de la Iglesia griega. San Juan Damasce-no (675749) escribe multitud de cantos eclesisticos, composiciones en parte mtricas, en parte rtmicas. As, en el Oktoktos, formado con poste-rioridad a su muerte, encontramos cnticos suyos. El Oktoktos es el libro oficial de canto para la Iglesia griega. Aqu encontramos muchos salmos alfabticos. Un salmo alfabtico simplificado aparece en el himno de San Andrs, las seis estrofas del cual comienzan con las letras . Existe un compuesto por 24 estrofas en orden alfabtico.

    Los acrsticos no alfabticos, frecuentes en la poesa cristiana, nos indi-can en la mayora de las ocasiones el nombre del autor del poema. Muchos de los nombres de los autores slo los conocemos a travs del acrstico que nos ha quedado y en el que aparece su nombre.

    Entre los romanos encontramos ya epitafios con acrsticos de los nom-bres (CIL 5,1693, 6723, 6725, 6731). Algunos con indicacin expresa del acrstico (CIL 5,1693; 8,7156). Tambin, inscripciones con acrsticos dedi-cadas a los donantes (CIL 3,6306).

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    Imagen 1. CIL 5,1693: Paulino suo fecit Olimpia... Escribieron acrsticos San Eugenio y San Columbano. Eugenio fue el

    primer obispo de Toledo, nombrado en el 69. Fue degollado en Pars en el 96, donde se haba trasladado para reunirse con su amigo Dionisio el Areo-pagita. Escribe un poema acrstico dirigido a un tal Evancio, personaje del que no tenemos ms noticias (PL 87,365). De Columbano (540615) con-servamos un poema escrito a un tal Hunaldo, tambin en acrsticos (PL 80,285).

    El salmo abecedario ms conocido en la literatura cristiana es el Psal-mus contra partem Donati (PL 43,23) de San Agustn, escrito en el 393 o 394. Es un poema de 297 versos de 16 slabas, divididos en dos hemisti-quios de 8 slabas. Consta de un proemio de 6 versos, 20 estrofas de 12 versos cada una y un eplogo de 30. Entre estrofa y estrofa se va repitiendo un estribillo o verso responsorial. Algo lgico de esta composicin es que sigue el orden del abecedario latino al inicio de cada estrofa, de la A a la V. Este tipo de composiciones no le eran desconocidas a San Agustn. Recor-demos su insistencia en el salmo 119 (118). Para los estudiosos, la impor-tancia de este salmo radica en el hecho de que marca un cambio en el mo-do de versificar, momento de transicin entre el verso cuantitativo clsico y el acentual, silbico o rtmico (Crusius 1987: 180).

    Pero, por qu San Agustn, el obispo, el telogo, se convierte ahora en compositor musical? por qu precisamente compone un salmo abecedario? Pretende combatir a los donatistas, que cantan por las calles salmos com-puestos por ellos para ganarse adeptos. Y lo hace con un tipo de composi-cin basada en la rima, en la repeticin de un estribillo y en estrofas orde-nadas de la A a la V. Cabra pensar que el hecho de que slo llegue hasta la V radica en la dificultad de encontrar formas con X, Y o Z. Las razones que da el Hiponate (retr. I 19, PL 32,617) para escribir su poema son stas:

    Volens etiam causam Donatistarum ad ipsius humillimi uulgi et

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    omnino inperitorum atque idiotarum notitiam peruenire et eorum, quan-tum fieri per nos posset, inhaere memoriae, psalmum, qui eis cantare-tur, per Latinas litteras feci, sed usque ad u litteram.

    Comodiano, poeta cristiano, cuya obra se sita entre los siglos III al V, compuso en versos acrsticos 80 Instructiones. En el poema 2,39 podemos leer de abajo a arriba en las letras iniciales de los versos lo siguiente: Commodianus mendicus Christi. Entre el conjunto de los acrsticos nos ha llegado tambin un poema abecedario, el 2,15(19), compuesto por 23 ver-sos, de la A a la Z. El poema de Comodiano (PL 5,230) dice as:

    Audiuisti uocem, quae uis Christiana manere, Beatus Paulus qualiter rogare praecepit. Caeliloquax autem Esaias doctor et auctor Detestatur enim caritatem mundi sequentes Exaltatae, inquit, ceciderunt filiae Sion. Fas in Deo non est Christianam coli fidelem. Gentili more quaeris praecedere Dei sancta? Has Dei praecones damnant in lege clamantes Iniustas esse feminas, quae se taliter ornant. Kapillos inficitis, oculos nigrore linitis, Lunatis comulas gradulatim fronte devinctas, Mala medicatis quodam superducto rubore, Nec non et inaures grauissimo pondere pendent, Obruitis collum naturale gemmis et auro, Palmas Deo dignas praesagio malo ligatis. Quid memorem uestes aut tota Zabuli pompa? Respuitis legem, mauultis mundo placere, Saltatis in domibus, pro psalmis cantatis amores. Tu licet sis casta, non te purgat sinistra sequendo: Vos ideo tales Christus cum gentibus aequat. Xancta Dei mulier diuitias corde demonstrat. Ymnificato choro placitoque Christo seruire Zelantes fauore Christo offerte odorem.

    Se trata de poemas de carcter apologtico en el caso del primer libro, dirigidos contra los paganos y los judos, mientras que los del libro segundo estn dirigidos a los catecmenos y fieles en general.

    Venancio Fortunato (530600), que alcanz la fama con el himno Pan-ge lingua, escribi 11 libros de poemas en los que podemos ver la influencia de Virgilio. As, en la forma imita a los antiguos, pero culturalmente se sita en plena Edad Media. Compuso Venancio Fortunato un himno abecedario. Destacan las tres ltimas estrofas de ste, encabezadas por las palabras Xristus, Ymnum y Zelante. Tambin compuso epigramas acrsticos.

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    Rbano Mauro (776856), discpulo de Alcuino, nacido en Maguncia, ciudad de la que fue arzobispo, compuso varios himnos abecedarios. Uno de ellos es el que lleva por ttulo de caritate (PL 112,16668). Aqu tambin utiliza las palabras Xristus e Ymnus para la primera palabra de la antepenl-tima y penltima estrofa. Pero en el caso de la ltima aparece la palabra

    Imgenes 2 y 3. Rbano Mauro, De laudibus sanctae crucis

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    Zmaragdo. Rbano Mauro destaca por componer carmina figurata. As, su obra De laudibus sanctae crucis.

    Imgenes 4 y 5. Rbano Mauro, De laudibus sanctae crucis

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    4. A modo de recapitulacin. La escritura del cosmos

    La Z cierra el poema, el camino que haba iniciado y recorrido desde la introduccin de la A. El poema abecedario se parece as por emplear la imagen utilizada por P. Valry, quien en Eupalinos ou larchitecte compara la poesa con la arquitectura una construccin propia de un arquitecto. Tambin se asemeja al mundo, que ha de recorrer el camino que va de la A a la Z. Esa Z es cumplimiento, recapitulacin.

    Acrsticos alfabticos se han conservado en la literatura popular, de transmisin oral, y es normal escucharlos todava hoy en boca de la gente, pues son composiciones fciles de memorizar y mediante las cuales puede transmitirse una enseanza a los nios, contribuyendo al desarrollo de las diferentes capacidades infantiles y potenciando su imaginacin y sus emo-ciones, ayudndoles a pensar, a conocer y reconocer la realidad a travs del juego, pues la funcin ldica es la base de cualquier lengua.

    Las composiciones acrsticas y abecedarias tienen, en este acercamien-to ingenioso, dinmico y activo al mundo de las palabras, una funcin simi-lar al uso ldico y figurativo de las etimologas asunto en el que San Isi-doro de Sevilla, y tambin Vico siglos ms tarde, sern autnticos maes-tros, el juego con las races lxicas, y sus diferentes modos de derivacin, las analogas fonticas, los paralelismos y rimas casuales, etc., procedimien-tos que nos remiten a una vocacin firme de la lengua por configurar un mundo de extraas sonoridades y connotaciones sorpresivas, en un cons-tante ejercicio de desestructuracin y reestructuracin, no slo formal, sino tambin ldico, por el que las palabras se vuelven a unir a las cosas y las cosas a las palabras.

    El poema abecedario tiene un fin prctico, ldico o didctico, pero escri-to en una tumba, por ejemplo, adquiere un valor religioso. Recordemos que este no es un hecho extrao para la Antigedad. En la poca helenstica (ss. IVV) en el mbito pitagrico, hermtico, el alfabeto llega a ser un pun-to central de reflexin filosfica; se elaboran teoras segn las cuales entre letras y elementos primordiales existe una estrecha correspondencia (Car-dona 1999: 168170). Tambin existe una amplia tradicin medieval de elaboraciones msticosimblicas sobre letras del alefato hebreo, que en-cuentra su continuidad en la alquimia del siglo XVI (Caruso/ Polara 1969).

    Las letras del alfabeto desempearon un papel central en un tema clsico del imaginario hebreo: el golem, punto de encuentro entre magia y misticismo. La tradicin popular hebrea ha interpretado el golem , embrin?, autmata, cosa sin alma como un humanoide siervo de su creador, una figura de arcilla fabricada por un rabino, que la transformaba en ser viviente mediante una frmula cabalstica, para utilizarla en su servi-

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    cio, y siempre que quera la haca volver a su estado primitivo. Una vez, despus de haberle dado nuevamente vida, se olvid de transformarla, y la figura, caminando por la terraza de la casa, cay al suelo y se deshizo en mil pedazos. Son numerosas las leyendas medievales sobre los poderes, quiz peligrosos y malficos, del golem. Segn algunos de estos relatos en la frente del golem apareca escrita la palabra verdad (). Al cancelar la inicial , la palabra se transformaba en muerte (), desintegrndose el golem.

    Desde un punto de vista msticosimblico el golem designa el presu-puesto necesario para que se manifieste la energa vital. Representa el smbolo visible del proceso de articulacin mental. Simulacro amorfo, priva-do de movimiento, el golem alberga el germen de la accin de la vida, compuesto de tierra y de agua. El movimiento incesante de las letras del alefato, el movimiento constante de la mente es el que, desde un punto de vista mstico, infunde vida al golem. Las letras en las que se articula el len-guaje corresponden a la energa vital que anima los gestos y que mueve el cuerpo en el espacio. La relacin entre la representacin astral y el simbo-lismo de las letras son las que dan vida a la imagen del golem. Las conso-nantes del alefato hebreo destacan de hecho el ciclo del hombre, de la se-mana y del ao y son, en fin, el motor de la gran rueda del universo.

    El poema abecedario trata de cumplir con voluntad de abarcar la totali-dad de la realidad, de situarse en el punto de vista de Dios. Por eso, las composiciones abecedarias se dan junto a la sinagoga, junto a la iglesia. La composicin abecedaria es como una cadena (ABC ...XYZ), donde nin-guno de los eslabones al menos del B al Y pueden desintegrarse, sepa-rarse de los que los preceden o de los que vendrn despus. Unas letras dependen de otras. Slo as es posible formar palabras con las que desarro-llar una lengua. Y la vida en comunidad de las letras es un reflejo de la exigencia que se imponen los monjes que componen nuestros poemas: una vida en comunidad del hombre con el hombre, ya que nadie puede separar-se de los seres que le han precedido o de los que vendrn despus. *L L L *L L L Este estudio se inserta en el Proyecto de Investigacin Cientfica y Desa-rrollo Tecnolgico HUM200766847C02/FISO, financiado por el Ministerio de Educacin y Ciencia y con Fondos FEDER de la Unin Europea. Una versin provisional de este trabajo se ha enriquecido con los debates mantenidos con algunos colegas, en especial con Xaverio Ballester, Vicente Collado y Jos Luis Ramrez, a quienes agradezco no slo haberme facilitado las bases tericas desde las que aproximarme a estos textos, sino tambin sus observaciones y crticas, que me han sido de gran utilidad y a las que he intentado responder aqu.

    Recibido: 8.4.2010 Aceptado: 7.5.2010

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    PROCEDENCIA DE LAS IMGENES

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    Imagen 2. Rabanus Maurus, De laudibus sanctae crucis, PL 107, 159-160.

    Imagen 3. Rabanus Maurus, De laudibus sanctae crucis, PL 107, 163-164.

    Imagen 4. Rabanus Maurus, De laudibus sanctae crucis, PL 107, 207-208.

    Imagen 5. Rabanus Maurus, De laudibus sanctae crucis, PL 107, 235-236.

    PortadaConsejo de Redaccin y Consejo CientficoMartimo Instante Rafa Villar "Voo de Gaivota"

    Drsenas de la MemoriaFrancisco Arenas-Dolz Acrsticos y Abecedarios. De la Retrica y Potica[s] Hebrea[s] a la Literatura Latina Cristiana MedieXaverio Ballester El Quadriuium del Lingista ForenseFrancesco Benozzo Filologia e AnarchiaEsteban Brchez Castao La Liburna en el Contexto de la Flota RomanaAntonio Caellas Mas Charles De Gaulle: Principios Ideolgicos para una Accin PolticaPaul Scott Derrick A New English Translation of Montemayors Cabellos, quanta mudanaJosep L. Teodoro Notes per una Edici de lEnchiridion de Principiis Musice contra Negantes Illa et Destruentes de Guillem Molins de Podio

    Cartas NuticasJos Mateo & Xenia Dyakonova Bors Pasternak. 7 Poemas Estacionales

    Lantias de BitcoraReseas

    Desembarcaron en GalileaAntonio Fontn Prez (1923-2010)Jadwiga KoniecznaTwardzikowa (1932-2009)

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