97568852-subirats-j-otra-sociedad-¿otra-politica¿-ed-icaria-2011

Upload: xavier-mur

Post on 14-Apr-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    1/104

    JOAN SUBIRATS

    OTRA SOCIEDADOTRA POLTICA?

    De no nos representana la democracia de lo comn

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    2/104

    Este libro ha sido impreso en papel 100% Amigo de los bosques, proveniente

    de bosques sostenibles y con un proceso de produccin de TCF (Total Chlorin

    Free), para colaborar en una gestin de los bosques respetuosa con el medioambiente y econmicamente sostenible.

    Diseo de la cubierta: Adriana Fbregas

    Joan Subirats

    De esta edicinIcaria editorial, s. a.

    Arc de Sant Cristfol, 11-2308003 Barcelonawww. icariaeditorial. com

    Primera edicin: noviembre de 2011

    ISBN: 978-84-9888-389-3Depsito legal: B-38.800-2011

    Fotocomposicin: Text GrcImpreso en Romany/Valls, s. a.Verdaguer, 1, Capellades (Barcelona)

    Printed in Spain. Impreso en Espaa.

    Licencia Creative Commons de Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 Espaa

    Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar pblicamente la obra, y hacer obrasderivadas bajo las condiciones siguientes:

    Reconocimiento. El material puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros sise muestra en los crditos.

    No comercial. No puede utilizar esta obra para nes comerciales.

    Compartir igual. Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, solopuede distribuir la obra generada bajo una licencia idntica a esta.

    Esto es un resumen legible del texto legal (la licencia completa) se encuentra disponible enhttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/legalcode.es

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    3/104

    ndice

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    I. Qu democracia tenemos?Qu democracia queremos?. . . . . . . . 13

    II. Internet y democracia qu efectostiene la generalizacin de internet en

    ese escenario? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

    III. Otra poltica? movimientos sociales,internet y poltica . . . . . . . . . . . . . . . . 42

    IV. Democracia directa? democracia

    y participacin ciudadana. . . . . . . . . . 56

    V. El espacio de lo comn. Democraciae innovacin social . . . . . . . . . . . . . . . 66

    VI. Nueva ciudadania y la dinmica

    de lo comn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

    VII. Conclusiones? Ms bien un caminoque recorrer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    4/104

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    5/104

    5

    Vivimos en pleno cambio de poca. No es solo unacrisis. Nos han cambiado las pautas de trabajo y devida. Nos comunicamos, informamos y actuamosdesde otras plataformas y medios. Otras familias. Ba-rrios y pueblos ms heterogneos. Trabajos, salarios e

    hipotecas dependiendo de decisiones y situaciones queno sabemos a quin atribuir. Y en medio de toda esasacudida, la poltica y los polticos parecen seguir a suaire, en sus cosas, como si lo que nos acontece fueraalgo temporal. Estamos en una sociedad y en una eco-noma ms abierta. Pero la poltica sigue siendo un coto

    cerrado para especialistas. Como si en las institucionesque dicen representar al pueblo se exhibiera un cartelcon el lema de acceso restringido. La democracia nopuede ser solo vista ya como una forma ms de gobier-no. La democracia es algo ms. La democracia es unaforma de entender la sociedad. El gran objetivo de la

    democracia debera ser el de construir un mundo capazde incorporar a todos. Cada uno desde lo que es. Unademocracia inserta en un mundo que no se obsesioneen seguir creciendo despreciando las consecuencias que

    Introduccin

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    6/104

    6

    ello tiene. Una democracia en un mundo que permita

    la reconciliacin entre sujeto y naturaleza. Un mundocomn.Si queremos una democracia viva, si queremos una

    poltica compartida, necesitamos espacios y oportuni-dades que permitan debates abiertos, donde se constru-yan ideales y visiones tambin compartidos. Espacios

    en los que todos y cada uno puedan intervenir. Esas sonlas bases para poder hablar de ciudadana, de inclusinsocial, de una nueva relacin con la naturaleza. Endenitiva, una sociedad en la que vale la pena vivir.

    Lo sucedido en los ltimos meses, con el 15M ytodas sus secuelas, nos permite aprender. Nos permite

    entender que internet genera sacudidas en las viejas ynuevas plazas de la democracia. Internet permite abrirnuevas plazas. Espacios que posibilitan que gentesde todas partes interacten, se relacionen, compartaninformacin, construyan criterios, se organicen paraactuar e inuir. No podemos simplemente confundir

    internet con un nuevo instrumento que nos permitehacer lo de siempre, pero de manera ms cmoda o msrpida. Por decirlo as, no podemos asimilar internet aun nuevo martillo que nos han regalado. Los partidos,las instituciones, pensaron que internet era un nuevomartillo con el que seguir trabajando con los clavos

    de siempre, con las relaciones de poder de siempre. Einternet es otra forma de relacionarse y de vivir. Es otropas. Con sus relaciones de poder y de explotacin(pero distintas), con sus reglas de juego y de interaccin

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    7/104

    7

    (pero distintas), con sus leyes y delitos (pero distintos).

    Internet nos hace recuperar, a travs de la capacidad decompartir y de movilizarse, el debate sobre lo comn,ms all de la cada vez ms confusa dicotoma entremercado y Estado. Y en ese nuevo pas, en esa nuevarealidad social que internet sostiene y modica, unosde los elementos que entran rpidamente en cuestin

    son las funciones de intermediacin y control. La gentepuede hacer directamente muchas cosas que antes tenaque hacer a travs de instituciones, intermediarios ypersonas que vivan de saber qu puerta tocar y qu do-cumento presentar. No creo que se exagere si se armaque en muchos casos las instituciones, los partidos y

    muchas empresas, entidades e incluso profesiones hanvivido de intermediar y controlar. La representacinde ideales e intereses, o la capacidad de satisfacer loque se consideraban necesidades, fundamentaba surazn de ser. Y ahora, de golpe, tienen que repensar supapel en un nuevo escenario. Un escenario en el que

    son ms prescindibles.En el escenario poltico, las instituciones y los

    partidos no han estado hasta ahora a la altura de lastransformaciones en las formas de vida y de relacinsocial. Las expectativas de participacin de la gente sonahora mayores, porque pueden ser ms directas e inme-

    diatas, y lo viven y experimentan cuando usan las redessociales. Cada uno es ms capaz de crear, de organizarse,de establecer sus propios espacios, incluso de construirsu propio trabajo o de buscar nanciacin para sus

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    8/104

    8

    ideas usando la red. Y en cambio, las instituciones, los

    partidos, siguen respondiendo a pautas ms propias delindustrialismo de los siglosXIXyXX. Escenarios de claseen los que a cada lugar corresponda una persona, a cadapersona su lugar y su funcin. Hoy todo es ms uido,igualmente injusto, pero cambian los parmetros, losespacios y las situaciones. Y por tanto, las respuestas

    tradicionales empiezan a no servir.La poltica y, sobre todo, los partidos que la encar-nan institucionalmente van a tener crecientes dicul-tades para seguir ejerciendo las funciones que les enco-miendan casi en rgimen de monopolio la Constituciny las leyes. Los acontecimientos se suceden aqu y fuera

    de aqu, y lo que muestran es que a la gente le cuestacada vez ms encuadrarse en organizaciones cerradas,en mensajes forzosamente idnticos y deslar tras pan-cartas colectivas. Proliferan mensajes ms individuales,expresiones ms especcas de un malestar general. Yadems, muestran ese malestar, esa incomodidad con lo

    que sucede de manera tambin personalizada. Les cues-ta ms aceptar la jerarqua como algo natural. Y buscanmaneras diversas de expresarse, a travs de mecanismosy formas ms horizontales. A mayor formacin de lagente, a ms medios de conexin social disponibles,menos se aceptar que a la ciudadana solo le quepa la

    funcin poltica de votar, de inuir o presionar a losencargados de tomar las decisiones por nosotros (los

    policymakers). Habr, y ya hay, ms inters en poderser los que deciden cada da (los everydaymakers). Es

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    9/104

    9

    decir, ser personas que sufren y deciden cada da, y que

    no tienen por qu limitarse a asistir como espectadoresa lo que las instituciones decidan hacer o deshacer, cadavez ms aparentemente al margen de lo que a la gentele preocupa y le desasosiega.

    Seguramente, la funcin de los partidos seguirsiendo importante, pero lo que parece indudable es

    que no pueden seguir actuando como lo hacen. Sobretodo, aquellos partidos que dicen querer representara los ms dbiles, a los ms vulnerables. Deberan nosolo preocuparse por seguir siendo representantes,sino tambin por estar con la gente, por atenderlo que a la gente le preocupa. Y ello exige no centrar

    toda su actividad en el acceso al poder, en la seleccinde las elites que deben gobernarnos. El reto vuelve a serel saber formar parte de los movimientos y espacios deactividad y de renovacin de la poltica, sin pretenderrepresentarlos ni capitalizarlos de manera sistemtica.Sino estando en esos espacios, aprendiendo a ser re-

    taguardia y no solo vanguardia. Desde la cercana y lahorizontalidad y no desde el privilegio y la jerarqua.Desde el intento de compartir dudas y experiencias yno de representar en exclusiva.

    En este sentido, hemos de agradecer al movimien-to 15M el que la poltica haya vuelto a formar parte

    del debate cotidiano y que est presente como nuncaen las redes sociales. Y, al mismo tiempo, que sitenlas potencialidades de compartir y de colaborar en laconstruccin de bienes comunes, en el centro del debate

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    10/104

    10

    sobre el futuro de unas sociedades que ven agotar sus

    recursos naturales. Ahora solo falta que en las institu-ciones y en los partidos se aproveche la ocasin paravolver a discutir de poltica, de otra poltica, y no solode qutate t para ponerme yo.

    La democracia sigue siendo el campo de batallaen el que dilucidar el futuro colectivo. Pero, una vez

    ms, no solo en las instituciones polticas y en eldebate partidista. Tambin en la casa, tambin en laciudad, tambin en el trabajo, tambin en la actividadeconmica y de sustento. Otra poca, otra vida, otrapoltica? Situmonos en la posibilidad de avanzar haciaotra democracia. Una democracia de lo comn.

    En estas pginas, pretendemos por tanto defenderla necesidad de cambiar la poltica y las polticas. Yqueremos hacerlo desde la defensa de la poltica comoel mejor mecanismo que hemos encontrado para tratarde resolver de forma pacca los conictos de intereses ylas dicultades crecientes para poder decidir en torno a

    los problemas que el modelo de desarrollo emprendidogenera. La forma de decidir de la poltica en demo-cracia no se ha basado nunca en estrictos criterios deexcelencia tcnica o de racionalidad cientca, sino enencontrar espacios de acuerdo y de viabilidad social quepermitieran, sino resolver denitivamente los conictos

    planteados, al menos acomodar intereses y trazar vasde consenso.

    Lo que ocurre en estos momentos, es que hancambiado muchos de los escenarios y de los criterios

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    11/104

    11

    en que se haba ido basando la poltica para poder

    tomar decisiones. Y esos cambios han provocado msdicultad tanto en el denir los problemas a los que co-lectivamente nos enfrentamos, como, lgicamente, enpoder tratar de resolverlos o mitigarlos. Los factores quecontribuyen a ello son variados y su combinacin haido aumentando la sensacin de bloqueo o de laberinto

    cada vez que se abordan temas colectivos de especialrelevancia. Nos ha cambiado el sustrato econmico enel que nos movamos. Como ya hemos dicho, nos estcambiando la vida muy rpidamente. Y, en cambio,la poltica sigue con sus anclajes institucionales y te-rritoriales, que lastran notablemente su capacidad de

    reaccin y de respuesta a esos cambios.Partimos de la idea que no habr nueva poltica sinnuevos diagnsticos sobre lo que nos afecta a diario,en cada repliegue de lo que es nuestra cotidianeidad.Vivir, moverse, alimentarnos, reproducirnos, cuidar,mejorar..., son necesidades y querencias que cada uno

    tiene y que colectivamente nos obligan a plantearnosla mejor manera de resolverlo de manera positiva. Haymucha gente que considera que este mundo, el mundoen el que vive es profundamente injusto y que no tienesalida desde el punto de vista de su relacin con lanaturaleza. No est de acuerdo con las consecuencias

    de la forma de entender el desarrollo, la economa, lapoltica o la convivencia social. Pero, no acaba de querercambiar de manera profunda las causas que motivanque todo ello suceda. Es evidente que los intereses y

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    12/104

    12

    las situaciones de cada quien son diversas, y por tanto,

    la concepcin sobre qu entender en relacin a cadauna de esas necesidades de cambio no es unitaria nipacca.

    Ese es el reto de vivir en un mundo cada vez msparecido y al mismo tiempo ms diversicado. Necesi-tamos repensar la poltica y la forma de llevarla a cabo

    para conseguir que lo que nos una sea superior a lo quenos separa. Avanzando hacia una democracia que sea,que represente ese mundo comn. Y ah es donde nostropezamos con una democracia representativa e insti-tucionalizada, capturada en gran medida por las elitesmercantil-nancieras, que en estos momentos parece

    ser ms impedimento que palanca de cambio.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    13/104

    13

    En los ltimos meses se ha ido extendiendo la ideade que las instituciones polticas de los estados tienencrecientes dicultades, ya no para controlar sino, sim-plemente, para responder o acomodarse a dinmicaseconmicas y nancieras que les desbordan y condicio-

    nan por completo. La economa parece naturalizada,movindose al margen de cualquier capacidad de ade-cuacin a las necesidades humanas. Y los efectos sobrela vida de la gente son tremendos.Las expresiones msclaras las tenemos en los orgenes y consecuencias delboom inmobiliario y del frenes hipotecario de los aos

    felices del nuevo siglo, y tambin en la enloquecida ex-plotacin sin lmites de los recursos naturales. Frente atodo ello, mientras los poderes pblicos buscan obstina-damente salidas ortodoxas que satisfagan las exigenciasde los mercados nancieros, hasta el punto de modicarurgentemente constituciones, mucha gente en Espaa

    y en otros pases, se empieza a mostrar tremendamentemolesta por la docilidad y servidumbre poltica. Soncada vez ms conscientes que no encontrarn respuestasa sus problemas en unas instituciones que son inca-

    I

    Qu democracia tenemos?Qu democracia queremos?

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    14/104

    14

    paces de contrarrestar la hegemona de los mercados

    nancieros globales. Y, por ello exigen cambios en lamanera de decidir, de ser representados, de organizar lavida en comn. Hemos pasado del conicto social quebuscaba respuesta en el sistema democrtico, a un con-icto social que entiende que no hay respuesta posiblesin transformar y modicar tambin el propio sistema

    democrtico. Tenamos conicto social sin respuestaen el mbito poltico. Ahora tenemos conicto social yconicto poltico. Y surge por doquier la necesidad derepensar la vida y nuestras formas de deaarrollo.

    Se trata, por tanto, de entender que quiere deciresa sociedad alejada de las instituciones de la que nos

    habla Michael Walzer, y tratar de repensar los lazos entrelo social, cada vez ms individualizado y personalizado,y la esfera poltica, entendida como mecanismo delega-tivo de toma de decisiones en nombre de la comunidad.Sin marginar asimismo el crucial y deteriorado nexoentre personas y naturaleza. Detenerse en las relaciones

    sociedad-poder poltico, es sin duda un elemento clavepara poder repensar la poltica y las polticas. En efecto,en la poltica, el factor delegacin, la transferencia delpoder de las personas, de la comunidad, a los polticos,a los representantes y detentadores del poder, ha sidola piedra basal de la construccin de la legitimidad del

    poder en el Estado liberal. Y la lucha por su democra-tizacin puso tambin un gran nfasis en ampliar labase del sufragio y en el acceso de representantes delas clases populares en las instituciones representativas.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    15/104

    15

    Si queremos repensar la poltica, deberemos empezar

    por repensar esa lgica delegativa. Como bien armaUlrichBeck:

    El ciudadano que quiere resolver los problemas queno han sabido ni prever ni evitar los especialistas, selos encuentra de nuevo entre sus manos. No tiene

    otra solucin que mantener la delegacin (a lospolticos y especialistas), pero multiplicando estavez los dispositivos para controlarlos y vigilarlos.

    El reciente caso de Islandia, la reaccin de sus ciu-dadanos ante la expropiacin de sus capacidades de

    decisin parte de la alianza de polticos y nancierosy su posterior movilizacin para intervenir en los ele-mentos fundacionales de una nueva constitucin, nosilustran al respecto.

    Dice Pierre Rosanvallon, que la democracia sesustenta en dos creencias o cciones muy signica-

    tivas. Por una lado, la que entiende que el disponerde la mayora por parte de la opcin ms votadaimplica automticamente que esa opcin expresa lavoluntad general. Cuando, de hecho, la eleccin esbsicamente un mecanismo tcnico para seleccionara los gobernantes. La otra ccin o equvoco es que

    el triunfo mayoritario el da concreto de las eleccionesy, por consiguiente, la legitimidad conseguida ese da,se traslada automticamente a todo el tiempo en queva durar el mandato. El nivel de informacin de los

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    16/104

    16

    ciudadanos, la rapidez con que se modican las situa-

    ciones econmicas, polticas o sociales en un mundocada vez ms interdependiente, la propia asimetra derecursos y posibilidades entre un sistema econmicoglobalizado y una poltica territorializada, todo elloindica la dicultad para mantener inalterada durantetodo el mandato la legitimidad conseguida el da de las

    elecciones. Y, por otro lado, la fortaleza de una demo-cracia se mide por el grado de disenso o de inclusinde minoras discordantes con el sentir mayoritario quesea capaz de contener. Y ello nos seala que el peso dela prueba sobre la calidad democrtica no reside en lafuerza irresistible de la mayora, sino en el respeto y el

    reconocimiento de las minoras. Unas minoras capa-ces, desde hace muchos aos, muchas veces de mostrarlos lmites del desarrollo emprendido (ecologistas), lasrelaciones de explotacin en el mbito domstico (fe-minismo), la ambicin en mercantilizar y condicionarlas nuevas teconologas (movimiento de cultura libre)

    o la explotacin del mundo animal (veganos).Como ya hemos dicho, muchos de los parmetros

    en los que se inscriban las instituciones de la democra-cia representativa han cambiado sustancialmente. Lasbases liberales de partida, fueron modicndose (demo-cratizndose) en una lnea que permiti ir abriendo ms

    oportunidades de acceso a sectores y capas sociales queno estaban inscritos en las coordenadas de partida. Lasinstituciones polticas del liberalismo se fundamenta-ban en una relacin subsidiaria respecto a las exigencias

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    17/104

    17

    del orden econmico liberal, y en ese diseo, como

    sabemos, las posibilidades de participacin polticase circunscriban a aquellos considerados plenamentecomo ciudadanos, es decir, propietarios, cuyos umbralesde renta variaban en relacin a las fuerzas polticas, msconservadoras, ms liberales, que ocupaban alternati-vamente las instituciones polticas.

    La preocupacin por la participacin poltica noera un tema que estuviera situado en la agenda de deba-te de las instituciones. Era un tema extrainstitucional,planteado precisamente por aquellos que expresamen-te estaban excluidos de la vida poltica institucional.Hablar de democracia en esa poca era referirse a un

    anhelo revolucionario y contradictorio con la lgicainstitucional imperante, bsicamente porque hablarde democracia era hablar de igualdad.

    La propia transformacin del sistema econmico seacompa, no sin tensiones y conictos de todo tipoy dimensin, de la transformacin democratizadora

    del sistema poltico. Podramos decir que en la Euro-pa Occidental, y tras los apabullantes protagonismospopulares en los desenlaces de las grandes guerras, seconsigue llegar a cotas desconocidas hasta entoncesde democratizacin poltica y, no por casualidad, departicipacin social en los benecios del crecimiento

    econmico en forma de polticas sociales, iniciadas apartir de los inicios del sigloXXy consagradas a partirde 1945 en la forma de Estado de bienestar. Democra-tizacin y redistribucin aparecen entonces conectadas,

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    18/104

    18

    gracias al mecanismo excepcional de regulacin del

    orden mercantil que signicaron las polticas scales,justicado por la voluntad poltica de garantizar unacierta forma de justicia social a los ms dbiles. Ese mo-delo, en el que coincidan mbito territorial del Estado,poblacin sujeta a su soberana, sistema de produccinde masas, mercado de intercambio econmico y reglas

    que jaban relaciones de todo tipo, desde una lgicade participacin de la ciudadana en su determinacin,adquiri dimensiones de modelo cannico y aparen-temente indiscutido.

    En los ltimos aos muchas cosas han cambiado alrespecto. Los principales parmetros socioeconmicos

    y culturales que fueron sirviendo de base a la sociedadindustrial estn quedando atrs a marchas forzadas. Ymuchos de los instrumentos de anlisis que nos habanido sirviendo para entender las transformaciones del Es-tado liberal al Estado fordista y keynesiano de bienestar,resultan ya claramente inservibles. Y ha sido entonces

    cuando hemos visto que esa estructura de redistribucinno se basaba en criterios compartidos de justicia social,ni en un consenso sobre los derechos fundamentales,sino simplemente a la existencia o no de dinero, unavariable muy frgil en plena crisis de scalidad.

    En efecto, estos cambios no han encontrado a los

    poderes pblicos en su mejor momento. El mercadoy el poder econmico subyacente se han globalizado,mientras las instituciones polticas y el poder que deellas emana siguen en buena parte ancladas al terri-

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    19/104

    19

    torio. Y es en ese territorio donde los problemas que

    generan la mundializacin econmica y los procesosde individualizacin se maniestan diariamente. Lafragmentacin institucional aumenta, perdiendo pesoel Estado hacia arriba (instituciones supraestatales),hacia abajo (procesos de descentralizacin, devolution,etc.), y hacia los lados (con un gran incremento de los

    partenariados pblicos-privados, con gestin privadade servicios pblicos, y con presencia cada vez mayorde organizaciones sin nimo de lucro presentes en elescenario pblico). Al mismo tiempo, comprobamoscomo la lgica jerrquica que ha caracterizado siempreel ejercicio del poder, no sirve hoy para entender los

    procesos de decisin pblica, basados cada vez ms enlgicas de interdependencia, de capacidad de inuen-cia, de poder relacional, y cada vez menos en estatutoorgnico o en ejercicio de jerarqua formal. Hemosdescubierto que el Estado no es ya la representacindemocrtica de un conjunto de individuos, sino un

    simple actor ms en el escenario social. Un actor ms, yno el ms fuerte, en la dinmica del mercado global. Unactor que resulta cada vez ms condicionado y limitadoen su capacidad de accin por la creciente colusin desus polticas con los intereses privados.

    Es en ese nuevo contexto en el que hemos de situar

    el debate sobre los posibles dcits de la democraciarepresentativa. Relacionando cambios en el sistemapoltico con cambios en las formas de vida, de desa-rrollo y de trabajo. Y ello no se acostumbra a hacer. Se

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    20/104

    20

    discute de la salud de la democracia, de su vitalidad

    y capacidad para recoger el sentir popular, como si lademocracia fuera algo ya adquirido o conseguido parasiempre, algo indiscutido e indiscutible desde cualquiermbito territorial o colectivo. Y ms an: como si todosentendieran lo mismo cuando hablan de democracia.

    No es fcil adentrarse en el debate sobre la demo-

    cracia y sus signicados pasados, actuales y futuros, sinaclararnos un poco sobre a que nos estamos reriendo.Y tampoco es ello sencillo, dado lo mucho que se haescrito y se sigue escribiendo sobre el tema. Aceptemosque deben existir unas reglas mnimas sobre las quefundamentar un ejercicio democrtico, pero sabiendo

    que la existencia de esas reglas no implica el que seconsigan los nes que desde siempre han inspirado lalucha por la democratizacin de nuestras sociedades. Esdecir, la igualdad no solo jurdica sino tambin socialy econmica. Esa aspiracin ha sido la razn de ser delos movimientos democrticos desde que, por retro-

    traernos a los orgenes, se alteraron las bases del Estadoabsolutista en la Inglaterra del XVIIcon los levellersolos diggers, o ms tarde con los iguales de Babeuf enla Francia de nales del XVIII. Esos movimientos, nose conformaban con el principio representativo comoelemento constitutivo de los nuevos regmenes, sino

    que pretendan hacer realidad la aspiracin igualitaria,la aspiracin democrtica.

    Lo que ha ocurrido en los ltimos aos, el grancambio de poca al que asistimos, est provocando un

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    21/104

    21

    vaciamiento creciente de nuestra capacidad de inuir

    en la accin de gobierno. Y ello es as a pesar de queformalmente mantengamos ms o menos intactos mu-chos de los elementos formales de nuestra condicinde ciudadanos que viven y ejercen sus derechos en unEstado democrtico. Y con ese creciente desapodera-miento de la capacidad popular de inuir y condicionar

    las decisiones, se pierde buena parte de la legitimidad deuna democracia que solo mantiene abiertas las puertasde los ritos formales e institucionales. Deca AlbertHirschman que un rgimen democrtico consigue le-gitimidad cuando sus decisiones emanan de una com-pleta y abierta deliberacin entre sus grupos, rganos

    y representantes, pero eso es cada vez menos ciertopara los ciudadanos y lo es cada vez ms para entes,corporaciones y lobbies econmicos que escapan dela lgica Estado-mercado-soberana, y aprovechan susnuevas capacidades de movilidad global. Los poderespblicos son cada vez menos capaces de condicionar

    la actividad econmico-empresarial, y en cambio lascorporaciones siguen inuyendo y presionando a unasinstituciones que no disponen de los mismos meca-nismos para equilibrar ese juego de los que disponanantes. Y que tampoco parece que quieran o puedanreequilibrar la situacin.

    La propia evolucin de los regmenes liberal-demo-crticos ha mantenido siempre fuera del sistema polticoa sectores sociales que no disponan de las mnimascapacidades y condiciones vitales para poder ejercer

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    22/104

    22

    con plenitud su ciudadana. Esa exclusin poltica la

    realizaba normativamente (asignando los ya mencio-nados umbrales de renta que convertan el sufragio yla vida poltica es cosa de unos cuantos; manipulandolos distritos electorales; dejando fuera a los jvenes, alas mujeres o a los que vagaban por el pas buscandotrabajo, prohibiendo la existencia de ciertos partidos

    o dicultando su funcionamiento...), o por la va delos hechos, despreocupndose de los que pudiendohacerlo, no usan sus derechos polticos, preocupados,como estn, por temas ms urgentes desde el puntode vista vital.

    Lo que est ocurriendo es que ese sector de ex-

    cluidos polticos crece. Porque crecen las situacionesde exclusin social (que conlleva siempre procesos dereduccin del ejercicio de ciudadana), y porque crecela sensacin de inutilidad del ejercicio democrtico-institucional en esa democracia de baja intensidad ala que parecemos abocados. En efecto, aumenta la con-

    ciencia sobre las limitaciones de las capacidades realesde gobierno de las instituciones en el nuevo escenariode mundializacin econmica, y crece la sensacin deque los actores poltico-institucionales estn cada vezms encerrados en su universo autosuciente y en sudependencia en relacin a los intereses privados ms

    poderosos. La reserva de legitimidad de la democraciase va agotando, justo cuando su aparente hegemonacomo nico sistema viable y aceptable de gobiernoparece mayor que nunca.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    23/104

    23

    Y ello es as porque ese conjunto de transforma-

    ciones y cambios a los que hemos ido aludiendo, hancontribuido a que la democracia sea hoy una palabra,una expresin, un trmino que cada vez explique menos.El uso y abuso del vocablo, su aparente inatacabilidad, loconvierte en ms redundante, en menos polticamentedenitorio. Los grandes organismos internacionales,

    las grandes potencias mundiales, cualquier Estadoy cualquier actor poltico en cualquier lugar, usa eltrmino y lo esgrime para justicar lo que se hace opara criticar lo que no se hace. Y lo cierto es que si tra-tamos de recuperar su sentido primigenio y complejo,la democracia y su pleno ejercicio no es precisamente

    algo que pueda asumirse por ese enorme y variopintoconjunto de actores e instituciones de manera paccay sin contradicciones.

    Los actores institucionales, y con ellos los parti-dos polticos y las grandes organizaciones sindicales,cada vez ms inextrincablemente insertos en el tejido

    institucional-estatal, si bien detectan las seales dedesconexin y de desafeccin de la ciudadana, tratande acomodarse a la nueva situacin, buscando, conmayor o menor nfasis, nuevas vas de supervivencia,en un juego que puede llegar a ser perverso con losmedios de comunicacin como gran receptculo de

    interaccin extra e intra institucional. Los movimientossociales o bien van estrechando sus vnculos cliente-lares con la estructura institucional, o bien tratan debuscar alternativas que inmediatamente les alejan del

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    24/104

    24

    juego poltico convencional. La ciudadana aumenta

    su escepticismo-cinismo en relacin a la actividadpoltico-institucional, y podramos armar que se hasimplemente descontado la existencia del sistema derepresentacin poltica como una carga ms que ha desoportarse en sociedades donde vivir es cada vez mscomplejo. Y en esa lnea, la relacin con polticos e

    instituciones tiende a volverse ms utilitaria, ms deusar y tirar, con pocas esperanzas de inuencia o deinteraccin autntica.

    Pero, ante ese conjunto de problemas y constata-ciones, cmo avanzar? Entendemos que la democraciasigue siendo la respuesta. Lo que deberamos recobrar

    es nuestra capacidad de replantear la pregunta. Lademocracia no tiene por qu considerarse como unn en s mismo. Lo que est en juego, lo que podraconstituir la pregunta a hacerse sera: cmo avanza-mos hacia un mundo en el que los ideales de libertad eigualdad puedan cumplirse de manera ms satisfactoria,

    incorporando adems la aceptacin de la diversidad yde una mejor integracin entre individuo y natura-leza, como nuevos valores centrales, en un escenarioque ya es irreversiblemente global? La respuesta siguesiendo: democracia. Una democracia que recupere elsentido transformador, igualitario y participativo que

    tena hace aos. Y que, por tanto, supere esa visinutilitaria, minimalista y encubridora muchas veces deprofundas desigualdades y exclusiones que tiene ahoraen muchas partes del mundo. Una democracia como

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    25/104

    25

    respuesta a los nuevos retos econmicos, sociales y

    polticos a lo que nos enfrentamos. Recordemos quecapitalismo y democracia no han sido nunca trminosque convivieran con facilidad. La fuerza igualitaria dela democracia ha casado ms bien mal con un sistemaeconmico que considera la desigualdad como algonatural y con la que hay que convivir de manera inevita-

    ble, ya que cualquier esfuerzo en sentido contrario servisto como distorsionador de las condiciones ptimasde funcionamiento del mercado. Mercado, Estado y lasfrmulas hegemnicas de desarrollo son cada vez msincompatibles con la democracia de lo comn. Hemosde buscar frmulas de desarrollo que no asuman como

    un dato que las personas estamos fuera de la naturalezay que simplemente la vemos como un recurso. Hemosde superar la visin dicotmica de Estado-mercado, hoyms falaz que nunca, para buscar nuevos fundamentoscomunitarios que superen la visin darwiniana que hacede la competencia, de la lucha y de la emulacin entre

    las personas fsicas y jurdicas la esencia de la realidad.Y para ello necesitamos distintas cosas.

    Por un lado, reforzar las frmulas de economa so-cial y de desarrollo holstico, buscando nuevas formasde generacin de bienestar individual y colectivo. Llevarel debate de la democratizacin a esferas que parecen

    hoy blindadas: que se entiende por crecimiento, queentendemos por desarrollo, quin dene costes y be-necios, quin gana y quin pierde ante cada opcineconmica aparentemente objetiva y neutra.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    26/104

    26

    Por otro lado, buscando frmulas que regulen-arbi-

    tren-graven las transacciones econmicas y nancierasde carcter internacional que hoy siguen caminos yrutas que hacen extremadamente difcil a los gobiernossu supervisin (como hemos visto en la actual crisisnanciera), aun en el hipottico caso de que quisieranejercer realmente ese control.

    Por otro lado, explorar y potenciar formas deorganizacin social que favorezcan la reconstruccinde vnculos, la articulacin de sentidos colectivos depertenencia, respetuosos con la autonoma individual.En ese sentido el reforzamiento de las aproximaciones yexperiencias comunitarias en los procesos de formula-

    cin y puesta en prctica de polticas pblicas, es algo,sin duda, que hay que seguir y consolidar. As comotambin la articulacin de entramados y plataformasque permitan vincular marcos locales de experimen-tacin entre s, permitiendo fertilizaciones cruzadas yreexiones sobre las prcticas llevadas a cabo en distin-

    tos lugares. Y ello pasa por recuperar el sentido polticoy transformador de muchas experiencias sociales queparecen hoy simplemente curiosas o resistentes a laindividualizacin dominante y por entender que haymucha poltica en lo que aparentemente podran sim-plemente denirse como nuevas dinmicas sociales.

    Desde un punto de vista ms estrictamente poltico,lo primero es entender que la poltica no se acaba enlas instituciones. Y lo segundo es asumir que hablar depoltica es referirnos a la capacidad de dar respuesta

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    27/104

    27

    a problemas colectivos. Por tanto, parece importante

    avanzar en nuevas formas de participacin colectivay de innovacin democrtica que no se desvinculendel cambio concreto de las condiciones de vida de lagente. No tiene demasiado sentido seguir hablandode democracia participativa, de nuevas formas de par-ticipacin poltica, si nos limitamos a trabajar en el

    estrecho campo institucional, o en cmo mejoramoslos canales de relacin-interaccin entre institucionespoltico-representativas y sociedad. Y eso exige superarel debate sobre la democracia participativa y su rela-cin con la democracia representativa, como si solose tratara de complementar, mejorar, reforzar una (la

    representativa) a travs de la nueva savia que aportara laotra (la participativa). Si hablamos de democracia de locomn, entiendo que marcamos un punto de inexin,tratando de unir innovacin democrtica y poltica contransformacin econmica y social. Sabemos muy bienque la igualdad de voto no resuelve ni la desigualdad

    econmica, ni la desigualad cognitiva ni la desigualdadde poder y de recursos de todo tipo de unos y otros. Sihablamos de democracia de lo comn estamos sea-lando la necesidad de enfrentarnos a esas desigualdadesdesde un punto de vista global y transformador. Y desdeesa perspectiva convendra analizar e impulsar nuevas

    experiencias y procesos participativos.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    28/104

    28

    Desde hace mucho tiempo se sabe que los instrumentosde comunicacin e informacin modican muy signi-cativamente las pautas de conformacin de la opininpblica y los procesos de construccin de legitimidad po-ltica. Son innumerables los trabajos realizados al respecto

    sobre prensa y poltica, son constantes las referencias aluso que hicieron Roosevelt o Gering de la radio, o sobrela revolucin que signic la aparicin de la televisinen el debate poltico, con el clsico ejemplo del debateNixon-Kennedy. Qu decir de lo que est ya implicandointernet y sus tremendos impactos y modicaciones de

    las relaciones sociales de todo tipo? Estamos en plenaeclosin del tema, y hemos ido observando y sintiendola creciente signicacin del cambio, desde la campaade Obama, la reaccin ante los atentados en Madriddel 11 de marzo de 2004 y los intentos de manipula-cin del gobierno, o las nuevas formas de socializacin

    y movilizacin poltica de Facebook o de Twitter conejemplos recientes en el norte de frica o en Espaa.En este apartado expondremos algunas convicciones ymuchas dudas, pero no creemos que se pueda hablar

    II

    Internet y democraciaqu efectos tiene la generalizacin

    de internet en ese escenario?

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    29/104

    29

    seriamente de renovacin de la poltica en este inicio de

    siglo sin referirnos a las tecnologas de la informacin y lacomunicacin y sus efectos en la gobernanza colectiva.Hace aos, en una conferencia sobre la sociedad de

    la informacin, el rector de la Open University, JohnDaniel, arm: Seoras y seores, las nuevas tecnolo-gas son la respuesta. Cul era la pregunta?. La frase

    es una buena forma de expresar las grandes expectativasgeneradas en muchos y distintos campos de nuestravida ante la perspectiva que abre la aplicacin de lastecnologas de la informacin y la comunicacin (TIC),pero al mismo tiempo, el desconcierto que reina antesus posibles utilidades e impactos. La ancdota recuerda

    al comentario que realiz el precursor de la comunica-cin sin hilos, Guglielmo Marconi, cuando algunos desus colaboradores, alborozados por el descubrimiento,dijeron, ya podemos hablar con Florida, a lo queMarconi respondi: Pero tenemos algo que decir a losde Florida?. De manera parecida, podemos armar que

    no hay da que no encontremos a alguien entusiasmadocon las posibilidades que abren las nuevas tecnologasen el campo de la democracia y el funcionamiento delsistema poltico. Pero, deberamos primero pensar enlos problemas que hoy tenemos planteados y en lasutilidades potenciales y reales de esas TIC.

    Un experto en democracia como Benjamin Barberha dicho que la modernidad puede ser denida polti-camente por las instituciones democrticas, y social yculturalmente por la civilizacin de la tecnologa. Pero,

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    30/104

    30

    las relaciones entre estos dos componentes no estan

    exentas de ambigedades. Mientras algunos, como JeanJacques Rousseau, se manifestaron siempre recelososante los efectos que el progreso cientco tendra sobrela privacidad y la igualdad en las relaciones polticas,otros como Karl Popper o Bertrand Russell, entendie-ron que exista una estrecha relacin entre el espritu de

    la ciencia y el xito de las instituciones democrticas. Demanera simple podramos decir que existen al menostres interesantes (y no obligatoriamente excluyentes)posibilidades para internet y las TIC en relacin a lademocracia poltica. Pueden agravar los problemas quehoy presenta la democracia representativa, pueden ayu-

    dar a solucionar o superar esos problemas, o puedencrear problemas nuevos que las propias TIC no seancapaces de resolver.

    Los hay pesimistas, que consideran que si la primerageneracin de los media(radio, TV), ya convirti a lapoltica en algo casi virtual, ello se ver sumamente

    reforzado en la segunda generacin de los media(redeselectrnicas interactivas), conduciendo a una especiede apotesis de formas polticas sumamente dirigistas.Para completar ese escenario pesimista, se recuerdaque internet permite un exhaustivo control de datos,un sofisticado marketing poltico y configura altas

    posibilidades de manipulacin informativa con pocomargen para generar cambio. De hecho, tenemos prue-bas evidentes (en China, en Siria, en Cuba o en GranBretaa, para poner solo algunos ejemplos recientes) del

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    31/104

    31

    constante intento de los gobiernos de cualquier signo

    poltico para controlar las redes sociales.Los ciberoptimistas, en cambio,consideran queinternet y las TIC, favorecen un ms fcil acceso dela ciudadana a las actividades del gobierno, transfor-mndolo en un ente ms controlable y con menoresposibilidades de ejercer un control jerrquico sin los

    adecuados contrapesos y limitaciones. Y, al mismotiempo, las nuevas formas de comunicacin horizontalentre los ciudadanos, y su interaccin con parlamentosy gobiernos, puede llegar a equilibrar (o compensaral menos) el poder actual de los media, de los gruposde presin o de los partidos que logran condicionar

    la agenda poltica y formatear las issuesdel sistema.Sera esta una visin esperanzada de los efectos demo-cratizadores y de contrapeso de poder en relacin ainstituciones y elites que se maniestan ahora ms biencerradas en relacin a la sociedad.

    Pero, en el campo que aqu nos interesa, hemos

    de reconocer que aparentemente las formas de operarde internet y las TIC y las propias del sistema poltico,parecen no ser demasiado coincidentes. La democracia,en su versin ms convencional e institucional, nos haacostumbrado a un escenario de deliberacin, prudenciae interaccin parsimoniosa, que conlleva habitualmente

    un gran derroche de tiempo. Todos somos conscientesque, en cambio, la revolucin tecnolgica de internet,sipor algo se caracteriza es precisamente por la rapidezque imprime a todo con lo que entra en relacin. No

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    32/104

    32

    se trata, por tanto, de incorporar sin ms las TIC en el

    campo de las instituciones democrticas y sus formasy reglas de proceder. Pero, al mismo tiempo, es suicidapara el sistema poltico no tratar de ver y evaluar cmocambian las relaciones e interacciones sociales y polticasla presencia cada vez ms invasiva de internet en nuestrasvidas. Nos interesa aqu analizar cul es la diferencia que

    efectivamente genera el uso de las TIC en aquellos aspec-tos que pueden considerarse problemas o insucienciasde los sistemas democrticos, a n de buscar conexionestiles entre ambos mundos, desde posiciones no exentasde normativismo, ya que nos interesa aquello que refuer-za la democracia, el escenario de lo comn y que logre

    ampliar los espacios de participacin cvica. Entiendo,adems, que nuestras reexiones deben incorporar lasespecicidades del contexto europeo de democraciasparlamentarias, con partidos relativamente bien orga-nizados, notablemente centralizados y con una fuertepresencia en la intermediacin de intereses, que cuentan

    asimismo con administraciones bien establecidas y no-tablemente jerarquizadas.

    Es evidente que las posibilidades de utilizacin deinternet y las TIC en el debate sobre el futuro de lademocracia son mltiples, pero no es lo mismo trabajaren ellas, desde la lgica interna del actual sistema de

    democracia representativa, que desde la perspectiva deconstruir, con la ayuda de las nuevas tecnologas, el viejoideal de la democracia directa, o tratando de imaginarnuevas formas articulacin y gobernacin colectiva.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    33/104

    33

    Pero, realmente, puede ser til internet en los

    procesos de innovacin democrtica? Un elementoclave, entiendo, es empezar dilucidando si internetes simplemente un nuevo instrumento, una nuevaherramienta a disposicin de los operadores polticospara seguir haciendo lo que hacan, o signica unasacudida, un cambio importante en la forma de hacer

    poltica. Desde nuestro punto de vista, y siguiendouna afortunada expresin de Mark Poster a la que yahemos hecho alusin, internet no es un martillonuevo que sirve para clavar ms deprisa o con mayorcomodidad los clavos de siempre. Esa visin reducela revolucin tecnolgica y social que implica internet a

    un mero cambio de instrumental operativo. Desde esaperspectiva, las relaciones de poder, las estructuras orga-nizativas o las jerarquas e intermediaciones establecidasno variaran. En cambio, si entendemos que internetmodica la forma de relacionarnos e interactuar, alteraprofundamente los procesos y posiciones de interme-

    diacin, y genera vnculos y lazos mucho ms directosy horizontales, a menores costes, coincidiremos en queestamos ante un cambio en profundidad de nuestrassociedades. No forzosamente mejor, pero s distinto.Desde este punto de vista, internet expresa otro ordensocial, otro pas.

    Tenemos ante nosotros algunas opciones signi-cativas si pretendemos ir ms all del mero cambioinstrumental. De hecho, hasta ahora, cuando se hablade e-democracyo de e-administracin, ms bien lo que

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    34/104

    34

    encontramos son versiones martillo de la aplicacin

    de internet a lo que ya se estaba haciendo. Cuando sehabla de e-democracy, lo que observamos es el intentode mejorar, usando internet, lapolity, es decir, la formaconcreta de operar el sistema o rgimen poltico y lasrelaciones entre instituciones y ciudadana. Y cuandose habla de e-administration, observamos el intento de

    aplicar las TIC sea en el campo ms especco de laspo-licies(o sea de las polticas) y, sobre todo, de su gestin.Pero, deberamos ser conscientes, asimismo, de queotro gran criterio de distincin hemos de buscarlo solosi consideramos procesos de mejora y de innovacin,va internet, dentro del actual marco constitucional y

    poltico caracterstico de las actuales democracias par-lamentarias europeas, o bien si estamos dispuestos, enuna lgica de profundizacin democrtica, a explorarvas alternativas de tomar decisiones y pensar y gestio-nar polticas, que incorporen ms directamente a laciudadana y que asuman el pluralismo inherente a una

    concepcin abierta de las responsabilidades colectivasy de los espacios pblicos.

    No se trata, evidentemente, de un debate estricta-mente tcnico o de estrategia en la forma de adaptar lapoltica democrtica a los nuevos tiempos. El problemano es si internet y las TIC sirven ms y mejor para una

    cosa o para otra. El problema clave es dilucidar si loscambios tecnolgicos generan o al menos permitencambios en la estructura de poder. Sirve internet y lasTIC para que seamos ms autnomos, ms capaces de

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    35/104

    35

    decidir sobre nuestros destinos? Sirve todo ello para que

    se amplien los recursos de los que hasta ahora eran msdependientes y con ms riesgos de exclusin? Detrs delas opciones con las que se van moldeando internet, TICy estructuras polticas y administrativas, lo que hay sondistintas concepciones polticas sobre qu es la democra-cia y las vas que hay que seguir si se pretende reforzarla,

    profundizarla y acercarla a los ideales que inspiraron,hace ya aos, muchos aos de luchas y de construccinde derechos de ciudadana. En este sentido, por ejemplo,entenderemos la signicacin que tiene la lucha por laneutralidad de la red, para que no sea posible una nuevaenclosurede apropiacin mercantil y por tanto el debate

    de si internet debe ser considerado un elemento esencialy bsico de lo comn, como el agua, la cultura, la tierra,la salud o la educacin.

    Si lo entendemos as, no se nos ocultar que en labase de partida de muchas estrategias de incorporacinde las TIC en el funcionamiento actual del sistema po-

    ltico-administrativo, laten perspectivas estrictamentemejoristas, pero para nada transformadoras. En esesentido, lo que observamos es que predominan lasperspectivasque se sitan en una lgica estrictamentetcnica. Una lgica que busca renovar lo que ya fun-ciona, sitandose en el universo liberal-democrtico,

    sin voluntad alguna de poner en cuestin la forma deoperar de la democracia constitucional y parlamentaria,con sus mecanismos de participacin centrados esen-cialmente en partidos y elecciones.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    36/104

    36

    Hemos de reconocer que, hasta ahora, los mayores

    esfuerzos se han dedicado a mejorar los mecanismosde informacin a disposicin de la ciudadana. La hi-ptesis sera que de esta manera la gente podra ejercerde manera ms completa y ecaz sus posibilidades deeleccin y reforzar su posicin cuando tienen que inte-ractuar con las burocracias pblicas. La mayor fuerza o

    capacidad de inuencia de la gente no vendra tanto desu mayor capacidad de implicacin o de dejar or su vozen los procesos, como de su mayor capacidad de elegir,de optar, de cambiar de proveedor o de expresar conclaridad sus preferencias. En la prctica, ello implicaasumir que los servicios pblicos son solo eso, servicios,

    y no tienen porque conectarse con valores, con la lgicapoltica que explica que sean precisamente pblicosy no responsabilidad de las empresas mercantiles. Esavisin de la e-administracin despolitiza el debate sobrela incorporacin de internet en los procesos de decisiny de servicio pblico.

    En efecto, los valores que implcita o explcitamenterigen esos procesos de cambio y de uso de las TIC sonlos de economa, eciencia y ecacia, que ya sirvieronpara poner en marcha los procesos de modernizacinadministrativa de los ochenta y noventa (lo que seconoce como Nueva Gestin Pblica o new public

    management). De esta manera, estamos aparentementeasistiendo a la transformacin de muchas burocraciaseuropeas en infocracias. Pero, existen muchas y razo-nables dudas de hasta qu punto esos avances modican

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    37/104

    37

    la lgica jerrquica y dependiente de la ciudadana en

    relacin a las administraciones pblicas, emanadas ydependientes del Estado.Parece claro que estamos hablando de procesos

    hasta cierto punto despolitizados, en los que no secuestiona o se valora el porqu de los servicios o aquin van dirigidos, sino la mejor manera de prestar-

    los. No se trata tampoco de redenir las polticas ode cuestionar el diseo de los procesos de puesta enprctica de las mismas. Podramos pues preguntarnossi con esas nuevas formas que incorporan a las TIC enla prestacin de servicios pblicos estaramos realmenterespondiendo a los problemas de dcit democrtico y

    de sociedad alejada, mencionados al inicio de estasreexiones.Por otro lado, lo cierto es que la incorporacin

    masiva de las TIC y de internet puede generar riesgosen cuanto a las mayores capacidades de control de lospoderes pblicos y las grandes corporaciones, a partir

    del manejo de los cada vez ms grandes volmenesde informacin disponibles en la red. Al lado delmanejo de gran cantidad de datos administrativos,el creciente uso de videovigilancia, los nuevos pro-gramas de deteccin de personas sospechosas, etc., sibien pueden mejorar las prestaciones de las polticas de

    seguridad, plantean problemas de violacin potencialde la privacidad no desdeables. En denitiva, estetipo de vinculacin entre procesos de innovacin vaTIC, muy vinculados a las polticas y sus procesos de

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    38/104

    38

    prestacin de servicios, no cambiaran en absoluto las

    lgicas tecnocrticas y de arriba abajo caractersticasde los sistemas democrticos consolidados en la segundamitad del sigloXX. El uso de las TIC ms que reforzarla capacidad de presencia y de intervencin de la ciuda-dana en los asuntos colectivos, ms bien podra acabarreforzando la capacidad de control y de autoridad de

    las elites institucionales.Desde una lgica mucho ms poltica y no tantoadministrativa y de gestin, internet ha estado presen-te tambin en los intentos por parte de institucionesrepresentativas y partidos de mejorar sus canales decomunicacin con la ciudadana. No se tratara en este

    caso de mejorar la ecacia en la prestacin de servicios,o de facilitar trmites, sino directamente de reforzar lalegitimidad de las instituciones de gobierno. El objetivosera de evitar la sensacin de desapego, de reducir lapercepcin de distancia entre los que deciden y aquellosque dicen representar.

    En ese escenario, los intentos de aplicar las TIC endistintos mbitos de las democracias parlamentarias sehan ido sucediendo. Esas iniciativas se han concentradoen temas como los de mejora del funcionamiento internode los parlamentos o de los ejecutivos y de las administra-ciones, o en la mejora de la informacin de la actividad

    parlamentaria y gubernamental hacia la ciudadana, o enla mejora y ampliacin de las posibilidades de interaccinentre los parlamentos y los gobiernos con los ciudadanos.En Europa, los ejemplos son signicativos, tanto en cada

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    39/104

    39

    pas como en las propias instituciones de la Unin Euro-

    pea. En la relacin entre partidos y electores, tambin sehan ido poniendo en prctica numerosas iniciativas deutilizacin de internet, encaminadas a mejorar los canalesde informacin con los militantes y de incrementar elcontacto y la adhesin con los simpatizantes y votantes.

    Al margen de la simple emisin de boletines electrnicos,

    de mensajes o de canales ociales en Facebook o Twitter,se han ido produciendo experiencias en los sistemas deseleccin de candidatos, de debate sobre alternativas deprograma, o advocacy on line, con presencia de grupos opersonas que expresan sus intereses a travs de la red.

    Los gobiernos y parlamentos han puesta en marcha

    abundantes proyectos dirigidos a usar las potencialida-des de las TIC esencialmente para facilitar el acceso ala informacin institucional por parte del conjunto dela ciudadana. As, a travs de las webs institucionales,se pueden hacer llegar las peticiones o quejas de losciudadanos en relacin al gobierno, o en el caso del

    parlamento, propuestas de personas o grupos paraque sean canalizadas por los grupos parlamentariosque as lo estimen conveniente. Pero, lo cierto es quelos partidos e instituciones que han entrado en el usode las TIC, lo han hecho desde la lgica instrumentalo de martillo antes mencionada, y sin una estrategia

    demasiado predeterminada. En general el sentido de lainformacin es unidireccional, e incluso cuando existela posibilidad de la bidireccionalidad, el control delmedio y la decisin sobre la oportunidad o no de tener

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    40/104

    40

    en cuenta las opiniones ajenas, recaen sobre el aparato

    del partido o la direccin de la institucin.La lgica dominante ha sido la de tratar de usarinternet y las TIC como mecanismo que permita queel sistema de siempre se adapte mejor a lo que ocurreahora. Pero, sin que ello signique un cambio de pa-radigma en el modo de funcionar que calicaramos

    de distante y jerrquico. Las experiencias realizadas sehan dirigido a relegitimar y reorientar a las institucio-nes polticas y de gobierno, a travs de mtodos mssosticados de gestin de la informacin, segmentacinde pblicos, o marketing y comunicacin poltica, perosin que ello haya implicado cambios de fondo en las

    formas de hacer y de pensar de los actores polticostradicionales. No se ha visto o no se ha querido verque internet y las TIC podan ensayar nuevas formasde ejercer y practicar la democracia.

    En este sentido, podramos decir que en las dosestrategias de uso de las TIC hasta ahora mencionadas,

    aquella ms de gestin o administrativa (que podramoscalicar como de mejora de relacin con los usuarios) oaquella ms propia de instituciones y partidos (a la quepodramos referirnos como elitista-democrtica), no haexistido una voluntad de ir ms all de una concepcinde la democracia que se centra en las reglas procedi-

    mentales y en una visin muy estricta del principio derepresentacin. No ha habido hasta ahora, al menosque conozcamos, voluntad de experimentar formasde relacin entre representantes polticos y ciudadana

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    41/104

    41

    que supongan alteracin de las posiciones de jerarqua

    tradicionales.Pero, es posible pensar en otras alternativas? Po-demos pensar en una relacin entre internet y polticaque permita desplegar un potencial distinto? Permiteinternet imaginar escenarios de democracia ms directa,con mayor implicacin y participacin de la ciudadana

    en los asuntos colectivos? La primera respuesta debeser: depende. Depende de si lo que se busca es preci-samente eso. Como hemos ya avanzado, internet noes la pregunta. Pero si puede ser una respuesta. Las dosestrategias que ahora analizaremos, de forma forzosa-mente esquemtica, se relacionan con las TIC desde una

    concepcin distinta a las hasta aqu planteadas. No setratara aqu de mejorar la relacin y la comunicacinentre elites representativas y ciudadana. La preocupa-cin no estara centrada en la mejora de la capacidadde prestacin o de eleccin de los consumidores-ciuda-danos. En las dos estrategias que pasaremos a analizar

    late la preocupacin por la calidad de la participaciny la capacidad de implicacin de la gente en los asuntoscolectivos, tanto a nivel poltico micro como macro.Se parte de la hiptesis de una ciudadana activa, inte-resada en los asuntos colectivos no como va necesariasolo para defender sus intereses, sino como forma de

    entender la democracia, una democracia de lo comn,relacional y participativa.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    42/104

    42

    La poltica ha ido sufriendo los impactos de los cam-bios tecnolgicos, y sus estructuras de relacin, entreinstituciones y mbitos de decisin y el conjunto de lapoblacin, han ido cambiando a medida que se modi-caban los instrumentos y las dinmicas sociales que esoscambios tecnolgicos generaban. Cabe solo recordar lo

    que ocurri con la prensa escrita, con la radio, con latelevisin, etc., que fueron obligando a cambiar o pro-pulsaron cambios en las organizaciones polticas y enlos mecanismos de relacin entre instituciones y ciuda-dana. Todo ello, en plena sociedad industrial, en plenoproceso democratizador del Estado liberal y con avan-

    ces y retrocesos en el acceso social a esos medios. Hoyestamos dejando atrs la sociedad industrial tal comola conocimos, con sus pautas laborales y sus dinmicaseconmicas. Y el cambio tecnolgico est propulsandocon gran rapidez cambios en todas las esferas vitales. Nopodemos pues equivocarnos, y confundir internet y las

    TIC con nuevas versiones de los antiguos instrumentosde comunicacin. Es otro escenario social.

    Una de las caractersticas ms signicativas de lasnuevas sociedades, en las que internet y las TIC ganan

    III

    Otra poltica? movimientos sociales,internet y poltica

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    43/104

    43

    terreno y se desarrollan, es la creciente aparicin y exis-

    tencia de espacios de autonoma y de redes relaciona-les nuevas, en las que orecen comunidades plurales,que hacen de su especicidad o de sus micro o macroidentidades su punto de referencia. La explosin decomunicacin y de hiperconectividad que ha supuestoel aanzamiento de las TIC, ha facilitado y facilita esa

    continua emergencia, y permite una reconstruccin dela poltica desde parmetros distintos a los habituales.Estamos asistiendo al surgimiento de una sociedad

    en la que la relacin forma parte intrnseca de la comu-nicacin y no es un mero resultado de esta ltima, o unaespecie de subproducto de la misma. Los dos elementos

    clave son la creciente subjetividad o individualizacinde los actores (que no forzosamente desemboca en elindividualismo) y la enorme facilidad de comunicacinque generan las TIC. En ese contexto se da una grandemanda de autonoma (que va ms all del esquemalibertad-control tradicional de la sociedad moderna),

    surgen mercados alternativos, aparecen nuevas redes yagregados sociales, y emergen nuevas culturas que ha-cen de la diferencia su valor aadido. En la perspectivatradicional (que recorre las estrategias anteriormenteexaminadas), las instituciones pblicas parten de unconcepto de libertad y de participacin muy vinculado

    a la libertad y al ejercicio del voto, mientras el controlse relaciona con el cumpliento de unas leyes emanadasde esa voluntad popular expresada con el mecanismorepresentativo. En el nuevo contexto social que esta-

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    44/104

    44

    mos describiendo, la libertad se basa en una idea de

    intercambio que parte de la reciprocidad, mientras elcontrol se confa a las propias reglas del intercambioasociativo.

    En ese contexto internet y las TIC son al mismotiempo, los factores fundamentales con el que explicaresa nueva realidad y, asimismo, constituyen el marco

    natural que permite su desarrollo, autonoma y susconstantes posibilidades de innovacin y articula-cin. Gracias a las TIC es posible empezar a hablar depluralismo reticular o de promocin o potenciacinde la autonoma social capaz de generar singularidad,reciprocidad y comunidad al margen de las medidas

    uniformizadoras y de los derechos abstractos de ciu-dadana. Surge, en ese marco, una forma especca deciudadana social que encuentra sus propios valoresen la urdimbre asociativa y cvica que se va tejiendo,ms all de una respuesta instrumental a problemasde sostenibilidad de las polticas de bienestar que es

    como se ve a las ONG muchas veces desde las insu-ciencias actuales de los estados en relacin a las pol-ticas de bienestar. Un mundo comn, una ciudadanacomunitaria, territorializada o no, y que cuenta conlas grandes potencialidades y ventajas de desarrollarseen el marco cada vez ms consolidado de la sociedad

    de la comunicacin.La poltica, en ese escenario, se vuelve ms difusa,

    adquiriendo caractersticas diferentes en cada mbito, yya no puede considerarse monopolio del Estado o coto

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    45/104

    45

    cerrado de los organismos pblicos. Las instituciones

    polticas no ocuparan ya el centro o el vrtice de lascondiciones de ciudadana, de bienestar. Por debajo yen su periferia, se ha ido tejiendo esa urdimbre cvica,fundamentada en las lgicas y los bienes relacionales.Es precisamente este aspecto autonmo y relacionallo que caracterizara ese nuevo tejido social. Y esas

    mismas caractersticas son las que, al mismo tiempo,le dan ese carcter fragmentario, de multiplicacinde grupos aislados, en que puede resultar difcil ar-ticular o reconocer una sociedad como tal. En esafragmentacin, llena de potencialidades y de posibi-lidades, puede resultar difcil reconciliar pluralismo

    con justicia, diversidad con pertenencia o democraciacon diferencia. Por otro lado, no podemos caer en unciberoptimismo ingenuo, y conviene recordar que elpeso de las organizaciones pblicas y mercantiles enla red es muy signicativo, y genera y puede generarnuevas jerarquas, controles y monopolios. A pesar de

    ello, lo cierto es que, a la sombra de las TIC, crece sinparar la realidad y el entramado cvico y asociativo,haciendo surgir nuevas comunidades reales o virtuales,desarrollando nuevas identidades, nuevos espacios oesferas pblicas, incrementando la deliberacin polticayreforzando las nuevas autonomas sociales.

    El movimiento del 15M en Espaa y en otras partesdel mundo en la jornada de movilizacin del 15 de octu-bre no puede explicarse fuera de ese contexto. No puedecalicarse de inesperado ni de sorprendente, ya que sus

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    46/104

    46

    bases existan desde haca tiempo, y los nodos sobre los

    que se ha asentado estaban en buena parte establecidos.Pero s que ha sido inesperado y sorprendente el granseguimiento que ha tenido por parte de personas que sehan visto de golpe interpeladas y representadas por unconjunto de personas que expresaban su indignacin yrechazo por lo que estaba ocurriendo. Y por lo poco que

    hacan los que se llamaban representantes polticos paradefender sus derechos y condiciones vitales. De algunamanera, han coincidido la emergencia de un conjuntode redes que conuyen despus de varias movidas.

    Algunas algo alejadas pero signicativas como las de laalterglobalizacin. Otras ms prximas en el tiempo y

    ms fundamentadas en las redes sociales, como las deV de Vivienda o las movilizaciones contra la Ley Sin-de. De esos mimbres surge la dinmica que se nucleaen torno a lo que fue la convocatoria del 15 de mayo,y que supo recoger y convocar a mucha gente que demanera individual, social y familiar, haban llegado a

    un punto de saturacin sobre su malestar y se sentanpoco o nada representados por partidos, sindicatos ydems canales altamente institucionalizados.

    En efecto, uno de los eslganes ms repetidos du-rante las manifestaciones y concentraciones en distintasciudades del 15M ha sido el de no nos representan,

    dirigido a los polticos que ejercen su labor en nombrede todos. Esa ha sido tambin una de las consignasms atacadas por parte de quienes acusan al 15M deser un movimiento de corte populista y de impulsar la

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    47/104

    47

    antipoltica. Pero, la gente del 15M no ha inventado

    nada. La sensacin de lejana entre polticos electosy ciudadana es un lugar comn cuando se habla delos problemas de la democracia y lo hemos expresadoaqu mismo de diversas maneras en pginas anteriores.Recordemos al respecto, que la idea original del siste-ma representativo es que las elecciones garanticen al

    mximo la cercana entre los valores y los intereses dela ciudadana y los perles polticos y las posiciones delos representantes. La base del poder y legitimidad delos polticos electos est en su representatividad, y esaderiva del proceso electoral.

    La teora poltica ha ido distinguiendo entre dos

    formas de representacin. Por un lado, se habla dela representacin-delegacin que hace referencia a lacapacidad de llevar a cabo un mandato, es decir, lacapacidad de actuar para conseguir ciertos objetivos.Los polticos nos representaran en la medida en quetransportan nuestros valores, nuestras demandas,

    nuestros intereses. Y, por otro lado, tendramos lo quepodramos denominar como representacin-fotografa,que se basara en la capacidad de los representantes deencarnar lo ms cercanamente posible al conjunto delos que pretenden representar. En ese sentido, la repre-sentacin se basa en el parecido, en la capacidad de los

    polticos de parecerse a nosotros, a los que concreta-mente les votamos, en formas de vida, en maneras depensar, en el tipo de problemas que nos preocupan. Laselecciones cubriran ese doble objetivo de delegacin y

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    48/104

    48

    de parecido, y el grado de conanza que tendran los

    polticos derivara del grado en que se logre cubrir esasexpectativas.Con el grito no nos representan, el movimiento

    15M est advirtiendo a los polticos que ni se dedican aconseguir los objetivos que prometieron, ni se parecen alos ciudadanos en su forma de vivir, de hacer y de actuar.

    El ataque es pues doble, a la delegacin (no hacen lo quedicen) y al parecido (no son como nosotros). En estesentido, podemos entender que el movimiento 15Mno ataca a la democracia, sino que lo que est recla-mando es precisamente un nuevo enraizamiento de lademocracia en sus valores fundacionales. Lo que critica

    el 15M, y con razn, es que para los representantes eltema clave parece ser el acceso a las instituciones, lo quegarantiza poder, recursos y capacidad para cambiar lascosas. Para los ciudadanos, en cambio, el poder solo esun instrumento y no un n en s mismo.

    En este sentido, Rosanvallon dene el actual mo-

    delo de democracia como democracia de eleccin,entendindola como aquella centrada estrictamente encolocar en el poder a unas personas, o en desplazar aotras. Dados los problemas que venimos comentandode dcit de representatividad y de falta de conanza,por qu no instaurar un sistema de deseleccin en

    que los ciudadanos pudiesen revocar su mandato sise sienten defraudados en sus expectativas? (lo quede hecho ya existe en California en forma de recall).La nueva poca en la que estamos genera y precisa

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    49/104

    49

    mecanismos de renovacin ms continuada de la

    legitimidad, lo cual no debera llevar forzosamente auna mayor frecuencia electoral, sino a incorporar msvoluntad popular directa (consultas, debates...) enciertas decisiones.

    El tema est en poder y saber combinar legitimidadelectoral con legitimidad de la accin. Hasta ahora,

    esa legitimidad se consegua en las negociaciones apuerta cerrada entre representantes polticos y tam-bin entre ellos y los intereses organizados. Ahora, laexigencia cada vez ms presente y expresada asimismocon fuerza por el 15M es ms transparencia y mspresencia directa de la ciudadana, sin que todo ello

    pase forzosamente por la intermediacin de lobbies,sindicatos, patronales o cmaras de comercio. Antes,los polticos justicaban su privilegiada posicin, porel hecho que tenan informacin, construan su criterioy tomaban decisiones con respaldo mayoritario de losrepresentantes. Ahora, la gente, mucha gente, tiene

    informacin, construye su criterio y quiere participardirectamente en las decisiones que les afectan a diario.Como ya hemos mencionado, lo que internet y lasTIC ponen en cuestin es la necesidad de la inter-mediacin. Sobre todo, de la intermediacin que noaporta valor, y que adems, en el caso de los polticos,

    goza de privilegios que ya no se consideran justicados(inmunidades, regalas...).

    Por otro lado, sabemos que el ncleo duro de laabstencin, se concentra normalmente en los barrios

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    50/104

    50

    y lugares con menos renta, con menor nivel educativo,

    con peores condiciones de vida. Son voces no escu-chadas, y por tanto con tendencia a ser desatendidas.Necesitamos pensar no solo en formas de mejorar larepresentatividad de los polticos, sino tambin endimensiones de la representacin que la hagan mscompleja, ms capaz de recoger la autonoma, la di-

    versidad y la exigencia de equidad de las sociedadescontemporneas. Y en este sentido hemos tambinde valorar cmo inuye internet y la nueva poca enprotagonismos e identidades colectivas.

    Se estn produciendo asimismo cambios en laforma de representacin y de visualizacin de esos

    movimientos. En efecto, uno de los problemas ms re-currentes con los que se han enfrentado los integrantesy participantes en el 15M, ha sido y es la falta de lide-razgos claros, la falta de rostros con los que los mediosde comunicacin tradicionales pudieran identicar elmovimiento. La ambigua expresin de indignados se

    debe a la falta de identidad ideolgica, que no permitecolocar a los movilizados en ninguna de las categorasprogramticas a las que estamos acostumbrados en lacontemporaneidad y que proceden de los dilemas ideo-lgicos del novecento. Categoras que nos permitenreducir la complejidad de matices ideolgicos de cada

    quin, situndolo en el cajn ideolgico correspon-diente. Es evidente que el calicativo de indignadosno nos explica mucho sobre qu piensan y cules sonsus coordenadas normativas o propositivas. Pero, de

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    51/104

    51

    lo que nadie duda, es de la capacidad de sacudir y al-

    terar la forma de entender el mundo y de relacionarsecon el sistema poltico e institucional que ha tenidoel 15M.

    Tenemos, como algunos han dicho, un movimientoen marcha que no se reconoce a s mismo como talmovimiento, y cuyos componentes, adems, presumen

    de no tener etiqueta ideolgica convencional. Lo queest claro, es que expresan el sentido de frustracin demuchos ante la tendencia a fragmentar comunidades,a convertir cualquier cosa en mercanca, a confundirdesarrollo y realizacin personal y colectiva con capaci-dad de consumo. Es cierto tambin, que hay evidentes

    amenazas a los niveles de vida y de derechos alcanzados,sin que los poderes pblicos sean capaces de proteger asus ciudadanos en una evidente prdida de soberana yde legitimidad democrtica. No solo no hay dimensintica alguna en el capitalismo especulativo y nanciero,no solo corremos evidentes riesgos en la explotacin

    sin lmites de la naturaleza de la que procedemos yde la que formamos parte, sino que, adems, estn enpeligro las promesas de que si nos portbamos bien,viviramos cada vez mejor, seramos ms educados ygozaramos de una buena salud. La absoluta falta decontrol y de rendicin de cuentas democrtica de los

    organismos multilaterales y las agencias de calicacinde riesgos, aadidas a las ms que evidentes conexionesy complicidades entre decisores polticos y grandes in-tereses nancieros, han provocado que, como hemos

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    52/104

    52

    avanzado, por primera vez en mucho tiempo, en Euro-

    pa, se conecte conicto social y exigencia democrtica,reivindicacin de derechos y ataques contundentes a lafalta de representatividad de los polticos, tanto por sufalta de respeto a los compromisos electorales, comopor su fuero y sus privilegios.

    Parece claro que mucha gente ha empezado a dar-

    se cuenta que la hegemona neoliberal, a la que hanservido en Europa sin reparo y sin apenas distincin,tanto conservadores como socialdemcratas, puedeconducirnos, de persistir, a ms y ms pobreza y aun deterioro general de las condiciones de vida deamplsimas capas de la poblacin. Y que, frente a ello,

    poco puede esperarse de un sistema poltico y de losgrandes partidos que son mayoritariamente vistos comomeros ejecutores de esas polticas. Y, en cambio, lo queha permitido internet, a coste muy reducido, ha sidoconectar cabreos y acciones.

    El zcalo en el que apoyarse ha sido por una parte

    el movimiento de cultura libre, con su habilidad de re-tournementque diran los situacionistas, es decir, con sucapacidad de hacer descarrilar, de reconducir y recreartodo tipo de producciones culturales y artsticas, rom-piendo moldes y derechos de propiedad, compartiendoy difundiendo. Y, por otra parte, se ha aprovechado la

    gran capacidad de inventiva y de contracultura gene-rada en Amrica Latina, donde hace ya aos probaronde manera directa y cruda las recetas neoliberales. Elmovimiento de cultura libre, con xitos tan evidentes

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    53/104

    53

    como Wikipedia, muestra la fuerza de la accin cola-

    borativa y conjunta, sin jerarquas ni protagonismosindividuales. Combinando el ideal de la igualdad, conla exigencia del respeto a la autonoma personal y a ladiferencia. Cada vez ms gente, ms preparada, msprecaria, con mejores instrumentos, ms conectadaservir de voz a esa gran masa de la ciudadana que sabe

    que las cosas van mal y que la situacin actual no puededurar. Tratar de ponerle nombre al movimiento, tratarde identicarlo y encasillarlo, signicara ahora limitarsu potencialidad de cambio y transformacin.

    En las ltimas semanas, la movilizacin global del15 de octubre ha signicado un indudable salto en la

    lgica de lo que naci cinco meses antes en la Puertadel Sol, en la Plaza de Catalua y en algunas plazasms de Espaa. Ms all de las cifras de asistencia enlas mil ciudades de todo el mundo que se sumaron a lamovilizacin, lo que pone de relieve es que se empiezaa ser consciente que no hay solucin a los problemas

    locales sin respuestas tambin a escala global. Los su-cesos de la primavera rabe, del mayo espaol, o lassecuelas diferenciadas pero similares en Israel, India orecientemente en Nueva York y en el conjunto de losEstados Unidos apuntan a algo ms. Lo que est en jue-go es un problema estructural y global, no una simple y

    reactiva respuesta a la coyuntura de crisis en uno u otropas. Empieza a estar meridianamente claro que la quese ha roto de manera denitiva es la capacidad de lospoderes pblicos, de los estados, de regular, ordenar y

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    54/104

    54

    controlar la actividad nanciera a escala mundial. Y no

    solo eso. Tambin est claro que los errores, la codiciay la inmoralidad de unos pocos acaba teniendo queser alimentada y consentida por el dinero y los votosde la inmensa mayora. Est en juego la forma en queentendemos la economa: como palanca de generacininagotable de riqueza para unos pocos, o como articio

    humano para resolver necesidades tambin humanas.Como expresaba el movimiento Ocupad Wall Street:queremos unas polticas que sirvan para el 99% dela poblacin y no para que estn al servicio del 1%ms rico y poderoso. Y eso, a diferencia de antes, notiene por qu implicar ms Estado o ms subsidios,

    sino otra forma de entender lo pblico, lo colectivo,lo comn.La agenda de cambio hoy en cada uno de los pases

    precisa de una conexin con la agenda de cambio glo-bal. Parece necesario superar los lmites de los estados-nacin, por arriba y por abajo. Por arriba, construyendo

    espacios que puedan responder al reto planteado porla especulacin nanciera y la codicia que operan sinreconocer fronteras ni gobiernos. Por abajo, poniendoen marcha proyectos y generando experiencias quedemuestren que es posible vivir, relacionarse y sub-sistir de otra manera. Va tomando cuerpo la idea de

    que el conicto ha sido y es econmico y social, peroahora es tambin un conicto poltico. La crisis de larepresentacin es global. No afecta solo a los grandespartidos espaoles o europeos. La gente se pregunta

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    55/104

    55

    con razn, a quin representan los que dicen gober-

    narnos en nombre de nuestros intereses? La dinmicapresente en las acciones que se sucedieron en todo elmundo el 15O persistieron en la idea de no generar li-derazgos representativos de las acciones. Y seguramenteeso experesa la pretensin de buscar nuevas formas deorganizacin y de accin democrtica, ms horizonta-

    les, ms colectivas, conectadas a lo vital y emocional.Empieza a estar en juego una idea de lo comn quequiere distinguirse con claridad de lo mercantil y delo estatal. Como ya hemos ido diciendo, lo que esten crisis es la propia lgica de intermediacin y el con-

    junto institucional que se derivaba de esa arquitectura

    representativa. Probablemente es prematuro hablarde movimiento, pero nadie duda de que se trata deun fenmeno y una movilizacin poltica, impulsadaesencialmente desde una reaccin social en bsquedade justicia y de respeto. Y esa es su fuerza moral, y esaes la fuerza que alimenta la dimensin global tanto del

    problema como de la respuesta.Qu tiene que ver todo ello con los temas que aqu

    hemos ido apuntando, relacionados con la democraciay sus dilemas? An es pronto para sacar demasiadasconclusiones al respecto, pero parece indudable quenuevas formas de pensar cmo vivir, cmo hacer pol-

    tica y cmo tomar decisiones van a ir apareciendo.

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    56/104

    56

    La extensin y generalizacin de internet y de la hiper-conectividad que lleva aparejada permite, entre otrasmuchas cosas, repensar de nuevo el viejo tema de lademocracia directa. Es importante en este sentido recor-dar la constante presencia del instrumento asamblea

    en los movimientos polticos de los ltimos tiempos.Con ello se expresa el querer reproducir off linelo quees caracterstico del modo on line: horizontalidad,agregacin, compartir, buscar acomodacin de distin-tas perspectivas en nodos comunes. En relacin a ello,seguramente no es el momento ni el lugar de hacer un

    recorrido histrico sobre la democracia y sus tradicioneshistricas. Pero quizs conviene recordar que a lo largodel siglo XIX la discusin en torno a la democracia,desde la concepcin liberal del Estado, se desarrollprincipalmente a partir del clebre discurso de Constantsobre la libertad de los antiguos y la libertad de los mo-

    dernos. Frente a la libertad de los antiguos, entendidacomo participacin directa en las decisiones pblicas yen la formacin de las leyes a travs del cuerpo polticoque expresa la asamblea de los ciudadanos, se entenda

    IV

    Democracia directa? democraciay participacin ciudadana

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    57/104

    57

    que ello no solo no era ya posible por la expansin del

    demos, es decir, por la cantidad de gente a quinreunir y con quin debatir, sino que ms all de eseimpedimento fsico o cuantitativo, la lgica que existadetrs del ideal de la democracia directa poda llegar aser contraproducente.

    La libertad de los modernos implica el recono-

    cimiento de derechos polticos fundamentales, enten-diendo la participacin poltica como una libertadpoltica ms, que se expresa en el derecho a expresarse,a reunirse, a organizarse para inuir en la poltica delpas, y que comprende adems el derecho a elegir asus representantes en las instituciones y el derecho,

    asimismo, a ser elegidos. Frente a Rousseau, tantoTocqueville como Stuart Mill deenden la idea quela nica forma compatible con el Estado liberal es lademocracia representativa y parlamentaria. La llamadademocratizacin del Estado, si bien ampli el derechoal voto a ms y ms sectores sociales y multiplic los

    rganos representativos, no implic una modicacinesencial de esa concepcin liberal y representativa dela democracia.

    La democracia representativa ha sido defendidasiempre como una alternativa viable (Stuart Mill) yeciente (Dahl) a la democracia directa o de asamblea.

    Las razones de fondo aducidas son, como sabemos y yahemos mencionado, el tamao de la poblacin llamadaa reunirse y participar, y la naturaleza de los proble-mas a tratar que van ms all de lo que las pequeas

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    58/104

    58

    unidades de poblacin pueden asumir. A pesar de ello,

    se reconoce (Dahl) que la democracia representativatiene su lado oscuro, o un precio a pagar: el enormepoder discrecional sobre decisiones muy signicativasque delegan los ciudadanos a sus representantes.

    Sabemos que las elites representativas han de mo-verse en los lmites institucionales y procedimentales

    que son propios de los regmenes democrticos, perotambin sabemos que esos lmites acostumbran a seramplios, y no siendo muy robustos ni constantes losmecanismos de control o de participacin popular,el hecho es que la discrecionalidad de las elites parainterpretar su mandato de representacin, incluso en

    decisiones de contenido estratgico o de gran signi-cacin, es muy notoria. Por tanto, una vez aceptadoel principio de representacin, el nfasis se pone enestablecer las cautelas y los equilibrios necesarios paracontrolar, en la medida de lo posible, esos mrgenes dediscrecionalidad y para jar una renovacin peridica

    de la conanza y una claricacin de responsabilidades,va refrendo electoral.

    Qu cambios puede producir en ese escenario laaparicin de las TIC y la generalizacin de internet?Si bien contina siendo cierto que todos los ciudada-nos de cada pas no pueden encontrarse cara a cara, si

    es ya posible que puedan comunicarse a distancia opuedan coincidir en sus interacciones a travs de lasredes que ofrecen las TIC. Por tanto, con todas lascautelas necesarias, y siendo consciente que las formas

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    59/104

    59

    de deliberacin en asamblea son distintas a las que se

    dan a travs de tecnologas de comunicacin, se podraal menos pensar hasta qu punto empiezan a darse lascondiciones para avanzar hacia formas de democracia,en las que sea posible acercarse a los viejos ideales rous-seaunianos sin las cortapisas del tamao del demosy que, al mismo tiempo, permita obtener eciencia en

    la toma de decisiones.Pero, de qu democracia directa hablamos? Nocreo que sea necesario insistir en los problemas quegenera una concepcin de democracia directa de tiporeferendario, basada en la instantaneidad de la tomade decisiones, sin mediaciones deliberativas ni insti-

    tucionales. Hace ya aos, un magistrado de la CorteConstitucional italiana, Gustavo Zagrebelsky, pona derelieve la falta de adecuacin entre los presupuestos de-liberativos de la democracia y la precipitacin no exentade demagogia que rodean los referndums instantneos,y para ello utilizaba el ejemplo bblico de la eleccin

    directa y popular que decidi entre Barrabs y Jesucris-to. La extensa literatura sobre democracia deliberativa,nos muestra la importancia extrema que los procesosdeliberativos y participativos tienen en una concepcinplena de lo que es una democracia liberal. Siguiendo a

    Jrgen Habermas, se arma que las decisiones en de-

    mocracia se cargan de valor y signicacin, ms sobrela base de la transformacin que sigue a la deliberacin,que sobre la simple agregacin de preferencias. Por lotanto, toda incorporacin de las TIC a los procesos de

  • 7/29/2019 97568852-Subirats-J-Otra-sociedad-otra-politica-ed-Icaria-2011

    60/104

    60

    toma de decisiones pblicas, debera tener en cuenta

    ese profundo carcter deliberativo de la democracia. Deno ser as, podra ocurrir que esas decisiones pudieranser notablemente inconsistentes entre s, o bien queestuvieran demasiado afectadas por situaciones emo-cionales coyunturales. Por tanto, deberamos dirigirnoshacia perspectivas en las que fuera posible o imaginable,

    utilizar los potenciales comunicativos y de toma dedecisiones colectivas que internet sin duda presenta(y que ya han sido probados en contextos privados uorganizacionales)