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Director: Eduardo Torres Cuevas

Consejo de honor In Memoriam:Ramón de Armas, Salvador Bueno Menéndez, Eliseo Diego, MaríaTeresa Freyre de Andrade, Josefina García Carranza Bassetti, RenéMéndez Capote, Manuel Moreno Fraginals, Juan Pérez de la Riva,Francisco Pérez Guzmán

Consejo de redacción:Eliades Acosta Matos, Rafael Acosta de Arriba, Ana Cairo Ballester,Tomás Fernández Robaina, Fina García Marruz, Zoila Lapique Becali,Enrique López Mesa, Jorge Ibarra Cuesta, Siomara Sánchez Roberts,Emilio Setién Quesada, Carmen Suárez León, Cintio Vitier

Jefa de redacción: Araceli García CarranzaEdición y Composición electrónica: Marta Beatriz Armenteros ToledoIdea original de diseño de cubierta: Luis J. GarzónVersión de diseño de cubierta: José Luis Soto Crucet

Canje: Revista de la Biblioteca Nacional José MartíPlaza de la RevoluciónCiudad de La Habana

Fax: 881 2428Email: [email protected] Internet puede localizarnos: www.bnjm.cu

Primera época 1909-1913. Director fundador: Domingo FigarolaCanedaSegunda época 1949-1958. Directora: Lilia Castro de MoralesTercera época 1959-1993. Directores: María Teresa Freyre de Andrade,Cintio Vitier, Reneé Méndez Capote, Juan Pérez de la Riva y Julio LeRiverend BrusoneCuarta épocaDirectores: 1999-2007: Eliades Acosta Matos

2007-: Eduardo Torres Cuevas

La Revista no se considera obligada a devolver originales no solicitados.Cada autor se responsabiliza con sus opiniones.

Año 99 / Cuarta ÉpocaJulio-Diciembre 2008Número 3-4Ciudad de La HabanaISSN 0006-1727RNPS 0383

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Índice GeneralUMBRALLa Universidad de La Habana 7EDUARDO TORRES-CUEVAS

ANIVERSARIOSUniversidad de La Habana (1728-2008)La Universidad de La Habana (1728-2008) 12ANA CAIRO BALLESTER

Perfiles de una crisis. La Universidad de La Habanaa comienzos del siglo XIX 20

EDELBERTO LEIVA LAJARA

La Universidad de La Habana en la lingüísticacubana: 280 años 30

MARLEN A. DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ

“Mujer que sabe latín, no puede tener buen fin”. Mujeresen la Universidad de La Habana 50

YAMILET HERNÁNDEZ GALANO

¿Mujeres en la Universidad de La Habana? 59MATILDE SALAS SERVANDO

Francisco Carone Dade: En defensa de la Universidadde La Habana y de la Constitución 61

EDEL J. FRESNEDA CAMACHO

Universidad de La Habana. Escuela de verano 1955 en el recuerdo 73LEONEL MAZA Y LOURDES CASTELLÓN

Volver a los sesenta 77OSCAR LOYOLA

Mi Universidad, ayer y hoy 81FRANCISCA LÓPEZ CIVEIRA

Mi Universidad 89ELINA MIRANDA CANCELA

La urdimbre del orden; un haz que integra 91LÁZARA MENÉNDEZ

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Mis años universitarios 95MARTA B. ARMENTEROS

La Universidad de La Habana en la sociedad cubana 97RITA GONZÁLEZ

MEDITACIONESLos intelectuales, la cultura y el séptimo Congreso de la UNEAC 102GRAZIELLA POGOLOTTI

Historia y discurso nacionalista en Cuba 107ROSA GARCÍA CHEDIAK

Grupo Orígenes: El problema de su definición 117AMAURI FRANCISCO GUTIÉRREZ COTO

Céspedes, hombre de letras 123RAFAEL ACOSTA DE ARRIBA

De los sucesos del teatro Villanueva: Una fuente oral inédita 133CARLOS MANUEL MARCHANTE CASTELLANOS

Escritura y nuevos medios 143CLAUDIO SOTOLONGO MENÉNDEZ

La palabra: fuente viva de acercamiento humano 148LILIA ROSA LÓPEZ

Heráldica de la villa de Guanabacoa 158MAIKEL ARISTO-SALADO Y HERNÁNDEZ

Los poetas bayameses del siglo xix y la “invención” de Cuba 166OLGA SÁNCHEZ GUEVARA

¿Era Fulgencio Batista valiente? 174NEWTON BRIONES MONTOTO

CRÓNICASUn girasol para Celia María Hart Santamaría 181JESÚS DUEÑAS BECERRA

Raúl Hernández Novás, del verso a la leyenda 183MERCEDES SANTOS MORAY

Mercedes Abrego, la heroína colombiana 186NYDIA SARABIA

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Premios para la Biblioteca Nacional José Martí 188MARTA B. ARMENTEROS

DOCUMENTOS RAROSEn torno a un documento neolatino cubano decimonónico

de carácter secreto 190AMAURY B. CARBÓN SIERRA Y AVELINA CARRERA DE LA RED

LIBROSLa alegría de traducir, o acercar mundos diversos 198MARLENE VÁZQUEZ PÉREZ

Pensamientos de Félix Varela y Morales 201JESÚS DUEÑAS BECERRA

En América Latina, contar es un placer 203MERCEDES SANTOS MORAY

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UMBRAL

La Universidadde La Habana

Eduardo Torres-CuevasHistoriador y director de la Biblioteca

Nacional José Martí

En la mañana del 5 de enero de1728, con la presencia de las prin-

cipales autoridades de la isla, en elAula Magna del convento de San Juande Letrán o de Santo Domingo de LaHabana, los padres predicadores o do-minicos efectuaron el acto de fundaciónde la Real y Pontificia Universidad deSan Gerónimo de La Habana. Fue no-table, en dicho acto, la ausencia delobispo de la isla, fray Gerónimo deNosti y de Valdés. Después de seisaños de una fuerte litis entre las auto-ridades eclesiásticas y los dominicos,en torno a las potestades de estos úl-timos para regentar la Universidad, lospadres predicadores lograron crear enCuba la primera Casa de Altos Estu-dios. Caracterizó a aquella primitivaUniversidad que todos sus rectores yprofesores fueran criollos y que, duran-te sus 114 años de existencia, lainstitución fuese formadora de un pe-queño y selecto grupo de doctores ymaestros, canonistas, teólogos y filóso-fos, médicos y pensadores. A ellos sedebió la creación en la isla del espacio

intelectual y científico que recorrerá elsiglo de las luces cubano.

Nacida de las paradojas de una es-colástica tardía y deslucida y de losavances y atrevimientos de la nacienteera de la razón, la Universidad habaneratrascendería a sus fundadores y se con-vertiría no sólo en la más antigua de lasinstituciones culturales, científicas ycreadora de un pensamiento propio, sinoen la expresión auténtica de las inquie-tudes y creaciones de cada épocahistórica. Sus nombres y sus caracte-rísticas testifican cada etapa por la quetranscurrió su devenir: Real yPontificia Universidad de SanGerónimo de La Habana (1728-1842),Real y Literaria Universidad de La Ha-bana (1842-1899), Universidad de LaHabana –también llamada UniversidadNacional por ser la única del país–(1900-1940); continuó con ese nombre,pero se pueden considerar dos épocasdiferentes: desde ese último año hasta1962, cuando se convirtió en una Uni-versidad socialista, y a partir de 1962hasta la actualidad.

La Universidad primigenia, la domi-nica, se rigió por constituciones quefueron un fiel reflejo de las universida-des españolas del siglo XVIII. Aristótelesy Santo Tomás, Brecía o Goudín,Hipócrates y Galeno, Justiniano y Alfon-so X, Melchor Cano y Vives constituíanautoridades indiscutibles para el cono-cimiento, sostenidas por la solidez quele daban la antigüedad de sus obras.

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La ilustración entra en Cuba, precisa-mente, en debate con esas autoridades.Los nombres de los osados José AgustínCaballero, Juan Bernardo O´Gaban,Tomas Romay y Félix Varela, entreotros, constituyen expresiones del inten-so movimiento intelectual que cambió elparadigma de la Universidad. Estos,nuestros primeros científicos y filósofos,promovieron las transformaciones en elpensamiento que, a finales del siglo XVIII

y comienzos del XIX, abrieron paso alconocimiento científico moderno y a laera de la razón analítica. De esos de-bates, de la creatividad contenida en lasLecciones de Filosofía de Félix Varela,del pensamiento pragmático de Francis-co de Arango y Parreño, y de lasacciones siempre enigmáticas de ClaudioMartínez de Pinillos, conde deVillanueva, se produce, en 1842, la se-cularización del centro, necesaria para elnuevo mundo científico y tecnológicodel siglo XIX. La institución pierde sucarácter pontificio y deja de ser regen-tada por los dominicos para constituirseen laica con el nombre de Real y Lite-raria Universidad de La Habana.

Dentro de la lista de lo más granadodel pensamiento social y político, filo-sófico y científico de la creación de la“Cuba cubana”, durante el siglo XIX, es-tarían los profesores y estudiantes dela Real y Literaria Universidad de LaHabana. Cumbres de ese movimientocreador, que tiene uno de sus hábitatsmás importantes en esta Casa de Al-tos Estudios, las constituyen, FelipePoey y Aloy, nuestro naturalista mayor;los alumnos de José Antonio Saco, elmás importante historiador, sociólogo ypolítico de la primera mitad de dichacenturia; y los de José de la Luz y Ca-

ballero, el filósofo que pensó y creó laescuela cubana de pensamiento. Asi-mismo, de sus aulas salieron hombrescomo Céspedes y Agramonte, comoAguilera y Figueredo. No se podría pa-sar por alto, en la historia constitucionalde Cuba, los nombres de dos abogadosque, recién graduados de la Universidad,redactaron, en 1869, la Constitución deGuáimaro, nuestra primera Constitución:Ignacio Agramonte y AntonioZambrana. Fue tal el efecto de la pre-sencia universitaria en el movimientorevolucionario del 68 que, contra la ins-titución, el gobierno colonial efectuó losdos actos de barbarie cultural másdesproporcionados que se recuerdan ennuestra historia durante ese siglo: la de-cisión de despojar a la Universidad desus facultades para otorgar el gradoacadémico de doctor y el fusilamientode ocho estudiantes de medicina sinque existiesen razones legales para ello;ambos hechos ocurrieron en 1871.

Se ha cuantificado el número de gra-duados universitarios que militó en lasfilas del Ejército Libertador durante laGuerra de Independencia de 1895. Des-tacan en ella numerosos médicos,dentistas y abogados. De igual forma,resulta interesante el intenso movimien-to que en el campo de las ciencias yel pensamiento se estaba produciendoen el entorno de la Universidadhabanera. Es la época de las intensaspolémicas alrededor del positivismo, elpragmatismo, el evolucionismo, elmecanicismo, el librepensamiento, el es-piritismo, el republicanismo, y la sociedadlaica. Es tal el empeño para entrar enun siglo XX, caracterizado por la impron-ta de las ciencias y de las libertades, queCuba, pese a que inaugurará su repú-

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blica atada a los Estados Unidos porel Apéndice Platt (Enmienda Platt),nace republicana, laica e ingenuamen-te liberal.

El primero de enero de 1899 eraarriada la bandera española del Casti-llo del Morro. A pocas cuadras de labahía habanera, en el edificio que ocu-paba la Universidad, eran retirados loscuadros del rey de España, las bande-rolas y banderas ibéricas y se lesuprimía al escudo universitario la co-rona española. Desde entonces, seeliminó del nombre de la institución eltérmino Real y, como consecuencia delproceso de introducción de las ingenie-rías y ampliación del campo de lasciencias, el de Literaria; pasó a llamar-se, simplemente, Universidad de LaHabana. Entre 1899 y 1901, en lasreadecuaciones que se hacen de la es-tructura colonial a la neocolonial, ocupóun lugar de primerísima importancia elproblema de la educación y, en parti-cular el de la única Universidad delpaís. Dos planes sucesivos de estudiosse elaboran, el Plan Lanuza y el PlanVarona. Este último regirá en la insti-tución republicana. Tuvo la importanciade introducir los nuevos estudios de in-genierías, arquitectura y veterinaria, bajola idea martiana, y de Varona, de queCuba necesitaba más científicos que li-teratos. No obstante lo estipulado en losplanes de estudios, en sus dos prime-ras décadas del siglo XX, en laUniversidad se manifestaron serios pro-blemas de corrupciones, incapacidadesprofesorales e indolencias que dañaronel prestigio de miembros de su claus-tro y de la propia institución.

La Universidad de La Habana era,en realidad, la Universidad Nacional.

Única en el país, en ella estudiaban jó-venes provenientes de toda la nación.Ello la convirtió en el lugar de conver-gencia de la juventud estudiosa ypermitió la creación de un espacio dedebate político, social, artístico y teóri-co que, por sus características, incidiríaen todo el país. No eran sólo las aulas;eran las aulas, los pasillos, el Patio delos Laureles, las calles aledañas, lascasas de huéspedes y todo lo que con-formó un entorno en donde fraguó laidea del cambio social necesario pararealizar la Cuba martiana que preten-dían sepultar politiqueros y buscavidas,hombres de gatillo o de cuchillo, de“cuello duro” o de guayabera raída. Fueen la Universidad de La Habana don-de nacieron, al calor de las nuevasideas, la Reforma Universitaria, la Fe-deración Estudiantil Universitaria(FEU), la Universidad Popular JoséMartí y los movimientos revolucionariosque se opondrían tanto a la dictadura deGerardo Machado, como, y más a fon-do, a la atadura neocolonial impuesta porlos Estados Unidos. Del seno de estaUniversidad y durante dicha etapa, na-cerán mártires y héroes, seguidores dela convicción de Mella de que es ne-cesario llevar a cabo una revoluciónsocial para poder efectuar una revolu-ción universitaria.

Complejo es el proceso que se iniciaa partir de 1933. La institución se ha ga-nado un espacio en el mundo político ysocial cubano y hay que contar con suclaustro y estudiantado para las más im-portantes decisiones que atañen al país,pero la institución se desangra, se divi-de, se contradice frente a un nuevopoder que encabeza el jefe del Ejer-cito, Fulgencio Batista. Es intervenida,

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por la fuerza, en más de una ocasión.Una nueva etapa se inicia para el cen-tro en 1940, cuando algunas de susdemandas, en especial la autonomíauniversitaria y un presupuesto propio,son plasmadas constitucionalmente. Asu vez, se crean las bases jurídicaspara el surgimiento, por primera vez, deotras universidades. En 1948 es funda-da la Universidad Católica de SantoTomás de Villanueva y, poco después,las oficiales de Las Villas y Oriente. Losaños de la década del cincuenta se ca-racterizarán por el empeño por crearnuevas universidades como la Masónicay la Protestante, bajo un doble criteriode intenciones diferentes: el de loscírculos de poder, que desean desmem-brar la Universidad de La Habanacomo polo de reunión de la juventud cu-bana y centro formador derevolucionarios, y el del movimiento in-telectual cubano que anhela ampliar losespacios universitarios. No obstante, alinstaurarse la dictadura de FulgencioBatista, en 1952, será la FEU la quedará el primer paso para enfrentarse aesta y la que sostendrá bajo el liderazgode José Antonio Echeverría las bande-ras contra la tiranía.

Las décadas del cuarenta y el cin-cuenta del siglo XX constituyen unos delos momentos de más alta expresión in-telectual de la Universidad de LaHabana. Publica Roberto Agramonte laBiblioteca de Autores Cubanos. La ins-titución alberga en su seno los debates,en algunos casos con fuerte presenciamarxista, nacionalista o de izquierda,que llevan los nombres de Raúl Roa,Jorge Mañach, García Bárcena,Aureliano Sánchez Arango, entre otros;se debate sobre las últimas corrientes

filosóficas, el derecho, el arte y la cul-tura y acerca del arte de la política.Pero es, también, la época en que elgangsterismo irrumpe, violentamente,en la institución. Los nombres de FidelCastro, Alfredo Guevara y, poco des-pués, de José Antonio Echeverría, seránexpresión, en primer lugar, de la luchapor el adecentamiento universitario. Lomás puro de la juventud cubana se en-tregará a esta primera batalla.

En 1959, con el triunfo de la Revolu-ción cubana, se inicia el proceso quellevará, en 1962, a la Reforma Universi-taria, verdadera revolución universitaria.Por primera vez, el centro docente abresus puertas a “los de abajo”, se viste denegro, de mulato, de chino, su estudian-tado es, ahora, un reflejo del tejidosocial cubano. Son creados los sistemasde becas, se ofrecen los libros gratui-tamente y se amplía el campo de losestudios. Quizás uno de los rasgos másnotables de la Universidad revoluciona-ria fue la conversión, con la creaciónde nuevas facultades, escuelas y cen-tros de investigaciones y estudios, de loque era la actividad científica individualy aislada –que tanto prestigio le dio aCuba– en espacios de creación cientí-fica dentro de los cuales colectivos deespecialistas jóvenes y entusiastas, juntoa los consagrados profesores, desarro-llan lo mejor de la inteligencia individualy colectiva del país. Ello ha permitidoadentrarse en áreas novedosas para lasciencias cubanas.

La Universidad de La Habana, enlas últimas décadas, ha sido, también,el Alma Mater de numerosas universi-dades surgidas a partir de sus antiguasfacultades: los institutos superiores deCiencias Médicas, el Pedagógico Enri-

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que José Varona, el José AntonioEcheverría y el de CienciasAgropecuarias, por sólo citar algunos.De su seno, también, han surgido im-portantes centros de investigacionesque hoy prestigian al país.La Revistade la Biblioteca Nacional JoséMartí, próxima a cumplir su primer cen-tenario, no podía, en su laborpermanente de crear y recrear la me-moria científica, cultural e histórica deCuba, dejar de contribuir al conocimien-to de nuestra Universidad de LaHabana en el año del 280 aniversariode su fundación. Para los que a ella

pertenecemos, o para los que algunavez disfrutaron de su savia, de sus es-pacios arbolados, de sus aulasrespetables, toda evocación tiene, irre-mediablemente, algo de nostalgia, y esque allí, y en la memoria, están nues-tros años de inquieta e ingenuajuventud, cuando éramos sueños, amo-res y esperanzas. Por todo lo que ellarepresenta para cada uno de nosotros,y para la nación cubana toda, esperamosverla siempre erguida, rejuvenecida yofreciendo a la juventud, de todo tiem-po presente, sus bellos y nutrientessenos maternos.

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ANIVERSARIOS

La Universidadde La Habana(1728-2008)

Ana Cairo BallesterEnsayista y profesora de la Universidad de

La Habana

El historiador Julio Le Riverend(1912-1998) explicó en La Haba-

na. Espacio y ciudad (1992), por quéya desde el siglo XVII la ciudad tenía unlugar privilegiado en la estrategiageopolítica, las relaciones comercialesy las redes de comunicación marítimadel imperio español en las Américas.No era, como México y Lima, una ca-pital opulenta de virreinatos riquísimos,pero se desarrollaba como la terceraurbe indiscutida dentro del sistema delas colonias hispanas. Por lo mismo, laOrden de Predicadores (dominicos) in-sistía desde finales de dicha centuria enlos trámites para constituir una univer-sidad. A la burocracia de la monarquíay del papado se debe que la bulafundacional fuera dictada en 1728 y quelas primeras clases comenzaran al me-nos cuatro años después. En 1734 seredactaron los Estatutos.

Con el inicio del siglo XVIII había co-menzado el reinado de la Casa de losBorbones en la monarquía española. Suestructura gubernamental favorecía unamentalidad de modernización social que

se irradiaba a las colonias. Por lo mis-mo, la nueva universidad de la Ordende los Dominicos se benefició con elretraso burocrático, porque se instalócon mayores ventajas en una sociedadque comenzaba a entrenarse en las con-cepciones de una teleología de unrápido y permanente progreso econó-mico y del modo de vida.

La Universidad Real yPontificia (1728-1842)

Tuvo la sede en el convento domini-co de San Juan de Letrán (callesMercaderes y Obispo). La instituciónfue esencial para el desarrollo acelera-do de los intelectuales criolloshabaneros y de otras regiones de la co-lonia. Estaba integrada al sistema decorporaciones de las máximas autorida-des políticas. Su importancia comocentro de formación intelectual no de-bería subestimarse en relación con lajusta fama del Seminario de San Car-los y San Ambrosio.

La Universidad Real y Litera-ria (1842-1899)

Se constituyó a partir de la seculari-zación, uno de los proyectos de losilustrados liberales españoles para mo-dernizar la sociedad y el Estadometropolitanos. Su historia posibilita elexamen de las múltiples contradiccio-nes entre las clases y grupos socialesde los criollos, cubanos y españolesdentro de la isla, y de los intereses delos gobiernos liberales y conservadoresen el gobierno monárquico.

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El asociacionismo científico y cultu-ral, las tertulias literarias y artísticas, elsistema de periódicos y revistas adqui-rieron primacía para fundamentar lascalidades renovadoras de los proyectosilustrados. La formación de los gradua-dos era aceptable. Resaltaba labrillantez intelectual de algunos de ellos,la cual se podría admirar en la exce-lencia argumentativa de IgnacioAgramonte y Loynaz en el ejercicio degraduación como abogado.

Numerosos egresados y estudiantes,cubanos afiliados al independentismo,participaron en las revoluciones de1868 y 1895.

En noviembre de 1871, la sociedadhabanera se conmocionó con un hechoque redimensionó los imaginarios encuanto a los estudiantes universitarioscomo grupo social autónomo. El primeraño completo de la carrera de Medici-na fue encarcelado ante la acusaciónde profanar una tumba en el cemente-rio de Espada. El trasfondo político delenfrentamiento bélico entre cubanos yespañoles que se dirimía en las regio-nes centrales y orientales, se evidencióen el acto bárbaro de asesinar por sor-teo a ocho jóvenes. La Punta, el lugardel fusilamiento el 27 de noviembre,quedó incorporado a los escenarios dela memoria universitaria.

José Martí estudiaba el bachilleratoen el Instituto de La Habana, que com-partía sus espacios con la UniversidadReal y Literaria en el convento de SanJuan de Letrán. En noviembre de 1871ya era un independentista desterrado enMadrid. Al año siguiente, ayudó a pre-parar el folleto Los voluntarios de LaHabana en el acontecimiento de losestudiantes de medicina, por uno de

ellos condenado a seis años de pre-sidio (1872), en el que testimonió suamigo Fermín Valdés Domínguez, unode los presos, y se divulgó la carta-de-nuncia del padre español de AlonsoÁlvarez de la Campa, uno de los ase-sinados.

Martí aportó “A mis hermanos muer-tos el 27 de noviembre”, poema con elque ayudó a fijar la especificidad sim-bólica de los estudiantes como mártiresde un grupo social autónomo. En laspáginas de la novela Lucía Jérez(1885), completaría su aporte: “Los es-tudiantes fueron en masa a honrar a losmuertos. Los estudiantes que son elbaluarte de la libertad, y su ejército másfirme. Las universidades parecen inúti-les, pero de allí salen los mártires y losapóstoles”.

La Universidad de La Habana

La ocupación estadounidense(enero de 1899-mayo de 1902)

El centro educacional se reestructu-ró y surgió la Universidad de LaHabana. El político y filósofo EnriqueJosé Varona (1849-1933) defendía unainstrucción laica, científica y desarrollista,que asociaba a las necesidades de apo-yar un capitalismo nacionalista ymoderno, preferiblemente no depen-diente de las empresas y bancosestadounidenses. Con esos principiosdiseñó el primer sistema público de edu-cación, que involucraba tres nivelesdesde la primaria hasta la Universidad.

Con el Plan Varona se organizaroncarreras como Pedagogía, las ingenie-rías y la Odontología; se construyeronalgunos laboratorios; se reafirmaronlas premisas de la libertad de cátedra

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y se abrieron muy pocas (como las dePsicología, Sociología o las de literatu-ras europeas específicas).

La falta de dinero para implementar loproyectado determinaría la paralización dedicho plan, el cual con simpatizantes yenemigos sería el gran referente para lasotras reformas en el siglo XX.

Contra Zayas, Machado, Batis-ta, Grau, Prío y de nuevo Batista:1903-1958

En 1903, la Universidad se trasladóa la loma de Aróstegui en el Vedado.Esto ayudó al crecimiento del barrio ycontribuyó a su perfil identitario. Con laconstrucción de los edificios en la Co-lina y los alrededores durante seisdécadas podría ilustrarse la modernidadarquitectónica.

La Escalinata, centrada con la escul-tura del Alma Mater, se inauguró comoentrada principal en febrero de 1928,con motivo de la Sexta Conferencia Pa-namericana. A partir de la granmanifestación estudiantil (30 de sep-tiembre de 1930), se convierte en unsímbolo de la rebeldía ciudadana, enuno de los íconos internacionales de laciudad, quizás con una historicidademocional para la mayoría de loshabaneros y de los cubanos, sólo com-parable al Malecón.

En 1918, los movimientos de refor-ma universitaria y de protestas socialesen América Latina comenzaron por laUniversidad de Córdoba, Argentina. Susecos en Cuba podrían rastrearse des-de 1920. En 1921, los estudiantes enrebeldía impidieron que se le otorgaraun doctorado Honoris Causa a EnochCrowder, diplomático yanqui con méto-dos políticos siempre ingerencistas.

La Federación Estudiantil Universi-taria (FEU) fue fundada el 20 dediciembre de 1922 y ya en enero sedesencadenó el movimiento de reformauniversitaria, en el que convergieron losintereses estudiantiles y los de algunosprofesores partidarios de una moderni-zación docente y de la autonomía.Varona presidía las reuniones.

Asimismo, se fomentó la prácticadeportiva en los equipos universitariosy se recogían fondos para construir unestadio.

Julio Antonio Mella, primer símbolode la rebeldía estudiantil y de los jóve-nes como sector político y socialdiferenciado:

· Impulsó las alianzas con otros gru-pos políticos y sociales para cambiar laUniversidad, como parte de una trans-formación social programada.

· Preparó el Primer Congreso Na-cional de Estudiantes (octubre de 1923),en el cual se aprobó la importantísimadeclaración de “Los deberes y dere-chos del estudiante”.

· Promovió la articulación de los dife-rentes tipos de estudiantado para darle lafuerza unitaria de un sector político y so-cial autónomo, con demandas específicasy una praxis singularizada tanto en lospartidos y las organizaciones políticas ysociales, como en el asociacionismo den-tro de los centros docentes.

· Estimuló la proyección internacionalde los estudiantes cubanos en solidari-dad con los latinoamericanos y europeos.

· Privilegió la educación popular soli-daria, basada en la alianza respetuosa delas tradiciones y los estatutos de las or-ganizaciones obreras, sociales, y de otrosgrupos de intelectuales. La UniversidadPopular José Martí (1923-1927, 1933)

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se organizó a partir de un acuerdo es-tratégico en dos niveles: en el primero,los conocimientos básicos (las priorida-des de una alfabetización); en elsegundo, el diseño de asignaturas va-riadas para atender a las necesidadessectoriales, o a demandas particularesy colectivas de los alumnos obreros.

· Hizo suyo el lema del profesor ar-gentino José Ingenieros: “Todo tiempofuturo tiene que ser mejor”, que seconvirtió en un ideologema del movi-miento revolucionario juvenil hastadespués de 1959.

· Reactualizó el pensamiento y lapraxis de José Martí en tres direcciones:el latinoamericanismo antimperialista, lasalianzas intersectoriales sin exclusionesy la educación popular para la libertady la autoemancipación.

Fue asesinado el 10 de enero de1929, y el 27 de noviembre circuló unmanifiesto, en donde se hermanaban losocho estudiantes de Medicina con él.Se ideaba así la galería de los mártires.

La insurgencia estudiantil fueradicalizada ante la comprensión deque la Universidad y los otros centrosdocentes solían tener los mismos pro-blemas que el conjunto de la vida social.La rebeldía se caracterizaba por serenemiga de la corrupción administrati-va generalizada del gobierno de AlfredoZayas (1921-1925) y de la satrapíafascistoide de Gerardo Machado(1925-1933), quien llegó a militarizar laUniversidad, los Institutos de SegundaEnseñanza y las Escuelas Normales.

Agosto de 1933-diciembre de1958

Después del fin de la tiranía de Ma-chado, se concedió la autonomía y se

logró la matrícula gratis en algunascarreras universitarias (lo que ayudó acambiar la composición clasista en al-gunas facultades). Asimismo, fueestructurada la Dirección de ExtensiónUniversitaria para promover las publi-caciones, la docencia extracurricularde saberes nuevos (cursos deposgrado, escuelas de verano), el can-je, las relaciones internacionales, lasexposiciones de artes plásticas, losconciertos, etcétera. Además se intro-dujo la apreciación cinematográfica yfue creada una filmoteca. De igual for-ma, tuvo en su haber la organizacióndel Teatro Universitario y de los semi-narios sobre actuación.

El claustro se renovaba paulatina-mente. Graduados con historial políticoantimachadista y antibatistiano, y en losmovimientos de reforma accedieron alas cátedras. También dominaban en loscolegios de profesionales.

Todos los partidos y organizaciones po-líticas y sociales tenían una representación

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pública entre los estudiantes y profeso-res.

La Universidad era consideradacomo un símbolo de la rebeldía nacio-nal, bastión del enfrentamiento al golpede Estado del coronel Fulgencio Batis-ta. Después del fracaso de la huelga demarzo de 1935, el alto centro docentepermaneció cerrado hasta 1936.

Al año siguiente, era reanudado elprograma de modernizaciones connuevos Estatutos, en donde se valida-ba la autonomía y se reconocía laFEU, sin aceptarse el cogobierno. Conlos escasos recursos se abrieron algu-nas cátedras y comenzaron aimpulsarse modestamente las investi-gaciones, como las asociadas alprofesor Pedro Kourí sobre enferme-dades tropicales. También fueplaneada una remodelación del hospi-tal Calixto García, el cual brindabaasistencia pública a los pobres.

La Universidad fue incluida dentro dela agenda de la negociación política delos partidos y organizaciones que acor-daron la Convención Constituyente de1940. Probablemente, haya sido una delas pocas instituciones en el mundo, cuyoderecho al libre funcionamiento y a losrecursos económicos quedaban resguar-dados por un artículo en la ley de leyes.

El 10 de octubre de 1944, el catedrá-tico de la Escuela de Medicina, RamónGrau San Martín asumió la Presiden-cia de la República. En los díassiguientes, el Consejo Universitario lesolicitó recursos para acelerar la mo-dernización. A los pocos meses secomprobó que el gobernante en vez deayudar a su institución, le quitabafinanciamiento. Las denuncias sobre lacorrupción generalizada del grausato

tuvo en la Universidad uno de sus bas-tiones. Lo mismo sucedió con elgobierno de Carlos Prío, un ex dirigen-te estudiantil antimachadista.

Con el golpe de Estado del 10 demarzo de 1952, Batista regresaba alpoder. Como era un enemigo conocido,ese mismo día, la Universidad se trans-formó en uno de los espacios simbólicosde la resistencia. Quedaban aplazadosasí los proyectos de modernización. Porel contrario, la institución tuvo que pre-pararse para una compleja batalla porla sobrevivencia.

Los sicarios violaban la autonomía ydestruían o robaban bienes. Le quitabanrecursos financieros. En diciembre de1958 estaban aceptadas más de veintepropuestas para crear centros universi-tarios privados y públicos, algunos de loscuales recibirían los fondos que consti-tucionalmente eran de la Universidad, laque se pensaba entregar a un patronatopara acelerar su desintegración.

A finales de 1953, el Consejo Uni-versitario autorizó el envío de un lote depublicaciones para construir una biblio-teca en el Presidio Modelo de Isla dePinos. De este modo, se ejecutaba ungesto de solidaridad con los asaltantes alcuartel Moncada que estaban encarce-lados y deseaban estudiar. La comunidaduniversitaria participó en las accionespro amnistía de esos revolucionarios.

El 3 de diciembre de 1956, el Con-sejo Universitario declaró la suspensiónindefinida de las clases, que se mantu-vo hasta enero de 1959.

La Universidad formaba parte delplan de acciones de los sucesos del 13de marzo de 1957: ocupación de RadioReloj y asalto al Palacio Presidencialpor los combatientes del Directorio Re-

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volucionario. José Antonio Echeverría,presidente de la FEU y secretario ge-neral del Directorio, fue asesinado enlas inmediaciones de la Universidad esedía. Él es uno de los símbolos naciona-les de la rebeldía estudiantil.

Enero de 1959-septiembre de1976

El 6 de enero de 1959, la única ins-titución pública habanera con prestigiohistórico y político reconocido era laUniversidad de La Habana. Por lo mis-mo, en la rectoría se hizo la toma deposesión del Presidente de la Repúbli-ca y de los miembros del Consejo deMinistros del Gobierno Revolucionarioy en la Escalinata fueron presentadosa la población.

El Gobierno Revolucionario, de in-mediato, ratificó las obligacionesfinancieras y de respeto a la autonomíaque dimanaban de la Constitución del40 y agradeció la contribución heroicade la comunidad universitaria a la liqui-dación de la dictadura batistiana.

La institución se readaptaba a lasnuevas problemáticas revolucionariasreconfigurándose como un ágora de in-tensas discusiones políticas y como unlaboratorio de experiencias socialespara todas las tendencias.

El 11 de mayo de 1959 fue inaugu-rado el curso académico. Fidel Castro,Primer Ministro del Gobierno Revolu-cionario, su graduado más famoso enel siglo XX, pronunciaba un discurso.

Enseguida comenzó a realizarse ladepuración de los cómplices delbatistato.

Se constituyeron las comisiones porfacultades (cifra paritaria de profeso-res y estudiantes) para la reforma de

la institución; asimismo fueronimplementadas, de inmediato, algunasde las tesis mayoritariamente acepta-das en cuanto a la reforma general.

Numerosos profesores, interesadospor estos temas desde sus años estu-diantiles, fueron convocados. Sehicieron talleres y ciclos de conferen-cias. Se republicaron textos. Seelaboró un documento con las basesmetodológicas y el Gobierno Revolu-cionario fue invitado a designar susrepresentantes para la discusión. Tam-bién se coordinaba con las comisionesde reforma en las Universidades deOriente y Central de Las Villas.

La nacionalización de la enseñanza(mayo de 1961) replanteó la estrategiade la reforma; a partir, de entonces, secomenzaron a diseñar las variantespara el tránsito hacia una Universidadde naturaleza socialista.

El 10 de enero de 1962, en homenajea Mella, se promulgó la Ley de Refor-ma Universitaria, documento jurídicoque validaba todos los cambios para elformato de la institución socialista.

Entre 1962 y 1976 fueron creadasnuevas facultades que agruparon las es-cuelas. El centro se regía por losacuerdos del Consejo Nacional deUniversidades y después por las re-soluciones de un viceministerio delMinisterio de Educación (MINED).

La docencia y la investigación espe-cializada recibieron un apoyoeconómico sin precedentes en la histo-ria de Cuba.

Asimismo, la Facultad Obrero-Cam-pesina Julio Antonio Mella fueconformada como el primer paso de unsistema de preparación docente alterna-tiva para el ingreso de los trabajadores.

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También se promulgó la Resolución Nº258 para amparar los derechos de di-chos trabajadores estudiantes.

La Universidad era, y es, un labora-torio de experiencias políticas,científicas, culturales y sociales de lanación, siempre en interacción con lamáxima dirección del Gobierno Revo-lucionario. Por ello se estableció unservicio social para los graduados y fue-ron estructurados grupos investigativossobre la economía cubana y los proble-mas demográficos, así como lostrabajos de investigación política y so-cial en Oriente, Las Villas, Pinar del Ríoy en barrios habaneros.

En esa época comenzaron a apare-cer revistas especializadas comoPensamiento Crítico y Economía yDesarrollo y fue iniciado el plan de lasEdiciones R para actualizar con losmejores libros por disciplinas, la docen-cia. También se ayudó a la creación delInstituto Cubano del Libro y a sus edi-toriales, y se colaboró con el MINEDen los libros de textos.

Se articuló la docencia-asistencia-in-vestigación en las ciencias médicas yfue constituido el Instituto de CienciasBásicas y Preclínicas Victoria de Girón.

Igualmente, fueron fundados el Cen-tro Nacional de InvestigacionesCientíficas (CENIC), el Instituto deCiencia Animal (ICA), la estación ex-perimental Indio Hatuey, y el JardínBotánico de La Habana.

En el censo de población de 1970, laUniversidad laboró arduamente.

Comenzaron a organizarse las sedesuniversitarias en Matanzas, Pinar delRío e Isla de Pinos; un grupo de profe-sores viajó semanalmente a Camagüeypara ayudar en la impartición de asig-

naturas, durante la primera fase de laUniversidad Julio Antonio Mella, queallí se instauró.

Se implementó el adiestramiento la-boral sistemático para los estudiantes,lo cual multiplicó su eficiencia comoprofesionales.

A partir de 1972 se crearon los cur-sos para trabajadores, primera fase dela estrategia de universalización de laeducación superior. Hasta el períodoespecial, se daban clases de ocho de lamañana a once de la noche, de lunes aviernes y los sábados funcionaban otrasvariantes.

Con la creación del Ministerio de laEducación Superior (MES) se inicióla época actual de la Universidad deLa Habana.

A partir de sus facultades y sedes seconstituyeron nuevos centros:

Facultad de Ciencias Médicas —Instituto Superior de Ciencias Médicasde La Habana

Instituto Pedagógico Enrique JoséVarona — Instituto Superior Pedagógi-co Enrique José Varona

Facultad de Tecnología — InstitutoSuperior Politécnico José AntonioEcheverría

Universidad de Matanzas CamiloCienfuegos y de Pinar del Río Herma-nos Saíz.

Facultad de Ciencias Agropecuarias— Instituto Superior de Ciencia Agrí-cola de La Habana (hoy UniversidadAgraria de La Habana)

La Universidad también ayudó aldesarrollo del Instituto Superior deArte (1977).

Durante esta etapa también seindependizaron el CENIC, el Centro deSanidad Animal, el Instituto de Cien-

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cia Agrícola y el Instituto de CienciaAnimal.

Después de 1976La Universidad quedó integrada a

una nueva red muy desigual, en cuan-to a tradiciones y experienciashistóricas, de centros docentes subor-dinados al MES. Era una institución conmenos alumnos y más pequeña, porquehabían desaparecido las escuelas; sehabían eliminado disciplinas; y se habíanfusionado áreas en menos facultades.Alrededor de un quinquenio después,dicha tendencia fue modificada: Denuevo, comenzó a crecerse en áreas ynúmero de estudiantes, profesores,técnicos y obreros. Con lentitud y per-sistencia, se fue regresando al estilo dedesarrollo asimétrico, cualitativamentediferenciado, previo al cambio de estruc-tura de 1976.

El claustro ha sido decisivo en la ins-tauración del sistema nacional de losdoctorados, y varios tribunales naciona-les radican en sus facultades.

Septiembre de 1989 suele considerar-se como la fecha en que la sociedad

cubana entró abruptamente en el llama-do “período especial”, la más gravecrisis económica del siglo XX. Todo fal-taba en las facultades y centros deinvestigaciones, pero la comunidad uni-versitaria movilizó las alternativas decreatividad atesoradas por más de 250años y pudo seguir cumpliendo con dig-nidad sus funciones cotidianas.

La épica del “período especial” uni-versitario puede afirmarse que ha sidocasi tan heroica como la década del cin-cuenta, aunque todavía no se harecogido en libros, o productos audiovi-suales.

La comunidad profesoral, técnica,obrera y estudiantil de la Universidadcelebra sus 280 años con la dignidad deque en su praxis cotidiana sigue vali-dando, por sus aportes sociales, losméritos históricos que avalaron el otor-gamiento de la Orden Félix Varela, lamás alta distinción establecida por laRepública de Cuba para las personali-dades e instituciones que hayanrealizado aportes trascendentes a la cul-tura cubana.

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Razones de una crisisA inicios de la quinta década del si-

glo XIX, la Universidad de San Gerónimode La Habana fue secularizada. Comoresultado, los dominicos perdieron elcontrol sobre el gobierno del plantel, quepasó a manos del Estado colonial, yello se concretó –además de en unnuevo plan de estudios– en el nombra-miento por las autoridades de la máximadirección universitaria. Rector, secreta-rio e incluso catedráticos, nombrados deese modo, devinieron simplemente enfuncionarios estatales. Este momento,clave en la historia de nuestra primeracasa de estudios superiores por susefectos, ha sido objeto de atención enmás de una ocasión.1 Tampoco ha pa-sado inadvertida la severa crítica de losilustrados criollos de la época, susten-tada en el atraso de los planes deestudio y en el predominio de la esco-lástica en las aulas universitarias, unidasal rechazo al dominio ejercido en ellaspor los padres predicadores.

En este trabajo se pretende abordarla cuestión desde un ángulo algo dife-rente, analizando algunas de lasmanifestaciones internas de la profun-da crisis en la que se encontrabasumida la Universidad desde finales del

siglo XVIII. En definitiva, la crítica ilus-trada sólo reflejaba esta crisis a nivelde las élites interesadas en el cambiodel modelo educativo, integrada a lasbruscas transformaciones generadas anivel socioeconómico por la irrupciónplantadora de esa época. Lo hacía, ade-más, en los espacios privilegiados desdelos cuales se proyectó por entonces elideal ilustrado-esclavista cubano: la So-ciedad Patriótica de La Habana, elPapel Periódico de la Havana y elSeminario de San Carlos y SanAmbrosio. A lo que se ha prestado me-nos interés es a las expresionesconcretas –cotidianas podría ser el tér-mino– de la crisis que afectaron lasrelaciones de la institución con su en-torno social.

En primer lugar, debe señalarse queno es posible entender la situación dela Universidad fuera de su vínculo conel convento de San Juan de Letrán, delos dominicos de La Habana, y del pa-pel de la institución como parte delsistema de relaciones de la orden conla sociedad colonial. El análisis de estecomplejo sistema ha sido realizado conanterioridad,2 por lo tanto me limitaréa señalar que sus componentes erancuatro: el capital relacional generado

Perfiles de una crisis.La Universidad de La Habanaa comienzos del siglo XIX

Edelberto Leiva LajaraProfesor de la Universidad de La Habana

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en lo fundamental por los vínculos fa-miliares –si bien también de amistad,dependencia, etcétera–; el usufructo delcapital religioso; el complicado entra-mado de la economía conventual y, porúltimo, pero no por ello menos impor-tante, el control sobre el único centrode educación superior en la isla, crea-do y dirigido por los frailes.

Aunque formalmente la Universidadde San Gerónimo era independiente delas autoridades conventuales y provin-ciales, estas mantuvieron una constantesupervisión de su actividad e incidían enla toma de todas las decisiones de im-portancia. Al mismo tiempo, el centrogeneraba un subsistema de relacionesdeudor de su propia función social y, porlo mismo, inaccesible a la comunidad dereligiosos a no ser por intermedio del con-trol efectivo sobre el gobiernouniversitario. La clave para la com-prensión de este fenómeno se halla enla definición de la Universidad comocorporación, y por tanto como porta-dora de un conjunto de privilegiosusufructuado por sus graduados y queconformaban el llamado fuero univer-sitario.3 A través de la red de relacionesy dependencias que tendía la corpora-ción hacia la sociedad colonial, elpotencial de la orden para influir sobresus distintos componentes se multiplicóa lo largo del siglo XVIII.

De este modo, la naturaleza de la cri-sis universitaria que nos ocupa se tornaaprehensible no sólo a partir de los nue-vos requerimientos de su entornosocioeconómico y cultural, sino comoparte de la crisis de todo el sistema derelaciones de los dominicos, que es pordemás el de todas las órdenes estable-cidas en Cuba. Prueba, en este caso en

lo relativo a su prestigio en la esferaeducativa, el deterioro general delestatus de la comunidad. La Universi-dad, como parte del sistema, no pudoreformarse a sí misma en la medidaque cambiaba la sociedad que la creó.

En cierto modo, lo esencial en la agu-da crisis de la primera mitad del sigloXIX es que el espíritu corporativo de laUniversidad la encierra en sí misma.Sus estructuras anquilosadas y su sis-tema de privilegios y simbolismos dematriz escolástica la privan de la posibi-lidad de adaptarse a los requerimientosde una sociedad que se concibe –en losproyectos de sus élites económicas, so-ciales e intelectuales– en un aceleradoproceso de modernización, de “puestaal día” con los modelos socioeco-nómicos, políticos y culturalesparadigmáticos de la época.

Esto es paradójico en una sociedadque lo enrumba a partir de la explota-ción intensiva y calculada del trabajoesclavo, y de la subordinación políticaa una metrópoli por definiciónantimoderna, pero ello no cambia laesencia del dilema que enfrenta la Uni-versidad como parte del sistema derelaciones de la orden dominica. Se tra-ta, sobre todo, de un proceso deenajenación en el cual se diluye la fun-ción representativa del alto centrodocente en relación con los interesesgrupales, sectoriales y, en definitiva, cla-sistas, que definían su base social.

La tragedia de San Gerónimo es quelo experimenta doblemente: como refle-jo del proceso que afecta de maneraintegral a la orden, y como entidad máso menos independiente de ella. En am-bas direcciones la crisis se entronizaporque todos los intentos de reforma

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de la universidad fracasan. SalvadorLarrúa ha hecho énfasis en la respon-sabilidad del Estado colonial, que deforma obstinada se opuso a las refor-mas,4 pero olvida la oposición quesiempre hizo la comunidad a la cesión,así fuera de una ínfima parte, de los pri-vilegios que ostentaba en la casa deestudios. Y lo cierto es que para los sec-tores vinculados a los proyectos dereforma, la liquidación del control queestos ejercían sobre la Universidad lle-gó a entenderse como condiciónpreliminar para la modernización de lainstitución. Por ello, en marzo de 1842,luego de la supresión de la mayor par-te de los conventos de la isla y cuandotodavía los religiosos se mantenían enSan Juan de Letrán, un crítico de la me-dida aseguraba: “[...] si algún conventodebió cerrarse es Santo Domingo, yprecisamente porque tiene dentro laUniversidad que explotan los frailes asu placer, y en la cual no sólo es preci-so ser fraile para obtener los empleosde rector, vicerrector, secretario y vice-secretario, sino que se estudia lafilosofía aristotélica y las leyes por lospeores textos, lo cual no podráremediarse, mientras lo gobiernen losfrailes”.5

En la segunda mitad del siglo XVIII, lacomunidad, relacionada con la oligar-quía habanera por lazos de familia y poridentidad de intereses, fue capaz de ge-nerar intentos de cambios que, bienencontraron oposición dentro de la or-den, bien fueron frenados por lasnegativas emanadas de Madrid. Perohay un punto de inflexión, a finales dedicha centuria, cuando se agotaba esepotencial interno y comenzaron los inten-tos por reformar la Universidad desde

afuera, lo cual es un resultado, por unaparte, del consenso acerca de la inca-pacidad de la orden para lograr algo enesa dirección por ella misma y, por otra,de la superación por muchos de suspropios graduados de la idea de la Uni-versidad como un organismo cerrado–corporativo–, cuya esencia está en con-servar su tradición de fueros y privilegios.Por tanto, puede ser transformado des-de el exterior.

Que la Universidad pierde el apoyode los sectores oligárquicos y de laintelectualidad a ellos vinculada lo de-muestra la pérdida de posiciones conrespecto al Seminario de San Carlos ySan Ambrosio, convertido por el obis-po Espada en un centro capaz deasumir las necesidades de renovaciónintelectual del momento e, incluso, decreación de espacios de discusión polí-tica en los períodos constitucionales.6

Entre 1800 y 1842, fueron otorgadospor la Universidad 642 grados mayoresde licenciado y doctor. Sin diferenciarunos de unos, pues en realidad con fre-cuencia un mismo ejercicio servía parael otorgamiento de ambos grados, 98fueron en Filosofía, igual número enMedicina, 304 en Derecho Civil, 59 enDerecho Canónico y 83 en Teología.7

Sin embargo, este es un indicador en-gañoso, porque entre la universidad deSan Gerónimo y el Seminario de SanCarlos existía una relación sui generisen cuanto a la concesión de grados serefiere. Al ser el plantel dominico la úni-ca institución facultada para laconcesión de los grados de bachiller, li-cenciado y doctor, resultaba obligadopara los educandos del Seminario rea-lizar los trámites, aunque los estudioslos realizaran en él, como llegó a ser

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en la mayor parte de los casos. Inclu-so, se había logrado que los aspirantesprovenientes de San Carlos no tuvieranque cursar en la Universidad las asigna-turas Texto del Filósofo ni Maestro deSentencias, para graduarse de las Facul-tades de Filosofía y Teología, materiasde larga tradición en la orden de SantoDomingo.8

Como resultado, en 1826 el Semina-rio tenía más de 500 alumnos, entre loscuales los de Jurisprudencia y Filoso-fía sumaban 430. Esto explica que laUniversidad estuviera “casi desierta,excepto en la clase de Medicina”, por-que el Seminario preparaba a losestudiantes en las materias necesariaspara la obtención de los grados en De-recho Civil, Canónico y Filosofía.9 Lasrelaciones entre ambos planteles fueronsiempre tensas y estuvieron plagadasde acusaciones. La Universidad se que-jó en repetidas ocasiones de la carenciade recursos y del incumplimiento decompromisos contraídos por las autori-dades para la dotación de las cátedras,mientras el Seminario contaba con in-gresos que se consideraban superioresa sus necesidades.10

Aunque la matrícula en San Car-los estaba condicionada por unacertificación de la Universidad quegarantizaba que el estudiante habíaaprobado exámenes de latín, con fre-cuencia el nivel de conocimientosreales era bajo, por lo que se multi-plicaban las quejas al respecto. ElSeminario llegó a acusar a los profe-sores de San Gerónimo no sólo deincapacidad, sino de corrupción. Unode estos casos es el de una carta de30 de julio de 1831, en la que se afir-ma que la Universidad

[...] no examina a nadie y con cer-tificaciones falsas y compradas condinero de algunos de los maestrosde latinidad de otros establecimien-tos, se dan por contentos de laaptitud del individuo y nos están en-viando una porción de jóvenesignorantes en la lengua latina [...].[..........]Si el Colegio los rechazara, se cree-ría que había una enemiga con laUniversidad, o que se desairaba sujuicio. Y como en el Colegio no haymatrícula, ni se confieren grados, nose puede tomar la medida obvia dereexaminar al que pretende entraren sus estudios.[..........][…] La raíz del mal está en la Uni-versidad; ella nos remite a todos losestudiantes, ella matricula exclusiva-mente, ella no examina, ella permiteque suban los jóvenes per-saltum, deunas clases a otras [...].11

La disputa entre las instituciones eraaguda, y no es por tanto recomendabledar por sentado que las afirmacionesdel documento correspondieran exacta-mente con la realidad, pero seenmarcan dentro de la fórmula más co-mún en la época para plantear lanecesidad de reformar la Universidad.Desde este ángulo, lo que se plantea concarácter perentorio en la época es la re-forma del gobierno de dicho centro,entendida como la liquidación de los pri-vilegios de la orden de Santo Domingo.

El gobierno universitario: delcuestionamiento a la seculari-zación

A finales del siglo XVIII este viejo pro-blema no se retoma todavía de manera

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explícita, limitándose a señalar la nece-sidad de modificar los estudios a partirde la crítica de la escolástica. En estadirección, la actitud de José AgustínCaballero y Tomás Romay evidencia laopinión de la élite ilustrada criolla acer-ca de las concepciones vigentes en laUniversidad dominica. En ambos casosse ataca la falta de libertad en la cáte-dra y el predominio indiscutido de laescolástica, que limita la iniciativa de losmaestros.12 Esta posición ha sido valo-rada casi siempre en función de losanálisis sobre la denominada ilustracióncriolla, es decir, de modo positivo, paraconocer cómo pensaban los ilustradosde la época. Tiene, sin embargo, unmarcado sentido negativo: no seexplicita cómo llevar a cabo el cambio,porque ambos están convencidos de queno es posible hacerlo. Por ello se hacíaénfasis en que la culpa no era de los pro-fesores. Si así fuera, la solución, almenos teóricamente, no hubiera repre-sentado grandes problemas, pero lacrítica se realizaba contra la institucióny contra quienes la controlaban y dirigían.En ninguno de los dos había en realidaduna propuesta alternativa de plan de es-tudios para la Universidad, a no ser enlos principios generales, porque lo prime-ro hubiera sido transformar la condicióninstitucional del centro, y eso no era po-sible bajo el antiguo régimen –que tienesu fundamento, en buena medida, en lapreservación de los derechos corporati-vos tradicionales–, a no ser que laintención partiera de la propia corte.

Esto último fue lo que ocurrió en1825 cuando Francisco de Arango yParreño fue nombrado Comisario delRey para la reforma de la Universidad.Aunque la intención de la corona era

en particular la eliminación de los efec-tos sobre los centros de enseñanza delperíodo de gobierno liberal de 1820-1823, Arango realmente intentó sentarlas bases de un nuevo gobierno univer-sitario, eliminando algunos de susprincipales vicios en cuanto a provisióny servicio de las cátedras y preocupán-dose, sobre todo, por la cuestiónfinanciera, con la solicitud de presu-puestos de gastos de bibliotecas,sueldos e imprentas y la creación deuna Junta de Hacienda, bajo la direc-ción del rector, que actuaba encoordinación con el claustro general.Era, en resumen, una especie de órga-no consultivo, propuesta que en ciertomodo resultaba renovadora, pues impli-caba al claustro en la responsabilidaddel gobierno. Propuso aumentos de loshaberes de los catedráticos y realizarun riguroso concurso de oposición paracubrir sus cátedras.13 La reforma no sellevó a cabo, lo que reforzó la decaden-cia universitaria.

La otra vertiente relacionada con lainsatisfacción por el monopolio domini-co sobre la Universidad fue la de losintentos directos por separarlos del go-bierno del plantel, que reaparecen sobreuna base diferente a la de los primerosaños de existencia de San Gerónimo. Sien aquel momento expresaban fisurascoyunturales con la oligarquíahabanera, debidas a las flagrantes irre-gularidades con las cuales los frailesasumieron el gobierno de la institución,en las primeras décadas del siglo XIX yason el resultado de una intención decambio radical en el modelo universi-tario vigente, que necesariamente, comose ha dicho, pasaba por la liquidaciónde los privilegios dominicos.

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En las veleidosas circunstancias enque se desenvuelve la relación colonia-metrópoli en esa época, los períodosconstitucionales fueron los momentosde reactivación de las tentativas detransformación, estimuladas por la po-lítica en detrimento del poder y lainfluencia de la Iglesia, y en particulardel clero regular. Las confrontacionesen este terreno reflejan no sólo esta si-tuación, sino las complejidades de lasposiciones políticas que se conforma-ban en el país y que se dirimían entodos los espacios posibles. Uno deellos era la Universidad, y las eleccio-nes para el cargo de rector fueroncomo norma los momentos más propi-cios para maniobrar al respecto.

El 7 de septiembre de 1813 se cele-braron las elecciones correspondientespara el puesto de rector, a las que fue-ron promovidos tres candidatos: losdominicos fray Manuel de Quesada yfray Ambrosio Pérez y el doctor JoséMaría Reyna, canónigo de la catedralhabanera. Esta última candidatura erairregular de acuerdo a los Estatutos,que reservaba el rectorado para los do-minicos, pero los promotores alegaronque la Constitución de 1812 privaba alos religiosos de derechos ciudadanos.14

Aunque no existen pruebas documen-tales, resulta difícil no ver tras esteepisodio un intento del obispo Espadapor introducir en el gobierno universi-tario una figura cercana, según todoslos indicios, a sus concepciones libera-les y educacionales.15 La elección deQuesada, por mayoría de doce votos deveinticuatro posibles,16 fue impugnaday se decidió llevarla a la DiputaciónProvincial como violatoria de la Cons-titución. Lo más interesante en este

caso es que una mayoría de trece, simi-lar a la que había elegido al dominico, semanifestó a favor de la consulta. Endefinitiva, el Capitán General conside-ró válida la elección, sobre la base deque la jurisdicción ejercida era pura-mente académica. En la toma deposesión, que se hizo efectiva el 13 deseptiembre, se originaron nuevas pro-testas, con el abandono de la sesiónpor parte de cuatro doctores. Este fue,sin embargo, el último acto dirigidocontra la Universidad dominica en elperíodo que termina con la restaura-ción absolutista, por la que el claustrouniversitario manifestó su satisfacciónen julio de 1814.17

Mucho más compleja resultó la situa-ción durante el Trienio Liberal, cuandolos intereses clasistas, sectoriales y denacionalidad pugnaron con violencia en-tre sí en la sociedad colonial alcanzandoen la Universidad cotas muy agudas. Enel plantel se juró la Constitución el 18 deabril de 1820, y desde ese momento co-menzó el reagrupamiento en busca delcontrol del rectorado, como frayRemigio Cernadas advirtió de antema-no a las autoridades en previsión deposibles situaciones de conflicto.18 Losmatices políticos que caracterizan estanueva etapa de enfrentamientos mar-can una diferencia cualitativa con todolo ocurrido, incluyendo los hechos de1813, en los que el referente constitu-cional se maneja instrumentalmente, entanto respalda la oposición a los frailes.

Lo anterior quedó demostrado en elclaustro del 7 de septiembre de 1820,en la protesta contra la elección comorector del dominico Antonio Pérez deGuzmán, quien tuvo de nuevo comocontrincante al canónigo José María

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Reyna. Según la narración de PedroAntonio de Ayala, el protagonismo enestos hechos corrió a cargo dePrudencio Hechavarría y O´Gaban eIndalecio Santos Suárez, los cuales acu-saron a los partidarios de Pérez deGuzmán de “rutineros, serviles yanticonstitucionales”.19 Los interesestras O´Gaban y Santos Suárez no pue-den asociarse sólo al grupo intelectual detendencias liberales y modernizadoras,en tanto ambos se relacionan tambiéncon los intereses esclavistas.20

La toma de posesión del dominicofue suspendida mientras se analizaronlos hechos en la Diputación Provincial.En esta oportunidad, el oidor Juan Ig-nacio Rendón, que debía rendir elinforme ante este órgano, se manifes-tó en contra de cualquier privilegiocomo contrario a la letra y el espíritude la Constitución y recomendaba re-petir las elecciones, “con la libertad quecorresponde a nuestros principios”.Rendón no proponía la exclusión de losdominicos del nuevo ejercicio, pero laDiputación se atuvo al criterio de San-tos Suárez de que “la remoción de todaslas trabas” incluía la invalidación de losreligiosos como candidatos, y así lo de-cidió tras anular las elecciones. Larelación entre Rendón y Santos Suárezinclina a pensar en una maniobra en laque, de acuerdo mutuo, dirigieron la es-cena en esta sesión.21

Las reclamaciones de los dominicosdieron como resultado una dilación enla nueva convocatoria a elecciones.Fray Remigio Cernadas, tal vez el reli-gioso de la orden de más sólido prestigioen la primera mitad del siglo XIX, ocupóinterinamente el rectorado mientras sedaba curso a la reclamación. Una de

las cartas que en esa etapa dirigió algobernador Nicolás Mahy y Romomuestra con nitidez los únicos argu-mentos aún al alcance del conventopara defender sus posiciones en la Uni-versidad: “Lo único que reclamamoshoy –escribía– es el modo violento e in-decoroso con que se nos quiere echarde un establecimiento cuya fundaciónse debe exclusivamente al Conventode Santo Domingo. Siento molestar [...]a V.E., pero me es imposible abandonarunos derechos [...] que tan impunementequieren hollar en La Habana”.22

En realidad, todavía en este episodio,en el que la intervención del aparatoestatal es en calidad de juez, y no departe directamente implicada en el con-flicto, lo más importante resulta de lascontradicciones de la propia sociedadcubana, y el signo más evidente es queaún los dominicos encuentran respaldoen el ámbito eclesiástico y el civil,como el brindado por Pedro Gordillo,maestrescuela de la Catedral, y el juezde letras Francisco Filomeno, quien des-empeñaba además responsabilidades enel ayuntamiento habanero.23 La mayorparte de los implicados en estos suce-sos eran graduados de la propiaUniversidad de La Habana, pero des-de finales del siglo XVIII la estructuracióndel orden socioeconómico esclavista yla ruptura de los esquemas culturales ymentales del criollismo dieciochesco ha-bían minado el ámbito de acción de losprincipios corporativos, sustituyéndolospor agrupamientos grupales, sectoria-les y clasistas en los que los móvilespolíticos y económicos son mucho másevidentes. En definitiva, el 7 de febrerode 1822 se efectuaron las elecciones,sin participación de los religiosos. El

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cuerpo de dirección de la Universidadquedó conformado por laicos y eclesiás-ticos seculares, y el rectorado recayó–finalmente– en José María Reyna.24

La vigencia de esta primera Univer-sidad secularizada fue efímera, y losdominicos vieron de nuevo restituidossus privilegios con la restauración ab-solutista de 1823. Las elecciones dediciembre de ese año marcaron el re-greso de los frailes a los cargos derector, vicerrector y secretario de lacasa de estudios. Los sucesos de esteperíodo, de casi dos años, no tienenimbricación directa con el tema que nosocupa, en tanto ni siquiera mostraronuna capacidad, por parte de la nuevadirección, de introducir mejoras de ca-rácter modernizador en el plan deestudios universitarios. Estuvieron, eso sí,marcados por fuertes enfrentamientosinternos25 que reflejaban la polarizaciónpolítica de la sociedad colonial de la épo-ca, acentuaron la división del claustro yestuvieron presentes, con menor agu-deza, con posterioridad a 1823.

A partir de este momento puede afir-marse, primero, que la ruptura entre elcentro de estudios y las élites econó-micas, sociales y culturales de la islafue irreversible y, segundo, que desapa-recieron los intentos de transformar laestructura institucional universitaria quetuvieron como protagonistas a estospropios sectores. Esto puede parecercontraproducente, pero se explica porel equilibrio que se estableció, en lo re-ferente a la Universidad, entre elconservadurismo político predominantey las tendencias renovadoras durantelos diez años que transcurrieron hastala muerte de Fernando VII. Todos losintentos, en cualquier variante, tienen

desde entonces como denominador co-mún la iniciativa del Estado, tendenciaque se fortalece tras el nuevo ascensoliberal durante la regencia de MaríaCristina.

La solución definitiva del problemaplanteado por los privilegios que los do-minicos retuvieron por más de un siglosobre la Universidad se dio precisamen-te como resultado de esta intervención,pero no respondió a los intereses insu-lares, sino a la lógica de los intentos decambio del modelo colonial a los que yase ha hecho referencia. Como tal, seinserta en la vertiente de la seculariza-ción de la enseñanza y la educaciónque tiene su primera etapa entre 1836y 1842, cuyo rasgo más sobresalientees la liquidación de todo el sistema edu-cacional religioso anterior, dirigidotambién contra los intentos de los sec-tores liberales cubanos interesados ensubvertirlo en función de una renova-ción cognoscitiva y cultural.

El proceso que llevó a la seculari-zación definitiva de la Universidad deLa Habana en 1842, como se mencio-nó al comienzo, ha sido objeto deanálisis en otras ocasiones, por lo queno nos detendremos en él. Su fase fi-nal se corresponde con la ofensivaliberal que puso fin a la red conven-tual de la isla y al control de losregulares sobre un grupo de entidadeseducacionales, hospitalarias y de bene-ficencia. En el caso particular de laUniversidad, liquidó un elemento esen-cial de los nexos que a través de lahistoria la orden dominica había esta-blecido con la sociedad criolla.

Se ha afirmado que esta soluciónfue, en parte, un resultado del esfuerzode los hacendados criollos por liberarla

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de su tradición medieval,26 pero unaopinión de este tipo sólo se sostiene so-bre la confusión creada por la aparentecoincidencia del objetivo final. En rea-lidad, la secularización liquidó el controlde la orden sobre el gobierno universi-tario, pero no modernizó sensiblementela institución y, lo que es más importan-te, la subordinó al Estado, colocando enmanos del Capitán General la potestadde designar las personas para ocupar lospuestos de rector, secretario y catedrá-ticos universitarios.

La permanencia de un grupo más omenos numeroso de criollos en elclaustro se debió sobre todo a la caren-cia de personal peninsular con lapreparación necesaria, y constituyómás bien un giro indeseado en relacióncon los objetivos finales de la metrópoli.En 1846, el capitán general LeopoldoO´Donnell consideraba innecesario am-pliar los estudios en la Universidad,“creyendo oportuno, al contrario, que sesuprima”. Tres años más tarde su su-cesor, Federico Roncalli, considerabaque los estudios universitarios fomenta-ban “[...] ideas reformadoras yturbulentas [...] entre todos los jóvenes,aun de familias muy humildes”, por loque debían “disminuirse”.27 En defini-tiva, y a contrapelo de los objetivosperseguidos por la secularización, la Uni-versidad devino uno de los innumerablesespacios en los que se manifestaron lascontradicciones que desde finales de ladécada del treinta del siglo XIX carac-terizan el ámbito de las relaciones conla metrópoli, incluyendo tempranamen-te la posibilidad de ruptura de estosnexos, como ya deja claro el ¡Viva Nar-ciso López! inscrito en una de susparedes en 1852.

Notas1 El análisis más completo al respecto sigueestando en: Armas, Ramón de, Eduardo TorresCuevas y Ana Cairo Ballester. Historia de laUniversidad de La Habana. 1728-1929. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1984.t. 1, pp. 82-88.2 Al respecto ver en particular los capítulos II,III y IV en: Leiva Lajara, Edelberto. La ordendominica en La Habana. Convento y sociedad(1578-1842). La Habana: Ediciones Boloña, 2007.3 Sobre las funciones corporativas de laUniversidad y las particularidades de susmanifestaciones en Cuba, ver el texto al que refierela nota anterior, pp. 116-144.4 Larrúa Guedes, Salvador. Historia de la ordende predicadores en la isla de Cuba. La Habana,1998. p. 290.5 El Corresponsal, Madrid, marzo de 1942. Esteartículo aparece pegado al reverso de la página31 del folleto Isla de Cuba. Opúsculo 2.Documentos relativos a la supresión de conventosy venta de alhajas de las iglesias en dicha Isla. Suexamen y refutación, consideraciones político-económicas. Madrid: Imprenta de I. Sancha,1837, que se encuentra en la Sala Cubana de laBiblioteca Nacional José Martí.6 Torres Cuevas, Eduardo. “Hacia unainterpretación del obispo Espada y su influenciaen la sociedad y el pensamiento cubanos”. EnObispo de Espada. Papeles. La Habana: EdicionesImagen Contemporánea, 1999. pp. 62-92.7 Memoria acerca del estado de la enseñanza enla Universidad de La Habana en el curso de 1873-1874. La Habana: Imprenta del Gobierno yCapitanía General, 1874. Apéndice 1, pp. 3-49.8 Leiva Lajara, Edelberto. “José AgustínCaballero: el espíritu de los orígenes”. En JoséAgustín Caballero. Obras / Estudio introductorio,compilación y notas por Edelberto Leiva Lajara.La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea,1999. p. 27.9 Cuadrado Melo, Manuel. Historiadocumentada del Seminario de San Carlos y SanAmbrosio de La Habana (copia mecanografiadaque existe en la biblioteca del Arzobispado de LaHabana). p. 162.10 Archivo Central de la Universidad de LaHabana. Expedientes Administrativos, Nº 373.

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Expediente sobre estado de las rentas de esta Realy Pontificia Universidad de San Gerónimo de LaHabana. 1775-1820, ff. 12, 36, 97, 114 y 116.11 Cuadrado Melo, M. Op. cit. (9). p. 167.12 Caballero, José Agustín. “Sobre la reforma deestudios universitarios” y “Discurso sobre elmismo asunto”. Op. cit. (8). pp. 185-189.Romay y Chacón, Tomás. Obras completas. LaHabana: Academia de Ciencias de la República deCuba, Museo Histórico de las Ciencias Médicas“Carlos J. Finlay”, 1966. t. 2, pp. 30-32.13 Armas, R. de, E. Torres Cuevas y A. CairoBallester. Op. cit. (1). pp.79-81.14 Archivo Nacional de Cuba. GSC, leg. 756, Nº26 036. Correspondencia del Rector de estaUniversidad.15 Armas, R. de, E. Torres Cuevas y A. CairoBallester. Op. cit. (1). p. 74.16 Reyna obtuvo ocho votos, uno fray AmbrosioPérez y tres boletas quedaron en blanco.17 Archivo Central de la Universidad de LaHabana. Libro Tercero de Acuerdos. Quecomienza en el año 1805, siendo Rmo. Sr. Rectory Cancelario el R. P. Lector Fray Juan Govín.f. A-31.18 Archivo Nacional de Cuba. GSC, leg. 864, Nº29 228, f. 1. Diputación Provincial de La Habana.Expediente sobre elecciones de rector en laUniversidad de La Habana. Años 1813 y 1820-1822.19 Ibídem, f. 49v.20 En particular, Hechavarría y O´Gabanpertenecía por ambas líneas a familiassantiagueras que se vincularon a los gruposesclavistas y azucareros del occidente de la isla.Su pariente Juan Bernardo O´Gaban llegó a ser

uno de los principales ideólogos de la burguesíaesclavista, cuyos intereses defendió desde supuesto en la jerarquía eclesiástica y al frente de laSociedad Económica de Amigos del País.21 Archivo Nacional de Cuba. GSC, leg. 864, Nº29 228, ff. 67-75. A Rendón, vocal de laDiputación Provincial, debió Indalecio SantosSuárez su nombramiento como juez de letras yfiscal de causas en 1820.22 Ibídem, f. 214v.23 Francisco Filomeno fue síndico delAyuntamiento en 1818, y alcalde ordinario en1827.24 El acta de esta sesión nunca ha sido hallada,por lo que los resultados se conocen porreferencias posteriores. Ver Armas, R. de, E.Torres Cuevas y A. Cairo Ballester. Op. cit. (1).pp. 76-77.25 Uno de los más sonados fue el conflicto entorno a las elecciones rectorales de septiembrede 1822, que puede seguirse en el ArchivoNacional de Cuba. IP, leg. 1046, Nº 69 029. Deinterés resulta, también, el voluminoso expedienteoriginado por la oposición a la cátedra de Textodel Filósofo en 1820, a la que se presentó elargentino Juan de Miralla, provocando unaviolenta reacción de los grupos más conservadoresdentro del claustro universitario. Archivo Centralde la Universidad de La Habana. Expedientesadministrativos, Nº 889.26 Segreo Ricardo, Rigoberto. Conventos ysecularización..., pp. 42-43.27 Citado por Lebroc, Reinerio. Cuba: iglesia ysociedad (1830-1860). Madrid: PontificiaUniversitas Gregoriana, Facultas HistorialEscclesiasticae, 1976. p. 26.

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Han transcurrido 280 años desde lafundación, en 1728, de la Univer-

sidad de San Gerónimo de La Habana.A esta institución ha estado ligada, deun modo u otro, toda la vida de la ciu-dad y del país, y, desde luego, eldesarrollo de las diferentes ciencias.

Su primera y segunda largas etapas(1728-1842, 1842-1898) se caracteriza-ron, como nos recuerda Eduardo TorresCuevas,1 por el atraso y el escolasticis-mo, pero en ellas comenzó a gestarsela transformación que se produciría enla república burguesa, y luego duranteel período revolucionario. Pretender unrecuento exhaustivo del tema que nosocupa, en consecuencia, sería una ta-rea que rebasa mis fuerzas y misposibilidades. Por eso voy a enfocar elpapel de la Universidad de La Habanaen la lingüística de nuestro país en cua-tro aristas fundamentales, y ofreceralgunos ejemplos para que sirvan deestímulo a quienes quieran dedicarse afondo a estudiar el asunto. Pero antes,quisiera hacer algunas reflexiones que sir-van de marco a ese recorrido a saltos.

Si tomáramos en cuenta sólo el nú-mero de graduados de Filosofía yLetras, de Filología o de Letras, de

Lenguas modernas o de Lenguas ex-tranjeras, del pedagógico de español,que hasta hace relativamente poco for-mó parte de la gran Universidad de LaHabana, así como los de otras especia-lidades que se han dedicado eventual osistemáticamente al cultivo de la lingüís-tica, tendríamos que admitir, de entrada,la relación que proponemos en el títu-lo: el papel que debe concederse a laUniversidad de La Habana en el desa-rrollo de los estudios lingüísticoscubanos.

De otro lado, figuras reconocidas portodos como anticipadoras en nuestradisciplina, o que establecieron hitos enella, desarrollaron sus estudios o su vidalaboral, o ambos, en la Universidad. Esees el caso de Esteban Pichardo y Ta-pia, graduado de Derecho, y conocidocomo geógrafo, quien nos legó el que,según Julio Cejador, “[…] fue el másantiguo diccionario de americanismos yel más rico en observaciones origina-les”2 hasta Dihigo. Otro ejemplo esAntonio Bachiller y Morales, profesoruniversitario desde la secularización, elcual publicó artículos y libros talescomo el Prontuario de agricultura(1856) en que se presenta el léxico téc-

La Universidad de La Habanaen la lingüística cubana: 280 años

Marlen A. Domínguez HernándezProfesora de la Universidad de La Habana

A Ofelia García Cortiñas, lingüista.

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nico y común de la flo-ra cubana, o Cubaprimitiva (1881), dondese recoge un significa-tivo repertorio deamericanismos. Su obraes de gran importanciaporque pone a discusiónlos componentes del es-pañol americano y deamplia difusión hacia lasociedad, pues apareceen las publicaciones pe-riódicas. Pero sobre todoresulta vital el artículo“Desfiguración a que está expuesto elidioma castellano al contacto y mezclade las razas” (1883), resultado de susrelaciones con el académico HugoSchuchard, en el que se discute la ideade la supuesta incapacidad biológica delos negros para aprender la normaestándar, y se explican las diferenciasde sus hablas a partir de su poco nivelcultural. Este artículo impugna eldeterminismo biológico, y resulta en unpronunciamiento antirracista desde elámbito del estudio lingüístico.

Pero el caso más señalado, en ordencronológico, sería el doctor Juan MiguelDihigo, quien vivió entre fines del fruc-tífero siglo XIX y hasta la primera mitaddel XX, y fue profesor de la Universi-dad durante sesenta y dos años. Dihigohizo recuentos esenciales, como el del“Movimiento lingüístico en Cuba”, y elde los rasgos del habla popular tal comoestos se mostraban en la literatura cu-bana. Fue promotor de los estudioslingüísticos, separados de los filológicos,por su especificidad; contribuyó decisi-vamente a la extensión universitaria yelaboró un Léxico cubano que consti-

tuye un repertorio de obligada referen-cia, no sólo porque incluye un prólogoen que explica sus objetivos, criteriospara la selección de las entradas, teo-rías y fuentes, y pone ejemplos encontexto, aspectos todos de la mayormodernidad, sino también porque cadaartículo se convierte en un resumenlexicográfico de la voz, rastreada en losrepertorios fundamentales de España,Hispanoamérica y Cuba; explica loscambios ocurridos y sus causas si esposible, así como la distribuciónsociolectal, con todo lo cual va escri-biéndose, sin sentir, la historia de Cuba.Permítanme un par de ejemplos: “agua-je –dice– el segundo barro, muy blandoo aguado, que se pone sobre el azúcarpara purgarlo”,3 agachar el lomo: “Ex-presión muy usada en Cuba y que noadvertimos en los léxicos españoles nien los hispanoamericanos. Examinadoslos diccionarios de Pichardo, Macías,Arboleya y Suárez no aparece registra-da. Vale por trabajar”.4

Fue precisamente Dihigo, cuandofuncionaba como rector sustituto, quienfirmó la autorización a matricularse,

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en 1925, a aquel joven matancero queaspiraba a ser doctor en Filosofía y Le-tras, y que marcaría, alrededor decuatro décadas después, uno de losgrandes hitos de la lingüística cubana:la aceptación por el congreso de aca-demias de la legitimidad del seseohispanoamericano. Se trata de JoséAdolfo Tortoló y Domínguez, graduadoel 8 de octubre de 1928 con notas so-bresalientes, después de pagar losveinticinco pesos que se exigían paraobtener el título. Tortoló, junto con la in-tención de perfeccionamiento de lalengua en Hispanoamérica y los afanesacadémicos, se atreve no sólo a tomarcomo objeto de estudio el fenómenohasta entonces estigmatizado del seseo,sino a procurar ante la Academia es-pañola y lograr de ella, “la autoridadoficial en que apoyar su defensa de lapronunciación hispanoamericana”5

como norma ortológica de igual méritoque la de Madrid.

Un último ejemplo, para no pecar deprolija, sería el de quien, no casualmen-te, es el único de los profesoresuniversitarios que conservó para siem-pre el tratamiento de don: FernandoOrtiz, el transgresor que llevó a la jo-ven Merceditas Valdés a bailar sus ritosen el Aula Magna de la Universidadhabanera, el que entendió y explicó lacubanidad como transculturación yajiaco, desde su formación otra, reali-zó un aporte lingüístico invaluable, alponer su atención en las hablas margi-nales, en el repertorio léxico de lainmigración forzosa subsaharana y ennuestra singularidad con el connotado“catauro” de cubanismos, lo que signi-ficó cambiar de punto de mira en elproceso de la descripción lingüística. De

su obra, permítasenos citar un ejemplosabroso: de la expresión “aguantar lamecha”, explica Ortiz la etimología: “Alos esclavos se les mechaba con gra-sas, resinas, tocino o pringue hirviendo.Aguantar la mecha era aguantar el cas-tigo, como también se dice ‘aguantar elpalo’”.6

Esto para no referirnos a profesorese investigadores que, desde sus cien-cias, y sin hacer trabajos lingüísticospropiamente, han ofrecido datos muyrelevantes para la lingüística, como pue-de ser el caso de Juan Pérez de laRiva, por sólo mencionar un nombre.

Graduados o profesores universita-rios fueron la mayoría de la primeranómina de académicos de la lengua en1926 –algunos de ellos serían muy co-nocidos en la vida cultural de la nación,como Ortiz, Mañach o Varona, o quedesempeñarían importantes papeles ennuestra casa de altos estudios, comoDihigo o Sánchez de Bustamante–, yprofesores o graduados nuestros, quie-nes desde las páginas de diarios,revistas y otras publicaciones, o desdela radio y la televisión más adelante, hanpuesto al día a nuestros conciudadanosen relación con las intrincadas materiasde la lengua, las nuevas teorías, méto-dos y técnicas para abordarlas.Finalmente, en las aulas de la Univer-sidad se han formado algunas de laspersonalidades que hoy orientan los es-tudios lingüísticos e institucionesculturales con ellos relacionadas, y, so-bre todo, de allí continúan saliendojóvenes que ponen sus conocimientos yentusiasmo en promover una cienciatodavía no bien valorada en lo queaporta al desarrollo humano y a la re-presentación de nuestra identidad

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cultural. Por eso es de justicia tambiénrecordar la obra docente de los que pu-blicaron pocos libros o revistas, peroformaron en la responsabilidad, la in-quietud investigativa y el rigor científicoa sus educandos.

Entonces, como la obra de la Uni-versidad es de tan larga data y ha estadoconformada por tantos y tan disímilesseres humanos, este texto se componetambién de elementos, de resultados deobservación, de investigaciones que noson solo mías, sino de mis profesores,de mis colegas, y de los alumnos queme han acompañado en estas búsque-das en los últimos años: miradascolectivas, que esperamos fomentar,cada vez más, para obtener frutos másnumerosos.7

Vamos a buscar, pues, la relaciónentre la Universidad de La Habana ylos estudios lingüísticos cubanos en cua-tro direcciones:

a) Hechos y dichos, aparte dondedaremos algunas fechas y datos curio-sos que ilustran los primeros pasos delcontacto de los universitarioshabaneros con la lengua y los estudioslingüísticos.

b) Personalidades sobresalientes, quevamos a ejemplificar con la obra deRaimundo Lazo; científica, divulgativay docente, al mismo tiempo, de tal ma-nera que las demás personalidades quepodrían sin duda referirse puedan ver-se compendiadas, de alguna manera, eneste profesor.

c) Publicaciones, en la cual nos re-feriremos en esencia a la Revista dela Facultad de Letras y Ciencias y sucontinuadora la revista Universidad deLa Habana, por la huella que han te-nido, en general, en la cultura cubana.

d) Patrimonio documental: acápiteen que comentaremos rápidamentecómo el tesoro documental acopiadopor el Archivo central de la Universi-dad de La Habana ofrece numerosasposibilidades a la investigación lingüís-tica, actual y futura.

a) Hechos y dichos: Desde el Bre-ve apostólico de Inocencio III, y la realCédula de Felipe V, que autorizaban sucreación en 1728, la Universidad deSan Gerónimo de La Habana incluyóen su plan estudios la gramática y lalengua latina, pero no será hasta la se-cularización en 1842 que empiece aprepararse el camino hacia un mejo-ramiento de las disciplinas que nosinteresan. El plan de 1880, en virtuddel cual se crea la Facultad de Filo-sofía y Letras, norma que el tipo deestudios relacionados con la lengua,dejen de ser cátedras menores. Antesde esta fecha, sólo servían como unbachillerato, de tránsito a las faculta-des mayores.

Cuando los estudiantes de la Univer-sidad se recibían de su grado de doctor,se realizaban unas ceremonias festivasllamadas vejámenes, en que se com-ponían unas décimas (“versos odécimas, como los llamaban los viejoshabaneros” dice Bachiller)8 destinadasa ridiculizar los defectos de losdoctorandos, de modo que no se enva-necieran de la posición alcanzada. Estosvejámenes tienen importancia como tes-timonio de los usos lingüísticosacadémicos del siglo XVIII, porque enellos se mezcla indiscriminadamentepara lograr el efecto humorístico, el la-tín y el español. Sobre uno de estosvejámenes nos da un ejemplo Bachi-ller en sus Apuntes para la historia

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de las letras y la instrucción públi-ca en la Isla de Cuba”:

Tú, cuyo ingenio profundose remonta tan giganteque, superpennas ventorum,como ninguno, volavit.9En el reglamento, todos los profeso-

res y directivos de la Universidadllevaban tratamiento de don, pero, comoevidencia del prestigio que asignaban allatín, solían agregar referencia a suempleo en esa lengua (medicus,decanus, rei prothomedicatus, etcéte-ra).10

En la década del noventa del sigloXVIII, José Agustín Caballero, quien sehabía doctorado en Teología por la Uni-versidad en 1788, abogaba por unareforma de la enseñanza que permitie-ra, entre otros muchos aspectos, irintroduciendo a los discípulos “algunosrudimentos de la lengua española” alenseñar la gramática latina,11 y en ge-neral por el estudio de la lenguamaterna y su empleo en el dominio dela escuela. El rector de la Universidadpor aquella época, fray José de Calde-rón, realizó reflexiones sobre losmismos asuntos, que no encontraronconsenso práctico.

La costumbre de utilizar el latín enlas clases, no obstante, se había idoabandonando, para regresar con fuer-za en 1831, cuando se llegó al ridículoextremo de obligar a hablarlo en clase.Antes de esta fecha, por ejemplo –se-gún nos cuenta Bachiller–, el examende ingreso de latín estaba excusado sise presentaba una certificación de lati-nidad, firmada por cualquier lector degramática, pero a partir de entonces seexigió puntualmente. Esta decisión sig-nificaba un recrudecimiento del

escolasticismo. Pero, como dice nues-tro sabio pueblo: el que inventó la ley,inventó la trampa: la consecuencia fueel incremento del número de estudian-tes de Filosofía, porque esta materia sesiguió enseñando en castellano.12

En cuanto a la atención directa a losestudios específicos, la Orden 266 de1900, ya a las puertas del siglo XX, conla intervención de los Estados Unidosy el Plan en que Varona tuvo un papelprotagónico, se establece la asignaturade Lingüística general y Filología.

Uno de los aportes de Dihigo a la or-ganización docente fue13 el fundamentarla necesidad de separar ambas mate-rias, tanto por el carácter y amplitud desus objetos de estudio, como por lasnecesidades de explicación y evaluaciónde cada una. Al hilvanar su argumen-tación, Dihigo expresa un punto deesencial importancia, no comprendidotodavía hoy. Dice Dihigo: “Todos losidiomas son del dominio de la lingüísti-ca, aun los más incultos, hasta el hablade los pescadores de las islas Aleutinas,por su filosofía y riqueza”. Este modo deenfocar la índole esencial de las lenguascomo instrumentos del pensamiento ycomo lenguas históricas en el sentido deCosseriu se nos presenta hoy con ro-paje de novedad, cuando esta fue laforma que dio a su argumento Dihigo,hace ya 102 años.

Probablemente los hechos de másrepercusión, para lo lingüístico que des-punta en la Universidad de La Habana,en épocas más recientes sean, de unlado, la creación, en 1908, de un labo-ratorio de Fonética experimental –elprimero de su clase en América Lati-na– siguiendo los dictados del abatePierre Rousselot; y la fundación de la

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Revista de la Facultad de Letras yCiencias (1905-1930), por el papel queesta desempeñó en la divulgación de lasideas lingüísticas de Cuba y el extranje-ro. El laboratorio dispuso de lo último enadelantos científicos, y fue concebidopara dar un vuelco a la docencia univer-sitaria hacia lo práctico y experimental.Mercedes Labourdette, en una obra ca-llada que merecería ser desempolvadadel olvido, continuó el trabajo de Dihigoen este y otros afanes.

Sería de interés, también, indagaracerca de los cambios en los planes deestudio de una época a otra, como evi-dencia de las teorías que se toman encuenta y las transformaciones en losmodos de pensar esta disciplina. Porahora, se puede afirmar que, aunque noen una trayectoria lineal, se fue refor-zando el peso de las materiaslingüísticas, antes desplazadas por lasfilosóficas primero, y por las literarias,después y se fueron incorporando lasorientaciones más novedosas, comoocurrió con la sucesiva presencia de lalingüística histórico-comparada, elestructuralismo, el generativismo, lagramática funcional, la léxicogramáticao la sociolingüística, en nuestras aulas.Este impulso, en las últimas décadas, nome cabe duda en decir que se debió,en buena medida, al saber, la convic-ción, la energía y la empeñadapresencia de Ofelia García Cortiñas.Tampoco puede olvidarse la referenciay la guía que nos dejó el entrañableLeandro Caballero. Estos nombres nosdejan ver que, aunque ciertos “dichos yhechos” pueden explicar momentos delmovimiento lingüístico de la Universidadde La Habana, será en la obra perso-nal de algunos universitarios donde

encontraremos mayores aportes. Poreso, vamos a hablar de una de las fi-guras de esa contribución: RaimundoLazo.

b) Personalidades: Mucho se hablade Raimundo Lazo Baryolo (1904-1976) como historiador de la literaturahispanoamericana, de la cual escribiótextos que guiaron a los estudiantes uni-versitarios durante décadas. Sinembargo, es menos conocido que Lazofue destacado profesor de Historia dela lengua española (a partir de sus opo-siciones a esta cátedra en 1937), y quepublicó algunos trabajos, claves para suépoca y circunstancia, que ayudarían acomprender los cauces de la lingüísti-ca –particularmente de la lingüísticahistórica– desde nuestra óptica particu-lar como americanos y cubanos.

El ejercicio docente de RaimundoLazo lo conocemos a través de las no-tas de clases que tomó uno de susalumnos y que con el título de la asig-natura: Gramática histórica de lalengua española, reprodujo enmimeógrafo para uso de sus condiscí-pulos. El curso incluye su importante“Teoría de los americanismos”, trabajoclave, que aparece más desarrollado enla Revista de la Facultad de Letrasy Ciencias en ocasión del jubileo porlos cincuenta años de Dihigo como pro-fesor universitario.

Tanto el curso, como el artículo nospermiten ver, como aspecto sobresaliente,el discurso metalingüístico de Lazo, encuanto a la variación que representanlos americanismos respecto de las for-mas estándares. Ese discurso, de otrolado, nos ofrece datos en torno a lahistoria de la conciencia metalin-güística en la institución universitaria

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habanera, al tiempo que nos da testi-monio de fenómenos concretos devariación,14 en un momento de la re-pública neocolonial en que, después delas contradicciones agudizadas con ladictadura de Machado en la décadadel treinta, se produce un mayor con-senso, a partir de la Constitución del40, lo que favorece el mayor desarro-llo del pensamiento nacional,15 y ladiscusión sobre la cubanidad,16 queafecta directamente a la lengua.

Consideremos, por otra parte que, enlo lingüístico, ya para esta época estánfuertemente establecidos los estereoti-pos devaluativos de lo americano engeneral y de lo antillano en particular,como lo indica el cuestionamiento delandalucismo del español de América17

que hace Lazo en su clase, siguiendoel modelo de Amado Alonso.

En este contexto, Lazo no duda, sinembargo, en incluir en su curso de lin-güística histórica un acápite titulado“Influencia de las lenguas americanas.Sus causas. Su materia”. Allí, da cuen-ta de la variación regional, a partir de lacomprensión de los factores que la mo-tivan: un factor físico-geográfico (por lavastedad del territorio y la falta de co-municaciones); uno socioeconómico (porla índole de sus productos básicos, porejemplo), y uno sicológico (preferen-cias, tendencia a la brevedad ysimplificación) en lo cual se evidenciael enfoque sociocultural de su análisis.

Estos factores dan lugar a una va-riación en los diferentes planos yniveles de la lengua, y por tanto podráhablarse de americanismos léxicos, apartir de la base del español america-no según sus fuentes: lenguas indígenas(antillana –arauca–, azteca, quechua,

maya-quiché, guaraní, mapuche) y len-guas europeas (francés, portugués,inglés, italiano, holandés), de donde seadvierte que Lazo considera lo hispáni-co (léxico heredado según terminologíaactual) a lo cual se añaden los demáselementos del léxico adquirido (présta-mos) y multiplicado (creacionesinternas por derivación y composi-ción).18 Pero también americanismosfonéticos: tratados en términos de “ma-tices” y “tendencias”, en que Lazohace inventario de fenómenos hoy ge-neralmente aceptados, como yeísmo,aspiración de -s, seseo; americanismosmorfológicos, relativos a fenómenos deselección singular de morfemas nu-cleares o flexivos y de combinación demorfemas derivativos, pero según losmismos procedimientos establecidos porla lengua;19 americanismos semánticos:resemantización de vocablos, en todassus variantes: metaforización, amplia-ción, restricción y cambio de valor; yfinalmente americanismos sintácticos,a partir de dos tendencias: simplifica-ción y adaptabilidad a las influenciasnuevas. Al enumerar los usos que sedan como singulares del español ame-ricano, Lazo da testimonio de losrasgos que han sido estigmatizados porla tradición.

Esta manera de ver supone que Lazoha revisado el concepto de america-nismo en uso (“elementos de expresiónde los americanos que hablan la lenguaespañola”), ha impugnado la definicióndel Diccionario de la Real Academia dela Lengua Española (1936-1939) y hacriticado el dictado de localismos oprovincialismos que se solía aplicar atodos aquellos americanismos léxicosque no hubieran pasado al fondo gene-

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ral del español, o de incorreccionesgramaticales a otros fenómenos no con-siderados por la norma académica.

El desarrollo de los estudios lingüís-ticos más modernos hacía ver larelación entre la lengua y la sociedadcomo proceso que transcurre de modocontinuado y en diferentes grados através de la historia. Por eso, en prode la “exactitud científica” Lazo pre-senta como un hecho lógico que laimpronta de la sociedad colonial hubie-ra repercutido en todos los niveles yplanos de la lengua. Así, propone, demodo consciente, una definición másabarcadora de americanismo desde elpunto de vista lingüístico, no como“elementos de expresión de los ame-ricanos que hablan la lenguaespañola”, sino como “elementos ame-ricanos del español”. ¿Qué significaeste cambio que en un análisis super-ficial parece una sutileza lingüística?Pues nada menos que considerar loselementos regionales como patrimo-niales del español, dentro de sussuperdialectos –para decirlo con ter-minología de Montes Giraldo.

Para llegar a este concepto, sin em-bargo, Lazo no ha pasado por alto ladificultad que significa hablar con térmi-nos tan generales como americanismosy español americano, precisamentepor la variedad geográfica, histórica,económica y social del interior de Amé-rica, y por las diferentes lenguas decontacto.

Además de la variación territorialtambién se advierte la conciencia de lavariación sociolectal, atendida desde lastres tendencias que ve en el compor-tamiento general del español americano,de las cuales la primera sería su ten-

dencia democrática, sustentada en elpredominio de elementos vulgares en laetapa de las islas, la nivelación norma-tiva y la cultura y clase social de losprimeros pobladores.

Las otras dos tendencias del españolamericano serían la síntesis (nivelaciónde las hablas de los conquistadores pro-venientes de diferentes regioneshispánicas, bajo peso relativo de la nor-ma modélica centro-norte-hispánica,mezcla y trasiego de elementos de otrosorígenes y características); y la liber-tad y el neologismo (que se advierte enla “multiplicación de derivados, en lamodificación e invención de modismos,en la adopción de construcciones nue-vas y de expresiones inusitadas”) y serelaciona con las peculiares necesida-des, influencias y condiciones de vidade este lado del Atlántico. Estaconceptuación, sin duda alguna, tieneque ver con los nuevos modos de en-focar la entidad lingüística y susmodelos, presentes en Lazo.

Es cierto que en cuanto a las dos pri-meras tendencias no es original laproposición de Lazo, pero el lograr ha-cer la generalización, y el aceptar comolegítima la tercera tendencia que enun-cia sí representa, a nuestro juicio, unapostura diferente. En este sentido, Lazoaborda la “pauta de referencia del buenuso” como magnitud a la vez regionaly social,20 desde una perspectiva ame-ricana y por tanto subversiva tanto dela índole de la conciencia idiomática,como del ideal de lengua.21 ¿Qué sig-nifica esto? Que más allá de laestructura de la lengua, que no es uni-forme, lo que constituye la unidad deuna lengua histórica –entendida conCosseriu como conjunto de tradiciones

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del hablar–, es la “conciencia de hablaruna determinada lengua” (es decir, laconciencia idiomática) y la “búsquedade modelos de habla prestigiosa” (esdecir, el ideal de lengua).22 Para Lazo,la conciencia de hablar el español delamericano incluye su propia variedadregional, en pie de igualdad con otrosgeolectos, y, sobre todo, que los mode-los de habla prestigiosa aparecen comomás variados y heterogéneos que los re-presentados por la tradición hispánica.

Ello significa, además, que Lazotoma partido en la polémica unidad/di-ferenciación de la lengua española afavor de la unidad sustancial, de modoque los llamados localismos atañen soloa una distribución geográfica de fenó-menos que no desdicen la existencia deuna entidad reconocida por sushablantes, y de la cual forman parte.De ahí su reticencia a considerar “dia-lectos” las variedades de la lenguaespañola en América y la ponderaciónde los matices diferenciales. Al respec-to comenta: “Algunos autores, comoCaro, han creído posible la existenciade un dialecto argentino pero no esasí”. Esta última idea justifica el pro-ceder metodológico que propone paralegitimar una forma: determinar a quézonas geográficas alcanza un elemen-to (mexicanismo, cubanismo…) y medirqué difusión social tiene (americanismopropiamente, vulgarismo), así como enqué momento del cambio se está (avan-zado o no).

Queda, en consecuencia, en tela dejuicio, el valor regulador de una varie-dad regional en detrimento de otras yse desautoriza al sujeto portador de esavariedad modeladora como “árbitroidiomático”.23 No obstante, no pierde

ocasión de tratar las diferencias comomínimas y relativas a las variedadessubestándares: “Todas sus peculiarida-des (del español americano) puedenreducirse a arcaísmos a veces petrifi-cados desde el siglo XVI, a vulgarismos,a la matización indígena y a veces has-ta a barbarismos24 como: delante mío,delante suyo, etcétera”. En estas pala-bras se refleja la variación diastráticacon una evaluación estigmatizante, y enesta otra frase se identifica el papel dela evaluación en el cambio: “La in-fluencia de la cultura impedirá, noobstante, que los barbarismos lleguena afianzarse”.

En un curso como el que comenta-mos, de lingüística histórica, desdeluego, desempeña un importante papella variación diacrónica. Dentro de laconciencia de la variación regional,Lazo da cuenta de la variación debidaa la dialéctica vitalidad/obsolescenciade los elementos. Comenta el procesode arcaización y consecuente elimina-ción de elementos cuando estos chocan“con las circunstancias novísimas” de lavida del americano, “tan distintas de lasdel medio peninsular”, de modo que seenfoca la variación con un criterio defuncionalidad.

Respecto de la variación relaciona-da con el canal (oral/escrito), haymenciones a la necesidad de estable-cer la diferencia entre estas variedades,así como al interior de cada una de ellas,con la siguiente terminología: literaria,no literaria, popular, erudita, vulgar, conlo que de hecho se refiere a formasmayoritarias y minoritarias, de las cua-les las primeras son mejor sancionadasque las otras. En la dinámica de la va-riación regional, la evaluación de las

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variedades se produce, igualmente, apartir de su peso demográfico, que per-mite un incremento de la productividad:“el centro de vitalidad del idioma tien-de a desplazarse hacia el occidente”.

Hemos visto, en resumen, que Lazopresenta muchas formas de la varia-ción, pero no con sentido correctivo.Entonces, si su sentido no es correcti-vo, en la búsqueda del bien hablar, lareflexión sobre la variación, a qué res-ponde en el curso de Lazo.

La conclusión de Lazo es identitaria:los americanismos no son “[...] valoresinvariablemente secundarios condena-dos per se al estéril aislamientoprovincial, sino valores reales o poten-ciales del patrimonio general de lalengua. Y dentro de la unidad de ésta(sic), comunican al español en Améri-ca una fisonomía” singular, legítimapara quien “[...] escribe o habla natu-ralmente, de acuerdo con nuevos y muydiferentes modos de pensar y de vivir”.

A diferencia del sentido correctivoque ha matizado este tipo deacercamientos, y que los sigue carac-terizando, el análisis de la variación enLazo va hacia el reconocimiento demodalidades hispánicas en América,25

y hacia conclusiones de gran moderni-dad en torno a que los rasgos másalejados de la norma prescriptiva se pro-ducen en las variedades subestándares:así las germanías, las jergas carcelarias,son fuentes de americanismos. Sin em-bargo, cuando se trata de americanismossintácticos los refiere a la lengua lite-raria, aunque también pueden hallarseen la vulgar, y entonces aparece la de-claración de legitimidad: “Si no se siguenciertos criterios puramente gramaticalesde puristas, hay que reconocer que algo

más que solecismos ha dado Hispano-américa a la sintaxis de nuestro idioma”,y otro tanto ocurre con las paremias “decreciente vitalidad”, clasificadas comoamericanismos de expresión.

El criterio articulador es el de la cul-tura, capaz de “uniformar la lengua”, locual tiene una consecuencia a la vezcoactiva (“que impide que la lengua sedesarrolle libremente”) y modélica,pero al mismo tiempo fuente de las no-vedades, de las notas singulares delespañol americano, pues sólo en fun-ción de ella, de la cultura americana,se puede comprender cabalmente, porejemplo, la etimología de la primera vozindoamericana que según Lazo pasa alfondo general del español: hu-ra-cán,“dios de un solo pie”.

Esta perspectiva regional, queinsuflaba nuevos bríos a la imagen delespañol americano, deteriorada por eletnocentrismo europeo, tiene que haberrendido frutos entre los educandos quepertenecían a una realidad distinta, aun-que relacionada, con la de la “madrepatria”, porque era el resultado de unarevisión teórica, de una observacióndetenida de materiales lingüísticos pro-pios y porque se profesaba en elcontexto de una clase que aspiraba dealguna forma a escapar del magisterdixit y a polemizar sobre cuestiones noresueltas.

A todo este clima de cambio con-tribuyeron, desde momentos anterioresal curso de Lazo, las publicaciones uni-versitarias.

c) Publicaciones: A partir de la polí-tica de Carlos III, llevada en Cubasobre todo por el gobierno de Luis delas Casas (1790-1796), se fomentó lacreación de las llamadas sociedades

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patrióticas, como la de Santiago deCuba (1787) y la de La Habana (1793),que se proponían una labor de desarro-llo educativo, científico y cultural engeneral. A la de La Habana se le atri-buye la fundación de instituciones comoun jardín botánico (1817), la academiade pintura, dibujo y escultura (1818) yla de música, una biblioteca pública(1793), y reiterados esfuerzos por lareforma de la instrucción pública (1795,1816…). Pero lo que más interesanteresulta para nosotros es la fundación,por empeño de esta sociedad patrióti-ca, del Papel periódico de la Havana(1790), el primer órgano de su tipo enel país, y con el cual se considera fun-dado el periodismo en Cuba.

La importancia del Papel… y deotros órganos de prensa que lo sucedie-ron, como la Revista BimembreCubana (1831-1834) (también a cargode la sociedad patriótica), la Revista deCuba (1877-1884) o su sucesora la Re-vista Cubana (1885-1894), entre muchosotros que pueden citarse, es que consti-tuyeron, en su momento, el canal idóneopara difundir la información másnovedosa, frente al complicado y lentoproceso editorial de los libros.

Como de otras materias, las revistasse convirtieron en medios para dar aconocer los adelantos en la lingüística,y las polémicas y opiniones de los cu-banos que, con mayor o menorespecialización, se dedicaban a ello.

En la etapa que antecede a la revis-ta universitaria que tomaremos comoejemplo, podemos encontrar en publica-ciones de este tipo algunos datos: Porejemplo, en la Revista Habanera, en1862 aparece un artículo titulado “Elestudio del griego en la Universidad”,

donde se asegura la utilidad de esta len-gua para la formación básica deletrados, abogados y médicos, así comopara el propio conocimiento cabal de lalengua. Otro aspecto importante es quelas personalidades con más contribucio-nes lingüísticas en estas publicacionesaugurales, fueron universitarios de losmás sobresalientes en la cultura cuba-na, como es el caso de Antonio Bachiller,Felipe Poey y Enrique José Varona.

Todo ello prepara el camino para elsurgimiento de una importante revista,propiamente universitaria, la Revista dela Facultad de Letras y Ciencias(1905-1930),26 de la cual se publicaroncuarenta volúmenes. Creada una cáte-dra de lingüística y filología en 1900,lógico era esperar que se reflejaransus materias en la revista que abría suspáginas. De otro lado, la presencia deJuan M. Dihigo, como jefe de redac-ción de la publicación primero y comodirector después (1917), garantizaba laactualidad, sistematicidad y profundi-dad de los temas lingüísticos yfilológicos en ella.

A través de la Revista de la Facul-tad de Letras y Ciencias, la Universidadpuso en el orden del día el aporte ame-ricano a la lengua común, de un lado, yde otro dio a conocer los estudios parti-culares de las variedades regionales delespañol, tal como se presentaban en lasobras de Rodolfo Lenz (Chile), Ricardodel Castillo y Alberto María Carreño(México), así como Fernando Ortiz yArturo Montori (ambos de Cuba). Sediscutió en sus páginas la magnitud y lavitalidad del componente indoamericanode la lengua de Cuba, y más novedosoaún, el tratamiento del tema de la in-fluencia lingüística subsaharana, como

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por ejemplo cuando Dihigo comentafavorablemente el Glosario deafronegrismos.

Pero dentro de todo este espíritucientífico y renovador hay trabajos queson clave, como “El habla popular al tra-vés de la literatura cubana”, en el cualDihigo, tomando textos literarios direc-tos, logra documentar un grupo derasgos característicos del habla popu-lar cubana; “El movimiento lingüísticoen Cuba”, donde el propio Dihigo dacuenta de todos los trabajos que estu-vieron a su alcance en los que se hacíananálisis sobre aspectos lingüísticos, biense tratara del español en general, de suvariedad americana o cubana, o de cual-quier lengua de la que se hubiera hechoun estudio conocido en Cuba; o tam-bién “El vocabulario de los niñoscubanos”, artículo en que Alfredo M.Aguayo trabajaba con enfoques seme-jantes a los de la sociolingüística.

El sentido crítico se desarrolla, y larevista se hace eco tanto de lasimpugnaciones a los excesos académi-cos –cuando la Real Academia de laLengua Española (RAE) rechaza comoilegítimas o locales las formas america-nas– como de la mención a las obrasproducidas, a la luz de las nuevas teo-rías, métodos y técnicas, como es el casode las revisiones de la obra lexicográficade Constantino Suárez o de Pichardo.

En relación con el proceso de ense-ñanza-aprendizaje de la lengua, lapublicación mantuvo esta preocupacióndurante todos sus años de existencia:ahora para explicar en las propias in-suficiencias de la ortografía las faltasen que incurrían los educandos; mástarde para impugnar el aprendizajememorístico de la gramática; después

para discutir los pros y los contras delas lenguas clásicas como medio deaprendizaje del español, tal como esta-blecía el método histórico-comparativo.

Sorprende encontrar en aquellas pá-ginas tempranas, abordajes que tendránsu desarrollo más adelante, como lasconsecuencias del contacto, la cuestiónde la demografía de las lenguas, o el en-foque sociocultural de la variación,aunque ello se haga con un metalenguajeincipiente, que responde a la inmadurezde la ciencia de este lado del Atlánticoen el momento de producción de la re-vista.

Por ser académica, la publicación semantuvo, según Elisa García,27 másapegada a los moldes conservadoresque otras, pero de todos modos se ad-virtió en ella la tensión entre los temas,las teorías y las técnicas del siglo XIX ydel XX; se presentaron las novedadesbibliográficas europeas; se sentaronlas bases para el desarrollo de la fo-nética experimental y comenzaron averse los esfuerzos de abordar las va-riedades americanas como constructosidentarios de un nuevo mundo.

Para encontrar nuevos derroterospara la lingüística habrá que esperar asu sucesora Universidad de La Ha-bana (1934), nacida al calor de lacreación de la imprenta universitaria ydel logro de la autonomía28 y que con-tó con un programa más ambicioso yrenovador que aquella de la cual se pro-ponía ser continuadora, pues buscaba darcauce al pensamiento cubano y preser-var el legado de los más sobresalientesintelectuales y patriotas cubanos.29

Entre sus promotores vale citar aElías Entralgo, quien se mantuvo trein-ta y dos años en el consejo de dirección

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de la revista, y a quien se debe un tra-bajo de sociología del lenguaje de tantointerés como “Apuntes caracterológicossobre el léxico cubano” (1941), y aRaimundo Lazo, a quien ya nos hemosreferido.

En cuanto a la organización y pre-sencia de nuestras materias, si entre1934 y 1966 aparecían secciones como“Filología”, Filosofía-letras” y “Educa-ción”, que incluían análisis de este tipo,es en 1967 que va a aparecer la lingüís-tica con un apartado propio junto conla historia, y en 1975 como subsección.En el período entre 1958 y 1999 la lin-güística se ubica en el cuarto lugar entrelas materias tratadas en la revista.

Por eso, aunque numéricamente pue-da la temática no estar tan representadacomo sería nuestro deseo, se encuentranartículos y ensayos medulares por va-rios conceptos. Tal es el caso de “Elsimbolismo en el lenguaje” de Alicia McCarthy (Nº 4, 1934), que explica el ca-rácter de convención social del signolingüístico; o “Sobre el lenguaje popu-lar de Puerto Rico”, de Rubén delRosario (Nº 14, 1937) en el cual validael poder creativo lingüístico de losjíbaros y cómo esto irradia al resto dela sociedad, para dar ejemplos de unextremo a otro del espectro. “La pro-nunciación americana de la z y de la cen el siglo XVI” (1939), es un trabajo deese americano por adopción que fueAmado Alonso, donde se niega el ori-gen español del seseo americano, o almenos se arguye la falta de datos em-píricos a su mano para considerarlocomo tal. Este artículo constituye biblio-grafía obligada para los estudios dedocumentos coloniales, por el modo deentender el proceso de nivelación y sim-

plificación. Dice Amado Alonso: “De-cir modo americano no es decirhomogeneidad, sino precisamente com-plicación propiamente americana, queno se explica sin más por la mera pro-cedencia regional de los españoles aquíinstalados” (Nº 23, p. 80). En los su-cesivos números se incluyen repertorioslexicográficos, homenajes a figuras, bi-bliografías y reseñas críticas de librosnuevos, tal como se hacía en la Revistade la Facultad de Letras y Ciencias.

Merece una mención especial el nú-mero extraordinario de 1941, publicadopara celebrar los cincuenta años deDihigo como profesor universitario, enel que se recogen, además del citado“Apuntes caracterológicos sobre el léxi-co cubano” en el cual se documentacubanear, la presencia de chivo en lasparemias cubanas, o la productividadde los campos léxicos relacionadoscon el sexo y la sensualidad, entreotros; artículos de fundamentaciónmetodológica y teórica como: “Lasventajas del método histórico-compara-tivo en la enseñanza de la lengua latina”de Adolfo de Aragón y la “Teoría delos americanismos” de Lazo ya citada.

Como en muchos aspectos, el año1959 significa un punto de cambio,un incremento de la aparición del tópi-co lingüístico en Universidad… Lamención a figuras de primer ordenmundial en este campo: “Tendenciasestructuralistas en la Lexicología ac-tual” (Nº 154) de Werner Bahner;“Apuntes sobre los principios de la es-cuela lingüística de Praga” de JosefDubsky (Nº 170); o de polémicas teó-ricas “El sánscrito no es la primeralengua de la humanidad” (Nº 173), danfe de ello, así como la presencia de in-

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vestigaciones más concretas como lasrelativas a lo que hoy llamaríamos co-locaciones y otros tipos de estructurasno fijas. Esta efervescencia significa re-tomar de alguna manera el espíriturenovador de la aproximación lingüísti-ca que había existido en la Revista dela Facultad de Letras y Ciencias. Esmuy significativa en esta época la pre-sencia de artículos en que se estudia larelación entre la lengua y la sociedad,como “Las palabras claves del lengua-je contemporáneo” (Nº 160, 1963) o decorte filosófico como “Lingüística ymaterialismo dialéctico” de MarcelCohen (Nº 161-162, 1963) y los hay decorte sico y sociolingüísticos, a tono conel momento que se vive en la lingüísti-ca mundial.

Ciertos trabajos aparecidos en la re-vista abrieron el cauce de la relaciónentre lingüística y literatura, las áreasde intersección entre ellas (“Teoría delos tiempos verbales” de Justo Nicola,Nº 198-199, 1973), de lo que derivaroninteresantes aplicaciones.

El “Habla popular cubana” (Nº 159,1963) es objeto de atención en su sin-gularidad, por ejemplo en cuanto a laresemantización del léxico vinculado ala industria azucarera, a los eufemismosy otras formas indirectas para referir-se a la raza, así como se ofrecen datoscuriosos como que el “primer patroní-mico local” (p. 97) fue camagüeyano.Pero el español cubano empieza a ver-se cada vez más vinculado a susentornos más inmediatos, con un enfo-que sociocultural, como en “Eldesarrollo del castellano en España ydel español en América” (Nº 170).

También es objeto de interés la en-señanza de idiomas, sus principios y

metodologías (Nº 172), en el entendi-miento de lo que la lingüística le aporta.

Tomados en un sentido estrecho, de1934 a 1956 se encuentra apenas deuno a cinco asientos, mientras que enla etapa de 1957 a 1995 se documen-tan unos 100, de corte teórico, histórico,de criollística, presentación de figurasy libros, y de análisis lingüístico de tex-tos literarios. La revista ha servido,además, como plataforma para la pre-sentación de proyectos, y ha sido el sitiodonde aparece por primera vez la obrade profesores que han hecho aportes alos estudios lingüísticos cubanos.

Las revistas universitarias, como se havisto, han acompañado el proceso demaduración y puesta al día de estos es-tudios en la institución docente, y hanpermitido que se socialicen tanto las nue-vas teorías como las particulares visionesde cubanos y universitarios al respecto.Es de destacar la presencia de artículosescritos por jóvenes, en el proceso dedesarrollo de sus investigaciones, a lo lar-go de toda la historia que reseñamos,entre los que puede citarse elinaugurador trabajo de Mercedes Dubed(Nº 217, 1982), “La lingüística cubana enla primera mitad del siglo XIX”.

Aparte de los artículos que deseamoscontinúen presentándose en la revistaUniversidad de La Habana, es posi-ble considerarla también como fuenteen la que se hallan documentos de in-terés lingüístico, como pueden ser lascartas escritas por dos testigos del se-gundo viaje de Colón, la solicitud deldominico Diego Romero para la funda-ción de una universidad en 1670, o losfragmentos de Diario de soldado deFermín Valdés Domínguez, por sólo ci-tar tres de los más interesantes.

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Como la lingüística histórica se rela-ciona cada vez más con todos losenfoques del estudio lingüístico:sociolingüística, lingüística supraora-cional, pragmalingüística…, la existenciade documentos aprovechables se con-vierte en una fuente importante deconocimientos tanto acerca de los cam-bios como de los rasgos perceptibles enla sincronía, por lo cual dedicamos unaparte a los documentos en la Univer-sidad de La Habana. Estos seencuentran, como hemos visto, en lasrevistas, pero sobre todo en nuestro Ar-chivo Central.

d) Documentos: En el Archivo Cen-tral se localizan expedientes de fechacercana al momento de apertura de laUniversidad. De ellos, pueden elegirsecorpus y muestras amplios para el es-tudio lingüístico del siglo XVIII.Asimismo, se encuentra abundante do-cumentación del siglo XIX. Son deinterés los documentos de carácterpetitorio (pedir), los probatorios (docu-mentar) y los dispositivos (mandar)30

que constituyen la mayoría de los foliosen los expedientes.

Los documentos petitorios del XVIII,por ejemplo, dirigidos al rector de laUniversidad o a una autoridad guber-namental, insertan dentro de ellos o serelacionan con otros, de carácter pro-batorio y dispositivos no formalizados,con órdenes concretas.

Los documentos petitorios en nuestrocaso son cartas, bien de los interesadosindividuales, matriculados en la Universi-dad o que desean hacerlo, de familiaressuyos, o de autoridades gubernamentaleso académicas en que se recomienda aquienes corresponde acceder a la peti-ción formulada por aquellos.

Los documentos de carácter proba-torio, vinculados generalmente con losprimeros, son semejantes a las infor-maciones, en que se acumula una seriede pareceres de testigos (declaracio-nes)31 obtenidos como respuesta a uninterrogatorio, que se fijaba por escritoante una autoridad32 y certificacionesde bautismo del peticionario, de matri-monio de sus padres, de estudioscursados, etcétera con todo lo cual seconformaba el expediente del educan-do, para dar el documento o laautorización correspondientes, a peti-ción de parte. Con ello se obtienen hoymuestras de tipos documentales dife-rentes, aunque relacionados,caracterizables en su singularidadepocal tanto diplomática comolingüísticamente.

Los documentos pueden aparecerantecedidos de una invocación simbó-lica: una cruz que muchas veces ya nopuede ni identificarse como tal, de tansabida y rápidamente que se escribe, yque significa que para comenzar el pro-cedimiento se invoca a Dios.

Se destacan, además, las presenta-ciones (Da Maria Luisa Almirantevecina desta ciudad muger lexitima quefue deprimero matrimonio de Dn

Pheliphe Serrano difunto), las fórmulasde cortesía (como mejor proceda), lasfórmulas de dirección (ante vssa; anteV S Rma.; ante V.R.ma; ante VSRma.),y las fórmulas de juramento (es Justi-cia que pido y Júrolo Necesario).

Para ingresar a la Universidad eranecesario certificar limpieza de sangrey buenas costumbres. Así lo muestrannuestros documentos que contienen se-ries de pareceres, que son documentosde interés por sí mismos, bien sean cer-

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tificaciones o declaraciones en los tras-lados de actas.

Como vemos, aún sin haber entradoprácticamente en el campo de la lingüís-tica, ya hemos obtenido gran cantidad deinformación de carácter histórico y cul-tural que tiene su expresión lingüística.Por ejemplo, en la presentación de lostestigos, nos inquieta la correspondenciade alguna variable con el tratamiento deseñor don, más sus cargos, profesionesu otras distinciones para algunos testigos,mientras otros sólo reciben tratamientode don, algunos incluso son presentadoscon sus nombres y apellidos. Asimismo,recibimos información sobre losantropónimos, tan distintos a los de nues-tra época, casi siempre conformados pordos o más nombres, que podían ser dediferente género e incluir relatores o no.

Los requerimientos de limpieza nosllevan a los campos léxicos de familia,razas y religiones como clasificadoreshumanos, y en este sentido es de inte-rés que las series, y su ordenamiento,no son estables: la mayoría no incluyenen la relación ni a los negros, ni a losgitanos ni a los berberiscos, pero sí alos moros y los judíos, y mayormentea los indios y los mulatos. Igualmentese pueden elaborar los campos de lasdignidades gubernamentales y eclesiás-ticas existentes en la colonia.

En la ortografía nos llama la atenciónel encontrar el topónimo de La Haba-na escrito con uve en el siglo XVIII, y siseguimos en documentos de la mismafuente habrá que esperar al siglo XIX

para encontrarlo de nuevo con b,33 peropodemos asistir también a todo el pro-ceso de alternancias de una forma yotra. Se documentan abundantes casosde seseo ortográfico y un probable caso

de yeísmo: “como mas alla lugar endro paresco ante Vmo” entre los ex-pedientes que revisamos.

En los cuatro expedientes en quenos hemos detenido más, se observaque quienes pretenden ingresar o do-cumentan alguna relación con lasinstituciones que ampara la Universidadde La Habana son ya nacidos en Cuba,y dos de los individuos tienen antece-dentes cubanos –habaneros– por la víamaterna hasta la segunda generaciónen un caso y hasta la cuarta en otro.Casualmente, o quizá no tanto, este úl-timo es el más pobre de todos, quienpide que le confieran el grado de doc-tor sin costo. Lingüísticamente esto esimportante porque habría que revisar sila condición de habaneros se refleja enlos documentos que escriben o dictan,con algunos rasgos que no aparezcan, olo hagan con diferente frecuencia, en laspersonas de otro origen.

Los documentos son en general muyformales y llenos de estructurasprehechas, traspasados por las tradicio-nes textuales de lo jurídico-administrativo,pero es en el expediente de una mujerdonde menos se siguen los requerimien-tos estructurales y formularios deldocumento, mientras que en el de lapersona quizás más rica y poderosa,que blasona de un linaje de capitán debatallón de voluntarios, es donde los tex-tos están más apegados a aquellastradiciones textuales.

Si se comparan nuestros documentoscon otros de carácter jurídico de los si-glos XVI y XVII, se observa que tanto suestructura como sus formas son arcai-cas, lo que nos conduce a pensar en lapervivencia (y renacimiento) en el recin-to universitario de modelos diplomáticos

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y lingüísticos prestigiados por su tradi-ción, pero probablemente pocofuncionales para nuestras necesidades,cuando no obsoletos en la propia me-trópoli.

Vemos que en ambos tipos textuales(petitorio y probatorio) se destaca la re-petición del dicho cohesivo, la presenciade estructuras V+y+V: sabe y le cons-ta, es y ha sido, ha havido y ay; A+A:casada y velada, público y notorio, yotros semejantes: visto y conosido,cuya funcionalidad habría que desentra-ñar. Las inseguridades se revelan encasos de alternancia o hipercorrección,discordancias y otros fenómenos de fal-ta de cohesión.

Si nos vamos al siglo XIX, al expedien-te del joven alumno de diecisiete añosque fue Ernesto Juan Miguel DihigoMestre, vemos que entre la pomposidadde las formas de tratamiento usuales ensus cartas al rector, o las inmadurecesde su formación visibles en los casos dequeísmo, discordancias y seseo gráfico;entre los rasgos “que le puso su época”,como el tratamiento de vuestro, os res-petuosos; hallamos finalmente altestimoniante, todavía ingenuo, de su va-riedad, como cuando emplea el unogenérico: “por muchas que sean lasdisposiciones de uno”, y al hablista queserá, en su preferencia por la sencillaprimera persona antes que el plural queafecta modestia, o en sus reflexionessobre la validez de los tecnolectos, y engeneral sobre su ideal de lengua.

ConclusionesEn la historia primera de la Univer-

sidad de La Habana, no cabe duda deque predominó el carácter dogmático yescolástico de los estudios y de las

aproximaciones a las diferentes disci-plinas. No obstante, en una instituciónque llegó a ser “cubana por la nacio-nalidad de profesores y alumnos,española por la estructura educacionaly de gobierno, y elitista” por el nivel so-cial de los que accedían a ella,34 algotuvo que ir cambiando para que de allísaliera un grupo de los transformado-res sociales de 1868, 1895, 1920, 1930y 1959. Lo nuevo no surge de la nada.Se forja del trabajo continuo y cotidia-no de numerosos factores y fuerzas.Otro tanto tiene que haber ocurrido conla profundización del papel de la Uni-versidad en la lingüística cubana: tuvoque estarse gestando, lentamente, du-rante décadas.

Una cosa sí es cierta: nuestro títulono era exacto. No se trata de 280 años,sino, en el mejor de los casos, de 165años a partir de la secularización queva despejando un camino, o en el peorde ellos de alrededor de 110 años, enque empiezan a producirse verdaderostrabajos, cuyo peso permita llamarlosde lingüística.

De otro lado, la obra lingüística de laUniversidad de La Habana durantemucho tiempo es la intención y la vo-luntad de figuras individuales yanticipadoras, pero merece el dictadode corporativa en la medida en que sonrepresentativas de la institución sus pu-blicaciones, por el diseño de susobjetivos y programas de intención di-dáctica, científica y cultural en generaly por el cumplimiento exitoso de ellos.En este sentido vale destacar la revis-ta que ha cumplido ya 103 años.

En lo lingüístico, la producción uni-versitaria, como quería Martí respectode los estudios de alto nivel,35 no ha

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perdido de vista lo popular, ni lo prác-tico; ha buscado teorías y posturaspropias, en el diálogo con otras teoríasy posturas; se ha modificado en con-sonancia con el tiempo; ha buscado lacientificidad y el vínculo con la realidadmás inmediata, y, sobre todo, ha man-tenido la defensa del ser americano.

Cabe desear que las nuevas obliga-ciones y la multiplicación de losintereses no hagan que se pierda unatradición cultivada por quienes con afány dedicación se han ocupado del desa-rrollo de la Universidad en las ramashumanísticas. La cifra de los que con-cluyen esta especialización, y la dequienes se mantienen laborando en ellanos hace abrigar algunas preocupacio-nes. Una tendencia de signo contrariosería la valoración realizada por sus gra-duados de las maestrías en Lingüísticay Lingüística aplicada que se realizanen las facultades de Artes y Letras yLenguas Extranjeras, pero las cifras dematriculados, de titulados y de quienescontinúan posteriormente hacia docto-rados es todavía muy pequeña enrelación con las posibilidades. Pero estose refiere al futuro, y de lo que hemostratado aquí es de contar el pasado.

Nacida en el siglo XVIII, la Universi-dad habanera tributará a la tradición yal cambio, a lo español y a lo criollo, enla encrucijada de un proceso de cam-bios estructurales que darán lugar a laformación nacional. Como la sociedaden donde se cría, su trayectoria lingüís-tica no es lineal: está llena de silenciosy alaridos; avances y estancamientos,pero alguno de los hitos que hemos tra-tado de mostrar nos convencen de quetiene su lugar ganado en esa historia,porque comprendió tempranamente lo

cubano y lo americano en lengua, y lodefendió como legítimo. Para afirmar-lo bastaría un Dihigo, que para Cejadorfue el “más famoso de los lingüistasamericanos”36 de su época, aunquecomo hemos visto, no sólo hay unDihigo, sino que hubo un Pichardo, unBachiller, un Tortoló, un Ortiz, un Lazo,un Entralgo y otros muchos, y está laobra colectiva, que espera ser estudia-da. Para el recuento de lo hecho hastahoy, valdría parafrasear a Dihigo cuan-do, en el prólogo de su Léxicocubano, invita: si lo hecho resultaaprovechable, si se entiende adecuadaal propósito la orientación seguida, mo-tivos tendremos para sentirnossatisfechos como cubanos, en la seguri-dad de que muchos, cada día, coninteligencia, seguro plan y mejores ele-mentos a su alcance, habrán decontinuar lo que hayamos comenzado.37

Notas1 Las consideraciones de Torres Cuevas acercade la Universidad de La Habana han sido extraídas,esencialmente, de: Armas, Ramón de, EduardoTorres Cuevas y Ana Cairo. Historia de laUniversidad de La Habana. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1984. vol. 1 (1728-1929),vol. 2 (1930-1978).Torres Cuevas, Eduardo. “La razón teológica”. EnEn busca de la cubanidad. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 2006. t. 1, pp. 63-77.2 Cejador, Julio. “Prólogo”. En Dihigo, JuanMiguel. Léxico cubano. Contribución al estudiode las voces que lo forman. Habana: Academiade la Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX,1928. p. V.3 Ibídem, p. 83.4 Ibídem, p. 63.5 Tortoló, Adolfo. La legitimidad gramatical de lapronunciación hispanoamericana. Boletín de laAcademia Cubana de la Lengua (La Habana)V:50; 1956.

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6 Dihigo, J. M. Op. cit. (2). p. 87.7 Es obligado considerar, como mínimo: las tesisde diploma de Diana Hernández y Lorena Pérez,“La lengua en la hemerografía cubana del sigloXIX” (1997), y de Elisa García; los trabajos deHistoria de la lengua de los alumnos de tercer añode Letras de los cursos 2004-2005 y 2005-2006;la investigación de Dayami Quintana y LoisiSaínz, así como la investigación de Arnaldo Riverosobre la revista Universidad de La Habana.8 Bachiller y Morales, Antonio. Apuntes para lahistoria de las letras y la instrucción públicaen la Isla de Cuba. Habana: Cultural S.A., 1936.t. 1, p. 259.9 Ibídem.10 Ibídem, p. 265.11 Ibídem, p. 305.12 Ibídem, p. 317.13 Estos datos han sido extraídos del expedienteadministrativo de Dihigo, que obra en el ArchivoCentral de la Universidad de La Habana.14 Realizamos el análisis según el modelo seguidopor José Luis Rivarola en su artículo “El discursode la variación en el Diálogo de la lengua de Juande Valdés”. En Oesterreicher, W. et al (eds).Competencia escrita, tradiciones discursivas yvariedades lingüísticas. Aspectos del españoleuropeo y americano en los siglos XVI y XVII.Gunter Narr Verlag Tübingen, 1998. pp. 83-107.15 Ver Martínez Heredia, Fernando. 200016 Torres Cuevas, E. En busca de… Op. cit. (1).p. 281.17 Los datos son tomados del curso mimeografiadopor el alumno O. Pérez Daple, y del artículorecogido en la revista Universidad de La Habanacorrespondiente a 1941.18 La clasificación es de Rafael Seco. Nosotrosla hemos tomado de: Álvarez de Miranda, P.“Problemas y estado actual de los estudiossobre historia del léxico español”. En Actasdel VI Congreso Internacional de Historia dela Lengua Española. Madrid: ArcoLibros, 2006.t. 2, p. 1238.19 Estos son de mucha importancia, porque, alseñalarlos, Lazo pretende demostrar que su gradode diferencia no es tal que podamos hablar de laexistencia de otra lengua. De aquí se infieren doscosas: que en la morfosintaxis está la índole

esencial de una lengua y no en su léxico, y que setrata de una cuestión de grados. Lazo diceexplícitamente que si hubiera una morfologíaparticular “ya constituiría un idioma distinto”.20 Rivarola, J. L. Op. cit. (14). p. 87.21 En “Bipartición dialectal del español” JoséJoaquín Montes Giraldo afirma:

Hablo de “unidad idiomática” porque esya tesis generalmente aceptada que unalengua histórica no tiene unidad lingüísticaen el sentido de total uniformidad de susistema estructural, interno, sino que loque hace su unidad son básicamente facto-res sociohistóricos: conciencia idiomática(conciencia de hablar una determinada len-gua, cualquiera sea la modalidad en queesto se concrete) e ideal de lengua que lle-va a buscar los modelos de habla presti-giosa en la forma literaria, culta de la lenguaa la que se cree pertenecer y consecuenteaceptación de las normas prestigiosas deesta lengua.

Referencia en línea en el Congreso de la LenguaEspañola 2001. Tiene un antecedente en “Labipartición dialectal del español”. Boletín deFilología de la Universidad de Chile 35:317-331;1995-1996.22 Ibídem.23 Para el uso del concepto ver Rivarola, J. L. Op.cit. (14). p. 87.24 El subrayado es mío.25 Respecto de la fonética, por ejemplo, comenta:“Sin romper la unidad fonética esencial del idioma,los hispanoamericanos han creado en el españolmatices y tendencias, cuya persistencia, adespecho de la fuerza uniformadora de la cultura,permite considerarlos como innegablesmodalidades de la fonética hispánica”. (p. 41)26 Hasta en su formato, la publicación estabainspirada en el Boletín de la Real AcademiaEspañola y en la Revista de la SociedadLingüística de París. (Véase, para todo lorelacionado con la revista Universidad de LaHabana y sus antecedentes: Rivero Verdecia, A.La revista Universidad de La Habana en lacultura cubana. La Habana: Editorial Félix Varela,2004. p. 30).27 García, Elisa. La lingüística como tema en lahemerografía habanera de inicios del siglo XX.

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Trabajo de diploma, Universidad de La Habana,2004.28 Rivero Verdecia, A. Op. cit. (26). p. 33.29 Ibídem, p. 36.30 Según la tipologización lingüística de AndreasWesch (en Oesterreicher, W. et al eds, Op. cit.(14). pp. 187-217), quien a partir de laclasificación diplomática de José Joaquín RealDíaz (Estudio diplomático del documentoindiano. Madrid: Dirección de Archivos Estatales,1991), y los resultados de los estudios delinguopragmática y lingüística supraoracional,entre otras disciplinas, divide los documentosadministrativos y jurídicos de los siglos XV alXVII, que son los que trabaja, en las tres clasesmencionadas.31 Wesch, A. Ibídem pp. 190-191. Real Díaz, J. J. Ibídem, p. 8ss.32 Que, en nuestro caso, era el secretarioacadémico o una autoridad delegada de laadministración de la ciudad.

33 Como dice Bachiller que lo escribían todos entiempos de Las Casas.34 Torres Cuevas, E. En Armas, Ramón de et al.Op. cit. (1). p. 210.35 Ibídem, pp. 206-207.36 Cejador, L. Op. cit. (2). p. VII.37 “A guisa de introducción”. Ibídem, p. XII.

Otros documentos consultados

Universidad de La Habana. Libro ju-bilar de homenaje al Dr. Juan M.Dihigo y Mestre en sus cincuentaaños de profesor de la Universi-dad de La Habana. 1890-1940.,Revista de la Universidad de La Ha-bana, 1941.

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En 1883 se produce un hecho tras-cendental en Cuba, por vez prime-

ra una mujer matricula en la entoncesReal y Literaria Universidad de La Ha-bana. Pese a las concepciones sexistasarraigadas en la mentalidad de la épo-ca, este no fue un hecho fortuito, sinoque marcó el arribo de mujeres a la másprestigiosa institución de altos estudios.

Sin embargo, desde 1728 los hom-bres asistían a la entonces PontificiaUniversidad de San Gerónimo de LaHabana.1 ¿Por qué se retarda la entra-da de mujeres hasta un siglo y mediodespués? ¿Existía, acaso, algún tipo deprohibición? Los primeros estatutos,encargados de normar la vida en elplantel, tuvieron un carácter excluyen-te al restringir el acceso sólo a los hijosde las más rancias familias criollasblancas, previa presentación del certi-ficado de “limpieza de sangre”. Deeste privilegio fueron exceptuadosaquellos que tuvieran “tacha”, los judíosconversos y los negros.2

La consulta de reales cédulas, regla-mentos y estatutos universitarios era muyexplícita en los casos antes citados. Sinembargo, en relación con las mujeres

se produce un silencio que no ha sidoexplicado, cabalmente, por los estudio-sos del tema. En todo caso, debemosremontarnos a la sociedad colonial deentonces y al estatus asignado a la mu-jer desde una perspectiva de género.

El abandono que padecía el terrenoeducacional afectó, de manera sensible,a hombres y mujeres de la Cubadecimonónica, quienes en su gran ma-yoría, engrosaban las filas delanalfabetismo, en esencia, debido a ladespreocupación de la metrópoli hispa-na. Aunque las féminas estuvieronafectadas por este mal, no obstante, exis-tieron matices entre la realidad de unajoven del sector dominante, cuya fami-lia pagaba lecciones impartidas porinstitutrices francesas, profesores depiano o de equitación y la de una mes-tiza que, a duras penas, costeaba la“escuela de amigas” o a “doctrinerasambulantes”. En los casos anteriores,aunque los estratos de procedencia dife-rían, en el corpus de materias impartidasrigió el espíritu de que “[…] no podía ha-ber en una mujer ciencia más necesariay agradable que las ocupaciones do-mésticas […]”.3 No obstante, los

“Mujer que sabe latín, no puedetener buen fin”. Mujeresen la Universidad de La Habanaen el ocaso colonial

Yamilet Hernández-GalanoProfesora de la Universidad de La Habana

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estudiosos, del tema, al hacer referen-cia al tema femenino, hacengeneralizaciones, como si ser mujerfuese un todo monolítico y compacto;cuando en realidad, el color de la piel,la capa social, la región y el grado deescolaridad son variables que demarcansensiblemente las experiencias de cadamujer, lo cual hace más complejo elanálisis.

A fines de siglo, el 65% de las mu-jeres blancas y el 93% de las negrascarecían de instrucción. Los hombreshabían sido beneficiados con una edu-cación más integral; sin embargo, el59% de los blancos eran iletrados, mien-tras negros y mestizos llegaban a laimpresionante cifra del 95%.4

Amén del amplio diapasón de reali-dades femeninas, de manera general, elotorgamiento de un estatus inferior ypasivo a ellas tiene sus raíces en uncomplicado proceso de construcción degénero en un contexto colonial. A mijuicio, la educación, en tanto medio decontrol social, fue la pieza clave me-diante la cual niñas y jóvenesinteriorizaban normas y valores, talescomo la asunción de un estado de su-peditación y el vínculo a tareas deescasa relevancia social. Los librosque circulaban en el mundo colonial y queleían las mujeres, a sugerencia de sus pre-ceptores particulares, perpetuaban susubordinación, ejerciendo gran autoridadsobre sus acciones y decisiones.5 Deesta manera, tanto en las escuelascomo en el seno familiar, aprendían re-glas de comportamiento cuyo paradigma–la feminidad– era vista diametralmen-te opuesta a lo masculino. La censuraejercida por los padres, maestros y sa-cerdotes se sumó al control de las

mujeres. Así, aprendían que la sensibi-lidad, el espíritu de sacrificio y lacontención, eran conductas inherentesa su “frágil” naturaleza. Asimismo, seacuña el mito de los “ángeles del ho-gar” y el de la “mujer demonio”, parasancionar o elogiar la vida privada delas damas.

En cuanto al estatus jurídico, la le-gislación colonial ejerció un papel rectorque cercenó su libertad de acción. Lasféminas quedaban sujetas al arbitrio delpoder masculino en el matrimonio, enla administración de bienes y en lacomparecencia ante un jurado.6

Aunque los espacios de sociabilidadestaban normados según la capa socialy el color de la piel, las diferencias degénero acrecentaban las barreras. Lamujer blanca aristocrática asistía a bai-les, reuniones benéficas y a misa, peroel centro de su vida se limitó al espa-cio privado, donde se enmarcaban lasactividades denominadas como “propiasde su sexo”. Mientras, en el ámbito pú-blico, los hombres dirigían lasactividades de “mayor prestigio social”,tales como los negocios, la política y laciencia, negados a la mujer.

Los planteamientos surgidos del ro-manticismo contribuyeron a exaltar lafigura femenina y a enaltecer la belle-za y la maternidad como sus únicosdones. De igual forma, aumentó su res-ponsabilidad en el seno familiar, puesasumió el papel de educadora de los hi-jos y por consiguiente, creció el interésde mejorar el sistema educativo de ni-ñas y jóvenes.

Dentro de los representantes delpensamiento ilustrado, figuras tan rele-vantes como el presbítero Félix Varelay José Antonio Saco se sensibilizaron

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con la educación femenina al reconocerla relevancia que adquirían en la nuevasociedad, lo cual estaba en el espíritu desus ideas: “Uno de los atrasos de la so-ciedad proviene de la preocupación deexcluir a la mujer de la ciencia o al me-nos no poner mucho empeño en ello,contentándose, con lo que privadamen-te por curiosidad puede aprender, siendoasí que el primer maestro del hombre essu madre y esto influye considerable-mente en el resto de la educación”.7

A partir de la primera mitad del si-glo XIX sobresale una serie de mujeresno representativas de su grupo social,pero sí de una élite que adquirió unaeducación privilegiada. Ellas trascien-den por sus incursiones en el campo dela literatura, que les dio la libertad decrear un mundo propio y de canalizarcuestionamientos a su subordinación.

La historiografía recoge nombres ilus-tres como el de Gertrudis Gómez deAvellaneda, poetisa cubana que rompiócon los arquetipos creados por el roman-ticismo. En momentos en que la irrupciónde la mujer en el campo de la literaturaera censurada, se convierte en la pre-cursora de un discurso femeninoreivindicativo reflejado en sus obras.8

Otras figuras que ostentaron unaeducación notable fueron: Úrsula Pérezde Escanaverino, Martina Pierra dePoo, Mercedes Santa Cruz, LuisaPérez de Zambrana, entre otras, las queen tertulias y asociaciones, bajo la égi-da de prominentes intelectuales comoNicolás Azcárate y Domingo del Mon-te ganaron espacios de participación.Ello conduce a una interrogante: Siexistían mujeres excepcionales en loscírculos de la intelectualidad, ¿por quéno deciden estudiar en la Universidad?

Es en este punto, aún en discusiónque, a mi juicio, los papeles de género,impuestos por el discurso hegemónicomasculino entran en escena. La exis-tencia de planteamientos similares a losde la Avellaneda, desde un feminismode corte abolicionista, denunciaba la si-tuación preterida de los esclavos y lasmujeres, lo cual no debe verse como uncriterio generalizado.

Las mujeres, en su mayoría, asumie-ron su conducta tradicional.

Por otra parte, si tenemos en cuen-ta que, paralelo a la impronta de unamentalidad sexista y el mal estado dela enseñanza, la automarginación ejer-ció efectos nefastos. Por tanto, lasposibilidades reales de la existencia demujeres con la disposición de ingresara la Universidad, sin una educación ala altura de la época, eran casi nulas.Ello quizás explique la ausencia de pro-hibiciones en los estatutos, al noreglamentar un fenómeno que en lapráctica no ocurría.

¿Cómo se explica que a inicios de ladécada del ochenta hubiese jóvenes quevistieran la toga universitaria?

La sociedad cubana, a la altura desu octava década había cambiadosustancialmente. A partir de laimplementación de medidas, a raíz delas cuales se organiza la sociedad civil,y se produce el impacto de la moder-nización tiene lugar la crecienteparticipación femenina en espacios an-tes vedados.

Dentro de ese contexto, florecen lasposibilidades de cursar estudios supe-riores, propiciados por importantesreformas en la educación. En 1879, lacreación de la segunda enseñanza paralas adolescentes se convierte en uno de

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los grandes hitos de la educación de esegrupo social, cuya superación culmina-ba en el nivel primario. Con la aperturadel colegio “Isabel la Católica”, bajo latutela de María Luisa Dolz, este sueñocobra vida. A su vez, proliferan las pre-ocupaciones en torno al tema, siendonotable la eclosión de centros educati-vos. En esa misma fecha, se inaugurael primer curso para mujeres en la Es-cuela de Artes “San Alejandro”, en elcual llegan a representar más del 50%de la matrícula. Estos acontecimientos,aunque sólo favorecieron a muchachasadineradas, también otorgaba becas apersonas sin recursos y significó uncambio en los presupuestos sobre losque se erigía la educación femenina. Enesa dirección, María Luisa Dolz dio rien-da suelta a una enseñanza que, sinabandonar la tradición, instruyó a lasnuevas generaciones con el fin de usarel conocimiento para la subsistencia fa-miliar. El discurso de la Dolz trasciendeen un contexto en que el trabajo asala-riado era considerado únicamente paralas capas medias y bajas.9

Las alumnas graduadas del colegiode María Luisa Dolz mostraron inquie-tudes por continuar los estudiossuperiores y con el tiempo conforma-ron el conglomerado de maestras,profesionales y feministas de los prime-ros años de la república.

Las primeras mujeres de laReal y Literaria Universidad deLa Habana

La primera alumna en pisar el recin-to universitario, luego de 117 años defundada la Universidad, no era de ori-gen cubano, sino que se trataba de labarcelonesa Mercedes Riba y Pinós,

quien se inscribe en la carrera de Filo-sofía y Letras el 22 de mayo de 1883.Un año antes, había realizado estudiosde bachiller en el Instituto de La Ha-bana, cuando en España estaba vigenteuna ley que restringía la asistencia fe-menina a las universidades y que enCuba, al parecer, no fue puesta en vi-gor. Todo apunta a que la familia Ribaprefirió quedarse en La Habana paraque la hija continuara sus estudios.10

Tres años después, la primera cuba-na en obtener el grado de Doctora enFarmacia, fue la cienfueguera DoloresFigueroa, quien concluye estudios en laisla, luego de haber matriculado en laUniversidad de Filadelfia. Allí defendióuna tesis sobre “El análisis y descrip-ción de los baños minerales de CiegoMontero”. Tiempo después, inscribe sutítulo en la Real y Literaria Universidadde La Habana donde continúa realizan-do estudios hacia 1888.11

En 1886, matricula Laura MartínezCarvajal y del Camino, convirtiéndoseen la primera cubana en estudiar me-dicina. Dos años después, se licenciaen Ciencias Físico-matemáticas. La jo-ven había cursado los estudios de lasegunda enseñanza en España, perodebió trasladarse a La Habana debidoa la ley de 1882, antes mencionada.

Contar con el respaldo familiar fue unprivilegio con el cual contaron unas po-cas mujeres para desarrollar un futuroprofesional. En tales casos se encontra-ban Laura Martínez y Dolores Figueroa,ambas impulsadas por sus padres, el pri-mero médico y el segundo, un prestigiosofarmacéutico emigrado.12

Otra ilustre graduada fue María Lui-sa Dolz, de quien aún se conserva enlos archivos su tesis de licenciatura

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en Ciencias Naturales.13 Su caso es ex-cepcional, pues ya era una pedagoga derenombre, quien publicaba en los másprestigiosos periódicos y se codeabacon lo más notable de la intelectualidad.Su holgada posición económica le per-mitió el placer de los viajes, estudiar enuniversidades europeas y norteamerica-nas y tener acceso a las publicacionesmás recientes del mundo científico, per-mitiéndole conocer realidades vividaspor mujeres de otros hemisferios.

El grueso de las filas de universitariasse vio enriquecido con otros nombres, enlos años que mediaron entre 1888 y1898, fundamentalmente en la carrera deFarmacia. En menor medida se ubicanlas estudiantes de Derecho, Ciencias yFilosofía y Letras.14

Llama la atención que las carrerasestudiadas por esas jóvenes no estabanrelacionadas –aparentemente– con lasactividades domésticas, la maternidad olas “labores de la aguja”. La pioneraRiba Pinós constituye una excepción alinscribirse en una carrera de corte lite-rario, que por entonces se considerabaacorde a lo femenino. La mayoríaincursionó en estudios que en la épo-ca estaban relacionados con saberesmasculinos por tradición: las cienciasnaturales, la medicina, las ciencias físi-co-matemáticas, la farmacéutica,catalogadas erróneamente como“ciencias duras”.

¿Realmente era una transgresión elestudio de la medicina y la farmacia? Larespuesta es compleja. En el currículumde asignaturas de los colegios femeni-nos no estaban contempladas materiascomo la Química o la Anatomía, lo quesignificó un reto. Por otra parte, se ex-ponían a conocimientos vedados al

“sexo débil”, como la disección de ca-dáveres y las enfermedades venéreas,relacionados con la vida “impura”, que“debían” ser realidades ajenas a una jo-ven de clase alta. Sin embargo, dentrode sus roles ancestrales, estaba el cui-dado de familiares enfermos, el uso dela medicina tradicional y de las prácticasabortivas, muchas veces transmitidos porlas esclavas, por lo que ese saber no lesera extraño del todo. Una vez que losconocimientos eran adquiridos en la Uni-versidad, ese empirismo trascendía elmarco privado y adquiría reconocimien-to público al convertirse en ciencia.

El tránsito de la esfera privada a lapública no pasó inadvertida. Su presen-cia en aulas, bibliotecas y laboratorioslevantó inquietudes, temores y vaticinios.

La opinión pública en torno alas universitarias

En el discurso inaugural de 1897, re-cogido en las Memorias que elaborabala institución anualmente, los contempo-ráneos dejaron constancia de laincorporación femenina a sus aulas y dela valoración que tal acontecimientosuscitaba en ellos. Las alumnas del cur-so 1897-1898 tuvieron que escuchar enel discurso inaugural, que supuesta-mente les daba la bienvenida al recintouniversitario: “No es el sexo la únicaparticularidad de la mujer […], tampo-co creo pertinente echarles en rostrolos reducidos diámetros de su cabeza,que dejan sospechar un cerebro depoco peso […], la mujer llega rápido alagotamiento, su memoria es con fre-cuencia notable […], no analiza y suinstinto la lleva a adivinar aquello quelos hombres habían averiguado despuésde lento y prolijo análisis”.15

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Criterios como estos evidencian queuna parte de la intelectualidad subvalorólas potencialidades de las mujeres paraadquirir nuevos conocimientos, auncuando años antes, el pedagogo Enri-que J. Varona demostró que ladiferencia en la medida cerebral deambos sexos no incidía en la inferiori-dad intelectual de las mujeres.16

Semejante criterio, impregnado de con-cepciones procedentes de la cienciaantropológica, apuntalaron actitudessexistas y racistas de la época, con fi-nes de legitimar una supuestasuperioridad.17

La prensa fue un espacio desde elcual las opiniones no se hicieron espe-rar. En algunos artículos estaba clara laintención de regresar a las mujeres asus hogares, al considerarse que la Uni-versidad era una carga demasiadopesada y masculina como para admitira las damas. El abogado MarianoAramburo dirigió uno de los más iracun-dos, al advertir el peligro de lamasculinización de la mujer: “¡Poned so-bre los hombros de una mujer una toga,signo de virilidad y sobre la cabeza laborla doctoral, símbolo de sapiencia, ha-bréis quitado a la hembra sus encantos,sin haber creado un nuevo hombre!”.18

Los hombres no fueron los únicosportadores de una mentalidad resisten-te al cambio. En ese proceso detransformaciones, en cuanto a estruc-turas mentales, encontramos opinionesque pueden ser vistas como una suer-te de puente entre concepcionesprejuiciadas y otras que concedían me-jores valoraciones a las mujeres. SegúnConcepción Arenal, intelectual españolaque vivió en Cuba –y periodista de pro-fesión–, patentizó en sus escritos, que

los oficios y carreras estaban relacio-nados con la diferencia sexual y en esesentido expresó: “En la práctica de lamedicina las mujeres podrían hacermucho bien, sobre todo a las personasde su sexo, cuyo pudor no ofendería.[...] como operadoras [cirujanas] no sedistinguirían, la mujer le tiene horror ala sangre [...]. Dejemos a los hombreslas operaciones cruentas [...]”.19

En esta nueva época, las mujeres vi-vieron experiencias inéditas en losespacios públicos, sobre todo las que seincorporaban a centros de estudio o detrabajo, lo cual arrancó agrias críticasque pretendían regresarlas al marco pri-vado. Dada la creciente afluencia demujeres blancas de capas altas y me-dias a los centros de estudios, lareacción masculina no se hizo esperarante este hecho, puesto que según laapreciación de algunos, el exceso detrabajo intelectual podría convertirlasen mujeres-fenómenos20 o en newwoman,21 y que sufrieron ataques a sufeminidad, desde la opinión pública:“¿Que cómo se traduce libremente enidioma castellano el término newwoman, mote que han adoptado las mu-jeres que […] ejercen de letrados […].La traducción exacta en mi sentir esesta: ‘marimacho’”.22

A esta avalancha de reproches no es-caparon las estudiantes del Instituto deSegunda Enseñanza, sobre lo que el in-telectual Esteban Borrero opinaba que, lainstrucción de las “bachilleras” no debíaestar divorciado del entorno doméstico.23

De manera general, las opiniones es-tuvieron encaminadas a moralizar ycorregir a las transgresoras, sentencián-dolas de “marisabidillas”, “marimachos”y “new women”.

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A tenor de las transformaciones quevivió el país, el sistema educacional fueobjeto de preocupación del gobiernomilitar estadounidense que, desde el 1ºde enero de 1899 había intervenido enel conflicto hispano-cubano, erigiéndo-se “pacificador” de la isla. Muchas delas reformas emprendidas estaban encorrespondencia con necesidadesemergentes. Esos cambios tuvieron enel Plan Varona a su mejor exponente,a partir del cual fueron creadas nuevascarreras como Pedagogía, Enfermeríay los estudios de comadronas faculta-tivas, donde buena parte del alumnadoestuvo conformado por muchachas.24

No obstante haberse preparado parael ejercicio de una profesión, a algunasles resultó difícil obtener un empleo re-munerado. Muy pocas ejercían suoficio, siendo por regla general las pe-dagogas, las comadronas y enfermeraslas que mayores ofertas de ocupaciónrecibían, debido a la acuciante necesi-dad en los sectores de la salud y elmagisterio.25

Por el contrario, la abogacía y lamedicina fueron profesiones en las quedifícilmente pudieron abrirse espacios,debido a la preponderancia masculinaen esos sectores. La lucha por lacompetencia en el mercado laboral de-mostró que aún existían recelos respectoa la capacidad de las profesionales, aquienes se aconsejaban que regresarana sus hogares. En muchos casos, a lasmujeres no les quedó otra salida queconformarse con haber obtenido cono-cimientos de “adorno”.

La historiografía referente a la his-toria de mujeres, en aras de destacarel estatus de víctimas que ellas hanocupado en las sociedades, ha dejado

invisibilizada la experiencia profesionalde las mujeres. Tal es el caso de LauraMartínez y Carvajal, de la que sólo hatrascendido por sus estudios, cuando enrealidad fue una destacada oftalmóloga,cuyos dibujos sobre el ojo humano to-davía son utilizados, dada la perfecciónde sus trazos. Al final de su vida, juntoa la norteamericana Janet Ryder, con-tribuyó con actividades benéficas pues,desde el Bando de Piedad, se dedicó alcuidado de niños huérfanos y animalesabandonados.

Paralelamente, el discurso hegemóni-co continuó construyendo una imagenapegada a la tradición a partir de losconcursos de belleza, anuncios y encues-tas. En algunos certámenes, junto con lascualidades frívolas se hacía distinción deatributos vinculados a los avances de lamodernidad, como la destreza en la me-canografía. La obstetra María TeresaLambarri, mereció una mención especialal ser catalogada como la mejor en suespecialidad.26

La transformación en los arquetiposfemeninos en el entre siglos quedóplasmada en los siguientes términos:“En la Cuba colonial, las señoritas ter-minaban los estudios a los 14 ó 15 años.A los 16 ó 17 se casaban. ¿Para qué se-guir estudiando? –así pensaban [...].Ahora estamos descubriendo una nue-va vida. Desde hace unos años, lasmujeres han estudiado en la Universi-dad de La Habana y muchas hansacado ventaja de este privilegio; pa-sando cursos y graduándose conhonores de doctoras en Medicina, Far-macia o Ciencias”.27

Desde la década del ochenta hasta1900, cerca de más de una veintena dejóvenes se graduaron del nivel universi-

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tario, cifra que tuvo una tendencia al as-censo, y a la vez, fue irregular einconstante. En el siglo XX, la cantidadde mujeres en colegios, academias yuniversidades irían creciendo hasta ni-veles nunca antes vistos en la historiade la nación cubana. Sin embargo, losviejos esquemas siguieron rigiendo lasmentalidades resistentes al cambio, tan-to que desde las representacionessimbólicas continuaron imponiendo nor-mas de conducta. Para ello, el discursopatriarcal encontró fórmulas conciliado-ras, al legitimar la presencia femeninaen los centros estudiantiles, apelando ala misión social de la mujer, cuya fun-ción en el hogar ahora era puesta adisposición de la sociedad.

Notas1 En 1842, tras la secularización que terminó conel control dominico de la Universidad, estacomenzó a ser conocida como Real y LiterariaUniversidad de La Habana.2 Le Roy y Gálvez, Luis Felipe. Requisitos paragraduarse en la Universidad de La Habanapara su etapa Real y Pontificia.1728-1842. LaHabana: Centro de Información Científico-Técnica. Universidad de La Habana, 1952.(Colección Documentos, Nº 6)3 Memorias de la Socieda Económica de Amigosdel País. “La educación de la mujer”. En Vinat,Raquel. Luces en el silencio. Educación femeninaen Cuba (1648-1898). La Habana: EditoraPolítica, 2005. p. 25.4 Cuba. Censo, 1862. La Habana: Imprenta delGobierno, 1863.5 Algunos de esos libros dirigidos a moldear loscomportamientos femeninos fueron La perfectacasada de Fray Luis de León, Elementos deurbanidad para la educación moral de las niñasde colegios de primera enseñanza de Joaquín NinTudó, y las Cartas sobre la educación del bellosexo, manual escrito por Juan Francisco Chaple,que fue lectura obligada en las escuelas de niñas.

6 La terminología legal estableció diferencias paranombrar los delitos, en relación al sexo que locometía. En el caso de evasión del hogar, si era elhombre quien lo ejercía era acusado de abandono,si era mujer, de “fuga”, término que las equiparabaal estatus de esclavas. Ver: Hernández Fox,Leonor. El divorcio en la sociedad cubana. 1763-1878. La Habana, Tesis de Licenciatura enHistoria, 2005.7 Discurso pronunciado en la Sociedad Económicade Amigos del País por Félix Varela el 18 denoviembre de 1811. Revista Bimestre (La Habana)t. I, p. 64.8 Algunas de las obras literarias que dejarontraslucir un mundo de privaciones y carente delibertades fueron: Sab, Dos mujeres, Espatolino,La dama de Amboto, aunque también realizó unaimportante labor periodística en el ÁlbumCubano de lo Bueno y lo Bello.9 Dolz y Arango, María Luisa.10 Carlos Venegas Fornias refiere acerca de lascircunstancias en que fue fundado el colegioIsabel la Católica, que el recinto donde seubicaba tan prestigiado centro, fue vendido porMercedes Ribas, en 1879, a María Luisa Dolz.Ambas, un tiempo después, se convertirían enlas primeras graduadas universitarias. Ver: Loslugares de la memoria. Presencia femenina enel patrimonio artístico-cubano. La Habana:Fundación Pasquale Valerio para la Historia dela Mujer. Oficina del Historiador de la Ciudad,2007. p. 107.11 Universidad de La Habana. Memoria Anuario.Curso 1884-1885. La Habana: Imprenta delGobierno y Capitanía General por S.M., 1897.12 Pérez, Louis, Jr. Ser cubanos. Identidad,nacionalismo y cultura. La Habana: EditorialCiencias Sociales, 2006. p. 58.13 Archivo Central de la Universidad de LaHabana. Fondo Expedientes Docentes antiguos.Expediente de la señorita María Luisa Dolz yArango. Nº 3764, s/f.1 4

1888: Dolores Figueroa y María de la AsunciónMenéndez (Farmacia); Sacramento Gómez,Dominga M. Sánchez y Mercedes Alcalde(Magisterio); Francisca Rojas y Sabater,matriculada en Filosofía y Letras y en Derecho;Adela Tarafa en la Facultad de Ciencias; Digna

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Andrea del Sol, de Matanzas, matricula Farmaciay dos años después en Ciencias Físico Químicas.1895: María del Jesús Pimentel y Peraza (Doctoraen Farmacia). Le siguen, María Teresa Fernándezde Velazco, y Ramírez, Adelaida Márquez Arriagay Mercedes Sirvén, de Colombia. Esta última, alreanudarse la lucha independentista, puso susconocimientos al ser jefa de las postas médicas enla región oriental. Fue la cubana que más altosgrados obtuvo al finalizar la contienda, al serascendida al grado de comandante.1896: María Zamora Felipe, Eugenia CaprilesCifuentes e Isabel Mauri Iglesias se graduaron deFarmacia.1898: Defiende el doctorado María Luisa Dolzen Ciencias Naturales, y María Teresa PérezChaumont, en Farmacia.15 Discurso pronunciado por el catedrático AntonioJover y Puig. En: Universidad de La Habana.Memoria Anuario. 1897-1898. La Habana:Imprenta del Gobierno y Capitanía General porS.M., 1897. pp. 29-30.16 Varona, Enrique J. El cerebro según el sexo y laedad. Revista Cubana 1886. En Vinat, R. Op. cit.(3). p. 69.17 Los héroes de la guerra no escaparon de talescriterios. Cuando los restos de Antonio Maceofueron exhumados, un equipo de relevantesantropólogos, dirigidos por Carlos de la Torre,llegó a la conclusión de que las medidas cerebralesdel Titán de Bronce eran equivalentes a las de unhombre parisino, con lo cual era utilizada lasupuesta superioridad europea para medir lainteligencia de un hombre negro. Ver: Iglesias,Marial. “Topos y Tropos del 98: la emancipaciónsimbólica de los cambios en los espacios de locotidiano en Cuba 1898-1902”. En: Historia yMemoria: Sociedad, cultura y vida cotidiana enCuba (1878-1917). La Habana: Centro deInvestigación y Desarrollo de la Cultura CubanaJuan Marinello, 2003. p. 238.18 Aramburo, Mariano. Impresiones y juicios. LaHabana: La Propaganda Literaria, 1901. p. 297.19 Arenal, Concepción. La mujer del porvenir.Madrid: Estudio Tipográfico de Ricardo Fe, 1884.p. 10.

20 La Carta del Sábado. La Habana. 29 dediciembre, 1894.21 El término new woman hace alusión a lasmujeres que habían obtenido independenciaeconómica, llamándoseles “mujer de nuevo tipo”o “de los tiempos modernos”. A inicios del sigloXX, el discurso de la domesticidad le dio un usopeyorativo al término en los casos de mujeresque resquebrajaran las normas establecidas. Fueadjudicado a las estadounidenses quesimbolizaban la mujer rebelde y feminista,ejemplo “negativo” para los cánones sexistas dela época. Ver: Hernández-Galano, Yamilet. Eldiseño de nuevos arquetipos de las mujerescubanas creados por la educación y los empleosentre 1899-1902. La Habana, Tesis de Diploma,2003. (Capítulo II)22 Carbó, Luis. Intermezzo cómico. El Fígaro(La Habana) 25 jun. 1899:214.23 Borrero, Esteban. “Sobre la educación de lamujer”. En Vinat, R. Op. cit. (3). p. 74.24 Los estudios de comadronas facultativas –yaexistentes desde la etapa colonial–, fueronreglamentados a partir de 1900 por la OrdenMilitar Nº 266 y era la Facultad de Medicina yFarmacia la responsable de la expedición de lostítulos de graduados. En el caso de los estudiosde enfermería, en un inicio estuvieron bajo ladirección de enfermeras norteamericanas hastaque las cubanas crearon su propia escuela. Ver:Hernández- Galano, Y. Op. cit. (21).25 Hernández-Galano, Y. Ibídem, cap. II.26 Entre mediados de los años noventa del XIX yen la república, El Fígaro y Azul y Rojo fueronalgunas de las publicaciones que promovieroncertámenes de belleza desde sus páginas. En labúsqueda de atributos relacionados al desempeñoprofesional de escritoras, pintoras, médicos ymecanógrafas.27 Martínez, Julia. “Maestros cubanos enCambridge”. En: The Independent. August, 2,1900, HUA, CSS: 83.100.6, Cubans inCambridge: Accounts (unpublic) p. 1849.

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Cuando en nuestros días se celebrael aniversario 280 de la primera

Universidad fundada en Cuba, consti-tuye un motivo de orgullo saber quecada año se incrementa más y más lacifra de alumnas que egresan de susaulas, muchas de ellas con un alto ren-dimiento académico.

Conocida en sus orígenes como Realy Pontificia Universidad de SanGerónimo de La Habana, su aperturatuvo una alta significación, pues fue la se-milla de importantes institucionescientíficas, a pesar de que la isla aún per-manecía bajo el dominio de la metrópoli.

Según los designios que regían porentonces, los conocimientos científicos,técnicos, literarios y artísticos más avan-zados eran privativos de los hombres ypor eso de esa época únicamente se re-cuerdan ilustres nombres como TomásRomay, José Antonio Saco, Carlos Ma-nuel de Céspedes o Ignacio Agramonte,por sólo mencionar algunos.

En ningún caso, las mujeres tenían elderecho, ni siquiera la pretensión, de po-der ingresar en las aulas de laUniversidad de La Habana, y sólo has-ta bien avanzada la segunda mitad delsiglo XIX, pudieron acceder a ella, lue-go de vencer grandes obstáculos, casihechos a propósito, como para que de-sistieran de esos deseos que “ibancontra natura”.

Una de las primeras cubanas en de-safiar lo establecido por el sistemaeducacional imperante, y que hacíanvaler los académicos de turno, fue lajoven habanera Laura Martínez deCarvajal y del Camino, quien desdeniña fue muy precoz, una verdaderaadelantada al momento que le tocó vi-vir. A los cuatro años aprendió a leery escribir bien, y a los diez comenzósus estudios regulares de bachilleratoy con ellos, una larga cadena de no-tas de sobresaliente.

Al terminar el nivel medio hizo simul-táneamente las carreras de Física yMatemática, que concluyó en 1888, yla de Medicina y Cirugía, la cual finali-zó un año después, todas con notasbrillantes, para convertirse así en la pri-mera graduada de esa especialidad enla Universidad de La Habana.

Como muestra de los prejuicios so-ciales existentes en nuestro paísdurante el siglo XIX, cabe señalar quelas autoridades docentes de la Univer-sidad NO le permitían a la jovenestudiante Laura Martínez de Carva-jal y del Camino practicar la disecciónde los cadáveres, junto con sus con-discípulos –todos del sexo masculino–en el Anfiteatro del Hospital de SanFelipe y Santiago, que estaba destina-do a esos fines, en los altos de lacárcel citadina.

¿Mujeres en la Universidadde La Habana?

Matilde Salas ServandoPeriodista e historiadora

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Esa disposición, que hoy aparenta seralgo muy arbitrario, la obligaba a con-currir los domingos y días festivos parahacer en solitario esa labor práctica,realizada habitualmente entre cuatropersonas. Su persistencia se puso demanifiesto entonces, porque necesitabaestudiar con los cadáveres, pues de nohacerlo, resultaría imposible conocer losmás importantes detalles de la anato-mía humana imprescindibles paracualquier galeno.

Las autoridades universitarias man-tenían su posición de fuerza, por losprejuicios de la época, para que la jo-ven estudiante de Medicina desistierade sus propósitos y así atajar los avan-ces en su desempeño estudiantil quepudieran opacar a cualquier otro alum-no menos aventajado

Después de grandes luchas y avata-res, Laura concluyó en el año 1889 susestudios de Medicina en el HospitalNuestra Señora de las Mercedes, uncentro asistencial considerado como muyavanzado en esos tiempos, el cual seterminó de construir en 1886 y estuvosituado hasta fines de la década del cin-cuenta del siglo XX, en la manzana quehoy ocupa la popular heladería Coppelia,en las calles K, 23, L, y 21, en lapopulosa zona de El Vedado.

En noviembre de 1890, el cronistaManuel Calvo, del periódico capitalinoLa Discusión, se refirió a LauraMartínez de Carvajal en estos términos:

Esa joven de bella y espiritual fiso-nomía, es una mujer superior en elsentido más estricto de la palabra.Fue una admirable dama, la prime-ra que se decidió a matricularsecomo estudiante de Medicina ennuestra Universidad. Allí concluyó

su carrera hasta el Doctorado in-clusive [...]. Estudió porque nopudo dominar su anhelo de saber.Impulsada por la pasión del estudiorompió con las varias preocupacio-nes que en las sociedades atrasadasatan a la mujer a la holganza, comose ata la mujer a la noria. LauraCarvajal fue primero a la Cátedraacompañada de su criada; luegopensó, y pensó bien, que podía irsola y ser respetada de todo el mun-do y sola fue y todo el mundo larespetó. Lo que prueba que cuan-do la mujer quiere hacerse respetar,bástale marchar derechamente y detodo el mundo es respetada.Por esas calles habaneras iba a laUniversidad a veces leyendo tal ocual libro la estudiante de Medici-na Laura de Carvajal, y comoabstraída llegaba a la gran casa do-cente donde era saludada conrespeto por sus condiscípulos.En los exámenes de todas las asig-naturas ganó las más altas ybrillantes notas [...].

Mientras cursaba sus estudios de Me-dicina, conoció al joven doctor LinoEnrique López Veitía, con quien se casóen la iglesia de Monserrate de la capital,el 20 de julio de 1889, cinco días despuésde concluir brillantemente su carrera.

De esa feliz unión matrimonial nacie-ron siete hijos, lo que no impidió quejuntos ejercieran sus profesiones, en unconsultorio de Oftalmología que ambosabrieron en la Habana Vieja. Desdeentonces, Laura se convirtió en su máseficaz colaboradora y por su destaca-da labor en esa importante especialidad,se le considera como la pionera de laOftalmología en Cuba.

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La Universidad de la Habana es le-gítima, no sólo por sus 280 años de

existencia, sino por su protagonismo enel progreso de una nación, que a tra-vés de la historia se ha debatido pordignificar el componente imprescindiblede los oriundos de esta, nuestra por de-finición, isla de Cuba.

Honrar a esta Casa de Altos Estu-dios es enaltecer a cada uno de losseres que, adecuados a momentos his-tóricos precisos, hurgaron en la cienciay conciencia cubanas para demostrar,participar, criticar, oponer, revolucionar,y crear, en suma, un pensamiento cien-tífico adecuado a las característicaspropias, las vividas, las ontológicamentedeterminantes.

Muchos han sido los actores en lasdécadas pasadas. En verdad, en tantointérpretes de cada una de ellas, los pro-fesores universitarios, los profesores dela Universidad de La Habana, se des-tacan dentro del conjunto, para dejaruna impronta asequible, transmitida yadherida al prestigio de la institución.

No obstante, el rastro científico deesos pedagogos, muchas veces se en-tremezcla con acontecimientosrelevantes para la historia contemporá-nea de la isla, quedando aquellos como

simples partes de un todo. Y es que nofueron sólo maestros, sino en muchoscasos hombres políticos, deudores de untipo específico de conciencia nacional,con un espíritu de compromiso, queobraron por mejorar, en la medida delo posible, el paisaje natural de la so-ciedad en la cual estaban insertos,permitiéndole a la Universidad la apor-tación justa dentro de las cuestionescubanas.

En las décadas del cuarenta y el cin-cuenta, por ejemplo, se vive unmomento de necesidad perentoria deun ideal ético, de un progreso científi-co y material –con los debatesasociados–, que estarían avalados porla Constitución de 1940 y que redunda-rían en varios esfuerzos malogrados; nopor su mal delineación, sino por las ca-racterísticas propias y contradictoriasdel mundo socio-político e intelectualcubano. Precisamente en esos veinteaños se destacan algunos nombres uni-versitarios con un papel importante enla posterior historia de la Universidady de Cuba. Algunos de ellos, conocidoscomo Raúl Roa, Vicentina Antuña, Ro-berto Agramonte, Jorge Mañach, ElíasEntralgo, Lancís y Sánchez, Portela yPortela, y otros no tanto como Ramiro

Francisco Carone Dede:En defensa de la Universidady de la Constitución

Edel J. Fresneda CamachoProfesor de la Universidad de La Habana

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Capablanca y Graupera, CarlosMárquez Sterling, Pablo F. Lavín y Pa-drón, Rafael Santos Jiménez yFrancisco Carone.

En particular, nos interesa destacara este último, profesor de la Facultadde Derecho, con una innegable partici-pación en la vida pública yuniversitaria. Entregado al pensamien-to cubano y a su ciencia.

La esencia del DerechoFrancisco Carone llega a la Univer-

sidad en el año 1927,1 resuelto aimpregnarse de los aires de la colina, yaprender de las doctrinas del Derecho.Justo después de la visita del destaca-do penalista español Jiménez de Asúaque, posteriormente, como él mismo loreconociera, influiría en su formacióncomo jurisconsulto.

El Derecho para Carone era “[…] latutela, por medio de normas jurídicascoercibles, de los bienes e interesesesenciales de las personas y de la co-lectividad según los estratos culturalesde cada momento histórico, imprescin-dibles para la existencia o convivencia

social […]”.2 Y esa definición, a la quellegó por medio de ingentes estudios, lohizo protagonista de un momento his-tórico en Cuba donde las esenciasmetodológicas de la ciencia se conver-tían en herramientas de confrontación,por el bien común.

Reconocía esa necesidad. En el año1953, siendo profesor titular de DerechoPenal y de Política Criminal de la Fa-cultad de Derecho, presenta eltradicional discurso de apertura acadé-mica en la Universidad, consciente delas urgencias con que se vivía a raíz delcarácter de facto e inconstitucional delmomento. Y retorna al Derecho para di-rimir entre conceptos vitales y posiblescomo los de Nación, Patria y Revolución.

Su concepción tiene un fundamentoteórico, pero es adecuada a las circuns-tancias cubanas. No puede ser de otraforma, porque hace suya la idea deHenri Poincaré que subraya que el“[…] pensamiento no debe jamás so-meterse, ni aun dogma, ni a un partido,ni a una pasión, ni a un interés, ni a unaidea preconcebida” si no es a los he-chos mismos.3

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En el año del centenario, desde loque llama Casa de Cultura, de Saber yDecoro Ciudadano, la Universidad, serefiere al golpe de Estado como unacircunstancia que gravita con absorben-te pesadumbre sobre el espíritu de laconciencia nacional. Y más allá inclu-so, porque son momentos –según susjuicios– de luchas ideológicas y resur-gimiento de corrientes regresivas queamenazan la libertad y la dignidad delhombre, como si se cerniera sobre lahumanidad una nueva edad media.

Entiende pues que el profesor tieneun papel preponderante, no como unarchivo de conocimientos, sino comohombre capaz de interpretar los hechosy de ilustrar con su conducta. Y al De-recho como objeto que violenta losintentos contrarios al juicio común. Lascuestiones son medulares. No se tratade un Derecho Divino, sino de uno Se-cular, donde las cuestiones civilesexpresan los derechos elementales delhombre. Y dentro de estos, no el dere-cho del más fuerte –idea elaborada porSpinoza y que nutrió al nazismo–, sinoaquel que justamente proveyera al hom-bre de las más absolutas concepcionespara la vida en comunidad.

Las finalidades del Derecho enCuba, y en su época, partían de laConstitución de 1940 y tenían clarasdefiniciones: la independencia y sobe-ranía nacional; la solidificación de unarepública unitaria y democrática; la li-bertad política, y el bienestar individualy social, y la solidaridad humana.4

Contrario al golpe de Estado,enfatizaba a la libertad como el bienmás caro e imprescindible validando ensu discurso de forma explícita el pre-cepto independentista enfrentado a la

muerte. Y como precepto, la democra-cia constitucional, puntualizando que laConstitución era el amparo de las ac-tividades de gobernantes y gobernadosregidos por la soberanía nacional, laseparación de poderes, la justicia, laseguridad jurídica y la solidaridad hu-mana.

Abogaba por el retorno a un Esta-do de Derecho. Aquel donde lossostenedores del poder no estaban almargen del Estado, incluyendo las no-ciones provenientes de las escuelasliberales donde se enfatizaba el predo-minio del laissez faire en la producción.Era derecho de todos los ciudadanos elde participar en la formación de eseEstado en igualdad de condiciones.Cuestión conocida y no puesta en dudadesde la Declaración de los Derechosdel Hombre y el Ciudadano, del 26 deagosto de 1789.

No negaba, incluso, la posibilidad deconstrucción de ese Estado de Dere-cho a través de una revolución siempreque implicara un avance y no un retro-ceso, siendo una exclusiva obra delpueblo. Sobre todo porque el derechode resistencia a la opresión –entendía–es más que un derecho, una obligaciónde toda sociedad compuesta de hom-bres dignos. En ese sentido, el ejemplomás recurrente en su pensamiento erala Constitución de 1940, que fue un pro-ducto de la conciencia jurídica delpueblo, no derogada por el golpe de Es-tado, siendo el único posible actor enesa acción el propio bien común.

Fue un destacado penalista, imbuidoen las ideas de Jiménez de Asúa5 y desu predecesor en la cátedra de Dere-cho Penal, don José Antonio GonzálezLanuza. Pero su práctica pedagógica

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exaltaba las condicionantes sociales, ylos elementos a tener en cuenta comolenitivos en la lógica aplicada de lacuestión penal.

En un artículo de la revista Carte-les de noviembre de 1954, se abordabael problema de la delincuencia juvenil–más de quinientos jóvenes ingresabananualmente al reformatorio de Torrens–,y Carone, junto a otros especialistas,emitía sus puntos de vistas sobre lascaracterísticas del fenómeno en Cuba.

Conociendo las limitaciones de esta-dísticas en la isla, que podrían ayudara entender el fenómeno de manera glo-bal, suponía el abogado que las causasde ese aumento de la delincuencia seencontraban en la “realidad de todoslos días”. Además de las genésicas,personales, y ambientales que concu-rrían en la juventud, estaba el malejemplo de los adultos en Cuba, que sedisputaban el poder por la fuerza, sien-do la violencia un medio paraimponerse. Haciendo así clara referen-cia al poder instaurado en 1952.

Las causas visibles eran: en primerlugar, el hecho de que la juventud noencontraba medios legítimos y hones-tos en la mayoría de los casos parabuscarse la vida. “Un bolitero y, sobretodo el banquero, vive mejor en el or-den material que un obrero honesto”.6Resaltaba, como segunda de las cau-sas, los efectos de los medios decomunicación dentro de ese sectorpoblacional: “La película, la televisión,la radio y la prensa contribuyen en nopoca escala a facilitar que los jóvenesse conviertan en delincuentes, pues apretexto de informar convierten a losdelincuentes en héroes, a los ojos de laimaginación juvenil”.7 En tercer lugar,

la educación errónea que se le daba alos jóvenes, lo cual hacía recordar elcriterio desacertado de Lombroso queconfundía instrucción con educación.En el concepto de Carone había queeducar, resaltando los valores moralesy cívicos, no señalando como meta eléxito económico.

Y la última de las causas la recono-cía, retornando a “su” Constitución, laque trató de salvar, al examinar comootra causa de la delincuencia juvenil: losllamados hijos ilegítimos o extrama-trimoniales, base de la llamadamendicidad8 en Cuba. Entendía Caroneque la mendicidad no era compatiblecon la civilidad recordando el criteriode un ilustre profesor peruano que afir-maba que los incas se considerabansuperiores a los blancos porque no te-nían mendigos ni niños abandonados.

En defensa de la ConstituciónUna de las facetas que destaca a

Carone son sus acciones públicas endefensa de la Constitución de 1940.Miembro del Partido del Pueblo Cuba-no (Ortodoxos), mantiene en todomomento ese “honor”9 que lo vinculaa la historia del partido en que milita, ylo hace ser salvaguarda de un idealnacionalista, por el progreso y en con-tra de las astucias que mantienen aCuba dentro de una condición particu-lar en la década del cincuenta.

Sus acciones se desarrollan envuel-tas en un tenso período de la historianacional, matizado por la campaña cí-vica iniciada por Chibás, su posteriorsuicidio –relacionado como es conoci-do con la polarización del compromisoético dentro de la sociedad–, el golpede Estado de 1952, y sus consecuencias

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inmediatas: la limitación de las institu-ciones políticas, el intento de diálogocívico –en el que estaban envueltas lasmismas instituciones– y el latente pro-yecto revolucionario iniciado en 1953.

Verdaderamente, Carone es protec-tor de la “ideología ortodoxa”. Liada alos esfuerzos por lograr un Estado den-tro de los esquemas tradicionales de lademocracia burguesa, pero que res-pondiese esencialmente a lasnecesidades de desarrollo tanto econó-mico como social, de la nación cubana.Y si bien es cierto que, al igual que al-gunos de la intelectualidad de su época,criticaba a lo que se entendía comocomunismo, su razón de ser era huma-nista, democrática, y pendiente de lacivilidad que encerraba la Constituciónde 1940 en sí misma.

Dentro de los acontecimientos másconocidos –que por demás fueron con-ducidos magistralmente por Carone–,está la defensa que hizo de Chibáscuando este fue acusado por el doctorRicardo Sánchez que entendía que susdenuncias realizadas en la hora radial deCMQ los días 20 y 27 de febrero de1949, perjudicaban a la Judicatura inte-grada por los doctores GabrielPichardo, Pedro Cantero y José F. To-rres. El líder ortodoxo fue acusado dedesacato y condenado a seis meses deprisión. Su defensa fue organizada yelaborada por Carone –a petición delpropio Chibás y del Consejo de Direc-tor del partido– ante el Tribunal deUrgencias de la Habana el 27 de abrilde 1949.10

Tenía la habilidad, el abogado defen-sor de este caso, de transfigurar lacuestión particular en un asunto abier-to, que se convertía en acicate para la

discusión de “los problemas cubanos”que estaban de fondo. Y aprovechabael debate público11 existente alrededorde la encarcelación de Chibás para de-sarrollar una defensa de altos vuelosjurídicos.

Siendo un conocedor del Derecho,dejaba sin fueros desde un inicio al Tri-bunal Juzgador y declara suincompetencia por ser un tribunal deexcepción y por sustraerse al acusadode su Juez Natural (Lugar de los He-chos). Califica al juicio de trascendentale histórico, por reflejar la lucha que lle-vaba a cabo toda la ciudadanía encontra de la Compañía Cubana deElectricidad. Y llama a su defendido“Tribuno del pueblo”, por ser este unproblema que venía arrastrando la his-toria de Cuba ya enfrentado porGuiteras.

Logra definir dos partes eninteracción frente a los intereses de lanación cubana dentro del propio juicio,utilizando las orientaciones modernasdel Derecho y Procesamiento Penales.La personalidad de Chibás es una deellas: “Hombre público más íntegro deesta generación, excepción de un me-dio de corrupción política, que ha hechode su vida un instrumento al servicio desu patria”.12 Y la otra, la Compañía Cu-bana de Electricidad, que más allá delos “supuestos agraviados” está comoelemento a contrarrestar dentro de lascuestiones públicas cubanas.

El adalid de la ordotoxia defendíacon sus intervenciones radiales unacuestión que era cierta: el aumento ar-bitrario de las tarifas. Y en esa acciónla llamada Junta de Economía de Gue-rra tenía un papel significativo. El actode desacato estaba fuera de lugar: era

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una cuestión de Derecho Natural con-tra un Derecho Legal enrarecido, sobretodo por las atribuciones que la men-cionada junta asumía.

Recurrió a la teoría en todo momentoel profesor Carone. En primer lugar, elprocedimiento se inició por alguien queno tenía derecho a ello. Y especificabaque Chibás había actuado llevado porel animus corrigeni, el ánimo de co-rregir. No “[…] basta que se hayaproferido una palabra, un concepto hi-riente, para que quede integrado eldelito de calumnia o injuria. No bastala materialidad de una palabravejaminosa, para que existan esos de-litos, hace falta […] el ánimo directo deofender […]”.13 La sala se quedaba sinrecurso, se trataba de que el acto deinjuria no era más que el sentir de lacolectividad, expuesta por Chibás. Noera él quien acusaba.

Se juntaban jurisprudencia e historiapor cuanto había dos fallos a considerar:el de la tribuna legal y el de la opiniónpública. Afirmaba en este sentido: “Enel banquillo no se sienta EduardoChibás, sino el pueblo de Cuba”.14 Ycerraba su certero discurso con las pa-labras de otro brillante pedagogo, Joséde la Luz y Caballero: “Antes quiera yover desplomados, no digo las institucio-nes de los hombres, sino las estrellastodas del firmamento, que ver caer delpecho humano el sentimiento de la jus-ticia, ese sol del mundo moral”.15

En defensa de CubaEl 24 de agosto de 1954 se publica

en la Gaceta Oficial una Ley-Decre-to, autorizando la construcción de uncanal, que atravesaría a Cuba, partiendode la Bahía de Cárdenas y desembocan-

do en la Bahía de Cochinos. Con unainversión calculada en alrededor de los400 millones de pesos, la idea fue ven-dida como un proyecto para eldesarrollo económico del país.

Sus defensores auguraban que seríaeste canal, el segundo en extensión delmundo16 y el primero en profundidad.Sería construido por una empresa pri-vada, concesión realizada mediantesubasta, llamada Compañía del Canaldel Atlántico al Mar Caribe S. A., lacual tendría plenos derechos de expro-piación de las zonas que estimaseconvenientes para la construcción delCanal y desalojar a cualquier arrenda-tario, subarrendatario, aparcero,precarista que los ocupase, así como laexención de pagos todo impuesto delEstado, la provincia o el municipio, sóloaportando la empresa el 1% de sus en-tradas brutas.

Se le endilgaban ciertas ventajas.Con un plazo de construcción de cua-tro a cinco años, se preveía eldesarrollo de un grupo de empresas deenvergadura (industrial, agrícola, co-mercial, turística), además de lacreación de fuentes de empleo, con unéxito económico relacionado con lacantidad de barcos que transitaran elcanal. Supuestamente ahorraba a lanavegación entre América del Sur ydel Norte alrededor de 400 o 500 mi-llas náuticas. Y la concesión se habíaestablecido para un plazo de noventay nueve años. De acuerdo con el artí-culo 31 del Decreto Nº 1618, estacompañía tendría el derecho durantetodo el término de la concesión sobrelas industrias, comercios y actividadesagrícolas constituidas y desarrolladasen esa área.17

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El gobierno exponía como objeti-vos, dos fundamentales: los llamadosEstratégicos, de índole militar, queproporcionarían seguridad al hemisfe-rio americano en caso de conflictobélico mediante la unión contra un ene-migo común, además tendría uncomplejo sistema de organización mili-tar en el área del Caribe, hecho que noexcluía la implantación de bases milita-res. Y los Económicos, que contribuiríanal desarrollo industrial, agrícola, y co-mercial estimulando al capital privado,con facilidades para establecerse en esazona, desde privilegios fiscales y admi-nistrativos hasta el establecimiento deun régimen laboral de excepción, as-pectos contrarios a los derechos de lostrabajadores establecidos en la Consti-tución de 1940.

Desde la misma promulgación deeste proyecto, la opinión pública cuba-na se opuso. Entre los más destacadosse encontraban Oscar Pino Santos,Mario Llerena, Jorge Mañach, VicentinaAntuña, Cosme de la Torriente, y el pro-pio Francisco Carone, sobre todo por loshechos asociados a esa construcción:entrega a un poder extranjero de unaporción del suelo nacional; ruptura dela unidad territorial del país; subordina-ción del pueblo de Cuba a una autoridadextranjera; conversión de la isla en unazona estratégica, y establecimiento deun régimen social y económico diferen-te al de las leyes cubanas.18

Por tales motivos, el profesor univer-sitario Francisco Carone Dede presentóun recurso de inconstitucionalidad anteel Tribunal de Garantías Constituciona-les y Sociales, a nombre de cuarenta yseis ciudadanos que se proclamaban“Voceros de Cuba”, que venían a “cla-

mar más que a pedir”. Comparecíanpara ejercer su derecho frente a lo quecalificaban de “legislación monstruosa”:la mencionada Ley 1618 del 12 deagosto de 1954 y su modificativa laLey-Decreto Nº 1715 del 23 de sep-tiembre de 1954, y el Decretopresidencial Nº 3652 del 6 de diciem-bre del propio año.19

El recurso fue pronunciado los días18 y 25 de abril de 1955. Era el crite-rio de aquel grupo de individuosapegados a la Constitución de 1940, re-presentantes del ideal independentista(Cosme de la Torriente), de laconstitucionalidad, con el presidente dela Convención Constituyente de 1940doctor Carlos Márquez Sterling junto aperiodistas, hombres de política, profe-sores universitarios, relacionados enalgún sentido con las posturas cívicas,alrededor del ideal ortodoxo y del diá-logo, conformados después del golpe deEstado de 1952.

Aquel intento, que popularmente fuedenominado “Canal Rompe Cuba”, mo-tivó un estado de conciencia adverso20

y un debate donde participaron muchasde las instituciones más importantes delperíodo. Coincidiendo los juicios en queeste era un tema enfrentado a la sobe-ranía nacional y al desarrollo económicopor ser una burla a las conquistas de lostrabajadores, una merma al derecho delocomoción; por sobreponer sus intere-ses al interés doméstico cubano; por noprestarse a actividades de fomento agrí-cola, y de consumo, y por tender a unadiscriminación dentro de los regímenesjurídicos que por su naturaleza debenser generales para todo el territorio na-cional. Esta era una vieja tesiselaborada por el padre del entonces

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Ministro de Defensa firmante de lalegislación impugnada. Profesor uni-versitario aquel, autor de un folletotitulado Un Canal Trans-Cubano com-plementario del de Panamá, publicadoen abril de 1934.21

La inconstitucionalidad se justificabapor la elaboración del proyecto dentrode un orden meramente inconstitucio-nal, definido por el golpe de Estado.Pero Carone, con sumo cuidado, recu-rrió a desmenuzar el problema por suspartes, para mediante la postura jurídi-ca, desbaratar los esfuerzos de susoponentes. Pensaba en común, ayuda-ba a razonar:

Se estima que el Canal por sí solo,a lo sumo, podrá obtener los dere-chos de paso de unas 10 millonesde toneladas netas de buques quetrafiquen entre los puestos de la Flo-rida y las Carolinas y Panamá víaCanal Cuba. Esos derechos a tari-fa de $0.30 (relativamente máselevada que las del Canal de Pana-má, con mucho menor ahorro denavegación), alcanzarían a lo sumo$3 000 000 de entrada bruta. Ni auntomando en cuenta el aumento pro-bable de población y de laconsiguiente actividad comercial,podría el Canal recuperar, la inver-sión y sus intereses.22

Y dejaba clara su posición. Se defi-nía como hombre consciente, desentimientos humanos, contrario a lamilitarización que podría implicar elotorgamiento del carácter estratégicoa Cuba, opuesto a la bomba atómica,hombre de Derecho que ante las acu-saciones de comunista conjeturadas porel contralmirante Rodríguez Calderón,respondió: “[…] son ellos los que de lle-

var a un estado de miseria a nuestropueblo, van a dar la oportunidad del co-munismo en Cuba […]”,23 aspecto quelos firmantes rechazaban por ser parti-darios de la democracia liberal.

En un esfuerzo por escapar de la ac-ción legal, el gobierno varió lasexpresiones verbales de algunos de lospreceptos de la legislación “canalera”para burlar el recurso de inconstitu-cionalidad. Prevalecía, no obstante, unavoluntad omnímoda, al permitir que unaparte del territorio nacional pasara aldominio de una compañía privada.Carone, hurgado en la esencia del De-recho, legitimó su recurso, que erasegún sus palabras el recurso del pue-blo de Cuba.

La democracia era el ejercicio del po-der democrático, basado en un DerechoPolítico existente a partir de los elemen-tos que integran el Estado: Pueblo,Territorio y Potestad Pública. Precisa-mente esa potestad pública, mediante elpoder debía refrendar a la soberanía (ya sus atributos: unidad, indivisibilidad,inaliebilidad, imprescriptibilidad, exclusi-vidad, permanencia). En esa sencillafórmula basó su soflama. El poder mi-litar no tenía soberanía, y dispuso conese proyecto de la soberanía de unaporción del territorio nacional violandoasí el artículo tercero de la ley Consti-tucional e iniciando nuevos problemaspara la isla cubana como el de las fron-teras, no contemplados por laestructura geográfica cubana.

Los preceptos que impugnabaCarone violaban los textos constitucio-nales, ya que transferían actividades ydominios legales propios de los poderesejecutivo y legislativo24 a una personaconcesionaria. Se violaba el derecho de

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salarios, de indicación, a huelga, alvoto, de impuestos siendo desde supunto de vista una nueva forma de co-lonialismo.

Incluso llega a cuestionar al Minis-terio Fiscal, cuyo funcionamiento originaun conflicto de intereses, ya que el fis-cal del Tribunal Supremo en la prácticaera nombrado y elegido por el presiden-te de la república,25 parte interesada enel conflicto que se debatía. Reutilizandoimpugnaciones del Ministerio Fiscalcomo antecedentes de acciones jurídi-cas (sentencias 35 del 14 de mayo de1937, la 66 del 27 de septiembre de1940 y la 35 del 28 de junio de 1942),sostenía el carácter inconstitucional porlo inútil de la acción propuesta; y la vi-gencia de la Constitución de 1940,vigente en el momento de la lesión, lacual proscribía el otorgamiento a terce-ros del patrimonio nacional. No eraadmisible que fuesen entendidas las le-yes-decretos como inconstitucionales ypermaneciesen en pie los decretos pre-sidenciales resultados de aquellos.

Su postura era crítica con respectoal gobierno:

No siempre señores magistrados,las cosas que acaecen en marzo sonfatídicas […] y quiero advertir a lasala, como Profesor de DerechoPenal que soy, que al referirme aho-ra al mes de marzo, recordaba untrabajo publicado en la revista delColegio de Abogados de la Haba-na, por el eminente criminólogoespañol Constantino Bernardo deQuirós, en que este afirmaba quelos grandes crímenes sádicossucedidos en todas las épocas his-tóricas, tuvieron lugar en el mes demarzo.26

Criticaba la Ley Constitucional. Sa-bía por su profesión que un código nose redactaba en cuestión de unosdías. “Solamente los ignaros creen quetodo está en la Ley y que es fácil suinterpretación”.27 Advirtiendo que sóloson admisibles las variacionesjurisprudenciales de los Tribunales Su-premos por lo que se llama“interpretación progresiva”, que no esotra cosa que la adaptación del texto alas nuevas necesidades, a las nuevasluces sobre puntos oscuros que hacenque los tribunales varíen su criterio: laConstitución debía prevalecer sobre lasleyes vigentes –precepto incluido en lapropia Ley Constitucional; era intangi-ble, inalienable, eterna, mientras otraConstitución no la modificara, y no po-día prevalecer nada que se le opusiese.Luego, era inconstitucional todo lo quese le enfrentara.

Demostraba que carecía de autori-dad moral un Estado que no procurabatrabajos a sus ciudadanos para crearempleos a costa de la soberanía y ladignidad. La empresa en sí misma nobrindaba ninguna garantía. Se oponía, ylo enfatizaba a partir de las dudas queel Ministerio Fiscal introducía: “[…] loscanales, a los túneles, a todo lo que con-lleve enajenación de soberanía, entregade nuestras riquezas, violación de nues-tra dignidad, entreguismo a interesesespurios, en una sola palabra, somosenemigos de cuantas medidas traiganconsigo la indignidad y la desvergüen-za a Cuba […]”.28 Se consideraba asíen aquella hora histórica, un político dela escuela de Martí y no aquel que bus-caba la sonrisa del poder ejecutivo. Ycerraba su discurso con el planteamien-to de una verdad histórica, haciendo

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conscientes a aquellos que les corres-pondía decidir de su destino justo:

[…] estamos ante una de esas co-sas graves que provocan unarevolución aun en los pueblos máspacíficos; porque este Canal Vía-Cuba es un dardo que va a herir aCuba en su soberanía, en su digni-dad, en su integridad, en suderecho, en las conquistas sociales,en la moral, en la historia, en su po-sición internacional, en su seguridadfísica, en su alma.La sentencia que ustedes van a dic-tar, puede viabilizar o impedir estedaño y este tribunal no puede ser unnuevo Poncio Pilatos, no se puedelavar las manos en esta cuestión,porque aquí no estamos forcejeandopara obtener el poder los unos yotros, estamos pidiendo que se evi-te tamaña desgracia para Cuba,porque ha de ser una desgraciairremediable e incalculable.Señores magistrados, si así lo hacéis,el pueblo de Cuba os bendecirá.29

En defensa de CaroneFrancisco Carone Dede es fiel a un

pensamiento “cubano”. A una tradiciónde juristas comprometidos, a una Facul-tad y por extensión a la Universidad deLa Habana –aun más allá de sus mu-ros. Fue un profesor que creía en ladocencia como la más fuerte herra-mienta para contrarrestar aquello quelimitaba a Cuba, y legal seguidor de lasideas de Chibás.

Su impronta es ineluctable. Formó ajuristas –hombres y mujeres–, exten-diendo su impronta por los caminos dela “necesidad cubana”. Esa misma ne-cesidad que fue recalo de pensadores

y políticos en el torbellino que significóla década del cincuenta en la isla. LaConstitución de 1940 es arma, es refu-gio y pedestal, es frontera entre lasinciertas realidades y la posibilidad deser dignos y como tal, construir una so-ciedad justa, dentro de los preceptos dela democracia liberal.

Y no fue mero defensor de proce-sos de gran relevancia histórica, sino dela nación cubana. Su nombre ha sidoañadido al raudal de hombres que en lahistoria fueron fieles a su tiempo, te-niendo vivas la dignidad, la libertad y eldecoro.

Notas1 Ingresa en el curso 1927-1928 comoestudiante. En 1938 se convierte en profesoragregado de Derecho Penal; en 1939 en profesorauxiliar de dicha cátedra, y posteriormente en1943 de Política Criminal. Llegó a ser profesortitular en 1947. Fuente: Expediente Laboral Nº17 511. Archivo de la Universidad de La Habana.Carone, Francisco. Investidura del Profesor“Honoris Causa” de la Facultad de Derechodel Doctor Luis Jiménez de Asúa (Aula Magna,24 de julio, 1952). La Habana: ImprentaUniversidad de la Habana, 1952.2 Carone Dede, Francisco: Discurso de AperturaAcadémica. Curso 1953-1954. La Habana:Universidad de la Habana, 1953. p. 28.3 Revisa a autores relacionados con la evolucióndel Derecho: Aristóteles (Ética de Nicomano),Manuel Kant (Principios metafísicos delDerecho), Marx (Contribución a la crítica de laeconomía política), Giorgio del Vecchio(Sentimiento jurídico), Rudolf von Ihering (El findel Derecho), Carl Schmitt (Teoría de laConstitución). Ibídem, p. 6.4 Ibídem, p. 8.5 Recordaba algunos de los títulos de Jiménez deAsúa, quien además fuera primer Representantede la República Española en Praga de 1936 a

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1939, por los que estudió: Políticas, Figuras,Paisaje, La Constitución de la DemocraciaEspañola y el Problema Regional, Anécdotas delas Constituyentes, Defensas Penales y Tratadode Derecho Penal.6 Martín, Regino. La delincuencia juvenil enCuba. Carteles (La Habana) 35(46):46; 14 nov.1954.7 Ibídem, p. 47.8 En la misma revista, abordando las vacaciones,se presentaron fotos de niños sin objetar larealidad que envolvía a cada uno de ellos. Unaniña con su bicicleta, el pelotero con su gorra,guante y pelota, que quería aprender a jugarbéisbol, y otro que debía “legislar” para podercomprar los libros del curso limpiando loscristales de los autos.9 Lo demuestra en algún sentido el hecho de queel ex ministro de Educación, Aureliano Sánchez,Arango es retado a duelo por Roberto Agramonte,por declaraciones del primero a la revistapanameña Siete. Agramonte defendía el símbolode lo que había sido Chibás en vida. Y se abría undebate sobre la disputa, el trance de honor, con“especialistas” conocedores del Código deCabriñana, como: el presidente de la Junta deEconomía, Santiago Rey, Santiago Verdeja,Ramiro Mañalich y otros. Debate que dejaba laspuertas abiertas sobre las posturas éticas de laortodoxia. En Carteles (La Habana) (30); 25 jun. 1954.10 Integrado por: Presidente doctor RamónCabezas y los magistrados doctores BraulioGonzález Miranda y Carlos Reyes Delgado.En: Carone, Francisco. Mi defensa de Chibás. LaHabana: Editorial Lex, 1949.11 Debate público por el fallo contra Chibás:participaban, entre otros algunas personalidades,Guido García Inclán, Guillermo Zendegui, JoséPardo Llada, Manuel Bisbé y Max Lesnick.12 Carone, F. Op. cit. (10). p. 10.13 Ibídem, p. 32.14 Ibídem, p. 38.15 Íbídem, p. 39.16 Suez (Egipto), 168 km.; Vía Cuba, 102 km;Kiel (Alemania), 98 km; Houston (EstadosUnidos), 91,7 km; Gota (Suecia), 87 km;Troihatte (Suecia), 83,6 km; Panamá, 81,6 km.

En Pino Santos, Oscar. El Canal Vía-Cuba: ¿Baseestratégica, emporio económico o motivo dealarma para la opinión pública nacional? Carteles(La Habana) 35(51):102; dic. 1954. (Fotos RaúlCorrales).17 Se preveía la existencia de un gobierno del canalcon cinco organismos: Autoridad Portuaria delCanal, Ejecutivo del Canal, Junta Consultiva,Junta Administrativa, Delegación Naval. Pero lasrelaciones entre cada una de estas institucionesle cedía los derechos de soberanía a la empresaconcesionaria. Ibídem, p. 103.18 Llerena, Mario. Canal Vía-Cuba peor que laEnmienda Platt. Carteles (La Habana) 35(52);26 dic. 1954.19 Entre ellos estaban: Cosme de la Torriente yPeraza, Carlos Márquez Sterling, Jorge MañachRobato, Pelayo Cuervo Navarro, SalvadorMenéndez, Manuel Antonio Varona, José MiróCardona, José Pardo Llada, Luis Conte Agüero,Vicentina Antuña, Mario Llerena Rodríguez, FélixLancís y Sánchez, y Francisco Carone Dede.Ver: Carone Dede, Francisco: Informe del Dr.Francisco Carone Dede en el recurso deinconstitucionalidad contra el Canal Vía-Cuba.Universidad de la Habana. Revista en.-dic. 1955.p. 363. [Compendio]20 Por existir un estado de conciencia adversoreflejado en las manifestaciones de institucionescomo Asociación Latinoamérica Libre,Asociación de Veteranos, y la Universidad de LaHabana que, en acuerdo del Consejo Universitariode fecha 17 de enero de 1955 acordó designar unacomisión de expertos en Ingeniería Civil,Economía, Derecho y Geografía para analizar lasconsecuencias inmediatas de la construcción delcanal. La Federación Estudiantil Universitaria(FEU), expuso sus puntos de vista al respecto:Representaba una carga sobre el ingreso fiscal,no viable; El Estado no recibía compensación;Era una violación a la moral pública, así como alas normas elementales del Estado contenidas enla Constitución de 1940. Además participaron elPartido del Pueblo Cubano (Ortodoxos)[PPC(O)], el Partido Revolucionario Cubano(Auténtico) [PRC(A)], Partido Socialista Popular(PSP), el Colegio de Abogados de La Habana, laAsociación de Juventudes Católicas, elMovimiento de Liberación Radical, la Central deTrabajadores de Cuba (CTC), la Federación

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Obrera Marítima, la Asamblea Médica Nacional,el periódico El Mundo, y otras personas nonecesariamente opuestas al gobierno comoSalvador Massip, Levi Marrero, Segundo Ceballos,Oscar Pino Santos, Raúl Cepero Bonilla, GastónBaquero, este último consejero de FulgencioBatista.Ver: Carone Dede, F. Op. cit. (19). p. 363.21 Carrera Jústiz, Francisco. Un Canal Trans-Cubano complementario del de Panamá. Habana:Imprenta Cuba Intelectual, 1934.22 Imbrica en sus análisis no solamente lascuestiones cubanas sino que entrelaza los hechosde la historia reciente latinoamericana para sacarconclusiones sobre las posibles ventajas y lasciertas desventajas del canal. Por ejemplo, tieneen cuenta las consecuencias inmediatas por laelaboración del Canal de Panamá para Colombiaa través del Tratado Hay-Bunau-Barilla del 18de noviembre de 1903, y la posible vinculacióncon el asesinato del presidente José AntonioRemón. Su análisis técnico no se constriñe altecnicismo del Derecho, sino que articula undiscurso con la opinión de otros especialistas yconocedores como los destacados Levi Marrero,Menéndez Viloch y Salvador Massip.Ver: Carone Dede, F. Op. cit. (19). p. 375.23 Ibídem, p. 382.24 “[…] los preceptos impugnados violan lostextos constitucionales señalados, ya quepermiten regular el comercio, la industria, y lasactividades agrícolas, propias del poderlegislativo; regulan el tránsito, facultad también

del poder legislativo; transfieren la facultad depolicía del Canal, privativa del poder ejecutivo ala persona concesionaria; y así muchas facultadesdel poder ejecutivo y el poder legislativo sontrasladados a la concesionaria, por esta legislaciónnefasta que estamos impugnando”.Ibídem, p. 384.25 El Ministerio Fiscal representa al pueblo antela administración de la justicia y tiene comofinalidad primordial vigilar el cumplimiento de laConstitución y de la ley. Al mismo tiempo, lasfunciones del Ministerio Fiscal son inamovibles,con excepción del fiscal del Tribunal Supremoque será renombrado y removido libremente porel presidente de la república, teniendo los otrostotal obediencia. Proceso contemplado en laConstitución que en los tiempos en que se debatíaeste recurso era especialmente peligroso, porpermitir la supeditación del Tribunal a losintereses del Ejecutivo.Ibídem, p. 405.26 Ibídem, p. 415.27 Código Penal Stoos, Suiza, de 1893 que seaplicó cincuenta años después, en enero de 1942.El Código Zanardelli, el Penal de la RepúblicaEspañola, 1932, y el Rocco, concluido a los cincoaños, dando excusas y aclarando que casi lamayoría de los juristas italianos habíanparticipado en él. Ibídem, p. 416.28 Ibídem, p. 427.

29 Ibídem, p. 437.

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La Escuela de Verano de la Univer-sidad de La Habana se realizaba

durante los meses de julio y agosto, nosólo como una necesidad educacional,sino como un beneficio para la culturacubana. En este trabajo fue escogida laefectuada en 1955, en la cual se impar-tieron casi cuarenta asignaturas,agrupadas en cuatro cursos: EstudiosPedagógicos (catorce disciplinas), Cur-sos Generales (siete), Música (once) yArtes Manuales (seis).

Fue un reto para la Universidad deLa Habana, pues era una vía de supe-ración y actualización en las diferentesespecialidades para profesores y alum-nos. El claustro, integrado porprofesionales y doctores egresados delas escuelas del Estado, que de hechoeran pocos por aquellos años, así comopor algunos que ejercían en plantelesprivados, le daba gran importancia a loscursos por la maestría con que desa-rrollaban las clases, y por el cúmulo deconocimientos que impartían, avaladospor una alta calidad, difícil de encontraren otro centro educacional cubano. Losasistentes recibieron diferentes temas:Folklore Cubano, Apreciación Musical,Entonación Coral, Ortografía, Taxider-mia…, cuyos aspectos didácticos nunca

antes habían sido planificados ni orga-nizados con esas características.

Como un logro indiscutible es dignodestacar que la gran mayoría de los cur-sos eran impartidos por destacadosespecialistas cubanos de prestigio inter-nacional. Este particular permite haceruna valoración histórica de su significa-do en las décadas del cuarenta y elcincuenta, pues incidieron en la forma-ción académica de los intelectuales deaquella etapa. Entre los profesores seencontraban José Ardévol, EdgardoMartín, Harold Gramatges, Serafín Pró,Argeliers León, María Teresa Linares,Rafaela Chacón y Gustavo Torroella, locual demuestra la exigencia al seleccio-nar a los especialistas que cubrirían nosólo la docencia, sino que tendrían elencargo de enriquecer y ampliar la pre-paración de los matriculados.

El tiempo de duración era de seis se-manas y los encargados de impartirloscontaban con el material bibliográfico yla capacidad suficiente para lograr unéxito en su disertación académica ycientífico-cultural, utilizando métodos yprocedimientos que permitirían el inter-cambio entre todos para obtenerconocimientos más sólidos y la posibi-lidad de aplicarlos en su trabajo diario.

Universidad de La Habana.Escuela de Verano 1955en el recuerdo

Leonel Maza y Lourdes CastellónInvestigadores

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Los profesores sólo tenían que ajustarsus criterios al reglamento de la Escuelade Verano y a los Estatutos universita-rios. Para alcanzar un buendesenvolvimiento y eficiencia, las cla-ses debían comenzar diez minutosdespués de la hora señalada y concluira la hora exacta; cada una duraba cin-cuenta minutos.

La Escuela de Verano otorgaba ca-lificaciones que tenían prestigio yreconocimiento tanto en Cuba como enel extranjero, ya que a los participan-tes se les concedía la categoría deArtium Magíster, equivalente a Maes-tro en Arte en el ámbito internacional,de ahí que se exigiera un estricto cum-plimiento en la metodología y lascalificaciones.

Las asignaturas que tenían tres ho-ras a la semana otorgaban el valor deun crédito, las de cinco acumulabandos y las de diez horas, tres. Tambiénse impartían ciclos o cursillos con me-nos tiempo de duración que acumulabanmedio crédito. La calificación final delalumno se medía de la siguiente mane-ra:

Menos de 60 puntos: DesaprobadoDe 60 a 69, 9 puntos: AprobadoDe 70 a 79,9 puntos: AprovechadoDe 80 a 89,9 puntos: Notable, muy

buenoDe 90 a 100 puntos: SobresalienteFinalmente, el ciclo de calificaciones

académicas concluía por asignaturas yel alumno que no asistía al 80% de lasclases recibía la calificación de Incom-pleto, y si renunciaba en el plazoestablecido la de Renuncia.

Los profesores podían escoger a unprofesor agregado para que trabajaracomo su asistente, el cual debía ser gra-

duado universitario, aunque no recibiríaremuneración alguna, pero sí sus ser-vicios serían anotados en su expedientepersonal. Este sería autorizado por elrector a través del director de la Escue-la de Verano.

En la Escuela de Verano de 1955 seefectuaron los cursos siguientes:

I- Estudios pedagógicosLos lunes, martes y viernes en el

aula dos del Edificio Poey se impartie-ron de nueve y media a diez y media“Proyección social de los sucesos. Re-serva histórico-pedagógica” por ladoctora L. Grave de Peralta; a conti-nuación, “La educación activa yfuncional” por la doctora C. Couceiro;en el horario de once y media a doce ymedia, la doctora R. Chacón, “Educa-ción de la comunidad”, y por la tarde,de dos a tres, el doctor Francisco Ba-

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rroso daba “La enseñanza de laMineralogía en la Escuela Primaria yMedia” en el aula número cinco.

Esos mismos días, pero en el aulados del Edificio de Ciencias Comercia-les, de ocho a nueve de la mañana, “Laortografía en la escuela elemental. Nue-va técnica del aprendizaje ortográfico”era ofrecida por el doctor A. T. Díaz,quien continuaba con “La educación deadultos, sus principios y técnicas”. Enel horario siguiente, de diez a once, la“Enseñanza del Español: Aplicada a laEscuela Primaria Elemental y Superior”era impartida por los doctores DoloresMartí y M. del Valle. Finalizaba la se-sión de la mañana con “Introducción alas técnicas fundamentales del diagnós-tico de la personalidad: Rorschach y T.A. T”, explicada por el profesor Gus-tavo Torroella.

Diariamente en el aula tres de esteedificio, “El arte musical en la forma-ción de la personalidad del niño”, eraexpuesta por los doctores H. MartínezAmores y Ada Iglesias de ocho a nue-ve de la mañana.

Los martes y jueves en el aula dosdel Edificio Poey comenzaba a las ochode la mañana “Cómo seleccionar, gra-duar y orientar la enseñanza de lasCiencias en la Escuela Primaria”, porlas doctoras R. Fernández y B. Pérez,quienes continuaban con “Los cursos deestudio de Ciencias en la Escuela Pri-maria”. De once a doce y mediaproseguía la doctora J. Castro Runy elcurso “Las dramatizaciones en elaprendizaje escolar”.

También esos días y en dicho edifi-cio “El problema de la niñez y elmaestro” fue impartida por la doctoraH. Martínez Amores de nueve a diez,

en el aula cuatro, pero de ocho a nue-ve y media el doctor R. Bustodesarrollaba “Educación Estética a tra-vés del dibujo” en el aula de dibujo.

II. Cursos generalesLos lunes, martes y viernes se ofre-

ció “Recursos económicos de Cuba” enel Edificio de Ciencias Comerciales porel profesor M. A Fleites de tres a cua-tro de la tarde. Otras materias fueronimpartidas los mismos días en el Edifi-cio Felipe Poey, por doctores como A.Moreno y R. Fernández, quienes expli-caron “Bosquejo de la fauna de Cuba”de ocho a nueve y treinta de la maña-na; C. Íñiguez, “Geografía Económica”de diez a once en el aula siete; Fran-cisco Barroso, “La enseñanza de laMineralogía en la escuela primaria ymedia”, de dos a tres pasado meridia-no, en el aula cinco; J. Fernández dela Arena, “Genética humana: la heren-cia normal y patológica en el hombre”,de tres a cuatro de la tarde en el aulacuatro. Sólo “La vida de los vegetales”,fue presentada por los doctores A.Ponce de León y P. Ponce, de cuatroy treinta a seis, en el Jardín Botánico.

Mientras, los martes y jueves el doc-tor V. Rodríguez explicaba “Práctica deTaxidermia”, de dos a cuatro y treintaen el aula seis de dicho edificio.

III. Cursos de MúsicaSe desarrollaron las siguientes mate-

rias los lunes, martes y viernes siempreen las mañanas en el Edificio de Cien-cias Comerciales: en el aula númerouno, “Pedagogía Musical” por la doc-tora E. Ibáñez de ocho a diez; “Historiade la música cubana aplicada a la en-señanza primaria elemental y superior.Medios auxiliares para el desarrollo dela misma”, por el profesor Harold

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Gramatges Leyte-Vidal en el mismohorario; “Grandes representativos de lamúsica”, por el doctor Edgardo Martínde diez a doce; “Dirección Coral y di-dáctica del canto coral”, por la doctoraAda Iglesias de dos a tres y treinta dela tarde; a continuación, “Apreciación rít-mica de los bailes folklóricos europeosy americanos”, por la profesora C.López Escalera; y “Algunos problemasde la teoría de la música revisados a laluz de la Musicología moderna”, por elprofesor Serafín Pró, de cinco a seis ytreinta.

Los martes y jueves en ese edificiose ofrecían las asignaturas siguientes:“Armonización de cantos escolares”,por el profesor Harold Gramatges deocho a diez y treinta de la mañana, ycontinuaba “Didáctica de la apreciaciónmusical”, por el doctor Edgardo Mar-tín en el aula uno; “Musicografía deCuba” de dos a cuatro y media de latarde por el doctor Argeliers León,quien continuaba hasta las siete con“La Educación Musical en las escue-las primarias superiores”, mientras ladoctora María Teresa Linares ofrecía“Apreciación de la música folklórica cu-bana” de cuatro y media a seis.

IV. Artes ManualesSe realizaron en el Edificio Felipe Poey

las clases “El dibujo y la pintura. Técni-cas de reproducción”, por el profesor O.Jambú de dos a cuatro en el aula dos, loslunes y martes, y de dos a tres, los vier-nes; “Modelado aplicado a la EscuelaPrimaria Elemental y Primaria Superior”fue impartida por el profesor. I. Chappotín,los lunes y martes de cuatro a seis y trein-ta en el aula dos.

Los martes y jueves fueron expues-tas “Trabajos didácticos y recreativosconfeccionados en diversos materia-les”, por la doctora, M. Barrillas, de dosa cuatro y media, y en este horario“Práctica de taxidermia”, por el doctorV. Rodríguez, en el aula seis. La doc-tora Barillas esos días también impartía“Didáctica de las artes manuales en laescuela primaria”, de cuatro y media aseis y media, y los viernes de tres acuatro. También este día, la profesoraE. Pola explicaba “Cerámica fría plás-tico manual”, de cuatro a seis y mediade la tarde, y los sábados de ocho adiez y media en el aula dos.

Cuando analizamos con detenimientolo que fueron las Escuelas de Veranoy los diferentes elementos que las hi-cieron grande, tanto por el recinto quelas acogieron como por los profesores,hombres y mujeres que le aportaron aCuba toda su inteligencia, no podemosobviar a sus alumnos, también impor-tantes en la historia de la Universidadde La Habana y que se convirtieron enpersonalidades de la cultura del país yengrandecieron a la madre nutricia que,cincuenta años después, aún está en elrecuerdo.

Fuentes Consultadas

Programa general. Cursos de Educación15ª edición, 1955. Escuela de Vera-no. Universidad de La Habana.

Registro de asistencia Escuela de Ve-rano, Universidad de La Habana,1955.

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Volvera los sesenta

Oscar LoyolaProfesor de la Universidad de La Habana

Como ejercicio intelectual, rememo-rar los años en que uno estudió en

la Universidad de La Habana presen-ta, al menos, dos riesgos fundamentales:el de cualquier-tiempo-pasado-fue-mejor,con lo que se magnificarían las virtudesreales del final de los sesenta, y el ries-go de proyectar, con la madurez decuarenta años después, las experienciasactuales a aquella fascinante década ini-cial. Las complejidades suben de puntosi el que ahora analiza, enfrentado ya auna madurez que comienza a convertir-se en asunto propio de la gerontología,disfrutaba en aquellos tiempos de la edaddefinida por Los Cinco Latinos, en me-morable canción, como los dulcesdieciséis. Voy entonces a asumir el viajede regreso a mis años de estudiante uni-versitario de manera puramentesubjetiva, sin plantearme los anteceden-tes, causas y consecuencias de lo quesucedió o lo que pudo suceder, despo-jándome así de una característica –o unvicio– imprescindible para los historiado-res. Acompañado por el Oscarito de lossesenta, el doctor Loyola del 2008 añora,siente y piensa que:

· Me encantaría merendar yogur ypan con mantequilla, a precios inverosí-miles para un estudiante contemporáneo,en la cafetería del edificio Dihigo, allado de Mariela, María Teresa yRafaelito.

· Me gustaría sentarme en el banqui-to de la entrada, y ver, otra vez, bajarla escalera a una rubia como BertaÁlvarez, o a una trigueña como CarmitaBarcia.

· Sería maravilloso asistir de nuevoa una reunión “de aquellas”, en el Sa-lón de los Mártires, de ocho de la nochea seis de la mañana, discutir hasta lasaciedad sin que nadie me “bajase” lastareas a realizar, y terminar desayunan-do en la cafetería del Habana Libre porsólo unas moneditas.

· No era, a fin de cuentas, tan terri-ble llenar infinitas bolsitas de tierra, unao dos veces a la semana en horario noc-turno, y soñar con cestas infinitas defrutas y flores producidas en el Cordónde La Habana.

· Fue delicioso considerar que tomar-se una botella de ron en el Malecón,hablando a gritos de la liberación sexual,con niñas que aún no se habían desves-tido frente a sus parejas, era el primeroy más firme paso hacia la plena reali-zación intelectual.

· La Cinemateca, con su maravillo-sa y no pocas veces aburrida carga deResnais, Kurosawa, Losey, Bergmany Fellini, constituía un eslabón impres-cindible en el plan de estudios de unjoven de la Facultad de Humanidades.

· No es en lo más mínimo necesariohaber leído a los diecisiete años a cier-tos escritores considerados “de punta”,que con celeridad desaparecerán delcampo intelectual, para ser en un fu-turo un profesional con decoro,siempre y cuando se tengan arrestossuficientes para vencer las burlas delos seudo intelectuales plenamente con-vencidos de la inutilidad del agua y eljabón.

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· Una Universidad que se respete esmucho más el ambiente cultural e inte-lectual que genera, y en el que susprofesores y alumnos se insertan, queun rígido programa de estudios acadé-micos, concebido no pocas veces paradisimular la mediocridad ambiental.

· Conocer a Francisca López, a Pe-dro Pablo Rodríguez, a Ana Cairo, aSergio Guerra, a Jorge Hernández, aLuis Álvarez, entre tantísimos ytantísimos otros, me dio una oportuni-dad única: acompañarlos intelectual yafectivamente en el durísimo y espino-so camino del vivir y del pensar;enriquecerme con su inteligencia; forjarmi espiritualidad con sus escritos; luchara brazo partido por no quedarme atrás;y, algo maravilloso, imprescindible parahombres, lobos y leones: saber a quémanada pertenezco.

· Me agradaría volver a escuchar alos doctores Carlos Funtanellas, ManuelGalich y Carlos Díaz, y aprovecharmejor lo que cada uno de ellos podíadarme y, sobre todo, dejarme arrastrarpor el torbellino emocional, por la an-gustia patriótica que constituían lasclases de una gran maestra, injustamen-te olvidada, la profesora Olga López.

· Ver buen cine –sin apenas saberqué era el buen cine–, discutir constan-temente sobre temas inverosímiles –yafuese en la biblioteca, con SarahFidelzait, a la entrada del edificio o enla Plaza Cadenas– y leer, leer, leer sindescanso, de todo y sobre todo, era laprincipal razón de ser de un humanistaegresado de la Colina. Del Libro de losmuertos al mayo francés: he ahí los lí-mites posibles.

· Jamás dejar de asistir a clases, ja-más suspender una sesión docente, más

que una convicción, era casi un dogma,sin que esto significase una proyección“docentista” del estudiante universita-rio, cuyos resultados académicos noeran comparables con los actuales, side cantidades se trata. Un expediente decien puntos nunca se vio. De más de esapuntuación, era imposible: la racionalidadde la década no lo permitía.

· Daba sentido de grupo, y se asu-mía con legítimo orgullo, contarse en lasfilas de admiradores de Martha Strada(ah, aquel Abrázame fuerte) y delcuarteto de Meme (los problemas de lamemoria oral hacen que ya no meacuerde de si era más famosa El torrenteo Empezar), y presumir de que se detes-taba grandemente el Mozambique,aunque uno no pudiera controlar los piesal escucharlo.

· Pensándolo bien, no fue tan inútildedicar meses de la carrera a llenarexhaustivas planillas sobre el divorcio ola bolsa negra en Santiago de Cuba; ohacer entrevistas sobre cosas innece-sarias o inverosímiles en Isla de Pinos;o adquirir el mote de “Colmillo Blanco”en las lomas pinareñas, por la obliga-ción de explicar escritos de JackLondon a iletradas campesinas, mien-tras estas lavaban gigantescos bultos deropa. Lo que pudo perderse en horasde estudio, se ganó con creces en ex-periencia vital, en anudar lazosimborrables de confraternidad estudian-til. Y en conocer las diferentes Cubas,lejos de la imagen no siempre represen-tativa de la capital.

· Sería fascinante volver a aquella es-cuela militar en la que, como una letaníaimparable, se escuchaba cada día alamanecer la frase “hoy vamo a etudialer tapón de la caja de lo mecanimo”,

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pronunciada por un esforzado instruc-tor oriental; o que me endilguen unreporte en formación, por “ver un sa-télite” en los cielos, a punto demediodía; o que Pablo Arco, en lapráctica final de tiro, para ayudar a sumiope socio Oscar, concentre todossus disparos en la diana de este infe-liz, lo que me representó unapuntuación excepcional, y recibir elpremio de permanecer dos días más enaquella horrenda escuela, en calidadde forjarme como tirador destacado.

· Fue muy hermoso que la camisade mezclilla y las botas cañeras –y,poco después, las sandalias de plásti-co para las muchachas– marcaranhomogéneamente a toda una genera-ción de estudiantes. La casi nuladiferenciación individual en el vestirconstituía en sí la diferenciación, en tan-to grupo, de los jóvenes cubanos, enrelación con los universitarios de otraspartes del mundo. Y era bello soñar conlos ojos de la novia, maquillados consombra raspada de una tiza. Los “divi-dí”, los “celulares”, las “flach” o las“chopin” no podían separarnos.

· Era impactante la complicidad deocultar que se había asistido a un reci-tal en Casa (de las Américas, porsupuesto) al que sólo y muyminoritariamente concurrían los inicia-dos –los “intelectuales del mañana”–para escuchar con admiración y sorpre-sa las canciones de unos muchachitosdesconocidos, que rasgaban con infini-ta ternura y áspero criticismo susviejísimas guitarras, y que respondían alos sencillos nombres de Silvio, Noel yPablito.

· Prestar atención a lo que hablabanlos alumnos de cursos superiores; sen-

tir honda vergüenza por la incultura pro-pia (Oscarito, ¿tú no sabes quién esMargueritte Duras?); salir disparadopara la biblioteca a informarse de lo quese desconocía; no despreciar jamás laposibilidad de aprender con aquel mejorpreparado; aprovechar las oportunidadesque una Universidad recién reformadadaba, eran consustanciales con la con-dición de miembros del Alma Mater.

· A nadie se le hubiera ocurrido, fue-se cual fuese su origen regional o su“extracción de clase”, encaramarse enun muro, decirle cuatro malas palabrasa una compañera, utilizar gorra, boinao sombrero en el aula, o sentarse enuna reunión antes que sus profesores,por jóvenes que estos fuesen. La pocaedad de ellos facilitaba el tuteo, lo cuales muy distinto a promover las faltasde respeto. Los atisbos de la posmo-dernidad se me hicieron presentes enl973, cuando escuché por vez primerala expresión “asere”. Un colega me laexplicó varias veces, y mi poca capa-cidad para entenderla no sorprendió aninguno de los que nos rodeaban. Con-fieso que he hecho progresos en misestudios de lingüística solariega:¿Cómo si no entender a mis estudian-tes?

· José Lezama, Mario Vargas Llosa,Gabriel García Márquez y CarlosFuentes convivían maravillosamentecon Regis Debray y Louis Althusser; ytodos ellos, tomados en conjunto, semaridaban a diario con Franz Fanon yJean Paul Sartre para formar un cor-pus gigantesco en el que se incluían,por derecho propio, las Tesis sobreFeuerbach, Pasajes de la Guerra Re-volucionaria y Materialismo yEmpiriocriticismo, sin que yo recuerde,

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fascinante década en aquellahumanística facultad, que entrasen enla menor contradicción “ideológica”.

Retomando la primera persona delsingular, sería interesante preguntarme,cuarenta años después, qué obtuve deaquella, mi época de estudiante, en laColina de los sesenta. Aun a riesgo deque las respuestas pudieran ser mu-chas, si soy honesto conmigo mismo (ymentirme no es de mi agrado), tendríaque decir: obtuve –y aproveché al máxi-mo– la posibilidad de construirme, desentar las bases de los grandes defec-tos que hoy por hoy me constituyen, yque me han permitido sobrevivir: unatenacidad rayana en la tozudez; unacapacidad de resistencia notable fren-te a los embates de los demás; unespíritu de estudio que me ha quitadodemasiadas horas de mi vida personal;y, por encima de todo, una lengua ágily siempre dispuesta. Quizás no debaolvidar la inquebrantable decisión, queviene desde algún punto muy íntimo demi ser, de no divorciar a Marx y aSartre, a lo blanco de lo negro, a EdithPiaff de Elena Burke, al Mar Negro delCaribe. A entender, en resumen, queningún término extremo y excluyenteconstituye en sí toda la verdad.

Los azares de la vida me llevaron aintegrar el claustro universitario, sin

creerme especialmente preparado paraello. Así, el amor entre la Universidady yo debió continuar, sin demasiadoagrado por ambas partes. No pocasveces he creído percibir, en nuestra re-lación, un intento de excluirme de suseno, de lanzarme a rumbos diferentes,de asfixiarme. Yo he resistido arañazos,embates, golpes. Guardo, como un viejocachalote, cicatrices profundas que nopueden ser borradas. Al subir la esca-linata la he sentido reír, convencida deque ese será mi último día dentro de susmuros. Y he aprendido a sonreírleburlonamente, obligándola a soportar-me, a esperar a mañana. Nos miramosde frente, poderosa ella, resistente yo,y cada uno enfrenta el día que la vidanos tiene reservado. En esta guerra pri-vada, sin embargo, ya no me hagoilusiones de victoria. Nunca se lo con-fesaré, no voy a darle ese gusto; peromi propia resistencia es el símbolo demi derrota. Y bajo ante ella la cabeza,al conocer de antemano la respuesta auna dolorosa y al mismo tiempo, her-mosísima pregunta: después de más decuarenta años de amor y desamor,¿cómo seguir siendo Oscar Loyola, yserlo fuera de los marcos de la Univer-sidad de La Habana?

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Mi Universidad,ayer y hoy

Francisca López CiveiraProfesora de la Universidad de La Habana

Subir la escalinata de la Universidadde La Habana es como ascender

hacia una meta suprema, como transi-tar por los caminos de la historianacional cubana, como acceder a lamayor casa de cultura posible. Ese fueel sentimiento de la joven que entoncesyo era, cuando en 1963 fui por prime-ra vez al encuentro del Alma Máter, enbusca de la Facultad de Humanidadespara matricular –aún no muy bien de-finida en mi selección– en la carrera deHistoria o posiblemente la de Letras.Esa emoción no me ha abandonado alo largo de casi medio siglo.

Entonces, era llegar al sitio que muypoco antes parecía inaccesible o, almenos, muy lejano para muchos de migeneración. Allí me decidí definitiva-mente por la Licenciatura en Historia,sin tener conciencia de que estaba de-finiendo no solo mi profesión sino mivida, que ya quedaría ligada a la Uni-versidad de manera total e irreversible.

El sentido de pertenencia a esa casagrande es variado, complejo, pero irre-nunciable a pesar de dificultades, aveces conflictos personales y ¿por quéno? el sentimiento de decepción en al-gunas coyunturas dentro del período dela vida de un ser humano. A pesar demomentos amargos en el orden perso-nal ¿cómo renunciar a la maravilla deser parte de esa luminosa Universidad?

Aquella joven que entonces era, sin-tió el deslumbramiento de conquistar elcielo cuando matriculó y se convirtióen universitaria, no sabía que parasiempre. En una década de transfor-maciones aceleradas, como fue la delsesenta, me sentía protagonista desdela legendaria escalinata que, por cier-to, no subía a diario pues la escuela deHistoria compartía entonces el edificioDihigo con la escuela de Letras, cir-cunstancia que hermanaba a losestudiantes de ambas carreras. Allí co-nocí, por tanto, a los directoresfundadores de las dos escuelas: SergioAguirre y Vicentina Antuña respecti-vamente.

Cuando inicié mis estudios, pertene-cía al segundo grupo de matriculadosen la carrera, ya que sólo había ungrupo que pasaba entonces al segun-do año. Para sorpresa mayor, el díaque se iniciaron las clases de Historiade la Literatura dentro de la asignatu-ra Historia de la Cultura, vi entrar enel aula a un mito de la narrativa cu-bana como Alejo Carpentier. Aunquemenos conocida por mí entonces, des-cubrí la Historia del Arte de la manode Rosario Novoa y así me fuiadentrando en las distintas materiasdel plan de estudios. Dentro del claus-tro había entonces profesores deexperiencia y jóvenes recién gradua-dos que hacían sus primeras armas enlas nuevas carreras recién nacidas conla Reforma Universitaria de 1962. Amuchos debo gratitud por lo que meenseñaron en mi formación académi-ca, pero más aún estoy en deuda conaquellos que aprecié como seres huma-nos dentro de un proceso revolucionariode profundos cambios.

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Entre mis profesores estaba la doc-tora Olga López, quien impartía toda laHistoria de Cuba que entonces estabadentro del plan de estudios. Su pasiónpor nuestra historia la hacía vibrar enla explicación de los procesos o mo-mentos heroicos o dolorosos dentro deldevenir histórico cubano, transmitiendoesa emoción a sus alumnos, por lo me-nos a mí llegaba así. Creo que a elladebo en gran medida mi dedicación a lahistoria de Cuba en mi vida profesional.

En mis años estudiantiles hice misprimeros ejercicios docentes como pro-fesora sustituta de preuniversitario,primero, y después en secundaria bá-sica de manera estable. Era parte dequienes íbamos a brindar nuestros aúnmuy escasos conocimientos ante el lla-mado que se hacía a los estudiantespara cubrir las necesidades planteadaspor la abrupta apertura de oportunida-des de estudio para todos los cubanos.Así, fui estudiante, profesora, dirigenteestudiantil por la Federación Estudian-til Universitaria (FEU) y la Unión deJóvenes Comunistas (UJC), y tambiéntenía tiempo para ir todos los días a labiblioteca –la Nacional o la de la Es-cuela o de la Universidad–, asistir alteatro y a los estrenos de películas, co-mentar las últimas publicaciones yformar parte del movimiento de aficio-nados al arte. También estaban lasmovilizaciones a trabajos agrícolas enzonas de La Habana, Matanzas o Pi-nar del Río o donde fuera necesariotrabajar en los cultivos de la caña deazúcar, la papa, el tomate, la cebolla, elplátano o lo que fuera. Al mismo tiem-po, teníamos los entrenamientos en lamilicia y las guardias que entonces ha-cíamos con fusil.

Hoy recuerdo la alegría con que vi-víamos todo aquello que nos abría a lanueva vida que se forjaba, aunque tam-bién había contratiempos y losproblemas que siempre se generan enlas relaciones entre seres humanos. Esotambién forma parte de mi experienciacomo estudiante de la Universidad deLa Habana. También miro con criterioanalítico el plan de estudios de enton-ces, con el que estudié, y estoyconvencida de que era el mejor que sepodía concebir en aquel momento. Conuna concepción realmente universal,además de las asignaturas que respon-dían a la división tradicional de lahistoria de la humanidad vista desdeEuropa, se incorporaba el estudio deAmérica Latina, África y Asia, ademásde la Historia de Cuba. Entre otras ma-terias, Historia de la Cultura fue enparticular enriquecedora para mí alacompañar cronológicamente a la His-toria Universal en tres componentesesenciales: Historia de la Filosofía, His-toria del Arte e Historia de la Literatura,a la que Carpentier añadió elementosde historia de la música durante loscuatro semestres que fue mi profesor.Fue una estructura muy controvertida,pero yo siempre agradeceré haber cur-sado aquellos ocho semestres deHistoria de la Cultura. Hoy no pudierareproducirse aquel plan de estudios porel desarrollo actual de la ciencia y lasnecesidades formativas contemporá-neas para un historiador, pero en losaños sesenta era un formidable plan deestudios.

En la Escuela de Historia estudiéMarxismo-leninismo, pero también oíhablar por primera vez de la Escuela deAnnales. Aún conservo la edición cuba-

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na de Apología de la Historia de MarcBloch, publicada en 1971, que recibíya como parte del claustro de la escue-la, y conservo también la colección deHistoria de las civilizaciones dirigidapor Maurice Crouzet.

Elías Entralgo era el decano de laFacultad de Humanidades, pero muypronto enfermó y asumió sus funcio-nes Carlos Amat, a quien profesoafecto y respeto, tanto de mi etapa es-tudiantil como después en mi condiciónde trabajadora. En aquella época se in-corporó la investigación a la actividaduniversitaria, lo que introdujo la nuevaexperiencia para alumnos y profesoresde diseñar y realizar investigacionesmultidisciplinarias de la sociedad, sudevenir, sus transformaciones y susconflictos contemporáneos. Mi prime-ra experiencia estudiantil dentro de esosproyectos fue en Guantánamo.

Me gradué en 1967, lo que volvió aproducir cambios en mi vida: fui con unpequeño grupo de compañeras a hacerservicio social rural en los Pinares deMayarí, perteneciente a la actual pro-vincia de Holguín. A aquella meseta enla cima de una montaña fueron el de-cano Carlos Amat, el director Aguirrey la profesora de la Escuela de LetrasRosa Antich a visitar a sus “muchachi-tas” ya graduadas, que eran pionerasde esa nueva experiencia que, por de-más, fue única, pues el carácter ruraldel servicio social no se repitió para losegresados de Historia y Letras.

En 1970 regresé a la Universidad: miprofesora de Historia de la FilosofíaCubana, Isabel Monal, me llamó paraun grupo de investigación sobre Amé-rica Latina que aún no tenía plantillapropia, de ahí que me incorporara por

la Escuela de Historia que entonces di-rigía Daysi Rivero; esto permitió que unaño más tarde quedara integrada den-tro del claustro de la escuela. Miubicación definitiva en el Departamen-to de Historia de Cuba la debo a miquerida profesora Olga López, ya en-tonces muy enferma, quien me hizo unplan para trabajar con ella y así decidiresa pertenencia después de consultar-me. La vida está llena de alternativasen las que también interviene el azar,pues yo debía haberme incorporado aHistoria de América, lo que hubiera sig-nificado posiblemente otro derroterodentro de la propia Universidad, peromi profesora me ayudó a encaminarmede acuerdo con mi preferencia.

A partir de 1971, por tanto, pertenez-co al Departamento de Historia de Cuba,desde el cual he visto diversos cambiosde estructura dentro de la Universidad,en la Facultad –que actualmente lleva elnombre de Filosofía e Historia– y en losdepartamentos docentes del área deHistoria. También he trabajado con dis-tintos planes de estudio que en algúnmomento empezaron a denominarsecon letras por orden alfabético, por loque siguiendo ese ordenamiento esta-mos elaborando ahora el Plan D.

La joven profesora que iniciaba sunueva etapa universitaria en los seten-ta ya no era la muchacha de la épocaestudiantil: casada y con dos niños pe-queños, con una casa que reclamabauna intensa jornada doméstica cada día,tenía que enfrentar el reto de conver-tirme en profesora de la Universidad deLa Habana.

Los primeros estudiantes a quienesimpartí Historia de Cuba fueron de So-ciología, una carrera que empezaba a dar

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sus primeros pasos, y de la Licencia-tura de Español para extranjeros.Después continuaría con los masivoscursos para trabajadores en las carre-ras de Sociología, Historia e Historia delArte. ¡Con cuánta angustia salía co-rriendo de mis clases en Sociología alas seis de la tarde para esperar una“guagua” que me llevara a Marianaopara recoger a mis niños en el círculoinfantil! ¡Cuántas noches con clases en-tre ocho y once pasaron mis hijossentados en la última fila de asientos delaula durante mis clases! En medio deaquellas batallas agradecí siempre lasolidaridad de algunos alumnos, y has-ta de esposos de mis alumnas, que mellevaban en su carro, cuando podían,para que llegara a tiempo al círculodonde ya sólo quedaban mis dos hijos,o que a las once de la noche nos lle-vaban de regreso a la casa. Tambiénrecuerdo a la maravillosa Nemesia, labedel de la Facultad que era capaz demantener la limpieza y el orden y lle-var un vaso de agua al profesorcuando iba a empezar su clase y quemuchas veces me decía: “Profesora,deje a los niños conmigo que son tran-quilos y yo los cuido”. Muchos añosdespués supe que no eran tan tranqui-los y ella tenía que vigilarlos, porquese subían a los árboles de la entradade la Facultad.

La experiencia con los cursos de tra-bajadores pasó por el Curso Introductorioque se impartía por las noches en la Se-cundaria Básica José Larruñada, enNuevo Vedado, luego por el trabajo conlas guías de estudio que debíamos con-feccionar y la concepción de las fasesA, B y C en el proceso de enseñanza-aprendizaje de cada tema del programa,

por el llamado “consolidado” que incluíaa todas las historias que se impartían enel semestre dentro de la Historia Uni-versal que correspondía en ordencronológico; ello significaba para míentrar con mi pedacito de Historia deCuba cuando me tocaba el turno den-tro de aquel “consolidado”. Yo aprendíaa impartir las clases dentro de aquellasconcepciones en la propia aula, en eltrabajo directo con los estudiantes.Aquello también significó la elaboraciónde materiales docentes como las guíasy las selecciones de lecturas. Para lascarreras de Sociología y de Historia delArte trabajé dentro de una asignaturaque se llamaba Historia de América yCuba, por lo que compartía el curso condiferentes compañeros del Departa-mento de Historia de América.

En los cursos de trabajadores meformé como profesora universitaria, es-tudiando mucho en medio de misobligaciones domésticas para pararmeante grupos que no pocas veces reba-saban los 100 estudiantes, quienes ensu mayoría tenían bastante más edadque yo. Allí estaban modestamente sen-tados asaltantes del Moncada,expedicionarios del Granma, comba-tientes clandestinos y del EjércitoRebelde, además de artistas conocidosy otras personas que ya se movíandentro del mundo intelectual, aunqueno habían alcanzado aún el título aca-démico. Recuerdo en especial elrespeto y la sencillez de muchos demis alumnos que tenían una historiaheroica en sus vidas, lo que contras-taba con la pretendida altivez dealgunos pocos que, sin tales méritos,intentaban imponerse ante el resto, in-cluyendo a los profesores.

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De aquella época tan angustiosa enalgunos sentidos para mí, tengo el re-cuerdo agradecido para los estudiantesque tan benévolamente atendieron, res-petaron, creo que quisieron y, sobretodo, comprendieron el esfuerzo de lajoven profesora. También siento elsano orgullo de haber sido parte de laUniversidad que abría sus puertas atodos, que se vestía de campesino, deobrero, de negro, como planteaba elChe. Avanzada la década del setenta,también tuve como alumnos a comba-tientes internacionalistas en Angola.¡Cuántas veces en aquellos años exa-miné en mi casa, en período devacaciones, a quienes no habían podi-do estar en el aula durante el calendariooficial de exámenes!

Aquella fue una prueba dura para losjóvenes de mi generación que pasamosa integrar el claustro universitario y que,al día siguiente de estar en la plantilla,o sin estar oficialmente aún, ya entrá-bamos al aula a impartir clases. MaríaCristina Llerena, con su nobleza pro-verbial, atesoraba múltiples materialesmimeografiados que ponía a disposiciónde quienes, como yo, empezaban a su-bir la difícil cuesta de la docencia en laUniversidad.

La labor formativa de los jóvenesdentro del Departamento de Historia deCuba estaba dirigida por SergioAguirre. Esta consistía en seminariossobre el período republicano a partir deun programa de temas de Historia deCuba de esa etapa. De acuerdo con elprograma, se asignaban los distintos te-mas que debíamos preparar y exponerante el Departamento para su discu-sión. Recuerdo que en la primeravuelta me tocó en suerte el incidente

por la muerte y el sepelio de CalixtoGarcía, que fue la más sencilla, puesen la segunda vuelta me asignaron elMovimiento de Veteranos y Patriotas yel Primer Congreso Nacional de Mu-jeres, lo que me obligó a un fuertetrabajo de indagación en la entoncesmuy escasa bibliografía sobre esos te-mas y hasta sobre la época en general,en la prensa y en las memorias del pri-mer y el segundo congresos nacionalesfemeninos. De aquel seminario se de-rivó mi primer artículo publicado: “A 50años del Primer Congreso Nacional deMujeres” en Bohemia (La Habana, 17de agosto de 1973). La tercera vueltafue más complicada aún ya que tuveque exponer sobre el gobierno de Car-los Prío. ¡Jamás había estudiado aquello,pues el programa que me habían impar-tido apenas llegaba a la toma del poderde Gerardo Machado! Fue, por tanto, unesfuerzo mayor en el que tuve, otra vez,la ayuda de mi profesora Olga López,quien me prestó revistas y otros mate-riales y me orientó algunas fuentes.

Cuando iniciaba mi labor docentetuve mi primer dolor como trabajadorade la Universidad de La Habana, cuan-do en mi primera asamblea sindical nofui seleccionada Trabajadora de Avan-zada, siguiendo el criterio de la direcciónde mi débil plan de trabajo. Para al-guien, como yo, acostumbrada a formarparte de la vanguardia en todas las ta-reas, aquella decisión dentro de laemulación sindical fue dolorosa.

En los primeros años de mi vida la-boral en la Universidad, atendí lasubdirección de becas de la Escuela deHistoria, lo que incluía no sólo las re-uniones y las tramitaciones de rigor,sino las visitas al edificio donde vivían

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nuestros becados situado en 3ª y F enel Vedado. Por extensión de mi labordocente en la carrera de Sociología,que aún era estructuralmente un De-partamento, ayudé a la atención desus becados, pues no tenían esasubdirección.

En 1976 cambió la estructura de laUniversidad junto al surgimiento delMinisterio de Educación Superior. LaFacultad de Humanidades desaparecióy con ella sus escuelas, entonces Histo-ria quedó dispersa en tres departamentosdocentes dentro de una Facultad que ini-cialmente se llamó de FilosofíaMarxista Leninista y que después se lla-mó de Filosofía e Historia. La nuevaestructura se acompañó de un procesode otorgamiento de categorías docen-tes en el cual a los de mi generaciónen el Departamento de Historia deCuba nos correspondió la de asistentes.

En el Departamento que correspon-día al cambio estructural, inicié un largoperíodo de dirigente sindical que llegóhasta 1987. También se producíancambios en los planes de estudio.Pronto empezaría el Plan de estudiosA y las especializaciones. En la espe-cialización en Historia de Cuba se medesignó para impartir Historia de lasRelaciones de Estados Unidos conCuba, lo que implicaba reorientarme enesa nueva dirección a partir de un pro-grama de asignatura que me entregaronya elaborado. Por cierto, el nuevo Plande estudios incluyó un rediseño delejercicio terminal de la carrera por me-dio de trabajos de diploma individualesy la incorporación de asignaturas pre-paratorias como Curso Monográfico ySeminarios de Investigación para esca-lonar el trabajo directo del tutor con sus

estudiantes. Así, tuve que lidiar con unprograma de asignatura que encontrémuy deficiente en la medida en que lotrabajaba hasta que lo pude reformularpara el Plan B.

La nueva concepción de la carreratambién trajo nuevas experiencias: laelaboración de una Selección de lec-turas a modo de texto y, sobre todo, latutoría de un grupo de estudiantes entrabajo de diploma. La dirección de in-vestigaciones constituye, a mi juicio, unade las labores más complejas y tambiénla más completa de un profesor. Aquíhay que desplegar las habilidades ad-quiridas en la propia investigación, enel ejercicio de la docencia, en la rela-ción humana con los estudiantes y enla capacidad de orientar y exigir. Estoscambios trajeron también nuevos espa-cios de debate en el Departamento,donde se discutían los programas deasignatura en sesiones metodológicas–en especial para el Plan B– y los te-mas que se proponían para los Trabajosde Diploma, lo que nos enriqueció mu-cho en el plano profesional. Tanto estasdiscusiones como las desarrolladas ensesiones científicas fueron acicate parael estudio y la reflexión colectiva e in-dividual, con lo que se creó unambiente de intercambio científico queayudó al desarrollo de todos.

En la década del ochenta se añadióotra tarea que impulsó el desarrollo co-lectivo: la elaboración de los libros detexto de Historia de Cuba. En una pri-mera fase fueron los colectivos deHistoria colonial los encargados de ela-borar sus textos. A pesar de no habersecompletado el texto de Historia de CubaII –falta un tercera parte– y de apenashaberse completado una pequeña parte

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del correspondiente a Historia de CubaI, las discusiones colectivas de cada pro-yecto, capítulo o esbozo de capítuloprofundizó la cultura del debate cientí-fico en el Departamento y, porconsiguiente, su desarrollo colectivo. ElDepartamento de Historia de Cuba,como espacio para la discusión cientí-fica y metodológica fue fundamentalpara el crecimiento de muchos de no-sotros en la vida intelectual, en eltrabajo científico y en la calidad comodocentes, al menos para mí lo fue.

Los colectivos llamados de Repúbli-ca entramos más tarde en la elaboraciónde nuestros textos. El colectivo de His-toria de Cuba III, del que fungí comoprofesora principal, culminó todo su tra-bajo en la década del noventa, aunquesus distintas partes fueron publicadasescalonadamente llegando al primer lus-tro del nuevo siglo y milenio. Ladiscusión del proyecto y los capítuloselaborados se hizo internamente en elcolectivo, lo que permitió mantener eseimprescindible intercambio, pero estre-chó el marco del debate. En especialrecuerdo las opiniones de MaríaAntonia Marqués Dolz, en quien tenía-mos todos tanta confianza paraimpulsar los avances futuros del De-partamento, pero que murió tantempranamente.

El cambio de estructura de 1976 in-cluyó el desplazamiento geográfico. Yala escuela había salido del edificioDihigo para instalarse en el de 19 deMayo, hoy ocupado por la Facultad deLenguas Extranjeras, y en 1976 se pro-dujo una nueva mudada, esta vez parala que había sido la casa de don Fer-nando Ortiz, en la intersección de lascalles L y 27, en el Vedado, donde aún

están los departamentos de Historia es-forzándose por sostener una sede quetiene valor patrimonial y que requierede cuidados y procesos de restauraciónsistemáticos. Cada cambio de ubicaciónimplicó el trabajo de profesores y es-tudiantes en la labor de empacar ytrasladar las pertenencias, lo que haprovocado pérdidas, entre las cualesfue particularmente sensible la rica bi-blioteca que compartíamos con laEscuela de Letras, que nunca ha podi-do recuperar todos sus fondos niponerlos en condiciones de ser consul-tados a plenitud.

La mudanza de ese año introdujootros procedimientos en nuestra vida uni-versitaria, como las inspeccionesgenerales, las clases metodológicas y lasclases abiertas, modalidad que desorde-naba el sistema nervioso del profesordesignado para recibir la visita del ple-no del colectivo departamental en suclase para ser evaluado, sabiendo que eléxito de la actividad radicaba en el altonivel crítico de sus compañeros. Lo sémuy bien porque pasé por esa experien-cia en medio de una inspección general.

Llegaron entonces también los pla-nes para hacer doctorados –por cierto,no estuve nunca en ninguno–, que seiniciaron con las becas en la antiguaUnión Soviética y más tarde se empe-zaron a defender en Cuba, para lo cualfue necesario hacer un primer otorga-miento a quienes tenían una obrareconocida, lo que permitía contar contribunales en Cuba, además del reco-nocimiento indudable que representóaquel acto. Era un nuevo reto que du-rante años no pareció que me incluía,hasta que decidí presentarme, aunquehabían pasado mis tiempos de juventud.

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Ya ahora se establece el sistema Li-cenciatura-Maestría-Doctorado paranuestros jóvenes, lo que considero unapolítica coherente.

Este breve recorrido me ha llevadoa recordar muchos momentos, agrada-bles y tristes en tantos años, no todosconsignados en estas notas. A pesar desinsabores, de ayer y de hoy y, proba-blemente, de mañana, la Universidad deLa Habana ha sido y es para mí, casay madre fecunda. Como profesora,nunca he podido desembarazarme de latensión que implica el momento de en-trar en el aula para impartir una clase,como el artista en el instante de salir aescena; pero tampoco he dejado de sen-tir el placer de enseñar, de conversar conmis alumnos, de ayudarlos cuando esnecesario. También he sentido la satis-facción de ver a muchos de esosalumnos crecer en su profesión, que estambién la mía, desde las imprescindiblesnuevas ópticas que deben aportar.

Inicié en la Universidad mis investi-gaciones históricas y en su seno he

tenido la emoción muy especial de vermi obra impresa y de ver cómo otrosla consultan, lo que me hace sentir quemi trabajo ha sido y es útil. En su AulaMagna he hablado en actos solemnesbajo el intenso sentimiento de saber queallí habló Julio Antonio Mella, que ahíestán las cenizas venerables de FélixVarela.

En mi Universidad de ayer y de hoyestán algunos de mis amigos de siem-pre, los hermanos con quienes hetransitado casi toda la vida, y están losnuevos que han ido llegando para darcontinuidad a lo que juntos hemos cons-truido. El claustro de la Universidad deLa Habana tiene, sin duda, un alto ni-vel en todos los sentidos, por lo quepertenecer a él es un motivo de íntimay profunda satisfacción, pero tambiénun reto cotidiano. Con cicatrices quequedan, pero con muchas más satisfac-ciones y con un intenso sentido depertenencia, fue y es mi Universidad.

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Mi UniversidadElina Miranda Cancela

Profesora de la Universidad de La Habana

Si pensamos que en enero del2008 la Universidad de La Haba-

na cumple 280 de fundada, los ya casicuarenta y seis que han transcurridodesde la primera vez que llegué al Edi-ficio Dihigo para matricularme en larecién creada Escuela de Letras, pare-cen insignificantes. Sin embargo, alhacer el balance necesario, impuestopor las preguntas que en estos días mehan hecho estudiantes de periodismopara distintos trabajos de clases y porla misma petición que motiva este es-crito, me doy cuenta cabal de loimbricada que está mi vida con dichainstitución, y si bien, a lo largo de es-tos años, han sido muchos los momentos–y de muy distintos signos–, no me cabeduda de que si he de ceñirme a uno, elprimero que acude a la memoria, evo-cado ante la restricción implícita en lapropuesta de “mi” Universidad, es pre-cisamente el de los años sesenta,cuando formé parte de la primera ge-neración de graduados de los planesestablecidos por la Reforma Universi-taria, promulgada en 1961, al calor dela Revolución triunfante.

Si bien contar con una Universidaden la primera mitad del siglo XVIII erade por sí un paso significativo para laeducación y la cultura, si bien a lo largode las centurias anteriores a la décadade los sesenta del siglo pasado, la Uni-versidad fue protagonista o tuvo unpapel señalado en el acontecer social

y político, pienso que un momento tras-cendental en su historia fue esa nuevaetapa marcada por las transformacio-nes profundas que por entonces vivíala sociedad cubana.

Con la Revolución se establecen lascondiciones indispensables para posibi-litar el acceso, sin cortapisas, a laeducación superior y con la Reformase instituyen nuevas facultades y escue-las, nuevos planes de estudio queprocuran una formación estrechamen-te vinculada con las necesidadessociales, al tiempo que propende el ri-gor científico y académico, de modoque la nación pueda disponer de pro-fesionales conscientes, con lapreparación adecuada para enfrentarlos retos de un desarrollo integral.

Recuerdo las amplias aulas, llenas deestudiantes para hacer las pruebas deingreso; el nerviosismo al consultar laslistas de admitidos, pero, sobre todo,aquellas palabras de Mirta Aguirre, alinicio de su curso de Redacción, cuan-do hizo constar que no sólo paranosotros era el primer día de clases enla Universidad, sino también para ellay otros intelectuales que conformabanel claustro de la inaugurada Escuela deLetras. En aquel sencillo discurso ini-cial se pone en evidencia la dimensiónreal del cambio.

Los que con flamantes títulos de ba-chilleres, acabados de obtener, nosconvertíamos en adultos, confundidosen las aulas con hombres y mujeres,trabajadores en los más disímiles em-pleos, quienes convertían sueños enrealidad tras mucho tiempo de espera;todos estudiantes universitarios que re-novaban el ambiente, en una época enque muchos profesionales abandonaban

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el país, teníamos el privilegio de tenerpor profesores a personalidades reco-nocidas en el campo de la cultura, dela talla de Camila Henríquez Ureña,Mirta Aguirre, José Antonio Portuondo,para los cuales también por primera vezse abrían las puertas del claustro de laemblemática colina habanera, junto aotras que desde mucho tiempo atrás enla enseñanza universitaria habían dadopruebas constantes de su probidad cí-vica y académica, y se habíanesforzado porque la educación superiorfuera como la que entonces se asenta-ba en los predios de la Universidad deLa Habana: Vicentina Antuña, RosarioNovoa, por ejemplo, a los que tambiénse sumaban otras figuras más jóvenes,pero cuyos nombres ya gozaban debien ganado prestigio, como RobertoFernández Retamar o GraziellaPogolotti. Fueron años en que no sólocursamos una carrera universitaria, sinoque nos transformábamos y crecíamoscomo seres humanos.

Juntos enfrentamos la formación ennuevas especialidades; la escasez de li-bros; la riqueza de la vida cultural deentonces –llena de conferencias, cur-sos, puestas teatrales, estrenos en laCinemateca, exposiciones de artes plás-ticas–; los trabajos voluntarios, en susmúltiples variantes; las actividades or-ganizadas por la Asociación deEstudiantes que podían ir desde invitara José Lezama Lima para que nos ha-blara de su obra hasta fiestas bailables,sin olvidar las Brigadas Literarias, para

contribuir a que otros también pudierandisfrutar de la lectura de las obras quea tan bajo precio ponía a disposición detodos la Imprenta Nacional; la búsque-da de materiales para nuestra bibliotecao la mecanografía y reproducción ru-dimentaria de textos que nosproporcionaban los profesores; la pro-puesta de, una vez graduados, realizartrabajo social en cualquier parte quefuera necesario, entre otras muchasmás; los llamados trabajos de investi-gación social, en donde profesores yalumnos nos diseminamos por toda laisla; las milicias, el tenso ambiente delos días otoñales cuando la crisis de losmisiles; las reuniones de la FederaciónEstudiantil Universitaria (FEU) hastalas tantas de la madrugada; Fidel con-versando con los estudiantes en laColina; nuestra graduación, en que in-vitados por Raúl Castro repetimos elrecorrido que hiciera él con su tropadesde la Sierra Maestra a la Sierra Cris-tal para fundar el II Frente Oriental.

En fin, sería muy difícil apresar enpocas páginas aquellos años intensos,de definiciones y transformaciones,aunque vale la pena que quedara cons-tancia de tantas vivencias, puesto queno sólo fueron decisivos para quienesllegamos entonces a la Universidad,sino que constituyen las bases de nues-tra actual enseñanza superior y unaetapa de especial relevancia para laeducación y la cultura cubanas, asícomo en la historia casi tricentenaria denuestra Universidad de La Habana.

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El 280 aniversario de la fundación dela Universidad de La Habana co-

incide con otras dos singularesconmemoraciones: se cumplen cuaren-ta años de la incorporación al Plan deEstudios de la carrera de Historia delArte de las asignaturas Arte Africanoy Culturas Negras en Cuba (1968), yArgeliers León (1918-1991), quien fue-ra el profesor que sentó cátedra enestas materias en la Escuela de Letrasy Arte, celebra su noventa cumpleaños.Felices coincidencias que agolpan múl-tiples recuerdos y resulta difícilsustraerse a la tentación de aludir a al-gunas de las semillas pertenecientes algranero construido por el Maestro parala “familia extendida” que hizo germi-nar durante los años de su quehacercientífico-profesional y, en especial, sudesempeño como profesor en la Uni-versidad de La Habana. Cuando seconoce el tránsito por la vida del maes-tro Argeliers León no es difícil descubrirla reciedumbre de su conducta para élcomo para el proverbio tsonga “el hom-bre es el prójimo”.1

En 1968 era estudiante de terceraño de la especialidad de Historia delArte, en la Escuela de Letras y Artede la Universidad de La Habana. Mu-chos de los maestros de aquel entoncesnos dieron conocimientos y al igual quelos dioses dogon hicieron con el mijo y

el telar, estremecieron la frente de susalumnos con la savia de la germinacióny la capacidad de hilar la luz humede-cida en una poción de trébol. Un buendía, el trueno pasó y desde la direccióndel Departamento nos informaron quecursaríamos una nueva asignatura: ArteAfricano; se impartía por primera vezen la carrera, y estaría a cargo de unprofesor invitado, el musicólogoArgeliers León, a la sazón director delInstituto de Etnología y Folklore de laAcademia de Ciencias de Cuba; comogrupo, nos preciábamos de estar bien in-formados y conocíamos, por supuesto,del prestigio intelectual que había cose-chado el nuevo profesor por el trabajorealizado en el Teatro Nacional y en elDepartamento de Música de la Biblio-teca Nacional José Martí. Su nombreestaba asociado a eventos, publicacionesafines y viajes a África. En ese momen-to, Fernando Ortiz y él eran las figurasprominentes en esta esfera del saber.

El encuentro académico no se hizoesperar y ante nosotros se presentó unseñor muy serio, austero, todo vestidode negro, fumando un largo tabaco yacompañado de múltiples mapasetnográficos del área africana que se-ría objeto de estudio. Durante cuatrohoras nos hizo andar por selvas y de-siertos sin preocuparse, en lo másmínimo, por los timbres que anunciaban

La urdimbre del orden; un hazque integra

Lázara MenéndezProfesora de la Universidad de La Habana

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recesos, quizás no los oyó; me parecióque ese venerable profesor se sumabaa la lista de aquellos que no tenían no-ción del tiempo. La apreciación fueacertada, comprobé, después, a lo lar-go de los años en que me privilegió consu amistad que no escatimaba tiemponi esfuerzos para dedicarlos al trabajocientífico y a la formación de todosaquellos que se interesaban por las es-feras del conocimiento en las cualesintervenía de modo directo.

Indudablemente, Argeliers dejó unahuella muy especial en el “sui generis”grupo de estudiantes, pues no era el in-soportable académico ilustrador de unsaber traducido en pedantería ni el quepor oficio o prestigio social se mantie-ne en las aulas universitarias como uncomponedor de clases, sino el sabiomaestro que ejerce el poder de la au-toridad intelectual acreditada por susistemática labor y no la autoridad deun poder derivado de signos burocráti-cos legitimados en cátedras carentes deprestigio. La sabiduría de Argeliers eracomo la arcilla mojada, en el conceptode los bambara, “cuando se salta sobreella, corre el riesgo de resbalar y rom-perse los huesos”.2 Logró atraparnosen la búsqueda de los núcleos africa-nos de nuestra identidad a través de laimpartición de la asignatura CulturasNegras en Cuba; con ella nos colocóen el umbral de un espacio no muy co-nocido y menos reconocido, el de lapresencia africana en Cuba con susmutaciones, sus luces y sus sombras.

Con las lecciones de Argeliers Leónnos alejamos, también, de una bibliogra-fía que privilegiaba una historia del artede papel y engrudo, anclada en acon-tecimientos espectaculares, puntuales,

engarzados cronológicamente como su-cesos grandiosos o realzados destinadosa favorecer discursos sustancialistasdel arte, y nos acercamos a una nociónampliada de este, a los procesos colec-tivos humanos, a las estructuraseconómicas, sociales, políticas y cultu-rales que definían tendencias yprocesos evolutivos en el contexto dela creación artística africana yafrocubana. En sus clases, al igual queen la obra escrita, la mirada crítica ha-cía hablar los silencios; al restituir “lospasados vencidos”, focalizó encrucija-das y convirtió en significativo elcarácter contradictorio del devenir.

El arte africano abrió nuevos espa-cios de reflexión. La introducción delanálisis socio-funcional y la relación deconflictividad entre la producción eva-luada como arte y la simbólica,promovió la reflexión en torno a la con-temporaneidad de las sociedadestradicionales y el replanteamiento de larelación norma-innovación; las formasde conservación y transmisión de la in-formación y el papel de los objetoscomo vehículos cognoscitivos y comomedios para fijar y conservar la infor-mación; la permanente necesidad deubicar los objetos en dimensionestemporo-espaciales de acuerdo con suscontextos específicos como hiciera ensu libro Introducción al estudio delarte africano (1980).

Las piezas africanas y la de los uni-versos afrocubanos eran situadas ensus contextos de relaciones como ob-jetos creados para cumplir múltiplesfunciones, entre ellas, las artísticas,pero no estas exclusivamente. Las co-pas bakuba, las máscaras sirigue, lastallas en madera, emblemas de diver-

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sos orichas, no entraron como objetosvaliosos por su forma, por su originali-dad, por su finalidad artística, sino comorepresentantes de diferentescosmovisiones y exponentes de comple-jos sistemas de pensamiento. Comenzóun desplazamiento del valor artístico alcultural. Aprendimos con ArgeliersLeón que “[…] la existencia de la cul-tura popular […] requiere se leexamine como complejo de pensamien-tos que impliquen ciertas concepcionesdel mundo y de la vida, determinadashistóricamente y con caracteres parti-culares que encauzan su desarrollo”.3

Recuerdo que recién graduada y enlos albores de mi preparación profesio-nal bajo su tutela trabajamos en laorganización e inventario de los fondosmuseables del Instituto de Etnología yFolklore. Llegar al almacén fue entraren contacto con lo mágico y misterio-so. Nos rodeaban objetos, verdaderostesoros, indicativos de diferentestemporalidades histórico-sociales, de-mostrativos, según el criterio de MichelCote, de la memoria nostálgica, aque-lla que nos invita a decir “eran buenostiempos”, la obligada, de la que es par-tícipe el museo, y la rechazada referidaa las cuestiones que no osamos ni po-demos abordar.

Fueron muchas las lecciones que re-cibí en ese tiempo, pero esta me pareceadecuada a la ocasión. Después de pre-parar condiciones mínimas para iniciarel trabajo de inventarización y antes detocar las piezas me dijo: “Hija, para serun buen abogado criminalista no hayque ser criminal y para dedicarse a lareligiosidad popular no hay que ser re-ligioso, pero sí respetuoso. El trabajo conel informante es clave, pero no da mé-

todo, ese se busca en la ciencia y paraello hay que estudiar mucho”. Con lamisma me entregó un cajón lleno depulsas y un tubo de pasta de dientes.“Límpielas. El conocimiento empiezapor los cimientos”. Tres clavesmetodológicas estaban implícitas enesas palabras: necesidad de conocermuy bien el objeto de estudio, conteni-das, en el caso que nos ocupa, en laconservación y restauración de las pie-zas; reconocimiento del valor del trabajode campo; y el uso de instrumentoscientíficos para la adecuada valoracióndel fenómeno. Sabía combinar el estilodirecto o indirecto para conducir técni-ca y profesionalmente a sus alumnos,discípulos y colegas.

Fue un luchador incansable para llevaradelante proyectos que enriquecieran elpensamiento científico y contribuyeran aampliar no sólo las concepciones acercadel arte africano y la cultura popular tra-dicional, sino su implementación en eltrabajo de campo, así como la interco-nexión entre estos dos niveles de lainvestigación científica. Asesoró múlti-ples proyectos de investigación,participó en los tribunales de trabajosde diploma y siempre lo encontramosdispuesto a contribuir a la formación delos más jóvenes. Exigente y rigurosoante el trabajo no compartió plaza conla banalidad, la mojigatería, el oportu-nismo, por consiguiente, siempre quebrólanzas por lo que estimó necesario yconveniente para el desarrollo de la cul-tura cubana. La figura de ArgeliersLeón se mantiene límpida para quienesdirectamente tuvimos trato con él ycomo un paradigma científico para losjóvenes estudiantes interesados por losestudios de la cultura popular tradicional

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y que acceden a su pensamiento a tra-vés de sus escritos.

Cada uno de los estudiantes delaquel tercer año de 1968 seguiría uncamino distinto en el ámbito profesio-nal, pero entre los nexos que nos hanmantenido unidos, más allá de la fron-tera de una graduación, está elpermanente recuerdo de las clases deArgeliers León. Fue hombre de unasola pieza, fue el hombre adulto que elrío no arrastró porque conoció su pesoen profundidad. Nada de dobleces, tras-tiendas e insinceridades; acompañaba asu estricto sentido de la responsabilidadun refinado y cáustico ejercicio del hu-mor; fue capaz de armonizar suprofundo amor por lo cubano con un vi-goroso discurso científico.

En la figura del multifacético “amo”,como muchos de sus colegas, colabo-radores y alumnos lo llamamos, endemostración de respeto y en prueba deexcelentes relaciones humanas, se con-jugaron el “ojo rojo” y penetrante deLebé, el gran antepasado dogon, ojo deflecha, de fuego, de sol, con la riquezade quien sabe portar la sabiduría comola belleza más preciada del hombre.Ese algo buscado con afán por el hom-

bre del canto funerario fon, para devol-ver la vida a su amigo y extraerlo de la“[…] esquina de la obra del Creador quepermanece inacabada”4 –la muerte, se-gún la designación bantú–, se encuentraen la vigencia del pensamiento, la obra,la lección de humanidad que ArgeliersLeón legó a la cultura cubana con supersistente “valor para enfrentar lasabejas” en defensa de la miel de lavida como aseguran los wolof. Maes-tros como él son los que unaUniversidad bicentenaria necesitamantener en sus aulas; esos que soncapaces de tejer hilos diversos en eltelar de la vida y enseñar que un es-píritu cultivado no desaparece con lasúltimas lluvias.

Notas1 Poesía Anónima Africana / Comp. RogelioMartínez Furé. La Habana: Editorial Arte yLiteratura, 1977. t. 1, p. 229.2 Ibídem, t. 2, p. 1133 León, Argeliers. Consideraciones en torno a lapresencia de rasgos africanos en la culturapopular americana. Santiago (Santiago de Cuba)(13-14):49-77; dic., 1973, mar., 1974.4 Op. cit. (2). p. 98.

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Mis añosuniversitarios

Marta B. ArmenterosEditora

Homenajeando el aniversario 280 dela Universidad de La Habana, la

Revista de la Biblioteca NacionalJosé Martí se suma a los festejos pu-blicando un grupo de trabajos dedicadosa ese acontecimiento, y al leerlos mevino a la memoria esa importante eta-pa que fue mi vida de estudianteuniversitaria.

Ingresé a la Facultad de Artes y Le-tras en 1975 en la carrera de Lenguay Literatura Hispánicas. En realidad,nunca pensé estudiar literatura, aunquesiempre he sido una ferviente lectora,pues me gustaban las Ciencias Bioló-gicas y la Medicina, pero no todo escomo una piensa.

El día que se iniciaban las clases,asustada ante lo desconocido, y cuan-do me acercaba al frondoso árbol queestá frente a la entrada, cuál no fuemi sorpresa al ver a cuatro compañe-ros del Instituto Preuniversitario RenéO. Reiné, el famoso Pre de la Víbora:Leonardo Padura, Alex Fleites, AdaVélez e Iliana Granados, y junto aellos otro que provenía del pre CeperoBonilla, Arsenio Cicero. Ese encuen-tro fue muy reconfortante para mí,pues soy muy tímida y temblaba depensar en llegar sola al aula. A partirde ese momento comenzó afomentarse una amistad que perdura,

algo que debo agradecer a mi etapauniversitaria.

Desde niña, cuando pasaba por laColina, me impresionaba su escalinata,pero me decía que no me gustaría su-birla todos los días; esto se cumplió:estudié en un edificio cercano, el Dihigo,del cual recuerdo sus aulas espaciosas,su pequeña cafetería, donde nos quejá-bamos del yogurt y de los masarrealesque vendían casi a diario, así como miiniciación en el vicio de fumar.

Como ha sido característico a travésde los años de la Escuela de Letras,tuve magníficos profesores como Gus-tavo Dubouchet, Elena Calduch, DanielChavarría, Mirta Yáñez, Mariana Serra,Elena Serrano, Guillermo Rodríguez Ri-vera, Luis Álvarez, Iraida Rodríguez,Denia García Ronda, Nara Araújo, Ma-ría Poumier, Teté Blanco, Ruth Goodgallde Pruna, y otros cuyos nombres no re-cuerdo, pero sí sus enseñanzas.

Nunca olvidaré a mis compañeros dela Brigada (célula de la Federación Es-tudiantil Universitaria, FEU, en la que sedividían las aulas para realizar las labo-res de la organización), quienesconformábamos un grupo muy unido, yaunque no éramos los mejores en laemulación, nos gustaba a veces cuandonos pagaban el estipendio, ir a meren-dar juntos o a tomarnos unos traguitosen Las Cañitas del hotel Habana Libre.

También, por primera vez, cuandocomenzamos a hacer las guardias es-tudiantiles, tuve en mis manos un fusil,que casi era más grande que yo, quéexperiencia inolvidable para mí.

Conservo en mi memoria la prime-ra vez que vi actuar en el teatro de laFacultad al Conjunto Sierra Maestra

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y al grupo Moncada en la Casa de laFEU, lugar en cuyo patio también íba-mos a estudiar mientras nos tomábamosuna malta o un refresco.

En enero de 1976 fue inaugurado elMemorial Mella casi frente a la Esca-linata, y los estudiantes comenzamos ahacer guardias de honor al líder estu-diantil. De mi memoria no se borra quepor primera vez traté de realizar la mar-cha ceremonial que se efectúa en esoscasos, digo traté, pues en ningún mo-mento logré hacerlo con la calidadrequerida. Tampoco puedo dejar de re-cordar que en octubre de ese año,mientras estábamos en el receso reci-bimos la noticia del atentado al avión deBarbados, donde iba uno de mis ami-gos: el esgrimista Julio Herrera.

Durante esos años estuve insertadacumplimentando el plan estudio-trabajoen distintos lugares. Primero en la fábri-ca de perfumería y jabonería antiguaCrusellas; allí por primera vez me rela-cioné directamente con la producción.Después, en la revista Universidad deLa Habana, de la cual era jefe de re-dacción Ambrosio Fornet; nunca penséque esa labor me serviría para mi ac-tual desempeño. También trabajamos enPrensa Latina e hicimos una investiga-ción para la Organización de Solidaridadpara Asia, África y América Latina(OSPAAL). En todos esos lugaresaprendí algo provechoso, pero sin lugara dudas el que al parecer sin yo saber-

lo marcó mi futuro fue la BibliotecaNacional José Martí, institución en laque trabajé en el procesamiento de losdocumentos de las Naciones Unidasbajo la dirección de mi amiga, desdeentonces, Isora Rodríguez, y en la cualdespués de graduada comencé a labo-rar, y aún continúo.

Con nuestro curso comenzaron arealizarse las tesis de grado. La mía lahice sobre la poesía quechua y mi tu-tora fue Mirta Yáñez, pero antes deentregar el trabajo final ella tuvo un pro-blema y entonces recibí la ayuda deuna persona que admiraba de lejos,pues nunca tuve el orgullo de que mediera clases: la doctora Rosario Novoa,quien a pesar de su enorme carga detrabajo me ayudó enormemente y a laque siempre le estaré agradecida don-de quiera que esté.

En nuestra etapa no se hacían lasgraduaciones como ahora, sólo nos en-tregaron un hago constar primero y eltítulo casi dos años después, por esocasi no tuvimos tiempo de despedirnos,si bien por trabajar en la Biblioteca Na-cional José Martí me encontraba allí conmuchos de ellos. No obstante, al cum-plir los diez años de graduados nosreunimos en casa de Padura y pasamosun rato de lujo.

No sé si es que ya voy entrando enaños, pero recuerdo con nostalgia esaetapa de estudiante universitaria cuan-do éramos tan jóvenes...

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La Universidadde La Habanaen la sociedadcubana

Rita GonzálezProfesora y vicerrectora de la Universidad

de La Habana

Las intervenciones de los colegasque nos han precedido en el panel,

nos dan la posibilidad de sintetizar la nues-tra, por cuanto, en sus informaciones, deuna forma u otra, ha estado presente elpapel relevante de la Universidad de LaHabana en su vínculo con la sociedadcubana, desde su creación, cuyo 280aniversario conmemoramos, hastanuestros días. Permítasenos, por tan-to, limitar nuestra intervención aalgunos aspectos que nos parecen deimportancia al valorar la proyección his-tórica de nuestro centro hacia lasociedad, y hacer énfasis en el momen-to actual.

No sería posible pretender hacer unbalance, aunque breve y sintético, deltrabajo que nuestro centro ha realiza-do y realiza, sin referirnos a la relevanteactividad de extensión universitaria quedurante décadas se ha desarrollado. Laextensión universitaria constituye una delas vertientes principales de la educaciónsuperior en nuestro país por su impor-tancia en la formación de los futurosprofesionales, y en el fortalecimiento dela Universidad cubana como agente ac-

tivo en la transformación de la sociedady en la elevación del nivel cultural delpueblo. Indisolublemente ligadas a lavida universitaria, las actividades deextensión, en múltiples esferas entre lasque se destacan la cultura y el depor-te, así como la participación sistemáticade docentes y estudiantes en numerososproyectos comunitarios, han contribuidoa la educación integral de generacionesde estudiantes y han abierto horizontesal espíritu universitario.

Baste señalar a manera de ejempli-ficación de la trascendencia de estaactividad y de su impacto social, el im-portante movimiento cultural universitarioque ha propiciado la creación de diver-sas agrupaciones de artistas aficionadosal arte, insertadas en el ámbito culturalde la ciudad y del país, y que han alcan-zado substanciales reconocimientos enCuba y en el extranjero como son: Tea-tro Universitario de La Habana, conrelevante perfil en el arte teatral cuba-no, el Conjunto Folklórico Universitario,la Coral Universitaria, el ConjuntoDanzario Alma Mater…

De igual forma, huellas indelebles enla promoción cultural en nuestra so-ciedad han dejado importantesinstituciones pertenecientes a la Uni-versidad de La Habana, por lasistemática labor desarrollada en ser-vicio del pueblo; entre estas seencuentran el Jardín Botánico Nacional,el Museo Fragua Martiana, la Casa deAltos Estudios Don Fernando Ortiz, laBiblioteca Central Rubén MartínezVillena, los Museos Felipe Poey y LuisMontané, y la Galería “L”, que han brin-dado una programación sistemática deactividades culturales, científicas y depromoción.

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Las instalaciones deportivas de laUniversidad de La Habana y las múl-tiples actividades de las que han sidoescenario, han permitido mantener yfortalecer regularmente el trabajo deextensión hacia la comunidad. Laimpartición de cursos de superación yde extensión universitaria, dirigidos alos profesionales y a la población engeneral acerca de los avances cientí-ficos y tecnológicos, sobre el arte, laliteratura, el deporte y las estrategiasde desarrollo económico, político, so-cial y cultural del territorio y el país,han sido vías mediante las cuales laUniversidad ha trascendido sus murosy se ha vinculado de forma positiva ala sociedad.

Esta acción tradicional de la Univer-sidad hacia la comunidad ha alcanzadodimensiones mucho más abarcadorasy trascendentes en cuanto a su impac-to social en la última década. En elaño 2000, y en el contexto de la Ba-talla de Ideas que nuestro pueblo halibrado, una nueva etapa del trabajo uni-versitario se inició ante el llamado delComandante en Jefe de crear una Es-cuela de Trabajadores Sociales. Esteprograma de formación, unido a otrosde la Revolución, como parte de la es-trategia de Cuba para brindaralternativas de educación superior yempleo a jóvenes desvinculados del es-tudio y el trabajo, brindó a laUniversidad de La Habana, el privile-gio de crear la primera escuela en laCiudad de La Habana en septiembredel 2000, experiencia extendida a laszonas central y oriental del país en el2001 y que daría origen a la red de es-cuelas en los 169 municipios del paísdesde el curso 2004-2005.

La creación de esa primera escuelaexigió a nuestra Universidad, en un bre-ve espacio de tiempo, diseñar su plande estudios y programas, elaborar sustextos y organizar el proceso docenteeducativo que garantizara la formaciónde los jóvenes que se incorporaban alprograma. Con un trabajo conjunto delas facultades universitarias directamen-te vinculadas, y el apoyo del resto delas áreas, se logró hacer realidad elproyecto. Los cursos impartidos en laEscuela de Cojímar han dado frutos deincuestionable impacto social: Más de7 000 trabajadores sociales formadospor la propia escuela, multiplicada hoyen quince centros municipales, y en to-tal los 42 000 trabajadores socialesgraduados en el país dan prueba deltrabajo de nuestra institución en elcumplimiento de esa misión, cuyo im-pacto alcanza relevancia nacional.Este trabajo ha estado acompañado deun perfeccionamiento constante. Noha sido sólo en la formación inicial delos trabajadores sociales que nuestraUniversidad ha tenido relevante partici-pación, sino también en la capacitaciónde más de 24 000 trabajadores socialesgraduados para elevar su nivel de pre-paración política y acometer diferentestareas del Programa Nacional de Tra-bajadores Sociales, entre las que sedestacan por su importancia las vincu-ladas a la revolución energética.

Otra tarea de más recienteimplemen-tación, pero que por su im-pacto merece ser destacada, es lareferente a la capacitación en los cur-sos de habilitación para los trabajadoressociales de combatientes del Ministerio delInterior (MININT) de la región occiden-tal que se desempeñan en los sistemas

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de la Policía, Atención a Menores y Pri-siones, con el objetivo de dotarlos de lasherramientas necesarias para perfec-cionar las funciones vinculadas altrabajo social y a la atención a los pro-blemas de la comunidad. Y como unamuestra más de la elevación de la ca-lidad del trabajo de formación y de sucontinuidad en el nivel de postgrado,debe tenerse en cuenta la incorpora-ción de 189 graduados universitarios ala Especialidad en Trabajo Social. Pro-cedentes de diferentes fuentes,trabajadores sociales, profesores de lasescuelas de formación de trabajadoressociales y otros profesionales vincula-dos al trabajo social, así como 292profesionales universitarios que perte-necen al MININT, cursan hoy estenivel superior, lo cual tiene, indiscutible-mente, una repercusión en la sociedadcubana actual.

Sería injusto obviar en esta interven-ción la importantísima labor deformación de profesionales para el tra-bajo social que nuestra Universidad hallevado a cabo en el contexto del pro-grama Esperanza social, en dondedecenas de miles de estudiantes vene-zolanos y bolivianos se formaron, asícomo la labor de nuestros docentes ytrabajadores en el nuevo programa deformación de médicos latinoamericanos.

Esta última década ha conocido dela presencia universitaria en múltiplestareas surgidas e implementadas anteel llamado de la Revolución y para be-neficio de toda la sociedad. Nuestrocentro ha proyectado un trabajo comu-nitario comprometido con los problemasde la población y que tributa al mejo-ramiento de la calidad de vida de esta.Es de destacar el protagonismo alcan-

zado por nuestros estudiantes univer-sitarios en múltiples acciones que hantenido repercusiones de importanciapara la solución de problemas socialesy la elevación de la cultura general delos cubanos. Solamente baste señalarpara ilustrar ese protagonismo estudian-til, que la Brigadas Universitarias deTrabajo Social han sido columna verte-bral de numerosas acciones libradas enlos últimos años, y cuyo impacto socialha sido trascendente. De igual forma,nuestros profesores y estudiantes hanrealizado una labor docente educativa decalidad en los distintos programas de for-mación que al calor de la Batalla deIdeas se han desarrollado. Nuestro pro-fesorado, además, ha tenido unadestacada participación en las MesasRedondas Informativas, donde hanabordado temas de trascendental im-portancia nacional e internacional.Asimismo, la muy frecuente interven-ción de profesores e investigadores enlos medios de comunicación, tanto enprogramas radiales y televisivos comoen diversos órganos de prensa escri-ta, de alcance provincial y nacional, hasido sistemática.

Desde la aparición en el curso 2000-2001 de ese programa de incuestionableimpacto social que es Universidad paraTodos, mediante el cual hasta cada ho-gar cubano ha sido posible llevar lacultura y el saber, los profesores denuestro centro han impartido numero-sas asignaturas.

La Universidad de La Habana hatenido también una labor de elevadoimpacto social en la atención a las Cá-tedras Universitarias del Adulto Mayor,programa de hondo sentido humano.Con sede central en la Facultad de Psi-

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cología, y noventa y siete filiales ubica-das en todos los municipios de la ciudad,las cátedras atienden un alumnado eter-namente joven, cuyo rango de edades sesitúa entre cincuenta y cinco y noventay dos años, con un promedio de sesentay ocho años. Las cátedras del AdultoMayor de la Universidad de La Haba-na, imparten un Curso básico de un añoacadémico que incluye seis módulos te-máticos: Propedéutico, Desarrollohumano, Salud, Cultura contemporánea,Seguridad y Asistencia social y Organi-zación eficiente del tiempo libre.También se imparten materias de conti-nuidad de amplio espectro de acuerdo alos intereses de los egresados del cursobásico. La matrícula inicial fue de cua-renta y tres estudiantes en el curso2000-2001, y se ha ido incrementandotanto que desde el curso 2004-2005 so-brepasa la cifra anual de 2 200 adultosmayores. En la actualidad existen 6 116egresados de los cursos básicos, y unamatrícula estable de más de 2 000 alum-nos en cursos básicos y de 1 000 en losde continuidad, y además cuarenta ycuatro adultos mayores graduados uni-versitarios participaron en dos cursos depostgrado en el pasado período de cla-ses. Dichas cifras, por su noblesignificado, ponen de manifiesto el am-plio alcance de esta acción en el ámbitosocial.

Aunque ya ha sido abordada la con-cepción de la nueva Universidad cubana,y como en la casi tricentenaria Univer-sidad de La Habana esta concepción seha hecho realidad, nos parece ineludible,al abordar el tema de la Universidad enla sociedad cubana, hacer referencia alo que representa el programa de Uni-versalización en ese sentido.

Este programa, que amplía las posi-bilidades y oportunidades de acceso a laeducación superior, influye de formaabarcadora y positiva en la adquisiciónde una cultura general integral ofrecien-do igualdad de opciones y posibilidadesa todos, independientemente del lugar denacimiento o de residencia, y ha hechoposible llevar a cada territorio un núcleode educación superior, conductor y pro-motor de la cultura universitaria.Universidad y sociedad han establecidoun vínculo aún más sólido, más amplio,más sistemático. Las Sedes Universi-tarias Municipales han sido ese motorimpulsor que trabaja por dar cumpli-miento a la misión que la sociedad nosencomienda en la hora actual: hacerrealidad el objetivo de que exista “uni-versidad para todos durante toda lavida”.

Las sedes universitarias son hoy mu-cho más que la Universidad que seextiende hacia la sociedad, hacia el te-rritorio, sino que existen y se consolidanen el territorio, se nutren de sus posibi-lidades, se enriquecen con sus recursos,jerarquizan sus potencialidades y dirigensus esfuerzos hacia las necesidades deformación, superación e investigacióndel propio municipio.

El joven Programa de la Universali-zación, en avance incesante, ha tenidoya resultados relevantes en todo el paísen su primer quinquenio de vida. Entreestos logros, con orgullo podemos se-ñalar que en el año 2007, la Universidadde La Habana entregó a la sociedadlos primeros egresados del programa:386 estudiantes que, provenientes de losprogramas de la Revolución, defendie-ron con éxito sus ejercicios deculminación de estudios en las sedes

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municipales, y alcanzaron su título de li-cenciados en las carreras de Derecho,Psicología, Comunicación social, Histo-ria, Sociología, Estudios socioculturales,y Bibliotecología y Ciencias de la Infor-mación. En el presente año lectivo seránmás numerosos estos graduados y seincluirán en los perfiles profesionales elde Ciencia de la Computación y el deIngeniería Informática. Cada curso, unnuevo grupo de estudiantes alcanzará sutítulo universitario y serán profesionalesal servicio de la sociedad. Esta noblemisión de nuestras sedes universitarias,que hoy acogen a más de 36 000 estu-diantes, no cesará, pues cada año losrecién graduados continuarán perfec-cionando su formación por la vía de laeducación de postgrado.

Sin embargo, es justo señalar que deacuerdo con los fundamentos del Pro-grama de Universalización, losescenarios de enseñanza universitariano sólo se han multiplicadogeográficamente para llegar a cadamunicipio, sino también en función delas necesidades de la sociedad, y el pro-ceso docente-educativo se desarrollatambién en las instalaciones de la sede

central, unidades docentes, sedes uni-versitarias municipales, y además en lasunidades militares, hospitales y prisio-nes.

La Universidad cubana extendió susprocesos sustantivos a toda la sociedadcon su presencia en cada territorio. LaUniversidad de La Habana lo ha hechoen los quince municipios de la capital,donde ya se recogen frutos en la esfe-ra de la investigación, del postgrado, dela superación profesional, y de la laborde extensión universitaria. Ello ha per-mitido alcanzar mayores niveles deequidad y de justicia social en la obten-ción de una elevada cultura integral delpueblo.

El trabajo de nuestra Universidad noha cesado en vincularse a la sociedady en trabajar por y para ella. Muchoqueda aún por hacer, grandes son losretos que cada día se asumen y por losque se trabaja, pero con orgullo puededecirse que hemos puesto nuestro gra-nito de arena en hacer realidad la ideadel Comandante en Jefe: “[...] nos va-mos encaminando hacia la idea, de unaforma u otra, de convertir todo el paísen una gran Universidad”.

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MEDITACIONES

Celebrado en los primeros días deabril de 2008, el séptimo Congre-

so de la Unión de Escritores y Artistasde Cuba (UNEAC) ha tenido una ex-tensa resonancia nacional. El debate delos intelectuales ha desbordado el círculoestrecho del gremio para alcanzar a loshombres y mujeres comunes. Tan sor-prendente resultado responde no sólo alas circunstancias peculiares que vivela isla, sino también y, sobre todo, a unprofundo proceso histórico queinvolucra a la sociedad cubana tantocomo a sus escritores y artistas.

En 1959, los escritores y artistas cu-banos demandaban un espacio para lavisibilidad de su obra, vale decir, su difu-sión mediante editoriales, galerías, teatrosy desarrollo de la base indispensable dela industria para la producción cinemato-gráfica. En rápida secuencia, se crearonlas instituciones destinadas a satisfaceresta necesidad. La definición del carác-ter socialista de la Revolución cubana envísperas de Playa Girón contribuyó al re-planteo de la función del arte y laliteratura. Situados en la periferia de la

Cuba republicana, los escritores y artis-tas no tenían vínculos con el poder políticoy económico. Carecían, por tanto, decompromiso con las estructuras que seestaban derrumbando. En el nuevo con-texto, los problemas se definían en tornoa la libertad de creación, al realismo so-cialista instaurado como doctrina social enla URSS a partir del congreso de escri-tores de 1934 y a los límites en la difusiónde las ideas en el campo de la filosofía,cuestión importante para los católicos.

Esas inquietudes animaron los deba-tes de la Biblioteca Nacional resumidospor las Palabras a los intelectuales deFidel Castro. A resultas de esa reunión,se convocó al primer congreso de es-critores y artistas, ámbito fundacionalde la UNEAC.

En los salones del hotel Habana Li-bre, se movía una masa heterogénea,representativa de las generacionesactuantes en la época, aunque con pre-dominio de los más jóvenes. Las vocesde Nicolás Guillén, José AntonioPortuondo y Alejo Carpentier seentrecruzaban con las de Lisandro Otero

Los intelectuales, la culturay el séptimo Congresode la UNEAC

Graziella PogolottiEnsayista e intelectual

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y Roberto Fernández Retamar. Reco-gidos en las Memorias, los distintospuntos de vista ofrecen un muestrariodel clima dominante en el momento. Demanera implícita, el término cultura serefería al arte y la literatura. Las pre-ocupaciones de fondo se remitían a ladialéctica arte/sociedad.

Instalada en la casona residencial de17 y H, la UNEAC integró en su di-rectiva a los arriba nombrados junto aJosé Lezama Lima, entonces directorde literatura del Consejo Nacional deCultura. El conjunto reflejaba pluralidadideológica, generacional y de tendenciasliterarias. Como correspondía a un equi-po formado por escritores, las accionesinmediatas se orientaron a la fundaciónde una editorial, de sus dos revistasparadigmáticas, a convocar premios li-terarios y abrir una pequeña biblioteca.Lilia Carpentier decía haber visto bai-lar un danzón a Eduardo Abela y AmeliaPeláez, ambos petitgros, como le hu-biera gustado acotar a mi tía Vera. Enla cafetería, el gordo Lezama podía dis-frutar, con la intensidad palpitante detodos los sentidos, una espléndida lan-gosta. Muchos pasábamos por ahí atomar una taza de café. Aprovechába-mos para conversar un rato con unamigo y comprar libros y revistas dereciente aparición. Pero, en su mayo-ría, los escritores y artistas andabanmuy atareados. Vestían con frecuenciauniforme miliciano y tenían las prime-ras experiencias de trabajo productivo.El compromiso social afloraba en mo-mentos de gran peligro. Ocuparon susitio en los días de la crisis de octubrea la vez que imprimían textos, en mar-cha afiebrada, para los combatientessituados en las trincheras.

Vinieron luego tiempos difíciles,desgarramientos provocados por lospremios concedidos a Padilla y Arrufaten el sesenta y ocho por la penosaautocrítica del poeta, la subsiguientesuspicacia respecto al sector y las re-percusiones del “quinquenio gris”. Lasseñales de cambio llegaron con el se-gundo congreso en 1977, otra vez en elHabana Libre. Recuerdo todavía el es-tallido de euforia provocado por eldiscurso de Armando Hart, ministro deCultura. Hasta entonces y, aún más tar-de, a lo largo de un decenio, laorganización canalizaba inquietudes queconservaban cierto carácter gremial,temas concernientes al arte y la litera-tura y contrapunteos de orden estético.Las señales de cambio se manifestarondesde los preparativos del cuarto Con-greso efectuado en enero de 1988. Lainstitución extendió sus bases a todaslas provincias del país. El proceso elec-toral alcanzó una significativaconvocatoria. El Consejo Nacional ele-gido reconocía a las personalidades demayor ejecutoria en el ámbito de lacreación y el nuevo equipo de dirección,con Abel Prieto a la cabeza, integrabaescritores y artistas formados duranteel proceso revolucionario. Sin actos decanibalismo, se estaba llevando a caboun relevo generacional. El documentocentral ofrecía un panorama descripti-vo del proceso institucional de la culturadesde el triunfo de la Revolución. Se ini-ciaba un diálogo directo con Fidel Castrosin instancias mediadoras con importan-tes repercusiones en los años por venir.Maduraba una conciencia plena delpeso de la cultura en la construcciónde la nación. El punto de giro se pro-ducía cuando el horizonte internacional

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apuntaba hacia cambios que estremece-rían la arquitectura mundial. Como uncastillo de naipes, la caída del muro deBerlín precipitaba el derrumbe del cam-po socialista europeo. A nivel planetario,una poderosa y concentrada artilleríaideológica proclamaba eufórica el fin dela historia. Cuba, sometida a un aisla-miento sin precedentes, tendría quesobrevivir a un endurecimiento del blo-queo, mientras los observadores del másvariopinto espectro político apostaban asu inevitable caída. En nombre de la ra-zón instrumental, amigos y adversariosaconsejaban la negociación. Resistir seconsideraba locura numantina, combatequijotesco contra los molinos de viento.También el asalto al Moncada y la lu-cha de un puñado de hombres contra unEjército bien armado parecieron, en sumomento, cosas de locos.

La crisis económica de los noventaquebrantó la infraestructura material dela cultura. La base de las industrias delcine y del libro se desplomó. LaUNEAC participó de manera activa enla búsqueda de soluciones para el sal-vamento de la creación artística. En lapráctica, a partir del quinto congreso, sufunción social se modificó. Se definíacomo el canal institucional para el ne-cesario diálogo de los escritores, yaartistas, con el conjunto de la sociedad,tanto con su interlocutor inmediato, elMinisterio de Cultura, como en los múl-tiples espacios diseñados para proyectarla obra de los creadores y para formara sus destinatarios. Esa acción implica-ba, entre otros, a los medios masivos dedifusión, a los distintos niveles de ense-ñanza, a la industria turística en rápidocrecimiento, a las relaciones exterioresy a los órganos del poder popular.

Resistir al embate de tantas fuerzasconjugadas implicaba el pago de un altocosto. La pérdida de mercados y deproveedores desarticuló el sistema pro-ductivo. La extrema escasez se abatiósobre la existencia cotidiana. Muchoscreyeron clausurado el presente y elporvenir. La emigración adquirió carac-teres dramáticos con la estampida delos balseros. Rotos los valladares, laglobalización y el triunfalismo neoliberalimponían las reglas del juego a escalaplanetaria. En el plano individual, paramuchos, las demandas de la supervi-vencia desdibujaron los límites entre lolegal y lo ilegal. Iba creciendo una ge-neración para la cual resultaba difícilconfigurar un proyecto de vida. Losvalores consagrados se resintieron.

Los debates abiertos en las sesionesplenarias del sexto Congreso respondie-ron, sin que se hubiera tomado claraconciencia de ello, a las nuevas coor-denadas de la organización. Los tópicosatinentes a cuestiones gremiales pasa-ban a las comisiones de trabajo.Globalización e identidad se enfrenta-ban en el contexto cubano. No esposible ni deseable mantener al país almargen de los fenómenos de la contem-poraneidad. Pero esas tendencias nodeben asimilarse acríticamente. Llegana través de la inversión extranjera, delos medios masivos y de las tecnologíasde avanzada. La acelerada dinámicadel turismo y algunos bloques de edifi-cios de apartamentos irrumpían en laciudad con una arquitectura banal,depredadora del entorno urbano, vícti-ma también de la iniciativa funesta de“pobres nuevos ricos”. La ejemplarobra de restauración emprendida en laHabana Vieja mostraba la efectividad

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de una operación de salvamento condu-cida con el debido respeto a la tradicióncultural. Al término del siglo XX (está-bamos en 1998), los conjuntos urbanosdel Vedado y de Miramar, entre otros,merecían respeto por sus valores patri-moniales, constitutivos de una capitalque había escapado a la vertiginosa es-peculación financiera en torno aluniverso construido.

El examen de la sociedad cubana enel contexto específico de los noventaconducía a apuntar la aparición de“bolsones de capitalismo” conducentesa favorecer el rebrote de prejuiciosreproductores de actitudes que contra-decían, en su esencia, el proyectorevolucionario. Entre ellas, regresabanexpresiones de racismo favorecidas porla vuelta de desigualdades sociales,consecuencia inevitable de la crisis eco-nómica. El amplio debate generado porel tema con participación activa deFidel Castro y de algunos artistas des-tacados se tradujo en la toma demedidas gubernamentales dirigidas acontrarrestar el fenómeno. Millares dejóvenes marginados de la escuela y deltrabajo pudieron reformular proyectosde vida mediante la reincorporación alestudio y a un ejercicio profesional ac-tivo. Se imponía la respuesta concretaa las demandas de la inmediatez, sin ol-vidar por ello que se trata de unproblema arraigado en una historia y enuna cultura, requerido de análisis másprofundo y de un abordaje sistemáticopor diversas vías. La influencia de laeducación y de los medios masivos tieneprimordial importancia en este sentido.

Transcurrieron diez años. Una am-plísima comisión organizadora, presididapor Sergio Corrieri, con la participación

de figuras destacadas de la cultura na-cional y por jóvenes con obrareconocida, asumió las tareas prepara-torias del séptimo Congreso. Duranteonce meses, se llevó a cabo larevitalización de la esencia democráticade la UNEAC, expresa en eleccionesde todas las instancias en las provinciasy en la capital de la nación y, sobre todo,a través de un extenso debateparticipativo que articulaba, en doce co-misiones de trabajo, un conjunto detemas vinculados a las necesidades es-pecíficas de los artistas sintetizados enEconomía y cultura, pero que desborda-ban estos límites estrechos al analizarcríticamente problemas del turismo, delos medios masivos de comunicación, dela arquitectura y el urbanismo, de la en-señanza artística, cultura comunitaria, asícomo aquellos orientados hacia el for-talecimiento de los vínculos con losjóvenes escritores y artistas. Cultura ySociedad volvió a centrar los debates enlas sesiones plenarias. El texto de la po-nencia articula de manera coherente,desde la perspectiva de los creadores yde las instituciones problemas diversosque lastran el desarrollo de la sociedadsocialista. Las repercusiones de laglobalización y de la crisis económica enla sociedad cubana constituyen el tras-fondo de una reflexión animada por lanecesidad de rescatar valores moraleslacerados. Se trata, en suma, de aten-der al indispensable crecimiento de ladimensión espiritual implícita en la for-mulación de proyectos de vida liberadosde formas de opresión enajenante.

Los valores se sustentan en proyec-tos de vida inscritos en modelossociales específicos. Así lo demuestrala historia de las civilizaciones y el es-

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tudio antropológico de las distintas co-munidades coexistentes en lacontemporaneidad. En todas ellas, lasleyes, escritas o consuetudinarias, pri-vilegian las demandas de supervivenciade la sociedad por encima del libérrimoejercicio de las aspiraciones individuales,aunque apariencias engañosas oculten laverdadera naturaleza de las presionesmodeladoras de la conducta humana. Enel capitalismo desarrollado de los díasque corren la homogeneización impuestapor la dictadura del consumo de mar-cas con el apoyo de los medios masivosconfiguran la imagen del triunfador uni-formado. Sobre ese escenario diseñadopor la filosofía del marketing se confi-guran expectativas de vida fundadas enun ilusorio universalismo abstracto.

Ante semejante desafío, el socialismono puede hacerse con soluciones sim-plistas que ya han sido derrotadas. Asílo percibió la intuición luminosa del Che.Para construir el socialismo, hay que uti-lizar lentes bifocales, mantener la miradafija en los amplios horizontes donde seperfila el objetivo final y observar decerca las demandas concretas de la rea-lidad, las inquietudes y necesidades delos hombres y las mujeres, hacedoresconscientes del proceso transformador.Por no tener en cuenta ambas coorde-nadas, Madre Coraje condujo su carretapor el camino de la derrota. Las exigen-cias de la inmediatez imponen elpragmatismo de la respuesta rápida.Hay que transitar por ella con la con-ciencia lúcida de sus límites inevitables.Porque no basta con inyectar nuevoscontenidos en un escenario prefijado.

Un diálogo sin cortapisas seestructuró a partir de la redefinición, sur-gida de manera orgánica a través de la

práctica de la función del intelectual enel complejo y difícil parto de la socie-dad socialista. Quedaron atrás las viejasdisquisiciones inscritas en un momentohistórico preciso sobre si son galgos opodencos, si son vanguardistas o abs-tractos. También pasó al olvido lanoción de conciencia crítica autónomainterpelando a la sociedad desde su bel-vedere. La participación responsableanimó el diálogo polícromo, diverso, pre-ñado de contrastes y exabruptosmomentáneos.

En su sede capitalina de la calle 17en el Vedado, la imagen física de laUNEAC ha cambiado. Los salones deayer están ocupados por oficinas. El lu-gar donde alguna vez Amelia y Abelabailaron un danzón, rediseñado, es aho-ra la Galería Villa Manuela. No hay sitiopara jugar ajedrez como antaño. La ca-fetería es comedor obrero poco propicioa las tertulias ocasionales. Quizás se haburocratizado un poco. La institucióntendrá que flexibilizar sus estructuraspara adherirse a las necesidades de unarealidad siempre cambiante. Habrá deabrir espacios para la presencia perma-nente de un diálogo múltiple,consagrado a los temas del arte y a laliteratura, al pensamiento contemporá-neo y a los problemas de la sociedadque le tocan de cerca. Lo más signi-ficativo, al término del séptimoCongreso, se deriva del fortalecimientode la voz pública de los escritores yartistas, sustentada en la difusión de laobra de una vanguardia numéricamen-te acrecentada con el trabajo de lasgeneraciones emergentes y mediantela participación activa y comprometi-da de una comunidad intelectualvinculada al destino de la nación.

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Historiay discursonacionalistaen Cuba

Rosa García ChediakInvestigadora

Antes de plantear algunas ideasacerca del discurso nacionalista

en Cuba, conviene hacer una precisiónconceptual. Se entiende aquí el discur-so en el sentido que le imprimió MichelFoucault,1 esto es, como una producciónhistórica no de simples ideas sino desubjetividad, de identidades y de rela-ciones sociales. Por lo que un discursosupone un contexto social generado porla conflictiva interacción de sujetos yactores sociales. Y al mismo tiempo,significa la realidad para quienes lo(re)producen. A modo de ejemplo ten-dríamos que el discurso cientificista esuna de las producciones típicas de lamodernidad, siendo indispensable parala reproducción de un sistema social, locual incluye a actores e institucionesespecíficas (científicos, técnicos, aca-demias, hospitales, prisiones, etcétera),que mediante él se ubican y organizan–en forma cotidiana– su praxis. Discursoes por tanto producción y reproducciónsocial.

Se impone, por lo tanto, esbozar uncuadro histórico que permita situar agrandes rasgos el fenómeno discursivonacional de la Revolución cubana. De

modo indiscutible, las primeras manifes-taciones de la nación se dan en el sigloXVIII, bajo el régimen colonial español.Fue precisamente a partir del influjo delas ideas ilustradas –llegadas de la pro-pia metrópoli– y sus aires libertarios queciertos sectores de la sociedad cubanacomienzan a plantearse un proyecto denación.2 Cabe destacar que el dinamis-mo de la industria azucarera, y por otraparte, las excesivas trabas comercialesimpuestas a la isla, entre diversos me-canismos de subordinación, atizaron losánimos de una parte de la burguesíacriolla, terratenientes, comerciantes eintelectuales orgánicos,3 cuyos expo-nentes más preclaros tuvieron lasensibilidad necesaria para percatarsede que Cuba debía ser ante todo unarealidad ética-cultural y no una meraestructura política. Así empezó a cons-truirse una identidad mediante laevidenciación de ciertos elementos quepretendían instituirse en referentes delo nacional, por ejemplo, la insularidadsublimada en una estrella o palma so-litaria y –¿como podría faltar?–disímiles objetos que encarnaron latríada del rojo, azul y blanco. El poderevocador de dichos signos se fue aso-ciando a numerosas estrategiasconspirativas (clubes, asociaciones,periódicos, obras literarias…) y a op-ciones políticas, que si bieninteractuaron de modo problemático,todas perseguían un evidente distancia-miento de España: autonomismo,anexionismo e independentismo.

La aparición de movimientos repu-blicanos en el territorio metropolitano,el desmoronamiento de su imperio co-lonial en América y otras coyunturasinternacionales, produjeron reacomodos

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en la estructura colonial y el ejerciciode una política no acertada hacia Cuba.Como resultado, el movimiento nacio-nal se radicalizó, al punto de llegar apasar por encima del poderoso “miedoal negro” que había difundido la revo-lución haitiana. Estallaría la primeraguerra de independencia en 1868, sinllegar al objetivo de constituir una re-pública independiente luego de diezaños de lucha armada. Su gran proble-ma: el progresivo desgaste originadopor la falta de unidad entre las fuerzaspolíticas. No obstante, la década béli-ca tuvo implicaciones importantes parala demarcación de lo nacional, le impri-mió el valor de la sangre que se habíaderramado, acumuló experiencias es-tratégicas y además marcó comonecesaria la democratización entrequienes participaban de la lucha, puesa fin de cuentas color de la piel, el bol-sillo o la alcurnia, no eran importantesa la hora de morir. Ante la falta de unapoyo decidido por una parte de la oli-garquía azucarera,4 el fabulosomestizaje social se transformó en con-dición de posibilidad de una violenciaantiopresiva. Esto lo supo socializarmuy bien José Martí,5 figura políticaembebida en las fuentes de los prime-ros ideólogos6 de la independencia queredimensionó el alcance de la palabrapatria.7 Con ello no sólo consiguió arti-cular diferentes fuerzas sociales entorno al concepto de pueblo, lanzarlasa una segunda contienda o integrarlasen un esquema liberal de república, sinoque su sombra de poeta se mantuvoatormentando a las conciencias republi-canas con bellas y punzantes metáforassobre lo nacional.8 Es preciso acotarque el genio martiano supo interpretar

como nadie el contexto donde desarrollósu proyecto político. En este sentido, lefue posible insistir sobre la amenazageopolítica que rondaba a la isla y aLatinoamérica en general. Vislumbró elnacimiento de una potencia mundial: losEstados Unidos. Desde entonces, eldiscurso sobre la nación y las identida-des que de él dependen no han podidoevadir el tópico. La historia misma loha motivado. Sin embargo, la segundagesta independentista iba a culminarcon incidentes tan castrantes como laintervención norteamericana en 1899 yla imposición de un apéndice constitu-cional en 1901, que entre otrascláusulas incluía el derecho a incursio-nes militares en Cuba. Eso además deun tratado de “reciprocidad comercial”,corolario de un proceso de penetracióneconómica que había empezado muchoantes y se agravaría en lo sucesivo.

La república, nacida en los albores delsiglo XX, se iniciaba con el gran caos quehabía dejado tras de sí la guerra y congrandes dosis de malestar por la sobe-ranía escatimada. Los capitales llegadosdesde el norte se apresuraron a paliaralgunas situaciones –sanitarias, de infra-estructura y educacionales– a fin deproveer de puntos de apoyo a unagobernabilidad muy precaria. La alter-nancia de fraudes políticos, estallidosarmados e intervenciones constituyen elsigno patente de la crisis republicana.9La dependencia económica, desbocadapor las crecientes demandas de azúcardel mercado americano y la importa-ción de un torrente de mercancías,demandaba algún equilibrio político quecada vez parecía más difícil de lograr.

Tanto fue así que la primera dicta-dura del período, la del general Gerardo

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Machado (1925-1933), en lugar deasentar los ánimos produjo, ayudadapor los efectos del crack de 1929, unacreciente y radicalizada oposición co-nocida como la Revolución del 30.10 Endicha circunstancia, además de emer-ger nuevos actores políticos –como laUniversidad y el movimiento obrero– sehizo patente la recomposición del blo-que hegemónico conformado porsectores de la burguesía asentada en laisla, y los intereses estadounidenses. Lesayudó, una vez más, la incapacidad de lasfuerzas políticas revolucionarias de arti-cular un consenso y la aparición deciertas figuras militares, que con manodura se esforzaron por imponer un nue-vo ordenamiento.

Por ello, más allá de eventualidadespolíticas, se mantuvieron irresueltos losgrandes problemas de la construcciónnacional: la soberanía vs. la desmesu-rada dependencia económica, lapropiedad de la tierra, la situación delnegro y la pobreza. Una iniciativa quegeneró muchas ilusiones fue la Asam-blea Constituyente de 1940, donde sesentaron a negociar las bases de la re-pública una amplia representación delas fuerzas políticas presentes desde ladécada del treinta. Esa misma hetero-geneidad iba a limitar la eficacia de laConstitución del 40, engendrada paraprever soluciones contundentes a la cri-sis nacional.11 Lejos de marcar unanormalización, los gobiernos sucesivossufrieron un progresivo descrédito de-bido a su corrupción galopante y a larepresión política que llegó a hacersecotidiana. En este marco floreció la ac-tividad gangsteril en La Habana. Enmarzo de 1952 un nuevo golpe militaropera la quiebra del Estado de Dere-

cho. Las irregularidades en el manejode los fondos públicos y la violencia au-mentaron de modo exponencial bajo lamirada del caudillo Fulgencio Batista,que habría de liquidar totalmente todaslas aspiraciones democráticas y nacio-nalistas que todavía quedaban en pie.En el transcurso de su régimen, Batis-ta quedó sin más apoyo que el delEjército y la anuencia del par formadopor la burguesía azucarera y los inte-reses norteamericanos. Así tuvo queenfrontar el rechazo de un sector cadavez más amplio de una nueva coaliciónde fuerzas –especialmente juveniles–que harían insostenible la situación delrégimen dictatorial para fines de 1958.

Antes de intentar ahora un análisisdel discurso nacionalista de la Revolu-ción cubana, conviene sistematizaralgunos antecedentes. La nación cuba-na en formación en el siglo XVIII ydemocratizada mediante las guerras deindependencia, tuvo dos salidas en elcontexto de la república. Una de ellas,la de los rasgos políticos republicanosque acreditaban una nación en funcióndel conjunto de individuos naturales onaturalizados en territorio cubano, lacual tendría significación sólo en térmi-nos electorales. Esto fue atendido portodos los gobiernos de turno e inclusopor los dictadores consumados. Era im-portante mantener una simbologíamínima y una oratoria ridícula, ante larealidad del “quítate tú pa’ ponermeyo”. Otro desarrollo más profundo con-centraba el universo de expectativasque la nación en sí iba adquiriendo. Aquíse podrían inscribir los debates sobre lanación, que pretendían encontrar vehícu-los de regeneración social y algúnhorizonte promisorio, dada la virtualidad

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que habían demostrado las fórmulasdemocráticas tradicionales. A este em-peño se consagraron numerososintelectuales, que además de discutir lasperspectivas de modo conjunto y divul-gar sus ideas, participaron, en mayor omenor grado, en la escena política delmomento. Una experiencia representa-tiva fue el denominado Grupo Minorista,en torno al cual se reunieron persona-lidades de muy diversas tendencias.12

En su seno se dio una interesante sim-biosis de vanguardias artísticas –sobretodo literarias– y adscripciones políticasdisímiles. Una estructura frágil que notardó en fragmentarse. Sin embargo,como afirma el investigador RicardoLuis Hernández Otero: “El Minorismoen términos culturales es la muestraparadigmática de las relaciones entrenacionalismo y vanguardia, de la ideade cómo construir una cultura cubanamoderna”.13

La experiencia minorista no consis-tió sólo en una renovación formal. Dosaspectos que pueden resultar represen-tativos, entre otros, fueron primero unimpulso decisivo a la cuestión del ne-gro en el universo cultural cubano.Autores como Fernando Ortiz, AlejoCarpentier y Nicolás Guillén, rescata-ron el tema racial del estatus desegregado para colocarlo en el centrode enjundiosos estudios etnológicos, no-velas experimentales o sonorospoemas, producciones todas encamina-das a revalorizar las imbricaciones deeste grupo étnico en una totalidad cul-tural a la cual pertenecían ya sinremedio. Otra contribución sustancialfue la promoción de la obra y el pen-samiento martiano, a cargo deintelectuales como Jorge Mañach y

Juan Marinello, tema que sin duda fe-cundó la aparición en los años cincuentade la llamada Generación del Centena-rio.14 La trascendencia del GrupoMinorista debe valorarse en el marcode una poderosa influencia cultural delos Estados Unidos en la isla y la calu-rosa acogida con que se había recibidoel American Way of Life.15 En estesentido, los minoristas buscaron alter-nativas de resistencia –inclusocontrahegemónicas– mediante la actua-lización de los, según ellos, auténticoscomponentes de la cubanía. A la alturade los años cuarenta, otro grupo de in-telectuales nucleados en torno a larevista Orígenes, constituyó otra expe-riencia en cierta medida similar. Losorigenistas, muy defraudados del pano-rama político, tendían a una reflexiónsobre la esencia de lo cubano, sin al-ternar con el espectáculo político, comosi quisieran situar la cultura en un pla-no paralelo y lo cubano en lo inefable,para a partir de ello arrojar luz sobreuna realidad errática. Si bien algunosmiembros de Orígenes se insertaron conentusiasmo en la etapa que se inició en1959, otros16 tendrían una relación muyconflictiva que –por desgracia– no hapermitido asimilar totalmente su legado.

Como cualquier otro proceso social,una revolución es paradójica. Sus con-tradicciones históricas se hacen másrelevantes por el afán de gestar algoinédito a pesar de las herencias. En elcaso cubano, la coyuntura en queacontece el triunfo revolucionario de1959 le propició un gran respaldo po-pular que hizo evidente, por una parte,la escasa legitimidad del régimen ante-rior. Y por la otra, una amplia diversidadde expectativas sociales que con gran-

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des esperanzas valoraba el cambio. Asi-mismo, quienes habían lidereado laoposición a Batista, juzgaron urgentedejar claro que existía voluntad políticapara afrontar los grandes temaspreteridos. Así lo demuestra su prime-ra medida: la reforma agraria.17 Conella, a su vez, brotaría el primer puntode enfrentamiento con los interesesoligárquicos afectados por la medidaanti-latifundio, los mismos que habíanhecho de Cuba una estructura depen-diente, sobre todo del mercado delazúcar. Ganar el amplio apoyo de loscampesinos y asalariados agrícolas fueuno de los resultados de la citada re-forma. Luego se sumaron otrasmedidas revolucionarias,18 cada una delas cuales ponía de manifiesto la finali-dad de profundizar el arraigo popular.En este sentido, es posible afirmar queel proceso revolucionario cubano ha te-nido una orientación popular, no sólopor su fuerte compromiso social hacialos sectores oprimidos, sino sobre todoporque a través de una serie de medi-das fue acotando a un sujeto colectivo,el pueblo, beneficiario y protagonista delproceso.

Un repaso de algunas circunstanciashistóricas de los primeros años revolu-cionarios resulta imprescindible paracomprender el núcleo de un discursoque se ha institucionalizado y(re)producido a lo largo de casi cincodécadas. El despliegue de políticas eje-cutado por el nuevo gobierno alimentóel temor de eventuales reacciones delos Estados Unidos entre algunos sec-tores –comerciantes, burguesía industrialy profesionales–, inicialmente animadoscon el triunfo revolucionario. La posibi-lidad de una “contaminación” comunista

del proceso sumó diversos reparos deuna sociedad afectada también por el in-evitable clima de guerra gría epocal y latrayectoria del Partido Comunista cubanoante el proceso insurreccional.19 La fal-ta de certezas sobre una acogidaestadounidense20 condicionó asimismoque quienes conducían el país no demo-raran el establecimiento de relacionescon la Unión de Repúblicas SocialistasSoviéticas (URSS) a fin de impulsar elproceso. Es muy llamativo de esta etapainicial observar cómo la burguesía másacaudalada se mantuvo expectante, se-gura de una intervención salvadora.Dicha postura, lejos de favorecerla lacolocó en una encrucijada cuya salidafue el famoso éxodo hacia Miami.

En este contexto, al producirse losprimeros sabotajes,21 el discurso revo-lucionario se radicalizó. Una consignase convirtió en ícono: Patria o Muerte.Si previamente las medidas adoptadaspor el Estado revolucionario habían fa-cilitado la apropiación de la identidadcolectiva encerrada en la categoríapueblo, ahora se lograba delinear al ene-migo, puesto que los atentados fueronsin discusión promovidos por los Esta-dos Unidos. La narrativa nacional secompletó con una sentida dialéctica hé-roe vs. antihéroe, o lo que es lo mismo,protagonista vs. antagonista. Desde lainstancia estatal, los polos de ella se hanexpandido y contraído con el tiempopara incluir a grupos, instituciones opersonajes. Por otra parte, se dio otravuelta de tuerca a la asociación pueblo-patria, que ahora adquiría un matizheroico alimentado por su propio pan-teón de mártires y ritos específicos.Con ello se logró mantener la fe inicial,aun en medio de serias adversidades,

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así como una alta efectividadmovilizadora y a la vez insertar los nue-vos acontecimientos en una perspectivahistórico-nacional. En este clima efer-vescente, se produjo la primeraDeclaración de La Habana, donde setransubstancia el anterior Patria oMuerte, por Socialismo o Muerte. Elsentimiento de amenaza sin dudas con-tribuyó a que el prejuicio anticomunista,arraigado en la Cuba de los cincuenta,fuera trocado por la identificación deaquellos cambios, tan positivamente va-lorados, con el socialismo.

Sería otra agresión la que forzó undesenlace previsible. En abril de 1961,la invasión preparada por los EstadosUnidos y ejecutada por efec-tivos de origen cubano,marcó un hito importante enla orientación de la joven re-volución. En primer lugar,despejó definitivamente laincógnita sobre la posturaestadounidense ante el pro-ceso cubano. Además, lasorpresa de un ataque per-petrado por cubanos derivóen la designación de doscalificativos en lo adelantecruciales como términosdiscursivos: contrarrevolucionarios ymercenarios. Asimismo, se confirmóuna vez más el respaldo popular, cuyarápida adhesión a las acciones defen-sivas demostró y reforzó las altascuotas de legitimidad del nuevo proce-so cubano. Por último, la victoria sobrelas fuerzas de la invasión tuvo una am-plia repercusión, sobre todo en el ámbitolatinoamericano y alimentó las esperan-zas de otros procesos revolucionariosen el continente.

Sólo un año después, la crisis de losmisiles, colocó a la isla en el centro dela atención mundial en el incidente máscaliente de la guerra fría. La crisis hizopatente para los cubanos que, en lostiempos que se vivían la pretensión deedificar una sociedad socialista preci-saba un apoyo decisivo de la URSS.Así se dio inicio a una etapa desovietización de la vida social deCuba,22 donde el fuerte énfasis nacio-nal-populista del discurso revolucionariose mezcló con los tonos de un peculiarmarxismo-leninismo. Con el apoyo pro-veniente del bloque socialista, elgobierno cubano pudo concretar múl-tiples proyectos económicos y

sociales, lo cual hizo surgir una ima-gen de estabilidad que duraríajustamente hasta el derrumbe del cam-po socialista europeo en 1989.

Para evaluar la significación delacercamiento a la URSS, un repaso asu repercusión intelectual-cultural ofre-ce algunas claves. El triunfo de enerode 1959 había tenido una acogidamultitudinaria, pero a medida que seprecipitaban los cambios, se produjeronálgidos debates entre los portavoces de

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los distintos intereses afectados y losdefensores del nuevo ordenamiento.23

Dicha situación exigía a los dirigentesrevolucionarios largas comparecenciaspúblicas y gran atención a las instan-cias de diálogo. Dentro de un peculiarcatálogo de contradicciones, llama laatención la prioridad que desde los ini-cios se concedió a los aspectoseducativos, siendo una de las primerasiniciativas revolucionarias la CampañaNacional de Alfabetización. Como con-secuencia lógica, 1961 se proclamóAño de la Educación. Ello permitiría in-tuir que para la dirigencia cubana laesencia de la Revolución se identifica-ba con su capacidad de transformacióncultural.

Así pues, Revolución y cultura hanguardado una compleja relación, aun-que consideramos que todavía no hasido resuelta de forma integral. Si bienlas esperanzas concomitantes al cam-bio provocaron la eclosión de múltiplesmanifestaciones artísticas como las ar-tes plásticas, la narrativa o laarquitectura,24 sus desarrollos de carác-ter iconoclasta comenzaron a serdescalificados por una burocracia que,a partir de la segunda mitad de la dé-cada del sesenta, llegó a ser poderosa.Se exigió el apego a un “realismo” cha-to, que muchos creadores se resistierona aceptar bajo las alternativas de que-dar marginados, o tener que abandonarel país. Mientras esto ocurría, tambiénse incrementaba paralelamente –comonunca antes– el presupuesto destinadoa los proyectos culturales, de los cua-les se beneficiaron una nacienteindustria cinematográfica y el BalletNacional de Cuba, entre otros. Una pa-radoja fascinante es que un país pobre

dedique considerables fondos estatalesa la promoción artística. De esta ma-nera, ha coexistido el deseo depromover una vanguardia artístico-cul-tural con la preocupación por la cargacrítica inherente a dicho sector. La in-fluencia soviética forzó durante más detres décadas una “mesura” que resul-tó cara a la construcción nacional, ycuya factura llegó puntual con el de-rrumbe de 1989.

El cese de la ayuda que siguió a lacaída del bloque socialista colocó aCuba en una difícil coyuntura que afec-tó de modo drástico la vida cotidiana.La economía dependiente en alto gra-do del comercio y las relaciones con elConsejo de Ayuda Mutua Económica(CAME), se desplomó dando lugar auna situación crítica calificada con uneufemismo: “Período Especial”. En me-dio de un consenso nacional erosionadopor la crisis, Fidel Castro proclamó conaudacia una nueva consigna: salvar lapatria, la revolución y las conquistas delsocialismo. Con ello se confirmaba elcompromiso estatal de mantener las pres-taciones sociales amén de las reformasque pudieran implementarse. Asimismo,se tendían puentes a la originaria asocia-ción de patria-nación-revolución, a finde afianzar el discurso revolucionario.No obstante, la apuesta por la continui-dad habría de verse asaltada porcontradicciones que ahora no puedenser sofocadas fácilmente, por el pesoque tienen en la reproducción del sis-tema. Al respecto, el pensador JorgeLuis Acanda resume así la experienciade los noventa:

Ha sido época de desatanización yde desacralización. Desatanizamosal dólar, al exilio, a la religión y al

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pasado. Desacralizamos a todosaquellos productos culturalesabarcados por ese complejo ideoló-gico que podemos denominar comolo soviético, desde el realismo so-cialista y los muñequitos rusos hastala calidad de la tecnología made inUSSR y la pretendida omnisapienciade los líderes del PCUS. Pudimosquitarnos de encima el pesado far-do del fatalismo del dogma de lairreversibilidad del socialismo, ycomprender que no teníamos nin-gún contrato con la Historia, y quetodo dependía de nosotros. Una vezmás, todo dependía sólo de noso-tros. Fue el hundimiento de lascertezas.25

De este clima de no pocas incerti-dumbres, la de mayor trascendenciamediática resultó el grupo de reformaseconómicas encaminadas a paliar la cri-sis, entre ellas la apertura a inversionistasextranjeros, el desarrollo turístico y la li-beralización del dólar. Todas ellasfueron interpretadas como los primerossignos de la progresiva transformaciónde Cuba en una economía de merca-do. Muchos esperaban este giro. Elinstinto de supervivencia, exacerbadopor las difíciles circunstancias y por lafalta de respuestas más rápidas, haconvertido la solución en aquella ac-ción que garantice la seguridadmaterial. Ello ha sido la antesala deuna mercantilización agresiva que hacoqueteado con objetos bien diversos,entre ellos: el cuerpo y los vestigios dela Cuba anterior a 1959. Pero todavíamás sorprendente resulta la banalización–a diferentes instancias– de signos, quehace décadas fueran la síntesis, carac-terísticos de una sociedad. Ante los

avances del mercado, no resulta extra-ño que no pocos habitantes de la islaen la actualidad identifiquen lo cubanocon un grupo musical, mulatas exube-rantes o una excepcional capacidadpara la danza.

Nunca es tarde…La edificación de una sociedad, y su

reproducción, determina que las rela-ciones que la conforman seannecesariamente de poder. Contrario alo que la modernidad sugiere, las re-laciones de poder no se circunscribena un ámbito específico, sino que se es-parcen en la totalidad de nuestrasprácticas y representaciones. El moldede la nación ha permitido experienciasque en la actualidad son cuestionadas,con el riesgo de mezclar la cizaña conel trigo. El discurso nacional no agotasu cometido en la estructuración de unaparato estatal. Porque lo más valiosodel concepto de nación es que encie-rra la posibilidad de una racionalidadsolidaria que invierta el signo domina-dor de las relaciones sociales y, porende, la capacidad de dar existencia asujetos antes anulados.

En el caso cubano, el fuerte discursonacionalista de la Revolución cubanaresponde a una particular apropiación dela historia insular. En sus primeros años,gracias a las medidas marcadamentepopulistas consiguió un respaldo queluego se vio consolidado por el enfren-tamiento de los Estados Unidos, y porotra parte la colaboración con la URSS.Sin embargo, la primera etapa de esta-bilidad e incluso institucionalización nosupuso avances decisivos en el planode la cultura nacional dada la exigen-cia de la homogeneidad. Fue justo enla década del noventa, a partir del de-

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rrumbe socialista europeo, que en Cubase rescató el tema de la nación comovía para reactivar la legitimidad revo-lucionaria y su discurso histórico. Enestos años, la crisis y algunas medidasasumidas han afectado el simbolismopatriótico, limitando su capacidad paraarticular una identidad para el pueblocomo sujeto crítico. Pero –a nuestro jui-cio– el inmenso caudal de resistencia,contenido en más de cinco siglos dehistoria, busca cauces liberadores y aratos los encuentra en interesantes es-pacios de debate, donde se forjan losimaginarios que permitirán, una vezmás, trascender la adversidad histórica.

Notas1 Hall, Stuart. El trabajo de la representación.w w w. c h o l o n a u t a s . e d u . p e / m o d u l o s /biblioteca2.php?IdDocumento=03892 Ver: Céspedes, Carlos Manuel de, Mons.Modernidad, ateísmo y religión en Cuba: ¡Eseiluminismo nuestro! En Acanda, Jorge Luis yJesús Espeja. Modernidad, ateísmo y religión.Apuntes de un curso. La Habana: Convento SanJuan de Letrán, 2004. 218 p.3 Se asume el término en el sentido gramsciano,como explica el profesor Jorge Luis Acanda: “Laorganicidad de un intelectual viene dada por lafuncionalidad intrínseca a su actividad, en tantoella tienda a la reproducción de la hegemoníaexistente o, por el contrario, a la subversión de lamisma. El carácter orgánico o no de la actividaddel intelectual se determina a partir del análisis dela función que ejerce en el seno de la cultura”.Acanda, Jorge Luis. El malestar de los intelectuales.Temas (La Habana) (20); abr.-jun. 2002.Casi todos los artículos de la revista estándisponibles en www.temas.cult.cu4 Como señala María del Pilar Díaz Castañón, lacapa más acaudalada de la burguesía cubana noprecisaba la independencia para enriquecerse,sino que se suavizaran las restricciones españolasal comercio y la importación. Díaz Castañón,María del Pilar. Ideología y Revolución. Cuba

1959-1962. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 2004. p. 99.5 Dos discursos emblemáticos: en el pronunciadoen 1891 en el Liceo Cubano de Tampa y conocidocomo Con todos y para el bien de todos, afirma“[...] yo quiero que la ley primera de nuestrarepública sea el culto de los cubanos a la dignidadplena del hombre”.6 Para una visión de la transmisión de la ideologíapatriótica hasta José Martí, ver: de Céspedes, C.M., Mons. Op. cit. (2). pp. 207-208.7 Ver: Núñez Chiang, Armando. Sólo la grandezaengendra pueblos (La democracia en el proyectomartiano de liberación). Palabra Nueva (LaHabana) (5); 1992.8 Un acercamiento interesante al tema loconstituye la controversia “Martí en laRepública”, publicada en la revista Temas, Nº26, de julio-septiembre de 2001 aparecido entrelas páginas 81 y 106.9 García Oliveras, Julio. Contra Batista. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 2006.p. 34.10 En dicho proceso, por primera vez en lahistoria cubana fuerzas vinculadas a la ideologíacomunista se plantearon la necesidad deabandonar las fórmulas políticas tradicionales eintrodujeron –en ese momento– unantimperialismo frontal, y forzaron “[...] unnacionalismo más exigente en cuanto a soberanía,autodeterminación, democracia, políticassociales e intervención estatal”. Ver: MartínezHeredia, Fernando. Los dilemas de Julio AntonioMella. En http://www.rebelion.org/docs/15805.pdf11 En muchos sentidos, la Constitución del 40 setransformó en un pacto inoperante entretendencias progresistas y conservadoras. A modode ejemplo, por primera vez en un textoconstitucional se proscribe el latifundio, pero ala vez se prohíbe la confiscación de inversionesextranjeras, salvo en casos excepcionales. Por otraparte, quedaba sujeta a una voluntad políticaulterior fijar un conjunto de leyescomplementarias que en realidad decidirían laeficacia de los principios constitucionales. Dichoscauces jurídicos nunca se implementaron. Ver:Guanche, Julio César. La imaginación contra lanorma. En: lahaine.org/b2-img/imaginac.pdf, p. 57.

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12 Curiosamente, la diversidad que integró alGrupo Minorista pudiera considerarse unaantesala de la que luego se manifestaría en elproceso de formulación de la Constitución del40, lo cual sugiere que en la agrupación era unselecto mosaico de las principales tendenciaspolíticas de la época.13 Entrevista a Ricardo Luis Hernández Oteropor Julio César Guanche. En: Guanche, J. C. Op.cit. (11). p. 23.14 Grupo de jóvenes que en el centenario delnatalicio de Martí (1953), sintiéndose inspiradospor el legado martiano, inician las accionesarmadas contra la dictadura batistiana. FidelCastro era uno de ellos.15 El lenguaje y las costumbres denotan hastaqué punto la hegemonía cultural de los EstadosUnidos resulta poderosa. Ejemplos ilustrativosen Loyola, Oscar. “Construyendo la nación”.En: Díaz Castañón, María del Pilar. Perifles dela nación. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 2000. pp. 197-198.16 Virgilio Piñera y José Lezama Lima, entre losmás célebres.17 La Ley de Reforma Agraria fue promulgada enmayo de 1959.18 La Ley de Reforma Urbana y rebaja dealquileres, rebaja de precios a bienes y servicios,proyectos de industrialización y reformasfiscales, todas tomadas en 1959.19 Particularmente criticado por su sovietismo ypor haberse aliado con Batista en las eleccionesde 1940.

20 Acogida cada vez más difícil dada las sucesivasnacionalizaciones emprendidas por el gobiernocubano.21 El de mayor trascendencia resultó el atentadoal buque La Coubre en el puerto de La Habanaen marzo de 1960.22 La sovietización resultaba con frecuenciaartificiosa, lo cual dio lugar a las lecturas muyingeniosas y divertidas desde el humor popular.Un caso muy refrescante es el libro Limonadadel periodista Héctor Zumbado.23 Especialmente notables en las polémicasmediáticas, los artículos más críticos sepublicaban en los periódicos El Mundo y Diariode la Marina, hasta 1960.24 Para un análisis del desarrollo plástico y elnarrativo durante la Revolución ver en:Hernández, Rafael (comp.). Sin urna de cristal.La Habana: Centro Juan Marinello, 2003, losartículos de Rufo Caballero, “Los rescoldos de latempestad” y de Denia García Ronda, “Losestudios literarios en Cuba”, respectivamente.En cuanto a la arquitectura el reciente artículo deMario Coyula, “El Trinquenio Amargo y laCiudad Distópica: autopsia de una utopía”. Enwww.criterios.es25 Acanda, Jorge Luis. Recapitular la Cuba de los90. La Gaceta de Cuba (La Habana) (3):60;mayo-jun. 2000.

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Grupo Orígenes: El problemade su definición*

Amauri Francisco Gutiérrez CotoInvestigador

Hace poco un alumno que cursaba la clase de Literatura Cubana, se me acercópara preguntarme sobre el fin de la revista literaria Orígenes y, a partir de

sus preguntas, surgió como respuesta el presente artículo. Lo relativo a esta pu-blicación se conoce hoy día bajo el amplio rótulo de origenismo. Ese movimientocultural es conocido como un hecho literario en esencia, aunque no tiene sóloeste carácter. La definición historiográfica de lo que se entiende genéricamentepor Grupo Orígenes plantea diversas problemáticas. En estas breves páginas, sepersigue esbozar las cuestiones esenciales y dar respuesta, al menos de una ma-nera parcial, a algunas de ellas.

Ya los historiadores se han propuesto la cuestión de si se habla de una “gene-ración literaria” o de un “grupo”. Frente a esta disyuntiva teórica, hoy día hayun consenso en el uso del último de estos términos el cual se debe a la com-prensión de una verdad que se ha impuesto por su propio peso. Además de esareflexión terminológica, se deben tener en cuenta los vocablos que los discursosautoidentitarios de los miembros del grupo han acuñado, tales como “coro”, “co-munidad”, “concurrencia” o “familia”. Los historiadores ven el movimientoorigenista como “grupo” y ellos se perciben a sí mismos como “otra entidad” enla cual subrayan lo afectivo y lo comunitario.

Respecto a la identificación de la revista literaria Orígenes con el Grupo delmismo nombre, ya se ha llegado a una conciencia casi unánime de que esa equi-valencia es impensable. Poco a poco se impone otra de las definiciones del grupode mayor aceptación a partir de los antologados por Cintio Vitier en Diez poe-tas cubanos.1 Tanto José Lezama Lima como Rodríguez Feo, los dos principalesartífices de Orígenes, consideraron válido este criterio. El primero plantea que“[...] aquella generación, que por mi parte lo mismo puede llamarse de Espue-la de Plata o de Orígenes. Espuela de Plata, si atendemos a las primerasescaramuzas y agrupamientos, a los deseos que se proyectan o a los rechazosque nos consumen. Y de Orígenes, a la plenitud que recepta durante diez años alos diez poetas cubanos”,2 mientras Rodríguez Feo manifiesta: “[…] entiéndaseque el llamado ‘grupo Orígenes’ está integrado por los poetas cubanos que apa-recieron en la famosa antología redactada por Cintio Vitier”.3

* Este trabajo fue Premio Ateneo de Teoría y Crítica Literaria en el 2005.

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También es cierto que este segundo editor modificó su idea al respecto conlos años y definió el grupo teniendo en cuenta la lista de los colaboradores másasiduos de la revista:

Yo discrepo del criterio de Lezama porque creo que todos siempre conside-ramos al grupo como un grupo literario. Araceli Zambrano, Agustín Pi,Mercedes Orbón nunca escribieron nada que yo sepa; Baquero y LabradorRuiz sólo lo hicieron en Orígenes una vez y Parajón tres. Además cuando loscríticos aluden al grupo Orígenes –que Lezama con mucha más razón llamóla generación de Orígenes– siempre lo hacen teniendo en mente determina-dos poetas que le imprimieron a la revista su perfil característico con suscolaboraciones, que recogidas más tarde en libros representan un corpus va-lioso de la poesía cubana de este siglo. En mi opinión, ellos serían –y destacolas veces que colaboraron en la revista– José Lezama Lima (39), LorenzoGarcía Vega (31), Cintio Vitier (19), Fina García Marruz (19), Octavio Smith(18), Ángel Gaztelu (16) y Eliseo Diego (11). También colaboraron poetascomo Roberto Fernández Retamar (15), Fayad Jamís (10) y Pedro de Oraá,pero lo hicieron a partir de 1952 y quizás por ello nunca se les asocia con elgrupo. Virgilio Piñera (8) nunca se consideró del grupo ni tampoco se le invi-taba cuando Lezama y yo nos reuníamos con los amigos de la revista. Enaquella época Lezama y yo no éramos amigos de Piñera.4

Si se sigue esta línea de análisis, Roberto Fernández Retamar sería considera-do más origenista que Gastón Baquero. Este modo de definir al grupo es evidenteque entra en contradicción con el criterio que ha sido aceptado por Lezama ypor el matrimonio Vitier.5

De acuerdo con la definición del “Grupo Orígenes” a partir de la antología,sus integrantes serían todos poetas y eso supone verlo sólo como un fenómenoliterario. Sin embargo, conocemos que eso no fue precisamente así. Un grupo deartistas plásticos, músicos y filósofos se incorporaron a las publicaciones y lasdinámicas grupales. Incluso, llegaron a tener un papel decisivo en la dirección dealgunas publicaciones o colaboraron con artículos, cuyo trasfondo estético estámuy próximo a la línea editorial establecida por el grupo. Es decir, todos los artis-tas cercanos al origenismo no participan de él de igual manera. Por otro lado, lahomogeneidad de los diez poetas antologados es un tema muy discutible.

Una vez definidos con claridad los miembros del grupo, es preciso determinarademás cuáles son sus vehículos propios de expresión para determinar un cor-pus de estudio. He aquí otra cuestión espinosa. Su forma de expresión no seconcreta sólo en revistas culturales, pues es posible hallar además varios selloseditoriales asociados (Cuadernos Espuela de Plata, Ediciones Clavileño, Edicio-nes Orígenes), en los cuales aparecieron un total de treinta títulos. Durante ladécada del sesenta, Lezama se hizo cargo de las publicaciones del Consejo Na-cional de Cultura y muchas de ellas llevan su impronta. Allí habría que rastrearla Biblioteca Básica de Autores Cubanos (Casal, Zenea o Milanés) o la Bibliote-ca Básica de Literatura Española (Góngora, Boscán y Garcilaso). Este estudio

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debe ser complementado con las investigaciones realizadas por Cintio Vitier, FinaGarcía Marruz y Octavio Smith en la Biblioteca Nacional José Martí. Por otrolado, las revistas origenistas se pueden clasificar en varios tipos:

1.- Preorigenistas: Se trata de las revistas anteriores a la aparición de Oríge-nes y en las cuales coincide su estética con la del núcleo esencial de los miembrosdel grupo (Verbum, Espuela de Plata, Nadie Parecía y Clavileño).

2.- Postorigenistas: Son publicaciones que una vez terminada Orígenes conti-núan su legado (Nueva Revista Cubana y La Isla Infinita).

3.- Antiorigenistas: En ellas se aprecia una reacción contra Lezama y en lascuales tuvo cierta importancia alguno de los diez poetas cubanos (Poeta, Oríge-nes de José Rodríguez Feo y Lunes de Revolución).

4.- Origenistas: Dentro de la revista Orígenes es posible apreciar diversasetapas. (1944, 1945-1949, 1950-1954, números 35 y 36 de José Lezama Lima,y del 37 al 40).

5.- Periféricas: Fueron significativas en la génesis del grupo, pero no sonorigenistas propiamente dichas (Grafos y Luz).

Las publicaciones agrupadas bajo los acápites uno, dos y cuatro pertenecen ala más pura tradición del origenismo. En ninguna de ellas, publican al mismo tiempolos diez poetas cubanos simultáneamente, por tanto, este criterio nos parece in-suficiente para definir las revistas de la órbita del grupo. Todo lo anterior, nospermite establecer el siguiente esquema de las revistas del Grupo Orígenes y deaquellas que se relacionan con él de diverso modo:6

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El corpus de las revistas cercanas al Grupo Orígenes requiere solucionar al-gunos problemas: ¿es Clavileño una revista lezamiana a pesar de que este autorno publica allí?, ¿qué papel tuvieron Grafos y Luz?, ¿existe una continuidad en-tre Orígenes y la Nueva Revista Cubana?, ¿cómo se da la unión de Poeta,Orígenes de Rodríguez Feo y Lunes de Revolución?, ¿en qué revista es posi-ble hallar el proyecto lezamiano más puro y con la menor cantidad decontaminaciones externas?, y ¿en qué publicación se da el proyecto del núcleode poetas creyentes de Orígenes más visiblemente? Todas estas preguntas tie-nen una respuesta al menos parcial.

Clavileño es una revista lezamiana, porque todo el tiempo se empeñó en inte-grar al autor de Paradiso a su proyecto, y su utopía letrada forma parte esencialde la dimensión programática de ella. En tiempos de disentimiento, ella vino a seruna zona franca en la cual publicaron casi todos los diez poetas cubanos a ex-cepción de José Lezama Lima y de Lorenzo García Vega que no hace suaparición pública hasta Orígenes. En cambio, Nadie Parecía sólo publicó a Gazteluy al mismo Lezama; es allí donde se da con mayor pureza el proyecto poético deeste último, libre de contaminaciones externas.

Luz y Grafos, por su parte, funcionan como antecedentes de lo que se veníagestando. La primera como signo de que los más jóvenes ya traían incorporadoel germen revistero y ellos, junto al rey de Trocadero, hallaron su realización másplena. La otra sirvió como espacio de iniciación para Lezama Lima, RodríguezSantos, Pérez de Cisneros y Baquero.

Acerca del contubernio entre Orígenes y la Nueva Revista Cubana, hay unacita de Lezama que no deja lugar a dudas: “Creo que esos dos números primerosque se han publicado, son en realidad excelentes. Claro también, que son los mis-mos de Orígenes, o que han tenido que ver con la revista de todos nosotros”.7

No obstante, la continuidad entre Poeta, Orígenes de Rodríguez Feo y Lunesde Revolución no es muy visible, al menos para algunos. Estas mostraron unareacción negativa frente al proyecto lezamiano y frente a los presupuestos esté-ticos del grupo mayoritario de creyentes católicos que integró el núcleo delorigenismo. Además, en todas ellas aparece Virgilio Piñera, una figura que sedestacó por su actitud antiorigenista.

Por último, merece la pena señalar el hecho de que cuando se separaronLezama y Rodríguez Feo a raíz de la “Crítica paralela” de Juan Ramón Jiménez,los siguientes números se hicieron junto con un consejo asesor integrado por elnúcleo de los poetas creyentes de Orígenes. Es decir, entre los números del treintay cinco al cuarenta se percibe con mayor claridad el programa del grupo de poe-tas creyentes.

Lo anterior nos permite ver cómo hay una secuencia temporal en la dinámicadel Grupo. Esta relación entre ellos y su historia permite establecer determinadoshitos a partir de los cuales se iniciaron períodos de características unitarias y fácil-mente identificables. Una periodización en este caso es mucho más que un caprichometodológico y una aberración historiográfica, es también una herramienta que

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permite establecer los límites necesarios a un estudio futuro y objetivo de la cues-tión. Es preciso plantearse el problema de la relación entre el Grupo Orígenes yla diáspora cubana o el asunto de si existe o existió en algún momento de nues-tras letras recientes un neorigenismo poético.

Habría que situar también las tres polémicas esenciales del origenismo con elavancismo en los momentos cruciales en los que se dieron: la protopolémica de1937 entre Guy Pérez de Cisneros y Jorge Mañach en la génesis de la identidaddel Grupo, la de 1944 entre Gastón Baquero y Juan Marinello en el instante en elcual comienza su momento de mayor esplendor, o la de 1949 entre Jorge Mañachy José Lezama Lima, justamente antes de que Orígenes iniciara un cambio ensu formato anual.

La última cuestión pendiente es, sin dudas, el problema de la definición pre-cisa de los integrantes del Grupo Orígenes. No todos los diez poetas cubanosfueron todo el tiempo origenistas convencidos. El disentimiento y hasta el re-sentimiento de Virgilio Piñera ha sido estudiadísimo. En el caso de LorenzoGarcía Vega, la aparición de su libro Los años de Orígenes (1979) no dejalugar a dudas. Con Justo Rodríguez Santos ocurre algo diferente, el antologadorde Diez poetas cubanos dijo después en Lo cubano en la poesía: “Aunqueligado a las revistas de este grupo –se refiere a Orígenes–, Justo RodríguezSantos se sitúa más bien entre las últimas consecuencias estéticas de la gene-ración anterior”.8

Todo lo anterior nos lleva a formular la siguiente propuesta de definición delos integrantes del Grupo Orígenes que debe ser obviamente revisada con poste-rioridad:

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El grupo uno de la tabla anterior sería el núcleo del Grupo Orígenes y el grupodos estaría formado por aquellos que, a pesar de su estrecha cercanía no tienenel peso esencial que tiene el núcleo en la conformación de los discursos identitariosy las estéticas compartidas. Se podría incluso llegar a considerar un grupo tresconformado a partir de otros colaboradores asiduos que pertenecen a esta ge-neración por edad, y de otros que no pertenecen a la generación, pero que semantuvieron cercanos, así como de los exiliados españoles que residieron enCuba y tuvieron un papel activo en el Grupo Orígenes.

Hasta aquí se han esbozado casi todas las cuestiones fundamentales que sedeben enfrentar para lograr una definición historiográfica de lo que fue el GrupoOrígenes. Se han propuesto también algunas soluciones a partir de los breves yconcisos argumentos que esperan por el desarrollo futuro y cierto de nuestrahistoriografía literaria nacional.

Notas

1 Los diez poetas cubanos son: José Lezama Lima, Ángel Gaztelu, Octavio Smith, Gastón Baquero,Fina García Marruz, Eliseo Diego, Cintio Vitier, Virgilio Piñera, Justo Rodríguez Santos y LorenzoGarcía Vega. Los siete primeros integran el núcleo de poetas creyentes articulados desde la catolicidad.2 Lezama Lima, José. Recuerdos: Guy Pérez de Cisneros. Revista de la Biblioteca Nacional JoséMartí. (La Habana) 29:27; mayo-ag. 1988.3 Rodríguez Feo, José. La verdad sobre Orígenes. Revolución (La Habana) 28 mar. 1959:2.4 _______. “Testimonio”. En: Tiempo de Ciclón / Comp. Roberto Pérez León. La Habana: EdicionesUNIÓN, 1995. p. 72.5 Vid. La familia de Orígenes y Para llegar a Orígenes.6 La letra D en el esquema significa “Director” y la S significa “Secretario o Subdirector”. Esta síntesisha sido enriquecida y completada con los criterios del doctor Ricardo Hernández Otero y la doctoraAna Cairo Ballester.7 Lezama Lima, José. “Carta XVII”. En: Correspondencia entre José Lezama Lima y MaríaZambrano… / Comp. Javier Fornieles. Sevilla: Editorial Espuela de Plata y Junta de Andalucía, 2006.p. 132.8 Vitier, Cintio. Lo cubano en la poesía. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1970. p. 471.

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Céspedes,hombre deletras

Rafael Acosta de ArribaEnsayista e investigador

Hace poco más de cincuenta años,el poeta y crítico Alberto Baeza

Flórez titulaba de forma homónima unbreve artículo en la revista Carteles.1Fue el primer y casi solitario intentode analizar al bayamés desde la facetade escritor. Siempre me ha llamado laatención el hecho de que no hubiesenexistido otras tentativas de profundizar enla obra poética y en la prosa de CarlosManuel de Céspedes, particularmenteen Bayamo, ciudad que cuida sus tra-diciones con particular esmero. Locierto es, revisada una y otra vez la bi-bliografía pasiva de Céspedes, quesalvo contados párrafos que le dedicanCintio Vitier y Fina García Marruz enel libro Flor oculta de la poesía cu-bana,2 no han existido más que uno uotro comentario esporádico sobre eltema.

Mi propósito será mitigar ese vacíoen la exégesis de la obra escritacespediana. Otros, con toda seguridad,la enriquecerán en su momento.

Primero, precisemos algunas cuestio-nes que considero esenciales: de qué yde quién es deudor Céspedes comohombre pensante, cuál es el contexto,cuáles las ideas que se debaten en suminuto histórico, lo considero esencial.

Céspedes como intelectual es fruto, en-tre otros afluentes, del romanticismopoético cubano. Ya sabemos que el ro-manticismo fue el gran movimientomoderno de rebeldía espiritual de sutiempo. Según Octavio Paz fue una ex-plosión de personalidades y de minoríasaisladas en contra de la corriente ge-neral de ideas de la época y a la queOccidente le debía casi todas las ideasy experiencias que cambiaron las letras,las artes, la moral y aun la política dela edad moderna, “[…] de la libertaddel amor a la visión de la poesía comoun saber espiritual”.3

Cintio Vitier nos ha facilitado la asi-milación de la corriente romántica másgeneral al quehacer de nuestros inte-lectuales en el siglo XIX. Con todajusticia escribió a propósito de Zenea:4

“Aunque en el campo de la crítica re-sultó con frecuencia frenado oironizado, y a pesar de sus inevitablesfuentes e influencias europeas, el ro-manticismo poético cubano, desdeHeredia y la Avellaneda, hasta Zenea

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y Luisa Pérez Zambrana, fue sin dudaun vigoroso movimiento de independen-cia espiritual, con manifestacionespolíticas mayores o menores, según loscasos, aunque en el fondo siempre laimplicación política profunda, y carac-terizado por dos rasgos específicos: laautoctonía y el valor”. Estos dos ras-gos son evidentes en las creacionesliterarias de Céspedes. Autoctonía delcampo cubano, del terruño, de lo localcomo la patria. No perdamos de vistaque para aquellos varones de finales delos sesenta de dicho siglo, su ciudad eraequivalente a su patria; y valor, puestodo lo que se escribía y publicaba enaquellos años de férrea censura colo-nia implicaba, de oficio, la ojeriza policialespañola y sus consiguientes represa-lias.

Pero hablar del romanticismo comocorriente general de la literatura y comomovimiento del espíritu y apreciarla ensu anclaje en la cultura local no es su-ficiente para introducir el tema. Habríaque acudir al análisis de las influyentestendencias políticas de los liberalismosen boga (recordar siempre que huboliberalismos conservadores, monárqui-cos, republicanos, y otros) paraacercarnos mejor al entorno de lasideas en que se mueve el romanticis-mo que influye a Céspedes y a otrostantos hombres ilustrados de su época.

La herencia cultural europea, la Ilus-tración, llegó a nuestros paísescoloniales tamizada por diversos filtros:el despotismo ilustrado, los liberalismosvariopintos –entre ellos el liberalismomás radical– y luego, finalmente, en laidea de la independencia. Aquí se es-condió una paradoja sin solución: es lamisma colonia la que sirve de vector de

las ideas independentistas. El movimien-to ilustrado del continente se planteó lareforma del Estado colonial y son losmismos criollos enriquecidos en el apa-rato económico-político los que seplantean las dudas y los problemas a losque se empeñaron en dar solución. Esen este punto donde comienza a surgirel pensamiento autóctono de estas tie-rras. El siglo XVIII, que es el siglo deldespegue del pensamiento crítico en elmundo occcidental no tuvo en el mun-do hispánico el brillo que sí tuvieron elXVI y el XVII. El espíritu crítico fue unaconquista de la edad moderna, pero enel mundo hispano las ideas liberales quetuvieron mayor arraigo no son las quevinieron de la metrópoli sino las prove-nientes de corrientes del liberalismofrancés e inglés. En este oleaje de lasideas es muy importante lo ya señala-do sobre la influencia del romanticismo.

En el poema “El filibustero”, deZenea, está enunciado el tríptico filosó-fico de la Revolución francesa de 1789:libertad, igualdad, fraternidad, ideas queayudaron a prender la llama de 1868.Pero antes hubo necesidad de eso quenosotros llamamos “aplatanamiento” oen términos más académicos: transcul-turación, mestizaje, confluencia de esasideas. Visto a escala macro toda estaetapa previa a la guerra de independen-cia es de preparación intelectual y deconsolidación de la identidad cubana. Esel momento, en nuestro país quiero de-cir, en que la crítica encarna en lahistoria, es el instante en que las utopíasdel XVIII se convierten en gran fermentode los movimientos revolucionariosindependentistas. El romanticismo, hijode la edad de la crítica, expresó el sen-timiento del cambio, o mejor, fue el

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gran cambio, no sólo en el dominio delas letras y las artes sino en el de laimaginación política, y su sensibilidad.Fue una moral, una manera de vivir ytambién, ahí están sus inflamados y has-ta patéticos ejemplos, de morir. Elromanticismo hizo la crítica de la razóncrítica.

Prosigo con Cintio Vitier y su apli-cación al entorno local de este examen:“Nuestro romanticismo, culminante enZenea, coincidente a través de dos ge-neraciones con la toma de concienciade la patria esclavizada y del pecadooriginal que sustentaba y deformaba ala sociedad cubana encarnó y expresóesa situación histórica, política y socialen todos los planos”.4

O sea, estamos hablando de un ro-manticismo de esencias que setransmutó en el plano intelectual en unpoderoso movimiento libertario y que,como dijo Fina García Marruz “comen-zó por la palabra y acabó en laHistoria”. Así, en un plano dehibridaciones y yuxtaposiciones, desdeuna perspectiva de las ideas y del es-píritu, los postulados románticoscoincidieron con los del liberalismo ra-dical de los independentistas cubanos.

En el trasfondo está el criollismo, lasociedad criolla de fuerte presencia entodos los hábitos sociales y en la vidacultural de la isla.

Escuchemos ahora la poesíacespediana en una estrofa íntimamen-te vinculada a la identidad con la tierray lo local. Estamos asistiendo a ese in-teresantísimo concepto del “preciosointerior de nuestra cultura” elaboradopor Cintio. El espíritu de Céspedes pa-rece reconciliarse consigo mismocuando escribe:

Halléla [la armonía] en losganados que bramandose acercan al aprisco perezosos;halléla en los guajiroscabalgandoSobre potros indómitos fogososY en mi lecho de paz adormecidoMe halagó de sus trovas elsonido.5

Para Olga Portuondo “aquí hay algomás que un bucólico romántico”: Sindudas, estamos ante un hombre cons-ciente de su pertenencia a una nación,lo cual queda también evidenciado enlos versos que siguen:

Nuestros son esas artes y culturaNuestros son las nacientes

[alamedasY nuestros son los bailes

[cadenciosos.“Nuestros”, sentido de posesión pro-

pio de toda identidad. Las artes, lacultura, las nacientes alamedas y el bai-le, algo definidor de lo cubano porexcelencia: Nuestros todos, dice el poe-ta. Con otras palabras, la poesía sirvepara expresar una realidad de aquellosrománticos independentistas: el pensa-miento se llenaba de cubanía y estapara llegar a ser una manifestación deplenitud necesitaba de la independencia,de la soberanía, necesitaba rebasar locriollo.

La evolución de la ideas en Cubahasta desembocar en el instante en queCéspedes escribe estos versos nacio-nalistas ha sido señalada por el doctorEduardo Torres Cuevas de la forma si-guiente: “[...] las bases históricas fueroncolocadas por los primeros historiado-res a mediados del siglo XVII, entre otros,por Agustín Morell de Santa Cruz, Félix

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de Arrate, José Ignacio Urrutia yMontoya y Nicolás Joseph de Ribera.Las bases teóricas, fueron situadas ainicios del XIX por los primeros filóso-fos: José Agustín Caballero, FélixVarela y José de la Luz y Caballero.Y las bases sociales por nuestros pri-meros críticos de la sociedad colonialde los cuales descolló por sobre todosotro bayamés ilustre, José AntonioSaco”.

“En ese proceso –nos dice TorresCuevas– se elabora el concepto de pa-tria que implicó la comprensión de laexistencia de una comunidad con terri-torio, tradiciones, experiencias y destinocomunes (la patria chica que señaléantes) y que se traduce en la conver-sión de lo criollo en una sustancia máscompleja y estructurada: la concienciade lo cubano”.

Este tránsito, no es ocioso decirlo, serealizó desde la literatura, ya sea en lapoesía, la crítica social o las vertienteshistoriográficas, es decir, desde el pen-samiento intelectual. Y yo me inclinaríapor afirmar que, por encima de cual-quier otra manifestación de las letras,desde la poesía.

Cualquier acercamiento objetivo alpensamiento cespediano debe hacersedesde sus primeras expresiones litera-rias. Es imposible llegar directamente alindependentista maduro de 1868 sin pa-sar primero por la evolución de susideas, las cuales tienen en sus escritosde juventud la manifestación primigenia.Pudiéramos decir que son la fuente sus-tancial para cualquier pesquisaje. Si sepretende un conocimiento hondo de susrazones y argumentos hay que ir a suspoemas primero, luego a los diarios decampaña y a su papelería presidencial.

Pero sigamos nuestra inmersión en laobra escrita cespediana que ha llegadoa nuestros días. Este poema que citaréa continuación nos entrega la delicadezay la sensibilidad de aquel hombre quefue reconocido siempre como un ver-dadero carácter, nada remiso a laviolencia si era preciso, pleitista encuestiones legales y duelista consuma-do en lances de honor. Veamos estosversos a una mariposa:

Mas con arte se burlaDel niño que la acosa,Ya de él parece que huye,Ya vuelve y le provoca,Y de sus blancas alasEl rostro ya le roza;Ya de vista la pierde,Que al cielo se remonta,Ya la cree en su manoY el aire sólo toca...

Cintio Vitier se regodea con la lec-tura de este poema. Escribe, repitiendoese verso, “[...] y el aire sólo toca,como si tocáramos esa nada, esa fuga,esa cosilla desasida de todo,inapresable, que va a reaparecersutilizada hasta el infinito y recortadahasta la miniatura, en la poesía delprincipeño Mariano Brull [...]”.

Esta sensibilidad se cultivó desde suinfancia y adolescencia. El biógrafo inédi-to de Céspedes y probablemente el másacusioso historiador que ha tenidoBayamo, José Maceo Verdecia, escri-bió el siguiente párrafo que cito inextenso por cuanto contribuye a con-formar la imagen que pretendotrasladar del hombre de letras que fueCéspedes. Se refiere al adolescenteCarlos Manuel con más o menos ca-torce años de edad y señala:

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La gramática no tenía secretos queofrecerle y leía y escribía el latíncomo ningún otro discípulo. En lastraducciones que como ejercicio sellevaban a cabo en las clases, deHoracio y Virgilio, nadie le aventa-jaba, porque nadie como él ajustabaal castellano la versificación latina,ni mejor que él interpretaba la ex-presión de los conceptos. LaEneida más que la Ilíada era supredilección para las traducciones.El Padre Ramírez (su maestro delatín) que era un amante apasiona-do de Virgilio, a quien llamaba “elCicerón de la poesía latina”, porquenadie superó a éste en la perfec-ción de la prosa, no perdía ocasiónpara explicarle a los discípulos queno era traducir los distintos aspec-tos del pensamiento del poeta, nicopiar sus sentimientos con más omenos fidelidad, lo que precisamen-te requería la exacta interpretación,sino que era imprescindible conser-var el mecanismo de los hexámetros.Esas cálidas advertencias no pasa-ban inadvertidas para quien hastaen los recesos de los juegos, en ho-ras de recreo, se le veía escribir enlos suelos alguna exclamación deEneas. El sitio y la caída de Troyale llevaban hasta la exaltación y,desde luego, a ser corregido por elPadre Ramírez, que le amonestabael fuego patrio y el orgullo nacionalcon que revestía cada verso, aúnmás ardorosos que el que imprimíaen toda su obra el inmortal clásicolatino. Pero sonreía y le felicitaba.6

Es muy probable que la imaginaciónde Maceo Verdecia llene algunos va-cíos que el dato historiográfico no

consiga como detalles precisos, pero noes dable –al menos según mi visión par-ticular después de años de investigaciónde la vida de Céspedes– discrepar dela esencia del pasaje citado. Lo ciertoes que la educación de Céspedes fuecuidada, inmejorable para aquel contex-to y aquellos tiempos, y que su talentotuvo cauces seguros para su manifes-tación y estimulación.

Después vinieron los años de forma-ción universitaria, los viajes a Europa yAsia, el contacto directo con las culturasmás avanzadas del mundo occidental,pero eso ya es más conocido.

¿Cuáles son los temas más tratadosen la poesía cespediana? Citaré algu-nos: el filosofar sobre la vida sencilla yel retiro espiritual, los temas locales, elamor, la amistad, la naturaleza y los te-mas sociales. Es decir, un espectrotemático que se mueve desde lo épico-lírico hasta lo bucólico tradicional deaquellos tiempos, pasando por los asun-tos propios del hombre en todas lasépocas. Ahora bien, ¿estos temas setradujeron en una poesía de alto vue-lo? Hay que decir con propiedad queno siempre logró el bayamés un resul-tado literario que lo colocase en el sitialmás elevado del parnaso nacional y, di-gámoslo también, siquiera del local. Nofue superior a Fornaris ni a Zenea, nitampoco a Palma. Sin embargo, se mo-vió con naturalidad entre otros bardosde relieve local y también compañerosde conspiraciones independentistas:Perucho Figueredo y Maceo Osorio,por ejemplo.

Su personalidad intelectual, sin em-bargo, fue superior a su producciónliteraria. Fundador de las SociedadesFilarmónicas de Bayamo y Manzanillo,

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traductor, cronista de viajes, directorde puestas en escena de teatro, actorél mismo, organizador de bailes colec-tivos, y de veladas y debates literarios,declamador y organizador de concursosde declamación, unido todo ello a suejercicio sobresaliente de la abogacíacon los más importantes clientes en elValle del Cauto, hicieron de Céspedesuna personalidad conspicua, atractiva ysumamente imantadora de fieles y admi-radores que más tarde, en el momentopreciso, lo siguieron en la hombrada delalzamiento independentista.

¿Cuáles son las influencias más per-ceptibles en la lírica cespediana? A mimodo de ver, la impronta de fray Luisde León es la más apreciable, otrashuellas señaladas antes por Baeza Fló-rez son Garcilaso, Quevedo y Calderón,es decir, los clásicos españoles. Prefe-rencias que se pueden rastrear en susexergos y citas son lord Byron y JohnMilton. De este último me atrevería adecir que recibió una notable ascenden-cia en su evolución como pensadorliberal.

Las afinidades con la poética defray Luis pueden detectarse en diver-sos puntos: en el poemario Delconocimiento de sí mismo (can-ción)7 hay un referente muyapreciable del extenso poema “Con-testación”, en el que el alientoautobiográfico, el tono, las inflexiones,la métrica, el curso ondulante y eldespliegue todo, nos recuerdan la lí-rica del bardo de Cuenca. En la obrade Luis de León así como en la deCarlos Manuel de Céspedes, estosdos poemas citados, de amplias estan-cias, representan una obra intimista yde madurez en ambos poetas.

En otros textos se advierten afinida-des en el uso constante de versosinterrogantes para encabezar lasestrofas, la utilización de tópicoscomo el que “huye del mundanal rui-do” del poema Canción de la vida,de fray Luis, los ambientes bucólicos,los temas del amor y la muerte, eltiempo y el dolor, la virgen y la pie-dad cruel, los frecuentes participiospasivos, las palabras en diminutivo,las exclamaciones admirativas, yotros recursos que, y esto es buenosubrayarlo, aunque caracterizaron a lapoesía cubana de mediados del XIX ensentido general, en Céspedes tienenuna consolidación que sorprende alestudioso. La estructura de los poe-mas, su factura y elaboración generalrecuerdan constantemente el estilo dela poesía del llamado “príncipe de lalírica castellana” gestada con tres si-glos de antelación. De cualquiermanera, en la vasta cultura delbayamés no deja de resultar curiosoeste referente, cuando otros bardosmás modernos (incluyendo a su muyleído Byron) pudieron haber sido elmotivo de tales aproximaciones e in-fluencias.

No quisiera pasar al análisis de suprosa sin antes citar algunas de sus máslogradas imágenes poéticas: extraídos desus poemas pierden contextualidad, peroganan en su individual brillantez. Veamos:

“A la torre de Zargoitía”[…] mas, cuando por tus salas ya

[vacías,como un blando gemido, el viento

[corre,el velo del pasado se descorreformas revisten tus cenizas frías.

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“Contestación”[...] los suaves cefirillos

[susurrantes,que me alborotan, jugueteando,

[el pelo.

“En la muerte de E. Lebredo”[…] no es eterna su larga

[despedida:se reúnen, al fin, en su senderolos distintos senderos de la vida.Una imagen realmente sorprendente

es su “yo comprendo el placer de la tris-teza”. Enigma que nos muestra a un sercomplejo y rico, mucho más interesanteque lo que presupone el metal del hé-roe. Otros componentes de esta poéticason: El amor como rasgo romántico porexcelencia, como gustosa totalidad delser inflamado por la poesía, una suertede dimensión trascendente por la mu-jer amada o la simple experienciaerótica. No olvidar que en Céspedes elamor se nos ofrece también comoamistad y que desde esta perspectivaotra del amor brotan algunos de susmejores poemas. Si en los diarios decampaña entramos al centro del hom-bre en su desgarradura más íntima yveraz, en su poesía asistimos a otra fa-ceta de ese centro, la más inspirada ocálida, la más creativa. Si en aquellospredomina la sensación de tristeza, des-asosiego o desamparo del hombreenfrentado a su tiempo, en la poesía seadvierte la sorpresa del hombre en suencuentro consigo mismo, deslumbradopor ese escenario más cerrado e impre-decible que es su otredad:

Ya ese tiempo pasó: nuestra[alegría

nos dejó como dejo yo este valle:Ya vive solo en la memoria mía:Pero sin ti, ¡que su recuerdo calle!Lo distante, una imagen de la reali-

dad que se nos va y que sólo la poesíaes capaz de retener. El verso y la me-táfora para fijar la fugacidad deltiempo. Pertenencia a la tierra, el terru-ño, convivencia con el entorno,descripción, pero a la vez ligazón sen-timental, empatía por el paisaje (elriachuelo, la arboleda, la pradera).

Hay una historicidad innegable queparte del timbre de esa voz ubicada enun tiempo preciso de cambios y evolu-ciones sustanciales, que parte tambiénde los procesos que conducen al quiénsomos de mitad del XIX.

Asombra saber que aquel carácterenérgico y duro pudiese coexistir conla delicadeza y la sensibilidad de un li-rismo a veces leve, siempre exquisito.

Esa mirada ávida se torna experienciadeleitable del hombre de provincia concultura cosmopolita, una combinación queprodujo y configuró mucho de la poesíade tono menor de su época. Riqueza devocabulario, de giros, de imágenes y sí-miles; riqueza metafórica, capacidadrítmica, habilidad para pasar de la cal-ma interior a una gravedad del ser, dela angustia infinita a la certidumbre dela vida como destino del perseverante.

Más allá de escuelas y modas lite-rarias su poesía es catarsis y examenprofundo de su ser, utilizando la natu-raleza como espejo y desplegando unlinaje, una altura y dignidad en la ex-presión escrita. Hay, desde luego,momentos en que se acude a lugarescomunes, a imágenes mustias, al flori-legio retórico que poco dice, hay versosy hasta estrofas de pobreza lírica

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donde sacan las orejas la rimbomban-cia y pomposidad, y lo lineal y plano.Son momentos de escasa inspiraciónen los cuales se absorbe un relleno depalabras que se aleja de su centroexistencial más rico.

La prosa de Céspedes es superior enfactura, recursos e inspiración literariosa su lírica. A veces, como ya han se-ñalado Cintio y Fina, es en ella dondese puede encontrar su mayor vuelo poé-tico. Lezama Lima, al fijarse en unasola frase de Céspedes, hizo una obser-vación medular: habría que esperar aJosé Martí para ver saltar en las letrascubanas frases similares. También Cintiocalifica al diario de campaña de Céspe-des el antecedente justo al de CaboHaitiano a Dos Ríos de Martí. No com-paro lo imposible de equiparar, sólosostengo, junto a Lezama, Cintio y Fina,tres críticos de mucho reconocimiento,que la escritura de Céspedes elabora-da en la manigua de Cuba Libre esimportante no sólo por sus preceptospatrióticos sino por la limpieza de suprosa, su rapidez y su modernidad. Sa-bemos que leyó en profundidad aLamartine y otros autores franceses, ypienso que esas lecturas debieron librar-lo en gran medida de la retórica líricaproveniente de la oratoria clásica yneoclásica española.

Estas cualidades ya se advierten ensu crónica de viaje La Abadía deBattle, redactada a los treinta años(como casi toda la obra poética cono-cida) la que, sin mucha dificultad,puede reconocerse como una piezaescrita en pleno siglo XX por su tempo,adjetivación y diafanidad. Otro tantoocurre con este pasaje de su diario decampaña:

Tengo al frente el monte de la PeñaBlanca que me distrae con sus jue-gos de luz. Tan pronto representauna superficie igual y unida en pla-no inclinado como descubre susinnumerables espinazos, estribos yhondonadas. Varía de colores conla rapidez del caguayo. Lasyagrumas a veces son copas co-losales de esmeraldas; pero apocos instantes, al herirlos los rayosdel sol meridional, se transforman engigantescos floreros llenos de azuce-nas de plata. Una palma, que sedestacaba cerca de la cúspide, cuan-do el viento azotaba su cabellera deflexibles pencas, me recordaba aVirginia en la popa del SanGerando.8

Como ocurre con muchas personasque escriben bien, sin ser escritores deuna técnica depurada o una inspiraciónsuperior, en Céspedes la poesía tiendea expresarse como prosa, muy descrip-tiva, a veces de imágenes muy directasy, la prosa, a su vez, se torna pura me-táfora poética con imágenes muylogradas.

Si nos hiciéramos ahora la mismapregunta que se hizo Baeza Flórez hacemedio siglo estaríamos en mejores con-diciones, que al inicio de este texto, paraafirmar que Carlos Manuel de Céspe-des fue, en todas las connotacionesposibles, un hombre de letras. Pero fuemucho más, fue un intelectual, un hom-bre de la cultura, un pensador quediseñó en su mente y en su papeleríala patria y la república, las mismas queél ayudó a gestar con su vida excep-cional y sus innumerables sacrificios.Esa relevancia histórica ha sido la queha relegado al hombre de letras. Ad-

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miramos, lógicamente, más al Padrede la Patria que al poeta, al hombredel 10 de octubre que al prosista ins-pirado, y no advertimos cómo elindependentista o el libertador pudo al-canzar dimensiones superiores en lahistoria, precisamente porque soñó a supatria libre desde el sentimiento poéti-co, desde la imagen y la fantasíainsuperable del artista.

En un espléndido texto ya citado alinicio de mis palabras, Cintio Vitier no-taba un hecho esencial en elconocimiento y el estudio del surgimientode nuestra cultura. Con su agudeza depoeta, Cintio precisaba cómo en un pa-saje de Espejo de paciencia, texto quese considera por muchos estudiosos elinicio de la literatura de carácter cuba-no, se halla un hecho clave de la historiade nuestra cultura. Se trata del momen-to en que el obispo Altamirano esrecibido en Yara –después de rescata-do de las manos del pirata GilbertoGirón– y la primera muestra de recep-ción le es brindada por seres mitológicosdel bosque cubano, pero esos seres noson de nuestra tradición, sino de lagrecolatina (es decir faunos, centauros,ninfas y semicapros). En la prosa de losdiarios de campaña de Céspedes hayuna suerte de expresión que se muevea la inversa. El día 11 de octubre de 1872anota en Vegas de la Guira: “Y comoesos pajarillos [se refiere a los ruiseño-res] son cubanos por sangre, a usanzade los antiguos romanos se interpretócual un feliz augurio”. Es decir, aquí lamezcla cultural viaja en sentido contra-rio, la costumbre romana de las avestransmisoras de augurios venturosos sepersonaliza en aves del monte cubano.La tradición grecolatina insertada en la

naturaleza cubana. Regreso del sentidode lo reflejado en Espejo de paciencia.Transculturación, diría don FernandoOrtiz.

Son espirales de ese fenómenoconcétrico-centrífugo que es la identi-dad cultural de un país. Búsqueda haciafuera y hacia adentro. Ascendencia pri-mero, mestizaje después, de la culturaoccidental más rancia en el Caribe.

Y como del Céspedes escritor ver-sa este texto finalizo con unas estrofasque escribió sobre sus treinta años deedad. Es sorprendente cómo su deseode entonces se cumplió en los días fi-nales de su existencia en las montañasde San Lorenzo, a punto ya de entrardefinitivamente en la Historia.

El poema “Mi deseo” dice así en dosde sus estrofas:

Un techo pobre, escondido,Dadme al pie de la colinaDonde el viento en vano amagueY que allí el suave zumbidoDe una colmena vecinaPor la mañana me halague.

Un cristalino arroyueloDe blancos lirios sembrado,De una fuente pura broteY salte en quebrado sueloY bajando apresuradoLas duras rocas azote.

En San Lorenzo, donde permanece elmisterio de la vida de Céspedes y dondese conoce por José Martí que escribióunos versos desconocidos la mañana fa-tal de febrero (dato que supongo letrasladara José Lacret), allí, se cumplie-ron los mayores deseos de este hombreexcepcional. Fundido a la tierra,preñándola con sangre, entremezclado

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con la naturaleza, hecho naturaleza mis-ma, su sacrificio hizo que su gestofuese genitor y que su palabra, la es-crita y la lanzada al viento en los durosaños de insurrección, siga escuchándo-se más de cien años después.

Notas1 Baeza Flórez, Alberto. Céspedes, hombre deletras. Carteles (La Habana) (41):38-39; 12 oct.1952.2 García Marruz, Fina y Cintio Vitier. Flor ocultade poesía cubana (siglos XVIII y XIX). La Habana:Editorial Arte y Literatura, 1978.3 Paz, Octavio. En “Corriente Alterna”. México:Siglo XXI Editores, 1967, y en “Los hijos dellimo”. Barcelona: Seix Barral, 1974. Más en

profundidad en el segundo, donde el poeta yensayista mexicano diserta sobre la influencia delromanticismo.4 Vitier, Cintio. Zenea y el romanticismo cubano.Revista Iberoamericana (Pittsburgh, EstadosUnidos) (152-153):703-713; jul.-dic. 1990.5 Todas las estrofas fueron tomadas de Pichardo,Hortensia y Fernando Portuondo. Carlos Manuelde Céspedes. Escritos. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1982. t. 1.6 Maceo Verdecia, José. Biografía inédita deCéspedes. (Manuscrito en mi poder).7 Todas las referencias a las poesías de frayLuis de León fueron tomadas de Barasoain,Alberto. Fray Luis de León. Madrid: EdicionesJúcar, 1973.8 Op. cit. (5). t. 3, p. 31.

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Las fuentes orales constituyen parael historiador un valioso instrumen-

to para reconstruir los más significativosprocesos históricos que estudia, así comopara determinar su importancia, toman-do en cuenta las particularidades y losintereses del autor y la época.

En el caso de los acontecimientosocurridos en La Habana los días 21 y22 de enero de 1869, conocidos comolos sucesos de Villanueva, y de la re-presión desatada días después por elCuerpo de Voluntarios de La Habana,poco se ha escrito, y las fuentes dispo-nibles hasta el momento, especialmentelas aparecidas en la prensa y otros tra-bajos de la época, adolecen de unavaloración detallada y real de lo ocu-rrido, dada la compleja situación políticay social que se creó y la censura colo-nial impuesta sobre lo acaecido poraquellos días.

Por esta misma razón ha resultadoimposible reconstruir con toda fidelidadlos hechos, destacándose entre los másestudiosos del tema, los historiadoresdel teatro cubano Gustavo Robreño yRine Leal.

Un desinteresado y patriótico gesto dela compañera Esther Sigarroa Álvarez,quien nos localizara para donar a la Fra-

gua Martiana la custodia de algunos do-cumentos de su propiedad personal, devalor uno para el Museo, referidos a lashermosas páginas escritas por su tía ymadrina Rosario Sigarroa Fabre, desta-cada colaboradora de las fuerzascubanas en la guerra de 1895, posibilitóuna animada conversación en su hogar,en la cual pudimos comprobar que a pe-sar de rebasar los noventa y siete añosde edad, mantiene una lucidez envidia-ble y retiene en su memoria clarosrecuerdos de hechos contados por susantepasados, entre ellos un relato hastahoy inédito de lo sucedido en Villanuevaen aquel enero de 1869.

Por el valor que revela esta nuevafuente oral indirecta, y el aporte quenos brinda para el esclarecimiento detan significativo acontecimiento, le so-licitamos nos permitiera poner adisposición de nuestro pueblo este va-lioso testimonio, a lo que accediógustosamente, en el cual se puede apre-ciar la relación y diferencias existentesentre lo conocido hasta hoy, y lo que nosrelata nuestra entrevistada.

El teatro VillanuevaEn correspondencia con el proce-

so de transformación económica, social

De los sucesos del teatroVillanueva: Una fuente oralinédita

Carlos Manuel Marchante CastellanosInvestigador

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y demográfica que se inicia en la capi-tal a fines del siglo XVIII, se produce unimpulso cultural en La Habana, quedará lugar al florecimiento del teatro cu-bano, entre cuyas primeras institucionessurgidas décadas más tarde, se encuen-tran el teatro de la calle de Cienfuegosy el Circo del Campo de Marte, ambosde corte popular.

El Circo, identificado así por la cons-trucción de su escenario en formacircular, aprovechando las desactivadasarenas de equitación, ubicadas en el lu-gar (hoy Parque de la Fraternidad), fueedificado por el empresario Eustaquiode la Fuente, con materiales de uso yde muy mala calidad, que lo condena-ban a desaparecer desde su propiaconstrucción.

Años más tarde, el 12 de febrero de1847, abre sus puertas el Circo Haba-nero, emplazado entre las callesRefugio y Colón, con fondo a la calleMorro, y su construcción de madera yde forma circular resultaba propia parafunciones circenses, no obstante, susprogramas artísticos en nada reflejabanespectáculos de este tipo, sino que seenmarcaban en el género vernáculo.

Esta instalación, al remozarse seisaños más tarde, se convierte en el tea-tro Villanueva, nombre que adquiere enhonor al intendente de Hacienda,Claudio Martínez de Pinillos, conde deVillanueva, uno de los más altos expo-nentes de los intereses de la burguesíaesclavista, quien al momento de su des-aparición física, se encontraba al frentedel Archivo General de la Real Hacien-da, hoy Archivo Nacional, constituidopor Real Orden el 28 de enero de 1840.

El 31 de mayo de 1868, con el de-but de la compañía Bufos de La

Habana, nacía el género vernáculo, aun-que desde 1840 la compañía Cómicosdel País ya habían sentado sus basescon las obras y actuaciones del grupode artistas encabezado por FranciscoCovarrubias.

Dado el éxito alcanzado desde suaparición por los habaneros, rápidamen-te quienes cultivaban este génerocomenzaron a multiplicarse. Entre lasprimeras ocho compañías que surgieronse encontraba Caricatos convertidaapenas dos meses después en la demayor competitividad con la primogé-nita agrupación.

En el Circo Habanero, devenido enteatro Villanueva, o Circo de Villanueva,como también se le identificaba, fueronalternándose los espectáculos de lasmejores compañías, aunque si bien lacalidad de las actuaciones de todas nosobrepasaba el calificativo de mediocrepor la crítica periodística, posibilitaronque en sus presentaciones se reflejaranhechos, costumbres y característicaspropias de una nacionalidad que puja-ba ya por abrirse al mundo, y quefiguras de reconocido prestigio artísti-co como Adela Robreño y FranciscoCovarrubias, manifestaran su arte.

El teatro Villanueva actuaba ademáscomo contrapartida del majestuoso tea-tro Tacón, ubicado en el Paseo IsabelII (hoy Gran Teatro de La Habana), encuyas tablas desde el 28 de febrero de1838, su inauguración con un abruma-dor baile de máscaras, se habíaconvertido en un espacio social reser-vado para las clases más adineradas ylas autoridades coloniales.

Su construcción, una imponente edi-ficación de cinco pisos y capacidadpara dos mil personas sentadas en sus

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lujosos palcos, lunetas y butacas, y unescenario adecuado para el montaje decomplejas obras dramáticas, permitióque figuras de relieve internacional ac-tuaran para el deleite de quienes seenriquecían con el trabajo esclavo y laexplotación de nuestro territorio.

Las capas más humildes debían con-tentarse con el Villanueva, en el cualdesde el segundo semestre de 1868, al-ternaban las presentaciones de losBufos de La Habana y de los Caricatos,que gozaban del agrado de la poblaciónde la ciudad.

Con los albores del año 1869, arri-baba al puerto de La Habana, elgeneral Domingo Dulce y Garay, mar-qués de Castell, con la encomienda deasumir, por segunda vez, el cargo deCapitán General de la isla, ahora ensustitución de Francisco Lersundi.

La misión ordenada al general Dul-ce tenía como objetivo esencial sofocarla insurrección iniciada el 10 de octu-bre de 1868 y aplicar una política deconcordia para ganarse el respaldo delas capas adineradas descontentas.

Desde su misma llegada, el nuevoGobernador Militar anunciaba su inten-ción de crear una administración quetuviese en cuenta los intereses de la isla;ordenaba la supresión de las ComisionesMilitares restablecidas por su antecesory otorgaba libertades de reunión y deprensa, con la salvedad de que no po-drían ser objeto de discusión los temasrelacionados con la esclavitud o con lareligión católica en su dogma.

En el campo militar, mientras prepa-raba e iniciaba una poderosa ofensivacontra el Ejército Libertador, el gene-ral Dulce decretaba ocho días despuésde su entrada en la capital una amnis-

tía para estimular la deserción en las tro-pas mambisas, ofreciendo el perdón alos insurrectos que depusieran las ar-mas y se presentaran en un plazo nomayor de cuarenta días.

Por entonces, las tropas de CarlosManuel de Céspedes, con el respaldode los pobladores de Bayamo, incendia-ban la ciudad antes de entregarla alenemigo. Los cubanos con aquella ac-ción le confirmaban al nuevogobernador su decisión de pagar el pre-cio que fuera necesario por alcanzar lalibertad, y las autoridades colonialescomprendían que la única manera degarantizar la llamada integridad nacio-nal, pasaba inevitablemente, por elexterminio de toda la población hostil aldominio de España.

El Batallón de Voluntarios del Orden,o Cuerpo de Voluntarios, como tambiénse le denominaba a aquella agrupaciónde españoles recién llegados de pocacultura y ansiosos de dinero, a los quese alistaban algunos cubanos sin prin-cipios ni dignidad, fue una organizaciónideada en 1868 por el rico hacendadocubano Francisco Acosta y Albear y te-nía por objetivo reforzar al ejércitoregular español y actuar como cuerpopolítico-militar para el cuidado del ordenpúblico y salvaguardar los intereses delos grandes comerciantes, de otros ne-gociantes y de acaudalados hombres dela capital.

Ante el empuje y la extensión de laguerra iniciada en La Demajagua, sele había otorgado por FranciscoLersundi, capitán general de la isla, elmando del orden y la custodia de LaHabana, al tener que desplazarse lastropas regulares españolas a los cam-pos de batalla.

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Poco quedaría a la aparente calmaque reinaba en la ciudad, por las conti-nuas manifestaciones de agresividad yvenganza que profanaban públicamentelos jefes voluntarios. Sin embargo, la his-teria creciente les impedía percatarse dela creciente fuerza que cobraba en lapoblación el apoyo a quienes luchabanpor la independencia. La censura oficialimpuesta a la información provenientedel interior y la alteración de los partesde guerra, no lograban impedir que loshabaneros pudiesen conocer las prime-ras hazañas mambisas, ni impedir que seorganizaran las primeras acciones deapoyo para propiciar el avituallamientode ropas, alimentos y medicinas para loscampamentos rebeldes.

De los sucesos de los días 21 y22 de enero de 1869

El teatro Villanueva había prepara-do para el 21 de enero un homenaje ala actriz Florinda Camps, en el que ac-tuaría entre otros bufos, Jacinto Valdés,conocido popularmente como el Benja-mín de las Flores, un mulato procedentedel gremio de los tabaqueros, criollo pornaturaleza y autotitulado poeta, quieninterpretaría aquella noche la guarachaEl negro bueno.

Dicha composición de FranciscoValdés Ramírez, se había convertidodesde su estreno el 17 de junio de 1869,en “[...] una especie de canto o procla-ma revolucionaria […]” que aportabaun nuevo personaje criollo de carismapopular, el negrito Candela.

En plena función, mientras concluíasu canto, el mulato Jacinto fue acer-cándose al borde del escenario comopara que todo el público asistente pu-diese escucharlo con toda claridad, y al

finalizar la música que le acompañabaalzó su sombrero y exclamó: “¡Viva Car-los Manuel de Céspedes!”, y con aquelestremecedor grito inició –como apun-tara Rine Leal–, la batalla de los bufoscubanos por la libertad de la patria.

Joaquín Robreño, que afirma haber-se encontrado en el lugar, sostiene quela causa fue la irresponsable salida aescena de Valdés con unos tragos demás a lo que era más que aficionado,lo cual constituyó una de las más difun-didas versiones de los hechos.

El propio actor Jacinto Valdés, comopodrá comprobarse más adelante, seencargaría de aclarar posteriormente,los verdaderos móviles que dieron lu-gar al hecho. Lo cierto es que loocurrido sorprendió no sólo a los asis-tentes a la función, sino a las propiasautoridades españolas. El inesperadoincidente y la rápida salida de los es-pectadores del teatro, impidieron lainmediata represión de los Voluntarios,que se personaron al día siguiente enla instalación para imponerles una multade doscientos pesos a los propietarios, aquienes además hicieron una fuerte ad-vertencia de las consecuencias quepudiera ocasionarles la repetición de unaeventualidad de esta naturaleza. Aque-llas eran, en apariencia, las medidas quelas autoridades habían decidido imponer,sin embargo durante todo el día 22 seprepararon con sigilo para castigar contoda su fuerza, a los que habían osadodar vivas al Padre de la Patria, en elcentro de la capital.

Para el día 22, el teatro anunciaba lapresentación de la compañía Caricatoscon una función en beneficio de “unosinsolventes”, invitando a la población apresenciar el espectáculo Perro

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huevero, aunque le quemen el hoci-co…, de Juan F. Valerio.

Valerio era ya reconocido como unode los mejores autores del teatro bufo,y la obra que sería puesta en escenaera muy reclamada y aplaudida por elpúblico, desde su estreno el 26 de agos-to de 1868. El tema central versabaentre una joven llamada Mónica que,enamorada de Indiano, se enfrenta a sumadre Nicolaza Cuesta Arriba y de laCruz Pesada y a su padre Matías, losque no están dispuestos a aceptar estenoviazgo, y por ello no le queda otra al-ternativa a Mónica que hacer frente asus padres y escapar.

Sin embargo, para algunos críticosde teatro como José Juan Arrom, elfondo de la trama representada por losbufos era un reflejo de la situación na-cional. Cuba (Mónica), enamorada dela libertad (Indiano), intenta obtenereste derecho implorándolo a la coronaespañola (Nicolaza) y al poder colonialen la isla (Matías), pero al resultar im-posible, no le queda más remedio queenfrentarlo con las armas para alcan-zar su independencia.

En la noche del 22, el teatro apare-cía engalanado con banderas. El públicocolmaba el Villanueva. Las mujeresasistían con trajes y cintas con los co-lores de la enseña nacional y estrellasincrustadas en sus vestidos y colocadasen el pelo suelto, en señal de desafío.

Los detalles de lo ocurrido no hanpodido esclarecerse del todo dada lacensura ordenada a la prensa, a la cualsólo se le posibilitaría publicar la ver-sión oficial de las autoridades ycomentarla en sus medios.

Una fuente apunta que la revueltadel 22 de enero, en horas de la noche,

se produjo en medio de la función al es-cucharse un grito de “¡Viva España!”.Otras coinciden en afirmar que uno delos personajes (Matías), interpretado porel actor José (Pepe) Ebra, que reprodu-cía a un viejo bebedor que teníaabandonada a su esposa Nicolaza y a suhija Mónica, al invitar a sus amigos acontinuar la borrachera en su casa,mientras caminaba, exclamó: “Diganconmigo señores / Que vivan los ruise-ñores / Que se alimentan de caña”. Yde ponto se escuchó una voz en el tea-tro que gritó: “¡Viva Cuba Libre!”.

Rine Leal, al abordar en su libro Laselva oscura lo ocurrido en la funcióndel 22 de enero, afirma que el perso-naje Matías era interpretado por JoséSigarroa, aunque otros señalan que erael actor Pepe Ebra, y que el verso quedio pie al incidente decía:

¡No tiene vergüenzaNi buena, ni regular, ni malaEl que no diga conmigo¡Viva la tierra que produce la caña!

El laureado investigador concluyeafirmando que al grito coreado por losespectadores, se unieron vivas a Cés-pedes y a Cuba Libre, y una mujer,Antonia Somodevilla, tremoló una ban-dera cubana desde un balcón.

Todas las fuentes consultadas con-cuerdan en que los Voluntarios seencontraban apostados en las afuerasdel Villanueva, y algunos afirman quehasta esperaban lo ocurrido, para po-der actuar impunemente. El grito de“¡Viva España!”, refieren, era la señalconvenida para irrumpir en el teatro ymasacrar a todos quienes actuaban o dis-frutaban del espectáculo que, víctimasdel pánico, se dispersaban para salvar

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sus vidas entre la fuerza del sable y elimpacto de las balas españolas

Una fuente oral inéditaEsther Sigarroa Álvarez, nieta de

José Sigarroa Pérez, nos relata que ensu hogar, desde muy pequeña, su tíaabuela, Conchita Sigarroa Pérez, lecontaba cómo habían sido los sucesosdel Villanueva:

Le confieso que en muchas oca-siones me molesta mucho ver yescuchar por la televisión y la radiolo que se dice acerca de los sucesosde Villanueva, porque siento que pordesconocimiento o por otras razo-nes, lo que se dice no fue así; poreso quiero aprovechar su interés porel asunto para contarle realmente loque allí sucedió el día 22 de enerode 1869, tal y como me lo contó mitía abuela Conchita, que estaba allícuando todo ocurrió.

Mi abuelo se llamaba JoséSigarroa Pérez. Era el mayor de unanumerosa familia cubana al que leseguían Jacinto, Joaquín, Miguel,Rosario, Conchita y otros que ya norecuerdo. Entre cada uno había unadiferencia de dos años.

La noche del 22 de enero acudie-ron al teatro mi abuelo José y dos desus hermanas, una de ellas, eraConchita, acompañadas como era cos-tumbre por aquella época por una tíade ellas, que no recuerdo su nombre.

Mi abuelo no era actor aficiona-do ni pertenecía a ningunacompañía de bufos; era simplemen-te amigo de muchos de ellos. Hastadonde yo puedo memorizar, aquelloshombres no eran artistas profesiona-les, sino más bien una agrupación de

aficionados a ese género, a cuyas fun-ciones iba mi abuelo asiduamente,como uno más de los estudiantes deescasos recursos económicos de lacapital, que asistían al Villanuevapara divertirse.

Aquella noche, me contabaConchita, ellos fueron en un cochey mi abuelo le indicó al cochero quese situara por la puerta del fondodel teatro y esperara allí. Una partede las mujeres que asistían iban ves-tidas con los colores de la banderacubana y con estrellas en el pelo ysus vestidos.

En medio de la función, mi abuelomiró a través de un agujero hacia elexterior y se percató de que en sus al-rededores había muchos rayadillos,que era como se les decía a los Vo-luntarios. Al difundirse la noticia,que ya se conocía por otros, de queen las afueras del Villanueva esta-ban apostados los rayadillos, elpersonaje que tenía que cantar: “¡Notiene vergüenza/ Ni buena, ni regular,ni mala/ El que no diga conmigo/ ¡Vivala tierra que produce la caña!”, se aco-bardó y no quiso declamar el verso,a lo que mi abuelo, que estaba conellos, le dijo que si no lo hacía, loharía él.

Acto seguido se acercó a sus her-manas, les explicó lo que iba asuceder y el peligro que se corría, ylas conminó a abandonar el teatro deinmediato por la puerta trasera, a loque sus hermanas le contestaron quesi él iba a gritar aquello, ellas se que-darían y solamente se irían con él.Fue entonces que mi abuelo pronun-ció aquel verso…, y cómo terminóaquello, ya es bastante conocido.

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Esta nueva fuente oral, hasta el pre-sente inédita, sobre lo ocurrido la nochedel 22 de enero de1869, de un origen desegunda generación de consanguinidad,nos aporta por su fidelidad a lo investi-gado hasta el presente, una posibilidadde acercarnos más a la verdad históri-ca sobre los sucesos del teatroVillanueva, y a la matanza desatadadurante varios días contra los cubanos,por el simple hecho de simpatizar conlas ideas independentistas.

Imposible resulta confirmar cuántaspersonas fueron ultimadas, heridas o lashicieron desaparecer. La proclama ofi-cial publicada el 23 de enero por elcapitán general Domingo Dulce yGaray resulta la mejor de las pruebasque acusan a la España colonial:

Habaneros:Anoche se ha cometido un grandeescándalo que será castigado contodo el rigor de las leyes. Algunostrastornadores del orden público,están en poder de los tribunales.Ciudadanos pacíficos, confiad envuestras autoridades: defensorastodas de la Integridad del territorioy de la honra nacional, se hará jus-ticia y pronta justicia.

La intención de justificar ante la opi-nión pública el asalto al Villanueva, loscrímenes en El Louvre, la represión enlas calles de La Habana, y el saqueo ylos desmanes en el palacio de Aldama,se pueden apreciar en la nota publica-da el 30 de enero en la revistaquincenal, Noticiero de La Habana,referida a aquellos sucesos, que seña-la: “[…] a mitad de función y a unaseñal dada en las tablas por un cómi-co, se levantaron la mayor parte de losconcurrentes y entre ellos algunas se-

ñoras que vestidas de blanco y azul yadornadas con estrellas, se hallaban enlos palcos, lanzando vivas a Cuba y ala independencia, seguidas de algunasmuera España, e inmediatamente des-pués, varios disparos”.

Por entonces, José Julián Martí Pérezera estudiante de la Escuela Superiorde Varones instalada en Prado Nº 88,dirigido por el patriota Rafael María deMendive, lugar que también servía deresidencia al maestro y que contaba en-tre sus huéspedes con el joven Martí,cuya familia vivía por entonces enMarianao.

El teatro Villanueva se encontraba auna distancia que no rebasaba los tres-cientos metros del hogar de RafaelMaría de Mendive, casa que días mástarde sería baleada por los Voluntarios,quienes conocían de la simpatía deldueño del Colegio San Pablo, con lasideas separatistas. Días más tarde, el28 de enero, Mendive era arrestado yconducido a la cárcel y luego al Casti-llo del Príncipe, acusado de colaborarcon los insurrectos y de estar vincula-do con lo ocurrido en el teatro.

El 23 de enero, apenas transcurridasunas horas de lo acontecido en elVillanueva, aparecía La Patria Libre,el pequeño periódico dirigido por el jo-ven Martí, quien nos dejara en esteúnico número, su drama épico Abdala.Nacía –apunta Rine Leal–, el teatromambí, con un poema escrito especial-mente para la patria.

Aquellos acontecimientos quedabanimpregnados para siempre en el cora-zón de un adolescente que al publicarsus Versos sencillos, en 1891, dejabaconstancia de sus recuerdos del 22 deenero de 1869:

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El enemigo brutalNos pone fuego a la casa:El sable la calle arrasa,A la luna tropical.

Pocos salieron ilesosDel sable del español:La calle, al salir el sol,Era un reguero de sesos.

Pasa, entre balas, un coche:Entran, llorando a una muerta:Llama una mano a la puertaEn lo negro de la noche.

No hay bala que no taladreEl portón: y la mujerQue llama, me ha dado el ser:Me viene a buscar mi madre.

A la boca de la muerte,Los valientes habanerosSe quitaron los sombrerosAnte la matrona fuerte.

Y después que nos besamosComo dos locos, me dijo:“¡Vamos pronto, vamos, hijo:La niña está sola: vamos!”.¿Qué fue de la vida de aquellos hom-

bres implicados directamente en loocurrido en el Villanueva?, es una pre-gunta que generalmente formula tododeseoso en conocer aquellos sucesosque conmovieron La Habana:

Jacinto Valdés, el actor guaracheroque había desatado aquella tormenta el21 de enero, al dar vivas al Padre de laPatria, marchó al exilio, en el que vivióen la miseria, pero con mucha dignidad,ofreciéndose a pesar de ello a colabo-rar de forma desinteresada en algunafunción teatral para recaudar fondos

para la independencia. En enero de1870, al acercarse el primer aniversariode aquellos sucesos, el revolucionariovenezolano J. E. Toro, le solicitó expo-ner ante la opinión pública, la verdadsobre lo ocurrido en el teatro Villanueva.

En Nueva York, las páginas de ElDemócrata, en su edición del 14 deenero, publicaba una carta del mencio-nado actor donde desmentía laversión de que las vivas a Céspedesse habían producido por haberse en-contrado en estado de embriaguezalcohólica, y precisaba que la acciónfue concebida para demostrar pública-mente el engaño que se escondía trasla política apaciguadora del capitán ge-neral Domingo Dulce, lo cual había sidosolicitado a los artistas por cubanos quesimpatizaban con la revolución iniciadael 10 de octubre de 1868.

Jacinto Valdés regresó a La Haba-na en 1878, luego de la firma del Pactodel Zanjón y nunca retornó a la esce-na. España nunca le perdonó su desafíoa las autoridades coloniales. De su vidapersonal poco se sabe, sólo que se sin-tió siempre perseguido y que fuedetenido en varias ocasiones acusado devago, jugador y borracho. Un ataque alcorazón le sorprendió el 2 de abril de1893, cuando era trasladado de la pri-sión de La Habana a la Isla de Pinos.

Por su parte, Esther Sigarroa Álvarezafirma:

En cuanto a mi abuelo JoséSigarroa Pérez, no recuerdo cómologró escapar del castigo de losralladillos, pero lo que no he olvida-do son algunos cuentos que mehacía mi tía abuela Conchita, en losque recordaba a mi bisabuela, a laque ellos le decían cariñosamente

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mamá Charo, como una mujer muydominante y activa. Mamá Charo eraquien tomaba las decisiones más im-portantes en la casa y es probableque al percatarse del peligro que co-rría su hijo, viabilizara que mi abueloJosé, saliera para el exterior para quesalvara su vida y no se interrumpie-ra su formación académica.

Realmente parece que mi abuelonunca tomó los estudios en serio, yse dedicó a viajar, hasta llegar aColombia, donde conoció a la seño-rita Ana María Linero y del Campo,con quien se casó poco después ytuvo cuatro hijos: Rosario, Carmita,José Ramón y Miguelito, todos na-cidos en aquella tierra.

A través de otros datos suministra-dos gentilmente por Esther SigarroaÁlvarez y lo investigado en otrasfuentes, se infiere que José SigarroaPérez, con el seudónimo de DionisioPalanqueta, embarcó junto a su her-mano Miguel en la expedición delGeorge B. Upton, con destino aCuba el 5 de mayo de 1870 (apare-cen ambos Sigarroa en el listado deexpedicionarios), y que alrededor de1873, realizó una segunda visita aCuba, acompañado por Ana MaríaLinero, a quien su familia no cono-cía. Por otra parte, en 1880, afirmaEsther Sigarroa Álvarez, nació supadre, José Ramón Sigarroa Linero,quien era el tercero de los cuatro hi-jos de José y Ana María, todosnacidos en Colombia. Falleció en LaHabana en 1953, a la edad de se-tenta y tres años.

Y continuó señalando:Miguelitos, en la familia hubo va-

rios, que yo recuerde, un tío y un

hermano de mi abuelo y luego unhermano de papá, llevaron ese nom-bre. De ellos dos murieron en lasguerras de independencia, uno a laedad de diecisiete años, víctima deuna enfermedad.

De la unión de mi tío abuelo Ja-cinto Sigarroa Pérez con la cubanaMercedes Fabre (Cheché), nacióRosario Sigarroa Fabre, mi tía y ma-drina, una destacada revolucionariade la última gesta independentista,personalidad sobre la que me gusta-ría se pueda sacar del anonimato enque ha sido sumida, no simplementepor un deseo familiar, sino por el in-terés educativo, que estoy seguradespertará en las nuevas generacio-nes de cubanas, quienes al conocerdel ejemplo, la sensibilidad humanay principios revolucionarios quemantuvo Charito durante toda suvida, serán mejores y más comprome-tidas patriotas.

El teatro Villanueva fue clausura-do tras los sucesos de 1869, y conél, el teatro vernáculo y sus bufosfueron silenciados durante cuatroaños, hasta ser demolida su edifica-ción en 1887. A principios del sigloXX se construyó en el lugar un edifi-cio para la Havana, TabaccoCompany, conocido como el Palaciode Hierro, por sus estructuras de ace-ro, instalación que luego se convirtióen la fábrica de tabacos La Corona,y después del triunfo de la Revolu-ción, en la Manuel Fernández Roig.

Finaliza su valioso relato EstherSigarroa diciendo:

Para que comprendan loenraizado que estuvo siempre ennuestra familia lo ocurrido aquel 22

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de enero de 1869, en el teatroVillanueva, cada vez que ocurría enla república algún incidente en quese pusiera en tela de juicio nuestroderecho a la libertad y a la inde-pendencia, siempre alguien de lacasa, decía: “Vamos a gritar lo quedijo Joseíto: ‘¡No tiene vergüenza/Ni buena, ni regular, ni mala/ El queno diga conmigo/ ¡Viva la tierra queproduce la caña!’”.

Bibliografía consultada

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CASTELLANOS GARCÍA, GERARDO. Pano-rama Histórico. 1861-1899. Biblio-teca Fragua Martiana. t. 2.

CRUZ, SOLEDAD. Para acercarnos a la his-toria de aquel suceso en Villanueva.Juventud Rebelde (La Habana) 22en. 1984.

GARCÍA PASCUAL, LUIS. Entornomartiano. La Habana: Casa Edito-rial Abril, 2003.

HIDALGO DE LA PAZ, IBRAHIM. José Martí.Cronología 1853-1895. La Haba-na: Centro de Estudios Martianos,2003.

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Escrituray nuevos medios

Claudio SotolongoMenéndez

Profesor del Instituto Superior de Diseño

La palabra hablada, efímera en sunaturaleza, se desvanece en el tiempo.

“El desarrollo de la escritura y dellenguaje visual tienen sus más remotosorígenes en imágenes sencillas, pueshay una relación estrecha entre el actode dibujar imágenes y el de trazar lossignos de la escritura”.1

La escritura se convirtió en la ma-nera de perpetuar el conocimiento, lahistoria, la cultura, las experiencias delas distintas civilizaciones que han na-cido, alcanzado su esplendor y se handisuelto en el continuum temporal.

Pero la escritura no siempre se ma-nifestó a través de las formas actuales.Los sumerios, los egipcios, los chinos,los aztecas o los árabes desarrollaronsistemas de escritura muy diferentes alalfanumérico que conocemos hoyaquellos que fuimos colonizados porOccidente.

Basándose en representacionesicónicas, los egipcios llegaron a crear másde 700 jeroglíficos, aunque nunca signospara representar las vocales, y al combi-nar varios glifos lograban una formaesquematizada de cada palabra. Hacia el1570 a.C., este sistema de escritura ha-bía dividido los glifos en pictografíasvisuales o palabras-dibujo y fonogramas.

De ahí que se colocaran determinativosdetrás de muchas palabras, debido a lacantidad de homónimos del lenguaje egip-cio para acotar su significado. Lospapiros, las piedras o la arcilla se con-virtieron en verdaderos mares depequeñas imágenes que, asociadas or-denadas y justamente interpretadas,abrían las puertas al mundo de la me-dicina, al arte de embalsamar, atratados de matemática, astronomía ofísica.

Pero no sólo fueron los egipcios losque alcanzaron eso. A muchos siglos yleguas de diferencia, los colonizadoresespañoles encontraron en las regionesmesoamericanas códices de increíblebelleza donde se conservaba todo elconocimiento de los pueblos de estoslugares: su historia, sus leyendas y mi-tos, su cultura, estaban detallados yregistrados a lo largo de estas coloridasrepresentaciones. Dichas imágenes con-taban las batallas, o los sacrificios a losdioses y eran, en suma, el testimonio desu paso por la vida. Cuentan que cuan-do los colonizadores –ávidos de plata,oro y piedras preciosas (tesoros en suEuropa natal, recién salida del Medio-evo)– indagaron por lo más valioso deestos pueblos e inquirieron por los te-soros, los aztecas les mostraron loscódices.

Y los salvajes civilizados destruye-ron en nombre de Dios aquelloscódices maravillosos, los quemaron engrandes hogueras dejando a los pueblosmesoamericanos “sin pasado”.

Algunos de los íconos que lograronsalvarse de esta fiebre evangelizadora,y aún persisten, se han extendido a todoMéxico para formar parte de una suer-te de tradición, un imaginario colectivo

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que intenta perpetuar lo autóctono a tra-vés del uso de estas representacionesicónicas, de increíble belleza, de anima-les, plantas, hombres y dioses.

Mientras los salvajes destruían loscódices de los aztecas, en la China(temporalmente alineada con el renaci-miento europeo) la imprenta y el papeleran ya comunes entre los que dedica-ban su vida al arte de la escritura. Deuna ininterrumpida tradición caligráfica,los chinos desarrollaron un

[...] arte puramente visual y no unlenguaje alfabético. Cada símbolo secompone de cierto número de lí-neas con formas diferentes, dentrode un cuadrado imaginario. La le-yenda dice que Ts-ang Chiehinventó la caligrafía hacia el año1800 a.C., inspirado en las marcasde las garras de las aves y las hue-llas de los animales. Ts-ang Chiehelaboró pictografías elementales delas cosas de la naturaleza. Cadaimagen era muy estilizada pero fá-cilmente descifrable, y se componíade un número mínimo de líneas.2

Los chinos desarrollaron a lo largo desu milenaria historia varios estiloscaligráficos, algunos relacionados con elmaterial sobre el que se escribía,otros con respecto a la función de di-cha escritura. En el estilo regular, enuso continuo desde hace más de dosmil años, cada línea, punto o pinceladaes controlado por la sensibilidad y des-treza del calígrafo. En cada palabraexiste una infinita variedad de posibili-dades de diseño. La caligrafía haalcanzado con el paso del tiempo un lu-gar cimero en el país oriental.Considerada una de las más altas ex-presiones de cultura, no sólo está

asociada con el contenido, sino con laforma en que este se expresa, de ahíque resulta imposible describirla; la ca-ligrafía china, al igual que la árabe,precisan de ser sentidas visualmente. Elnombre de Dios escrito sobre mármolblanco en las paredes del Alhambra nodeja de asombrar al espectador con-temporáneo, quien, aunque incapaz deleer, en el sentido estricto del término,entra en diálogo con la suavidad de lostrazos, con las curvas y con esa formasinuosa que contrasta con la rígida an-gulosidad del mosaico.

Sin duda, nuestro sino nos traiciona,nuestros escasos veintiocho caracteresno nos permiten la riqueza combinatoriade los ideogramas chinos, o la articu-lación sinuosa de la caligrafía árabe,y mucho menos facturar en la diver-sidad cromática de los códicesmesoamericanos. Nuestros alfabetosse desarrollaron sobre la simplifica-ción, tampoco exenta de valor, puespodemos comunicar infinitos significa-dos con un número ínfimo de signos.De ahí que lo ganado en profundidadse perdió en extensión y, por tanto, endiversidad y riqueza visual.

En nuestra contemporaneidad, en lacual apenas hay diferencia entre la pa-labra escrita y la hablada, podemosvirtualmente prescindir de la lectura delimpreso; basta que alguien nos cuentelo que dice; los caracteres en sí mis-mos no están cargados de atributosespecíficos; las minas del Rey Salomónserán magníficas, imponentes oamenazantes sólo en nuestra imagina-ción. Nada hay más homogeneizanteque la impresión de los caracteres denuestro alfabeto. De no ser por los im-presores, que concibieron diferencias

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entre las letras creando las tipografías,nuestro mundo sería extraordinariamen-te abstracto, monótono, con unatendencia increíble al aburrimiento, in-capaz de insinuar la brisa que despeinaa la niña que viene y va sobre la are-na; pendiente ante todo acto de lecturatextual, de la experiencia y la imagina-ción; un mundo inaccesible paraaquellos que no han entrenado su ima-ginación.

Estamos en un entorno creativo casiclaustrofóbico del que en ocasiones seprecisa salir. Mallarmé primero, a fina-les del siglo XIX, con sus poemas quesilueteaban objetos, incorpora el senti-do de la vista; no basta con escucharo leer el poema, hay que visualizarlo.Verlo en todo su conjunto y dimensiónadquiere, por así decirlo, una plasticidadinusitada, no ya la del manuscrito me-dieval iluminado, donde texto e imagense desarrollan de forma separada, sinoen un conjunto armonioso y bello. Du-rante el período conocido comofuturismo, es Filippo Marinetti quien ten-sa la cuerda con sus “Palabras enLibertad”. Ya la lectura y comprensiónlineal y ordenada (a lo Descartes, porsupuesto) del texto no es importante; nohay que leer primero la línea inicial, hayque ver el conjunto y poner a pruebala sensibilidad mientras se buscan laspistas textuales capaces de permitirdescifrar un mensaje visual. Marinettise deja llevar, entonces, por la compo-sición plástica experimentando condiferentes tipografías.

La perfección de la litografía, inven-tada a principios del XIX y la posterioraparición de la fotomecánica, permitenun trabajo mucho más flexible con eltexto, independizado de los tamaños y

ordenamientos de los tipos de metal omadera. La litografía permite soltura enlos trazos y displicencia con el acaba-do de los caracteres, así como con suposición, y la fotomecánica, suerte depaso superior, no precisa siquiera deldominio cabal de la caligrafía o el di-bujo. Basta con manejar el lente de unacámara y se obtendrán poderosas imá-genes donde los textos adquierenvolumen, profundidad y se entrecruzanen luces y sombras creadas desde lamanipulación de los espacios fotogra-fiados.

Así, arribamos a una obra que nosólo es capaz de moverse en el campode la reproducción, sino que se extien-de, diríamos que hasta el límite de susposibilidades creativas, al marco de lastecnologías a su alcance.

Al decir de Manuel Ruiz Zamora ensu comentario al texto de WalterBenjamin La obra de arte en la erade la reproductibilidad técnica:

[…] la reproducción técnica de lasobras de arte ha acompañado alarte desde sus inicios; el proceso deevolución y transformación que des-emboca en el cine y la fotografíaha introducido dos variables sustan-ciales: en primer lugar, se trasladade la mano al ojo el elemento deproducción del arte y, por otra par-te, la reproducción técnicaconquista por primera vez un puestoespecífico entre los procedimientosartísticos.3

Lazlo Moholy Nagy, desde la foto-grafía, experimenta con las letras, consus formas y sus asociaciones, a lavez que potencia con una nueva visiónla presencia del texto, además deja en-trever nuevas relaciones, innova desde

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la tecnología, pero con un profundo sen-tido de la praxis fotográfica. En el cine,baste citar cualquier fragmento delHombre de la cámara de DzigaVertok, quien prescinde del diálogo,pero no se sustrae a la tentación de ju-guetear con los letreros de la ciudadque describe, usándolos como referen-tes de lugares o acciones y cargándolosde significados visuales, al tomarlos delpropio entorno e intercalarlos en ladramaturgia de su obra.

A Benjamin se le escapan, por su-puesto, lo que hemos denominadonuevos medios, aunque es de agrade-cer que no sólo apunta:

[…] únicamente que la fotografía yel cine se alzan como formas dearte al lado, por ejemplo, de la poe-sía y la pintura, sino que la propianaturaleza y función del arte salenesencialmente modificadas a causade estas transformaciones en lascondiciones de producción. Así dejaclaro que la imbricación del factortécnico y el artístico condicionaránla posterior disolución del arte en losocial-cotidiano.4

El texto se mantendrá presente des-de los títulos surrealistas hasta las obrasque Joseph Kosuth desarrolla entre lasdécadas del sesenta y el setenta, dondese cuestiona, por citar un ejemplo, lasrepresentaciones de una silla, desde lareproducción fotográfica, textual y físi-ca del concepto silla. Una vez más, eltexto ya no es un experimento formalcon caracteres diversos, sino que ha sidotransformado en una parte integrante deun conjunto mucho mayor, la obra.

Con el arribo del .net art –términoempleado para describir una expresiónartística que se produce y consume úni-

camente a través de Internet– en ladécada del noventa vemos disolversedefinitivamente la materialidad del arteen un intangible, pero permanente, en-torno digital. La palabra cobraentonces, en ese “[…] silencio, rodea-do de tantos silencios, un valor decreación”,5 la obra se convierte en unmomento frente al público, el autorpierde su estatuto físico para conver-tirse en información circulando por lasredes que conectan el mundo.

En este nuevo entorno, la palabra seinterconecta, y funciona en movimiento,en permanente interactividad. El públi-co deja la pasividad contemplativaimpuesta por los centros de exposicióndel arte para convertirse en un actorinteractivo relacionado directamente conla obra que, por su parte, deja de ser unprivilegio geográfico al cual se accedeen horarios y donde se comparte la obracon otros espectadores siguiendo las re-glas impuestas por las instituciones. Estaobra se disfruta en privado, no precisade horarios, ni de locaciones, es libre decircular y ser accedida a cualquier horay en cualquier lugar.

Vale decir que sobre estas obras, ensumo innovadoras, pesa la transición arepresentaciones matemáticas. Cuandovemos una palabra, un color, un cuadra-do no estamos en presencia de unaforma física, estamos ante un conjun-to de operaciones matemáticas. Aldecir de Lev Manovich: “La represen-tación numérica transforma el soporteen datos computarizados, haciéndolosprogramables. Y esto cambia radical-mente la naturaleza del soporte”.6

Creamos datos, a los que somosincapaces de acceder sin una infra-estructura y un conocimiento previo,

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sin los que estas obras permaneceríanocultas para nosotros. Este nuevo con-tenedor de lo artístico, a la par que locombina con lo tecnológico, loinvisibiliza para el público no entrena-do o carente de recursos.

Sin embargo, las expresiones artísti-cas a lo largo de la historia del artenunca han sido del todo accesibles. Es,pues, que las realizadas a partir del .netart lo son mucho más que otras. De unareproducción permanente, incluso másallá, de una replicación implícita, sonobras donde el original artístico quedadisuelto entre un archivo de música yuna foto escaneada. No son más quedatos, números dispuestos en un ordeny que mediante operaciones matemáti-cas precisas, se transforman eninformación visual adecuada para losespectadores que asisten a través deuna pantalla a un universo infinito deinformación.

Si bien es cierto que el .net art per-manece aún alejado de los circuitos decirculación propios de la industria cul-tural, y del reconocimiento por parte delas instituciones que circulan el arte, in-cluso con la duda sobre su artisticidad,estamos a tiempo de explorar desdeestas “debilidades”, nuevos horizontes,

ya vedados para lo otro, anclado defi-nitivamente en la industria de la cultura.Las posibilidades de estas obras resi-den “[…] precisamente en sucapacidad de cuestionar el mismo exis-tir separado de lo artístico en lassociedades actuales […], en su poten-cial, en definitiva, para habitar yhabilitar zonas temporalmente autóno-mas, inasequibles –cuando menos porahora– a su absorción por el ordeninstitucional”.7

Notas1 Meggs, Phillip. Historia del diseño gráfico,Trillas, México, 2002. p. 10.2 Ibídem, p. 37.3 Ruiz Zamora, Manuel. Walter Benjamin: Laobra de arte en la época de su reproductibilidadtécnica. En http://www.institucional.us.es/fedro/numero1/pasajes.html (Consultado el 15 deagosto de 2008).4 Ibídem.5 Carpentier, Alejo. Los pasos perdidos. LaHabana: Editorial Arte y Literatura, 1976. p. 150.6 Manovich, Lev. The Language of New Media.Londres: MIT Press, 2001. p. 52.7 Brea, José Luis. net.art: (no)arte, en una zonatemporalmente autónoma. En http://aleph-arts.org/pens/net.html (Consultado el 15 deagosto de 2008).

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La palabra:fuente vivade acercamientohumano

Lilia Rosa LópezLocutora y periodista

“La palabra hablada […] funde a loshombres mejor que la palabra escrita”.

JOSÉ MARTÍ

Para el locutor o hablante, la comu-nicación es uno de los escalones

más altos del desarrollo humano…, peroantes de la era de la multimedia y la co-municación digital, los seres humanosutilizaban un medio de comunicación queprescindía de la palabra escrita: laoralidad, que es tan vieja como la huma-nidad parlante. Conceptos tales comoliteratura oral, tradición oral, narración,lenguaje y discurso hablados, han sido uti-lizados por los estudiosos de la cultura,del lenguaje y de la comunicación. Al finy al cabo, todo lenguaje articulado es, enprincipio, un lenguaje oral… hasta tantosea llevado a la escritura u otras formasde representación.

La expresión oral es un proceso quetiene lugar mediante el intercambio en-tre el pensamiento y la voz hechapalabra. La expresión oral se estable-ce a partir del discurso, que puede serformal e informal, y de la conversación,cuyo desarrollo tiene lugar a través dedos modalidades: explícitiva y eléptica.

En el ser humano, el pensamiento seencuentra indisolublemente unido a lapalabra a través de la voz. La comuni-cación de viva voz es, más quenecesaria, indispensable para alcanzarun equilibrio social y emocional. Duran-te siglos, la palabra ha sido el únicoregulador y conservador de las civili-zaciones pasadas y, en la actualidad,sigue cumpliendo su objetivo funda-mental, aun en nuestras sociedadescomplejas y alfabetizadas, y ha sus-tentado el estilo de comportamientopúblico y privado de gran parte de ungrupo social con su historia, leyes y co-nocimientos científico-técnicos…, sinolvidar sus sueños, creencias y deseos.

Según algunos autores, en las socie-dades modernas, signadas por latecnología especializada, se resiente elequilibrio emocional del individuo comoconsecuencia de la disminución de lacomunicación oral.

La estructura social comunitaria, quedescansaba en la memoria y en la co-municación oral (organizada en torno alimperio de la palabra), fue decayendocon el nacimiento de la escritura que,como sistema de representación grá-fica de un lenguaje estructurado,aparece a mediados del cuarto milenioen el país de Sumer, en Mesopotamia.Ese sistema, primero pictográfico, evo-luciona gradual y paulatinamente haciauna abstracción capaz de reproducir latotalidad del pensamiento.

Con posterioridad, en el otro extre-mo del mundo, a comienzos delsegundo milenio, surge la escritura chi-na. La egipcia y la maya, de cuyagénesis no tenemos conocimiento, te-nían lugar a partir de imágenessignificantes.

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El aspecto figurativo de los más an-tiguos símbolos gráficos hace pensaren los primeros dibujos hechos por losseres humanos: las pinturas rupestresde la época paleolítica. Si bien nodebe percibirse en ello el eco de un len-guaje constituido, no cabe duda algunade que es la manifestación de una vo-luntad de representación gráfica querevela una comunidad de lenguaje, o almenos de referentes, dentro de un gru-po y, por consiguiente, la existencia deun pensamiento común.

Al parecer, el primer sistema detranscripción fonética, probablementesilábica, fue el fenicio, cuyas huellasse remontan a los siglos XIII-XI aC. Aun-que el origen exacto de los caracteresfenicios continúe siendo un misterio,muchos investigadores coinciden enafirmar que, en algunos casos, consti-tuyó la matriz de los distintos alfabetosutilizados en el mundo, y que todas lassociedades que lo utilizaron se vieronobligadas a adaptarlo a las caracterís-ticas de su propia lengua.

Como se sabe, el lenguaje se com-pone de sonidos (técnicamente,fonemas), los cuales, a su vez, se com-binan en palabras constitutivas del signolingüístico, mientras que las palabras seusan como materia prima de la frase,de la oración y del discurso.

Para los pueblos que aún no utiliza-ban la palabra escrita, la literatura oralsustituía a las producciones literarias.Por ejemplo, la persona más popular enalguna que otra comunidad nativa siem-pre fue un buen narrador de cuentos.

En plazas de cualquier lugar del orbeha sido común ver a gran parte de unapoblación comunitaria sentada frente alnarrador.

No debe olvidarse el hecho de queen la palabra escrita se pierden la ex-presión y la mímica, elementos que ledan “vida” a la narración. Reiteramosque la oralidad es tan vieja como la hu-manidad parlante, y que todo lenguajearticulado es, en principio, un lengua-je oral.

La función desempeñada por el len-guaje como instrumento representativo(alejado de la realidad), es diferente ala de la tradición oral, la cual es la en-cargada de acumular las experienciasmateriales (oficios) y espirituales (mi-tos, costumbres) de los pueblosanalfabetos.

Por otra parte, la lingüística culturalnos ha enriquecido con la noción de queel lenguaje o el idioma no es –en modoalguno– un simple reservorio de pala-bras depositarias del pensamiento, sinola herramienta humana más importan-te del hombre para transformar larealidad y la sociedad.

En general se supone que en losprocesos de opresión cultural, las co-munidades oprimidas desarrollaronciertas tácticas lingüísticas defensivascon el fin de preservar los valores desu cultura. Como ejemplo de ello, po-demos citar lo que acontece con ellunfardo. Y ese fenómeno no sólo tie-ne lugar en los grupos, sino también deforma individual, pues la naturalezasubjetiva del pensamiento permite quela persona exprese o no, con la pala-bra, lo íntimo de sus opiniones.

Para los africanos arrancados de suámbito cultural original e impedidos decomunicarse en sus propias lenguaspor falta de interlocutores, la valora-ción subjetiva influyó, forzosamente,para otorgarles connotaciones nuevas

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a las palabras contenidas en el idiomadel opresor.

Esa actividad intelectual y recreadora,insoslayable en todo hablante, le permi-tió al hombre negro preservar susconnotaciones ancestrales, cualquieraque hubiese sido el grado o la forma deopresión cultural; estuviera aislado o engrupo; entre miembros de una mismaetnia y en los procesos de mestizaje.

La represión lingüística ha enriqueci-do la tradición oral en las comunidadesde origen africano, ya que, en el haci-namiento y marginación a los cualesfueron condenados los nativos, su ex-presividad pudo operar libremente sin laintervención del opresor. De las bode-gas de los barcos negreros; de lasbarracas de esclavos; de las barriadasnegras en las ciudades; de las comuni-dades rurales, plantaciones, haciendasy asentamientos de cimarrones, surgie-ron dialectos e idiomas con que lospueblos negros han enriquecido, enAmérica, las lenguas modernas. Porejemplo, se han podido identificar lasraíces africanas en los fenómenos demestizaje que han tenido lugar en la so-ciedad colombiana.

En Colombia se han estudiado losfenómenos de intercambio lingüísticoentre indios, africanos y europeos en lascomunidades analfabetas y semiletradascon profuso mestizaje étnico y cultural,pero la profundidad de esos fenómenosno permite precisar el origen de lospréstamos lingüísticos utilizados comopropios por todos los habitantes.

Otro aspecto de la comunicación orales que se nutre de otros signosparalingüísticos como son, entre otros,los tonos de las voces y las pausas. Ellenguaje verbal está muy vinculado al

lenguaje corporal. Los signos vocales(de la voz en movimiento), no puedenverse aislados de las miradas y gesti-culaciones que interactúan y participanen la comunicación oral, sin olvidar lapresencia física de los interlocutorescomo característica indispensable de lacomunicación verbal.

Ahora bien, el texto escrito exige serleído lineal o secuencialmente y requie-re un tiempo de escritura y un tiempode lectura, mientras que el texto vocalimplica niveles simultáneos de percep-ción y lleva consigo la simultaneidad dela presencia de quienes intervienen enla comunicación.

El texto escrito se caracteriza por laausencia física del lector en el momentode la escritura y la ausencia física delescritor en el momento de la lectura,mientras que la comunicación oral es“comunicación en presencia física”. Eltérmino “comunicación cara a cara”alude a esa modalidad de la comunica-ción y permite compararla con otrasformas comunicativas que no exigen lapresencia física, como por ejemploaquellas donde intervienen las tecnolo-gías modernas de comunicación (radio,cine y televisión), además de la formaescrita.

El término “oral” sólo remite a laboca, deriva del latín oris –que signifi-ca boca– y se usa para calificar un tipode transmisión. El término “cara acara” se refiere a una acción corporalque incluye miradas, gestos, movimien-tos. En fin, una interacción en la cualinvolucra todos los sentidos.

El análisis de la dimensión corporalen la comunicación oral ha llevado alos estudiosos a tomar en cuenta sudimensión teatral, o sea, “su puesta en

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escena”. Don Fernando Ortiz denomi-nó como teatro, y no como literatura, aese tipo de fenómenos. El Tercer Des-cubridor de Cuba afirma que “[…] unatraducción literal no se corresponde conel valor del sentido del original […]”,porque “[…] le falta lo palpitante, elalma […]”.1

De esa afirmación de Ortiz se des-prende el hecho de que lo literaldesempeña una función significante, peromás importante aún son el gesto y laacentuación. Para muchos expertos, elarte de la narración oral constituye unaforma expresivo-creadora. Es decir, noes una variante o germen de la literatu-ra ni el teatro, pues esas denominacionesno designan formas expresivas carac-terísticas de todas las culturas, sino quese refieren a aspectos particulares dedichas culturas, que se corresponden conel desarrollo de la civilización occiden-tal, cuyos valores y representacionessimbólicas han alcanzado hegemonía aescala mundial.

Al referirnos a las culturas tradicio-nales, contentivas de una oralidadprimaria –desconocedora de la escritu-ra– no debe obviarse el enfrentamientoa las creencias, mitos y prejuicios erró-neos, pero, quizás, revestidos de ropajecientífico.

En ocasiones, la opinión pública mun-dial ha estimado que esas sociedadesiletradas continúan siendo primitivas,atrasadas e incivilizadas, pobres en ma-nifestaciones culturales, carentes delenguaje articulado y, en suma, conde-nadas a desaparecer. Por fortuna,conceptos como el de “civilizacionesprimitivas” han ido perdiendo terrenogracias a la cantidad y calidad en loshallazgos de investigaciones antro-

pológicas acerca de las culturas no oc-cidentales, y, además, por la oposiciónde los pueblos discriminados que ya notoleran seguir siendo objeto de una ma-nipulación verbal basada en el racismo,la ignorancia y la intolerancia.

En un mundo donde ya todos lospueblos establecen comunicación, esospatrones de pensamiento colonialistaestán llamados a desaparecer…, mástemprano que tarde. Otro de los pre-juicios esgrimidos frente a los pueblosde oralidad tradicional es el carácter su-puestamente conservador de susculturas. Se ha llegado a afirmar quelo oral es en sí conservador frente alcarácter progresivo y progresista de loescrito.

Los argumentos que pueden aducirsepara sustentar tal criterio son endeblesen grado sumo, ya que puede hablarsede la necesidad de “memorizar” la tra-dición oral a fin de transmitirla a lasgeneraciones venideras, pero nada obli-ga a una población determinada amantener intacta o estática su tradiciónoral, pues siempre tienen lugar cambios.“Lo escrito, escrito queda”, es decir,una vez que se haya fijado un texto porescrito no será fácil alterarlo.

En cambio, lo oral suele admitir mo-dificaciones, porque hasta los mitosmás estandarizados poseen numerosasversiones, a tal punto que una sola per-sona puede llegar a narrar o contarmás de una variante sobre el mismohecho de acuerdo con sus gustos y ne-cesidades. Hay ejemplos relacionadoscon textos, cuidadosamente recopila-dos por un investigador, que han sidorechazados por los miembros nativos dela misma comunidad o sociedad con unafrase que encierra cierto desdén: “Esa

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es tu manera de narrar la historia, no-sotros tenemos la nuestra”.

Para nadie constituye un secreto elhecho de que circulan falsedades acer-ca de la diferencia entre lo oral y loescrito, también se puede afirmar quela oralidad presenta características es-pecíficas, que le confieren unadimensión sui generis en el contexto decualquier cultura.

La oralidad que llamamos primariase fundamenta en el intercambio ver-bal directo entre las personas y en laexistencia de grupos humanos peque-ños que se comunican mediante undiálogo directo y sutil, en donde se en-tremezclan respuestas, comentarios,rectificaciones y hasta la ironía con suescala emotiva.

En la tradición oral arrancada a losindígenas se superponen lo mitológico,lo ritual, lo histórico.

El término literatura oral fue creadopor Paul Sebillot, quien introdujo esanoción en los términos siguientes: “Laliteratura oral comprende aquello que,para el pueblo que no lee, reemplaza alas producciones literarias”.2 La litera-tura oral precede a la literatura escritay está presente en todas partes en de-pendencia del grado de evolución de lospueblos. Desde luego, no admite sercomparada con el contenido de lasobras escritas…, pero existe.

Sin dudas, nadie osaría negar que laescritura es posterior a la oralidad,pero no cabe aceptar que se le consi-dere superior… por ser posterior. Comoes obvio, la escritura ha invadido lasculturas ágrafas, pero se impone el he-cho de tratar de orientar ese fenómenoen beneficio de las culturas que, hoydía, sucumben ante su poder omnímo-

do e indescifrable para el hombre abo-rigen. La escritura debe estar alservicio del diálogo horizontal e igua-litario entre culturas y no de parte dela exclusión o el aniquilamiento. Debeaspirarse a que la escritura sea com-plemento de la oralidad, no suenemiga.

Los miembros de las culturasnetamente orales han exigido su ingre-so al mundo de la escritura, pues laépoca requiere que las sociedades nopermanezcan aisladas entre sí,autocríticas ni autosuficientes. Ojaláque ese encuentro signifique un enri-quecimiento recíproco capaz demantener y reforzar los valores cultu-rales que atesora la humanidad.

Por otra parte, sería interesante vol-ver la mirada hacia otro aspectorelacionado con la oralidad tradicionaly es la significación del mito dentro dela literatura oral, ya que nada justificala creencia de que el acervo literariooral de un pueblo está constituido poruna colección de mitos.

Junto al mito, se cultivan otros géne-ros literarios como los cuentos, lasleyendas, las epopeyas, los poemas, losrefranes. Además, el mito está consi-derado un objeto de estudiointerdisciplinario para la Etnología, elPsicoanálisis y la propia ciencia de lamitología.

Existe también el falso concepto deque los textos de literatura oral proce-dentes de los pueblos ágrafos suelen serpoco desarrollados en su forma y con-tenido. Ello se fundamenta en el hechode que, en el pasado, la recopilación sehacía con técnicas muy rudimentariasy por personas desconocedoras de lalengua nativa.

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Hoy día, el uso de la grabación, elmeticuloso trabajo de campo de los in-vestigadores y el entrenamiento recibidopor los nativos en la escritura de su len-gua, posibilitan la obtención de textosmucho más completos y complejos.

En la literatura oral predomina la pro-sa sobre el verso en lo concerniente ala elocución de los textos, pero, cuan-do se produce la versificación, estasuele ir acompañada de frases musica-les o de algún canto, puramente vocal,o acompañado por instrumentos.

La métrica, con sus medidassilábicas, acentos fijos y rimas, se apre-cia en la poesía oral euroasiática, perono parece ocurrir lo mismo en otroscontinentes, donde el predominio delverso libre es absoluto.

Existe también una literatura oralabundante y variada en los pueblos quehan entrado en contacto recíproco consectores de la sociedad dominante.

Debe saberse distinguir la literaturaoral u oralidad literaria de la oralidad nomarcada por rasgos distintivos de ca-rácter estético. La lingüística haprestado atención al estudio del discur-so, el análisis textual y contextual, lapragmática y la fraseología de todas laslenguas vivas.

De cualquier modo, es difícil, cuan-do no imposible, establecer unafrontera entre literatura oral y oralidadpura y simple. Se ha citado como ejem-plo la grabación de un monólogocoloquial enunciado por un chamányekuana del Amazonas venezolano. Sele solicitó que simulara entablar unaconversación (en su lengua original)con los familiares, como si regresaraa su hogar luego de un accidentado díade cacería.

Todos pensaron que el chamán articu-laría unas cuantas frases inconexas…,pero, para sorpresa de todos, escucha-ron una larguísima y fluida exposiciónimprovisada con el ritmo y la cadenciade una pieza oratoria. Tales hechos de-muestran que la literatura oral es capazde surgir del seno de lo cotidiano y enel momento menos esperado. Ningúnnativo codifica los aspectos literarios desu cultura como lo haría un occidental,pero sí es capaz de analizar su compor-tamiento cultural de oralidad estética,aunque lo realice de una forma muy pe-culiar.

Las formas de oralidad primaria es-tán históricamente presentes en todoslos pueblos tradicionales. Sin embargo,en esos mismos pueblos también sur-gieron las formas de oralidad secundaria:ya no constituye mayor dificultad grabary radiodifundir conversaciones, narracio-nes, cantos u otro material oral, aun enlas lenguas más distantes y menoshabladas de la tierra.

Es necesario incrementar la divulga-ción de programas de educaciónintercultural bilingüe o de revitalizaciónlingüística en donde se ofrezcan buenosejemplos de dicción, composición y es-tilo orales a niños y jóvenes que han idoperdiendo la lengua autóctona por el in-flujo de la opresión cultural.

La multiplicidad y la diversidad de laslenguas del mundo repercuten en la va-loración de la oralidad como posesiónuniversal del ser humano. Cada idiomaes un mundo en sí mismo, un códigocomplejo, contentivo de otros códigosparciales que se refieren a las distintasmanifestaciones del lenguaje humano,así como a las numerosas variedadesde la oralidad primaria.

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Es importante comprender la riquezainsustituible de cada sistema lingüísticoa través de sus categorías fonológicas,morfosintácticas, lexicosemánticas,pragmáticas y discursivas. La relaciónlengua-cultura en una sociedad determi-nada ha sido objeto de valiososestudios. Es conocido que existencondicionamientos mutuos entre lo lin-güístico y lo extralingüístico que handevenido en temas de investigacióncientífica.

Citemos como ejemplo la existenciade indicadores –específicamentenarrativos– en lenguas como el wayúo guajiro (Venezuela y Colombia), elswahili (África Centro-Oriental), el he-breo bíblico y muchas otras que puedenconcederle al estilo narrativo una plas-ticidad especial, difícil de encontrar enotras lenguas.

Los idiomas que no han desarrolla-do la categoría gramatical del tiempoconfieren a sus mitos y narraciones unaprofundidad temporal, rayana en la eter-nidad y tributaria del comienzo de lostiempos. La primera gran obra literariade toda cultura autónoma es el idioma,depositario del conjunto de textos queconstituyen su acervo cultural y lo con-vierten en patrimonio común de toda lahumanidad.

Además de registrar y archivar lastradiciones orales que los investigado-res han acumulado, es precisoreflexionar acerca de la metodologíaadecuada al estudio de ese registro yde los materiales recopilados, para co-nocer los procedimientos específicos dela creación verbal. Ello redundará enbeneficio del indispensable trabajointerdisciplinario, en donde la antropo-logía, la historia, la lingüística y los

estudios literarios se complementenpara alcanzar el objetivo propuesto.

Walter Ong precisa que “[…] la con-dición de las palabras en un texto es[…] distinta de su condición en el dis-curso hablado. Aunque se refieran asonidos y no tengan sentido, a menosque puedan relacionarse externamenteo en la imaginación con los sonidos […]o los fonemas que codifican, las pala-bras escritas quedan aisladas delcontexto más pleno, dentro del cual laspalabras habladas cobran vida”.3

Es del conocimiento de los investiga-dores que el hablante, en ocasiones,confunde, con intención, al auditoriopara luego ofrecer datos más concre-tos referidos a la correcta interpretacióndel discurso. Eso requiere mucha aten-ción por parte del oyente, pues laambigüedad que se aprecia no es undefecto, sino la sucesión de transforma-ciones en las cuales se distingue laelaboración personal del orador o ha-blante, quien se esfuerza por extraerimágenes de su acervo tradicional y desus recuerdos, lo que requiere la acep-tación por parte del oyente y su másamplia comprensión.

Jamás se ha pretendido hacer unaapología de la oralidad en detrimento dela escritura, sino proponer ciertas nor-mas que puedan ser utilizadas comotemas de reflexión.

La idea de que la oralidad comofuente de creación artística (y en unsentido más amplio, ideológica), habíadesaparecido o permanecido anquilo-sada, encontró sus raíces cientos deaños atrás, cuando la única palabra ver-dadera era la escrita en la Biblia. Seimponía la conquista bajo la égida de laespada. Si no se mataba, se intentaba

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dominar, y la dominación se llevaba acabo con el olvido de las tradiciones yla imposición de leyes y creenciasavaladas por la escritura, máximo len-guaje de autoridad.

Sin embargo, la tradición oral conti-nuó transmitiéndose y ha perdurado. Esnotable el conocimiento acerca de losmitos conservados desde la épocaprehispánica. El mito es la palabra ela-borada por un grupo social pararepresentarse a sí mismo, y poseer unmodelo de conducta basado en un dis-curso o en el ejemplo dictado por un dioso héroe. Es la regla suprema, palabratotal sobre el mundo y las cosas. La na-rración oral más avanzada no buscarespuestas etnológicas o cosmológicas,como sucede en los mitos.

En la realidad, los indígenas son ex-plotados por los mestizos, pero, a escalaimaginaria, se ven abandonados por unadivinidad a la que siempre ofrecieronsacrificios (un animal, velas, oraciones)a fin de obtener sus dones. Y esa mis-ma divinidad los sacrifica en beneficiode quien los domina. No son los dio-ses quienes les niegan sus bienes, sinootros hombres que los guardan para sí.La lucha no es, por lo tanto, contrafuerzas telúricas, sino contra otros se-res humanos más fuertes, a quienessólo la astucia puede arrancar la rique-za que les pertenece a todos.

Así las cosas, es imprescindible te-ner en cuenta la existencia de la palabraoral como medio de creación abstrac-ta comprometida y no simplementecomo fenómeno folklórico. Esa crea-ción compleja, donde se combinantransmisión y memorización, refleja lamentalidad de un sector importante dela población mundial, que no debe per-

tenecer al grupo de los “olvidados”, ymenos aún, al de los “vencidos”.

Las sociedades indígenas de tradi-ción oral demuestran que la literaturaoral no es estática ni pertenece al pa-sado. Por el contrario, se trata de unmedio de expresión y transmisión deconocimientos con plena vigencia. Laoralidad permite a esos grupos desarro-llar sus capacidades artísticas, yademás, expresar las situaciones de cri-sis que viven como consecuencia delcontacto conflictivo con los mestizos.

En las comunidades andinas, dondese habla la lengua quechua, los testimo-nios orales han sido la única fuenteconservada acerca de la historia, lasluchas, el recuento de los límites te-rritoriales y toda la tradición oral entorno a la actividad pastoril desplegadapor los miembros de esas comunidades.

Los investigadores no desconocen lasituación precaria en la cual han vividolas comunidades marginadas (negras,indias y mestizas), en Colombia, Vene-zuela, Panamá, Nicaragua, Brasil,etcétera. Frente a esa dramática reali-dad no se ha detenido la labor dedetección de los graves problemas dehambre, mortalidad infantil, pobreza, ha-cinamiento y analfabetismo, así comoen relación con la pérdida de los valo-res ancestrales que, con gran celo,habían sido preservados.

La narrativa directa, enriquecida conlas historias transmitidas de generaciónen generación, contribuye al rescate,salvaguarda y valoración de la realidadcaribeña y latinoamericana –oralidadentendida como patrimonio de nuestrasdiferentes culturas–, pues los puebloscon amnesia histórica son pueblos sinfuturo.

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El aparente empobrecimiento de laactividad creativa de las grandes ma-yorías no es el resultado de una faltade capacidad de renovación de nues-tras formas culturales, sino de laimposición de modelos ajenos difundi-dos a los más apartados rincones delplaneta a través de los medios de co-municación social.

La defensa de la identidad demandael conocimiento y valoración de las di-versas manifestaciones artísticas, asícomo la elaboración de políticas cultu-rales capaces de permitir la transmisiónde emociones y valores propios y quepropicien una verdadera actividadcreativa.

Obtener testimonios mediante las ri-gurosas investigaciones desarrolladaspor los especialistas constituye una re-serva histórica utilizable en laelaboración de planes y programas edu-cativos consecuentes con la realidad decada comunidad o país.

Los estudios acerca de la tradición oralhan proliferado, quizás, por la necesidadcada vez más acuciante del hombre devolver a sus raíces y re-encontrarse a símismo. La oralidad mantiene vivo unsustrato que permite esa exuberancia na-rrativa observada en nuestra novelísticay cuentística, géneros en los cuales seaprecia esa variedad temática que tipificalas letras americanas.

El estilo de “narrar”, que distingue afiguras de la talla de García Márquezy al mundo de “lo real maravilloso” dela obra carpenteriana, nació de laoralidad, porque emana de esa “mane-ra de decir” en un lenguaje directo yclaro que respeta el léxico y las cláu-sulas ancestrales y ha sido legado poruna práctica milenaria desde la época

en que la palabra era el vehículo idó-neo para la transmisión de la idea. Así,el presente escudriña en el pasado paraestablecer un sólido nexo con el futuro.

Las culturas orales transmiten, a tra-vés de la palabra, la concepción de unmundo que se renueva y a la vez con-serva sus tradiciones, para que elhombre de estas tierras se encuentrediseminado y reproducido en cada le-yenda, cada cuento, cada proverbio, locual constituye parte del patrimonio delhombre americano, patrimonio com-partido con otros pueblos del mundo,pero que tiene algo en común: la pa-labra como medio de expresión yconservación de sus tradiciones. Latradición oral de los pueblos es, sinduda alguna, un componente funda-mental de nuestro acervo cultural ydebe ser propósito permanente el con-tribuir a la preservación y estudiosistemático de esa importante fuente deinformación y medio de comunicación.

¡Ojalá la palabra hablada nos permi-ta alcanzar la paz entre los hombres!

Notas1 Ortiz, Fernando. Los bailes y el teatro de losnegros en el folklore de Cuba. La Habana:Publicaciones del Ministerio de Educación, 1951.p. 409.2 Sebillot, Paul. El folklore. Literatura oral yetnografía tradicional. París: Editorial París,1913. pp. 20-43.3 Ong, Walter. Oralidad y escritura. Tecnologíasde la palabra. México, DF: Publicaciones delFondo de Cultura Económica, 1987. pp. 23-60.

Otra bibliografía consultada

ABDULAZIZ, MOHAMED H. De viva voz yde boca en boca: la palabra

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hablada, principal medio de comu-nicación entre los hombres. París:Correo de la UNESCO, 1982. pp. 8-9 y 63-65.

ARROM, JOSÉ JUAN. Mitología y artesprehispánicas de Las Antillas.México, DF: Editorial Siglo XXI, 1975.

FEIJÓO, SAMUEL. Influencia africana enLatinoamérica: literatura oral yescrita. México, DF: Editorial SigloXXI, 1977. pp. 129-151.

LARA FIGUEREDO, CELSO A. Contribu-ción del folklore al estudio de lahistoria. México, DF: Editorial Uni-versitaria, 1977. pp. 214-254.

LOMBARDI SATIANI, L. M. Apropiacióny destrucción de la cultura de lasclases subalternas. México, DF: Edi-torial Nueva Imagen, 1978. pp. 39-51.

VALDÉS BERNAL, SERGIO. La oralidad¿ciencia o sabiduría popular?Bogotá: Editorial Bolívar, 2004. p. 59.

VALDERRAMA FERNÁNDEZ, RICARDO y CAR-MEN ESCALANTE GUTIÉRREZ. Libro tes-timonial: Gregorio CondoriMamani (autobiografía). La Haba-na: Editorial Arte y Literatura, 1988.

VEGA-CENTENO, IMELDA. Aprismo popu-lar: mito, cultura e historia / 2da.ed. Lima: Tarea Editores, 1986. p. 125.

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Heráldicade la villade Guanabacoa

Maikel Arista-Saladoy Hernández

Investigador

La heráldica se nos descubre hoycomo la ciencia encargada del es-

tudio de los escudos de armas, yentiéndase escudo de armas no comoel artefacto meramente defensivo sinocomo la expresión de valores cultura-les a través de figuras y símbolos quetienen un particular significado, que seinsertan en un campo bajo determinadoscánones estéticos, cuya inamovilidad lesha merecido el calificativo de “leyes”,no porque lo sean como actos norma-tivos emanados de voluntad estatal, sinoporque su inobservancia puede rendir elescudo por desfiguración si no se justi-fica plenamente.

Por ejemplo, las armas cívicas delmunicipio de Santo Domingo, en VillaClara, muestran un jironado1 de azur(azul) y gules (rojo), vestido de oro; seprefiere por lo general la alternancia decolor y metal, aunque no está del todoincorrecto el diseño cromático deljironado de Santo Domingo de Villa Cla-ra. En este caso, la presencia de los dosesmaltes está justificada al simbolizar loscolores nacionales, según la semiologíaque le asignó su creador. El caso delescudo de Santo Domingo es undignísimo ejemplo –acaso único en la

heráldica contemporánea cubana– deun bello discurso heráldico.

La heráldica cívica en América La-tina nace en la primera década del sigloXVI; por esas fechas ya la corona es-pañola tenía interés en certificar susnuevos dominios en las llamadas IndiasOccidentales, y es así que en 1508 con-cede escudos de armas a catorce villasde La Española. Estos escudos se ca-racterizan por su extraordinariasencillez (afortunadamente), y por logeneral utilizan el recurso parlante (ar-mas que emplean figuras equivalentesal objeto del símbolo), geográfico ohagiográfico (la hagiografía es la histo-ria de la vida de los santos) como hiloconductor del discurso heráldico. Entreestos escudos concedió Castilla el de lavilla de Santo Domingo, en la Españo-la, que aún hoy se usa. Más tarde, en1511, se le otorgaría a Puerto Rico;2 yya en 1516 se confiere, a petición dePánfilo de Narváez y AntonioVelázquez, el escudo para la entoncesllamada Ysla de Fernandina –hoy Re-pública de Cuba–, que estuvo vigentehasta la retirada política de España afavor del gobierno militar estadouniden-se iniciado en 1898 como consecuenciade la Guerra Hispano-Cubano-Norte-americana.3

La heráldica cívica cubana tuvo undesarrollo fascinante durante los siglosde coloniaje español. Los ayuntamien-tos clamaban a la corona por laconcesión de armas que, generalmen-te, venía acompañada de otrassolicitudes como la de uso de uniformespara los funcionarios del ayuntamientoy títulos honoríficos para este.4 Veamosel caso de la villa de Nuestra Señorade la Asunción de Guanabacoa.

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Por Real Cédula de 13 de agosto de1743 –aún vigente–, don Felipe V con-cedió escudo de armas a la villa deNuestra Señora de la Asunción deGuanabacoa, al otorgarle asimismootras gracias que por su naturaleza aje-na al tema que nos ocupa, notrataremos en esta nota. La Real Cé-dula debe tener su antecedente en unapetición del Ayuntamiento de la villa,pero no hemos podido encontrar talesreferencias en las obras consultadas.La predicha Real Cédula de don Feli-pe V describe las armas en lossiguientes términos: “[...] se debe com-poner de un pedazo de mar en la partesuperior, en el medio los dos fuertes deCojímar y Bacuranao, en la parte infe-rior, una montaña y en la esterior,dando vuelta al escudo y por orla de élla inscripción siguiente: ‘Escudo de ar-mas de la Villa de la Asumpcion deGuanabacoa por el Rey Ntro. Sr. DonFelipe Quinto [sic]? [...]”.5

En primer lugar, debemos aclararque, si bien don Felipe V concedió unescudo a la villa de Guanabacoa sin ha-cer mención de los esmaltes de lasparticiones y muebles, ello no significaque no los hubiese tenido ni que carez-ca de ellos en la actualidad. Un escudotiene esmaltes por definición. No pue-den existir armas acromáticas.6 Sinembargo, este proceder del monarca,que a la luz del blasón contemporáneopuede parecer impreciso y vago, eratambién una costumbre de laheraldografía del momento. Ello lo po-demos comprobar con la concesión delescudo de la propia Universidad de LaHabana donde se deja la selección delos esmaltes a los Reyes de Armas deSu Majestad; sin embargo, en el caso

concreto del escudo de Guanabacoanotamos ciertas incoherenciascromáticas en el diseño que en la ac-tualidad se considera “oficial”. El escudode Guanabacoa está incorrectamenteesmaltado, pues el artista encargado desu diseño fuese acaso un excelente pin-tor, pero no un heraldista, que no teníapor qué serlo y, en consecuencia, su obrano se ajusta a los cánones heráldicos, yveremos la causa:

El mar, por lo general, se representapor medio de ondas de agua, de azury plata (blanco o gris), si el campo7 esplata, entonces la faja y la bordura de-ben ser de color, por el canon deesmaltaje.8 Las torres deben, por tan-to, ser de metal, preferiblemente el oro(amarillo).9 Por esa razón creemos quela faja debe ser de azur y la bordurade gules. Siguiendo el patrón deesmaltaje, la inscripción que carga labordura debe estar esmaltada en oro,y así, la corona real que lo timbra debeser la borbónica, correspondiente a ladinastía de los Borbones.10 El diseñomuestra la corona real de Castilla.

Escudo raso de Guanabacoa

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Atendiendo a estas consideracionessobre los adecuados esmaltaje yemblasonamiento del escudo guanaba-coense, este puede describirse de lasiguiente manera: en plata, faja de azurcargada de dos torres de oro, puestasen faja, y acompañada en jefe de on-das de agua, de azur; y en punta, de unamontaña de sinople. Bordura de gulescon la inscripción: “Escudo de Armasde la Villa de la Asumpcion deGuanabacoa por el Rey Ntro. Sr. D.Felipe Qto.”, en letras de oro. Al tim-bre, Corona Real cerrada. De maneraque fueron recomendados respetuosa-mente a la Asamblea Municipal delPoder Popular de Guanabacoa la apro-bación del Reglamento del Escudo deGuanabacoa, con reglas de uso y fabri-cación, como también de la banderamunicipal, a la que podemos dedicar unespacio autónomo en el futuro.

Vigencia semiológica del es-cudo

La heráldica cívica puede definirse,en resumen, como la representación delos valores culturales e históricos de unadeterminada región en una corporacióncívica, a través de símbolos que se in-sertan en un escudo de armas conarreglo a las leyes del blasón. Así desencillo podemos deducir entonces quetodo escudo de armas es representati-vo de la corporación que simboliza,quizá no lo suficiente o de la mejor ma-nera, pero indiscutiblemente hace elintento. La vigencia semiológica de lasarmas es un tema muy debatido queaún hoy nos preocupa, y para el cual,en ocasiones, es posible encontrar so-luciones prácticas. Los escudos dearmas muchas veces admiten actuali-

zaciones o modificaciones que no lace-ran su expresión de identidad; tales sonlos casos, en Cuba, del propio escudode la República,11 de las armas de LaHabana (ciudad y provincia), en 1938y 1997, respectivamente;12 del escudode Sancti Spíritus, modificado en 1911,13

o el de la misma villa de Guanabacoa,en 1837.14 Sin embargo, en ocasionesno admiten tales modificaciones en tan-to se perdería su elemento principal ydejaría de ser identificativo: ocurre conlas armas de la República de Colombia,donde se muestra el istmo de Panamáaunque dicho territorio no pertenece a laactual República de Colombia.15

Algo similar ocurre con el escudo deGuanabacoa: si bien el blasón fue con-cedido en 1743 y en aquella época elterritorio guanabacoense tenía salida almar, por la división política de 1976 lafranja costera quedó segregada y con-vertida en municipio bajo el nombre deHabana del Este. Entonces ya el mar ylas torres quedan fuera de la competen-cia de lo que quedó como Guanabacoa,y el escudo podría decirse que no seajusta semiológicamente a la realidad.¿Qué se hace en estos casos?¿Guanabacoa debe suprimir la faja y eljefe de su escudo de armas y reajustarsu escudo de armas a su actual reali-dad político-administrativa?

Para responder esta pregunta nosremitimos a dos fuentes: la legislacióny a las costumbres españolas de los si-glos XVIII y XIX, y la naturaleza jurídicade tales concesiones, así como su vi-gencia en nuestro actual ordenamiento.Un escudo de armas se le concede ala villa a perpetuidad. La concesión realde honores como títulos nobiliarios y es-cudos de armas es “para siempre

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jamás”, exista o no una corporación cí-vica en el futuro que lo asuma, y dadoque el Ayuntamiento de Guanabacoa,durante la actual república, no ha con-firmado su escudo ni emitido ningúncriterio legislativo ni acuerdo de su go-bierno con relación a su usoíntegramente, ello significa que continúareconociendo como válida y única laReal Cédula de don Felipe V de 1743.Por tanto, nos atrevemos a exponer al-gunas conclusiones:

1) El escudo de armas que conce-de don Felipe V en Real Cédula de 13de agosto de 1743 es para la villa deGuanabacoa, sean cuales fueren sus lí-mites geográficos en el futuro.

2) Teniendo en cuenta la antigüedaddel escudo y su enraizado reconoci-miento como propio de la villa deGuanabacoa, no se recomienda la supre-sión de los cuarteles que en laactualidad simbolizan elementos que es-tán fuera del territorio guanabacoense.

3) La corona real al timbre simboli-za sometimiento a su majestad el reyde España, y aunque no se ajusta a laactual situación política del país, es in-negable su profunda importanciahistórica.

4) El escudo de Guanabacoa debeblasonarse como: en plata, faja de azurcargada de dos torres de oro,mazonadas de sable, y puestas en faja;acompañada (la faja) en jefe de ondasde agua, de azur, y en punta, de unamontaña de sinople. Bordura de gulescon la inscripción: “Escudo de Armasde la Villa de la Asumpcion deGuanabacoa por el Rey Ntro. Sor. D.Felipe Qto.”, en letras góticas de oro;al timbre, Corona Real española, ycomo adorno, collar de Carlos III, que

debe salir del jefe del escudo, y no delos flancos, como lo hace el diseño re-conocido como oficial.

5) La Asamblea Municipal del PoderPopular de Guanabacoa debe estable-cer el esmaltaje de sus armas poracuerdo, de manera que tenga alcanceobligatorio y el territorio se comprometaa respetar el esmaltaje que se establez-ca por disposición normativa.

6) La Asamblea Municipal del PoderPopular de Guanabacoa debe promul-gar un reglamento para el uso delescudo de armas y promover su em-pleo en centros docentes dentro delmunicipio.

7) No existe un escudo oficial en elsentido material de la palabra. Algunosconsideran que si el escudo se pintacon otro estilo deja de ser tal. El escu-do de armas es un producto subjetivo,que se objetiviza en cada obra plásticao digital que lo contenga. Por tanto,ello demuestra la importancia de defi-nir su descripción, de forma tal quepodamos desterrar el mito del escudooficial de los vocabularios académicoy popular.

8) El escudo de Guanabacoa, entanto fue otorgado por real cédula, aúnvigente, sólo puede modificarse me-diante una Ley de la AsambleaNacional del Poder Popular o un De-creto-Ley del Consejo de Estado. LaAsamblea Municipal del Poder Popu-lar no tiene competencia para modificaruna disposición normativa con rango deley, y por tanto, sólo puede limitarse areglamentarlo. El hecho de que algunosescudos cubanos hayan sido concedi-dos por reales cédulas y otros poracuerdos de sus respectivos ayunta-mientos o asambleas del Poder

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Popular, demuestra la necesidad depromulgar una Ley de los SímbolosLocales, como existe la de los símbo-los nacionales, que armonice todo elsistema simbológico de nuestras comu-nidades.

La mejor solución para evitardiferendos entre los dos territorios porcausa de sus símbolos, sería que el mu-nicipio Habana del Este concediesepara sí nuevas armas, pues ya no seestila, por desgracia, que los gobiernosmunicipales incorporen sus condecora-ciones en sus armas, como tampocoque el Gobierno central conceda armasa las localidades.16 Para Habana delEste proponemos las siguientes armas:En plata, seis estrellas pentagonales, deazur, puestas en dos palos; en punta,ondas de agua, de azur; bordura de gu-les con cinco torres de oro, donjonadas

y mazonadas de sable. Exornes propiosde la Ciudad de La Habana.

Las estrellas simbolizan los seisasentamientos poblacionales del territo-rio, a saber: Camilo Cienfuegos, Bahía,Alamar, Campo Florido, Cojímar y

Guanabo. El mar es símbolo de la si-tuación costera del territorio. Labordura en gules simboliza la importan-cia del deporte y las cinco torresrepresentan las cinco fortificaciones delsistema defensivo de La Habana quese encuentran en Habana del Este, yla corona es portavoz de la pertenen-cia de dicha región a un ente másdinámico y articulado, que es la Ciu-dad de la Habana.

Ambos escudos de armas tienencomo esmalte del campo la plata, y unabordura de gules; elementos que losunen en la historia, en tanto Habanadel Este originalmente pertenecía aGuanabacoa.

Collar de la Real y Distingui-da Orden Española de Carlos III

La Real y Distinguida Orden espa-ñola de Carlos III fue creada por RealCédula el 19 de septiembre de 1771 yes también conocida como Orden de laPurísima Concepción.17 Su institución sedebió al nacimiento del infante don Car-los, hijo de los príncipes de Asturias,quien luego reinaría en España bajo lanomenclatura de Carlos IV. La ordense instauró para “[…] premiar a suje-tos beneméritos y adeptos a la Personade Carlos III”.18

El collar de la Orden de Carlos IIIfue concedido a la villa de Guanabacoapor la reina doña Isabel II, por RealOrden de 21 de abril de 1837. En elmomento de dicha concesión la Ordencontaba con los grados de: Gran Cruz,Pensionista y Supernumerario. La con-cesión del collar no significa, sinembargo, que doña Isabel II haya nom-brado al municipio miembro de la ordenbajo algún grado de los expuestos, sino

Armas que se proponen para Habana del Este

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que como desde el siglo XVI se poníaen las armas reales la Orden del Toi-són de Oro, al llegar el primer Borbónal trono español,19 este puso la Ordendel Espíritu Santo, de origen francés, enlas armas reales, y luego se comenzóa poner la de Carlos III en sustituciónde la orden francesa.20

Actualmente, la orden tiene cincogrados, según el Reglamento de la Realy Distinguida Orden Española de Car-los III, por el Real Decreto 105/2002,de 11 de octubre, a saber: Collar, GranCruz, Encomienda de Número, Enco-mienda y Cruz.

“Las insignias de los Caballeros delCollar consisten en un collar compues-to de catorce torres, catorce leones,siete medallones con la cifra del Mo-narca fundador, y seis trofeos militares,todos alternados; de una de las cifraspende la cruz insignia de la Orden queconsiste en una cruz maltesa de cua-tro brazos iguales, de oro, rematados enbolitas de lo mismo, y esmaltadas deazul celeste con los bordes blancos; enentre los brazos, cuatro flores de lis deoro. En el centro de la cruz, un óvalode oro orlado de esmalte azul celeste,

con una imagen de la Purísima Concep-ción en sus colores, según la conocidaimagen de Murillo, conservada en elMuseo del Prado. Por remate, una co-rona de laurel de oro, anudada por unlazo azul celeste. En el reverso, el óvaloes de esmalte azul celeste con la cifradel Monarca fundador en oro, orladocon la leyenda Virtuti et Merito sobreesmalte blanco”.21

Notas1 Don Vicente de Cadenas y Vicent, en sudiccionario, dice que jironado es: “Escudocompuesto por ocho jirones de metal y colorcuando sus puntas se unen en el centro del escudo.Cuando no llega o pasa de ocho, es precisoindicarlo”.2 El escudo de borinquen es el más antiguoconcedido a un país de América, todavía en uso.La corona concedió escudos independientementea catorce villas de la Hispaniola, pero ningúnblasón a la isla en su totalidad. Es, además, elúnico escudo en el mundo, que tiene como piezaprincipal al Agnus Dei.3 España renuncia a la soberanía cubana por elTratado de París de 11 de diciembre de 1898,celebrado entre el reino ibérico y los EstadosUnidos de América. Mediante él fuedesmantelado el remanente del imperio colonialespañol a favor del país vencedor: Puerto Rico,Filipinas e Islas Guam, además de Cuba, pasarona la administración norteamericana.4 La referencia a los títulos para el Ayuntamientopuede constatarse aún en algunos escudos comolos de San Juan de los Remedios, que trae ladivisa abreviada de “Muy Ilustre”, y el de Saguade Tánamo con la inscripción “Ylustre”. Elescudo de La Habana traía la divisa de “MuyIlustre” y “Muy Fiel”, y también las armas deSantiago de Cuba, “Muy Noble y Muy Leal”,blasón que estuvo vigente 480 años, hasta 1978,cuando se sustituye por un nuevo símbolo al quelamentablemente se le impone rango heráldico,aunque no lo tiene.5 De la Guardia, Elpidio. Historia de la Villa deGuanabacoa hasta 1946.

Insignia de la Orden de Carlos III

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Remitido al autor por la señora María CristinaPeña y Reigosa, directora del Museo HistóricoMunicipal de Guanabacoa.6 Aunque no pueden existir armas acromáticas,en Cuba tenemos el caso del escudo de Quemadode Güines, concebido sin colores. Sería interesanteproponer su adecuado esmaltaje al tiempo quese estilice su tipo, ya que se abusa del paisajismoy de la perspectiva.7 El campo del escudo es la superficie delimitadapor un contorno, llamado boca, donde se pintanlas particiones, piezas y muebles.8 El canon de esmaltaje recomienda que no sedebe poner color sobre color, metal sobre metal,ni forro sobre forro.9 Aunque también pueden ser de piedra. Laheráldica, además de los esmaltes, admite tambiénlos tonos naturales, como la carnación, la piedra,el mármol, etcétera. No obstante, no pienso quepuedan esmaltarse en piedra sobre oro por cuantoes menos visible, aunque posible.10 La guerra de sucesión al trono español comienzaen 1700, después de la muerte de don Carlos II,último rey de la Casa de Austria (Habsburgo). Aél le sucede don Felipe de Anjou, nieto de LuisXIV, el Rey Sol. Aunque evidentemente la coronareal propia de los Borbones comienza a usarseen España a partir de la entronización de esadinastía en aquel país. La corona cerrada odiademada se viene usando desde mediados delreinado de don Felipe II.11 Modificado por la Ley Nº 42 de la AsambleaNacional del Poder Popular, promulgada en laGaceta Oficial de la república del 27 de diciembrede 1983. Ver “Los escudos cívicos de Cuba”,ensayo del autor. Inédito.12 El 11 de noviembre de 1938, por acuerdo delAyuntamiento de La Habana, se apruebaoficialmente el escudo de armas de la ciudad deLa Habana; como diseño definitivo se oficializael propuesto a dicha corporación por el doctorEzequiel García-Enseñat, luego de una exhaustivay rica investigación a petición del doctor EmilioRoig de Leuchsenring, historiador de la ciudad. Aesta “versión oficial” se le introdujeron algunasmodificaciones en relación con las armas que sevenían usando, como por ejemplo, la sustitucióndel toisón de oro por las ramas de encina liadasde azur, y la sustitución de la corona imperial(1909-1938) o la real por la corona mural de la

ciudad, además de fijar la posición de los castillosy su esmalte; por su parte, en 1997 se restaura elescudo de la provincia de La Habana, peromodificado al sustituir la corona mural de laprovincia por los atributos de la república. Sinembargo, a mi juicio, el acuerdo del Ayuntamientono aprueba oficialmente el escudo, sólo loreglamenta, ya que continúa estando vigente lareal cédula de doña Mariana de Austria, de 30 denoviembre de 1665.13 En esta ocasión se sustituyen los atributosmonárquicos por los republicanos y cuatrobanderas acoladas.14 Por real cédula de doña Isabel II, de 21 deabril de 1837, se le concede a la villa deGuanabacoa el collar de Carlos III y, por tanto,se agrega el distintivo de la orden a las armasmunicipales.15 El escudo colombiano es también un terciadoen faja. El istmo de Panamá se segrega de Colombiay se proclama república independiente en 1903,aunque no es hasta 1928 que Colombia reconocesu independencia. El escudo de armas, sinembargo, es anterior a la secesión panameña yconserva tal porción, aunque ya no pertenezca ala república colombiana. Aún así, el escudo deColombia sigue siendo válido e identificativo. Elescudo panameño mantiene el contorno helvéticode su progenitor y marcadas influencias de la“Segunda Madre Patria”.16 La ciudad de Santiago de Cuba recibió el títulode Héroe de la República, es, por tanto, la CiudadHeroína, única en Cuba con tal título, y sinembargo no trae la insignia en sus armas falsas.17 Porque es la figura que se muestra en eldistintivo de la orden.18 Fuente: www.blasoneshispanos.com19 Por la guerra de sucesión española se produceel pacto de familia, a partir del cual la casa realfrancesa pasa a reinar en España con Felipe deAnjou como soberano bajo la nomenclatura deFelipe V.20 En Cuba pueden verse escudos realesespañoles con la Orden del Espíritu Santo, quepueden orientar en tiempo sobre laconstrucción de la edificación y corroborannuestra tesis. Por ejemplo, en la fachada delPalacio de los Capitanes Generales, hoy Museode la Ciudad, aparecen las insignias de las órdenes

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del Toisón de Oro y del Espíritu Santo. Lasustitución de una orden propia de España porla de origen francés da una medida de laentronización de la dinastía borbónica en España.Actualmente, el escudo del reino español traesobre el todo un escusón de azur con tres lises deoro en triángulo y bordura lisa de gules; la bordurase coloca por ley de brisuras y simboliza elnacimiento de una nueva casa.21 Ver: www.blasoneshispanos.com

Bibliografía

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Entrevistas y consultas:Doctor Avelino Víctor Couceiro y

Rodríguez, especialista en Estudios Cul-turales de la Dirección Municipal deCultura de Plaza de la Revolución.

Licenciada María Cristina Peña yReigosa, directora del Museo Históri-co Municipal de Guanabacoa.

Licenciado Ignacio Koblischek y Za-ragoza, diplomado en Heráldica,Genealogía y Nobiliaria. Sevilla, España.

Licenciado Antonio Nieto Carnicer,heraldista y falerista. Sevilla, España.

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Ceibas, palmas, yagrumas, caobas ymajaguas; caña, batey, sinsonte,

guardarraya; mangos, guayabos ytotíes, zunzunes y sinsontes, los voca-blos que hoy nos resultan familiares paranombrar nuestra naturaleza, los árboles,las aves que pueblan nuestros camposy el fruto del quehacer humano en nues-tra tierra, esos mismos vocablos en losque suena el eco de primigenias vocesaborígenes, fueron nuevos, recién ha-llados en algún momento por los poetascriollos que comenzaban a pensar encubano y a sentir la necesidad de “in-ventar” una Cuba que ya llevabandentro. Aquellos poetas, como Adán alinicio del inicio, como Eliseo en la cal-zada de Jesús del Monte, fundaban alnombrar, creaban un nuevo espacio depalabras para una realidad distinta dela que aparecía en la literatura de la

metrópoli, esa realidad mágica, exube-rante y tropical, virgen como el Edéndel Génesis, y como él a la espera deataviarse con galas de poesía.

Aquellos montes tan altos, tan ver-des, tan redondos, tan ondulantes,cuyos espesísimos follajes, agitadossiempre por el aliento de los mares,bajan más bien que suben rendidospor el peso de los frutos, semejan-do cataratas de néctar entre globosde esmeraldas; aquellos árboles gi-gantescos, con más flores que hojas,y más frutos que flores, y más pá-jaros que frutos, que la admiracióncontempla como personajes fantás-ticos de una leyenda mágica, queempiezan en árbol y terminan enave de cien alas y cien cantos dis-tintos; aquellas columnatas depalmeras, altísimas, todas iguales,

Los poetas bayameses del XIX

y la “invención” de CubaOlga Sánchez Guevara

Investigadora

El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos losanimales del campo...

GÉNESIS 2, 20

Y nombraré las cosas, tan despacioque cuando pierda el Paraíso de mi calle

y mis olvidos me la vuelvan sueño,pueda llamarlas de pronto con el alba.

ELISEO DIEGO, “Voy a nombrar las cosas”

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tan simétricas, tan repetidas, dibu-jándose sobre todos los horizontes[...] y aquel rumor, aquella sinfoníainterminable que empezó el día dela creación, música grave y severaen el mar, en el río, en el interior dela tierra, que palpita más risueña enla frondosidad de los bosques, mássuave entre los tallos de los caña-verales, más jubilosa en las cumbresacariciadas por el viento, más va-riada y vital en las bandadas deaves que forman nubes, o más biendiversos iris de colores infinitos enlas últimas regiones del éter; aque-lla vida que empieza en tan escasaporción de tierra y llena todos loscielos; todo allí está cantando: ¡Li-bertad! ¡libertad! ¡libertad!

El pasaje anterior aparece en esajoya para bibliófilos que es la Flor ocul-ta de poesía cubana (siglos XVIII yXIX), antología prologada y comentadapor Cintio Vitier y Fina García Marruz,y es un fragmento de “Las Antillas”,texto de Tristán de Jesús Medina ori-ginalmente publicado en La HabanaLiteraria el 15 de enero de 1893. So-bre los sonetos de Medina escribía JoséLezama Lima en el prólogo a su Anto-logía de la poesía cubana (1965):“Nada anterior en nuestra literaturaexiste que se le pueda comparar [...].No se busca una musicalidad, un hala-go de los sentidos, las palabras sedescargan por su energía, por su agru-pamiento, brusco y sorpresivo”. Alcitado pasaje de “Las Antillas”, descrip-ción de un paisaje tan cercano a lo quemucho después se llamaría realismomágico, pudieran aplicársele tambiénesos criterios de Lezama. Injustamen-te olvidado, más conocido por sus

narraciones que por su poesía, Medinaes, sin embargo, un nombre insoslaya-ble en el panorama poético del XIX

cubano.Como se sabe, esa centuria es un

período clave para la formación de unaconciencia nacional, que empezaría porexigir a la metrópoli moderadas refor-mas, y culminaría en el separatismo quecondujo a las guerras por la indepen-dencia, a finales del propio siglo. Desdedentro y desde fuera de la isla, en elproceso de afirmación y consolidaciónde esa conciencia nacional, se va afian-zando a lo largo del XIX la expresión delsentimiento de cubanía en la prosa y lalírica, también mediante la identificaciónde elementos de la naturaleza (que másadelante se convertirían en símbolos,como las palmas o las flores de lasmariposas) con las aspiracionesindependentistas que animaron la es-critura de tantos poetas de la época.

Otros han estudiado ya el devenir deesas simbologías, y las poéticas que lesdieron origen. Aquí nos limitamos a unabreve mirada a la vida y la obra de al-gunos poetas bayameses, relacionadosentre sí por su lugar de nacimiento ypor su ligazón más o menos estrechacon nuestras luchas independentistas,así como por la curiosa coincidencia deser en la actualidad, salvo en el casode Zenea, autores poco frecuentados.

José Fornaris, nacido en Bayamo en1827, estudió en su ciudad natal y des-pués en Santiago de Cuba y La Habana,y sufrió prisión por sus actividadesconspirativas contra la dominación espa-ñola. En 1853 se graduó de abogado enPuerto Príncipe. Con Carlos Manuelde Céspedes y Adolfo del Castillo, fuecoautor de la canción La bayamesa,

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la cual se convertiría con el tiempo enemblema de cubanía, y que fue inter-pretada por primera vez junto a laventana de la joven Luz Vázquez yMoreno a manera de serenata. Su li-bro Cantos del siboney (1855) afirmóuna corriente literaria muy popular ensu momento, denominada siboneísmo osiboneyismo, cuyo tema fundamentalera la vida de los primitivos habitantesdel país, y su simbolismo revoluciona-rio es aceptado hoy mayoritariamentepor la crítica literaria. Con Joaquín Lo-renzo Luaces, Fornaris recopiló y editóen 1859 Cuba poética. Colección es-cogida de las composiciones enverso de los poetas cubanos desdeZequeira hasta nuestros días, una delas primeras antologías de la poesía cu-bana, si no la primera. Fornaris viajó porEspaña, Francia e Italia en 1870; mu-rió en La Habana en 1890.

En sus poemas “La madrugada enCuba” y “Las palmas”, la enumeraciónde vocablos con evidente resonanciacriolla sirve a la creación de un ambien-te o peculiar atmósfera que refleja elpaisaje cubano y lo caracteriza.

“La madrugada en Cuba” (Frag-mentos)

¡Cómo reluce en las hojasla luna de madrugada!Sobre los verdes guayabostiende el perico las alas,que parecen con la lunaabanicos de esmeralda;de revoltosos totíeslas negras plumas resaltan,como ramas de azabachesobre los mangos y jaguas.En el cafetal vecino,por todas las guardarrayas,

del africano guardierosuena la rústica flauta;tenor campestre, el sinsontesus trinos de amor ensaya;seduce con blando arrullola tórtola enamorada;[..........]y en el batey canta el galloprecursor que anuncia el alba.

“Las palmas” (Fragmentos)Yo vi la frondosa ceibaen las extensas sabanas,vi los jobos y los cedrosen medio de las montañas,vi las soberbias caobascomo reinas soberanas,vi a la margen del arroyolos mangles y las majaguasa cuya sombra apaciblevistosas aves cantaban[..........]Pero son aún más hermosaslas aborígenes palmasque se mecen en los camposde mi Cuba idolatrada.[..........]¿Quién no las ama? Yo, triste,lejos de mi dulce patria,del Sena por las orillasclamo por su sombra grata.¿No veis? Sucumbir me mirolejos de aquellas cañadas;blancos tengo mis cabellosy ya sin ardor el alma.¡Ah, cuando muera, llevadmebajo el cielo de mi patria,y arrulle mis restos fríosla música de mis palmas!

La “música de las palmas” (no envano llamadas “aborígenes” por el poe-ta), con la que cierra el poema de

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Fornaris, encuentra eco en los “músi-cos palmares,/ nuestros laúdessilvestres” del poema “Tristeza”, deJuan Clemente Zenea. Nacido enBayamo en 1832, se dio a conocercomo autor en el periódico habaneroLa Prensa; en 1868 se trasladó a losEstados Unidos y en 1870 regresó aCuba en circunstancias ambiguas,pues se dice que traía dos misiones:una de la Junta Cubana en NuevaYork y otra del gobierno español, queproponía a los insurrectos la autono-mía a cambio de la capitulación. Fuedetenido y fusilado por los españolesen La Habana, tras ocho meses de pri-sión, el 25 de agosto de 1871.

“Tristeza” (Fragmentos)Aquí las hojas de inviernode las ramas se desprenden,¡cuando en mis campos natalestodas las plantas florecen!Con velo oscuro de nieblaaquí el aire se ennegrece,

¡y en tanto un cielo sin nubessobre mi Cuba se extiende![..........]busco en tierra hospitalarialo que nadie darme puede.Busco mi casa paterna.y en las madreselvas verdeslos nidos de golondrinasen grietas de las paredes;y los músicos palmares,nuestros laúdes silvestres,y aquellas cañas de azúcarque gimen si se estremecen.Busco el sol de las Antillas,busco aquel astro esplendenteque inunda en baño de orotoda la esfera celeste.[..........]Busco el susurro del Cauto,del San Juan las ondas tenues,y más que todas querida,voz del Almendar solemne:te busco a ti, mi adorada,y busco sobre tu frenterayos de luna en la noche,luz del sol cuando amanece.

También José Joaquín Palma(Bayamo, 1844-Guatemala, 1911), teni-do en alto aprecio por José Martí,recuerda desde el exilio las “palmas quelloran”, en sus versos “A Amalia”. Pal-ma fue uno de los primeros redactoresde El Cubano Libre y fundador, conFrancisco Maceo Osorio, del periódi-co La Regeneración, donde se dio aconocer como poeta. Se levantó enarmas en 1868, y fue hombre de con-fianza de Carlos Manuel de Céspedes.Durante la toma de Bayamo ocupó elcargo de regidor del Ayuntamiento li-bre, y presentó con Ramón CéspedesBorrero una moción a favor de la abo-lición de la esclavitud. En 1878 salió

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de Cuba con el propósito de recaudarfondos para la causa cubana, misión quelo llevó a recorrer numerosos países delcontinente.

“A Amalia” (Fragmentos)¿Qué somos?... Aves viajeras,tristes, enfermas, perdidas,por los vientos impelidasa estas playas extranjeras.De nuestras patrias riberaslos recuerdos nos encantany en el alma se levantanquejas que nos enamorande aquellas palmas que lloran,de aquellas fuentes que cantan.

Aunque el hado lisonjeroaquí nos prestó su asilo,¿quién podrá dormir tranquilobajo un árbol extranjero?¡Amalia! Nuestro senderolo alumbra un astro fatal;no habrá alivio a nuestro mal,pues nos faltan, ¡oh, Dios mío!,murmurios del patrio río,auras del pueblo natal.

En el prólogo de la ya citada antolo-gía Flor oculta de poesía cubana,dice Fina García Marruz: “Visto desdela perspectiva del destierro, [el paisa-je] se fue llenando de lejanías: es líneaque va de ‘las palmas, ay’ de Herediaa ‘los tristes’, ‘los mágicos palmares’de Martí. La palma se fundió con laimagen de la mujer y la imagen de lapatria. No por su profusión en la isla,únicamente, sino por su forma misma:esbelta, erguida, sola”.

Como en el paisaje cubano, la imagensigue repitiéndose en el tiempo, ora enla “Palma sola” de Nicolás Guillén, oraen el 124 de los Poemas sin nombre de

Dulce María Loynaz, que llama a Cuba“Diana libre y diosa, que no quieres másdiadema que la luna; ni más escudo queel sol naciente con tu palma real”.

En Úrsula Céspedes de Escanaverinose aúnan el gesto romántico y la sensi-bilidad femenina atenta a la marginaciónde la mujer en su tiempo, reflejada en“La bayamesa pensativa”, y la contem-plación deleitosa de la naturaleza, noexenta de fino humorismo, expresadaen poemas como “El Bibiribí”. UrsulaCéspedes nació en la finca Guajacabito,en Bayamo, Oriente, el 21 de octubrede 1832. Recibió la instrucción prima-ria en su casa, y aprendió música yfrancés.

En el prólogo a Ecos de la selva,Carlos Manuel de Céspedes dice queÚrsula Céspedes se casó el 4 de di-ciembre de 1857 con “[…] el jovenpoeta Don Ginés Escanaverino deLinares, que se hallaba entonces de re-dactor de La Regeneración y a quienconoció en la villa del Escambray, y enjunio del siguiente año obtuvo del Go-bierno Superior el título de Maestra deinstrucción primaria. Pensionada por elIlustre Municipio, abrió una Academiade niñas que puso bajo la advocaciónde Santa Úrsula”, en Bayamo. La pa-reja residió también en La Habana(1863-1865) y en Pinar del Río, dondeél fue director de una escuela y ella tra-bajó como maestra. Muertos sushermanos y preso su padre en la gue-rra del 68, y para huir de la persecucióncontra los insurrectos y sus familias,Úrsula se traslada con su esposo a San-ta Isabel de las Lajas, donde fallece lapoetisa el 2 de noviembre de 1874.Poemas suyos aparecieron en publica-ciones como La Regeneración, de

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Bayamo, La Antorcha, de Manzanillo,y en revistas y periódicos de otras pro-vincias cubanas, así como en LaModa Elegante, de Cádiz, España.Firmó también como La Serrana ycon un seudónimo masculino, CarlosEnrique Alba, como lo hicieron, enbusca de un reconocimiento negadopor entonces a la mujer, otras escrito-ras de su siglo (las Brontë enInglaterra o George Sand en Francia).Su libro de versos Cantos postrerosfue publicado póstumamente por su es-poso en edición privada. Una antologíade sus poemas vio la luz en La Haba-na en 1948, bajo el título Poesías.

“Las mariposas del alba”

De púrpura, azul y nieve,como las flores, galanas,recién nacidas despiertanlas mariposas del alba.Todos los céfiros suenan,todos los pájaros cantan,todas las aguas murmuran,se mecen todas las ramas.[..........]Así amaneció en mi vida,fresca y pura, una mañana,realización venturosade los sueños de la infancia.Llegaba a todas las fuentespara desdeñar sus aguas:porque la sed que sentíaninguna fuente apagaba.Pero llega el mediodía,el sol mis campos abrasay mueren todas mis flores,todos mis céfiros callan...Vuelvo los ojos al cielo,y pliego triste las alas,para morir como muerenlas mariposas del alba.

“La bayamesa pensativa” (Frag-mentos)

Y cuando mira de algún ave[el vuelo,

Cuando el viento susurra entre[las hojas,

Cuando lucen algunas nubes rojasEn el inmenso y azulado cielo,

Cuando un canto monótono[y sombrío

Traen las brisas nocturnas[a su oído,

Cuando gime la tórtola en su nido,Cuando murmura mansamente

[el río,

Le tiembla el corazón; alza[la frente,

Y al fijarse sus ojos en el cielo,Ve cruzar su visión en raudo vueloPor el brillante y sonrosado

[ambiente;

Pero ¡ay! Que es ilusión[del pensamiento

Que la razón o la verdad[desmiente,

Y sólo quedan en su joven frenteNegras sombras de amargo

[desaliento.

“El Bibiribí” (Fragmentos)

Al Cucalambé

Cuando yo tuve razónY me trajeron aquíDel campo a la población,Mi primera sensaciónLa hallé en el Bibiribí.

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Las lluvias habían logradoHinchar las aguas del río.Que se encrespaba irritado,Y del charco aún más hinchadoEra el azul más sombrío.[..........]Yo ansiaba que mi bohíoSe alzara cerca de aquí,Y sin temerle al rocíoBajar de mañana al ríoBuscando el Bibiribí.[..........]Sucedióme que logréTener mis lares aquí,Y ahora diera no sé quéPor ver al CucalambéAl pie del Bibiribí.

Ese que formó de yaguasSu choza frente al Cayojo,Cuyas cristalinas aguasPreservan del sol las jaguasY las matas del corojo.

Dime, poeta que aclamoComo el indio a su Semí,¿Si yo desde aquí te llamoTú no vendrás a BayamoA ver el Bibiribí?

Ven a cantar, que tú cantasTan dulce como el sinsonte,Y cuando la voz levantasDisminuyes y agigantasLas nubes del horizonte.[..........]Deja tus lares y venA oír cantar al sijúEn mi choza de bambú,Que yo he vivido tambiénAllá donde vives tú.

“Aunque nuestro apellido es unomismo, el parentesco es tan remoto

que se aparta en los primeros tiemposde la conquista de esta isla, ligándo-nos únicamente una sincera amistad deque no puedo dejar de vanagloriarme”,refiere también Céspedes en el prólo-go a Ecos de la selva.

Carlos Manuel de Céspedes y delCastillo (Bayamo, 1819-San Lorenzo,1874), licenciado en leyes, fue la figu-ra máxima del Grito de Yara.Designado presidente de la Repúblicaen Armas por la Asamblea deGuáimaro en 1869, y depuesto en1873, se retiró a San Lorenzo, en laSierra Maestra, donde cayó comba-tiendo el 27 de febrero de 1874. Suintensa actividad política y militar nole impidió desempeñarse ocasional-mente como periodista, traductorliterario y poeta.

“La mariposa” (Fragmentos)

Volando va ligerala linda mariposa,brillando sus alitasal sol que las colora.De púrpura y de orosin cuidado se adorna,y envidiaran los reyesde su sien la corona.[.......]Ya va sobre un rosala acariciar las rosas;mas le abandona luegopor la triste amapola.Ya bebe en la lagunade cristal que no toca,temiendo que sus aguassus alas descompongan.Ya por el aire vanose lanza bulliciosa,y enamorado el solla besa y tornasola;

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y la convierte en záfiro,y en ópalo la torna,o un diamante la fingeque el espacio azul corta,baja a la tierra rápida,sin tino gira, loca,mas con arte se burladel niño que la acosa,ya de él parece que huye,ya vuelve y le provoca,y de sus blandas alasel rostro ya le roza;ya de vista la pierde,que al cielo se remonta,ya la cree en su manoy el aire sólo toca...

Resulta interesante la afinidad entrelos poemas “Las mariposas del alba” y“La mariposa”, que si bien difieren enel tono (nostálgico el de Úrsula, ligeroy risueño el de Carlos Manuel), acor-tan la distancia que parecería separaral ilustre hombre público y a la sencillamaestra de escuela. Con los versos deambos concluye este mínimo acerca-miento a la poesía bayamesa del XIX.

El vínculo más fuerte que identificaa todos estos poetas es el afán decubanía, esa búsqueda o “invención” deCuba y lo cubano que, sin embargo, nose inicia en ellos ni a ellos se limita, sinoque se remonta hasta la “Oda a la piña”

de Manuel Zequeira y la “Silva cuba-na” de Rubalcava, y tiene a uno de susexponentes máximos en José MaríaHeredia (“las palmas, ¡ay!”), sin excluira otros autores de distintas regiones dela isla. Valgan estos apuntes, y los ver-sos elegidos como ejemplos, pararecordar una poesía cuya raíz se afian-za en el suelo cubano al que canta ydescribe.

Bibliografía

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VITIER, CINTIO Y FINA GARCÍA MARRUZ.Flor oculta de poesía cubana (si-glos XVIII y XIX). La Habana: EditorialArte y Literatura, 1978.

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¿Era FulgencioBatistavaliente?

Newton Briones MontotoHistoriador

Fulgencio Batista ocupó la presiden-cia de la república en dos ocasio-

nes. Sumadas ambas, hacen un total dediecisiete años; sin embargo, son aúndesconocidos aspectos de la vida de unhombre que gravitó en la historia de loscubanos por un período de tiempo tanlargo. Para muchos, todavía no tieneexplicación una carrera tan meteórica:ascendió de sargento a coronel, des-pués a general y por último apresidente. Y surgen una interrogante:¿Qué elementos propiciaron la vertigi-nosa escalada de un sargentodesconocido a tan alta cima? El escri-tor francés La Bruyere dijo: “En elmundo hay dos medios para elevarse,o por la propia industria, o por la imbe-cilidad ajena”. En el caso de Batista,uno podría preguntarse si intervinieronfactores como la suerte, la inteligencia,el valor o todos a la vez. Su inteligen-cia no admite discusión. Nadie que notenga dos o más dedos de frente pue-de haber alcanzado lugares tanprominentes y sostenerse durante tan-to tiempo en la cúspide del poder.Batista sobrepasaba en inteligencia amuchos de sus compañeros de lucha,y los aventajaba, además, por tenermenos escrúpulos que ellos. Su falta de

miramiento se confirmó cuando hizoalianza con el representante de los Es-tados Unidos y perdonó a los militarescomprometidos con el dictador GerardoMachado. Entre las causas de su as-censo, sólo quedan por analizar lasuerte y el valor.

Mucho han escrito filósofos e histo-riadores sobre la suerte o la fortuna. Losque han encomendado su vida a ella, sinhacer nada más, quedan despojados decasi todo cuando desaparece la coyun-tura favorable. Sin embargo, quienes setrazan un objetivo, persisten y se ajustana la dirección de los tiempos, consiguensus propósitos. Batista, desde joven, te-nía una meta: prosperar y ascender sinimportarle los medios. Quizás su infan-cia, amenazada por el hambre, y unpadre de carácter difícil y poco preocu-pado por la familia, lo hayan inducidoa buscar un objetivo para aliviar los sen-timientos de inseguridad y desgracia.Predominaba en él su necesidad de te-ner y de ser. Aunque su educación–familiar y social–, escasa en valores,no le inculcó sentimientos altruistas, síaprendió que prometiéndoles a los de-más podía alcanzar sus deseos de tenery de ser. Muchas veces debe habersepreguntado cómo ascender en la vidamilitar o política. Para abrirse caminoúnicamente contaba con su inteligencia,astucia y falta de escrúpulos. No po-seía una veleta para determinar ladirección del viento, ni mucho menos unaparato de la era moderna o Sistemade Posicionamiento Global, conocidocomo GPS, para saber adónde ir. Pre-dominaban en él su inteligencia yastucia, pero no el valor.

Lo anterior puede confirmarse repa-sando tres importantes capítulos de su

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vida. El primero de ellos, su participaciónen los sucesos del 4 de septiembre de1933; el segundo, el golpe de Estado del10 de marzo de 1952, y el tercero, suhuida el 31 de diciembre de 1958.

Veamos los antecedentes del 4 deseptiembre. Batista se caracterizó des-de joven por una búsqueda incesante demejorar. Su entrada en el Ejército, el 14de abril de 1921, no resultó diferente desus actividades anteriores. Incursionóen otros campos ajenos a la actividadmilitar; metió la cabeza en diversos pro-yectos económicos, desde un puesto devianda hasta la venta de joyas. De aquísurgió la famosa leyenda del anillo conpiedra de amatista que ostentaban susamigos en la época en que ocupó lapresidencia. Durante los años inicialesen el Ejército, mantuvo su instinto desuperación y buscó la manera de llevar-lo adelante. Se hizo taquígrafo el 17 deagosto de 1928, y después consiguiótrabajar en el Estado Mayor, posiciónque le dio oportunidad de codearse conoficiales de alta graduación y conocerlas interioridades jurídicas y del siste-ma. Impartió clases de taquigrafíacomo una manera de ganar dinero. Erade los pocos que tenían automóvil, aun-que como resultado de haberse ganadola lotería. Hasta ese momento no ha-bía sido necesario mostrar valor paraconseguir prosperidad.

Las reglas del juego en ese tiempoestaban bien delimitadas. Todo estabaya repartido, y para ascender dentro dela carrera militar era necesario contarcon el apoyo de alguien en la escalasuperior. Al no tener un padrino, sólo lequedaba la superación con el esfuerzopropio. Pero la situación cambió a par-tir del 12 de agosto, cuando el régimen

del presidente Machado fue derrocado.Entonces apareció la oportunidad deascender con mayor rapidez y dejaratrás los exiguos grados de sargentoque brindaban tan pocos beneficios. Ba-tista debe de haber olfateado el airecomo un lobo a su presa. La casta mi-litar comprometida con Machado perdiósu autoridad moral. Los pocos oficia-les del gobierno no se atrevían a tomaruna decisión drástica ante la indiscipli-na por temor a ser acusados demachadistas. Las probabilidades derepresión por parte del nuevo gobier-no eran escasas, por haber sidonombrados de dedo sus representan-tes. Los cuerpos represivos, que tanimportante papel habían jugado, ahoraestaban ausentes, y el nuevo jefe delEjército, Julio Sanguily, estaba opera-do de úlceras. El vacío descubierto lemostró la inmensa posibilidad de as-cender que se presentaba, lo cualconfirmó así su inteligencia.

Un movimiento de sargentos y clasesdecidió aprovechar la coyuntura parareclamar mejoras económicas y organi-zarse en un pequeño grupo. No habíanada que temer. Quizás por eso Batistase presentó en el cementerio para ha-blar sobre uno de los militares muertosdurante la lucha contra Machado. Estaacción le valió para ser incorporado alincipiente grupo que se organizaba. Nin-guna de las dos acciones, hablar en elcementerio y aceptar integrar el grupo,conllevaba ningún riesgo personal. Am-bas se ajustaban a la dirección de lostiempos. La acción lo ponía en la trayec-toria correcta. Sólo era cuestión detiempo y de persistir en los reclamos deíndole económica y aún no política. Parallevar a cabo sus propósitos, decidieron

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convocar a una reunión en el campa-mento militar de Columbia dondeexpondrían en voz alta sus peticiones,con la autorización de sus escasos ydesmoralizados superiores. El día pre-visto para la reunión, el 4 deseptiembre, los visitó el capitán TorresMenier, el cual les pidió conocer porescrito sus peticiones. Ellos prometie-ron entregarlas más tarde. La personaque le hizo frente a la petición del ca-pitán Menier fue Batista, y al pensarque aquello era una trampa, se alejó delcampamento en dirección a su casa enla esquina de Toyo. Cuando comprobóque su temor era infundado, regresó aColumbia. Ese mismo día, después delas ocho de la noche, comenzó la his-tórica reunión en el campamento. Sehicieron peticiones económicas y recla-mos sobre la vestimenta que utilizaban.Y fueron más allá de las pedestres pe-ticiones, al cursar órdenes a los distintospuestos militares para que los sargen-tos ocuparan la jefatura de lasguarniciones. Los oficiales entregaronlos mandos sin disparar un tiro, puestoque carecían de autoridad moral. Estoconfirmó su visión anticipada del mo-mento, al lograr algo en aparienciaimposible: la rebelión de los sargentoscontra los oficiales.

Durante la reunión comenzaron a lle-gar militantes revolucionarios de otrasorganizaciones opuestas con anteriori-dad a la dictadura del ex presidenteMachado. Uno de los estudiantes su-girió darle un carácter político al nacientemovimiento y evitar que fuera conside-rado como una insubordinacióncastrense. Con tales fines fue aceptadoel programa del Directorio Estudiantil.La idea inicial de los sargentos resultó

complementada con la de los estudian-tes, así, ambos se beneficiaron de launión para llegar al poder por vía direc-ta. A partir de entonces, el incipientegrupo de sargentos y estudiantes seconsideró con suficiente autoridad comopara pedirle su renuncia al recién es-trenado presidente. En sustitución,nombraron a cinco personas. Sin em-bargo, los oficiales que aún quedabanen el Ejército se negaron a aceptar lajefatura de los recién estrenados sar-gentos. Durante algunos días, dichocuerpo militar se encontró acéfalo.Para llenar este vacío se decidió nom-brar a Batista como jefe, con los gradosde coronel, colocándolo en la posiciónque nunca se había imaginado. Era esteel resultado de haberse trazado unameta, persistir en el empeño y ajustarla dirección de acuerdo con el estadodel tiempo. En la historia de Batista, ese4 de septiembre es el día de mayor ries-go en su vida y, como se ve, no existíapeligro alguno. Pero un hecho solo nopuede caracterizar el valor de una per-sona. Veamos otros ejemplos quepudieran ilustrar si era o no un hombrevaliente.

*******En 1944 salió electo presidente Ra-

món Grau San Martín. El presidentesaliente, Fulgencio Batista, tenía previs-to realizar una gira por América. Unavez concluido su viaje por el nuevomundo, expresó intenciones de volvera la isla. Grau no se lo impidió, aunquele advirtió que su guardia personal se-ría elegida por él. Ante tal decisión,Batista desistió en su intento de retor-nar mostrando así que cuando el peligroasomaba, no corría el menor riesgo.No obstante, demostró su ingenio al

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convertir el revés en algo beneficiosopara su imagen política, presentándosecomo un exiliado político. Su exilioduró cuatro años, y desde el instanteen que abandonó el país, comenzó aser negado y atacado por muchos excolaboradores y beneficiarios directosde su gobierno. Su original idea de re-galar anillos con piedras de amatistatambién atravesó por el reino de las in-gratitudes. Algunos de esos antiguosamigos se despojaron de ella y otros lasvendieron o empeñaron en las casas de-dicadas al giro de préstamos sobrejoyas. Sin embargo, con el tiempo y sinproponérselo, el gobierno de Grau leregaló a Batista una imagen beneficio-sa para su biografía política: lo vistiócon el traje del desterrado. Le faltabaa Batista, en su agitada biografía, la notamelancólica, nostálgica del condenado.Entonces decidió utilizar la prenda re-galada por Grau para las elecciones dejunio de 1948. Ello le dio al ex presi-dente un matiz de emoción, de afectopopular. Se postuló como senador porla provincia de Las Villas, y amagó conregresar para intervenir en la campa-ña electoral, pero desistió del propósito,pues estaba en pie la advertencia deGrau San Martín de no impedir que lajusticia actuara contra él. Existía unacausa incoada por las irregularidadescometidas con los créditos para eldragado de las puertos de Cárdenas eIsabela de Sagua. Batista aparecíaincriminado como autor, con suficientesindicios de responsabilidad criminal.

Antes de realizarse las elecciones dejunio de 1948, uno de los postulados,Carlos Prío, le envió un mensaje endonde decía que le guardaría conside-raciones inherentes a su elevado rango

de ex jefe del Estado si salía presiden-te. Quería que durante su mandato nohubiera exiliados políticos o ciudadanosimpedidos de vivir en su patria. En rea-lidad, lo que se escondía detrás de estagenerosa decisión era evitar que Eduar-do Chibás, líder de un partido, sedisputara el protagonismo político conBatista. Divide y vencerás, era la sín-tesis de la decisión. Se realizaron laselecciones y salió electo Carlos Príocomo presidente y Fulgencio Batistacomo senador. A pesar de toda la ga-rantía brindada por Prío, Batista queríagarantizar hasta lo infinito su protec-ción. Además de tener la inmunidadparlamentaria como senador, recabó delpresidente otras consideraciones. Pidiómás garantías y este le cedió a dos sar-gentos, Fonticoba y Clausel; peroinsistió en que se le permitiera contarcon soldados de su confianza y tambiénle aceptaron la petición. Una vez másno corría peligro, y de nuevo supo utili-zar la nueva oportunidad que lebrindaban, cubriendo el hecho con elmanto del desinterés. Con su vozengolada explicó a la prensa: “Vuelvopara afrontar la situación y darme a mímismo las garantías necesarias, pues mideber con mi patria lo demanda”. Re-gresó a su residencia, Kuquine,construida durante su mandato presi-dencial de 1940-1944. La entradaparecía más un cuartel que una mora-da campestre. Desde allí podía atisbarel panorama nacional con la misma fa-cilidad con que contemplaba lavegetación exuberante y los pastossiempre verdes de sus alrededores.

Ahora su etapa en Cuba estaba de-dicada a encontrar la oportunidad devolver a ser para poder tener. Por eso

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se ocupaba de darle forma a un parti-do con el cual pretendía retornar a lamáxima posición. En las elecciones quese celebrarían en junio de 1952, tendríacomo candidato opositor al líder delPartido Ortodoxo, Eduardo Chibás, aquien todas las encuestas daban comola figura de mayores posibilidades elec-torales. Entre Chibás y el candidato delPartido Auténtico, aún por escoger, sedecidiría en las elecciones el futuro pre-sidente. Batista quedaba relegado altercer lugar en las encuestas. Cuandoquedaban menos de ocho meses paraefectuar los escrutinios, un hecho apa-rentemente sin importancia modificaríatodo el escenario.

Una disputa entre el Ministro deEducación del gobierno de Carlos Príoy Eduardo Chibás actuaba como deto-nante. El líder del Partido Ortodoxoacusaba a Aureliano Sánchez Arangode haberse robado el dinero del desa-yuno escolar. Durante dos mesesseguidos, la disputa entre los dos hom-bres se mantuvo en los cintillos de losperiódicos. Cuando Chibás no pudo pro-bar que Aureliano había robado, no tuvootra alternativa que darse un tiro. Quin-ce días después moría y el escenariopolítico se modificaba de manera sus-tancial. Batista, que se mantenía atentoa los vaivenes del espectro electoral,comprendió que este era su momento.Ahora o nunca, debe de haberse plan-teado si quería volver al puesto quetanto ambicionaba. Su principal conten-diente político acababa de morir y elgobierno se encontraba en un estado deincertidumbre total. Las acusacioneshechas por Chibás durante dos años ymedio habían debilitado la aceptacióndel gobierno de Prío.

A su vez, estaba en marcha unaconspiración de militares y civiles. ABatista se lo habían insinuado algúntiempo atrás, pero él se había absteni-do de actuar. Consideró en aquelmomento que tendría oportunidades enlas elecciones. Pero antes de queChibás se diera el tiro, ya Batista sa-bía que no tendría esa oportunidad. Siquería llegar a la presidencia, no teníaotra opción que dar un golpe de Esta-do. Se comenzaron los preparativos yen la madrugada del 10 de marzo em-prendió su ejecución. Antes, segarantizó a sí mismo todas las seguri-dades posibles. Durante su traslado deKuquine al cuartel de Columbia, estu-vo apoyado por carros de la Policía. Enel reducto militar lo esperaban, entreotros, el jefe de las postas de accesoal campamento y estaba avisado el jefede la compañía de tanques. No obstan-te, cuando se acercaron a Columbia hizodetener la marcha, se cambió de carroy decidió entrar por otra posta, dondeya era esperado. El momento de máspeligro se produjo cuando solicitó el jac-ket de cuero. Desde hacía muchotiempo tenía una confianza extrema enesa prenda. Por eso, cuando se sintióseguro, algún tiempo después, lo enviópara el museo Bacardí de Santiago deCuba y puso a tres soldados a hacerleguardia. Con él creía haber evitado si-tuaciones difíciles, aunque nunca habíasido utilizado en ninguna acción dondehubiera en el medio intercambio de dis-paros. Uno de los ayudantes seconfundió y en lugar del jacket le dioun pantalón. El general trató de ponér-selo, hasta que se convenció de que noera la prenda solicitada. En el empeñopudo haberse desnucado, al tratar de

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acomodar a su cuerpo a la supuestaprenda de vestir. No hubo en la tomadel campamento ni un solo disparo. Unavez más el general, como siempre, sehabía asegurado de no correr peligro yasí evitaba demostrar su valor.

*******Durante siete años, Fulgencio Batista

gobernó el país, desde el 10 de marzode 1952 hasta el 31 de diciembre de1958. En todo ese tiempo tuvo oportu-nidad de demostrar su valor paradefender sus intereses más preciados,su dinero y la permanencia en el poder,a diferencia de sus adversarios, quemostraron desde los primeros momen-tos de su ascenso al poder derroche decoraje y valor. La oposición inicial delos estudiantes de la Universidad, y des-pués del Movimiento 26 de Julio, hizoque su régimen dictatorial se tambalea-ra. Fue sometido a duras pruebas porsus oponentes, desde manifestacionescallejeras donde se enarbolaban consig-nas en contra de su gobierno hasta elasalto al Palacio Presidencial para ma-tarlo. También se incluían entre lasmanifestaciones de arrojo las accionesde asalto a cuarteles militares y hom-bres alzados en armas en las montañasde Oriente y Las Villas. Todos estoshechos le brindaron a Fulgencio Batis-ta la oportunidad de mostrar su valor,de llenarse de coraje, aunque sólo fue-ra para defender su dinero. Sinembargo, nunca apareció el menor delos síntomas de eso que hace falta enlos momentos difíciles.

Cuando el joven Fidel Castro atacóel cuartel Moncada en la provincia deOriente, no se dignó a visitar a sus su-bordinados para felicitarlos. Secircunscribió a dar la orden de matar a

los prisioneros en una proporción ma-yor a los militares muertos en combate.Cuando los estudiantes del Directorioasaltaron el Palacio Presidencial, nohubo una crónica donde se dijera queagarró un arma para defender a su fa-milia. Todo queda explicado en sudesesperada subida del segundo al ter-cer piso para ponerse a salvo de suspersecutores. Pero quizás la más tristehistoria de su trayectoria política y mi-litar sea la lucha llevada a cabo en lasmontañas de la Sierra Maestra y en ElEscambray. En sus inicios, hombres malarmados del Ejército Rebelde consi-guieron vencer la superioridad de losmilitares de Batista y tuvieron la osa-día de llevar dos columnas de Orientea Occidente. En esa travesía, los miem-bros del Ejército Rebelde estuvieron endesventaja con relación al batistiano, sibien atravesaron los llanos de Orientehasta Las Villas y durante esas contien-das militares Batista no se separó de lasoficinas del Estado Mayor. Sus gradosde general no se hicieron presentes enciudades a muchos kilómetros de distan-cia de donde se efectuaban loscombates, aunque fuera para insuflarlesánimo. No se puso su jacket, como ha-bía hecho en otras ocasiones en lascuales era necesaria su presencia. Nooyó el reclamo de unos de sus coro-neles en fecha tan temprana como el9 de octubre de 1958. FlorentinoRosell, jefe de ingeniería del Ejército,le habló en ocasión de inaugurarse losnuevos edificios del Cuerpo de Inge-nieros en la ciudad militar y le explicóla necesidad de un cambio radical enlas tácticas seguidas hasta ese mo-mento por el alto mando. Además, lerecordó la gran cantidad de hombres

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que día a día se reportaban como pri-sioneros en poder del enemigo, y queello había tenido su comienzo con lacaída del Batallón Nº 18, compuesto de418 hombres, al mando del comandan-te Quevedo el día 21 de julio de 1958.Pero el presidente estaba aterrorizadoy no quería tomar ninguna decisión queimplicara riesgo personal, y previendoya su futura derrota, mandó a retirardel campamento de Columbia una es-tatua de bronce erigida en su honor.Posiblemente, la decisión tomada podríaresponder a un hecho ocurrido muchotiempo atrás, en mayo de 1935, cuan-do Antonio Guiteras Holmes decidíaembarcarse por El Morrillo. Hubo unencuentro con el Ejército de Batista, yGuiteras perdió la vida. Sobre este he-cho el periodista norteamericanoCarleton Beals, escribió en un artículo:

Mi querido amigo Antonio Guiterasha muerto. Fue sorprendido en unaencerrona fatal y asesinado. ¡Pero

murió como un héroe!... Ahora, nopodrán hacerlo, pero en un futurono muy lejano, el pueblo de Cubaquemará la efigie del embajadorJefferson Caffery y del coronelFulgencio Batista, y, ese mismo pue-blo, entonará cantos a AntonioGuiteras y le construirá monumen-tos. Algún día su estatua seráerigida en el Malecón, al lado delmonumento al Maine y de la esta-tua del gran Antonio Maceo. Nohabrá estatuas para Batista. Allísolamente quedarán amargas me-morias de Caffery. Pero el alma deGuiteras seguirá marcando la ruta.

A esa altura de la situación, Batistano se atrevió a salir de La Habana,aunque sólo fuera para darles apoyomoral a sus soldados. Y cuando se atre-vió a hacerlo, el 31 de diciembre de1958, fue para fugarse como un vulgardelincuente, seguido de cerca por susperseguidores.

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CRÓNICAS

Un girasolpara CeliaMaría HartSantamaría

Jesús Dueñas BecerraCrítico y periodista

“El amor […] es el principio [y el fin]de nuestra existencia”.

BENJAMÍN DISRAELI

Enrique Abel y Celia María HartSantamaría, hijos del doctor Ar-

mando Hart Dávalos, director de laOficina Nacional del ProgramaMartiano, y de Haydee Santamaría Cua-drado, Heroína del Moncada y de laSierra, fallecieron en La Habana, en lamañana del 7 de septiembre de 2008,como consecuencia de un lamentableaccidente automovilístico, que segó suspreciosas vidas en flor.

A Enrique Abel no lo conocí…, perola lectura “a vuelo rasante” de su tesisde licenciatura en Derecho, publicadapor una editorial capitalina, me puso encontacto con la prosa del también juris-ta y ensayista, quien –consciente o no–siguió los pasos de su ilustre progenitor.

Ahora bien, a Celia María sí la co-nocí (la vi en muchos lugares dondecoincidimos ¿por azar?), y leí con ver-

dadero deleite sus crónicas, semejantesa los girasoles, las estrellas, las burbu-jas de agua o las olas azules del mar1

con que ella solía comparar a la inolvi-dable Haydée, la madre tierna ycariñosa que no sólo le dio el ser bioló-gico, sino también la enseñó a amar, acrear, a soñar.

La crónica que más hondo tocó lasfibras sensibles de mi ser fue la que lajoven escritora y periodista le dedicó ala directora fundadora de la Casa de lasAméricas, y que tituló: “Las leccionesdel girasol”,2 como sencillo homenaje alaniversario ochenta y cuatro del nata-licio de la “nana” intelectual y espiritualde Pablo Milanés y Silvio Rodríguez,entre otros artistas caribeños, cuya re-lación sería interminable.

En esa crónica, genuina expresión deperiodismo literario,3 cultivado en nues-tro medio por el maestro Ciro BianchiRoss,4 Celia María hablaba del gusto desu madre por los girasoles, y en unaocasión en que madre e hija conversa-ban, le preguntó el porqué esa era suflor favorita.

Con dulzura materna, Haydée satis-fizo su curiosidad infanto-juvenil:“Porque para ser tan hermosa como esno renuncia a ser inteligente, fácil deplantar y útil: de ella se saca buen acei-te, el girasol se siembra en camposabiertos al sol y al agua. Esa flor me-nea la corola en busca del sol [y forma]los lindos rejuegos con el tallo […] yademás le gusta convivir con sus com-pañeras […]. Es en definitiva, hija mía,una flor revolucionaria”.5

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Evocar la lectura de ese texto meobliga a referirme a las citas reiteradasde la autora a la cálida memoria de sutío Abel, quien participara en el asaltoal cuartel Moncada el 26 de julio de1953, y fuera alevosamente asesinadopor la jauría batistiana que, como por artede la peor magia, aspira a derrocar asangre y fuego “[…] la [indestructible]revolución de los girasoles”.6

Celia María hablaba de su tío mater-no como si lo hubiera conocido enpersona. Al igual que los ojos azules deYeyé, los de Abel eran “[…] tan enor-mes y claros que al mirarlos seasomaba uno a la ventana de [un] mun-do […] demasiado hermoso para quesigamos traicionándolo [y destruyéndo-lo] como lo estamos haciendo”.7

Según le contaba Haydée, cuando lospadres, por uno u otro motivo, iban aregañar o a castigar a Abel, este losmiraba con tal candor, que por aquellosojos azul celeste al niño se le veía elalma noble y pura…, y los progenito-res NO podían ni siquiera dirigirle elmás mínimo reproche por la “falta” in-fantil cometida.

Celia María Hart Santamaría erauna enamorada de la vida, del amor, dela paz, de la solidaridad, de los valoreséticos, morales, humanos y espirituales

en los que se sustenta el desarrollo cul-tural de la humanidad, y de dos héroesque la empinaron hasta la cima de lamontaña “[…] desde su cristalina mi-rada de mañana: José Julián [Martí yPérez] y Abel [Santamaría Cuadra-do]”.8

Me despido de ti, Celia María, con(la versión libre de) una cita que sólopudo generar tu intelecto y tu espíritu:“Con un girasol […] y una sonrisa sin-cera ya [hiciste] el mundo que [tú]contemplaste en [los] ojos inmensos [deHaydee y de Abel]”.9

Notas1 Hart Santamaría, Celia. Las lecciones del girasol.Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (LaHabana) 97(1-2):182; en.-jun. 2006.2 Ibídem, pp. 180-183.3 Dueñas Becerra, Jesús. Tertulia sobre periodismocultural. www.cbianchiross.blogia.com(Homenaje al destacado escritor y periodista CiroBianchi Ross por sus cuatro décadas de ejercicioperiodístico-literario).4 Ibídem.5 Hart Santamaría, C. Op. cit. (1). p. 180.6 Ibídem, p. 182.7 Ibídem, p. 181.8 El Diablo Ilustrado / 4ta. reimpresión. LaHabana: Casa Editora Abril, 2008. [p. 5].9 Hart Santamaría, C. Op. cit. (1). p. [183].

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Raúl HernándezNovás, del versoa la leyenda

Mercedes Santos MorayPoetisa, ensayista e investigadora literaria

Nadie podía pensar, ni siquiera ima-ginar que aquel esqueleto, que

aquel cuerpo tan joven y silencioso pu-diera provocar tantos enigmas ymisterios, desde el cultivo de la palabraescrita, y así espigaba, veíamos cómodejaba la adolescencia y se adentrabaen la juventud, para luego alcanzar lamadurez, aquel muchacho que fue ami-go en las aulas y fuera de ellas, mientrastransitábamos por las calles de la ciudad,luego de apurar miles de imágenes enla Cinemateca de Cuba.

Hoy vuelvo a evocar a RaúlHernández Novás, para mí siempreRaúl, sin la necesidad de los apellidos,y vuelvo a sentir el telefonazo que metraía la noticia de su muerte, a la quellegó por su mano, y que supe por Pe-dro Simón y también por NancyMorejón. Desde entonces, comenzamosa vivir la ausencia, la desaparición físi-ca del hombre que ahora se hatrascendido a sí mismo para devenir enuna leyenda de la poesía cubana con-temporánea, dentro y fuera de la isla, encualquier espacio del globo terráqueodonde haya un cubano o una cubana queconozcan su obra y, sobre todo, que lehayan conocido y querido, desde la ca-lidez de la amistad compartida.

Su tío fue también escritor, el narra-dor Lino Novás Calvo y otro, máspróximo al sobrino, ejerció el periodis-mo, su siempre evocado Benito Novás.La madre no participaba de ese mun-do, era sencillamente una humildeempleada de servicios de la Universi-dad de La Habana. Y el hijo, desde laniñez hasta la madurez, un ser que de-voraba libros, discos y películas conavidez, creando así un universo propio.

Se afirma que su primer poema fuepublicado por Nicolás Guillén en 1959,y en el periódico Hoy, en 1960, cuan-do el poeta sólo contaba con doceaños. Y también, como aparece en laficha de autor, en Cubaliteraria, quesería otra escritora, Dora Alonso quien“[…] le publicó otro poema en una sec-ción para niños de la revista Bohemia”.Después, vendrían sus estudios en laEscuela de Letras y de Artes, de la li-cenciatura en Lengua y LiteraturasHispánicas (1967-1972), en la Univer-sidad de La Habana, y aquella oleadageneracional que nos reunió con diver-sos proyectos y sueños.

Así como la amistad que tejió conCintio Vitier y Fina García Marruz, ylos años de trabajo, al graduarse y des-pués de la inserción en su períodoestudiantil, en el Centro de Investiga-ciones Literarias (CIL) de la Casa delas Américas, institución donde trabajópor espacio de veinte años, desde 1973y que fue su único centro laboral hastasu suicidio el 12 de junio de 1993.

En la revista Casa…, como solía ha-cerlo Roberto Fernández Retamar consus jóvenes discípulos, apareció tambiénsu primer texto crítico, y también dis-tintos poemas, esos que presentaban enel magro concierto de la lírica cubana

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de los setenta y ochenta, una voz dife-rente, auténtica desde su sustancia,deudora del espíritu, en la que se afir-ma que está Orígenes, como lo está elMartí de los Versos libres, siempre agó-nico.

Recibió menciones, con suspoemarios Dacapo y Al más cercanoamigo, respectivamente, en el concur-so de la Unión de Escritores y Artistasde Cuba, libros que serían publicadospor él en vida, como también el premiodel concurso 13 de Marzo (1982), dela Universidad de La Habana, con elcuaderno Enigma de las aguas, quefue prologado por Cintio Vitier.

Y en 1985 recibió el premio por Ani-mal civil, finalista en Costa Rica y que,en Cuba, obtuvo el Premio de la Críti-ca a los mejores libros publicados en elaño 1987. Como fue antologado enaquel volumen de los Nuevos críticoscubanos con un estudio de la poesía deEliseo Diego y, en numerosas publica-ciones culturales, dejó poemas y prosareflexiva, de intenso aliento ensayístico,como en las revistas Casa de las Amé-ricas, La Gaceta de Cuba, Unión,Universidad de La Habana, LetrasCubanas, El Caimán Barbudo, La Pa-labra y el Hombre (México), Imagen(Venezuela) y Revista Iberoamericana(Estados Unidos).

Desde su condición de investigadorliterario, preparó varias seleccionescomo la Poesía del puertorriqueño LuisPalos Matos y otra sobre Tres poetascentroamericanos, además de haber-nos dejado la edición crítica y el estudiopreliminar de la poesía completa de Cé-sar Vallejo, publicados por Casa de lasAméricas en 1988, verdadera obra deconsulta por la que recibió del Ministe-

rio de Cultura el Diploma como cientí-fico más destacado del quinquenio1986-1990.

Esa es la ficha de un hombre que,al morir, sólo tenía cuarenta y cuatroaños, y que como se afirma en lacontracubierta de un volumen dedica-do a su producción, edito por la Casa,y que mereció postmortem el premioJosé Lezama Lima:

[…] ha enriquecido, de manera sus-tancial, la lírica cubana de losúltimos cuarenta años. Se caracte-riza, en líneas generales, por laintensidad de los conflictos e inquie-tudes que la nutren, la lucidez de supensamiento y el tono confesional,que llega, en muchos de sus gran-des momentos, a lo autoparódico.Confluyen en su evolución y en laintegración de sus libros numero-sas corrientes literarias yfilosóficas, importantes filmes yobras musicales de diferentes épo-cas y estilos, vigorosas ydeterminantes presencias en sucosmovisión. Las intertextualidadesque se hallan en su poesía, asimila-das con extraordinaria fuerzacreadora, contribuyen a que su pa-labra alcance una jerarquíainfrecuente en otros poetas de sugeneración. Angustiada, nostálgica,desgarrada, en la que se conjuganidealizaciones y una ejemplar lucidez,la obra poética de este autor se in-tegra a la poesía de nuestra lenguacon su voz personalísima […].

Numerosos críticos, como VirgilioLópez Lemus, han calificado aHernández Novás como: “Poeta de in-tensidades y oscuros márgenes, su obrava desde el documento testimonial

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claro y conceptista hasta el juego ba-rroco de poemas como ‘Sobre el nidodel cuco’, y la vertiente neoclásica,pero de inspiración quevedeana en sussonetos”.

Para mí, que tuve el privilegio de vernacer muchos de aquellos poemas, so-bre el modestísimo papel, que conocí dela pasión y el amor latientes en sus pu-pilas, cómo compartía desde la sombrala anchura de la luz, Raúl siempre será

algo más, más que el poeta que todosreclaman y que camina en su soledadhacia el mito, es el amigo, el hombrelimpio, con mucho de ternura callada,de vibración dolorosa que nunca veréenvejecer, aunque en este año, a la al-tura de tres lustros de su muerte,repare en la paradoja vallejiana de esossesenta años de vida que no llegó a vi-vir, porque definitivamente, prefirió“sentarse a caminar”.

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MercedesAbrego,la heroínacolombiana

Nydia SarabiaHistoriadora y ensayista

José Martí en su discurso en la vela-da de la Sociedad Hispanoamerica-

na en honor de Simón Bolívar,efectuada el 28 de octubre de 1893, enNueva York, expresó en pocas palabrassu evocación de la patriota colombia-na: “[...] Mercedes Abrego, de trenzashermosas, a quien cortaron la cabezaporque bordó, en su oro más fino, el uni-forme del libertador […]”.1

Mercedes Abrego pasó su infancia yparte de su juventud en el hogar pater-no de Cúcuta. Siendo una adolescentese casó con José Marcelo Reyes, conel que tuvo tres hijos: José Miguel, Pe-dro María y José María. Poco despuésdel nacimiento de su último hijo, falle-ció el esposo.

Ella fue muy reconocida por su cul-tura y laboriosidad, en lo social por suhabilidad en los trabajos manuales. Poresta razón fue muy solicitada para laenseñanza de estas artes y, muy espe-cialmente para la confección deornamentos religiosos con destino a lasiglesias de Cúcuta, villa del Rosario, SanAntonio y pueblos vecinos.

Por esa época del inicio de las lu-chas independentistas americanas, las

mujeres participaban en tertulias litera-rias e intervinieron en la sedición contrael gobierno colonial español colaboran-do con las guerrillas y ademásdivulgando las ideas libertarias. Con elEjército Libertador de Bolívar servíancomo correos, espías y laborantes, yentregaron sus hijos, sus esposos parala guerra en el ejército patriota. Acom-pañaron a los hombres –como sucediócon Bolívar– en numerosos casos ensus campañas libertadoras.

Al comenzar la guerra bolivariana,Mercedes Abrego manifestó su apoyoincondicional y simpatía por la causa re-volucionaria. Tuvo un gran aprecio a lafigura del Libertador, a quien admirópor sus campañas en Cúcuta, que an-tecedieron a la Campaña Admirable de1813 y 1814. Esa simpatía la llevarona colaborar con los ejércitos republica-nos que se batían contra los españolesen el valle de Cúcuta y lugares veci-nos, dirigidos por Simón Correa yBartolomé Lizón.

Cuando Bolívar estaba organizandolos ejércitos de la Campaña Admirablede 1813, Mercedes Abrego le obsequió–como refirió Martí en su discurso–una casaca bordada en oro y lentejue-las, hecha por ella misma, en señal dela simpatía y admiración que sentía porEl Libertador.

El historiador colombiano JavierOcampo López ha señalado:

Ella manifestó con decisión su apo-yo a la causa patriótica, y con suscontactos secretos mantenía infor-madas a las tropas del generalFrancisco de Paula Santander so-bre los movimientos del ejércitorealista. Precisamente gracias asus informes secretos, Santander

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obtuvo los triunfos militares de SanFaustino y Capacho, contra las tro-pas de Matute y Cañas. Cuando elejército patriota buscaba alcanzar eltriunfo en el llano de Carrillo, con-tra los realistas comandados por elcapitán Bartolomé Lizón, éste de-tuvo a una mujer espía que llevabaavisos e indicaciones para los pa-triotas combatientes y supo que esamujer era enviada directamente pordoña Mercedes Abrego de Reyes.Las tropas de Santander fueron de-rrotadas en forma definitiva por losrealistas en el llano de Carrillo, ycuando el capitán Lizón ocupó aCúcuta, después de su triunfo, man-dó a buscar a Mercedes Abrego,acusada de conspiradora y ayudan-te de las guerrillas patrióticas. Ellafue aprehendida en una casa decampo y llevada a la cárcel paraser ejecutada.

Otros historiadores colombianos hanescrito acerca de la vida de estaparadigmática mujer, tales como EladioAgudelo con su obra Doña MercedesAbrego. Apuntes para su biografía yPedro María Ibáñes con su trabajo Lasmujeres de la revolución de Colom-bia, editada en 1895, y Horacio GómezAristizábal en su Diccionario de la his-toria de Colombia, publicado en 1985.

Mercedes Abrego de Reyes recibiólos correspondientes oficios religiosos

en la capilla de la cárcel, y dos de sushijos presenciaron su ejecución el 13 deoctubre de 1813.2

En su histórico discurso –como se-ñalamos al principio– José Martísubrayó: “[…] porque ante las mujeresamericanas, se puede hablar sin miedode la libertad […]”. Y en ese mismodiscurso afirmó: “Bolívar llevaba a lagrupa, compañeras indómitas de sussoldados, cuando a pechos juntos va-deaban los hombres el agua enfurecidapor donde iba la redención a Boyacá,y de los montes andinos, siglos de lanaturaleza, bajaban torvos y despeda-zados los torrentes”.

Notas1 Martí, José. Obras completas. La Habana:Editorial Nacional de Cuba, 1966. t. 8. p. 242.2 Agudelo, Eladio. Doña Mercedes Abrego.Apuntes para su biografía. Boletín de Historia yAntigüedades 3(60405):99-133; 1965.

Bibliografía

GÓMEZ ARISTIZÁBAL, HORACIO. Diccio-nario de la Historia de Colombia.Miembro correspondiente de la Aca-demia Colombiana de Historia. Bo-gotá: Plaza & Janés, Editores Colom-bia Ltda., 1985. p. 207.

IBÁÑES, PEDRO MARÍN. Las mujeres dela revolución de Colombia. Bogo-tá. Imprenta de los Hechos, 1895.

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Premiospara laBibliotecaNacional

Marta B. ArmenterosEditora

Por mis problemas de salud no pudeparticipar en el acto de entrega de

los premios anuales a instituciones ypersonalidades de la cultura que reali-za la Unión de Historiadores de Cuba(UNHIC), efectuado el 20 de julio de2008 y en el cual el Departamento deInvestigaciones y Bibliografía Cubanade la Biblioteca Nacional José Martí,dirigido por la doctora García-CarranzaBassetti, recibió el Premio María Tere-sa Freyre de Andrade, por el aporte alas investigaciones culturales y por elservicio bibliotecológico que ofrece, asícomo por su labor en la preservacióny la divulgación del patrimonio cubano,sobre todo a través de los índices depublicaciones seriadas y de la bibliogra-fía cubana.

Asimismo, al investigador JulioDomínguez, del mismo departamento, lefue otorgado el Premio Tabarés delReal en reconocimiento a su trabajodestacado en las investigaciones histó-rico-culturales de carácter nacional.

También se dio a conocer en la ac-tividad que el trabajo de la investigadoraVilma Ponce sobre las revistas cuba-nas de la década del sesenta había sido

seleccionado para participar en el XIXCongreso Nacional de la UNHIC, quese realizará en Ciego de Ávila este año.

Igualmente, el historiador Félix JulioAlfonso se refirió al valor documentaly cultural de la segunda edición de laBibliografía de Emilio Roig deLeuchsenring confeccionada por ladoctora Araceli García-Carranza, queserá publicada por la Oficina del His-toriador de la Ciudad de La Habana.

Según los participantes, fue una ma-ñana muy agradable, que comenzó conla reunión junto a la estatua del Caba-llero de París, a un costado del Conventode San Francisco de Asís. De allí par-tieron hacia la Casa María Montilla, encuya tierra del patio se encuentran losnichos de distintas personalidades delpaís, entre ellos el de Emilio Roig deLeuchsenring (1889-1964), a quien en1935 se le designó como Historiador dela ciudad de La Habana y que crearaen 1936 la Oficina del Historiador, so-bre el cual los investigadores JulioDomínguez y Vilma Ponce colocaronuna ofrenda floral antes de partir haciael Palacio de los Capitanes Generales,donde se realizó la premiación.

Como muestra fehaciente del traba-jo del Departamento, y en particular delárea de Investigaciones, tengo que po-ner en blanco y negro la publicación dellibro Pensamientos de Félix Varela yMorales, de Margarita León Ortiz, porEdiciones Bachiller de la BibliotecaNacional José Martí este año, texto don-de la autora compila los aforismosvarelianos estructurados en temáticasque facilitan su búsqueda y utilización.Es un libro ameno que nos lleva a pen-sar tanto en la vida cotidiana como enla intelectual de todos.

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También siento la obligación de re-ferirme a la conferencia “El Payret:Historia y leyenda”, de Bárbaro RaveloFernández, trabajador de BibliografíaCubana, impartida el 23 de septiembreen el Departamento de Música de laBiblioteca, y como cuyo título demues-tra es un recorrido por toda la vidacultural de ese importante centro cul-tural de la Ciudad de La Habana.

No puedo dejar de señalar el traba-jo, que conozco con creces, de JoséAntonio García Molina, TomásFernández Robaina y Nuria Pérez,cada uno de los cuales ha contribuidoal logro del premio.

Por eso me siento feliz de dar misparabienes de todo corazón al Depar-tamento galardonado, y espero que eseestímulo continúe siendo un acicatepara sus trabajadores y para el resto dela Biblioteca Nacional.

Todavía tengo una noticia importanteque dar: a Zoila Lapique Becali, que aun-que esté jubilada desde 1977 siguepresente en la institución, la sección deMúsica de la Unión de Escritores y Ar-tistas de Cuba (UNEAC) le otorgó lacondición de miembro de mérito a fi-nales de noviembre en una actividadefectuada en dicho centro. Zoila co-menzó a trabajar en la Biblioteca en1959, donde desde el Departamento deColección Cubana y el de Investigacio-nes Histórico-Culturales apoyó lacreación de muchas personalidades dela cultura cubana y conformó la suyapropia. Muchas felicidades por estenuevo reconocimiento que los trabaja-dores de la Biblioteca Nacionalconsideramos como nuestro, comonuestra es ella.

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DOCUMENTOS RAROS

La presencia del latín y de las letrasclásicas se hace sentir en Cuba des-

de la colonización por los españoles en1510, no sólo en las ceremonias de ca-rácter religioso y en las inscripcionesfunerarias, sino en las clases de Lati-nidad que se impartían en la Scolatria,fundada en la Catedral de Santiago en1523, y en el primer gran poema denuestra literatura, Espejo de pacien-cia (1608), del canario Silvestre deBalboa y Troya de Quesada.

No obstante estos y otros esfuerzosnotables, durante los primeros sigloscoloniales, el interés de la corona porla isla se centró en su privilegiada po-sición geográfica y en su utilizacióncomo punto de partida para la conquistay explotación de otras tierras más ricasdel continente. Por esta razón no se leprestó una atención preferente en elorden cultural, y administrativo. Prue-ba de ello es que mientras SantoDomingo y México tuvieron universida-

des en el siglo XVI, Cuba tuvo la suya aprincipios del siglo XVIII; de ahí que losjóvenes que deseaban continuar estu-dios, debieran viajar al extranjero, comoes el caso de Juan de Aréchaga y Ca-sas, quien se graduó de doctor enDerecho Civil y Canónico en la Univer-sidad de Salamanca en 1662, ocupócátedras allí, y dio a la luz en aquellaciudad, en latín, el primer libro publica-do por un cubano. La creación de laUniversidad de La Habana en 1728, sinembargo, ha sido reconocida como unode los episodios más significativos en eltránsito a una nueva fase del desarro-llo económico de la isla, y la antesalanecesaria del surgimiento de la nacio-nalidad cubana.

Precisamente, el texto al que nos re-ferimos, una carta en latín, pertenecea ese período de formación de la con-ciencia nacional cubana, que comienzaa gestarse sobre todo a principios delXIX, y se consolida durante las guerras

En torno a un documentoneolatino cubano decimonónicode carácter secreto

Amaury B. Carbón SierraProfesor de la Universidad de La Habana

Avelina Carrera de la RedProfesora de la Universidad de Valladolid

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independentistas de 1868 a 1898, cuan-do los intereses económicos, políticos ysociales de la naciente burguesía criollaazucarera, se hicieron irreconciliablescon las limitaciones del poder colonialespañol, representado y defendido porsus personeros administrativos, milita-res y clericales.1 En este complejoperíodo de fragua de la cubanía, impo-sible de caracterizar en unas líneas,participa el latín, al igual que las letrasclásicas en general, como un medio queutilizaría la embrionaria clase social, lamás adinerada y por ello la más revolu-cionaria en aquellas circunstancias, parael logro de sus objetivos burgueses.

Una de las instituciones donde prime-ro se manifestó el sentimiento patriofue en la Sociedad Económica de Ami-gos del País o Sociedad Patriótica deLa Habana, como también se le llamó,fundada en 1793 al influjo de la políti-ca de despotismo ilustrado, instauradapor Carlos III, la cual daba participa-ción en el gobierno a las burguesíasnacionales. Son conocidas las pro-puestas de los ilustrados cubanos,pertenecientes a sus diferentes seccio-nes, en favor del desarrollo técnico dela producción, principalmente agrícola yazucarera, y de los avances científicosde la educación. En el caso del latín sehalla la memoria encaminada al perfec-cionamiento de su enseñanza con unanueva orientación que ponía énfasis notanto en la lengua del Lacio como ve-hículo de comunicación académica, sinosobre todo en el estudio y la compren-sión de las obras didácticas de laciencia y el disfrute de la literatura clá-sica. Entre las medidas para lograrlo nosolo se proponía que se realizaran exá-menes para proveer las cátedras de

Latinidad, sino que se concedieran a lospreceptores los mismos honores y pre-rrogativas de las cuales disfrutabanquienes cubrían las cátedras de Filoso-fía.2 Fruto de la influencia en las letrasclásicas de ese enfoque neohumanistafueron la publicación de nuestras prime-ras gramáticas latinas y castellanas, laaparición en revistas y periódicos detraducciones cubanas del latín y delgriego, y de anécdotas sobre MucioScévola, la muerte de Séneca, la muertede Plinio y fragmentos de Horacio, porcitar algunos ejemplos; y la lectura y elanálisis en el Real Seminario de SanCarlos y San Ambrosio de los Oficioso Deberes de Cicerón, la Vida deAgripa de Tácito, así como de otrosautores considerados sublimes modelosde virtudes sociales.3 Será pues en esteparadigma clásico de ciudadano idealdonde se formarían –al igual que los re-volucionarios de América– los hijos dela burguesía cubana. De ahí la afirma-ción casi aforística del pedagogo yfilósofo José de la Luz y Caballero(1800-1862): “[...] educar no es sóloenseñar gramática o geografía [...];educar es templar el alma para la vida[...]; es como lo comprendió el belloidioma del Lacio, sacar del tierno niño,el hombre fuerte, el varón heroico, elgenio sublime”.4 No es casual, por lotanto, que el iniciador de la guerra deindependencia en 1868 Carlos Manuelde Céspedes, el Padre de la Patria(1819-1874), fuera traductor de laEneida de Virgilio; también lo fuerade la oda “A Delio” de Horacio, elHéroe Nacional José Martí (1853-1895), y que en los preparativos de lallamada Guerra Chiquita (1879) losconspiradores utilizaran los seudónimos

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de Régulo, Scévola, Cornelio, Mario,Júpiter y otros.5

Tampoco es casual que se utilizarael latín para ocultar a las autoridadesespañolas el contenido de la carta encuestión, que, como todo parece indi-car, guarda relación directa con lapolémica en torno al establecimiento dela efímera Academia Cubana de Lite-ratura (1834). De esta manera secorrobora una vez más la afirmacióndel poeta y crítico Ángel Augier de que“[...] la literatura en Cuba no dejó deactuar como causa y como efecto enel proceso de formación de la concien-cia nacional cubana”.6

Si bien con la creación en 1830 dela Comisión Permanente de Literaturade la Sociedad Económica de Amigosdel País luego del restablecimiento delabsolutismo en España, la literatura vol-vió a ser el lícito refugio de quienes seatrevían a pensar, como lo había sidopoco antes la prensa, el resurgir de al-gunas libertades públicas tras la muertede Fernando VII, lo cual motivó a susmiembros, deseosos de afianzar lacubanía, a ir más lejos y solicitar a lareina gobernadora la autorización nece-saria para crear la Academia Cubanade Literatura. Concedida esta el 23 dediciembre de 1833, de acuerdo con lasprevisiones quedó constituida el 6 demarzo de 1834.7 Sin embargo, el hechode que los promotores, miembros hastaentonces de la Comisión Permanente deLiteratura de la Sociedad Económica,escribieran directamente a la reina sincontar con la Sociedad Económica yque se negaran a presentarle a esta sureglamento, como se establecía, y loenviaran también por su cuenta a Es-paña, fue el motivo de enconados

debates en la prensa entre directivos yasociados de ambas corporaciones. Noobstante, como señala el ensayista ycrítico Max Henríquez Ureña, la polé-mica no llegó al extremo de que sehiciera pública la imputación de que laAcademia representaba una amenaza,probable o remota en el orden político;aunque, como él mismo añade, no eraotro en el fondo el problema que seplanteaba, envuelto en el ropaje de sus-ceptibilidades de índole personal o derivalidades de índole colectiva, pues sino podía declararse siquiera sospecho-so de adhesión a las ideas separatistasa ninguno de los miembros de la Aca-demia, todos, o casi todos, eranpersonas de pensamiento independien-te y de espíritu avanzado.8 Lo cierto esque aquel enfrentamiento decretó el finde la Academia, porque en un régimenque no permitía sino contadas liberta-des, no convenía que un grupo dehombres, convictos del grave delito depensar libremente, constituyese un or-ganismo autónomo, llamado a ejercersin duda, vasta influencia moral en elpaís.9 En consecuencia, el capitán ge-neral Mariano Ricafort apoyó a laSociedad Económica y ordenó a los pe-riódicos que no se publicara una líneamás sobre la fundación de la Academia.Fue entonces cuando José AntonioSaco y López (1797-1879), uno de losmás vigorosos polemistas cubanos ymiembro de número, escribiera suconocidísima Justa defensa de la Aca-demia Cubana de Literatura contralos violentos ataques que se le handado en el “Diario de La Habana”,desde el 12 hasta el 23 de abril delpresente año..., folleto publicado enCuba en la Imprenta de Tiburcio

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Campe, Matanzas, aunque al pie dice:“Nueva Orleáns, Imprenta de Mister St.Romes, oficina de el Courrier, Año1834”. Campe, liberal primero y agen-te del gobierno después, para eludir lasposibles represalias, ideó el recurso an-terior de acogerse a la impunidad de unimaginario taller de Norteamérica y deun supuesto dueño, procedimiento que,según Ambrosio Fornet, a quien cita-mos in extenso, sería utilizado pornumerosos impresores clandestinos enla segunda mitad del siglo para burlarla acción de la censura colonial; de ahíque en la bibliografía cubana abundenimprentas fantasmas de inexistentes ta-lleres no sólo de Nueva Orleáns sinotambién de Cádiz o Mayagüez.10

La carta en latín tiene que ver, al pa-recer, con la publicación de la Justadefensa... de José Antonio Saco, aun-que desconcierta en ella la expresión“Confía el desterrado...”, pues por la fe-cha no se le había impuesto aún lamedida a su autor. Téngase en cuentaque la carta es del mes de junio, la or-den de destierro de julio y la partida alexilio del escritor, en septiembre. Ade-más, una somera revisión de labibliografía del período descarta por elmomento la posibilidad de que se tra-tara de un texto de Félix Varela, JoséMaría Heredia o Tomás Gener, proscri-tos ya desde hacía unos años. La misivafue enviada en junio de ese año (1834)desde La Habana por Manuel Gonzálezdel Valle y Cañizo (1802-1884), uno delos académicos de número, a Domingodel Monte y Aponte (1804-1853), se-cretario de la Academia, que lo habíasido también de la Comisión de Litera-tura, quien era abogado de los RealesConsejos en Matanzas. Días antes, el

12 de mayo, otro académico de núme-ro, el presbítero Francisco Ruiz(1797-1858) decía en carta desde LaHabana a Del Monte: “Cuando me es-cribiste esperabas la Filípica de Saco,y ahora esperamos con ansia recibirlaimpresa. La publicación de esedocum.to será un triunfo para la Acade-mia, y así es necesario no omitir recursoalguno para q.e salga, antes q.e se aper-ciban los contrarios, é intriguen allátambién como lo hicieron aquí para q.e

el gobierno de esa no le de paso al ar-tículo”.11 Es decir que ya Saco habíaintentado publicar el artículo antes dela prohibición oficial.

He aquí la carta:Del D.r Man.l G.z del Valle-1834-Ju-nio

[Habana]M. salutem dicit DominicoAuctor, nobis carissimus, causae,nostrae almae Acad. Cuban., teverba facere illo cumtypographario12 ut percaleres anscripsisset13 annon14 suo valdeconjuncto ejusdem artis quamgereret in N. Orleanensi Portu, mihimaxime commendavit. Exul tua insolertia innixus credit, nec vanafides, te diligenter hoc facere;timendum enim est ne inquiratur abHisp. Consule in illo portu stabilitoeditionis labor. Si illic deestconsilium et typographariuseditionem non esse arguit, tunc exmagis praesunctionibus15 inTypographiam cubanensem vertunt.Etiamsi fretus hoc scribendi auxilio,quod equidem Latii bonarumlitterarum studio ab ineunte aetatea me amplexo debere confiteor,

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longius non scribam ¿fortassetyranni non emunt linguarum, secre-ta?16 –Vale.P. S.Cum has litteras recipias, non dubitote facere responsionem his verbistantum. Optime aut tua vota perfecivel non.17 Utamur enfasi.18

La traducción del texto precedente es:M. saluda a Domingo. Me ha re-comendado, en gran modo, el autor,para nosotros estimadísimo, almade la Academia Cubana, que ha-bles con aquel tipógrafo19 para queaverigües si ha escrito o no al queejerce el mismo oficio en el puertode N. Orleáns. Confía el desterra-do en tu discreción y no es vana sufe, que harás esto diligentemente,pues es de temerse que se inquie-ra por el Cónsul español, residenteen dicho puerto, acerca de la edi-ción. Cree el autor, que caso de noobtenerse informe ni haber impre-sor, como mucho se presume,entonces debe hacerse en la tipo-grafía cubana. Aunque confiado enel auxilio de este modo de escribirdebo confesar que aunque el estu-dio de las bellas letras del Lacio lohe abrazado desde la más tiernaedad, no escribiré más de estemodo no sea que los secretos de laslenguas no pasen inadvertidos parael tirano.20 Consérvate bueno.P. S.Cuando recibas estas letras nodudo que me contestarás sobreesto. He cumplido tus deseos bieno no. Usamos del énfasis.21

Luego de la lectura de la carta, yaceptada la conjetura, surge también la

duda de si lo que se solicita en ella sonlas gestiones previas para la impresióndel alegato de Saco fuera de Cuba, osi se pretende con su redacción y en-vío tratar de confundir a las autoridadesespañolas, caso de que cayera en susmanos, para posibilitar su impresión enMatanzas. No parece fácil con la infor-mación disponible poder precisar estacuestión. Cabe suponer que quizás antela censura impuesta, se consideró muydifícil encontrar en Cuba un impresordispuesto a asumir los riesgos, como seexpresa en el texto, lo cual ya le habíaocurrido a la respuesta de Saco en LaHabana, por lo que se pensó en unaimprenta de Nueva Orleáns, segura-mente por las relaciones existentesentre esa ciudad y la isla. Sin embar-go, a la luz de los acontecimientos,existe la posibilidad de que con ella seenmascarara la publicación del docu-mento en territorio cubano con el pie deimprenta de Nueva Orleáns, o se tra-tara de alejar toda sospecha denuestros impresores. Tal vez el postscriptum haga suponer esto último,cuando el remitente asevera, o más bienpregunta al destinatario, si ha cumplidosus deseos bien o no. ¿Qué deseos? Ymás aún, al afirmar: “Usamos del én-fasis”. Por supuesto, que el mero usodel latín es enfático, máxime cuando nose ha localizado ninguna otra carta enesa lengua, ni de la misma época ni deun período anterior o posterior, excep-to un folleto en forma epistolar de 1798con la descripción y rectificación de unaplanta indígena; pero lo es también elcontenido del mensaje. Se mantiene,pues, la interrogante.

En cuanto a la Justa defensa…, porsólo acudir a un ejemplo de los tantos

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posibles sobre la repercusión del alega-to, vale referir que el propio F. Ruiz leinforma a Del Monte el 14 de julio losiguiente: “La contestación del amigoSaco ha sido muy bien recibida, y laAcademia creo q.e ha quedado vindica-da”. Una semana después le cuenta,también por carta, acerca de la conver-sación de Saco con el nuevo capitángeneral don Miguel Tacón y las razo-nes que este adujo para su destierro aCuba (Santiago): “[...] q.e sus papeleseran alarmantes, y q.e la juventud se-guía con mucho calor sus ideas”. Alnegarle el pasaporte para otra ciudaddel país o permanecer en La Habana,donde estaría mejor controlado, Sacoprefirió marchar a Europa (Inglaterra,Bélgica, Portugal, Francia y España).En este último país, en particular enBarcelona, murió cuatro décadas des-pués. Sólo visitó una vez más la isla, en1861 y por breve tiempo.22 Se sabe porla propia carta de F. Ruiz, por otrasmuchas enviadas a Del Monte y reco-gidas en el Centón epistolario, y porla bibliografía especializada acerca deltema, que fueron sobre todo las in-fluencias del presidente de la SociedadEconómica, el deán Bernardo O’Gabany Guerra (1782-1838), sus quejas e in-trigas las causantes del fracaso de laAcademia y el destierro de Saco. Bas-taría un documento para confirmarlo, elacta de la sesión de la directiva de laSociedad Económica del 15 de julio de1834, donde O’Gaban hizo presente que

[...] habiendo circulado en estos úl-timos días con escandalosaprofusión un folleto infamatorio yalarmante [...] no había podido me-nos que ocurrir a la autoridad delPresidente, Gobernador y Capitán

General para que se sirviese tomaren consideración el abuso alevosoque se hacía por aquel individuo,para que su ejemplar corrección sir-viese de justa vindicación al cuerpo[...] teniendo la satisfacción de po-der anunciar al cuerpo que elExcmo. Señor Capitán General,cuyo celo en el castigo de los cri-minales era tan notorio comolaudable, le había ofrecido ocupar-se del asunto con toda la eficaciaque demandaba el decoro ultrajadode la corporación.23

Digamos finalmente, por más quehasta cierto punto resulte obvio, quetanto Manuel González del Valle comoDomingo del Monte y José AntonioSaco fueron por razón de sus estudiosnotables latinistas. Recuérdese que enesa época se exigía el conocimiento dellatín para el ingreso a la Universidad,pues todas las actividades académicas,orales y escritas, se realizaban en esalengua, y en ella estaba escrita la bi-bliografía. Así pues, González del Valle,doctor en Sagrados Cánones, en Filo-sofía y en Derecho Civil y Canónico,tuvo que hacer amplio uso del latíncomo estudiante y luego como profe-sor universitario. De él, como autorneolatino, se conservan, además de estacarta, algunos cuodlibetes y un discur-so inaugural de la cátedra de Moral.Domingo del Monte, licenciado en De-recho Civil, debió de emplear esalengua en forma oral y escrita, apartede que recomendaba a los miembros desu famosa tertulia la lectura de obrasde Tácito y otros autores que él mis-mo ponía en sus manos. José AntonioSaco, bachiller en Derecho Civil y enFilosofía, fue profesor de esa asignatura

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en el Real Seminario de San Carlosy San Ambrosio, y autor de la másantigua traducción cubana del latínque se conserva, la de Elementos deDerecho Romano (1826) de JuanHeinecio.24

Hasta aquí, en apretada síntesis, laposible o probable interpretación de lacarta en latín de Manuel González delValle a Domingo del Monte, teniendoen cuenta el asunto, el contexto en quefue escrita, y la ubicación que este ledio en su Centón... Como no se ha lo-grado tener una mayor certeza de lasalusiones al autor y el contenido de lapublicación que se gestionaba, debido alcarácter secreto del documento, la in-dagación –por si hubiera aún dudas–queda abierta al hallazgo de nuevas pis-tas y conjeturas. Pero sea cual fuereel referente, el texto neolatino está ahícomo un testimonio más de la presen-cia de las letras clásicas en la isla, y desu contribución a hacer realidad las as-piraciones irrenunciables de un pueblopor alcanzar lo que sería luego, y eshoy la nación cubana.

Notas1 Rodríguez, Carlos Rafael. Una lección deoptimismo y firmeza. Universidad de La Habana(208):164-179; 1978.2 Romay, Tomás: Obras completas. La Habana:Academia de Ciencias de Cuba, 1965. t. 2,pp. 255-256.3 Caballero, José Agustín: Escritos varios. LaHabana: Editorial Universidad de La Habana,1956. t. 1, p. 195.4 Luz y Caballero, José de la. Elencos y discursosacadémicos. La Habana: Editorial de laUniversidad de La Habana, 1952. p. 443.5 Archivo Nacional de Cuba. Documentos paraservir al estudio de la Guerra Chiquita. La

Habana: Publicaciones del Archivo Nacional,1950.6 Augier, Ángel. “Prólogo”. En Henríquez Ureña,Max. Panorama histórico de la literatura cubana.La Habana: Imprenta Alejo Carpentier, t. 1, p. 8.7 Ibídem, p. 152.8 Ibídem, p. 159.9 Ibídem.10 Fornet, Ambrosio. El libro en Cuba. La Habana:Letras Cubanas, 1994. p 31.Sobre el alegato de Saco, cf. también Instituto deLiteratura y Lingüística: Historia de la literaturacubana. La Habana: Editorial Letras Cubanas,2002. t. 1, p. 215.11 Monte, Domingo del. Centón epistolario. LaHabana: Imagen Contemporánea, 2002. vol. 1,p. 336.12 Palabras ilegibles. Tanto typographario, comotypographarius y typographia aparecen en eloriginal con la grafía f. Resulta inusitada y pareceincorrecta la derivación de las dos primeras conel sufijo –arius de oficio o profesión, cuandoexiste typographus, registrada en los diccionariosde la época.13 Como interrogativa indirecta, el verbo debe iren subjuntivo, y de acuerdo con la consecutiotemporum o correlación temporal, enpluscuamperfecto (scripsisses; scripsit, en eloriginal).14 El segundo elemento de la interrogativa totaldoble es necne o annon; vel non, en el original.La forma gereret de la subordinada adjetiva,aparece como gerit en el original.15 Forma correcta praesunctionibus;presunctiones, en el original.16 Palabras ilegibles.17 La oración parece tener más un sentidointerrogativo que aseverativo. Sin embargo, ni enel original ni en la traducción aparece el signocorrespondiente. Si lo fuera, el segundo elementosería annon, y no vel non, como se lee en eloriginal.18 Op. cit. (11). t. 1, pp. 351- 352.19 Palabras ilegibles.20 Op. cit. (11). p. 352.21 Ibídem. No se especifica en la edición eltraductor del texto, como sí se hace en las cartas

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vertidas del inglés, del francés y el italiano enotros tomos. Cabe la posibilidad de que se debaal propio Del Monte, quien organizó las cartas;aunque en esos casos se aclara que es anotaciónsuya; quizás deba por ello atribuírsele a DomingoFigarola Caneda, quien hizo el prefacio, lasanotaciones y la tabla alfabética de los tomosuno y dos de la primera edición de la obra dondeaparece la carta; si bien es probable que elbibliógrafo haya solicitado el traspaso a algúnamigo o colaborador.22 Op. cit. (11). p. 363.23 Ibídem, nota 6, p. 165. Así lo reconocía elpropio Saco en carta a José de la Luz y Caballero

desde París del 8 de septiembre de 1836: “¡Quéafligido está nuestro Padre O’Gaban con lalibertad de imprenta! ¡Cómo le remuerde laconciencia! Yo me alegraría mucho conseguir unacopia del oficio de denuncia que pasó a Tacóncontra mí... Yo la publicaría de muy buena gana,pues conviene que todo el mundo conozca a losmalvados y que se hagan patentes los medioscriminales de que se valen para oprimir ydominar”. “Cartas a Luz”, Ibídem, p. 211.24 Filadelfia, Imprenta de Guillermo Stavely,1826. (Tuvo otras cinco ediciones en Madrid,Granada y París).

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LIBROS

La traducción, en su calidad de ejer-cicio intelectual, ha jugado un pa-

pel muy importante en los orígenes dela cultura cubana. Desde los finales delsiglo XVIII y los inicios del XIX se con-virtió en práctica habitual para lasfiguras más cultas de la isla, que se em-peñaban así en conocer y divulgar lomejor en materia de historia, filosofía,arte, literatura y ciencias acontecidofuera de sus fronteras. Sobre ese apa-sionante tema abunda la traductora,poetisa y ensayista Carmen SuárezLeón, en su último libro, La alegría detraducir (La Habana, Ciencias Socia-les, 2007).

La destacada intelectual se desem-peña actualmente como investigadoradel Centro de Estudios Martianos de LaHabana, Cuba, y tiene en su haber unaconsiderable experiencia en estas lides,avalada por sus años de trabajo comotraductora de lengua francesa para elInstituto Cubano del Libro, así comopor su actividad investigativa en el áreade la literatura comparada, cuyo frutomás notable es el libro José Martí yVíctor Hugo en el fiel de las moder-nidades (Centro de Investigación y

Desarrollo de la Cultura Cubana JuanMarinello, Editorial “José Martí”, LaHabana, 1997), que le ha valido nume-rosos reconocimientos.

El volumen que nos ocupa esconde,tras su modesta apariencia de texto bre-ve, un inestimable caudal de información,que se asienta en años de búsqueda pa-ciente en las publicaciones periódicas delsiglo XIX, de incontables horas de lectu-ra y contrastación de las traduccioneshechas por los literatos cubanos consus originales de otras lenguas, todo elloprocesado a través del particular tamiztraduccional de la autora, y respaldadopor el análisis minucioso, que incorpo-ran lo más autorizado y reciente desdeel punto de vista teórico.

Este itinerario bibliográfico, lingüísti-co y cultural se inicia con unaintroducción al libro, hecha por la pro-pia Carmen Suárez, donde explica susmotivaciones al reunir en él textos con-formados de manera independiente, aveces en torno a circunstancias efíme-ras, pero que han sobrevivido al instanteque les dio origen por su hondura ana-lítica, calidad literaria y claridadexpositiva. Aún hoy, ya reunidos en este

La alegría de traducir, o acercarmundos diversos

Marlene Vázquez PérezEnsayista e investigadora

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volumen, si bien conservan cierta au-tonomía, salta a la vista la unidad sobrela diversidad, pues se han vertebradoen torno al denominador común de latraducción, actividad fundamental enesta época, en la cual el intercambiocultural está en el centro de las inquie-tudes del ser humano.

Como bien declara la autora en lapágina dos: “Acto liberador y alegreera el de apropiarse marcos lingüísticosy gestos culturales socializadores capa-ces de expresar nuestra agonía local,cuya particularidad comenzaba por en-tonces a concretarse en texto artístico.Aun cuando la pluma que escribiera sehumedeciera con la sangre misma delcorazón del poeta”.

Son los años arduos de antagonis-mos entre el régimen despótico delcolonialismo español y los primerosatisbos patrióticos, encarnados en el pri-mer movimiento independentista. De élsería pionero el poeta José MaríaHeredia (1803-1839), fundador denuestro primer romanticismo literario yautor de una célebre oda “Al Niágara”,no superada todavía por ningún bardoanglosajón. A él se dedica el primer es-tudio del volumen, en donde se destacacómo interviene de manera creadora ensu labor de traductor su sensibilidad depoeta talentoso, su poderoso y originalmodo de decir, que hacen de sus pági-nas no sólo la puesta en español de losversos de poetas franceses, sino unverdadero acto de creación literaria,con los cuales llena los vacíos inevita-bles, por la distancia existente entre lalengua y la cultura de partida y la len-gua y la cultura de llegada.

Así, se asiste además al contexto deesos años en que Heredia se formó a

sí mismo como poeta, produjo sus pro-pios textos y al mismo tiempo seinformaba del acontecer poético inter-nacional por medio de sus traduccionesy lecturas. También el sacerdote haba-nero Félix Varela, desde su destierroneoyorquino, vierte del inglés al españolel Manual de práctica parlamentariapara uso de los Estados Unidos, deThomas Jefferson, entre otros materia-les, o José Antonio Saco, destacadointelectual cubano, traduce del latín losElementos de Derecho Romano, deJohann Gottlieb Heinecke.

A este importante capítulo inicial le si-gue un amplio recorrido por toda laactividad traduccional durante el siglo XIX

cubano, en el cual sobresalen autorescomo Domingo del Monte, destacadopromotor literario y auspiciador de lastertulias de escritores y amantes de laliteratura más notables de la isla. Tam-bién da cuenta de la labor de GertrudisGómez de Avellaneda, destacada vozfemenina de la poesía cubana, empe-ñada en traducir a Víctor Hugo. Sevalora asimismo el quehacer al respectodel sobresaliente pedagogo y filósofohabanero José de la Luz y Caballero,o del poeta modernista Julián del Ca-sal, entre otras figuras de interés. Elrecorrido se extiende hasta bien avan-zado el siglo XX, pues el libro cierra conlas tareas que en este sentido empren-dieran figuras de renombre como es elcaso del periodista y narrador AlejoCarpentier (1904-1980) o del poeta, na-rrador y ensayista Cintio Vitier (1921).

Quiero detenerme, no obstante, en elacápite titulado “José Martí, traductorde textos, traductor de mundos”, quepor su interés y aportes informativos me-rece un examen mucho más detenido.

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No se trata sólo de la labor de traduc-ción de Martí en sentido estricto, quetambién es atendida en otras zonas dellibro, como es el caso de sus versionesde Mes fils (Mis hijos), de Víctor Hugo,Ramona, de Helen Hunt Jackson,Called Back (Misterio) de HughConway, o Lalla Rookh, de ThomasMoore, entre otros. Mucho más intere-sante es su labor de traducciónpermanente, aquella que casi desapare-ce, por decirlo de algún modo, bajo elpeso de su propia originalidad literaria,y sobre la que se asienta su labor coti-diana de cronista durante sus casi quinceaños de residencia en Nueva York.

Suárez León valora certeramenteesta labor, que no sólo atañe a lo pura-mente idiomático, sino que alcanza acuestiones culturales e ideológicas fun-damentales para los lectores de losdiarios latinoamericanos donde el cuba-no publicaba esos textos. Así, desde laspáginas de La Opinión Nacional, deCaracas, La Nación, de Buenos Aires,La Opinión Pública, de Montevideo,El Partido Liberal, de México, entreotros, se accede a información de pri-mera mano acerca de lo más notableacontecido en los Estados Unidos, se dis-pone de una palabra previsora que alertasobre los peligros que significa para laque llamó “Nuestra América” la vecin-dad con la pujante nación del Norte, yse crea un nuevo modo de decir reno-vador en la lengua española.

La traducción, entonces, en manosde Martí, es mucho más que el hechode hacer inteligible para el lector his-pano lo dicho en una lengua ajena. Es,sobre todo, un fructífero diálogointercultural y la base de un proceso dereescritura complejo, heterogéneo, elcual implica la transformación y sínte-sis literaria del material informativoextraído de la prensa norteamericana,formulado en lengua inglesa, y la intro-ducción de perspectivas narrativasnovedosas, lenguaje poético original,adecuación a los referentes culturalesde sus lectores latinoamericanos, sintraicionar la veracidad de los hechos ocensurar los que no aprueba. La auto-ra documenta con ejemplos probatorioscada uno de sus argumentos, y efec-túa un valioso análisis de las “Escenasnorteamericanas” de José Martí, queinsiste en su calidad renovadora comotexto literario y periodístico cimentadoen la labor de traducción.

Por último, acercarse a este libro sig-nifica, para todo estudioso de la culturacubana, o para aquellos interesados enella desde la perspectiva del lector co-mún, el acceso a una fuente deinformación actualizada y rigurosa, quetiene también el mérito de la amenidady la excelencia expresiva. Lecturaagradable y útil, a la que el interesadovolverá una y otra vez.

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Pensamientosde Félix Varelay Morales

Jesús Dueñas BecerraCrítico y periodista

“El primer deber de un hombre espensar por sí mismo”.

JOSÉ MARTÍ

La M.Sc. Ana Margarita León Ortiz,investigadora auxiliar de la Biblio-

teca Nacional José Martí, es lacompiladora y presentadora de la obraPensamientos de Félix Varela y Mo-rales (1788-1853), publicada porEdiciones Bachiller (La Habana, 2008),en homenaje al aniversario 280 de lafundación de la Universidad de La Ha-bana, donde duermen el sueño eternolas sagradas cenizas de uno de los pa-dres de la ciencia psicológica cubana.1

En ese texto, escrito con amor yrespeto ternísimos a la vida y la obra delpresbítero Félix Varela y Morales, latambién profesora adjunta de la capita-lina Alma Mater se dio a la pacientetarea de seleccionar y compilar los prin-cipales aforismos varelianos, paraalimentar la mente y el alma de quie-nes percibimos en ese “cubano entero”–como lo calificó José Martí– a uno delos más insignes pensadores de todaslas épocas y de todos los tiempos.

La lectura serena y profunda deesos aforismos, procesados en el inte-lecto y en el espíritu del virtuoso

profesor de Filosofía en el Seminariode San Carlos y San Ambrosio, claus-tro materno de ciencia, conciencia,ética, cultura y patriotismo, yabarcadores de las más disímiles dis-ciplinas científicas, sociales, artísticasy humanísticas, nos muestra –desdeuna óptica objetivo-subjetiva– el pen-samiento integral e integrado del padreVarela como “[…] filósofo, psicólogo,[educador], sacerdote y ser humano[excepcional]”.2

La destacada bibliógrafa y escritoracaribeña estructuró esa obra en cua-tro capítulos: “Abreviaturas utilizadas”(I), cuyo contenido se explica por sísolo; “Motivos para pensar” (II), porla doctora Ana Cairo Ballester, profe-sora e investigadora de la Universidadde La Habana, quien ofrece una sínte-sis biográfica del padre Varela, asícomo una breve explicación de las moti-vaciones profesionales y personales queimpulsaron a la autora a escribir ese li-bro, cuya “[…] lectura podría funcionar

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como una introducción estimulante [omejor, vivificante] para aprender a ad-mirar a uno de los intelectualesemblemáticos de la cultura cubana”;3

“Cronología mínima” (III), e “Ideario deVarela” (IV), seleccionado conformecon la riqueza intelectual, ética y espi-ritual de que era poseedor el padreVarela, y que –como buen cristiano–puso a disposición del prójimo… sin exi-gir nada a cambio.

Recomiendo la lectura serena y pro-funda de Pensamientos de FélixVarela y Morales, de la M.Sc. AnaMargarita León Ortiz, a los estudiososde la vida y la obra de ese siervo deDios, cuyo “[…] mayor milagro [es] lanación cubana, que [hoy] se levantasana y salva de la agresión y […] lapobreza”.4

Notas1 Véase: Dueñas Becerra, Jesús. Varela: psicólogoprecursor. Revista Cubana de Psicología (LaHabana) 15(3):186-190; 1998 y “Félix Varela:primer psicólogo cubano”. www.radioprogreso.cu(Especiales)2 Bueno, Salvador. Citado por Jesús DueñasBecerra, en Salvador Bueno: crítico mayor.Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (LaHabana) 98(3-4):192; 2007.3 Cairo Ballester, Ana. “Motivos para pensar”.En León Ortiz, María Margarita, comp.Pensamientos de Félix Varela y Morales. LaHabana: Ediciones Bachiller, 2008. pp. 13-18.4 Leal Spengler, Eusebio. “La nación cubana sanay salva”. En Félix Varela. Ética y anticipación delpensamiento de la emancipación cubana. LaHabana: Editorial Imagen Contemporánea, 1997.pp. 317-322.

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En AméricaLatina, contares un placer

Mercedes Santos MorayPoetisa, ensayista e investigadora literaria

El cuento, que en otras zonas delmundo parece haber perdido espa-

cio frente a la novela, sin embargo esuno de los géneros más cultivados pordiversas generaciones de autores his-panoamericanos, y también una granpasión para muchos autores, especial-mente y como lo demuestra la vida, porcubanos y cubanas.

Ahora, y en esta XVII edición de laFeria Internacional del Libro se pone ala consideración de los lectores, e im-plícitamente de los propios escritores,en particular de los más jóvenes, un vo-lumen publicado por la Casa EditoraAbril: Contar es un placer, una selec-ción del doctor en Ciencias Filológicase investigador del Instituto de Literatu-ra y Lingüística, Emmanuel TornésReyes, quien además la prologa y es elautor de las notas de esta edición, asícomo de las fichas que presentan acada uno de los cuentistas reunidos, yque han nacido entre las décadas delcuarenta y del setenta del pasado siglo.

Emmanuel Tornés es una de las másautorizadas pupilas que pueden hablar, yescribir, desde su condición de exégetay de crítico de la literatura hispanoame-ricana contemporánea, sobre todo, delas corrientes del postboom y del uni-

verso variopinto de la postmodernidad,sujeto y objeto de su propia especiali-zación y de su tesis doctoral.

Autores y autoras en la Feriadel Libro

Puedo afirmar que mi lectura de estaantología es una lectura cómplice y, ala vez, muy incisiva, pues se me pidióque realizara la presentación de este tí-tulo, el 14 de febrero de 2008 en la salaAlejo Carpentier, de la fortaleza de SanCarlos de la Cabaña, día en el que seabrió al público la sede principal delevento.

En ese estudio, que de hecho lo esy devendrá igualmente en un textoreferencial tanto para Cuba como paratoda Hispanoamérica, hay narracionesde autoras y autores de diecisiete paí-ses del continente, con una visión muydiversa y también plural no sólo de lasvertientes temáticas sino en la propiaconcepción de la discursividad.

Debo apuntar que en esta antologíase han incluido (no excluido, afortuna-damente, como suele suceder en otrasediciones al abordarse América Lati-na), cuentistas de Cuba, quienesestablecen un diálogo implícito y un vir-tual contrapunto, desde experienciasdiferentes y similares, por paradójicoque pueda resultar mi apunte, con losnarradores de nuestra América que es-criben en castellano.

La estética postmodernaEn un mundo globalizado, y en un

continente que comparte idioma y tra-diciones, historia y cultura, como elnuestro, estos cuentistas también abor-dan los conflictos sociales desde laproyección colectiva, pero con mayor

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énfasis en el sujeto individual, y nos ofre-cen una realidad hispanoamericanaesencialmente urbana, en la cual surgen,como un continuum, la intertextualidady los vasos comunicantes de la literatu-ra con otras expresiones artísticas,desde la música al audiovisual, sin elu-dir la llamada cultura de masa, nitampoco los referentes de alteridad

Las mujeres también escribenAlgo muy relevante en esta antolo-

gía es la fuerte presencia de la mujer,desde su calidad de narradora, hechocultural que se corresponde con el pro-ceso vivo de las transformacionessociales y políticas, incluso estructura-les, vividas por nuestros pueblos en lasúltimas décadas, comunidades en don-de sobreviven todavía los elementosconductuales y obsoletos del imagina-rio patriarcal, pero que no pueden yacerrar ni tampoco invisibilizar la crea-tividad de la mujer, quien ha idoabandonando el nido, el nicho privadode la existencia, y de la educaciónsexista, para homologarse con sus co-legas, en los espacios públicos, en unaredefinición de la sociedad y de la cul-tura, manifiestada en la mayor parte delas naciones del continente (y a mane-ra de ejemplo y referencia política,veamos que en el cono sur dos de losmás importantes países hispanoameri-canos, Argentina y Chile, son presididosdesde el liderazgo de Cristina Fernándezy Michelle Bachelet).

Narradoras como la chilena IsabelAllende o las venezolanas Laura Anti-llano, Ana Teresa Torres y JudithGerendas, la panameña Aida JudithGonzález Castrellón, las argentinasLiliana Heker y Cristina Civale, las

mexicanas Rosa Beltrán, Ethel Krauzey Adriana Díaz Enciso, la dominicanaEmilia Pereyra, las peruanas Rocío Sil-va Santisteban y Mariella Sala, lanicaragüense Patricia Belli, la puerto-rriqueña Mayra Santos-Febres, lascubanas Anna Lidia Vega Serova,Karla Suárez y Marilyn Bobes, hancontribuido con la calidad de sus rela-tos a dar otro elemento caracterológicodel cuento hispanoamericano en nues-tros días.

ValoracionesDe “muy creativos, muy imaginati-

vos y audaces” ha calificado elantologista a esos narradores, quienesse aproximan al pasado y al presentedesde ángulos muy diferentes, rompien-do las convenciones, en pos de unaescritura que no es ni evasiva ni com-placiente, sino que resulta unaverdadera “reformulación”, al decir deTornés Reyes, del discurso del género,creadores de hoy con perspectiva cos-mopolita que recuperan la elegancia delidioma, y alcanzan una alta capacidadde síntesis desde una manifiesta pro-puesta de sencillez discursiva, resultadode un arduo trabajo con el idioma, comose evidencia en las narraciones de losnuevos cuentistas argentinos, bolivianos,guatemaltecos, uruguayos, colombianosy cubanos, así como en los polémicos einquietantes escritores chilenos de McOndo o del crack mexicano.

El público de este placerA los más jóvenes está dirigido, en

primera instancia, este volumen, desdeel placer de la lectura, y que permite atodos, conocedores o no del corpusnarratológico, actualizarse sobre lo que

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sucede en las letras hispanoamericanas,esas que demuestran su salud con nom-bres de autores muy reconocidos ytambién con el talento y la osadía decuantos comienzan a mostrar sus ga-rras, en estos tiempos, pero siemprepartiendo de una premisa: la validez es-tética de cada uno de los cuentos, su

calidad como hecho literario en sí, paraentregar a cuantos busquen este libro,horas de goce y de disfrute, en el cualhay páginas de amor y desamor, de ero-tismo y sensualidad, de violencia yreflexión, porque son historias cuajadasde vida.

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