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La palabra secreta
Aunque no tenga otras cual idades me basta el amor par a triunfar.
Sin él fraca saré aunque posea toda l a sabid uría y t oda s l as habil idad es d el
mundo.
Saludaré est e día con amor en mi corazón.
OGMANDINO
Era una tarde inver nal, fría y tonificante cuando entré en la rnaJestuosa
catedr al de San Este ban, situada en el centro neurálgico de la pintoresca
capital de Austria (Viena).
Al instante me f i jé en una sencilla fotogr afía en marcada de una joven
madre Ter esa de Calcuta rodeada de velas y bancos. Ref lexioné en
silencio so bre el impacto de la gigantesca vida de esta mujer menuda pero
que desarrolla ba una increí ble actividad, una mu jer de pocas « pala bras»que ha bía conseguido cam biar el mundo mediante una buena obra tras otra
y que solía murmurar: « No hables, hazlo», mucho antes de que la firma
Nike acuñara el céle bre eslogan «[ust do it».
La madre Teresa, que no había tenido hijos propios, se convirtió en la
madre de los huérfanos de madre adhiriéndose al mantra de «hacer las
pequeñas cosas con un gran amor ». Hacer . Actuar . Servir . Estas palabras
se convirtieron en sus tar jetas de visita para el mundo entero.
Salí de la catedral ins pirado por su legado y decidido a «hacer más.»
Rodeado por las magníf icas torres de San Este ban, aspiré a llegar más altoy re evaluar y r econocer las oportunidades que se presentaran en mi
camino. Ex perimenté la gr atificante sensación de que i ba a ocurrir algo
especial.
De pr onto recor dé el motivo que me había llevado hasta allí y me puse
a buscar unos regalos navideños para mis seres quer idos. Em pecé a
recorrer los calle jones y las callejuelas, pasando frente a numerosas
tiendas de regalos y cafés con terrazas, en busca de algo especial. Mientras
camina ba por las calles adoquinadas que partían de la catedral, me detuve
delante de un esta blecimiento cuyo escaparate me recordó al de un joyero,
aunque era una tienda de te jidos.
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Me toqué el alfiler de peltre que lucía en la sola pa de mi a brigo. Me
lo quité y se lo ofr ecí par a que lo examinara de cer ca. Pravin lo sostuvo
entr e el pulgar y el índice y preguntó:
-¿Qué representan las dos manos enlazadas alr ededor de
cada muñeca?
-Significan la r es ponsabilidad que tenemos de tender la mano al
prójimo, apoyamos unos a otros y tratar de aliviar los problemas de losdemás -contesté.
Pravin giró un poco el alf iler y dijo:
-Por la posición de las manos, parece como si estuvieran dis puestas
tanto a ayudar como a r eci bir ayuda.
-Veo que ha entendido lo que el artista tr ata ba de tr ansmitir
-respondí-o Emer son lo llama ba «una de las maravillosas com-
pensaciones de esta vida, pues uno no puede tratar sincer amente de
ayudar a los demás sin ayudar se a sí mismo».
Pravin sonrió, y al hacer la las comisur as de su boca se curva-ron hacia arriba, y añadió:
-Solemos obtener lo que deseamos par a los demás.
Yo asentí, pues sus palabr as contenían una gran ver dad. -¿De modo
que este alfiler ... es el motivo por el que ha veni-
do a Viena? -inquirió Pr avin.
Su asociación de ideas me sor pr endió, pero no hice comentario
alguno. Le expliqué que el alf iler er a una r éplica en miniatura de la
Estatua de la R es ponsa bilidad que Viktor Fr ankl había soñado que
fuer a er igida en la costa Oeste de Amér ica, a modo de equivalente de laEstatua de la Liber tad que se halla en la costa Este. Yo ha bía pasado la
semana anterior con la familia de Viktor, mostr ándoles este modelo aescala y ha blando sobre los planes para llevar a cabo su proyecto.
El dueño de la tienda a brió los ojos corno platos al oír el nombre del
famoso psiquiatr a vienés, super viviente del Holocausto y autor de El
hombr e en busca d e sent ido.
La luz que r ef leja ban las luminosas sedas y los linos multicolor esme llamó la atención y me sedujo. Entr é en la tienda conf iando en
hallar el te jido perfecto par a el tr a je de novia de mi hija Season.
Mientr as contempla ba el colorista surtido de te jidos procedentes de
cada r incón del mundo, imaginé a mi hija vestida como una princesa,
irradiando su pr eciosa sonr isa y su contagiosa alegría mientras su
príncipe azul la trans por ta ba en volandas a tr avés de un nuevo umbr alde pr omesas y es per anzas.
Yo ignor a ba entonces que el sender o que seguía me llevar ía adescu br ir uno de los dones más valiosos de mi vida.
Este don a par ecer ía envuelto en forma de una pala bra, una pala bra
con el poder de transf or mar la vida de uno par a siempr e.
Un regalo inesperado
El dueño de la tienda, un hombr e de mediana edad, se a pr esur ó haciamí con la vitalidad de una per sona mucho más joven. Sus gr andes ojoscastaños me fascinaron. Tenía la cara r edonda, y sus dientes blancoscorno perlas contr asta ban con su piel lozana de color chocolate.
Cuando me estr echó la mano, sonrió guiñándome un o jo sutilmente,
ladeó la ca beza y dijo en un inglés cor r ecto y preciso: -Buenas tar des.
Me llamo Pravin. Pr avin Cherk oor i.
Su voz tenía la suave y encantadora entonación de una persona
procedente del país cuyo nombre ostenta ba su tienda: India. -Soy K evin
Hall. Encantado de conocerle -res pondí. Cuando me dis ponía a preguntarle cuánto tiempo hacía que se dedica ba a adquirir esas
es pléndidas telas de colores deslum-
brantes, Pr avin me sorpr endió formulándome una pregunta: - ¿ Quésignif ica ese alf iler que lleva?
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- Yo conocí a Viktor . Era un hombr e gr ande y no ble -di jo conadmiración, tras lo cual sacó de debajo del mostrador de la entrada unvoluminoso libro de honor -o Viktor , como muchas otras per sonas quehan pasado por Viena, f ir mó en este Libro de los Grandes.
Pr avin se inclinó hacia delante mientr as a bría el libro y lo de-
posita ba so bre el mostr ador , f r ente a mí y me dijo:
- Tú eres uno de los grandes, Kevin. ¿Quieres f ir mar en mi libro?
Miré los nombr es en las páginas: esta ban el doctor Frank l, la
madre Ter esa de Calcuta y varios miembros de la familia de Mahatma
Gandhi. «Este hom bre aca ba de conocer me ... », pensé. Me sentí
indigno de fir mar en ese li bro. Mi nombre no merecía figur ar junto a
unos personajes tan insignes.
Tras una pausa que se hizo eter na, res pondí:
- Te agradezco el cum plido y tu ama ble gesto, pero no me
considero uno de los grandes. Lo siento, pero no puedo firmar en tulibro.
Pravin salió de detr ás del mostr ador y a poyó una mano en mihombr o.
-Deseo enseñarte una pala bra -dijo-o ¿Quier es hacerme el favorde cenar conmigo?
Sin es perar mi respuesta, me condu jo a través de la puer ta pr incipal hacia la calle, donde el air e gélido er a un f r ío recor datoriode que el crecimiento y el descubrimiento suelen ir acompañados de
cier to gr ado de incomodidad.
Des pués de r ecorrer varias calle juelas, seguimos el suculentoaroma de verduras salteadas, a jo asado y jengibr e hasta llegar a un pintoresco restaurante chino.
La decoración del restaurante er a simple y auster a. Entre lascuatro paredes de color gris mate ha bía ocho mesitas rectangulares,con cuatro sillas de mader a ar rimadas a cada una, dispuestas
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so bre un suelo pringoso de vinilo. En la cocina, que atis bamos u través
de la puer ta entrea bier ta, había una placa con seis quemador es, r e pleta
de wok s de hierro, sartenes de acero y ollas que contenían caldo. De la
campana extractora colga ba una var iada colección de utensilios de
metal. En la encimera situada a la izquier da había unas pilas de bandejas
ovaladas. El estante que había encima esta ba lleno a rebosar de
recipientes rojos y blancos.
Llegamos al atar decer, entre las horas punta del almuerzo y la cena,
y com pro bamos que teníamos todo el comedor para nosotros.
Un cocinero corta ba y pica ba verduras con gran ha bilidad,
preparándolas par a el inevitable gentío de la noche, mientr as un segundo
cocinero preparaba con consumado ar te comida par a llevar en una
humeante cazuela que sujeta ba con la mano derecha. Esta ba frente a los
fogones, de espaldas a nosotros, moviendo los brazos de forma rítmica,
como un director de orquesta marcando el compás de una maravillosa
sinfonía.
Este insólito escenar io fue el marco del extraordinar io encuentro que
se produjo a continuación. Aquí, en un restaur ante chino, en el centro de
Europa, la conversación discurrió con naturalidad y f luidez entre unos
extraños que charla ban como si fueran amigos de toda la vida.
Pravin, impaciente por entrar en materia, se apresuró a llamar a la
camarera y le pidió algunos de sus platos favoritos. Luego acercó su
silla a la mesa y se acodó en ella frente a mí.
-¿Qué piensas de mí? -me preguntó mirándome a los ojos-o Tengo la
piel oscura. Tú tienes la piel clara. Yo provengo de Or iente. Tú, de
Occidente. ¿Qué tenemos en común?
No tuve que meditar mucho mi respuesta. R ecor dé unas pala bras que
mi madre me ha bía inculcado de niño.
-Cr eo que eres mi hermano -respondí sin vacilar-o Somos obra del
mismo Creador . Formamos parte de la misma familia
humana.
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Mi hermano indio se re pantigó en su silla y exclamó: -¡Yo pienso exactamente igual!
A partir de ese momento nuestr a conversación adquirió un prof undo interés personal, a briendo nuevos caminos y nuevas percepciones.
Pravin me ha bló de su inf ancia:
-Crecí en Calcuta, entr e los po bres más po bres. Gracias a losestudios y al tra bajo duro, mi familia consiguió huir de los gr illete sde la po breza. -Tras una pausa, continuó-: Mi madre me enseñómuchas cosas. Una de las más importantes f ue el signif icado de unaantigua palabra hindi.
Eso hizo que me sentara en el borde de mi silla.
-En Occidente lo llamaríais caridad -continuó Pravin-.
Per o creo que com pro barás que esta pala bra posee un significado
más prof undo.«¿Qué pala bra puede ser más profunda que caridad?» , me
pregunté.
Con voz pausada, casi reverente, Pravin prosiguió como si merevelara un secreto sagr ado:
-La pala bra es gen shai -dijo-o Significa que uno jamás de be tratar
a otro de for ma que le haga sentirse menospreciado.
Saqué mi cuaderno de piel y escri bí la trascendente palabra genshai (se pronuncia [guén-chaiJ) y su significado tal como acaba bade explicarme mi nuevo amigo. '
Pravin prosiguió:
-De niños, nos enseñaron que nunca de bíamos mirar , tocar o
dir igimos a otra persona de forma que se sintiera menospreciada. Si
yo pasaba junto a un mendigo en la calle y le ar r o ja ba una moneda
con gesto des preocu pado, no estaría practicando el genshai. Pero si
me arrodilla ba y le mira ba a los ojos cuando deposita ba la moneda en
su s manos, esa moneda se conver tiría en amor . Sólo entonces,después de ha ber le demostrado un amor
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f r aterno, puro e incondicional, me conver tiría en un auténtico
practicante del g enshai.
Sentí que un escalofrío me recorría la espalda al tiem po que mequedé mudo, ref lexionando so bre el poder de lo que aca baba de oír .
- Te aseguro que eres uno de los grandes, Kevin -declar ó mi anfitr iónmientras me señalaba con las manos-o Pero te negaste a firmar en miLibro de los Grandes. Cuando tomaste esa decisión, te menospreciaste ati mismo. Genshai significa que jamás de bes menospreciar a nadie, nisiquiera a ti mismo.
Tras una pausa, Pravin me im ploró:
-Prométeme una cosa, Kevin. Que jamás volver ás a menos-
preciar te. ¿Me lo prometes?
Me sentí cohibido y me rendí.
-De acuerdo, Pravin. Te lo prometo.
Su rostro jovial refleja ba una expresión in audi ble de «misióncumplida» mientras me miraba sonriendo de ore ja a oreja.Amor de madre
Unas horas antes, yo ha bía abandonado la catedral con la pr emonición
de que iba a ser una noche memorable. Cuando miré a mi guía-gurú, la
pala bra memorabl e se me antojó la más subestimada del año.
-¿Puedes contarme más cosas sobre tu encuentro con la madre
Teresa, la santa de Calcuta?
-Sí -res pondió Pravin-. Camina ba a través de una multitud vestida
con su ha bitual sari de algodón blanco. Corrí hacia ella, gr itando comoun loco, y cuando me acerqué, la madre Teresa me ta pó la boca con una
mano y me rogó con firmeza que callar a y me pusiera manos a la obra.Lo recuerdo como si fuera ...
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EL PODER DE LAS PALABRAS
-Ha sido la madre Teresa quien esta noche me ha llevado hasta tucalle -le inter rum pí, inca paz de contener la emoción-o Hace un r atome detuve en la catedr al de San Este ban y rendí homena je a la vida deesta santa. He salido de la catedral prometiéndome aspir ar a hacer másen mi vida. Mi siguiente parada ha sido tu pr eciosa tienda de telas.
Pr avin se detuvo, me miró fijamente a los o jos y di jo con ve-hemencia:
-Esta ba escr ito que nuestros caminos se cruzarían. Está bamosdestinados a conocemos. Entraste en mi tienda por un motivo.
Al mirar a mi nuevo amigo a los ojos me acordé de mi madre, la primera pr acticante del gen shai que conocí, aunque me consta que ellanunca ha bía oído esa pala bra ni conocía su significado.
-Kevin -solía decirme tomándome por el mentón-, puedes hacer loque desees en la vida. Puedes alcanzar y vivir todos lo sueños no bles
que tengas. Estoy segura de que harás cosas gr andes e impor tantes entu vida.
Mientras pensa ba en mi infancia, las pala br as de mi madresonar on con tanta nitidez como el día en que las pr onunció. Parecíacasi como si la silla que esta ba vacía junto a Pravin en nuestra mesaestuviera ahora plácidamente ocupada por mi ángel mater nal.
Hacía cuatro años que mi maravillosa madre ha bía fallecidoapaciblemente en nuestr a casa. Durante casi un año ha bía luchadodenodadamente contra los estragos del cáncer , hasta que por fin se
ha bía rendido con calma y ser enidad.A mi madre siem pre la recor daremos mi familia, las personas que
la conocían bien y yo como una mujer de una for taleza y un valorextraordinarios.
Se ha bía convertido en madre soltera de dos hijos a la tierna edadde diecinueve años, atendiendo las necesidades de mi her-
La palabra secreta29
mano mayor y las mías cuando podía haber cursado el primer año
universitario.
Mi madre f ue una adolescente que colgó los estudios en el instituto
pero que logró procurarse una educación, una carrera y, gracias a su
determinación, logró conver tirse en terapeuta especializada en elconsumo de drogas junto a colegas que ostenta ban sus diplomas de
másteres colgados en la pared.
Pasó de ser una alcohólica reha bilitada a una terapeuta que se
dedica ba a ayudar a los adictos que lucha ban contr a los demonios que
ella conocía bien. Los retos a los que tuvo que enfrentarse le enseñar on
a comprender a los demás y em patizar con sus pro blemas y
sufrimientos, aprendiendo de paso el valor de la compasión y el aliento,
los elementos fundamentales de la palabra genshai.
Durante su funeral, un hom br e alto, f uerte y bien parecido se me
acercó con los ojos empañados para decirme que mi madre le habíacambiado y pro ba blemente salvado la vida. Me habló de la época más
negra de su existencia. Ha bía tocado fondo y no sa bía si conseguiría
salir del bache. Luego, mientras las lágr imas le roda ban por las mejillas,
me contó que mi madre había cr eído en él cuando ni siquiera él creía en
sí mismo.
-Sin la ayuda de su madr e -me di jo-, hoy no estaría aquí. «Sin ella yo
tam poco estaría aquí», recuer do que pensé, pues mi madre solía decirme
con insistencia que yo podría lograr cuanto me pro pusiera, y por suerte
la creí. Al margen de lo dura que f ue su vida, siempre mantuvo la visiónde un mundo mejor para mí.
Un vencedor , no una víctima
Cuando salimos del restaur ante, recor dé otr o modelo que ejern plifica ba
el tér mino genshai , un hom br e de un carácter y una for -
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taleza exce pcionales, un hombre cuyo legado me ha bía llevado hasta
Viena: el doctor Vik tor Fr ankl.
Hacía tan sólo una semana que yo ha bía a bandonado el cálido y
soleado sur de Califor nia par a atravesar medio mundo con una
es peranza: averiguar más detalles so bre la insólita vida de Viktor y
com prender cómo era posible que tanta maldad pudiera engendr ar tanta bondad.
Comencé mi estudio del persona je paseando por las mismas calles
que Viktor había recor rido durante noventa y dos años durante los
cuales disf rutó de una vida llena de dignidad y deter minación. Sin
embargo, el joven médico pasaría tres años muy le jos de la belleza y la
tranquilidad de su amada Vi en a, so breviviendo a los horrores y la
cr ueldad de los campos de concentración nazis como el pr isionero
número 119.104.
Para él, esos tres años que le habían ro bado eran insignificantes encom paración con todo lo demás que los nazis le ha bían arre batado y
destr uido: su bella esposa y el hi jo que i ba a nacer , su hermano, su
madre, su padr e y el manuscr ito a cuya redacción Viktor ha bía dedicado
su vida de adulto.
No olvidar é lo que sentí al detenerme frente a la casa de Frank l, e
imaginé a los nazis irr umpiendo en el oscuro silencio de la noche y
transformando el santuar io de Vik tor en un auténtico inf ier no,
arrancándolos a él y a su familia de sus cálidos lechos para enviar los en
trenes de ganado a los cam pos de concentración.¿Cómo podía uno elegir ser un vencedor en medio de tanto
sufr imiento y devastación? ¿Cómo ha bía conseguido Viktor elegir el
triunfo sobre la derrota? ¿Sería yo capaz de aproximarme siquiera a ese
grado de valor ?
¿Cómo era posible que Vik tor, al igual que Anna Frank, eligiera
creer en la bondad de la humanidad después de lo que ha bía
ex perimentado?
La pal abra secr et a
31as respuestas se encuentran en el libro que Viktor escribió
durante nueve días consecutivos al tér mino de sus atroces vivenl los,un libr o que sería reconocido como uno de los más influyentes jamás
escritos: E l hombre en busca de sentido.
En el libr o, Frankl escribe: «A un hom bre pueden despojar lo de
todo menos de una cosa: la última de las li bertades humanas, 1"
li ber tad de elegir la actitud que uno asume en cualquier cir .unstancia.
la libertad de elegir su pr o pio camino».
Pese a sus circunstancias, Vik tor eligió un camino de sentido,
responsa bilidad y a portación. Al optar por «estar a la altura de su
sufr imiento», demostró que todos tenemos la capacidad de su per ar
nuestro destino exter no siguiendo la senda de
la dignidad.
Despo jado de sus bienes, de todo cuanto le era familiar, tes-tigo de la destr ucción de todo lo que era valioso y precioso para él;
deshumanizado Y tratado como el ser más insignificante de los
insignificantes; obligado a padecer dolor, hambre, sed y cansancio
casi más de 10 que uno es ca paz de padecer sin morir : el hombre que
se ha bía convertido en un númer o se convir tió en
una persona.Vik tor, un nombre muy apropiado para esa persona, eligió
ser un venced or, no una víct ima. Descubrió humanidad en el rostro
vacío de lo inhumano, halló esperanza en un vasto mar dedeses peranza. Frente a una resistencia abr umadora, se negó a
menos preciar se a sí mismo ni a los demás.
Las palabras iluminan el sendero
Mientr as Pr avin Y yo regr esá bamos a su esta blecimiento, le hablé
sobr e mi hija y su boda. Pr avin pr o puso que volviéramos a su tienda,
donde envolvió tr es exquisitas telas de seda y encaje. Después
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32EL PODER DE LAS PALABR AS
de darle las gracias, se produ jo un incómodo silencio cuando salimos
de la tienda. El eco de nuestros pasos er a lo único que se oía mientr as
caminá bamos por las adoquinadas calles milenarias.
Nos detuvimos en un cr uce. En una dir ección esta ba la casa dePravin; en la otra, mi hotel.
Cuando nos dis poníamos a seguir cada cual nuestr o camino,Pravin se acercó a mí, se quitó la bufanda que lleva ba alr ededor delcuello y la colocó alrededor del mío. Luego, cuando introdu jo condelicadeza los extr emos de la bufanda dentro de mi a brigo, sentí uncalor especial en el cor azón.
Al des pedimos con un a brazo, las últimas pala bras de Pr avinf uer on:
-Se trata de un viaje, Kevin. Todos estamos em barcados en uno.
Me volví y, tras agitar brevemente la mano, me alejé pensando en
lo que aca baba de aprender . La lección que ha bía a prendido er a prof unda pero sim ple: una pal abra podía cambiar el mundo parame jor. Las pala bras son como contraseñas: dan acceso al poder, a brenla puer ta. Genshai. Esa palabr a contenía tanta o más prof undidad quecualquier lección o sermón que yo hubiera oído.
Le estar é eter namente agradecido a ese sa bio guía que me ayudó a
recordar con clar idad el mensa je de mi madre y a com prender con más prof undidad de qué son ca paces las pala bras. Me prometí no volver a
menos preciarme jamás, vivir de acuer do con los princi pios de la
pala bra genshai y compartir con otros esta y otras pala bras secretas pues, como dijo el sa bio: «Quien lleva una linterna para iluminar el
sendero de su hermano ve el suyo pro pio con más claridad».
Mientr as seguía caminando, sosteniendo el paquete para mi hija,
com pr endí que el Li bro de los Grandes tiene muchas páginas en
blanco para llenar , y que algún día regr esaría aquí,
La pal abra secr eta33
Ahora que disponía de la luz, la dirección que de bía tomar esta ba
más clar a que nunca. Ha bía venido a Viena para ayudar a otr os pero
había recibido el r egalo más valioso. Mir é el paquete y sonreí. Es decir ,
dos regalos muy es peciales.
Pr avin tenía r azón. Se trata de un viaje. Todos nos hallamos
embarcados en un viaje pletór ico de dones.'\
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Descubridor del sendero
En cuant o uno se compromet e con firmeza,la providencia se mueve también. Ocurr en toda suer te
de co sas d e stinadas a a yudarnos que , d e lo contrario, jamás liabrian
ocurrido: incid ent e s impr evisto s, encuentro s y un apo ya mat er ial que
nadie habría ima g inado jamás que obt encl ría.
WILLIAM HUTCHI NSO N MURR AY
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365 días alrededor del sol, demostrando la conectividad de todas lascosas en el universo.
Evoco las palabras de William W ordsworth: «Que todas las cosas te
iluminen, que la Naturaleza sea tu maestra», y recuerdo un día del verano
pasado, cuando mi hijo Konnor y yo, junto con otros padres e hijos, nosdetuvimos en el inmenso circo glacial situado a los pies del Lone Peak, el
pico más elevado de cuantos se alzan sobr e Suncrest. Allí, el paisaje
tachonado de rocas demuestra con claridad por qué esa cord illera se llama
las Montañas Rocosas. Por doquier se ven rocas y piedras: unos
montoncitos de piedras colocadas a modo de señal para indicar el sendero
seguido por quienes nos han precedido; escalones y escaleras de piedra;
bancos de piedra situados junto a unos peñascos de granito del tamaño de
una casa. Sobre todo ello se erige una vertiente de roca lisa casi cortada a
pico, cuya longitud es casi la de una manzana de una ciudad, por la que sedesliza un torrente de agua desde la nieve fundida en la cumbre.
Este roquedal ofrece unas vistas increíbles del valle y, aba jo, de los
relucientes lagos, por lo que resulta un lugar perfecto para descansar y
contemplar el gigantesco espectáculo del Lone Peak que se yergue ante
nosotros. Parece como si la madre naturaleza nos enseñara de forma sutil
que no podemos mirar hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo.
Al alzar la vista para o bservar la fortaleza de roca, me doy cuenta de
que los gigantescos rascacielos de acero y cristal de Nueva York y Hong
Kong no pueden compararse con las torres de piedra de sesenta pisos de
altura que se elevan hacia las nubes, rozando el cielo.
Sobre la más alta de esas torres naturales la naturaleza ha pintado,
con agua saturada de minerales, un signo de interrogación tan grande que
uno no da crédito a lo que ven sus ojos. Situado a una altitud de más de
3.000 metros, mide más de diez pisos de altura y es conocido por los
expertos montañeros yescaladores como la pared del Interrogante.
Descubridor d el senderoLa f unción de la par ed del Interrogante está clarísima: es un r ecordatorio
de que, por más alto que trepemos, todos debemos r eflexionar y
preguntarnos: ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿He seguido el sendero
adecuado? ¿He alcanzado mi objetivo? ¿Cómo puedo superar los obstáculos
que se alzan frente a mí? ¿Tengo claro adónde me propongo ir? ¿Soy capaz
de reconocer a quienes desean ayudarme en mi camino?
Abandono mis reflexiones y escribo en mi cuaderno que este tipo de
preguntas, y sus respuestas, han dominado mis pensamientos desde que me
embarqué en mi viaje personal con el fin de descubrir el poder secreto que
encierran las palabras.la oportunidad se encuentra con el destino
Fue en Viena, después de que mi nuevo amigo y g uía Pravin Cherkoori
apareciese en mi camino y me enseñara l a palabra secreta, donde conocí por
casualidad a otro guía que me enseñaría que todas las palabras encierransecretos.
Me lo presentó Bill Fillmore, un abogado que formaba parte de nuestra
delegación, que había viajado a Austria para r eunirse con la familia de
Viktor Frankl. Bill me comentó que había observado que yo no deja ba de
escribir en mi cuaderno y quería saber sobre qué escribía.
-Sobre pala bras =-respondí->. Trato de averiguar todo lo que puedo
sobre las palabras y el poder que encierran.
Abrí mi cuaderno y le enseñé la entrada con la palabra secreta que me
había enseñado Pravin Cherkoori.
- Por favor , cuéntame más -dijo Bill sonriendo de oreja a oreja.
-Me he propuesto descubrir los secretos de las palabras y su
sentido primigenio -le ex pliqué-o Es como pelar una ce bolla. Conforme vas
descifrando las palabras una capa tras otra, descu-
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42EL PODER DE LAS PALABRAS
br es SU significado puro y accedes a una f uerza que te ayudará a hallartu propósito y dirigir mejor tu vida.Bill me r eveló entonces el motivo de su amplia sonrisa. -Quiero presentarte a un mentor mío -dijo-o Sa be más so bre pala br as queningún otro ser humano que yo conozca.
Bill me dijo que se llama ba Arthur Watkins y que era un profesoruniver sitar io jubilado que había dedicado su vida a la etimología, el
estudio de las pala bras. Se ha bía doctorado en Lingüística en Stanf or d,
ha bía pasado casi cuar enta años impartiendo clases de lengua en la
universidad y ha bla ba con f luidez una docena de idiomas. Durante la
Segunda Guerra Mundial ha bía ayudado a descodif icar los mensajes del
e jército alemán en el f r ente italiano.
-¿A qué no imaginas qué hace para entretenerse? -me preguntó Bill-.
Le encanta enseñar a otros los orígenes de las pala bras. Es su
pasatiempo favorito.Bill me ex plicó que Ar thur vivía ahora en una residencia para la
tercera edad.
-Es el maestro indiscutible de las pala bras -exclamó-o Tienes queconocer lo.Unos días después de mi regr eso de Viena, llamé a Ar thur. Mientrases pera ba a que el teléfono sonase, imaginé a un hombre frágil y de tezcenicienta, que quizá llevar a una mascar illa de oxígeno, conectado a ungotero en su cama, esperando com partir los últimos retazos de lasabiduría que ha bía acumulado a lo largo de su vida.
Per o des pués de tan sólo medio tono, esa imagen se esf umó porcompleto cuando una voz clara y firme respondió:
-Arthur Watkins, ¿dígame?
-Hola, me llamo Kevin Hall-dije-. Bill Fillmor e me dio sunúmero y dijo que le avisaría de que yo i ba a llamar le. -Esperaba sullamada -r es pondió Arthur con voz formal pero con evidenteentusiasmo.
Descubridor del sendero43
-Confia ba en que pudiéramos vemos -dije, dis puesto a fi- jar una cita para esa misma semana.
-Esta· noche estoy libre -se apresur ó a responder Ar thur. Miré mi
reloj. Eran casi las ocho de la tarde.
-Puedo llegar dentro de media hora -a punté con cier ta timidez. No
quería pertur bar sus horas de sueño ni inf ringir el toque de quedaimpuesto en la residencia.
Per o la voz al otro lado del hilo telefónico contestó decidida: -
Perfecto. Estaré encantado de conver sar con usted. Cuando toqué a
la puerta de la ha bitación de Arthur, éste me
a br ió vestido con un pantalón caqui y una camiseta con la bandera
amer icana di bu jada en el pecho. Calza ba unas depor tivas negr as
Conver se All-Stars. Era la viva imagen de lo americano. (Como siempre
sería, según compro bé durante mis visitas sucesivas.) No era joven.
Tenía la es palda algo encorvada, el rostro surcado de ar rugas, unasorejas enor mes y lleva ba un audífono en ambas. Cuando sonreía,
mostr a ba una serenidad semejante aY oda de Star War s. Todo S\l
sem blante denotaba sa biduría y exper iencia.
Nos saludamos con un a pretón de manos y Ar thur me invitó a pasar .
Se sentó en una butaca reclina ble y yo en el sofá situado a su derecha.
Resultó ser el lado en el que llevaba un audífono def ectuoso, por lo que
se a pr esuró a sentarse junto a mí en el sofá. Se colocó de forma que sus
rodillas y codos casi rozaban los míos, para poder oír mejor lo que le
decía. Me sentí de inmediato cómodo y relajado. Aunque él me lleva bamás de cuarenta años, la conexión entre am bos f ue instantánea y, según
intuí, mutuamente entusiasta. A mi buen amigo, el autor de su perventas
R ichard Paul Evans, le gusta compar tir este aforismo chino: «Cuando el
alumno está pre parado, a parece el maestr o». Yo debía de estar
pr e parado, por que el maestro ha bía a par ecido.
Cuando eché un vistazo alrededor de su ha bitación de cuatro metr os
por cuatro, enseguida comprendí que Arthur era un aman-
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44EL PODER DE LAS PALABR AS
te de las pala br as. Las pr uebas abundaban. En la mesita de caf é había un
e jemplar muy manoseado de un libro que Arthur se ufanaba en declar ar
que er a su lectura favorita: el W eb ster ' s N ew Col l eg iat e Dict ionar y. A un
lado del sofá había un gr ueso libro en dos volúmenes encuader nado en
tapa que contenía la historia de la vida de Arthur . Cada tomo esta ba escritoa un es pacio y dos columnas. Entr e los dos, sumaban 1.416 páginas y más
de un millón de palabr as, y, según me dijo Ar thur con ese tono neutro de
las personas ancianas que no r esulta jactancioso, constituía «la
autobiografía más larga y com pleta jamás escrita en el mundo moderno o
antiguo». Cuando le pedí permiso par a utilizar el baño, vi pegada en el
centro del es pe jo la pala br a del voca bulario que ha bía apr endido ese día.
«Es un hom br e de más de noventa años -me dije-, un ex perto en cuestiones
de lengua, iY cada día a prende una pala bra nueval»
Esa noche com pr o bé que, como suele suceder en las r esidencias de latercera edad de todo el mundo, la sa bidur ía, experiencia y conocimientos
de quienes viven allí no conocen límites. No pude menos que sentir me un
tanto a brumado en el modesto entorno de Arthur.
-Há blame de ti, Kevin -dijo Arthur sonriendo. Los
líder es descubren el sendero.
Le ha blé de mi f amilia y mis aficiones y le ex pliqué que dur ante
veinticinco años ha bía enseñado y desar r ollado estr ategias de lider azgo.
Le conté también que me sentía f ascinado por las pala bras y su poder, y
que desea ba averiguar cuanto pudier a sobr e sus secretos y cómo podían
ayudamos a llevar una vida pr ovechosa.
-Al parecer te inter esa elliderazgo, ayudar a los demás a dir igir sus
vidas -dijo Ar thur-. Empezaremos nuestro estudio de las pala br as
analizando el origen de la palabr a l í d er.
Me explicó que el tér mino inglés l ead er es una pala br a indoeuro pea,que der iva de dos pala bras. La primer a par te, l ea, signif ica 'sendero', y la
segunda, d er, signif ica 'descubridor'.
De scubr id or del send ero45
-Un líder es un 'descubridor del sender o' -di jo Arthur -.
Los líderes descubr en el sender o. Interpretan los signos y las pistas. Ven y
nos muestran el camino.
Tras una pausa, prosiguió:
-¿Te imaginas a un gr upo de cazador es que salier a antiguamente en busca de una pieza, K evin? - pr eguntó agitando los brazos y las manos para
subrayar sus pala br as-o Los que asumen el papel de líder es o bser van unos
signos que indican la pr esencia de la pieza y se detienen para aguzar el oído.
Se detienen para reco brar el aliento y se colocan a cuatr o patas para
reconocer las pistas. O bservan huellas de pezuñas. Son los que tienen mejor
oído y ponen la ore ja contr a el suelo para detectar dónde se encuentra la
presa. Son los que palpan el suelo par a averiguar hacia dónde se dir ige el
animal. Antaño, descubr ir el auténtico sendero de los animales salvajes te
garantiza ba poder subsistir .
»Ser un líder significa descubr ir el sendero - pr osiguió Arthur , tras lo
cual añadió-: pero antes de que puedas ayudar a otros a hallar su sender o,
debes conocer el tuyo.
Lo que me dijo Ar thur me pr ocur ó una visión nueva, una imagen
compuesta por pala br as, de lo que signif ica ser un líder . Me ha bía a bier to
los ojos para que contemplara las pala bras en una dimensión que jamás
ha bía soñado. Si es cierto que una imagen vale más que mil pala bras, no es
menos cier to que una palabra vale mil imágenes.
En una br eve visita, mi nuevo maestr o me ha bía revelado que todas las
palabr as, sin exce pción, poseen una esencia, y que el hecho de compr enderesa esencia nos permite utilizarlas para iluminar nuestros senderos.
Esa primera noche pasé más de dos hor as con Arthur . Estudiamos más
de una docena de pala br as, per o tuve la impresión de que habían
tr anscurrido sólo unos minutos. Cuando mir é mi r eloj y vi que er an las diez
y media, me pareció incr eíble.
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EL PODER DE LAS PALABRAS
Al encaminar me hacia el apar camiento, sentí que un escalofr ío me
recorría la espalda, una sensación análoga a la que ha bía ex per imentado
hacía pocos días en Viena cuando ha bía conocido a Pravin. Pr imero, mi
senda me ha bía conducido hasta un guía que es peraba par a enseñarme
una pala br a muy potente; luego, esa noche, casi en el otro extr emo del
mundo, en una residencia de ancianos a menos de tr einta minutos en
coche del por che de mi casa, mi sender o me ha bía conducido hasta un
maestro que espera ba para instr uir me en el poder de todas las pala bras.
Oí de nuevo las pala bras de des pedida de Pravin, fuer tes, claras e
ir ref uta bles. «Se trata de un viaje, Kevin. Todos estamos em barcados en
uno». Y cuando seguimos nuestro sendero, encontramos a quienes están
dispuestos a guiamos. No se trata de un concepto místico y abstracto, una
metáfora, una figura retórica o algo que sea matemáticamente imposible.
Puede y suel e ser una ex periencia muy real, muy física.
La vida no es un ensayoHace unos años, yo era el jef e de ex plorador es de un grupo de boy scout s
y nos encontr á bamos en l os Grand Tetons, una cor dillera situada en el
extremo noroccidental de Wyoming, donde ha bíamos instalado nuestro
cam pamento de verano. Éramos dieciocho personas en total, contando a
los líderes. La mañana en que los chicos tenían que acometer la pr ueba
más dura para o btener la insignia al mérito de senderismo, una durísima
caminata de 30 kilómetros, los reuní alrededor de la hoguera para
ha blar Ies so br e la im portancia de fijarse metas y dar una orientación y un
propósito claro a sus vidas. Peter Vidr nar , ganador de dos medallas de oro
en gimnasia en los Juegos Olím picos y uno de los principales oradores del
país, me contó .que hacía poco ha bía participado en una confer encia
Descubridor del sendero47
«in uno de los es pecialistas en conducta humana más r eputados del mundo,
el doctor Gerald Bell, catedrático en la Universidad de Carolina del Nor te
en Cha pel Hill. Peter me ha bló de una encuesta que el doctor Bell ha bía
r ealizado r ecientemente con el f in de analizar las vidas de 4.000 e jecutivos
jubilados. Ha bía ha blado con eso s destacados líder es empresariales, cuya
media de edad era setenta años, en sus casas, en residencias de la ter cera
edad y en centr os de r ehabilitación, y les ha bía formulado una sola
pregunta: «Si pudiera volver a par tir de cero, ¿qué cam biaría en su vida?»
Para ref orzar la credibilidad del doctor Bell ante los chicos, les di je que
ha bía ayudado al equi po de baloncesto de Car olina del Norte a ganar el
campeonato nacional cuando un joven llamado Michael [or dan forma ba
par te del equipo. Antes de iniciarse la tem porada, el doctor Bell y el
entrenador Dean Smith habían colgado en la taquilla de cada jugador un
póster del Louisiana Su per dome, la sede donde ese año se cele braría el
cam peonato nacional. La idea era hacer que cada jugador visualizara elmomento de dis putar el par tido en ese campo. El póster sir vió como una
imagen visual positiva que hizo que los jugador es se entregaran al máximo.
Cada día, antes y des pués de entrenar , al a brir sus taquillas, veían un
recor dator io de lo que se proponían conseguir . Era una imagen que decía:
«Podéis lograr lo. Concentr aos. Valéis lo suficiente como par a conseguirlo.
¡Merece la pena esforzarse!» Dur ante toda la temporada pudieron visualizar
su o bjetivo. Cuando cer ra ban sus taquillas casi podían oír al público
aclamándolos. Y al término de la tem porada ha bían conseguido lo que se
ha bían pr o puesto: disputaron la final en el Louisiana Super dome, Michael[or dan marcó el tanto que les dio la victoria y ganaron el cam peonato
nacional.
Des pués de ese año tr iunfal, el doctor Bell y Dean Smith escri bier on
conjuntamente el libr o T he Carol ina Wa y , que figur ó en la lista de libr os
más vendidos del New York Times. Ex pliqué a los chicos que Dean Smith
er a el entr enador que ha bía per f ec-
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EL PODER DE LAS PALABRAS
cionado la pr eparación física de Michael Iordan, El doctor Bell, por su
parte, ha bía sido el res ponsable de su preparación mental.
Mientras esos ex plor ador es, de entre doce y catorce años, me
o bserva ban, les expliqué lo que esos e jecutivos de setenta años ha bían
res pondido cuando el doctor Bellles preguntó qué cam biarían en sus vidas si pudieran volver a partir de cero.
La respuesta de la mayoría de los encuestados, que su pera ba con mucho
a las demás respuestas, era ésta: «Ha bría asumido el control de mi vida y
me ha bría marcado unos o b jetivos antes. La vida no es un ensayo, es el
momento de la ver dad».
Comenté con los boy scouts las demás res puestas a la encuesta: 2.
«Habr ía cuidado más de mi salud, 3. «Ha bría administrado mejor mi dinero,
4. «Ha br ía dedicado más tiempo a mi familia, 5. «Ha bría invertido más
tiempo en mi desarrollo personal, 6. «Me ha bría divertido más, 7. «Ha bría planificado mejor mi carrera» 8. «Ha bría demostrado mayor gratitud a los
demás».
Los juveniles e impresiona bles rostr os de los chicos congregados
alrededor de la hoguera mostr a ban diversos grados de atención. Mi
pro pósito era que empezaran a pensar en su f uturo, y de for ma más
inmediata, en lo que podían hacer ese día. ¿Qué o b jetivos se ha bían
marcado para la caminata de hoy? ¿Esta ban dispuestos a em plearse a
fondo? ¿Esta ban decididos a conseguir lo? ¿Se contentarían con pasar la
prue ba por los pelos, o apunta ban más alto?
Más tarde, durante la caminata, algunos chicos empezaron a rezagarse y
les reté a que so bre pasaran los 30 kilómetr os requer idos, que finaliza ban en
String Lake, y anduvieran otro k ilómetro hasta Bearpaw Lak e. Si lo hacían
y r egresaban a String Lak e, ha brían recorr ido 31 kilómetros. Pr ometí llevar
a todos los que recor rieran esa distancia a Jack son Hole e invitarles a co-
merse el me jor chuletón de su vida en el Million Dallar Cow boy
Steak house. Así compro barían que había una recompensa por recorrer ese
kilómetro adicional.
Descubridor del send ero49
Me llevé a cuatro de los quince exploradores. De jamos al r esto del
grupo en el campamento y empezamos a correr, deseosos de r e basar el
límite requer ido. Pero tras recorrer var ios kilómetr os,
uando alcanzamos el desvío donde podíamos tomar un sender o rá pido y
fácil hacia String Lake o perseverar por la r uta más dura hacia Bearpaw
Lake, dos de los exploradores cam biar on de parecer . Es interesante resaltar
que esos chicos nunca ha bían tenido que afrontar situaciones difíciles en
sus vidas, habían tenido unas vidas privilegiadas, como si hubieran nacido
con un pan ba jo el brazo. Cuando llegamos a la encrucijada, se contentaron
con terminar cuanto antes la caminata. En lugar de seguir hasta Bear paw
Lak e, se dir igieron directamente a String Lake.
A dif erencia de ellos, los dos explor adores que se quedaron eran chicos
que siempre estaban dispuestos a afrontar un reto, deseosos de superarse,
de arriesgar, de crecer y am pliar horizontes. Tratándose de chicos cuyasedades oscila ban entre los doce y catorce años, era impresionante
o bservar los. ¿Qué tipo de vida familiar les ha bía inculcado ese afán de
su peración?
Cuando llegamos a Bearpaw Lake y dimos la vuelta, sa biendo que sólo
necesitá bamos recorrer el último k ilómetro por un ter reno que describía
una ligera pendiente para alcanzar la meta que nos ha bíamos im puesto (y
el chuletón que les había prometido), miré hacia a bajo yvi aparecer un
corredor en excelente for ma física que avanza ba con paso r ápido y
decidido. Lleva ba gafas, a parentaba cincuenta y tantos años y en lugar dela expresión crispada que muestr an muchos corredores, lucía una amplia
sonrisa. Me alegré de contar con la com pañía de otro corredor, pues ese
k ilómetro adicional no suele estar muy concurr ido. Al acercarse, me
preguntó:
- ¿Es usted el jefe de ex ploradores Kevin Hall?
«¿Cómo es posi ble que uno de mis acreedores haya dado conmigo
aquí, en los Grand Tetons?», pensé en broma.
-Sí -r espondí.
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50EL PODER DE LAS PALABRAS
-Acabo de pasar junto a dos de sus exploradores y estaban
preocupados por si ustedes se extraviaban y no encontraban el camino
de regreso -dijo el corredor-o ¿Le importa que vaya con ustedes y les
indique el camino?
Me reí y contesté:-Gracias. Conozco la ruta, pero estaremos encantados de que
nos acompañe- Luego le pregunté qué le había traído a los Tetons. -
Estoy de vacaciones. Me encanta esta zona del país -dijo. Quisesaber de dónde era.
-De Chapel Hill en Carolina del Norte.
-¿No conocerá por casualidad al doctor Gerald Bell?
El corredor se paró en seco, al igual que yo, y los dos chicos que nos
seguían por poco chocan con nosotros. Me miró y añadió:
- Ver á ... es que ... el doctor Gerald Bell soy yo. No sé quién estaba más sorprendido de ese encuentro f ortuito, perocuando nos recobramos de nuestro estupor , seguimos corriendo mientras
yo explicaba al doctor Bell que esa mañana, des pués de leer el capítulo
del día del libro de oraciones junto a la hoguera del campamento,
habíamos hablado sobre su estudio de 4.000 ejecutivos jubilados.
-¿Es cierto que si estos ejecutivos pudiesen volver a empezar lo que
cambiarían sería marcarse antes unas metas en la vida? -Absolutamentecierto -contestó el doctor Bell.
Los dos ex ploradores estaban asombrados y entusiasmados de que
nos hubiésemos encontrado con él. En esos momentos no existía otr a per sona con quien me apeteciese más conversar , y el doctor Bell, que
siguió corriendo junto a nosotros por el sendero, nos propor cionó
numerosos datos y pormenores sobre su estudio, esforzándose por
recalcar la importancia de que uno asuma las riendas de su vida
fijándose unas metas. Esos ex ploradores a prendieron una gran lección:
cuando uno recorre ese kilómetro de más, pueden ocurrir cosasasombrosas.
Descubr idor d el sender o51
Cuando nos des pedimos, pr egunté al doctor Bell qué proba-
bilidades calculaba que teníamos de encontr amos en el sender o
pr ecisamente el día en que yo les ha bía ha blado a los ex ploradores
sobre su estudio. Respondió que no podía decir una cifra, quizás una
entre un billón. O, como dijo uno de los ex plor adores, «una entreinfinito».
Pero había ocurrido, y ocur r e. Como Ioseph Campbell ex pli-
a de forma vívida en E l poder del mit o: «Cuando uno per sigue su
f elicidad, sigue el sendero que siempre ha estado allí, se encuentr a con
per sonas que están en el ámbito de su felicidad, per sonas que le abren
puer tas».
Aunque algunos quizá pr ef ieran atribuido a una casualidad, al azar
o a simple suer te, sé que cuando as pir amos a alcanzar nuestros
objetivos, cada conexión que hacemos conduce a otra, a otra más y asísucesivamente.
las claves para hallar el sendero
Después de dedicar buena parte de mi vida al estudio del potencial y el
desarr ollo humanos, he llegado a compr ender que quienes siguen su
auténtico sendero y pro pósito hacen cinco cosas: 1. Son capaces de
interpr etar las pistas que les guían en su camino; 2. tienen muy clar o
adónde se dir igen; 3. reconocen y aceptan sus dones naturales; 4. están
dis puestos a sacr if icar se par a hacer importantes a portaciones; y 5.
persiguen su felicidad y, en consecuencia, encuentr an a per sonas en sucamino que están allí para ayudarles en su viaje.
«y cuando pienso en ello -escribe Paulo Coelho en las últi-
mas líneas de E l per e gr ino de C om po st el a- supongo que es cierto que
las per sonas siempr e llegan en el momento indicado al lugar donde les
espera alguien.»
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3
Namasté
S er uno mismo en un mundo que se em peña, noche y d í a , en
con seg uir que sea s como todo el mundo r e pr esenta l ibr ar l a
batal l a más dur a
que pued e ent abl ar el ser humano.
E. E. CUMMI NGS
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"'1 la costa calífor níana hay un sender o por el que me encanta I liminar. Su
trazado sigue la línea del litor al, serpenteando a un 1110 de piedra de la
playa ar enosa y el olea je del océano Pacífi- 11) que se extiende más allá. Luce
un sol cálido, sopla una br isa I onstante y el olor , im pr egnado de sal, es
delicioso. Hay unas per sonas sentadas en unas tumbonas en la playa,
leyendo o to'liando el sol, o bien echan una carr era hasta la punta y r egr esan,
mientras los niños constr uyen castillos de arena y los surfistas se deslizan
so br e las olas, y en el horizonte unos bar cos surcan las uguas r um bo a tierr as
le janas. En un lugar que suele atraer sólo a quienes desean estar allí, impera
un ambiente apacible, que se r ef le ja en la af a bilidad con que la gente te
saluda. Cuando sonrío y saludo a alguien con quien me cruzo en ese
sendero, sé que me res ponder á con una sonr isa y un afa ble hola.
A menudo me pregunto qué reacción obtendr ía si, en lugar de
decir «hola», « buenos días» o «¿qué tal?», di jer a namast é.
Jamás lo he hecho, en pr imer lugar por que imagino que mif amilia se estr emecer ía de hor ror , pero si existe una pala bra que
de ber ía ser ex portada de Or iente a Occidente, es este saludo
sagr ado traducible como 'saludo lo divino que hay en ti; saludo los
dones que Dios te ha concedido'.
Es natural que un saludo que muestr a tal r es peto sea ex pr esado
de una f or ma singular , rever ente. Antes de pr onunciar nama st é ,
de bemos juntar las palmas de las manos, inclinar la ca beza y to-
camos el corazón. Los aficionados al yoga, actividad en la que na-
ma st é se pronuncia con fr ecuencia, r econocerán ese movimiento.Alber t Einstein aprendió la pala bra namast é y su signif icado al
ver a Mahatma Gandhi en un documental saludando a la gente
58EL PODER DE LAS PALABRAS
en las calles de la India con la ca beza gacha y las manos juntas. Escr i bió
a Gandhi par a preguntar le qué decía.
Gandhi respondió: « Namast é. Significa 'honro el lugar que hay en ti
donde r eside el univer so. Honro el lugar que hay en ti de luz, amor ,
verdad, paz y sa biduría'».Imagina el impacto que esa pala br a podría tener en el mundo si todos
los días mirásemos a las personas con las que nos cr uzamos a los o jos y
dijésemos:
Sal udo l o divino que hay en t i. Sal udo l o que haces mejor.
Sal ud o tu s dones natural es. H onro t u ser único y especial .
Cada per sona es un milagro ir repetible
El simbolismo de namast é al berga en su inter ior un mensa je de paz y
ar monía y saluda la conectividad y divinidad de todos los ser es. Namast é
tr ansmite una señal clara de que no estoy ar mado y no vaya atacarte, aligual que el apretón de manos occidental, cuyo or igen der iva de la guerra
como un signo visi ble que demuestra que uno no por ta ningún arma.
Pero namasté es mucho más que un sím bolo de paz. Reconoce que nadie,
ni un solo miembro de la familia humana, está exento de recibir unos dones
que le pertenecen única y exclusivamente a él. Por más que nos
parezcamos, en función de nuestr a raza, ideología, el lugar donde vivimos,
el partido político al que pertenecemos o cómo nos peinamos -su poniendo
que tengamos pelo-, cada uno de nosotros es un ser único. En la tierra hay
más seis mil millones de per sonas, pero ninguno de nosotros tiene las
mismas huellas dactilares, o huellas de los pies, o ni siquiera la misma risa.
Cada individuo es auténtico; cada persona constituye un milagr o
ir repeti ble.
En un mundo masificado en el que se nos exige de f orma sistemática la
uniformidad, es fácil olvidar que cada uno de noso-
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Namasté59
I ros es único. ¿Cuántas veces les comunicamos a nuestros hijos, nuestro
cónyuge, nuestros empleados: «¿ por qué no intentas
ser como ................ ? (rellena tú mismo el espacio de puntos)?»
>.Cuántas veces se les dice a directivos empresariales, vendedores,
educadores, adolescentes, deportistas y a centenares de personas que sólohay una forma de actuar o llevar a ca bo una tarea?
¿Cuántas veces somos incapaces de reconocer nuestra singular idad? ¿Y
cuántas veces, al no reconocer la, malogramos nuestres dones naturales y
nuestro desarrollo personal, cuando son precisamente estos rasgos los que
hacen que nuestra aportación sea más valiosa?Atrévete a aspirar a más
Cuando yo tenía diecinueve años, un amigo me r egaló un ejemplar de un
libro clásico titulado 1 Dar e You! ('¡A ver si te atreves!') Fue el primer libro
de autoayuda que leí. Pu blicado en 1931, dur ante la Gran De presión, esta baescrito por un hombre llamado William Danf orth, fundador de la Ralston
Purina Company y cof undador de la Amer ican Y outh Foundation.
El libro se halla ba ya en su vigésima sexta edición cuando lo leí. Ha bía
so brevivido a la Depresión y a muchas otras vicisitudes. En sus páginas,
Danforth nos r eta a sacar lo me jor y más auténtico de uno mismo,
motivándonos a todos -si aceptamos el reto- a as pirar a más.
El capítulo central, «Atrévete a constr uir tu carácter », r elata una historia
que nunca olvidaré. Según una leyenda hindú (dice Danf orth), hubo un
tiempo en el que todos los hombres que ha bita ban la tierra eran dioses, pero
esos hom bres pecaron y ultr ajaron su divinidad hasta el extremo de que
Brahma, el dios supremo, decidió desposeer a los hom bres de su divinidad y
ocultada en un lugar donde
06 AD RSA SA DLE RLDLPLE
ph greidnp onllnd ln aglfdnndln ri pgih.«Dn ipfiddndith ip lo
pufu , juu uu u.u-pu ף
ah-,pu hub c
y cu
.»
cu pu uc u pufu,pcu.u-
pu ף ah-,pu hub p pu y
b cu ם . »l ucu u ס ,
pupu.u-pu ף ah-,pu hub c
ם
u u ס
y tpup u .»
uc u bu ף uc p hub u p
cu ,cuuu uu.du u ף
ucu-pu ף ah-.l ucu upupu
hub.J uc bc ם .»du hcu.d
uc uu u hub uc p u u;
uc hubh cu ,h puuu yh
cu uס bc c puc u.
buvloVea ro rla , c b u u
cb cu ucc ub u u p cuuc
uu u:u yu u u u
cup.u yu u puu' pu
cם b.
c, fuu u ,u u-
u yuugu, ugu p u
uu cpc cp g uuu.
TARDES CON ARTHUR
hAu r plp i vmpgr nrlrusmpso tupno r
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c u pb,
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namaste61
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cubu jbc.rhb.uu, u ם
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cuf ף hb ם pucu guuue c ף
cu f pu hb ם pucu uupu
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buu fbu chg.-¿buu
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-S ם -pu ף cu ch ס u
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cu.rhhb ם
g ס
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pu cu bu ubg j.r bu
pufbpufu u.
lpbpuc ם
rh puf uc ף
.
oub cu
up hb ם
uם
uhb
Las personas que siguen su naturaleza desarrollan su genio, per feccionándolo
con cada nuevo r eto, sin contentarse nunca con sus hor izontes pr esentes.
La conversación gir ó luego en torno a la pala br a carácter , cuyo signif icado,
según me ex plicó Arthur , ha cam biado de for ma notable a lo largo de los años.
Or iginariamente signif icaba 'algo que estaba grabado' en madera, en metal, en
piedr a o en el alma de uno. Carácter r epresenta lo que es uno; es uno en su
totalidad, el con junto de todo lo que te ha acontecido, todas las ex periencias buenas y malas.
En los tiempos de Shak es pear e, el término charact er en inglés adquirió otro
signif icado totalmente o puesto y signif icaba el papel que desempeñaba un actor;
los character s interpr etaban pa peles, luciendo unas máscaras para ocultar su
auténtica identidad. En lugar de def inir a la per sona, el character def inía a quien
uno no er a.
Si no nos andamos con cuidado, el mundo puede lograr ocultar nuestra identidad.
La unifor midad, el encasilIamiento, el afán de centr arse en los defectos en lugar de
hacer lo en las gr andezas se confa bulan para enmascarar los dones que Dios nos haconcedido, nuestro namasté, distr aernos y desviar nos de nuestro auténtico sendero
y pr o pósito. En lugar de «ser fieles a nosotr os mismos», nos conver timos en un
charaaer que interpreta el papel que nos han asignado otr os. Tr atamos en vano de
ser todo ti po de cosas par a distintas personas sin conseguir satisfacer a
nadie.
Entonces le planteé una pr egunta a Ar thur .
-Si de bemos saludar los dones que todos llevamos dentro, ¿cómo podemos
reconocer esos dones?
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en alemán o cómo casi se le ha bían saltado las lágr imas al escuchar los sonidos
poéticos y la elegante sim plicidad de ese idioma. Me contó que había sido incapaz
de comer y dor mir hasta que empezó a a prender esa her mosa lengua.
Cuando ha blamos so bre el significado de namast é , Arthur observó:
-Todo indica que tiene los mismos orígenes que nuestra palabra entusia smo.
Procedente del griego, entusiasmo signif ica ' llevar a Dios dentro de uno', o 'llevar
los dones de Dios dentro de uno'.El entusiasmo, continuó Arthur, es el combustible de la alegría y la felicidad. Se
r ef ier e a la luz divina que br illa dentr o de todos nosotros.
Mientras el maestr o de las pala bras seguía hablando, mir é por su ha bitación,
o bservando el testimonio de sus dones únicos: un montón de a puntes de clase, un
manoseado diccionar io, numerosos libros so bre etimología y los orígenes de las
palabras, y la for ma en que Arthur los utiliza ba para propor cionar com busti ble a una
vida llena de alegría y f elicidad.
Confor me se iba animando, Arthur em pezó a enumerar toda una familia de
palabr as r elacionadas con nama st e.Mencionó la pala br a autént ico y me contó que procede de dos pala bras, autos,
que signif ica 'uno mismo', y hentes , que significa 'ser'.
- Aut éntico -di jo Arthur sonr iendo mientras movía las manos par a su brayar sus
pala bras- significa 'ser uno mismo'.
Namast é saluda la autenticidad, cosa que la sociedad no suele hacer .
Arthur se ref irió tam bién a la palabr a genio y comentó que pr oviene del tér mino
romano genuinus , que significa 'lo que es innato en uno'. Genio significa ni más ni
menos que ser 'genuino'.
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Ar thur me ex plicó el significado de r econocer, y me pareció que escucha ba esa
pala br a por pr imer a vez.
Re significa 'de nuevo', y 'conocer ' deriva del latín co g noscere , que signif ica
precisamente eso, 'conocer '. Reconocer significa 'conocer de nuevo'.
Reconocer nuestros dones naturales es como encontr arnos con un vie jo amigo.
Uno tiene la sensación de regr esar a casa. Y así es, pues uno regresa a su ser
auténtico y genuino. Es una sensación mar avillosa, natural e inconfundible.
Una sensación de f luidez total.
Al sacar provecho de sus dones naturales, su amor por las palabr as, Ar thur ha
logrado con jugar a la per fección su vocación con su pasatiempo f avor ito. Como
suele ocurrir en el caso de quienes honr an a su nama st é, su pasatiempo se había
conver tido en su tr a ba jo, y su tra ba jo en su pasatiempo.
El talento desapr ovechado es un pecado
Tenía un a bono para ver a los Utah [azz el año en que se clasif icaron
para disputar a los Chicago Bulls el campeonato de la NBA. Mi es posa,
Sherr y, y yo tuvimos la suerte de estar en Houston par a asistir al par tidode campeonato de la Conferencia Oeste, cuando los Iazz consiguieron
par ticipar por pr imera vez en las finales de la NBA y Iohn Stockton lanzó
«el Gr an Tir o» f uera del alcance de Char les Bark ley. A la mañana
siguiente regresamos en avión y apenas pusimos el pie en casa y
abrazamos a los niños cuando mi hija me pasó el teléf ono. Di jo que er a
alguien de Chicago que quería ha blar conmigo.
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Nama st é65
La voz del otro lado del hilo telef ónico di jo: -
Hola, soy Gene Siskel.
Yo no tenía remota idea de quién era Gene Siskel. -
Discul pe, ¿puede r epetir me su nombr e?
Mi inter locutor levantó un poco la voz al res ponder :
-Gene Siskel, de la columna per iodística de cine «Siskel and E ber t
and the Movies».
Por f in caí en la cuenta de que esta ba ha blando con el cr ítico de cine
del Chicag o T r ibune, el hom bre que ha bía inventado el gesto de alzar los
dos pulgar es en señal de apro bación.
Gene me contó que me ha bía llamado por que ha bía oído decir que yo
tenía unos asientos en el campo de los Iazz, justo detrás del banquillo
del equipo visitante, un banquillo que durante los próximos partidos lo
ocuparía su equi po favorito de baloncesto, los Chicago Bulls. Quer ía
cam biar me dos asientos de pr imera f ila en el United Center de Chicago por mis cuatr o asientos en el Delta Center de Utah. Nos reímos y
bromeamos cuando le expliqué que en matemáticas cuatro no eran igual
a dos. Pero finalmente llegamos a un acuerdo que nos satisf izo a am bos
e iniciamos una amistad que duró hasta que por desgracia Gene nos dejó
a una edad prematura de bido a un tumor cere br al.
Cuando volamos a Chicago para asistir a los partidos, Gene y su
es posa Marlene nos llevaron a Sherry ya mí a Gi bson's, «el r estaurante
donde sirven la me jor carne de la ciudad». Cuando Gene y yo nos
pusimos a ha blar sobre las vueltas que da la vida, no tar damos enconstatar que teníamos muchas cosas en común. Aunque nuestros gustos
en materia de equipos de baloncesto fueran como el día y la noche,
nuestras ideas so bre la vida eran sor prendentemente par ecidas.
Al poco rato, Gene pronunció una frase que yo no ha bía oído nunca
y que jamás he olvidado.
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EL PODER DE LAS PALABRAS
-Kevin -dijo Gene- un talento desaprovechado es un pecado. Todos
tenemos cier tos talentos que nos han sido dados -prosiguió-o No sóloaf irmo que el hecho de no desarrollar nuestro talento equivale a no
utilizar nuestro potencial, sino que es, además, un pecado.
Cuando me ha bló sobr e su infancia empecé a comprender el motivode que sostuviera unas opiniones tan contundentes sobre el tema. Gene
me ex plicó que había perdido a sus padres de niño y ha bía sido criado,
junto con su hermana y su hermano, por unos tíos que trataron a los pequeños Siskel como si fueran sus hi jos. Ese tío tan es pecial para él le
enseñó que todos recibimos unos determinados talentos por una r azón, y
que cada cual tiene la responsa bilidad de desarr ollarlos, perfeccionar los
y hacer algo provechoso con ellos.
-Comprendí de muy joven que lo que me atraía era lo visual y
auditivo, y el cine me chifla ba -dijo Gene-. Era mi pasión, algo que me
fascina ba. Deseaba compartir con los demás mi pasión por el cine. Nisiquier a imaginé que pudiera ganarme la vida con ello. Pero es lo que
hago, ganarme la vida como crítico de cine, aunque no tenga la
sensación de ha ber tra bajado un solo día de mi vida.
Gene descri bió namasté en su sentido más elemental: antes de poder
saludar la grandeza en otr os, debemos saludar la grandeza que hay ennosotros mismos.Identificar nuestros dones únicos
Cuando comencé a tra ba jar en el ámbito del desarrollo personal
dirigiendo el equipo de ventas de Franklin, Denis Waitley, autor delli bro The Psycholo gy of W inning ('La psicología de la victoria'), me
recomendó que pasara un par de días en la
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Namast é
Iohnson O'Connor Research Foundation, conocida tam bién en sus
primer os tiempos como el La borator io de Investigación Humana. Allí
podían enseñarme a identificar mis dones naturales.
- Te someten a una serie de prue bas -me ex plicó Waitley-, algunas
físicas, otras psicológicas. Luego, basándose en los r esultados, evalúan
con qué tienes una afinidad natural y con qué no.
Acepté el consejo de Denis y se dio la circunstancia de que realicé la
pr ue ba junto a una monja. Supongo que aspira ba a ser la mejor mon ja,
sin excepción.
La pr ue ba consiste en una valoración a fondo de los dones naturales
de una persona. En algunos apartados obtuve un r esultado poco
satisfactorio. Por ejemplo, hay una categoría denominada «capacidad
prensora» que analiza la ha bilidad con los dedos y las manos. En este
aspecto soy un desastre y si yo f uera neurocir ujano, mis pacientes
estarían condenados a muer te. La mon ja me derrotó en capacidad
prensora. Los resultados de la pr ueba demostr aron además que yo jamássería un buen ingenier o estructur al.
Pero con estas prue bas se busca hacer más hincapié en lo positivo
que en lo negativo. La idea no es exponer los puntos dé biles de una persona, sino identif icar sus puntos fuertes. Des pués de dar al traste con
la esperanza que yo pudiera al bergar de ser un neurocirujano, los
analistas me preguntaron:
-¿Sa be en qué destacó? ¿Sabe qué dones naturales posee? ¿Sabe que
se encuentr a usted dentro del cinco por ciento que ha obtenido mejor es
resultados entre las decenas de miles de per sonas a las que hemossometido a estas pr ue bas?
Les escuché con gran atención.
- Tiene un prof undo don para la «ideafor ia» -me inf or maron-o Es su
don más acusado.
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EL PODER DE LAS PALABRAS
Para ser sincero, jamás ha bía oído la palabr a id eaforia. La pr ueba que
ha bía identificado esa fuer za que yo desconocía er a bien simple: los
analistas ha bían colocado una pala br a ante mí y me ha bían entregado un
pa pel en blanco; luego me habían pedido que escr ibiera todos los
pensamientos que se me ocurrieran relacionados con esa pala bra
mientras me cronometr aban. Cuando el tiem po concluyó, yo ha bíallenado la ho ja por ambas caras y me ha bía faltado papel, aunque tenía
la sensación de no haber terminado. Ha bía bastado una pala br a par a dar
r ienda suelta a mi imaginación.
¡Ideas! Ése er a mi don. ¡Podía descollar en ese campo!
Para ser fiel a mí mismo, para br illar realmente, necesito cr ear,
ex plorar, escribir y buscar constantemente lo que se encuentra más allá
de los límites f ijados.
-Está usted destinado a crear y acuñar nuevas ideas -me dijo el
analista de Iohnson O'Connor-, pero no en un am biente en el que tengaque someterse a las estrategias y planes de otros. Tiene que hallar la
for ma de sentirse li bre para ex plorar sus ideas innovador as y cr eativas.
De be hacerla para seguir su sender o y manifestar sus dones y talentos.
De lo contrario, ser ía cul pa ble de lo que mi amigo Gene Sisk el
califica ba de pecado.
Lo cier to es que lo que averigüé en Johnson O'Connor no me
sorpr endió. En el fondo ya sa bía qué dones poseía y lo ha bía sa bido
siem pr e de modo intuitivo. Pero los analistas ha bían confir mado lo que
yo ya conocía. A veces se me ocurr e un torrente de ideas que me asalta
de forma tan im prevista y con tanta f uerza que soy incapaz de comer,
ducharme e incluso ir al baño dur ante hor as. Por eso llevo siem pre mi
cuaderno mientr as tr ansito por mi sendero, para anotar las de inmediato.
Tal como aprendí en Piense y hágase r ico, de Na poleon Hill, «el me jor
momento para analizar una idea es cuando nace. Cada minuto que vive
tiene
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más probabilidades de sobrevivir ». Cuando a uno se le ocurren unas
ideas, puede utilizar las o desechar las, puede escribirlas en un papel o
arriesgarse a que se eva por en.
Desde entonces he identificado mi método personal par a alcanzar mi
propósito, que consiste en conectar pala bras, ideas y per sonas. Mi
pasión ayuda a los demás a conectar se con su sendero y hacer realidad
su propósito en la vida. Cuando conecto a dos per sonas, tengo la
sensación de llenar las dos car as de aquella hoja de papel. Veo un sinf ín
de for mas para hacer que dos per sonas puedan a por tar mutuamente sus
necesidades y triunfos.¿Qué sabes con certeza?
Gene Siskel solía utilizar una f r ase que le car acter iza ba. Pregunta ba:
«¿Qué sa bes con certezai» En r ealidad se tr ata ba al mismo tiempo de
una pr egunta y un r ecordatorio: ¿nos estamos centrando en lo que
amamos, en lo que nos r esulta natural, en lo que hacemos mejor? Ese pensamiento -«¿qué sa bes con certeza»?se encuentr a en la última página
de cada número de la r evista O de Opr ah Winf rey. Oprah dice que tomó
prestada esta ingeniosa fr ase de Gene, y al imprimida al f inal de cada
r evista, r ef uer za la importancia de esta pr egunta sencilla y a la vez
prof unda.
A mi modo de ver, «¿qué sabes con certezas» constituye la esencia
del análisis sobr e nuestr os dones natur ales que llevan a ca bo en la
f undación Johnson O'Connor . Esa valoración tuvo una impor tancia
inestima ble par a mí, f ue un aviso para que me centrara en lo que hagomejor . R econocer eso es imprescindible. Si no reconocemos nuestros
dones, no podemos utilizarlos. ¿ Cómo podemos a preciar un don, es
decir, un regalo, si no lo abrimos?
70
EL PODER DE LAS PALABRAS
Las personas situadas en el punto más alto de la curva de
a pr endiza je, los que descuellan en sus res pectivos ámbitos, la flor y
nata, los me jor es de los mejores, los que tienden a brillar un poco más
que los demás, se concentran en una cosa: sus dones singular es. Suelen
afirmar que estar ían dis puestos a hacer lo que hacen de for ma gratuita.
En BMW, una gr an empresa que es asimismo uno de mis clientes,me pidier on que crear a par a ellos un lengua je que vendiera en lugar de
inspirar rechazo. Esa tarea me condu jo a la princi pal asesor a de clientes
para BMW en Nor teamér ica, Neda Shahrokhi. Neda vende unos
novecientos flamantes BMW al año. Sí, lo has oído bien: novecientos.
Eso signif ica que son casi tres al día, prácticamente cada día del año. Y
lo consigue todos los años al margen de la situación f avora ble odesfavora ble de la economía. La propia Neda me explicó el secreto de
su extraordinar io éxito:
-No utilizo unas técnicas de venta determinadas. No manipulo anadie para que com pre un coche. No me o bsesiona cerr ar el tr ato. Per o
se me da genial crear unas buenas r elaciones. Para mí, vender un coche
no consiste sólo en cerr ar un trato. Cer r ar un tr ato es una tr ansaccióncomer cial a corto plazo. Tengo un don especial par a cr ear magníficas
relaciones a largo plazo. Vender un coche consiste sim plemente en
of r ecer un servicio a mis amigos. Lo har ía gratis.
Así es como suelen pensar quienes honran su namasté. Cuando uno
cree ha ber hecho algo de f orma gratuita, significa que ha encontrado su
auténtico sender o y es entonces cuando se da cuenta de que ha
conectado con lo que le r esulta natur al.
Alice Elliot, considerada una de las personas más inf luyentes en el
sector de la hostelería, me contó hace poco que de niña se entretenía
conf eccionando sus propias tar jetas de visita.
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Namast é
-Siempr e supe que me dedicaría a esto -di jo-o Solía senturme en la
cama y dibuja ba mi nombr e y mi car go en unos pa pelitos: «Alice Elliot,
presidenta y dir ectora general». Y luego re par tía las tarjetas entr e mis
amigos.
En la actualidad Alice es pr esidenta y dir ector a gener al del IlJliot
Grou p, una pr estigiosa f ir ma es pecializada en la búsqueda y selecciónde directivos, y entr ega sus tarjetas a los directores gener ales yejecutivos que utilizan su empr esa.Sigue a tu naturaleza
Suele decirse que la natur aleza tr a ba ja, per o en r ealidad la naturaleza no
trabaja. No hay más que mirar a nuestro alr ededor par a com probado:
todo lo referente a la madre naturaleza es armonía y f luidez. La madr e
natur aleza no lucha contra los elementos, los ace pta; los ríos no tr atan de
fluir cuesta arri ba; las plantas no tratan de crecer en el Ártico; los
animales pros peran en su estado natur al.
El otro día un precioso colir rojo r eal, una máquina voladora natural y perfecta, apareció fr ente a mi ventana, f lotando en el air e como una
cometa sus pendida de una cuerda. Tan sólo agita ba de vez en cuando las
alas para per manecer f lotando allí durante lo que par eció una eter nidad.
No da ba la impr esión de que le costara un esf uerzo. Ese colir r o jo er a
libre, libre para ser como er a. Hacía lo que le dicta ba su naturaleza, lo
que hacía me jor .
Durante mis seminarios de instr ucción, suelo pr eguntar a los
asistentes qué ti po de facultad desearían poseer. La res puesta más
frecuente es, invariablemente, volar . Desean ser libres.Si realmente lo que deseas en tu vida es volar , si deseas surcar las
alturas más elevadas que jamás pueda imaginar un ser humano, entonces
debes sentirte libre par a ser tú mismo. Siéntete li bre para seguir a tu
naturaleza.
72EL PODER DE LAS PALABRAS
Todos hemos oído las expresiones «tienes un don natural para esto», «es
natural en ti», «lo llevas en la sangre», «naciste para dedicar te a esto» ... La
voz natural eza proviene del latín natura, que significa 'nacer o parir '.
Natural e za son los dones con los que uno nace, su genialidad, «el genio que
todos llevamos dentro». Y ese genio te concederá todos tus deseos y tussueños más nobles.
Haz lo que estás destinado a hacer
El mayor error que puede cometer una persona es no ganarse la vida
haciendo lo que le gusta hacer . ¿No es acaso el mayor deseo de todos los
padres que sus hijos descubran el potencial que llevan dentro? Lo que más
me preocupa no son las notas que traen mis hijos, los colegios a los que
van, las car r eras o los negocios que emprender án. No me importa el dinero
que ganen, siempre y cuando sea el suficiente par a emanciparse. Lo que
deseo para mis hijos, y cr eo que es lo que la mayoría de padres desean para
los suyos, es que descu bran y r econozcan su namast é y lo vivan cada día. Si
lo consiguen, el r esto -las notas, el trabajo, la carrera, el dinero- se resolverá
de modo natural.
Recuerdo que un día mi hija Season me llamó desde la universidad.
Estudiaba Magisterio. Cuando respondí al teléfono, noté un tono de cierta
confusión en su voz.
-Papá -dijo-, hoy, cuando estaba a punto de acabar mis clases, sentí que
algo no encajaba. Siempre he querido ser maestra; tú y mamá siempre me
habéis dicho que sería una excelente maestra y siempre me habéis animado
a que lo fuera. Pero ¿sabes lo que realmente desearía hacer ? Quiero serdiseñad ora de moda. Ya sabes que siempre me ha gustado confeccionar
cinturones y bolsos, y cuando los llevo para ir a trabajar la gente me
pregunta dónde los he compr ado, y cuando les digo que los
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he hecho yo, me piden que les venda mis diseños. Eso es lo que deseo
hacer .
-Muy bien, Season -res pondí-, ¿por qué no haces lo que deseas?
En ese momento de su vida, mi hija se sentía insatisf echa en varios
aspectos. No había hallado su camino. Necesita ba seguir su vocación. En laactualidad es una diseñadora de moda de éxito. Tiene su pro pia línea de
ro pa para niños llamada Little Season. Posee un estilo propio. No intenta ser
la próxima Donna K aran, ni la pr óxima Nicole Miller . Es la próxima Season
Hall Everton.
En E l poder d el mito , [oseph Campbell escr ibe: «La forma de averiguar
qué es lo que le hace feliz es recordar los momentos en que se sintió más
f eliz, no simplemente alegre o eufór ico, sino prof undamente feliz. ¿Qué es
lo que le hace f eliz? Per sista en ello al margen de lo que le diga la gente. En
eso consiste perseguir su felicidad».Todos tenemos un sender o único
Cuando uno maximiza sus talentos, significa que está siguiendo su
sendero, su pr opósito, su meta; cuando no lo hace, no sigue su sendero ni su
propósito ni su meta.
¿Te has sentido alguna vez estresado, so brecargado o con la sensación
de que vas a suf rir un cola pso nervioso? Desde luego, todos nos sentimos
así de vez en cuando, en ciertos momentos de nuestra vida, pero si te sientes
así de for ma constante y regular, desde el momento en que te despiertas por
la mañana hasta que te acuestas por la noche, está clar o que no estás
siguiendo tu sendero, y probablemente no haces lo que estás destinado ahacer. Esas tres pala bras +e st r é s, sobr ecar ga y col a p so- no esta ban
destinadas a describir a ser es humanos, sino a máquinas. Son pala br as que
empezaron a ser empleadas en ese sentido dur ante la er a industrial. Cuando
la cadena de monta je de una f á brica estaba estresada o sobrecar gada,
aca baba cola psándose.
74EL PODER DE LAS PALABRAS
En uno de sus raros escritos, Haf iz, el sabio maestro sufí, dice: «Puesto
que no existen fór mulas para alcanzar la verdad del camino, cada uno de
nosotr os debe arriesgarse a dar sus propios pasos. Sólo los ignorantes tr atan
de imitar la conducta de otros. Las per sonas inteligentes no pierden el
tiempo con eso, desarrollan sus ha bilidades personales, sa ben que no haydos hojas iguales en un bosque de cien mil ár boles. No hay dos trayectos
iguales en un mismo camino».
Cuando prosigas tu via je, recuer da que las huellas que de jas en tu
camino son tan únicas como el sendero por el que transitas.Selecciona tu palabra
Lo pr imero que hago cuando instr uyo a alguien que as pir a a más, a crecer, a
llegar más alto en la vida, es pedir a esa persona que seleccione la pala bra
que la describa me jor . Cuando lo ha hecho, es como si esa per sona hubiera
pasado una página de un libro y hubiera subrayado una palabr a. En lugar dever trescientas pala br as distintas en la página, la atención, e intención, de
esa per sona se centra de inmediato en esa pala br a, ese don. Aquello en lo
que una per sona se concentr a se ex pande.
Puedes hacerla tú mismo o pedir a tus amigos y familiar es, las personas
que te conocen me jor, qué pala bra utilizar ían ellas para describirte. Esa
pala bra podría ser arti st a, poeta, comunicad or , d ir ector o músico. Quizá
seas organi zador, direct or, conect or o l í d er. El único requisito es que de be
ser una sola palabr a, y en última instancia la decisión de pende de ti.
Cuando hayas seleccionado tu palabra, escr íbela en el es pejo de tu baño
o en el retrovisor o el es pejo inter ior del coche, en tu mesa de tra ba jo, en tuor denador, en el f r igorífico, junto a las llaves del coche, en cualquier lugar
donde puedas ver la todos los
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Pasión
Ésta es l a esencia d el espír it u humano ...Si l ogramos hall ar al go por l o que merece l a pena vivir, si l ogramos dar
un sent ido a nuestra vida,
hasta el peor de l os sufrimientos es soportabl e.
VIKTOR FR ANKL
En la fría noche del desierto, Chad Hymas, dispuesto a batir el récord
mundial de distancia recorrida por un tetraplégico en triciclo comprobó de
nuevo que su vehículo estaba a punto. Durante once días y once noches,
via jaría montado en él.
A la luz de los faros del vehículo de a poyo que le seguía,Chadse volvió hacia mí, que lo acompañaría en mi bicicleta par a
ofr ecerle a poyo moral durante la primera etapa de su viaje. Chad
me miró con nerviosismo e impaciencia. Er a natur al que la oscura
carr eter a que se extendía ante él le infundiera cierta aprensión,
pero estaba decidido a emprender su aventura.
Sabiendo que haría frío y que Chad no podía correr el riesgo
de r esf riar se, yo le había llevado suficiente ropa de abrigo para
cubrirlo de pies a cabeza. Insistí en que se aislara de los elementos
con pr endas protector as. Envuelto en varias capas de prendascomo una momia, par tió vestido con la indumentaria invernal de
un ciclista: cubrezapatos térmicos, f undas protectoras para piernas
y brazos, cazador a, guantes largos, casco invernal y gafas Oakley
de cr istales transparentes.
Sonreí al pensar en el estupor que ex per imentarían los tran-
seúntes al ver a dos hombr es adultos, supuestamente
r es ponsables, en una carretera desierta per siguiendo sus sombras a
medianoche con unos reflectores par padeantes a sus es paldas;
so bre todo uno, que perseguía el sueño de una per sona adulta
vestido como un niño en invier no, montado en lo que parecía untriciclo en pleno julio.
Puesto que Chad no puede r egular su temperatur a corpor al,
había elegido julio par a