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84 BC.ÍSI!IO Rl!IOLÚS solo distrito de las Mon t añas Roquizas ó de la me- seta de Utah; colibrí que no se ha descubierto más que en un valle de los Andes; cada volcán alto del Ecuador, el Pichincha, el Chimborazo, el Carahui- razo, es un mundo aparte con su fauna particu- lar; en el inmenso Amazonas, tres especies de un pez llamado a1·ias no se encuen tran más que al Oeste de la isla Marajo, en un espacio de dos leguas escasas, donde se verifica la mezcla de los lod os levantados por el choque del mar y del río. Además, las diferentes superficies que presen- tan en nuestros días las áreas de habitación cam - bian sin cesar durante el transcurso de las edades según las modificaciones del terreno y del clima . hombre,, que es también un agente ge ológico de los más activos, ha tomado parte directa ó indirecta en el reparto de las especies animales, pero sin ha - blar de esa influencia decisiva debida á la interven- ción humana, es lo cierto que todas las variaciones del .me?io producen en el área de las especies otras varJamones correspondientes. Si aumen ta el calor ó el frío en comar_ca, si los vientos adquieren fuerza ó la pierden, st las lluvias crecen ó dismi- si el suelo se renueva con aluviones plu- Viales ó se satura de sal con una irrupción del mar, si se forma ó se deseca un pantano muchas especies animales adelantan ó retroce d¿n hasta las de existenc ia que les Vanas aves de la alta Engadina han Ido á establecerse en los valles inferiores y la urraca ha dejado por completo el país. es un fenómeno observado por todos los naturalistas y h:"'n comprobado éstos muchos ejemplos de emig;a- al parecer. inexplicables, porque las modifi- cac iOnes del medto que han originado el cambio de áreas no las ha percibido el hombre. Las baile· LA VIDA BN LA Tll!IRRA 86 . . s Feroes durante veintidós nas dejar on de VISitar en Suecia, muchas espe- anos, desde 1754 á 776,or completo de la comarca cies han de saparec ido p o desterrados que regre· y después han vuelto, hitar en la patria de sus S an á la t ierra natal, á a ól pueden acrecentar H mas· no s o . antepasados. ay . · áreas de babltam n, 6 dismin uir los completa- sino qu e tamb ién. pue . ue ha empezado mente y la bistona zoológiCa,laq muerte de varias hace po cos siglos, refiere ya seres ocupan en la · E bio nuevos n '. ar el lugar de los que tierra, rejuvene cida eles de las edades se ya no existen, y duran e a eneración espontánea, renueva la faun a, ya por g. dades que cada vez 'ón de vane ' :t Ja por la for maCI t todos los carac eres sou más esta bles y presen ia explicar de otra de la especie. ¿Cómo se lo por Darwin, que manera la notable fauna es no se encuentra pertenece á las islas del Sur ni en ni en l os arc hipiélagos e os el continente más cercano? V Zonas homoiozoicas Grandes faunas terrestres .- . . . t' ue de todos los que Como todo distnto se dis ID[ formas animales, lo rodean por cierto. número eneralmente los tiene una fauna particular, P 1!bra de fauna en naturalistas comprenden á un conjunto un sentido más general Y a a asta región geográ- de especies que habitan una v

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84 BC.ÍSI!IO Rl!IOLÚS

solo distrito de las Montañas Roquizas ó de la me­seta de Utah; colibrí que no se ha descubierto más que en un valle de los Andes; cada volcán alto del Ecuador, el Pichincha, el Chimborazo, el Carahui­razo, es un mundo aparte con su fauna particu­lar; en el inmenso Amazonas, tres especies de un pez llamado a1·ias no se encuentran más que al Oeste de la isla Marajo, en un espacio de dos leguas escasas, donde se verifica la mezcla de los lodos levantados por el choque del mar y del río.

Además, las diferentes superficies que presen­tan en nuestros días las áreas de ha bitación cam­bian sin cesar durante el transcurso de las edades según las modificaciones del terreno y del clima. EÍ hombre,, que es también un agente geológico de los más activos, ha tomado parte directa ó indirecta en el reparto de las especies animales, pero sin ha­blar de esa influencia decisiva debida á la interven­ción humana, es lo cierto que todas las variaciones del .me?io producen en el área de las especies otras varJamones correspondientes. Si aumenta el calor ó el frío en u~a comar_ca, si los vientos adquieren fuerza ó la pierden, st las lluvias crecen ó dismi­n~yen, si el suelo se renueva con a luviones plu­Viales ó se satura de sal con una irrupción del mar, si se forma ó se deseca un pantano muchas especies animales adelantan ó retroced¿n hasta enco~trar las ~ondiciones de existencia que les ~onv1enen. Vanas aves de la alta Engadina han Ido á establecerse en los valles inferiores y la urraca ha dejado por completo el país. Es~ es un fenómeno observado por todos los naturalistas y h:"'n comprobado éstos muchos ejemplos de emig;a­cto~es, al parecer. inexplicables, porque las modifi ­caciOnes del medto que han originado el cambio de áreas no las ha percibido el hombre. Las baile·

LA VIDA BN LA Tll!IRRA 86

. . s Feroes durante veintidós nas dejaron de VISitar 1~ en Suecia, muchas espe-anos, desde 1754 á ~ 776,or completo de la comarca cies han desaparecido p o desterrados que regre· y después han vuelto, e~ hitar en la patria de sus San á la tierra natal, á a ól pueden acrecentar

H mas· no s o . 'ó antepasados. ay . · áreas de babltam n, 6 dismin uir los .ammal~se:u~esaparecer completa­sino que también. pue . ue ha empezado mente y la bistona zoológiCa,laq muerte de varias hace pocos siglos, refiere ya seres ocupan en la

· E bio nuevos e~peCies . n ca~ '. ar el lugar de los que tierra, rejuvenecida SI~ eles se~ie de las edades se ya no existen, y duran e a eneración espontánea, renueva la faun a, ya por g. dades que cada vez

'ón de vane ' :t Ja por la formaCI t todos los carac eres sou más estables y presen a~ ia explicar de otra de la especie. ¿Cómo se lo c~ita por Darwin, que manera la notable fauna es no se encuentra pertenece á las islas Ga~áp~gos~ares del Sur ni en ni en los archipiélagos e os el con tinente más cercano?

V

Zonas homoiozoicas Grandes faunas terrestres .-

. . . t' ue de todos los que Como todo distnto se dis ID[ formas animales,

lo rodean por cierto. número er~ eneralmente los tiene una fauna particular, P 1!bra de fauna en na turalistas comprenden ~sa ~~can á un conjunto un sentido más general Y a a asta región geográ­de especies que habitan una v

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fica, fuera de la cual la gran mayoría de formas ha cambiado completamente . Pero los sabios no están contestes sobre los límites de esas regiones, porque esas fronteras no tienen existencia real, y en la muchedumbre de los seres vivos cuyas áreas de habitación se mezclan y cr uzan, hay muchas que pertenecen á un tiempo á v a rios dominios. Schmarda, uno de los zoólogos clasificadores más autorizados, cuenta 21 grandes faunas terrestres, incluyendo en éstas las de Madagascar, el archi· piélago de la Sonda y las islas de la Oceania. Estas diversas provincias zoológicas, cada una de las cuales no posee más que escaso número Je espe­cies comunes con las comarcas vecinas , tienen, no obstante, grandes puntos de semejanza entre si, gracias á la multitud de animales que se parecen en su conformación y llenan funciones análogas en el conjunto de la Naturaleza; estas especies, que ocupan en la fauna de un continente el lugar ocu­pado en distinta tierra por otras formas animales , se conocen con el nombre científico de equivalen· tes. A los camellos del mundo antiguo los sustitu· yen en la América del Norte las llamas y las vicuñas; los caballos de Asia son pa rientes de las cabras del Africa Meridional; los avestruces del Sabara están representados en las Pampas argen ­tinas por los rheas. E l mundo ani ma l presenta bajo este aspecto la misma armonia que el vegetal.

La analogia mayor entre a mbas series orgán i· cas se encuentra también en su orden de reparto por la redondez del globo. Todas las regiones cir ­cumpolares del hemisferio boreal en América , en ~uro~a y en Asia están habi tadas por especies Idénticas, ó que presentan cierto parecido grande; la misma flora y la misma fauna ocupan los extre­mos convergentes de los continen tes, pero hacia el

LA VlDA JIIN LA TJIIIRil A 87

d las áreas de latí· ún crecen los circulos edo del antiguo, el

. ur, se:e separa el nu_evo m~nla ueblan, anima· tud .Y t de los seres VIVOS qu áp E l número de

n)UO o da vez m s. ~Zs y plantas, difieren~~ á las tierras separatas pt~r

~· ~;~t:::;~J:~:ft~~~~.~~·~lt:::\~~::·r~::.· y e Al mismo tiempo, esp dirección del Polo p\et~.se hacen más n~merosasce:rlos "t~hrtins no ha t~l~cuador. E n el Spitzberg, amHeros terrestres; 22 a d más que cuatro m to una vuelan ~n~~~it;: d~ aves, todas de las~~ e::~~~ archipiélag? e~r encima de las moot~ve~s en sus costas; lo~ anl~ p 10 clases de peces v . ertenecen también y d órdenes inferiOres p han encontrado males e f s· no se d

so número de orma ' oluscos. Al Sur e ~~~t más que 23 insectos y 15 :tidad de especies, a. iones boreales , la ~ en las comarcas

~:se:o~~ y fam¿li a dse ~~e~~g~~~~ió~ tiene su .:~J~~ ecuatonales, on : la fa una ostenta ~sl tipos riqueza y esplen or' organismos y os

·¡¡ sa variedad de é de resi dir once maravt o · despu s . ~,s hermosos. Bates traJo, un tesoro zoológ,co

m"' d 1 Amazonas, 8 000 no aBos a orH\as e . de los cuales · de 14 712 animales diver.sos, aun quedan m~chos estab~n des~ritos t~i~~:::~t! insectos Y gusa~~l~~~~ Por descub rir ' es pe i Amazonas posee por a

. · el r o 1 iomens egun AgasslZ, d'tstintos que a J.s peces tres veces m"' · cuenca del Atlántic.o. . rras más próximas á los

Verdad es que Sl las tte . éstas suelen ten er b s en espeCies, E todos los

polo son po re d rE>presentantes. n i Shét· inmenso n.úmero · o,·~s de las Hébridas , de i:Z~erg y promontonos Y fJ de Noruega , de Sp - ntes aod, de las Feroe8 , hiladas de rocas semeJa

.de N u e va Zela.nda, las

.IIILÍSIIIO Rl!IOL Ú S

á las gradas de los anfiteatr ocupada por filas de av os están completamente-dados d un ejército ;s, asretadas como los sol­prodigiosa de a ves s~ lauan o esa muchedumbre mar para ir á buscar sunza contra el viento de encima de las embarcaci presa ó se arremolina va forman do verdaderas ~~~s de cazador~s, se ele· de de trurción, no tiene máess, y el ~ombre, ebrio para derribar á sus vfctim que tirar al acaso apoderar e de un garrote as, como no prefiera que aunq ue chillan rabi y mat~r á las h embras, los huevos. osas, Siguen empollando

Las faunas oceánicas . ofrecer un a distribución ~:cesana~en te han de rrestres, porque las cond ' . s reg_u~ar que las te· son mucho más iguales e~c;~nes ft Jeas del medio la s~ perficie de Jos continentes~asa de agua que en la _tJ erra, erizado de obst 'el mar no está, como ammales y modifican á~ulos que parall A loa guración de su domini~e dtve~sa. manera la confi­fauna marftima son : Los limites de cada gran donde se ha desarr~~=~Isamente los de la cuenca Oe te las riberas de l o es~ fauna; al Este y al

ur los diferentes clir::sc~nt_mentes· a l Norte y al las hacen suceder á otra f e.tienen ~ las especies y

Eduardo Forbes fué sl OJ~as am ma les. zar un mapa del e pnmero que int.entó tra-

. reparto de J VIven en Jos mares y d d os organismos que genera les que indi~abaesh e en~onces los resultados gr~n parte por los diver an Bid? con firm ados en g uJdo en aquel ca . sos sabio que le ha n se-~arftima estA cara~~:r~~~ada región ó provincia

en servir de representa t por e~pecies que pue­mo de la provincia al n es á Jos demás orga nis ­mayor desarrollo. A yam~auzan en esos pa ra jes sa tral, donde la fauna os. lados de la zon a cen-

propJa de la pro vincia seo

LA VIDA l!IN L A TI IIIRRA 89

ostenta con toda su riqueza, las especies van die ... minuyendo hacia las otras regiones y al fin des­aparecen ahogadas por las especies dominantes que en aquella parte de las aguas constituyen la. masa de la población marítima. Forbes compara. Jos dominios de cada fauna con una nebulosa cuyos puntos luminicos, reunidos en el centro como brillante masa, van disminuyendo hacia la circun­ferencia, y acaba n por constituir rastros disper· sos . Las faunas del Océano, especies de nebu­losas zoológicas, no difieren en es~e. punto de l.as continentales, pero gracias á la faCilidad para vta· jar que el mar ofrece á los animales na:dadores, las provincias marítimas en que predomma taló cual especie son de una extensión mAs vasta que las regiones análogas de tierra firme. En gener:;tl, los mismos an ima les marinos habitan ' Jos paraJeS si tuados en una misma latitud; notable ejemplo de esto hay en el Mediterráneo, donde los seres org~­nizados apenas cambian desde las aguas de GI­braltar hasta las de Alejandría. Los limites de estas regiones comunes á los mismos grupos es raro que e tén bien determinados, como no sea por el con · tacto de dos temperaturas diferentes. E l paso ~e una provincia á otra se verifica generalmente sm transición brusca, porque la vida se de~arrolla bajo el influ jo de los climas y éstos trata n sto cesar de equilibrarse en el Océano con la acción de las corrientes, las m~reas, Jos vientos y las tempesta­des . De todos modos, hay que tener en cuenta toda& las condiciones q ue pueden modificar los contornos generales de cada dominio geológico ; la fo~ma del litoral la naturaleza del fondo, la velocidad de las corrie~tes la altura de las mareas, la salinidad

' de las masas liquidas. . E~as di versas provincias son las grandes regt<>--

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nes design adas por Forbes con el nombre de zonas bomoiozoicas (de vidas semejantes). Rodean la tie­rra como las zonas c li matéricas, á las cuales co­rresponden, y puede decirse de uu a manera gene­ral que les sirven de lfmi tes las lín eas isotérmicas; viajan con estas lineas idea les, ya subi endo hacia el Norte, ya bajando hacia el Sur.

La gran zona media es la del Ecua dor y de los trópicos, cuya parte más importan te aba rca todo el Océano de las I ndias y la faja centra l del Paci ­fico desde las costas de Australia, de Borneo y del Japón basta las de l\léji co y Colombia. Allí es, á lo menos en general, donde los animales marinos os­tentan colores mAs brilla ntes y dibu jos más va ria­dos. También a llf pu lula en el agua mayor número de organ i mos, y los corales y madréporas cons­truyen sus islas circul ares, dispersas desde la cos tas de Asia ha ta mitad del mar del ur. E ntre Africa y América ecua tori a l, esa zona homoiozoica continúa , á pesar de la interposición de do8 conti ­nentes· en las costas de la Florida, de las B rmu das , de las Antill as, de las Guyanas y del Brasil, moluscos , radi arios y cora les auAlogos á lo de otro mares ecua toriales se propagan con a bun · dan cia; las e pecies son d ifer entes, pero el tipo ge · neral es el mi mo.

Al Norte de esa zona media que se ex tiend e alrededor del mundo en una anch ura media de

:6 000 kilómetro3 se redondea otra zona much o mAs angosta, á la cual dan ba tante irregularída las diferen cias de clima prod ucid as hacia el Norte por los vientos, las corrientes marítimas y el contraste de las costas continen tales. E~a zona circu nc ntra l del rorte c?mienza en el Atlántico, en la Georg ia Y las Caroli nas, después se ensancha hacia el 0 0ste para bañar Jas costas de Marruecos y de la penín-

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. ende el estrecho de Gibral ~ar sula lbénca. Al~ . t rráneo donde se pesca atun, ~omp~ende el reL~se especi~s disminuyen gradual­~sponJa y cora . d Oeste a E~te y son menos mente en ese mar ecas cerradas de tierra aden­numerosas en las cue~uxino el Caspio y el ma~ de tro, como el Ponto i~ma zona cuyos limites Ara!. En el Pacifico, ~~ao~ se desarr~lla desde las son muy poco cono~Jl J~pón hacia las de Cali­costas de <?Jorea y e

fornia. . d h cia el medio de las la -La tercera zona. sttua _ab 'dao el nombre bastante

. 1 das h a reCJ I ' · tJtudes temp a ' t 1 del Norte Lo m1smo desacertado' de zona ne~s~~ se encor~a y se en . .q_ue la zona prec~dle~tt~Ántico desde las costas de sancha á través e E3trecha en las cos­América ~a~t~ las deDE~r~:;e se extiende hacia tas de Vtrgmta Y el e a . n:_ abarca todos los el Nordeste con el Gulf-S~, ea 1 yde Bretana de Ir-mares célticos ?e la pen~n~h:tland. El m~r Bálti­landa, de Escoma Y de la una dependencia de ~o y sus golfos no son más Cue de arenques se en ­ella. Las g randes pesquer as

~uentran en esa zona . t . na! caracterizada por La. faja más septen no t~os peces análogos,

las pesq~el:ias de baca lao yd~l Gulf-St1·eam, y se ~igue asimismo La curva E ieza del cabo Cod á ensancha de Eite á este. mp Islandi a y los ma la bahla de F undy, Y ab:rcal~: costas de Noruega res vecinos, bafia ndo to ~s t En el Pactfico, esa y Lapon ia hasta. el cabo o~e~·Norte , afecta, como zona, ll amada ctrcum?ola r. ión circular , á aconse­la zona neutral, una d1sp~siC del Japón y de los euencia de la gran cornente en aquella parte vientos de Suroeste que rec?rr~n al de la corriente del Océano un circuito semeJan e árticos están ocu­<lel golfo. F inalmente, los mares

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pados por la zona homoiozoica 1 E< ión abarca todo el casquete esf~o. ar, cuya exten­hasta el Labrador el golfo d o~I.co desde el Polo Bering y el Kamtchatka L e 1! el estrecho de son en general de colores. m~s amr_nales marinos cíes on mucho menos nu y pálidos, las espe· merid ionales, pero en ca:~~~sas que en las zonas sentadas por muchedum bre d .sud~le.n estar repre·

E l h . e ID tviduos n e emtsferio austra l l .

cas iguen el mismo or de as zonas homoiozoi-en tan las mismas tran ~. que en el boreal y pre­

tópicas, pero la exten sió~~~~~~~.s e~tre las e.species zonas se conoce mu . tv-a e esas dtversas que al Oeste de la ~;:l?rfe~amente. Sólo se sabe cada fauna marina n ca el Sur el dominio de arrastrado, digámoslo s:sí enco~va h~cia el Norte boldt que si ue . ' por a cornente de Hum-lfmit~s de lasg zone~s l~t~~~~A P~~visionalmente, los las lineas de temperatura· á n Jados más que por ros corresponde prec· '¡ los exploradores futu-

. tsar os de una c terta. Seria también d'fi .1 manera mAs en qué proporción dis~i oc~ a ctua lmente .averiguar males marinos desde el E/e~ las especies de ani · resolver aproximada m ua or á los polos. Para. ro que se necesi ta es ente ese prob~ema, lo prime· océanos en seres or a c.onocer la nqueza de eso& los mares de E g mzados. Sólo se sabe que en

uropa las esp · d n uyen cer ca de dos 't . eCies e peces dismi -te, porque se encuen t:~~IOs desde el Sur al Nor­y los mares escandina 444 en el Mediterráne() Los mol uscos r esisten vos. apenas presentan 170. matéricas porque ha meJor á las mfluencias cJi­Suecia y 'Noruega Y un~s 200 en las costas de Mediterráneo Dura' ets deCir, la mitad que en el

'ó · n e el ún · · · c t n dir igido por el ca it tc~ VIaJe de explora · tas america nos han re p ~~ WIIkes, los naturalis·

· cogt 0 en las aguas tropica-

L.& VID.& ll!N L.& TIJIIRR.& 93

les del mar del Sur 829 especies de peces, 900 crustáceos, 2.000 moluscos, 450 corales y otros 300 zoófi tos.

VI

Distribución de las especies en las pendientes de las montanas y en las profundidades del mar .

El escalonamiento de los climas en las alturas del aire, análogo á su sucesión en dirección á los polos, tiene como consecuencia directa una dismi· nución r ápida de los animales, de las vegas de la ba e á las cimas nevadas de los montes. Si el natu ralista trepa á alguna alta cima aislada de la zona tórrida , ver á disminuir rápidamente el número de especies animales, lo mismo que si viajara hacia las regiones templadas y luego hacia las del Polo. Por último, al llegar al límite inferior de las nie · ves perpetuas, donde desaparece casi por completo la vegetación, quedan muy pocos representantes del mund? animal, y los que todavía viv~n en esas altas reglOnes, son generalmente seres tmperce~­tibles co mo los animalillos de la nieve ó cuadru­pedos muy chicos que se soterran, como el campa· fi.ol descubierto en la cumbre de los Alpes. Y no sólo disminuyen las especies gradualmente en la ladera de las montañas, lo cual podría explicarse por la falta de alimento el aumento de frío Y la ' . rarefacción del aire, sino que además los amma-les de las alturas no son los mismos que los de las pendientes bajas; y por la forma, el pelaje Y las .costumbres recuerdan á los de la zona polar; las

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faunas de los Alpes y los Andes las del pitzberg que á las de ~~e 1trecen mAs á base situadas á pocos millar es d s anuras de si} tancia. in embargo las t e metros de dis · nes, las trombas me~clan á ormen~as, los huraca· lon adas natural~ente unas :oe~:: as faunas esca· r ecorremos las nieves de la b otras, y cuando s cum res es r no veamos la gran superficie bl ' aro que r e tos de insectos llevad anca sembrada de corrien tes de la atmósfe osA de los vall~s por las traviadas vuelan al aca ra . veces manposas ex · dades, donde las h á so por aquellas tristes aoJe-viento propicio no 1 :~ e.;:[ec~r el frío, si algún ras nativas. Muchas av a o ra vez á las prade­ha ta las cimas más al~=s s~ ¡~levan libremente m uchos pájaros-moscas r . u JO Remy ha visto te a lrededor del cráter d ~v;.lo~~an do r uidosamen· qu e sube á las cúspides e á JC IU Ch~ , y el viajero des distingue al gran cón~ors soberb1~s de los An· tuosamente á inme 1 ~ue se CJerne majes ·

Asi como en la n:t e evacJón en el cielo azul. de los anima les en ¡erra habitan la mayor parte sobre el nivel d~l Océ:~o c~mpi ñas poco elevadas los seres que pueblan 1 a mmensa mayoría de anélidos , crustáceos ó os mar e.s, sean infusorios, liquidas de la superfi. .Peces, VIven en las capas ha de ocurrir porque c~el Y cerca de las costas. Así encuentran Ida escollos do largo .de las riberas se chas, las grutas y bon de se mcrustan las con­los peces, los bosquei"~: r~das donde se refugian de albergue y ali t a gas, que sirven á la vez nismos; alli llevan ~oen o á muchedumbre de orga­a nimales de los e ~.ríos los r esiduos vegetales y población maritim: n ~nen tes , que alimentan á la ra .de algas flotante's e~ ~Ita ~ar, cualquier prade­umón, alrededor del

1 ambJén un centro de re-

cua se ag1·t . a un mundo; leJO&

LA VIDA lllN LA Tl~RRA 95

de lai! costas y los fondos bajos, la vida, poco in tensa si se compara con la del litoral, es, sin em· hargo, prodigiosamente activa en las capas supe­riores, porq ue en la superficie se propagan las olas, cuy o movimiento es necesario á Jos orga nis­mos del mar como el soplo del aire á los terrestres; t:tmbién es en la pa rte superior del Océano donde penetra la luz . Según los experimentos de Wilkes, los ray os luminosos no llega n hasta más de 150 metros de profundidad, y allí se encuentra el limite fijado po r la obscurid ad á muchos anim ales y ve · getales mari nos . Por l-o ta nto, la vida acuática hormiguea más abundante en la zona de contacto entre el mar y la atmósfera, y sobre todo, cerca de los con tinen tes. En la tierra , el encuentro de varias capas geológicas fertiliza el suelo, y por consi ­guien t , da mayor actividad al desarrollo de todos Jos gérmenes; ta ro bién el contacto de los tres ele­mentos , ag ua , viento y riber a., llama á los seres organizados á las capas superficiales del Océano y da al planeta como un a envoltura viviente .

Los parajes poco profundos del mar, sobre todo cerca de las costas de Europa y los Estados Unidos, han sido ex plorados ya con bastante cuidado para que haya podido indicar E . Forbes el espesor apro ­ximado de las zonas superpuestas de la flora y la fauna . Cada zona se distingue por organi mos ó gru pos de organismos que .le son peculiares. Ade­más no presentan , . excepto la más alta, ningún limite bien determipado; numerosos géneros y sub­géneros son comunes á todos los escalones ó á dos ó tres de éstos.

La primera zona, ó la del litor~l, comprendi?a en tre los niveles extremos del fluJO y del refluJo, ti ene, según la altura de las marea~~ de 1 á 20 metros de espesor; multitud de orgamsmos nacen

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"Y se propagan en ella nativa mente por las a ' Li~rque está bañada alter-guod~ zona , lla mada t~mbiln la atmósfer!l' · La se­por Cier tas especies de a l . zona laminariaoa, la rgas fajas, semejantes ágas que desarrollan sus s~nta un e pesor de unos 30correas de cuero, pre . m vel de las mareas ba ·. E me tros por debajo del plantas ma rinas de lo Jas. ~ la gran reg ión de las los cru táceos. La mas ~:ces, de los moluscos y de notable por el brillo d~ los part~ de las especies es rayos lum inosos refractad ma tices que les da n los aguas . La tercera zona ó os en la superficie de las metros por debaJ'o d 1, zona cora lina, llega á 60 m e a a nterior· erosas especies á lo , r epresenta n IJ U· do ; las plantas son m~ vertebrados é invertebra­lo mares europeos q y raras. La cuarta zooa de más que un espeso; deu~, según Forbes, n o tieJJe ?P ell a se ex ti en de la in 00 á 600 metros y debajo In habitados, iodudable:eensa soledad de los mares poblada qu e las capas 1i nt~ está mucho menos penetra todavía la luz del qntdas superiores, donde : Aceos y an élidos que en el~ol, y los molusco 'crus-ener colores obscuros· p a sle e~cuen tran sueleu

en esa zon a . ' ero a VIda no se detiene Es illdiscutible que los .

á D?ayor profundidad que tDJ~a~e~ ma rinos vi·ven rah.stas en época muy re . a a ffi JtJda por los natu · ; enfi.cados en alta mar c~ente . Aunque los sondeos ueran poco numerosos grandes profundidad es ~e la sonda no trajera ! general men te la plomada

del cieno del fondo Difguna m ues tra de la arena afin~aban de plano a' a mayoría de los sabios :~nt~s negativos, q'ue pl~~á~g?se en aquellos testi·

a~IOs •abióticos» es . IS mos del mar eran proyJstos de organi;mos de_cir, ab oluta mente des­vanos navegantes habianv l v~s . ~asta cuando ya

0 ten ido pruebas delo

97

eontrario, sabios muy respetables como Forbes, -Goodwin, Ansten, Aga siz, de la Bicbe, creian que debajo, en una profun did d fijada por unos en 3 metros, por los otros en 600, toda vida animal ó ve· getal era imposible. La presión del agua es igua\ A la de toda una columna atmosférica en cad a pro­fu ndidad de 10 á 15 metros , por lo tanto se creía que la condiciones O'enerales del medio se trans· formarían bastante en el fondo del Océano para evitar de una manera absoluta el desarrollo de todo organi mo en las aguas profundas. e afirma· ba que ni ngún ser podría vivir bajo una presión de varios centenares ó mill ares de atmósferas . egún una hipóte is que tampoco está de acuerdo con los hecho , ni plantas ni insectos pueden existir en las mon tañas más a ltas; también se creía que por una especie de pola ridad las profundidades del Océano no eran más que una inmensa soledad. e su ponía que el más osado de los animales marinos era el hermo o coral de las costas de Noruega, el lophelia p1·oli(era 1 cuyos r a mos sonrosados se ad · hi eren á las rocas ha sta 600 metros de la super · fi cie.

in embargo, desde el afio 181 , los resultados de varios ondeos ha bían desmentido la opinión pro fe, ada por la mayor parte de Jos naturalistas. En la bahía de Baffiu , J ohn Roas babia sacado del fo ndo crustáceos pequeños, an élidos, equinoder­mos, y en los par a jes donde vivían aquellos a ni · males la profundid ad acusada por la sonda varió de 200 á l. 90 metros . A la otra parte de la tierra , en lo mares a ntártico , J a mes Rosa desc~brió el año 1841 crustáceos vivos á una profundidad de 720 metros , pero aquel nuevo testimonio, que co~ ­probaba la existencia de organismos en los ab1s· mos oceánicos, fué menospreciado como los demás .

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98 l!JLiSBO RKCLÚS

Más tarde , los sondeos verificados desde Irlanda h a ta Terranova, en la e meseta telegráfica•, saca­ron A la superficie muchos organismos pequefloe, como foraminfferas, policistinas y di a tómeas. La sond a ha descu bierto también 116 especies diver sa de esos animalillos, cogidos A una profu ndidad de 6 600 metros entre las Filipinas y Jasl\Iarianas.

Por último, en el viaje de exploración empren· dido el aBo 1 60 á través del Atlántico del Norte por Mac Clintok, el doctor Wallich r esolvió defi oi · tivamente el problema con pruebas indiscutibles. Al Sudeste de Islandia, la draga ha sacado de nna roca situada á 1.278 metros de profundidad un fragmento de sérpula cuya ca rne estaba fresca toda vía y moluscos vivos Otro sondeo sacó de una profundidad de 2 268 metros, ó sea de una región en que el peso de las capas líquidas excedía á 200 atmósferas, vario moluscos y 13 estrellas de mar, una de las cuales tenía 12 centímetros de anchura; aquellos an im a les llegaron vivos á la su· perficie del mar y duraute una hora estuvierou meneando los largos brazos cubiertos de espinat~ r además, los re tos de foraminíferas que se en con · traban en las cavidades digestivas de los equino dermos no dejan duda de que eso organismos infe­riores viven también á más de 2.200 metros de profundidad en el Océano. Desde el descubrimien · to de Wallich, ha sacado Torrell de una profundi · dad de 2.620 metros en el mar de Spitzberg un crustáceo de brillantes colores . En el Mediterrá· neo, el cable telegráfico que unia la isla de Cerde iia con la costa de Génova se rompió, y entonces se vió que sus fragmentos estaban cubiertos de polfperos y conchas que daban á ciertas partes del alambre el g rueso de un tonel. Más tarde, el telé· grafo submarino que unia á Cerdeiia con Argelia-

LA VIDA l!JN LA TIERRA 99

. b'é y Milne Edwards encontró en un se rompió tamd I ~~ de una profundidad de 2.000 .A pedazo proce en rosos animales que hablan ~1-2.800 metros num~ndo del mar sobre aquel hilo vido todos e~ ;1 f bre Entre aquellos seres se en . tendido por e om . ras un pecten de concha contraban sérpulas ó~i~os que no se hablan e?c~n­mu y coloreada Y. P á

0 y que se suponta no

trado en el Mediterr t~~o' fósil. Hay más: Ehre~· existían más que e~ es e existen animalillos lumi · berg ha demostra ~ (u olfo de Méjico, y ese hecho nosos en el fon~o e g ue los abismos de los imprevisto permtte ~~pone~ultados en tinieblas in · demás mares no es n se ue hasta á millares de sondables . Puede :-~eeJs~oqfalta la luz por comple· metros de profun 1. a . mente ó de manera cons · to, y se produce p~nó~Ica r ué las especies saca­tante; asi se exphcana pot. qen los oJ'os atrofiados

1 Profunda no ten das de agua . ectos de las cavernas. como los peces ~ los ID~ 1 Océano no son inmenso

Las profun didades ~ . t de las contraco · desierto, donde el mo~I~te~e~timonio de la vida rri entes ocultas es el umco . á los cuales nun· terrestre; hasta en esos¡ e~~;c~oe¡es que nacen, tra · ca llega un rayo de dso d' blemente la mayor parte bajan y mueren. In u a abítantes' de las cavernas de los seres, como los. h de tinte obscuro, pero terrestret~, tienen una l~~r-~:a porque precisamente esa no es una ley zoo g ' bierto á mayor pro­las especies que se han de.scudermos encontrados fu ndidad, es decir, los e~UJ~~andia y el crustáceo por Wallich en el mar f e d s del Océano Glacial, sacado por Torren ~el on A~omodandose poco á presentan colores vr~os. a or efecto de una poco ya por emigraciOnes, y 1 p dio de las aguas lent~ depresión del suelo en e ~;ado el brillo es· profundas, esos seres han conse

100 •LfSIIIO REOLÚS

pecffico de las tintas que sus antepasados debían Indudablemente á Ia riqueza de hoy derramad en l~s capas superficiales del Océan~. En lo qu: conCierne á plantas marinas, aun no se han encon­trado algas propiamente dichas á una profundi­dad_ de más de 3.100 metros; quizá los únicos or­ga~tsmos vegetales que se han encontrado en los abismos . del Océano pertenecen al orden primitivo de las diatómeas.

VII

Trabajos geológicos de ciertas especies animales A ·r, é islas de coral. .- rrec¡ es

Poco numerosos son los animales que para al­can~ar su presa 6 construir habitaciones mueven la t1e~ra con bastante fuerza para dejar en la su­perfiCie ó en. las capas superiores del suelo huellas de su trabaJo: el conejo, el zorro, el perro de !as praderas Y la marmota, abren madrigueras· el topo Y Ia rata a!mizclada andan por debajo d~ tierra como. los mmeros por largas avenidas galerías ó ~~bermtos; Ia. hormiga termes construy~ altos obe· Iscos de armlla, pero cuando Jos animales cons ·

tructores. han .d~saparecido , las bóvedas ocultas ó Jos pala_cws VISibles no resisten mucho tiempo á Ia~ lluvias, á la vegetación, á todos los agentes de ~?IDat que Jos rodean · De los trabajos verificados

Irec amente por un mamífero, los que más duran ~ puede~ te_ner una influencia real en la topografía

e un dtstnto y hasta en el clima local, son las

LA V1D4 .IIN LA. Ti.IIIJ.Ul4 101

obras de los castores; los arroyos, detenidos por diques se transforman en pantanos ó toman dife­rente ~urso, y á veces se convierten en tributarios de otra cuenca. Cuando los castores vivían todavía formando tribus populosas en los bosques de la .América septentrional, gran número de corrientes de agua habían sido convertidas eri estanques por los troncos derribados sobre ellas. En nuestros días, casi todos los rfos que corrían al Este de las mon­tanas de la Colombia inglesa han quedado supri· midos y convertidos en pantanos. Los castores han destruido las corrientes necesarias para su propia existencia . Más útiles son los gusanillos que re­mueven el suelo . y aunque la labor llevada á cabo por cada individuo sea muy poca cosa, el resultado de los trabajos colectivos tiene importancia, ~or­que, según Darwin hace observar, los gusanos son los que más contribuyen á preparar el suelo vege­tal donde se desarrollan nuestros cultivos.

En los enormes cambios zoológicos debidos á la vida animal, los mismos seres no tienen ninguna parte voluntaria, y si modifican la faz del planeta lo hacen únicamente acumulando sus residuos, asi como ciertas plantas de pantanos acaban, gracias A sus innumerables muchedumbres, por extenderse en capas espesas de turba sobre vastas llanuras! y hasta en las pendientes de las montanas. también ,animalillos de extremada pequeñez, hormigueando á millones forman á la larga poderosas hiladas en

' las rocas ~xteriores de la tierra. Un barrio de la ciudad de Berlín está construido en un suelo mo· vedizo, compuesto de generaciones sucesivas de seres infinitamente pequeiios ; en la desembo~adura del Oder y de otros rios, en el puerto de Wismar, en la barra de Pillan la mitad ó la tercera parte del cieno está formado' por especies vivas, hacina ·

102 IIILÍSIIIO RIIIOLÚS

das en incalculables masas: se evalúa en un millón de metros cúbicos lo menos la masa de animalillos que se deposita cada ano en el puerto de Pillan. El día que ese cieno se seque, constituirá, como el es· quisto y el asperón, sólida hilada en las mesetas y montanas de tierra firme . Las diatómeas y las fo­raminiferas del fondo del Océano y los corales de las capas superiores del mar trabajan sin cesar para edificar terrenos geológicos semejantes á los que construyeron las especies de edades anteriores, y que hoy son rocas de continentes. Con su incesan­te labor de asimilación, las poliscistinas, las globi · gerinas, las esponjas, las madréporas y otros obre­ros del Océano se apoderan del ácido carbónico, de la cal y de la sílice traídos por los ríos y reconstru · yen la tierra con tan imperceptibles matenales. Mientras las corrientes de agua roen la base de las montanas y las van demoliendo molécula por molé­cula , los habitantes del mar asientan los cimientos de un nuevo mundo. Podemos formar idea del trabajo inmenso que verifican en la historia del planeta los innumerables organismos del Océano pensando en la procedencia de esas formaciones calizas que cubren tan gran parte de la superficie continental. Con razón dice Burmeister: cSea cual fuere el origen primitivo de la cal, de la greda, lo cierto es que todas las rocas de esa composición mineralógica han sido comidas y digeridas por animalitos semejantes á los que hoy viven en el mar. Las foraminíferas del fondo del Atlántico del Norte depositan calizas semejantes completamente á las de nuestras montanas; fórmanse nuevas ro­cas oolitica~, enteramente compuestas de orbulita inversa .»

Los más conocidos, si no los más activos de esos trabajadores del mar, son los pólipos, que compren·

LA VIDA l!lN L A TISRilA lOS

ecies cuyos residuos amon­.deo centenares d.e es~ con;iderables en el mar del tonados forma n t¡e~ra ical Los corales de los :Sur y en el Atlántteo trop en. tribus bastante nu­. piados no crecen xten­mares tero tituir bancos de roca mu.y e 11o merosas para cons . eratura no baJa de sos En las aguas cuya teroiona ecuatorial de unos cel~tígrados, ó sea. en unase multiplican esas multi ñOo de anchura, Vl ven Yb s que con Ja elabora-

d . . sas de o rero 'ó la tudes pro ¡gw . Icáreas en soluCl n en ción de las substanClas ca . tierras gradualmente masa liquida hacen su~lr pólipos constructores, del fondo del Océano. os i á la familia de las pertenecientes en su mayo~ a de todos los mares madréporas, están d~sterra ~~" No se ve ningún que atraviesan cornentes f~ ~ Ías costas occiden · arrecife de coral_ á Jo lar§o r :brasadas por un sol tales de la Aménca del u 'tas aguas frescas pr~­tropical, pero bailad~ P~~blemente por el crec1 · cedentes del polo· ro ca as profundas del miento gradual del r1o en lats ct¿res únicamente á

. 1 cor;ales cons ru n-mar, vtven ~s de 50 metros no encue poca profund1~ad; á más tra la draga nt uno. d 1 ur las muche·

. . s del mar e ' . d d En Ciertos pa.ra]e . das cuyas vane a es <lumbres de. esas flores amm:S vi~os colores, dan á di ver as bn llan con los m f dos bajos el aspectO' la superficie del agua en los on brillantes corolas. de una campiña esmalta~a po~r las geoeracioues La masa caliza productda p 1 ser de color

1 adréporas sue e las sucesiv as de as m ifes construidos P.or blauco mate. Los arree protuberanCias re­meandriuas se desarrollan en tean lineas seme· .doutleadas, por las cua\es sse~~e~n lóbulo cerebral; jautes á las circunvoluclODe · tas se extienden en las co nstrucciones de las P?r~tras otras están for­.anchas hiladas regulares, mte

104 BLÍSIIIO KBOLÚS

madas por cavid ades erizadas de puntas ó tienen el aspec to de malezas convertidas en piedra. Cuan­do Jos arrecifes han salido gradualmente y han per­dido las colonias de animales que Jos poblaban se pueden con ocer las diferentes especies de cor~les que han servido para constituir la roca, pero los troncos y ramas del polipero se rompen con fre­cuencia en tantos fragmentos y se mezclan de ma­nera tan ín tima: c?n l~s r~stos de las conchas, que­no se puede d1stmgu1r m ngún lineamento de la estructura primitiva; la _masa roquiza, que es por com pleto obra de los ammalee parece tan despro­v ista de residuos de forma reg~Jar como una capa de a ren_a . Toda huella de la vida que creó las islas y se agita todavía en sus contornos exteriores ha desa pa recido completamente. Trasformada de ese modo, la roca caliza, que se asemeja mucho á las hil~d as del mismo origen depositadas durante los antiguos periodos geológicos, es tan compacta y á veces tan cristalina como el marmol.

En cada arrecife vivo aún, los corales más vi­gorosos, como las meandrinas y las prolitas ocu­pan la parte ex terior de las rocas, expuestas Á toda. la fuerza de las olas; sus murallas calizas, asalta­d_as por las ~areas y el oleaje , protejen á las espe· Cies más dehcadas que viven resguardadas en las a_guas tranquilas de los canales y lagunas del inte­rior del arrecife. Los bancos no están compuestos e:xclusivamente de poliperos; conchas de gran va­neda~ abundan en las oquedades de las peñas y acrecientan c~n sus restos el espesor de la piedra; llenan los equ~nodermos con sus espinas todas las quebradas; millares y millones de foraminiferas mundo que vive sobre el mundo coralino hormi~ guean en ~ada ola que bafia el arrecife. 1Eu m.u­chos paraJes de los mares del Sur, especialment~

LA. VID~ BN LA. TIBRRA · 10~

ircular de Australia, la arena· en la gran barrera e m letamente compuesta de-de las playas ~stá d~oes~s animales marinos. Toda. discos bla nqueemos com arable con un apa­la inmensi?ad dulu~:~iiosas pdimensiones, se_par&­rato quimico e p de cal arrebatadas á la tierr~ sin cesar las sales. y las reserva para conti· por las aguas ma.rmas

nan tes futuros. bterráneas que están tra-Donde las fuerzas su e las capas terrestres _le .

bajando en el espesor ~ar brotan los arrecifes • vantan el fondo del d' más ó menos largo, naturalmente en un perio .0 a y durante el trans· según el impulso que los ar~d gradualmente por curso de las edades se . el ev donde han puesto sus encima del ~ar con las IS ~!s rocas madrepóricas cimientos. Sm embarg?, a uas en los para· también acaban por sahr _de_ la~o ~e depresión va.· jes donde un lento moVIIDI~~erras antiguas. Islas sumergiendo poco á poco las tafias encima del Océa­que se levantaban co~o mona los buques anclan no desaparecieron tiempo h ' Y abismó aquella

' . lugar donde se . hoy en el mtsmo 1 antiguas nberas cumbre pero alrededor de as lla un cinturón cubiert~s por las olas ~A des~~r~recen fuera del anular de islotes Y ar:e.cJfes_ ~se extraño valladar agua como muralla VIVIente, f rma de circulo de r iberas estrechas colocadas en ~ de esos atolla ú óv alo en medio de~ mar, e~i:: Darwin. Según cuy a formación exp~tcó ta~ralfgenas del Pacifi~o Dana, las grandes talas e 'unto una superfiCie son 290 y comprenden en conJ ó sea la octava de 50.000 kilómetros cuadradóosd, 1 Océano. Nunca

fi · e brot e · parte de la super c1e qu . 1

s equefias del mis· se ha tratado de contar las 18 a pde las Maldivas r mo origen. Sin exage~ar' ~l rey rables ha podido-nombre que significa Islas mnume '

106 BLÍSI! O RHlOLÓ8

-darse el títu lo de sultá 12.000 islas. n de los trece atolls la

Desde que traban y s villosos trabajos d 1 descubrió en 1702 los gantes han contad~ :;:;,adréporas, todos los~:~: · :0~0~~ las construccion es e~::~~~ forman gradual ~ tació aLgua, eu tierra firme y s por los pólipos á

n. as olas · b se cubren d ~:n~an playas de ~~~~{~:/os _ta llos salien~e;,e~=~ a o ?f por delante hasta elSUJe tas y las van ele-

rr_eCJ e. Allf se forma punto más alto d 1 res1d u os d d poco á poco e alta ma; la o~r e se e trellau las olas un~ play a de los inuumerab~~=' las. c~nchas rotas ,1~~ ayet;do de mar . Enriquecid organtsmos que p'ululares os de ber~ caliza se cu~feo~ ~sos tributos de la o~a Pf_r ~~ de tterra ve rechos de una ' a fl · semilla de getal, y tarde ó tempran capa ~elgada rozar con ~ue s~ haya apoderado o germ_uw, una rrestre na tierra remota Al la cornente al monótosn e~bellecen con su ~erdgu~as plantas te· y usa a, uego arraigan árbo l or a costa gris y sa~ lo~ o~, transportados en tro es, pueblan iusectos ocu'ltar suosq~ec1llos nacientes·n~os como en bal­milia de s ntdos en el follaje· A cut:len aves para herm pescadores atra1'd · ' d veces alguna fa. ·

osura del 't' ' a esde 1 · tierra s1 10, viene á t eJos por la nueva y á omar po ·ó manantial construir su cabaii lsesJ u de la. cavidad poJr: se ha .formado poco a áa borde de u u llu via. Tal h ?ttractón subterrá poco en una ijares de isl:s B~~o la historia de ~=~t del agua de mar de 1 I _tspersas en el O e nares y mi . este siglo asLan?1Jas. Algunas hanc nauo.dPacífico y

1 • 1s a de B'k . act o du .

no a canzaba á 1 1 rt, en el at ll ra nto en 1860 ya e a superficie del a

0 de Elbón,

y creciau en~~ una roca salieute ~~a en 182o, pero arena de la 1 uuas 40 áreas

P aya algunos panda-

L& VID.&. HlN L& TlKBB.&. 107

tl OS sembrados por las olas. Otras islas, separadas antes, consti tuyen una sola tierra en forma de media luna, y se conocen todavía los antiguos ca· na.les por sus rocas desnudas 6 cubiertas de escasa

vegetación. General mente, la fracción del anillo, vuelta

hacia los parajes de donde sopla el viento con ma­yor frec uencia, es la que presenta más tierras sa­lientes 6 hasta un semicirculo completo, porque los animales constructores gustan del choque con eL oleaje. Hay, no obstante, archipiélagos como el de Marshall, donde las islas continuas se desarrollan precisamente por la parte meuos batida por las olas. Se explica este hecho por la violencia de Los vientos alisios del Noreste, que durante seis meses del año transportan desde tos arrecifes orientales hasta los de Occidente todos los materiales rotos, todos los residuos, y contruyen asi una playa ar­tificial en la parte menos poblada.

El aspecto de los arrecifes difiere gradualmente, según la actividad de los corales y las di versas condiciones fisica3 del suelo en el cual levantan sus edificios. Alrededor de un gran número de islas, de las cuales puede servir de ejemplo Ta.iti, los arrecifes de las madréporas ribetean las oriLLas como Los escollos de los costas peñascosas de Bre · tafia , y apenas queda entre tierra firme y el cintu · rón de arrecifes un canal estrecho, en el cual pe · netran difícilmente las embarcaciones, pero donde navegan con seguridad, protegidas contra el oleaje de alta mar. Otras - islas, como ambier y Vaoi · koro, es tán rodeadas á grao distancia por un anillo de rocas casi completo, de formas bastante regula­res. En otras partes, la isla central ha desaparecido, y la ha sustituido una laguna envuelta por todas partes por un circulo de playas y escollos. Hay atoU

108 liiLÍSliiO RlllOLÜS

sencillo , como el fa moso de Queelnig, que hizo céle­bre la descripción de Darw in; los hay dobles, com() e l de Marchikof; los hay múltiples, infinitos, diga· moslo así, como aquellas mar a villosas aglomeracio· nes de las Maldivas, donde cada arrecife es un atolt en minia tura, que compone con otros de forma se· mPja nte otro atoll más g rande, esl a bón de otro de 100 ki lómetros de circunfer encia . Hay también en el mar varias hil eras de islotes dispersos, los cuale& pa rece que no difi eren de los a rchipiélagos desorde · nados de los mares templados y no parecerían fragmentos de una gran isla a nular á no ser por el circulo de fo ndos bajos, que demuestra que eso& islotes son sencillamente los rebordes de un atoU submarino. Como ejemplo de esa formación, puede citarse el a rchipiélago de Brown. Por últ1mo, cier· tas islas de co ral, especialmen te las de una parte del archipiélago de Kingsmill , tienen formas casi perfectamente regulares de cuadrados y triAugulos . Dificil es de explicar esa caprichosa disposición , que indudablemente procede del choque de la& corrientes oceánicas. Comparando repetidas vece& la altura exacta de los bancos de coral situados al pie de los fuertes, en los escollos de las costas de la Florida, Agassiz ha visto que el crecimient() medio debe evaluarse en 20 ó 30 centímetros cada siglo. Los trabajos de las madréporas se verifican con lenti tud, y cambios pequeñísimos en la distri· bución relativa de las t ierras y los mares tardan ~iglos en ver ificarse; sin embargo, esas poblaciones Jun umer ables de an imalillos que construyen sin desc~nso sus edificios calizos tienen gran impor· t1:1 nc1a en la historia geológica del mundo. Traba· · jan en ~asi todos los fondos ba jos y riberas del Ma~ RoJo, del Océano I ndico y del Pacifico ; es dec1r, en una ex tensión tota l de costas de vario&

LA VIDA BN LA Tl&RRA 109

. s de kilómetros, de modo que ~entenares de rnlll:r~ra retórica los geógrafos al no emplean una gles como constructores de.con· designar á los cora Australia y Nueva Gumea, tinentes futuros. E~t~e Océano que ha recibido el en aquella PB:rte e ar de coral, las innumera· nombre espemal d~ m no trabajan nada me~o.s bles miríadas asocl~d~! antigua parte que eqmll· que para rec~nstr.mr del Sur la poderosa masa. de bró en el hemisfen~ de arrecifes que se extlen­Asia. La linea contmua d de la peoinsuht. del de en aguas de Q~eens::nosy de 1.500 kilómetros cabo York no r~nde t da del estrecho de To· de longitud; hama la ~nll~amado con propiedad la Tres ese muro de cora ' tl' do en verdadero , ha conver 1 Gran Barrera, se ceo únicamente os dique cuyas aberturas cono. de 500 k ilómetros ,

' b 'l En un espacio h d marinos há ' e~. e Australia y del estrec o e el acceso á la rlbera d t defendido por esa mu Torres está completameo e óricas y más allá de ralla sinuosa de rocas roadrep se di;i gen hacia las ese obst áculo , los bu~esi q~~enen que doblar nu­islas de la Sonda to a~ at do un dédalo de cana-

, merosos arrecifes y segulr · ~ antes de entrar en el les estrechos con pre~aucl ~ un istmo de escollos, mar libre. Puede declfse qu a no ha dejado de de 200 kilómetros de anl~hur y la isla de Nueva unir el continente austra ¡ano . Guinea. . l s únicas construcCio ·

En el Océano Atlántico, a entran á la salida d 1 ral se encu ' d

D es importantes e co 1 u\a de la Flon a , Mé .. La pen ns ¡·

del golfo .de JlCO. ue no tiene más e~ m as tierra baJa y pantanosa ( vaotados por el vlento , que montecillos de arena ~esta de restos de co~a l está completamente comp terr\torio que no tle­y arena caliza .. El eoo~l~metros cu'adrados has­ne menos de 800.00

110 JIJLÍSIIIO RJIJOLÚS

t a las primeras alturas continentales, es la obra. de los pólipos. Toman do por cimiento de sus edifi · cios una larga tira arenosa. que probablemente se­formarla en tre las aguas del Gul{-St1·eam y las de­a lta mar , ban construido los a nimalillos sus hila­das h asta flor de gua, y después las olas han de· molido todos los arrecifes, los han reducido á ar na y los han cimentado en una masa sólida con todos los restos vomitados por el mar. Verdad es que esa obra inmensa la ha hecho el coral en mu· cho tiempo. Según el americano Hunt, el periodo ne esario para que los pólipos elevaran de Este á Oe te los bancos de la Florida duró lo menos 864.000 años y para desarrollar la península de Norte A Sur el tiempo indispensable no bajó de 5.400.000 año . Actualmente la Florida ha dejado de crecer al Est~?, porque por esa parte siguen su ribera las aguas profun das del Gulf-Stt·eam, y los pólipos, que trabajan solamente en las capas su­perficiales del mar, no podrían tomar pie alli. La península no aumenta en extensión más que en las riberas occidentales y por la parte del Sur.

Según han demostrado los experimentos de Agassiz y de varios marinos americanos, la punta meridional de la Florida presenta en su construc­ción el notable fenómeno de riberas concéntricas. En lontananza, sobre el mar y á las mismas orillas del lecho que llenan las aguas del Gul{-St1·eam antes de escaparse por el canal de Bahama, se despliega una fila semicircular de escollos que á trechos han llegado á flor de agua, pero que en casi toda su extensión, en construcción todavía, son la ribera futura de la península. Por dentro de esa primera fila de arrecifes, revelada únicamente por algunos escollos y rocas, se extiende la larga curva de cayos, compuesta de islas, islotes y rocas-

LA VIDA BN LA TIHIRRA lll

casi continua. Esa viene lf... ue for man una li~ea n su punta extrema se-

~er In. verdadera: on\l~- , 1~ : el gran fuerte de Key ba construido comoda ~silos militares y al mismo West, uno de los ep iones maritimas y comer· ttempo una de las estac del mundo. Detrás de e~e ciales más importantes i\ una distancia media abrigo de la fila de cayos, ea la costa firme, coro­de 15 k ilómetros, se re~ofnd exteriores de residuos

los arrect es ' t se-puesta, com o á lo lejos, tierra aden ro,. coralfgenos; después, pantanos y tierras baJas, paradas unas de otras p~~eras antiguas, que eran encuentra el geólogo r or las olas hace 200 6 300 los ar recifes azotados PI osta actual no era más . época en que a e tglos, en . á flor de agua.

que una serie de Islotes stán también edifica· Las islas Bahamas, que ; dos bajos del mar,

das por los corales en Jo~d oo una como fachada 0 la Flon a' · de presentan' com 1 E3te por los abismos

bruscamente cortada ~ s aguas tranquilas de lo.s :-~Ita mar; al Oeste, en a t an los residuos orgáDl· gran d s bancos, se amo~ ~~roprano convertirán al cos y el lodo que tarde. roa or Por la parte de

h. "élago en la Antilla Y · de circulo are 1p1 . 1 cadas en arco alta mar' las Jslas, co o t lls incompletos; las roa-muy alargado, parecen a ~ cariofileas , coro~ gus­dréporas, las astreas, 1\ choque del oleaJe, no tan de trabajar entre e trucciones más que por pueden terminar sus cons las y no construyen la parte azotada por .~::eso á los que se yergueD> muros anulares semeJ en medio del Pacifico .

CAPITULO III

La tierra y el hombre

I

l nfluenc!a .~e la Naturaleza en los destinos de la Humanidad -An ttgnedad del hombre en la tierra _ u ·ono · t ·

l . . F . ..n gents as y po tgentstas. - usión de las razas humanas.

No viv~ solamente el hombre encima del suelo· n~ce también de la tierra; es hijo de ésta como 1~ dicen las mit~iogías de todos los puebl~s. Somos p~l vo, agua, atre organizados, y ya hayamos ger­mm a.do en el légamo del Nilo, ya hayamos sido a?Iasados con tierra roja del Eufrates ó de los alu· Vt?nes sagrados del Ganges, no dejamos de BPr hl]os de la •madre ben éfica• como los árboles del bosque y los cañaverales de los ríos. De ella saca­~os nuest:~ substancia ; nos alimenta con sus Jugos nutnttvos, proporciona el aire á nuestros pulmones y nos da la vida el m . . t E · . , ovtmten o y el :er. s Impostble, por lo tanto, que las formas errest~es , con la¡,¡ cuales la flora y la fauna se ~rm~nizau de tan admirable manera no se reflejen

flgua miel nte en los fen ómenos vi tal e~ de esa otra auna a mada humanidad.

Todos los organism · t d 1 · os ex is entes en la superficie

e a tierra puede 1 0 rea mente reaccionar contra la

LA VI·DA J!IN LA TimBRA 113

'Naturaleza , y salvar el limite fijado por los diver~ 808 climas, cuanto más intensa sea su propia vida. Las plantas y los animales se esfuerzan en ensan­char su dominio, y de especie á especie luchan sin cesar por la posesión del suelo. Gracias á su fuerza vi tal, las tribus más enérgicas vencen y se propagan por vastos paises, cuyas condiciones geo lógicas y climatéricas son muy variadas, pero al atravesar las fronteras de su suelo natal los tipos perecen ó se modifican bajo el influjo del medio. La armonía entre la tierra y sus productos se per­turba, pe ro se restablece poco á poco, según las leyes que rigen todos los fenómenos planetarios. Aun demostrando energía propia, en cuanto lo per­mi ten los limites de su vida, las faunas y floras especiales no hacen más que completar el acorde magnífico de la tierra y de cuanto germina y se desarro lla en su superficie.

El ho mbre, ser razonable, que tanto alardea de lib re a lbedrío, no puede hacerRe independiente de los climas y de las condiciones físic as de la comar­ca don de vive . Nuestra. libertad en las relaciones que sostenemos con la tierra consiste en adaptar nuestra existencia á sus leyes. t> a cual fuere la relativa facilidad que han conquistado nuestra in­teligen cia y voluntad propias, seguimos siendo pro· duetos del planeta; unidos A. su superficie como imperceptibles animalillos, nos arrebata en todos sus movimientos y dependemos de todas sus leyes. Y no sólo pertenecemos á la tierra como individuos aislados, sino que las sociedades, consideradas en su conjunto han teuido que amoldarse cuando na­cieron a l su

1elo que las sustentaba, han tenido que

reflejar en su organización íntima los innumerables fenó menos del relieve continental, de las aguas fluviales y ma~:itimas, de la atmósfera ambiente.

8

114 B LÍS IIIO Rl!I OLÚ d

Todos los hechos primiti vos de la Historia. los expr­ca la ~ i !l posición del teatro geográfico en el cual s

1

produJe:on ; puede decirse que el desarrollo de ¡~ Hum a mdad estaba an ti cipada mente inscrito co caracteres gran dio~os en las mesetas valles y rib~

1

ras de nuestro con ti nen te. ' Por ~upuesto qu e no se trata de un pa ralelismo

geométnco e~t~e los fenómen os de la NaturalPza Y los acon teCJ~m entos de la Historia . La semejanza entre lo~ hor1zontes y Jos hechos no es absoluta como la Imagen de un objeto reflejado en un e pejo El a.cuerdo que se establece entre el g lobo y su~ habitantes se compone á la vez de analog[as y con traste~ · como todas las a rmonias de los c~ erpos or~amzados , p~ocede ta nto de la lucha como de la umón, Y no deJa de o cil ar a lrededor de un centro de grav edad variable. Las fuerzas qu e trabajan en ~ a. superfici e Y en el seno de la t ierra nunca se d~ t1 enen , Y asi lo demuestran los fenómenos geoló · g1cos; el hombre reacciona sin cesar contra el pl a­ne~a que le sirve de morada; después de haberse deJado mec.~r por la Naturaleza duran te los sig los en el salvaJismo primitivo, se ha emancipado gra-dual mente· ahora s f . , . e es uerza en a prop1arse las energías de la tierra . De la acción del pla neta sobre ~¡ hombre y de la reacción de éste sobre aqué l nace ~ armonia, que es la histor ia de la raza humana.

stas verdades se han vulgarizado en extremo desde qu e Hu~bold t, Ritter y Guy ot han a firmado ~on sus trab~JOS la solidaridad de la tierra y del a~:~r~~ ~~d~dead madre que inspira ba a l ilustre

. . un e cuando redactaba su gra n en-Cdlcllope~la, el monu mento geográfico más hermoso

e os s1glos es que la t' . de ¡ H ' . Ierra constituye el cuerpo · a ~manJdad , Y el hombre es el alma de la

tierra. Sm apropiarnos con tanto orgullo el globo,

LA VIDA J!IN LA TIIIIRRA lló

l>odemos decir que, degpués de haber sido tanto tiem po para él simples productos apenas conscien tes, somos agentes cada vez más activos en su his-toria.

Ya est:\ probado que el hombre existe en la ti erra desde época muy remota . Los documentos escri tos no se remontan más que á treinta ó cua renta siglos; los restos más antiguos de los edificios construidos en una época anterior, y que son tam­bién archivos de piedra, quizá surgieron dos mil años antes pero más allá de ese corto periodo his­tórico que' a penas comprende la duración de 150 gener~ cio nes sucesivas, se extiende · e.l . periodo ciertamente mucho más largo de la tradición pura Entonces la Humanidad, que nacía á la conciencia de si misma enlazaba siglos con sigLos por las le­yendas, los' himnos , las fórmula~ simbólicas: lo.s recuerdos de gra ndes acontecimientos, como em1 · graciones, guerras de raza, ali anzas, exterminios, conquistas del trabajo, se incorporaban á la pro­pia re ligi ón y bajo forma más ó menos alt~rada se transmi tian de edad en edad como herenct·a de los pueblos. En a ntigüedad más remota, en la leja­nia desconocida de los tiempos, nuestros antepasa­dos vivlan vida de bestias feroces en selvas y ca · vernas. La tradición, lo mismo que la Historia, es muda sobre ese periodo de la raza humana; pero las hiladas de la ti erra, interrogadas hoy por l.os geólogos , empiezan á¡ revelarnos á la vez la ex1s · tencia y las costumbres de nuestros antepasados, desconocidos hasta hace poco. .

Sin hablar de los hallazgos hechos en diversas épocas, cuando la ciencia, timida aún, se negaba á reconocer la antigüedad del hombre, se han des­cubierto en los últimos tiempos tantos restos hu · manos, tantos productos de la industria primitiva,

116 l!ILÍSBO RBOLÚS

que ya no queda duda respecto á la larga duración de nuestra especie. No sólo habitaban nuestros bárbaros progenitores en los bosques con el uro, arrojado hoy al Cáucaso y representado en algunos parques de Euro~a por escasos individuos, s.ino que vivían también durante el periodo glaCial, cuando Francia y Alemania tenían el aspecto de Escandinavia y recorrían los renos (hoy relegados junto á la zona boreal) los ventisqueros de los Alpes y los Pirineos. Antes aún, cuando el clima europeo, que había de enfriarse más tarde, era mucho más cálido que en nuestros días, el hombre de las cavernas tenia por contemporáneos especies de elefantes y rinocerontes desaparecidas ya, y al­gunos artistas, humildes precUt"sores de Fidias y Rafael trataban de grabar en sus herramientas figura; de mammut, conservadas en la arcilla de las grutas . Antes de esa época se encuentra tam · bién, luchando por la dominación contra un formi dable enemigo, el oso de las cavernas, del cual también nos han dejado dibujos en la piedra, y más remotamente, en la inmensa tiniebla de las edades, otros restos, los de los elefantes antiguus y meridionalis, nos ensenan que nuestros antepasa· dos ya habían nacido durante un periodo de la vida terrestre que se ha creído separado de la épo­ca actual por una serie de bruscas renovaciones . Nadie puede decir cuántos millares ó millones de anos han pasado desde entonces.

Por la forma del cráneo, los restos humanos en ­contrados en Eyzies, junto á las orillas del Dordo­na, pertenecían á una raza que podría calificarse de hermosa; los cráneos encontrados por Garrigón en las grutas del Ariege, pertenecientes acaso á pueblos de la época histórica, son de forma muy noble, pero las cabezas descubiertas en Engis

LA VIDA EN LA TI~RRA 117

d thal (Prusia del Rhin), en (Bélgica), ~n Nean )eren Equisheim (Alsaci~), de· Borreby (Dmamar~a ~pueblos antiguos de la Eu~o-muestran que mue o inferiores á las poblac,w· Pa occidental eran muyt dt'as Quizá más ágiles

. ·¡· das de nues ros · d · nes CIVI ¡za ás fuertes para ern-para perseguir una ~rest~sy d~ razas desáparecidas baria, esos r_epre~en an menos hombres que nos . eran menos mtehgent~si aproximaba al de las otros y su á ngulo fama se¡ habían de combatir

. ' n las cua es 1 bestias feroces, co 'd Según observa Huxley' a para defender su v~ a. . e el cráneo del hombre diferencia de capacidad e~tr Neanderthaló Borreby civilizado y el del ho~bre- :ente entre estos cráneos e mucho mayor que a e:ls ¿Habrá que inferir con y los dP los monos gran e~os antropólogos que el Carlos Vogt .Y otros mue varias especies de cua­bombre desCiende de una 6 dualmente por la se­drumanos, desarrolladas ~ra 'da durante el trans­lección y por la lucha por a VI esa que en nada curso de las edades? Teorí~ esntrario debe enor­bumilla al hombre, antes a coinmens~s justifican gullecerlo; nuestros pro~r~=~s hipótesis serias son inmensas esperanzas. S . t'das hay que guar­buenas para _e~itidas Y dts~~;d d~mostrada, mien­aarse de admttlrla_s como ve h an sentenciado de­tras testimonios directos no ay

fi nitivamente. d damos todavía sobre Puesto que á la fue~za u uramente es impo­

el origen de la Humamdad, seg de la tierra des-. . 1 di versas razas . ·t- s st ble saber s1 as . ó de varias pnmt 1va ·

cienden de una sola pareJa dres comunes de Ignoramos si Adán Y ~va 8~~b~i~os. Ignoramos si negros y blancos, roJOS 6 da tierra aislada, es pro­cada masa continental, ca distintas de todas las dueto de razas autóctona~do floras y faunas par­demás como habla produc

'

118 JOLÍ81DO RKOLÚS

t iculares. Aunque ese problema sea insoluble to · davia, todos los antropólogos lo discuten. Para unos la unidad primitiva de la raza es un hecho indis­cutible, que no puede negarse sin cometer un aten· tado contra la majestad humana; piensan otros que hubo tres, cuatro, cinco, diez ó quince grupos pri· mitivos; algunos hablan de centenares de razas diversas que surgieron en distintas épocas en los continentes y las islas como plantas cuyas semillas se hubieran echado a l suelo. En apoyo de esta teoría citan el hecho de que los hombres fósiles de Europa occidental presentan en sus tipos contras­tes mucho más notables que las razas de nuestros di as.

Además han trastornado ese debate pasiones de todas clases ajenas á la ciencia. Cuando la Repú· blica americana ten ia todavía la dedgracia de co n· tar, además de sus 30.000.000 de ciudadanos blan­cos (que eran los más libres del universo), con 4:.000.000 de negros condenados á la más atroz es· clavitud , combatian safiudamente poligenistas y monogenistas en lenguaje científico ; llegaban hasta inventar argumentos, no para encontrar la verdad, sino para justi ficar ó maldecir la esclavitud. Mu­chos de los que creian por tradición en la unidad primitiva de la raza humana afirmaban, por odio á los negros, que aquella unidad se babia roto en el transcurso de las edades y que los hijos de es· clavos quedaban destinados para siempre al látigo y al cepo. La certidumbre cientifica no salió de esos asaltos provocados por los intereses y las pa· siones, y el origen de nuestra raza no se conoce aún. Eso expresan ingenuamente la mayor parte de los mitos, contando que la vida de los primeros hombres empezó por el suefio. e Nada existia -di· cen los ancianos de una tribu india-, todo estaba

LA VIDA JDtj LA TIIDRRA H9

. bia cielo ni tierra, mar ni orillas. De -vacio, no ha t n siete guerreros sentados á pronto se encon raro do mientras trabajaban .orillas de un lago, f~man 'Ninguna leyenda da las mujeres en el_ wJgwam. ~sta que la Humanidad á entender tan bten como sueno· empezó á vivir pasó su infancia como en ' .sin saber!? · 1 hombres desciendan de

Poco Importa que o~ . oco im orta que tan una pareja sola 6 de van~s, p rocre~as por una diversas ra:z~s hayan hstd~n p nacido en distintas misma familia ó que ay as con tal que esta comarcas y en diferentes égoc ll~gue á con t i tu irse unidad, dudo.sa en lo ~~~: Z~a futura unidad? Ese .en lo porvemr. ¿Eg post blemas planteados hoy es uno de los grandes pro ue su resolución por los antr?pó logos, Y cre~~no;ainos sinceramente .será más fácil cuando nos a iencia proporciona: .á los resultados que la exper oca podrán unir-

. b' las razas nu 1 segun al gunos sa lOS, d á juntarse con e se entre sí; el negro no po ~nente· el pielroja, blanco de una manera per~ árabe y el chino no el insular del mar del Sur' ~ 'lía de los pueblos en trarán jamá.s e.n la grann:Sm~rio por el origen hermanos; el mdw, no. me su recursor en las .que el europeo de OcClde;te c~ode~ado á perman~­ciencias y las artes, que a ermanos advenedt· .cer separado d~ los celtasr Ya! ti uos l~zos de pa­zos soberbios, .sm reanud~ia en~nciada por unos rentesco . Segun esta _teo :nás 6 menos por otros, .de modo absoluto,suavlzada_6 entre razas distin· los hijos procedentes de ~mdn á perecer por la

ib ' d destma os · tas serian h n os . neraciones suces1 vas esterilidad 6 á_ pr~d~~l\~á~~ose poco á poco, aca· .cuyo tipo espeCial, .e 1 cillameote el de una de .baria por reproducir se? todavia que ciertos

d Más tnste es Jas razas ma res.

120 llJLÍSKO Rlll0LÓ8

pueblos .inferiores completam t . unirse con Jos dueflos del den e Incapaces de­rar la misma atmósfera m~n o, y hasta de respi­tema, más remedio u' no engan, según este sier bastante grande paraq e~l perecer; la tierra no es la raza victoriosa. os Y para los hombres de

¡Ayl El sedicente civilizado h d . chas veces su superioridad a emostrado mu-coJ.l un a sañuda destrucció ~~bre las otras razas· quJen caza fieras •a o,. as ha cazado como ó armas, ya par~ J es~~~~z~~I!:rles tierras, joyas gusto de asesinar en ' !a por tener el de vfctimas han sido sa~r~~ded Millares , millones r a nte los últimos cuatr r~ fa as de ese modo du ­naciones entera Fá ~l SJg os Y han desaparecido

. esa inmensa mata.nza ~~ ~~ _comp:en der que con de las razas s1· ¡ P Ia venficarse la fusión

· os europeos e 1 tarse como exterminad ' o ugar de presen . hubieran sido bárbaro~res_ yh ar~asarlo todo, si no mostrar nativa nobleza 'a SI u_bl esen querido de­como seres benévolos . pareciendo como amigos, sido la unión entre d ' y JUstos, pronta y fácil habría

. tversas razas L . comun en todos los t ~ · a comprensión · pun os del gl b d JUsto y bueno habrfa f 'J' "' o o e lo que es verdad que la mezcla acl tado la alianza. Si fuese puede formar más que hf~~i~e l~s razas diversas no nidad estaría condenada á os IDfecund~s, la Huma­los pueblos y las razas muerte rápida, porque las f_ronteras de las pat:~~o~funden cada vez másr zamiento en cruzamiento t esaparecen, y de cru­por entrar en la misma f o~lo_s los hombres acaban

A ami1a. pesar de los terribl ·

exterminio, á pesar de la~: con~Jctos, á pesar del del _Sur, las repúblicas de c~vitu_d, toda América AutJllas y una parte de 1 E mérJca Central, las poblados ahora po os atados Unido est<\n

r una raza innata, en ~~ cua ·

LA VlDA HIN L A Tl.IIIRR A 121

están revueltos blancos, negros y rojos. En el mun­do que llamamos nuevo se han formado pueblos­nuevos también, cuyo tipo no puede confundirse con el de ninguna raza productora y les pertenece en propiedad . Todas esas poblaciones, que son eu­ropeas por la inteligencia y lo ideal, indias por el indomable espíritu de resistencia, africanas P?r el entusiasmo y el genio, son prueba viva de que las razas humanas pueden unirse en una sola á pesar de la diferencia de origen. Por influjo de los cam­bios ráp idos, de los viajes incesantes, de los ele­men tos diversos traídos por la emigración, de los cruzamientos entre familias, de la modificación de climas producida por el cultivo, los tipos, que han adquiri do mayor movilidad, se funden y se unen; si permanecieron inmóviles en otro tiempo, fué por la inmovilidad de los pueblos. El egipcio de nuestros días es, con ligeras modificaciones sena­ladas por Bruqsch, el que se ve, esclavo y encor­vado, en las caras de los obeliscos y los pedestaleil· de las estatuas, pero ninguna pintura, ningún rasgo grabado en la piedra ni en el metal nos ha reve­lado an ticipadamente la figura del yanqui ni del hispanoamericano.

II

Influencia de los climas.-Zona tropicaL - Zona glacial. Zona templada.

Las numerosas condiciones del medio que cona ... tituyen el clima se mezclan muy diversamente err los diferentes paises del mundo, y no se puede­indicar su iufl.ueucia en las poblaciones más queo

121! BLÍS.IIIO RBOLÓS

.de una manera genera l E

.contraste es complet . n la zona tropical l · o entre los d · e y s.ln verdor Y las tierras eslertos sin agua

.ceslvamente caen 1 ex uberantes adonde 1 . os rayos d 1 1 BU· as ll uvias como ca tara ta e so como llamas y

. La vida es rá pida en s. . 1~ Invernada á calores tór~~~s c.jtmas donde sucede bién se apresura la os; se da prisa y tam

· muerte· á b 1 · aspiran con sus hojas á . ' r o es giga ntescos carbó? ico y las fija n en ~tudsas corrientes de ácido bambues crecen A ojos . numerosos tejidos· los tan debajo de is las d:lst~s; los pantanos se dcul· tempestad derr iba los tron hierbas flotantes. Si la nuevas plantas germina cos enormes de la selva S u vida infatigab le ha n e~ la corteza destrozada' s~res jóvenes. En a ue~e :otar muchedumbre d~ atre está saturado d~ e 1 chma fecundo, donde ' el getales que viven para afi or y de humedad , los ve­con mayor abun dancia ; ent? del hombre crecen la z~na tropical, el hom bre u dJ versas regiones de no tiene que hacer mA ' para busca rse la vida ~rbol ó arrancar las s ~ue sa cudir las ram as deÍ t iene necesidades y la vf~Icfs del suelo. Casi no nas le importa, po r ue a e ~s ta n fácil , que a e­fuerza de traba jo¡ ca;i la no t ten.e que gana rlap á c.e generosamente s us fa~esprec l a , porque le ofre­stn p~sar y nadie vierte 1 or~s. Asi es que muere sus OJos para 8 - ágnmas cua ndo él · b 1empre s · b' Cierra

.so re los ha bitantes del .p fu Itas epidemias caeu ~entosos por encima de a s como nubarrones tor-

ambre arrebata poblaci un bosque; á veces el aprovechar contra los p ~ -ues que no han sa bido [~~~r~osl que les ofrecía ~~g~o:t de lo porvenir los t r a a muerte de un h uraleza. ¿Pero qué .d~~~s? Los nifios sustituye~~b~e ó la de tribus en .

parecer y crecen os que a ca ban de como la h ' b Ier a de una pra ·

L A VlO.I. BIN L A T UIIRKA. 11!3

d era que acaba de cortar la hoz. La suavidad del c lima, la fecundidad del terreno, la exuberancia de la vida, la prontitud de la muerte, contribuyen también á sostener al hombre en su indiferencia y pereza nativas. Como ser religioso, tiene que in­clinarse silencioso ante la majestad de la poderosa Natura leza. Esta es demasiado terrible en sus vio­lencias , harto fogosa en su vida, sobradamente regular en las grandes alternativas de su ca rrera, para que el ser débil colocado en su seno no sea esclavo suyo. La adorará en todos sus fenómenos: .en los rayos del sol, porque abrasan y mata n; en las nubes, porque despiden el rayo; eu el bosque sombrío, porque oculta serpientes y tigres ; en cuan to le rodea, porque todo tiene vida poderosa y puede matarlo . El inmenso trabajo que se veri­fica sin cesar á su alrededor le impedirá trabajar A él. Piensa poco, pero cuando se eleva, como el indio, hasta la reflexión y la contemplación de las leyes de la Naturaleza, sus ideas tienen algo pro­fundo é inmutable, como las leyes que reflejan .

Si la rica naturaleza de los trópicos, por su riqueza misma, no es la más favorable para los progresos de la Huma nidad, todavia es menos ha · cedero que vivan en la zona glacial naciones prós­peras. P ocos pueblos se han aventurado por las soledades de aquellas comarcas, y luchan tn.tbaj? · samente con el clima para arrancarle lo necesano para existir. Como no pueden penetrar en lo inte · r ior de las islas y tierras continentales por los ven­t isqueros y la falta de vegetación, constru yen -chozas de madera ó nieve á orillas del Océano . Allá llevan los vientos en vera no algunos soplos de a ire ecuatorial las contracorrientes empuja n hacia las orillas el 'agua procedente de los tró pico~ , q ue aun no ha perdido por completo su calor pn-

124 BLÍSIIIO RIIICLÚI!

mi ti vo ; por último, cuando la tormenta no agita e mar ui estA cubierta la superficie liquida deban­cos de hielo dispersos , el pescador puede arries­garse en su barca de cuero á perseguir focas y peces. Cuando ha clavado el arpón á los animales que han de servir de alimento á su familia, vuelve a l agujero negro que le sirve de guarida y allí, ca-1enta ndose á la llama de uua lámpara, pasa aque­lla larga noche de invierno que parece que no ha de acabarse nunca, porque el mismo sol, foco de la vida terrestre, abandoua la zona glacial duran­te semanas y meses, y la aurora polar, que susti­tuye A intervalos al astro, no envía más que una clarida d livida, verdero fantasma del día solar. Difícil es la vtda durante el largo y tenebroso in vierno; asf es que el hambre hace estragos fre · cuentes en aquellos pueblos, y A veces han des­a parecido tribus sin dejar rastro de su paso. El espíritu de los groenlandeses, esquimales y kam · chatka les ha de sufrir la influencia del clima aso­lador de las regiones polares. Cuentan todos lo& viajeros que los placeres más sencillos bastan para llenar de júbilo á aquellos seres ingenuos, cuya vida es tan monótona; en su lucha por la exis · tencia no son ambiciosos, porque el mayor pro· blema es el de comer, y el suelo es demasiado rebel­de para el cultivo, el clima harto inclemente para que puedan reaccionar contra la tierra y tratar de apropiársela; son pacíficos y ~ariilosos, por· que en su choza de nieve la familia es para ello& el universo todo ; son muy amantes de su patria y mueren cuando se ven obligados á d-ejarla, porque sus ideas son uniformes, como el pais en que han nacido , y únicamente alli pueden disfrutar aquello& goces sencillos, aquellos placeres tranquilos que son descanso de sus fatigas. Son pueblos nifios que

LA. VIDA. BN LA. TII!IRRA. 126

yerecen cuan al regazo de su

do se les arranca

madre. 1 d s sobre todo la que hay Las dos zo"?as temp aso~ las partes de \a. super·

n el hemisferio boreal, bles al desarrollo de la e t ·a más favora A ó mE>-ñcie plane ar1 d los pueblos m~s especie humana, y cuan o a occidental y la Amé­nos civilizados de.la Euro~rgul\osamente á su pro rica del Norte atribuyen resos que han \\evado á

Pia virtud los grandes prog grao parte corresponde

en en que una d .cabo , no ca 1 ha secunda o. al clima benéfico_ q?e. es de la zona templada es la

El carácter dlstmtlV~ ód' a de las estaciones de alter nativa igual'! ~en e~~re los trópicos la .tem · .calor y de frio. Mten ras y en la zona glactal la peratura media varia p~c\ un clima más suave intensidad del trio ce e semanas de un verano únicamente durante l~scalor se suceden regular muy corto, el frio Y. e omprendido entre am~as mente en el espaciO ~ que formen dos estaClO zonas extremas, de mo o . n la marcha del sol por nes bien determinadas segude las zonas templad~s la ecliptica. A los pueblo:rea cHmatérica, cuyo fluJO los mece una poderosa. m los polos en primavera y sube del Ecuador ha.ct~aja de los polos al Ecuad~r verano y cuyo reflUJO . vierno. Los extremos e d urante el otofio y .el tn e arados por gra:ndes temperatura estan stempr::s~s, y la infl.uenc~a ~: intervalos de sem~oas y aoiflesta por gradaciOn . los climas cootranos se m de la zona templada_ re. sucesivas . La Naturalez:cto alegre y melancóhcr~~ viste sucesivamente ~sp la tierra está alegre y ó . e n la estación del e: ors y follaje, llena la atm ~e suefia, se cubre de o!e bsorbe abunda.nt~men f era con sus fraganCl~s,z a y de vida que baJaD .~el los rayos de calor' ~e ~o el verdor está marcht o, s ol; en invierno casi to

1!16 IIILÍS.fiiO R.fiiOLÚS

los árboles dibujan sobre el cielo las lineas delica· das de las ramas secas y el suelo se cubre de nieve­con frec uencia, como para aislarse del aire exterior y preparar en el silencio y en el recogimiento los. gérmenes de vida que han de desarrollarse en otra estación.

Esa periodicidad no se verifica de modo brusco, que baria padecer al hombre. Los meses, las se­ma.o as y los días recorren su camino anual con paso rítmico y armo nioso, y el hombre, al cual lleva n consigo, se deja arrastrar á gusto por su movimiento; en el espacio de un año pasa á través de los climas más diversos, contempla paisajes que si empre se ren uevan, ve sucesiva mente la Natura­leza de los trópicos y la de los polos que oscila á su a lrededor . Las escenas que se suceden en las d iversas estaciones son para su cuerpo y para su inteligencia lo que serí an via jes de centenares de leguas; cambia de residencia, digámoslo asi, por la superficie del planeta. La Naturaleza ostenta para él toda la belleza que r ev iste en todos los cli · mas, presentando escasisimas veces el aspecto te rrible con que se la ve en la zona de los huracanes y en la de la nieve sin limi tes .

La diversidad de los fenó menos climatérisos y la forma a pacible en que se siguen han convertido la zona templada en el c lima por excelencia de la Humanidad . La vida del hombre se desarrolla me jor que en cualq uiera otr a parte en esas regiones donde la actividad de la Naturaleza se produce con energía y regularidad á un tiempo, donde las f uerzas procedentes del Ecuador y las llegadas del polo penetra n unas en ·otras, acrecientan con la mezcla el número de sus fenómenos, y sin embargo atenúa n mutuamente la violencia de su acción . A consecuencia de la oscilación regular de su zona de-

L A. VI D A .fiiN L A TlltRRA 127

as realizan á un tiempo el mo ..­contacto, esas fue~z. io· el hombre, que de ellas vimien to y el equthbr d~ vida al contemplar sus ha. recibido el soplo 1 inO::utable eternidad de e:t lternativas puede .ve~iaa siempre diversa, de los las leyes y la apanen de;ivan. Hay otra cosa más hechos que de ellas se e incesantemente se ve importa nte todavla, Y e? qu orque si la Naturaleza solicitado ~ara ei tra~~J~~sp es generosa, lo es con de las n>gwnes emp · la estudian Y la com­medida , y sólo para qutehnesque cultivar el terreno

E ·mavera av a-prenden: . o pn cada estación h~ de pr~p en prevJslóu de~ frío, bonfiando en la tt erra bten· rar la que le stgue. de á privarse del grano , hechora., el labrad~r ap~en . para ver alzarse un

. t nCla mlsma, . t que es su exts e t'ncesa ntes y vtc o· . . con e fuerzos . 1

_ dia toda la rotes , 'd d eu inteligeocta, en a e . s gana en sagaCJ a '

rJOSO , 'da grla en amor á la Vl • de la zona templada,

En todas las _coma~~~:e y está bien regado y cuyo suelo es fértil, s~ se han aglomerado na ­prov isto de salidas f ácsl!~sde las guerras, mat~nzas merosos pueblos, á_ pe con tanta frecu enCJa. por é invasiones, su~c~tadas En Asia se encuentra, en rivalidades a mblctosas. arcas templadas , aquella. la parte central de l.as co~e comprende más de la. rica c. flor del med\0 »' ~ ana· en el otro extra­cuarta parte de la ~aza. ~:mbié'o en medio de la. mo del mundo anttg_uo , en Francia septentrional, misma zona, en Bélgtca, hormigueros humanos en I nglaterra' ~s donde !o: otros. Bélgica, el pais están mas próximos uno todo el mundo, ttene más poblado relativame~e ~~rea. lo menos veinte unos dos habitantes por ec ficie 'continental. Gre­más que el resto de la super cas menos populosas cía , que es una de las e~::: proporción tres vecell' de la zona templada, es

128 IIILÍSI!lO RBOLÚS

·más habitada que el con. cio de 3.300 kilómetros J~:t~ de la tierra. El espa­eotre los grados 25 y 55 d 1nc~ura comprendido lo cual no llega á Ja terce e atJtud septentrional c?ntio en ta l, encierra los ~a parte .de la supertlci~ Clón del globo, y aun si os t~rcJOs _de la pobla. el número de habitantes~ue creCiendo rápidamente

III

I nfluencia del relieve terrestre en la H . montanas, colinas y JI umanidad.-Mesetas

. anuras. •

Las desigualdades d l . . tlcan notablemente Jos ecl~~Ieve continental modi ­glob?, y por lo tanto los d ;.s en el contorno del modifican también d~ ~s IDos de los pueblos se s.uce.derse con regularid:anos modos. En lugar de sJgUJendo las líneas d 1 d ?~1 Ecuador á Jos polos Pón 1 e atitud e · ' . ense as zonas de te ' ruzanse y super-dJtlca bruscamente y mperatura; el medio se mo-

E l , con el med' 1 0 e poderoso editlc· 10 os pueblos. ~eset~s son las que tien lo de lo~ continentes, las hlstona de la Humanidaden m~s Importancia en la las llanuras con todo : Irguiéndose en medio de ta_ilas, ríos y lagos co~n SJster;na particular de mon-chma especial . ' peculiar flora y fau

á , Siempre má f na, con m s seco que el de las tie s rfo y generalmente so~ para Jos pueblos las b rras bajas, las mesetas sa tar, porque los grandes arréeras más difíciles de ao es, son hoy atravesad oc anos, infranqueables comarcas que están frenos por los buques y en las opuestas se establecen p~~l á ~rente en las riberas

aetones del mismo ori-

L A VIDA .IIIN L & TIIIIRRA 129

gen, más aproximadas cada vez por los viajes y el comercio. Las mesetas de las regiones friac1 ó tem­pladas, no solamente son limites entre naciones; muchas de ellas están completamente desiertas por la aridez del suelo, el rigor de las estaciones, la violencia del viento y las tormentas de nieve. En la América del Sur siempre es peligroso para los viajeros arriesgarse por las mesetas de los Andes entre Chile y la República Argentina; hasta en Francia , las causses casi deshabitadas del Lévezon, la Cavalerie y Sévérac son muy peligrosas de atravesar en invierno, y á veces han quedado alli los coches sepultados en la nieve. La mayor parte de las mesetas de la zona tórrida están desiertas asimismo por la sequedad del aire y el suelo ó por las espesas capas salinas que cubren la tierra, pero por un contraste notable, también las mesetas en la región de los calores extremos son los paises situados más favorablemente para desarrollar el progreso humano. Poderosos jardines colgantes, que se yerguen en el aire á 1.000, 2.000 y 2.500 metros de al tura, sustentan esas mesetas en sus pilares de mármol y granito, como un fragmento de la zona templada, con su clima, sus productos y sus pueblos relativamente prósperos. Por ejemplo, la meseta de Etiopía , poblada por una raza que se distingue de todas las africanas por su inteligencia, su dignidad, su bravura, sus conocimientos y sus progresos, se eleva como una ciudadela enorme entre los desier­tos del Oeste, los valles pantanosos del Norte y del Sur y las playas abrasadas del Mar Rojo. También en América las grandes mesetas peruanas habita­das por los incas, las altas tierras granadinas donde vivían los muiscas y otras naciones indias, las mesetas de Guatemala, del Yucatán, del Anahuac, vienen á ser las únicas partes del Nuevo Mundo

9

130 ELÍSEO RliiOLÚS

don?e se ha!l _desarrollado espontáneamente civili­zaCio!les ongmales, flores qile no habrían podido germ1nar en otro suelo y que fueron arrancadas br utalmente por el conquistador espafl.ol. . egún l a~ lati tudes, las lluvias y la configura­

Ción de las ti er ras cercanas, tienen las mesetas una acción fav_oroble ó desfavorable en los destinos de 1~ Huma:mdad; en toda el Asia Central hay pobla· mones dispersas , y á v~ces nómadas, que andan en busca de los manan tia les, de las corrientes de agua, de las verdes pra deras, y también empren­den correrías frecuentes, mata ndo y asolando· en la América tro pical, naciones r elativamente p~ci· ficas se ocupan en trabajos agrícolas, en la indus­tria ":( ?I_l el ~omercio, desarrollando gradualmente su m_vih~aCión ~u tóctona . Las montafl.as ejercen también mfluenc1as muy distintas en los habitantes de los valles, según la a ltura de los terrenos ocu­p~dos, la temperatur a y las otras condiciones del clima , la_ natura leza de las rocas, la exposición de l~s pendientes y la abundancia de la luz. Grandí­simo es el contraste entre los valles italianos de los Alpes centra les y los valles franceses del Del· finado. Los primeros están inundados de sol bafl.a­dos por las aguas azules de los grandes lagos y ampliamente abiertos sobre las verdes llanuras de Lomba~dia; desde lo alto de los promontorios los campeamos contemplan un horizonte inmenso que pre~enta los más h~rmosos contrastes de terre~os y cultivos . En cambio, en el triste Valgodemar en los valles umbríos de Dévolny, el montaflés no' ve en tor~o más que peflascos a menazadores, áridas fragosidades, escasos campos de cebada ó patata­res, que el terreno pedregoso produce trabajosa· mente. Durante una parte del invierno oculto el sol por las altas montanas que se levaQtan al Sur

L A VIDA EN L A TIIIIRRA 131

de Valgodemar, describe su curva diaria sin que de él vean los habita1_1tes del. valle más que un pálido refl ejo en las c1mas leJa1_1as, y cuan~o lo vuelven á distinguir en los días dichosos de I_>nma­vera lo saludan como á un dios. El pueblecillo de And;ieux , construido en un h~eco del valle, per· manece durante cieo dias perdido en la sombra ~n medio de las pálidas nieves; grande es la alegna de Jos prisioneros de aquel lugar . cuan~o ven el primer rayo solar surgir como aguJa lummosa por encima de las crestas de los montes . En los valle~ de los Alpes los habitantes han construido casi todas sus casas en las vertientes mejor alumbradas por el sol.

A las grandes diversidades que presentan el relieve y la dirección de las montañas, correspo~­den contrastes no menos notables ent~e los habt· tantea . Los hombres más hermosos vtven en los valles a ltos y en las laderas d~l Cá_ucaso; las po· blaciones de los Alpe! son también dig~as de men· ción por su fuerza y su salud, Y sm embargo, Suiza es proporcionalmente en toda ~uropa la que tiene mayor número de cojos é inválidos. Los cre­tinos se cuentan á millares, y alg_o de eso ocurr~ en Saboya en los Pirineos y en casi todos los pases montafl.~sos. Sean cuales fueren las ca~sas espe · ciales y circunstancias diversas que pred1spone~1al . . a la falta de venti a-cretunsmo y á las paperas, se ción en Jos manantiales, la falta _d~ yodo en las aguas potables lo raro de las apanciOnes del sol,

' ·d· t con paperas lo cierto es que los hombres I IO as Y f ncia en los valles se encuentran con mayor recue .b

sombr íos de las montañas que en la llanura. ll tre, alumbrada por el sol, abierta á todos los VIe~ ~8 ' r egada por grandes rios. Poco hace que a gun pueblo de Saboya, como Bozel y Villard-Gottreux,

132 IDLiSEO BlllOLÚS

contaba entre sus habitant cretinos. Según Caldas la ~~~na tercera parte de blación de Nueva Gran'ada ctm~ parte de la po­tre las frondosas fragosidad qu~ VIve hacinada en­y las orillas del :M:agdalenaesd t ¿as altas cimas afluentes, está. fuera de la ' e _anca y de sus por esa triste enfermedad ~umam_d~d consciente comarcas más pintorescas _e cretinismo. En las maltratados por la Nat 1 VIven los hombres más

A ura eza. pesar de cuantas d'f .

pueblos de montañas pu~d~r~nCI_as presentan los general que se dist' ' eCirse de un modo valor; su ancho pec~ogue~e por. la robustez y el células más ampli ' q encierra pulmones de habitantes de las ll~~I numerosas que las de los puro y más ligero á lar~s~z~e llen~ de un aire más dos á mirar desde lo alt ' sus OJOS, acostumbra­valles profundos á. d' ~-de I_os promontorios á los mal que se acurr¿ca e~sl~ngUir desde lejos el ani· s~n altivos y brillan co:s ?quedadas de las peñas, Clones son atrevidas s v~vo resplandor; sus fac­nobleza; con paso {o-u~~a eza est~ colocada con seguro trepan por lao y tranquilo, con andar por los ventisqueros sp~~~!l-8 abruptas, Y brincando teses. Su trabajo es' enoigu_en á las cabras mon­y perseverancia gra~d sisimo Y necesitan valor alimento. En muchos s·~·s para ganar el cotidiano n:o , que ni siquiera le~ ~~s es ~an fragoso el terre· tlas de labor; ellos abren l posible servirse de bes· ellos depositan los ab os surcos con las manos

á onos para b . . . '

. veces se ven obli ado cu nr la simiente; tierra que ha sido g s á cargar hasta con la ~~ud; en invierno :::::~a~~ ~or el torrente ó el

o9-ueados en sus casa SI ta os por la nieve, arnesgar la vida ar _s, y alguna vez han de es asombroso ' pue~ a Ir de una aldea á otra. No

' que al aproximarse el frío

LA VIDA BIN LA TIIIRRA 133

piensen en expatriarse para bajar hacia las lla· nuras, de las cuales dicen, admirados, que son Usas como entarimados. De cada valle de los mon· tes de Auvernia , de los Pirineos, de los Alpes de los Apeninos , del Cá.ucaso y del Atlas, salen c~da año comitivas de montañeses; unos van á. trabajar para los agricultores de las tierras bajas; otros ejercen una industria aprendida durante el ínter· minable vagar del invierno anterior. Por amor á su familia lejana, aceptan todas las labores se privan de todos los placeres, economizan ávida­mente la ganancia más mezquina y tratan de acre· centarla sin cesar. Su genio es de los más inventi· vos, y por una especie de convenio tácito han sabido distribuirse el trabajo en toda Europa y compartir las industrias ambulantes. Cada mercader tiene su especialidad. Hay algunos, como los de Venose, en Oisans, que llevan á. las grandes ciudades las plan­tas raras de sus praderas ó los minerales de sus rocas; otros venden herramientas, grabados y telas bastas; otros se dedican á. servir en cualquier ejér· cito, como lo hacían millares de suizos, hasta que la reprobación del pais censuró ese vil oficio de

mercenario. Si los montañeses emigran en masas al acer-carse el frio, suelen hacerlo, como las golondrinas y las cigüeñas, con intención de regresar. Las aldeas, casi desiertas durante las épocas de nieve, se pueblan de nuevo en primavera, y el mercader de la llanura vuelve á. emprender animoso el rudo trabajo de cultivar la tierra ingrata que cubre las rocas. Las altas cumbres son demasiado hermo­sas, le parecen harto vivas para no amarlas, aun inconscientemente, y lejos de ellas siempre está deseoso de volverlas á. ver. En Jos campos lisos, que tanto admiraba por la horizontalidad del te-

134 ID LlSKO RJIIOLÚS

rreno, recuerda con emoción los . . y pedregosos del país natal las c~mp~s mclmados asomadas al borde de los' e_s ~~e as praderas nieve amontonada en las h~~~PICios, la blanca cumbres luminosas que 1 as de rocas, las ban el primer refl~jo deforlb a mañana le envía­iluminaban con el últ" a a Y por la tarde se tras el habitante de l a~m~e:~~pland~r del sol. Mien­tra en sus emigraciones una ~s tumformes encuen­á la que vió de nifl.o a uraleza semejante ilimitados, sin pensar !ug~sta de recorrer espacios el montañés no puede olvid:~ estepas don?e nació, todos, y cuando lo de'a ~u valle, único entre gado por la dura nec~sida~aEiempre, lo hace obli­la única razón por la cual!. ~~-apego al suelo es los Alpes y de los Pirin os IJos d~l Cáucaso, de se trata de defender 1 e~~' tan valientes cuando nunca han hecho con a. Ierra en que nacieron, comarcas vecinas D qui:tas permanentes en las vían á sus patrias· ch 'espu s de cada victoria vol · por aristas tr~nsvers~~::' dseparada~ ?~as de otras va r, y mientras ellos d e roca diflciles de sal­dos de la llanura se se espa~ra.maban , los vencí­aglomeraciones. Las n~~f;nstituian ~n poderosas excelencia son las qu . nes conquistadoras por tonas y en las tierras eb VI_ven . en las mesetas monó­rio más vasto ue ha ~Ja~ Sin horizontes. El impe-se extendía dei-de el ~~~st;d~ era el del Mogol, que ! desde el Océano Gla ~ a asta el mar Amarillo Jantes á nubes de 1 Cial hasta el I ndico: serna­das en el camino angosta, las hordas, mengua­seguían siempre ade)~~tebatallas ~ en fermedades, el espacio y extermina h con ansia de conquistar Rusia_ la gran potenci: . ombres . Actualmente es año Sin que aumente co mvaso~a, .Y no pasa un ó un fragmento de . n el t?rntono de una tribu

remo su Inmenso imperio, que

LA VIDA IDM LA TIERRA 135

-ocupa ya la séptima parte de la superficie conti­nental.

Mirando las cosas de una manera general, pue­de decirse que las comarcas cuyo relieve topográ­-fico actúa de la manera más favorable en las po­blaciones que lo habitan son los paises suavemente quebrados de la zona templada, donde los valles, bien regados por arroyos y ríos, alternan con coli­nas, cuyos paisajes son hermosos, pero no de be · lleza salvaje, y donde las comunicaciones son naturalmente fáciles. La mayor parte de Francia, Alemania , Inglaterra y los Estados Unidos pre· senta precisamente esas condiciones, y esa es una de las principales causas de los progresos relativa­men te rápidos alcanzados por las diversas pobla­ciones de esas comarcas. Además, en todos esos paises, donde se renueva la raza cada día con el crecimiento de las familias, donde Jos hombres y las cosas se mezclan sin cesar, donde las ideas se eomunican prontamente, es fácil de notar el con · traste que presentan los habitantes de cada región, según la diferencia de los terrenos y los climas boreales. Los pobladores no se engañan, y siempre saben indicar la frontera que eepara dos regiones naturales. Sin hablar más que de Francia, se ha reconocido muchas veces que Jos contornos de los antiguos pagi galos correspondían con bastante exactitud á los limites de las formaciones geológi­cas , y en nuestros dias la mayor parte de esos pagi se r econstruirían por si mismos si la centralización administrativa no se opusiera brutalmente á la acción de las afinidades naturales. Cada suelo tiene una raza especial: el granito, el terreno calizo, la r egión de las lavas y los crAteres extinguidos, loe ~ochos valles fértiles, la zona de los pantanos Y la arenosa, tienen cada cual la suya. El nombre

136 IDLÍSBO REOLÚS

popular dado á cada provincia se aplica á un tiempo al suelo y al hombre que habita en él, ex­presa y resume el conjunto de los hechos geográfi­cos locales y pinta á la población con sus rasgos físicos, sus costumbres, su industria y su estado de civilización . La armonía natural entre la tierra y el pueblo es tan notable, que al mentar la Turena y el Poitou, la Auvernia y la Marca, el Saintruge y el Périgord, las Landas y el Armagnac, se ve aparecer ante la vista los lugares de esas comarcas y la imagen de sus habitantes.

Esa misma diversidad, ese contraste entre pro­vincia y provincia, son uno de los más importantes elementos para la fuerza y prosperidad de una nación, con tal que las oposiciones no sean dema­siado numerosas, no produzcan el fraccionamiento y el antagonismo á todo trance y puedan fundirse en una unidad superior. El granito, la caliza, el asperón, la arena, las arcillas estériles, los cerros pendientes, los paises arenosos, mezclan sus in· fluencias diversas en las poblaciones que la habi­tan y corrigen lo monótono en el espíritu y cos­tumbres de quienes cultivan las grandes llanuras fértiles. La agricultura es verdaderamente la ma· dre de todas las civilizaciones; los labradores tienen gran apego al suelo que pr9duce su alimento y el de sus hijos; aborrecen la guerra, que asuela sus campos como la tormenta y quema sus chozas como el fuego del cielo; la naturaleza del suelo que trabajan les hace tenaces, pacientes y tranquilos; de generación en generación, de siglo en siglo, oponen á la violencia y á la ira una resistencia pasiva que acaba por cansar las voluntades más enérgicas, por vencer á los más soberbios conquis· tadores; luchan hasta con los elementos; si una bo· rrasca les destruye las casas ó la inundación las

LA VIDA. BN L A. TllllRRA 137

l hambre y se privan del bata se condenan a l valerosamente al a~:~o alimenticio para ~an~:~ ~on de las más ne·

g co Esas fuertes cuahdfa aci'ón de un pueblo; sur · b a de orm · cesarías para la o r as llanuras no tuvieran pero si los agricultore~ d~a \nfiuencia de los puebl~s

ue sufrir diversamen e l'nas de las meseta~ y e ~ás movedizos de las co 1 abaria por series Impo· las playas, todo progreso :ucs costumbres como las sible. Tan regulares en ual arraigados en e~ sue­estaciones en su curso an las' plantas que cultl van, lo digámoslo asi, como la rutina, más ideal q~e n~ tendrian más l~y qáueesperanza en lo porvemr

· il"dad m m 8 la mmov 1

• '· to de lo pasado. que el sostemmlen

IV

. otea -Pueblos viajeros as corne · Influencia del mar .Y las a~tas islas y los insulares

y comerCiantes.

olas ejerce en cas! todos El movimiento de las de atracción é mfiuye

los hombres extrafia fue~~~eras. Especialme~te l~s mucho para poblar las . mpre á su primer lmplu .

. obedecen sle guas En as salvaJes, que U a fascinación de las ia r pueblos so ceden á aque obladas todav a po ias isÍas del mar del Sur' p tá habitado el litoral, ~ t . bárbaros, únicamente es d las montañas del m e aldeas forman alrededor e como el de los bancos

rior un cinturgndt:: ~~~ulto: ins~lares ef::~~!~~~ de coral. Ver a en sus onllas Y bios alimento en el mar y s facilidades para cam les ofrecen las mayore

1-38 JDLÍ81!10 R JIIOLÚS

y comunicaciones. Los innumerables peces y mo­luscos que pueblan los mares cerca de la mayor parte de las costas son abundante fuente de pro­ductos que nunca agotan los pescadores, por mucho que la exploten. El litoral y el agua que lo bafia iJon los caminos más cómodos para los habitantes y les permiten ir á cambiar el pescado por otros productos; ese es un principio de comercio, princi­pio de ese movimiento moderno que se propaga en todas direcciones á través de las tierras y los mares para r ecoger las riquezas dispersas y hacer­las circular por los pueblos como la sangre por el cuerpo.

Esas facilidades comerciales, que sujetan á las poblaciones bárbaras junto a l litoral de las islas, deben de ejercer igual influencia en las poblacio· nes civilizadas, ávidas siempre de enlazarae entre si con noticias y cambios. Las Antillas pequefias y las islas dispersas por el Atlántico, como Mauricio y la Reunión, en e l mar de las Indias, están habi· tadas casi exclusivamente en su contorno. En mu­chas de esas tierras la parte interior ha permane­cido sin descubrir durante mucho tiempo, aunque los colonos, procedentes casi siempre de comarcas más frias, hayan tenido interés en buscar en los valles altos y en las pendientes de las montañas clima análogo al de su primera patria. También en el Continente se aglomeran poblaciones conside· rables cerca de las orillas, y á veces un radio tra­zado desde la meseta central hasta el mar atravie­sa regiones más pobladas, según se a cerca á la costa. En lo interior del pais se establecen tam· bién los homb.res á orillas de los lagos, que son océanos en mmiatura, ó á lo largo de los rios y otras corrientes de ag ua, llamadas c.on r azón por los chinos •hijas del mar:. . Casas, jardines, culti·

LA VID A BN L A TIBRRA 139

. a manera continua las dos oril . s 'VOS, siguen de un a tero lada y se crean cm-de los rios d~lla Eurl~p conflu~ncia' de todos los tri­dadas y pue os en . te principal. Ya se ha d\cho butarios con la corrJe~ Sena el Támesis, el Rhin, repetidas vece~ l~~r: son l~rgas calles movibl~s, el Ródano Y e tros los fragmentos de la cm· que unen unos conl o sigue desde la~ fuentes hasta dad inmensa que os os de Constanza, de la desemboca~ura. L~~~~fén están rodeados de zurich y de Gm.ebrd~

8 Al extremo oriental del

b·t . es y Jar me . t' ha 1 aCion á Villanueva , quintas y cas l· Leman, desde Verey blos una ciudad suntuo-llos forman con ~od~s1lo~~~!osura de la Naturaleza sa, y más se de e a ción que se haya que á las ventajas de 1~ nf:ef¡~era en uno de los convertido aquella admirab ás

0 ulosos de Euro·

espacios más frecuent~~o~¡ r:: el l~ ~l admirable es · pa. También ha contn u o ontorios de las blancas pectáculo de los verde~ pro~

0 que' desde Savona

playas, del azul Medite~~o~~ 'ha ta Chiavari, en hasta Gé.nova , desded~ 60 k ilómetros , ha cubierto una longttud de m~s . d palacios y quintas de toda la costa de Ltguna e mármol. . . d'atamente junto al mar. Y

Los que habttan mm~ 1 umor de las olas, tle­desde su casa pueden. otr. elt: viajero. El horizonte nen generalmente el 1~stl~ ante ellos les inspira indefin ido que se extlen e sióo de las olas los a mor al espacio; la etern~ dsucÓuando la costa está invita sin cesar á la pa~ \ a .de puertos , llena de completamente desprovis a expuesta á toda la escollos y bancos de arena , tades las poblacio · fuerza de las olas y las te~p~sr el alma de bronce nes del litoral no pueden ~n remente por las olas que les permita lanzarse : e3e const ruir embarca· ~n balsas 6 esquifes; el ar e

140 BLÍSJDO ltBlOLÚS

ciones y dirigirlas por el mar lo han de aprender de naciones extranjeras más favorecidas por la disposición de sus costas y la clemencia de sus mares. Eu cambio, los habitantes de la co ta ba· fiadas por aguas tranquilas casi siempre, cortadas por abras en que pueden refugiarse la embarca­ciones cuando hay tormen ta , se a bandonan a l ins­t into que las impulsa hacia el mar, y poco á poco se aficionan á viajes y aventuras. Cuando los des­cubridores espafioles navegaron la primer a vez por las costas de la América Central, les a . o m bró en­contrar canoas de comercio, casi tan gra de como galeras, que podían llevar hasta cincuenta perso­nas . En aguas peruanas los mercadere d joyas y telas se aventuraban en ba lsas y se dejaban llevar por la corrien te , impulsados por la brisa, viajando centenares de ki lómetros á lo largo de las costas.

Después de las ventajas excepcional que dan á las poblaciones marttim as el g ra n número de buenos puertos y lo escaso de las tormentas, la condición más feliz para el desarrollo del ·omercio y la navegación en los pueblos primitivo es la cercanía de una isla ó un archipiélago, cu os con­tornos vaporosos se columbran entre el color azul del mar y atrae de lejos, como con secr t agia . Asi se lanza la timida avecilla desde su ni do á la rama más próxima. Las islas del mar Eg o llama­ban á recia á los marinos del Asia Menor; Chipre les parecía á los fenicios un lugar de desean o desde el cual se aventuraban en alta mar. La isla de Elba, entrevista apenas desde las costas de Toscana, ee­fialaba una etapa en el camino de Córcega, de Ba­leares y de las lejanas r iberas españolas; la Gran Bretafia, cuyos blancos acantilados aparecen algu­na vez por encima del canal como en flotan te espe-

L A VIDA J!IN LA TllllRRA 141

. los habitantes de la orilla o_Pues-jismo , fascmaba á é de haber sido invadida y ta y por eso, despu s ha acabado por ser el co'nqui tada ta~tas ~~~~lal de todo el mun_do . A principa l depósito co debe la superficte del las i las, perlas d del :U~~~ hermosos rasgos; á esas planeta algunos e;~ los pueblos, gracias al co· tierr~ deben tam ~en su civilización. C~mo gusta­merClo, en ~ran_ par '·ucil sería de imagmar lo q~e ba de repetir Rltter, di d la Historia si le hubte-

b' ado el curso e s· Ta y habria cam 1 1 islas de Grecia , tct 1

ran fal tado á Eu!opa a~iones arias hubieran esta· Gran Bretaña. St las na . de ciudadelas donde do privadas_ de esa especl:ner á buen recaudo el pudieron atrmcherar~s~Is intelectuales y morales, terror de us ~onqUl uramente los progresos que no habrían reabzado segmoderno. Sumergidas en la han crea do el mundo ermanecido extrañas antigua barbarie, _habrían ~que chica , no habri~ unas á otras ; la tle~ra, aucontorno y la Humant-sido explorada en to_ o ~u de si mis~a . . dad no tendria conmenma ión no había aproxt-

Cuando la gran nave~:~os puntos de la supe~-mado todavía entre si tod las islas importancta

b Podían tener 'd d mo ficie del glo o, no . . de la Humam a co considerable en la htstona de un continente 6 no no estuvier an muy ~erca de r icas llanuras y mu­se apoyaran en unayerra didas en alta mar son cha población. Las tslas pe~estierro para los pue­como cárceles 6 lugar~s dn~ las mismas facilidades blos que en ellas ~~btta l. clamor del aire que_ pasa que dan para los vtaJe~, e los encantos de la. ola soplando hacia otras tte~_ras, las formas indeCisas en que se agita l~l ~:P~1ts:oiizonte y hace~ c_~efe:_ que aparecen a en todo son causas e 1 en regiones afortunadas, llo social, porque cuando rioridad para el desarro

142 IDLÍ8BIO RIDOLÚS

los insulares salen de su patria para visitar remo· tas tierras, pocas veces vuelven al suelo natal. La falta de un centro de atracción alrededor del cual puedan gravitar las poblaciones los lleva al aisla­miento y á la barbarie. Como en un organismo inferior al cual falte la cabeza, se esparce la vida por todo el cuerpo, pero como no se concen­tra en parte alguna, no puede ser muy intensa. Por eso las islas maravillosas de Oceanía, tan abundantes, tau hermosas, de tan fértil suelo, de tan dulce clima, han quedado fuera de la civili· zación del mundo; apenas hace dos siglos no se conocía ninguna.

Las regiones mejor dispuestas ahora para el progreso de la Humanidad son las grandes llanu­ras continentales qae miran por encima de_l mar hacia islas ó archipiélagos próximos . Esas tierras fértiles, qu t mbién suelen ser antiguos go lfos re· gados por aluvioaes marítimos y fluviales, atraen numerosos pobladores. En esos campos de suelo liso se desenvuelve la agricultura y el comercio se dirige á los puertos vecinos, hacia los cuales se escapan también los productos, aprenden los hom· bres á conocerse y se mezclan ideas con ideas. Casi todas las ciudades poderosas se alzan en un punto de contacto entre la zona del litoral y las comarcas agrícolas. Agloméranse allí las muche· dumbres porque los grandes intereses de la Huma­nidad allí se reunen. Por singular contraste, las poblaciones agrícolas, que son las más sedentarias y por su género de vida, tan regular como el turno de las estaciones, también suelen ser las más ruti­narias, se encuentran en contacto inmediato con las poblaciones marítimas, más movibles, más rá· pidas para la acción, más enamoradas de viajes y aventuras. Esa aproximación entre hombres de

L A. VIDA. IDN LA TI BIRRA. 14S

1 hechos más­distintas es uno de os

f::~~::~:s t;~ra la ~:i~~: ~:~:r~r;:s~¿ un viaje Hay pueblos ma t . a el Océano. Los nor-

continuo y tienefta~o:b:: ~~y es del mar' ~nd~:n~ mandos, que s~ . . diando y asolan o. d orilla en onlla meen 1 o á embarcarse en q~istaban reinos, vo~~:~ub~tfn allende los m:r~: sus ligeras naves ~ América que luego cay d aquel continente e ñ en las tinieblas de lo es­nuevo durante 500 a os. atas de la Sonda, cuyas conocido. Tambié~ lo:::fones recorren las agut~~ innumerables em _ar ulular, aunque á cen del Pacifico, no deJan de psi nacieran de las olas. nares sean muert~s, com~n laterra, ¿dónde pas~n y los que han nacido e.~ ? in el banco de guardia,

or parte de su Vl a las olas, con-l~;;':ya l mástil, entre la¡" c~:ff~~u1. Las poblac~· templando las nub~s t~é~idas; combaten dem~~Iaas~ nes maritimas son m canes con los ml con tormentas, con hur~ tene~le miedo al hom· .~ ctos de la mu~rte, par erseverancia, porque su b Tienen seremdad y p d ser muchas eces l~:ha con los elementos v~~ce: las iras de la Na~u~ lucha incesante, Y. parr alor del entusiasmo, é m .. raleza no se n_ecesita eid:as son sobrias y en ~f~. el de la reftexlón. Sus el mar; pocas v:e~es cas pero uniformes co~o a dulzura; casi ~~empre ue~ á su favor la graCla y \a violencia; hlJOS del dis onen de la fuerza Y, os en su vida como un Ocbano guardan los mtannque los mecieron desde

' 1 poten es reflejo de las 0 as la infancia. -

IIILÍSIIIO RIIIOLÚ 8

V

F usión de loe contrastes de los climas.-Modificación de la influencia de los medios según el estado de la civilización.

Esa es la influencia gener al de los diversos cli­mas en las poblaciones: esos los contrastes etnoló­gicos producidos por la diferencia de zonas del reli eve continental, de la exposición y de la natura­leza del suelo. Pero esos contrastes pocas veces se presentan de un modo muy definido; no se pueden trazar los límites entre los hombres con regla y compás. La influencia de vientos y corrientes, la presencia de mares interiores, los repliegues de las cordilleras y los innumerables accidentes fisicos de la t ierra, varian y cruzan los climas sin cesar. A veces las fuerzas opuestas tienden á equili brarse, y á consecuencia de los contrastes se atenúan y se borran. El suelo es bajo en casi todas las comar­cas frias del Norte y durante la estación del calor recibe por completo la acción saludable del sol ; los habitantes de las regiones septentrionales se pare · cen á los montafieses porque los rodea severa Na­turaleza y á los pueblos de las llanuras por las campifias bajas. Más al Sur, el montafiés de la zona templada ó de la tórrida puede llamarse hombre del Norte, puesto que vive entre la nieve, y hombre del Mediodía, porque los rayos del sol caen sobre él desde el cénit y contempla á sus pies tierras in­mensamente ricas . Si la cumbre en que mora se eleva en medio del mar, puede llamarse también

LA V IDA liiN L A TlliiRRA H5

carácter presentará notable hijo del Océano¡' d sl~s habitantes de las montanas, contraste conl e. e lo interior de los continentes. s i tu~d~s ~~~ d~~~~ee:cias de aguas, aires y luga~s, Las m DI . ó menos rápida de las on as la ~ibraClÓD má~éticas modifican sin ces~r la na· lummosas Y mag . ' al Cada provincia, cada t~raledza de~am~~:a g:i~~: ~u clima propio, y éste e~ uda ' ca ' varia á cada momento. nada tli en~ d~o:s~~~~eat~ricos demostrados por l.a Todos os. ec unos en otros, y por consi· observaClón se fundden . gar su acción sobre los

. te no se pue e JUZ l gmen ' una manera genera . pueblos más que de . no permanecen eterna-

Hay más· las nacwnes · ntre ' d d nacieron smo que e

mente en el su~lo on e ifica un' cambio más 6 ellas y sus. vecma~ se b;:; aislados 6 de familias ; menos activo de om . tadores que trasplantan algunas veces los conquls 'oleutamente naciones, poblaciones ente~as, unen V I éstas nueva patria y en otras ocasiOnes busc~~nas en muy distinto allende los mares 6 las. mon fuerzas cli matéricas clima. Entonces tr.abaJa.n :~~o del hombre, alejado para modificar el tipo p~nnld or tipo nuevo más del suelo natal Y sustl\u z; Imbiente . Esa lucha confor me con la natura e ntre los hombres y entre lo pasado Y lo pr~~enteia\erdadera Historia, el clima, es lo q.ue conshtl u~e e en sus relaciones con ó sea la evolue16n del om r el globo. ueblos no cambien

Además, aun cuando los tos sus necesidades de patria ni se mezclen con o r l~s diversos cam·

b modifican con . fl · a y costum r es se . or lo tanto la I D .uenm ... bios del Estado social, Y P d aria con el tiempo. de la naturaleza que los ro e~ ;úmero de habitan· Las grandes selvas , donde ~ cantidad de caza, tes depende fatalmente de a

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146 liiLÍSOO RJIIOLÓ8

dejan de convenir al hombre cuando se conviert~ en agricultor; derriba el hacha los árboles; campos de cereales van ocupando los claros, que cada vez son ?layores; cambia el clima é influye en last po­bla~IOnes que se agrupan en los espacios libres. El cultivo de las estepas, de las tierras bajas y panta· nosas y de todas las regiones antes desiertas tam bién modifica el medio y los pueblos que e~ él se hallan. ~os grandes rfos navegables, con su red de a~uentes y c.anales, apenas son utilizados por lae tnbus salvaJes; por ejemplo, el rfo inmenso del A~azo~as, el camino comercial más magnifico de lo wt~nor de _los continentes , no ha ejercido in fl uen CJ a a preciable dura nte varios siglos en el des­a rrollo de la civilización de los pueblos riberefios . Gracias á los ca mbios, Jos rfos van sien do para los pueblos cul tos los principales agentes materiales del progreso, basta que la creación de vias artifi · ciales de comunicación más r á pida amenuua de nuevo la impor tancia r elati va de esos c~minos da dos por la Naturaleza. Los pueblos se agrupan á lo largo de la car re teras, a unque no sigan éstas el fo_n do de los valles y recorran mesetas expuestas al VIento, fa ltas del agua necesaria · á veces todo el . . ' cammo se convierte en la rga calle porque los al d~anos todos q? ieren ha llarse al paso de los comer­Cl an tes extranJeros. Luego los ferrocarriles hacen variar de residencia á las 'poblaciones y cada es­tación ~s un centro a lrededor del cual 'se agrupan los habitantes. Los yacimientos de metales los de­pósitos de hornaguer a , mármol, sal y otra~ rique ­za~ enterradas_ e? _ la t~ ~rra, son también , según el es tado de la CI VIhzaCJon, tesoros ignorados ó des­~e?~dos , elementos importa ntísimos unas veces, mutiles otras. Ca lifornia tierra casi desconocida hace veinte aflos, es hoy uno de los grandes cen-

LA VIDA JDN L A TIIIIRRA 147

tros de actividad en la superficie del globo por sus minas de oro.

Hasta el relieve y la disposición general de las comarcas pueden ser sucesivamente útiles ? des ­ventajosos, según las dive~sas épocas de la VIda de las naciones. Las poblaciOnes bárbaras que nos precedieron en la Galia y otras regiones de Euro­pa se refugiaban _en las cavernas de las rocas ó construían sus cabafias sobre estacas clavadas en medio de las olas. Más adelante, cuando la guerra con tinua de emboscadas y matanzas entre tribus veci nas fué sustituida por un estado social menos perturbado bajaron los trogloditas, unos tras otros, de sus grutas sombrías; dejaro.n. los la.custres sus habi taciones insalubres para VIVIr en tierra firme, a la sombra de corpulentos árboles; el agua. de los lagos, que antes los protegí~ contra ~ualqu1er ata­que, se convirtió en un peligro al !lislarlos .de la tterra , donde encontraban sus me~10s de exist~n­cia. D urante la terrible edad de hierro de_ la vida feu dal, Jos señores, encaramando ~us mdos de buitre en la cima de algún pefión mexpugnable, agru paban las humildes chozas de los yillanos al pie de las soberbias murallas, p~ro las mudades, lo mismo que los castillos, se .a~r~ncheraban en las crestas de promontorios de .dificil acceso . Como en­tonces el interés primordial era el de la defen~a, cada grupo de habitaciones se colocaba en la cus · pide de un pico aislado, se rodeaba de muro~ Y se llenaba de torres. En el :M:ediodfa de Franma, en España en las costas de Liguria, en Toscana, _en Sicilia 'casi todas las aldeas antiguas están ed1fi · cadas ~n alturas y desde abajo sus muros derrui­dos parecen fragosidades de roca; las casas, apoya ­das en la muralla exterior, no tienen más ventanas que las angostas aspilleras de defensa; las cons-

148 JO LiBl!lO REOLÓS

truccio nes de las esquinas son to pro~is ta:s de rastrillos y perforad::ep::bmehnaddas, la 1glesJa, edificada en el . u ar as; ta mbién la ciudadela del pu~b~~top culmJuant~, es pos modernos la primera ne : ero en los ttem-así es que los habitan tes ha~e:~~~dd~~:~ trabaj~ ; vamente sus nidos de éguilas y se al . ~ su~est · del mar, á la or ill a de los ríos ó 'un OJan onll~s nos que atraviesan la lla S J ~o á los camt· madles marinos que su eltan nl~r:~n~:a_eJqat~:e~esá . ani · mo a, sa len de sus . t mco­construyen habi tacioJ~~ ~escoa ~orreones y se paisaje, pero más sanas y có:~~a ermosas como

Hasta en las comarcas m s . . . . Europa todas las ciudade b . en~s CIVIlizadas de e carpadas para estables aJan e las altas cimas E 1

cerse cerca de Ja 1 n a costa septentrional de Sicili d s p ay~s .

crece á expensas del b a ca a ma7'lna acaba por ser ruina so~rg~· Y la antigua ciudad hacinamiento de rocas en er Ia que se yergue COIDO

un exis ten ciudades m a cresta del. monte. Pero aristas de montañas en . uy pobladas que ocupan dos , como MonteSa G~Im1 .a de los campos culti va-l. o l U Iano y Cento b' s· . I . La primera const r I, en ICI·

consagra do á Ven us r uída en el Monte Eriz, antes metros sobre el n· '¡ ocupa angosta meseta á 700 Trápani. La ci uda~v~e gel rar.y de los campos de metros sobre la lla our en orbJ es~á á más de 1.000 van los cam pos situad a. Lot ha bita ntes que culti · obligados á subir b ?8 en a base del pico se ven nable esca lera fla~q~~~~ todos los ~f~~ la intermi ­pentea por las r ocas E af de precipiciOs que ser· valle de imeto

1· 0 ren te, al otro lado del

lava bajada de l kt~a extremo de una corriente de Aderno. Las nubes qu ' se levantan las casas de reco rre n ese espacio e vanl de una_ ciudad á otra

en a gunos mmutos; desde lo

LA VIDA l!IN L A. TiERRA 149

al to del promontorio de Centorbi se puede respirar la fragancia de los jardines del opuesto terraplén . pero para franquear la distancia que entre ambas localidades existe, se emplea tanto tiempo como para llegar desde París hasta la frontera de Bélgi · ca ó hasta las orillas de la Mancha . E:1 evidente que semejante estado de cosas se modificará pron · to. Los ciudadanos que se refugian cada dia en su antiguo r ecinto amurallado no temeran estab le cerse en las campiñas que hoy están desiertas . Lo pendien te de las fragosidades y la dificultad ~el acceso, que en otro tiempo les parecía n privilegios , cuando su vida era un continuo espanto, les pare· cerá.n ya lo que en realidad son, es decir, gran des ven ta ja por la pérdida de tiempo y una razó n deplora ble de inferioridad en la civilización. Las cimas de las altas montañas no serán ya lugares favorables para la construcción de ciudades mien · tras el hombre no sea dueño del aire por la direc ­ci ón de los globos y pueda convertir los picos y las aristas en los más favorables embarcaderos.

E-5 tos cambios sucesivos, en la mayor ó menor ada ptación de la tierra á los pueblos que en ella viven , tanto nacen de la configuración de los conti · nentes como de los pormenores de la topografí a local. Las numerosas bahías que recortan el litora l de Europa, las penínsulas que brotan en todos sen· tidos y han contribuido tanto á dar á las poblacio ­nes de e ta parte del mundo tal representación en la Historia, pierden constantemente en importanci a rela tiva, según se multiplican en lo interior de las tierras la vías rápidas de comunicación. Puede decirse que en todos los países surcados por ferro · carriles las costas dentadas, útiles antes por los camino~ naturales que ofrt>cfao A la navegación, se hao convertido más bien en obstáculo que en

160 IIILÍSilJO BEOLÚS

ventaja. Poco hace que los r d mercio tenía n que establece~s:nfo~s puertos de co­fondo de las concavidades f zosamente en el de los golfos ó á orillas de los or~ad~s por el litoral dos en lo interior de los conti~!n~:~LOs más avanza­posición les permitía recibí d 1 'porque aquella nas por el ca mino más cort~ 1: as comarc~s veci ­productos y mercancías y mayor cantidad de graci as á las vías rápida~ a to ocur~e hoy eso , t ien de cada vez más á t ' y e comerciO marítimo los puertos situados al :x~ar porluntos de pa rtida Cada progreso histórico m r~~o t las pe?ínsulaB. hombre con la tierra o J ca as relacwnes del sin cesar la influenci~ Yd~lo~~od::~to, se transforma

VI

Marcha de la H istoria A y los pueblos. -quermonllla en.tre las tierras

en e as v1ven.

Corresponde á 1 h · t . cha de los pueblos áost JS éonado.res contar la mar·

rav s de Islas y t ' t Y seña lar la incesante 'ó con men es citio el suelo y el el' ac~J n que en ellos han ejer-montorio, cada islo::a~a ada montana, cada pro ­senta su papel en la h! t ~a drío Y cada lago repre­la tierra y Jos aconte 1 ~ 0 !'1a e la Humanidad . Pero cidos para que sea oc~mte~tos son muy poco cono­particularizada de )a stble Intentar una descripción mana y el planeta d s a~monia.s entre la raza bu . únicamente á g duran e los Siglos transcurridos ·

ran es raRgos d . . ' parte que correspond á ' se pue e mdtcar la

e cada una de las princi -

LA VIDA llJN LA TlllJRRA 151

palea regiones del globo en el desarrollo de los pueblos.

Africa, inmensa masa continental sin articula· dones, no ha permitido á sus habitantes relacio­narse con otras partes del globo; únicamente las tribus berberiscas que ocupan la vertiente medite­rránea del Atlas y están separadas del resto de Africa por el gran desierto se han asociado algo, .\unque muy poco, al movimiento de la civilización europea. Egipto, que tanto influyó en Grecia y en el mundo oriental, debe ser considerado como un mundo aislado •. para el cual era tierra desconocida el resto del continente. En el inmenso espacio ce­rrado del Africa ecuatorial nacían y morían gene ­raciones y generaciones sin saber que más allá de los límites de su patria había otros hombres: su horizonte cerraba el mundo para ellos. Favorecidos por el constante calor y la fertilidad de la tierra, no tenían ambición, ni se cuidaban de mejorar su vida. Entregados á sus solos recursos, vi vía o como sus antepasados habian vivido. Así es que la civi lización tenia que hacer entre ellos imperceptibles progresos durante el curso de las edades. Ya se sabe que, casi en nuestros días, la mayor parte de las di versas razas africanas, cafres, hoteo totes, mozambiques, aschantis, yolofes, etc., seguían en estado semejante al de la barbarie primitiva.

Los numerosos archipiélagos dispersos por el Océano Pacifico tenían que ser, por su misma dis­persión, tan desfavorables al progreso rápido de sus habitantes como Jo fué en otro lado del mundo la enorme masa africana. Antes de Jos descubrí · mientos de los navegantes modernos cada isla del mar del Sur era un mundo aparte, en el cual, gra­c ias á lo fértil del suelo y lo hermoso de los paisa· jes, se desarrollaba una sociedad rudimentaria.

ló2 IIILÍ8HIO RHIOLÚS

Además, la facilidad que en aquellos mares apacib[eesentabr la navegació[) corridos por vientos re 1 s por o general y re verificaran en grande Jasgu a_res, permitía que se blos; sin embargo se d emigraciOnes de los pue­apenas enta bladas;' los sa~~:~::an las relaciones, g1do á su segunda pat . J que se habían diri-na rompían · con la primera A e . para s1empre f t

· onsecuenc1a d 1 · 1 . a, al de los grupos de poblad . e .a1s. amiento

m un' ningún interés ra ores, mngun Ideal co l ~s tribus del Pacffic~. ;d~efiodfa enlazar á todas mdad, prisionera del es q . _a parte de la Huma­separada en trozos desti~~~~~s I~men~o, perm~necía

Al · Oriente de Asia los ~o JUntarse JamAs. de China y las islas del Ja óhabitantes del litoral nados que los islefios del p n fueron más afortu· comarcas del mundo a ~ar del Sur. En aquellas siquiera legar á sus h .. 0 Igu~ los padres podían cimientos; podían uni~Jsoes tu m?ustria y sus cono­y enseiiar los pueblos á 1 as tnbus con las tribus medio•, región bastante vaos pueblos .. La e flor del tenares de millares de ha~t_a para alimentar cen ­nu~erosos privilegios· está ~ta~_tes, posee además hacia el mar riéganl ' me mada suavemente costa marina' está llen~ adncto~ rios navegables; su su clima templado incit e a fas_ Y promontorios , ~ativa regular de estaci:nal trabaJo con una alter­m~ular se compone de unes Y p~o?uctos. La parte mlll~res de islas é islotes archipiélago de varios de tierras considerable que se agrupan alrededor tre si y con el contine ~~ cu_yas comunicaciones en . sociedades de Chma 0 ed:liempre son fáciles. Las por su propia fuerza Y Japón han alcanzado adelantado, y durante ufarestad~ de cultura muy probablemente las má gos siglos habrán sido dad para la agricultur~ aranzadas_ de la Humani

' e comercio, la industria ,

LA VIDA l!lt{ LA Tll!lRRA Hi3

la filosofia práctica. No obstante, esa civización del extremo Oriente no tenia más salida que las extensiones casi solitarias del Océano Pacifico . Por esta parte el acceso á otros continentes y otros pueblos estaba cerrado á la influencia de la raza amarilla, y los sabios tienen razones para du ­dar de que en el transcurso de las edades históri cas a travesaran misioneros chinos el mar del Sur para llevar á la tierra de Fu-Sang (hoy Méjico y Guatemala) su religión, su arquitectura y sus cos-tumbres.

Las tierras que se extienden oblicuamente á través del mundo antiguo, desde Ceilán y las ori­llas del Ganges hasta el archipiélago británico , deben á la forma favorable de sus contornos y á la armoniosa distribución de sus masas ventajas mayores que las de China y el Japón. Al bajar de la meseta de Pamir y de los espacios vecioos al Indostán la Bactriana y el Asia Menor, no se divi ­día la ra~a aria en naciones completamente aisla­das . A pesar de las alt cordilleras del olimán Dagh y del Indu Kuch, á pesar de las mesetas salinas de Persia y las aristas transversales del Elburz del Ararat del Tauro, nunca se interrum-

' ' ¡· i pieron las comunicaciones entre las co~arcas _,m · trofes y las adquisiciones morales é mdustnales de los pueblos no fueron absolut~ ~ecreto para sus vecinos. Al elaborarse en su domiDlO espeCial, cada civilización particular se aprovechó de las que germinaban á lo lejos en otras mesetas y llanuras. Los mitos y cantos de la India, legados por losan­tiguos arios, fueron conocidos por los p~rsas, Y, 13:s ideas de Persia refluyeron hacia la India; por ult~­mo la filosofía y la relio-ión de unos y otros, modi·

' o 1 . 1 ficadas diversamente al atravesar e t1empo Y e espacio, se mezclaron y fundieron con la civiliza·

164 BLÍSBIO RIIIOLÚS

eión de los puebl <l . os semíti tos y c~rtagineses. cos, caldeos, fenicios ·u· .A onllas del Med't 'J

~t~~ou~ ~~~ Mseonorl, ~~~r~~~~~~ofa dp~~tepaofs~s de d ' n os prin · 1 nental ct!n~alueElla era primitiva d~T: ec~ ~~~pre~entantes

· n aquellas d lVl Izamón . pres~ntaba los más vi~~e~~marcas el estado s~~~i lversJdad de razas de tos contrastes por la d' as guerras el ' ~os umbres y clim t·

::::!~~t::j~::.~.~ ~~·~:~~¡':; ~:·d~~1::· ~:· ~·:.~:~: :l acuerdo de 10~0~~~ d~ la civilización delo~~~den z~~aena:fe~~~a~tadtora ~i:~~n~:s G:e~~=toqs u se ver~: s rvir d re a y las Ciclad ' e avan-

F . . e punto de cita á la as, como para

emma de Ch ' s naves de E · ~deal de' cuanto ~~:':;d:• hEfeso, de la Tr~~~~· ~1 . ades ~ntiguas se veri~c ermoso sofiaron las s~cie­

.C<l. , conJunto armonioso dó en la península heléni­Y. penínsulas que apenas e montanas, altos valles pas, y que es, sin embar !le ven en nuestros ma­que. hasta hoy ha !le go, el punto terrestre en g lona humana. En ni~ado á mayor esplendor la más armoniosas y vivas ~una parte del globo son ~~o~:~:~ aunque poco :~e~~d~:s :~rrestres. Las que t ' sos, que conservan ' . tenen perfiles del Fl~nen los gigantes de lo celebndad igual á la bres ~~a~yat Y quizá no u:g~~~es, de los Andes,

~~~kar á .~~.~.!~"~¡ ~~In Antisan~u;e~~¡"·G~~~: ~a f~'¡;; d9~~~~~n, el Parn~:b;e eCO!i ostentan el t terra griega En estrecho horizont mpo, mora-

!"~n ~:;~inent~~~~n~n :::•::.~~· tod~s ~~~·~~~~!~ s, sus valles y llan as, sus hileras de

uras, sus corrientes de

L A. VID A. IIIN L A. Tli~RRA. 15ó

agua visibles é in visibles, sus lagos y sus abismos; los an tiguos vieron alli hasta cielo é infierno. Re· cortan su ribera tantos golfos y bahías, que la pe­nínsula terminal parece una hoja dentada que flota en el agua. Cada ciudad tenia su rio, su anfiteatro de colin as ó montañas, campos fértiles, salidas al mar; todos los elementos necesarios para una so· ciedad libre estaban 'reunidos allí, y la proximidad de las ciudades rivales, tan favorecidas una como otra, conservaba constante emulación. Nunca se vió en el mundo un grupo de repúblicas tan altivas ni que dieran más esplendor al indtviduo. Aque· lla población pequeña ilustrada por E~quilo, Sófo­cles, Fidias, Demóstenes, Platón y otros muchos genios, todavía es, pasados dos mil años, el centro más luminoso de la Historia .

1\'l.ientras florecían las repúblicas helénicas ger• minaban civilizaciones locales en Italia, Sicilia, Iberia y las Galias. Por la posición geográfica de aquellas comarcas se aprovecharon de todas las conquistas intelectuales y morales de Grecia y

ri ente. Irresistible movimiento de ideas se propa· gó sin cesar desde las llanuras del Indostán hasta las de la Europa Occidental. Conocidas son las pe· ri pecias de la historia de los pueblos modernos; sa­bido es cómo, después de haber logrado atravesar la noche larga y dolorosa de la Edad Media, nació de nuevo la Humanidad con un doble descubrí· miento que dió á las sociedades modernas su des· arrollo definitivo. Mientras los poetas, los eruditos y los sabios encontraban en los te oros de la anti­güedad el libre pensamiento de Grecia y el robusto .genio de Roma, Colón y otros navegantes descu· brían los dos continentes americanos, completando .asi el equilibrio del planeta. Desde entonces la .civilización gradual de todos los pueblos por la

156 ELÍSKO RIDOLÚS

ciencia y la just' .

J::iif;~"c~~- ~~:~g,.~;E::~:~r1~·g"!,.~::·; ~: tinentes !upmaraandtdad; todas las islas foudeobslol fueron O é ' os antes · ' os con de ano J?ara ser común d~~~ J_undtaron á través dei

o, gramas á los d . IDIO el hombr C KopJero escubnmientos d C e. uan

' se con vertí 1 · e opérn · nocfan límites) a _a tierra (á la cual Jco y esp~cio, dejand~n globJllo a islado, que ir~~ seco habitantes del i fi de ser centro del U~iv a en el cia de su grandn mo planeta lograban la erso,. los nes eza, y de aquel . con cten-

y pueblos surgía la H . conJunto de nacio-~ consecuencia d umanJdad.

~· ~tón que en el m~n~~uel ~ovimiento de civili -

to~ ~! ~e~e, siguiendo la maa~~~~od:t ~ropagó de deos Na t uropa Occidental Cád' sLo_, los puer-

' n es, an Malo L ' Jz, tsboa Bur ~~ol son como otros ta~tosondres, Brist.ol y Lver: allt~n~e se escapa el flúid~onductores eléctricos

. e_ os mares el cont· para alcanzar más movJmtento ca b' JOente american no estA disp m Ja de dirección El N o. Allí, el las grandes uesto paralelamente ~1 Ec uedvo Mundo Norte c~marcas bistóri . ua or, como esa po~· ~~r, stguiendo el me~~s_. se prolonga de

JCJ n transver a l 1 Jano , y gracias á

~:s~~~ie~~dido c_oloniza; r~~i~~rJrantes de _Euro­lianos as reCientemente L ente las tierras Y bol~nespañoles, portugue¿es os navegantes ita­de la r desea encontraban tod franceses, ingleses al de s~n-ea e~uatorial r egiones o~ al ~orte ó al Sur una N patna, y en ambas e chma parecido glate~r~ev~d España, Nueva z~~:~ p_udieron fundar tes el Atián t~:Oás, é!:l atravesar v[;;:t~s Nueva. In· rinos h a . oblicuamente 11 y cornen ·

cta aquellas admir ' evaban á los ma­ables regiones de las

LA V IDA JDN L A Tli!JRB A 1ó7

Antillas y Colombia, donde la Naturaleza, á. pesar del calor del clima, ejerce fascinación tan grande en los extran jeros procedentes de Europa.

Los expatriados del mundo antiguo tomaron tierra en to do el litoral del nuevo continente en una longitud de más de 10.000 kilómetros, desde el estuario del San Lorenzo al del Plata. Al mis · roo tiempo la interrupción de las cordilleras en los is tmos de América Central permitía á los emi­gran tes colonizar también las riberas occidenta· les que miran hacia China, Japón y Australia. Ata­cando los dos continentes en todo su contorno, los recién venidos pudieron emprender la conquista del interior de América, aprender á conocer su relieve, sus terrenos y sus productos, mejor que se conocen los de la mayor parte del muudo an­tiguo, y fundar en aquellas naciones recién ex­plor das sociedades aliadas con las de Europa Occiden tal. Los hijos de los emigrantes han cons­tituido naciones cuyo poderlo, comparado con el de los pueblos de la madre patria, aumenta de una manera prodigiosa. Población, industria, co­mercio, riqueza pública, todo se acrecienta en aquellos pa íses vírgenes de una manera inaudita, y los Estados de América, libres en parte de las ins­t ituciones opresoras de la Europa vieja, se gobier­nan democráticamente. Las utopias del mundo antiguo se han convertido en realidades en el nuevo. América es el laboratorio en que el ideal de Europa está puesto en práctica para común sal-

vación. Las dos Américas, ponderadas tan armoniosa-men te como masas continentales, presentan desde el punto de vista social un contrasto análogo al de sus formas. La tierra septentrional, situada entre Europa y China, está admirablemente organizada.

168 IIILÍSBIO RIIIOLÚS

para servir de camino real á los pueblos y mercan­cías que van desde el Occidente extremo al extrerno Oriente. Pronto pasará por alli la vfa férrea del Pacifico, destinada á continuar por tierra las lineas de vapores que sirven por una parte á Liverpool y Nueva York, por otra á hanghai y San Francisco. En lo interior de aquel continente del Norte el Mediterráneo de los grandes lagos y las llanuras del Mississipf ofrecen al comercio y á la coloniza . ción facilidades no igualadas en ninguna otra parte del mundo. De todos modos, la población que cons­tituye los Estados Unidos está compuesta casi por completo de hijos de europeos, y desgraciadamente no ha sabido todavía fundirse con los aborígenes ni con la raza de esclavos importados de Africa.

La América del ur es un continente mas mari · timo, y sus puertos, abiertos en los grandes mares australes, sirven de etapas para los viajes de cir cunnavegación. Eu lo interior los cambios y la repoblación encuentran dominio menos favorable que en el continente septentrional; las montañas son más altas, las mesetas más abruptas, las selvas más intrincadas, los desiertos más inhospitalarios, el clima más temible para emigrantes procedentes de la 1 jaua Europa . Por eso han sufrido más los colombianos que sus rivales del Norte la influencia del medio. in abdicar su paternidad con los pue­blos del mundo antiguo, se han ido mezclando poco á poco con los naturales, y con aquella fusión han entrado los antiguos salvajes en la civilización moderna. i la América del Norte es más europea, más individu alista, más activa, la América del Sur es más humana; correspóndele el honor de convi­dar á todos los pueblos bárbaros á la paz de las naciones.

CAPITULO IV

El trabajo del hombre

I

turaleza.-Exploracióo del Reacción del hombre dobre b~~m~!nto.-Asoensiones á mon­

globo.-Viajes de escu taflas.

. d las sociedades, los hom . Durante la infancta e tribus débiles, tenian

brea, aislados ó agrupad~s enderoasiado numeros~s que luchar con obstácu o~derarse de la superficte para que pensaran en_ ~p opio· vi vian ocultos y t rrestre como de domm~~ ~~ bos'que, pero su vida Uledrosos, como la fiera azados constantemente era incesante lQcha; amen a no podian ocuparse por el hambre ó l_a malt:sn~eyes que les hubieran de explorar el pats, y s naturales aun no se permitido utilizar l~s fue~~~ ido desarrollando los con ocian. Pero ~egun. se en libertad, hll:n apre?· pueblos en inteltgenCla ~el mundo extenor, c~)a di do á reaccionar c~~~o pasivamente; _se han t~o influencia hablan su n hao convert1do por a apropiando el su.elo. y se verdaderos agentes geo­fuerza de la asoetaetón e~ de di versos modos la ó . s· han transforma o variado la eco ·

l gtcofi'. de los continentes, hahn modificado los super ete · otee an nomla de las aguas cobr~ter de ;esidencia á la fauna.

h ho cam ta climas, han ec

' 160 ELÍSlllO RBOLÚ8

y la flora. De los trabajos que los animales de orden inferior han llevado á cabo en la tierra, los islotes construidos por el coral pueden compararse con los trabajos del hombre por su extensión, pero esas con trucciones prosiguen de siglo en siglo de manera uniforme y nunca afiaden un rasgo nuevo á la fisonomía general del globo1 siempre son los mismos arrecifes, las mismas tierras que surgen lentamente como bancos de aluviones fluviales y marítimos, mientras la labor humana, modificada sin cesar, da á la superficie terrestre la mayor di­versidad de aspecto y la renueva con cada nuevo progreso de su raza en saber y en experiencia.

La primera condición para que el hombre llegue a lgún dia á transformar completamente la superft· cíe del globo consiste eu que la conozca del todo y la recorra en todos sentidos; antes los pueblos salvajes ó bárbaros, aislados unos de otros, se for· mabau una idea quimérica de los territorios si· tuados más allá de los estrechos límites de su pa· tria, los consideraba como espacios vacíos y sin confines, como mundo tenebroso y formidable po blado por monstruos, y en el cual no podia vivir el hombre. Desconocían por completo los rasgos más notables de la superficie planetaria; á los habitan­tes de las llanuras se les figuraba la tierra inmenso campo liso; los de los paises montañosos no imagi· naban más que angostos alfoces, fragosidades y cumbres. Los zunis, que vivían lejos de las costas, en los desiertos que constituyen hoy el Nuevo Mé­jico, ignoraban hasta la existencia del Océano; en cambio, muchos insulares del mar del Sur no sa· bian que di vidian el Océano en cuencas aisladas vastas masas continentales que ocupan millares de leguas. Según testimonio de Franklin, supieron los esquimales con asombro que al Sur había tierras

LA VlDA HIN LA TIIDRRA 16l

libres de hielos, y en el Ecuador eompletamente . fl del Amazonas creen cán­los ignorantes nbler~ os oso rio da la vuelta al didamente que e IDme . mundo. . do unos pueblos el territo ·

Según iban c~noc~~bios los viajes ó las expe . rio de otros, por os e ba~ los monstruos á los diciones guerreras, relega extienden allende los e pacios misteriosos quel se do· el dominio de los confines del mund~ exp ~~~ r~giones recorridas, Y conocimientos creCla con ó gt'gantes que huían

· é · s gnomos • . los seres qutm rtco ' M d' dia se llevaban consigo hacia el Norte 6 el e lO ore' s Los helenos, á los

· · s y los err · las supersttctone itologia combatiendo en cuales nos representa su~ a centauros y dragones, las primeras edades con r tros hombres en tiempos no combaten más que con o colocan los productos de Aristóteles Y .Platót1· Y aginación á muchísima fantásticos de su mfadn 1d1f Gaoges y de las colum· distancia, al otro la o e brasada Libia ó en los nas de ~ércules, en la 1: Edad Media, y hasta en mon tes htperbóreos. En stros mapamundis, como Jos tiempos modern?s, nue también poblaban de

h. y 1aponeses, d e los de los e IDOS cidas pero ca a nu · monstruos l.as. tierras d~~~0~fajero; achicaba el. do vo descubnmtento de ha que los Niam Ntam minio de la fábula, Y I!~~o s de la geografla, han rabudos, últimos seres md~c~frica. desaparecido del centro dió la vuelta al mundo, es

Desde que el ~ombre dio Jos exploradores Y~ decir hace tres stglos y me ' espacios desconoct · no ti~nen que aventurarse :n más que unir entre dos por completo; no les que a en la superficie del si los itinerarios ~razado~atres lineas entretejida:s globo. Esa red de mnume 1 grandes masas contt · cubre casi por c~mpleto ora:oda la parte del Océa-nentales y se exttende P 11

162 BLÍSBO ltBIOLÜS

no comprendida entre los do camen_te hacia el polo N ~ círculos polares; úni-a_ntártiCas existen todavfao: e y . en las regiones BIÓD respectiva de 7.500 QOOspaCIOS de una exten-tros cuadrados que hasta Y 22-500.000 kilóme· tod a exploració~ bancos ahora han librado de espacios que aun ueda: monta:flas de nieve. Esos casquetes del globoqvienen por descubrir en ambos de la superficie terrestre ! for~ar una 17. a parte regiones como 60 veces Ía s demr, ~n conjunto de extensión es esa m ~uperfiCJe de Francia· mares por ex plorar uy considerable de tierras y geógra fos pusil ánim~s"ta~n nu~~tros dfas algunos que esas comarcas no 11 mam estado el temor de Cook, el osado nave eguen á conocerse nunca. tártico, afirmaba qu!ant~ . del Océano Gl acial An · dría aproximarse a l pn~ Je :e aproximaría ni po­consegu ido . P igafetta e~ 0 m ~ d_e lo que él había que con Magallanes 'veri~u re ac~ón del gran viaje q~e en adelante no habría ~ó, emJte la opinión de Vldo para d rontar la rve~ante bastante atre­otra circunnavegacións ~o ~stias y los peligros de afios antes de que ot · er ad es que pasaron 56 c?'bo otro viaje alred ~~o m:r

1ino, Drake, llevase á

dJas nadie hace caso d r e mundo; en nuestros cuentes que son. e esas travesías , por lo fre ·

. La pasión con que al g10nes polares han em gun~s exploradores de re-grosos via jes á través ~~e~dJdo_ y repiten sus peli­rantia de un futuro éx ' t os hielos, es segura ga­sean los mismos los ob:t~ p~óspero, porque aunque la experiencia de los cu os, aumentan sin cesar la ciencia . Los descub n_av_egantes y los recursos de en el centro de las rJmJentos que han de hacerse Af · masas e t ' nca, América del Sur on me~tales de Asia, varee á feliz tér . . Y Australia han de lle-

mmo sm tarda ' r, pues la mayor

LA VIDA 111N LA. TllllRRA 163

parte de las dificultades que se oponen todavía á los viajeros son del orden moral, y desaparecerán poco á poco, gracias al progreso del comercio y la civilización. La odiosa trata, que con tanta razón hace aborrecibles á los blancos en el centro de Africa lo mismo que en la cuenca del Amazonas, acabará pronto; las tribus pacificas acogerán á los exploradores y les proporcionarán guias; grupos de colonos, avanzando de etapa en etapa á través de los continentes, unirán los territorios habitados por gente culta. Cada año disminuye la extensión de las comarcas que hay que reconocer, y cente­nares de héroes, muchos de ellos destinados á roo · rir obscuramente, procuran reducirlas más toda­vía . La superficie más vasta que permanece virgen (hasta ahora) de pasos de exploradores europeos es la. parte de continente africano comprendida entre las fuentes del Nilo, el Congo, el Ogobai y del

Bené Cuando conozca el hombre toda la superficie del globo del cual se cree dueño, y la frase de Colón cel1 mundo es poco, sea verdad, consistirá la. gran labor geográfica, no en recorrer los paises lejanos , sino en estudiar á fondo los pormenores de la región en que se habita, en conocer cada rio, cada montaña en determinar el oficio de cada parte del orga~ismo terrestre en 1~ vida del con· junto . Desde ahora se ocupan espeCialmente en eso la mayoría de los sabios geógrafos, geólogos ó me­teorólogoe, y fúndanse en tod~s par~es ¡~portantes sociedades para activar las 10 vest1gacJOnee loca · lee . Estas se dedican especialmente á esas monta · ñas que elevan sus radiantes cumbres muy_ por encima de las pendientes habitadas, Y cuyas meves aun no babia hollado humano pie. Cada afio con ­quistan los trepadores muchas de esas, montañas