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83 L a escena iberoamericana se encuentra cada octubre desde hace treintiún años en el Fes- tival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. Un Festival que abre sus puestas a diferentes e inten- sas propuestas teatrales contemporáneas y propi- cia el encuentro de una comunidad dialéctica en la que participan dramaturgos, directores, acto- res procedentes de siete países latinoamericanos y España, a los cuales se suman académicos tam- bién. En esta XXXI edición del FIT se presentaron veinticuatro espectáculos de teatro, danza, títe- res, flamenco, teatro-circo y teatro de sombras. En el festival participaron grupos provenientes de Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, México, la República Dominicana, Uruguay, y de varias provincias de España que se presentaron en el Gran Teatro Falla, el Teatro del Títere de la Tía Norica, la Central Lechera, el Espacio de Creación Contemporánea (ECCO) y diversos espacios no convencionales como plazas y calles gaditanas. Como ya es costumbre, además de las pues- tas en escena de teatro, la programación del FIT incluyó el encuentro teórico de Investigación Tea- tral, Cruce de Criterios “Relatos del pensamiento en Acción”, dirigido por Eberto García Abreu, que cumplió su X aniversario fomentando el diálogo y el debate en torno a la formación, la dramaturgia, la dirección y la interpretación escénica, produc- ción e investigación del teatro contemporáneo en las coordenadas políticas actuales de Iberoamé- rica. Conjuntamente, se celebró el XX Encuentro de Mujeres de Iberoamérica en las Artes Escé- nicas, bajo el título “Estética, ética, afectividad y política. Re-imaginando la creación y gestión artística desde los bordes”, bajo la dirección de Mariana González Roberts. Como parte de las actividades complementa- rias, hubo también presentaciones de publica- ciones de libros y las más importantes revistas del teatro hispanoamericano. Además se entregó la decimoséptima edición del Premio Atahualpa del Cioppo al Grupo de Teatro La Candelaria de Colombia por su medio siglo de trayectoria y “su excepcional labor en pro del desarrollo de las artes escénicas en el ámbito latinoamericano.” XXXI Festival Iberoamericano de Teatro 82 83 Bibiana Díaz Fotos cortesía del FIT. Algo de un tal Shakespeare , Tres Tristes Tigres

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La escena iberoamericana se encuentra cada octubre desde hace treintiún años en el Fes-tival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. Un

Festival que abre sus puestas a diferentes e inten-sas propuestas teatrales contemporáneas y propi-cia el encuentro de una comunidad dialéctica en la que participan dramaturgos, directores, acto-res procedentes de siete países latinoamericanos y España, a los cuales se suman académicos tam-bién. En esta XXXI edición del FIT se presentaron veinticuatro espectáculos de teatro, danza, títe-res, flamenco, teatro-circo y teatro de sombras. En el festival participaron grupos provenientes de Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, México, la República Dominicana, Uruguay, y de varias provincias de España que se presentaron en el Gran Teatro Falla, el Teatro del Títere de la Tía Norica, la Central Lechera, el Espacio de Creación Contemporánea (ECCO) y diversos espacios no convencionales como plazas y calles gaditanas.

Como ya es costumbre, además de las pues-tas en escena de teatro, la programación del FIT incluyó el encuentro teórico de Investigación Tea-tral, Cruce de Criterios “Relatos del pensamiento en Acción”, dirigido por Eberto García Abreu, que

cumplió su X aniversario fomentando el diálogo y el debate en torno a la formación, la dramaturgia, la dirección y la interpretación escénica, produc-ción e investigación del teatro contemporáneo en las coordenadas políticas actuales de Iberoamé-rica. Conjuntamente, se celebró el XX Encuentro de Mujeres de Iberoamérica en las Artes Escé-nicas, bajo el título “Estética, ética, afectividad y política. Re-imaginando la creación y gestión artística desde los bordes”, bajo la dirección de Mariana González Roberts.

Como parte de las actividades complementa-rias, hubo también presentaciones de publica-ciones de libros y las más importantes revistas del teatro hispanoamericano. Además se entregó la decimoséptima edición del Premio Atahualpa del Cioppo al Grupo de Teatro La Candelaria de Colombia por su medio siglo de trayectoria y “su excepcional labor en pro del desarrollo de las artes escénicas en el ámbito latinoamericano.”

XXXI Festival Iberoamericano de Teatro

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Bibiana Díaz

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FIT.

Algo de un tal Shakespeare, Tres Tristes Tigres

Es imposible recorrer a profundidad cada una de las puestas en escena debido a la pluralidad de enfoques y dramaturgias, pero quisiera resaltar algunas de las propuestas de compromiso político, documental, de denuncia social y perspectiva de género como base argumental, de danza teatro y teatro como homenaje a personajes históricos.

El grupo Teatro La Candelaria llevó a la Sala Central Lechera su más reciente creación Camilo,1 una obra que combina elementos del perfor-mance, coreografías de movimientos sincroniza-dos, danza ritual, multimedia con proyecciones de segmentos de documentales e imágenes de archivo, rezos en latín y música en vivo con can-ciones que oscilan entre melodías costumbristas, de tonos operáticos hasta el rap. Todo esto para brindar un homenaje a la vida, conflictos y convic-ciones del sacerdote Camilo Torres, cuyo quincua-gésimo aniversario de su muerte concuerda con la celebración de cinco décadas en la trayectoria del grupo de La Candelaria. Camilo Torres fue el precursor de la Teología de la Liberación. Un sacer-dote sociólogo, profesor universitario, filósofo y por último, insurgente, que dejó los hábitos para enlistarse en la guerrilla y así atender las necesi-dades de las zonas rurales combatiendo contra la democracia restringida del Frente Nacional.

Después de dos años de investigación y trabajo de creación colectiva por parte de La Candelaria, se llevó al escenario esta maravillosa puesta que representa a un personaje histórico, cuya lucha contra la injusticia y violencia que enfrentaba el pueblo campesino colombiano desde hace cinco décadas, sigue válida: ya que el conflicto socio-político y armado, la necesidad de paz y justicia siguen siendo temas vigentes. Desde el principio del espectáculo se invita a una comunión, a la celebración de vida de Camilo. El público es con-vocado por un sacerdote que, con un megáfono en mano, recita “bienaventuranzas” y da inicio a un viaje colmado de mitos y realidades en el que todos somos Camilo, tanto actrices, actores y espectadores, así como lo indica la directora, Patricia Ariza: “Camilo llegó a la Candelaria para pasar por el alma y los cuerpos de los actores y actrices, y de ahí llegar al público. En esta obra, todas y todos son, somos, Camilo”.

Otra propuesta proveniente de Colombia fue Antígonas. Tribunal de Mujeres, del grupo Tramaluna. Actrices profesionales y mujeres

1 El texto está publicado como primicia en la el número 179 de la revista Conjunto.

colombianas, sin experiencia teatral, madres de víctimas de la violencia, se toman el escenario para visibilizar la desaparición, el desplazamiento forzado y asesinato sistemático de líderes políticos y de jóvenes inocentes presentados falsamente como guerrilleros en los operativos de seguridad (“falsos positivos”) llevados a cabo por el Depar-tamento Administrativo de Seguridad (DAS) y el Ejército Nacional en Soacha.

Más que una puesta en escena, es un juicio que se presenta a los espectadores que pasan a ser jueces, testigos y jurados de los dolorosos y reales testimonios que se presentan. Mediante elemen-tos de multimedia, imágenes proyectadas a cada instante, que funcionan como complemento y a su vez como personaje importante en este juicio contra la injusticia y la violencia, se teje la alegoría al mito de Antígona y la guerra fratricida no decla-rada oficialmente que padece Colombia por más de seis décadas. En una polifonía de voces, mez-clada con música y poesía, se exhibe el testimo-nio de sus vivencias y trágicas experiencias. Se traen a escena elementos y objetos reales perte-necientes a las víctimas para invocar su presen-cia, para rendir su propio testimonio. Testimonio

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bordados a mano. En un contrapunto de testimo-nios, las actrices van tejiendo a su vez una visión del mundo injusto, pleno de desigualdad social y desesperanza. Van entregando las puntadas de sus jornadas de trabajo extenuantes. Como la aguja va perforando la tela, al mismo tiempo cala su salud y calidad de vida. Aunque el bor-dado de cada pieza se tarda diecisiete horas, es un trabajo fundamental para la supervivencia de muchas familias y una contribución al desarrollo económico del país, del que sin embargo apenas se benefician.

Entre los espectáculos con perspectiva genérica como base argumental, se encuentra Del manantial del corazón, del grupo mexicano Saas Tun, escrita y dirigida por Conchi León, quien también es actriz en el montaje. La puesta es un buen balance entre lo testimonial y lo costumbrista. Cuatro mujeres y una niña, todas vecinas, visten huipiles y chan-clas o guaraches, discuten sobre sus problemas, sus vivencias diarias mientras van compartiendo con el público las tradiciones y costumbres de la vasta cultura del pueblo maya. El escenario está enmarcado por el público en cada lado a manera de teatro arena. Este se compone de cuatro esqui-nas con altares o centros ceremoniales en cada una de ellas. En el interior, hay unas bancas que toman diversas funciones a medida que avanza la acción dramática. La obra nace, según la drama-turga Conchi León, de la curiosidad por las hierbas

que enfatiza no solo la pérdida, sino también la necesidad de existir como seres humanos y sacar sus muertes de las estadísticas de guerra. En cada escena, la música está presente. Se com-parten poesías inéditas hechas canciones, hasta un bullerengue palenquero que con el ritmo de sus tambores, las actrices y víctimas encarnan el mito de Antígona e invitan al público a ser tes-tigo de su denuncia, colaborador en la búsqueda y, en algunos casos más favorables, asistente del entierro de los seres queridos. Al final del espec-táculo, se invita a todos los asistentes del teatro de la Tía Norica a ponerse de pie y en un unísono gritar: “¡Acuerdos de paz ya!” como un acto para reivindicar la urgencia de los acuerdos de paz en Colombia.

El Salvador también brindó una interesante muestra de teatro documental con una gran carga de denuncia social con Made in El Salvador... Y de bordar y bordar se nos fue la vida, del Teatro del Azoro. El espectáculo nos cuenta la historia de cuatro mujeres bordadoras, invisibles para la sociedad y el Estado, que trabajan desde sus casas para las empresas maquiladoras que exportan al mercado estadunidense y europeo los vestidos

Donde viven los bárbaros, Bonobo

Made in El Salvador... Y de bordar y bordar se nos fue la vida, Teatro del Azoro

medicinales después de sentirse mucho mejor “cuando de grande me dio varicela y madre me bañó con ellas”. De esta manera, se mezclan las vivencias personales con los testimonios de muje-res mayas que narran tradiciones milenarias. Se representan los cuidados de la mujer antes, durante y después del parto; los ritos de la comadrona para cuidar del cuerpo y los baños con su herbolaria e instrucciones específicas. Se van dramatizando

también las ceremonias que se realizan a los niños y niñas para evitar el mal, regalando palabras de amor y esperanza. El ritmo de la trama se inten-sifica cuando se realiza una ceremonia bautismal en la que se hace partícipe a algunos espectadores. Ellos deben entregar ofrendas de objetos persona-les al niño bautizado acompañados de palabras que se llenan de carga poética al cobrar sentido en la escena.

Del manantial del crazón, Saas Tun.

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De la Argentina llegó Todo piola, del director Gustavo Tarrío, puesta de teatro-danza del grupo argentino que lleva el nombre de la misma obra. La obra es construida a partir de poemas de Mariano Blatt y canciones de Guadalupe Otheguy. Dos amigos de barrio experimentan un encuentro lleno ambigüedad genérica en el que se parodia y se reta toda la performatividad ligada al con-cepto de masculinidades tanto en un sentido

sexual como estético. Una pieza de teatro-físico, cuya construcción dramática la marca el ritmo de la música y la danza, mientras que el espectador intenta participar de esta experiencia lúdica. Se comparte una atmósfera de fantasía en la cual la búsqueda y apropiación de una identidad gené-rica queda permeable al encuentro con el otro.

Como también el grupo Terrenal con Terrenal. Pequeño misterio ácrata, de Mauricio Kartun, que presentó con muy buena actuación una especie de tragicomedia clownesca del mito bíblico con-temporáneo y costumbrista de Caín y Abel. Los dos hermanos payasos viven siempre en conflicto de vecinos, en un terreno común heredado de su abuelo, “Tatita”, quien los ha abandonado y regresa de improviso después de veinte años de ausencia. La obra critica de manera lúdica la crisis económica y las políticas del neoliberalismo. Caín es un excelente productor de pimientos, mientras Abel es un desempleado que consigue su sustento diario a través de la pesca y vende carnada a los pescadores de la zona. Es el triunfo del terrate-niente, el capitalista, sobre el desposeído, el prole-tariado. La espera del asesinato se va alargando al igual que las disputas entre hermanos se intensi-fican: peleas que se pierden a veces en la falta de contexto de los códigos lingüísticos y culturales del texto de los espectadores no argentinos, como los dichos populares, intertextualidades bíblicas y jerga gauchesca.

Esta edición del FIT trajo también teatro uru-guayo. El autor Sergio Blanco, presentó el uniper-sonal La ira de Narciso, dirigido por él y con una magnífica actuación de Gabriel Calderón. El pro-tagonista, un narciso perdido entre la representa-ción de sus múltiples narcisos, recibe al público cantando canciones populares en los 80 de José Luis Perales y José José. Prólogo ideal para el melodrama que se va a narrar detalle por deta-lle: Un crimen en la ciudad de Liubliana donde el autor/personaje debe presentar una conferencia magistral sobre el mito de Narciso. A medida que la acción dramática avanza, el autor desvela pau-latinamente los eventos que ocurrieron durante su estadía en la habitación de un hotel de lujo, donde aparentemente un joven había muerto descuarti-zado. Por medio de monólogo que se convierte en instantes en conferencia, revela los encuen-tros que este mantiene con un joven esloveno que acaba de conocer por internet. El conflicto se convierte a su vez en personaje. Se le da vida a través de la participación de los espectadores. El autor/narrador, de manera lúdica y confesional,

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astutamente va entregando claves suspicaces para que los espectadores descubran quién real-mente es la víctima y el asesino. Así pistas como un amante desconocido, un(a) recepcionista que le ayuda, un policía, un amigo editor… la pintura de Yves Klein, proyectada en la pantalla del esce-nario, que simula una mancha de sangre Azul y es la misma que lleva impresa en su camiseta el personaje. Una interesante puesta en escena en la que la inclusión de multimedia y tecnología ayu-dan a construir la historia de un crimen con la que de manera crítica, se enfatizan los estereoti-pos negativos de la figura homosexual y conlleva a un final de castigo ya esperado e hilado por el espectador gracias a las pistas que se entregaron en la narración/confesión del autor/personaje.

De Chile, se presentó la compañía Bonobo, ganadores del Festival de Teatro Joven de Las Condes, con la obra Donde viven los bárbaros, dra-maturgia de Pablo Manzi y dirección suya con-juntamente con Andreína Olivares. Un grupo de jóvenes que cuestiona la trivialidad y la violencia de las relaciones humanas. Es la historia de tres primos, quienes planean un encuentro después de muchos años de no verse. Sin embargo, la acu-sación de uno de ellos con la vinculación de un crimen de una chica, desencadena una terrible y violenta reunión. Una interesante puesta que cuestiona la convivencia humana y ese espacio liminal entre la tolerancia a la diversidad, la exclu-sión e inclusión.

Uno de los espectáculos más aplaudidos del fes-tival fue el de la actriz española Concha Velasco en Reina Juana con la producción del grupo Mar-quina Siempre Teatro en el Gran Teatro Falla. Un unipersonal escrito por Ernesto Caballero, en el momento que la reina Juana de Castilla, más cono-cida como Juana la loca, sabe que va a morir y hace una confesión ante San Francisco de Borja, enviado por su nieto Felipe. Por medio de un monólogo en forma de oratorio, la reina repasa toda su vida, desvela las vivencias y sufrimientos hasta su muerte completamente sola y alejada de sus hijos. La actriz, Concha Velasco, tiene la misma edad que tenía la soberana cuando murió en 1555, setentiséis años. La vida del personaje histórico estuvo sometida a manipulaciones pri-mero por su padre Fernando el Católico, y luego por el de Carlos I, su hijo, quienes la sometieron a cuarentiséis años de reclusión forzosa, ampa-rándose ambos en su supuesta incapacidad para gobernar a causa de diversos episodios nerviosos.

En el repertorio español también se incluyó otra pieza que revisita tiempos de la historia, esta

El Rey, Teatro del Barrio.

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vez no tan remoto: El Rey, de Teatro del Barrio. El espectáculo hace una crítica a la monarquía y construye al personaje de Juan Carlos I desde la ficción y el histrionismo. Se representan histo-rias ya conocidas por medio de la prensa, la tele y el internet. A través de un teatro documento y lúdico Teatro de Barrio formula preguntas críti-cas y actuales. En el Gran Teatro Falla también se presentó un sugerente espectáculo de flamenco surrealista por Varuma Teatro, Ns/Nc en el que las proyecciones de video en siluetas y su sincroniza-ción con las coreografías de danza y música, deja-ron abierta la posibilidad de muchos significados e interpretaciones.

Otras piezas del teatro español fueron de Eduardo Guerrero El callejón de los pecados; Su a feu, de Deabru Beltzak; Circ Bover con Vincles; Teloncillo Teatro con Olas; Xa Teatro con The Audition; La Revolución de la Mariposas con Yo también soy Frida, y A la sombrita y Teatro de pocas luces con Cuento de pocas luces; Joglars, con Zenit. La realidad a su medida y Titzina Teatro con la puesta Distancia siete minutos.

Una mención particular también merece en esta edición la celebración a dos escritores univer-sales por el IV centenario de su muerte. Miguel de

Cervantes por la compañía española Azar Teatro con su obra Sancho en Barataria, y William Shakes-peare por la compañía mexicana Los Tres Tristes Tigres con su puesta Algo de un tal Shakespeare. Por la República Dominicana estuvo el grupo Casa de Teatro con la obra El canta, yo cuento, mano a mano entre Freddy Ginebra y el cantautor Víctor Víctor, acompañado por Juan Francisco Ordóñez.

Como ya es característica del FIT, se presen-taron propuestas multidisciplinarias de teatro de sala, de calle y performances en lugares no convencionales. Una de los más populares fue la producción de Fernando Rubio, Todo lo que está a mi lado, un performance que intervino diferentes espacios de Cádiz con siete camas en círculo, cada una con una actriz. Durante quince minutos, las siete actrices gaditanas narran la misma historia a siete espectadores que se acuestan sin zapatos y sobre su costado derecho en la misma cama con la actriz, de frente a ella y completamente en silencio. Este encuentro crea sensaciones diversas en cada espectador. Es un performance que a su vez, contiene un sinnúmero de performances.

Sin embargo, el presupuesto del FIT ha decre-cido considerablemente desde su inicio en 1986, el primer año del festival. Como lo comenta el director del festival, Pepe Bable, es “porcentual-mente… el más bajo de toda la historia. En la primera edición de 1986 tuvimos al equivalente de trescientos mil euros… Después de trein-tiún años tenemos cuatrocientos mil euros.” Nadando a contracorriente de esta disminución en los fondos, el FIT sigue incorporando una impresionante gama de propuestas: en total cuarentitrés representaciones en nueve días de festival, con veinticuatro grupos, diez de ellos latinoamericanos, catorce españoles, un grupo de danza flamenca, dos de performance, dos de teatro circo, una compañía de títeres, un grupo de teatro infantil, una representación de música y narración y dieciséis de teatro sala. m

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Terrenal. Pequeño misterio ácrata, de Mauricio Kartun.