8. conferencia mi padre, marconista

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Mi padre, marconista Conferencia de Alfredo Amore Pardo Universidad Externado de Colombia - Bogotá, 4 de junio de 1974 con motivo de la celebración de los 100 años de la invención de la radio, con asistencia de la Sra. Gioia Marconi Braga, hija de Guillermo Marconi y Presidente de la Marconi Internacional Fellowship. Con el único mérito de ser hijo de un viejo Marconista, se me concede el honor de participar en estas celebraciones del centenario de la invención de la radio, para hablar de las ondas marconianas y su influencia en la vida de los pueblos. Tengo conciencia de mi limitación para hablar del tema, que sin embargo me apasiona; sé que otras personas podrían más dignamente cumplir con este encargo, con mejor elocuencia que la mía; pero la invitación de la Universidad Externado de Colombia y la Embajada de Italia, eran ineludibles y honrosas. Confío en la bondad y paciencia de este distinguido auditorio, sobre los hechos que voy a tratar, hechos históricos poco conocidos, fruto de mi investigación y de los escritos y convicciones de mi padre, que feliz marconista en estas tierras del olvido, nos heredó como su mejor tesoro. Fue Italo Amore un alpino piamontés, explorador africano, marino y marconista consumado, pionero en Colombia de las ondas cortas y ultracortas, fundador de la Liga Colombiana de Radioaficionados, creador y director de las revistas Radio, El Radiomano, y Electrónica, fundador de la Asociación de Radiodifusoras de Colombia ACODERA luego rebautizada ANRADIO, de la Asociación de Profesionales Electrónicos de Colombia APEC, entre las principales. Su ejercicio profesional de más de 60 años como Ingeniero Electrónico de formación propia, se desarrolló en medio de transmisores, válvulas, torres repetidoras, actualización tecnológica y cambios continuos en compañías tan importantes como la General Electric, de la cual fue Gerente de la División Electrónica por más de 20 años, y de ella se jubiló para seguir con su incansable labor de escritor. Sus temas favoritos, por supuesto Marconi, la Historia de la Radio en Colombia (libro aún inédito), y la historia de su vida, rara mezcla de aventura marinera con más de 100 viajes alrededor del mundo, y luego de sedentarismo a 2.600 metros de altura. En 1929 flechado por el amor de mi madre renunció a regresar a Italia, para echar raíces en esta patria adoptiva, al casarse con María Luisa Pardo Ospina, la hija menor de una tradicional familia bogotana de 26 hermanos, que bien podría ser récord mundial. También para los estándares italianos, la familia que formó de siete hijos y 23 nietos, se sale de todo lo común. Todo lo anterior con el mérito y la constancia del autodidacta, ya que habiendo cursado sólo los primeros años de la primaria, debió abandonar la escuela para trabajar desde corta edad, llegando con su tenacidad a ser Miembro Distinguido de la Asociación Americana de Ingenieros Eléctricos, sin haber cruzado las puertas de la Universidad, más que para ser cofundador y profesor de la Facultad de Ingeniería Electrónica de la Universidad Javeriana. Entró Italo Amore, a la edad de 17 años, a la carrera profesional de la “radio” en la Marina Mercante Italiana, durante la guerra europea. Después, durante más de 60 años trabajó siempre bajo tres pasiones fundamentales: la radio, la familia y su obstinado deseo de convencer a la comunidad mundial, que fue Marconi el verdadero y primer inventor de la comunicación inalámbrica. Como cadete de la Marina Mercante Italiana hasta 1920, recorrió medio mundo experimentando el placer de comunicar los mensajes marinos por ondas radio, que hasta entonces se hacían únicamente con señales de luces y banderas. Nombrado radioperador de la expedición geográfica del Duque de los Abruzzi, Amadeo de Savoia, estuvo dos años en la Somalia Italiana. En noviembre de 1927, trabajando como ayudante de Marconi en el yate-laboratorio Elettra, aceptó el reto de conformar la misión radiotelegráfica italiana, contratada por el Ministerio de Correos y Telégrafos y el Gobierno Italiano, siendo substituido en su puesto por su gran amigo Adelmo Landini, autor de otra biografía de Marconi titulada “Marconi sulle vie dell Ettere”. Fue jefe de la misión en la ciudad de Barranquilla, desde donde recomendó y ejecutó la introducción del sistema de ondas cortas en la radiotelegrafía y la radiodifusión colombiana. ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 1

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Conferencia de Alfredo Amore Pardo ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 1 Universidad Externado de Colombia - Bogotá, 4 de junio de 1974 con motivo de la celebración de los 100 años de la invención de la radio, con asistencia de la Sra. Gioia Marconi Braga, hija de Guillermo Marconi y Presidente de la Marconi Internacional Fellowship. 8 ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 9

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Mi padre, marconista Conferencia de Alfredo Amore Pardo

Universidad Externado de Colombia - Bogotá, 4 de junio de 1974 con motivo de la celebración de

los 100 años de la invención de la radio, con asistencia de la Sra. Gioia Marconi Braga, hija de Guillermo Marconi y Presidente de la Marconi Internacional Fellowship.

Con el único mérito de ser hijo de un viejo Marconista, se me concede el honor de participar en estas celebraciones del centenario de la invención de la radio, para hablar de las ondas marconianas y su influencia en la vida de los pueblos.

Tengo conciencia de mi limitación para hablar del tema, que sin embargo me apasiona; sé que otras personas podrían más dignamente cumplir con este encargo, con mejor elocuencia que la mía; pero la invitación de la Universidad Externado de Colombia y la Embajada de Italia, eran ineludibles y honrosas. Confío en la bondad y paciencia de este distinguido auditorio, sobre los hechos que voy a tratar, hechos históricos poco conocidos, fruto de mi investigación y de los escritos y convicciones de mi padre, que feliz marconista en estas tierras del olvido, nos heredó como su mejor tesoro.

Fue Italo Amore un alpino piamontés, explorador africano, marino y marconista consumado, pionero en Colombia de las ondas cortas y ultracortas, fundador de la Liga Colombiana de Radioaficionados, creador y director de las revistas Radio, El Radiomano, y Electrónica, fundador de la Asociación de Radiodifusoras de Colombia ACODERA luego rebautizada ANRADIO, de la Asociación de Profesionales Electrónicos de Colombia APEC, entre las principales.

Su ejercicio profesional de más de 60 años como Ingeniero Electrónico de formación propia, se desarrolló en medio de transmisores, válvulas, torres repetidoras, actualización tecnológica y cambios continuos en compañías tan importantes como la General Electric, de la cual fue Gerente de la División Electrónica por más de 20 años, y de ella se jubiló para seguir con su incansable labor de escritor. Sus temas favoritos, por supuesto Marconi, la Historia de la Radio en Colombia (libro aún inédito), y la historia de su vida, rara mezcla de aventura marinera con más de 100 viajes alrededor del mundo, y luego de sedentarismo a 2.600 metros de altura. En 1929 flechado por el amor de mi madre renunció a regresar a Italia, para echar raíces en esta patria adoptiva, al casarse con María Luisa Pardo Ospina, la hija menor de una tradicional familia bogotana de 26 hermanos, que bien podría ser récord mundial. También para los estándares italianos, la familia que formó de siete hijos y 23 nietos, se sale de todo lo común.

Todo lo anterior con el mérito y la constancia del autodidacta, ya que habiendo cursado sólo los primeros años de la primaria, debió abandonar la escuela para trabajar desde corta edad, llegando con su tenacidad a ser Miembro Distinguido de la Asociación Americana de Ingenieros Eléctricos, sin haber cruzado las puertas de la Universidad, más que para ser cofundador y profesor de la Facultad de Ingeniería Electrónica de la Universidad Javeriana.

Entró Italo Amore, a la edad de 17 años, a la carrera profesional de la “radio” en la Marina Mercante Italiana, durante la guerra europea. Después, durante más de 60 años trabajó siempre bajo tres pasiones fundamentales: la radio, la familia y su obstinado deseo de convencer a la comunidad mundial, que fue Marconi el verdadero y primer inventor de la comunicación inalámbrica.

Como cadete de la Marina Mercante Italiana hasta 1920, recorrió medio mundo experimentando el placer de comunicar los mensajes marinos por ondas radio, que hasta entonces se hacían únicamente con señales de luces y banderas. Nombrado radioperador de la expedición geográfica del Duque de los Abruzzi, Amadeo de Savoia, estuvo dos años en la Somalia Italiana.

En noviembre de 1927, trabajando como ayudante de Marconi en el yate-laboratorio Elettra, aceptó el reto de conformar la misión radiotelegráfica italiana, contratada por el Ministerio de Correos y Telégrafos y el Gobierno Italiano, siendo substituido en su puesto por su gran amigo Adelmo Landini, autor de otra biografía de Marconi titulada “Marconi sulle vie dell Ettere”. Fue jefe de la misión en la ciudad de Barranquilla, desde donde recomendó y ejecutó la introducción del sistema de ondas cortas en la radiotelegrafía y la radiodifusión colombiana.

ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 1

Para dar testimonio de su devoción y admiración por Guillermo Marconi, Italo Amore dictó el 4 de junio de 1974, en el Instituto Colombo Italiano de Bogotá, la conferencia “Las Ondas Marconianas y su Influencia en la Vida de los Pueblos”, la que reedito hoy para celebrar el centenario de la invención de la radio.

Hace mucho tiempo que la radio-comunicación dejó de ser la “chíspa” eléctrica que caracterizó a los pioneros inalámbricos, que se valían de este novedoso rayo controlado, para emitir señales. Pero desde Marconi, hasta nuestros días, la radio, y sus hijas: la radiocomunicación, la radiodifusión, y más recientemente el matrimonio comunicaciones-informática, siguen siendo la chispa de la tecnología.

La historia de la radio pasó del “chispero eléctrico”, por la válvula o tubo electrónico, por el transistor, el circuito impreso, el circuito integrado, la integración a gran escala, y lo que se verá si el mundo dura.

A los pioneros de comienzos del siglo les tocó vivir las principales fases de la evolución y el progreso de este tiempo, desde la raíz de la comunicación inalámbrica dedicada a la salvación de naves y de vidas humanas en el mar, hasta la comunicación permanente o la invasión de la información en la vida cotidiana; desde el telegrama (en Colombia a mucho honor, único país que lo bautizó Marconigrama), a la radiotelefonía, la radiodifusión, el cine mudo y el sonoro, la televisión, las ondas largas, las cortas, las ultracortas, las microondas, la órbita geoestacionaria y sus maravillas e ironías legales, las redes de datos y la ironía del fraude electrónico, la programación de los computadores y la ironía de los virus y la copia de programas, hasta el inmenso árbol de las ondas electromagnéticas que hoy en día nos invaden, nos aglutinan, y casi nos dominan.

Hace 75 años, encontrándose Italo Amore como expedicionario italiano en Somalia, los nativos de esas lejanas tierras, observando como mi padre encendía un bombillo al enroscarlo en su portalámpara, trataban de repetir el milagro al atar un bombillo ya dañado y abandonado, a una cuerda común; al no lograr el milagro de la luz, pidieron a mi padre el tocarlo con su mágica mano para que alumbrara. Al no conseguirlo, evidentemente por tratarse de un imposible, casi lo condenan por no ser capaz de repetir con su magia, el deseado milagro de la luz portátil. Se requirió una larga explicación, que los indígenas no entendieron, sobre el acumulador eléctrico, el filamento del bombillo, etc. Era la época de las invenciones primordiales en la magia del electromagnetismo.

A Marconi, entre gente mucho más civilizada, tales enredos tecnológicos no se le solucionaban siempre tan fácilmente. En Europa, Canadá, y EE.UU., cuando proyectaba instalar radioestaciones de gran potencia, en más de una ocasión se le presentaron los vecinos reclamando, porque las ondas electromagnéticas les estaban produciendo raras enfermedades, impotencia, locura, y obligaron a Marconi a desmontar sus “diabólicos” aparatos, trasladarse a otro lugar. Supersticiones…

Marconi, hijo de la gran dama irlandesa Annie Jameson (en aquel tiempo Irlanda formaba aún parte de la Corona británica, de la cual se independizó el 17 de abril del año 1949), se casó en Londres con Beatriz O’Brien, hija de Lord Inchiquin; por esto, y tal vez también porque dos de sus hijos nacieron en Inglaterra, era considerado hombre de dos patrias. Sin embargo, como lo veremos más adelante, él fue siempre totalmente italiano.

Pasemos pues a reseñar cómo fueron los descubrimientos e invenciones que hizo Marconi. Es sabido que cuando durante el año de 1895 solicitó en Roma la patente para su invento de la comunicación inalámbrica, al Ministerio de Correos y Telégrafos, este le contestó desfavorablemente, conceptuando que era absurda fantasía de un loco.

Durante sus experimentos en la finca paterna, en Toscana, había ya gastado gran parte del patrimonio de su padre Giuseppe Marconi. Para continuar, necesitaba mucho dinero.

Por otra parte, Marconi había comprendido que la radiocomunicación a pequeña distancia –que era cuanto lograba hasta entonces– no podía competir comercialmente con las líneas telegráficas. Que por el contrario, en el mar, su invención tendría valor extraordinario, puesto que los barcos no pueden viajar conectados con una línea. Esto explica porqué, la radio nació y se desarrolló en el mar.

Resulta además, que para adelantar ese proyecto, no era suficiente ser un genio, sino que era necesario reunir otras condiciones, no comunes.

Había que dedicarse a trabajar en el océano, sin temer a las tempestades o al mareo (Marconi había practicado el deporte de la navegación a vela, en Livorno, y era muy aficionado al mar).

2 ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo)

También hay que recordar que Marconi fue víctima de un grave accidente automovilístico, cerca de Génova en Italia, en el año de 1912, o sea a la edad de 38 años, cuando quedó fatalmente lesionado de su ojo derecho.

Para entenderse con reglamentaciones marítimas y otros asuntos internacionales era preciso conocer el idioma inglés (Marconi lo hablaba tan bien como el italiano).

Se necesitaba relacionarse con capitalistas y personajes marítimos británicos (la suerte quiso que la madre de Marconi, siendo irlandesa, tuviese parientes, con buenas relaciones sociales, en los círculos londinenses). En consecuencia ante la negativa del Ministerio italiano, Marconi y su madre se trasladaron a Londres.

Enterado del proyecto de la comunicación inalámbrica, el almirantazgo pensó que si tal invento fuese una realidad, el problema de la flota de guerra del imperio británico, cuyos barcos, esparcidos por los varios océanos estaban incomunicados, quedaría maravillosamente resuelto.

El Post Office, o Ministerio Inglés de Correos y Telégrafos, también intervino, ayudando financieramente a Marconi; y tan pronto que –con la cooperación de sus parientes ingleses– obtuvo el 2 de julio de 1897 su primera patente, organizó una compañía, que en el año de 1900 tomó el nombre de: MARCONI’S WIRELESS TELEGRAPH (Compañía de telégrafos Sin Hilos, de Marconi), con capital de 100.000 libras esterlinas, con el cual, la compañía adquirió la patente de Marconi, pagándole 15.000 libras esterlinas, y además, la mitad de las acciones de la misma empresa.

Cabe anotar, que no obstante la incomprensión que había sufrido de parte del Ministerio italiano, Marconi, para satisfacer su patriotismo, regaló inmediatamente a la marina de guerra italiana, el derecho de usar su patente. Y que durante su vida, no obstante ser medio inglés, fue siempre patrióticamente muy ferviente italiano, lo cual, en la fase final de su existencia, fue motivo de sus desacuerdos y rotura de relaciones con la Cía. Marconi de Londres.

Y no podemos olvidar la traición de su compañía la Marconi de Londres, que para castigar su adhesión al gobierno de Mussolini, lo colocó en lista negra, boicoteándolo económicamente, condenándolo a la miseria.

En su libro: MARCONI MI PADRE, su hija Degna Paresce, escribió: “todas estas cosas amargaban y humillaban a mi padre, que las consideraba una mezquina compensación a sus largos años de trabajo, sus sacrificios personales y su fundamental aporte a una compañía que había sido su creación, y que llevaba su nombre…”. Tanto lo amargaron esos sinsabores, que el 20 de julio del año 1937, a la edad de 63 años, Marconi murió, traspasado de dolor.

Para honrarlo, por Ley del 23 de marzo de 1938, el Estado Italiano dispuso que, en adelante, cada 25 de abril, fecha de su nacimiento, sería fiesta cívica. Sin embargo, a continuación, porque fue considerado fascista, quedó olvidado, y en cierto modo traicionado por su patria italiana, que posteriormente enmendó el error y volvió a reconocerlo como uno de sus grandes genios, al lado de Leonado de Vinci, Cristóforo Colombo, y otros nombres ilustres de la historia y de la ciencia italiana.

Volvamos a las labores de investigación. Uno de sus primeros descubrimientos fue el de que conectando al transmisor y al receptor, una antena y una conexión a tierra, aumentaba la distancia a que podía comunicar. Esta idea de la antena surgió en él, recordando los experimentos del norteamericano Benjamín Franklin, que un siglo antes, con una cometa, había recogido electricidad entre nubes, y había inventado el pararrayo. Pero, la antena transmisora no es un simple alambre o varilla: su eficacia depende de la altura, diseño, medidas, cuyas fórmulas, Marconi tuvo también que inventar.

Luego, descubrió que a medida de que alargaba la longitud de onda, aumentaba el alcance a distancia, de sus señales.

El 20 de marzo de 1890, logró la primera radiocomunicación internacional, a través del canal de la Mancha, entre Londres y Boulogne, a distancia de 48 kilómetros. El 1º de noviembre del mismo año, sobre la nave St. Paul, inauguró el primer radioperiódico, que fue bautizado: THE TRANSATLANTIC TIMES, recibido e impreso mientras el barco viajaba a 100 kilómetros de la costa.

Continuamente tratando de superarse, Marconi buscaba entre los misterios de la física, de la química, del espacio, aportando nuevos perfeccionamientos a sus aparatos, y así lograba aumentar siempre más la distancia de las radiocomunicaciones. Y mientras que, por un lado, crecían el entusiasmo y la cantidad de creyentes en el milagro Marconiano, por otro lado, era aún grande la cuantía de escépticos quienes presumían que allí había engaño.

ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 3

Sin embargo, en algunas naciones vigilantes y recelosas de la hegemonía militar y comercial del imperio británico, principiaron a preocuparse, y averiguar la manera de imitar a Marconi. A su alrededor pululaban los espías, para robarle secretos, copiar sus inventos. En Alemania, con la participación del físico Adolfo Slaby que había estado al lado de Marconi observando y conversando con él durante varios ensayos en Inglaterra, el gobierno del Emperador Guillermo II, apoyó la creación de la sociedad Telefunken, con base en una ingeniosa –y por cierto que muy buena– modificación de los aparatos patentados por Marconi. Comenzó entonces una competencia científico-político-comercial, de carácter y de importancia internacional, en cierto modo comparable a la que actualmente se desarrolla entre grandes naciones, para la supremacía en la energía atómica, nuclear, etc. Marconi, tuvo que luchar, sólo, contra todo, y contra todos.

Para dar al mundo una prueba decisiva, concibió comunicar Europa con América, instalando el transmisor en Poldhu, Inglaterra, y la estación receptora en St. John, isla de Terranova, Canadá.

La noticia de colosal proyecto de Marconi, se difundió entre los ambientes científicos, suscitando protestas irónicas, burlas, insultos, acusándolo de locura, de ignorancia crasa, de derrochador de capitales inmensos en construcciones e instalaciones extravagantes, quiméricas. Se aseguraba que –aún en el caso no probable de que las ondas Marconianas viajaran una distancia tan grande como entre los dos continentes–, cualquier ingeniero debería saber que la redondez del globo terrestre haría que, tales ondas –que viajan en línea recta–, llegando al horizonte se elevarían hacia el cielo infinito, en vez de atravesar la enorme montaña de agua, hasta más de 300 kilómetros, entre aquellos dos puntos del globo. Ante ese inmenso obstáculo, y al oír la opinión contraria de tantos hombres de ciencia, había de que asustarse; el riesgo era enorme.

Marconi, no hizo caso. Porque era un genio, desafió la ciencia, jugándose el todo por el todo. Había escogido un terreno que consideró adecuado para levantar torres de gran altura para sostener las antenas. Pero como si también la naturaleza quisiera oponérsele, unos vendavales le tumbaron las torres. Entonces, en St. John, en lugar de torres, elevó un globo aerostático, cuyo cable de sujeción, funcionaria como antena. Dos veces, el viento se llevó el globo. Entonces, cambio de estrategia: en vez del globo, elevó hasta 150 metros, una corneta. Y, finalmente después de varias tentativas, el 12 de diciembre del año 1901, recibió a través del océano, desde 3.500 kilómetros de distancia, las señales transmitidas desde Inglaterra.

El milagro se había realizado. Sin embargo, continuaron algunos incrédulos. La Compañía Comercial, que poseía en Terranova el monopolio de las comunicaciones por cable, publicó que se trataba de una: “fábula de fantasía”. El físico inglés Oliver Logde, en el TIMES de Londres escribió que dudaba. El americano Edison, al principio dudó, luego, aceptó la evidencia, manifestando: “Me gustaría conocer éste joven de 27 años, que ha tenido la monumental audacia de intentar y lograr lanzar una onda eléctrica a través del Atlántico…”

El antagonismo alemán, y el pleito acerca del canon por el uso de sus patentes, salieron a la luz con escaramuzas entre las dos partes, seguidas por el famoso incidente en el Quirinal. Cuando hallándose el Emperador Guillermo II en Roma, durante una recepción, al serle presentado el inventor, el Káiser le dijo: “señor Marconi, no crea Ud. que yo tenga animosidad contra su persona; lo que yo no apruebo es la política de su Compañía...”. Quizá sorprendido en su orgullo, Marconi contestó: “Su Majestad Imperial, me abrumaría el pensar tal cosa, pero soy yo quien decide la política de mi Compañía”.

Marconi, además de los desacuerdos internacionales, tenía también que enfrentarse a los problemas financieros de su Compañía, que cada tanto, arriesgaba caer en bancarrota.

Cuando Marconi, para aumentar la distancia, o para mejorar la calidad de la comunicación, inventaba una modificación técnica, se suponía que esa sería la cumbre, el: “non plus ultra”; y en seguida, principiaba la fabricación de nuevos aparatos, con esa innovación, para todas las estaciones afiliadas. Esto le costaba grandes sumas a la compañía. Poco tiempo después, al descubrir otro perfeccionamiento, había que repetir lo anterior: echar a la basura todo cuanto existía, iniciar nuevas construcciones, y para ello… nuevos gastos.

La radio, de Marconi, nació en el mar, y se desarrolló, principalmente, como medio para salvar vidas humanas. Convendrá pues, para el bien de la humanidad, procurar que los medios de comunicación social sean orientados hacia esa misma finalidad, para beneficio de la civilización, en vez de para destruirla con e] libertinaje; y ojalá siguiendo las recomendaciones contenidas en la pastoral “Communio et Progressio”, elaborada por el Concilio Vaticano II, aprobada el 23 de mayo del año 1971 por el Papa Paolo VI, pastoral que es poco conocida porque algunos católicos no la leen creyendo que se trata de liturgia; y entre sus pocos lectores, algunos la archivan, porque no

4 ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo)

gusta a algunas autoridades y a quienes se benefician con el monopolio. No gusta, porque aconseja la libertad democrática, la pluralidad de controles; y es: antimonopolista.

Volvamos a Marconi. Como decía, la Compañía Marconi de Londres, se hallaba en malas condiciones financieras, porque los gastos de experimentación eran muchos, mientras que el producido por los derechos de patentes, y venta de aparatos, era insuficiente, pues, en todo el mundo, solamente un centenar de buques de lujo, estaban provistos con estación de radio. La situación principió a mejorar después del 14 de abril del año 1912, cuando habiéndose estrellado contra una montaña de hielo flotante, o “iceberg” el gran trasatlántico inglés TITANIC, gracias a la llamada de auxilio S0S hecha desde una estación de radio marconiana, se salvaron más de 700 personas.

Esto, despertó la atención del mundo hacia la utilidad de la radiocomunicación. Mayor cantidad de barcos solicitaron ser equipados con aparatos Marconi. Las acciones de la Compañía subieron de precio en la Bolsa.

Sin embargo, el empuje decisivo lo dio la guerra europea, cuando los submarinos alemanes principiaron a hundir barcos mercantes de los Aliados. Debido a la falta de comunicación, los náufragos quedaban abandonados en los océanos, condenados a una muerte segura. Los gobiernos se vieron en el caso de remediar urgentemente tal situación, y para ello decretaron que ningún barco mayor de 2.000 toneladas, o con más de 30 personas a bordo, podía salir del puerto si no estaba provisto de estación Marconi. En consecuencia, ya en el año de 1917, la cantidad de navíos provistos con radio, superaba algún millar.

La Marconi no podía limitarse a fabricar tantas nuevas estaciones para los barcos, sino que tenía también que instalar, y suministrar personal marconista, para hacerlas funcionar. Así fue como a principios del año 1917 Italo Amore entró en la Compañía Marconi de Génova, sucursal de Londres. En el primer barco en el cual le tocó servir, la motonave Pietro Maroncelli aprendió el oficio de marconista, profesión nueva y vital, en la que soportando la rudeza del marino, debía transmitir y recibir casi diariamente llamadas de auxilio: el SOS de salven nuestras vidas.

Transferido a Colombia, y habiendo decidido quedarse en el país para convertirse en el pionero de la radio, siguió siendo marconista en tierra, donde además de crear la primera infraestructura de radiocomunicaciones del país, continuó con su labor de lucha por el reconocimiento a Marconi, que se extiende hasta sus herederos carnales y técnicos.

Merece anotar, que hasta entonces, todo lo que existía en radiocomunicaciones era solamente Radiotelegrafía marítima, pues, todavía no se conocía ninguna otra aplicación de “radio”. La Radiogoniometría, patentada en 1907 por los ingenieros italianos Bellini y Tosi, de Turín, era todavía un secreto militar. En lo tocante a Radiotelefonía, y a su hija la Radiodifusión, estaban aún por inventar.

No podemos detenernos aquí en describir sus trabajos: los proyectos de diferentes inventos como resultado de sus 40 años de continuos estudios e investigaciones, que desafortunadamente se llevó consigo al sepulcro. Baste mencionar que ya se hablaba del rayo de la muerte; del radio-eco lunar; y que ya en el año de 1922, durante una conferencia en el Instituto de Radio Ingenieros (I.R.E.) de Nueva York, había anunciado los principios y las posibilidades navales de aquello que, más tarde, los ingleses bautizaron con el nombre de “radar” (Radio Detecting And Ranging) que luego, como si alguien se lo hubiera prohibido, no pudo desarrollar a favor de la marina italiana. Durante la guerra mundial, el 29 de marzo del año 1941, en la batalla del Cabo Matapán, una escuadra inglesa hundió fácilmente una similar italiana, que no estando provista de radar, cayó como ciega bajo los tiros de la artillería enemiga. Marconi, ya había muerto de dolor.

Hacía algún tiempo que la antigua alianza, y la gran amistad anglo-italiana, habían roto relaciones. La hostilidad británica contra el italiano Marconi continuó implacable después de su muerte. Como para castigarlo a él, y a su patria, en la Convención Internacional del Cairo, año de 1938 o sea apenas un año después de su muerte, quedó oficialmente aceptada por primera vez la denominación: “ondas hertzianas” que recordando los antecedentes de Maxwell, y del mar, más justamente hubieran debido llamarse “ondas Marconianas”; o continuar con la técnica denominación vigente desde la Convención de Radio de Washington de 1927, de “ondas radioeléctricas”, y kilociclos.

Recordando tales hechos, se comprenden algunos secretos políticos, y se explican algunos misterios de la guerra mundial, que quizá se habrían desarrollado en otra forma, si Marconi no hubiese fallecido prematuramente. Este caso, de la falsificación de la historia, y de la nomenclatura equivocada, no es insignificante; ni debemos dejarnos engañar por determinadas mentiras que –

ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 5

como lo afirmaba el ministro alemán de la propaganda, Goebbels– repitiéndolas millares de veces, se vuelven verdades…

Podemos perdonar, pero no olvidar, que durante aquellos años, cuando Italia extendía su aporte de civilización a la Somalilandia, desde Eritrea a Etiopía, la propaganda inglesa –utilizando como arma de guerra las ondas marconianas– convenció al mundo, y hasta a Colombia, que los italianos eran feroces asesinos de mujeres y niños; que bombardeaban escuelas y hospitales abisinios… que no existían…

Así como las intrigas políticas pudieron imponer tales errores, no es de extrañar que ahora se quiera inculcar en el mundo la creencia de que el inventor de la radio no fue Marconi, sino Hertz.

Esta es una vieja maniobra, iniciada desde el año de 1903 por el Emperador Guillermo II, en favor de su patria.

La verdad es otra. Ya desde el año de 1912, en una conferencia en la Sociedad Eléctrica de Nueva York, el ingeniero húngaro Michael Pupin manifestaba: si tenemos que darle un nombre a las ondas eléctricas, no debemos más llamarlas hertzianas, sino ondas Marconi, porque son suyas…

En una fotografía del año 1902, dedicada a nuestro inventor, el físico ruso Alejandro Popov escribió: “A Guglielmo Marconi, le pére de la telegraphie sans fils…” (al padre de la telegrafía sin hilos).

En una serie de artículos titulados: “Historia del Principio de la Electrónica”, publicados en la revista SPECTRUM del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos de Nueva York (IEEE ex IRE), edición de diciembre del año 1968, el físico Charles Suukind de la Universidad de California comentó: “Alemania inició la lucha para adoptar el nombre de Hertz como unidad de medida radioeléctrica. Durante los años 30, el nazismo intentó abolir esa nomenclatura, porque Hertz era de ascendencia hebrea…”

Se puede pensar que si el nazismo no hubiera perdido la guerra o si Marconi hubiera sido hebreo, el Bureau of Standards, que en el año de 1964 inició el abuso o error de cambiar la nomenclatura, en vez de Hertz, kíloHertz, MegaHertz, habría más justamente adoptado el vocablo: Mar, Kilomar, MegaMar…

Los señores del Bureau of Standards, y los gobiernos anglófonos, patriotas a su manera, durante un centenar de años se negaron a usar las científicas unidades de medida del sistema métrico decimal: litro, gramo, metro, etc., en reemplazo de los anticuados e inconvenientes galones, onzas, pies. Muchas personas aunque no sepan el significado que se quiere dar a ese nombre, en vez de continuar con la técnica y correcta nomenclatura: ciclo, Kilociclo, Megaciclo, suponen que diciendo hertz, Kilohertz, MegaHertz, dan muestra de gran sabiduría…

Lejos de mí, desconocer el aporte científico de Hertz, que en su laboratorio experimentó y demostró las leyes que manejan las oscilaciones electromagnéticas que el físico escocés Maxwell había matemáticamente anunciado con sus famosas ecuaciones. Hertz fue un sabio, pero la propaganda alemana y hebrea exageró en atribuirle merecimientos en asuntos en los cuales nada tuvo que ver, porque después del ensayo en su laboratorio, se dedicó a otros campos de la física, de la óptica, y de la mecánica.

En la biografía titulada MARCONI Y SU INVENCIÓN, del autor inglés Orrin E. Dunlap, encontramos una lista de las distinciones y condecoraciones otorgadas a Guglíelmo Marconi. Sin mencionar las de origen italiano, que son innumerables, vale la pena mencionar:

- Doctor en Ciencias, Universidades de Cambridge y de Oxford. - Doctor en Física, Universidad de Río de Janeiro. - Doctor en Leyes, Universidades de Aberdeen, Glasgow, Liverpool, Columbia, Louisiana,

Loyola, Northwestern, Notre Dame. - Placa de Oro, de los sobrevivientes del paquebote inglés TITANIC. - Medalla Albert, de la Sociedad de Artes, de Londres. - Medalla Exner, de Viena - Medalla John Fritz, del Instituto de Ingenieros Eléctricos y de Minas de Inglaterra. - Medalla John Scott, de Filadelfia. - Medalla Gustave Trasenter, de Bélgica. - Medalla Kelvin, del Instituto de Ciencias Civiles, de Londres. - Medalla de Plata, de la Sociedad Internacional Mark Twain. - Medalla de Oro y Diploma, de la Asociación de Veteranos Radiotelegrafistas de Nueva York. - Medalla de Oro, del Instituto de Ingenieros de Radio, de Nueva York.

6 ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo)

- Medalla de Oro, del Instituto Franklin, de Filadelfia. - Medalla de Oro, de la Sociedad Eléctrica, de Nueva York. - Caballero de la Orden Rusa de Santa Ana, año 1902. - Premio Nobel de Física, año 1909 - Gran Cruz de la Orden Española, de Alfonso XII, año 1912. - Caballero de la Gran Cruz de la Orden Victoriana, año 1914. - Orden Española de Plus Ultra, año 1929. - Caballero de la Gran Cruz de la Orden de Menelik, año 1931. - Gran Cruz de la Orden Soberana de Malta. - Medalla Goethe, otorgada por el presidente Paul von Hindenburg, Alemania, año 1932. - Gran Cruz de la Orden Brasileña de la Cruz del Sur, año 1935. - Gran Cruz de la Orden China del Jade, año 1936. Como se ve hasta 1935 o sea hasta un año antes de su muerte, el reconocimiento de la obra de

Marconi, era inmenso. ¿Cómo se explica entonces, el reciente reemplazo de Marconi, por Hertz? Errores e injusticias de la política internacional; de la guerra.

A Marconi, a sus descubrimientos, a sus 40 años de intenso trabajo, estudio, e investigaciones en el campo de las radio-ondas, a sus 84 travesías en el océano Atlántico, probando estaciones de radio en diferentes barcos, es que tenemos que agradecer el desarrollo de dos materias fundamentales de la actual ciencia electrónica: la radio-propagación, y la radiocomunicación.

En radiocomunicación: sin olvidar la contribución del inventor del alfabeto Morse, y de tantos otros predecesores, hasta Galvani y Volta; la verdad es que para hacer factible la transmisión y la recepción de las señales radioeléctricas, Marconi tuvo que inventar una infinidad de dispositivos y de aparatos; desde la antena y el detector magnético, hasta el chispero rotativo y los circuitos radioeléctricos con sus patentes, todo lo cual sería muy largo enumerar.

En radio-propagación: Hertz, se contentó con algunos metros de distancia, dentro de su laboratorio. Después, varios otros sabios, de diferentes naciones, se habían interesado en las ondas electromagnéticas: desde los italianos Calzecchi—Onesti y Augusto Righi, al francés Branly, el ruso Popov, el alemán Slaby, los ingleses Preece, Lodge, y Kelvin, el serbio Tesla, los americanos Edison, Fessenden, y otros; todos, por diferente pista buscando El Dorado, pero nadie había descubierto nada, porque aun cuando eran grandes físicos y hombres de ciencia, todos seguían el camino indicado por Maxwell y Hertz, que era equivocado, porque se fundaba en el concepto de que todas las radio-ondas son “quasi-ópticas’, como las que actualmente denominamos “microondas”, y por lo tanto, se propagan como la luz, en línea recta, y solamente hasta el horizonte (siempre que no haya obstáculos de por medio). Que para alcanzar más allá del horizonte visible, necesitan de cadenas de estaciones repetidoras, que actualmente son posibles merced al progreso de la electrónica, pero no lo eran con los medios de la física y la mecánica de principios del siglo.

Marconi principió también con las microondas, pero al constatar que no alcanzaba distancia apreciable, en vez de abandonar la idea, siguió investigando, y principió a descubrir y abrir en el espectro electromagnético, una nueva gama de ondas que hoy llamamos radioeléctricas, o Marconianas, cuyas características de propagación son totalmente diferentes de las microondas, pues no viajan en línea recta, sino que siguen la curvatura del globo terrestre al ser reflejadas por la troposfera. Aumentando la longitud de onda, Marconi ensayó las ondas cortas, que tampoco le sirvieron porque careciendo de observadores en otros continentes, no sabía que su propagación está sujeta a la “zona de sombra”, a la reflexión ionosférica a gran distancia según las horas del día o de la noche; y otras peculiaridades, que se principiaron a revelar el año de 1922 por obra y gracia de radioaficionados de la American Radio Relay League, y de europeos y australianos cuya participación en el progreso de la electrónica bien merecería un monumento al soldado desconocido de la radio: el “radio-amateur” o radioaficionado.

Marconi, continuando en sus experimentos, descubrió las ondas medias y las ondas largas, con las cuales, en el año de 1901 llevó a cabo la famosa comunicación trasatlántica, a distancia de 3.500 kilómetros, sin relevos o repetidores.

Posteriormente, el 26 de marzo del año 1930, hizo una demostración de control, desde el yate ELETTRA anclado en el puerto de Génova, encendiendo la luz del alumbrado de la ciudad de Sydney en Australia, mediante una señal enviada en onda corta de 27 metros.

El 12 de febrero de 1931, ante el Papa Pio XI, inauguró en la Radio Vaticana una estación de onda ultracorta, con antena parabólica, cuyo diseño básico es todavía usado en la actualidad.

ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 7

Es interesante observar que después de la Marconiana comunicación transatlántica del año 1901, los hombres de ciencia y las grandes empresas de radio comunicaciones, en Alemania, Francia, EE.UU., Japón, Rusia, etc., todos, siguieron el camino de las ondas medias y ondas largas, descubiertas por Marconi. A nadie se le ocurrió que existieran otras que no fuesen las Marconianas.

Por ejemplo: en agosto del año 1928, en Barranquilla, cuando la SCADTA, hoy AVIANCA, quiso ensayar radiocomunicación desde el hidroavión bimotor Dornier-Wall bautizado “Colombia”; el aparato era marca Marconi y no Telefunken, no obstante que la empresa era alemana, y era para funcionar en la reglamentaria onda larga. Me consta porque le correspondió a Italo Amore ser el Marconista que por primera vez en Colombia hizo radiocomunicación desde el aire, volando en ese avión.

Y durante el año 1929, habiéndose constatado que en los países tropicales los ruidos atmosféricos o estáticas reducen el alcance de la onda larga, cuando los pioneros de la misión radiotelegráfica italiana iniciaron en las estaciones del Ministerio de Correos y Telégrafos, la transformación al sistema de propagación por ondas cortas, el asesor alemán del Ministerio, que a la vez era agente de la Telefunken, recomendó suministrar equipos de la Marconiana onda larga.

Asimismo durante el conflicto de Leticia y el Amazonas: cuando el Ministerio de Guerra (hoy MinDefensa), necesitó equipar estaciones militares, con aparatos de onda corta, tuvo que adquirirlos de la Marconi, la RCA, la Collins, y la Standard Electric, porque la hertziana Telefunken todavía producía solamente aparatos para las ondas largas descubiertas por Marconi.

En resumen: la verdad es que Marconi, con las ondas medias y las ondas largas, descubrió lo único que podía servir para la propagación “circular”, en todas las direcciones, y sobrepasando montañas, sin zonas de sombra, como se necesitaba, y aun se necesita, para los barcos, y para varios otros tipos de servicios, que todavía actualmente no se pueden hacer con las microondas ni agregándoles repetidoras, o satélites, que en muchos casos son todavía impracticables. Baste recordar que la radiodifusión todavía se hace con las ondas medias o largas.

El descubrimiento de Marconi no fue una casualidad, sino el resultado de su inflexible voluntad, de tantos años de experimentación, contrariando todos los sabios de aquella época. Si hubiera insistido en las microondas, habría fracasado, como todos los demás, porque las microondas no sirven para propagación circular ni sin repetidores –para larga distancia, ni para sobrepasar montañas–, y entonces, nunca habríamos tenido la radiodifusión, ni la TV, ni el progreso de éste siglo, que se define con el título de: la era electrónica, o la era informática, que apareció como consecuencia de los increíbles adelantos en materia de tecnología de computación, que dan como para otra conferencia similar, que el tiempo no permite.

Sin embargo, y atreviéndome a ser tan visionario como Marconi, me atrevo a enunciar que gracias a los avances tecnológicos, la humanidad, las personas, permanecen cada vez mas vivas en los recuerdos, o por decirlo poéticamente, cada día mueren menos…

¿Cómo es eso? Hasta la invención de la fotografía, la única forma de quedar con el recuerdo de una persona,

era que un pintor retratista hiciera el retrato de la persona con pinceles y colores; luego se dio el gran salto de la fotografía, con lo que se tuvo la imagen plasmada de una persona en actitud natural; posteriormente vino la grabación y reproducción de la voz, con lo que ya guardamos la imagen sonora de las palabras de las personas. Luego con el cine mudo y sonoro, con la grabación de imágenes en cinta magnética, y la popularización de la filmación portátil, es completamente natural conservar imágenes vivas de las personas, y reproducirlas a voluntad. Y ya podemos guardar las ideas de las personas, en computadores que pueden estudiarlas y combinarlas. Todo eso en tan solo 50 años de informática y computación.

¿Qué no se inventará en los próximos 50 ó 500 años? Yo predigo que por ejemplo se avanzará en investigación logrando que no solo se conserve y reproduzca la imagen de una persona, que se materializará aun después de desaparecido, en una fotografía de tercera dimensión inmaterial u holográfica, combinando además esa imagen con sus palabras, y sus ideas, que un computador será capaz de reproducir, inferir, combinar y repetir. Con todo ello, tendremos recuerdos cada vez más vivos, menos muertos, de las personas muertas.

Qué no daríamos para poder tener más presentes aquí a Guglielmo Marconi y a Italo Amore, o en su defecto, a sus imágenes holográficas y a sus ideas y palabras realizadas en términos de realidad virtual… Así va a ser en el próximo futuro.

8 ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo)

Quien lo dude, bástele con recordar cómo fue vilipendiado Marconi por predecir y luego demostrar, que podía transmitir palabras, e ideas a larga distancia, invención tal vez más audaz de la que estoy pronosticando.

Con todas las pruebas que en detalle he mencionado y que Italo Amore investigó, probó, difundió y confirmó, ejerció en la forma más aquilatada la profesión de Marconista, no sólo en el sentido literal de oficial de radiocomunicaciones, sino en el amplio sentido de la propagación, no ya de las ondas marconianas a través del espectro electromagnético, sino de las ideas e inventos marconianos por el mundo.

Para resaltar la trascendencia del invento de Marconi, el Expresídente de la República, Guillermo León Valencia, proclamó el 4 de noviembre de 1962, las siguientes palabras con ocasión del día de la Radiodifusión Continental:

“Saludo con la más viva emoción, en éste día, a los radioescuchas de Colombia, de América, del mundo, que en todos los lugares y rincones de la tierra están atentos a la transmisión milagrosa, que les permite disfrutar del beneficio invaluable de la palabra, que vuela distancias inconmensurables, por sobre la inmensidad, y por encima de los más profundos abismos, como expresión del pensamiento de los hombres.

Y sea éste el momento oportuno para rendir el más cálido homenaje de admiración, de gratitud, y de afecto, a los hombres de ciencia, que con el sabio italiano Guillermo Marconi a la cabeza, supieron encontrar entre las vibraciones del espacio, las posibilidades de comunicación entre los pueblos, y de comunión espiritual entre las almas. Hay que pensar siquiera un instante, en lo que era el mundo antes del descubrimiento de la radio, para poder evaluar adecuadamente todo lo que significa el momento estelar para la humanidad, en que Marconi hizo florecer el vacío, con su invento trascendental. Desde ese instante incomparable de la historia del mundo, se acortaron las distancias, se superaron los abismos, se colmaron los ámbitos.

Por eso, mi padre, Guillermo Valencia, dijo en elogio de Marconi estas bellas palabras que quiero repetir con intensa emoción:

Fundió sonido y tiempo, fecundizó el espacio, magnificó la vida, eternizó el instante, Marconi, honor del mundo, numen y prez del Lacio.”

Mil gracias.

ANEXOS – MI PADRE, MARCONISTA (por Alfredo Amore Pardo) 9

ANEXOS – INFLUENCIA DE LA POLITICA EN LA RADIODIFUSION COLOMBIANA 11