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BALANCE DE LA HISTORIA DEL MIR CHILENO
Documento base para el lV congreso (marzo 1987)
PRESENTACION
1) Pedimos disculpas a todos los camaradas por lo extenso del documento, este
sobrepasó todas nuestras expectativas, pero quienes lo redactamos partimos de la
constatación de que la mayor parte de los miembros del MIR, desconocen la historia
del partido, incluso la que viene varios años después del golpe.
Nos pareció que sería imposible conseguir la participación activa de las bases en el
balance de la experiencia histórica del MIR, sin tener a mano un documento que
intentara socializar todo el cúmulo de experiencia que nos dejan 22 años de historia.
Estamos convencidos de que este documento constituye sólo la base de una discusión
colectiva y generalizada que debe abarcar al conjunto del partido. Lo que sí hemos
pretendido dejar muy en claro es el perfil político-ideológico del MIR en chile, así como
esclarecer gracias a la experiencia que todos hemos acumulado los errores que
nuestro partido no debe volver a cometer.
La síntesis de una experiencia diseminada en centenares y centenares de cuadros
sólo se comenzará a realizar con el IV Congreso del Partido. Para todos nosotros debe
quedar claro que la historia del MIR no puede reducirse a la historia de su dirección,
por mas lúcida que esta haya sido en sus primeros años. Hay un vasto arsenal de
experiencias que están en la memoria de muchos camaradas y que debe ser
socializado al conjunto del partido. Lo que aquí hemos pretendido hacer es socializar
lo que a nuestro juicio constituyen los aspectos centrales de la historia del partido
hasta su presente crisis. Cada militante debiera también reflexionar sobre su propia
experiencia y ver como esta, se engarza en la experiencia general del partido.
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Este documento tiene sus conclusiones diseminadas a lo largo de todo el texto,
recurriendo muchas veces a una necesaria descripción de los hechos. Consideramos
qué sólo será el IV Congreso el que, podrá sacar las conclusiones definitivas, que sólo
entonces podrán resumirse en pocas páginas, para que .la conozcan todas las fuerzas
populares y revolucionarías de Chile y el continente.
1965-1968: LOS PRIMEROS AÑOS
2) Nuestro partido surge en una época de crisis progresiva del viejo patrón de
acumulación y la democracia burguesa que habían surgido en la década de 1930,
cuyos primeros signos ya se manifestaban desde 1955 en adelante. Cuando nace el
MIR aún se vivían los efectos de la derrota electoral del FRAP, mientras que la DC
estaba en su apogeo. Eran años de predominio del reformismo burgués, que con su
programa de reformas al capitalismo, buscaba apoyo popular en sectores
tradicionalmente marginados del sistema político chileno, e incluso pretendía
desbancar a la izquierda de sus antiguas bases obreras. Por su parte, la izquierda
tradicional vivía una situación de crisis: su programa de reformas estaba obsoleto, sus
métodos de trabajo también y corría el peligro de perder su base social ante la
ofensiva democratacristiana. Es en este contexto nacional que cobra fuerza la crítica
de quienes en agosto de 1965 fundarían el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Era una crítica a la viejas prácticas reformistas de izquierda tradicional, consolidadas a
través de décadas de parlamentarismo, control burocrático de las organizaciones
populares y ausencia de políticas movilizadoras para amplias capas de Ia población
chilena. Esta crítica tenía un poderoso ejemplo internacional del cual nutrirse: la
revolución cubana, que había recuperado las más ricas y mejores tradiciones
revolucionarias como no había' sucedido desde octubre de 1917.
3) En el origen del MIR confluyen diversas vertientes revolucionarias, viejos militantes
del trotskismo chileno, pequeños grupos autónomos (como VRM y Granma),
destacados dirigentes sindicales de tradición anarquista y militantes desprendidos de
las juventudes del PS y PC. En sus primeros dos años, el MIR no Pasaba de ser un
pequeño, heterogéneo y poco orgánico grupo de propaganda. Pero en su seno
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maduraban rápidamente concepciones políticas que rompían con las tradicionales
formas de pensar la lucha por el socialismo en Chile. Al cabo de poco tiempo, el MIR.
ya era dirigido por un núcleo de jóvenes revolucionarios dirigidos por Miguel Enríquez,
lo que se concretó en el Congreso de 1967. Pero, más que relatar las vicisitudes de
nuestra infancia política, interesa destacar el legado que nos dejó esa primera fase de
la historia de nuestro partido. En efecto, fue en los primeros años de vida del MIR que
comenzó a perfilarse un pensamiento revolucionario de nuevo tipo cuyas definiciones
básicas eran las siguientes:
a) La reivindicación del socialismo y la revolución como tareas actuales y posibles para
Chile. Esto implicaba una profunda crítica a la teoría de la "revolución por etapas", que
planteaba una supuesta insuficiencia del desarrollo, capitalista chileno debido a trabas
oligárquicas e imperialistas. En base a esta teoría se proponía la formación de un
amplio frente político con participación decisiva de una supuesta burguesía "nacional",
que pudiese hegemonizar un proceso de reformas democráticas progresivas de
carácter antioligárquico y antimperialista. En oposición a este equivocado programa,
señalamos que el atraso del país y la miseria de nuestro pueblo, no provenían de un
capitalismo insuficientemente implantado, sino precisamente de su desarrollo
dependiente. En confluencia, la burguesía chilena no era una clase social progresista,
sino que reaccionaria. Esta clase se caracterizaba por su parasitismo del Estado, su
naturaleza especuladora y por su estrecha asociación al capital extranjero. Por ello es
que la burguesía ya no era capaz de desarrollar la economía en beneficio del pueblo,
ni de hacer progresar la democracia, ni, menos de independizar nuestro país de la
dominación imperialista. Es en base a este enfoque que levantamos el programa de la
revolución socialista en Chile; que defendía la necesidad de la conquista del poder por
un amplio frente social de la' clase obrera y el pueblo, como única forma de iniciar un
vasto proceso de transformaciones democráticas y socialistas que Chile urgentemente
necesitaba.
b) Se planteó que el socialismo en Chile no sería posible de alcanzar mediante un
proceso de reformas progresivas del capitalismo. La clase dominante no lo permitiría
sin recurrir a la violencia contrarrevolucionaria. Esto significaba gestionar la tesis
dominante en aquel tiempo que postulaba una "vía pacífica" hacia el socialismo. En
tanto se olvidaba completamente la cuestión militar, debido al mito del “carácter
profesional y apolítico de las FF.AA”, estábamos convencidos, que la vía pacífica era
un camino de derrota, Frente a estas erróneas ideas, sostuvimos que en Chile era
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necesario desencadenar un proceso de lucha armada cuyo protagonista era nuestro
pueblo, como única forma de derrocar a la gran burguesía, conquistar el poder e
iniciar la construcción del socialismo en ·Chile
c) Hicimos una crítica radical a la democracia burguesa en Chile, cuestionando su
carácter formal y excluyente y develando su verdadera naturaleza de clase. También
levantamos una crítica al parlamentarismo, al electoralismo desmovilizador, al control
burocrático y sectario de las organizaciones de masas, así como a las prácticas
populares de los partidos. Era una crítica a los errores que la izquierda arrastraba
desde hace 3 décadas. Por ello es que insistimos en el rol protagónico que debían
tener las bases en la generación verdaderamente democrática de las direcciones de
organizaciones populares, así como el carácter profundamente democrático que debía
asumir el socialismo al cual aspiramos.
d) Fuertemente articulado con lo anterior, dos concepciones marcaron desde un inicio
nuestro enfoque del socialismo: la herencia de los soviets como primera experiencia
de poder popular; segundo, el rescate del internacionalismo proletario heredado de
Marx y Lenin. Desde un principio criticamos fuertemente las graves transgresiones a
la democracia socialista que desde los tiempos de StaIin venían dándose en la URSS
y otros países socialistas. Por ello es que en 1968 condenamos enérgicamente la
invasión a Checoeslovaquia. Concomitantemente, recuperamos el internacionalismo
proletario, levantando una concepción continental.de la lucha revolucionaria. En este
sentido el MIR es tributario del pensamiento del Che y Bolívar.
e) En tanto visualizábamos un agotamiento y una incapacidad recurrente de los
partidos tradicionales de la izquierda chilena, postulamos la necesidad de construir un
nuevo partido de vanguardia capaz de dirigir la lucha revolucionaria por la conquista
del poder y la construcción del socialismo. Así se superaba el "entrismo' que sin
resultados habían impulsado sectores del troskismo, como también la actividad
grupuscular que a nada conducía.
f) Formulamos por primera vez en Chile una estrategia revolucionaria que planteaba
explícitamente la conquista del poder por los trabajadores. Era una estrategia de
carácter político-militar que rompía con las concepciones tradicionales que arrastraba
la izquierda chilena. Partiendo de estos principios, lo que se aprobó en el III Congreso
del Partido (1967) era una estrategia de lucha armada "irregular y prolongada", cuyo
eje estratégico descansaba en el campo. Suponía que en base él un trabajo
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consolidado en las principales federaciones sindicales y estudiantiles, estarían dadas
las condiciones para iniciar la lucha armada en Chile. Aunque cuestionaba el foquismo
contenía evidentes limitaciones que serían superadas en lo esencial poco tiempo
después.
g) Desarrollamos una fuerte crítica a la concepción de "partido de masas", sólo
preparado para la lucha electoral y de reformas progresivas al sistema. Entendimos
que era preciso construir un partido para la revolución y ello determinaba que debía de
ser una organización político-militar de cuadros, firmemente asentada en el
movimiento popular. Asimismo, comprendimos que el hombre nuevo no era un
proyecto futurista que sólo se podía acometer en el socialismo, sino una posibilidad del
presente, que se construía en la lucha revolucionaria. Esto nos llevó a desarrollar una
nueva concepción del militante, caracterizado por su gran compromiso y dedicación a
la causa' revolucionaria, pero que también debía estar dotado de una gran capacidad
creadora, por tener al pueblo como su referente permanente, así como un sentido
crítico y autocrítico de su propia práctica.
h) Este conjunto de tesis fueron acompañadas con una revitalización del marxismo
como teoría revolucionaría que prácticamente se había estancado en los últimos
treinta años. Nuestro pensamiento se desarrolla en oposición crítica al dogmatismo de
origen estalinista, como también al pensamiento reformista de origen socialdemócrata.
La creación del MIR era el resurgimiento de un marxismo revolucionario de corte
latinoamericano, con nuevos enfoques de la realidad y con nuevos caminos para la
liberación nacional y social de nuestro pueblo.
Estos eran los ejes de la matriz original del pensamiento revolucionario del MIR
chileno. Ciertamente que existían insuficiencias y vacíos, que serían parcialmente
llenados en los años posteriores. Pero fue con estas concepciones básicas, que 21
años más tarde mantiene su plena vigencia que comenzamos a desarrollar una
creciente actividad de naturaleza fundamentalmente propagandística cuyo eje inicial
fue el movimiento estudiantil. El abrir espacio para estas nuevas políticas no nos fue
fácil. Nos vimos obligados a desarrollar una fuerte lucha ideológica con el restó de la
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izquierda, en particular con el PC. En el plano interno, también tuvimos que debatir con
el troskismo (que terminaría más adelante incorporándose al PS).
1969-1913: EL MIR SE AFIANZA COMO PARTIDO REVOLUCIONARIO EN
CONSTRUCCION
4) En un contexto de auge extraordinario del movimiento popular chileno, nuestro
partido vive entre 1969·1970 un proceso de definiciones de gran importancia para su
historia posterior. Habiendo elaborado en 1967 un primer esbozo de estrategia nos
enfrentamos a tres problemas tácticos que fueron claves en aquellos años: primero,
cómo insertarse en las masas, superando la condición de pequeño grupo de
propaganda; segundo, cómo iniciar la lucha armada y cómo lograr que ésta prendiera
en las grandes masas; tercero, qué hacer frente a las elecciones presidenciales que se
acercaban y donde estaba planteada la posibilidad de un triunfo de la izquierda
chilena.
Desde un inicio el MIR rechazó el foquismo que se expresó originalmente en las
posiciones del MR·2, quien postuló la necesidad de un grupo armado revolucionario y
no un partido político-militar que desarrollase trabajo de masas, En contraposición a
estas concepciones y entendiendo que la lucha armada no se in iniciaba como un
rayo que estalla en el cielo despejado, el partido impulsó desde fina les de 1968 las
acciones directas". Estas, similares en su concepción a lo que hoy se denomina
propaganda armada, fueron realizadas por la propia Dirección Nacional y otros
militantes logrando entre 1969 y 1970 una enorme repercusión en todo el país (asaltos
a bancos). De esta manera el MIR fue rápidamente conocido en toda la sociedad.
Paralelamente, con el objeto de vincular estrechamente el trabajo de masas con la
actividad armada, impulsamos la construcción de los Grupos Político-Militares (GPM),
que constituyeron estructuras locales de organización partidaria. En el terreno
ideológico, se impulsó una lucha contra el electoralismo de izquierda. Siendo esta
política correcta, cometimos el error de contraponer de manera absoluta la lucha
revolucionaria con la lucha electoral que en aquellas circunstancias específicas
nuestro pueblo libraba. La consigna “¡¡No a las elecciones!!¡¡Si a la lucha armada!!",
revela un planteamiento insuficiente que en 1970-71 fue superado.
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5) Al poco tiempo se evidenciaron las insuficiencias de la táctica esbozada entre1968-
1969. A pesar del éxito propagandístico de los asaltos a bancos, las acciones directas
a escala regional y local, el partido no resolvía prácticamente la situación de
exterioridad que aún mantenía respecto al movimiento de masas. Además, la Unidad
Popular estaba constituida y se planteaba la posibilidad de un triunfo electoral de la
izquierda, que evidentemente generaría una situación inédita en la historia del país.
Estos problemas se plantearon con Una agudeza cada vez mayor desde finales de
1969 en adelante.
En estas circunstancias históricas es que Miguel Enríquez y la dirección del MIR
dieron muestras de una extraordinaria creatividad política y una gran flexibilidad
táctica. Ello fue lo que permitió al partido dar un gran salto en pocos años. En efecto,
lejos de una postura dogmática o principista, la dirección del MIR reconocía las
enormes posibilidades y los peligros que ofrecía la nueva coyuntura política para
nuestro pueblo. Era claro que no íbamos a ser obstáculo a las aspiraciones de todo un
pueblo de elegir un gobierno popular, pero que tampoco íbamos a diluir nuestras
propuestas revolucionarias en el seno de la UP. El partido estaba decidido él impulsar
una política revolucionaria de masas que resolviera los problemas claves de la lucha
popular en el país. Es por ello, que se hacen tres grandes cambios tácticos que fueron
decisivos para la historia posterior del MIR: primero, se suspendieron las acciones
armadas, lo que se concreta a partir de Marzo de 1970; segundo, se reorientó el
accionar de sus aparatos a labores de contra inteligencia, dirigidos contra los grupos
de ultraderecha que ya estaban tramando aventuras golpistas en caso de que
triunfase la izquierda; tercero, -y más decisivo- todo el partido se volcó a impulsar las
acciones directas de masas (tomas de terreno, "corridas de cerco" y huelgas)
apoyando así la organización y presencia nacional de campesinos y pobladores. Es
entonces -desde principios de 1970-, que el MIR comienza su entronque con dos
fuerzas sociales que habían sido marginadas del sistema político y de la actividad de
la izquierda. Es entonces que el MIR gana un asiento histórico en los pobres del
campo y la ciudad.
Fue este viraje táctico decisivo dado antes del triunfo de la Up (aunque algo atrasado),
lo que permitió al MIR transformarse en un partido de proyección nacional. El resto de
los grupos de la izquierda extra-parlamentaría no tuvieron la misma lucidez, oscilaron
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entre el "entrismo" al PS que al final nada les reportó (troskismo), el dogmatismo
estéril (de chinos y otros Troscos) o en un voluntarismo de consecuencias trágicas
como el caso de la VOP. Otros sectores revolucionarios se incorporaron al MIR (MR-2
y sectores del PCR).
6) Durante el período 1970-1973, Chile vive un período de características
prerrevolucionarias, de fuerte agudización de la lucha de clases, en una situación
política excepcionalmente inédita la izquierda era gobierno en un contexto de un
Estado Capitalista que conservaba intactas sus estructuras fundamentales de
dominación. El movimiento de masas, favorecido por la instauración de un gobierno
popular, comienza a desplegar una energía nunca antes vista en la historia del país.
Pero lejos de resolver la cuestión del poder, como en un principio lo creyó la UP, ese
triunfo electoral sólo lo planteaba con mayor fuerza. La normalidad política en Chile se
había acabado: ya nunca más la burguesía podría dominar, ni tampoco eI proletariado
podría ser dominado como había sucedido desde la década de los treinta. Y de esa
situación no había retroceso: o se avanzaba a la conquista del poder, o triunfaba la
contrarrevolución. Fue en este período de mil días, que el MIR logra un extra ordinario
desarrollo político y organizativo, constituyéndose efectivamente en Partido,
asumiendo un carácter nacional, extendiendo su inserción geográfica y social,
produciéndose con inusitada fuerza una fusión con el movimiento popular que hasta
ese entonces (1970-1973), ninguna otra organización revolucionaria latinoamericana
había conseguido.
7) Sin embargo el gobierno popular había sido conquistado por partidos populares que
estaban encajonados en una opción estratégica totalmente equivocada. Su principal
debilidad residía en una confianza excesiva en el peso de las instituciones
democráticas del Estado burgués y en eI supuesto "profesionalismo" de las FF.AA,
que soportaban una "transición pacífica" hacia el socialismo. Así, el gobierno popular
más que un instrumento que favoreciera la movilización revolucionaria de las masas
para la conquista del poder, era concebido como la primera fase de un proceso
progresivo de democratización política, simultáneo a un proceso de reformas
económicas y sociales que asegurarían el apoyo electoral de las grandes mayorías.
Para nosotros, esta política estaba fundada en ilusiones extremadamente peligrosas.
El triunfo de Salvador Allende, no abriría una época de transición pacífica al
socialismo, sino un periodo de agudización máxima de la lucha de clases, donde el
pueblo pará avanzar y consolidar lo avanzado, tenía que forzosamente plantearse la
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conquista del poder. Sin embargo con su estrategia, la Unidad Popular de antemano,
se había mutilado de sus posibilidades revolucionarias, en definitiva, dominaba una
óptica reformista en sus principales partidos. No disponían de una estrategia de
construcción de poder popular, ni tampoco de una política que considerara en toda su
magnitud el problema militar de la revolución chilena.
Frente a esta situación, el MIR decidió no integrarse al la UP, pero siempre mantuvo
una posición de apoyo crítico al gobierno colaborando activamente para su defensa
frente al golpismo (GAP y denuncia caso Schneider). Nuestro partido, consciente de
los desafíos que estaban planteados, se abocó de inmediato a levantar una alternativa
concreta para el movimiento popular, planteándose conquistar su dirección y avanzar
decididamente hacia la conquista del poder. En tanto la hegemonía de la conducción
de masas estaba en manos del reformismo, nos vimos obligados a desplegar una
fuerte lucha ideológica, necesaria pero no siempre bien conducida, cayéndose en
varias oportunidades en posiciones izquierdistas y sectarias. A pesar de ello, el MIR no
se limitó a una política contestada, ni cayó en un sectarismo absoluto. Siempre
orientamos nuestra lucha principal contra la gran burguesía, la derecha, el freísmo DC,
la oficialidad contrarrevolucionaria y el imperialismo.
13) En este período, el MIR realiza importantes avances políticos que se
materializaban en una práctica revolucionaria. Los avances más notables se
maduraron entre 1972-1973, al calor del avance de la lucha de clases y pueden
considerarse como los aportes históricos que nuestro partido ha venido dando al
movimiento popular chileno. Sin ser contradictorias con las tesis originales antes
expuestas, lo avanzado durante 1969-1974 constituye ciertamente una maduración y
en cierto sentido una superación respecto a lo que hacíamos y pensábamos en 1965-
68. En términos resumidos, los avances fueron los siguientes:
a) La política del poder popular, es decir, el impulso de nuevas formas de organización
de masas que tuvieran las siguientes características: una autonomía total respecto a
las instituciones del Estado burgués; una generación democrática de sus direcciones;
un carácter unitario no sólo en lo político, sino también en lo social, con el objeto de
coordinar territorialmente la acción conjunta de obreros, Pobladores, campesinos,
capas medias y estudiantes. Pretendíamos que ese nuevo tipo de organizaciones, o la
renovación de las ya existentes, tuviesen la capacidad de control del territorio, que la
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producción y del abastecimiento, así como capacidades de autodefensa, a través de
milicias populares. Las formas embrionarias de este poder popular se expresaron en
campamentos de pobladores, en localidades mapuches, en fábricas tomadas, en los
cordones industriales, en los Comandos Comunales y Consejos Comunales
Campesinos. Esta política ciertamente se oponía a los esquemas de control
burocrático de organizaciones de masas, que el reformismo de izquierda tendía a
practicar. Con esta concepción del poder popular, el MIR fue la primera organización
latinoamericana que impulsaba esta política, la que a finales de la década sería
desarrollada con mucho más tuerza y riqueza por los pueblos centroamericanos.
b) El desarrollo de una política militar que comprendía varias dimensiones: el trabajo
en el seno de las, Fuerzas Armadas, el desarrollo de fuerzas militares propias
altamente profesionalizadas y la multiplicación de las milicias populares. Durante este
período el partido dió un salto importante en la formación de sus militantes en el
terreno técnico-militar, incluso acumuló cierta experiencia en la formación de milicias y
armamento casero. Paralelamente, hubo un gran desarrollo de nuestras concepciones
estratégicas que superaban las inicialmente formuladas. Comenzó a despuntar una
teoría político-militar propia que no estaba atrapada en los modelos tipo soviético,
chino o foquista. En síntesis, elaboramos una concepción estratégica político-militar
que levantó la idea de “masas armadas". Es decir, nos planteamos el objetivo de
construir un pueblo en armas, organizado en el Poder Popular, capaz de defender su
Gobierno, capaz de derrotar la contrarrevolución y avanzar hacia la conquista del
poder. No fueron estas ideas sólo puestas en el papel. A lo largo de todo Chile hubo
innumerables experiencias que prefiguraban esta propuesta estratégica.
c) Como marxistas que éramos y conociendo a Chile, entendíamos que la clase obrera
industrial y minera, por, experiencia histórica e importancia social, tiene un papel
fundamental en el proceso de la revolución chilena. Sin embargo, nuestra experiencia
nos llevaba a reconocer el rol estratégico que podían tener millones de chílenos
tradicionalmente marginados del sistema político y de las preocupaciones de la
izquierda chilena durante décadas. Se trataba de los pobres del campo y la ciudad,
cuya expresión fundamental eran el movimiento de pobladores y el movimiento
campesino. Incluso visualizamos que el movimiento sindical, por extenso que fuera, no
abarcaba a toda la clase obrera, en tanto excluía (por la legislación burguesa) a
decenas de miles de trabajadores de la pequeña industria. Es por ello que el partido,
más allá de interpretar fielmente los intereses de los más pobres y desposeídos, no
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redujo su política a un sector social determinado, sino que planteó un nuevo proyecto
de alianza social revolucionaria, que unificara a la clase obrera, a los pobres del
campo y la ciudad, así como también las capas medias, como soporte básico de la
revolución chilena. Lejos de hacer una propuesta sectaria, como se ha querido
imputarnos malintencionadamente, siempre luchamos por la unidad social y política de
las grandes mayorías, en pos de un proyecto revolucionario y socialista. Puede decirse
que esta fue una de las contribuciones centrales que hizo el MIR a la generación de un
movimiento popular más amplio y combativo que se configuró en la década de los
sesenta y que resurgió en la década de los ochenta.
d) También maduramos nuestra concepción programática de la revolución chilena
proceso que culmina realmente entre 1973 y 1974. En efecto, comprendimos que el
carácter de una revolución no estaba determinada tanto por la radicalidad de sus
tareas económicos-sociales -viejo error del troskismo-, sino por la cuestión del poder
político. Es decir, qué clase hegemonizaba la revolución y contra qué clase se hacía.
En este sentido, la revolución socialista debía ser entendida como una revolución
política, cuyo protagonista central era el movimiento popular bajo hegemonía proletaria
y que se desarrollaba contra la gran burguesía chilena y el imperialismo, por ello es
que a partir de 1974, precisamos nuestra terminología y se difundió el programa de la
revolución proletaria.
e) Comprendimos que las formas de organizaciones partidarias no son rígidas y que
las que disponíamos en 1970, no se correspondían con la nueva situación. Además, el
MIR arrastraba métodos y formas de trabajo, característicos de una pequeña
organización clandestina, que aún era externa al movimiento de masas. Para superar
esta situación, se emprende entonces una solución original, que consistía en la
generación de lo que posteriormente se llamó los "frentes intermedios" (FER, MCR,
FTR, MPR). Inicialmente, estos fueron concebidos como frentes políticos autónomos
del partido y que agrupaban a la izquierda revolucionaria. Pero, en los hechos, estos
fueron rápidamente hegemonizados por el MIR. La realidad evidenció que este paso
táctico se demostró como acertado en su momento. No sólo permitió un acelerado
crecimiento de la influencia de masas, sino que se constituyó en una cantera de
futuros militantes del MIR, que nutrieron las filas de nuestro partido en los años
posteriores. Sin embargo, esta solución era incompleta y ya mostraba sus
insuficiencias entre 1972-1973. En efecto, la creación de los frentes intermedios,
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separó el partido de su periferia en dos instancias con dinámicas muy distintas, lo que
afectó negativamente la consolidación del partido en las masas.
f) Nuestro partido comenzó a demostrar prácticamente así como a recibir, la
solidaridad propia del internacionalismo proletario. En efecto, debemos recordar que
en aquellos años tuvimos el aporte teórico y práctico de muchos revolucionarios
provenientes de América latina, Europa y Estados Unidos. Varios de ellos jugaron un
papel destacado dentro del Partido, incluso varios años después del golpe militar.
Aunque haya pasado más de una década; no olvidamos su generoso aporte y
ejemplo. Cabe destacar también, que avanzamos rápidamente hacia una coordinación
de las organizaciones revolucionarias del continente, especialmente del cono sur (ello
culminaría en 1974, con el surgimiento público de la JCR). Durante este período se
fundió una práctica y espíritu internacionalista que es característica del MIR chileno.
g) A partir de 1969, nuestro partido comenzó a reconocer el entronque histórico que
existía entre marxistas y cristianos revolucionarios. Superando viejas herencias que
habían creado un abismo entre ambas corrientes históricas, contribuimos a superar las
barreras que dividían al pueblo chileno y que no habían sido superadas por la
izquierda tradicional (PC. y PS). Y esto lo hicimos, no sólo participando en la creación
y desarrollo del movimiento "Cristianos por el Socialismo", sino incorporando aI partido
-en absoluta igualdad de condiciones- a centenares de cristianos que han dado un
extraordinario aporte a la lucha popular y revolucionaria.
No fue casualidad entonces que el MIR creciera como crecía en aquellos años. A
mediados de 1973, nuestro partido estaba conformado por unos 10.000 miembros y
con una periferia fuertemente organizada en los llamados "frentes intermedios", con
aproximadamente 35.000 compañeros. La organización de regionales y GPM
abarcaban casi todo el país. Crecimos entre los obreros, pobladores, campesinos,
mapuches, mineros, periodistas, artistas, maestros, trabajadores de la salud,
empleados públicos, soldados y suboficiales, jóvenes y mujeres. Más de un centenar
de cuadros conformaba la fuerza militar, tanto combativa como técnico- logística.
9) Pero a pesar de éstos, el MIR no dejó de cometer errores políticos y sobre todo, de
procesos de maduración incipientes, que no alcanzaron a completarse antes del golpe.
En términos sintéticos, destacamos los mas importantes:
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a) El partido no logró culminar un salto cualitativo en la construcción de su basamento
social. Existía una desproporción entre su gran influencia de masas, en comparación
al peso relativo que tenían los militantes de origen obrero y popular. Ello se debía
básicamente a que el ritmo y las exigencias de militancia solo eran factibles de ser
cumplidos por jóvenes profesionalizados, sin responsabilidades laborales o familiares.
En estas condiciones, muchos compañeros quedaron relegados a los Frentes
Intermedios (FTR, MCR, MPR) y el partido no pudo consolidar en su seno una
composición social predominantemente popular.
b) Estrechamente asociado a lo anterior, nuestro partido cayó reiteradamente en la
práctica de ser vanguardia de las masas más avanzadas, pero sin política real para los
sectores más atrasados, ni para situaciones en que las masas no estuviesen
dispuestas a movilizaciones ofensivas, No aprendimos lo que significaba la defensiva,
ni el repliegue junto a las masas. Esta debilidad ya era una cuestión que preocupaba
en aquellos años, pero no supimos superarla. Ello está asociado con errores concretos
cometidos en la política de alianza social: el MIR tampoco supo resolver correctamente
la cuestión de las capas medias y no desarrollamos una real política hacia la pequeña
burguesía, propietaria y no propietaria. Los errores cometidos en este terreno tuvieron
un sesgo izquierdista.
c) A pesar de los avances -ya mencionados- que el partido tuvo en la elaboración de
una línea antigolpista y en la preparación del partido para esa eventualidad. El plan
que terminó elaborándose, concedía gran importancia a la generación de múltiples
"focos de conflicto" en las ciudades más importantes. El objetivo era desarrollar una
resistencia armada de las masas, que contarían con un armamento casero y armas
recuperadas, así como las condiciones favorables que otorga el combate en
localidades urbanas a la ofensiva de fuerzas militares golpistas. Estos focos
dispersarían las FF.AA., que concentrarían su ofensiva estratégica -como
efectivamente sucedió- en los símbolos de poder. Paralelamente, las fuerzas centrales
del Partido y grupos democráticos de las FF.AA desarrollarían golpes de mano que
impedirían la consolidación de cercos estratégicos y/o tácticos sobre los focos de
conflicto. Ello permitiría que la resistencia se convirtiese en una ofensiva de carácter
insurreccional. Pero, si el diseño de ese plan era meticuloso, sus presupuestos eran
equivocados: La formación de cada "foco de conflicto" suponía la movilización de
fuerzas que el partido no contaba y que habría requerido de alianzas con una
izquierda que no tenía una concepción político-militar de la lucha, ni menos un plan
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antigolpista. Este error no fue corregido a tiempo. Lo que terminó de suceder fue que
la dirección del partido privilegió la conformación de fuerzas militares altamente
centralizadas, que lograron reunir más de un centenar y medio de cuadros adiestrados
y con un armamento mínimo considerable. Pero estaban concebidas para operar en
un plan irrealizable, que se basaba en la posibilidad de un alzamiento insurreccional
de las masas en defensa del gobierno popular. A mediados de 1973, ello ya no
correspondía al ánimo y posibilidades combativas de las masas. El resultado fue que
el día del golpe, en tanto no se cumplieron los supuestos en que estaba fundado el
plan antigolpista del MIR, la CP optó por resguardar esas fuerzas, con el propósito de
desplegar una contraofensiva en los meses siguientes,
d) Cabe también hacer un balance autocrítico de nuestra política de alianzas,
especialmente con los partidos de la UP. Considerando nuestras críticas al reformismo
de izquierda, fue inevitable que tuviese· mas que desplegar .una fuerte lucha
ideológica. Pero ésta en varias oportunidades fue mal desarrollada. Cometimos
errores sectarios, especialmente en los estilos y métodos, Si bien el MI R fue objeto
también de un sectarismo tanto o más extremo, que debió ser respondido con firmeza,
nuestros propios errores dificultaron enormemente la concreción de una política de
alianzas que no se limitaba sólo a unificar los sectores revolucionarios de dentro y
fuera de la UP, sino también impulsar la unidad de acción con el resto de los partidos
de izquierda. Pero, más allá de errores metodológicos, teníamos apreciaciones
equivocadas sobre la izquierda chilena que brevemente resumimos aquí:
Primero, pensábamos que buena parte de las direcciones de los Partidos de la UP,
claudicaría frente a las presiones de la burguesía, subordinándose a sus propósitos,
Esto no era cierto. Tampoco advertimos que la Alta Oficialidad ,los Grupos
Monopólicos, la derecha, el Freísmo DC y el Imperialismo, no, incluían ni podían,
incluir dentro de sus planes a un Allende y una izquierda subordinada. Pinochet es la
clara demostración de lo que pretendían.
*Segundo, otro error fue que el reformismo constituía, un fenómeno limitado a las
direcciones de partidos, que sólo se dedicaban a frenar y obstaculizar al movimiento
popular. Esto implicaba desconocer que, más allá de sus errores, la izquierda
tradicional había entregado un gran aporte para la lucha popular en Chile y que había
avanzado de sus posiciones sostenidas durante el Frente Popular (1936-1948) o con
el FRAP (1958-1964). Además, el PC y el PS tenían una base popular consolidada a
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través de décadas de lucha. Sus bases no abandonarían sus direcciones fácilmente.
Si esto se hubiese valorado acertadamente, se habría puesto más énfasis en asegurar
una unidad más amplia con toda la izquierda, independientemente de mantenerse
separados de la UP.
*Tercero, todo lo anterior nos llevó a sobrevalorar las posibilidades de ampliación del
"polo revolucionario de agrupación de fuerzas” que llegó a incluir a importantes
sectores del PS, del MAPU, de la IC y de la Juventud Radical Revolucionaria. Lo
cierto, es que nunca se constituyó en frente político, ni tampoco se constituyó una
alianza con partidos que pudiesen implementar en toda su globalidad sus
planteamientos y proyectos. Su radicalización no había ganado un firme asiento
clasista. La historia posterior así lo demostraría.
Todo lo anterior nos llevó a sobrevalorar la posibilidad de un recambio de dirección del
movimiento popular, antes de que madurase la contra revolución. Más aún,
pensábamos que lo más probable era un "golpe blando" con claudicación del
reformismo. Fue en definitiva la base de la evaluación realizada en la primera semana
de septiembre de 1973: en aquel entonces, la dirección consideró que Allende cedería
inevitablemente a las presiones de la contrarrevolución. Pero teníamos la esperanza
de revertir la situación, colocándonos a la cabeza de un movimiento de masas que
suponíamos continuaba en ascenso, cuando en realidad estaba dividido y
desmoralizado después de junio de 1973. Los hechos terminaron por demostrar
dramáticamente que esta visión que mantuvimos hasta el 10 de septiembre, era
completamente equivocada.
En este contexto, párrafo aparte merecen las relaciones del MIR con Salvador Allende,
quien murió combatiendo el 11 de septiembre, inmolando su vida por el pueblo chileno
y su devenir histórico. En primer lugar, cabe destacar que, a pesar de las diferencias,
las relaciones que hubo entre la Comisión Política y Salvador Allende fueron de
respeto mutuo, manteniéndose, un grado de colaboración en cuestiones muy
delicadas (por ejemplo, entre otras actividades, el MIR participó en el montaje de la
seguridad personal del presidente). Ello no sólo fue posible por las virtudes de los
dirigentes del MIR, sino también por la voluntad unitaria y gran visión política de este
dirigente popular. En segundo lugar, la crítica política que hicimos a Salvador Allende,
jamás cayó en bajezas y siempre mantuvo una altura política, aunque pecó de los
excesos generales ya referidos en el párrafo anterior. El afirmar esto no contradice
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nuestra opinión de que en aspectos fundamentales de la estrategia y táctica, Allende,
estuvo equivocado y cometió graves errores. Pero, también tuvo aciertos y
enseñanzas que valoramos y que ciertamente constituyen un aporte a la conformación
del ideario histórico del movimiento popular chileno. En definitiva el MIR recoge el
legado de este heroico presidente que jamás rompió su compromiso con el pueblo y el
socialismo, prefiriendo morir combatiendo que rendirse a las huestes pinochetistas.
e) El partido en su trabajo organizativo interno y externo, no consolidó una concepción
y una práctica verdaderamente democrática. En efecto, a pesar de criticar fuertemente
el estilo burocrático y centralista de partidos de la UP y la DC; no supimos construir
una forma alternativa de funcionamiento democrático y autónomo de las
organizaciones de masas. La crítica al burocratismo y al verticalismo del reformismo,
muchas veces fue más una maniobra táctica para conquistar posiciones, practicando
al final de cuentas el mismo estilo político, aunque con otra política. Esto no fue un
fenómeno generalizado: hubo va liosas experiencia de democracia popular, tanto en
poblaciones, en sindicatos, como en comunidades mapuches, Pero fueron poco
difundidas y hubo un escaso grado de socialización acerca de ellas. Por otra parte, los
frentes intermedios, concebidos como organizaciones autónomas del partido, no eran
los apéndices de éste, sin un funcionamiento plenamente democrático.
La no realización del Congreso Nacional del Partido, que fue continuamente
postergado por requerimientos coyunturales, fue un grave error que aún hoy nos pesa.
El no aprovechamiento de la Conferencia Nacional de marzo de 1973, para realizar las
modificaciones más urgentes que el periodo requería (descentralizarlo, democratizarlo,
incorporando camadas populares que estaban en los frentes intermedios), fue otro
error político que reveló falta de audacia en el terreno organizativo. Ello impidió la
consolidación plena de una fase histórica extremadamente rica del partido.
10) Como puede apreciarse, más que un análisis histórico del período 1969-1973, este
documento sólo pretendió sintetizar los aciertos y los errores que tuvimos en aquellos
cruciales años de nuestra historia. Es evidente que no logramos nuestros propósitos y
que, cometimos varios errores políticos de importancia. No superamos la carrera
contra el tiempo y fuimos derrotados junto con todo el movimiento popular. Pero si
miramos ese período desde una perspectiva histórica, a más de una década de
distancia, podemos asegurar que aquellos años fueron decisivos para la conformación
política del MIR. Legaron un caudal inmenso de experiencias y lecciones que aún no
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hemos terminado de asimilar, como lo demuestra la actual situación de crisis del
partido.
Concluyendo, en el período 1969-1973, el MIR dio un extraordinario salto cualitativo y
cuantitativo, acumulando una enorme experiencia al calor de la lucha popular. De
pequeña organización, nos convertimos en un partido de proyección nacional con un
arraigo creciente en el movimiento popular. Decenas de miles de jóvenes chilenos
fueron formados o influenciados por el ideario revolucionario de nuestro partido. De
esta manera, el MIR se convirtió en una de las corrientes históricas del movimiento
popular chileno. Acumulamos un enorme caudal de experiencias y lecciones que aún
hoy no hemos terminado de asimilar plenamente, como lo demuestra la actual crisis
que vive el partido en vísperas de su IV Congreso Nacional.
En aquellos años el MIR avanzó aceleradamente en su constitución como partido
popular revolucionario asentado firmemente en las masas. Pero este proceso no se
completó cabalmente, a pesar de que las condiciones objetivas eran inmejorables para
así hacerlo. Lo cierto es que los errores cometidos durante 1970-73, demuestran que
no supimos mantener la audacia y rapidez necesaria para irnos adecuando a las
cambiantes necesidades que el período imponía, no sólo en e! terreno político-militar,
sino también en lo organizativo. Escapa a las intenciones de este documento señalar
lo que se debió concretamente haber hecho en aquellas circunstancias. Pero a pesar
de los grandes avances, no podemos dejar de establecer nuestra cuota de
responsabilidad en la derrota que el movimiento popular sufrió el 11 de septiembre de
1973.
TRECE AÑOS DE LUCHA ANTIDICTATORIAL
11) El golpe militar abre un periodo de contrarrevolución y de profundo reflujo popular
jamás conocidos en la historia de Chile. Al poco tiempo quedó claro -y para desagrado
de la dirigencia DC- que los Altos Mandos de las FF.AA., no solo pretendían derrocar
un gobierno popular, sino lisa y llanamente, refunda la sociedad chilena. Querían
arrancar de cuajo medio siglo de historia. Querían borrar todas las resistencias que se
oponían al libre predominio de los monopolios ya la plena integración con el capital
financiero mundial. No sólo querían suprimir las organizaciones populares y sus
partidos, sino transformar las clases y hasta la propia forma de pensar de los
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individuos. Es evidente que las cosas no han marchado en absoluto como lo ha
querido el dictador. Pero tampoco puede desconocerse que la tiranía ha perdurado por
más de trece años y que nuestro pueblo aún deberá hacer un gigantesco esfuerzo con
mucho sacrificio para conseguir su derrocamiento.
Lo que se fundó en 1973 no fue un Estado "de excepción", sino un Régimen de
duración prolongada que intenta perdurar por lo menos hasta finales de este siglo. En
este período infame, el país se ha transformado profundamente y por más ilusiones
que la oposición burguesa y pequeño-burguesa se haga, la historia ya no volverá
atrás. Si para el movimiento popular han sido los años más difíciles de su historia,
también es cierto que en el proceso de su reconstitución se perfila su enorme potencial
revolucionario. No sólo porque se agudizó extraordinariamente la polarización entre
ricos y pobres, o porque el grado de opresión y explotación ha alcanzado niveles
nunca antes conocidos en nuestra historia. Sino también porque en los últimos cinco
años, asistimos al resurgimiento de los movimientos sociales y partidos históricos que
tienen las posibilidades objetivas de constituirse en un pueblo en armas capaz de
derrocar a la dictadura y avanzar a la revolución proletaria y popular. Nuestra intención
es hacer un balance de la experiencia específica de un destacamento de vanguardia
del movimiento popular chileno, de nuestro partido, quien desde un principio se lanzó
en una lucha implacable contra la dictadura. Y que ha recorrido un largo camino de
experiencias y enseñanzas que deben ser sintetizadas en el IV Congreso Nacional.
La evaluación de este período de trece años (casi 2/3 partes de la existencia del MIR)
se hará considerando tres grandes fases: primero, la fase de reflujo profundo del
movimiento popular y derrota táctica del MIR (1973-1977); segundo, la fase de
reanimación progresiva de la resistencia popular, la retoma de la iniciativa y ofensiva
del partido (1978-1982); tercero, la, fase de crisis de la dictadura, de la agudización de
las pugnas interburguesas del ascenso de la lucha popular y reanimación general de la
oposición, así como en los últimos dos años de la crisis del MIR.