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1 Enseñando en la escuela dominical La enseñanza de principiantes El superintendente de la escuela dominical Enseñando en la escuela dominical Rhoda de Cumming, Venezuela Publicado originalmente por Páginas Orientadoras, Tehuacán, México CONTENIDO 1. IMPORTANCIA DE LA OBRA Oportunidad y necesidad Jesucristo y los niños 2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR Conversión a Dios Dedicación a la oración Buen testimonio Diligencia Sinceridad Responsabilidad Aptitud para comunicar Sacrificio Experiencia 3. EL ALUMNO El primer período de la niñez El período El período final de la niñez de la adolescencia 4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA El propósito de la enseñanza ¿Qué podemos enseñar ... a los niños pequeños? ... a los niños más grandes?

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1

Enseñando en la escuela dominical

La enseñanza de principiantes

El superintendente de la escuela dominical

Enseñando en la escuela dominical

Rhoda de Cumming, Venezuela Publicado originalmente por

Páginas Orientadoras, Tehuacán, México

CONTENIDO

1. IMPORTANCIA DE LA OBRA

Oportunidad y necesidad Jesucristo y los niños

2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR

Conversión a Dios Dedicación a la oración

Buen testimonio Diligencia

Sinceridad Responsabilidad

Aptitud para comunicar Sacrificio

Experiencia

3. EL ALUMNO

El primer período de la niñez El período

El período final de la niñez de la adolescencia

4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA

El propósito de la enseñanza

¿Qué podemos enseñar

... a los niños pequeños?

... a los niños más grandes?

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2

... a los adolescentes?

5. JESUCRISTO EL GRAN MAESTRO

Su ejemplo Sus preguntas

Sus milagros Sus parábolas

Sus lecciones objetivas Sus palabras y comparaciones

6. PREPARACIÓN DEL MAESTRO

Su estudio en privado

Libros de referencia

Los archivos del maestro

7. PLANIFICACIÓN DE LA ENSEÑANZA

Planificación a largo plazo Orden de enseñanza

Planificación por lección Organización de la lección

8. DIVERSOS ENFOQUES

El maná en el desierto como figura de Cristo

... para principiantes pequeños ... para alumnos inconversos

... para niños mayores ... para alumnos creyentes

... para adolescentes

9. PRESENTANDO LA CLASE

Apertura Preguntas del maestro

Recitación Preguntas del alumno

Repaso Lenguaje del maestro

Lectura de la Biblia Ilustraciones

Introducción Himnos y coros

Enseñanza de la lección

10. DISCIPLINA EN LA CLASE

Causas del desorden Lo que espera

Sugerencias el discípulo de su maestro

11. OTRAS ACTIVIDADES DEL MAESTRO

Conducir a los alumnos a cultos de predicación

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3

Repartir literatura evangélica

Llevar la clase a excursiones

Visitar los hogares

Mantener contacto con alumnos de años anteriores

Preparar y presentar programas

Orar con inteligencia por cada miembro de la clase

Examinarse a sí mismo

12. LOS RESULTADOS

Queremos evitar profesiones falsas En Jehová está la fortaleza

Anhelamos resultados genuinos La salvación es de Jehová

¿Cómo podemos obtener resultados genuinos?

REFERENCIAS BÍBLICAS

INTRODUCCIÓN

Las sugerencias contenidas en este librito se presentan para ayudar a los creyentes

que, con vocación y dedicación, desean un mayor éxito en la enseñanza de la Palabra de

Dios. Este material no se ofrece al lector como manual infalible o un texto absoluto para la

instrucción en la Escuela Dominical; más bien se ha preparado como guía elemental de

orientación para los que quieren servir al Señor en este noble ministerio.

La autora no pretende ser original. Varias de las sugerencias aquí recopiladas son

fruto de la experiencia de hombres de Dios que han dejado consejos a nuevas generaciones de

maestros sobre la mejor manera de enseñar a la juventud.

Estoy sinceramente agradecida a los hermanos y hermanas aquí en Venezuela que,

con buena voluntad, me prestaron su valiosa ayuda en la preparación de este libro. Mi

agradecimiento también es para Páginas Orientadoras, de México, que lo publica. Gracias a

todos ellos este pequeño libro sale a la luz.

Es nuestro deseo que el contenido de la obra redunde para la gloria de Dios y que el

material aquí expuesto sea útil a sus lectores. Oremos juntos para que estos objetivos sean

logrados en la voluntad del Señor.

Cumarebo, Falcón, Venezuela

Agosto de 1977

Rhoda de Cumming

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4

1. IMPORTANCIA DE LA OBRA

Oportunidad y necesidad

Los censos y las estadísticas nos dicen que en Latino América más de la mitad de

la población es menor de los dieciséis años. Este hecho representa una gran

oportunidad y a la vez una gran responsabilidad para el creyente cuyo deber y

privilegio es enseñar la Palabra de Dios a nuevas generaciones.

El niño aprende con mayor facilidad y rapidez que el adulto. La iglesia católico-

romana por siglos ha declarado: Dennos un niño hasta que cumpla los siete años y lo

tendremos para toda la vida. Los comunistas y fascistas hacen grandes esfuerzos para

adoctrinar a los pequeños porque saben que los niños de hoy son los hombres del

mañana. El corazón tierno de un niño es terreno fértil para sembrar cualquier

enseñanza, sea ésta verdadera o falsa.

Gran parte de la niñez de hoy no está

recibiendo la sana instrucción que le es

ual para la vida que tiene por delante y

para su eterno bien. Por el contrario,

reciben del cine, la televisión, y de

multitud de libritos con historietas

intranscendentes, violentas e inmorales

una influencia perniciosa que los conduce

al desastre.

Referimos un caso de un niño que

conocíamos para ilustrar lo antedicho. Un niño venezolano llamado Luís no tenía

padre y la mamá se veía obligada a trabajar en casa ajena. Luís pasaba el tiempo

viendo televisión en casa de su abuela. Un domingo por la tarde el muchacho se lanzó

del segundo piso de un edificio y se dio un duro golpe en la cabeza. En el trayecto al

puesto de socorro Luís contó a su abuela como él había visto volar a Batman en el

programa de televisión y que estaba probando para ver si podía hacer lo mismo. Su

caída provocó una hemorragia cerebral y poco después de llegar a la sala de

emergencia del hospital falleció.

¡Qué lástima que este niño no haya tenido oportunidad de asistir a una Escuela

Dominical para oir del amor de Dios y de la obra de Jesucristo! Si instruimos a la

niñez que nos rodea con las Sagradas Escrituras los resultados podrían ser otros.

Jesucristo y los niños

El Señor Jesucristo dio gran importancia a los pequeños. Cuando anduvo entre

los hombres dejó preceptos y su ejemplo respecto a la obra de enseñarles la Palabra

de Dios:

Dio gracias a Dios por lo que El había revelado a los niños. 1

Puso a un niño en medio de los discípulos como ejemplo de humildad. 2

Mandó a sus discípulos que dejasen a los niños llegar a él. 3

Mandó a Pedro que apacentase a sus corderos. 4

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5

Dijo que los niños alaban al Señor. 5

Tuvo compasión de las multitudes y empezó a enseñarles. 6

Si no logras que sus culpas reconozca el pecador,

Conducir los niños puedes al benigno Salvador.

2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR

Para tal ministerio es necesario llenar los siguientes requisitos:

A. Conversión a Dios

Enseñar las cosas de Dios es privilegio exclusivo de los que han nacido de

nuevo. Nacer de nuevo quiere decir arrepentirse y confiar en

el Señor Jesucristo quien murió por nuestros pecados en la

cruz. El que no es salvo está cegado espiritualmente y por

lo tanto no puede conducir a otros al Señor ni entender las

cosas de Dios. Jesucristo dijo: Si el ciego guiare al ciego,

ambos caerán en el hoyo. 1 San Pablo escribió a los

corintios: Pero el hombre natural no percibe las cosas que

son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no las

puede entender. 2

B. Buen testimonio

Notemos el consejo de Pablo a Timoteo: Procura con diligencia presentarte a

Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse. 3 El apóstol también

pudo escribir sobre cuán santa, justa e irreprensiblemente él se había portado entre los

creyentes. 4 Si nuestra vida no respalda lo que enseñamos nuestro trabajo será en

vano.

C. Sinceridad

Es indispensable que seamos sinceros y sin motivación indigna. Por ejemplo, uno

no debe buscar ser maestro para lucirse o para dejar una buena impresión ante sus

compañeros. Despojémonos de todo egoísmo. Trabajemos porque el amor de Cristo

nos constriñe. 5 Todo lo que hacemos debe ser hecho de corazón, como para el

Señor y no para los hombres. 6 La sinceridad del maestro será reconocida por los

alumnos.

Da lo mejor al Maestro, ríndele fiel devoción;

Sea su amor tan sublime el móvil de cada acción.

D. Aptitud para comunicar

Capacidad para enseñar y estimular el aprendizaje son cualidades necesarias.

Cuando uno habla sin inspirar o motivar a sus alumnos, está hablando en vano. Es

difícil comunicar lo que no creemos de todo corazón y lo que no nos llena de

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6

entusiasmo. Pablo aconsejó a Timoteo a avivar el fuego del don de Dios que había en

él. 7 Nos conviene a nosotros recibir este consejo.

E. Experiencia

Es costumbre en algunas congregaciones responsabilizar de una clase a creyentes

nuevos cuando los tales deben estar aprendiendo en una clase que corresponda a su

edad. En esas mismas iglesias puede haber hermanos de experiencia y conocimiento

que no tienen la responsabilidad de una clase cuando bien podrían tenerla.

En algunas Escuelas Dominicales los maestros nuevos sirven primero como

asistentes a los de mayor experiencia. Ellos ayudan oyendo a los niños decir las

porciones que aprenden de memoria, designando nuevos textos, manteniendo el orden

y dando la clase de vez en cuando. Este es un proceso recomendable con tal que el

maestro esté dispuesto a adiestrar a su ayudante y que éste esté dispuesto a aprender.

Así el ayudante podrá dar la clase solo cuando el maestro tenga que estar ausente.

F. Dedicación a la oración

El maestro sincero siente la necesidad de orar pidiendo al Señor:

—Por sí mismo, para que sea un obrero humilde, comprensivo, paciente y persistente

con su clase.

—Por su mensaje, para que el Señor le dé luz espiritual. Si no contrista al Espíritu, El

puede guiarle a toda verdad. 8

—Por sus discípulos, pidiendo la ayuda de Dios para llevar a cabo sus propósitos de

conversión, crecimiento en la gracia, consagración al Señor y a su servicio, etc. Hay

que orar por cada uno en particular porque la oración eficaz del justo puede mucho.9

G. Diligencia

Como maestros tenemos que estudiar cuidadosamente:

1. Nuestro mensaje. Es preciso escudriñar las Escrituras y preparar la lección hasta

que nuestra propia alma esté conmovida. El apóstol aconsejó a Timoteo: Ocúpate en

la lectura. 10

2. Nuestros alumnos. Hay que observar las costumbres, los anhelos, las capacidades

y los hogares de cada uno de ellos.

3. Nuestros métodos de enseñanza. Estos deben ser interesantes y efectivos. Aun el

método que tiene mayor éxito se gasta con el tiempo. El maestro diligente nunca deja

de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor beneficio para sus

alumnos.

H. Responsabilidad

Puntualidad: Sugerimos que el maestro llegue a la clase por lo menos diez minutos

antes de la hora, si no está ocupado en el transporte de alumnos. Así podrá tener en

orden el salón y su material didáctico y podrá saludar a sus alumnos según van

llegando.

Cumplimiento: En ocasiones cuando tenga que ausentarse, el maestro responsable

busca un suplente y avisa con anticipación al superintendente.

I. Sacrificio

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7

Un espíritu de sacrificio nos conviene. Nuestro servicio requiere dedicación de

tiempo, esfuerzo en oración y estudio, y el estar dispuestos a sacrificar nuestros

ahorros en bien de los muchachos. El amor se mide por el sacrificio. Cristo amó a la

iglesia y se entregó a sí mismo por ella. 11 El maestro que ama a su clase la llevará

en el corazón y estará dispuesto a sacrificarse para ganarla para Cristo y guiarla en los

caminos del Señor.

Veamos la necesidad de dedicar nuestra mente entera a la preparación; dedicar el

alma entera en la presentación; y dedicar la vida entera a la ilustración de la lección.

Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor,

Que mis labios al hablar hablen sólo de tu amor.

3. EL ALUMNO

Nosotros los maestros no debemos perder de vista que el niño, en el proceso de

desarrollo, atraviesa períodos de transición que afectan profundamente su

comportamiento. Si deseamos que nuestra enseñanza sea efectiva consideremos la

edad de nuestros alumnos y conozcamos las inclinaciones propias del período que

atraviesan.

A. El primer período de la niñez (entre los 3-8 años)

Lo que sigue es característico del comportamiento del niño pequeño:

1. Curiosidad. El niño posee una curiosidad natural y una imaginación activa.

Podremos captar su atención despertando su curiosidad y luego mantenerla apelando

a su imaginación.

2. Inquietud. Los niños pequeños están acostumbrados a la actividad y para ellos es

difícil sentarse quietos durante una hora. Es aconsejable variar las actividades de la

clase con el fin de evitar monotonía y permitirles movimiento.

3. Credulidad. En vista de que los niños

están dispuestos a creer todo lo que se les

dice, tengamos cuidado de presentarles lo

puedan retenerla.

4. Sensibilidad y sentido de culpa.

Debemos recordar que cada niño tiene

una conciencia, que todavía tiene el

corazón tierno y que después hacer lo

malo siente profundamente su culpabi-

lidad. El temor puede provocar en el niño

el deseo de ser perdonado.

5. Anhelo de ser amado y aceptado. La parte espiritual que Dios ha puesto en el niño

le hace sentir temor y culpabilidad y es capaz de conocer el perdón de Dios. Hay en

cada niño, aun en el malcriado, el anhelo de ser amado y apreciado.

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8

El mundo carece de comprensión y de verdadero amor. Muchos padres

abandonan a sus familias. Hay madres sin afecto natural y personas que ejercen el

magisterio sin vocación o verdadero interés en el bienestar de los niños en sus clases.

Nosotros, los maestros de Escuela Dominical, tenemos el deber de mostrar al alumno

nuestro amor hacia él. Esto lo haremos al hablar del amor infinito de Dios, enviando

a su propio Hijo quien llevó el castigo para que el niño fuera perdonado. Nuestro

deseo es que el niño, con fe sincera, reciba la salvación que Dios le ofrece. Entonces

podremos mostrarle que es hecho acepto en el Amado. 1

Los pequeños pueden convertirse del pecado

Y entregarse a Cristo quien los llama con amor;

Pueden apartarse de las sendas de este mundo

Para andar en las pisadas de su Salvador.

B. El período final de la niñez (9-12 años)

Notemos algunas cosas sobresalientes del niño en esta etapa de su vida.

1. Despertamiento de la mente y de criterio propio. El niño piensa ahora en las

situaciones de la vida, avalorando y haciendo decisiones según su propio criterio. Por

esta razón, este es el mejor período para inculcar en el niño las verdades básicas

acerca del pecado, la responsabilidad, la justicia divina, el amor de Dios y la obra de

Cristo.

2. Agrupamiento espontáneo. El deseo de pertenecer a un grupo se manifiesta y a

veces resulta en problemas. Entre los efectos que producen estos agrupamientos están

la intranquilidad, la enemistad, la burla y la hostilidad. Las opiniones de la pandilla

ejercen mucha influencia sobre algunos niños.

3. Sentido de lealtad. El deseo de ser leal al grupo puede ser usado para conducir al

niño a comprender que la lealtad que realmente vale la pena es la que puede sentir

hacia el Señor Jesús.

4. Culto a los héroes. Otra característica natural del niño de esta edad es la

admiración que siente hacia los personajes de la televisión y el cine, los atletas y los

héroes de los libros que lee. Procuremos utilizar estas tendencias naturales del niño

interesándole en los héroes de la fe: hombres y mujeres que agradaron a Dios.

C. El período de la adolescencia (12-18 años)

Rasgos característicos del adolescente:

1. Está en transición. A veces actúa y piensa como adulto y otras veces como niño.

2. Tiene potencial insospechable. El joven de hoy puede ser el líder de mañana.

3. Carece de experiencia. A pesar de su capacidad el adolescente necesita algún

control porque muchas veces le falta el dominio propio.

4. Desea diversión y alegría. Salomón habla de la inclinación natural de la

juventud: Alégrate joven, en tu juventud. 2

5. Tiene mayor interés en lo que él mismo hace, dice o realiza. Cuando se le obliga

a ser pasivo y limitarse a escuchar al maestro, muchas veces se siente frustrado, sobre

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9

todo si no siente simpatía por su maestro y se rebela contra la escuela dominical.

Cuando existe una actitud rebelde es difícil lograr buenos resultados en su corazón.

6. Quiere saber. Aunque a veces el joven pone en tela de duda las verdades que le

han sido enseñadas, muy adentro tiene deseos de saber con certeza lo que ahora

empieza a dudar. Por eso el joven puede ser atraído a la persona que tiene la respuesta

que busca y sabe darla.

7. Procura no pensar en el futuro. Es natural para el joven ocuparse solamente del

presente. El predicador advirtió: Pero sabe que sobre todas estas cosas te juzgará

Dios. 3 El maestro o la maestra, recordando la tendencia de no pensar en el futuro,

debe enfatizar con frecuencia que la juventud es época para prepararse y sentar bases

para el porvenir.

8. Necesita a Dios. El consejo de Salomón aún tiene vigencia: Acuérdate de tu

Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los

años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento. 4

El adolescente está en transición, actúa con frecuencia impulsado por sus

emociones. Debemos comprenderlo. Si queremos ser instrumentos en las manos del

Espíritu Santo tenemos que aprender a trabajar con el joven y no en su contra.

4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA

El propósito de la enseñanza

Jesucristo está en todas las Escrituras. La mañana del día de la

resurrección él comenzó desde Moisés, y siguiendo por todos los

profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. 1

El maestro o la maestra de Escuela Dominical tiene el deber de

presentar a Cristo aun cuando estudia con su clase las historias del

Antiguo Testamento. Para demostrar la importancia de esto

relataremos una historia tomada de la vida real.

Carlos quería asistir a la Escuela Dominical pero su papá no le

daba permiso. Sin embargo, en tres oportunidades cuando su padre estaba ausente,

asistió a la clase con un compañero. Más tarde Carlos enfermó gravemente y al ser

visitado en el hospital por una señora evangélica, ésta le preguntó si alguna vez había

asistido a una Escuela Dominical.

—Si—contestó—, fui tres veces.

—¿Aprendiste algo del Señor Jesús?

—No señora, el primer domingo la maestra habló de Abraham, el segundo de

José y el tercero nos contó la historia de Moisés, pero no llegó a Jesús.

La señora, pensando en el estado delicado del muchacho, le habló de Abraham, y

la ocasión cuando Dios proveyó un sustituto para Isaac. 2 Explicó como Jesucristo

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10

fue nuestro sustituto cuando El llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.

En la próxima visita habló de cómo José es una ilustración del Señor Jesucristo:

amado de su padre, despreciado y vendido por sus hermanos, y cómo llegó a ser

preservador de la vida. 3 Más tarde habló de Moisés y la serpiente de bronce. Enseñó

que como Moisés levantó la serpiente, así Cristo fue levantado en una cruz. 4 Carlos

vino a entender que Jesucristo murió por él y allí en el hospital le aceptó como su

Salvador.

La Biblia es la revelación de una persona: nuestro Señor Jesucristo. Es la

exposición de un tema: la redención por su sangre. Esto lo hallamos en la historia, las

profecías, los símbolos, los muebles del tabernáculo, 5 y en toda la Biblia.

La Biblia revela a Cristo, la ley nos da sombras de él;

Profetas su muerte decían, los salmos también, cual vergel.

A. ¿Qué podemos enseñar a los niños pequeños?

Los niños pequeños, como dijimos en el capítulo anterior, son curiosos,

inquietos, prestos a creer, sensibles y anhelan ser amados. A ellos les llama la

atención las historias del Señor Jesús. Les gusta oir del poder de Dios en la creación y

de personas como José, Moisés, Samuel, David, etc. Es bueno recordar que el párvulo

retiene muchas de las cosas que ve, aun más de las cosas que hace, pero muy poco de

lo que nada más oye.

B. ¿Qué podemos enseñar a los niños más grandes?

Nuestro objetivo debe ser enseñar todas las historias principales de la Palabra de

Dios. Si damos cincuenta lecciones en el curso de un año, podremos lograr este

objetivo en alrededor de cinco años. Podemos enseñar el Antiguo Testamento por seis

meses y el Nuevo por los meses restantes. Al siguiente año empezamos donde

dejamos de enseñar. Si la clase cambia de maestro, el nuevo empezará a enseñar en la

parte donde el otro terminó. De esta manera los alumnos tendrán conocimiento de las

historias de la Biblia en su orden cronológico.

Este plan parecerá demasiado difícil para el maestro que se limita a uno o dos

libros favoritos o que prefiere hablar mucho tiempo de un solo personaje o de un solo

capítulo. El maestro no debe tener miedo ni flojera ante un plan que le ayudará a

ensanchar sus propios conocimientos de las Escrituras. Si el maestro no estudia para

crecer, él y sus alumnos son los perjudicados.

Algunas congregaciones tienen la costumbre de interrumpir la enseñanza

sistemática de la Escuela Dominical para celebrar reuniones especiales donde un

hermano da un mensaje a toda la Escuela Dominical. Esto puede ser útil al principio o

al fin de un ciclo de estudios, en fechas cuando los niños pasan de una clase a otra,

pero no debe hacerse con mucha frecuencia. Por lo general el niño aprende poco en

estas reuniones porque las enseñanzas no siguen un plan definido, porque pierde el

contacto personal con su propio maestro y porque el mensaje dirigido a todos no

puede satisfacer las necesidades particulares de cada etapa de crecimiento.

C. ¿Qué podemos enseñar a los adolescentes?

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11

He aquí algunas sugerencias sobre temas que podrían resultar provechosos para

alumnos de esta edad.

1. Temas doctrinales ilustrados por historias del Antiguo Testamento.

a) La condenación del hombre (desobediencia de Adán y Eva). 6

b) El juicio de Dios (Sodoma y Gomorra). 7

c) La sustitución (el sacrificio de Isaac). 8

d) La decisión (Rebeca). 9

e) La reconciliación (José y sus hermanos). 10

f) La redención por sangre (el cordero de Éxodo). 11

g) La expiación del pecado (los dos machos cabríos). 12

h) La salvación por fe (la serpiente de bronce). 13

i) La seguridad (el cordón rojo). 14

j) La regeneración (los huesos secos). 15

2. Mujeres de la Biblia

Las alumnas tendrán especial interés en las mujeres de las Escrituras. Cada joven

en la clase puede preparar y presentar un informe sobre una mujer la Biblia, relatando

la manera en que agradó o desagradó a Dios. Estos informes pueden servir en su

formación moral y espiritual solamente verdad, y de una manera de introducción a las

lecciones sobre estas mujeres.

3. Jóvenes guerrilleros

Para el espíritu de "activista" en el

joven, hay biografías de personajes como

Jefté, Gedeón, David y Jonatán.

4. Las dos naturalezas del creyente

Es aconsejable enseñar que el

creyente tiene dos naturalezas y que hay

conflicto constante entre nuevo hombre

(el espíritu) 16 y el viejo hombre (la

carne). 17

5. La venida del Señor Jesucristo

La verdad de la segunda venida del Señor 18 y otros eventos futuros como el

tribunal de Cristo 19 ha despertado en muchos jóvenes el deseo de ser salvos y de

usar su vida para la gloria de Dios. Para poder enseñar estas verdades de una manera

convincente nosotros tenemos que vivir esperando la venida de nuestro Maestro y

Señor.

¡Oh! háblame, Señor, y hablaré en ecos vivos de tu voz;

Y, como hallado tuyo, buscaré a los perdidos para Dios.

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12

5. JESUCRISTO, EL GRAN MAESTRO

Uno es vuestro Maestro, el Cristo." 1 "¿Qué enseñador semejante a él?" 2 "Y

venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se

maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?" 3

"¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!" 4

El Maestro incomparable enseñó las verdades divinas de muchas maneras:

viviendo santamente, obrando milagros, utilizando ejemplos, haciendo contrastes y

preguntas, relatando parábolas, etc. Contemplémosle en acción:

A. Su ejemplo

Dios estima las obras de mayor importancia que las palabras. Por eso Lucas

escribió: Estas son las cosas que Jesús comenzó a hacer y enseñar, 5 y dijo que

Cristo era poderoso en obra y palabra. 6 Notemos el orden de las cosas en estas dos

citas.

Nuestros hechos durante la semana hablan más que nuestras palabras el domingo.

Es a Dios a quien debemos agradar antes que a los hombres. El versículo citado

declara que Jesús era poderoso en obras delante de Dios primeramente, y luego

delante de todo el pueblo. Nuestro servicio en la Escuela Dominical debe ser hecho

de tal manera que el Señor sea glorificado primeramente; si es así los alumnos serán

beneficiados.

B. Sus milagros

Jesús nazareno fue varón aprobado por Dios con maravillas, prodigios y señales. 7 El apóstol Juan, por ejemplo, relata siete de sus milagros o señales en los primeros

once capítulos de su Evangelio. A veces un evangelista agrega detalles que el otro no

menciona. Cada evangelista destaca en su relato los detalles que hacen resaltar el

enfoque con que presenta la persona del Señor Jesucristo.

Los milagros testifican de la divinidad de Cristo siempre traen enseñanzas en

cuanto a la debilidad del ser humano en contraste con el poder de Dios. Jesucristo es

todavía hacedor de milagros porque El tiene toda potestad en el cielo y en la tierra. El

cambia la tristeza en gozo, las tinieblas espirituales en luz y a los pecadores en santos.

C. Sus lecciones objetivas y comparaciones

Dios empleó muchos objetos para llamar la atención del pueblo de Israel. Los

profetas usaron, por ejemplo, la plomada de albañil, 7 higos buenos y malos, 8 la

vara de almendro, 9 un cinto podrido, 10 etc. Los evangelistas igualmente relatan que

Jesús hablaba de una moneda, 11 de las aves, 12 de los lirios del campo, 13 etc.

Tomó un niño y enseñó la necesidad de la humildad; 14 tomó una toalla y con ella

enseñó la importancia del servicio; 15 con los panes enseñó la seguridad de la

provisión divina. 16

El lenguaje del Señor fue rico en comparaciones fáciles de comprender. A los

falsos profetas los llamó lobos vestidos de ovejas; 17 su muerte fue comparada a un

grano de trigo que muere en la tierra; 18 a los hipócritas los llamó sepulcros

blanqueados; 18 comparó el renacimiento por el Espíritu Santo con el viento. 20

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13

D. Sus preguntas

El Señor preguntaba a menudo. No lo hacía por ignorancia, ni por tentar, sino

porque deseaba involucrar a sus oyentes en la conversación, haciéndolos reflexionar.

Por ejemplo: ¿Quién dicen os hombres que es el Hijo del Hombre? 21 ¿Es lícito en

los días de reposo hacer bien? 22 ¿Qué te parece, Simón? 23 ¿Quién de estos tres

parece que fue el prójimo? 24

E. Sus parábolas

Una parábola bíblica no es un cuento, sino una comparación tomada de la vida

común en forma de un relato verosímil. Dios dijo en Oseas: Por medio le los profetas

usé parábolas. 25 Jotán relató la parábola de los árboles. 26 Natán habló a David del

rico que mató la oveja del pobre, para que David reconociera su pecado. 27

Jesucristo hablaba en parábolas y el pueblo le oía de buena gana. 28 Los

Evangelios contienen unas cincuenta parábolas suyas. La parábola del hijo pródigo 29

se lee fácilmente en tres minutos y es una de las más largas. Ellas tratan temas como

cosas perdidas, 30 los muchachos en la plaza, 31 el viajero asaltado, 32 el vestido de

bodas, 33 etc. Por medio de parábolas Cristo enseñó verdades divinas.

F. Sus palabras

Nicodemo llamó al Señor Jesús Maestro. 34 Bien sabía el Señor que este hombre

tenía sus propias ideas, pero no perdió tiempo hablando de ellas sino que le advirtió

en seguida sobre la necesidad de nacer de nuevo. Nosotros debemos hablar las

palabras que Cristo habló, bien sean las que se refieren a su persona como las que

describen al pecador. Cristo dijo: Las palabras que yo os he hablado son espíritu y

son verdad. 35

Más de Jesús quiero aprender, más de su gracia conocer,

Más de sus dones recibir, más con los otros compartir.

6. PREPARACIÓN DEL MAESTRO

No podemos contar con la ayuda del Señor si no

tomamos tiempo para estudiar su Palabra. En la Biblia

notamos que Dios siempre llama a su servicio a

personas que están ocupadas haciendo algo. En los

tiempos difíciles de los jueces había un hombre

llamado Gedeón, que sacudía el trigo en un lagar.

Sacudir el trigo puede hablarnos de estudiar las

Escrituras buscando alimento espiritual. Dios le

observó y leemos que el ángel de Jehová se le

apareció y le dijo: Jehová está contigo, varón

esforzado y valiente. 1

En vista de la gran importancia que tiene la Escuela Dominical debemos sentir

nuestra responsabilidad delante del Señor de preparar la lección de tal manera que el

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14

Espíritu Santo pueda usarla para la bendición de los alumnos, tanto de los

inconversos como de los que ya son salvos.

El Señor Jesús dijo: Los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus

semejantes que los hijos de luz. 2 Lamentablemente, esto a veces es muy evidente en

la Escuela Dominical. El gobierno del país requiere que los que enseñan en las

escuelas estudien la pedagogía y que conozcan debidamente las materias a su cargo.

Sin embargo, muchos creen que los maestros de Escuela Dominical pueden impartir

las verdades divinas a la juventud sin preparación alguna.

Es cierto que Dios puede hacer su obra sin valerse de la sabiduría y preparación

de este mundo, y que el Espíritu Santo dirige y ayuda al creyente que está en

comunión con él, pero nada de esto nos da libertad para descuidar nuestra

labor previa. Tengamos presente que Dios declara: Maldito el que hiciere

indolentemente la obra de Jehová. 3

A. Su estudio en privado

los maestros más destacados del Antiguo

Testamento. Veamos su preparación

según Esdras 7:10:

1. Preparación del corazón. "Porque

Esdras había preparado su corazón''.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu

corazón. 4

2. Preparación de la mente. "Porque

Esdras había preparado su corazón para

inquirir la ley de Jehová". Esdras estudiaba diligentemente la Palabra de Dios.

Escudriñad las Escrituras. 5

3. Preparación por medio de la obediencia. "Porque Esdras había preparado su

corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla ..." Lo que aprendisteis y

recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced. 6

4. Instrucción como resultado de la preparación. "... y para enseñar en Israel sus

estatutos y decretos". Pablo escribió a Timoteo: Ocúpate en la lectura y la enseñanza. 7

La obra de la Escuela Dominical es la obra del Señor. El apóstol escribió: Todo

lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, porque

a Cristo el Señor servís. 8

En el libro de Eclesiastés el sabio Salomón dijo: Cuanto más sabio fue el

predicador (o maestro), tanto más enseñó sabiduría al pueblo, e hizo escuchar, e hizo

escudriñar. Procuró el predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente

palabras de verdad. 9

Abre mis ojos, Señor; Abre mis ojos, Señor;

Y yo en tu ley maravillas veré, si me enseñas, Señor.

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15

B. Libros de referencia.

La Palabra de Dios es nuestro texto guía y se explica a sí mismo. Nuestra mejor

fuente de material para la enseñanza la hallamos en las Escrituras. Además del pasaje

de la lección, muchas veces hay pasajes paralelos. Esto ocurre en los libros de Reyes

y Crónicas y en los cuatro Evangelios. Leyendo estos pasajes juntos tenemos la

historia más completa. Las referencias al margen de la Biblia son de ayuda para

encontrar estos pasajes y también notas como las del doctor Scofield.

El maestro debe tener a mano una concordancia y un diccionario bíblico. La

concordancia le ahorrará mucho tiempo y le llevará a versículos que serán de ayuda

para desarrollar el tema que está preparando. Hay muchos comentarios que dan luz

sobre los libros que componen la Biblia pero en ellos hay un peligro. Antes de

estudiar o comprar un libro escrito por un autor que desconocemos es aconsejable

consultar con un hermano de más conocimiento.

En algunas librerías evangélicas podemos obtener manuales para el uso del

maestro y lecciones que vienen con figuras para el franelógrafo. Algunos de estos

materiales son de mucha ayuda. Pero sugerimos que el maestro haga su propio

estudio de las Escrituras primero, apunte sus pensamientos, y luego añada lo que halla

provechoso de otros libros.

Comprar libros representa un gasto para el maestro, pero ¿quién de nosotros no

gasta más en el sostén de su cuerpo que en el de su alma?

C. Los archivos del maestro

Sin mayor gasto podemos recopilar en nuestros archivos material para las

lecciones que vamos a enseñar. El archivo se construye con una caja grande de cartón

y unas carpetas hechas de cartulina doblada, cada una con un título. La maestra de

infantes guardará láminas, dibujos y figuras. El que da clases a niños de más edad o a

jóvenes archivará mapas, cartas gráficas, bosquejos, notas de predicación y enseñanza

que ha escuchado, historias y recortes de revistas, prensa, tratados y hojas de

calendarios que sirvan para ilustrar o introducir las lecciones. También guardará en

sus archivos fotos y artículos sobre lugares y costumbres de tiempos bíblicos y de

descubrimientos arqueológicos.

En algunas clases de adolescentes suele presentarse la dificultad de motivar a

algunos alumnos que conocen hasta el cansancio la lección a ser estudiada. ¿Cómo

podremos lograr su interés en una lección que creen ya conocer? El maestro de

jóvenes debe estar en constante búsqueda de información, archivando detalles,

circunstancias y costumbres de tiempos bíblicos. Luego la presentación de este

material debe ser de acuerdo a la capacidad y al interés de los alumnos, para

ayudarles a apreciar más las verdades del evangelio y de la doctrina bíblica.

Génesis 11:31 dice simplemente que Abram, Sarai y los demás salieron de Ur de

los Caldeos para ir a la tierra de Canaán. ¿Qué significaría este traslado para Sarai?

Los descubrimientos arqueológicos muestran que Ur era una ciudad civilizada, con

casas cómodas. Abram y Sarai dejaron atrás todo eso al emprender un viaje de

alrededor de dos mil kilómetros y por el resto de su vida moraron en tiendas.

Anhelaban una ciudad celestial que Dios les había preparado. 10

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16

Lee la Biblia, sus bellas historias traen al alma salud celestial:

Llenen tu espíritu todas sus glorias, y gozarás de su luz celestial.

7. PLANIFICACIÓN DE LA ENSEÑANZA

Planificar es establecer anticipadamente un plan de trabajo. Nos fijamos un

objetivo, delineamos los pasos que vamos a seguir y juntamos el material que hemos

de usar para alcanzar el objetivo propuesto. Esto puede hacerse a largo plazo o por

lección. Tener un objetivo inspira confianza. Si trazamos de antemano lo que

pretendemos realizar, sabremos cómo hacer planes para alcanzar nuestra meta. Esto

nos ayudará a distinguir entre lo urgente, lo importante y lo esencial

Planificación a largo plazo

Habiendo considerado en una manera general nuestra responsabilidad como

maestros, las necesidades de los alumnos y el contenido de nuestro libro de texto (la

Biblia), estaremos en condición para preparar un plan a largo plazo. En este plan

anotaremos lo que queremos enseñar cada domingo.

Tenemos que tomar en cuenta el grupo de alumnos que nos ha sido

encomendado: sus edades, su sexo, lo que han aprendido ya de las Escrituras, sus

conocimientos y experiencias y lo que les interesa.

Aprovechando el interés que algunos alumnos tendrán en ciertos días del año

podremos incorporar nuevas lecciones o modificar el orden de las que ya hemos

escogido. Por ejemplo: en el día del árbol sería interesante una lección sobre ciertos

árboles de las Escrituras; el día de la madre la lección puede ser acerca del regalo que

Jesucristo presentó a una madre; 1 en el mes de diciembre los niños tendrán especial

interés en la historia del nacimiento de Jesucristo.

El punto principal es que el plan y la manera como se presenta la enseñanza

deben estar acordes con la capacidad y el modo de entender de los alumnos. El

apóstol fue, humanamente hablando, un hombre muy inteligente y bien instruido; no

obstante, él reconoció que cuando niño él hablaba, pensaba y juzgaba como niño. 2

Se requiere fuerza de voluntad para trazar y llevar a cabo un plan a largo plazo;

pero si lo hacemos en comunión con el Señor, El nos ayudará.

Una joven creyente contó como ella aprendió lo útil que era preparar y seguir un

plan en la enseñanza. Esto es lo que me dijo:

—Me dieron una clase de muchachas de doce a catorce años y procuré

enseñarles las historias bíblicas que sabía. Al fin de un año tuve que reconocer que

había logrado muy poco con ellas. Pedí la ayuda del Señor y luego preparé una serie

de lecciones sobre el Señor Jesucristo. Estudiamos a Cristo como el Mesías que

cumplió las profecías del Antiguo Testamento, como el Cordero de Dios que quita el

pecado del mundo, le estudiamos como Maestro y con varios otros títulos u oficios

que encontramos en los Evangelios. Por fin llegamos a la última de estas lecciones, la

más solemne: el Señor Jesucristo como Juez (Juan 5:22; Apocalipsis 20:11). El

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17

siguiente domingo por la noche recibí una llamada telefónica de una de mis alumnas

y esto es lo que me dijo:

—Toda la semana he estado pensando en la lección y preguntándome: ¿Cómo

podré presentarme al Señor ante el Gran Trono Blanco? Pero, Maestra, ya sé que

nunca tendré que hacerlo porque esta noche le recibí como mi Salvador.

Planificación por lección

Disponer de un archivo, como ya hemos sugerido, favorece en gran manera la

planificación ya que así disponemos del material de trabajo que podemos requerir en

un momento dado.

Un maestro que ha gozado de bendiciones en su clase describe su método en las

siguientes palabras:

—Tengo cincuenta y dos carpetas, una para cada lección del año, con el tema de

la lección y la fecha marcados en cada una. Busco y archivo notas, mapas, cuadros y

cartas gráficas que tienen que ver con el tema de cada lección. Cuando empiezo a

preparar cierta lección me refiero primero a los objetivos en la planificación a largo

plazo. Luego reviso el material en la carpeta correspondiente, evaluando, eliminando

y seleccionando el material que usaré.

Planificar es lo opuesto a improvisar. Enseñar en la Escuela Dominical requiere

preparación delante del Señor, y mientras más temprano en la semana comencemos,

mejor. Primeramente pidamos en oración la ayuda de Señor; luego leamos

cuidadosamente las porciones de las Escrituras, tomando notas de nuestra meditación

personal; después podemos consultar manuales y otros libros; luego determinaremos

la manera de utilizar los materiales que hay en nuestro archivo.

Orden en la enseñanza

Hay tres tipos de orden que debemos tomar en cuenta en

la planificación de la lección:

A. Orden de comprensión. Empezaremos nuestra

enseñanza con lo que el niño sabe y lo llevaremos a lo que

todavía no sabe. Esta es la base de la verdadera enseñanza.

Hay que empezar con las experiencias conocidas, las

semejanzas entre lo conocido y lo desconocido, y luego por

pasos graduados llevar al niño a nuevos descubrimientos.

B. Orden psicológico. El párvulo es muy limitado en sus

experiencias, pero esto no quiere decir que es incapaz de

pensar. El proceso de pensamiento (seleccionar y aplicar conocimientos a un

problema) puede desarrollarse hasta en un párvulo bajo la guía de un buen maestro.

Hay que conectar las lecciones nuevas con las que ya han sido aprendidas de tal

manera que el niño pueda trasladar lo que ya conoce al tema de las nuevas lecciones.

C. Orden cronológico. Procuremos dar una idea clara del orden en que sucedieron

los acontecimientos en las Escrituras. Para una clase de jóvenes puede resultar

provechoso un estudio de las siete dispensaciones señalando algunos acontecimientos

importantes en cada una. Tal estudio pone de manifiesto que la historia es el

desarrollo de los planes y propósitos de Dios. Un bosquejo completo de las

dispensaciones se encuentra en la Biblia anotada de Scofield.

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18

Organización de la lección

Se puede organizar la lección de la siguiente manera:

A. El tema principal. El tema de la lección es la verdad básica que el maestro

quiere inculcar en sus discípulos. En la Biblia hay un sin número de temas que

podrían seleccionarse. Presentaremos algunos a título de ejemplos: la caída del

hombre, la promesa de un Salvador, el Cordero de Dios.

B. El texto clave. Este texto debe expresar el tema de la lección y ayudar al alumno

a fijar sus pensamientos en esa verdad. Puede ser una parte del pasaje que será leído

en la clase o tal vez otra Escritura. Por ejemplo, si la lección versará sobre la caída del

hombre relatada en Génesis 3, el texto

clave. Esdras, el escriba, fue uno de ave

podría ser: Como el pecado entró en el

mundo por un hombre, y por el pecado la

muerte, así la muerte pasó a todos los

hombres, por cuanto todos pecaron. 3

C. Los pasajes de las Escrituras que

han de ser leídos. Por lo regular, es

mejor no leer mucho de una sola vez en

la clase, especialmente si los alumnos son

niños pequeños o inquietos, por cuanto

no siempre entienden lo que se lee ni prestan la debida atención. Pero, algo de la

Palabra de Dios debe leerse cada vez que el maestro se reúne con su clase.

D. Introducción a la lección. Podría ser una pregunta, una ilustración breve,

láminas o dibujos, un objeto que se muestre, etc.

E. Porción asignada. El maestro que quiere agradar a su Señor no escoge al azar

los versículos que han de ser aprendidos de memoria. El que tiene verdadero interés

en el bienestar de su grupo pensará detenidamente cuánto y qué asignar como tarea.

Es nuestro deber enseñar a los alumnos las palabras textuales de la Biblia. El apóstol

Pablo conoció el hogar en que Timoteo fue criado y le recordó: Desde la niñez has

sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación ... 4

Es decir, las palabras que aprendió de niño le ayudarían ahora en las cosas

espirituales.

Es más fácil enseñar un versículo si lo dividimos en frases. Por ejemplo, Juan

3:16 puede dividirse así, enseñando y explicando una frase antes de pasar a la

siguiente:

—Porque de tal manera amó Dios al mundo,

—que ha dado a su Hijo unigénito,

—para que todo aquel que en él cree,

—no se pierda,

—mas tenga vida eterna.

No debemos prescindir de la repetición y el repaso de las Escrituras aprendidas.

Hay muchas maneras de evitar el aburrimiento y mantener el interés. Podemos

preparar carteles escribiendo de un lado la referencia y la letra completa del versículo.

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19

Del otro lado se colocan figuras y una que otra palabra que ayudarán al alumno a

recordar lo que ha aprendido.

Por ejemplo, para recordar Juan 5:24 podemos hacer lo siguiente:

—la figura de una oreja

—una Biblia abierta

—la palabra cree

—la palabra condenación, tachada

—un cuadro o círculo negro con la palabra muerte

—otro amarillo o naranja con la palabra vida

—una flecha indicando movimiento del primero al segundo.

El maestro también debe aprender de memoria los textos que asigna a sus

alumnos. Al pueblo de Israel se le aconsejaba: Estas palabras que yo te mando

hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de estando en tu

casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes ... y las escribirás

en los portales de tu casa, y en tus puertas. 5

Los premios estimulan el esfuerzo. No son por tarea cumplida sino

reconocimiento del trabajo hecho por el alumno. Es preferible ofrecer un premio de

poco costo a cada niño que aprenda la porción asignada que algo costoso al que la

aprendió primero. Un buen premio para el alumno que se ocupa de aprender las

porciones asignadas sería un texto atractivo que él podría colgar en la pared de su

casa.

F. Puntos principales de la lección. En el plan habrá una lista de los puntos que

queremos enseñar y del orden en que han de ser enseñados.

G. Preguntas acerca de la lección. Veremos adelante cómo deben ser las preguntas.

H. Ilustraciones. Las ilustraciones sirven para arrojar luz sobre la lección. Deben

estar bien distribuidas a través de la lección sin ser demasiadas en número. Cuando la

lección es algo difícil o estamos introduciendo un concepto nuevo es bueno poder

decir: —Por ejemplo—o—Supongamos que ... Basta ver el efecto que estas

declaraciones producen en los alumnos para darnos cuenta del valor de una

ilustración. Notemos cuántas ilustraciones usó Cristo en el sermón del monte. 6

I. Aplicación de la lección y breve conclusión. Hay que dejar suficiente tiempo al

fin de la hora de clase para repasar la verdad principal contenida en la lección, con el

fin de aplicarla a la vida de cada alumno. La conclusión puede tomar la forma de una

invitación a aceptar al Señor Jesucristo como Salvador o una exhortación en cuanto a

la vida cristiana si los alumnos ya son salvos. A veces la aplicación será directa; en

otras ocasiones se hará en forma indirecta por medio de preguntas. En todo caso debe

ser breve a fin de que los alumnos la tomen a pecho.

Enséñame, Señor, y enseñaré siempre las cosas tuyas en sazón;

Dame palabras, y yo alcanzaré al que es de tierno corazón.

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8. DIVERSOS ENFOQUES

Hemos notado que cada lección debe tratar un tema o verdad básica de las

Escrituras. En este capítulo vamos a usar la historia del maná en el desierto (Éxodo

16) como figura simbólica del Señor Jesús, el Pan de Vida. Veamos cómo el maestro

puede enseñar esta verdad en diferentes maneras, de acuerdo con la capacidad y

conocimiento de sus alumnos.

Usaremos la planificación de lección sugerida en el capítulo anterior: definir el

tema; usar un texto que exprese bien la enseñanza; decidir qué pasaje de las

Escrituras vamos a leer en clase; determinar cuáles puntos queremos explicar; pensar

en preguntas apropiadas; preparar ilustraciones; terminar con una breve aplicación de

la historia y la condición espiritual de los alumnos.

Recordaremos que la verdad divina es una sola pero los alumnos se encuentran

en distintos niveles en cuanto a su conocimiento de la Palabra de Dios.

A. Principiantes pequeños

Los niñitos, cuando empiezan a asistir a la clase, no entienden lo que es una

figura simbólica, pero podemos hablarles del cuidado que Dios tenía para su pueblo y

que tiene también para nosotros. Podemos relatar en forma sencilla la historia de los

israelitas tomando como texto clave Éxodo 16:15: "Es el pan que Jehová os da para

comer".

Será preciso explicar que Dios mandó esta comida día tras día por muchos años,

y que cada uno tenía que buscarla y comerla. ¿Quién envió pan del cielo? ¿Quién

envía la lluvia para que las plantas crezcan? ¿Quién nos da la comida a nosotros?

Dios que nos conoce y nos ama es el que sustenta toda la creación. El Señor

Jesucristo es Dios Hijo. Un himno apropiado para esta lección es: Cristo me ama, me

ama a mí.

B. Niños mayores

Estos podrán comprender que la milagrosa provisión de pan para el pueblo de

Israel habla de aquel que vino para suplir nuestra necesidad espiritual. Así podremos

hablarles del Pan de Vida en Juan 6:35, conectándolo con Nehemías 9:15: "Les diste

pan del cielo en su hambre".

La lectura podría limitarse a una selección de versículos de Éxodo 16 y luego

Juan 6:31-35. Al narrar brevemente la historia de los israelitas explicaríamos que no

podían sembrar porque estaban en el desierto y eran peregrinos; tenían hambre, y

Dios hizo llover pan del cielo. Hablaríamos de cómo era el maná y que el pueblo,

cuando lo vio por primera vez sobre la arena, preguntó: ¿Man hu, man hu?, que

quiere decir: ¿Qué es esto? Moisés les respondió: Es el pan que Dios os ha dado para

comer.

Antes de hacer preguntas podríamos ilustrar la lección para poner en claro que el

maná es una figura simbólica del Señor Jesucristo. Comemos pan, verduras, carne y

frutas. ¿Por qué? Para sostener la vida, para que el cuerpo crezca y para que nuestro

organismo realice sus funciones ordinarias.

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Ahora viene la aplicación. Esta se encuentra en Juan 6:31-35. Jesucristo es el Pan

de Vida: vino del cielo, nació de una virgen, creció, hizo milagros, enseñó a la gente

y dio su vida para salvarnos y darnos vida eterna. Si confiamos en el pan de cada día

para mantener la vida física, debemos confiar en el Pan de Vida para la vida eterna.

Un coro que expresa esta verdad es: El Pan de Vida soy, dice el Señor.

C. Adolescentes

El enfoque discutido anteriormente es apropiado también para los alumnos

grandes, pero abarcando Juan 6:51 y una lectura un poco más extensa en Éxodo 16.

El maestro podrá aplicar el relato más detalladamente: el maná vino del cielo, como

Cristo; era menudo, lo que habla de la

humildad de Cristo; era redondo, como lo

eterno que no tiene principio ni fin; era

blanco, figura de la pureza del Señor Jesús;

tenía sabor a miel, como Cristo es dulce a

quien le recibe; caía sobre la faz de la

tierra, recordándonos que Cristo está al

alcance de todos; tenía que recogerse de

mañana ya que se derrita al salir el sol,

"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud" y "Me hallan los que temprano

me buscan" 2; el maná criaba gusanos y hedía al no comerlo, así el conocimiento sin

la obediencia puede producir indiferencia y orgullo.

El maestro habrá leído en casa el capítulo 11 de Números, pero es probable que

no quiera tanta lectura en una clase de esta edad. Pero podrá añadir que el maná era

transparente como el bedelio, símbolo de la vida intachable del Señor Jesucristo; fue

cocido, como el Señor sufrió el calor de la ira le Dios; tenía sabor de aceite nuevo, así

como el sacrificio de Cristo es siempre fresco para los que en él confían; caía sobre el

rocío y no tenía contacto con a tierra, así

como el Señor no se contaminó con el

mundo. Las preguntas pueden comenzar

con el porqué del maná y de dónde venía.

Si la familia no tenía tiempo de recogerlo

por la mañana, ¿lo podrían hacer más

tarde? ¿por qué no? ¿Cuándo debemos

recibir a Cristo? ¿Se pierde algo al recibir

a Cristo siendo joven?

A los soldados bajo las órdenes de

Bolívar, Páez y Sucre muchas veces se les

hincharon los pies al caminar grandes distancias y no pocas veces padecieron hambre.

Los israelitas, sin embargo, caminaron por espacio de cuarenta años y no se

hincharon sus pies y de ninguna cosa tuvieron necesidad. 3 El maná les sirvió de

alimento. El que come del Pan de Vida tiene vida eterna y estará provisto de todo lo

que es realmente importante.

Añadiremos dos secciones a este capítulo sugiriendo un énfasis para una clase

donde todos, o la mayoría, sean alumnos creyentes y otro para el caso contrario.

D. Alumnos inconversos

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Con este grupo conviene destacar que muchos no aceptaron con agrado la

provisión hecha por Dios, ni la aceptan todos hoy día. Dios mandó del cielo una

comida perfecta para los israelitas, pero ellos la despreciaron. Dios nos ha dado lo

mejor que tenía en el cielo, su amado Hijo. Al que desprecia al Hijo de Dios y la

salvación provista por él le espera la condenación. ¿Cómo escaparemos nosotros, si

descuidamos una salvación tan grande? 4

La conversación podrá extenderse a otras porciones de las Escrituras como las

siguientes: Pan de nobles comió el hombre. 5 Nuestra alma se seca pues nada sino

este maná ven nuestros ojos. 6 Nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. 7

Las preguntas del maestro podrían versar sobre la suficiencia del maná y la

actitud del pueblo, y deben servir para enfatizar la aplicación de Juan 6:35, que

Jesucristo es el Pan de Vida.

Bien, vamos a pensar ahora en una ilustración propia para esta clase. Acá en

Venezuela un grupo de médicos realizó una investigación sobre la desnutrición de los

niños pequeños en el país. Descubrieron que muchos niños padecían raquitismo

porque no bebían leche. Pero esto se debía, no tanto a que no hubiera leche, sino a

que no la apetecían, no les gustaba beberla. El israelita que despreciaba

voluntariamente el maná, una comida que tenía todas las vitaminas y proteínas

necesarias para la salud del cuerpo, tuvo que pagar caro las consecuencias. De la

misma manera, el joven inconverso que prefiere la televisión a la Palabra de Dios, el

cine antes que el culto de predicación y el mundo antes que Jesucristo corre grave

riesgo de perder su alma. El que rehúsa comer el Pan de Vida, es decir, creer en el

Hijo de Dios, no verá la vida sino que la ira de Dios está sobre él. 8

E. Alumnos creyentes

Si el maestro limita su lectura a Éxodo 16 no podrá presentar todo lo

concerniente al tema del maná. Hemos visto que hay otras porciones que abundan en

explicaciones para los que no son salvos; hay más todavía para el pueblo de Dios.

Para el creyente, comer el maná simboliza meditar en la vida terrenal de

humillación de nuestro Señor Jesucristo. Participamos de él para obtener la salvación,

según Juan 6:54, pero para recibir sostén en la vida espiritual tenemos que comer su

carne (6:56-58), meditando en su humillación. Al alimentarnos así diariamente

recibimos fuerza por la vida de él.

El maná guardado en una urna en el lugar santísimo sería como testimonio para

los descendientes de los israelitas. Podemos discutir en clase Éxodo 16:33 y Hebreos

9:4, llegando al versículo 23 donde habla de figuras de las cosas celestiales. El maná

escondido nos hace pensar en la exaltación del Señor. Apocalipsis 2:17 habla de

maná para el vencedor. El estudio podría tratar primero del maná esparcido para la

salvación y luego del maná escondido que recibe el creyente que vence en la prueba.

Una discusión de las pruebas en la vida cristiana y la importancia de ser vencedor en

ellas no va a interesar a los alumnos menores ni a los que no son salvos, pero será

muy apropiada para una clase de creyentes.

Finalmente se puede mencionar Josué 5:12, donde dice que el maná cesó. El

maná fue para el desierto pero en la tierra prometida había manjares mejores. El

Señor nos ha dado amplia provisión para esta vida, pero por delante nos esperan cosas

mejores. Debemos comer de él aquí, buscando diariamente lo que ha sido provisto

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para la marcha, pero en el cielo no harán falta las provisiones de la vida terrenal

porque habremos entrado en el reposo eterno.

En tu Palabra, oh Padre Dios, ¡Qué bella luz se ve!

Bendita, celestial porción gozada por la fe.

9. PRESENTANDO LA CLASE

El maestro que llega a la Escuela Dominical antes de la hora tendrá más tiempo

de arreglar el material que va a usar en la presentación de la lección, trazar un mapa,

o escribir un bosquejo en el pizarrón. Además, podrá saludar a los alumnos cuando

van llegando y sentarse con ellos. Esta atención personal es bien vista por los niños y

jóvenes.

El tiempo que el maestro tiene con su clase es relativamente poco. Debe hacer el

mejor uso de él. Recuerde que de las 168 horas que tiene una semana, ¡solamente se

comparte una con la clase!

A. Apertura

En algunas Escuelas Dominicales la apertura se hace estando todas o varias de

las clases juntas. Aquí nos ocuparemos de la apertura en la clase particular de cada

maestro. Es bueno empezar con una oración pidiendo la ayuda del Señor. La oración

ante los alumnos debe ser breve. Las oraciones largas son para cuando estamos a

solas con el Señor. Al iniciar la clase es oportuno dar la bienvenida a los alumnos

nuevos.

B. Recitación

Los alumnos citan los versículos que han aprendido de memoria durante la

semana. Para ahorrar tiempo en una clase grande los que llegan temprano pueden

recitar sus textos al maestro antes de la apertura. Cada alumno debe tener su hoja o

libreta de versículos, aun cuando aprenderlos directamente de la Biblia puede ser

apropiado para los alumnos mayores.

Sabemos que es importante memorizar las Escrituras, pero el maestro se debe

preocupar de que sus discípulos comprendan las verdades del tema que puedan

expresar los pensamientos en propias palabras. El alumno que comprende las

Escrituras está progresando, pero nuestro objetivo es que el estudiante aplique a su

propia vida la Palabra de Dios. Pablo escribió a Timoteo: "Las Sagradas Escrituras te

pueden hacer sabio la salvación por la fe que es en Cristo Jesús." 1 El profeta

Miqueas dice de Dios: ¿No hacen bien mis palabras al que camina rectamente? 2

C. Repaso

El propósito del verdadero estudio no es meramente conocer, sino poder aplicar

el conocimiento. Sólo el repaso frecuente puede dar este dominio de las verdades

enseñadas. Un repaso es más que repetición porque debe arrojar nueva luz sobre la

lección y confirmar la aplicación.

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Al comienzo de cada lección repasemos brevemente la lección anterior. Nuevas

preguntas llevarán a los alumnos a mayor interés en el material ya estudiado. El

repaso al comienzo puede servir como introducción a la lección nueva. La regla de

enseñanza según Isaías 28 es: Mandamiento tras mandamiento, mandato sobre

mandato, renglón tras renglón.

D. Lectura de la Palabra de Dios

Animemos a los alumnos a llevar sus Biblias a la clase y a tomar parte en la

lectura. Si el maestro hace preguntas acerca del pasaje antes de la lectura ellos

pondrán más atención, buscando las respuestas al leer la porción. La Biblia es el

único libro que debe ser leído durante la hora de la clase. El maestro que prepara bien

su lección no leerá el manual del maestro ni ningún otro libro delante de la clase.

Nuestro texto único es la Palabra de Dios.

E. Introducción

Por medio de una buena introducción despertamos interés en el tema que

proponemos enseñar. Antes de empezar la enseñanza de un tema que ocupará varias

semanas, debemos presentar en forma interesante un resumen de nuestro plan. Si los

alumnos saben cuáles son los objetivos de la enseñanza tendrán más interés en las

lecciones. Un sentido de propósito ayuda en el aprendizaje y el sentimiento de

realización del propósito estimula a los estudiantes.

Hay muchas maneras de introducir una lección. Por ejemplo: relatar algo

extraordinario que aconteció recientemente, dibujar una escena en el pizarrón, hacer

referencia a las experiencias de un niño de la clase, mostrar algún objeto o cuadro,

hacer una pregunta que llame la atención, hacer referencia a una pregunta que algún

alumno haya hecho, repasar la historia de la semana anterior, escuchar un informe

que un estudiante haya preparado, etc.

F. Enseñanza de la lección

La tarea del educador es despertar y poner en acción la mente del discípulo.

Muchas veces nos equivocamos tratando de enseñar la lección por medio de la simple

palabra hablada. El conocimiento no siempre pasa de una mente a otra por el mero

hecho de hablar. Tenemos que estimular al alumno a adquirir conocimientos

descubriendo verdades por sí mismo.

¿Cómo podremos hacer esto? He aquí unas actividades para los alumnos: Llevar

la Biblia a clase y buscar respuestas en ella en versículos que cite el maestro; marcar

la Biblia cuidadosamente bajo la dirección del instructor; preparar y presentar como

tarea informes sobre personajes o lugares bíblicos; elaborar mapas trazando en ellos

rutas y distancias; cantar un himno o coro que exprese el tema de la lección (esto se

hará si es posible hacerlo sin molestar a las demás clases); dibujar ilustraciones que

representen las verdades bíblicas (los alumnos pueden llevar lápiz y cuaderno para

hacer estos trabajos al fin de la clase, como repaso). Estas actividades tienen como fin

el fijar el conocimiento en la mente y en el corazón de cada alumno.

¿Cuántas verdades debemos enseñar al niño en cada lección? En vez de tratar de

enseñar siete verdades en una hora es mejor enseñar una sola, tal vez haciéndolo de

siete maneras diferentes.

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25

Los alumnos son el objeto de nuestra primera consideración. Cada uno de ellos

ha de participar en las actividades de la clase y aprender. No es lo mismo contar algo

que enseñarlo. Hay que averiguar qué es lo que los alumnos no saben, luego suplir lo

que les hace falta, y entonces ver si efectivamente han entendido lo que se les ha

enseñado.

G. Preguntas del maestro

Nuestro deber como maestros es despertar las mentes de los alumnos y no

descansar hasta que el niño demuestre actividad mental, dé su opinión y actúe en la

clase. Reprimamos nuestra impaciencia. Dejemos que el alumno se explique. No le

interrumpamos ni pongamos palabras en su boca. Las preguntas ¿cómo? y ¿por

qué? hacen que el niño piense más que las preguntas acerca de ¿qué? ¿quién? y

¿dónde?

Si alguno da una respuesta equivocada, en lugar de decir ¡No! y dar la respuesta

correcta, es mejor volver a formular la pregunta de una manera más fácil de entender.

Si parte de la respuesta es correcta, aprobemos esa parte y luego expliquemos mejor

la enseñanza. Debemos evitar que el alumno que contestó mal sienta pena y deje de

contestar en la clase.

Un método que el maestro hallará efectivo es el dirigir preguntas a toda la clase,

para que todos piensen, y luego nombrar a los alumnos, uno por uno, para que todos

den su respuesta. El maestro oye las

respuestas sin asentir con la cabeza al que

responde correctamente, ya que al

preguntar al próximo, éste ya sabría que

la pregunta ha sido contestada. También

debemos enseñar a los niños a respetar las

opiniones de sus compañeros y evitar que

se burlen al oir una respuesta errada.

Son muchos los usos que podemos

hacer de las preguntas. He aquí algunos

ejemplos:

1. Introducir un tema. Esto lo hizo el Señor Jesús al preguntar: ¿Quién dicen los

hombres que es Hijo del Hombre? 3

2. Exigir una explicación. Cristo demandó a los que le criticaban: ¿Es lícito en los

días de reposo hacer bien? 4 ¿Cómo iban a decir que no?

3. Pedir la opinión de un alumno. Al decir: ¿Qué te parece, Simón? 5 el Señor

despertó el interés de su discípulo en la explicación que iba a dar.

4. Guiar al niño a aplicar la verdad de la lección. Después de haber relatado la

parábola del buen samaritano, el Señor Jesús aplicó la parábola a sus oyentes

preguntando: ¿Quién de estos tres parece que fue el prójimo? 6

H. Preguntas del alumno

Enseñemos a los alumnos a preguntar. La narración no debe agotar el asunto,

sino que debemos dejar algo sin decir, para estimular el pensamiento y el esfuerzo de

los alumnos. Procuremos que los alumnos hagan preguntas, dejándoles tiempo para

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26

pensar. Es mejor no contestar con prontitud las

preguntas que hagan, sino esperar un momento para

darles más fuerza. Cuando sea posible es bueno

responder con nuevas interrogaciones, lo cual hará más

profundo el pensar. Jesucristo muchas veces contestaba

pregunta con pregunta. Los fariseos preguntaron: ¿Por

qué tus discípulos quebrantan la tradición de los

ancianos? Cristo dijo: ¿Por qué también vosotros

quebrantáis el mandamiento de Dios con vuestra

tradición? 7

En el Antiguo Testamento hallamos varias veces la

frase: Cuando tu hijo preguntare. 8 Sin duda, el israelita estaba obligado a contestar a

su hijo con la Palabra de Dios. ¡Cuán importante es que nosotros, los maestros,

sepamos contestar las preguntas de nuestros discípulos!

Un joven, al asistir a la Escuela Dominical por primera vez, oyó la historia de

Elías en el Monte Carmelo. 9 El muchacho preguntó al maestro: Si no llovió en tres

años y seis meses, ¿dónde consiguieron doce cántaros de agua? El maestro, un poco

irritado, respondió: Dios pudo proveer el agua. El muchacho sintió pena y jamás

volvió a la clase.

Pasaron unos años y este muchacho oyó la predicación del evangelio y fue

salvado. Un día, viendo un mapa en su Biblia, notó que el Monte Carmelo estaba

cerca del mar. Se acordó de su pregunta y pensó: Si el maestro me hubiera dicho que

podrían haber usado agua salada del mar para mojar el altar, tal vez yo hubiera

continuado mi asistencia a su clase.

Del uso de las preguntas surge la discusión, la cual es una forma de participación

por parte de los alumnos. La discusión permite que casi todos participen. De esta

manera algunos individuos se sienten con libertad para expresarse. Si propiciamos las

preguntas mantendremos el camino abierto para que los alumnos contribuyan con sus

conocimientos.

I. Lenguaje del maestro

Procuremos enseñar el evangelio usando palabras comprensibles, que sean parte

del vocabulario del alumno. Hay palabras bíblicas que requieren una explicación tales

como: escatimar, expiar, justificar, reconciliar, redimir y remitir, por nombrar sólo

algunas.

El maestro puede usar lenguaje simbólico, pero es preciso que explique a qué se

refiere. Por ejemplo, si habla de corazones negros y blancos, debe aclarar que no se

refiere al órgano físico, ni al color de la piel, sino al ser interior. 10 Lo negro

representa la contaminación del pecado y lo blanco habla de la limpieza que

proporciona la salvación. 12

Es bíblico hablar de la gloria del Señor, como cuando Juan escribe: Vimos su

gloria, gloria como la del unigénito del Padre. 13 Pero algunos niños piensan que esto

se refiere a un halo que se veía sobre su cabeza o a una luz que le rodeaba. Se trata

más bien de su carácter. La gloria divina del Señor Jesús fue revelada en cada detalle

de su vida terrenal.

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27

Otro término que requiere explicación es la ley. El maestro sabe que se refiere a

los mandamientos que Dios dio a Israel, 14 pero muchos alumnos sólo han oído

hablar de la ley del trabajo o de la ley de tránsito.

Algunos hablan mucho del pecado cuando los alumnos no entienden lo que

significa la palabra. El pecado incluye malos pensamientos, 15 el engaño, el mal

humor, la mentira, 16 males palabras y el orgullo. También al que sabe hacer lo

bueno, y no lo hace, le es pecado. 17

A niños pequeños, es mejor no decirles que van al infierno, pero sí debemos

explicarles lo que significa la separación de Dios como consecuencia del pecado. 18

A los que por su edad ya son responsables delante de Dios, tenemos que enseñarles lo

que enseñó Cristo 19 y lo que dicen otras Escrituras acerca del infierno, 20 donde irán

todos los que rechazan a Cristo y su salvación.

Es lamentable que muchas veces las verdades bíblicas sean falseadas o tomadas

en sentido equivocado porque aparecen en expresiones no comprendidas. Por eso

debemos:

1. Poner atención al lenguaje de los alumnos, a fin de conocer las palabras que usan y

el significado que ellos les dan.

2. Expresarnos, hasta donde sea posible, en el lenguaje de nuestros alumnos.

3. Usar pocas palabras.

4. Aclarar el significado de palabras nuevas, usando al efecto ilustraciones. Cuando

sea necesario enseñar una palabra nueva, es bueno expresar la idea que encierra antes

de pronunciar la palabra.

5. Averiguar por medio de preguntas la interpretación que los alumnos dan a las

palabras bíblicas que aprenden, para asegurar que tienen el sentido correcto de ellas.

J. Ilustraciones

Procuremos ilustrar nuestras lecciones sabiamente. Debemos advertir que un

chiste no es una ilustración. Presentamos

algunas sugerencias al respecto:

1. Usar solamente ilustraciones que

tienen que ver con la verdad que

queremos enseñar en la lección.

2. Usar ilustraciones verídicas. Si usamos

anécdotas o fábulas debemos explicar a

los alumnos su origen.

3. Conocer bien los datos de la

ilustración y darlos en orden.

4. Relatar la ilustración en forma sencilla, clara e interesante.

5. Evitar hacer uso de ilustraciones que nos alaban a nosotros mismos. El obrero

humilde no las usa.

K. Cuadros, franelógrafos y objetos

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Cierto maestro dijo que no veía la necesidad de usar este tipo de material en su

clase. Para él bastaba leer y explicar la Palabra de Dios. Pero, parecía que nunca se

dio cuenta que los únicos alumnos que continuaban asistiendo eran los que lo hacían

obligados por padres creyentes.

Tenemos el deber de mantener el interés de los alumnos porque sin interés el

alumno aprende poco o nada. Pero es mejor no usar lo que pueda desviarnos de la

Palabra de Dios, porque ella es la que da vida. 21

Al mostrar láminas o cuadros es bueno explicar a los niños que así los pintaron

los artistas, pero no sabemos en realidad cómo eran físicamente los personajes de la

Biblia. Si la clase es grande no vamos a mostrar cuadros pequeños en libros porque es

difícil que todos los niños vean bien el cuadro.

Ciertas lecciones de franelógrafos son muy útiles en la enseñanza de los niños. Si

vamos a usar franelógrafo es recomendable estudiar cuidadosamente la lección y

ensayarla en casa, tal vez ante un espejo.

El maestro puede valerse también de objetos sencillos como una bandera,

monedas, un espejo, etc., para enseñar mejor las Escrituras. Al usar objetos visuales

en una clase debemos evitar usar demasiado tiempo con ellos, tiempo que podría ser

usado mejor con la misma Palabra. Con cuidado y experiencia, los objetos pueden

hacer resaltar enseñanza propia de la Biblia.

Pensemos en una lección sobre la resurrección de los creyentes en la venida del

Señor. Podemos usar un imán y unos clavos puestos entre una poca de arena. Cuando

un alumno acerque el imán a la arena, los clavos de hierro subirán, y los de cobre u

otro metal quedarán donde el maestro los puso. Cuando Cristo venga al aire, subirán

los creyentes muertos y los vivos también. 22 Los que murieron sin Cristo quedarán

en sus sepulcros hasta la segunda resurrección. 23 Así vemos cómo el maestro puede

hacer más clara su explicación de las cosas espirituales sin recurrir a aparatos

costosos ni técnicas complejas que roban el lugar que debe ocupar la lectura de las

Sagradas Escrituras.

L. Himnos y coros

Procuremos enseñar los himnos que expresan el Evangelio. A veces es necesario

explicar el sentido de algunas expresiones en los himnos a fin de que los alumnos

canten con entendimiento.

Hemos sugerido que la clase cante ciertos himnos de acuerdo con el tema de la

lección, pero en muchas escuelas los grupos están todos en el mismo salón o las

divisiones son muy delgadas y la clase no puede cantar sin estorbar a los demás. Si se

puede cantar, bien; pero si no es posible, el citar la letra de un himno o coro conocido

puede apoyar la enseñanza del tema aunque no se pueda cantar.

¡Oh! guíame, Señor, y guiaré al pobre errado que tan lejos va:

Dame alimento y yo también daré al pobre hambriento tu maná.

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29

10. DISCIPLINA EN LA CLASE

Causas del desorden

La falta de disciplina estorba enormemente la enseñanza. Si existe tal problema

en nuestra clase debemos determinar las

causas del mal comportamiento y tratar de

corregirlas.

Puede deberse a que los niños están

demasiado apretados, hay mucho ruido

afuera, hay demasiado calor y mala

ventilación en el salón. Si se trata de un

niño nada más, tal vez se porta mal

porque tiene problemas en su hogar o

sufre alguna enfermedad. Si es así, nada

vamos a ganar con regañar. Si

desconocemos sus conflictos e inquietudes la falta es nuestra.

Muchas veces, o la mayoría de las veces, la falta de buen orden obedece a que

nosotros los maestros no nos damos a respetar por los alumnos. Esto puede ser culpa

de nosotros mismos. Tal vez no estamos preparados para enseñar, carecemos de

vocación o no somos amables ni animados; tal vez los alumnos perciben en nosotros

falta de sinceridad o descuido en nuestra preparación de la clase.

La mayoría de los asistentes a una Escuela Dominical van por voluntad propia.

Algunos creyentes hacen grandes esfuerzos por invitar jóvenes y niños a la Escuela

Dominical. Pero si hay ruido y desorden en la clase, el alumno visitante no hallará

ambiente agradable ni tendrá ganas de seguir asistiendo. El apóstol Pablo escribió a

los santos en Colosas: Estoy ... gozándome y mirando vuestro buen orden. 1 ¿Podría

decirse esto de nosotros, en la manera de conducir la clase que el Señor nos ha

encomendado?

Sugerencias

Las siguientes sugerencias podrían ser de ayuda para resolver algunos problemas

de disciplina: Los alumnos deben estar sentados donde puedan ver al maestro. No

debe haber nada detrás del maestro que pueda distraer. Desde un principio tenemos

que exigir la obediencia y la cooperación de todos. Si un muchacho está hablando o

estorbando, hay que dejar de hablar y mirarle a la cara hasta que él comprenda la

necesidad de respetar el orden. Estamos perdiendo el tiempo si continuamos

hablando, orando o leyendo mientras hay desorden. A veces es posible lograr la

cooperación del niño difícil poniéndole una tarea especial. Si él la hace bien podemos

alabarle y así ganar su aprecio. Por lo regular el niño travieso se porta mejor si está

sentado cerca de su maestro.

Es preciso preparar la lección de tal manera que haya suficiente actividad para

toda la hora de clase. Esta preparación requiere diligencia porque algunos alumnos

tienen más capacidad que otros y terminan los trabajos primero. Todo niño debe estar

ocupado todo el tiempo.

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Hay muchas maneras de captar el interés de mantener la atención del alumno. El

niño puede ver, palpar, oir, oler y saborear, así que podemos llegar a su mente a

través de cualquiera de sus cinco sentidos. Hay muchos objetos que se pueden usar en

la clase para hacer más clara e interesante la enseñanza. Además, la sonrisa, el

movimiento de las manos, y la variación en el tono de la voz deben acompañar las

palabras que pronunciamos en la presentación de la clase.

Es preciso hablar en voz clara e inteligible,

pero si hablamos en voz muy alta estorbamos a

las otras clases. La lección será más interesante

si procedemos a veces con rapidez. Por

ejemplo, podemos relatar la historia de Zaqueo 2 rápidamente, pero al hablar de los sufri-

mientos de Jesucristo hablaremos lentamente y con reverencia. Después de aplicar

una verdad solemne, conviene hacer una pausa a fin de que los alumnos tomen a

pecho lo que han escuchado. Debemos imitar a los lectores del tiempo de Nehemías

que leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que

entendiesen la lectura. 3

La misma rutina cada domingo llega a ser monótona para el niño. Para evitar esto

podemos variar nuestra manera de desarrollar la lección de vez en cuando. Por

ejemplo, podemos dejar la lectura de las Escrituras para el fin y comenzar con un

concurso de versículos memorizados. Sin interés no hay buen comportamiento y no

hay aprendizaje.

Lo que espera el discípulo del maestro

1. Amor y comprensión. La oveja extraviada de Mateo 18:12 aparentemente es un

niño, pues estos versículos forman parte de la enseñanza que el Señor Jesús dio

respecto a los niños. Cada niño es distinto y unos son más amables que otros. Nunca

debemos mostrar favoritismo hacia algunos sino amarlos a todos por igual.

Procuremos no regañar sino alabar a los de buen comportamiento y a los que se

esfuerzan por aprender la Palabra de Dios, animándoles a portarse aun mejor. El

Señor dijo: Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños. 4

2. Animación para el alumno creyente. En el mismo capítulo 18 de Mateo, el Señor

habla del pecado de hacer tropezar a alguno de estos pequeños que creen en él. Sin

darnos cuenta, podríamos ser culpables de ese pecado, ya sea desanimando a un niño

salvo diciendo que no lo es, o por exigirle que se comporte como un creyente adulto.

3. Buen ejemplo. Es obligación del maestro mostrar una conducta santa, justa e

irreprensible tal como nos enseña el apóstol Pablo. No podemos esperar del alumno

lo que él no ve en nosotros mismos. El respeto no se consigue con decir: Yo soy un

maestro, respétenme. Leemos en Tito 1:7 que es necesario que el obispo sea

irreprensible, ... no soberbio ni iracundo ... sino amante y dueño de sí mismo. Las

mismas cualidades son necesarias en un maestro o maestra de Escuela Dominical. El

alumno sabrá cuando en su maestro las hay y también sabrá cuando no las hay.

Ejemplo debo dar, mi vocación cumplir,

Y mis talentos dedicar a Cristo en servir.

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31

11. OTRAS ACTIVIDADES DEL MAESTRO

Hemos considerado la manera en que el maestro debe preparar y presentar la

lección, mantener el orden en la clase y mostrar interés en cada alumno. Ahora

queremos sugerir otras actividades que el maestro debe desarrollar.

A. Conducir los alumnos al culto de predicación

Si los alumnos tienen edad para ser salvos, es deber del maestro interesarse en

sus almas y procurar llevarlos también al culto de predicación del evangelio y

sentarse con ellos en el culto. Muchos de los que aceptan a Cristo en los cultos

evangelísticos son, o fueron, alumnos de la Escuela Dominical.

B. Repartir literatura evangélica

El alumno en la Escuela Dominical es un buen medio por el cual la iglesia puede

introducir literatura bíblica en las casas de familias inconversas. Muchos adultos leen

con más interés que sus hijos los tratados y folletos que los chicos reciben en sus

clases.

C. Llevar la clase a excursiones

A los niños les encanta una excursión o un paseo. Si programamos una excursión

es aconsejable solicitar la cooperación de otros hermanos para la vigilancia de los

niños, aun cuando el grupo sea pequeño. La excursión, o la visita de los alumnos a la

casa de maestro, da al muchacho la oportunidad de ver a su maestro, no como un

instructor con saco y corbata puestos, sino como una persona.

D. Visitar los hogares

Los maestros haríamos bien en visitar los hogares de los alumnos y ganarnos la

simpatía de sus familiares. Una maestra dijo al superintendente que no podía soportar

a Cristóbal porque molestaba mucho a los demás muchachos. El hermano aconsejó a

la maestra a visitar el hogar. En la casa de Cristóbal había problemas: el padre había

abandonado el hogar y la pobre madre se sentía incapaz de criar sus hijos. La maestra

llevó a Cristóbal y su hermana a su hogar ocasionalmente y los cuidó como cuidaba a

sus hijos. Más tarde aquella madre asistió a los cultos y fue convertida.

E. Mantener contacto con alumnos de años anteriores

Procuremos mantener contacto con alumnos que se han mudado a otras partes o

han dejado de asistir la Escuela Dominical por alguna otra razón. Una carta con un

tratado adentro o una visita e invitación a cultos de predicación puede traer buenos

resultados.

F. Preparar y presentar programas

Es costumbre en muchas Escuelas Dominicales celebrar anualmente una reunión

especial para los alumnos. En estas ocasiones un hermano dirige una palabra a los

alumnos y otro puede hablar a los padres. Los maestros reparten premios a los

alumnos que han sido puntuales y aplicados durante el año. Un programa presentado

por los alumnos forma parte de esta reunión.

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Este programa tiene varios objetivos: Estimular a los alumnos para que aprendan

y citen bien las Escrituras; enseñarles a cantar los himnos; presentar el evangelio al

público; animar a los padres a asistir a los cultos; animar a los padres a mandar a sus

hijos a las clases bíblicas; animar a los padres a ayudar a sus hijos en el aprendizaje

de la Palabra.

Muchos padres asisten a estas reuniones porque quieren ver a sus hijos actuar

ante el público; por eso, en vista de los objetivos ya mencionados, es deseable que

todo alumno tome parte en el programa. Procuremos que el programa no se extienda

demasiado. Para ahorrar tiempo los niños pueden subir a la plataforma clase por clase

o en grupos grandes. Cada alumno que es capaz de hacerlo puede recitar un versículo

o parte de uno, en voz alta. Es bueno que todos los versículos recitados por el grupo

tengan relación entre sí. Luego los alumnos cantarán un himno o coro relacionado

con el tema en cuestión. Los temas se basarán en el Evangelio. Por ejemplo: El

nacimiento del Salvador, 1 Jesucristo; la puerta de salvación; 2 la invitación del

evangelio (versículos e himnos que expresen invitación). Es deseable que el tema sea

uno que la clase haya estudiado durante el año.

No es aconsejable que los maestros pasen meses ensayando el programa con sus

alumnos. En vista de lo mucho de la Palabra de Dios que querrán enseñar en el

transcurso del año, seis semanas serán suficientes para la preparación del programa.

Es preferible reunir a los alumnos durante la semana, tal vez en el hogar del maestro,

para aprender himnos. Es bueno practicar el programa a lo menos una vez tal como se

va a presentar para que los niños aprendan a subir y bajar de la plataforma.

En algunas Escuelas Dominicales los hijos de padres creyentes o algunos que

tienen capacidades especiales participan varias veces en el programa. Esto no da

oportunidad a otros niños de intervenir. El programa cumpliría su objetivo si todos

los alumnos se animan, si las familias inconversas escuchan el evangelio y si el

nombre del Señor es glorificado.

G. Orar con inteligencia por cada miembro de la clase

Es cosa común que el maestro o superintendente guarde en el salón y tenga a la

mano, una libreta con los nombres de los alumnos, sus puntos de asistencia y sus

direcciones, edades, grado escolar, etc. Pero los maestros realmente consagrados al

Señor y a la obra que les ha encomendado mantienen en casa una segunda libreta y la

usan en su oración privada. Esta contiene la lista de sus alumnos y ciertos datos

acerca de ellos, como la actitud de sus familias al evangelio, los deseos y dudas que el

joven ha expresado al maestro, etc. Si la clase pasa a otro maestro se le puede pasar

toda o parte de esta información.

H. Examinarse a sí mismo

Como maestros examinamos a nuestros discípulos de vez en cuando. ¿Por qué no

examinarnos a nosotros mismos? El deber de todo creyente es probarse a sí mismo. 3

Podemos preguntarnos:

1. ¿Anhelo la salvación de mis alumnos?

2. ¿Estoy gozando de la presencia y ayuda del Señor, o confiando en mis propios

talentos y capacidad?

3. ¿Qué es lo que me motiva? ¿Es un motivo digno?

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33

4. ¿Soy mejor maestro que el año pasado o estoy retrocediendo?

Un corazón de amor, quiero Jesús, ser como tú, Señor, lleno de luz;

Así podré servir, el tiempo redimir, y almas dirigir, Señor, a ti.

12. LOS RESULTADOS

Queremos evitar profesiones falsas

La mucha asistencia y el interés son cosas buenas y deseables, pero no vamos a

conformarnos con esto. Hay que examinar, a la luz de la Palabra de Dios, nuestra

falta de éxito en la obra del Señor. De esta manera podremos corregir nuestros errores

y llevar más fruto para el Señor.

Algunos maestros se desaniman cuando los alumnos profesan ser salvos y luego

muestran con sus hechos que no lo son. En la parábola del Sembrador en Mateo 13 el

Señor habló de la semilla que brotó pero luego se secó porque no tenía raíz, y de otra

parte que fue ahogada por los espinos.

Dos grandes causas de falsas profesiones son: falta de conocimiento del

Evangelio por los que profesan ser salvos y falta de dependencia del Espíritu Santo

por parte de los que evangelizan. Decir a un individuo que debe creer en el Señor

Jesucristo cuando aún no aprecia la obra y la persona del Señor es invitar la pregunta

del ciego: ¿Quién es, Señor para que crea en él? 1

Anhelamos resultados genuinos

Hay que presentar a Cristo antes de convidar a una persona a confiar en él. El

apóstol Juan escribió su evangelio: Para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de

Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. 2 Juan comienza su libro

presentando la deidad del Señor y su manifestación en carne, lleno de gracia y

verdad. 3 Sigue mencionando siete veces cuando el Señor habla de sí mismo

diciendo: Yo soy ... Después de destacar excelencias de su carácter describe

detalladamente los eventos de la muerte sepultura y resurrección del Señor Jesucristo.

Así el maestro espiritual procura presentar al Señor Jesús de tal manera que el

discípulo tenga un verdadero aprecio de él. Pablo afirmó: Nosotros predicamos a

Cristo crucificado, 4 y resumió su enseñanza del Evangelio en tres verdades: Que

Cristo murió por nuestros pecados ... que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,

conforme a las Escrituras. 5

Pero aun cuando hayamos intentado declarar todo el consejo de Dios 6 debemos

tener muy en mente que la obra de salvación es del Espíritu. En nuestro deseo de

obtener resultados nunca debemos procurar hacer por nuestra propia cuenta lo que es

obra exclusiva del Espíritu Santo.

Es verdad que el alumno tiene que escoger, pero una decisión no es una

conversión a Dios. Además, es una gran equivocación decir a una persona que es

salva si cree tal y tal versículo, sin haber antes reconocido su estado pecaminoso y el

peligro en se encuentra. Esto debe venir antes de que sienta la necesidad de confiar

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34

de todo corazón en la persona y la obra del Salvador. Leemos esto en los Evangelios.

Muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se

fiaba de ellos porque conocía a todos, y no tenía necesidad que nadie le diese

testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre. 7

¿Cómo podemos obtener resultados genuinos?

1. Debemos orar para que el Espíritu haga su obra. No con

ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu ha dicho Jehová. 3 Los resultados de la obra del Espíritu son espontáneos.

Después de la predicación en el día de Pentecostés, no

fueron los predicadores quienes se acercaron a los oyentes,

sino los que oyeron, los que se compungieron de corazón,

que dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varón hermanos,

¿qué haremos? 9

2. Debemos tener presente que la fe de los que buscan la salvación tiene que basarse

en la fe. Por esto queremos decir en la Palabra de Dios. La verdad de Dios es el

único fundamento. Si estamos realmente convencidos de esto, tal convicción tendrá

una gran influencia sobre la manera en que nos conducimos en la clase a nuestro

cargo.

3. Se requiere sabiduría con el alumno que ha hecho profesión de fe en el Señor

Jesús. Si el niño o el joven ha creído es bueno animarle a actuar. La conversión es el

primer paso, no el último. Desde entonces el alumno debe procurar con la ayuda del

Señor dejar las malas costumbres. Aun un niño puede testificar de las grandes cosas

que el Señor ha hecho con él. 10 El creyente sabio no hará caso omiso del niño que

ha confesado el nombre del Señor, pero tampoco lo perjudicará con empujarle más

allá de lo que ha aprendido por el ejercicio propio.

4. Nuestro objetivo no será tan sólo ver a los alumnos salvados sino bautizados, 11

congregados en el nombre del Señor, 12 adorándole y sirviéndole.

En Jehová está la fortaleza 13

Algunas veces el maestro se siente frío y desanimado. La causa puede ser

dificultades en la familia o en el trabajo, enfermedad, o descuido de lo espiritual. Si

hay descuido debemos buscar la presencia de Dios y confesar nuestro pecado. Si

queremos ser fieles en el ministerio de enseñar tenemos que hacer caso omiso de las

dificultades. Pablo nos anima con su ejemplo cuando dice: De ninguna cosa hago

caso. 14 En muchas ocasiones David fue presa de angustia ... más se fortaleció en

Jehová su Dios. 15

La salvación es de Jehová 16

Un creyente había aceptado al Señor ya de edad avanzada. Nunca se sentía

capacitado para tomar parte pública en la iglesia grande de la cual era miembro. Sin

embargo, se encargó de una clase en la Escuela Dominical de barrio, haciéndose

amigo del grupo de jóvenes que le fue asignado.

Años después un hombre se presentó a la puerta de la casa de aquel maestro. Una

anciana abrió la puerta y cuando el hombre preguntó acerca de su maestro ella dijo:

—Mi marido murió recientemente.

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35

—¡Ay!—dijo el visitante.—Yo fui alumno de una clase bíblica donde él

enseñaba y nunca he olvidado sus palabras. Vine a decirle que anteayer fui salvo.

Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo hallarás. 17

Jocabed, 18 la madre de Moisés, tomó al niño de las manos de la hija de Faraón

y lo crió. Más tarde ella tuvo que entregar al niño a la princesa y Moisés pasó muchos

años en el palacio real. 19 Pero lo que él había aprendido acerca del Dios de sus

padres llevó fruto a su tiempo, ya que de grande Moisés escogió el vituperio de Cristo

antes que los tesoros de los egipcios; porque tenía la mirada puesta en el galardón. 20

Muchas veces los resultados no se ven enseguida, por eso el maestro no debe

desanimarse. Dios puede guardar la semilla sembrada.

Pero, desde luego, el trabajo será en vano si dejamos de regar la semilla con

nuestras oraciones. Hay que pasar más tiempo hablando a Dios de los alumnos que

hablando a los alumnos de Dios.

Una hermana daba clase los domingos por la mañana después de la Cena del

Señor. Tenía deseos de hacer algo más. Al leer Eclesiastés 11:6, "Por la mañana

siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cual es lo

mejor", ella pensó que podría enseñar una clase en una escuela bíblica de barrio los

domingos por la tarde. El Señor bendijo su doble esfuerzo.

Tal vez sentimos nuestra flaqueza y falta de fidelidad, pero el mensaje es mayor

que el mensajero. Tenemos una gran responsabilidad pero a la vez un gran privilegio.

Nuestra es la oportunidad de ganar almas y guiar vidas jóvenes en los caminos del

Señor. Con la seria dedicación que este trabajo demanda, y con oración,

perseverancia y fe, podremos con el tiempo ver algunos resultados de nuestros

esfuerzos que serán para la gloria de Dios.

Siervos de Dios, ¡orad! Hay mucho aún que hacer;

Las buenas nuevas anunciad a niños por doquier.

REFERENCIAS BÍBLICAS

CAPITULO 1

1. Mateo 11 :25

2. Mateo 18:1-5

3. Lucas 18:16

4. Juan 21:15

5. Mateo 21:16

6. Marcos 6:34

CAPITULO 2

1. Mateo 15:14

Page 36: 706 Escuela Dominical v2

36

2. 1 Corintios 2:14

3. 2 Timoteo 2:15

4. 1 Tesalonicenses 2:10

5. 2 Corintios 5:14

6. Colosenses 3:23

7. 2 Timoteo 1:6

8. Juan 16:13

9. Santiago 5:16

10. 1 Timoteo 4:13

11. Efesios 5:25

CAPITULO 3

1. Efesios 1:6

2. Eclesiastés 11 :9

3. Eclesiastés 12:1

CAPITULO 4

1. Lucas 24:27

2. Génesis 22

3. Génesis 45:7

4. Juan 3:14, 15

5. Éxodo 35:10-19

6. Génesis 3

7. Génesis 18 y 19

8. Génesis 22

9. Génesis 24

10. Génesis 44 y 45

11. Éxodo 12

12. Levítico 16

13. Números 21

14. Josué 2 y 6

15. Ezequiel 37

16. Romanos 8:1

17. Romanos 7:18

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37

18. 1 Tesalonicenses 4:13

19. 2 Corintios 5:10 y

1 Corintios 3:13-15

CAPITULO 5

1. Mateo 23:8

2. Job 36:22

3. Juan 7:46

4. Mateo 13:54

5. Hechos 1:1

6. Lucas 24:19

7. Amos 7:8

8. Jeremías 24:2

9. Jeremías 1:11

10. Jeremías 13:7

11. Mateo 22:19

12. Mateo 6:26

13. Mateo 6:28

14. Marcos 9:36

15. Juan 13:4

16. Juan 6:11

17. Mateo 7:15

18. Juan 12:24

19. Mateo 23:27

20. Juan 3:8

21. Mateo 16:13

22. Marcos 3:4

23. Mateo 17:25

24. Lucas 10:36

25. Oseas 12:10

26. Jueces 9:8

27. 2 Samuel 12:1

28. Mateo 13:34

29. Lucas 15:11

Page 38: 706 Escuela Dominical v2

38

30. Lucas 15

31. Lucas 7:32

32. Lucas 10:25

33. Mateo 22:11

34. Juan 3

35. Juan 6:63

CAPITULO 6

1. Jueces 6:11

2. Lucas 16:8

3. Jeremías 48:10

4. Proverbios 4:23

5. Juan 5:39

6. Filipenses 4:9

7. 1 Timoteo 4:13

8. Colosenses 3:23

9. Eclesiastés 12:9

10. Hebreos 11:16

CAPITULO 7

1. Lucas 7:14

2. 1 Corintios 13:11

3. Romanos 5:12

4. 2 Timoteo 3:15

5. Deuteronomio 6:6

6. Mateo 5 - 7

CAPITULO 8

1. Eclesiastés 12:1

2. Proverbios 8:17

3. Nehemías 9:21

4. Hebreos 2:3

5. Salmo 78:25

6. Números 11:6

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39

7. Números 21 :5

8. Juan 3:36

CAPITULO 9

1. 2 Timoteo 3:15

2. Miqueas 2:7

3. Mateo 16:13

4. Marcos 3:4

5. Mateo 17:25

6. Lucas 10:36

7. Mateo 15.2,3

8. Éxodo 13:14,

Deuteronomio 6:20, Josué 4:6

9. 1 Reyes 18:34

10. Jeremías 17:9, Salmo 51:10

11. Jeremías 2:22

12. Salmo 51:7

13. Juan 1:14

14. Levítico 26:46

15. Marcos 7:21

16. Apocalipsis 21:8

17. Santiago 4:17

18. Juan 8:21

19. Lucas 16:23 y Mateo 8:12

20. Apocalipsis 14:11 y Judas 13

21. Juan 6:63

22. 1 Tesalonicenses 4:16,17

23. Apocalipsis 12-15

CAPITULO 10

1. Colosenses 2:5

2. Lucas 19:1

3. Nehemías 8:8

4. Mateo 18:10

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40

5. 1 Tesalonicenses 2:10

CAPITULO 11

1. Mateo 1, Lucas 1 y 2

2. Juan 10

3. 1 Corintios 11:28

CAPITULO 12

1. Juan 9:36

2. Juan 20:31

3. Juan 1:14

4. 1 Corintios 1:23

5. 1 Corintios 15:1-4

6. Hechos 20:27

7. Juan 2:23-25

8. Zacarías 4:6

9. Hechos 2:37

10. Salmo 126:3

11. Hechos 2:41

12. Mateo 18:20, 1 Corintios 11:23-26

13. Isaías 26:4

14 Hechos 20:24

15. I Samuel 30:6

16. Jonás 2.9

17. Eclesiastés 11:1

18. Éxodo 6.20

19. Éxodo 2:10

20. Hebreos 11:26

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41

La enseñanza de principiantes

Mervyn Paul; Toronto, Canadá, 1891-1962

Título original: Teaching principles for beginners' classes

Gospel Folio Press, Grand Rapids, Michigan, U.S.A.

Principios básicos

Procedimiento general

1 Dios es

2 Dios es Hacedor

3 Dios hizo la luz

4 Dios hizo nuestro mundo

5 Dios hizo los animales

6 Dios hizo al hombre

7 Dios es tres personas

8 El Padre ama al Hijo

9 El Hijo de Dios

10 El pecado entró en el mundo

11 Dios hablaba directamente

12 Dios hablaba por ángeles y profetas

13 Dios habla por la Biblia

14 Dios odia al pecado

Pasos del niño pequeño

15 Todos somos pecadores

16 El pecado nos echó a perder

17 Obedece a tus padres

18 Dios conoce mis pecados

19 Dios castiga el pecado

20 Satanás, el gran enemigo

21 El viaje de la vida

22 El Dios eterno

23 Vida y aliento

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42

24 La casa-cuerpo

25 La verdadera persona

26 El alma se traslada

27 El hogar celeste

28 Más sobre el hogar feliz

29 Felicidad y santidad

Las pisadas del niño

30 Los malos y su cárcel

31 No hay ninguno bueno

32 Dios ama, pero castiga

33 Dios puede hacernos seguros

34 El Salvador prometido

35 El Salvador prometido ha venido

36 La visita de los sabios

37 El Salvador prometido fue rechazado

38 Jesús es el Hijo de Dios

39 El Hijo de Dios es sabio y puro

40 El Hijo de Dios es poderoso

41 El Hijo de Dios habló de su Padre

42 El Hijo de Dios sanó a los enfermos

43 El Hijo de Dios dio comida a los hambrientos

44 El Hijo de Dios salva de los pecados

45 El Hijo de Dios es el Buen Pastor

46 El Hijo de Dios dio su propia vida

47 El Hijo de Dios murió en la cruz

48 El Hijo de Dios volvió a vivir

49 El Hijo de Dios volvió al cielo

50 El Hijo de Dios busca

Principios básicos

Al presentar estas lecciones para los niños más pequeños en la escuela dominical,

permítanos explicar por qué son diferentes a las que se usan comúnmente, y decirle

brevemente de cosas que usted tendrá que saber y arreglos que tendrá que hacer para estar en

condiciones de enseñar las lecciones.

Más de veinte años de labor en clases para principiantes proporcionaron la experiencia que

ha servido de base para estas lecciones. Además, el mucho estudio de los conceptos y

métodos de educación usados en Canadá, Estados Unidos y Europa, junto con un estudio

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43

intensivo de los niños, proporcionó los principios básicos que a nuestro juicio están de

acuerdo con la Palabra de Dios y que, por lo tanto, pueden ser usados por el Espíritu Santo.

Usted verá que las lecciones son “diferentes”, principalmente por las razones siguientes:

>> Reconocen que la poquísima experiencia del niño pequeño limita el alcance de su

comprensión. “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como

niño”, 1 Corintios 13.11.

>> Siguen el método de “línea sobre línea”, Isaías 28.10, apropiado para niños pequeños y,

desde luego, también para los adultos que están dispuestos a tomar el lugar del niño pequeño.

>> Hacen uso de los tres canales de instrucción mencionados en 1 Juan 1.1: “Lo que hemos

oído, lo que hemos visto ... y palparon nuestras manos”. Es por esto que las lecciones se

adaptan a los niños, quienes son orientados a lo que sus ojos ven, sus oídos oyen y sus

cuerpos sienten. Estos son los pequeños Pedro, Juan y Tomás de hoy día.

>> Las lecciones expuestas a continuación favorecen el uso del lenguaje propio del niño

pequeño. “Si por la lengua no dieres palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que

decís?” 1 Corintios 14.9.

>> Se emplea la pregunta en vez del relato. Con esto cada alumno toma una parte activa en la

lección, lo cual es una característica esencial del interés del niño. “Cada uno de vosotros tiene

lengua ...”, 1 Corintios 14.26.

Hablemos ahora de los textos para ser aprendidos de memoria. Estos exponen la verdad de

la lección y proporcionan el punto de contacto. Son el medio por el cual usted reúne los

pensamientos dispersos de los niños y los enfoca en la lección. La mímica que empleamos

con estos textos proporciona un enfoque de actividad. A los niños les encanta la mímica, y

esto ayuda a que se graben en la mente las palabras e ideas.

Casi siempre ocurre que los niños repiten la mímica en casa. Si es posible, haga que ellos se

paren mientras repiten juntos y en voz baja el texto y la mímica hasta que lo aprendan. Para

evitar confusión, no use otro texto sino el que se especifica para cada lección.

En términos generales, deben emplearse tres o cuatro domingos para enseñar cada lección.

¡Pruébelo! Nunca deje una lección hasta que esté aprendida y grabada en la memoria de los

niños. “Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los

maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor”, Eclesiastés 12.11.

Favor de no saltar o alterar el contenido de las lecciones hasta que usted lo haya probado,

para que no destruya el principio de “línea sobre línea”.

Un ayudante puede apoyar al maestro principal en cosas como atender a las inquietudes de

los niños, mantener el orden y aun dar parte de la lección.

Un pizarrón es indispensable. Si usted se considera mal dibujante, puede referirse a la

página de dibujos que quizás le sea de ayuda.

Para los trabajos manuales necesitará proporcionarles a los niños papel, creyones y a veces

plastilina (plasticina). Sus alumnos pueden usar pedazos de cartón o las tapas de cajas de

zapato para afincar cuando hacen los trabajos en su asiento. También es buena idea tener a la

mano paños para limpiar las manos sucias de los pequeñitos.

Más adelante daremos otros consejos y ayuda para la enseñanza de estas lecciones.

“La edificación cesa cuando termina el interés”.

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44

Procedimiento general para Lección 1 y todas las lecciones siguientes

Ahora, antes de comenzar, usted querrá entender claramente qué es lo que se procura lograr.

>> Primeramente, hay que enseñar el texto acompañado de la mímica. No cometa el error de

tratar de enseñar otros textos de memoria también.

>> Luego viene la parte de conversación sobre la lección, pero,

como sus alumnos son incapaces de prestar atención por más de

diez o quince minutos seguidos, usted tendrá que dejar tiempo

para una tercera parte.

>> La tercera parte es el trabajo manual, que en el caso de

Lección 1 comienza con Ejercicio (c).

Estas tres partes —la enseñanza del texto, la conversación sobre

la lección y el trabajo manual— deben tener el lugar en cada clase que sea necesario para

enseñar en su totalidad Lección 1, y en la mayoría de las lecciones que siguen.

¿Cuántas sesiones, o clases, debe tomarse para enseñar esta lección y cada una de las

posteriores? No hay una respuesta definitiva. Usted comprenderá que si debe tomar tiempo

para hacerle ciertas preguntas a cada niño en la clase, permitirle a cada uno dibujar en el

pizarrón, y luego ayudarle personalmente a terminar su trabajo manual, entonces una clase de

cuarenta alumnos va a requerir más sesiones para enseñar la lección que un grupo de

solamente diez.

Pero, nuevamente, no debe apresurarse para terminar la lección. Use cuantas sesiones de

clase sean necesarias para inculcar bien las verdades de la lección. Para nuestros propósitos

se supone que se van a necesitar por lo menos tres sesiones para cada lección y una clase de

repaso al final de cada cuatro lecciones, para así completar un trimestre calendario.

Los trabajos manuales que se sugieren en las lecciones se han recomendado con este plan

en mente. Ellos le permiten presentar de nuevo las verdades de la lección un mayor número

de veces de lo que sería posible de otra manera. Esto es necesario si las verdades han de ser

grabadas en la memoria de cada niño.

Probablemente usted va a dar la clase de la siguiente manera:

> Enseñe el texto con la mímica. Esto puede tomar quince minutos o más la primera vez.

Pase luego a la conversación sobre la lección. Después, trate de terminar el trabajo manual en

el pizarrón como en Ejercicio (e). Si logra terminarlo y le queda tiempo, deje que los niños

dibujen estrellas en el papel mientras permanecen sentados; Ejercicio (f).

> El siguiente domingo repita las primeras dos partes de la lección y use Ejercicio (f) para el

trabajo manual. Los Ejercicios (g) y (h) quedarán para una tercera repetición de la lección la

semana siguiente.

Sin embargo, si en cualquiera de las sesiones usted no logra terminar el trabajo del pizarrón,

corte la clase. Permita a los niños que se quedaron esperando que tengan su turno el domingo

siguiente. Siempre deje tiempo para terminar con el texto y la mímica.

> A los niños que ya han tomado su turno en el pizarrón se les deben dar papel y creyones

para que dibujen estrellas mientras permanezcan sentados. Si termina el ejercicio en el

pizarrón antes de la hora de cerrar, pase al siguiente ejercicio. En general, el mismo

procedimiento se aplicará a todas las lecciones posteriores.

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45

No pretenda enseñar varios puntos en cada lección. Procure más bien - presentar un punto

en varias formas diferentes.

Lección 1 Dios es

Texto para aprender de memoria:

Dios está en el cielo, Eclesiastés 5.2

Enseñe a los niños las palabras del texto. Siga con la mímica, que se hace mientras ellos

repitan el texto todos juntos.

Mímica:

Dios Con el dedo índice, señale hacia arriba; está en Mira hacia el cielo. el cielo Con la

mano extendida, haga un movimiento corto hacia el cielo.

Idea de la lección:

Empezamos a aprender acerca de Dios, el gran Ser quien siempre ha sido y siempre será. Él

vive en el cielo, más allá de las estrellas. Dice Hechos 7.48 al 50 que el cielo es su trono.

Dice Salmo 113.4 al 6 que es sobre los cielos su gloria, y Él se siente en las alturas.

El maestro no debe suponer que los pequeños van a tener ya ideas claras y correctas en

cuanto a Dios, su carácter y sus obras. El primer error con que los maestros comúnmente

perjudican sus esfuerzos futuros es el de suponer que “por lo menos ya sabrán eso”. La

experiencia les lleva al fin y al cabo a reconocer que deben empezar a enseñar a los

principiantes como si no supieran absolutamente nada en cuanto a las cosas de Dios.

Entonces, poco a poco, concienzudamente paso a paso, comencemos al principio y vayamos

desarrollando en los niños sus conceptos de Aquel con quien ellos tienen que ver.

Es casi imposible enseñarles a los pequeños en una forma directa cómo es Dios. Pero,

Romanos 1.20 nos explica que el poder y la deidad de Dios son entendidos por medio de las

cosas hechas. Entonces, contando con esta dirección del Espíritu Santo, empezaremos a

enseñar a pensar en Dios como el Hacedor. Por supuesto, es posible que ellos no sepan qué

quiere decir Hacedor, así que hablaremos de Él que hizo. “Acuérdate de tu Creador en los

días de tu juventud”, Eclesiastés 12.1.

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón una estrella, siguiendo los tres pasos sencillos que se indican en

nuestra página de dibujos. Pregúnteles a los niños qué es lo que usted ha dibujado. Si algún

niño contesta, “una estrella”, permítale decir a la clase lo que es. Si ninguno sabe, usted debe

decirles. Después de esta introducción pregúntele a cada niño qué es lo que el dibujo

representa. No pase por alto a ninguno, aun cuando tenga un número elevado de alumnos. Si

alguno le sorprende con decir que no sabe, pídale a otro que le diga a éste la respuesta. Luego

repita su pregunta.

No vaya a pensar que este método es una pérdida de tiempo. El mismo proporciona:

>> Una parte activa en la lección para cada alumno

>> Una reacción, o respuesta, que puede ser imitada fácilmente por los niños tímidos.

>> Una buena repetición, la cual es tan esencial para los pequeños.

Ejercicio (b):

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Para poder enseñar que Dios es el gran Ser que vive arriba en el cielo, más allá de las

estrellas, comience a hablar de las estrellas. Continúe hasta que cada niño esté pensando en

las estrellas. Esta forma de enseñanza tiene un propósito triple:

>> Atención. Atrae a un tema céntrico a todas las mentes distraídas.

>> Percepción. Parte de un concepto ya conocido y desarrolla pensamientos nuevos en la

lección.

>> Asociación. A lo largo hay una asociación de ideas que hace que los niños piensen en

Dios cada vez que ven una estrella.

Entonces, simplemente converse con los alumnos sobre las estrellas —quiénes las han visto,

cuándo, dónde, cómo son— hasta que todas las mentes pequeñas estén pensando activamente

en las estrellas. Sin embargo, todavía no hay que decirles nada en cuanto a que Dios las hizo.

Ejercicio (c):

Ahora, dígale a su clase que hay un lugar muy maravilloso más allá de las estrellas. Ese

lugar se llama el cielo. Haga énfasis en este nombre, preguntándoles a varios niños, “¿Hay un

lugar más allá de las estrellas? ¿Cómo se llama? ¿Dónde está el cielo?

Ejercicio (d):

“Ahora, hay alguien que vive en el cielo, más allá de las estrellas. ¿Alguno de ustedes sabe

quién es?” Pueda que usted reciba respuestas extrañas, pero no rechace ninguna. Con lo que

sus alumnos digan, usted podrá, si es observador, formarse una idea de cómo piensa el niño.

“Él es alguien que puede oír todo lo que decimos, puede ver todo lo que hacemos, y conoce

todos nuestros pensamientos. Él es Dios. Dios es diferente de nosotros porque Él siempre ha

sido y siempre será, por siempre jamás. Ustedes y yo no hemos sido siempre. Un día

nacimos, y desde ese día empezamos a ser. Pero Dios nunca nació. Él siempre fue y siempre

será, para siempre”.

Pregunte de nuevo: ¿Hay un lugar más allá de las estrellas? ¿Cómo se llama? ¿Hay alguien

viviendo arriba en el cielo? ¿Cómo se llama? ¿Él puede verme a mí? ¿Puede verles a ustedes?

¿Puede vernos cuando estamos en la oscuridad? ¿Y Él puede oir todo lo que decimos? ¿Y

saber todo lo que pensamos? ¿Él siempre ha sido? ¿Él morirá algún día?

Ejercicio (e):

Ahora usted debe permitirle a cada niño acudir al pizarrón, uno por uno o en parejas, para

dibujar una estrella. Coloque una tiza o marcador en la mano del niño, y la mano en la suya.

Ayúdele a dibujar una estrella simplificada, como se indica en nuestra página de dibujos.

El asistente del maestro debe ayudar cuando se presentan oportunidades como ésta. Si dos

niños están dibujando en el pizarrón al mismo tiempo, el asistente puede supervisar el trabajo

de uno de ellos. O, si un solo niño está en el pizarrón, el asistente puede mantener orden en la

clase mientras el maestro atiende al pizarrón. De todos modos, esta forma de enseñanza

generalmente mantiene el interés del grupo, sobre todo si usted le habla al niño que está al

pizarrón, pero para que todos puedan oir.

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No borre las estrellas al final de la clase. Si las deja en el pizarrón, los niños podrán verlas

cuando vuelvan el domingo siguiente. Cada uno de ellos tratará de identificar la estrella que

hizo, y esto ayudará a refrescar su mente.

Cuando no es práctico usar el pizarrón de esta manera, el asistente puede repartirles a los

niños hojas de papel y creyones o lápices. Ayúdeles a dibujar las estrellas sentados en sus

asientos, y deje que las lleven a casa.

Este trabajo manual impresiona mucho al niñito; usted puede usarlo para grabar en sus

mentes la idea de la lección, y verá que es mucho más efectivo que hablar por horas. Además,

los niños se sienten orgullosos de demostrar su nuevo logro, y a veces hacen cantidades de

estrellas en casa, y así se hacen más conscientes de la lección.

Trabajos manuales adicionales

En su casa, recorte de cartulina una estrella de cinco puntas. Usando ésta como modelo,

trace en la cartulina suficientes estrellas como para darle dos o más a cada alumno; luego

recórtelas. Aparte una estrella por alumno, para usarse en un ejercicio de colorear. Luego

corte las demás estrellas en pedazos, como para hacer rompecabezas. Si dispone de tiempo de

hacer más de éstos, puede colocar más de uno en cada sobre.

En la clase, reparta creyones a cada alumno. Dibuje una estrella en el pizarrón y coloree de

rojo una punta de la misma. Dígales a los niños que hagan lo mismo con sus estrellas en sus

asientos. Hecho esto, coloree de amarillo otra punta, y los niños lo harán también. No preste

atención a la calidad del trabajo de los niños. El único propósito suyo es el de hacerles a los

pequeños más conscientes de las estrellas al ir repitiéndoles de vez en cuando la idea de la

lección mientras ellos hacen la tarea.

Ejercicio (g):

Reparta los sobres con los rompecabezas. Usando las sillas o el banco como mesas —si es

que no dispone de mesas— deje que los alumnos armen sus estrellas, ayudándoles cuando sea

necesario. Si le fue posible dar más de una estrella a cada niño, este ejercicio puede ser muy

interesante. Si usted desea, los niños también pueden colorear los rompecabezas. El uso de

los sobres evita que se pierdan las piezas.

Ejercicio (h):

Dele a cada niñito una hoja de papel donde usted ha trazado la forma de una estrella, usando

el modelo que usted preparó. Reparta pedazos de plastilina (plasticina). Ayude a sus niños a

formar tiras largas de plastilina en forma de trenzas. Luego ayúdeles a colocar estas trenzas

sobre sus hojas, siguiendo el trazado de la estrella.

Es importante que usted recalque que sus alumnos no han hecho estrellas de verdad en estos

ejercicios, sino figuras de estrellas. Esto les ayudará a reconocer que las verdaderas estrellas

están en los cielos.

Al cierre de cada clase, hágales a los niños una serie de preguntas como las que hizo en

Ejercicio (d). La clase entera debe responder a una misma voz las preguntas suyas, pero en

voz baja, claro está. Puede que usted se canse de repetir una y otra vez las mismas cosas

sencillas, pero de pronto los niños se emocionarán al poder dar las respuestas correctas, una

vez que las hayan dominado. Verá también que la repetición de las preguntas no les fastidiará

con tal que varíe la forma de la actividad que acompaña estas preguntas. Todos los trabajos

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que sus alumnos hayan hecho en sus asientos pueden ser llevados a casa. Finalice cada sesión

repitiendo junto con la clase el texto con la mímica.

***

No debemos pararnos sobre el alto pináculo de nuestras formas de pensar y actuar de adulto,

mientras llamamos a los niños a “venir acá”. Más bien, regresemos por los olvidados caminos

de los años hasta encontrar las formas de pensar y actuar de estos pequeños por quienes

murió el Salvador.

Lección 2 Dios es Hacedor

Texto para aprender de memoria:

Jehová Dios hizo la tierra, Génesis 2.4

Enseñe las palabras primeramente; luego agregue la mímica.

Mímica:

Jehová Dios Señale hacia arriba; hizo Mueva las manos como para formar algo; la tierra

Señale hacia el suelo.

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser que hizo la tierra, aun el suelo que está debajo de nuestros pies. Él

también hizo la grama, las flores y los árboles. Génesis 1.9 al 12

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso. Use una estrella grande, dibujada en el

pizarrón como en Lección 1. Señalando a la estrella, pregunte a los

niños, como hizo anteriormente, “¿Qué representa esta figura?

¿Dónde están las estrellas? ¿Hay un lugar más allá de las estrellas?

¿Cómo se llama? ¿Alguien vive en el cielo? ¿Cómo se llama? ¿Dios

puede vernos todo el tiempo? ¿Puede oir lo que decimos? ¿Él sabe lo

que estamos haciendo? ¿Dios nació igual que nosotros? ¿Morirá Dios

algún día? (Obsérvese que las preguntas no requieren sino una

respuesta de una sola palabra, como “sí” o “no”).

Repita varias veces el texto y la mímica de la lección anterior; luego termine el repaso con

la siguiente afirmación: “Sí, Dios es el gran Ser que vive más allá de las estrellas, en el cielo.

Él nos ve todo el tiempo. Él oye todo lo que decimos, y sabe todo acerca de nosotros. Dios

siempre fue y siempre será, por siempre jamás”.

Ejercicio (b):

Prepare material antes de llegar a la clase:

>> una pequeña caja de cartón llena de arena o tierra

>> un puñado de grama o gamelote

>> unas flores, verdaderas o artificiales, o una mata de las que hay en su casa

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>> una pequeña rama, para representar un árbol

Si la clase es muy grande, posiblemente usted va a necesitar dos juegos de los materiales

mencionados, y así el asistente podrá ayudarle en este ejercicio.

Al terminar Ejercicio (a) haga un recorrido entre la clase, permitiéndole a cada niño ver la

arena en su cajita y tocar la arena o tierra con sus dedos. Al proceder de niño a niño, hágale a

cada uno la misma pregunta: “Esto en la cajita, ¿sabes qué es?” El propósito de este detalle

del ejercicio es el de establecer de una vez un contacto con, y un reconocimiento de, la arena

de la cual usted va a hablar.

Ninguna parte de su lección jamás debe parecer en los ojos de los niños como algo remoto.

Lleve a la clase todo aquello de lo cual desea hablar, hasta donde sea posible, para que los

niños puedan verlo y tocarlo.

Una vez terminado el recorrido, pregunte: “¿Alguna vez pensaron de dónde vino la tierra?

No ha estado aquí siempre. Una vez no había tierra, ni arena, ni suelo. ¿Alguien sabe cómo

llegó a ser?”

Si alguno contesta que Dios lo hizo, entonces no será necesario que usted haga las

preguntas que siguen aquí. Si no, pregunte: ¿Alguno de ustedes hizo esta arena en la caja?

¿Su papá? ¿Su mamá? ¿Conocen a alguien que pudo haber hecho esto —alguien en el mundo

entero?”

Si ninguno sugiere que Dios lo hizo, usted debe procurar sugerirlo indirectamente de esta

manera: “No, no hay ninguno en todo el mundo quien puede hacer ni siquiera un granito de

arena. Imagínense todos los miles de granitos de arena que hay en nuestros solares, bajo

nuestra casa, bajo las aceras, en las calles y por todos los terrenos de mundo. Si nadie en el

mundo lo pudo hacer, entonces deber haber sido hecho por Uno que vive más arriba del

mundo, aun más allá de las estrellas. ¿Quién podría ser?”

No se apresure para terminar estos pasos. Si usted puede lograr que los niños se imaginen

multitudes de granos de arena, o tierra, todos hechos por Dios, entonces Él les parecerá

mucho más grande a sus pequeñas mentes que si usted apenas hiciera que los niños pensaran

en un solo artículo llamado “la tierra” o “el mundo” como hecho por él.

Decir que Dios hizo el mundo no es tan impresionante a los pequeños como la afirmación

de que Él hizo todos los granitos de arena. Los niños carecen totalmente de los conceptos, o

imágenes mentales, de lo que usted ligeramente llama “el mundo”. Debe reconocerse que este

principio de limitación se aplica a lo largo de todo este curso.

Para ayudar a los niños a formar la impresión de la grandeza de Dios, pase la caja de arena a

algunos de los pequeños estudiantes. Deje que los mayores traten de contar los granos. Para

esto puede colocar un poquito de arena en su mano.

Finalmente, llegue a su conclusión: “¿Dios hizo esta arena? ¿Hizo cada granito? ¿Hizo toda

la tierra en el patio de tu casa, María? Pedrito?” Haga esta pregunta a varios niños, sobre todo

los menos atentos. Luego diga: Si Dios hizo tantos granitos de arena, entonces cuán grande

debe ser Él, porque ninguno de nosotros podría hacer ni siquiera un solo granito.

Trabajo manual:

Después de haber hablado de los granitos de arena, usted se dará cuenta de que los niños

están cansados. Si ha mantenido su atención por diez o quince minutos, habrá hecho muy

bien; ellos son incapaces de prestar atención por períodos prolongados. Se cansan, salvo que

uno exija su atención por períodos muy cortos. El trabajo manual les proporcionará el cambio

necesario.

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El asistente debe repartir a los alumnos papel y creyones. Cuando todo está listo, diga:

“Vamos a tratar de dibujar la figura de una caja, y ponerle arena adentro”. Siga los pasos 1 al

5 para dibujar la caja con arena; vea la página de dibujos. Vaya poco a poco, ayudando a los

niños en cada paso.

Para cerrar la sesión: Si no le queda más tiempo por hoy, o en cualquier parte de la lección

que sea necesaria terminar, siempre puede concluir la sesión haciendo una última repetición

de las conclusiones a las cuales ha llegado, como al final de Ejercicios (a) y (b), y del texto de

la mímica. Los niños pueden llevar sus dibujos a la casa.

Ejercicio (c):

La grama es el tema de su lección que sigue ahora. Si usted cerró la lección antes de llegar a

este ejercicio, no deje de empezar ésta sin repasar los ejercicios anteriores. Esto es lo que

usted debe hacer cada vez que comience una nueva sesión de clase.

Pase su puño de grama, hierba o gamelote de niño en niño para permitir que cada uno lo

toque y lo sienta. Hecho esto, diga como hizo con la arena: “¿Alguna vez se les ocurrió de

dónde vino la hierba? Tampoco ha estado aquí siempre. Una vez no había ni siquiera un

poquito de grama en todo el mundo. ¿No nos parecería raro estar donde no hubiera nada

verde como ella? ¿Alguien sabe cómo llegó a haber grama en el mundo?”

Seguramente ahora los niños estarán listos para sugerir que Dios la hizo. Si no, haga

preguntas de la misma manera como hizo para el mismo problema del ejercicio anterior.

Cuando haya recibido la respuesta correcta, dígales a los niños que traten de contar las

hojitas de hierba. (¡Asegúrese de tener demasiadas hojitas para que no les sea posible

contarlas!) Ahora pregunte como antes: “¿Dios hizo la grama? ¿La hizo toda? ¿Hizo la grama

en el patio de tu casa, o del parque donde tú juegas a veces? ¿Y en la calle donde tú vives,

Juan?” Asegúrese de hacer esta última pregunta a cada niño en la clase.

Por último, señale que Dios debe ser alguien muy grande para poder hacer tantas y tantas

hojitas de grama. Y aun cuando los señores de la municipalidad (o el padre de familia) corten

la grama, o las vacas y los chivos coman la hierba y el gamelote en los pastos y los terrenos

desocupados, Dios es tan grande que Él hace que crezca más y más la hierba.

Trabajo manual:

Ahora vaya al pizarrón y dibuje una línea marrón que represente el suelo. Vea la página de

dibujos. Si usted lo puede lograr, trate de dejar espacio en el pizarrón para permitirle a cada

niño venir por turno y dibujar también una corta línea de suelo.

Luego, ponga un poco de grama sobre su línea de tierra, y entonces permita que sus

alumnos agreguen grama a las líneas que ellos hicieron, como en la página de dibujos. Para

este efecto, procure tener a la mano tiza o marcador verde. La blanca no se ve muy

convincente. Si los dedos se manchan con el color, envuelva la tiza en un pedazo de papel.

Cuando haya concluido el ejercicio en el pizarrón, el asistente debería repartirles papel y

creyones a los niños, quienes harán dibujos de grama para llevar a casa. Cierre esta y cada

sección de la lección con el texto y la mímica.

Ejercicio (d):

Trate las flores de la misma manera. En el trabajo manual, usted debe dibujar una línea de

suelo lo más larga posible, y luego agregar la grama. O, puede dibujar varias líneas de suelo

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con grama. Al terminar esto, ayude a cada niño a dibujar una flor, en color. Vea la página de

dibujos. El mismo procedimiento debe ser usado para el trabajo en el asiento, con papel y

creyones.

Ejercicio (e):

Trate los árboles de la misma manera, siempre con sus muchas hojas. En el trabajo manual

en el pizarrón, y en el trabajo en el asiento, se les ayuda a los niños a dibujar un árbol; vea la

página de dibujos.

Lección 3 Dios hizo la luz

Texto para aprender de memoria:

Hizo Dios dos grandes lumbreras; hizo también las estrellas; Génesis 1.16. Recuérdeles a

los niños que a veces Papá y Mamá dicen que la lámpara, o el bombillo, “alumbra”.

Mímica:

Hizo Use la señal para hacer; Dios Señale hacia arriba; dos Muestre dos dedos; grandes

Ambas manos delante del pecho, con las puntas de los dedos de cada mano tocándose.

Alargue la palabra grandes y al mismo tiempo gire los brazos hacia arriba y hacia afuera;

lumbreras Simplemente mire hacia arriba; hizo Use la señal para hacer; también las estrellas

Cruce los dedos índice.

Idea de la lección:

Dios, el gran Ser que hizo el suelo y que hace la grama, las flores y los árboles, no quiso

que fuera oscuro todo el tiempo. Él hizo dos grandes luces o lumbreras, y las puso arriba en

los cielos. Él hizo también las estrellas, para ayudar a alumbrar de noche, Génesis 1.16 al 19,

Salmo 19.1.

La lección — Ejercicio (a):

Comience con al acostumbrado repaso de la lección anterior. “Un día dibujamos una caja,

así ...” Vuelva a dibujar una. “Pusimos algo en la caja”. Haga los puntos para representar la

arena. “¿Qué era?” Entonces, “¿Quién hizo el suelo?”

Borre la caja de arena, y dibuje una línea de suelo y la grama. Pregunte: “¿Qué es esto?

¿Quién lo hizo? ¿Dios hizo todas las hojitas de grama? ¿Cada una? ¡Cuán grande debe ser

Dios!” Trate las flores y los árboles de la misma manera.

Ejercicio (b):

Converse con la clase acerca de la oscuridad. El propósito suyo será el de hacer que los

niños piensen por unos minutos acerca de la oscuridad, para que puedan apreciar la gran

importancia de la luz. Para lograr esto, relate unos pequeños cuentos, o sea, invente historias

tipo “supongamos ...” si es necesario. Estos deben ilustrar las siguientes experiencias que son

comunes a la niñez:

>> La oscuridad hace que uno no pueda ver bien.

>> Cuando es oscuro, uno no sabe por dónde ir.

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>> La oscuridad hace que uno se tropiece con las cosas.

A veces la oscuridad hace a uno caer y aporrearse. A veces hace que uno tenga miedo,

como cuando uno se despierta de noche y no sabe dónde está. Hable de esto. Use un relato

diferente para hacer pensar en cada punto, pero no trate de enseñar los puntos como parte de

la lección. El propósito de estos puntos es sólo el de llevar la mente de los niños a una cierta

comprensión de lo desventajoso que sería para nosotros estar en una oscuridad continua. Si

los niños quieren contribuir sus pequeños aportes (“Sí, maestro, yo ...”), no los impida.

Mientras más puedan enfocar sus pensamientos en el problema de la oscuridad, más grande

va a parecerles la bondad, poder y sabiduría de Dios en proveernos el medio de tener luz.

Ejercicio (c):

Hecho esto, repita el texto con la mímica. Luego, hable de la bondad de Dios en hacer un

sol. Él hace que el sol salga en la mañana. El sol brilla todo el día para que podamos ver para

hacer las cosas. Así la gente puede trabajar, puede cultivar la tierra para que comamos, puede

hacer los oficios, ganar dinero para que tengamos ropa, etc.

Pero la gente no puede trabajar todo el tiempo, ni

los niños pueden jugar todo el tiempo. Se necesita

descanso. Así que Dios hace que el sol se ponga

detrás de los cerros cuando el día se acaba. Luego

viene la noche y dormimos un sueño refrescante;

Salmo 127.2. Para la noche, Dios hizo brillar la luna

y las estrellas.

Hable también del gran poder de Dios. “¿Alguno de

nosotros podría hacer un sol, una luna, o aun una sola

estrella? ¡Imagínense también lo fuerte que debe ser

Dios, porque Él los sostiene en los cielos para que no se caigan!” Hebreos 1.3.

Además, haga énfasis en la gran sabiduría de Dios. ¡Cuán sabio debe ser Él! Él ha hecho

tantos diferentes tipos de cosas y no se ha equivocado ni una sola vez. Todos los árboles, las

flores, la grama y tantas cosas que crecen y que necesitamos para tener comida; todas

necesitan la luz del sol para poder crecer. Sin la luz ellos morirían. Y sin los árboles y las

plantas, no habría comida para nosotros, y nosotros moriríamos. Sin los árboles, no

tendríamos madera para hacer las casas; o los muebles, si los niños entienden esto mejor. Los

animales morirían también.

Trabajo manual:

Dibuje en el pizarrón un sol redondo y amarillo, una luna y unas estrellas, como en la

página de los dibujos. Ayude a los niños a copiarlos en sus cuadernos.

Haga juegos individuales de rompecabezas que constan de un sol y una luna; ponga cada

juego en un sobre, como hizo con las estrellas en Lección 1. Use estos rompe-cabezas de sol

y luna como trabajo para hacer en el asiento, de la misma manera en que lo hizo en esa

oportunidad.

Cierre con el texto y la mímica.

***

Como Eliseo, procuremos bajarnos al nivel del niño pequeño; 2 Reyes 4.34.

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53

Lección 4 Dios hizo nuestro mundo

Texto para aprender de memoria:

Jehová Dios, tú hiciste todas estas cosas, Jeremías 14.22

Mímica:

Jehová Dios Con las palmas de las manos juntas, como en un gesto de oración, mire hacia

arriba; tú Señale hacia arriba; hiciste Use la señal para hacer; todas estas cosas Pronuncie las

palabras lenta e impresionantemente. Al mismo tiempo mueva el brazo de izquierda a

derecha para indicar todas.

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien siempre ha sido y siempre será, quien vive más allá de las

estrellas. Él nos ve, nos oye y sabe todo lo que hacemos y decimos. Él hizo el suelo, la

grama, las flores, los árboles, el sol, la luna y las estrellas.

Él hace la lluvia, la nieve y el hielo, el agua, las nubes, el viento, los truenos y los

relámpagos, Salmo 135.6,7, Job 38.22 al 38, Jeremías 10.12,13.

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un breve repaso de todas las características de nuestro Dios que usted ha

venido inculcándoles a los niños en las primeras tres lecciones. Durante todo el repaso use la

misma forma de preguntar que ha venido empleando desde el principio, sin cambiar ni una

sola palabra.

Si trata de variar las formas de las preguntas que normalmente usa, le va a causar confusión

al grupo. Los niños reaccionarán desfavorablemente, aun cuando comprendan las preguntas

modificadas. “Él/ella no dijo la pregunta bien”, será la actitud poco fría de más de uno.

Ejercicio (b):

“El gran Dios, quien vive en el cielo, más allá de las estrellas, hizo muchas otras cosas

también. Y, hay muchas cosas que Él está haciendo todavía. Voy a dibujar una figura en el

pizarrón. Vean si pueden decirme de qué se trata. La primera parte será una casa”. Vea la

página de dibujos. Una vez que haya dibujado la casa, haga las líneas que representan la

lluvia.

“Ahora, ¿quién me puede decir qué es lo que está cayendo sobre la casa?” Aun cuando

usted reciba la respuesta correcta, haga esta pregunta varias veces a los niños, sin decirles la

respuesta. Esto enfocará la atención de los niños en su dibujo y su nuevo tema. Cuando todos

estén atentos, afirme que sí es la lluvia.

Luego, pida a la clase que se ponga de pie para hacer la mímica de lluvia que cae. Usted

pregunta: “¿Cómo cae la lluvia? Cae así”. Usted entonces alza ambos brazos y los baja

lentamente mientras mueve los dedos ligeramente (para sugerir las gotas de lluvia que caen),

hasta que los dedos toquen el suelo. A los niños les encanta hacer esto, y usted puede pedirles

que hagan la mímica cuando hable de lluvia. (¡Es un buen alivio para el aburrimiento!)

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Una vez terminada esta parte del ejercicio, hágale preguntas a la clase referentes a la lluvia,

de la misma forma como hizo con el tema de la arena. Pregunte sobre la lluvia, toda la lluvia,

cada gota de lluvia. Agregue a esto la idea del agua en general.

Al hablar del agua, toda el agua, cada gotica de agua, recuérdeles a los niños todas las

fuentes o procedencias del agua que ellos pueden conocer. Puede hablarles de agua del grifo,

del tanque, del pozo, de la quebrada, los ríos, lagos y mares, según sea el conocimiento del

grupo. Por ejemplo, no hable del agua que viene del grifo si los niños viven donde no hay tal

cosa. No se moleste hablar del inmenso mar si sus oyentes jamás han visto el mar o un gran

lago; el resultado sería una pérdida de tiempo. Cada ilustración que usted use debe estar

dentro de los límites de las experiencias de los niños a su cargo.

Trabajo manual:

Déles a los niños hojas de papel donde usted ha trazado (en casa, por supuesto) una casa

como la que está en el pizarrón, pero sin las gotas de lluvia. Borre el dibujo del pizarrón,

dibuje de nuevo la casa, y luego agregue algunas de las gotas inclinadas de lluvia. Ayude a

los alumnos a hacer lo mismo en sus hojas. Continúe esto hasta terminar el dibujo suyo y los

del grupo.

Repase el texto con la mímica.

Ejercicio (c):

El próximo tema deberá ser las nubes y el viento. El dibujo en el pizarrón es parecido al

anterior; vea la página de dibujos. Diga: “Aquí tenemos un dibujo que nos habla de otra cosa

que Dios hace muchas veces. ¿Qué es lo que está soplando las hojas y haciendo que los

árboles se muevan? ¿Y qué son esas cosas arriba en el aire, más arriba de los árboles, que van

rodando?” Quizás usted tendrá que explicar que son nubes.

Este tema no se presta al método gota-por-gota de la

lección sobre la lluvia. Por lo tanto, estaría bien

agregarle a la lección los truenos y relámpagos antes de

proseguir. Puede dibujar en rojo varias líneas (meda-

llas) que parecen salir de las nubes y que representan

relámpago.

“Ciertamente Dios debe ser alguien muy grande, ya

que Él ha hecho tantas cosas maravillosas, y sigue

haciendo cosas maravillosas todavía. Ningún hombre,

ninguna mujer, ningún niño, ninguna niña en todo el mundo puede hacer tales cosas. Sólo

Dios las puede hacer. ¿Y dónde vive Él?”

Cuando usted habla de las nubes, descríbales como que ruedan. Al mismo tiempo gire su

brazo alrededor para sugerir el movimiento de rodar. Si los niños parecen estar aburridos,

permítales que se pongan de pie y hagan esta mímica junto con usted. Para el viento, puede

hacer una especie de silbido.

Describa los truenos como un gran ¡bu...um! y los relámpagos como destellando desde los

cielos. Acompañe esta última descripción con un movimiento rápido, “tirando” su brazo

hacia abajo.

No tenga pena de hacer estos sonidos y gestos descriptivos. A su modo de pensar como

adulto, tal vez le parezcan chistosos o ridículos. Pero a la manera de pensar del niño sólo las

ideas dramatizadas se hacen reales. Recuerde las verdades expuestas por el Espíritu Santo en

1 Corintios 13.11 y el ejemplo que Él da en 1 Corintios 9.22.

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Trabajo manual:

Es del mismo tipo que usted usó en los ejercicios anteriores.

Lección 5 Dios hizo los animales

Texto para aprender de memoria:

Hizo Dios animales de la tierra, Génesis 1.25.

Mímica:

Hizo Haga la señal de hacer; Dios Señale hacia arriba; animales de la tierra Baje ambos

brazos hacia el suelo, y luego muévalos lentamente de izquierda a derecha, moviendo las

manos a la vez hacia arriba y abajo para representar la marcha de los animales.

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien hizo los peces, las aves y los animales terrestres; Génesis 1.20 al

25, Nehemías 9.6, 1 Reyes 4.33.

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso de todas las verdades que su clase ha aprendido hasta ahora acerca

de Dios, haciendo preguntas como en las lecciones anteriores. “¿Hay un lugar más arriba de

las estrellas? ¿Qué es su nombre? ¿Alguien vive ahí? ¿Quién es Él? ...”

Luego, diga a la clase que repita varias veces con usted: “Dios es el gran Ser quien vive

arriba en los cielos, más allá de las estrellas. ¡Oh, Señor Dios [con la mímica], Tú has hecho

todas estas cosas!”

Ejercicio (b):

El gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, hizo muchas otras cosas

también.

Para esta lección usted tendrá que dibujar varios peces, o traer cuadros, y tantos pájaros y

animales cuantos fuera posible. Una posibilidad sería la de recortar etiquetas de los potes o

cajas que traen atún, sardinas u otro pescado. Algunas de éstas pegadas a cartulina pueden

resultar muy adecuadas. A veces uno consigue material apropiado en periódicos, revistas,

libros para colorear y en revistas baratas sobre animales. Recorte y monte sobre cartulina

todos los cuadros que usted piensa usar.

Asegúrese de tener sólo criaturas de la misma familia en una sola cartulina, aun cuando

pueda colocar varios peces, diversos pájaros o diferentes elefantes, por ejemplo, sobre una

misma cartulina. Estos tarjetones serán circulados entre todos los alumnos para darles una

impresión de manejo propio o de toque. Una vez pasados de mano en mano, los tarjetones

serán colocados a la vista de todos.

Si usted quiere emplear su pizarrón, puede trazar o dibujar su pez, ave o animal. Un dibujo

recortado puede servir de patrón si uno desea. No es preciso que los dibujos sean de alta

calidad. El escritor ha hecho muchos que los niños encontraron satisfactorios, aun cuando la

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cabeza era un simple aro, el cuerpo otro círculo más grande, unas pocas líneas para las patas,

y así sucesivamente. Véase la página de dibujos.

Para comenzar el ejercicio, vaya al pizarrón y coloque o dibuje su ilustración de los peces.

Pregunte qué es. Entonces, haga circular este tarjetón de manera que los chicos lo palpen y lo

manejen, además de verlo. Cuando reciba de nuevo este tarjetón, converse un poco sobre los

peces. Anime a los alumnos a decirle cualquier cosa que sepan ellos al respecto.

Siga con preguntas sobre las lecciones enseñadas en domingos anteriores. “¿Quién hizo los

peces? ¿Él hizo los peces grandes? ¿Y los pequeñitos? ¿Hizo todos los peces? ¿Todos, todos?

¡Díganme, Él debe ser un gran Dios!”

“Algunos peces son muy grandes; ¡son tan largos como de esta pared hasta aquella pared!

¡Piense cuán grandes son esos peces! Ellos viven en el enorme mar. Allí viven también los

peces pequeñitos. Hay peces muy chicos en los ríos y lagos también. Hay muchos tipos de

peces, de diferentes tamaños y formas; algunos son anchos, otros largos como culebras”.

“Pero ninguna persona en todo el mundo puede hacer un solo pez. El gran Dios quien vive

arriba, más allá de las estrellas, es el único que puede hacerlos. Él los hizo todos. ¡Oh cuán

grande es Él!” Repita la mímica: “¡Oh, Señor Dios, Tú has hecho estas cosas!”

Ejercicio (c):

Los pájaros siguen ahora. Trate este tema exactamente como hizo con los peces. Mejor será

la clase mientras más ilustraciones tenga usted de las aves que son conocidas a los niños de

su grupo. Evite el uso de cuadros sobre pájaros de otras partes que no se relacionan con los

conocimientos de los chicos a su cargo. Converse con el grupo acerca de esta obra de Dios, y

termine siempre con la grandeza de aquel que la hizo.

Repita la mímica: “¡Oh, Señor Dios, Tú has hecho todas estas cosas!”

Trabajo manual

Reparta ahora las hojas que usted ha preparado en casa, cada una con la silueta de por lo

menos un pez y un pájaro. Deje que los niños los coloreen a su gusto. Para nuestros fines, ¡los

peces morados y verdes son tan buenos como los rojos y los blancos!

Si usted desea, reparta más bien plastilina (plasticina) y unos palillos (limpiadientes), y deje

que sus alumnos formen peces y pájaros. Mejor aun, puede tomar el tiempo necesario para

dos proyectos el domingo próximo, empleando tanto la plastilina como los creyones o

marcadores. Véase la página de dibujos.

Ejercicio (d):

Hemos llegado al tema de los animales. Trátelos animal por animal al estilo de los peces y

los pájaros.

No agrupe los animales como hizo con los pájaros. Vaca es vaca, perrito es perrito y mono

es mono. Para los pequeñitos, todas las aves son más o menos una misma cosa, pero hay una

distinción clara entre un gato y un chivo, por ejemplo, ya que los animales son más grandes.

Puede que usted no consiga todas las ilustraciones que necesita. En este caso, puede

sustituir con relatos comunes y corrientes. Estas anécdotas no serán tan eficaces como los

tarjetones, ya que un relato hablado no se puede tocar ni ver. Pero vamos a suponer que usted

consiga cuadros para seis animales. Si es así, proceda de esta manera:

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Circule el cuadro del perro, por ejemplo. Formule preguntas a la clase acerca de quién hizo

los perros, tal como hizo respecto a los pájaros y peces, y concluya su investigación de la

misma manera. Hecho esto, concentre la atención en otro animal, como sería el cochino. Si

no tiene un tarjetón para el cochino, cuente un relato de una familia de cochinitos: cómo

vivían con su mamá, bebían la leche que el muchacho traía, y por fin fueron vendidos en el

mercado, vamos a decir. Explique como fueron llevados en un coche o camión, y así por el

estilo.

Es poca cosa este relato, ¿pero qué importa? Lo único que quisimos hacer fue concentrar los

pensamientos de los pequeños sobre el tema de los cochinos. Si logramos esto, podemos

preguntar como antes: “¿Quién hace los cochinos ... ?” y así llegar a la conclusión suprema.

Siga así con otro animal para el cual usted cuenta con un tarjetón, y formule las preguntas

de rigor cada vez que cada alumno haya tomado uno en sus manos. Variado así el enfoque,

debe ser posible mantener el interés de todos. Sin embargo, si observa señales de fatiga,

mejor será que deje algunos animales para la próxima reunión, y que su grupo se ocupe de un

trabajo manual.

Trabajo manual:

Surta a cada alumno una copia del dibujo de los animales sobre los cuales usted va a hablar,

o por lo menos de aquellos que pueda distribuir. Reparta las copias con creyones para que los

niños coloreen.

Otra actividad sería la de moldear con plastilina. Ayude a los niños en esto, y

despreocúpese de lo correcto de la obra. Si un niño dice que ha hecho un caballo, entonces es

un caballo que tiene en la mano, aun cuando parezca un pastel de barro. Sólo un punto

requiere cautela: Señale que si bien los alumnos han formado animales, no son animales

verdaderos. Los animales de verdad viven; caminan y hacen ruidos, etc. Nuestros animales no

son así, y sólo el gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, puede hacer cosas

vivas.

No se olvide de cerrar cada sesión con el texto para aprender de memoria y con la mímica.

Lección 6 Dios hizo al hombre

Texto para aprender de memoria:

Dios formó al hombre del polvo de la tierra, Génesis 2.7

Mímica:

Dios Señale hacia arriba; formó Haga la señal para hacer; al hombre Con la mano izquierda

señale hacia abajo; abra dos dedos (para representar las piernas) y cierre los demás en el

puño. Agarre la muñeca con la mano derecha (que representa la cabeza, mientras que la parte

trasera de la mano izquierda representa el cuerpo); del polvo de la tierra Deslice los dedos de

las dos manos sobre la tierra mientras habla estas palabras.

Idea de la lección:

Dios es el gran Ser quien vive en los cielos, más allá de las estrellas, e hizo al hombre,

Génesis 1.26 al 29, Job 10.8 al 12.

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La lección:

Comience con preguntas breves al estilo siguiente: “¿Quién hizo todos los peces que viven

en el mar? ¿Hizo Dios los peces grandes? ¿Y los pequeños también? ¿Dónde vive Él? ¿Quien

hizo los pájaros? ¿Él puede verme a mí? Y cuando está oscuro— muy, muy oscuro, negro y

oscuro— ¿me puede ver aun así? ¿Quién formó los tigres? los elefantes? los peces? Si Dios

formó, o hizo, los peces, los pájaros y los animales, ¿quién hizo la gente?” Observe la

importancia de aclarar que formar y hacer tienen el mismo sentido en esta lección.

Sí, el gran Dios que vive en los cielos, más allá de las estrellas, y quien hizo los peces, las

aves y los animales, Él formó la gente también. Esto sucedió hace mucho, mucho tiempo.

Dios había hecho el suelo, el agua, las flores, los árboles, los peces, los pájaros y los

animales. Hacían falta todavía las personas que podían vivir en este gran mundo. Hasta ese

momento no había ni un solo hombre, ni mujer, ni muchacho, ni muchachita quien viviera

aquí. Dios deseaba ver algunas criaturas vivas en el mundo, a quienes Él amara y quienes le

amaran a él a la vez.

Ante todo, Dios hizo un jardín hermoso. Este jardín se llamaba el Edén. (Descríbalo tan

extensamente como usted quiera).

Cuando el jardín estaba listo de un todo, Él deseaba que un hombre lo ocupara y lo cuidara.

No mencione todavía el nombre del señor quien iba a vivir allí. Un día Él tomó un poco de

polvo de la tierra y de él formó una cosa espléndida que parecía a un hombre. Tenía una

cabeza con ojos, oídos, nariz, boca y cabello, como tiene un hombre.

Pero la cosa que Dios había hecho no podía ver, oir, hablar, caminar, ni mover sus brazos ni

hacer nada. Pero si usted lo hubiera visto, hubiera dicho que era un hombre. En realidad era

solamente una especie de casa. Era una casa-cuerpo, como el cuerpo suyo y el mío, pero por

dentro no vivía un verdadero hombre. Estaba vació ese cuerpo, y por esto no podía ver, oír,

hablar o hacer nada. En las lecciones futuras vamos a hablar más sobre la casa-cuerpo y sus

habitantes.

E hizo Dios una cosa maravillosa. Él sopló en la nariz del hombre. El soplo entró adentro, y

de repente la casa-cuerpo empezó a moverse, a ver y oir. Ya no era una casa vacía, porque

por su soplo Dios hizo a un hombre verdadero, un alma. Vivió. Dios había hecho a una

persona, un ser humano.

Este hombre nuevo, formado por Dios, veía, escuchaba, conversaba, caminaba. Él podía

hacer todas las cosas que nosotros hacemos. El nombre que Dios le dio al hombre fue Adán.

Dios le amaba y él amaba a Dios. Dios puso a Papá Adán en el jardín para cuidarlo. Su

hermoso jardín se llamaba el Edén.

Bien. Siga con el relato, contando nombres de animales y llegando luego a Mamá Eva. Pero

no prosiga más allá del capítulo 2 del Génesis. Estamos intentando tan sólo formar las ideas

de los chiquitos en cuanto a Dios. Cuadros dibujados no hacen falta.

Trabajo manual:

Por cuanto esta lección es más que todo una de relato, es posible que usted no encuentre

tiempo para un trabajo manual. Si es así, se puede esperar hasta el domingo siguiente, pero si

hay tiempo para una actividad, verá que es de valor.

Reparta la plastilina y unos palillos, y ayude a los alumnos a formar un hombre y una

mujer. Véase la página de dibujos. Una vez terminado este trabajo, mande a los alumnos a

soplar sobre sus modelos, a ver si pueden hacer que vivan. Cuando estos esfuerzos han

fracasado, intente usted también. Sople tan duro que pueda, de manera que su fracaso quede

evidente.

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Pregunte al grupo por qué nadie pudo impartir vida a las figuras de plastilina. Explique que

tan sólo Dios puede hacer que las cosas vivan, y enfatice de nuevo la grandeza suya. Él puede

formar los peces, las aves, los animales y las personas; pero, más que todo, Él puede hacer

que viva.

En su segunda lección, relate lo menos posible de la

historia para comenzar. Hágales preguntas a los niños para

que ellos expresen lo que oyeron. Luego, cuente el relato.

Repita los experimentos con el soplo de cada cual, y

proceda a las observaciones importantes respecto a la obra

y la grandeza de Dios.

Para esta segunda clase, puede trazar un hombre y una

mujer. Añada, si quiere, flores y árboles, y pida que los

alumnos coloreen las figuras.

Lección 7 Dios es tres personas

Texto para aprender de memoria:

El Señor nuestro Dios, el Señor uno es, Marcos 12.29.

Mímica:

El Señor Señale hacia arriba; nuestro Dios Señálese a sí mismo; el Señor Señale hacia

arriba; uno es Levante un solo dedo.

Idea de la lección:

Dios es tres personas pero un solo Dios; Marcos 12.29, 1 Timoteo 2.5, Mateo 28.19.

La lección — Ejercicio (a):

¿Quién me puede decir quién vive en los cielos, más arriba de las estrellas? Bien, y Dios no

es sólo una persona como todos nosotros somos. ¿Cuántas personas en Juana? y Elio? Ella es

una sola niñita, ¿no es verdad? Tampoco hay dos Elio; él es uno solo, y cada uno de nosotros

es una sola persona. Yo no soy tres, ni eres tú”. Repita estos comentarios de acuerdo sean los

alumnos pocos o muchos, y no se olvide de formular sus preguntas a los que menos atención

estén prestando.

Continúe. Pero con el gran Dios quien hizo todas las cosas, quien nos ve y nos conoce, es

muy diferente. Él no es uno solo como somos nosotros. Dios es tres personas, pero Él es un

solo Dios. Explicado esto, prosiga al ejercicio siguiente.

Ejercicio (b):

Dibuje en el pizarrón una hoja de tres pétalos; véase la página de dibujos. Coloréelo verde y

el tallo marrón. Luego relate esta historia:

Un hombre que la gente llama San Patricio salió un día a caminar con otro señor. Patricio

contaba al otro acerca de Dios, y le dijo que hay tres personas pero un solo Dios. El otro se

rió de Patricio, y le dijo que eso no sería posible. Agachándose, San Patricio quitó de una

mata una hoja como la que vemos en el pizarrón. “¿Y de cuántas partes es la hoja?” “Tres”,

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respondió el compañero. “¿Pero cuántas hojas tengo yo en la mano?” “Una”, respondió el

señor. Y así es; las tres partes hacen un conjunto. San Patricio explicó que así es con Dios.

Ejercicio (c):

Su asistente distribuye plastilina, y cada participante hace tres rollitos con una puntita fina

en cada uno, como se ve en la página de dibujos. Usted hace tres más grandes. Una vez

ayudados los pequeños, usted y su asistente ubican los tres rollitos de cada niño en la misma

posición que los tres pétalos de la hoja, uniendo las puntas finas. Hecho esto, oprima la

plastilina para que quede plana, formando así el modelo de la hoja. Pueden añadir un pequeño

tallo.

Comente a sus alumnos que ellos han formado algo que consta de tres partes pero es un solo

objeto. Sin abundar sobre la comparación, explique a la clase que Dios el Padre, el Hijo de

Dios (Tenga cuidado en no emplear otro título sino Hijo de Dios, para evitar confusión) y el

Espíritu Santo moran, o viven, arriba en los cielos y que éstos son el único y solo Dios — un

Dios grande que vive arriba, más allá de las estrellas.

No intente más explicación. Limítese a enseñar el hecho. Sus niños no podrán esperar que

lo van a comprender, ya que es un misterio divino y está mucho más allá del entendimiento

de una inteligencia manchada por el pecado. Sin embargo, podemos mostrar que Dios es tres

y tres son Dios.

Termine la clase con el texto de memoria y la mímica.

Ejercicio (d):

Si usted terminó la lección el domingo pasado con Ejercicio (c), comience hoy con un

repaso del (a) y el (b).

Pida a tres de sus alumnos que se paren frente a la clase, y que el que esté en medio una sus

manos con el de cada lado. Demuestre al grupo que hay tres niños, pero que los tres están

unidos mano en mano. Toque al primero y diga: “Esta es una persona”. Toque al segundo y al

tercero, repitiendo estas palabras. Luego, “Vamos a contar, a ver cuántos son”. La clase

cuenta en voz alta, sin estorbar las otras clases: “Uno, dos, tres;” tres personas, un solo

grupito. Haga esto varias veces, y pregunte luego: “¿Por qué son un solo grupito?” Señale

que están unidos, mano en mano, y que son tres personas diferentes pero la unión de manos

les hace un conjunto.

Ahora, pida que todos señalen como antes —a veces con una mano y a veces con la otra—

y repitan varias veces juntos: “Una persona, dos personas, tres personas, pero un solo grupo

porque están unidos”.

Realizado este paso, señale hacia arriba y pronuncie de una manera impresionante: “Dios el

Padre es una persona. El Hijo de Dios es una persona también. El Espíritu Santo es una

persona. Así, Dios es tres personas, pero Él es un solo Dios porque los tres están unidos”.

Procure en cada instancia emplear las expresiones tal cual como figuran arriba.

Permita que los tres alumnos tomen sus asientos, y repita con sus alumnos el texto para

aprender de memoria con la mímica respectiva.

Ahora otros tres, para repetir el ejercicio. Mantenga un buen flujo de actividades; no incluya

el primer párrafo de este ejercicio. Los conteos pueden ser reducidos a uno cada uno con la

mano derecha y la izquierda.

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Si la clase no se inquieta demasiado, bien puede continuar con el ejercicio hasta haber

abarcado a todos los participantes, aun si esto requiere dos sesiones. Si resulta ser demasiado,

proceda con el (e) abajo.

Ejercicio (e):

Presente ante el grupo tres muñecas pequeñas, bien amarradas por una tira en derredor del

cinturón. Deje que los niños las admiren y las pasen de mano en mano. Mientras lo hagan,

enfatice al grupo que las muñecas son tres, pero son como una por cuanto están amarradas

por una misma tira. No diga que están conectadas.

Una vez devueltas las muñecas, invite a una niña a recoger una por el cuerpo. “Vean

ustedes, ella levantó una sola pero subieron las tres. ¿Por qué?”

“¡Sí! Digámoslo todos juntos: Las muñecas están amarradas la una a la otra”.

Otro alumno hará lo mismo, tomando una sola muñeca por el brazo, y otro tomará una sola

pierna, y otra una cabeza. Cada vez que se mueven las tres, pregunte por qué tres en vez de

una sola, y espere la respuesta.

Ahora, otra pregunta: “¿Cómo es posible que Dios el Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu

Santo sean un solo Dios?”

“Porque están unidos”.

Como en el caso del Ejercicio (d), pero según el criterio suyo, esta lección puede ser

continuada hasta que cada niño haya tenido la oportunidad de tomar una muñeca en su mano.

Ejercicio (f):

Dibuje en el pizarrón una hoja grande en forma de trébol. Queremos que por el resto de sus

vidas los alumnos asocien esta forma con la Trinidad divina. La asociación de ideas es un

factor importante en eso que llamamos “acordarse”. Escriba los tres nombres divinos en los

tres pétalos del trébol, como en la página de dibujos, y léalos a la clase.

A medida que va señalando los nombres divinos, pida que los participantes señalen con el

dedo, repitiendo con usted: “Este trébol nos recuerda de Dios el Padre, el Hijo de Dios y el

Espíritu Santo. Son tres personas pero un solo Dios, unidos entre sí”. Repítalo juntos varias

veces; luego, señale una y otra hoja, preguntando a quién representa. Siga en este plan hasta

que crea que la mayoría de los niños haya captado el mensaje.

¡Hágalo bien! ¡Tenga presente que es de por vida, y su mensaje será recordado en la

eternidad!

“¿Ahora, quién vendrá aquí adelante para señalarme cuál parte del trébol nos recuerda de

Dios el Padre?”

Supongamos que responda un varón. Mientras él señale una parte determinada del trébol,

pregunte a la clase si él está en lo cierto. Si lo es, exprese su aprobación, y si no, pida que

otro alumno indique el pétalo correcto. Al preguntar al grupo su opinión cada vez, usted crea

actividad y por ende interés. La instrucción mutua entre los alumnos es más eficaz que una

explicación suya.

Continúe con el proceso, preguntando por una persona de la deidad y luego por otra, hasta

que todos los niños hayan acudido al pizarrón para indicar su respuesta. Repita el texto de

memoria, realizando siempre la mímica correspondiente.

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Trabajo manual:

Diseñe en cartón un trébol pequeño y úselo como guía para trazar uno para cada

participante, también en cartón. Escriba los nombres de la Trinidad al igual que hizo sobre el

pizarrón en Ejercicio (f). Recorte los pétalos y permita que los alumnos los coloreen. A

medida que los pequeñitos estén coloreando, vea si uno y otro pueden señalar correctamente

los nombres divinos. Mande este trabajo a casa con cada niño para que cuente con su lección

ilustrada.

Lección 8 El Padre ama al Hijo

Texto para aprender de memoria:

El Padre ama al Hijo, Juan 5.20.

Mímica:

El Padre Señale hacia arriba; ama al Hijo Doble sus brazos como si estuviera abrazando a

un niño; mire hacia abajo como si le contemplara.

Idea de la lección:

El propósito de esta lección es de formar una impresión del Hijo de Dios en los cielos. Más

adelante construiremos sobre esta base cuando comenzamos a enseñar acerca de él como el

prometido, quien al venir pondrá de manifiesto que es el Hijo de Dios sobre la tierra, el Señor

Jesucristo.

Sea cuidadoso en la manera como se refiere a Jesucristo como el Hijo. No deje que algún

alumno piense de él como un niñito hoy por hoy. Es el Hijo pero no es niño.

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón la hoja que usó en Lección 7, Ejercicio (f), y haga referencia a lo que

se aprendió de ella.

Hable ahora de que el Hijo de Dios vive en los cielos con Dios el Padre y con el Espíritu

Santo. Él no es niño, y tampoco es el hijo de un papá y una mamá aquí. Es el Hijo de Dios.

Hable de los tres pétalos de una misma hoja y recalque la idea de Hijo, Padre, Espíritu

como tres en uno y uno en tres. Sea breve; no es de suponer que las mentes pequeñas van a

comprender esta verdad tan profunda y sublime, ¡ya que ni los creyentes más maduros lo

pueden explicar!

Ejercicio (b):

El Hijo de Dios es diferente a otros hijos porque Él siempre era. Él nunca comenzó a ser.

Además, Él va a ser para siempre y siempre, Juan 1.1,2 y Apocalipsis 1.8.

“Fulano no es un hijo así. No podemos decir que él era siempre. Fulanito comenzó al nacer

como un nene chiquitico. ¡Por esto él tiene cada año un día que llamamos su cumpleaños! El

cumpleaños es el día cada año que marca un año más desde cuando uno nace. Por ejemplo, si

un bebé nace hoy, el día X del mes tal, este día de este mes será cada año su cumpleaños”.

“¿Cuántos de ustedes tienen un cumpleaños? ¡Claro! Es que todos tenemos, aun los que

están aquí pero no se acuerdan de la fecha”. Hable a cada uno acerca de su cumpleaños.

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Explique que “cumpleaños” tiene que ver con cuando uno haya nacido. Diga a cada cual que

él o ella no existía antes de nacer. “No había Fulanito. Él comenzó a existir cuando nació”.

Y, termine con: “Pero el Hijo de Dios nunca celebró su cumpleaños en los cielos porque Él

siempre era”.

Trabajo manual:

Dibuje en un rincón del pizarrón una casa como

aquella que figura en la página de dibujos, y

ayude que cada niño dibuje una en papel. Hecho

esto, vaya al pizarrón y señale la casa. Diga:

“Vamos a suponer que ésta fue la casa donde

vivían mi mamá y papá”. Luego, coloree con tiza

o marcador más arriba de la casa (para

representar los cielos) y haga una línea estilo

resorte, diciendo a la vez: “Un día Dios envió un

bebé a mi mamá”. Al hablar de un bebé, haga

que su línea llegue a la punta de la casa.

Siga. “Yo no tenía nombre porque yo era nuevecita, nuevecita. Eso fue el día que yo

empecé a ser. Pero el Hijo de Dios nunca empezó a ser. Él siempre era”. Pregunte a toda la

clase por qué Él nunca empezó a ser. (Probablemente se encontrará cambiando entre

“comenzar” y “empezar a ser”. Mejor sería usar una sola expresión, pero si no, tenga cuidado

de explicar que es lo mismo. Es nacer). Enseñe la respuesta: “Él era siempre”.

Invite a uno de sus alumnos a venir al pizarrón con su dibujo en la mano. Coloque su dibujo

al lado de aquel que usted hizo. Señale la casa dibujada por la niña, y repita con referencia a

ella lo que acaba de decir de sí mismo. “Esta casa representa la casa donde vivió la mamá de

María ...”, y así por el estilo, llegando a la afirmación final acerca del Hijo de Dios.

Si el grupo es grande, usted podrá atender a dos niños a la vez, con sus dibujos, pero uno

por uno. Borre el dibujo que usted hizo. Pida que su ayudante coloque dos dibujos sobre el

pizarrón, lado a lado, y siga el procedimiento indicado arriba, pero usando dos nombres en

vez de uno.

Para concluir:

1. Afirme lo que ha enseñado acerca del Hijo, Padre y Espíritu, y la idea de no haber tenido

un principio (no haber nacido en los cielos).

2. Comunique los hechos presentados en Proverbios 8.23 al 31.

3. Enfatice el texto para aprender de memoria.

Lección 9 El Hijo de Dios

Texto para aprender de memoria:

Todas las cosas por él fueron hechas, Juan 1.3

Mímica:

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Todas las cosas Moviendo los dedos ligeramente, haga un movimiento ancho con el brazo;

por él Señale hacia arriba, y después de una pausa, agregue: “El Hijo de Dios;” fueron hechas

Haga la señal hacer utilizada en Lección 2.

Idea de la lección:

Acerca del Hijo de Dios. El Hijo de Dios en los cielos hizo todas las cosas. Dios el Padre le

mandó a hacer esta obra, Efesios 3.9, Colosenses 1.15 al 17, Hebreos 1.8 al 12. Esta lección

terminará por ahora nuestro estudio respecto al Hijo de Dios. Hemos venido tratando de

formar una impresión de él como moraba en el cielo; la próxima vez que le presentemos se

encontrará en la tierra como el niño en Belén.

La lección — Ejercicio (a):

El Hijo de Dios fue el obrero que trabajó de buena gana para Dios el Padre. Haga recordar

la conclusión de Lección 8, y recuérdeles a los niños de la ilustración que usted dio de la

casa.

El Hijo de Dios es diferente a los demás hijos por otras razones también. Él es diferente

porque “todas las cosas por él fueron hechas”. Repita el texto para aprender de memoria y la

mímica.

Ahora platique con los pequeñitos acerca de las cosas que uno hace para su mamá.

Averigüe si ellos tienen pequeños deberes en la casa para ayudar a sus padres. Sea atento a

todo lo que ellos dicen y esté preparado para sugerir unas pocas tareas acaso sea necesario.

Converse sobre estos deberes y lleve los niños a la conclusión que hay veces cuando ellos

no quieren recoger sus juguetes y otros enseres, o que se les lave la cara, cuidar al nene en la

casa, acostarse de noche, etc. Establezca claramente que muchas veces ellos colaboran con

sus padres sólo porque están obligados a esto. Ellos no están realmente dispuestos.

Además hay muchas veces cuando Mamá habla pero sus hijos no hacen lo que ella manda.

Emplee preguntas o relate un incidente de la vida real para que sus afirmaciones sean

concretas en vez de abstractas.

Relate como contraste el caso del Hijo de Dios en los cielos. Tan pronto como habló Dios el

Padre, el Hijo hizo lo que su Padre había dicho; Génesis 1.3, Salmo 148.5, 33.9. Y, El trabajó

de buena gana, Salmo 40.8, Juan 8.29.

Ejercicio (b):

Algunas de las cosas que el Hijo de Dios hizo para Dios Padre.

Cuando Dios Padre quiso hacer este gran mundo, el sol, la luna y las estrellas, Él solamente

tuvo que hablar las palabras necesarias. El simplemente dijo: “Hágase el mundo. Hágase el

sol. Háganse la luna y las estrellas”. Entonces el Hijo de Dios los hizo, y El hizo todas las

cosas como Dios Padre quería.

Vamos a pensar en algunas de las cosas que Él hizo. Dibuje en el pizarrón, a medida que las

vaya necesitando, algunas de las figuras que usted usó en Lecciones 2 a 6. Luego, proceda de

la siguiente manera con cada una de ellas:

>> ¿Qué representa esta figura? Sí, es grama.

>> ¿Tú puedes hacer grama? Pregunte a cada uno.

>> ¿Y tu papá puede hacer grama? Pregúnteles a varios niños.

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>> ¿Hay alguno en el mundo que puede hacer grama?

Entonces, ¿quién puede hacer la grama? Sí, tan pronto como Dios Padre dijo: “Hágase la

grama”, el Hijo de Dios la hizo. Por eso decimos que Dios hizo la grama. El Hijo de Dios la

hizo para Dios Padre. Repita el texto y la mímica.

Trate de esta manera varias de las cosas creadas.

Ejercicio (c):

Repetición del texto en asociación con cosas creadas:

Explique que usted va a hacer unas preguntas a las cuales ellos tienen que dar la respuesta

cada vez. La respuesta será: “Todas las cosas fueron hechas por el Hijo de Dios”.

Luego señale a una de sus figuras en el pizarrón —digamos un árbol— y pregunte:

“Cuando Dios Padre habló y dijo, «Hagamos los árboles,» ¿quién fue el que se los hizo?”

Continúe de este modo con todas sus figuras en el pizarrón. La mímica puede ser omitida.

Un ejemplo del ejercicio Yo veo algo :

Aparte la mirada de la clase y diga lentamente y de modo impresionante: “Yo veo muchas

cosas vivientes. Estaban en el mundo de Dios cuando era nuevo.

Primeramente, veo dos animales grandes. Cada uno tiene una cabeza grande y cuatro patas

grandes. Tienen colmillos grandes y largos, y sus narices muy largas llegan hasta el suelo.

Ellos pueden recoger cosas del suelo con la punta de su nariz. El Hijo de Dios los hizo para

Dios Padre. ¿Quién puede decir qué son?”

Si nadie puede adivinar, ayude a los niñitos, diciendo que su nombre empieza con “E” ...

“Ele ...” “Elefantes”.

Nuevamente: “Veo unas cositas negras. El Hijo de Dios hizo las primeras cuando el mundo

era nuevo. Tiene muchas paticas y tejen telas finas para atrapar las moscas. ¿Qué son?”

Arañas.

Este es un ejercicio divertido. Usted puede describir una variedad de criaturas de este modo.

Un animal que tiene cuatro patas, que puede correr y ladrar y le gusta jugar con los niños.

El Hijo de Dios lo hizo para Dios, su Padre. Es el perro. Se podría describir un gato, un

cochino, un caballo, una vaca, una oveja, un gusano, un ratón, un pato, así como muchos

animales conocidos. Cada ejemplo le permite repetir una vez más el hecho de que el Hijo de

Dios los hizo para Dios, su Padre.

Ejercicio (d) — Trabajo para hacer en el asiento:

Dele a cada alumno una hoja de papel en la cual usted ha trazado cuatro líneas de guía.

Estas líneas deberían usarse para escribir el texto. Trace cuatro líneas similares en el pizarrón,

y luego escriba el texto entre las mismas. Escriba las letras una por una y ayude a los niños a

copiar el escrito en sus hojas:

----------------------------------------

TODAS LAS COSAS POR EL

----------------------------------------

---------------------------------------

FUERON HECHAS

---------------------------------------

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Para finalizar, en vez de usar la mímica con el texto, haga que los niños señalen cada

palabra en sus hojas mientras repitan el texto, y así los “leen”.

Lección 10 El pecado entró en el mundo

Texto para aprender de memoria:

Todos sus días son dolores, Eclesiastés 2.23.

Mímica:

Todos Un movimiento de la mano; sus Muestre el letrero hombre que se utilizó en Lección

6; días Señale hacia el este; luego mueva el brazo para señalar al oeste, sugiriendo así el

movimiento diario del sol; son dolores Incline la cabeza y esconda su rostro en las manos,

como si estuviera llorando.

Idea de la lección:

Después que el Hijo de Dios hizo el gran mundo para Dios el Padre, el mundo se cambió en

un lugar de dolor y tristeza. (Usaremos los hechos de la actualidad, y no de la historia del

Edén).

En esta lección vamos a llamar la atención de los niños sobre la clase de mundo en que ellos

viven. El propósito de la lección es el de presentar una introducción al tema general de la

Palabra de Dios y lo que Él nos dice en ella, haciendo un pequeño estudio del triste estado en

que se encuentra el mundo como el niño lo conoce.

Como queremos limitarnos a hablar de estos asuntos tal como los conocen nuestros

alumnos, debemos desarrollar poco a poco su comprensión de los hechos referentes al pecado

y sus consecuencias, haciendo uso de conceptos que los alumnos ya tienen.

La tragedia del pecado y las tristezas que él ha traído se pueden ilustrar por medio de

experiencias en la vida de un niño. Los niños lloran y las madres lloran. Los niños se

aporrean y las madres tienen dolores. También se enferman, y algunos mueren. Estas son

experiencias conocidas que podemos aprovechar con facilidad.

Sin embargo, haríamos bien en recordar que a veces las tristezas no les pesan mucho a los

niños. Para la mayoría de ellos el mundo es un lugar muy maravilloso. Ellos no piensan en

tristezas y problemas, y mucho menos los esperan. Las perturbaciones emocionales a menudo

son olvidadas tan pronto que pasa la tormenta.

Pasarán muchos años antes que la experiencia les haya enseñado que las tristezas,

desilusiones y dolor son inevitables y pueden venir en cualquier momento. Pero no debemos

suponer que los niños ya deben saber estas cosas. La actitud del niño ante todos los

acontecimientos desagradables es asombro que semejantes cosas sucedan.

La lección:

Para hacer que los alumnos se den cuenta de que los problemas se presentan tanto a los

pequeños como a los grandes, primero haremos unas preguntas y luego contaremos algunas

historias.

¿Alguna vez han oído llorar a un nene? ¿Lloran muchas veces los nenes? ¿Por qué lloran?

¿Por qué no se ríen todo el tiempo? Las respuestas que sus alumnos dan no tienen mayor

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importancia. Las preguntas se hacen sólo para que ellos se pongan a pensar en las tristezas de

la vida.

¿Los niñitos lloran alguna vez? ¿Y tú lloras a veces? ¿Por qué lloras? Trate de obtener todas

las razones que puede. Haga preguntas similares en cuanto a las madres.

Si los niños han hablado de lágrimas

debido a una enfermedad, un accidente o

la muerte, pregunte por qué la gente se

enferma, se lastima o se muere. ¿Por qué

todo el mundo no puede estar contento

todo el tiempo? No dé explicación

alguna, ya que esperamos permitir que

Dios nos hable en Lección 12 desde su

Gran Carta, la Biblia, para decirnos las

razones de estas cosas. Limítese a

comentarios en cuanto a lo extraño de

esta situación.

Las historias:

Si no sabe alguna historia, usted puede inventar algunas historias tipo “supongamos ...” a

medida que la clase va progresando. Es casi imposible imaginarse un simple problema que no

le haya sucedido a algún niño, alguna persona, en algún lugar en alguna ocasión.

Describa la tristeza de:

>> Un niñito perdido en las calles de la ciudad.

>> Una niñita que tiene hambre porque su papá no tiene empleo.

>> Un niñito con un brazo fracturado que le duele.

>> Un niño angustiado por la muerte de su perrito.

>> Una niña que está inconsolable porque se le rompió su muñeca.

Si hace una lista de hechos concretos de semejantes momentos de tristeza, encontrará que le

será de mucho provecho en esta lección. Casi todo el tiempo de la clase se ocupará en

conversar sobre estos acontecimientos. De esta manera usted dejará a sus alumnos entender

que el mundo debe ser un lugar de muchas tristezas.

Cuando la sesión esté llegando a su fin, pregúnteles una vez más a varios niños si ellos

saben por qué debe ser así. Entonces diga: “Ninguno de nosotros parece saber por qué tiene

que haber tanta tristeza en el mundo. ¿Hay alguno que sí sabe por qué? Sí, Dios sabe por qué.

¿Verdad que sería bueno si Dios nos hablara y nos dijera la razón? ¡Pero sí nos ha dicho por

qué! y pronto esperamos aprender cómo Dios nos ha hablado a nosotros aquí en la tierra.

Trabajo manual:

En casa usted puede hacer calcos de papel carbón, copiados del periódico, de las caras de

diferentes personas. Prepare tantos como pueda.

Los varones deben tener un dibujo de la cara de un niño y de un hombre, y las hembras, de

una niña y una mujer. Haga dibujos similares en el pizarrón; entonces, mientras va

explicando por qué cada uno está llorando, dibuje unos puntos debajo de sus ojos, para

representar lágrimas que caen. Luego la clase copiará lágrimas en sus dibujos.

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Nota: No hará falta que esta lección se repita. Una sola presentación completa será suficiente.

Lección 11 Dios hablaba directamente

Texto para aprender de memoria:

Oyeron la voz de Jehová Dios, Génesis 3.8.

Mímica:

Oyeron Forme con la mano una bocina detrás de la oreja; la voz Coloque los dedos sobre la

garganta; de Jehová Dios Señale hacia arriba.

Idea de la lección:

Hace mucho tiempo, Dios hablaba a la gente del mundo con su propia voz.

La lección — Ejercicio (a):

Pregunte: “¿Dónde vive Dios?” Todos señalan hacia arriba y dicen: “Arriba en el cielo, más

allá de las estrellas”. “¿Quién es Dios?” “Él es Dios Padre, el Hijo de Dios y el Espíritu

Santo”. Dios es tres Personas, pero un solo Dios, porque están unidas.

Hoy vamos a hablar de cómo Dios habla a nosotros que estamos en el mundo. Repase las

conversaciones de Lección 10 sobre la tristeza, y repita la necesidad que tenemos de que Dios

nos diga las razones de estas tristezas.

Ejercicio (b):

Pregunte, “¿Cómo hablan las personas? ¿Cómo lo hacen?” Podrá recibir respuestas tales

como “con sus bocas / gargantas / lenguas”. Permita que los niñitos, uno por uno, coloquen

sus dedos sobre su laringe mientras usted repite el texto para aprender de memoria. Ellos

sentirán las vibraciones en su garganta al mismo tiempo que usted pronuncia las palabras.

Explíqueles que usted estaba hablando con su voz, y que eso era lo que producía esa

“tembladera” en su garganta.

Hecho esto, haga que los niños coloquen sus dedos sobre sus propias laringes. Tendrá que

asegurarse de que en efecto tienen sus deditos sobre la garganta y no sobre la ropa, ni apenas

tocando la piel de su garganta. Ellos deberán sentir las vibraciones si el ejercicio de la voz les

va a quedar grabado.

Entonces, todos juntos, digan: “¿Cómo hablan las personas? Hablan con sus voces”. Repita

el experimento hasta que usted quede satisfecho que todos han captado la idea de los sonidos

del habla se producen con la voz.

Termine el ejercicio con una prueba que deberán efectuarse varios alumnos: “¿Cómo hablan

las personas? Hablan con su voz”.

Ejercicio (c):

Ahora explique que Dios también tiene una voz, y que antes Él hablaba a las personas del

mundo con su voz. Esto hace mucho tiempo. Relate las cuatro historias siguientes para

ilustrar esta verdad:

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>> La voz de Dios puede ser una voz muy fuerte, que suena como una gran trompeta; Éxodo

19.16, 20.1,18,19, Deuteronomio 18.16.

>> También puede ser una voz suave y baja; 1 Reyes 19.1 al 18.

>> El antes hablaba con Papá Adán y Mamá Eva; Génesis 3.1 al 19.

>> El llamaba también al pequeño Samuel; 1 Samuel 3.14.

Relate las historias con los detalles que sean necesarios. Ellos son para ilustrar una verdad,

así que no habrá necesidad de esperar hasta que les queden grabados estos relatos, aunque las

historias le permitirán usar la lección por lo menos dos veces.

Lección 12 Dios hablaba por ángeles y profetas

Texto para aprender de memoria:

Habló Dios todas estas palabras, Éxodo 20.1.

Mímica:

Habló Toque los labios; Dios Señale hacia arriba; todas estas palabras Los niños señalan a

su Biblia, abierta y sostenida en alto.

Idea de la lección:

Dios habló hace mucho tiempo a la gente del mundo, no sólo con su voz, sino también por

medio de ángeles mensajeros y por medio de hombres profetas. Por último, habló por su

Hijo, Hebreos 1.1,2. Pero, para evitar confusión en esta etapa, omitiremos esta referencia, y

hablaremos de sus grandes mensajes por medio de la Biblia.

La lección — Ejercicio (a):

Brevemente repase Lección 11 y reafirme la verdad que Dios ha hablado a las personas en

el pasado con su propia voz.

Hable de: “¿Alguno de ustedes ha oído a Dios hablar con su voz? ¿Creen que Dios se baja y

pone su boca en las nubes y habla así a los niños? No. Pocas personas han oído a Dios hablar

con su voz. Pero Él tiene otras maneras de hablar a la gente. Hace mucho tiempo hablaba por

medio de ángeles mensajeros”.

Relate las siguientes historias como ilustración, usando cuadros bíblicos si los tiene:

>> A Agar; Génesis 16.7 al 13.

>> A Lot y su familia; Génesis 19.

>> A Abraham; Génesis 22.1 al 14.

>> A la esposa de Manoa; Jueces 13.1,2.

Repita frecuentemente el texto para aprender de memoria con la mímica, enfatizando que

Dios puede hablar a las personas por medio de sus mensajeros.

Ejercicio (b):

Dios tenía otras maneras también de hablar a las personas. Él les habló por medio de sus

hombres profetas. Pocas personas vieron un ángel o escucharon el mensaje de un ángel, pero

muchas vieron y escucharon a los profetas. Dios los envió con muchos recados y muchos

tipos de mensajes.

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Ahora usted deberá relatar varias historias del tipo mencionado a continuación. Aunque las

debería contar con el propósito primordial de mostrar cómo Dios habló por medio de sus

siervos, sería aconsejable usar varias sesiones para decir a su clase historias del Antiguo

Testamento referentes al empleo que dio Dios a este método de hablar. Habrá más adelante

repetidas referencias a los profetas y sus mensajes.

>> Para hacerle rey a un joven; 1 Samuel 16.1 al 13

>> Para informarle de comida a una mujer hambrienta; 1 Reyes 17.1 al 16

>> Para decirle a una pobre viuda cómo conseguir aceite; 2 Reyes 4.1 al 7

>> Para informarle a una mujer que ella iba a tener un niño; 2 Reyes 4.8 al 17

>> Para darle vida nuevamente a un niño muerto; 2 Reyes 4.18 al 37

>> Para avisarles a una gente mala de un castigo que iba a venir; Jonás 1, 2 y 3

Pero: Reserve para lecciones posteriores cualquier mención de los mensajes acerca del

Cristo prometido.

Ejercicio (c):

Los hombres profetas no podían estar en todas partes, ni tampoco podían llevar sus

mensajes a todas las personas. Dios quería hablar sus mensajes de tal modo que cada persona

en el mundo los pueda escuchar.

Ya que Él puede hacer todo, Él encontró una forma maravillosa de hacerlo. “Ahora, yo

quiero que ustedes piensen en algo: ¿Hay alguno de ustedes que tiene una abuela que vive

muy lejos de su casa?” Permita que los niñitos le digan todo en cuanto al tema; luego

continúe: “Ahora, supongan ustedes que su abuela que vive lejos quiere decirles que se

vengan en el autobús a su casa para visitarla. ¿Cómo podría ella decirles que vengan? Si ella

saliera al patio y les llamara, ¿ustedes la podrían oir? ¿Si llamaría muy duro, la podrían oír

diciendo que vinieran? No; ella no podría hacer que ustedes la oyeran. Entonces, ¿cómo

podría ella decirles?”

No vaya de prisa con estas preguntas; deles a los niños oportunidad para considerarlas. Si

alguno sugiere que la abuela podría llamar por teléfono, explíqueles que muchos niños no

tienen teléfono en su casa. Si usted no recibe la sugerencia deseada, pregúnteles qué es que

trae el cartero, o por qué va uno al correo, o por qué se envían telegramas urgentes a cargo

del bodeguero [el señor del abasto o tienda] u otra persona en el barrio [la colonia] que

conoce a su familia.

Cuando todos han decidido que la respuesta debe ser “cartas”, usted puede describir la

forma en que la abuela escribiría la carta, qué pondría en ella, y cómo la entregaría en la

oficina del correo.

Luego, explique que eso fue lo que hizo Dios con nosotros aquí en el mundo. El no podría

hablarnos a todos desde el cielo, así que habló las palabras de su mensaje y las envió en su

Gran Carta, la Biblia.

Ahora permita que cada niño sostenga en sus manos una Biblia relativamente grande, para

que sienta lo pesado que es. Enséñele a cada niño, al levantar la Biblia, que debe haber

mucho en la Carta de Dios, o no pesaría tanto. Compárelo con lo liviano de una carta del

señor cartero. Ellos deben comprobar el peso de los dos al mismo tiempo, usando una vieja

carta suya.

Finalice con el texto para aprender de memoria.

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Preparación para Lección 13

Como la mayoría de los niñitos en la clase de principiantes

jamás han recibido una carta suya propia, ellos no aprecian el

significado que puede tener una carta. Por lo tanto, no

comprenderán cuando usted dice que la Biblia es la Carta de Dios

para ellos.

Por esto, escríbales antes del próximo domingo. Envíe una carta

a cada miembro de la clase; una carta que será recordada por

mucho tiempo. Simplemente escriba a cada cual una nota

sencilla, diciendo que usted pensaba que a su alumno o alumna le

gustaría recibir una carta de usted.

Si hay un buen servicio de correo donde sus alumnos viven,

mándela por correo, asegurándose que llegue por sorpresa. Si

esto no es factible, envíe la carta —en su sobre

correspondiente— por la vía más indicada. No la entregue usted en la escuela dominical, ni

nada de esto. A falta de otra vía, puede entregar el sobre a una vecina evangélica, para que

ella la entregue personalmente. Pero, haga lo posible para que la correspondencia llegue a

cada niñito por mano de otra persona, preferiblemente el cartero.

Ya que ellos no la podrán leer, usted tendrá que hacerla de interés personal, intercalando

entre las palabras y líneas algunos dibujitos que ellos pueden buscar e identificar. Ponga

estrellas, corazones, cruces, flores, etc., preferiblemente coloreados.

A algunos maestros les gusta incluir calcomanías de pájaros o flores. Tome la cosa en serio:

¡Varias de las cartas que escribió el autor de estas lecciones fueron guardadas por más de

veinte años, y bien pueden existir algunas todavía!

Lección 13 Dios habla por la Biblia

Texto para aprender de memoria:

La escritura era la escritura de Dios, Éxodo 32.16.

Mímica:

La escritura Los niños señalan la Biblia del maestro, sostenida en alto; era la escritura

Mueve la mano derecha como si estuvieran escribiendo en la palma de la mano izquierda; de

Dios Señalen hacia arriba.

Idea de la lección:

La Biblia es la Gran Carta de Dios a nosotros en el mundo. También se llama la Palabra de

Dios.

La lección — Ejercicio (a):

Pueda que los niños estén impacientes por contarle de las estupendas cartas que recibieron

durante la semana, pero sería mejor disuadirles de hacerlo hasta que llegue al Ejercicio (c).

Examine dos o tres Biblias. Hágales ver que todas tienen las mismas palabras escritas en

ellas.

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“Miren esta página. Es la primera en la Gran Carta de Dios, la Biblia. ¿Quién me puede

decir cómo pudieron todas estas palabras llegar a esta página?” Tal vez no habrá respuestas.

Repita el texto para aprender de memoria y la mímica de Lección 12. Dígales que Dios habló

todas las palabras en la Biblia, pero que nadie puede hablarle palabras a un libro y hacer que

se queden allí.

Demuestre este hecho enseñándole a la clase una página en blanco de su registro de

asistencia o algún otro libro. Sosténgala cerca de su boca y repita despacio el texto para

aprender de memoria. Luego muestre la página en blanco y pregunte a los alumnos si pueden

ver algunas palabras en ella. Si desea, puede permitirle a la clase que pruebe este experimento

también. Luego observe que las palabras tienen que ser escritas para que se queden en un

libro.

Ahora permita a cada niño que raye un poco con lápiz en la página en blanco. Al terminar

cada uno, enséñele a la clase que las “palabras” que el niño escribió sí se quedaron en el libro.

Explique que Dios mandó a escribir las palabras de su mensaje a nosotros en su Libro, la

Biblia.

Ejercicio (b):

Llame aparte al niño mayorcito y haga que le diga algo (tal como, “Yo quiero a mi papá”, o

“Muñeca”, etc.), lo cual usted escribirá en el pizarrón. Después de escribirlo, léalo en voz alta

a la clase. Anime a cada niño a que le dé algún mensaje para escribir. Haga comentarios

libremente durante el ejercicio: “Ven cómo se hace, niños. María me dice las palabras y yo

las escribo en el pizarrón. Ahora, yo escribí las palabras, pero en realidad ¿de quién son las

palabras? ¿Son mías o de María?

Cuando todos han tomado su turno, escriba unas oraciones en su libro que sean dictadas por

varios alumnos. Enséñales que las palabras de los alumnos están ahora ahí en el libro.

Léanlos para comprobárselo; haga ver la idea de la lección, que así fue con la Gran Carta de

Dios, la Biblia. Él habló las palabras a sus siervos, y entonces ellos las escribieron en un

libro; 2 Pedro 1.21. Cuando se terminó, lo mandó a nosotros en el mundo.

Ejercicio (c):

El Gran Libro de Dios, lleno de sus palabras que sus siervos escribieron, vino a ser su Gran

Carta, la Biblia. “¿A alguno de ustedes le han mandado alguna vez una carta?” Deje que los

niños le cuenten en cuanto a las cartas que recibieron durante la semana. Quizás algunos de

ellos las habrán traído; si es así, léalas en la clase.

Comente sobre el hecho de que ellos las recibieron sólo porque usted se las mandó.

Pregunte de quién son las palabras en las cartas, y cómo llegaron. Luego señale las

semejanzas entre ellas y la Gran Carta de Dios, la Biblia. Repita varias veces el texto para

aprender de memoria con la mímica.

Para ilustrar y grabar el concepto de un mensaje enviado, dele a cada niño, al final de la

clase, una noticia para llevar a su mamá. Podría ser algo así:

Apreciada señora:

Esta nota es para decirle que María se porta bien en la escuela dominical.

Firmado

El propósito de esta noticia es para inculcar en el niño la idea de un mensaje enviado, que es

una de las expresiones que usamos para describir la Biblia.

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Lección 14 Dios odia al pecado

Texto para aprender de memoria:

El pecado entró en el mundo por un hombre, Romanos 5.12

Mímica:

El pecado Haga un movimiento ondulado con la mano en el aire, para representar los

movimientos de una serpiente; entró en Extienda sus brazos adelante, y luego acérquelos a su

corazón; el mundo Haga un movimiento ancho del brazo; por un Levante el dedo; hombre

Use la señal de hombre de Lección 6.

Idea de la lección:

Ahora empezamos a ver algunas de las cosas que Dios nos ha dicho en su Gran Carta, la

Biblia. Nuestro primer tema será el pecado. Dios lo aborrece y tiene que castigarlo siempre.

Se dedicará esta lección a llamar la atención de los niños, y grabar en sus mentes, la palabra

pecado. Por ahora no la vamos a explicar.

La lección — Ejercicio (a):

Repase Lección 6, donde Dios hizo a Papá Adán y Mamá Eva. Agregue la idea que desde

ese entonces han nacido muchos niñitos, y que Dios los hizo a todos. No se quedaron

chiquitos, sino que crecieron y llegaron a ser personas grandes. Ahora hay muchísimas

personas en el mundo. Haga preguntas referentes a las lecciones que trataron sobre las

diferentes maneras en que Dios les ha hablado: por medio de su voz, ángeles, profetas, y

ahora por su Gran Carta, la Biblia.

Ejercicio (b):

Pase la Biblia grande de uno a otro para que los niños se den cuenta del peso que tiene. Esto

le permite a usted hablar del hecho de que debe haber mucho en la Gran Carta de Dios.

Dígales que hoy la clase va a empezar a ver algunas de las cosas que Dios tiene que decirnos.

Dibuje en el pizarrón una culebra grande. Pregunte qué es lo que ha dibujado. Enséñeles

que la serpiente representa algo que a Dios no le agrada, y Él tiene que castigar siempre. Es

algo que entró aquí en el mundo.

Repita varias veces el texto para aprender de memoria con la mímica, y luego pregunte qué

fue lo que entró en el mundo. Siga insistiendo hasta que los niños relacionen firmemente la

idea que el pecado entró en el mundo y la idea que la culebra hace recordar el pecado.

Por último, haga que la clase repita con usted el dicho: “A Dios no le gusta el pecado, y Él

siempre tiene que castigarlo”. Esta debe llegar a ser una afirmación muy común en la clase,

para ser repetida una cantidad de veces en las semanas y meses por venir, según Dios

permita.

Ejercicio (c):

Escriba con tiza o marcador tres sílabas en letras grandes: PE-CA-DO. Enséñele a la clase

cómo pronunciar las sílabas. Repita la palabra varias veces, asegurándose de que los niñitos

la pronuncien correctamente.

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Luego saque tres tarjetas preparadas previamente que tengan las esquinas cortadas para que

los alumnos puedan diferenciar el lado de arriba del lado de abajo. Estas tarjetas muestran por

separado las sílabas PE CA DO, moldeadas con creyón rojo. Las tarjetas deberán tener una

altura de unos diez centímetros cada una.

Señalando la sílaba PE en el pizarrón, coloque la tarjeta PE directamente debajo de la

sílaba. De igual forma hágalo con las tarjetas CA y DO. Luego diríjase a la clase y pregunte

qué es lo que usted ha formado con las tarjetas. Cuando hayan contestado “pecado”,

pregunte: “¿Alguno puede formar «pecado» con estas tarjetas como lo he hecho yo?” Permita

que los voluntarios hagan un intento; luego llame a cada niño para que haga lo mismo.

Si algún niño se equivoca, no lo corrija. Pregunte a la clase si “pecado” está hecho bien. Así

la atención de todos estará puesta en la forma de la palabra. Pídale a algún niño que ha

contestado “no” que venga y corrija el error.

Parece que a los niños les gusta mucho esta lección.

Deberá repetirse varias veces antes de pasar a la próxima.

La repetición junto con la actividad proporciona una fuerte

relación a ser recordada. La habilidad a reconocer la palabra

escrita crea una fuerte asociación en la memoria, la cual

puede usarse en el futuro.

Al final de la última lección sobre este tema, entréguele a

cada alumno un juego de las tarjetas PE-CA-DO en miniatura. Este juego servirá de “tarea” y

posiblemente algunos de sus niñitos lo atesoren por muchos días.

Pasos del niño pequeño

La imaginación —o la ficción— unida con la imitación es ya un proceso natural en el

desarrollo del niño, y desde esta edad hasta que empiece en la escuela, seguramente su

pequeño mundo va a estar repleto de cosas y personas imaginarias.

No tendremos que hacer mucho uso de esta tendencia de conducta en nuestras clases de la

escuela dominical, pero debemos tenerla muy en cuenta, ya que es de sumo valor en el

desarrollo mental de los niños.

El empleo constante de músculos y sentidos les permite a los niños progresar desde los

movimientos bruscos, casi tirones, que les caracteriza en la infancia, de manera que ahora

ellos pueden correr y jugar adrede. De esta misma manera, los intentos suyos de crear

actividades imaginarias de todo tipo constituyen una especie de ejercicio cerebral que les

asegurará un comienzo en el camino del pensamiento razonado.

Muchos creyentes concienzudos no han comprendido este proceso, y han desaprobado las

tales “imaginaciones vanas”, considerándolas como producto de una naturaleza corrompida.

Pero pareciera que las actuaciones en el juego, los simulacros y las fantasías de los niños

tienen algún reconocimiento en las Escrituras. El libre juego suyo será una de las bendiciones

divinas en la época del reino, el milenio; véanse Isaías 11.8 y Zacarías 8.5.

Los detalles que aparecen en la imaginación nunca van más allá de las experiencias y

observaciones del niño. Ya que este principio es un factor activo en el desarrollo de la

inteligencia del niño, nos ayudaría en la enseñanza si nos diéramos cuenta de la fuerza que

tiene. Los padres a veces rechazan este principio, insistiendo que su hijo se imagina

situaciones mucho más raras de las que ha vivido.

Sin embargo, esta conclusión es, en el mejor de los casos, sólo una verdad a medias, porque

si esos padres analizarían los detalles de las fantasías de su hijo, ellos descubrirían que todos

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podrían tener explicación como algo visto, oído o sentido de alguna manera en alguna

oportunidad de la vida real del niño.

Lección 15 Todos somos pecadores

Texto para aprender de memoria:

Todos pecaron, Romanos 3.23.

Mímica:

Todos Un ancho movimiento del brazo, para incluir a todos en la clase; pecaron Use la

señal de la línea ondulada que significa pecado.

Idea de la lección:

Otra lección sobre el pecado, donde trataremos de progresar de la idea objetiva de las

tarjetas que dicen PE-CA-DO a una idea abstracta de la naturaleza del pecado.

Favor de no permitir que estas dos voces de la enseñanza le asusten al punto de no prestar la

debida atención. En esta lección surge un problema didáctico que se le presentará a menudo

cuando usted está dando clase. Se debe al hecho de que los niños pequeños piensan

mayormente en función de lo objetivo, mientras que las expresiones espirituales son

necesariamente de índole abstracta.

Por lo tanto, la tarea suya será la de: (a) Siempre comenzar por lo objetivo y luego progresar

a una explicación abstracta, o (b) Transformar todas las posibles ideas abstractas en una

aplicación concreta u objetiva. “Selah”.

Las personas adultas son dadas a la forma de pensar abstracta y por eso los niños a veces no

nos comprenden. Un visitante apurado dice de repente: “¡Bueno, ahora tengo que volar!”

Para los adultos el significado está claro, pero el niño de cuatro años le mira perplejo, y

pregunta cómo puede aquel señor volar si no tiene alas.

Consideremos algunos ejemplos para permitirnos reconocer los dos tipos de expresión:

>> Una casa. Objetivo — una estructura de paredes, ventanas, puertas, techo, etc. Abstracto

— un lugar donde vivir.

>> Una caja. Objetivo — una cosa de cuatro lados, una tapa y un fondo, normalmente hecha

de madera o cartón. Abstracto — un artículo diseñado para contener cosas.

>> Un árbol. Objetivo — algo que tiene tronco, ramas y hojas. Abstracto — algo bello que

nos da sombra.

Dos niños vieron un gato en la calle. Uno vio un animalito peludo de cuatro patas. El otro

vio una criatura tierna que él podía abrazar y acariciar. El primer niño pensó objetivamente,

ya que sólo vio el objeto en sí. El segundo pensó de una manera abstracta y sacó una idea de

un todo diferente a lo que sus ojos le presentaron a su mente.

Ahora veamos el problema de esta lección. Empezamos presentando el pecado

objetivamente — unas sílabas en el pizarrón, las cuales el alumno puede hacer con tres

tarjetas. Sin duda sus niñitos están seguros que el pecado es unas sílabas hechas en un

pizarrón y que ellos lo pueden reproducir con sus tarjetas. Asimismo una culebra puede ser

para algunos un dibujo que se hace en el pizarrón. Un corazón puede ser simplemente otro

objeto que se dibuja; de aquí que el pecado en el corazón será simplemente tres sílabas

trazadas dentro de una figura de un corazón.

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Por lo tanto, nuestro propósito en esta lección debe ser el de ayudar a los niños a extraer

para sí la naturaleza del pecado de la introducción objetiva al tema que ellos recibieron en la

Lección 14.

La lección — Ejercicio (a):

Haga un repaso de Lección 14 y, hecho esto, dibuje en el pizarrón la forma de una culebra.

Pregunta: “¿Qué es esta cosa todo torcida?” Respuesta: “¡Es una culebra!” “¿Pero una

culebra de veras? Si lo toco con un palo, ¿se moverá? Nos va a decir sss ... sss?” “No — esa

culebra no se mueve. No dice sss ... sss. No es una culebra de verdad, verdad. ¡Es el dibujo de

una culebra!”

Dibuje otras figuras: una fruta, una casita, un árbol, etc., y pregunte al grupo de la manera

como hizo con la culebra. Tome tiempo; queremos que quede bien grabada esta idea de que

“es sólo el dibujo de un ...” Sería bueno que los alumnos le preguntaran a usted; a ellos les

gustaría pasar al pizarrón y hacer el interrogatorio.

Esto le dará a usted la oportunidad de afincar la respuesta: “¡No! Es solamente el dibujo

de ...”

Ejercicio (b):

Borre sus dibujos y escriba: PECADO. Pida a algunos de los alumnos que coloquen sus

tarjetas PECADO debajo de las letras suyas, como se hizo antes. Ahora, pregunte: “¿Qué es

esa palabra?” La respuesta será: “Es PECADO”, y usted continuará preguntando acerca de

los dibujos que había sobre el pizarrón. “¿Esa culebra, era de veras una culebra? ¿Aquella

casita era en verdad una casita?”

“Pero esta palabra PECADO que he escrito, ¿es pecado?” “¡No —es solamente una

palabra!” “Sí, es sólo un cuadro en forma de una palabra. Todos podemos decir esa palabra

(que lo digan); todos podemos escribir esa palabra (escríbalo, o pida al asistente hacerlo).

Cada uno puede deletrear PECADO en su tarjeta (que lo hagan). Pero nada de eso es

pecado”.

“Dios odia al pecado, y siempre lo castiga. Estas tarjetas y este pizarrón no nos dicen qué es

el pecado, ni dónde está. Pero la Gran Carta de Dios, la Biblia, sí nos dice mucho acerca del

pecado”.

“El pecado es malo, muy malo, y el pecado vive en nosotros. Del corazón salen los malos

pensamientos”. (Marcos 7.21 al 23) El grupo debe repetir esta verdad varias veces: “Del

corazón salen los malos pensamientos”.

Ejercicio (c):

“¿Sabías que tú (escoja al alumno que menos atención presta) tienes un corazoncito metido

allí muy adentro en tu casa-cuerpo?” Enfoque la atención sobre esta verdad, preguntando a

varios de los chicos.

Ahora, pasee entre el grupo, por el tiempo que su interés permita, colocando la mano sobre

un pecho y otro, y comentando: “Hay un pequeño corazón allí adentro, y va pum, pum, pum,

día y noche, mes tras mes. Sólo Dios lo puede ver”. Y finalmente: “Mire, esta noche, cuando

nos acostemos, podremos sentirlo. Vamos a pedir a Mamá que explique dónde poner la mano

sobre el corazón”.

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Trabajo manual:

Para el Ejercicio (a), el grupo puede moldear culebras (o casitas, etc.) de plastilina. Para el

Ejercicio (b), surta papel con la forma de un sobre de correo trazado ya. Invite a los alumnos

a “escribir cartas” con dirección, “estampillas”, etc., pero sin mucho estilo, por supuesto. Y

para el (c), ayude a los niños a formar corazones de cartón. Explíqueles cómo doblar y cortar,

conforme al estilo suyo.

Nota: No conviene en este caso realizar los tres ejercicios y luego repasar los tres. Mejor sería

dar la clase sobre el (a) o el (b), y entonces repasar éstos antes de proceder con lo que falta.

Lección 16 El pecado nos echó a perder

Texto para aprender de memoria:

Dios, ten misericordia de mí, pecador, Lucas 18.13 (Versión 1893)

Mímica:

Dios Señale hacia arriba; ten misericordia Las manos levantadas como si estuviera orando;

de mí Cada uno se señala a sí mismo; pecador Haga sobre su corazón la señal de la línea

ondulada que significa pecado.

Idea de la lección:

¡El pecado me ha echado a perder!

Usted notará que aun la mente natural de un niño pequeño se siente ofendida por tal verdad.

Por tanto, será necesario desarrollar esta idea cuidadosa y firmemente, por cuanto las mentes

pequeñas pueden cerrarse a verdades desagradables con la misma resolución que las de los

adultos. Estas lecciones se dedican a este tema.

¡Desarrolle bien la idea! Sólo el Señor sabe cuán importantes pueden ser estas tres lecciones

más tarde en la vida del niño.

La lección — Ejercicio (a):

Relate la historia de Adán y Eva hasta el nacimiento de Caín y Abel. Continúe de esta

forma: “Seguramente Papá Adán y Mamá Eva estaban muy contentos con sus dos varoncitos;

pero poco a poco se dieron cuenta de algo muy triste. Tanto Caín como Abel resultaron ser

pecadores, así como su papá y mamá. “¡Y así es que sucede siempre!”

“Si una mamá gallina pone huevos, y los huevos se abren, siempre van a salir pollitos. Si

una mamá perra tiene hijitos, de seguro que van a ser perritos cada vez”. Continúe de este

modo, haciendo referencia a los animales y pájaros conocidos.

“Y así fue que pasó con los hijitos de Papá Adán y Mamá Eva. Cuando Adán y Eva

comieron lo que Dios dijo que no comieran, entonces enseguida el pecado entró en sus

corazones y se quedó ahí. Ellos pecaron todos los días después de eso —no podían evitarlo.

Tan pronto que el pecado entró en sus corazones ellos ya eran pecadores, y por esta razón

Caín y Abel salieron pecadores también. Desde ese entonces han nacido muchísimos niñitos,

y cada uno de ellos, menos el Hijo de Dios, o sea Jesús, resultó ser un pecador también”.

Repita con la mímica el texto de la lección anterior.

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Ejercicio (b):

Repase el Ejercicio (c) de Lección 15. Luego pregunte: “¿Alguno de ustedes ha visto alguna

vez su corazón?” Pregúnteles a varios niños. “¿Puede alguno ver el corazón mío?” Sugiera

que usted podría quitarse alguna prenda exterior. “¿Entonces podrían verlo? Y si yo me quito

toda la ropa, entonces podría ver mi corazón? ¿Por qué no? Porque está muy adentro”.

Ahora vaya a cada niño y haga la siguiente observación: “Y (nombre) tiene allí adentro un

corazoncito que hace pum, pum, pum todos los días y todas las noches. Yo no lo puedo ver

porque está muy adentro”.

“Ninguno de nosotros puede ver nuestro corazón. Nuestro papá y nuestra mamá tampoco lo

pueden ver. ¿Hay alguien que ve por dentro y ve nuestro corazón? ... Sí, Dios lo puede ver”.

Ahora, enseñe lo siguiente como ha hecho con los otros textos. Es Génesis 16.13 en la

Versión Moderna: Tú Señalar hacia arriba; Dios Señalar hacia arriba otra vez; me Tocarse a sí

mismo; ves Tocarse los ojos.

Haga énfasis en que Dios nos ve a cada uno. El nos ve por dentro y por fuera; ve nuestro

corazón. El nos habla en su Gran Carta, la Biblia, del pecado malo que está ahí adentro.

Ejercicio (c):

El asistente al maestro reparte la plastilina. Cada niño hace una “manzana” con un “centro

negro” por dentro. Para esto cada niño necesitará un poco de plastilina de un color claro y un

pedacito de plastilina oscura o, si no, unos pedacitos de carbón podrían servir.

Cada niño debe tomar un pedazo más o menos grande de

plastilina, aplastarlo, y luego formar una pelota con él. Pedacitos

de palillo podrían servir de “tallos” para las “manzanas”. Cuando

todos estén terminados, el asistente recoge cuidadosamente las

“manzanas” y las presenta al maestro. Si el maestro no tiene

asistente, uno de los alumnos puede hacer esto.

Ahora el maestro, como si estuviera jugando con los niñitos,

acepta las manzanas con toda seriedad y habla de lo bonito que

son. Luego saca un cuchillo de pelar y dice que va a comer unas

cuantas. Mientras hace la mímica de pelar una (para llamar la

atención de cada niño), el maestro habla de lo sabroso que será esa

manzana tan hermosa, haciendo notar que no tiene ni gusano ni manchas feas. Cuando todos

los ojos están fijos sobre el maestro, él pica la fruta, ¡y se consigue con la parte mala por

dentro!

Comente: “Yo no le vi nada de malo a mi manzana. ¿Y ustedes, niños? ¿Por qué no vi esa

cosa mala y negra antes? ... Porque estaba por dentro yo estaba pelando la manzana?” Al

recibir la respuesta que “no”, pregunte: “¿Hay alguien que la podría ver todo el tiempo?”

Luego: “Sí, Dios lo podría ver. El puede ver por dentro de todo, y a nosotros también nos

puede ver por dentro”.

Tome una manzana y repita el experimento. Para evitar que desprecie a algún niño, usted

debe picar cada manzana. Comente: “Todos son iguales. No hay ninguna diferencia. Todas

tienen una cosa mala y negra por dentro. Y así es con nosotros, cada uno, tanto ustedes como

yo. Cada uno tiene un corazón muy malo por dentro porque está manchado por el pecado”.

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“Y así como esa cosa mala y negra que estaba dentro de esas manzanas de plastilina las

echó a perder para mí, así el pecado malo en nuestro corazón nos ha echado a perder para

Dios. Cada uno se ha echado a perder a causa del pecado”.

Repita el texto de memoria con la mímica. Luego, relate la parábola del Señor acerca del

fariseo y el publicano, Lucas 18.9 al 14. Explique que el publicano reconoció que él estaba

echado a perder por el pecado; en cambio, el fariseo no quiso reconocer esto.

Ejercicio (d):

Dibuje en el pizarrón una figura aproximada de un niño. Hágalo suficientemente grande

para que quepa un corazón de cierto tamaño. Cuando haya terminado la figura, pegue una

hoja de papel, por el lado arriba solamente, sobre el sitio donde iría el corazón, usando para

esto unos chinches (tachuelas) o tiro. Luego, manteniéndose muy cerca del pizarrón, de

manera que nadie pueda ver lo que está haciendo, levante la hoja de papel, dibuje un corazón

debajo del papel y coloque una mancha en el centro. Baje de nuevo la hoja, escondiendo así

el corazón manchado.

Pregunte: “¿Quién puede ver (no adivinar) lo que está debajo de este papel?” Muéstreles

cómo nuestra vista es tan débil que no podemos ver a través de un fino pedazo de papel, pero

que Dios puede ver a través de todo, y por eso Él puede ver su dibujo por dentro. Ahora

levante el papel y permita que la clase vea.

Pregunte: “¿Qué es esa cosa que está dentro del niño que yo he dibujado? ¿De verdad es un

corazón o una figura de un corazón?” Llame la atención a la mancha en el corazón, y

explique que es figura de una mancha del pecado.

Ahora haga que los niños vean que nunca hubieran sabido lo que estaba dentro de esa figura

de niño en el pizarrón si usted no hubiera levantado la hoja de papel. Luego enfatice lo

siguiente: “Yo nunca hubiera sabido que yo era un pecador echado a perder por el pecado si

Dios no me lo hubiera dicho en su Gran Carta, la Biblia. Y yo nunca hubiera sabido tampoco

que (el nombre de cada alumno, por turno) era un pecador echado a perder”.

“Ella / él a mi me parece muy bien. Yo no veo nada de malo en ella/él. Pero el problema es

que ninguno de nosotros puede ver su corazón”. Mire cerca del niño como si estuviera

tratando de ver el corazón.

Diga: “No, no puedo ver nada del corazón. El niño en el pizarrón era diferente. Sólo

teníamos que levantar el papel y enseguida veíamos la mancha de pecado. Pero Dios puede

ver dentro de cada uno de nosotros. Él ve la mancha del pecado en nuestro corazón. Y por eso

Él nos habla de ella en su Gran Carta, la Biblia.

“Vamos a repetir juntos algunas de las cosas que Él nos ha dicho”. Repita con mímica, cada

una varias veces:

>> Tú, Dios, me ves.

>> Todos pecaron.

>> Dios, ten misericordia de mí, pecador.

Trabajo manual:

Dele a cada niño un pequeño corazón recortado de cartulina en el que usted ha escrito

PECADO. Dibuje uno grande en el pizarrón. Diríjase a cada niño de la manera siguiente:

“(Nombre), tú tienes un corazón en la mano. Ahora es tu corazón, porque yo te lo di. Pero,

¿es tu verdadero corazón? ¿Dónde está el corazón tuyo? ¿Alguien lo puede ver? ¿Qué dice

esa palabra escrita en tu corazón? ¿Y de verdad es pecado? ¿Dónde está el pecado de verdad?

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Llegado a este punto, haga que toda la clase responda: “Dios me dice que el pecado está en

mi corazón”. Cuando hayan terminado, los niños pueden colorear de rojo sus corazones, y

luego llevárselos a casa.

Conclusión:

De ahora en adelante sería una buena práctica concluir cada lección con el texto y la

mímica, como hasta ahora se ha hecho, seguido de la siguiente pregunta y su respuesta.

Enséñeles a los niños como si estuviera enseñando a loros: la comprensión vendrá después.

Haga que toda la clase responda a la vez. Nada de lo que usted diga tendrá un valor tan

duradero, si usted persiste.

Maestro: “¿Qué me puede dar perdón?”

Clase: “Sólo de Jesús la sangre”.

Lección 17 Obedece a tus padres

Texto para aprender de memoria:

Hijos, obedeced ... a vuestros padres, Efesios 6.1.

Mímica:

Hijos Cada uno señala a los demás niños en la clase y termina señalándose a sí mismo;

obedeced La cabeza inclinada, y las manos sobre el corazón, en señal de sumisión; a vuestros

padres Levante la mano lo más alto posible, dando a entender gente grande y alta.

Idea de la lección:

En su Gran Carta, la Biblia, Dios nos ha dicho muchas cosas que debemos hacer y también

cosas que no debemos hacer. Cuando no hacemos lo que Dios manda, entonces pecamos.

La lección — Ejercicio (a):

Comience con un repaso general que reafirme las verdades a guardar en mente para

mantener una perspectiva clara del progreso que usted ha logrado paso por paso.

Así, :¿Dios baja a las nubes y habla así a la gente de la tierra? ¿Cómo nos habla Dios hoy

día? ¿Nos dice muchas cosas en su Gran Carta, la Biblia? ¿De qué nos hace pensar la

culebra?”

Saque nuevamente las tarjetas que deletrean pecado y haga que varios niños formen la

palabra, pronunciando las sílabas. “¿A Dios le gusta el pecado?” Repita juntos varias veces:

“Dios aborrece el pecado y siempre tiene que castigarlo”.

“¿Dónde está el pecado? ¿Nosotros podemos ver nuestro corazón? ¿Cómo sabemos que hay

pecado en nuestro corazón?” Esta es una pregunta nueva, y posiblemente usted tendrá que

preguntar otra vez acerca de cómo Dios nos habla, para así poder sacar la respuesta. La

respuesta es: “Por su Gran Carta, la Biblia”.

Repita con la mímica los tres textos de Lección 16, Ejercicio (d).

Ejercicio (b):

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“La Gran Carta de Dios, la Biblia, es un libro maravilloso. Hace un tiempo nos aprendimos

un versículo que decía, La escritura era escritura de Dios. Vamos a repetirla varias veces ...

y entonces trataremos de escribir algunos de los mensajes para ustedes en el pizarrón. Vamos

a tratar de hacerlo otra vez”. Repita Ejercicio (b) de Lección 13.

En su Gran Carta, la Biblia, Dios nos dice cosas que debemos hacer y cosas que no

debemos hacer. Cuando no hacemos lo que Dios nos manda, entonces pecamos. Una de las

cosas que Él nos manda a hacer es, “Hijos, obedeced a vuestro padres”. Así que cuando no

hacemos lo que Papá y Mamá nos manda, estamos pecando.

Haga una lista de varias historias como el siguiente. “Mamá le dijo a María que no saliera

de la casa porque el patio estaba embarrado a causa de la lluvia. La niña se quedó adentro un

rato pero después salió al patio a jugar con una amiguita. ¿María le hizo caso a su mamá? ...

¿Qué dijo Dios que debía hacer ella?” Repita el texto con la mímica. Explique que cuando la

niña no hizo lo que le mandó su mamá, tampoco hizo lo que le mandó Dios.

Pregunte: “Así que, ¿qué fue eso?” Respuesta de la clase: “Eso fue el pecado”.

Al terminar cada una de sus historias, haga las mismas preguntas, usando las mismas

palabras según el caso. A lo mejor varios de sus alumnos van a decir con toda seguridad que

ellos siempre hacen lo que sus padres les mandan. Simplemente responda: “Díganme, ¡qué

bueno!” o algo parecido, y continúe.

La responsabilidad suya es presentar la verdad, y dejar que el Espíritu Santo la aplique

como a él le plazca. Él no se equivocará al hacerlo.

Ejercicio (c):

Dibuje en el pizarrón una hilera de casitas como la que dibujó en Lección 8, con dos

ventanas y una puerta en cada una. Dibuje también aparte una casa similar.

Señalando esta última casa, comience: “En esta casa vive un hombre malo. No se puede ver

porque él está muy adentro. ¿Por qué no lo podemos ver? ... Este hombre que está viviendo

allí siempre hace cosas malas. Por eso yo sé que es un hombre malo”.

“Un día él tomó una piedra y rompió esta ventana”. Señale la primera ventana de las casas

en fila. Ahora dígale a un niño que venga y con la tiza marque una X sobre la supuesta

ventana rota. Pregúntele al niño, “¿Cómo sé yo que el hombre que vive allí es un hombre

malo? Porque él hace cosas malas”.

Continúe de este modo, haciendo que el hombre rompa ventanas, puertas, etc. hasta que

cada alumno haya pasado al pizarrón y respondido su pregunta. Si algún niñito se equivoca al

contestar, no le diga la respuesta; más bien, pida a la clase que le diga.

Ejercicio (d):

Pase nuevamente su Biblia grande de mano en mano por toda la clase para que cada uno

sienta su peso al mismo tiempo que usted comente sobre el hecho de que debe haber mucho

en esa Biblia que pesa tanto.

“Ahora les voy a leer otras de las cosas que Dios nos ha dicho que no debemos hacer. Y

cuando no hacemos lo que Dios nos manda, ¿qué es eso?” Respuesta: “Eso es pecado”. Lea

en voz alta a la clase, y haga comentarios sencillos sobre Levítico 19.11.

Luego relate una o más historias tales como: “Un niño se roba un caramelo y después dice

una mentira para tapar la verdad de lo que hizo”. Entonces pregunte con referencia al robo y

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la mentira: “¿Y qué fue eso?” Luego, “¿Y cómo sabemos que había pecado en su corazón?”

Respuesta: “Porque robó, y después dijo una mentira”.

Trate Éxodo 20.12 de un modo parecido. Ejemplo: Un niño se tira al suelo y grita y patalea

de la rabia que le tiene a su mamá. Ahora Levítico 19.18. Un niño le da una patada o un

mordisco a un hermano o una hermana, o le hace una maldad al niño de al lado. Y Efesios

6.1: Un niño no quiere vestirse, o bañarse, o comerse la sopa, etc.

Si fuere necesario, use relatos del tipo “supongamos” para proveer suficiente material para

que estos ejemplos de pecado queden grabados, dándoles nombres a los niños.

Concluya el ejercicio con las historias de Samuel, el profeta de Dios, y el rey Saúl, 1

Samuel 15.1 al 26. Es un ejemplo de terquedad u obstinación y de desobediencia, según los

versículos 22 y 23. Llame la atención de la clase y luego pregunte: “¿Qué me puede dar

perdón? ...”

Lección 18 Dios conoce mis pecados

Texto para aprender de memoria:

Tú eres Dios que ve, Génesis 16.13.

Mímica:

Tú Señale hacia arriba; eres Abra dos brazos, palmas abiertas; Dios Señale hacia arriba; que

ve Coloque la mano sobre la frente, abierta horizontalmente, como gesto de mirar lejos.

Idea de la lección:

Dios sabe qué hago, y lo anota en su libro en los cielos. En los cielos está mi testigo, Job

16.19. Mis pecados están escritos en el gran libro, Apocalipsis 20.12.

La lección — Ejercicio (a):

Cuente de nuevo, en exactamente las mismas palabras, si es posible, varios de los mismos

relatos anteriores sobre pecados cometidos. Termine en cada caso con: “¿Qué fue eso? Fue

pecado”.

Una vez realizada esta introducción, relate las

historias de nuevo, y en las mismas palabras (Favor

de ser paciente), pero terminando cada una con una

pregunta: “Cuando ella salió a jugar en el patio, en

desobediencia a Mamá, eso fue pecado. Y alguien

estaba viendo. ¿Quién fue? No sólo una amiga. Ni

su mamá. Fue alguien que María no veía. ¿Quién?”

Guíe sus alumnos hacia la respuesta. Ayúdeles

hasta que le contesten: “¡Dios!” Y entonces, con la

mímica: “Tú eres Dios que ve”.

Vaya historia por historia, ejemplo por ejemplo,

de la misma manera.

Ejercicio (b):

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Dibuje un gran ojo sobre el pizarrón, arriba en el medio. Dibuje líneas que procedan del ojo

como rayos del sol, todas hacia abajo. Con esto queremos sugerir la idea del ojo de Dios que

mira sobre todo lugar. Corra su dedo por estas líneas, siempre hacia abajo, explicando a los

niñitos que así puede ver el ojo de Dios: por este lado, en ese rincón, a aquella persona.

Fije un chinche (una tachuela) al pizarrón o en el borde cerca del ojo, y fije al mismo una

cuerda (un cordel fino), suficiente como para alcanzar al alumno más lejos del pizarrón. Pase

ésta al alumno más cercano y vuelva usted al pizarrón. Señale al ojo y diga: “Dios puede ver

a ...” Deslice su mano por la cuerda estirada hasta llegar al sujeto: “... puede ver a Pablo”.

Pablo pasa la línea al alumno a su lado y usted repite el proceso: “Dios puede ver a Juancho”.

Siga, alumno por alumno; si deja alguno fuera del ejercicio, ¡él o ella puede pensar que Dios

no le ve!

Finalmente, repitan todos juntos, con la mímica (primeramente con una mano y después con

la otra): “Tú eres Dios que ve”.

Ejercicio (c):

Prepare de antemano un cuaderno grande —mientras más grande mejor— con una leyenda

en la cubierta en letra grande: PECADO. Preséntelo ahora a la clase, instruyendo que los

niños lo pasen de mano en mano. Pregunte a menudo: “¿Qué dice aquí?”

Hecho esto, comente: “Esa palabra dice: «pecado.» Este gran libro es para ayudarnos a

entender que Dios tiene un libro muy grande en los cielos”. Explique que El ve, oye y sabe

todo lo que hacemos. Todos nuestros pecados —todos ellos— están escritos en ese libro. Que

el grupo repita varias veces: “Dios me ve desde los cielos”.

Ahora muestre que hay una página doble en su gran libro de pecados para cada niño

descrito en los relatos contados en la clase anterior. Busque usted una página para María, y

escriba: “Vi a María salir a jugar en el barro cuando su mamá le había mandado no hacerlo”.

Explique que esto es lo que Dios tiene que hacer para cada uno de nosotros, pero que su libro

es muy grande porque Él sabe de todos los pecados.

(La razón porqué algunos maestros hablan del pecado semana tras semana sin realmente

impartir el mensaje es que no se expresan de una manera objetiva. “Pecado”, sin ilustración,

es una idea muy subjetiva que muchos no captamos).

Para concluir, enfatice cuán feo es el pecado. Cante, sin explicación por el momento:

¿Qué me puede dar perdón? Sólo de Jesús la sangre.

¿Y un nuevo corazón? Sólo de Jesús la sangre.

Lección 19 Dios castiga el pecado

Texto para aprender de memoria:

Dice Dios: Castigaré al mundo por su maldad, Isaías 13.11.

Mímica:

Dice Dios Mire hacia arriba; Castigaré Golpee una mano contra la otra; al mundo Mueve la

mano de lado a lado, lentamente, para señalar a todos; por su maldad Forme con la mano la

línea ondulada que significa pecado

Idea de la lección:

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Dios odia al pecado y debe castigar por el mismo. Nuestro propósito hoy es el de sacar a

lucir la idea de castigo, haciéndolo objetivamente al hablar de casos de personas castigadas

en esta vida. (El castigo eterno no puede ser enseñado con provecho hasta más adelante).

La lección — Ejercicio (a):

Explique el texto de memoria de esta manera, asegurándose de que los niños entiendan la

palabra castigar: Una vez había un muchacho llamado Pedro, a quien sus padres le habían

dicho que debía jugar siempre cerca de la casa. Un día recibió permiso para jugar con sus

amigos en la calle, frente a la casa, y lo hizo por buen rato. Pero ellos se interesaron por cierto

camión que pasó, y lo siguieron hasta lejos. La mamá de Pedro no le encontró, y envió a una

persona mayor a buscarle y traerle a su casa. Cuando lo supo el papá, castigó a Pedro por

desobedecer.

Pregunte qué era el pecado de Pedro, y qué formas podría tomar el castigo. Haga esto con

cada caso sencillo que usted relate.

Usted podría contar, por ejemplo, de un niño que no pudo salir a pasear con sus hermanos

porque ensució sus pantalones nuevos de barro. Una niña riñó con sus amigas y dijo palabras

groseras; tuvo que sentarse en una silla sola por largo rato como castigo.

Habiendo hablado de “castigar”, proceda al “mundo”. Explique que eso es toda la gente,

todas las personas. Grandes, pequeños, “el mundo” que Dios castiga -- todos los que no han

recibido perdón (“¿Qué me puede dar perdón? Sólo de Jesús la sangre”). “Ahora, niños, ¿qué

nos puede dar perdón?”

“Por su maldad”. ¿Qué es maldad? Es pecado. La desobediencia es una maldad. Las

groserías son maldades. Maldad es una cosa mala. A repetirse varias veces: “Dios odia al

pecado y lo castiga”.

Ejercicio (b):

Relate de nuevo la historia de Papá Adán y Mamá Eva, enfatizando esta vez no sólo su

pecado sino su juicio. Ellos fueron sacados del hermoso parque, o jardín.

Ejercicio (c):

Construya (valiéndose en lo posible de la ayuda de los pequeños) un modelo ilustrado de la

lección. Piense en tres escenas: el hermoso jardín, Eva tentada, y Adán y Eva sacados del

jardín. Emplee un banco, una mesa baja u otra superficie plana. Palitos metidos en plastilina

pueden representar los árboles, y quizás usted querrá añadir hojas o grama para completar el

escenario. Con la plastilina u otro medio, forme una serpiente, un varón y una mujer.

A medida que va construyendo, converse con el grupo sobre los detalles. Usted logrará que

sus alumnos repitan la mayor parte de lo que les había relatado. Esta conversación aportará

grandemente a lo que perseguimos: repetición, recuerdo y retención.

Y, por supuesto: (1) “¿Qué me puede dar perdón? ...” y (2) el texto con su mímica.

Lección 20 Satanás, el gran enemigo

Texto para aprender de memoria:

Satanás os ha pedido, Lucas 22.31

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Mímica:

Satanás Señale hacia abajo; os Levante un dedo, como para advertir; ha pedido Junte las

manos, apretadas, como para tomar algo

Idea de la lección:

El temible enemigo de Dios, el ángel muy malo, que es Satanás

La lección — Ejercicio (a):

Cuando Papá Adán y Mamá Eva vivían en el hermoso jardín del Edén, hace muchos años

cuando el mundo era nuevo, todo estaba en paz y ellos estaban felices. Pero dondequiera que

fuesen Papá Adán y Mamá Eva, dos ojos crueles estaban fijados en ellos. Ellos no podían ver

esos ojos porque eran de un enemigo invisible, el gran enemigo de Dios, Satanás. (Explique

lo de amigos y enemigos). Él ha sido enemigo de Dios desde mucho tiempo atrás, y siempre

lo será. Aprendimos en la lección anterior que él echó a perder el mundo nuevo y feliz,

haciendo pecar a Papá Adán y Mamá Eva. Él está muy ocupado todavía, procurando hacer

que la gente peque; por esto, tenemos que aprender qué dice Dios acerca de él en su gran

carta, que es la Biblia.

Primeramente, Dios nos dice que Satanás es un ángel que antes vivía en el cielo y servía al

Señor. (Véanse Isaías 14.12 al 17; Ezequiel 28.12 al 15, donde el Espíritu ve más allá que

puede el humano para dirigirse indirectamente al poder invisible que controlaba; Efesios 2.2).

¿Dios vive solo en el cielo? ¿Quiénes más que el Hijo de Dios y el Espíritu Santo viven allá

arriba? Hebreos 12.22

Repase Lección 12 Ejercicio (a). Esos mensajeros ángeles son los ángeles buenos, todos

brillantes, puros y santos. Ellos sirven a Dios en el cielo, Salmo 103.20. No tienen

casas/cuerpos como nosotros, y así se llaman espíritus, Salmo 104.4.

Los dibujos de ángeles no siempre son acertados, porque Dios les da casas-cuerpos sólo

cuando Él quiere que la gente les vea, a veces por sólo horas o minutos. Desde que se terminó

de escribir su gran carta, la Biblia, Él no ha tenido por qué enviar ángeles mensajeros a

nosotros la gente en el mundo. Por esto, nadie ve a los ángeles ahora. Dios hizo a los ángeles.

Nadie hizo a Dios, porque Dios siempre era y siempre será, para siempre y siempre. Pero

Dios hizo a mí y a ti. Hizo también a los muchos, muchos ángeles. Uno de los ángeles más

resplandecientes (brillantes) se llamaba Lucero. Por largos siglos él sirvió a Dios, bien cerca

de su gran trono (“el querubín grande, protector”). Pero un día él empezó a reflexionar sobre

lo grande que era, porque su labor fue mayor que la de los ángeles mensajeros. Le vino a la

mente un pensamiento malo, de orgullo.

Él dijo: “¡Seré como Dios!” ¡Cuán grande fue ese pecado, el querer ser igual a Dios! Fue

muy, muy malo. Dios no puede permitir ningún pecado en su hogar feliz y santo, que es el

cielo. Él siempre tiene que castigar el pecado. (Haga mención de la lección anterior). Así, el

gran Lucero fue puesto fuera de su lugar alto en el cielo. De una vez se hizo enemigo de

Dios, y su nombre fue cambiado a Satanás (adversario).

Pregunte: ¿Cuál fue el pecado de Papá Adán y de Mamá Eva? ... ¿Y su castigo? ... ¿Y cuál

fue el gran pecado de Lucero? ... ¿Y su castigo? El nombre de Lucero fue cambiado a

Satanás. Otro de sus nombres es el Diablo (acusador).

Ejercicio (b):

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Cuando Satanás fue castigado, al ser quitado de su alto lugar en el cielo (como Papá Adán y

Mamá Eva serían castigados también, sacados fuera del hermoso Edén), él no salió solo. Un

gran número de ángeles le acompañaron, Mateo 25.41, Apocalipsis 12.9, Efesios 6.11,12.

Satanás es su jefe, y ellos le sirven. Algunos de sus servidores se llaman demonios, y él les

usaba mucho en los tiempos de antes.

Ninguno de sus siervos tiene casas-cuerpos. Ellos son espíritus, y nuestros ojos nos les

pueden ver. Sólo Dios les ve. Qué bueno que Él nos haya dicho en su Palabra, la Biblia,

acerca de esos ángeles malos, porque ellos pueden viajar por el mundo sin ser vistos. Son

enemigos de todos nosotros, y de Dios.

Nota: No puede ser permitida la idea falsa, que tantas personas creen, que el diablo y sus

huestes viven en “el lugar malo” (el infierno). Se contradice al enseñar positivamente acerca

de la esfera de sus actividades actuales. Siendo el príncipe del poder del aire, Efesios 2.2, él

puede venir e irse de la tierra, Job 1.7, 1 Pedro 5.8, manteniendo su derecho de acceso a la

presencia de Dios, donde él aparece como acusador de los creyentes, Job 1.6 al 12, 2.1 al 7,

Apocalipsis 12.9,10.

Hace mucho, mucho tiempo había un siervo de Dios llamado Job. El vivía en la tierra lejana

de Uz. Cuente de su fidelidad al Señor, 1.1 al 5, su bondad a los pobres, 29.11 al 17, sus

bendiciones, 1.2,3. Hable del enemigo de Dios que le acechaba, viéndole, acusándole ante

Dios, 1.6 al 12, 2.1 al 7. El diablo quería poner a Job en contra de Dios. Narre detalles de los

desastres que le causó a Job en su afán de hacerle mal, 1.13 al 22, 2.7 al 10. Job quedó fiel a

Dios, y cuando las pruebas pasaron él recibió mayores bendiciones que antes, 42.10 al 17.

Aquello hace mucho, mucho tiempo. Pero Satanás todavía anda por toda la tierra. Él nos ve

y nos hace muchas cosas malas. En particular, él procura que la gente —los grandes y los

niños— no sepan de la Palabra de Dios y de sus grandes pecados. Él no quiere que los

pecados sean lavados, o perdonados. (Por ahora, no abunde sobre este tema).

Y, “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Ejercicio (c):

En la medida en que el niño se adelante en su conocimiento de la

Biblia, le serán mejor definidas las malas obras de Satanás. Por

ahora no tendremos que implantarle verdades más allá de las de

Lucas 8.5,11,12.

Para este ejercicio, lleve a la clase un puño de semillas o granos y

un pajarito de cartón o quizás arcilla. Recorte un pájaro de un

calendario, si hace falta. Primeramente, cuente el relato: El Señor

dice en su Palabra que cuando una persona cuenta a otros las cosas

que Él ha escrito en su Carta, es como un agricultor (un señor que

tiene una siembra, o un conuco) cuando siembra en la tierra. Él

quiere que las semillas crezcan y se conviertan en comida, pero a

veces los pájaros vienen de los cielos y comen las semillas (los

granos). Así, las semillas nunca se cambian en comida para nosotros.

Dios dice que es así muchas veces con nosotros. Nuestros corazones son como ese campo

arado, o preparado. Sus servidores nos traen la Buena Semilla, la Palabra de Dios (el mensaje

de la Biblia), pero Satanás hace todo lo que puede para que no prestemos atención. No

podemos verles, pero los mensajeros del diablo vienen a nuestros oídos, ojos y corazón. Ellos

quitan la semilla al hacernos olvidar lo que hemos aprendido.

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Ahora usted llama a sí a dos o tres alumnos. Deles una pequeña cantidad de las semillas y

hágales “sembrar” las semillas sobre un cartón o papel periódico que usted ha puesto en el

suelo o sobre la mesa, donde todos pueden ver. Hecho esto, ponga en alto su pájaro, y bájelo

rápidamente. Bajándolo, diga: “Ven, como que se fueron algunas de sus semillas”. Repita el

ataque varias veces, hasta que puede decir: “No nos queda ninguna semilla. Nunca van a

darnos de comer. Esto es lo que hace Satanás o sus mensajeros cunado vienen y nos roban de

la Palabra de Dios, haciéndonos olvidarla”.

Recoja las semillas, y repita la actividad con otros alumnos hasta que todos hayan

participado. Y, de nuevo: ¿Qué me puede dar perdón?

Lección 21 El viaje de la vida

Texto para aprender de memoria:

El hombre va a su morada eterna, Eclesiastés 2.5

Mímica:

El hombre Un movimiento de la mano y el brazo, para indicar “todos;” va Una pausa

silenciosa, para enfatizar un viaje; a su morada Ojos cerrados, cabeza abajo, dedo señalando

arriba; eterna El brazo se mueve lentamente de izquierda a derecha

Idea de la lección:

Todos estamos de viaje; la vida es el viaje. Si lo considera necesario, puede añadir que el

viaje termina en el cielo o la condenación, pero no intente enseñar todavía el destino eterno.

Si logra que los pequeños capten la idea de un fin, habrá hecho mucho. El texto de memoria

encontrará su explicación en el desarrollo de la lección.

Tenga presente en todo momento que si el viaje termina ya para uno de sus pequeñitos, esa

criatura irá a estar con Cristo; Mateo 18.11 al 14. Será necesario que ellos aprendan de la

morada de los perdidos, pero sería de un todo imprudente decirles que van allí.

La lección — Ejercicio (a):

El detalle principal es que los alumnos tracen con el dedo el viaje de la vida en los cuadros.

La idea de cada cuadro es:

1 La casa donde vivía ... cuando nene.

2 El terreno o parque donde jugaba ... cuando pequeño.

3 La escuela donde asistió ... cuando estudió.

4 El negocio donde trabajó ... cuando grande.

5 La casa donde vivió ... cuando casado.

6 La cama donde reposaba ... cuando enfermo.

7 El hueco en la tierra (el sepulcro) ... donde ... fue enterrado cuando murió.

Usted puede dibujar estos cuadros en el pizarrón o cortarlos de revistas y pegarlos sobre un

cartón grande. O, si quiere, combine recortes y dibujos; pero fíjelos seguros a la pared o el

cartón.

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Algunos maestros, todavía no conocedores de cómo reacciona un niño, tienen dudas sobre

esta lección. Un ensayo les convencerá que el ejercicio en si tiene casi tanto valor que las

actividades con las tarjetas acerca del pecado.

La lección — Ejercicio (a):

Con los siete cuadros ya colocados o dibujados, comience con una corta plática sobre qué es

viajar. Todos los niños han viajado, por lo menos para hacer compras, o a la escuela bíblica.

Quizás han ido caminando, o en autobús. Al regresar a casa hoy, van a viajar.

Una vez enfocadas las mentes sobre la idea de los viajes, explique que cada uno de nosotros

está de viaje: el viaje que es la vida. Comenzamos como bebés, el día de nuestro nacimiento.

Pregunte cuántos en el grupo han tenido un cumpleaños, y hable suficientemente de esto

como para establecer la idea que los cumpleaños son para marcar el paso en nuestro viaje que

es la vida.

“Gerardo: ¿Tú has cumplido años? Pues, fue en ese día, unos años atrás, que tú empezaste a

viajar. Desde ese día cuando naciste, tú has estado viajando. Todos los días, todas las noches,

despierto, dormido, tú estás caminandito por el viaje que es tu vida”.

Ahora el otro alumno, y el otro. Hable a cada uno de la misma manera, Haga caso de cada

niño en el grupo. Repetido esto, prosiga: “Pero el viaje de la vida no sólo comienza, sino

termina también”. Haga mención de algunos de los viajes que usted mencionó al principio de

la lección, y formule preguntas que ayuden a entender que cada uno de esos viajes tuvo su

fin. Esa gente de quienes usted habló no siguió viajando, porque ellos llegaron adonde iban.

Cada uno de nosotros va a llegar adonde vamos; el viaje de la vida no es para siempre. El fin

de este viaje es la muerte.

Ejercicio (b):

Ahora usted va a seguir el curso del viaje en los siete cuadros. Si el grupo se compone de

varones, emplee un nombre de varón pero no de un muchacho en la clase. Si es de hembras,

invente un nombre de niña.

Primeramente, comente sobre los cuadros: una casita, un terreno o un parque de la

vecindad, una escuela, etc. Repase bien todo esto, para que cada uno realmente pueda decir

de qué se trata. El próximo paso: “Estos cuadros son fotografías de la vida de Fulano”.

Explique que aquí (la ventana de la casa) es donde nació Fulano. “Aquí mismito, detrás de

esta ventana, es donde comenzó él su viaje”. No levante su tiza, o marcador, en todo el

trazado. Vaya estación por estación, dibujando un círculo en derredor de cada una. Vaya

lentamente: “... y ahora llegamos adonde Fulano jugaba cuando niño, feliz y ...”

Siga, siempre con la tiza contra el pizarrón para que el viaje de la vida no sea interrumpido,

trazando círculos en derredor de cada cuadro: Esta es la escuela donde asistió Fulano desde la

edad de ... En este negocio donde Fulano cuando grande. En esta casa vivía Fulano con su

esposa .... En esta cama que murió Fulano, después de haber estado enfermo por unos meses.

Y en esta tumba, un hueco en la tierra, sepultaron a Fulano al fin del viaje de su vida.

Enfatice que murió; fue el fin. Con este paso, debe haber una línea ininterrumpida desde la

cuna hasta el sepulcro.

Repita esta actividad varias veces, pidiendo que los pequeños digan las palabras en voz baja

con usted. Cuando cree que ellos conocen bien la actividad, llame a cada uno al pizarrón.

Guíe el alumno por la ruta, usando una vara o quizás el dedo. Al ser necesario, repita las

palabras junto con su alumno.

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Para variar en la rutina, usted podría relatar la historia de la sunamita en 2 Reyes 4.18 al 37,

contando el comienzo y el fin de la vida de su hijo. Destaque las maravillas que Dios hizo,

dándole vida de nuevo para comenzar otra vez el viaje de la vida. Diga que ninguno de

nosotros puede esperar eso, y que él habrá terminado su viaje más adelante, cuando grande.

No hace falta invertir mucho tiempo en este relato; es para introducir un paréntesis en la

actividad.

Ejercicio (c):

Cambiando los nombres a los del sexo opuesto, repita el proceso de la ruta del viaje de la

vida. Haga hincapié en que las niñas, una por una, hacen el viaje. Trace los pasos 1, 2 y 3, y

luego pregunte: “¿Adónde van esta niña y Fulano y ...?” Instruya el grupo a decir: “A su

morada eterna”. (Nota: ¿Qué es una morada?)

Si algún alumno pregunta dónde queda esa casa, confórmese por ahora con decir que está

en una de dos partes. Explique que estas personas terminaron sus viajes cuando grandes. Si

sus pecados ya fueron lavados en la sangre de Jesús, su morada eterna sería la feliz casa de

Dios en el cielo. Si esos pecados feos, como todos los tenemos, no fueron quitados por Jesús,

entonces ellos tendrían que ir a la única otra casa, que es una cárcel que tiene Dios. Déjelo así

por ahora.

Ejercicio (d):

A estilo de una aplicación general, para no asustar a los pequeños con algo excesivamente

personal, el maestro y los alumnos deben juntar las manos, marcar el tiempo y decir en unión:

“Todos vamos a nuestra morada eterna”, señalando hacia arriba.

Y de último, antes de terminar: “¿Qué me puede dar perdón ...?”

Lección 22 El Dios eterno

Texto para aprender de memoria:

Todo lo que Dios hace será perpetuo, Eclesiastés 3.14 [Ojo: ¿Qué quiere decir perpetuo?]

Mímica:

Todo Un movimiento horizontal del brazo para abarcar todo; lo que Dios Señale hacia

arriba; hace El gesto para “hacer;” será perpetuo Cada sílaba pronunciada lentamente, el

dedo trazando un círculo grande

Idea de la lección:

Para siempre y siempre.

Con el fin de comenzar a construir el concepto de cosas eternas, tendremos que hacer

contraste con cosas rotas. Así, hablaremos de todas cuantas cosas rotas que podamos: cosas

bien conocidas a los niños; cosas que parecían duraderas, pero no lo eran. Hecho esto,

hablaremos del carácter eterno de Dios y sus obras.

La lección:

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Como preparativo, recoja todos los artículos dañados que sean factibles llevar a la clase. No

tienen que ser grandes, sino cosas que los pequeños van a reconocer. Por ejemplo: un trapo

que era parte de una prenda de vestir, una media gastada, un zapato roto, un botón inservible,

pedazos de una taza o un plato, un viejo pote de lata, lo que resta de un lápiz, flores muertas,

un insecto muerto, un fósforo usado, una revista sucia o rota. Colóquelos todos fuera de la

vista: en una caja, por ejemplo. No incluya juguetes en este ejercicio; los emplearemos más

adelante.

Comience con explicar el texto de memoria. Dios siempre era y siempre será. En un tiempo

no había sol, luna o estrellas, pero Dios era. No existían ángeles, pero Dios sí. Antes no había

gente, como nosotros; tú y yo no éramos; Dios sí era. Todo lo que Dios hace (no lo elabore;

sólo comente sus actividades) será perpetuo. “Perpetuo” = para siempre. Dios es para

siempre. Dios ha obrado siempre; El va a obrar siempre.

Ejercicio (a):

Saque la caja de cosas rotas, sin ponerlas a la vista. Explique que sólo Dios puede hacer las

cosas que van a durar para siempre; nada de lo que hace la gente va a durar para siempre.

Explique que usted tiene en la caja algunas cosas que eran buenas en su tiempo, pero que ya

no lo son. Deje que un alumno meta la mano y saque un artículo para que el grupo lo vea.

Pregunte qué es. Descríbalo y explique qué hacía y cómo llegó a su fin. Su hacedor hizo una

buena cosa, pero ese artículo no pudo ser para siempre. Repita esta actividad varias veces;

repita el texto y la mímica; diga que Dios obra “para siempre”.

Usted debe contar con por lo menos un artículo para cada alumno. Tal vez querrá llevar a la

clase varios pedazos de un mismo vestido; así podrá describir dónde se usaba ese vestido y

qué paso cuando lo tenía puesto, etc. Si cuenta con una foto donde usted lo lleva puesto,

mejor todavía. Haga lo que pueda para que los chicos se den cuenta de que en una época esa

prenda era útil y estaba en buenas condiciones, pero ahora no. Se gastó; se rompió; no era

para siempre. Si emplea este enfoque, bien podrá contar con material para dos sesiones, y así

no será necesario efectuar un repaso como tal.

Ejercicio (b):

Recorte del periódico, o de revistas, fotos de choques de trenes,

aviones, edificios incendiados, casas dañadas por inundación, puentes

caídos, etc. Si puede ser varias fotos, mejor. O, quizás hay rotura o

desgaste en la misma casita o el salón donde usted realiza la clase.

Coloque las fotos, u otra evidencia, delante del grupo; deje que cada

uno inspeccione los ejemplos. Describa lo que ha podido suceder: era

un edificio bonito, fuerte, útil, etc.; era un avión que volaba

rápidamente por los cielos y mucha gente viajaba en él. Ese y el otro

objeto parecía como que si era para siempre, pero no lo era. Algo

sucedió. (Explique qué ha podido ser ese algo). Repita de tiempo en

tiempo el texto de memoria para hacer contraste.

Al final de la sesión, pida que cada uno traiga a la próxima clase un juguete roto, un

cuaderno viejo, o algo de la casa que no sirve ya. Procure usted llevar una que otra cosita

también.

Ejercicio (c):

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Trate cada muñeca, cada librito, cada objeto como en los ejercicios anteriores, pero procure

esta vez que los pequeños dueños cuenten a su manera lo que sucedió. ¿Cómo recibieron

estos artículos en el principio; cómo eran cuando nuevos; qué se hacía con ellos; cómo

llegaron a ser inservibles?

Ejercicio (d):

Presente de nuevo los siete cuadros del Ejercicio (b) de Lección 21, empleando los dos

nombres que usó en aquella ocasión, uno de varón y otro de hembra. Haga hincapié en que

ambos eran en su tiempo bebés sanos, niños robustos, adultos bien formados. Pero el pecado

moraba en sus corazones y tuvo su efecto en ellos. Corrompidos por el pecado, murieron;

Romanos 5.12. El viaje de cada vida terminó.

Haga mención, sin enfatizar mucho el punto, de que sus casas-cuerpos parecían fuertes,

pero no podían durar para siempre. Traiga a la memoria las palabras de Dios a Papa Adán y

Mamá Eva en Génesis 3.19.

Ejercicio (e):

Presente ahora una Biblia vieja y gastada. Explique que una vez era nueva y limpia, pero

ahora es otra de esas cosas rotas, y pronto el libro como tal no será de ninguna utilidad. Pero

la Palabra de Dios en sí es una cosa que va a durar para siempre; Lucas 21.33. Nuestras

Biblias son de papel que no puede perdurar, pero Dios tiene su propia Biblia en el cielo. No

sabemos qué apariencia tiene, pero toda la Palabra de Dios está en ella, y ella no pasará;

Salmo 119.89, Juan 12.48, Apocalipsis 20.12.

En nuestra próxima lección aprenderemos de otra cosa que existirá para siempre. Es la vida.

Saque ahora su vara o regla; sosténgala en posición horizontal; corra su dedo a lo largo de

ella; muestre que tiene un principio y un fin. Pida que varios alumnos hagan lo mismo,

palpando ellos el principio, la continuación y el fin del objeto. Explique que esa vara, o esa

regla, es como casi todo lo demás en el mundo, y es como nuestros viajes-vidas. Comienza;

continúa un tiempo; termina. Mientras usted dice estas cosas, deje que su dedo corra de

nuevo. Y ahora otro objeto: un anillo. (Mientras más ordinario el anillo, o un aro, mejor).

Póngalo en alto, y con el dedo haga ver que no tiene ni principio ni fin. Permita que cada niño

corra su dedo en torno del anillo, para ver que no comienza ni termina. Explique que es como

“para siempre” en el sentido que no llega a su fin.

Repita las afirmaciones que hizo al principio: Dios siempre era y siempre será. Su viaje-

vida no tuvo principio, ni tendrá fin. El es para siempre y siempre. A la vez, su Palabra es

eterna.

Trabajo manual:

Quizás habrá aburrimiento; esté preparado con material que los niños puedan colorear.

Pueden hacer una fruta, estrella, corazón, serpiente, etc. Cuente con una tabla, o un palo

corto. Levántelo como pared de una casa; describa que el viento soplará contra esa pared;

deje que caiga, como tumbado por una tempestad. No pudo durar. Permita que los alumnos

repitan el ensayo, a ver si sus modelos duran para siempre.

Para terminar: el texto, la mímica y, “¿Qué me puede dar perdón?”

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Lección 23 Vida y aliento

Texto para aprender de memoria:

El es quien da a todos vida y aliento, Hechos 17.25. [Ojo: ¿Qué es aliento?]

Mímica:

El Señale hacia arriba; es quien da Suba la mano, y bájela, para sugerir la idea que los

regalos vienen de arriba; a todos Un largo movimiento horizontal del brazo; vida Un

movimiento brusco de los dedos; y aliento Respire profundamente varias veces

Idea de la lección:

Vida y aliento.

Cuando Dios sopló en el hombre nuevo, Él le había hecho vivir y respirar; Génesis 2.7.

Dios nos da vida, y por esto tenemos aliento (respiramos); Job 33.4, Hechos 17.25. Tenemos

esta vida adentro, en nuestra sangre, Levítico 17.11. No va estar ahí siempre, sino hasta que

termine nuestro viaje-vida.

La lección — Ejercicio (a):

Al refrescar las mentes con los detalles principales de la lección anterior, llame la atención

al Dios eterno y dos cosas que son para siempre: su Palabra, y algo que llamamos la vida.

Repase también la hechura de Adán, cómo Dios le hizo vivir y por esto respirar; Lección 6.

Luego explique: “Desde ese entonces todos los nenés han tenido vida. Nosotros también

tenemos vida. La vida se queda dentro de nosotros hasta que termine nuestro viaje de la vida,

y nos hace poder hacer las cosas. Fíjense en los dedos míos”. Levante las manos, mueva los

dedos, diciendo que es la vida dentro de usted que le permite hacer estas cosas.

Continúe: “Ahora déjeme ver cuántos de ustedes tienen vida adentro”. Pida que cada

alumno, por turno, mueva los dedos suyos. Hágase ver su aprobación: “Sí, él tiene vida. Vean

ustedes como se mueven los dedos. Un niño muerto no puede hacer eso; sus dedos se quedan

quietos todo el tiempo. Pero este muchacho tiene vida por dentro”.

Como próximo paso, párese sobre un solo pie para mecer la pierna. Instruya al grupo hacer

lo mismo, y hágase usted los mismos comentarios que en el caso anterior. Y, todos juntos,

giren la cabeza de lado a lado, arriba abajo, repitiendo usted los comentarios.

Ensaye también con conversación, visión y oído. Pregunte: “¿Qué nos permite hacer estas

cosas?”

Ejercicio (b):

Lleve a la clase alguna criatura muerta; una mosca, por ejemplo. Permita que los

muchachos la inspeccionen de cerca. Señale que tiene alas, patas, cabeza y ojos. Pregunte por

qué no puede volar, caminar, mover la cabeza, o ver, como hacen otras moscas. (Respuesta:

“No tiene vida”).

Relate la muerte del perro de un niño, el canario de una niña, de un conejo, un gato, etc.

Describa las actividades de cada animal en vida, y ahora el silencio y los miembros inmóviles

(detállelos). Pregunte cuál sería la razón, guiando los alumnos a responder, “No tiene vida”.

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Agregue la explicación que cuando el carro arrolló al perro, la pobre criatura quedó tan herida

que no podía seguir viviendo. Se le fue la vida.

Ejercicio (c):

Explique que respiramos porque tenemos vida. Diga: “Yo tengo vida, y por esto puedo

respirar”. Inhale fuertemente varias veces para probar que es así. Pida que los alumnos hagan

lo mismo, y luego repita el texto de memoria y la mímica, enfatizando la verdad de que

contamos con vida y aliento porque es Dios que nos da.

Ahora muestre al grupo la muñeca suya, señalando las venas azules. Pregunte qué saldría si

usted cortara sus venas. (Sangre). Llame a cada niño por turno para que se le acerque;

muéstrele a cada uno las venas que él o ella tiene, y háblele de la sangre que fluye dentro del

brazo.

Explique que dentro de todo el cuerpo de cada uno de nosotros hay sangre, y que la vida se

queda dentro de la sangre. Todos juntos, repitan el ejercicio de mover dedos, pierna y cabeza.

Añada este pensamiento: Es la vida que se queda dentro de la sangre que hace posible que

hagamos estas cosas.

Finalmente, dígales brevemente a los pequeños que la vida no se queda dentro de nuestra

sangre para siempre. Cuando termina el viaje de la vida, sale la vida. La gente no puede

respirar, ver, oir, hablar, o moverse de ninguna manera, ya que al marcharse la vida, estamos

muertos.

Para terminar la clase: “¿Qué me puede dar perdón?”

Lección 24 La casa-cuerpo

Texto para aprender de memoria:

El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos, 1 Corintios 12.14. [Ojo: ¿Qué son

miembros de un cuerpo?]

Mímica:

El cuerpo Ponga sus manos sobre el pecho, y páselos abajo sobre su cuerpo; no es Mueva la

cabeza para señalar “no;” un solo miembro Levante un dedo; sino muchos Toque cabeza,

ojos, nariz, oreja, etc., y luego levante diez dedos.

Explique que estos diez dedos hacen en realidad una sola cosa; son partes unidas entre sí.

Esta cosa la llamamos un cuerpo.

Idea de la lección:

El verdadero niño (el alma; la próxima lección) vive en nuestras casas-cuerpos. Juan 4.19, 2

Pedro 1.13,14, 2 Corintios 5.1

La lección — Ejercicio (a):

Haga recordar la historia de Génesis 1.26,27, 2.7 como fue relatada de una manera muy

limitada en Lección 6, cuando el hermoso mundo de Dios era muy nuevo y Él hizo del polvo

de la tierra la primera casa-cuerpo, y entonces El sopló en esa casa-cuerpo y lo hizo vivir y

respirar. Fue así que fue hecho el hombre; el aliento de Dios lo hizo verdadero hombre para

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comenzar a vivir en esa casa-cuerpo de tierra. (Deje para la próxima lección toda mención del

alma).

Cuente también de cómo Dios hizo la casa-cuerpo de Mamá Eva. Una vez hecha ésta, había

dos verdaderas personas viviendo en dos casas-cuerpos. ¿Quiénes eran? Desde ese entonces

todo el mundo ha vivido en “casas de barro”, Job 4.19. (Nota: No tan sólo nuestros cuerpos

procedieron de la primera “casa de barro”, sino también los alimentos que los sostienen se

componen mayormente de materiales recogidos de la tierra por raíces de plantas, ayudadas

por hojas, sol, lluvia y aire. Muy literalmente, entonces, somos de la tierra).

Ejercicio (b):

Repita el texto para ser aprendido de memoria, con la mímica, para llamar la atención de

nuevo a la idea de un cuerpo. Luego continúe: “Nuestros cuerpos, estas cabezas y estómagos,

estos brazos y piernas, todos tienen partes distintas que están unidas entre sí. Son las únicas

casas en que el verdadero Tú y el verdadero Yo vivimos. Es por esto que muchas veces los

llamamos casas-cuerpos”.

Señale a cada alumno en turno, diciendo: “Esta es la casa-cuerpo de ... (nombre). Está

cubierta en parte de ropa (describa algunas prendas de vestir), así que no lo vemos todo, pero

es la casa-cuerpo de ... (nombre) y el verdadero ... (nombre) vive allí adentro. Termine con

comentarios de esta naturaleza acerca de su propia casa-cuerpo.

Ejercicio (c):

Dibuje en el pizarrón (uno a

la vez, mientras prosiga)

esbozos de varios tipos

diferentes de casas; por

ejemplo, del esquimal, de

algún otro país, y de su propio

vecindario. O, en vez de usar

el pizarrón, usted podría

llevar a la clase recortes de

revistas, montados sobre

cartulina para que los niños

los pasen de mano en mano.

Hable un poco sobre cada

casa, describiendo los niños que viven en ellas, sus costumbres, etc.

Luego dibuje en el pizarrón los rostros de varios niños. O, haga pasar de mano en mano los

recortes de revistas o periódicos. Posiblemente las fotos de dos o tres muchachos bastarían de

igual modo. Tenga algo que decir sobre cada rostro, y haga ver que se tratan de diferentes

casas-cuerpos.

Proceda con llevar a su lado algún chico temeroso o nervioso. Parado él allí, explique a la

clase que ellos están observando a una verdadera casa-cuerpo; no es un cuadro, sino una

verdadera casa-cuerpo. Describa su cabello como tejas, sus ojos como ventanas, su nariz

como el lugar donde entra el sonido. Esto va a entretener a los pequeños, pero la novedad de

la táctica va a reforzar el concepto. Repita esta secuencia con otros alumnos.

Ejercicio (d):

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Una vez que parece que sus alumnos están conscientes de poseer cada uno una casa-cuerpo,

párese usted ante la clase, cuerpo recto, y pregunte: “¿Y cuántos de ustedes me han visto a

mí?” A lo mejor se levantarán todas las manos. Explíqueles, entonces, que usted les va a

decir algo que les sorprenderá. Dígales que nadie en la clase jamás le ha visto a usted, y que

nadie en el mundo le ha visto, ¡ni siquiera su mamá! Haga entender a los niños que ellos han

visto tan sólo su casa-cuerpo.

Vuelva ahora a sus cuadros y pregunte: “¿Quién puede ver el niño que vive en esta casa?”

Ya que ningún muchacho va a estar visible, explique que la razón porque no lo vemos es que

el niño vive dentro de la casa. Repita la pregunta para cada uno de sus cuadros de viviendas,

enseñando al grupo a responder: “Porque está dentro de la casa”.

Finalmente, haga lo mismo con sus cuadros de rostros; luego, aplique su pregunta a cada

alumno en particular. Haga entender que nadie sino Dios puede ver al verdadero niño que

vive dentro de su casa-cuerpo.

Lección 25 La verdadera persona

Texto para aprender de memoria:

Fue hecho el primer Adán alma viviente, 1 Corintios 15.45 [Ojo: ¿Qué es alma? Es la

verdadera persona, quien vive en una casa-cuerpo.]

Mímica:

Fue hecho La señal para “hacer;” el primer Adán El movimiento para “hombre”, como en

Lección 6; alma viviente Un movimiento rápido de los dedos

Idea de la lección:

La verdadera persona que vive dentro de una casa-cuerpo se llama un alma. Esta lección es

simplemente una extensión de la anterior, pero se deben mantener separadas para reforzar la

distinción entre la casa-cuerpo y el alma.

La lección — Ejercicio (a):

Haga mención de nuevo de la historia de la creación de Adán, distinguiendo claramente

entre la casa-cuerpo, hecha del polvo de la tierra, que fue formada primeramente, y el

verdadero hombre que fue a vivir allí adentro cuando Dios sopló vida y aliento en la casa-

cuerpo; Génesis 1.26,27, 2.7.

Agregue más detalles según Génesis 5.3; Dios les envió unos nenés a Papá Adán y Mamá

Eva. Primeramente llegó el nené Caín; otro, también varoncito, fue Abel; muchos años

después, llegó Set. El pequeño Caín tenía una casa-cuerpo, como tenían sus padres antes de

él, y allí adentro vivía el verdadero muchachito Caín. ¿Y cómo llamamos nosotros a la

verdadera persona que vive en su casa-cuerpo?

Usando las mismas palabras, cuente del Niño Abel y el Niño Set. De último cuente de las

niñitas cuyos nombres nosotros no sabemos, Génesis 5.4, terminando cada relato con la

pregunta que está al final del párrafo anterior.

“Y así ha sido siempre desde ese entonces. Cada varoncito que nace tiene una casa-cuerpo

con un verdadero niño viviendo adentro, y cada hembrita también tiene su casa-cuerpo con

una verdadera niña adentro. ¿Y cómo llamamos nosotros a la verdadera persona que vive en

su casa-cuerpo?

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“Los nenés varones no quedan nenés para siempre, ni las nenes hembras son siempre nenes.

Ellos crecen y crecen, hasta que pueden venir a la escuela bíblica como hacen ustedes”.

Ahora diríjase a cada alumno en particular, uno tras otro: “Una vez tú fuiste un bebé recién

nacido. Dios te dio una casa-cuerpo, y puso dentro de esa casa-cuerpo a un verdadero niño. El

verdadero niño que vive en esa casa-cuerpo es ... (nombre). Yo no le veo; ninguno de

nosotros puede ver a ese niño/niña. Sólo Dios puede ver a ese verdadero niño / niña allí

adentro. ¿Y cómo llamamos nosotros a la verdadera persona que vive en su casa-cuerpo?”

Habiendo recibido la respuesta deseada —un alma— amplíe la idea; tocando el cuerpo del

alumno, diga: “Sí, esta es la casa-cuerpo de ... (nombre), y allí muy adentro vive el alma de ...

(nombre)”.

Ejercicio (b):

Párese frente a la clase, extienda su brazo izquierdo, y pregunte qué es. Una vez recibida la

respuesta que ése es el brazo suyo, pregunte: “Ahora, supongamos que hay aquí presente un

soldado fuerte con una espada aguda. ¡Y supongamos que él me quita el brazo! ¿Yo sería

todavía yo mismo?” Póngase de acuerdo con los pequeños que usted sería todavía la misma

persona, y (todavía haciendo caso omiso de lo raro de esta forma de hablar), explique: “Sí, yo

sería todavía yo mismo. Este brazo es tan sólo una parte de mi casa-cuerpo. El verdadero yo

vive muy adentro”.

Luego, quítese el otro brazo, y sus piernas, y finalmente, imitando dramáticamente cómo el

soldado tal vez lo haría, pero sin matarle aún, quítese su cabeza. Después de cada

amputación, ofrezca comentarios al estilo de lo que hemos trazado arriba. (No vaya a pensar

que estos detalles son frívolos. Sus pequeños alumnos siempre han pensado que sus cuerpos

son su verdadera persona. Si usted va a impresionarles que no es así, tendrá que repetir y

enfatizar).

Proceda ahora a contar relatos de niños que sufrieron accidentes que les costaron un brazo,

pie u ojo. Haga entender que ellos perdieron una parte de su casa-cuerpo, pero siguen siendo

quienes eran. Repita el texto de memoria de la lección anterior, con la mímica, y señale que la

pérdida de un miembro no afecta a la verdadera persona. El cuerpo es la casa hecha del polvo

de la tierra, y adentro mora el alma, la verdadera persona.

Como ilustración adicional, describa una casa con un niño viviendo en ella. Un muchacho

malo rompe todas las ventanas; una tormenta quita las tejas del techo; un camión tumba la

puerta. Pero con todo hay un niño viviendo allí adentro.

Ejercicio (c):

Este ejercicio final va a requerir tiempo y paciencia, pero no será difícil si usted ha hecho el

trabajo preliminar. Vaya a cada alumno por turno, coloque la mano suya sobre el hombro del

muchacho, o sobre su cabeza, y pregúntele de la manera siguiente:

“¿Eres tú?” Es probable que conteste que sí.

“¿Realmente eres tú?” Si el niño insiste en decir que sí, proceda a otro, para volver a éste

más tarde.

“¿Esto eres tú?” “No; es mi casa-cuerpo”.

“Y el verdadero tú, ¿dónde vive?” “Adentro”.

“¿Cómo es que llamamos al verdadero tú?” “Mi alma”.

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Una vez que usted haya recibido respuestas como estas últimas, su aplicación se ha

realizado.

Trabajo manual:

Ayude al grupo hacer hombres y mujeres de barro, plastilina u otro material. Repita el

ejercicio de Lección 6, mostrando que no podemos inyectar aliento, o vida, en una verdadera

persona dentro de pedazos de barro. Por esto, estas casas-cuerpos no son casas-cuerpos de

verdad; estas “personas” que ellos han fabricado no son personas. No podemos hacer que

vivan, ni podemos poner verdaderas personas adentro. Sólo Dios puede.

Para terminar: “¿Que me puede dar perdón?”

Lección 26 El alma se traslada

Texto para aprender de memoria:

Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, Hebreos 9.27

Mímica:

Está establecido Empleando la mano derecha, finja escribir sobre la palma de la izquierda;

para los hombres Un lento movimiento horizontal del brazo, como para abarcar a todos que

mueran Cabeza abajo, ojos cerrados; una sola vez Levante un solo dedo

Idea de la lección:

El día de mudanza para el alma; 2 Pedro 1.13,14

La lección — Ejercicio (a):

Gane la atención colectiva de la clase por medio de una repetición (de parte de unos pocos

alumnos) del Ejercicio (c) de la lección anterior.

Para comunicar el pensamiento que la casa estaba vacía porque la gente se había mudado

(trasladado), cuente unos pocos relatos al estilo de los siguientes. Válgase de recortes u otro

material ilustrativo.

Un zorro perseguía un conejo y vio que había un huequito en un tronco caído. Una vez

vuelto a su cueva, él se acuerda de ese hueco, y después de la siesta va a verlo. Huele a

ratoncito, pero su mucho cavar le deja descubrir tan sólo un nido vacío. La casa del ratoncito

estaba vacía porque los ratones se habían marchado a otra parte.

Y, un gato visita el poste donde unos pajaritos tenían su nido. El nido está vacío; la mamá

les había enseñado a los pajaritos a volar, y ellos se fueron a vivir en otra parte. ... Un águila

percibe entre los bejucos, cerca del río, el nido de un pato silvestre, pero no encuentra ningún

pato. ... Una gente visita la casa de sus amigos. Tocan y tocan, pero nadie responde. Describa

todo el movimiento que ellos hubieran presenciado al haber visitado el día anterior: hombres

cargando muebles, la señora recogiendo cositas, el camión cargado de enseres. Al haber visto

eso, los amigos hubieran sabido que la gente ya no estaba en la casa; se habían mudado.

Terminados sus relatos, pregunte: “¿Por qué estaba vacío el hueco que el zorro descubrió?

... ¿Y por qué no había pájaros en ese nido? Y ...?”

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Ahora es el momento para afirmar la lección: Así es con nuestras casas-cuerpos. A veces

uno se enferma. Le llevan a la clínica, o al puesto de socorro, pero no hay remedio. O, una

casa-cuerpo sufre un grave accidente. Las heridas son tan graves que la verdadera persona —

¿Cómo es que se llama?— no puede seguir viviendo allí adentro. La verdadera persona —el

alma— se traslada. La gente ve a la pobre casa-cuerpo y dicen que está vacía, o muerta,

porque ya se fue el alma que antes estaba allí adentro.

¿Por qué dicen que la casa-cuerpo está vacía, o muerta? No explique más por el momento.

(Esta verdad será completamente nueva para la mayoría de sus alumnos. Aun cuando se

entienda rápidamente, hace falta repetición para que se les registre bien en la mente. Una vez

que ellos capten esta verdad, les será un faro para alumbrar muchos de los problemas de la

vida. El escritor de estas lecciones ha probado esto en muchas oportunidades. Recuerdo con

gran satisfacción la lucidez con que cierta niña explicó a sus asombrados parientes qué fue lo

que realmente sucedió cuando murió su hermanita).

Ejercicio (b):

Presente una vez más las ilustraciones y el repaso del viaje de la vida, Lección 21. Una

vez que los niños se acuerden de esto por trazar el curso de la vida (“Y así terminó su viaje de

la vida”), señale cada cuadro con el dedo o una varilla y pregunte al grupo acerca de Fulano y

de la hembra. Así:

Recién nacido, él vino a vivir con su papá y su mamá en esta casa. Pero el verdadero nene

Fulano tenía su propia casa-cuerpo, ¿no es verdad? A su mamá le agradaba mucho llevar su

bebé de allá para acá, y jugar con él también. ¿Ahora, ese niño estaba viviendo en su propia

casa-cuerpo cuando ella hacía esto?

Describa los incidentes en cada uno de los pasos 2 al 7 en Lección 21, y termine esta fase

con la misma pregunta. En el punto 6, mencionada ya la enfermedad de Fulano, y formulada

nuestra pregunta (“¿Ahora, ese niño estaba viviendo en su propia casa-cuerpo ...?”), describa

cuán enfermo estaba él. Ni medicinas ni el hospital podían mejorar su casa-cuerpo. Explique

con cuidado que la casa-cuerpo ya no servía como hogar para el verdadero Fulano. La casa-

cuerpo había perdido su razón de ser; el verdadero muchacho —su alma— tenía que

mudarse. Su pobre casa-cuerpo, vacía y muerta, fue puesta en el cementerio (cuadro 7,

Lección 21). Se había terminado su viaje de la vida; era el día de mudanza para su alma.

Ejercicio (c):

Explique más sobre lo que sucedió al niño / niña, y que

esto puede suceder a nosotros también. Repita el texto

para ser aprendido de memoria, junto con la mímica. Sea

tierno al hablar de esto y aplicar las verdades que vamos

a mencionar. No deje que ningún niño se asuste más de lo

que puede soportar. Es el deber suyo enseñar estas

verdades que Dios nos ha comunicado, pero de una

manera que sirva de base para una comprensión mayor

cuando estos pequeños sean más grandes.

No es el deber suyo advertirles ahora de huir de la ira

por venir. Usted no está tratando con personas que han

alcanzado una edad de responsabilidad ante Dios. La

salvación procurada por el Hijo del Hombre está entre

estos pequeños y los que perecen; véase Mateo 18.11 al 14.

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Proceda a dibujar en el pizarrón, o desplegar recortes, la figura de una casa. Cuente de la

gente que vivía varios años en ella; de las ventanas que fueron rotas; de la puerta caída; del

piso con grietas. Cuente de la gran tempestad que cayó sobre la casa. Borre la ilustración y

ponga en su lugar una gran “X” para representar la masa de desechos.

Pregunte: “¿Podría seguir la gente viviendo en esa casa?” Ayude al grupo a llegar a la

conclusión que esa gente tendría que buscar otra casa mejor.

El próximo paso es el relato del rico y Lázaro, dejando afuera por ahora cualquier referencia

a la perdición del rico; Lucas 16.19 al 22. Describa el desgaste de la pobre casa-cuerpo del

mendigo y la tempestad final de enfermedad que cayó. Lázaro no podía continuar viviendo en

esa casa-cuerpo; él tenía que mudarse un día, y los ángeles le llevaron al feliz lugar de

comodidad que Dios tiene. Al ser posible, emplee para este relato una ilustración en colores.

Trabajo manual:

Cada alumno hace algún objeto para representar algún mueble u otro detalle de una

vivienda. Coloque usted estos objetos en una caja, y luego rompa dos lados de la “casa” para

que sea inservible como vivienda. Luego, permita que cada alumno transporte algún objeto a

un lugar mejor, empleando un camión de juguete que usted ha traído con este fin. Este lugar

mejor puede ser otra caja o un rincón alejado de la “casa” arruinada.

Lección 27 La morada celeste

Texto para aprender de memoria:

Elías subió al cielo, 2 Reyes 2.11

Mímica:

Elías Diga: “El era un hombre / profeta de Dios”. Subió al cielo Señale hacia arriba al decir

“subió”, y más arriba al decir “al cielo”

Idea de la lección:

Un mejor lugar donde vivir; el hogar feliz y santo que Dios tiene en el cielo.

La lección — Ejercicio (a):

Despliegue de nuevo los cuadros que usted usó para la lección sobre el viaje de la vida,

trazando la ruta para refrescar la memoria de cada cual.

Repase los detalles principales (más que todo preguntando a los niños) de la lección sobre

la casa-cuerpo, luego la verdadera persona, el alma y el día de la mudanza. De esta manera

usted descubrirá en qué medida los pequeños han captado estas verdades tan relacionadas

entre sí, y usted podrá reforzar los puntos débiles.

Finalmente, explique que el alma es otra de esas cosas que van a existir para siempre

(Lección 22; el anillo).

Ejercicio (b):

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Relate de nuevo la historia del mendigo Lázaro, haciendo mención de cada uno de los

puntos señalados arriba: su viaje de la vida, su casa-cuerpo, el verdadero Lázaro adentro, el

día de mudanza para su alma y el lugar mejor donde vivir (el lugar feliz de comodidad). Y,

remate esto con decir que él está ahora en el cielo y nunca más tendrá que buscar un lugar

donde vivir mejor. (Desde luego, en sentido estricto este comentario debería referirse a su

nueva casa-cuerpo, 2 Corintios 5.2. Pero no será sino después de muchas clases que los niños

tendrán estos conceptos suficientemente desarrollados como para captar esta preciosa

verdad).

Ejercicio (c):

Traiga a la memoria los detalles principales de Lección 12, Ejercicio (b), sobre los

mensajeros de Dios, los profetas. Luego, prosiga.

Uno de aquellos profetas era Elías. No sabemos nada acerca de cuándo comenzó su viaje de

la vida, pero sí sabemos de algunas cosas que sucedieron. Recuente, pero sin insistir mucho,

cómo Dios le envió a decir a su pueblo pecaminoso que Dios no les iba a bendecir ni enviaría

lluvia para hacer crecer su cosecha de granos; como Él dio de comer a su profeta junto al

arroyo de Querit y en casa de la viuda, 1 Reyes 17.1 al 16. Para evitar confusión entre este

milagro y otro en el ministerio de Eliseo, no haga mención del hijo de la viuda restaurado a

vida. Cuente del gran acontecimiento en el monte Carmelo, 1 Reyes 18.17 al 46. Pase de allí

al final de su vida, o sea su traslado al cielo, 2 Reyes 2.1 al 18. Procure obtener una

ilustración de esta escena.

Enfatice que esta vez Dios hizo algo por su mensajero que Él no hace a favor de la mayoría

de las personas: El le dio otro tipo de día de mudanza. En vez de esperar que la casa-cuerpo

de Elías estuviera tan enferma y desgastada que ya el profeta no podría seguir viviendo en

ella, Dios permitió que su vida terminara cuando su casa-cuerpo todavía estaba en buenas

condiciones. Así que Elías no tenía que hacer mudanza de su casa-cuerpo; Dios más bien

trasladó el verdadero Elías— el alma de Elías— a otro lugar, junto con su casa-cuerpo. Le

llevó a su feliz, cómodo hogar en el cielo. (Desde aquí en adelante, utilice esa fraseología al

referirse al cielo).

Relate la historia de su traslado, de la tempestad (torbellino) con espacios brillantes de luz

que lo hacían parecer como un carro de fuego tirado de caballos de fuego, y de su llegada al

feliz, santo hogar. Aquel fue el día del traslado de Elías, cuando él y su casa-cuerpo fueron a

vivir en un lugar mejor.

(Recomiendo que usted lea el pasaje bien en casa y haga anotaciones para poder relatar todo

esto con mayor facilidad en la escuela bíblica). Repita el texto de memoria con la mímica.

Ejercicio (d):

Presente a la clase dos muñecos que usted va a usar para representar a dos hombres: Lázaro

y Elías. El primero, que representa a Lázaro, debe ser marcado con marcador o tiza roja para

sugerir erupciones en su cuerpo casi desnudo. Converse de esta manera: “Este pobre muñeco

será Lázaro, el hombre que era mendigo. ¡Pobre, pobre Lázaro! ¡Tantas llagas en su casa-

cuerpo! Él está tan enfermo y hambriento. Los perros han lamido sus llagas, pero así no se

curan. Doctor— como si un médico estuviera detrás de usted— ¿usted puede curar a don

Lázaro? No, nadie puede hacerle sano. Entonces él no va a poder vivir mucho más en esta

casa-cuerpo. Vamos a acostarle con cuidado. Su alma, ese verdadero Lázaro que vivía

adentro, debe marcharse a vivir en otro lugar”. Ahora, con las dos manos, haga como si

estuviera llevando su alma hacia el lugar que Dios ha preparado (otra parte del salón o patio).

Explique que en realidad fueron los ángeles que hicieron eso.

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Mientras usted repite las ideas principales de todo esto, oriente a cada alumno para que

lleve el alma al lugar de comodidad. Este ejercicio, en vez de ser de mero entretenimiento,

debe ser una actividad solemne que ayudará en alguna medida a fijar en las mentes las ideas

que usted está enseñando.

Ejercicio (e):

Relate la historia de la vida real que dio origen al buen himno, “En una carpa un gitano

moría”. (¿Dónde usted vive, ¿la gente conoce a los gitanos?) La maestra de escuela dominical

visitó al muchacho en la vivienda miserable de una tropa de gitanos. Su casa-cuerpo estaba

muy enferma, tan así que él no iba a mejorarse. Ella le contó del amor del Salvador, y que él

iba a tener pronto un día de mudanza. El aceptó a Cristo como su Salvador, y antes de ir a ese

lugar santo y cómodo que Dios ha preparado en el cielo, dijo una y otra vez: “Otra vez más,

otra vez más, cuenta la historia del buen Salvador ...”

Lección 28 Más sobre el hogar feliz

Texto para aprender de memoria:

He aquí una puerta abierta en el cielo, Apocalipsis 4.1 [Ojo: ¿Qué quiere decir “he aquí?”]

Mímica:

He aquí una puerta Señale y mire hacia arriba; abierta en el cielo Todavía mirando arriba,

abra una puerta imaginaria

Idea de la lección:

Lo que Juan vio: más acerca del hogar feliz y santo que tiene Dios en el cielo. Apocalipsis

4.1 al 11, 5.1 al 12

La lección — Ejercicio (a):

Lleve a la clase uno de los muñecos que usted usó en la lección anterior, para que sirva de

modelo de la casa-cuerpo del gitano. Para una carpa, puede usar un cartón grande, doblado en

dos como una “V” invertida. A título de introducción, realice una actividad con la clase al

estilo de aquéllas para las historias de Lázaro y Elías, para representar el alma del gitano en el

día de la mudanza, cuando el verdadero muchacho se trasladó a un lugar mejor, el feliz y

santo hogar que Dios ha preparado en el cielo.

Ejercicio (b):

Comience: “Ahora, la Palabra de Dios nos cuenta unas cosas maravillosas acerca de su

hogar feliz, santo en el cielo. Nos cuenta de un hombre llamado Juan y de las cosas

maravillosas que él vio cuando Dios, por su Espíritu, le llevó hasta la puerta del cielo y le

mostró paisajes en su feliz, santo hogar allá arriba”.

Prosiga con describir lo que él vio:

Apocalipsis 4.1 al 11: La primerita cosa que él vio fue un gran sillón, o trono, como nadie

en la tierra jamás ha visto. Dios, el Padre, estaba sentado sobre el trono. Desde el trono salían

rayos y truenos y el sonido de voces. ¡Ha debido ser espantoso de verdad! Pero en derredor

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de todo ese espléndido trono había un gran arco iris: no la mitad de un círculo como nosotros

vemos a veces después de la lluvia, sino un círculo entero, por todos lados del trono. Y el

color que más se notaba era un hermoso verde.

Cuando Juan vio al Gran Ser sentado sobre el trono, se dio cuenta de una vez que no era

como un hombre, sino como dos piedras muy preciosas. Una brillaba blanca como un

diamante, y la otra roja como el fuego. Había un aro de tronos menores en derredor del gran

trono de Dios. Eran los veinticuatro ancianos, con ropa del blanco más blanco, y sobre sus

cabezas coronas de oro.

Frente al gran trono de Dios, Juan vio siete lámparas encendidas, y frente a ellas un mar de

cristal. Este mar era algo como una vasta palangana o ponchera con paredes de cristal tan

transparentes como vidrio.

Paradas detrás, en frente y a cada lado del gran trono había cuatro criaturas extrañas, cada

una con seis enormes alas y que veían por todas partes. Todos los días y todas las noches (de

la tierra), aquellas criaturas decían, “Santo, santo, santo es el Dios Todopoderoso, el que era,

el que es, y el que ha de venir”. Entonces ellos daban gracias y atribuían adoración a Dios el

Padre, y los veinticuatro ancianos se postraban ante él, y le adoraban, y echaban sus coronas

ante él.

Apocalipsis 5.1 al 12: Cuando Juan vio de nuevo al gran Dios Padre sentado sobre su trono,

él vio que Él tenía en la mano un libro extraño que estaba cerrado con siete sellos. Un ángel

fuerte clamó a gran voz para que alguien viniera a abrir el libro y leer lo que decía. Nadie

entre los hombres se hallaba digno y capaz de hacerlo. Entonces vino Uno realmente digno y

capaz de hacerlo. Él se paró frente al trono de Dios Padre y tomó el libro en sus manos. Juan

sabía de una vez quién era. Era el Hijo de Dios.

Comenzó el nuevo cántico en el cielo tan pronto Él hizo esto. Los

cantores de ese maravilloso canto eran las grandes multitudes de

pecadores cuyos pecados habían sido lavados por la sangre de Jesús.

(Obsérvese que los cantores del versículo 8 son símbolos de los

redimidos de todos los tiempos, como se ve por el versículo 9). ¡Oh!

cuán hermoso ese cántico. Era un coro acerca del Cordero digno, es

decir, el Hijo de Dios.

Los padres y las madres estaban allí, millones y millones de ellos. Y

también millones y millones de niños; niños negros, asiáticos, de piel

roja, blancos: niños de toda la tierra. Nadie en el mundo jamás ha

oído algo tan maravilloso como el canto de los que entonaban el

cántico nuevo. Y en derredor de ellos había otro círculo, formado éste por los millones de

millones de ángeles. Ellos no cantaban, porque nunca habían sido pecadores que necesitaban

tener sus horribles pecados lavados en la sangre de Jesús. Más bien, ellos clamaban en alta

voz: “El Cordero es digno ...”

Esto no es todo lo que Juan vio del feliz, santo hogar en el cielo, pero será suficiente para

esta lección. Tendremos que dejar el resto para otra ocasión. Ahora vamos a hacer un

ejercicio para recordar.

Ejercicio (c):

El propósito de este ejercicio es fijar en la mente los detalles que hemos tratado.

Pronto tendremos que enseñar algunas verdades muy desagradables, así que favor de tomar

en serio este proyecto. Ponga en orden ante el grupo sus materiales y comience a construir un

juego de objetos crudos para representar las personas y cosas de la lección.

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Primeramente, haga una gran silla con espaldar, para representar el gran trono. Dos de los

chicos pueden hacer o buscar dos piedras para representar a Dios el Padre sentado sobre el

trono. Para los veinticuatro ancianos, vamos a usar veinticuatro pedazos de plastilina o de

barro, y así cuatro pedazos más grandes y de otro color para representar los cuatro seres

vivientes.

Una medialuna de cartón, coloreada como para sugerir el arco iris, puede ser colocada sobre

el trono, con las puntas en pedazos de plastilina o barro. Una vez que usted y sus alumnos

hayan arreglado esto objetos en sus respectivas posiciones, repase con ellos los detalles ya

narrados de Apocalipsis 4.

Para Apocalipsis 5 usted necesitará sólo una figura más —una persona parada ante el trono

para recibir el libro— y también muchos pedazos que representarán la multitud de cantores

en un círculo en derredor del círculo de los veinticuatro ancianos. Y, adicionalmente, otro

gran aro, diferente al anterior, que representará la hueste angelical.

Y ahora usted debe repasar toda la historia de lo que Juan vio.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón?”

Lección 29 Felicidad y santidad

Texto para aprender de memoria:

Enjugará Dios toda lágrima de ellos, Apocalipsis 21.4 [Ojo: ¿Qué quiere decir enjugar?]

Mímica:

Enjugará Dios Abra la palma de una mano, levantándola, y señale hacia arriba con un dedo

de la otra; toda lágrima Frote los ojos con la primera mano levantada; de ellos Mueva el

brazo horizontalmente

Idea de la lección:

Lo que vio Juan; más acerca del hogar feliz y santo en el cielo.

La lección — Ejercicio (a):

No habrá tristeza ni lágrimas, Apocalipsis 21.4; ¿Se acuerda de sus historias sobre la

tristeza en Lección 10? Cuéntelas de nuevo y al final comente: “Aquello sucedió aquí en la

tierra. Ha habido mucha tristeza y muchas lágrimas desde que el pecado entró en el corazón

humano, pero no habrá en el cielo”. Repita entonces el texto de aprender de memoria y la

mímica.

Repase también las escenas celestiales de la lección anterior, mostrando a la clase uno de

los modelos que se hizo para sugerir el trono central, el círculo de los veinticuatro y en

derredor de él la hueste de ángeles. Enfatice que nadie lloraba. Más bien, los pecadores

lavados en la sangre estaban todos cantando en torno del trono.

Ejercicio (b):

No habrá dolor, Apocalipsis 21.4: Vea cuántas cosas pueden nombrar los pequeños como

causas del dolor, como un dolor de muela o de oído, un dedo cortado, una rodilla aporreada,

etc. No más muerte, 21.4: Repase Ejercicios (a) y (b) de Lección 21, empleando los cuadros

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al ser posible. Muestre que los viajes-vidas nunca terminan en el cielo, sino que siguen para

siempre jamás porque los pecadores lavados en la sangre cuentan con la vida eterna.

No habrá allí más noche, 22.5: Haga mención de Ejercicios (b) y (c) de Lección 3 y repita el

texto y la mímica de aquella lección. Luego haga entender que el sol, la luna y las estrellas no

pueden brillar en el cielo, pero aun así nunca habrá noche. No habrá velas, lámparas ni luces

eléctricas porque no harán falta. El Hijo de Dios, El mismo, será la luz en aquel lugar. Los

muchachos y las muchachas en aquel país feliz nunca más tendrán miedo de la oscuridad.

No habrá más maldición, 22.3 con Génesis 3.17,18: Relate la historia de Génesis 3 acerca

del día triste cuando el pecado llegó a vivir en el corazón humano, enfatizando el resultado

lamentable de espinos, mala hierba y lugares desérticos; todo como consecuencia del pecado.

Pero en el cielo no habrá pecado, de manera que habrá gozo y felicidad en vez de maldición.

Dios no esconderá su rostro, sino que los niños y las niñas “verán su rostro, y su nombre

estará en sus frentes”, 22.4.

Trabajo manual:

Para Ejercicio (a) — Surta a cada niño papel apropiado para que pueda confeccionar un

pañuelo. Si usted desea, esto se puede hacer al final del ejercicio y puede ser usado en la

repetición del texto para aprender de memoria. Los pañuelos se guardarán para uso posterior.

O, se puede hacer una vez terminado Ejercicio (b).

Alternativamente, puede realizar este trabajo manual tanto al final del (a) como al final del

(b).

Para Ejercicio (b) —

1. Cada niño hace un pañuelo de papel, o le muestra el que hizo anteriormente. Explique

que los pañuelos quitan las lágrimas.

2. Corte vendas y úselas para vendar el dedo suyo supuestamente herido y también el dedo

de cada alumno. Explique que las vendas son para las quemaduras y heridas.

3. Corte tiras de papel o tela negra o morada para que cada alumno lleve en el brazo o

solapa, según la costumbre en su país, una señal de estar de luto. Explique que cuando

nuestros seres queridos nos dejan a causa de la muerte, ellos dejan atrás su casa-cuerpo.

4. Dibuje en el pizarrón algo que represente un cardo; cada alumno lo copiará en papel.

Explique los cardos, abrojos y mala hierba son parte de la maldición que Dios mandó sobre la

tierra cuando el pecado vino a morar en el corazón humano.

Hecho todo esto, saque a la vista una cesta para desperdicios. Repita, usted solo, el texto de

memoria, empleando el pañuelo y la mímica. Entonces anuncie claramente: “En el cielo no

habrá ni tristeza ni lágrimas”, y bote el pañuelo en la cesta.

Ahora, llame a sí todos los alumnos, en grupos pequeños. Repita con ellos el texto e

instrúyalos a decir con usted: “En el cielo no habrá ...”, lanzando a las vez sus pañuelos a la

cesta de desperdicios. Haga lo mismo, sin el versículo, con las vendas, tiras y abrojos; nada

de esto hará falta en el cielo.

Ejercicio (c):

La ciudad cuadrangular, Apocalipsis 21.9 al 27: Otra gran visión de Juan fue cuando el

ángel le mostró la ciudad llamada la Nueva Jerusalén. Era muy, muy diferente a cualquier

otra ciudad construida por gente del mundo porque Dios fue quien la hizo; Hebreos 11.10. De

largo tenía 2400 kilómetros (“Vamos a contar: uno, dos, tres ...”), de ancho 2400 kilómetros

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(Cuente), y maravilla de maravillas, de alto 2400 kilómetros, 21.16. Así que, en ella cabían

todas las personas cuyos pecados han sido lavados. Y, ¿qué me puede lavar los pecados?

La ciudad era de oro puro, como tiene Dios en su hogar feliz en el cielo, porque era como

vidrio claro que nos deja ver desde un lado a otro, 21.18. La ciudad tenía una sola calle y

también era de oro del mismo tipo, 21.21. No tenía luces porque el Hijo de Dios va a vivir en

ella con todo su pueblo y Él será su luz, 21.23. El río del agua de vida fluye en la ciudad.

Viene del trono de Dios y tiene a su lado el maravilloso árbol de vida. Descríbalo, 22.1,2. Si

la atención es buena, también puede describir la pared de jaspe, las doce puertas guardadas

por ángeles y los doce cimientos adornados de piedras preciosas, 21.12 al 21.

Por último Juan aprendió qué clase de gente iba a vivir en aquella ciudad maravillosa. Son

aquellos cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida del Cordero, 21.27. Explique,

pero no intente aplicar la verdad, que tan pronto que los pecados de un niño sean lavados, su

nombre se escribe en ese libro, y ese niño está seguro de su lugar en la ciudad cuadrangular.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Las pisadas del niño

Llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, Mateo 18.2

De esta manera el Señor Jesucristo, valiéndose de un muchacho como una lección ilustrada,

exigió de los discípulos que considerasen algunas características de la niñez. Él tenía pleno

conocimiento de aquellas características, y aquí insta a sus seguidores que observen y

reflexionen acerca de los niños pequeños para su propio beneficio. “De cierto os digo, que si

no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que,

cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”, 18.3,4.

Con otro fin el apóstol Pablo exhorta a los corintios —y a nosotros— con las palabras de

1 Corintios 9.22: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he

hecho de todo, para que de todos modos salve algunos”.

Esto lo hizo “por causa del evangelio”. Este ajuste para acomodarse a los demás fue hecho

posible por su comprensión esclarecida de aquellos a quienes él buscaba para ganarlos a

Cristo; Filipenses 4.9. Nosotros también tenemos a aquéllos a quienes queremos conducir al

Salvador. Ellos son pequeños y débiles, pero son parte del “todos” que necesitan la salvación

que Dios ofrece.

Es evidente que tendremos que hacernos como pequeños niños para ganar a niños

pequeños. No bastará que nos paremos en el pináculo de nuestro estilo de actuación y

pensamiento como adultos, pregonando el mensaje a los chicos allí en el valle. Más bien

tendremos que seguir en los pasos del Buen Samaritano en su misión de misericordia para

con el herido al lado del camino a Jericó. Él llegó a donde estaba el necesitado.

En nuestro desarrollo nos hemos alejado de aquellos tiempos infantiles. Nadie reconoce

esto mejor que aquellos que han dedicado mucho tiempo al estudio de esa etapa de la vida.

Volvamos, pues, a explorar de nuevo aquellos años olvidados; seamos como Eliseo en

2 Reyes 4, “tendido sobre el niño a su medida precisa”.

En los primeros años de la vida de un nene no hay otro proceso más maravilloso que el

despertamiento de los cinco sentidos especializados. Comenzando desde cero, pero con unas

pocas sensaciones indefinidas tal como la gula, el nene avanza hasta ver y oír, y luego a

saborear y olfatear. Más tarde, unos pocos cuadros mentales —conceptos— entran por vía del

ojo hasta la galería de su cerebro, y nace el reconocimiento; así el bebé entra en una nueva

etapa del desarrollo mental.

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Pronto lo pequeños brazos se mueven con cierto sentido y los pies dejan de moverse sólo

por impulsos sin razón. Los pequeños gestos de voluntad propia empiezan a hacerse notar; no

mucho después las manos se extienden adrede para alcanzar los pies y los objetos en

derredor. De esta manera se desarrollan los músculos de las extremidades y se adquiere cierta

coordinación entre la mente y los músculos, necesaria para el uso futuro en abrazar, gatear y

caminar. A la vez, la puerta del oído ha venido admitiendo unas impresiones que más

adelante van a formarse en palabras habladas.

Pasando por el segundo año, la criatura responde con mayor facilidad a lo que dicen o

hacen. Tiene mayor dominio propio, aprende a caminar y a andar, alimentarse, jugar con

diferentes objetos y —de especial interés a nosotros— él desarrolla el sentido del tacto. Los

maestros de las clases de principiantes deben tener ejercicio en aprender a comprender esta

necesidad de tocar, que forma la base del hacer. Es otra puerta del niño, y se desarrolla

marcadamente en el período que nos interesa.

En el tercer año lo común es una gran actividad física. Se manifiesta el instinto de hacer

algo por cuenta propia, aun en actividades típicas como la de ponerse los zapatos, o vestir la

muñeca. Es esta aparición de iniciativa que es responsable por muchas de las travesuras que

tanto fastidian a las madres jóvenes.

Lección 30 Los malos y su cárcel

Texto para aprender de memoria:

Los malos serán trasladados al Seol , Salmo 9.17

Mímica:

Los malos: Pase el dedo índice a través del corazón la señal del pecado para sugerir el

corazón pecaminoso; trasladados: Pretende empujar hacia abajo con las dos manos, como

haría con un perrito; al Seol: Menee la cabeza lentamente y señale hacia abajo.

Idea de la lección:

La cárcel de Dios, comentando que Seol, llamado también hades, es como el infierno, pero

sin abundar sobre esto. Mateo 25.41, Números 16.33, Efesios 4.9, Lucas 16.19 al 31,

Apocalipsis 20.1 al 7

La lección — Ejercicio (a):

Cuando Juan estaba arriba en el cielo él vio qué clase de gente va a vivir en la maravillosa

ciudad cuadrangular. Serán aquellos que tienen sus nombres inscritos en el libro de la vida.

¿Y cómo es que una persona puede tener su nombre escrito allí?

Juan vio otra cosa también. Él vio un gran número de personas llegando para pararse ante el

gran trono blanco de Dios en el día del castigo. Vio también de dónde venían. Era la cárcel de

Dios, Apocalipsis 20.13. No abunde más sobre esto.

Platique ahora un poco acerca de la policía quiénes son los policía y qué hacen ellos a

favor de nosotros. Entonces dibuje en el pizarrón una ventana. Puede usar líneas gruesas para

representar barras, diciendo algo como, “Hay esta barra gruesota de hierro que va de arriba

abajo. Y ahora otra, y otra. Fíjense en esta reja tan fuerte. ¿Saben por qué estoy dibujándola?

Es porque esta es una ventana en la cárcel de la policía. Las ventanas y las puertas tienen que

tener estas barras para que los malos no puedan salir”.

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Describa a algunos que de veras merecen estar allí: el que tomó el dinero de la señora, otro

que forzó la entrada en una casa en la noche, un joven muy malo que lanzó una gran piedra

para romper el vidrio en una tienda. Todos ellos fueron perseguidos, capturados y puestos en

la cárcel de la policía.

Ejercicio (b):

Dios también tiene una cárcel. La hizo para poner allí a Satanás y los ángeles malos. Repase

las ideas principales de Lección 20. Satanás no está en la cárcel de Dios todavía, pero él y sus

ángeles pecaminosos van a ser puestos allí más tarde, Apocalipsis 20.1 al 7. Una vez ciertos

pecadores bajaron a ese lugar, Números 16.29 al 34.

Pero eso fue “algo nuevo” que Dios hizo una sola vez. Repase su enseñanza basada en

Lecciones 24 al 26 y haga ver que el cuerpo va al sepulcro cuando termina el viaje de la vida,

pero la verdadera gente que vive en estos cuerpos las almas se traslada a otra parte.

Algunos, como Elías y el mendigo Lázaro, se marcharon a un lugar mejor donde vivir. Ellos

fueron (después del Calvario) al hogar muy, muy feliz de Dios en el cielo. Pero Juan vio a

algunos subir de la cárcel de Dios para pararse ante Él y ser juzgados por sus pecados tan

malos. Sus almas fueron a ese lugar al final del viaje de la vida.

Ejercicio (c):

Cuente de nuevo la historia de

Lázaro e incluya la parte acerca del

hombre rico que fue enviado a la

cárcel de Dios al final de su viaje,

Lucas 16.19 al 31. Sus terribles

pecados no fueron limpiados ¿y qué

me puede lavar los pecados? y por

esto no podía ir al hogar muy feliz en

el cielo. La casa de Dios es pura y santa, y no puede haber allí un solo pecado. Por eso el

hombre rico (uno que se olvidó de Dios, como en Salmo 9.17) fue rechazado para el cielo y

mandado al infierno.

Ejercicio (d):

Prepare y lleve a la clase un caja, o una bolsa, que contiene una variedad de cositas (una

para cada niño) envueltas de una manera que permita que se abran fácilmente. Deben ser de

más o menos el mismo tamaño, algunas que incluyan tela (género) blanca y limpia, y otras

que incluyan “trapos de inmundicia”, y otras que sean pedazos de carbón o de tierra dura.

Coloque el contenedor a un extremo y luego explique que donde usted está sentado al otro

extremo es su casa. Busque el acuerdo de los niños que en la casa suya todas las cosas deben

ser limpias, y que las cosas sucias deben ser consignadas al desperdicio.

El propósito del ejercicio es fijar la mente en “trasladados” en el sentido de rechazados.

Permita que cada alumno saque un solo artículo, y que se lo presente a usted. Cada cual debe

abrir su paquete, examinar el objeto y quedarse cerca de usted en su “casa” si tiene algo que

sea blanco, o botar su objeto si es un trapo sucio o un pedazo negro. Repítanse el texto de

memoria con la mímica.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

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Lección 31 No hay ninguno bueno

Texto para aprender de memoria:

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno, Romanos 3.12

Mímica:

No hay: Levante la mano, los dedos tocando el dedo mayor, para formar una O, dando a

entender ninguno, o nada; quien haga: Use la señal para hacer; ni siquiera: Menee la cabeza

lenta solemnemente; uno: Levante el dedo índice.

Idea de la lección:

Entramos ahora en una nueva sección de nuestros estudios. Trata de la venida del Salvador

de los pecadores, y por estos tendremos que llevar en mente algunas lecciones anteriores.

Como estímulo para los alumnos que responden mejor, se puede obsequiar cositas como

pañuelos, lápices y creyones. No conviene repartir dulces o caramelos si todos no van a

recibirlos.

La lección — Primera sesión:

Por cuanto estos repasos son sólo para refrescar la memoria, no deben ser extensos, ni

repetidos si no se ve la necesidad de hacerlo. El maestro debe contar con papel y bolígrafo

para anotar los apuntes, como también la mímica, que él espera cubrir en la sesión.

Para su primera sesión, quizás usted querrá considerar Lecciones 1,7,8 y 9 acerca de Dios;

Lecciones 2 a 6 acerca de lo que Dios hizo; y el texto de memoria y el trabajo manual

correspondientes a Lección 6.

Segunda sesión:

Lecciones 10 a 14 acerca de cómo Dios habla a nosotros; su Gran Carta que es la Biblia; y

el pecado, empleando el texto de memoria y las cartulinas PE-CA-DO de Lección 14.

Tercera sesión:

Lecciones 15 al 19 y la 21, que versan más sobre el pecado y sobre el viaje de la vida.

Utilice el texto y los cuadros de Lección 21.

Cuarta sesión:

Lecciones 23 a 26 acerca de la casa-cuerpo, el alma y el día de la mudanza del alma. Luego

cuente la historia de Lázaro quien fue a vivir en un lugar mejor (en el lugar feliz y cómodo

que tiene Dios) y ahora está en el hogar muy, muy feliz en el cielo. También del rico que

tenía que ser enviado a la cárcel de Dios porque sus pecados no habían sido lavados; Lucas

16.19 al 31. Aprovéchese del texto de memoria y Ejercicio (d), Lección 30.

Si bien este material de lecciones anteriores debe ser repasado para refrescar la memoria de

los niños, las divisiones sugeridas para las cuatro sesiones no son más que sugerencias. Usted

solo, y sobre la marcha, podrá juzgar cuánto conviene repasar en cada sesión.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

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Lección 32 Dios ama, pero castiga

Texto para aprender de memoria:

Dios es amor, 1 Juan 4.16

Mímica:

Dios: Señale hacia arriba. es: Hable lentamente para énfasis, moviendo la cabeza hacia

arriba y abajo. amor: Brazos en un círculo, elevados un poquito, como si estuvieran

abrazando el cuello de Mamá.

Idea de la lección:

Dios ama a los pecadores, aunque aborrece el pecado y siempre debe castigar a causa de él.

La lección — Ejercicio (a):

Comience con hablar acerca de la clase de Ser que Dios es: su carácter. Destáquese por

medio de preguntas que Él ve y oye todo; es tan fuerte que puede hacer todo; Él odia el

pecado y siempre debe castigar cuando hay pecado.

Entonces: vamos a aprender ahora que Dios es amor; repitamos el texto para aprender de

memoria y la mímica. Pregunte a un niño si su mamá le ama; si alguna vez le castiga.

Destaque el hecho de que las madres aman a sus hijos pero se oponen a las cosas malas que

ellos hacen. A la vez puede ser necesario hacer ver (¡y suele ser necesario!) que las madres no

castigan porque están enojadas con sus pequeñuelos, sino porque odian las cosas malas que

hacen.

Relate una pequeña anécdota acerca de una madre castigando a su hijo porque le amaba

tanto y no quería que jugara en el camino y fuera arrollado.

Ejercicio (b):

Como una ilustración del tema de la lección (que por cierto se extiende a la próxima

lección), relate la historia del arca hasta el punto donde todos estaban seguros adentro,

esperando que viniera el diluvio; Génesis 6 hasta 7.9.

Para que esta historia ilustre el tema puede dividirla en tres partes:

1. La clase de mundo que Dios vio al contemplarlo, 6.5. Describa a Dios mirando abajo desde

el cielo en gran tristeza, mirando, mirando, mirando. Él podía ver a todos los padres, todas las

madres, todos los muchachos grandes y los pequeños también. Pero todo lo que veía le ponía

triste. Fue un día muy malo cuando Papá Adán y Mamá Eva hicieron lo que Dios les había

dicho no hacer. El pecado vino a vivir en sus corazones. Y después, cuando nacieron sus

bebés, resultaron ser pecadores así como sus padres. A la vez el pueblo seguía pecando más y

más hasta que había gran maldad en todas partes.

Para su propia información: Por más de dieciséis siglos antes de esto, no había leyes

divinas que regularan la gente. Dios trataba con el pueblo con base en su conciencia, pero la

conciencia se endurecía a causa del pecado. Las dos grandes familias terrenales en aquellos

días la de Set que había sido piadosa, y la de Caín que era impía habían alcanzado un

nivel común de maldad. Aparentemente nos sería difícil exagerar el pecado extremo, el

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homicidio y el derramamiento de sangre que se había hecho tan corriente que Dios declaró

que el mundo estaba repleto de violencia, 6.11,13.

Para resaltar la violencia de aquellos días, usted podría emplear el método de “Yo veo a un

hombre …” Por ejemplo:

“Veo a un hombre que parece cruel y enojado. Es un hombre pequeño y su hermano es un

hombre alto. Él hurtó un cordero de su hermano pequeño porque quería carne para comer

aquel día. Su hermano pequeño se molestó grandemente. Puede verlo ahora. Se está

moviendo detrás de unos arbustos, agachado. Los hijos del hermano alto están jugando frente

a aquellos arbustos. El pequeño porta un palo y de un a vez sale y golpea a un niño sobre la

cabeza. El niño cae al suelo y los otros se preguntan qué ha pasado. El hermano pequeño se

metió detrás de los arbustos otra vez tan rápidamente que nadie se dio cuenta de quién era. Le

veo ahora. Se ha ido corriendo para esconderse. Él cree que así nadie va a saber que él golpeó

al niño, pero Dios arriba en el cielo estaba mirando, mirando, mirando. Él vio todo lo que

sucedió. Fue un pecado muy feo, y Dios odia al pecado y siempre tiene que castigar cuando

ocurre.

Él vio que el hermano mayor también robó el cordero del hermano pequeño. Aquello

también fue un pecado muy feo. Por dondequiera que miraba Dios todo era pecado, pecado”.

Usted puede añadir cuantos relatos similares que considere necesarios para que los niños

tengan un concepto del grado en que el pecado había sobreabundado, y usted puede estar

razonablemente seguro de que sucedió de veras en alguna ocasión en aquellos dieciséis siglos

casi cualquier clase de situación que quiera describir.

2. Dios decidió que Él debería lavar su mundo corrompido por el pecado. Describa sus

sentimientos de tristeza al mirar abajo y ver esta clase de escenas día tras día. Dios es santo y

aborrece el pecado. Él no podía permitir que el pueblo continuara yendo de mal en peor.

Todo y todos en su mundo una vez feliz y puro ya estaban contaminados por el pecado. Él

decidió que tendría que lavarlo y después dar a su mundo un nuevo comienzo. Describa el

diluvio que iba a venir.

“Veo a una mamá. Ella está subiendo a la segunda planta de su casa para arreglar las camas.

Veo a sus hijos, un varón y una hembra. Ellos han estado jugando en un barrial. Veo barro en

sus zapatos. Ahora están entrando en la cocina. Al caminar allá y acá ellos dejan barro por

dondequiera. Ahora están saliendo de nuevo. Veo a su mamá entrando en la cocina de la casa.

Ella ve el sucio que los muchachos han dejado sobre su piso que estaba limpio. Puedo

escuchar lo que ella está diciendo. Dice, “tendré que castigar esos muchachos cuando

vuelvan”. ¿Pero qué del piso de la cocina? ¿Castigar a los hijos va a dejar el piso limpio otra

vez? No, ella tendrá que lavar el piso para quitar las marcas que el barro dejó. Esto es lo que

Dios tuvo que hacer con su mundo ensuciado por el pecado. Él debe castigar los pecadores

por su pecado, pero también limpiar un mundo corrompido por el pecado”.

3. Pero Dios es amor. Repita el texto para aprender de memoria y la mímica. Haga ver que

Dios ama a los pecadores al hermano pequeño, al grande y a los peores no obstante todo

el pecado. Aunque debe hacerlo porque Él es puro y santo, no le gusta tener que castigar a los

pecadores por sus pecados. Así que hizo un plan para salvar a cualquiera del diluvio que

venía. Aquellos pecadores nunca habían hecho lo que Dios les mandó hacer, pero Él iba a

proveer una manera de salvarles y entonces decirles una vez más qué hacer. Si hicieran esta

vez como Él decía, ellos estarían a salvo de su diluvio que venía como castigo.

Cuente el mensaje de Dios a Noé acerca del arca y su construcción. No diga, “Así Noé

buscó mucha madera e hizo un arca”. Para que su historia sea real, usted tiene que entrar en

todos los detalles, así:

“Entonces Noé y sus hijos tomaron sus hachas y se marcharon al bosque. Noé vio un

magnífico árbol grande que haría un buen tronco para el arca que iba a hacer. Sus hijos

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tomaron sus hachas y comenzaron a talarlo en la base. Uno, dos, tres, y daban y daban hasta

que el árbol estaba por caer. Se alejaron corriendo, y el gran árbol cayó con mucho ruido.

Entonces tuvieron que quitar todas las ramas. Y también cortaron los lados para que su rollo

fuera cuadrado en vez de redondo, y quitaron la cáscara. Después de todo esto, buscaron sus

bueyes y halaron el rollo una gran distancia al lugar donde Noé iba a hacer el arca. Tuvieron

que hacer todo esto muchas veces para tener suficiente madera. Cuando contaron con las

tablas necesarias, ellos empezaron a juntarlas una a otra. Esto les costó mucho tiempo, casi

cien años, y …”

Siga con el relato, enfatizando cada vez que Dios les dio al pueblo mucho tiempo en que

resolverse, porque Él es amor. Cuente cómo entraron en el arca los animales y los pájaros, y

toda la gente que quería pero resulta que sólo Noé y su familia querían. Dios cerró la

puerta, y entonces ellos esperaron siete días hasta que comenzó el diluvio. Enfatice a lo largo

de todo esto el carácter negro, culpable del pueblo y el maravilloso amor de Dios para con

ellos.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 33 Dios puede hacernos seguros

Texto para aprender de memoria:

La salvación es de Jehová, Jonás 2.9

Mímica:

Sal-va-ción: Pronuncie esta palabra lentamente, partiéndola en tres sílabas como se indica

aquí. Antes de comenzar la mímica, explique su sentido; la sal-va-ción quiere decir hacer-

me-seguro. Por esto, se requieren tres movimientos para expresarla idea: la señal para hacer;

después, tóquese a sí mismo; entonces, agachándose, recoja del piso con las dos manos un

cordero ficticio, levante las manos en un sacrificio imaginario y colóquelo sobre sus

hombros. Explique que así es que los pastores hacen seguros a los corderos perdidos. es de

Jehová: Señale hacia arriba.

Idea de la lección:

Solamente Dios puede hacer seguros a los

pecadores. Completaremos ahora la lección sobre

la maravillosa bondad de Dios para con los

pecadores arruinados en los tiempos de Noé. Las

próximas lecciones versarán sobre la venida del

Salvador. El tema de hacer-me-seguro está en el

trasfondo de todas las lecciones por delante.

Nótese: Por ahora, no intentaremos enseñar la

idea que el arca era un tipo del Salvador, de

quien no hemos dicho nada todavía. Más

adelante estaremos en condiciones de mostrar

que “Cristo es como el arca” una afirmación

al revés para acomodarnos a la mente de los

pequeños.

La lección — Ejercicio (a):

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Relate de nuevo la historia de la semana pasada, y luego cuente el resto como se encuentra

en Génesis 7 y 8. Hecho esto, celebre un sesión de preguntas y respuestas, enseñando a los

niños a contestar cada vez, “Dios quería hacerles seguros”, habiendo preguntado usted, “¿Por

qué Dios …

… dijo a Noé que vendría un diluvio?

… dijo cómo hacer un arca?

… dijo a Noé que debería predicar al pueblo?

… mandó a dos grandes elefantes a entrar en el arca? (Y dos grandes leones, etc.,

terminando con pájaros y ratones. Extienda su lista suficientemente como para peguntar a

cada alumno en la clase).

Comente acerca de la gran bondad y amor de Dios; repita “Dios es amor” con la mímica y

el texto de memoria para esta lección. (Obsérvese que no estamos sugiriendo preguntas

acerca de por qué Dios tuvo que lavar su mundo pecaminoso del pecado. Sus explicaciones

serán suficientes, ya que no estamos listos para las lecciones de advertencia).

Ejercicio (b):

Para este ejercicio, mayormente trabajo manual, tenemos en mente algo más que hacer un

proyecto. Su propósito es capacitar la clase para reconstruir los detalles esenciales de la

historia.

Consiga una larga caja de cartón (ejemplo: tres cajas para zapatos, pegadas la una a la otra)

para representar el arca. Téngase presente que probablemente era en forma de una caja

(“arca” quiere decir una caja) y su longitud era de 135 metros cuando menos (según haya sido

el codo). Por esto una caja corta, cuadrada daría una impresión errada. (Si uno quiere ser

preciso, el largo debería ser seis veces el ancho).

Dibuje con creyón o marcador una ventana muy larga en el techo y abra un hueco en el

costado para ser la puerta única.

Con palillos y plastilina, u otro material apropiado como anime, haga, con los alumnos, un

gran número de animales y pájaros, y también a Sr. Noé, Sra. Noé, sus hijos y nueras. El

último paso será su procesión para entrar en el arca. Cuídese de los detalles, corrigiendo de

hecho las ideas erróneas que se ven ilustradas en muchos cuadros del arca.

Si hacen solamente algunos animales en una sesión, se puede terminar la tarea en la

siguiente, quizás interrumpiendo el “trabajo” con reposo y preguntas acerca de cómo Dios

quería hacer segura aquella gente.

Además repítase a menudo el texto de memoria durante el ejercicio.

Cuando todo está tan completo como usted estime necesario, coloque todo en el suelo, el

arca tan lejos de las figuras como sea posible. Permita que sus alumnos, tomando turnos,

marchen parejas de animales (o vuelen parejas de pájaros) a entrar en el arca mientras los

otros chicos observan. Al entrar cada pareja, pregunte al niño: “¿Por qué quería Dios que los

perros / tigres / pájaros entraran en el gran arca?”

Supóngase que hay una multitud de gente observando. Dígales, “Queridos vecinos, entren

ustedes. En el arca hay mucho espacio para ustedes. Pronto viene el gran diluvio. ¿No quieren

entrar y estar a salvo del gran diluvio?” Haga saber que nadie quiere entrar, así que usted

tendrá que cerrar la puerta. Cierre la puerta de su modelo y vuelva a la historia de la

verdadera arca, narrando el trágico fin de aquellos que no hicieron caso del amoroso mensaje

de Dios.

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Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 34 El Salvador prometido

Texto para aprender de memoria:

Dios mismo vendrá, y él os salvará, Isaías 35.4

Mímica:

Dios mismo: Señale hacia arriba; vendrá: Levante ambos brazos hasta encima de la cabeza

y bájelos al piso para sugerir que Cristo descendió del cielo; salvará: Use la mímica de la

lección anterior acerca del cordero perdido que se encontró.

Los cuatro textos: Una vez aprendido el texto señalado arriba, pida a los pequeños que

repitan en secuencia los textos de Lecciones 31 a 34. Estos cuatro textos servirán de tiempo

en tiempo para constituir para su clase su primer pequeñito “cuerpo de doctrina” acerca de la

ruina del hombre y el remedio de Dios. Por supuesto, lo ampliaremos más adelante.

Hablaremos en lecciones posteriores de estos “cuatro textos de Lección 34”.

Idea de la lección:

Un Salvador prometido; a saber, prometido para hacer a los pecadores seguros ante el

castigo a causa de su pecado. (Nota: De aquí en adelante, hasta que lleguemos a la lección

que trata de su nacimiento, tenga cuidado a guardar secreto el nombre de este Salvador. En el

momento oportuno, decírselo a usted será motivo de mucho placer para los niños que saben

su nombre. Mientras tanto, usted hablará del Salvador por venir, el Prometido, etc.)

La lección — Ejercicio (a):

Para comenzar, el objetivo de esta lección es presentar a los niños su necesidad propia de un

Salvador. Nuestro tratamiento de este tema vital será sencillo:

(a) Somos pecadores, arruinados por el pecado.

(b) Dios es puro y santo. Él odia al pecado y siempre debe castigar cuando hay pecado.

(c) También, Dios es amor. Él ha hecho provisión para que podamos estar seguros ante el

castigo por el pecado.

(d) El castigo viene a todos los que no han sido hechos seguros.

Repetimos que los puntos (b) y (d) no aplicarán directamente a los niñitos, es decir, no

aplicarán hasta que ellos alcancen los años de responsabilidad ante Dios. Hasta ese punto, la

satisfacción dada a Dios por la muerte de Cristo es suficiente para su salvación. Por esto se

presentará este punto como un principio que ellos deberían conocer, dejando al todo-sabio

Espíritu Santo la aplicación del mismo. A veces le place aplicarlo, y llevar a Cristo, a niños

de cuatro años. Por otro lado, el que escribe ha conocido jóvenes de catorce años que

aparentemente nunca han experimentado el llamado del Espíritu.

Traiga a la memoria la historia del diluvio desde el punto de vista de (a) hasta (d).

De la misma manera, traiga a la memoria la historia de Lázaro y el rico.

Hecho esto: Estas cosas aplican todavía a los pecadores. Los ejemplos del pecado en

Lecciones 17 al 19 serán útiles aquí. Termine enfatizando que Dios ama a los pecadores y no

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quiere estar obligado a castigarles por sus pecados. Por esto Él prometió mandar desde el

cielo a Alguien que les haría seguros a no ser castigados.

Ejercicio (b):

Platique con sus pequeños acerca de las promesas. Pregunte si alguien ha hecho una

promesa, o si Mamá alguna vez prometió traer a la casa algo para un niño que se comporta

bien. Pregúntele a uno de los alumnos si él, o ella, quiere prestarle algo un creyón, un lápiz

o cualquier cosita en un momento. Si el niño acepta, haga ver que él, o ella, ha prometido

que lo hará en un minuto. Cumplido este tiempo, y la promesa también cumplida, comente

que el alumno cumplió su promesa. Converse acerca de las promesas que se cumplen y las

que no se cumplen. Haga ver que solamente Dios puede cumplir todas sus promesas. Él

nunca, nunca dice una mentira. Y, para terminar, prometa que usted va a traer algo para cada

alumno el domingo próximo.

Ejercicio (c):

Cuente ahora varias de las promesas que hizo Dios. La primera fue a Mamá Eva, Génesis

3.15. En realidad fue una promesa a Satanás, el terrible enemigo de Dios, pero con todo fue

para Mamá Eva a la vez. Cuando ella y Papá Adán estaban ante el Señor, muy avergonzados

y tristes (relate la historia en detalle), Él les habló de las tristezas que les vendrían porque el

pecado había venido a vivir en sus corazones. Pero les dijo también que algún día Él iba a

enviar a Alguien que pondría bajo sus pies al impío enemigo, Satanás. Esta fue la primera

promesa que Dios hizo a los pecadores.

Después Él hizo muchas otras promesas acerca del Salvador que vendría. Quién sería aquel

Prometido, Isaías 9.6,7. Dónde iba a nacer, Miqueas 5.2. Cómo sería su madre, Isaías 7.14.

Que iba a sufrir y morir en una cruz, Salmo 22, Isaías 53. Y, cumplido el tiempo que Dios

fijó, todas sus promesas fueron cumplidas, porque Dios nunca, nunca puede decir una

mentira.

Después de largos años, llegó el tiempo para la venida de la Persona prometida. Dios tenía

en mente dos promesas más. Cuente de la mujer llamada María y de cómo el ángel

resplandeciente, Gabriel, vino a ella con su maravilloso mensaje. Él le dijo que Dios estaba

por enviar al Prometido para que ella le cuidara. Hable de la felicidad y del canto hermoso

que ella entonó a Dios, Lucas 1.26 al 38, 46 al 55.

Dios sabía que María necesitaría de alguien para ayudarle a cuidar la Persona prometida al

llegar Él. Hable del carpintero de Nazaret, José, de su sueño raro cierta noche, y del mensaje

del ángel para él. Dios le dijo a José cuál sería el nombre del Prometido, ¡pero usted lo va a

guardar como secreto por ahora!

Repita su propia promesa hecha en Ejercicio (b).

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 35 El Salvador prometido ha venido

Texto para aprender de memoria:

He aquí os doy nuevas de gran gozo, Lucas 2.10 [¿Qué son nuevas?]

Mímica:

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He aquí: Ojos mirando arriba, ponga la mano sobre el pecho para sugerir que está viendo

algo brillante. os doy nuevas: Siga mirando arriba y use la otra mano primeramente para

señalar (como si fuera al ángel), y después para tocarse a sí mismo, y finalmente para ponerlo

a su oreja para sugerir que está escuchando intensamente. de gran gozo: Trace un amplio

arco con un brazo y a la vez bata las manos, sonriendo.

Idea de la lección:

Cuando vino la Persona prometida, Lucas 2.1 al 20.

Para su propia instrucción, sería deseable leer en un diccionario bíblico la descripción de un

khan, la amplia área encerrada que era la posada de tiempos bíblicos. Los khan eran

construidos como abrigo contra los saqueadores y daban alojamiento a una nutrida cantidad

de personas, como por ejemplo los comerciantes viajeros y las caravanas. En los días de

Jeremías el kahn en Belén era la posada de Quiman. Obsérvese la cantidad de personas que

encontraron refugio entre sus muros; Jeremías 41.16 al 18. Es probable que la posada de

nuestra lección fue construida en el mismo sitio.

A veces se construía el alojamiento en el centro del

área, y otras veces como una segunda planta contra los

muros en derredor del gran patio, los espacios abajo, con

sus amplios arcos, asignados a las bestias de carga.

Algunos opinan que José y María, no encontrando un

lugar en la planta superior, buscaron donde ubicarse entre

las bestias de los viajeros en la planta baja. No nos

ocupamos de que haya sido así o no. Usted hará

visualizar una posada ocupada por huéspedes en exceso

de su capacidad (consecuencia de la afluencia de gente

que había llegado al pueblito para el censo ordenado por

Herodes) y dirá sencillamente que José y María pasaron

la noche en un establo un lugar no solamente humilde

sino también incómodo.

La lección — Ejercicio (a):

El tiempo ya había llegado para el cumplimiento de todas las promesas de Dios acerca de la

Persona que iba a venir. ¡Pregunte! ¿Dios dice mentiras? ¿Puede Él decir mentiras? Enfatice

que todo lo que Él dice vendrá a ser.

Relate de nuevo las promesas dadas a María y José, Lucas 1.26 al 38, 46 al 55, Mateo 1.18

al 25.

José y María vivían en un pueblo llamado Nazaret, pero Dios había dicho que enviaría al

Prometido a un pueblito muy pequeño llamado Belén, muchos kilómetros distante. Él no dice

mentiras, así para que su promesa llegara a cumplirse Él mandó al rey del país a hacer una

regla nueva. El rey ordenó que cada cual volviera a la ciudad o pueblito donde había nacido,

para que su nombre fuera anotado allí en un registro. Muestre a los niños el registro que usted

tiene. Como ilustración, deje que cada uno vea que su nombre está escrito en él. Así fue que

José y María tenían que viajar hasta Belén, el pueblito de sus padres.

Ellos subían los cerros y bajaban los cerros en su largo viaje; entonces caminaron por el

valle del río Jordán hasta encontrar más cerros. Arriba y abajo otra vez. Les costó

aproximadamente tres días hacer el viaje, y llegaron a Belén muy cansados. Al llegar,

encontraron que había mucha gente allí. Por esto, cuando José llevó a María a la posada y

preguntó dónde alojarse, el señor tuvo que decirles, “No hay lugar”.

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Como si fuera para clavar esto en la mente, el maestro pretende que una pared del salón es

la posada. Tomando un niño por la mano, él va a un rincón y toca, diciendo: “Somos José y

María. Hemos venido de lejos y estamos muy cansados. Necesitamos un lugar donde

alojarnos. ¿Podemos entrar?” Responde a su pregunta en otra voz: “No, no hay espacio aquí”.

Tomando otros alumnos por turno, repita el diálogo. No permita que ninguno se ría, sino

intente comunicar la seriedad de la situación.

Entonces, vuelva a su historia, contando que María se acostó en el establo, con José a su

lado.

Trabajo manual:

Prepare para la clase una caja, tipo caja de zapatos, para representar la posada. Fondo hacia

arriba, quite un costado de la caja, con varios arcos para representar los arcos de la posada.

Dibuje por encima de ellos pequeños cuadros para representar las ventanas de la segunda

planta. Si no dibuja barras, incluya unas pocas líneas verticales para sugerir cortinas cerradas,

dando a entender que los cuartos están ocupados.

Mande a los niños a hacer asnos, caballos o camellos, usando plastilina o anime. A medida

que terminen de hacerlos, permita que los coloquen debajo de los arcos cortados en la caja.

Finalmente, háganse figuras de José y María.

Ejercicio (b):

Resumiendo la historia de la lección, cuente acerca de la necesidad que les obligaba a pasar

la noche en un establo, y todo oscuro y quieto, Dios envío la Persona prometida a María.

Deje el relato así, sin más explicación, y comience con el episodio de los pastores, Lucas 2.8

al 20.

En una ladera aquella misma noche algunos pastores estaban vigilando sus ovejas,

guardándolas de ladrones, o de fieras. Todo era oscuro y en silencio, así como en el establo.

De repente un poderoso ángel voló desde el cielo. La gran luz de la gloria de Dios brilló en

derredor de los pastores, dejándoles casi ciegos y muy asustados. ¡Ellos preguntaban dentro

de sí qué iba a suceder! Entonces el ángel-mensajero del cielo les habló. “No tengan miedo”,

dijo, “porque yo les traigo noticias de gran gozo …”, etc. Continúe la descripción hasta que

los pastores lleguen al establo.

Prosiga: dentro del establo había una gran piedra plana. Alguien había hecho en ella un

hoyo para guardar en él la paja para la comida de los animales que usaban el establo. Se

llamaba un pesebre. Los pastores contemplaron a José y María, y vieron el establo. Alguien

estaba acostado en el establo, envuelto en tela desde la cabeza hasta los dedos de los pies.

¿Y qué piensan ustedes que vieron?

Este es el gran momento que hemos esperado durante varias lecciones. Un coro de voces

debería exclamar, “¡Un bebé!”

Siga de esta misma manera. Sí, era un bebé, el pequeño Bebé Jesús. Dios tenía un enorme

número de ángeles allí arriba en el cielo, pero cuando Él quería que nosotros, la gente del

mundo, comprendiéramos acerca de Él, Dios nos mandó este Bebé. Él sabía que nosotros no

podríamos entender mucho si sólo nos relatara algo acerca de sí mismo. Así que nos envió un

bebé, porque todo el mundo, aun los niños, entienden acerca de un bebé.

Y ahora para grabar bien el mensaje, usted podría producir en este punto un muñeco sin

ropa, envuelto en una larga faja de algodón blanco. Pase la tela vez tras vez en torno del

muñeco, comenzando con los pies, al estilo de venda. Esta “momia” ilustrará la idea del niño

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envuelto en pañales. Si quiere, acuéstelo en un pesebre improvisado. Algunas niñas de la

clase querrán envolverlo de nuevo, si usted dispone de tiempo para esto.

A título de clímax explique que, aun cuando aquellos pastores sólo vieron un pequeño bebé,

aquel Bebé era en realidad el Hijo de Dios que había venido a vivir por un tiempo entre

nosotros, la gente del mundo. (En una lección posterior haremos más énfasis sobre esto).

Dios sabía que todos éramos pecadores arruinados por el pecado. Repita el texto de

memoria y la mímica de Lección 31. Con todo, Dios nos amaba. Repita el texto de Lección

32. Él sabía que no podíamos hacernos salvos de ser castigados por esos terribles pecados, y

así planificó hacer seguros a los pecadores por su propia cuenta. Repita los textos de memoria

de Lecciones 33 y 34. Fue por esto que el Bebé se llamaba Jesús. Hable del sueño de José,

Mateo 1.18 al 25, y saque a relucir el propósito y sentido de su nombre, versículo 21.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 36 La visita de los sabios

Texto para aprender de memoria:

Su estrella hemos visto en el oriente, Mateo 2.2

Mímica:

Su estrella: Señale hacia arriba, y luego cruce dos dedos para sugerir una estrella; hemos

visto: la mano izquierda protegiendo el ojo, usted doblado un poco, como si estuviere

mirando intensamente; en el oriente: señale un rincón superior de la sala.

La lección:

La visita de los magos, Mateo 2.1 al 12. Recoja los pensamientos dispersos de los chicos

con preguntar: Ahora, ¿qué fue que los señores pastores encontraron acostado en el pesebre

en el establo?

¿Y cómo se llamaba ese bebé?

¿Y por qué se llamaba Jesús?

¿Y quién era Bebé Jesús?

Explique que probablemente José y María no se quedaron mucho tiempo en el establo.

Quizás algunos amigos les llevaron a su casa, o quizás encontraron lugar en la posada cuando

otras personas se marcharon. (Aparentemente estuvieron en Belén hasta la circuncisión,

Lucas 2.21, y el cumplimiento con la ley de la maternidad, Levítico 12, Lucas 2.22 al 24. Una

vez cumplidos los requerimientos de la ley, volvieron a Nazaret). Después de cierto tiempo,

José encontró una casa donde residir, versículo 11, donde podían estar cómodos.

Ahora, en una lejana tierra del Oriente vivían ciertos hombres sabios. La Biblia no dice

cuántos eran. Ellos, también, sabían de las promesas de Dios a enviar la Persona prometida

desde el cielo (posiblemente a través de los judíos de la dispersión). Una noche,

contemplando las estrellas, se fijaron en una extraña estrella nueva, y se dieron cuenta que se

movía. Sabían de una vez que era la señal que había llegado el Prometido.

Esos señores prepararon sus camellos, los montaron y comenzaron a seguir la estrella. La

siguieron por mucho tiempo, fijándose cada noche en su rumbo. Por fin les condujo hasta

cerca de la ciudad de Rey Herodes, Jerusalén. Pensando que él sabría todo acerca de la venida

del Prometido, ellos preguntaron dónde encontrarían al pequeño, nuevo Rey de los judíos.

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El resto de la historia encontrará fácilmente en el pasaje.

Trabajo manual:

Cada niño hace un camello, usando plastilina u otro material apropiado, al estilo del caballo

en Lección 5, con un señor montado sobre su cabalgadura. Dibuje en el pizarrón una estrella

grande con rayos de luz brillando sobre una casa. (Acuérdese, ¡no un establo!) Hecho todo

esto, abra un pasillo entre el grupo y permita que cada alumno coloque su modelo en el piso,

uno tras otro como si estuvieran viajando en fila.

Entonces todos se ponen de pie, citan el texto de memoria, recogen sus modelos y los llevan

al pizarrón, donde deben ser colocados de tal manera que parecen estar frente de la casita.

(Lleve en mente que la cantidad de camellos y jinetes no importa; no sabemos cuántos eran

en realidad).

Finalmente, todos parados, el maestro lee en alta voz y lentamente los versículos 11 y

12, de suerte que los pequeños puedan repetir las palabras. Repetida la cláusula, “regresaron a

su tierra por otro camino”, los alumnos recogen sus modelos y los llevan a un rincón mientras

el maestro borra la estrella, dejando la casita sola..

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 37 El Salvador prometido fue rechazado

Texto para aprender de memoria:

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Juan 1.11

Mímica:

A lo suyo: Brazo en alto, páselo de un lado a otro con la mano abierta, para comunicar la

idea de todo en la tierra; vino: señale hacia arriba y luego baje la mano para señalar al piso;

y los suyos no le recibieron: menee la cabeza tristemente al pronunciar las palabras con

lentitud.

Repita los cuatro textos de Lección 34, y entonces siga con el de esta lección.

Idea de la lección:

Aquí no queremos a la Persona prometida.

Después de la historia del malvado rey Herodes repasaremos el mensaje del ángel en Belén

y la bienvenida dada por los pastores y los hombres sabios. Luego, en agudo contraste,

procuraremos comunicar la actitud de la gente hacia el Hijo de Dios desde su exclusión en

Belén hasta ser llevado a Nazaret, después de la muerte del cruel Herodes. Mateo 2.13 al 23,

Lucas 2.1 al 20, Mateo 2.1 al 12.

La lección — Ejercicio (a):

Probablemente los magos estaban muy felices al acostarse después de haber visto al

Prometido, el Hijo de Dios que recién había venido del cielo, el pequeño bebé Jesús. Pero

mientras dormían, Dios habló a uno de ellos en sueño. Le advirtió que ellos no deberían

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contar al rey Herodes dónde habían encontrado al rey recién nacido. Es que Dios estaba

mirando desde el cielo. Repita, con la mímica, “Tú eres el Dios que ve”.

Él veía dentro del corazón del rey malvado, y sabía que éste estaba tramando la muerte del

bebé. Herodes era el rey de turno y a lo mejor quería serlo por muchos años. Él temía que

Bebé Jesús, al llegar a ser hombre maduro, podría ocupar el trono. Por esto pensaba hacer

algo muy, muy malo. Herodes pensaba que su plan era un gran secreto, pero Dios lo conocía,

y por esto advirtió a los hombres sabios a tomar otro camino, y después le dijo lo mismo a

José. Siga con su relato hasta el final del pasaje.

El maestro no debe temer al contar la historia vívidamente. Los pequeños rara vez son

sensibles acerca de cosas de esta naturaleza, y por esto no se asustan como muchos maestros

temen puede suceder. Al contrario, el interés de los niños, y su indignación con lo que hizo el

rey cruel, servirán para fijar la historia en sus mentes. Describa cómo los soldados golpeaban

la puerta de una casa, demandando la entrega del bebé que vivía en ella; los intentos del padre

a despacharlos; los ruegos y las lágrimas de la madre; y, por fin la matanza de la criatura con

espada. Y así la próxima casa, y la otra.

Dios estaba observando al rey malvado. (Repita: “Tú eres el Dios que ve”). Cuando estas

cosas estaban sucediendo, Bebé Jesús estaba seguro allí lejos en Egipto. Y en vez de ser el

rey por largo tiempo, Herodes se enfermó un tiempo después y murió. Y ahora él está en la

cárcel de Dios, en el infierno (hades), donde está el hombre rico. Ha estado allí por mucho,

mucho tiempo, en vez de ser rey por mucho tiempo, como quería. Algún día él saldrá de la

cárcel de Dios para ser castigado por el Rey de Reyes el mismo a quien él quiso matar

aquel día temible. (No abunde sobre este comentario).

Ejercicio (b):

Este será un ejercicio de “¿Qué hicieron ellos?”

Comience con recordar a los alumnos cómo el ángel se

presentó a los pastores. Era un mensajero-ángel.

¿Quién puede decirme el mensaje que él trajo?

Pronto apareció en el cielo una gran hueste de

ángeles. ¿Qué hicieron?

Los pastores escucharon el mensaje. ¿Qué hicieron?

Los hombres sabios vieron la estrella. ¿Qué hicieron?

¿Los ángeles, pastores y sabios estaban felices porque Él había venido? ¿o tristes?

Pregunte ahora por el señor de la posada; él había dicho, “No hay lugar aquí”. Y, los

hombres sabios que vivían en Jerusalén: ¿qué hicieron ellos? Respuesta: le dijeron al rey qué

había dicho Dios acerca de dónde iba a nacer la Persona prometida, pero no tomaron un solo

paso para ir a verle. Por su actitud, ellos dieron a entender que Aquel no era deseado allí.

El rey Herodes: ¿qué hizo él? Las respuestas deberían incluir su intento a aprender a través

de los sabios del Oriente dónde estaba Jesús, además de que él mando a matar a los niñitos.

Él sí hizo ver claramente: “No le queremos a Él aquí”.

Repita el texto de memoria y la mímica.

Este ejercicio puede representar un proyecto de mayores proporciones si los alumnos hacen

modelos del señor de la posada, los sabios de Jerusalén y Herodes sentado en un gran trono,

con el maestro preguntando sobre la marcha qué hizo uno y otro de ellos y enfatizando que

“Aquí no queremos a la Persona prometida”.

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Conclusión:

Hemos visito que desde el comienzo de su visita entre la gente del mundo el Hijo de Dios

encontró que la mayoría no le querían. Diga a su clase qué dijo el profeta en Isaías 53.3.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 38 Jesús es el Hijo de Dios

Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17 [¿Qué quiere decir

‘complacencia’?]

Nota: Emplearemos este versículo como el texto de memoria en varias lecciones. Escríbalo

en letras claras y colóquelo a la cabecera del pizarrón, enseñándolo a medida que señale cada

palabra. Hágalo antes de realizar la mímica. A los chicos les agradará “leer” el texto).

Mímica:

Ahora, añada en el pizarrón, en colores, el nombre Señor Jesús. A partir de este punto

vamos a referirnos a él por este nombre. Explique que las palabras que usted ha escrito son el

nombre de la Persona prometida, el Hijo de Dios. Proceda

Este: señale al nombre en el pizarrón; es mi: señale hacia arriba; Hijo amado: finja

abrazar a una persona; en quien: señale al nombre en el pizarrón; tengo complacencia:

bata las manos y mueve la cabeza al pronunciar las palabras

Idea de la lección:

Acerca del Hijo de Dios. Las acciones de la gente en el mundo hicieron saber que Él no era

deseado aquí, pero Dios el Padre hizo saber que Él sí le quería cuando fue bautizado, Mateo

3.1 al 17.

La lección — Ejercicio (a):

Cuando el Señor Jesús vivía con José y María en Nazaret Él crecía más y más hasta ser

hombre grande. En aquellos días vivía en lugares alejados un hombre extraño llamado Juan el

Bautista, quien comía saltamontes y miel silvestre, que era la comida que encontraba en ese

desierto, Levítico 11.22. Su ropa era la que más se adaptaba a esa vida, hecha de tela muy

cruda llamada cabello de camello. Él era uno de los hombres llamados profetas de Dios, y

había sido enviado para preparar las cosas para el tiempo cuando la Persona prometida el

que estamos llamando el Hijo de Dios comenzaría la obra que Dios tenía para Él en esta

tierra.

Juan el Bautista predicaba a la gente. Les dijo que el pecado les había arruinado, que Dios

odia el pecado y que algún día Él tendría que castigarles por su pecado. Entonces les habló de

la venida de la Persona prometida, que él llamaba el Cordero de Dios. Dijo que deberían creer

en el Cordero de Dios, al venir Él, para que sus terribles pecados podrían ser lavados.

Todas las personas que creyeron el mensaje que este hombre profeta trajo de Dios

mostraron que ellos estaban realmente confiando en el venidero Cordero de Dios, al dejar que

Juan les metiera en agua en el río Jordán. Así es que fueron bautizados. (Explique que no se

ahogaron, sino salieron del agua de una vez). No hace falta insistir en los detalles acerca del

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ministerio del Bautista. Nuestro solo objetivo es echar un buen trasfondo para el momento

clave de los versículos 16 y 17.

El maestro relatará el resto de la historia según mejor le parezca. Conviene hacerlo sin

mayor énfasis hasta llegar a los dos últimos versículos. Pero cuando llega el momento de

relatar esta parte final, pida que el Espíritu Santo le levante por encima de todo lo que es

común y corriente, permitiéndole comunicar con plena fidelidad y poder los momentos

estupendos cuando el Dios Todopoderoso usó el lenguaje de hombres para declarar que Jesús

era su Hijo, y que Él se complacía (estaba muy, muy contento) en Él. Se trata de uno de los

eventos sobresalientes en la historia de nuestro universo; ¡el Espíritu Santo reposó sobre el

Hijo de Dios y la Voz habló desde los cielos!

Cualquier enseñanza o actividad adicional en esta coyuntura probablemente será un

anticlímax. Por esto, confórmese con que la clase repita los cuatro textos de Lecciones 34, y

el texto de la 17, y finalmente el de esta lección. Si queda tiempo, reparta papel y lápices para

que los niños escriban “Señor Jesús” como está en el pizarrón.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 39 El Hijo de Dios es sabio y puro

Texto para aprender de memoria y la mímica:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

Idea de la lección:

Más acerca del Hijo de Dios. Quien es. Es más sabio que todos los hombres, más sabio que

el mayor de los ángeles. El ángel impío, Satanás, encontró que no podía engañarle ni hacerle

pecar, Mateo 4.1 al 11.

La lección — Ejercicio (a):

Dibuje en el pizarrón el trébol que usted usó en Lección 7. Haga referencia a la enseñanza

de aquella lección en sus Ejercicios (a) y (b), y repita la actividad (d), pero limitándose a unos

pocos grupos de niños para no invertir mucho tiempo en este repaso.

Recuérdeles a los niños que el Hijo de Dios siempre era. Él nunca comenzó a ser (Lección

8). Siempre era el bien dispuesto obrador del Padre (Lección 9) mientras vivía en el cielo.

Repita el texto de memoria y la mímica de Lección 9.

Finalmente, haga un repaso de la escena del bautismo en Lección 38, enfatizando el hecho

de que la Voz del cielo probó que Jesús era el Hijo de Dios, y que el Padre Dios estaba muy

contento con Él. De nuevo, el texto de memoria y la mímica.

Ejercicio (b):

Ahora, desde que nació el Hijo de Dios, dos ojos crueles estaban mirándole, así como

habían vigilado a Papá Adán y Mamá Eva en el huerto de Edén, mucho, mucho tiempo atrás

cuando el mundo era nuevo. Eran los ojos del temible enemigo de Dios, el ángel impío,

Satanás. Él había echado a perder el hermoso mundo nuevo al persuadir a Mamá Eva a pecar.

Ahora pensaba que podía destruir toda obra de Dios al persuadir al Señor Jesús a pecar

también, y así no sería posible hacer a los pecadores seguros de no ser castigados por sus

pecados.

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Después de bautizado el Hijo de Dios, su Padre le mandó a un lugar abandonado donde

vivían fieras, o animales feroces. Por cuarenta largos días Él estuvo allí sin comer nada.

(Cuente hasta 40 en sus dedos). Terminado ese tiempo, Él tenía mucha, mucha hambre.

Satanás pensaba, “Esta es mi oportunidad. Si sólo puedo lograr que Él haga algo que yo le

mando hacer, entonces me habrá obedecido. Eso sería un pecado grande, por cierto. Echaría a

perder todo lo que Dios tiene en mente para salvar a los pecadores. Yo debo intentar que Él

haga algo”. Y entonces el malvado Satanás se puso a obrar. Se acercó al Señor Jesús. “Si eres

el Hijo de Dios”, le dijo, “habla a estas piedras y diles que se conviertan en pan”.

El Hijo de Dios ha podido hacer eso fácilmente, y ha podido comer el pan hecho de las

piedras. Pero Él sabía quién hablaba con Él. Simplemente le contó a Satanás un versículo de

la Palabra de Dios que quería decir, “La gente necesita comer más que pan si van a vivir en

verdad. Para realmente vivir ellos necesitan las palabras que Dios habla”.

¿Dios había hablado a su Hijo mandándole hacer para sí pan de las piedras? No, Dios

nunca había dicho tal cosa. Fue Satanás quien le dijo que debía hacerlo. El ángel malo

pensaba, “Él no va a prestar atención a nada sino las palabras que Dios habla. La próxima vez

yo debo decirle algo que viene de la Palabra de Dios”.

Cuente la segunda tentación, versículos 5 y 6. Esta vez Satanás usó un versículo que era una

promesa que Dios guardaría a su Hijo seguro de todo mal. Al usar este versículo, Satanás en

realidad estaba reconociendo que el Señor Jesús era el Hijo de Dios; de manera que el Hijo de

Dios simplemente respondió al ángel malo con uno de los dichos de Dios acerca de cosas que

las personas no deben hacer.

Satanás estaba perdiendo en grande. ¡La cosa no había resultado así en el huerto de Edén!

Pero él haría un intento más para provocar al Hijo de Dios a pecar. Llevándole a una montaña

alta, el ángel malo le enseñó todos los países del mundo. Entonces dijo, “Todo esto es mío,

pero yo se lo daré a usted si se dobla y me adora como si yo fuera Dios”. Una vez más el Hijo

de Dios le dijo a Satanás un versículo de la Biblia que hace ver cuán gran pecado sería si una

persona hiciera eso.

El ángel malo vio que él no tenía posibilidad de hacer pecar al Hijo de Dios, así que se

marchó. Cuando se había ido, Dios mandó a unos de sus ángeles buenos a dar a su Hijo la

comida que Él necesitaba.

Repita el texto de memoria y la mímica.

Al hablar con la clase acerca de esta gran historia, haga notar que los animales feroces no

hicieron nada malo con la Persona que los hizo, y también que solamente el Hijo de Dios

podía vivir tantos días sin comer. Enfatice que Él tenía poder para hacer pan de las piedras, y

que ha podido saltar del muro alto del templo sin hacerse daño a sí mismo. Hable de su gran

sabiduría en contestar a Satanás y su lealtad a Dios, el Padre. Comente que no había pecado

en Él, y que Él no podía pecar. En fin, pida ayuda especial de lo alto para formar una fuerte

impresión del Hijo de Dios que todo lo sabe y nunca peca.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 40 El Hijo de Dios es poderoso

Texto y mímica:

Mateo 3.17, como en Lección 38

Idea de la lección:

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El Hijo de Dios tiene poder sobre todas las cosas y Él las hizo. Haga referencia al agua,

Lección 4, Ejercicio (b). Esto se vio cuando Él cambió el agua en vino, Juan 2.1 al 12.

Detalles de la lección:

1. Se hizo una gran fiesta para las bodas de cierto hombre. Asistieron a la fiesta el Hijo de

Dios, su madre María y unos pocos varones que andaban a todas partes con Jesús para

aprender de Él (llamados discípulos). Asistió mucha otra gente también.

2. Pronto se acabó el vino, que la gente usaba en aquellos tiempos en vez de té o café. La

gente podía pensar que aquel hombre era muy pobre, o que no era cortés. María habló con

Jesús acerca de esta falta de vino.

3. Había en esa casa seis tinajas grandes que guardaban el agua para usar en lavar las

manos, los pies y los platos. Los judíos creían que se debería lavar las manos muchas veces, y

por esto había tanta agua en las tinajas. Quizás ellas ya habían sido vaciadas por la gente

antes de comenzar la fiesta.

4. El Hijo de Dios mandó a llenar las tinajas de agua, y entonces sacar de ellas y llevar lo

que sacaron al hombre que había pedido la fiesta.

5. Él se sorprendió al ver que el agua ya era vino, y del mejor.

6. Esta fue la primera “señal” que hizo Jesús.

Trabajo manual:

Presente un cartón doblado en cada extremo para formar las patas de una

mesa de unos seis centímetros de altura. Instruya a los alumnos a hacer

figuras de plastilina representando los invitados y el hombre responsable

por la fiesta pero sin incluir al Señor Jesús. Proporcione también seis

pequeños vasos, o tasas tomadas de un juego de vajilla de niño; estos

representarán las tinajas.

Contando con la ayuda de la clase, comience a reconstruir la historia.

Coloque las figuras en torno de la mesa de cartón. Descubra que no hay

vino. Repita el informe de María y la orden de Jesús a los siervos. Baje sus seis pequeñas

tinajas (que pueden ser llenadas de agua si usted desea) en un pozo imaginario, una a la vez, y

luego sáquelas y presente su vino al encargado de la fiesta. Algunos de sus alumnos pueden

saborear el agua en las tinajas y anunciar que es vino muy sabroso. Haciendo esto, su lección

debía resultar muy objetiva, aun si relata los detalles una sola vez.

Aplicación:

Fue así que el Señor Jesús hizo ver cuán grande era su poder. Al ver lo que Él hizo los

discípulos estaban seguros de que era en verdad el Hijo de Dios. No es de sorprenderse que

haya podido cambiar el agua en vino, porque Él hizo el mundo y todo lo que hay en él. Y

ahora Él había venido del cielo abajo a la tierra para pasar un poco de tiempo entre la gente

del mundo, y, mejor de todo, salvar a los pecadores de sus pecados.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? ...”

Lección 41 El Hijo de Dios habló de su Padre

Texto para aprender de memoria:

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124

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

Detalles de la lección:

1. El Hijo de Dios, de nuevo en casa en Nazaret, fue como de costumbre a la sala de reunión

el día sábado. Él tenía un mensaje para ellos, de manera que se puso de pie donde se

efectuaba la lectura. El hombre que custodiaba la Palabra de Dios le trajo una parte del

escrito; Él la abrió y comenzó a leer palabras que significaban:

“El Espíritu de Dios está sobre mí, porque me ha escogido para predicar las Buenas Nuevas a

la gente pobre. Él me ha enviado para consolar la gente con corazón partido, a decir a los

presos cómo ellos pueden estar en libertad y a los ciegos cómo ellos pueden ver, a despedir

en felicidad la gente que está agobiada con problemas, y a decir a los pecadores que ahora es

cuando Dios salva”.

2. Todo el mundo se fijaba en Él mientras leía. Probablemente sus hermanos y hermanas

─Mateo 13.55,56─ estaban allí, y también la gente con quienes jugaba cuando niño. Se

preguntaban cómo podía Él decir estas cosas, porque no sabían que era en realidad el Hijo de

Dios. Él dijo: “Este día esta palabra se ha cumplido, aun ahora mismo cuando ustedes están

escuchando”.

Pero ellos no estaban interesados en sus palabras, pensando que era solamente el hijo de José,

el carpintero. Ellos se creían buena gente que no necesitaban oir las Buenas Nuevas de Dios

para los pecadores. No tenían el corazón partido ni sabían que en realidad estaban presos a

causa de sus pecados, y que sus cosas buenas nunca podrían darles libertad. Pero el Hijo de

Dios sabía todo lo que estaba sucediendo en sus corazones.

3. Él les dijo que sabía que no pensaban que tenía un mensaje de Dios para ellos, versículo

24. Entonces dijo que en tiempos pasados Dios había pasado por alto a su pueblo cuando

ellos no querían escuchar sus mensajes y había enviado bendición a otros que sí estaban

dispuestos a oir. Ellos no querían que Él les salvara (1 Reyes 16.33) así que salvó a otros: la

viuda que vivía en Sarepta, 1 Reyes 17.8 al 24, y el sirio Naamán, 2 Reyes 5.1 al 14. Se

puede relatar brevemente ambas historias para enfatizar el punto.

4. Airados a causa de sus palabras, ellos lo empujaron fuera de la sala de reunión y por una

senda que conducía a la cresta de una colina, con la idea de echarle abajo y de esta manera

matarle. ¡Pero Él no era simplemente un hombre! Era el Hijo de Dios. Cuando llegaron a la

cresta Él dio media vuelta y se fue caminando en medio de la multitud, y nadie podía pararle.

Aplicación:

Haga una comparación entre los pecadores de hoy día y los de Nazaret, quienes, negando

creer que el pecado les ha hecho tan necesitados como la viuda y tan inmundos como el

leproso, no tienen ningún interés en los mensajes de Dios acerca de la salvación y cómo

hacerse seguros del castigo por venir.

El Hijo de Dios manifestó su amor en traerles las Buenas Nuevas; su misericordia al no

castigarles de una vez por haber intentado matarle; y su poder cuando Él se marchó sin haber

sufrido nada.

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 42 El Hijo de Dios sanó a los enfermos

Texto para aprender de memoria:

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125

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

Detalles de la lección:

Con el fin de que los alumnos perciban algo del gran poder del Hijo de Dios en sanar a los

enfermos, asegúrese de enfatizar que el leproso estaba sin esperanza; y parecía imposible que

el siervo del centurión podría ser sanado desde lejos; y la suegra de Pedro se recuperó de

inmediato, levantándose de la cama para servir a los convidados, escasos minutos después de

haber estado consumida por una fiebre. Ningún médico humano podría hacer estas cosas. La

aplicación de esta lección consistirá en hacer resaltar la condición triste y desesperada de

estas tres personas, dando lugar así a que el Hijo de Dios demostrara su poder.

1. El leproso contaminado. La lepra produce horribles bollos en el cuerpo. El cuerpo se

pudre adentro. A veces se desprenden los dedos, y aun las manos y los pies se destruyen. La

lepra hace que la gente sea inmunda; ellos se alejan de otros y viven solos. Véanse Levítico

13.1 al 8, 4 al 46 y Números 5.1 al 3.

Cuente de este hombre enfermo y sin remedio. Él tuvo que abandonar su hogar y la gente que

amaba, para vivir solo en lugares sucios, rebuscando entre la basura y mendigando sin poder

acercarse a la gente de quien pedía comida y ropa. Describa cómo sería su vida solitaria,

expuesto a las tempestades, refugiado en una cueva, enfermo y hambriento, anhelando que

alguien le curara. Describa su temible clamor, “¡Inmundo, inmundo!” cuando alguien se

acercara. Finalmente, describa su encuentro con el Hijo de Dios.

2. El siervo paralítico. Describa una persona en esta condición, su sufrimiento y dolor y su

incapacidad de moverse. Un médico tendría que venir a verle y darle medicina en la

esperanza que algún día la persona se mejorara. Contraste el poder del Hijo de Dos quien no

tenía que acercarse a este enfermo, y haga ver que el hombre tampoco requirió un largo

tiempo para mejorarse. El Señor Jesús simplemente dijo la palabra y el siervo quedó sano.

3. La suegra de Pedro. Relate cómo esta señora estaba en cama, muy enferma con lo que el

médico Lucas llama “una gran fiebre”. Aquella mañana el Hijo de Dios había predicado en el

salón en Capernaum; Lucas 4.31,38,39. Una vez terminado el culto, fue a casa con el señor

Pedro y encontró a la mujer muy enferma. El Hijo de Dios habló a la fiebre y de una vez la

enfermedad la dejó. Él la tomó por la mano y la ayudó a levantarse, y de pronto ella estaba

atendiendo a los visitantes. ¿Quién aparte del Hijo de Dios podría tener semejante poder?

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 43 El Hijo de Dios dio comida a los hambrientos

Texto para aprender de memoria:

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, Mateo 3.17

Detalles de la lección:

1. Mucha gente se reunía dondequiera fuera el Señor Jesús. A menudo no había suficiente

tiempo como para comer. En cierto día como estos Él oyó que Rey Herodes había mandado a

matar al profeta de Dios, Juan el Bautista. Deseando estar solo por un tiempo, Él y sus

discípulos (alumnos) entraron en una barca de pesca y navegaron a una playa tranquila. Pero

la gente vio que hacían esto y muchos de ellos corrieron por la orilla y encontraron al Señor

poco después que Él desembarcó.

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2. Había también numerosa gente de viaje a Jerusalén para la fiesta de la pascua. Ellos

también habían oído acerca del Hijo de Dios, porque los discípulos recién habían regresado

de predicar en todos los pueblos de Galilea. Aparentemente muchos de estos transeúntes se

unieron al gentío procedente de Capernaum, de manera que la multitud alcanzó a los cinco

mil hombres sin contar las mujeres y los niños.

3. Esta gente se quedó todo el día mientras el Señor Jesús les enseñaba y curaba a sus

enfermos. Se acercaba la noche y no había dónde conseguir alimentos. Los discípulos le

pidieron despachar a la gente, pero Él dijo: “No tienen necesidad de irse; denles ustedes de

comer”. Él hizo una pregunta para probarles, Juan 6.3 al 6, y Felipe respondió que unos

treinta dólares de pan no sería suficiente para ser repartido entre tanta gente.

Andrés les informó que había cinco hogazos de cebada de quizás quince centímetros de

diámetro y dos de grosor, y también dos pequeños peces.

4. El Señor Jesús mandó que la gente se sentara sobre la hierba en grupos de cien o

cincuenta, así como en las clases grandes de muchachos. Procure que su clase capte una

noción del gentío que hubo aquel día, quizás haciendo una comparación con el número de

alumnos en la escuela bíblica o la escuela pública. Si es de cien alumnos, usted tendrá que

trazar cincuenta círculos en el pizarrón para representar el tamaño de la concurrencia.

5. Cuando todos estaban sentados, el Señor Jesús dio gracias por la comida y entonces

empezó a romper en pedazos los panes y peces. Los dio a los discípulos, y ellos a la gente.

Caminaron entre los grupos de comensales y volvieron al Señor pidiendo más para repartir.

La cantidad disponible nunca menguó porque Él hacía más y más. (El maestro debe pasear

entre sus alumnos, fingiendo dar a cada uno un pedazo de pan y pescado).

6. Terminada la cena sobre la hierba, Él mandó a los discípulos a recoger los pedazos de pan

y pescado que la gente no había comido. Ellos llenaron doce cestas ─ mucho más de lo que

había cuando comenzaron.

(Dibuje en el pizarrón seis círculos para representar los panes y abajo dos pequeños peces.

Debajo de éstos, dibuje las doce cestas. Pida a la clase contar los panes y peces, que fue toda

la comida que había. Entonces cuente las cestas ─ lo que sobró una vez que todos habían

comido).

Aplicación:

Aun cuando triste Él por la muerte de Juan el Bautista, cansado en su cuerpo humano y

necesitado de descanso, la compasión amorosa del Hijo de Dios se hizo evidente, como

también su gran poder. Él aceptó la gente sin queja, contó el mensaje de su Padre, sanó a los

enfermos y dio de comer a todos.

Este gran milagro debía ser una lección ilustrada al pueblo, enseñándoles que de la manera

que ellos necesitaban pan para mantener sus casas-cuerpos, también le necesitaban a Él, el

Pan de Vida, para dar la vida eterna a sus pobres almas muertas en pecado.

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 44 El Hijo de Dios salva de los pecados

Texto para aprender de memoria:

El salvará a su pueblo de sus pecados, Mateo 1.21

Mímica:

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Él Diga, “Esto quiere decir el Hijo de Dios” salvará Agáchese y con ambas manos recoja

del suelo a un cordero imaginario a un lugar seguro a su pueblo Un arco con su brazo de

sus pecados Haga sobre el corazón la señal ondulada que significa el pecado

Idea de la lección:

El Hijo de Dios perdonó los pecados del hombre antes de curarle de su enfermedad, haciendo

ver que tener los pecados perdonados es más importante que cualquier otra cosa.

Y, la curación de otro paralítico, Marcos 2.1 al 12.

Detalles de la lección:

1. Recoja y enfoque las ideas sueltas de los niños, platicando acerca de niños que padecen

del polio. Hable de las consecuencias trágicas de esa enfermedad: brazos que no se pueden

mover, piernas que no pueden caminar, etc. Una vez ganado un interés activo, e impartida la

idea de qué es tener polio, usted estará en condiciones de comenzar la lección.

2. Prosiga con una descripción de la condición de inútil de ese hombre; no podía pararse,

acudir a la mesa a comer, trabajar o ir a cualquier parte. Quizás había estado postrado en

cama por semanas o años, pero los médicos no podían curarle.

3. El Señor Jesús había estado ausente por cierto tiempo, enseñando en las ciudades y los

pueblos de Galilea. Una vez terminada esa obra, Él volvió a vivir (según entendemos) en casa

de Pedro en Capernaum. El pueblo se dio cuenta de una vez de su regreso “a su ciudad” y se

difundió la noticia de que “estaba en casa”. Cuatro amigos del paralítico reconocieron que

esta era su oportunidad para que el enfermo fuese sanado. Abunde usted en lo posible en la

iniciativa de los versículos 3 y 4.

4. Interrumpa su relato por un tiempito para conversar sobre qué necesitaba ese hombre más

que todo.

A lo mejor todos van a opinar que su gran necesidad era la de ser curado. Repase la condición

del hombre y haga ver cuán razonable parece ser esa conclusión. Comente que estaban

sentados allí muchos maestros de la ley y otra gente que opinarían sin duda que la curación

era la necesidad sobresaliente.

Pero había Uno en aquella casa que vino del cielo. Él podía ver cuánto ese

hombre necesitaba la curación de su cuerpo, pero también podía ver dentro de

su corazón. ¿Qué veía allí? El Hijo de Dios, quien sabe todas las cosas,

Juan 1.24,25, veía el terrible pecado que moraba allí adentro. Así, en vez de

curar su enfermedad, le dijo, “Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Para probar a todos los concurrentes que era de veras el Hijo de Dios, y

que realmente contaba con poder para perdonar los pecados, Él curó

su enfermedad además, versículos 10 y 11.

Describe el regocijo del hombre, la sorpresa de la gente cuando él se

fue caminando y lo que sus amigos han debido sentir cuando llegó a

casa.

Trabajo manual:

Abra un espacio entre dos asientos y coloque sobre ellos, y sobre la apertura, una cubierta de

papel o cartón. El espacio entre los asientos será la casa, y la cubierta, el techo. Haga varias

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figuras de plastilina y colóquelas en la casa para representar la gente presente allí. Haga

también la figura del hombre enfermo. Un pañuelo servirá de cama.

Pida a cuatro alumnos que cada cual sostenga una esquina del pañuelo, llevando el hombre a

la casa y subiendo al techo. Ayúdeles a abrir un hueco en el techo; amarre las esquinas con

hilo o cuerda y pida a los alumnos bajar el hombre al piso. Hecho esto, repase las palabras y

los hechos del Señor Jesús.

Enfatice: (a) que la obra tan maravillosa probó que Él era de veras del Hijo de Dios; (b) que

Él fue enviado para salvar a su pueblo de sus pecados; (c) que la gente necesita más que

cualquier otra cosa en el mundo que sus pecados sean perdonados, y que, perdonados, ellos

están seguros.

Luego saque al hombre de la casa, enderécelo y póngalo de pie y haga que se vaya

caminando.

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 45 El Hijo de Dios es el Buen Pastor

Texto para aprender de memoria:

El buen pastor su vida da por las ovejas, Juan 10.11

Mímica:

El buen pastor Señale hacia arriba, y luego baje las manos hacia el piso, para indicar Aquel

que vino desde el cielo su vida da Incline la cabeza, ojos cerrados, y doble las manos

sobre el pecho por las ovejas Emplee la mímica que corresponde al cuidado de la oveja

perdida, para sugerir que Él da su vida para hacerla segura.

Repita también el texto de memoria y la mímica de Lección 44

Idea de la lección:

El Hijo de Dios era el Buen Pastor. Él vino para dar su vida, a morir para que su rebaño

pudiera estar seguro. La parábola del bueno pastor y el lobo, Juan 10.11 al 16.

La lección ─ Ejercicio (a):

Empleando el método yo veo, mire lejos de la clase y pronuncie de manera enfática:

“Veo gente; un padre, una madre y unos hijos. Están caminando por un camino. Hay mucha

gente allí al otro lado de la colina. Alguien está hablando con ellos. El padre, la madre y los

hijos se acercan a ver qué está sucediendo. Oyen palabras maravillosas, así que se quedan por

buen rato, escuchando. Pero llega el atardecer y los niños están cansados y hambrientos. Pero

no tienen qué comer; habían pensado ir a un pueblo cercano a comprar comida, pero ahora se

ha hecho tarde. Pero veo otra cosa. Es un muchacho. Él carga una cesta, y en ella hay cinco

pequeños panes planos y dos pequeños peces …”

Prosiga de la misma manera, describiendo la alimentación de los cinco mil y enfocando la

atención en el Señor Jesús, sin nombrarle. Finalmente, pregunte, “¿Quién es Él?”

De la misma manera describa la curación del hombre enfermo de parálisis, de nuevo

enfocando la atención en la Persona del Salvador. Termine su relato acerca del Benefactor no

nombrado, preguntando, “¿Quién era Él?”

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Si usted logra agilidad al relatar estas historias, los niños no se cansarán con una tercera ─

una que será nueva entre sus lecciones ─ la historia de la hija de Jairo en Lucas 8.41,42, 49 al

56. Termínela de la misma manera que las otras.

Finalizados estos relatos, señale que uno pensaría que todo el mundo amaría al Señor Jesús

quien había hecho tanto bien por la gente necesitada. Con estas grandes bondades como

trasfondo, cuente el odio de los gobernantes impíos, quienes no sentían ninguna necesidad de

ser limpiados de sus muchos pecados.

Ejercicio (b):

Repita los dos textos a ser memorizados, junto con la mímica. Luego un cuento supongamos

que de la parábola implícita en el pastor falso (el asalariado, una palabra que los niños no van

a captar). Cuente de un rebaño de ovejas, allí afuera en la ladera de una montaña, dejado a la

merced de un pastor falso. No eran suyas las ovejas y él realmente no tenía mucho interés por

ellas. Cuente de una noche oscura y un lobo feroz que merodeaba por allí, y cómo ese pastor

huyó, dejando aquellas ovejas a la merced de la fiera y muertas al final.

Una vez más, repita los dos textos de memoria. Y, revirtiéndose al método yo veo algo,

cuente de otra noche oscura; pero esta vez el Buen Pastor está cuidando el rebaño. Él no lo

abandona. Más bien, se enfrenta con el terrible lobo. Cuente de una lucha cerrada, un lobo

muerto, y cómo el Buen Pastor pagó el gran costo de dar su propia vida para que las ovejas

no pierdan la suya.

Explique que esa historia es un cuadro de algo que realmente sucedió. Pero en realidad las

ovejas eran los pecadores: hombres y mujeres, niños y niñas. Y el lobo era en realidad el

temible enemigo de Dios, Satanás, quien odia a Dios y no quiere que los pecadores estén

seguros. Él quiere más bien que ellos vayan a la cárcel de Dios. Pero vino el Buen Pastor. Él

vino a quitar el poder a Satanás, para que los pecadores puedan tener sus pecados lavados ─

¿y qué me puede lavar los pecados? ─ y tener un lugar un día en el hogar muy feliz de Dios

en los cielos. Pero el Buen Pastor tenía que dar su vida para quitarle a Satanás su poder;

Hebreos 2.14,15, Él tuvo que morir para que los pecadores puedan tener la vida eterna. ¿Y

quién piensa usted era el Buen Pastor?

El la próxima clase esperamos comenzar a decirle la historia de cómo el Buen Pastor dio su

vida por las ovejas. (Nota: Salvo que no haya sido terminada, esta historia no tiene que ser

repetida).

Trabajo manual:

Si hay tiempo para ello, háganse en plastilina figuras ajustadas a las últimas dos historias.

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 46 El Hijo de Dios dio su propia vida

Texto para aprender de memoria:

El buen pastor su vida da por las ovejas, Juan 10.11

Idea de la lección:

Vino el tiempo para que el Buen Pastor pusiera su vida por las ovejas, para salvarlas de sus

pecados. La última pascua y el Getsemaní; Mateo 26.14 al 56

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La lección:

Por cuanto esta lección consistirá de un todo en relatar una historia cuyos detalles pueden ser

recogidos fácilmente del pasaje de las Escrituras, anotaremos sólo los puntos más resaltantes.

Al ser posible emplee el flanelógrafo.

Para enfocar los pensamientos dispersos de los niños, sería aconsejable enfocar su atención

por un recuento de la historia del pastor falso, empleando el método yo veo algo.

(a) Por fin se acercó el tiempo cuando el Buen Pastor debía dar su vida para salvar a su

pueblo de sus pecados ─ pecados que les llevarían a la cárcel de Dios. Él sabía que tendría

que librar una terrible batalla con el enemigo de Dios, Satanás, y que debía morir y derramar

su sangre para que nuestros pecados fuesen lavados. Pero Él nos amaba, y nada podía

infundirle miedo ni hacerle huir.

Sabiendo que había llegado su última noche en el mundo, Él fue con los doce hombres que

habían sido sus alumnos, o discípulos, a un salón en la segunda planta de la casa de cierto

hombre. Ellos fueron para celebrar la fiesta de la pascua. (No intente describir la pascua, sino

explique no más que se mataba un pequeño cordero para comer su carne en la fiesta).

(b) Terminada esa ceremonia, el Señor Jesús mostró a sus amigos cómo celebrar la reunión

de la cena del Señor. Desde ese entonces su pueblo ha guardado aquella ceremonia para

ayudarles recordar la ocasión cuando Él dio su vida por las ovejas.

(c) Pero uno de los discípulos no estaba presente en la reunión del partimiento del pan. Él

salió antes de que comenzara. Su nombre era Judas … Describa cómo el traidor hizo planes

con los gobernantes impíos y el negocio que había pactado.

(d) Una vez terminada la reunión de la cena el Buen Pastor habló por varios minutos con sus

amigos. Les contó algunas de las cosas que le iban a suceder, así que ellos se pusieron muy

tristes … Hable sobre las palabras preciosas de Juan 14.1 al 3.

La noche era oscura cuando ellos se marcharon de aquel salón. No había luces en las calles

para guiarles, pero ellos sabían caminar en la oscuridad. El Buen Pastor les condujo fuera de

la ciudad, a través de un riochuelo y después arriba a un jardín, o huerto, en una colina,

llamado Getsemaní … Describa tan gráficamente como puede qué sucedió allí: la agonía, la

copa que Dios le dio llena de nuestros pecados, y el castigo que esos pecados requerían; la

traición cruel; y la aprehensión por los guardas enviados por los gobernantes crueles. Y así,

como aquel corderito que había sido llevado al lugar de su muerte para proveer carne para la

fiesta de la pascua, el Buen Pastor permitió que los guardas le atasen y le llevasen al palacio

del sumo sacerdote.

Aplicación:

Enfatice el amor mostrado por el Buen Pastor en que:

(i) Él no huyó como hizo el falso pastor.

(ii) Él fue benigno con Judas aunque sabía qué pensaba hacer aquel hombre.

(iii) Él estaba dispuesto a beber aquella terrible copa de castigo para hacer posible que

nuestros pecados fuesen lavados.

(iv) Él no mandó al infierno ni a Judas ni a los guardas por lo que le estaban haciendo. Él fue

como un cordero al matadero.

¡Maravilloso Salvador!

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

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Lección 47 El Hijo de Dios murió en la cruz

Texto para aprender de memoria:

La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, 1 Juan 1.7

Mímica:

Las lecciones que quedan no requieren mímica, pero si usted desea se puede seguir con el

texto de memoria y la mímica de Lección 45.

Idea de la lección:

Fue en la cruz que el Buen Pastor dio su vida por las ovejas, Marcos 15, Juan 19.28 al 37.

La lección:

Haga mención de los eventos de la

lección anterior. Luego:

(a) Los guardas condujeron al Buen

Pastor por el camino rudo hasta el

palacio del sumo sacerdote. Los

dirigentes malvados estaban con-

gregados allí a ver qué podían hacer en

contra de ese Ser Bendito a quien

odiaban tanto. Toda la noche requerían

que Él se quedara parado mientras le

interrogaban e intentaron que dijera

algo malo que informar al gobernador

para que fuera castigado. Pero Él no respondió a las cosas malas que ellos le decían.

Finalmente le preguntaron si era el Hijo de Dios. Él dijo que sí. Esta respuesta les llenó de

enojo. Algunos empezaron a escupirle; los guardas le empujaron de un lado a otro (“le

golpearon”); algunos de los subalternos le taparon los ojos y le daban felpas en la cara,

diciendo: “Ahora díganos quién le golpeó”. Marcos 14.53 al 65. (No incluya la defección de

Pedro, para no dar lugar a confusión).

(b) Al amanecer, cuando el gobernador Pilato ya se había levantado y estaba listo para sus

labores, esos hombres malvados condujeron al cansado Buen Pastor al atrio de Pilato. Le

acusaron de muchas cosas muy malas, pero cuando el gobernador le preguntó varias cosas, él

se dio cuenta de que ese no había hecho ningún mal. ¿Cómo sería posible que el Hijo de Dios

hiciera algo malo? Pilato vio también que los dirigentes le odiaban, así que dijo: “Voy a

mandar que lo azoten con cuerdas, y dejarle ir”. Pero los malos líderes habían reunido a un

gran grupo de gente fuera del tribunal y les habían dicho qué decir. Ellos gritaron y

exclamaron: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!”

Pilato quería complacer la gente, así que permitió a los soldados golpear a la Persona Bendita

en la espalda hasta correr la sangre, hacer una corona de espinas para ser puesta sobre su

cabeza, ponerle una túnica de púrpura y burlarse de Él, diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!”

El gobernador esperaba que al ver el pueblo cuánto había sufrido el Buen Pastor, ellos

estarían satisfechos al verlo puesto en libertad. Pero cuando lo sacó fuera para que todos le

vieran de nuevo, los malos líderes y el pueblo gritaron otra vez, “¡Fuera con este! ¡Que sea

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crucificado!” Así, para satisfacer al pueblo el gobernador mandó a sus soldados dar muerte al

Buen Pastor clavándole a una cruz.

(Nótese que no se ha incluido la marcha al tribunal de Herodes ni el episodio de Barrrabás.

Son detalles que se pueden incorporar más adelante cuando los niños se hayan familiarizado

con la esencia del relato. Se omitirá también el relato de los dos ladrones).

(c) Descríbanse: la procesión al lugar llamado el Calvario; el Salvador siendo clavado

mientras oraba: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”; la cruz levantada y la

burla del pueblo.

(d) Una vez que los hombres habían hecho lo peor que podían con el Buen Pastor, Dios

causó que todo fuera oscuro. Cuando todo estaba muy oscuro Él tomó los pecados de todo

pecador que iba a poner su fe en el Salvador, y los puso sobre el Señor Jesús como si fueran

los suyos propios. Entonces la terrible ira de Dios cayó sobre Él. ¡Oh niños! ¡Fue muy, muy

terrible! ─ Más de lo que nosotros jamás vamos a saber. El Buen Pastor estaba sufriendo por

nuestros pecados, castigado para que nosotros pudiéramos ser librados, para que nosotros no

tuviéramos que ser castigados por el pecado.

Al cabo de tres largas, temibles horas Él ya había sufrido todo. El Señor Jesús exclamó a gran

voz: “Consumado es”. Él inclinó la cabeza y envió lejos su espíritu. El Buen Pastor había

dado su vida por las ovejas.

Entonces un soldado metió un espada en su costado. La sangre salió, y agua. ¿Qué me puede

dar perdón?

Desde este punto en adelante es apropiado que usted apele prudentemente a sus oyentes. En

la experiencia de quien escribe no se encontró una manera más objetiva de lograr los

beneficios de esta poderosa obra de la salvación que decir (con base en 1 Juan 5.12): “¿Quién

permitirá que el Señor Jesús le haga seguro de no ser castigado por sus pecados? ¿Hay

alguien aquí que realmente quiere estar seguro? Si lo hay, Dios dice que tendrá vida todo

aquel que reciba al Señor Jesús. ¿Quién tendrá a Jesús como su Salvador? Si tú quieres

tenerle a Él, Él con mucho gusto te tendrá a ti, [Juan 6.37]. Es porque Él fue castigado por el

pecado que puede guardar a una persona segura; su sangre lavará sus pecados, y Él le dará la

clase de vida necesaria para vivir en su hogar muy, muy feliz en el cielo ─ la vida eterna”.

Lección 48 El Hijo de Dios volvió a vivir

Texto para aprender de memoria:

Porque yo vivo, vosotros también viviréis, Juan 14.19

Idea de la lección:

El Buen Pastor volvió a vivir; Mateo 27.57 al 28.15.

La lección:

(a) Fue un día triste cuando el Buen Pastor murió en la cruz, el día más triste que ha habido

en todo tiempo. Cuente cómo el hombre rico, José, y el benigno Nicodemo se presentaron

ante Pilato y rogaron por el cuerpo del Señor Jesús. Se les dio permiso, y ellos quitaron su

cuerpo de la cruz, lo lavaron, pusieron especies agradables sobre el cuerpo y lo envolvieron

en una tela limpia de algodón.

Entonces lo llevaron abajo al jardín cerca de donde había estado la cruz, donde José tenía un

sepulcro nuevo en la piedra. Era un pequeño salón cavado en la ladera de un peñón.

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Acostaron allí el cuerpo muerto del Buen Pastor y rodaron una gran piedra justo frente a la

pequeña puerta para cerrar muy bien aquel salón.

(b) Explique cómo eran los esfuerzos de los judíos para asegurarse de que Él se quedaría

muerto para siempre: la tumba sellada y los vigilantes frente de ella.

(c) Pero el Buen Pastor, el poderoso Hijo de Dios, no podía quedarse muerto para siempre.

Temprano el tercer día hubo un gran terremoto. Un ángel descendió del cielo y rodó la gran

piedra … Describa su apariencia, el temor y la huida de los vigilantes, la llegada de las

mujeres, el mensaje del ángel para ellas, su confianza de que la tumba estaba vacía y su

encuentro con el Señor vivo.

Aplicación:

Así como el día que Él murió fue el más triste jamás habido, el día que volvió a vivir fue el

más feliz jamás habido.

El poderoso Hijo de Dios, el Buen Pastor, era el Señor de Vida. Él no podía quedarse muerto.

Por cuanto Él vive, toda persona que pone su fe en Él para hacerle seguro, va a vivir mientras

Él viva ─ y será para siempre y siempre. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, Hechos

16.31. ¿Quién aquí va a confiar en Él para hacerse seguro?

Para terminar: ¿Qué me puede dar perdón …?

Lección 49 El Hijo de Dios volvió al cielo

Texto para aprender de memoria:

Jesús … ha sido tomado de vosotros al cielo, Hechos 1.11

Idea de la lección:

El Señor vivo visitó sus discípulos; acerca de Tomás y de Judas; y su regreso al cielo. Juan

20.19 al 29, Mateo 26.3 al 10, Lucas 24.50 al 53, Hechos 1.6 al 12

La lección:

Por cuanto los relatos bíblicos son suficientemente claros, se sugiere que usted tome papel y

lápiz y anote los detalles de la historia así como están presentados. Se hace mención del

nombre de Judas porque él no estaba en la segunda planta y la clase querrá saber qué pasó

con él.

Aplicación:

(a) Anote para su propio entendimiento que Cristo recibió el castigo del pecado por todo

pecador, y en lugar de los que confían en Él.

(b) Dios estaba muy satisfecho con la obra hecha en la cruz, Él levantó (resucitó) a su Hijo

amado de entre los muertos y lo llevó a su hogar en el cielo.

(c) Él vive para guardar seguro del castigo a todo niño que pone su fe en Él. Su sangre limpia

de todo pecado, y ellos nunca van a perderse. Son “salvos”.

Para terminar: “¿Qué me puede dar perdón? …”

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Lección 50 El Hijo de Dios busca

Texto para aprender de memoria:

El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido, Mateo 18.11

Idea de la lección:

Una parábola acerca del Buen Pastor haciendo segura a una oveja perdida, Mateo 18.11 al 14

La lección:

Una historia que oyó un muchacho, versículo 2

Desde aquí en adelante se relatarán las historias bíblicas en secuencia, encontrando una

medida de comprensión mayor de la que hubiera sido posible sin el fundamento que hemos

presentado, construyendo “línea sobre línea”.

Judas 24,25

El superintendente en la escuela dominical

Es un diácono, y candidato para grado honroso

D.R.A.: Bet-el número 81

… a todos los santos en Cristo Jesús que están en filipos, con los obispos y diáconos,

Filipenses 1.1

Los que ejercen bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza

en la fe, 1 Timoteo 3.13

… nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; … ella ha

ayudado a muchos, Romanos 16.1.2

Un diácono es un servidor. Es un ministro en el sentido más elevado de esa palabra.

No es un subanciano, aun cuando muchas veces un anciano es un diácono también.

Puede ser un hermano o una hermana cuyo servicio toma la forma de un trabajo

manual o técnico, o sea, cuyo ministerio trata de administrar cosas materiales entre

el pueblo del Señor o de atender a sus necesidades cotidianas, pero de ninguna

manera se limita el diaconado a estas esferas de las finanzas, la hospitalidad y el

cuidado del lugar de las reuniones. El uso más frecuente de la palabra es las

Epístolas es con referencia al predicador y el pastor.

En la traducción que usamos a diario es solamente en los pasajes citados arriba que

encontramos esta palabra diácono, pero la misma figura muchas veces como

ministro o siervo. Cristo vino a ser ministro, o diácono, para mostrar la verdad de

Dios, Romanos 15.8. Los ministros (diáconos) de Satanás se disfrazan como ángeles

de luz, 2 Corintios 11.15. "Si alguno quiere ser mi diácono," dijo el Señor, "sígame

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… allí estará mi servidor," Juan 12.26. Y, "Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de

todos, y el servidor (diácono) de todos," Mateo 9.35.

Basta esta lista para recordarnos que uno no debe tener una idea rara sobre esta palabra griega

que por alguna razón ha entrado en nuestro idioma casi sin traducción. Un diácono no es

exactamente un siervo en el sentido de un dóulos, un esclavo. Los sabios en la materia

comentan que generalmente el Testamento habla del siervo / dóulos en su relación con su

amo, y de un ministro / diácono en relación con su trabajo.

Para ser un buen ministro de Jesucristo, uno tiene que ser nutrido con las palabras de fe y

doctrina, tiene que desechar las fábulas, y tiene que ejercerse para la piedad, 1 Timoteo 4.7.

La lista de cualidades que más conocemos es la de 1 Timoteo 3, quizás porque allí se traduce

ministro como diácono. Hay en el capítulo una lista que se refiere a los ancianos en la

asamblea y otra a los servidores. Si vemos con cuidado las dos, pronto se nos irá la idea que

el diácono es una especie de anciano de segunda clase.

Veamos:

la moral: honesto, sin doblez, no dado a mucho vino, no codicioso

la doctrina: guarda el ministerio de la fe con limpia conciencia

la experiencia: sometido a prueba primero

el hogar: una sola esposa; buen gobierno en el seno de la familia

Y la mujer que aspira a ser una Febe moderna: honesta, no calumniadora, sobria y fiel

Ahora bien, el superintendente en una escuela dominical es un diácono. Es uno de esos

servidores de quienes hemos venido hablando. No es un jefe, sino un evangelista, pastor,

coordinador, y a veces un cantor y maestro o ayudante. Es un pequeño Pablo, quien dijo de sí

mismo en Colosenses 1.25 que era ministro "según la administración de Dios" y "para que

anuncie cumplidamente la palabra de Dios".

Esto lo persigue el superintendente. Se pregunta si hacen falta maestros, si el recinto y los

equipos bastan, si los maestros tienen lo que necesitan. Procura palpar el sentir de los

alumnos, acaso haya problemas con algunos maestros. No necesariamente dirige el canto,

pero se interesa grandemente por la calidad espiritual de lo que los alumnos están

aprendiendo en coros e himnos.

El superintendente es el intermediario entre la asamblea y sus ancianos por un lado, y la

escuela dominical por otro lado. A veces tiene que decir respetuosamente a los ancianos que

la escuela dominical no está recibiendo el apoyo que amerita y necesita. Otras veces tiene que

recibir de ellos el mensaje que están sucediendo cosas en la escuela que no convienen para la

asamblea.

Hemos dicho que él está pendiente de la capacidad y dedicación de los maestros, pero hay

otro lado a este asunto. Muchas de nuestras escuelas dominicales (o sabatinas, etc.) cuentan

con hermanas (y varones también) de gran dedicación y mucho ejercicio en cuanto a sus

alumnos. No pocas veces son mejores maestros que el mismo superintendente. Es de temer

que a veces subestimamos lo que algunas señoritas y señoras están haciendo para el Señor en

sus clases, y de cómo se sacrifican para llevar esos alumnos sobre sus corazones.

El buen superintendente no deja que sean una ley para sí, ni que sólo ellas o ellos dispongan

de los recursos que la asamblea puede aportar, pero a la vez él se cuida de no estar metiendo

la nariz innecesariamente en las clases donde hay una estrecha relación entre maestro y

alumnos.

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Ya lo hemos dicho: el superintendente en la escuela bíblica no es un jefe, sino un servidor.

El coordina. Es, si quiere, un evangelista especializado. Si es cumplido en su ministerio,

trabaja duramente, y debemos reconocer que eso le cuesta. Acordémonos: los que ejercen

bien esta forma de diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe.

¿Qué es la lección? Para el superintendente, como para cualquier otro diácono en la

asamblea, la lección es de doble filo:

Debe ser sano espiritualmente.

Si uno está intentando servir, debe averiguar si su vida está a la par

con el ministerio que pretende realizar.

"Su buen servicio es un gran honor", expresa un himno que cantamos a menudo. Sí, y una

gran responsabilidad también.