7 reflexiones urgentes ante las denuncias de firmas falsas
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Rafael Correa y el CNE, actúan en concierto, y buscan aprovechar esta tragedia, esta traición intolerable a la fe pública de muchos ciudadanos por personas inescrupulosas, para terminar con la ya raquítica democracia ecuatoriana e instaurar una dictadura en el país. Sí, una dictadura pura y dura, en la cual, la posibilidad de la alternancia en el poder quede reducido a una competencia electoral vacía entre las organizaciones que el CNE y Correa decidan dejar en la carrera. Abramos los ojos. Estamos al borde del asesinato del pluralismo político en el Ecuador; del asesinato de la democracia ecuatorianaTRANSCRIPT
SIETE REFLEXIONES URGENTES
Ante las denuncias de firmas falsas en los registros de las organizaciones políticas
César Montúfar, asambleísta de Concertación
1. La posibilidad de que entre las firmas que presentaron los partidos y movimientos
políticos se encuentren firmas falsas o falsificadas, es decir, que se tomó el nombre,
el número de cédula y la firma de personas sin consentimiento, es una traición
mayor a la fe pública, un hecho que espeluzna y que debe ser investigado
judicialmente hasta determinar a los responsables.
2. La ocurrencia de esta deplorable situación es corresponsabilidad del CNE y de las
organizaciones políticas. Del CNE porque falló en el proceso de verificación de las
firmas presentadas y porque su sistema informático no es confiable al adolecer de
errores que incluso permitirían adulterar información; y de las organizaciones
políticas porque, voluntaria o involuntariamente, faltaron en sus mecanismos de
control y depuración internos de las firmas presentadas a la autoridad electoral.
Por tanto, el CNE y todas las organizaciones políticas tienen la obligación de
ofrecer disculpas y dar explicaciones al país por lo sucedido.
3. Como asambleísta y militante de la Concertación, consternado por las denuncias de
ciudadanos porque sus nombres y firmas aparecerían en el registro del
movimiento sin que ellos o ellas hayan firmado por nosotros, pido disculpas por
esta situación y ofrezco la siguiente explicación:
a. La Concertación realizó su proceso de recolección de firmas, desde agosto de
2011 hasta mayo de 2012, con su militancia y mediante brigadas pagadas por
nosotros. No contratamos firmas con ninguna empresa u organización.
b. Realizamos una verificación interna de las firmas entregadas por las brigadas,
incluso devolvimos miles de ellas cuando las sospechamos falsas o falsificadas.
Sin embargo, al no contar con el padrón o ningún otro registro que nos
permitiera comparar entre la firma entregada y la real, nuestra verificación
interna fue siempre parcial. Por ese motivo, un número indeterminable de
firmas no auténticas pudieron habérsenos involuntariamente pasado y haber
sido entregadas por nosotros al CNE. Actuamos de buena fe pero escapaba a
nuestro ámbito de control evitar que aquello se produjera dado que nadie, que
no sea el CNE o el Registro Civil, puede contar con una base de datos que
contenga la firma autentica de todos los ciudadanos del país.
4. La presentación del 1.5 por ciento de firmas de respaldo que obliga la Constitución
(art. 109) y el Código de la Democracia (arts. 320 y 322) a las organizaciones
políticas para alcanzar su registro tiene la debilidad estructural de exigirles un
requisito imposible garantizar en cuanto a su autenticidad. Nadie que actúe de
buena fe y en el marco de la ley, aparte de instituciones públicas mencionadas,
tiene bases de datos de todo el universo de ciudadanos con su nombre, número de
cédula y firma, con que las organizaciones políticas que recogen firmas puedan
comparar y garantizar un efectivo control interno. El sistema, por tanto, presenta
un boquete inmenso para que se filtren firmas falsas o falsificadas en el proceso de
recolección. Se trata de una debilidad intrínseca del diseño constitucional y
legal, lo cual, obviamente, no exime penalmente a los responsables directos de
haber falsificado firmas y traicionado a la fe pública.
5. Es gravísimo que ahora la autoridad electoral, valiéndose de esta debilidad del
sistema y del delito de personas que la aprovecharon, inicie un proceso de re
verificación de las firmas presentadas por las organizaciones políticas, previo a
una posible descalificación de las mismas si es que luego de este procedimiento no
alcanzan el número de firmas exigido. Esto constituye un ilegítimo intento de
utilizar una lamentable situación para convertirla en un instrumento de
persecución y eliminación política. Así el CNE:
a. Violaría el Código de la Democracia pues en el mismo no existe sanción, peor la
descalificación, a organizaciones ya aprobadas por la autoridad electoral
mediante resolución. En derecho público se puede hacer solo lo que está
contemplado en la ley; y
b. Atropellaría el derecho a la participación y representación política de los
ciudadanos que sí firmaron por las organizaciones políticas sobre las que hoy
se cierne la amenaza de la descalificación. Con una acción ilegal, la autoridad
electoral estaría conculcando un derecho político fundamental de cientos de
miles de ciudadanos y ciudadanas que se afiliaron o adhirieron con toda su
voluntad a organizaciones registradas por la propia autoridad electoral.
6. Si algo así se consuma y, por el momento, tal parecería la intención del presidente
Correa (según sus diversos pronunciamientos) y del CNE, a través de una violación
a derechos fundamentales y de una abierta inobservancia de la ley se redibujaría el
mapa electoral del Ecuador y se cometería un fraude electoral anticipado a la
propia convocatoria a elecciones. La ilegal reacción de la autoridad electoral para
afrontar las denuncias presentadas obra en beneficio exclusivo del movimiento
oficialista, Alianza País, que a pesar de haber igualmente presentado cientos de
miles de firmas falsas y falsificadas no correría ningún riesgo de descalificación
por ser la organización que más firmas, entre buenas y malas, presentó. ¡Qué
paradoja! Para el CNE, el problema ha dejado de ser la presentación de firmas
falsas no auténticas sino el ser pequeños y haber presentado menos firmas que el
movimiento de gobierno. Si tal fuera la situación a castigar, la Constitución y la ley
deberían contemplarlo taxativamente y situar la vara por encima del 1,5 por ciento
de firmas del padrón electoral. El problema ha dejado de ser el presentar
firmas falsas sino el haber presentado pocas de ellas. Lo que cuenta no es el
hecho de la falsedad, sino el porcentaje. Este absurdo tiene un beneficiario: AP.
7. Un ventajismo de tal naturaleza para quien detenta el poder solo en países donde
ya no hay democracia. Va dirigido hacia el logro ilegítimo de un monopolio político
del partido de gobierno, es decir, pretende la conformación de un sistema de
partido único. En suma, Rafael Correa y el CNE, actúan en concierto, y buscan
aprovechar esta tragedia, esta traición intolerable a la fe pública de muchos
ciudadanos por personas inescrupulosas, para terminar con la ya raquítica
democracia ecuatoriana e instaurar una dictadura en el país. Sí, una dictadura
pura y dura, en la cual, la posibilidad de la alternancia en el poder quede reducido
a una competencia electoral vacía entre las organizaciones que el CNE y Correa
decidan dejar en la carrera. Abramos los ojos. Estamos al borde del asesinato del
pluralismo político en el Ecuador; del asesinato de la democracia ecuatoriana.
3 de agosto de 2012