(7) la concordancia

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  • La concordanciaNoviembre 2014INTRODUCCIN A LA COMUNICACIN ACADMICA

  • GeneralidadesCONCORDANCIAExigencia gramatical primersima y bsica para una buena construccin de oraciones.La concordancia es en nuestra lengua la igualdad de gnero y nmero entre adjetivo o artculo y sustantivo, y la igualdad de nmero y persona entre el verbo y su sujeto. La clave est en fijarse siempre en la relacin entre ncleo de sujeto y ncleo de predicado, sobre todo en oraciones de cierta complejidad.

    Las casas altasLos estudiantes aplicados

    Nosotros somos estudiantes.Yo soy estudiante.

  • Casos particulares

  • Sustantivos colectivosLa regla general de la concordancia se mantiene.Cuando el sustantivo es un nombre colectivo (ejrcito, rebao, etc.) y est en singular, el verbo se ha de poner en el mismo nmero.El pueblo sali a las calles a protestar.La gente est molesta con las nuevas medidas.Las gentes protestaron con vehemencia.

    Esto puede variarcuando el verbo est a cierta distancia del colectivo:La gente se amotin, pero a la primera descarga huyeron despavoridos.Para que esto funcione: 1) el colectivo y el verbo no deben estar en la misma oracin (simple), y 2) el colectivo debe significar coleccin de personas o cosas de especie indeterminada.

    cuando el colectivo est modificado por un complemento en plural:Una banda de msicos acompaaban el cortejo.La mayora de los soldados eran de Guayaquil.

    Parte, resto, mitad y otros sustantivos semejantes pueden llevar verbo (y adjetivo) en plural:El resto de los presentes vot/votaron en contra.De los 20.000 dlares que tiene, ms de la mitad se invertirn en tu nuevo auto.

  • El verbo serTrabajos y penalidades son la herencia del hombre.

    o

    Trabajos y penalidades es la herencia del hombre.

    Lo ms comn (y correcto) es lo primero, pero tambin cabe la oracin segunda. El predicado que sigue al verbo ejerce a veces una especie de atraccin sobre l, comunicndole su nmero.

  • Sujeto de varios miembros con verbo en singularPor lo general debe mantenerse la concordancia plural-plural, pero es aceptado el uso del verbo en singular.

    La entrada y salida de aviones ha sido suspendida.(Se quiere hacer entender que lo suspendido es una unidad: el trfico areo).

    Tampoco le distrae a Carriego la perfeccin del mal, la precisin y el arrebato escnico. (Borges)(Se da por la proximidad al verbo del primer sustantivo, que es singular, y tambin para hacer sentir la unidad de todas esas cosas).

    No me agrad ni el argumento de la obra, ni la interpretacin, ni la escenografa.(Se trata de un sujeto alternativo).

    El consejo general es preferir siempre la concordancia en plural.

  • Adjetivo con varios sustantivosSi un adjetivo va con dos o ms sustantivos, debera ir en plural:

    presuncin y osada inexplicables

    Sin embargo, cuando el adjetivo va adelante, se recomienda ponerlo en singular:

    con entusiasta admiracin y aplauso

  • Pasiva refleja vs. Impersonal sintcticaSe venden entradas o Se vende entradas?

    Caso 1: la oracin pasiva refleja.Juan vende entradas.Entradas son vendidas por Juan. (pasiva)Entradas se venden por Juan. (pasiva con pronombre se)Se venden entradas. (cambio de orden)

    Caso 2: la oracin impersonal.Se vende entradas (no hay sujeto).

    Deber juzgarse en cada caso, pero la construccin pasiva es la que ms domina.

  • El verbo haberEn la asamblea hubieron buenas conferencias.

    Aqu se est asumiendo que conferencias es el sujeto de hubieron, pero en sentido estricto, el verbo haber no tiene sujeto cuando significa existencia:

    En la asamblea hubo buenas conferencias.Hubo, habr, haba, habra temblores de tierra.

  • FemeninosSe debe utilizar el femenino si el titular es mujer en el caso de ttulos, profesiones o cargos:mdico/mdica, arquitecto/arquitecta, ingeniero/ingeniera

    La complicacin es que muchos sustantivos de este tipo no tienen un femenino comnmente aceptado:

    Terminados en er: canciller, bachiller, lder, choferTerminados en a: monarca, atleta, pediatraTerminados en ente (participios activos): estudiante, acompaante, caminante

    Debe juzgarse si la utilizacin del femenino responde a un motivo extralingstico, y tratar de mantener la coherencia:

    La presidenta argentina hizo una proclama. (uso poltico de reivindicacin)Queridas alumnas y queridos alumnos. (uso poltico de inclusin)

    Desde un punto de vista meramente gramatical, el plural masculino en castellano es universal.

  • Tropiezos con pronombresEl pronombre debe estar en el mismo nmero y gnero del nombre al que reemplaza (principio bsico de construccin).

    Les ataban las manos a los prisioneros.(les anticipa el sustantivo los prisioneros)

    La trascendental importancia de este juicio poltico tiene que ver con la motivacin, no precisamente poltica, que lo ha puesto en la voz pblica.(lo repite el sustantivo juicio)

    Me gustara decirle a los jueces algo acerca del acusado.(le anticipa el sustantivo algo)

    Un partido le resta a los equipos guayaquileos.(le repite el sustantivo partido)

    Esto ya le ha sucedido a algunos funcionarios del Gobierno.(le repite el sustantivo esto)

    Ellos no les tenan miedo.(les reemplaza un sustantivo ausente: balas? enemigos?)

  • Lasmo, losmo, lesmoSe acerc a la seora y la dio un ramo de flores. (lasmo)Lo dio un puntapi. (losmo)Dijo a Mara que no poda recibirle. (lesmo)

    Para complemento directo: lo, la, los, las.Para complemento indirecto: le, les.Puede existir le para el complemento directo cuando se trata de personas:

    No le escucharon. / No lo escucharon.El lo sirve para reproducir un complemento predicativo (el creado por el predicado nominal, que debe concordar con el verbo y tambin con el sustantivo ncleo del sujeto) o un verbo, evitando una incmoda repeticin.

    Cre que Isabel estaba enferma, pero no lo estaba.(Cre que Isabel estaba enferma, pero no estaba enferma).Presuman de ricos, pero no lo eran.(Presuman de ricos, pero no eran ricos).Pagar su deuda? Lo dudo.(Pagar su deuda? Dudo que la pague).

  • Lasmo, losmo, lesmoHay casos en los que el lo no se refiere a un trmino expreso (como en los casos anteriores: enferma, ricos, que pague), sino a todo un conjunto de ideas o hechos a los que se ha aludido:

    Tienen que prepararse para el debate. Recuerden que deben estudiar el caso, discutirlo en grupo y proponer soluciones.Bueno, lo haremos como podamos.(se refiere a todo el conjunto de cosas que deban hacerse: estudiar el caso, discutirlo, proponer soluciones, etc.).

  • EJERCICIOCorregir textos que tienen errores de concordancia

  • Posicin de los griegos en la historia de la educacin humanaTodo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo se hallan naturalmente inclinados a practicar la educacin. La educacin es el principio mediante el cual la comunidad humana conservan y trasmiten sus peculiaridades fsica y espiritual. Con el cambio de las cosas cambian los individuos. El tipo permanece idntico. Animales y hombres, en su calidad de criaturas fsicas, afirma su especie mediante la procreacin natural. El hombre slo puede propagar y conservar su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas por las cuales las ha creado, es decir, mediante la voluntad consciente y la razn. Mediante ellas adquiere su desarrollo un determinado juego libre, del cual carece el resto de los seres vivos, si prescindimos de la hiptesis de cambios prehistricos de las especies y nos atenemos al mundo de la experiencia dado. Incluso la naturaleza corporal del hombre y sus cualidades puede cambiar mediante una educacin consciente y elevar sus capacidades a un rango superiores.Qu errores puede detectar en el siguiente texto?

  • Pero el espritu humano lleva progresivamente al descubrimiento de s mismo; crea, mediante el conocimiento del mundo exterior e interior, formas mejores de la existencia humana. La naturaleza del hombre, en sus doble estructuras corporal y espiritual, crea condiciones especiales para el mantenimiento y la trasmisin de su forma peculiar y exigen organizaciones fsicas y espirituales cuyo conjunto denominamos educacin. En la educacin, tal como la practica el hombre, acta la misma fuerza vital, creadora y plstica, que impulsa espontneamente a toda especie viva al mantenimiento y propagacin de su tipo. Pero adquieren en ella el ms alto grado de su intensidad, mediante el esfuerzo consciente del conocimiento y de la voluntad dirigidas a la consecucin de un fin.Tomado de Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, traduccin de Joaqun Xirau y Wenceslao Roces, 2 ed., Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1962, p. 3.

  • Posicin de los griegos en la historia de la educacin humanaTodo pueblo que alcanza un cierto grado de desarrollo se halla naturalmente inclinados a practicar la educacin. La educacin es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y trasmite sus peculiaridades fsica y espiritual. Con el cambio de las cosas cambian los individuos. El tipo permanece idntico. Animales y hombres, en su calidad de criaturas fsicas, afirman su especie mediante la procreacin natural. El hombre slo puede propagar y conservar su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas por las cuales la ha creado, es decir, mediante la voluntad consciente y la razn. Mediante ellas adquiere su desarrollo un determinado juego libre, del cual carecen el resto de los seres vivos, si prescindimos de la hiptesis de cambios prehistricos de las especies y nos atenemos al mundo de la experiencia dado. Incluso la naturaleza corporal del hombre y sus cualidades pueden cambiar mediante una educacin consciente y elevar sus capacidades a un rango superior.12 segmentos con errores o dudas de CONCORDANCIA

  • Pero el espritu humano lleva progresivamente al descubrimiento de s mismo; crea, mediante el conocimiento del mundo exterior e interior, formas mejores de la existencia humana. La naturaleza del hombre, en su doble estructura corporal y espiritual, crea condiciones especiales para el mantenimiento y la trasmisin de su forma peculiar y exige organizaciones fsicas y espirituales cuyo conjunto denominamos educacin. En la educacin, tal como la practica el hombre, acta la misma fuerza vital, creadora y plstica, que impulsa espontneamente a toda especie viva al mantenimiento y propagacin de su tipo. Pero adquiere en ella el ms alto grado de su intensidad, mediante el esfuerzo consciente del conocimiento y de la voluntad dirigida a la consecucin de un fin.Tomado de Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, traduccin de Joaqun Xirau y Wenceslao Roces, 2 ed., Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1962, p. 3.

  • Entre los veinte garaones trados al Cabo Francs por el capitn de barco que andaba de media madrina con un criador normando, Ti Noel haba elegido sin vacilacin aquel semental cuadralbo, de grupa redonda, bueno para la remonta de yeguas que para potros cada vez ms pequeos. Monsieur Lenormand de Mezy, conocedor de la pericia del esclavo en materia de caballos, sin reconsiderar el fallo, haba pagado en sonantes luises. Despus de hacerla una cabezada con sogas, Ti Noel se gozaba de todo el ancho de la slida bestia moteado, sintiendo en sus muslos la enjabonadura de un sudor que pronto era espuma cido sobre la espesa pelambre percherona. Siguiendo al amo, que jineteaba un alazn de patas ms livianas, haban atravesado el barrio de la gente martima, con sus almacenes olientes a salmuera, sus lonas atiesadas por la humedad, sus galletas que habra de romper con el puo, antes de desembarcar en la Calle Mayor, tornasolado, en esa hora maanera, por los pauelos a cuadros de colores vivas de las negras domsticas que volva del mercado. El paso de la carroza del gobernador, recargada de rocallas doradas, desprendi un amplio saludo a Monsieur Lenormand de Mezy. Luego, el colono y el esclavo amarr sus cabalgaduras frente a la tienda del peluquero que reciba La Gaceta de Leyde para solaz de sus parroquianos cultos.Las cabezas de cera (Alejo Carpentier)

  • Mientras el amo se haca rasurar, Ti Noel pudo contemplar a su gusto las cuatro cabezas de cera que adornaba el estante de la entrada. Los rizos de las pelucas enmarcaban semblantes inmviles, antes de abrirse, en un remanso de bucles, sobre el tapete encarnados. Aquellas cabezas parecan tan reales aunque tan muertas, por la fijeza de los ojos como la cabeza parlante que un charlatn de paso haba trado al Cabo, aos atrs, para ayudarlos a vender un elixir contra el dolor de muelas y el reumatismo. Por una graciosa casualidad, la tripera contigua exhiban cabezas de terneros, desolladas, con un tallito de perejil sobre la lengua, que tena la misma calidad cerosa, como adormecidos entre rabos escarlatas, patas en gelatina, y ollas que contenan tripas guisadas a la moda de Caen. Slo un tabique de madera separaba ambos mostradores, y Ti Noel se diverta pensando que, al lado de las cabezas descoloridas de los terneros, se servan cabezas de blancos seores en el mantel de la misma mesa. As como se adornaba a las aves con sus plumas para presentarlos a los comensales de un banquete, un cocinero experto y bastante ogro habran vestido las testas con sus mejores acondicionadas pelucas. No les faltaba ms que una orla de hojas de lechuga o de rbanos abiertos en flor de lis. Por lo dems, los potes de espuma arbiga, las botellas de agua de lavanda y las cajas de polvos de arroz, vecinas de las cazuelas de mondongo y de las bandejas de riones, completaba, con singulares coincidencias de frascos y recipientes, aquel cuadro de una abominable convite.

  • Entre los veinte garaones trados al Cabo Francs por el capitn de barco que andaba de media madrina con un criador normando, Ti Noel haba elegido sin vacilacin aquel semental cuadralbo, de grupa redonda, bueno para la remonta de yeguas que paran potros cada vez ms pequeos. Monsieur Lenormand de Mezy, conocedor de la pericia del esclavo en materia de caballos, sin reconsiderar el fallo, haba pagado en sonantes luises. Despus de hacerle una cabezada con sogas, Ti Noel se gozaba de todo el ancho de la slida bestia moteada, sintiendo en sus muslos la enjabonadura de un sudor que pronto era espuma cida sobre la espesa pelambre percherona. Siguiendo al amo, que jineteaba un alazn de patas ms livianas, haba atravesado el barrio de la gente martima, con sus almacenes olientes a salmuera, sus lonas atiesadas por la humedad, sus galletas que habra de romper con el puo, antes de desembarcar en la Calle Mayor, tornasolada, en esa hora maanera, por los pauelos a cuadros de colores vivos de las negras domsticas que volvan del mercado. El paso de la carroza del gobernador, recargada de rocallas doradas, desprendi un amplio saludo a Monsieur Lenormand de Mezy. Luego, el colono y el esclavo amarraron sus cabalgaduras frente a la tienda del peluquero que reciba La Gaceta de Leyde para solaz de sus parroquianos cultos.Las cabezas de cera (Alejo Carpentier)

  • Mientras el amo se haca rasurar, Ti Noel pudo contemplar a su gusto las cuatro cabezas de cera que adornaban el estante de la entrada. Los rizos de las pelucas enmarcaban semblantes inmviles, antes de abrirse, en un remanso de bucles, sobre el tapete encarnado. Aquellas cabezas parecan tan reales aunque tan muertas, por la fijeza de los ojos como la cabeza parlante que un charlatn de paso haba trado al Cabo, aos atrs, para ayudarlo a vender un elixir contra el dolor de muelas y el reumatismo. Por una graciosa casualidad, la tripera contigua exhiba cabezas de terneros, desolladas, con un tallito de perejil sobre la lengua, que tenan la misma calidad cerosa, como adormecidas entre rabos escarlatas, patas en gelatina, y ollas que contenan tripas guisadas a la moda de Caen. Slo un tabique de madera separaba ambos mostradores, y Ti Noel se diverta pensando que, al lado de las cabezas descoloridas de los terneros, se servan cabezas de blancos seores en el mantel de la misma mesa. As como se adornaba a las aves con sus plumas para presentarlas a los comensales de un banquete, un cocinero experto y bastante ogro habra vestido las testas con sus mejor acondicionadas pelucas. No les faltaba ms que una orla de hojas de lechuga o de rbanos abiertos en flor de lis. Por lo dems, los potes de espuma arbiga, las botellas de agua de lavanda y las cajas de polvos de arroz, vecinas de las cazuelas de mondongo y de las bandejas de riones, completaban, con singulares coincidencias de frascos y recipientes, aquel cuadro de un abominable convite.