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1 San Bernardo, 8 2º C. 28015 Madrid Tel.: 34 91 524 06 08 Fax: 34 91 524 06 09 E-mail: [email protected] www.fidescu.org ________________________________________ DIPLE LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA Tema 7 EL MODERNISMO. RUBÉN DARÍO © FIDESCU Francisco Navarro de Diego, 2009

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San Bernardo, 8 2º C. 28015 Madrid

Tel.: 34 91 524 06 08 Fax: 34 91 524 06 09

E-mail: [email protected] www.fidescu.org

________________________________________

DIPLE

LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA

Tema 7

EL MODERNISMO. RUBÉN DARÍO © FIDESCU Francisco Navarro de Diego, 2009

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EL SIGLO XX Desde el punto de vista literario, el siglo XX representa un nuevo Siglo de Oro de la literatura española. Desde la muerte de Calderón de la Barca, no existe ningún escritor en España —salvo Benito Pérez Galdós— de la importancia de Unamuno, Baroja, Valle Inclán, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández... La literatura española inicia el siglo XX con dos movimientos convergentes: el modernismo y la "generación del 98". El modernismo representa un movimiento individualista, lírico; los valores de la creación estética se sobreponen a sus fines sociales o ideológicos. Como proclamaba Verlaine y aceptan los modernistas españoles, la poesía se identifica con la música. Como nos dice Rubén Darío su alma es "sentimental, sensible, sensitiva" y añade: la "Vida, luz y verdad" es la triple llama que "produce la interior llama infinita", cuyo fuego todo abrasa. La "generación del 98" tiene un significado fundamentalmente espiritual e histórico. Está relacionada con la crisis nacional, agravada por las consecuencias de la guerra con los Estados Unidos de Norteamérica: la pérdida de las últimas posesiones del imperio español. Azorín, quien dio nombre a este grupo de escritores, analiza sus coincidencias de tipo literario: La generación de I898 ama los viejos pueblos y el paisaje, intenta resucitar los poetas primitivos (Berceo, Juan Ruiz, Santillana); da aire al fervor por el Greco ya iniciado en Cataluña, y publica, dedicado al pintor cretense, el número único de un periódico: "Mercurio"; rehabilita a Góngora, (...) se declara romántica en el banquete ofrecido a Pío Baroja, con motivo de su novela "Camino de perfección"; siente entusiasmo por Larra (...), se esfuerza, en fin, en acercarse a la realidad y en desarticular el idioma, en agudizarlo, en aportar a él viejas palabras, plásticas palabras, con objeto de aprisionar menuda y fuertemente esa realidad. La generación del 98, en suma, ha tenido todo eso; y la curiosidad mental de lo extranjero y el espectáculo del desastre —fracaso de toda la política española— han avivado su sensibilidad y han puesto en ella una variante que antes no había en España. A partir del segundo viaje realizado por Rubén Darío a España en 1898, los dos movimientos se influyen mutuamente. Rubén Darío, al contacto que los jóvenes escritores españoles, depura su espiritualismo latente y se va españolizando poco a poco. Por otra parte, los jóvenes españoles se ven deslumbrados por el verbo egregio del poeta nicaragüense. Así se produce un fenómeno fundamental: la fusión de estas corrientes renovadoras. Federico de Onís en su Antología de la poesía española e hispanoamericana (1882-1932) dice: "El modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y gradualmente en los demás aspectos de la vida entera, con

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todos los caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio histórico... Ésta ha sido la gran influencia extranjera, de la que Francia fue para muchos impulso y vehículo pero cuyo resultado fue tanto en América como en España el descubrimiento de la propia originalidad de tal modo, que el extranjerismo característico de esta época se convirtió en conciencia profunda de la casta y la tradición propias, que vinieron a ser temas dominantes del modernismo". Para Juan Ramón Jiménez el cambio se produce por la virtud y la unión de "dos grandes revolucionarios de dentro y de fuera, Unamuno y Darío, espíritu de la forma y ansia sin forma, doble becquerianismo, mezcla paradójica en lo superficial, homogénea en lo interno". Otro hecho fundamental de este principio del siglo XX es la unión de lo español y lo hispanoamericano y la toma de conciencia de la unidad hispánica, sin negar las diferencias entre los dos mundos de habla española. Se da por zanjado un siglo de recriminaciones entre España e Hispanoamérica. Los escritores hispanoamericanos se vuelven hacia la cultura de la antigua España, fuente de su propia cultura y los escritores españoles se interesan profundamente por la originalidad de las literaturas hispanoamericanas. Muchos escritores hispanoamericanos viven parte de su vida en España y lo mismo hacen otros muchos españoles en Hispanoamérica. El filólogo español Amando Alonso se hace argentino y continúa en Buenos Aires la renovación de los estudios filológicos que había iniciado en Madrid. El mexicano Alfonso Reyes y el dominicano Pedro Henríquez Ureña ocupan, durante largos periodos, puestos destacados en España. Por otra parte, tras la guerra civil española, muchos intelectuales españoles encuentran en Hispanoamérica una acogida fraternal que les permite continuar allí su obra.

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Rubén Darío. Vida y obra.

RUBÉN DARÍO y el Modernismo Félix Rubén García Sarmiento, RUBÉN DARÍO un poeta del siglo XIX y principios del XX (1867-1916). Aunque es un poeta nacido en Nicaragua figura en las historias de la literatura española porque revolucionó la lírica en lengua castellana (peninsular e hispanoamericana) y ejerció una gran influencia sobre todos los poetas españoles posteriores. Vivió también mucho tiempo en España y siempre se enorgulleció de su ascendencia hispana, por ser español "por la lengua divina". "Yo siempre fui, por alma y por cabeza, español de conciencia, obra y deseo". Como él mismo escribió, para él "ser español es timbre de nobleza". Creador del modernismo, Rubén Darío es uno de los líricos excepcionales de lengua española. Renovó la poesía castellana siguiendo a los parnasianos y simbolistas franceses. Una gran riqueza verbal y un sentido musical extraordinario caracterizan el modernismo, movimiento literario encabezado por Rubén Darío, que influye poderosamente en todos los poetas, americanos y españoles, posteriores. Azul, El Canto errante, Cantos de vida y esperanza y Prosas profanas, son obras importantes de este autor. Sus audacias métricas y metafóricas son de gran poeta. Junto a sus temas exóticos, hay una constante exaltación de lo hispánico en este poeta que tanto vivió en España y que se sentía muy español y muy de Hispanoamérica. Todas las formas de poetas españoles antiguos, todos los metros que Rubén conocía en otra lengua, eran intentados en sus poemas. Ama el alejandrino de Berceo y la musicalidad de las escuelas francesas, las hazañas del Cid y las de Cyrano de Bergerac, el alejandrino de Víctor Hugo y el culteranismo de Góngora, la copa de "champaña" y el vaso de buen vino. Intenta hasta los pies rítmicos clásicos, así en Marcha Triunfal. Escribe sonetos con serventesios y con alejandrinos. Algunas de las características del modernismo son:

• el uso de serventesios en lugar de cuartetos en el soneto. • versos alejandrinos y no endecasílabos. • abundancia de rimas agudas. • ritmo musical de todo el poema. • la evocación de ambientes y épocas remotas.

Son poetas modernistas españoles: Salvador Rueda, Manuel Machado, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y Ramón del Valle-Inclán (a quien estudiaremos dentro de la Generación del 98, pues también pertenece a ella). Y modernistas hispanoamericanos: José Asunción Silva (Colombia), Amado Nervo (México), José Santos Chocano (Perú), Leopoldo Lugones (Argentina), Ricardo Jaimes Freyre (Bolivia) y Julio Herrera y Reissig (Uruguay). Entre la prosa modernista hispanoamericana podemos destacar también a Enrique Larreta (Argentina) y al mismo Amado Nervo.

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Rubén Darío visto por Ramiro de Maeztu: Rubén Darío y los talentos.

Rubén Darío y los talentos

Siempre ha habido en la América española personas inteligentes afectas a España, sólo que eran generalmente escritores puristas, caballeros de otra época, espíritus reputados de arcaicos, apartados de la corriente general de las ideas, que nos era hostil casi siempre, quizás por oposición a la secreta, pero profunda simpatía popular. Es curioso que el cambio empezara a operarse precisamente en el año 98 de nuestros pecados, y que lo iniciase Rubén Darío, precisamente el más antiespañol de los escritores de América. Y esto no lo digo yo, sino el propio Rubén al describir en su Autobiografía su acción en Buenos Aires, durante los años anteriores a su venida a España: "Yo hacía todo el daño que me era posible al dogmatismo hispano, al anquilosamiento académico, a la tradición hermosillesca, a lo pseudoclásico, a lo pseudoromántico, a lo pseudorealista y naturalista, y ponía mis "Raros" de Francia, de Italia, de Inglaterra, de Rusia, de Escandinavia, de Bélgica, y aún de Holanda y de Portugal, sobre mi cabeza". Y en prueba de que este antihispanismo de Rubén alcanzaba éxito, el poeta recuerda la necrología que le hizo en Panamá cierto sacerdote, con motivo de haber circulado la falsa noticia de su muerte: "Gracias a Dios que ya desapareció esta plaga de la literatura española... Con esta muerte no se pierde absolutamente nada."

El prestigio de que gozaba Rubén en América hacia el año 1898 no se debía únicamente al valor de sus poesías, sino al hecho de marchar a la cabeza del movimiento extranjerizante y naturalista, pero antiespañol, en ambos casos, de la literatura hispanoamericana. ¿Y cómo podía ser de otro modo? Lo que le acontecía a Rubén en América era análogo a lo que le sucedía a Galdós en España, salvo que en Galdós se compensaban el fondo extranjero y naturalista de los ideales con el españolismo del lenguaje y de los personajes de sus obras, mientras que Rubén estaba afrancesado hasta la médula. Ya nos lo dice en su Autobiografía: "París era para mí como un paraíso en donde se respirase la esencia de la felicidad sobre la tierra. Era la Ciudad del Arte, de la Belleza y de la Gloria; y, sobre todo, era la capital del Amor, el reino del Ensueño". Rubén vino a España, sin embargo, por una de esas razones del corazón que la razón ignora. La Nación, de Buenos Aires, buscaba una persona que pudiera informarla sobre la situación de "la madre patria" al término de la guerra con los Estados Unidos, y se ofreció Rubén. Lo natural es que hubiera ido a Cuba, para saludar en nombre de la América del Sur a la nueva nación independiente y dar testimonio de sus primeros pasos por la historia; o a los Estados Unidos, para aprender de la poderosa nación "libertadora" la magistratura política y económica. Prefirió venir a España y poner en guardia a los pueblos de la América española contra el peligro norteamericano.

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Rubén no se dio cuenta clara del impulso que le trajo a España al terminar el 98. Tampoco intenta explicárnoslo en su Autobiografía. Pero su obra posterior nos dice que sintió confusamente, desde el primer momento, lo que los españoles solo vimos muchos años después. Y es, que la guerra de España y los Estados Unidos fue un episodio del secular conflicto entre la Hispanidad y los pueblos anglosajones, y aunque los españoles nos defendimos, en punto a propaganda periodística, tan desdichadamente, que parecía que no peleábamos en las Antillas y Filipinas, sino por el proteccionismo arancelario y el derecho a seguir nombrando los empleados públicos, cosas en las que acaso no tuviéramos razón, la verdad es que estábamos librando la batalla de todos los pueblos hispánicos, y que el día en que arriamos la bandera del Morro de la Habana, empezó a cernerse sobre todos los pueblos españoles de América la sombra de las rayas y estrellas de los Estados de la Unión. En la emoción de la España vencida se inspiró Rubén para sus Cantos de Vida y Esperanza. ¡Qué título, para puesto al contraste de las prosas regeneracionistas que la catástrofe suscitó en España! El primero de esos Cantos es la "Salutación del optimista", único himno hispanoamericano que tenemos. Si un instinto de salvación nos quisiera mover a preparar el espíritu de las nuevas generaciones para la defensa de las tierras hispánicas, no habría ceremonial en que no se recitaran las mágicas estrofas:

¡Inclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, salve!

El tema de la defensa de la Hispanidad llena el alma del poeta aquellos años. Lo mismo aparece en las poesías menores que en las máximas, en Cyrano en España, que en sus Retratos: Don Gil, don Juan, don Lope..., en la Letanía de Nuestro Señor Don Quijote, que en el Saludo al rey Oscar, donde se encuentran aquellas frases: "Mientras el mundo aliente..., mientras haya... una América oculta que hallar, vivirá España". Allí está el cartel de desafío a Roosevelt, el otro Roosevelt:

Tened cuidado. ¡Vive la América española!... Y pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

Los mismos cisnes, que pueden simbolizar cuanto hay de extranjero y de naturalista en la poesía de Rubén, le hacen preguntarse:

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¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?

¿Callaremos ahora para llorar después? Bien vengas, mágica Aguila de las alas enormes y fuertes,

a extender sobre el Sur tu gran sombra continental...

Pero su semilla había germinado. Si no el poeta de la Hispanidad, Rubén es, por lo menos, su San Juan Bautista. A partir de sus Cantos de Vida y Esperanza, es ya posible que los talentos de la América española dediquen a España sus obras mejores, y Enrique Larreta escribe La Gloria de Don Ramiro; Reyes, El embrujo de Sevilla; Manuel Gálvez, El solar de la raza; Joaquín Edwards Bello, El chileno en Madrid. No tardan en corearles los ensayos de carácter hispanófilo, como el Cesarismo democrático, de Vallenilla Lanz, o el Babel y castellano, de Arturo Capdevila, acompañados de las grandes reivindicaciones históricas, como La Magistratura indiana, de Ruiz Guiñazú, o Influencia de España y los Estados Unidos sobre Méjico, por Esquivel Obregón, o la Legislación sobre indios del Río de la Plata en el siglo XVI, por García Santillán, o los estudios de Ricardo Levene; y no continúo porque no es mi propósito hacer la bibliografía del asunto. Lo importante es que ya no se trata de escritores con pretensiones casticistas, sino de espíritus que viven la vida de su hora. Los arcaicos son ya más bien los otros, los extranjerizados, los afrancesados, los que siguen pensando, con Sarmiento y su generación, que España es incapaz de asimilarse la civilización moderna "por su fanatismo y su carencia de aptitudes intelectuales y administrativas". Y la razón última de esta reacción hispánica es la amenaza norteamericana, y la necesidad de defenderse de ella con la apología de una razón de ser que justifique la existencia. La misma que movió a Enrique Rodó a escribir su Ariel para decir a los americanos del Norte que los del Sur tienen: "una herencia de raza, una gran tradición étnica que mantener, un vínculo sagrado que nos une a inmortales páginas de la historia, confiando a nuestro honor su continuación en lo futuro". Sólo que Rodó no dice los hispanos, sino los americanos latinos, porque, saturado de cultura francesa, no había aún encontrado el sentido de España. Rubén fue el hombre que forzó la puerta, para que lo hallaran los americanos, a través de la cultura universal. Hizo las dos cosas prohibidas: elogiar a España y confesar su sangre indiana. Para Sarmiento, en cambio, los araucanos cantados por Ercilla no eran sino: "Indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y mandaríamos colgar ahora", porque así era de tierno aquel europeizador que aconsejaba al general Mitre: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos". Las nuevas generaciones americanas han abierto los ojos al hecho de que no podían renegar de los españoles, de los indios y de los mestizos, como son los gauchos, sin suicidarse ante la humanidad, y sus hombres más eminentes han empezado a vislumbrar que es imposible orientar a sus pueblos sin volver antes los ojos hacia España. De haber hallado en España un sentido claro de la vida, la unión

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hispanoamericana sería ya un hecho, por lo menos en el plano espiritual, que es el que importa. Pero, desgraciadamente para los americanos, estas décadas han sido las de nuestra máxima extranjerización. Lo que en ellas decíamos los españoles era precisamente lo que estaban cansados de escuchar los americanos. Y así tuvieron que confrontarse, solitarios, con sus perplejidades.

Ramiro de Maeztu, Defensa de la Hispanidad.

Antología. San Francisco y el lobo. SAN FRANCISCO Y EL LOBO

El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos del mal; el lobo de Gubbia, el terrible lobo, rabioso ha asolado los alrededores, cruel ha deshecho todos los rebaños; devoró corderos, devoró pastores, y son incontables sus muertes y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros, como de cabritos y de corderillos.

Francisco salió; al lobo buscó en su madriguera. Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano, al lobo furioso dijo: «¡Paz, hermano lobo!» El animal contempló al varón de tosco sayal; dejó su aire arisco, cerró las abiertas fauces agresivas, y dijo: «¡Está bien, hermano Francisco!» «¡Cómo! –exclamó el santo–. ¿Es ley que tú vivas de horror y de muerte?» «La sangre que vierte tu hocico diabólico, el duelo y espanto que esparces, el llanto

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de los campesinos, el grito, el dolor de tanta criatura de Nuestro Señor, no han de contener tu encono infernal? ¿Vienes del infierno? ¿Te ha infundido, acaso, su rencor eterno Luzbel o Belial?» Y el gran lobo, humilde: «¡Es duro el invierno y es horrible el hambre! En el bosque helado no hallé qué comer; y busqué el ganado y a veces comí ganado y pastor. ¿La sangre? Yo vi más de un cazador sobre su caballo, llevando el azor al puño; o correr tras el jabalí, el oso o el ciervo; y a más de uno vi mancharse de sangre, herir, torturar de las roncas trompas al sordor clamor, a los animales de Nuestro Señor. Y no era por hambre, que iban a cazar.» Francisco responde: «En el hombre existe mala levadura. Cuando nace, viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia, es pura. Tú vas a tener desde hoy qué comer. Dejarás en paz rebaños y gente en este país. ¡Que Dios melifique tu ser montaraz!» «Está bien, hermano Francisco de Asís.» «Ante el Señor, que todo ata y desata, en fe de promesa tiéndeme la pata.» El lobo tendió la pata al hermano de Asís, que a su vez le alargó la mano. Fueron a la aldea. La gente veía y lo que miraba casi no creía. Tras el religioso iba el lobo fiero, y, baja la testa, quieto le seguía como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza y allí predicó. Y dijo: «He aquí una amable caza. El hermano lobo se viene conmigo; me juró no ser ya vuestro enemigo, y no repetir su ataque sangriento. Vosotros, en cambio, daréis su alimento a la pobre bestia de Dios.» «¡Así sea!» contestó la gente toda de la aldea. Y luego, en señal de contentamiento, movió testa y cola el buen animal,

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y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo en el santo asilo. Sus bastas orejas los salmos oían y los claros ojos se le humedecían. Aprendió mil gracias y hacía mil juegos cuando a la cocina iba con los legos. Y cuando Francisco su oración hacía, el lobo las pobres sandalias lamía. Salía a la calle, iba por el monte, descendía al valle, entraba en las casas y le daban algo de comer. Mirábanle como a un manso galgo. Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, desapareció, tornó a la montaña, y recomenzaron su aullido y su saña. Otra vez sintióse el temor, la alarma, entre los vecinos y entre los pastores, colmaba el espanto los alrededores, de nada servían el valor y el arma pues la bestia fiera no dio treguas a su furor jamás, como si tuviera fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo, todos le buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufrían y perdían tanto por aquel infame lobo del demonio. Francisco de Asís se puso severo. Se fue a la montaña a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva halló a la alimaña. «En nombre del Padre del sacro universo, conjúrote –dijo–, ¡oh lobo perverso!, a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal? Contesta. Te escucho.» Como en sorda lucha, habló el animal la boca espumosa y el ojo fatal: «Hermano Francisco, no te acerques mucho... Yo estaba tranquilo, allá en el convento; al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento y manso comía.

Mas empecé a ver que en todas las casas

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estaban la Envidia, la Saña, la Ira, y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira. Hermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos, hembra y macho eran como perro y perra, y un buen día todos me dieron de palos. Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes; todas las criaturas eran mis hermanos, los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y así, me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la fiera, y me sentí lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. Y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar, como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad; vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.»

El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...

Rubén DARÍO [Nicaragua (1867-1916), Motivos del lobo]

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SAN FRANCISCO Y EL LOBO (EJERCICIOS) 1. El comienzo del poema presenta un expresivo contraste entre Francisco de Asís y el lobo. Reúna los adjetivos, o frases equivalentes, con los que se describe a cada uno de ellos. 2. La fiereza del lobo aparece pintada con verdadera exageración; no se trata de un lobo común. ¿Qué finalidad expresiva y emocional se pretende con ello? 3. En dos momentos diferentes el lobo hace una justificación de su conducta feroz. Resuma sus argumentos. 4. ¿Cuáles son los signos de la transformación que se opera en el lobo al perder éste su fiereza? 5. El lobo habla de las sagradas leyes de San Francisco de Asís. ¿En qué se resumen esas leyes? 6. Entre los rasgos modernistas de este poema se pueden señalar: el ritmo musical y cadencioso del verso de doce sílabas, la rima consonante y sonora (a veces rara y difícil: por ejemplo: Francisco/risco, probo/lobo), y algún arcaísmo del lenguaje. Señale algún ejemplo de este último rasgo. 7. Casi al final del poema el lobo le dice al Santo: «Déjame existir en mi libertad». ¿Qué concepto de la libertad tiene usted tanto para sí mismo como para los demás? 8. Este poema narrativo nos cuenta una leyenda milagrosa de la vida de San Francisco de Asís. ¿Qué sabe usted de este santo? 9. Rubén Darío tiene en cuenta al escribir este poema las narraciones de leyendas milagrosas medievales. ¿A qué poema medieval español nos hace pensar? ¿Por qué?

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Antología. A Roosevelt

A ROOSEVELT Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que habría de llegar hasta ti, Cazador, primitivo y moderno, sencillo y complicado, con un algo de Washington y cuatro de Nemrod. Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza; eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoi. Y domando caballos, o asesinando tigres, eres un Alejandro-Nabucodonosor. (Eres un profesor de Energía como dicen los locos de hoy.) Crees que la vida es incendio, que el progreso es erupción, que en donde pones la bala el porvenir pones. No. Los Estados Unidos son potentes y grandes. Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes. Si clamáis, se oye como el rugir de un león. Ya Hugo a Grant lo dijo: Las estrellas son vuestras. (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol y la estrella chilena se levanta.. . ) Sois ricos. Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón; y alumbrando el camino de la fácil conquista, la Libertad levanta su antorcha en Nueva York. Mas la América nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl, que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco, que el alfabeto púnico en un tiempo aprendió; que consultó los astros, que conoció la Atlántida cuyo nombre nos llega resonando en Platón, que desde los remotos momentos de su vida vive de luz, de fuego, de perfume, de amor, la América del grande Moctezuma, del Inca, la América fragante de Cristóbal Colón, la América católica, la América española,

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la América en que dijo el noble Guatemoc: "Yo no estoy en un lecho de rosas"; esa América que tiembla de huracanes y que vive de amor, hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive. Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol. ¡Tened cuidado! ¡Vive la América española! Hay mil cachorros sueltos del León Español. Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo, el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras. Y pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

Rubén DARÍO [Nicaragua (1867-1916)], Cantos de vida y de esperanza.

__________________________________________________________ Walt Whitman: Poeta estadounidense (1819-1892). Washington: George Washington, militar y político estadounidense (1732-1799).

Fue presidente de los EEUU desde 1789 hasta 1796. Nemrod: Rey legendario de Babilonia. En la Biblia se le llama “robusto

cazador delante del Señor”. Tolstoi: Escritor ruso (1828-1910). Alejandro: Alejandro Magno. Rey de Macedonia (356-323 a.C.). Conquistó un

imperio inmenso. Nabucodonosor: Nombre de dos reyes de Babilonia. Con Nabucodonosor II, que

reinó del 605 al 562 a.C., el imperio babilónico alcanzó su mayor esplendor.

Hércules: Nombre romano de Heracles, el más famoso de los héroes griegos, hijo de Zeus y Alcmena.

Mammón: Dios asirio, protector de las riquezas. En la Biblia aparece como demonio de la riqueza y de la avaricia.

Netzahualcoyotl: Rey de Texcoco. Se proclamó rey en 1428. Conquistó extensos territorios, impulsó las ciencias y las artes, y cultivó la poesía.

Baco: Dios romano del vino. Atlántida: Isla fabulosa de la que habla Platón. Se supone que existió en el

océano Atlántico, al oeste de Gibraltar. También fue mencionada por Homero y Eurípides.

Platón: Filósofo griego (428-347 a.C.). Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles.

Moctezuma: Nombre de varios reyes aztecas. Moctezuma II, noveno emperador azteca reinaba cuando Hernán Cortés llegó a Mexico.

Guatemoc: Sobrino de Moctezuma II. Último emperador de los aztecas (1500-1525).

Roosevelt: Theodore Roosevelt. Político y escritor estadounidense (1858-1919). Participó activamente en la guerra contra España. Vicepresidente de los EEUU con Mac Kinley, accedió a la presidencia al ser éste asesinado en 1901; en 1905 fue reelegido.

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A ROOSEVELT (EJERCICIOS) 1. El poema presenta una estructura bastante clara. ¿Cómo lo dividiría? ¿Qué función cree usted que tiene esta división? 2. ¿Con qué imágenes califica el poeta a Roosevelt? 3. ¿Cómo describe a Hispanoamérica? 4. ¿Cuál cree usted que es la visión del poeta?

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Antología. Melancolía.

MELANCOLÍA Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía. Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas. Voy bajo tempestades y tormentas ciego de ensueño y loco de armonía. Ese es mi mal. Soñar. La poesía es la camisa férrea de mil puntas cruentas que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas dejan caer las gotas de mi melancolía. Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo; a veces me parece que el camino es muy largo, y a veces que es muy corto... Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?

Rubén DARÍO [Nicaragua (1867-1916)], Cantos de vida y de esperanza.

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MELANCOLÍA (EJERCICIOS) 1. ¿Cuál es el tema expuesto por el “yo” poético? 2. ¿Qué pide el poeta al hermano, al “tú”? 3. ¿Con qué imágenes se refiere a la poesía? 4. ¿Cómo se califica a sí mismo este “yo” poético?

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Antología. El rey burgués.

EL REY BURGUÉS Cuento alegre

¡Amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Un cuento alegre...

así como para distraer las brumosas y grises melancolías, helo aquí:

Había en una ciudad inmensa y brillante un rey muy poderoso, que tenía trajes caprichosos y ricos, esclavas desnudas, blancas y negras, caballos de largas crines, armas flamantísimas, galgos rápidos, y monteros con cuernos de bronce que llenaban el viento con sus fanfarrias. ¿Era un rey poeta? No, amigo mío: era el Rey Burgués.

Era muy aficionado a las artes el soberano, y favorecía con gran largueza a sus músicos, a sus hacedores de ditirambos, pintores, escultores, boticarios, barberos y maestros de esgrima.

Cuando iba a la floresta, junto al corzo o jabalí herido y sangriento, hacía improvisar a sus profesores de retórica, canciones alusivas; los criados llenaban las copas del vino de oro que hierve, y las mujeres batían palmas con movimientos rítmicos y gallardos. Era un rey sol, en su Babilonia llena de músicas, de carcajadas y de ruido de festín. Cuando se hastiaba de la ciudad bullente, iba de caza atronando el bosque con sus tropeles; y hacía salir de sus nidos a las aves asustadas, y el vocerío repercutía en lo más escondido de las cavernas. Los perros de patas elásticas iban rompiendo la maleza en la carrera, y los cazadores inclinados sobre el pescuezo de los caballos, hacían ondear los mantos purpúreos y llevaban las caras encendidas y las cabelleras al viento.

El rey tenía un palacio soberbio donde había acumulado riquezas y objetos de arte maravillosos. Llegaba a él por entre grupos de lilas y extensos estanques, siendo saludado por los cisnes de cuellos blancos, antes que por los lacayos estirados. Buen gusto. Subía por una escalera llena de columnas de alabastro, que tenía a los lados leones de mármol como los de los tronos salomónicos. Refinamiento. A más de los cisnes, tenía una vasta pajarera, como amante de la armonía, del arrullo, del trino; y cerca de ella iba a ensanchar su espíritu, leyendo novelas, o bellos libros sobre cuestiones gramaticales. Eso sí: defensor acérrimo de la corrección académica en letras, y del modo lamido en artes; ¡alma sublime amante de la lija y de la ortografía!

¡Japonerías! ¡Chinerías! Por moda y nada más. Bien podía darse el placer de un salón digno del gusto de un Goncourt y de los millones de un Creso: quimeras de bronce con las fauces abiertas y las colas enroscadas, en grupos fantásticos y maravillosos; lacas de Kioto con incrustaciones de hojas y ramas de una flora monstruosa, y animales de una fauna desconocida; mariposas de raros abanicos junto a las paredes; peces y gallos de colores; máscaras de gestos infernales y con ojos como si fuesen vivos; partesanas de

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hojas antiquísimas y empuñaduras con dragones devorando flores de loto; y en conchas de huevo, túnicas de seda amarilla, como tejidas con hilos de araña, sembradas de garzas rojas y de verdes matas de arroz; y tibores, porcelanas de muchos siglos, de aquellas en que hay guerreros tártaros con una piel que les cubre hasta los riñones, y que llevan arcos estirados y manojos de flechas.

Por lo demás, había el salón griego, lleno de mármoles: diosas, musas, ninfas y sátiros; el salón de los tiempos galantes, con cuadros del gran Watteau y de Chardin; dos, tres, cuatro, ¿cuántos salones?

Y Mecenas se paseaba por todos, con la cara inundada de cierta majestad, el vientre feliz y la corona en la cabeza, como un rey de naipe.

Un día le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde se hallaba rodeado de cortesanos, de retóricos y de maestros de equitación y de baile.

―¿Qué es eso? ―preguntó.

―Señor, es un poeta.

El rey tenía cisnes en el estanque, canarios, gorriones en la pajarera: un poeta era algo nuevo y extraño.

―Dejadle aquí.

Y el poeta:

―Señor, no he comido.

Y el rey:

―Habla y comerás.

Comenzó:

―Señor, ha tiempo que yo canto el verbo del porvenir. He tendido mis alas al huracán; he nacido en el tiempo de la aurora; busco la raza escogida que debe esperar con el himno en la boca y la lira en la mano, la salida del gran sol. He abandonado la inspiración de la ciudad malsana, la alcoba llena de perfumes, la musa de carne que llena el alma de pequeñez y el rostro de polvos de arroz. He roto el arpa adulona de las cuerdas débiles, contra las copas de Bohemia y las jarras donde espumea el vino que embriaga sin dar fortaleza; he arrojado el manto que me hacía parecer histrión, o mujer, y he vestido de modo salvaje y espléndido: mi harapo es de púrpura. He ido a la selva, donde he quedado vigoroso y ahíto de leche fecunda y licor de nueva vida; y en la ribera del mar áspero, sacudiendo la cabeza bajo la fuerte y negra tempestad, como un ángel soberbio, o como un semidiós olímpico, he ensayado el yambo dando al olvido el madrigal.

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He acariciado a la gran naturaleza, y he buscado al calor del ideal, el verso que está en el astro en el fondo del cielo, y el que está en la perla en lo profundo del océano. ¡He querido ser pujante! Porque viene el tiempo de las grandes revoluciones, con un Mesías todo luz, todo agitación y potencia, y es preciso recibir su espíritu con el poema que sea arco triunfal, de estrofas de acero, de estrofas de oro, de estrofas de amor.

¡Señor, el arte no está en los fríos envoltorios de mármol, ni en los cuadros lamidos! ¡Señor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgués, ni pone los puntos en todas las íes. Él es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda desnudo, y amasa la greda con fiebre, y pinta con luz, y es opulento, y da golpes de ala como las águilas, o zarpazos como los leones. Señor, entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil.

¡Oh, la Poesía!

¡Y bien! Los ritmos se prostituyen, se cantan los lunares de las mujeres, y se fabrican jarabes poéticos. Además, señor, el zapatero critica mis endecasílabos, y el señor profesor de farmacia pone puntos y comas a mi inspiración. Señor, ¡y vos lo autorizáis todo esto!... El ideal, el ideal...

El rey interrumpió:

―Ya habéis oído. ¿Qué hacer?

Y un filósofo al uso:

―Si lo permitís, señor, puede ganarse la comida con una caja de música; podemos colocarle en el jardín, cerca de los cisnes, para cuando os paseéis.

―Sí, ―dijo el rey―, y dirigiéndose al poeta:

―Daréis vueltas a un manubrio. Cerraréis la boca. Haréis sonar una caja de música que toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiráis moriros de hambre. Pieza de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni de ideales. Id.

Y desde aquel día pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta hambriento que daba vueltas al manubrio: tiririrín, tiririrín... ¡avergonzado a las miradas del gran sol! ¿Pasaba el rey por las cercanías? ¡Tiririrín, tiririrín...! ¿Había que llenar el estómago? ¡Tiririrín! Todo entre las burlas de los pájaros libres, que llegaban a beber rocío en las lilas floridas; entre el zumbido de las abejas, que le picaban el rostro y le llenaban los ojos de lágrimas, ¡tiririrín...! ¡lágrimas amargas que rodaban por sus mejillas y que caían a la tierra negra!

Y llegó el invierno, y el pobre sintió frío en el cuerpo y en el alma. Y su cerebro estaba como petrificado, y los grandes himnos estaban en el olvido, y

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el poeta de la montaña coronada de águilas, no era sino un pobre diablo que daba vueltas al manubrio, tiririrín.

Y cuando cayó la nieve se olvidaron de él, el rey y sus vasallos; a los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial que le mordía las carnes y le azotaba el rostro, ¡tiririrín!

Y una noche en que caía de lo alto la lluvia blanca de plumillas cristalizadas, en el palacio había festín, y la luz de las arañas reía alegre sobre los mármoles, sobre el oro y sobre las túnicas de los mandarines de las viejas porcelanas. Y se aplaudían hasta la locura los brindis del señor profesor de retórica, cuajados de dáctilos, de anapestos y de pirriquios, mientras en las copas cristalinas hervía el champaña con su burbujeo luminoso y fugaz. ¡Noche de invierno, noche de fiesta! Y el infeliz cubierto de nieve, cerca del estanque, daba vueltas al manubrio para calentarse ¡tiririrín, tiririrín! tembloroso y aterido, insultado por el cierzo, bajo la blancura implacable y helada, en la noche sombría, haciendo resonar entre los árboles sin hojas la música loca de las galopas y cuadrillas; y se quedó muerto, tiririrín... pensando en que nacería el sol del día venidero, y con él el ideal, tiririrín..., y en que el arte no vestiría pantalones sino manto de llamas, o de oro... Hasta que al día siguiente, lo hallaron el rey y sus cortesanos, al pobre diablo de poeta, como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios, y todavía con la mano en el manubrio.

¡Oh, mi amigo! el cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Flotan brumosas y grises melancolías...

Pero ¡cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo! ¡Hasta la vista!

floresta: Terreno frondoso con gran abundancia de árboles. Goncourt: Edmond Huot de Goncourt, escritor francés (1822-1896). Donó gran parte de su fortuna para la creación del premio que lleva su nombre y que se concede anualmente a un novelista francés; se otorgó por primera vez en 1903. Creso: Último rey de Lidia (h. 560 a.C.). Fue famoso por sus riquezas. Kioto: Ciudad de Japón. Fue capital imperial entre los años 794 y 1868. Watteau: Pintor francés de origen flamenco (1684-1721) Chardin: Pintor francés (1699-1779). espumear. Echar o arrojar espuma. yambo: Pie de la poesía griega y latina compuesto de una sílaba breve y otra larga. Madrigal: Breve composición poética de carácter ligero, delicado y amoroso. Apolo: Divinidad griega. Dios del día, de la poesía, de la música y de las artes. Se le representa con la figura de un joven fuerte y hermoso. jeringonzas: Palabras casi incomprensibles. dáctilos: Pies de la versificación grecolatina, compuestos de tres sílabas, la primera larga, la segunda y la tercera breves.

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anapestos: Pies de la versificación grecolatina, compuestos de dos sílabas breves y una larga. pirriquios: Pies de la versificación grecolatina, compuestos de dos sílabas breves.

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EL REY BURGUÉS (EJERCICIOS) 1.- ¿Cuál es la estructura de este cuento? 2.- ¿Por qué el narrador dice que se trata de un rey burgués? 3.- ¿Qué es lo que explica el poeta que quiere conseguir? 4.- ¿Cuál es el destino del poeta? 5.- ¿Qué cree usted que pretende decir Rubén Darío en este cuento?

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Comentario de texto 1.

RUBÉN DARÍO (FÉLIX RUBÉN GARCÍA SARMIENTO)

(1867 - 1916)

Y el papá dice enojado: "Un castigo has de tener: Vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver." La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el buen Jesús. Y así dice: "En mis campiñas esa rosa le ofrecí; son mis flores de las niñas que al soñar piensan en Mí." (A Margarita Debayle, versos 61 - 72)

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COMENTARIO DE TEXTO 1 (EJERCICIOS) 1. Explíquenos en cuatro o cinco líneas el "argumento" de esta poesía de Rubén Darío. 2. Analice morfológicamente estos versos: Y así dice. " En mis campiñas esa rosa le ofrecí..."

Y: así: dice: en: mis: campiñas: esa: rosa: le: ofrecí:

3. Analice sintácticamente estos versos: Y así dice. " En mis campiñas esa rosa le ofrecí..." 4. ¿Qué sílabas tienen estos versos? ¿Qué estrofa o estrofas forman? 5. Señale la rima de esos versos diciendo qué clase de rima es y si hay alguna anomalía. 6. Marque usted las sinalefas. 7. ¿En qué siglo sitúa usted a Rubén Darío? No siendo español, ¿por qué se le incluye en la literatura española? 8. Redacción, que no pase de treinta líneas, sobre el tema Las flores. NO TIENE USTED QUE REALIZAR LA REDACCIÓN, Ésta está destinada a que la puedan realizar sus alumnos. Lo que usted tiene que hacer es presentar un ESQUEMA de la redacción, que serviría de orientación a sus posibles alumnos.

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Comentario de texto 2.

RUBÉN DARÍO (FÉLIX RUBÉN GARCÍA SARMIENTO)

(1867 - 1916) Es algo formidable que vio la vieja raza; robusto tronco de árbol al hombro de un campeón salvaje y aguerrido, cuya fornida maza blandiera el brazo de Hércules o el brazo de Sansón. Por casco sus cabellos, su pecho por coraza, pudiera el tal guerrero, de Arauco en la región, lancero de los bosques, Nemrod que todo caza, desjarretar un toro o estrangular un león. Anduvo, anduvo, anduvo... Le vio la luz del día, le vio la tarde pálida, le vio la noche fría y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán. "¡EI Toqui, el Toqui!" clama la conmovida casta. Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: "¡Basta!" e irguióse la alta frente del gran Caupolicán. (Soneto: Caupolicán)

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COMENTARIO DE TEXTO 2 (EJERCICIOS) 1. Significado de las palabras siguientes:

Aguerrido: Fornida: Casco: Coraza: Desjarretar: Titán: Clamar: Basta: Erguir:

2. Resuma usted en pocas palabras la descripción que hace de Caupolicán el poeta. 3. Analice morfológicamente el primer verso.

es: algo: formidable: que: vio: la: vieja: raza:

4. Analice sintácticamente el primer verso. 5. Medida, rima y estrofa o estrofas que hay en el texto comentado. 6. ¿Sabe usted quién fue Caupolicán? 7. ¿Sabría usted señalar en el texto que se comenta algunos rasgos "modernistas"? 8. Redacción, que no pase de treinta líneas, sobre Algunos de los más famosos conquistadores españoles de América. NO TIENE USTED QUE REALIZAR LA REDACCIÓN, Ésta está destinada a que la puedan realizar sus alumnos. Lo que usted tiene que hacer es presentar un ESQUEMA de la redacción, que serviría de orientación a sus posibles alumnos.

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Comentario de texto 3.

RUBÉN DARÍO (FÉLIX RUBÉN GARCÍA SARMIENTO)

(1867 - 1916) El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal, el lobo de Gubbia, el terrible lobo.

(Motivos del lobo, versos 1-7)

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COMENTARIO DE TEXTO 3 (EJERCICIOS) 1. Explicar el sentido de estos versos. 2. Significado de:

Lis: Querube: Mínimo: Torvo: Fauces:

3. Análisis morfológico de los cuatro primeros versos.

El: varón: que: tiene: corazón: de: lis: alma: querube: lengua: celestial: mínimo: y: dulce: Francisco: Asís: está: con: un: rudo: torvo: animal:

4. Análisis sintáctico de los cuatro primeros versos. 5. Verso y estrofa. 6. Cite algunas de sus poesías principales además de la propuesta. 7. Breve redacción sobre Los Milagros. NO TIENE USTED QUE REALIZAR LA REDACCIÓN, Ésta está destinada a que la puedan realizar sus alumnos. Lo que usted tiene que hacer es presentar un ESQUEMA de la redacción, que serviría de orientación a sus posibles alumnos.

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Comentario de texto 4.

RUBÉN DARÍO (FÉLIX RUBÉN GARCÍA SARMIENTO)

(1867 - 1916) (Después de evocar toda la gracia y belleza de la marquesa Eulalia, símbolo de la frivolidad femenina, pregunta el poeta:) ¿Fue cuando la bella su falda cogía con dedos de ninfa, bailando al minué, y de los compases el ritmo seguía sobre el tacón rojo, lindo y breve el pie? ¿O cuando pastoras de floridos valles ornaban con cintas sus albos corderos, y oían, divinas Tirsis de Versalles, las declaraciones de sus caballeros? ¿Fue en ese buen tiempo de duques pastores, de amantes princesas y tiernos galanes, cuando entre sonrisas y perlas y flores iban las casacas de los chambelanes? ¿Fue acaso en el Norte o en el Mediodía? Yo el tiempo y el día y el país ignoro; pero sé que Eulalia ríe todavía, ¡y es cruel y eterna su risa de oro!

(Era un aire suave)

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COMENTARIO DE TEXTO 4 (EJERCICIOS) 1. Rubén Darío, en esta poesía, evoca el ambiente del siglo XVIII. Díganos que detalles muy característicos del ambiente y costumbres dieciochescas aparecen en esta evocación de Rubén Darío. 2. Análisis morfológico del primer verso.

Fue:

cuando:

la:

bella:

su:

falda:

cogía:

3. Análisis sintáctico de Yo el tiempo y el día y al país ignoro; pero sé que Eulalia vive todavía. 4. Rima, fragmento y estrofa del fragmento. 5. Poetas españoles contemporáneos a Rubén Darío. 6. Breve redacción sobre Música y músicos. (Puede usted desarrollar el tema con libertad; si sabe poco de grandes compositores, puede interpretar la palabra músicos como sinónima de ejecutantes, a los cuales habrá visto en conciertos, o en las bandas que tocan al aire libre, etc.; puede describir, por ejemplo, alguno de estos conciertos). NO TIENE USTED QUE REALIZAR LA REDACCIÓN, Ésta está destinada a que la puedan realizar sus alumnos. Lo que usted tiene que hacer es presentar un ESQUEMA de la redacción, que serviría de orientación a sus posibles alumnos.