6 domingo pascua c
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Quien me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer morada en él.
Juan 14, 23-29
Quien ama escucha.
Quien ama está atento, receptivo y abierto.
No podemos separar el amor a Dios de la escucha
de su palabra.
…y mi Padre lo
amará, y vendremos a
hacer morada en él.
Jesús habla a los
suyos en el clima de
emoción de la última
cena. Ante su muerte,
tan próxima, quiere
dejarles un último
mensaje…
Jesús no habla por sí mismo, sino por el Padre.
Quien lo escucha a él, escucha al Padre.
Él es un reflejo de la palabra de Dios y su misión es
acercarnos a él, que es Amor infinito.
En Jesús llegamos al Padre y a la plenitud.
Jesús nos recuerda que no podemos llegar a Dios sin pasar por él, sin la mediación de la Iglesia. Pero la meta tampoco es él, sino
el Padre y la comunión con él.
Os doy la paz.
La paz de Jesús es
divina.
No es un pacto social ni
político: surge del amor.
No hay paz sin justicia.
No hay justicia sin amor.
Por tanto, sin amor no
hay paz posible.
Muchos buscamos la paz.
Personas, instituciones, países… Quizás no la
encontramos porque no la buscamos en su
raíz: el mismo Jesús.
«Os enviaré un
Defensor.»
El Espíritu Santo
les recordará sus
palabras,
los mantendrá
unidos y les
infundirá valor para
expandir el mensaje
de Cristo.
Hoy, los cristianos
seguimos recibiendo
su palabra y su
Espíritu Santo.
Necesitamos
escucharla para
nutrirnos, para seguir
creyendo y dar
testimonio de nuestra
fe en el mundo.