5-filología y etnohistoria. una breve historia de la “nueva filología” en norteamérica

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13900706 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Matthew Restall Filología y etnohistoria. Una breve historia de la nueva filología en Norteamérica Desacatos, núm. 7, otoño, 2001, pp. 85-102, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social México ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Desacatos, ISSN (Versión impresa): 1405-9274 [email protected] Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Filología posmoderna

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13900706

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Matthew Restall

Filología y etnohistoria. Una breve historia de la nueva filología en Norteamérica

Desacatos, núm. 7, otoño, 2001, pp. 85-102,

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

México

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Desacatos,

ISSN (Versión impresa): 1405-9274

[email protected]

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores

en Antropología Social

México

www.redalyc.orgProyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Nuestro campo [la historia colonial de Lati-noamérica] parece haber llegado a una faseen la que las tareas más importantes […] norequieren de una teórica que rehuya el deta-lle, ni de una investigación meramente cen-trada en las fuentes, sino de mentes flexiblesque puedan visualizar lo general dentro de loparticular.

lockhart (1972: 36)

De todos los ricos campos de estudio que seencuentran en la historia de México, a travésde los años ninguno ha superado a la etnohis-toria colonial en términos de la excelencia desus aportaciones.

kicza (1995: 240)

La [nueva filología] ha expuesto el interiorde la sociedad indígena colonial de manerafundamental para cualquier análisis cultural,y se ha presentado de manera creíble como laescuela historiográfica del período colonialmás innovadora y reconocible como tal has-ta el presente.

van young (1999: 234)

S E HA SUGERIDO con frecuencia que hay dos razo-nes que explican la peculiar vitalidad de la etno-historia de la Mesomérica colonial. Hace unos

cuantos años, John Kicza (1995: 240) definió con elocuen-cia estas dos razones al citar, en primer lugar, la “inte-gridad” y el “vigor” de las civilizaciones indígenas desdetiempos precolombinos hasta el presente y, en segundolugar, la riqueza y diversidad de las fuentes documenta-les relevantes al tema. Sin disputar este argumento —dehecho, partiendo de la noción que estos dos factores pue-den fungir como supuestos— quisiera sugerir que existe

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Filología y etnohistoriaUna breve historia de la “nueva filología”

en Norteamérica

Matthew Restall

matthew restall: Universidad de Wisconsin, Madison.

Miguel Covarrubias, 1947

saberes y razones Desacatos otoño 2001

un tercer factor que es asimismo pertinente: la concatena-ción de las actividades de un grupo diverso de investiga-dores que ha creado una visión colectiva metodológicae interpretativa, y un impulso constructivo que ha per-mitido la concreción y el desarrollo de dicha visión.

Por supuesto, me refiero a una escuela teórica y meto-dológica en particular: la escuela que se define de maneracreciente como la “nueva filología”. El propósito de esteartículo es ofrecer una reseña historiográfica de esta es-cuela: su historia y desarrollo, su localización dentro delcontexto de la historia colonial latinoamericana y la et-nohistoria de Mesoamérica, sus puntos fuertes y débiles,su trayectoria y significados actuales, y sus prospectosen el futuro. Mi enfoque abarca sólo las publicaciones enlengua inglesa, partiendo del supuesto de que los lectoresde Desacatos tendrán una relativa familiaridad con las con-tribuciones relevantes en lengua española, y con el fin deevitar la repetición de temas discutidos en otros artícu-los en el presente número.

Ya que este ensayo es una definición in extenso de dichaescuela, quisiera empezar ofreciendo una definición bre-ve de la misma. De manera general, la nueva filología in-cluye a los investigadores dedicados a la etnohistoria deMesoamérica durante el período colonial cuyas aporta-ciones se basan en fuentes primarias en lenguas indíge-nas, subrayando un análisis filológico de sus fuentes, yenfatizando la importancia crucial de las fuentes nativaspara el conocimiento de las sociedades indígenas. Se haasociado a la nueva filología con los trabajos del histo-riador James Lockhart, e incluso ha sido llamada la “es-cuela de Lockhart”; sin embargo, ésta se extiende más alláde Lockhart y de sus discípulos, incluyendo a un númerocreciente de investigadores en Norteamérica y México—y a un número menor en Guatemala y Europa— queno tienen vínculos directos con este investigador.

Esta escuela tiene sus inicios en el estudio de fuentesen náhuatl, y por lo tanto ha logrado hacer sus contribu-ciones más detalladas al estudio de la cultura nahua,

Collantes, mixteca de la Costa,Vittorio D’Onofri, 199586 �

otoño 2001 Desacatos saberes y razones

expandiéndose en los últimos años más allá de los es-tudios nahuas. Sus dos principales contribuciones, nosólo a la etnohistoria colonial de Mesoamérica, sino a lahistoria colonial de América Latina, han sido el acerca-miento a las fuentes primarias indígenas como el centrofundamental de la investigación etnohistórica, y la reo-rientación de la historia colonial hacia las perspectivasindígenas, combatiendo de esta manera la marginaliza-ción de la historia de los pueblos nativos. Superando laproducción de otros campos históricos, la nueva filolo-gía ha generado un número muy elevado de obras sobrela historia social y cultural de Latinoamérica. Esta escuelase ha desarrollado en la fructífera intersección de la his-toria y la antropología, encontrando sus raíces y sustentoen ambas disciplinas. Sin embargo, en términos de su me-todología y de la preparación de sus adherentes, la nuevafilología se localiza principalmente en la historia —y conuna incidencia ligeramente menor, en la antropología—con la participación de la lingüística, la historia del arte,y otras disciplinas. De acuerdo con Lockhart (2000: 367),la nueva filología pertenece a la historia simplemente“porque la historia es la ‘disciplina’ más flexible y extensa”.

Quisiera proponer que la historia de la nueva filologíaconsiste de tres fases, y las siguientes tres secciones de miensayo ilustrarán cada una de ellas. El fulcro analítico deeste ensayo se encuentra en la tercera sección, en la quepresentaré argumentos sobre la localización, relevancia,y perspectivas para el futuro de dicha escuela.

PRIMERA FASE (1976-1992)

La primera fase de la nueva filología norteamericana ini-ció en 1976. Antes de esta fecha —y retrocediendo unperíodo de más de cien años, casi hasta el punto de desa-parición de las fuentes indígenas utilizadas por esta es-cuela— se había localizado, organizado, traducido, pu-blicado y analizado un número considerable de fuentesprimarias coloniales en náhuatl, en algunas lenguas ma-yances, y en otras lenguas mesoamericanas. Sin embar-go, la suma de estos trabajos no había cristalizado en unainterpretación coherente de las sociedades mesoameri-canas durante el período colonial ni había influenciado

de manera decisiva la historiografía de los pueblos nati-vos de México o Guatemala. De hecho, en Norteamé-rica, este tipo de investigaciones se encontraba al margendel statu quo académico; algunos pioneros como DanielG. Brinton o Ralph Roys tuvieron que operar en partefuera del ámbito académico, mientras que los trabajosde Miguel León-Portilla, Alfredo López Austin y otros ex-celentes investigadores mexicanos no alcanzaban su de-bido reconocimiento en el ámbito académico de hablainglesa por el simple hecho de no estar vinculados conuniversidades británicas o norteamericanas. Las aporta-ciones anteriores a 1976 tuvieron gran importancia, pueséstas constituyen las raíces de las cuales brotó la nuevafilología, y muchos de estos trabajos siguen siendo rele-vantes. Sin embargo, en retrospectiva, 1976 puede ser con-siderado el momento decisivo en la fundación de estaescuela y como el punto de partida de un tipo de etno-historia cuya visión —y oportuna aparición— motivóel estudio de fuentes indígenas y redefinió los ámbitos

Pinotepa de Don Luis, mixteca de la Costa, Vittorio D’Onofri, 1995 � 87

principales de la etnohistoria enNorteamérica.

Este momento fue marcado por laaparición de dos publicaciones in-novadoras de fuentes coloniales ennáhuatl. Más allá de los códices [Be-yond the Codices], la obra de ArthurAnderson, Frances Berdan y JamesLockhart, presentó una selección defuentes notariales cotidianas tradu-cidas del náhuatl al inglés, así comoun análisis extenso ofrecido en unprólogo y en notas al pie de página.Este volumen sugirió que un grupode documentos aparentemente su-perficial cuyo estudio había sido des-cartado —testamentos y registros detierras escritos por notarios indíge-nas— podían convertirse en ricasfuentes de datos históricos. En estemismo año, Frances Karttunen y Ja-mes Lockhart publicaron un trabajotitulado El náhuatl en el período in-termedio: Los fenómenos de contactolingüístico en los textos coloniales [Na-huatl in the Middle Years: Langua-ge Contact Phenomena in Texts ofthe Colonial Period], el que mostró de-talladamente la manera en que el aná-lisis de fuentes nahuas podía revelarpatrones y dinámicas de contacto cul-tural que no habían sido percibidascon anterioridad. (Para un interesan-te testimonio personal de este proyecto de colaboración,véase Lockhart, 2000: 350-356.) Estos dos volúmenesconstituyeron un llamado académico a las armas.

Durante los siguientes quince años, esta llamada en-contró un eco en un flujo de disertaciones doctorales ymonografías, acompañadas por un número creciente decompilaciones de fuentes indígenas, ponencias, ensayos,y artículos. La mayor parte de estos trabajos fue realiza-da por los discípulos de James Lockhart en la Universidadde California en Los Ángeles (UCLA), quienes llevaron a

cabo una serie de disertaciones ba-sadas en fuentes nahuas de comu-nidades y regiones específicas delcentro de México, entre 1983 y 1989,que ahora bosquejaré en orden cro-nológico (aunque se puede consul-tar Lockhart, 1991b si se desea unavisión más detallada). Seguida-mente, discutiré las aportacionesde Lockhart y de otros investi-gadores que intervinieron en estaprimera fase de la nueva filologíanorteamericana.

La primera de estas disertacionesfue concluida por S. L. Cline en 1983,para luego ser publicada en 1986:Culhuacán en el período colonial,1580-1600: La historia social de unpueblo azteca [Colonial Culhuacan,1580-1600: A Social History of an Az-tec Town]. Esta obra puso en mar-cha las posibilidad, sugerida porBeyond the Codices, que los testa-mentos nahuas podrían iluminar lavida social del altepetl. En una ma-niobra que se ha vuelto distintivadentro de la nueva filología, en 1984,Cline y León-Portilla publicaron latranscripción y traducción de lasfuentes primarias utilizadas endicha obra; en 1993, Cline publicóasimismo un volumen de fuentesnahuas no utilizadas en su estudio

original. En realidad, la inclusión de estas transcrip-ciones y traducciones reflejan fielmente las tendenciasde esta escuela.

Las dos siguientes disertaciones de este grupo fueronconcluidas en 1984. La obra de Susan Schroeder —publi-cada en 1991 en inglés como Chimalpahin and theKingdoms of Chalco y en español en 1994 por El ColegioMexiquense bajo el título de Chimalpahin y los reinos deChalco— se distingue de otras disertaciones en esta cate-goría al enfatizar la historia intelectual de un historiador

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saberes y razones Desacatos otoño 2001

Arquitectura tradicional; Códice Florentino

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nahua del siglo XVII en lugar de la historia social de su al-tepetl, si bien la contribución de esta obra reside en su exi-toso tratamiento de ambos temas. Siguiendo el patrónde la nueva filología, Schroeder ha iniciado la publica-ción en seis volúmenes de toda la obra escrita de Chi-malpahin, incluyendo algunos manuscritos que fueronrecuperados en la década de los ochenta; los primerosdos volúmenes de esta serie aparecen en la presente bi-bliografía como Anderson y Schroeder, 1997. Por otra par-te, Stephanie Wood concluyó su aún inédita disertaciónen 1984. Este estudio de las comunidades coloniales na-huas en el valle de Toluca ha contri-buido a nuestro conocimiento de laintegridad corporativa y de la ideo-logía del altepetl colonial. Si bien losestudios de esta primera fase fueronacompañados por algunos trabajosque no se mencionan aquí, debe ha-cerse notar que Wood ha publicadoun número respetable de artículos,como su contribución a la coleccióntitulada Indian Women of Early Me-xico [Mujeres indígenas del Méxicocolonial temprano], que fue publica-da en 1997 por tres antiguos estu-diantes de Lockhart (véase Schroeder,Wood y Haskett, 1997).

Las siguientes dos disertaciones su-pervisadas por Lockhart durante estaprimera fase han sido publicadascon revisiones sustanciales que hanañadido materiales novedosos, alcosto de dejar fuera algunos datosrelevantes, por lo que las tesis origi-nales retienen su interés. La obra deRobert Haskett, terminada en 1985 ypublicada en 1991 como IndigenousRulers: An Ethnohistory of Town Go-vernment in Colonial Cuernavaca [Se-ñores indígenas: Una etnohistoria delgobierno local en la Cuernavaca colo-nial] ofrece una nueva perspectivadel gobierno municipal en Cuerna-

vaca y de la cultura política del altepetl. Como los etno-historiadores que he mencionado anteriormente, Haskettno sólo utilizó fuentes inéditas en náhuatl, sino que tam-bién descubrió muestras de un género colonial poco co-nocido: la documentación de elecciones realizadas dentrodel altepetl election records —un género posteriormenteidentificado en el Yucatán colonial. Su trabajo se ha con-vertido en un punto de referencia necesario para el estu-dio del gobierno local en Mesoamérica durante el perío-do colonial. Por otra parte, Rebecca Horn realizó unacontribución similar a la de Haskett en cuanto al estudio

de la tenencia de tierras. Su diserta-ción, terminada en 1989 y publicadaen parte en 1997 bajo el título de Post-conquest Coyoacan: Nahua-SpanishRelations in Central Mexico, 1519-1650

[Coyoacán después de la conquista:Las relaciones entre nahuas y españo-les en el centro de México, 1519-1650]analizó una vasta serie de documen-tos sobre la tenencia y el traspaso detierras en Coyoacán, así como otrosdocumentos en náhuatl, que hacenresaltar la dinámica de la vida social,política y económica entre los nahuasde esta región.

En la década de los ochenta, Lock-hart publicó una serie de estudios—publicados en la colección de 1991

intitulada Nahuas and Spaniards[Nahuas y españoles]— en respuestaal llamado a las huestes filológicasque había lanzado en 1976. Estos tra-bajos, aunados a las cinco disertacio-nes que mencioné anteriormente,fueron adelantos de la magna obraque aparecería en 1992 bajo el títulode The Nahuas After the Conquest [Losnahuas después de la conquista]. Estaobra, con la que culmina la primerafase de la “nueva filología”, presentóun análisis lúcido y extraordinaria-mente detallado de todo aspecto

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Nacimiento bajo las casas 8 Muerte y 9 Venado; Códice Florentino

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imaginable de la vida del altepetl desde mediados delsiglo XVI hasta mediados del XVIII. Este libro ofrece tam-bién una perspectiva general de la cultura y sociedad na-huas durante el período colonial. Se podría argüir quelos nativos del centro de México habían sido consideradossimplemente como “indios” por mucho tiempo. La mo-nografía de Lockhart los hizo aparecer de nuevo comomiembros de la cultura nahua.

The Nahuas After the Conquest podría ser vista comoel cubo de una rueda cuyos radios y bordes son los traba-jos auxiliares publicados por Lockhart entre 1986 y 1998.Dichos trabajos presentan fuentes en náhuatl transcritasy traducidas al inglés, aunque con una introducción ycomentarios que les conceden el carácter de monografías,sobre todo si se consideran como partes de The NahuasAfter the Conquest. Entre estas publicaciones se debenmencionar The Tlaxcalan Actas (impresa en 1986 y escritacon la ayuda de Berdan y Anderson); The Art of Nahuatl

Speech: The Bancroft Dialogues [El arte del habla náhuatl:Los diálogos de la Biblioteca Bancroft], impresa en 1987,escrita con la ayuda de Karttunen, y notable por ofrecerno una, sino dos traducciones al inglés, una literal y la otrafluida); We People Here: Nahuatl Accounts of the Conquestof Mexico [Nosotros la gente de aquí: Narrativas nahuassobre la conquista de México], 1993, la que ofreció dichasnarrativas en su versión original en náhuatl, su traduc-ción, así como la estructura de los textos originales, en vezde versiones compuestas; finalmente, The Story of Gua-dalupe [La relación de Guadalupe], escrita con ayuda deLisa Sousa y Stafford Poole, 1998, un estudio y edicióndefinitiva en náhuatl y en inglés del Huey tlamahuiçoltica,el texto sobre las apariciones guadalupanas publicado en1649 por Laso de la Vega. Adicionalmente, un volumende ensayos y artículos similares en contenido a Nahuasand Spaniards fue publicado en el 2000 bajo el título deOf Things of the Indies [Sobre las cosas de Indias], y una

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Miguel Covarrubias, 1942

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guía para el aprendizaje del náhuatl escrito aparecerá den-tro de los siguientes dos años.

Si bien la primera fase de la nueva filología nortea-mericana ha sido sustancial y de gran influencia, susaportaciones no se deben atribuir sólo a Lockhart y a susestudiantes. Otros especialistas realizaron contribucio-nes esenciales durante este período (1976-1992); aunqueestos trabajos puedan ser relacionados con otras escue-las historiográficas, no dejan de ser parte de lo que per-sisto en calificar como “nueva filología”. Quisiera destacarel trabajo de tres de estos especialistas. La primera esFrances Karttunen, una lingüista e historiadora que hacolaborado con Lockhart de manera periódica (en la pu-blicación de Nahuatl in the Middle Years [El náhuatl amediados del período colonial], por ejemplo), pero que harealizado por su parte tres estudios lingüísticos y etno-históricos de gran repercusión: un artículo de 1982 sobrela alfabetización entre los nahuas coloniales, el Analyti-cal Dictionary of Nahuatl [Diccionario analítico del ná-huatl], 1983, publicado como complemento a un cursobásico sobre la gramática náhuatl realizado con la ayudade R. Joe Campbell, y Nahuatl and Maya in Contact withSpanish [Los contactos de las lenguas náhuatl y maya conla española], 1985, cuyo papel en la segunda fase de la nue-va filología se discutirá posteriormente.

La segunda es la antropóloga Louise Burkhart, quienha contribuido a la transformación del estudio de la reli-gión en México durante el siglo XVI, uniendo su reexami-nación de la “conquista espiritual” a los objetivos de lanueva filología. Su disertación doctoral fue editada y pu-blicada en 1989 como The Slippery Earth: Nahua-Chris-tian Moral Dialogue in Sixteenth-Century Mexico [Latierra resbaladiza: El diálogo moral nahua-cristiano en elMéxico del siglo XVI], a la cual podemos añadir la trans-cripción y traducción de la obra de teatro de evangeliza-ción en náhuatl más temprana hasta ahora conocida,Holy Wednesday: A Nahua Drama from Early ColonialMexico, así como una docena de estudios varios que vandesde artículos especializados (Burkhart, 1995) hasta en-sayos en libros de texto (Burkhart, 1996b).

La tercera especialista es Susan Kellogg, una antropólo-ga cuyo trabajo ha contribuido al forjamiento de vínculosentre la nueva filología, la historia y la antropología. Si

bien su monografía —titulada Law and the Transforma-tion of Aztec Culture [El derecho y la transformación de lacultura azteca] no apareció hasta 1995, Kellogg generóvarios análisis de fuentes nahuas del valle de México enlos ochenta y noventa, y debe ser considerada parte de laprimera fase del desarrollo de la nueva filología. Comoparte de esta escuela —y sin haber cursado su doctora-do con Lockhart—, Kellogg ha usado fuentes judicialesy realizado un estudio social del derecho colonial que si-gue la trayectoria de Woodrow Borah más que cualquierotro etnohistoriador. Por otra parte, su contribución hasido de gran importancia por haber utilizado fuentes na-huas para promover una hipótesis que es en cierto mo-do antitética a las propuestas de Lockhart. Mientras queLockhart (1992: 433-434) caracteriza a los siglos XVI yXVII como a una edad dorada en el desarrollo culturalindígena, Kellogg percibe un deterioro en la autonomía

San Pedro Amuzgo, amuzga, Vittorio D’Onofri, 1995

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cultural nahua dentro del cual los tribunales funcionancomo “un instrumento de conversión cultural y de con-solidación de la hegemonía cultural española” (Kellogg,1995: 214).

Al interpretar los cambios en las fuentes manuscritasindígenas como parte de un proceso de pérdida cultural,y no como prueba de un renacimiento indígena, Kelloggnos muestra que Borah no es su única influencia historio-gráfica. En realidad, el trabajo de Kellogg parece habersido influenciado por una serie de historiadores de nacio-nalidad francesa (Tzvetan Todorov, Christian Duvergery Serge Gruzinski, entre otros) o educados en París (comoEnrique Florescano y Walter Mignolo) cuyos trabajos hansido traducidos al español y al inglés. Si bien The Con-quest of America, de Todorov, y Man-Gods in the MexicanHighlands, de Gruzinski, son las publicaciones en inglésmás conocidas de este grupo, el trabajo más relevante en

esta discusión, dado su análisis de fuentes en lenguas in-dígenas, es The Conquest of Mexico, de Gruzinski (la edi-ción inglesa de 1993 de La colonisation de l’imaginaire,1988). De cualquier manera, este trabajo no está directa-mente afiliado con la nueva filología porque utiliza el len-guaje de la historia cultural sobre “la colonización de loimaginario” para presentar visiones tradicionales del de-terioro cultural indígena. Gruzinski y otros han puestoal día el paradigma de la interacción entre nahuas y espa-ñoles delineado por Robert Ricard (y que Lockhart [1992:2-3] ha llamado el “modelo del reemplazo”). En otras pala-bras, estos trabajos presentan lo que Eric Van Young (1999:235) ha llamado “una forma más tradicional de la historiaintelectual”. La diferencia entre Gruzinski y Kellogg es queel trabajo de la segunda simultáneamente captura el es-píritu de la nueva filología y cuestiona uno de sus pos-tulados principales (que las fuentes en lenguas indígenas

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San Lorenzo Teitipac, zapoteca del Valle, Vittorio D’Onofri, 1995

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son pruebas de vitalidad cultural), mientras que el pri-mero, al asumir la existencia de un declive cultural, cues-tiona la mismísima raison d’être de la nueva filología.

Antes de delinear la segunda fase de la nueva filología,se debe mencionar los trabajos de algunos filólogos de laprimera fase. En 1955, Anderson inició, junto con CharlesDibble, un proyecto de traducción del Códice florentinode Sahagún; la obra resultante fue un punto de referenciaabsoluto para las raíces de la nueva filología y para su pri-mera fase, durante la cual finalizó dicho proyecto. Existetambién el trabajo de varios lingüistas y etnohistoriado-res que hicieron contribuciones a esta escuela durante suprimera fase —entre ellos se debe mencionar a la ediciónconjunta de J. Richard Andrews y Ross Hassig del Tratadode las supersticiones y costumbres gentílicas que oy bivenentre los indios naturales desta Nueva España, de Hernan-do Ruiz de Alarcón, y a las obras de William Bright, UnaCanger, R. Joe Campbell y Mary Clayton. En esta cate-goría encontramos a John Bierhorst, cuyas traduccionesde textos nahuas (1985; 1992) se distinguen en parte porser una contribución a la nueva filología en un sentidocompletamente opuesto al de Lockhart (como lo afirmael mismo Lockhart (1991a: 141-157). Finalmente, se debemencionar el trabajo de Pedro Carrasco y J. Jorge Klor deAlva, dos etnohistoriadores y antropólogos que han pu-blicado un número considerable de artículos en españoly en inglés sobre fuentes nahuas.

SEGUNDA FASE (1992-2000)

En 1992, la segunda fase de la nueva filología emerge através de la expansión geográfica de sus principios y mé-todos al sur del área cultural mesoamericana. Esta fasepodría ser dividida entre las actividades de los estudian-tes de Lockhart y la de otros filólogos. Entre 1992 y 1998,cuatro estudiantes finalizaron sus disertaciones doctora-les bajo la supervisión de Lockhart. Kevin Terraciano hautilizado fuentes prehispánicas y coloniales de la culturamixteca (o ñudzahui), tanto pictográficas como alfabé-ticas, para modificar nuestras percepciones de las comu-nidades indígenas en Oaxaca. Su disertación doctoral de1994 —titulada Ñudzahui History: Mixtec Writing and

Culture in Colonial Oaxaca [La historia ñudzahui: La cul-tura y escritura mixteca en el Oaxaca colonial] acaba deser publicada como monografía por Stanford UniversityPress (para un resumen, véase su artículo del 2000 en labibliografía). La disertación inédita de Lisa Sousa —Wo-men in Native Societies and Cultures of Colonial Mexico[Las mujeres en las sociedades y culturas indígenas delMéxico colonial] emplea fuentes en náhuatl y mixtecopara examinar el rol y status social de las mujeres indíge-nas en esferas domésticas y comunitarias en el centro dela Nueva España durante los primeros dos siglos del pe-ríodo colonial (véase también su artículo en Schroeder,Wood y Haskett, 1997).1

Podría decirse que la etnohistoriografía colonial en Yu-catán se asemeja a la del centro de México por dos razo-nes distintas. En primer lugar, ya existían monografíasdetalladas sobre las comunidades indígenas antes delarribo de la nueva filología —la obra maestra de CharlesGibson sobre los nahuas, The Aztecs under Spanish Rule:A History of the Indians of the Valley of Mexico, 1519-1810

[Los aztecas bajo el dominio español: Una historia de losindígenas del valle de México, 1519-1810, 1964], y el estu-dio de Nancy Farriss sobre los pueblos yucatecos titula-do Maya Society Under Colonial Rule [La sociedad mayabajo el dominio colonial, 1984]. Ambos trabajos se basaronen el estudio de fuentes en castellano, lo que permitió laproducción de estudios complementarios de fuentes na-huas y yucatecas por parte de los nuevos filólogos queentraron en un debate muy productivo con estas mono-grafías. En segundo lugar, así como los nuevos filólogosencontraron un grupo muy numeroso de fuentes colonia-les nahuas en archivos mexicanos, españoles y nortea-mericanos, varios investigadores han descubierto milesde documentos coloniales en maya yucateco en México,Yucatán, España, Estados Unidos y aun en Gran Bretaña.

En mi propia disertación, que defendí bajo la supervi-sión de James Lockhart en 1992, hice el intento de llevar

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1 Por otra parte, Pete Sigal investigó fuentes en maya yucateco para pro-ducir un estudio original de la sexualidad dentro de la cultura mayacolonial en su disertación de 1995, Maya Passions: Colonial YucatecanIdeas of Gender, Sexuality, and the Body [Pasiones mayas: Ideas de los yu-catecos coloniales sobre el género, la sexualidad, y el cuerpo humano],la cual fue publicada recientemente por la University of Texas Press.

la nueva filología al terreno yucateco,siguiendo los pasos de una genera-ción de estudiosos de fuentes colo-niales mayas como Alfredo BarreraVásquez y Ralph Roys. En la ediciónmonográfica de mi disertación —pu-blicada en 1997 bajo el título de TheMaya World: Yucatec Culture andSociety, 1550-1850 [El mundo maya:Cultura y sociedad en Yucatán, 1550-

1850]— propuse que la organizacióncomunitaria maya a nivel municipal,llamada cah en yucateco, era una en-tidad compleja en la que incidíantodos los aspectos de la vida socialyucateca en el período colonial.2 Es-ta visión, que mantiene ciertos paralelos con la inter-pretación del altepetl por parte de los nuevos filólogos,constituye un intento de contribuir no sólo a los estu-dios mayas, sino a un entendimiento más profundo delas civilizaciones mesoamericanas.3

En 1998 salió a la luz mi trabajo Maya Conquistador[Conquistador maya], un estudio y traducción de fuentesen maya sobre la conquista. Las raíces intelectuales deeste libro son cuatro trabajos de particular relevancia anuestro tema. El primero es Visión de los vencidos, laconocida colección de fuentes nahuas sobre la conquistaeditada por León Portilla que apareció posteriormenteen inglés bajo el título de The Broken Spears [Las lanzasrotas]. El segundo es We People Here [Nosotros la gente deaquí], la versión al inglés de James Lockhart de las fuen-tes nahuas presentadas en Visión de los vencidos; cabe se-ñalar que el énfasis de Lockhart en la diversidad de lasperspectivas nahuas influyó en mi trabajo de maneraparticular. El tercero es la edición de 1985 del Popol Vuhpreparada por Dennis Tedlock, la que demostró que lostextos en lengua indígenas podían ser publicadas como

traducciones accesibles al público en gene-ral, aun sin la inclusión de transcripcionesde las fuentes, sin por ello contribuir a losobjetivos de la nueva filología a través dediscusiones detalladas de la traducción ennotas de pie de página. La cuarta influen-cia es el análisis de perspectivas mayas so-bre la historia colonial y neocolonial enThe Indian Christ, the Indian King [El Cris-to indígena, el rey indígena, 1981] de Victo-

ria Bricker. Este trabajo enlaza a la nuevafilología con la Universidad de Tula-

ne, pues debe reconocerse que, sibien la nueva filología tiene comouno de sus principales centros aca-démicos las actividades de James

Lockhart y sus doctorantes en el departamento de histo-ria de la Universidad de California en Los Ángeles, el de-partamento de antropología de la Universidad de Tulaneen Nueva Orleans juega también un papel central en lasegunda fase de esta escuela etnohistórica.

Si bien Tulane ha producido análisis de fuentes nahuas(véase Maxwell y Hanson, 1993), la contribución más im-portante de esta institución a la segunda fase de la nuevafilología se ha concentrado en el estudio de comunidadesmayas en Yucatán y Guatemala. En 1982 y 1986, MunroEdmonson publicó traducciones de dos de los ChilamBalam yucatecos. Además de su trabajo ya citado, Brickerha publicado diversos estudios sobre la lengua y la etno-historia mayas (véase Edmonson y Bricker, 1985, por ejem-plo), y supervisó una tesis doctoral que anticipa la segun-da fase de la nueva filología —Tekanto in the EighteenthCentury [Tekanto durante el siglo XVIII] de Philip Thomp-son, publicada recientemente. Otro doctorante de Tulane,John Chuchiak, acaba de concluir un estudio de la extir-pación de idolatrías en Yucatán que incluye un análisisde fuentes en yucateco. Finalmente, debe reconocerse eltrabajo pionero de Robert Hill sobre la etnohistoria de losmayas cakchiqueles, que aparece en su libro Colonial Cak-chiquels [Cakchiqueles coloniales, 1992] y en otras publica-ciones. No hay duda de que Bricker, Hill, Maxwell y otrosetnohistoriadores de Tulane continuarán con sus apor-taciones a la nueva filología en la década que inicia.

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2 Una selección de los documentos yucatecos que utilizé en mi diser-tación fue publicada bajo el título de Life and Death in a Maya Com-munity [La vida y la muerte en una comunidad maya] en 1995.3 De hecho, tal visión fue articulada en una colaboración con Terracia-no que apareció inicialmente en Sousa, 1992, para luego ser publica-da como Restall, 1997b.

saberes y razones Desacatos otoño 2001

Códice Selden

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TERCERA FASE (1992-…)

La primera fase (1976-1992) se concentró en el estudiode fuentes nahuas, y produjo estudios detallados de lavida doméstica, las relaciones de género, la cultura po-lítica y la tenencia de la tierra de los nahuas colonialesbasados en fuentes nahuas, al tiempo que emergían lasideas fundamentales y los métodos de la nueva filolo-gía. En su segunda fase (1992-2000), esta escuela extien-de su enfoque de los pueblos nahuas a otros pueblosmesoamericanos coloniales. Ambas fases han contri-buido al emplazamiento central de las sociedades indí-genas para el análisis de la historia colonial de la NuevaEspaña y de otras regiones de América Latina. El diá-logo de la nueva filología con otras disciplinas y cam-pos académicos y su asimilación dentro de los estudioscoloniales en Mesoamérica a tal punto que pierde sus

características distintivas podrían ser designados comouna tercera fase. En otras palabras, como muchas otrasescuelas e ismos anteriores, la nueva filología podría serasimilada hasta el punto de no ser reconocida como unaescuela particular.

No se pueden dar fechas precisas para esta tercera fa-se, pero ésta se manifiesta en algunos estudios que apa-recen en la década de los noventa. Por lo tanto, se podríaproponer que esta fase inicia alrededor de 1992, de mane-ra paralela a la segunda, pero con un curso distinto a lamisma. La diversa naturaleza de esta fase la vuelve difícilde delinear. Para los propósitos de este trabajo, presenta-ré esta fase en el contexto de tres modos de interacciónentre la nueva filología y otros campos académicos. Estapresentación se vuelve entonces tanto un resumen de lostrabajos existentes como una serie de sugerencias sobreposibles contribuciones para el futuro.

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San Juan Teitipac, zapoteca del Valle, 1995

El primer modo de interacción se refiere a disciplinasfuera del campo de la historia y la etnohistoria antropo-lógica. Desde sus orígenes, la nueva filología fue interdis-ciplinaria, pero este aspecto se ha desarrollado de maneraconsiderable en los últimos años, particularmente en loconcerniente a la antropología lingüística. La colabora-ción inicial de Lockhart y Karttunen constituyó una con-vergencia de métodos históricos (favorecidos en Lockhart,1992) y lingüísticos (presentados en Karttunen, 1983). Co-mo Bricker, Karttunen anticipó el movimiento hacia laetnohistoria maya con su trabajo Nahuatl and Maya inContact with Spanish.Además de esta poco conocida con-tribución, el análisis de documentos yucatecos colonia-les realizado por William Hanks —publicado en una seriede artículos bien conocidos (Hanks, 1986, 1987) y en Lan-guage and Communicative Practices [El lenguaje y lasprácticas de comunicación, 1996]— han demostrado las só-

lidas contribuciones que los métodos de la antropologíalingüística pueden hacer dentro del campo de la etnohisto-ria colonial. La doble convergencia en el período colonialmaya, tanto por parte de arqueólogos y epigrafistas quepasan del posclásico a la colonia (v.g., Bricker y Hill) comopor parte de etnólogos que retroceden del presente al pa-sado colonial (v.g., Hanks) sugiere que la antropologíalingüística seguirá jugando un papel importante en el de-sarrollo de la nueva filología en el sureste de Mesoamérica.

Debe asimismo mencionarse el papel interdisciplina-rio de la historia del arte. Los elementos visuales de lostextos mesoamericanos coloniales —pinturas murales,ilustraciones en códices pictográficos o alfabéticos y ma-pas— han cautivado la atención de muchos historiado-res del arte. Aunque este interés se ha dirigido principal-mente al Posclásico y tal orientación persiste, el interésde historiadores del arte por el estudio de textos del siglo

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Miguel Covarrubias, 1942

XVI por su relevancia al período colonial va aumentan-do. Tres trabajos relevantes en este sentido son la diserta-ción de Jeanette Peterson, publicada en 1993 bajo el títulode The Paradise Garden Murals of Malinalco [Los mura-les del jardín paradisiaco en Malinalco], The Mapping ofNew Spain [Cartografía de la Nueva España, 1996] de Bar-bara Mundy, y la disertación inédita de Constance Cortezsobre el árbol genealógico de la familia Xiu en el Yucatándel siglo XVI. Aunque estos trabajos examinan imágenesy no textos en lenguas mesoamericanas, el énfasis que dana la interpretación de imágenes para el análisis de la Me-soamérica colonial exhibe ciertas correspondencias conla nueva filología. Por otra parte, la tesis doctoral inéditade Dana Leibsohn de 1993 en torno a la Historia tolteca-chichimeca muestra que los métodos convencionales dela nueva filología —la traducción y análisis de documen-tos nahuas— puede combinarse con la metodología dela historia del arte de una manera muy productiva.

Un tercer modo de interacción concierne la relaciónentre fuentes en lenguas indígenas y fuentes en español,así como la relación entre la etnohistoria y la historia so-cial. Cabe aquí destacar varios puntos. En primer lugar,el estudio de las fuentes en lenguas indígenas no hacedisminuir la importancia de las fuentes españolas.Aunque algunos críticos de la nueva filología han acusa-do a sus practicantes de negar la importancia de las fuen-tes en castellano, la mayor parte de los miembros de estaescuela no han llegado a tal conclusión. Si bien los adhe-rentes a los llamados “estudios subalternos” han suge-rido que dicha corriente es una alternativa preferible aotras metodologías históricas para la América Latina—véase Mallon, 1994; y Latin American Subaltern Stu-dies Group, 1995— la nueva filología se ha presentadosolamente como una fase en el desarrollo de las discipli-nas históricas: si bien las fuentes en lenguas indígenasofrecen perspectivas únicas, el objetivo a largo plazoes incorporar estas fuentes a otras existentes en lenguaseuropeas para ampliar nuestra comprensión de las socie-dades indígenas coloniales. Este objetivo se manifiestaen las monografias ya citadas de Horn (1997) y Terra-ciano (2001), así como en un artículo reciente sobre lascofradías nahuas de la ciudad de México de Susan Schroe-der (2000), que combina el estudio de fuentes nahuas y

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Vestidos y estilos de peinado de mujeres nobles; Códice Florentino

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españolas. Por supuesto, estos ejemplos son sólo unamuestra mínima del trabajo reciente de los etnohistoria-dores norteamericanos.

No existe una buena razon para restringir la metodo-logía lingüística de la nueva filología al estudio exclusivode fuentes en lenguas indígenas. El análisis detallado dellenguage y de su uso —así como el énfasis en contribu-ciones empíricas por encima de las contribuciones teó-ricas— que ha caracterizado a esta escuela puede seraplicado a fuentes españolas. El principio neofilológicode demandar, además de una buena navegación por losdiccionarios coloniales, una pericia gramatical y léxica enel idioma mesoamericano bajo análisis se puede aplicartambién a la lengua española. Hay que destacar que es-tos principios podrían diferir de la abundante explica-ción de textos realizada en el campo de los estudiosliterarios dada una preferencia por la argumentación teó-rica dentro de la crítica literaria, y las suspicacias posmo-dernas en cuanto a los textos en sí.

De cualquier manera, dado el papel central que tienenlas fuentes en lenguas mesoamericanas dentro de la nue-va filología, se podría argumentar que extender los mé-todos de esta escuela a otras lenguas es una proposicióncontradictoria. Hay que recordar, por supuesto, que lamayor parte de las sociedades indígenas en las coloniasespañolas de América no produjeron textos en sus len-guas maternas, o nos heredaron un número muy redu-cido de tales textos. Los estudiosos de la historia colonialandina han respondido a la ausencia de tales fuentes através de una gama de metodologías más y más sofisti-cadas, y no hay duda de que los mesoamericanistas pue-den aprender lecciones valiosas a través de la experienciaandina. Sin embargo, sigue existiendo una cierta distan-cia entre mesoamericanistas y andinistas, y aun ciertosproyectos que han intentado explorar un espacio comúna ambos campos —tal como Dead Giveaways [Siguien-do las pistas de los difuntos, Kellogg y Restall, 1998]—tienden a enfatizar tanto diferencias metodológicas y deplanteamiento como puntos en común. Algunos de lostrabajos sobre textos quechuas (tales como Mannheim,1991; o Salomon y Urioste, 1991) siguen un planteamientocomparable al de la nueva filología, aunque no formanparte de un movimiento más amplio comparable a esta

escuela. Sin embargo, existe la promesa de un diálogo másfructífero entre mesoamericanistas y andinistas.

Por otra parte, debe esperarse un fortalecimiento de larelación entre la teoría y la nueva filología durante la ter-cera fase de esta corriente. Anteriormente he citado algu-nos ejemplos de trabajos de esta escuela que han inten-tado construir vínculos con modelos teóricos ajenos. Lacuestión es que tales intentos de cruzar barreras teóricaso metodológicas no puede dejar de beneficiar a la nuevafilología, y el interés que la nueva historia cultural ha des-pertado en círculos académicos norteamericanos puedellevar a un nuevo diálogo entre una y otra escuela.De cual-quier manera, no ha perdido validez el comentario he-cho por Karen Spalding hace treinta años: “la constanteinteracción entre la atención cuidadosa a la riqueza dedetalles en nuestras fuentes y las hipótesis y modeloscada vez más refinados que tales detalles han enriqueci-do promete aumentar de manera considerable nuestracomprensión del pasado” (Spalding, 1972: 67).

Quisiera considerar la cuestión de la relación entre lanueva filología y la corriente historiográfica contempo-ránea que podría denominarse como la nueva historiacultural.4 Desde mi perspectiva, una de las ventajas de lanueva filología ha sido la ausencia relativa de “extensosprolegómenos metodológicos y teóricos” y el “ensimis-mamiento” (Van Young, 1999: 215) que caracteriza a lanueva historia cultural. Si bien la nueva filología es aúnrelativamente novedosa y es ciertamente historia cultu-ral, se distingue de la nueva historia cultural por su énfasisen datos empíricos y en la importancia de fuentes indíge-nas, y por su renuencia a aplicar paradigmas provenien-tes de contextos históricos o culturales muy distintos alos de la Mesoamérica colonial, o a plegarse a los dictadosde autoridades en otros campos.

Por otra parte, es común asociar a la nueva filología conla nueva historia cultural. Esto se debe a la tradicional

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4 No me refiero aquí a una “Nueva Historia Cultural” [New CulturalHistory] con mayúsculas. Como respuesta a Claudio Lomnitz (1999:367), se puede afirmar que no existe tal escuela en la historiografíalatinoamericana, pero puede hablarse de planteamientos generalesen torno a la historia cultural que aparece en una gama muy variadade trabajos.

división de la historia latinoamericana en dos campos.Aunque cada historiador puede tener una noción distintade esta separación —y si bien la nueva filología no es la úni-ca escuela que concibe la historia social como una uniónde elementos económicos y políticos— la historia socialo cultural tiende a ser vista en oposición a la historia eco-nómica o política. Una de las versiones más recientes deesta división fue articulada en una colección de ensayospublicados en la Hispanic American Historical Review enmayo de 1999 en los que Eric Van Young (1999: 234) argu-yó que la nueva filología (bajo otra denominación) for-maba parte de la “nueva historia cultural” del períodocolonial, mientras que la mayor parte de los ensayos res-tantes no examinaron el período colonial, u omitieronmención alguna a la nueva filología (aunque Susan So-colow [1999: 357] hace una mención breve de Lockhart).

Al leer la descripción que Haber hace de la historia comociencia social y su crítica de la nueva historia cultural, es

difícil asociar a la nueva filología con lo que Haber (1999:310) llama “análisis formal y cuantitativo”. Sin embargo,quisiera sugerir que la nueva filología contiene (de hechoo en potencia) los mejores aspectos de tres posibilidadeshistoriográficas, de acuerdo con las categorías propuestaspor Haber (1999: 310-311): las ciencias sociales históricas,la historia tradicional, y la nueva historia cultural. Comolas ciencias sociales históricas, la nueva filología “enfati-za la consistencia lógica” (en el uso del lenguaje y en susignificado cultural), “enmarca hipótesis” tomadas deun género documental y las pone a prueba utilizandootro género (por ejemplo, la evidencia de conflictos po-líticos y los registros de los resultados de eleccioneslocales), y analiza “datos recolectados de manera siste-mática” (v.g. análisis de préstamos lingüísticos, tabula-ción de bienes mencionados en testamentos indígenas).Al igual que la historia tradicional, la nueva filologíatiende a construir “narraciones autoritarias” mediante

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San Lucas Ixcotepec, chontal, Vittorio D’Onofri, 1996

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“testimonios de primera mano, en un sentido legal”corroborados por “relatos similares” con la ayuda del“razonamiento por analogía” y una cierta participaciónde la “imaginación histórica” (todo lo cual es de granrelevancia para la lectura de los documentos cotidianosnotariales que son el pan de cada día de la nueva fi-lología). De manera similar a la nueva historia cultural,la nueva filología se ha interesado por el estudio de “gru-pos subordinados” (v.g. indígenas mesoamericanos,particularmente mujeres) y se ocupa del “estudio de lasmentalidades” y sus “sistemas simbólicos” (Van Young,1999: 218), como se comprueba en el estudio neofiloló-gico de la conquista espiritual y las prácticas religiosasmesoamericanas en el período colonial. Con respecto aotras características de la nueva historia cultural pro-puestas por Van Young, me parece que la nueva filologíaes deductivista más bien que inductivista, y es cautelosay sensitiva en su acercamiento a las fuentes, mas no “su-mamente crítica” de las mismas.

Es posible que esta caracterización de la nueva filologíanorteamericana como una corriente de gran influenciaen otras disciplinas donde confluyen los mejores aspectoshistoriográficos parezca ser arrogante, egoísta, y aun untanto imperialista, ya que este ensayo está volcado de ma-nera exclusiva al ámbito académico norteamericano. Des-pués de todo, hay muchas labores de investigación quela nueva filología no ha emprendido, y algunas laboresque han sido pobremente realizadas. Van Young (1999:24) expresa una crítica muy válida al afirmar que estaescuela se inclina hacia “el sentimiento de que la investi-gación ha concluido cuando la filología ha concluido”.Sin embargo, al haber llegado al final de este ensayo, qui-siera presentar una aseveración retórica,más bien que unacrítica substancial de la nueva filología. En este nuevosiglo, la importancia de la nueva filología reside en sucreciente erosión de una identidad singular, y en la per-sistencia de su influencia e incorporación en los camposde la historia colonial en Mesoamérica (y tal vez en otrasregiones de América Latina). Metafóricamente hablan-do, puede decirse que todo investigador de la etnohistoriacolonial mexicana podría convertirse en un practicante dela nueva filología. La prueba más contundente del valorde la nueva filología podría ser su eventual invisibilidad.

Lista bibliográfica de la nueva filología

Esta lista incluye todas las monografías en lengua ingle-sa mencionadas en este artículo que fueron publicadasdesde 1976 hasta el presente; se excluyen algunos artícu-los, y se mencionan los títulos de disertaciones doctora-les solamente si éstas siguen siendo inéditas.

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lista de ensayos historiográficos

Esta lista menciona los ensayos arriba citados. Véase asimis-mo los ensayos bibliográficos publicados por Sarah Clinesobre los nahuas, por Grant D. Jones sobre los mayas de Yu-catán y por W. George Lovell sobre los mayas guatemalte-cos, en The Cambridge History of the Native Peoples of theAmericas, vol. II, Mesoamerica, parte 2, Cambridge Univer-sity Press, Cambridge, 2000.

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Códice Selden