7/17/2019 46790346-texto+Patricio+Pron

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Robert Walser murió solo porque Carl Seelig, quien había prometido dar un paseo

con él ese día, tenía a su perro enfermo y prefirió quedarse en casa cuidándolo. a!

"ub narra el crimen ejemplar de una mu#er que mató a su marido porque este

prefería a su animal de compa$ía. %os perros entran y salen de la literatura desde sus

orígenes& también de nuestras 'idas. (tili)ados a menudo como símbolo y

manifestación de la fidelidad sin condicionantes, los perros parecen ser, sin embargo,

menos atracti'os como tema literario que los gatos, posiblemente debido a que su

complacencia solo los hace 'erosímiles como ob#eto de torturas o como figuras

dadoras de afecto. "nton Ché#o' hi)o decir a uno* +%os humanos no comen los

huesos que la cocinera hi)o her'ir para la sopa ni beben el agua en que los hir'ió.

-ué idiotas/, pero el hecho de que los perros no pare)can #u)garnos 0a diferencia

de los gatos, que lo hacen todo el tiempo1 'uel'e la frase in'erosímil. 2aturalmente,

hay decenas de perros con opiniones bien fundadas sobre sus amos* piénsese en el

Coloquio de los perros cer'antino o en aquel relato del argentino Copi en el que unos

perros pastores alemanes e!igen ser de'ueltos a "lemania para crear allí un régimen

en el que los humanos sean alimentados por ellos y no al re'és. Sin embargo, su

bonhomía, la facilidad con la que aceptan ser entrenados, su fidelidad, hace que susopiniones sean más bien discutibles. 3Se puede e!traer alguna ense$an)a de la

obser'ación de un perro4 %o dudo& pero, si es así, tal 'e) lo que podamos aprender se

resuma en otra frase de Ché#o'* +5l perro hambriento solo cree en los huesos/.

6uena parte de nuestras con'icciones tiene su e!plicación en ella.

7atricio 7ron, El País