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EL PAISAJE CULTURAL DEL VINO Y EL VIÑEDO DE LA RIOJA Y RIOJA ALAVESA,una candidatura a Patrimonio de La Humanidad
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El Rioja es uno de los vinos más afamados del mundo, con una calidad reconocida interna-cionalmente y una personalidad que se susten-ta en sus especiales características geográficas y climáticas y en un conocimiento fraguado tras siglos de experiencia.
El río Ebro, el más caudaloso de España, marca el eje del territorio y la Sierra de Cantabria lo defiende de vientos y lluvia por el límite sep-tentrional. Se configura así un espacio singular con marcadas pendientes y algunas llanuras, con un clima que combina las influencias at-lánticas con las mediterráneas, unos suelos di-versos y unas variedades de uva adaptadas a lo largo de los años. Una situación óptima para el
cultivo y la elaboración de unos vinos con un carácter único y diferenciado.
El valle del Ebro configura un corredor na-tural que ha sido lugar de paso de culturas y civilizaciones desde antiguo. Esta situación ha facilitado que la zona propuesta se convirtiera en espacio de encuentro y convivencia a lo largo de los siglos.
Parece que fueron los romanos los que intro-dujeron el vino y la vid en la zona; pero será a partir de la Edad Media cuando el cultivo de la viña comience su expansión hasta conver-tirse en el elemento dominante.
Hermoso, histórico, real, tradicional, dinámico, singular, así es el Paisaje Cultural del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa. Heredero de una larga tradición histórica, el territorio ha ido incorporando y construyendo una potente dimensión cultural al hilo de la actividad vitivinícola. Esa rica realidad ha sido propuesta a la UNESCO como candidata a formar parte de la lista de Patrimonio Mundial de ese organismo internacional.
TEXTO: Julio Grande Ibarra
Viñas en otoño, Haro.
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La historia de la zona ha sido ajetreada. El Ebro ha sido muga y como consecuencia, en muchas ocasiones, espacio de tensión entre reinos. Así el territorio vería erigirse castillos y fortalezas que protegían puentes y vados que operaban tanto de pasos de intercambio y convivencia, como de puntos militares estraté-gicos que había que defender.
Sobre esta circunstancia de límite administra-tivo que se ha prolongado hasta nuestros días, el viñedo se ha consolidado como un elemen-to de vertebración e identidad territorial.
El paisaje cultural del viñedo alcanza un prota-gonismo especial en una zona siempre separa-da políticamente , pero siempre unida por una forma de vida y un sector económico común. Lejos de ser tan sólo un fenómeno sectorial, la vid y el vino se convierten así en un auténtico hecho de cultura.
La expansión del viñedo en la Edad Media se vería favorecida por la presencia de los monas-
terios que se irán levantando en el territorio y por la influencia del Camino de Santiago.
La concesión de fueros a las pequeñas villas otorgará a las mismas un elevado nivel de au-togobierno. Esta situación tendrá una influen-cia trascendental en la evolución del territorio. Desde este momento será la población local la que regule y ordene el mundo del vino. La preocupación por garantizar el origen de los vinos, las regulaciones fiscales, los esfuerzos colectivos por mejorar unas difíciles comuni-caciones imprescindibles para poder facilitar la exportación y la continua mejora de la cali-dad de uvas y vinos serán la concreción de un esfuerzo colectivo que surge de la voluntad de los propios agricultores y elaboradores.
Este esfuerzo se concreta en una permanente evolución. El paisaje del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa es consecuencia de proceso dinámico a lo largo del tiempo, en un excepcional modelo de diálogo equilibrado entre tradición y desarrollo. Junto a los laga-
Castillo de San Vicente de la Sonsierra.
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res rupestres encontramos la más vanguardista arquitectura del vino; la vigencia de los siste-mas tradicionales de elaboración se combina con la investigación enológica avanzada y el desarrollo de los vinos de autor; tradiciones como los picaos de San Vicente conviven con los nuevos eventos que ya se han convertido en referente en el imaginario colectivo en una simbiosis fascinante.
Los paisajes del vino y el viñedo son paisajes agrarios de alta singularidad dadas las caracte-rísticas del cultivo y de la elaboración, la in-fluencia que, en muchos casos, tienen sobre
el espacio y la sociedad que los alberga y su proceso de modelado del paisaje. En el caso de La Rioja la identificación del territorio con la vitivinicultura es completa, hasta el punto de identificarse la región con el vino de la misma.
El concepto de paisaje cultural dentro de la lista de bienes considerados Patrimonio de la Humanidad es relativamente reciente, si con-sideramos que fue empezado a ser manejado por la UNESCO en 1992. Bajo esta denomi-nación el comité internacional quiso designar aquellos paisajes que mostrasen los “trabajos combinados de la naturaleza y el ser humano”, en cuanto éstos eran ilustrativos de “la evolu-ción de la sociedad humana y de sus asenta-mientos a lo largo del tiempo, sometidos a los condicionamientos físicos y a las oportunida-des que ofrece el medio natural, así como de las sucesivas dinámicas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas”.
De acuerdo con la propia definición de la UNESCO, los paisajes culturales “suelen
El paisaje cultural del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa
El Paisaje Cultural del vino y el viñedo de La Rioja con más de 2000 años de historia, es un ejemplo único y singular de desarrollo de la cultura del vino en un territorio
Iglesia de Santa Maria de la Piscina, románica, siglo XII. Peciña, San Vicente de la Sonsierra.
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reflejar técnicas específicas de uso del suelo sostenible” y la protección de los mismos, así como de la tradición de la que son portadores constituye, por añadidura, una defensa de la diversidad biológica y cultural que puede en-contrarse en ellos.
El Paisaje Cultural del vino y el viñedo de La Rioja con más de 2000 años de historia, es un ejemplo único y singular de desarrollo de la cultura del vino en un territorio. Las peculia-ridades climáticas, la diversidad del territorio y, como consecuencia, los diferentes modelos de adaptación del cultivo al mismo, la varie-dad tipológica de sus bodegas en las que desta-can las bodegas subterráneas que se remontan hasta la Edad Media, su capacidad de integra-ción de personas y técnicas y la participación social en su desarrollo son los factores claves que configuran su especificidad.
Se trata de un paisaje vivo en permanente evolución en el que los diferentes testimo-nios se han ido superponiendo en el territorio de manera que en la actualidad el paisaje nos muestra tanto su vigencia y realidad actual, como gran parte del proceso evolutivo de una actividad que durante siglo ha sido la predo-minante en el territorio y factor determinante de la estructura social y de la configuración del espacio.
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Se trata de un paisaje vivo en permanente evolución en el que los diferentes testimonios se han ido superponiendo en el territorio
Senderista en los viñedos de la Sonsierra.
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El Paisaje Cultural del vino y del viñedo en La Rioja
Vendimiando a corquete en Tudelilla. Foto
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El paisaje del viñedo en la zona refl eja una adaptación singular del espacio del viñe-do dadas las características topográfi cas de la zona. Así se combina el cultivo en moderadas pendientes con un singular sistema de terra-za, con cultivos en llanura y cultivos en cerro con un singular mosaico de tipologías. Des-taca también el hecho de la combinación de variedades cultivadas, tanto en la misma par-cela con en parcelas colindantes, situación que otorga al paisaje una gran diversidad.
Los elementos de patrimonio material direc-tamente vinculados con la cultura del vino son muy diversos y entre ellos destacamos los siguientes:
- Los lagares rupestres
- Los guardaviñas, con una diversidad muy amplia de tipologías y en uso, vigencia y cons-trucción hasta la década de los años 60 del pa-sado siglo.
- Los “calados” nombre con el que se conoce en el territorio a las bodegas excavadas, igual-mente con una variedad de tipologías espe-cialmente elevada.
- La estructura urbana de los calados tanto en cascos urbanos como organizados en “barrios de bodegas”.
- Las bodegas centenarias desarrolladas desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX. Destaca especialmente el Barrio de la Es-tación de Haro.
- Las bodegas contemporáneas, en las que la arquitectura alcanza un especial protagonismo.
- Las infraestructuras de transporte: caminos tradicionales, puentes históricos, el ferroca-rril,… que ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la vitivinicultura del terri-torio, siendo un factor fundamental dada la dedicación comercial del vino del territorio a diferentes destinos comerciales.
El territorio cuenta con un importante patrimonio monumental en muchas ocasiones relacionado directamente con el desarrollo del vino y el viñedo en la zona
Viñedos Rioja baja.
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El paisaje cultural del vino y el viñedo de La Rioja y Rioja Alavesa
BIBLIOGRAFÍA
Así mismo, como elementos destacables de patrimonio inmaterial podemos destacar:
- La normativa de regulación del viñedo que se remonta a fi nales de la Edad Media, en los que los municipios tuvieron una importancia fundamental.
- La conservación de técnicas tradicionales.
- La tradición oral.
- Las fi estas vinculadas con el mundo del vino
- La dialectología popular,
Además es de interés destacar el hecho de que el territorio cuenta con un importan-te patrimonio monumental (iglesias, ermitas, patrimonio arqueológico, despoblados, cascos urbanos…) en muchas ocasiones relacionado directamente con el desarrollo del vino y el viñedo en la zona.
Se trata, pues, de un paisaje evolucionado como resultado de una necesidad social eco-nómica, con una capacidad adaptativa supe-radora de condicionantes administrativos que
en la actualidad conserva su función social en un permanente proceso evolutivo que po-demos leer a través de los restos materiales e inmateriales que el mismo ha dejado en el transcurso del tiempo.
Por todo ello, la candidatura a la UNESCO que ha presentado el Gobierno de La Rioja junto con el Gobierno del País Vasco para el reconocimiento de este paisaje cultural del que venimos hablando resulta ser una inicia-tiva de vital importancia para la historia de nuestra comunidad, para nuestras gentes: las de ayer, las de hoy las de mañana, para la arqui-tectura, para el turismo, para la economía pero, sobre todo, para el vino, que es el que nos ha dado todo lo que hoy tenemos convirtiéndose en motor de desarrollo desde múltiples y va-riados puntos de vista.
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