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Página

2

La traducción de este libro es un proyecto del Foro Purple Rose. No es

ni pretende ser o sustituir al original y no tiene ninguna relación con la

editorial oficial. Ningún colaborador —Traductor, Corrector,

Recopilador— ha recibido retribución material por su trabajo. Ningún

miembro de este foro es remunerado por estas producciones y se

prohíbe estrictamente a todo usuario del foro el uso de dichas

producciones con fines lucrativos.

Purple Rose anima a los lectores que quieran disfrutar de esta

traducción a adquirir el libro original y confía, basándose en

experiencias anteriores, en que no se restarán ventas al autor, sino que

aumentará el disfrute de los lectores que hayan comprado el libro.

Purple Rose realiza estas traducciones porque determinadas obras no

salen en español y quiere incentivar a los lectores a disfrutar novelas

que las editoriales no han publicado. Aun así, impulsa a dichos lectores

a adquirir los libros una vez que las editoriales hayan realizado su

publicación.

En ningún momento se intenta entorpecer el trabajo de la editorial, sino

que el trabajo se realiza de fans a fans, pura y exclusivamente por amor

a la lectura.

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Página

3

Créditos

Staff de Traducción

Kirara7

Izzy

PrisAlvS

Alexiacullen

Isane33

Elizzen

Monica19

yuya

QueenDelC

LittleGirl00

Kathy92

Kensha

LuisaV8

Leslie_1

Klarlissa

Eva Masen-

Pattinson

Dracanea

AntoD

LauraNicole2002

Fenixonfire

Jess16

gipame

Paulii~

Rockwood

Angie_kjn

ElyCasdel

Meryblue

Escorpio

Gabbii Rellez

Moderadoras

Kirara7 Izzy

Staff de Corrección

Cr!sly

Nony_mo

Miss_ale

Maniarbl

Sil-V

MaryJane♥

La BoHeMiK

QueenDelC

Eli25

Recopilación y Revisión Diseño

LadyPandora Kirara7

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4

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Página

5

Índice

Sinopsis

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6

Sinopsis

En esta última entrega de la emocionante e inquietante serie de

Personal Demons, la batalla entre el cielo y el infierno se ha vuelto

crítica y Frannie Cavanaugh está justo en el centro de esta.

Con la ayuda del poderoso ángel Gabe y el demonio convertido en

mortal, Luc, Frannie ha podido mantenerse un paso adelante de las

fuerzas del infierno. Pero cuando los demonios mataron a la mejor

amiga de Frannie y destruyeron a su hermano, igualaron las apuestas.

Si Frannie quiere mantener a sus amigos y familia a salvo, sabe que no

tiene otra opción más que huir.

Su mejor defensa es el poder que Frannie ha luchado por dominar, pero

sus intentos de perfeccionar esta habilidad van muy mal. Si Frannie no

aprende rápido las consecuencias podrían ser devastadoras, incluso

apocalípticas.

¿Qué pasa cuando no puedes escapar de infierno… o confiar en los que

amas?

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7

«Aquí, uno debe dejar atrás toda duda; aquí, cada cobardía debe

conocer su fin.»

—Dante Alighieri, Purgatorio.

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Corre como el infierno

Traducido Por Kirara7 & Izzy

Corregido por Cr!sly

FRANNIE

Esta no es la primera vez que me veo muerta, pero esta vez es diferente.

El dolor en mi cabeza se vuelve más suave mientras las imágenes se

aclaran. Nubes blancas, cielo azul. Mi estómago se aprieta. Rayos en

mis venas. No tengo tiempo para una de mis estúpidas visiones ahora.

Consumiéndome. Respiro de vuelta las náuseas… quemándome viva… y

fuerzo la imagen fuera de mi cabeza.

Miro de reojo a Gabe, cuyos ojos van del estrecho camino sucio hacia el

espejo retrovisor. Pensé que yo conducía rápido, pero ni siquiera me

puedo forzar a mí misma a mirar el velocímetro mientras él conduce a

través de los oscuros bosques a Dios sabe dónde.

Las luces del Lincoln plateado de Rhen y el auto fúnebre de Marc

iluminaban el interior del auto de Gabe. Ellos nos siguieron primero por

la autopista y después por los bosques, por la ultima hora desde que

dejamos Haden.

Cuando miro por encima de mi hombro a nuestra cola demoníaca, veo a

Luc en el asiento trasero. Le toma un segundo darse cuenta de que lo

miro. Y cuando lo hace, presiona su mano en el ensangrentado vendaje

sobre su antebrazo y baja la vista.

Mi estómago se aprieta y me pregunto de nuevo que pasó en el parque

con Lilith. Él fue tras ella, ¿la mató? No habría podido. Ella habría

trasferido su alma a su cuerpo y tomado control de él, si lo hubiese

hecho.

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9

Lo miré más detenidamente, sus ojos son torturados, pero están claros,

yo sé en mi interior que este es Luc, no Lilith.

Pero él no es mi Luc.

Ya no.

En mi habitación, cuando le pregunté si venía con nosotros, le dije que

yo quería que viniera, él dijo que no. Pero Gabe lo hizo venir. Dijo que

era muy arriesgado dejarlo atrás. Cuando aun así Luc se negó, Gabe

levantó una mano y un rayo blanco apareció en su mano. Por un

segundo, de verdad, pensé que Luc dejaría que Gabe lo matara. Pero

finalmente, él se movió de la ventana y pasó a nuestro lado sin ni

siquiera mirarnos

Justo como ahora no me mira.

Me doy cuenta de que sigo mirando cuando una flama roja del Infierno

destruye la ventana trasera del auto. Gabe acelera, dejando un rastro

de polvo en el camino. Luc nivela su puño con la ventana como un

reflejo antes de recordar que eso no lo llevará a ninguna parte. Él se

esconde detrás de su asiento y sus ojos se encuentran con los míos por

un segundo, parpadeando con algo que no puedo leer, antes de que

vuelva a bajarlos.

Cierro mis ojos y respiro el nudo que tengo en mi estómago, mi corazón

llega a mi garganta cuando mis ojos se abren para ver una luz roja y me

vuelvo sobre el camino justo a tiempo para ver el fuego del Infierno

dirigiéndose hacia nosotros. Me encojo y pongo mis brazos sobre mi

cabeza cuando el parabrisas explota en una lluvia de cristal, Gabe

aceleró mientras yo levantaba mi cabeza, pero el demonio en el camino

desapareció mientras el auto iba más rápido por el punto donde él

estaba parado. Marc.

A la vista de él me siento fría.

Taylor.

Ante la memoria de lo que él le hizo a ella mi estómago se aprieta.

Muerdo mi labio y me abrazo, alejando la imagen.

Gabe le lanza una mirada a Luc a través del espejo retrovisor.

—Parece que Marchosias ha averiguado que nos vamos a ir. —El auto

gira 180 grados cuando golpea los frenos y derrapamos para

detenernos. Él y Luc salen del auto.

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10

Frente a nosotros, un microscópico jet está sobre una estrecha pista

junto a un granero de madera. Luc abre mi puerta y veo que tiene mi

bolsa de lona. Me saca del auto junto con los otros mientras Gabe lanza

repetidamente rayos calientes y blancos hacia algo que no puede verse

en la oscuridad de los árboles en la pista.

Mientras Luc me guía hacia el avión, noto también rayos saliendo de

esa dirección hacia el bosque. Cuidadosamente, se posiciona entre los

árboles y yo mientras nos movemos, pero los treinta metros entre el jet

y yo parecen ser más bien cincuenta kilómetros, tiros de fuego del

Infierno explotan a nuestro alrededor, dejando cráteres poco profundos

en el pavimento. El aire cruje cuando una raya rojiza pasa por encima

de mi cabeza y el olor a cabello chamuscado y azufre de repente está en

el aire, intento apagar la pequeña llama que apareció en mi cabello

cuando escucho un fuerte golpe detrás de mí. Me vuelvo para ver a Luc

en sus manos y rodillas. Mi mochila está chamuscada a un lado y hay

un gran hoyo en el lado derecho de la camisa de Luc.

—¡Luc!

Mi estómago se retuerce en un nudo doloroso mientras corro a

arrodillarme a su lado. La adrenalina golpea en mis oídos, más fuerte

que el Fuego del Infierno a nuestro alrededor, pero todo lo que importa

es Luc.

Una mueca de dolor aparece en su rostro, pero lo que veo en su rostro

no es pánico o dolor. Es miedo por mí.

Lo ayudo a levantarse.

—¡Vamos!

Gabe nos cubre la espalda con enorme erupciones de su palma, más

rápido que un arma de fuego y los rayos rojos se detienen por un

momento.

Luc intenta alcanzar mi mochila, pero lo empujo hacia el avión.

—¡Vamos! —grito de nuevo, empujándolo y poniendo la mochila en mi

hombro.

Nos movemos rápidamente y lo empujo hacia las escaleras frente a mí.

Aterriza fuertemente en el asiento trasero con una mueca y yo me

siento en el asiento del lado.

—Déjame ver —digo, alcanzado su camisa.

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—Estoy bien —responde, alejando mi mano. Son las primeras palabras

que me ha dicho desde que dejamos mi habitación y casi no las escucho

por encima de los latidos de mi corazón y el eco de la guerra sonando en

el fondo.

Gabe aparece en el asiento frente a nosotros. Cierra la puerta y se

instala en los controles.

—¿Así que…quién volará esta cosa? —digo, cuando me doy cuenta de

que solo hay un asiento más y está vacío.

Él se vuelve y levanta sus cejas, casi disculpándose.

Los destellos de luces blancas y rojas, iluminan la noche en

explosiones, como en el 4 de julio. Diviso por la ventana una forma

brillando en la oscuridad: una chica con gruesos rizos color cobre y

brillante piel blanca. Ella se para al lado del avión, lanzando rayos al

bosque. Los árboles alrededor de la pista de aterrizaje estallan en una

lluvia de chispas mientras sus rayos los golpean y los rayos rojos so

esporádicos y con mala puntería.

—¿Quién es? —le pregunto a Gabe sin aliento, por encima del motor.

—Celine —responde Gabe, pero a continuación estamos andando lejos

de la chica, por la estrecha pista y decido que probablemente no debería

distraerlo con más detalles. Mientras observo, la chica extiende sus alas

y vuela, moviéndose con nosotros en el aire. Marc nos persigue por la

pista, lanzando rayos rojos detrás de nosotros. Rhen está de pie entre el

humo y las sombras de los árboles a las orilla, de brazos cruzados,

mirando mientras nos alejamos.

Es ahí cuando recuerdo que él no nos quiere muertos…o siquiera en el

infierno. Él quiere que yo lo haga mortal. Él cree que de alguna forma

ayudará en eñ levantamiento contra Lucifer.

Se siente como si la tierra nos eructara, dejando detrás mi estómago. El

cielo se aleja a una alármate velocidad.

—¿Hay alguna bolsa para el mareo en esta cosa? —pregunto, justo

cuando un rayo rojo, el último esfuerzo de Marc, golpea el avión.

Electricidad roja roza la superficie de metal y nuestro pequeño avión se

tambalea fuertemente antes de que todo se vuelva negro.

Soy lanzada hacia adelante y después hacia atrás cuando, de repente,

cambiamos de dirección, de lo que parecía derecho hacia arriba a

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derecho hacia abajo. La sensación de caer es espantosa, como la bajada

inicial de una montaña rusa, dejando mi paralizado corazón en mi boca.

Está oscuro, veo a Gabe comenzar a brillar y me doy cuenta de que sus

manos ya no están en los controles. Él las está sosteniendo arriba y

justo por encima del cansado motor, lo escucho decir algo que no puedo

descifrar.

La fuerza de la caída me tiene pegada a mi asiento, pero siento los

dedos de Luc entrelazados con los míos. Vuelvo mi cabeza y mi corazón

cae de nuevo cuando nuestros ojos se encuentran. Hay una

abrumadora ola de emociones mientras me doy cuenta de que él podría

morir, ahora, por mi culpa. Convertí a mi hermoso demonio mortal con

mi Influencia y, de nuevo, lo he puesto en peligro. Mirando sus ojos, las

imágenes que aparecen ante mí no son de mi vida. Es la suya, su muy

corta vida y todo el dolor que le he causado en este corto tiempo.

El brillo de Gabe ilumina la pequeña cabina y, de repente, el sonido del

motor se detiene, miro al frente y veo que tiene una mano de vuelta en

los controles. Con la otra, alcanza y acciona un interruptor.

El avión se va hacia un lado, lanzándome contra Luc y su mirada no

vacila. Quiero alcanzarlo y tocarlo, acariciar su rostro y decirle que lo

amo, pero mis manos están aplastadas a los lados, pesadas como

yunques. La desesperación succiona mi pecho. No puede tardarse

tanto, en cualquier segundo seremos un cráter en el suelo. En cualquier

segundo lo habré matado.

Mi corazón se tensa ante la fuerza de la caída, contra la fuerza de los

recuerdos. Una lágrima cae de la esquina de mi ojo y cae en el brazo de

Luc. Solo entonces cierra sus ojos, su rostro tiene una mueca de dolor.

Cuando los abre de nuevo están húmedos, profundos y hermosos.

Todo esto solo dura un latido, pero perdida en los ojos de Luc se siente

como una eternidad.

Un gruñido sale de Gabe y estoy segura de que esto es todo. Esta no es

la imagen que vi después del rayo en mi cabeza, nubles blancas, cielo

azul, pero es lo suficientemente cerca.

Pero en ese instante hay un chillido del motor y este ruge con vida. La

sensación de caída se detiene, miro hacia adelante y veo a Gabe jalando

los controles. Su brillo desaparece, las luces de los controles se prenden

y luego se iluminan cuando la energía vuelve. Una vez que empezamos

a ascender de nuevo, Gabe lanza una mirada ansiosa sobre su hombro.

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—Lo siento, va a ser un vuelo inestable.

Luc suelta mi mano y aleja su mirada y lo que fuera que hubiese

pasado entre nosotros se ha acabado.

—No me digas —murmuro.

***

Ascendemos en silencio, conmigo apretando tan fuerte el cojín que

rompo las costuras. Finalmente nos nivelamos y lanzo una mirada a

Luc, presionado a mi lado en el asiento contiguo. Él hace su mejor

esfuerzo para ignorarme mientras yo me esfuerzo por no vomitar

encima de él.

—Déjame ver eso —digo señalando su costado.

Su mandíbula se aprieta y mira directo al frente.

—No es nada.

Desde aquí, a través del hoyo de su camisa, puedo ver carne enrojecida

con manchas blancas que pronto serán ampollas.

—Por favor —le digo, atrapando su mirada.

Sostiene mi mirada por un instante, levantando su brazo para que yo

pueda tener mejor acceso. Su camisa chamuscada en el borde, ya

comienza a pegarse a la herida. Con cuidado, aparto la tela y la levanto

para exponer el área quemada, y mi aliento queda atrapado cuando

noto los regalos que trajo de su último viaje al infierno. Suaves y

rosadas cicatrices aún cubren la mayoría de su pecho y espalda.

Lágrimas pican en mis ojos, sabiendo que esto sucedió porque lo

defraudé. Ellos nunca se lo habrían podido llevar si lo hubiese amado lo

suficiente. Él era humano y estaba etiquetado para el cielo. Si yo

hubiera creído en él, nunca se hubiera convertido en demonio de nuevo

y Rhenorian no habría podido llevarlo al infierno.

Alejo las lágrimas, estas no van a ayudar.

Paso mi dedo suavemente alrededor de la periferia de la mancha roja en

su costado y él se estremece mientras se le vuelve la piel de gallina bajo

mi dedo. Su piel está caliente, y el centro de la quemadura es roja

oscura y ya empieza a supurar un líquido claro.

—Esto es malo.

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—Es solo una quemadura. Va a estar bien —responde, con una

expresión estoica mientras tira de su camiseta hacia abajo.

Mi corazón se desmorona mientras me dirijo de nuevo a mi asiento,

mirando por la ventana, y me encuentro luchando contra las lágrimas.

No lo culpo por odiarme. Después de todas las formas en que lo he

lastimado, no me merezco nada más. Es de noche y, a lo lejos, veo un

rayo parpadeando. Pero aparte de eso, las nubes son una manta gris

carbón en la medida que el ojo pueda ver.

Estamos solos aquí.

Es inquietante, pero a pesar del hecho de que estamos yendo como un

cohete a través del espacio en una pequeña lata, se siente extrañamente

seguro. Echo un vistazo a Gabe, después apoyó mi frente en la ventana

y me dejo ir. Siento toda la adrenalina que me había estado

alimentando durante el escape terminando en un charco sobre el suelo,

dejándome vacía y agotada. Pero tengo demasiado miedo de cerrar los

ojos... porque los sueños...

Estuve a punto de saltar de mi piel cuando el avión da bandazos y me

doy cuenta que mis ojos se han cerrado. Agarro el respaldo del asiento

de Gabe y me lanzo hacia adelante.

—¿Por qué no pudimos solo tomar un avión regular?

—Un pequeño grupo en un pequeño avión es más fácil de escudar. Y, a

menos que estés dispuesto a utilizar tu Influencia para persuadir a la

tripulación de un avión comercial para cambiar de rumbo en pleno

vuelo, todo lo que Marc tendrá que hacer es sincronizar nuestra llegada

al aeropuerto y esperarnos.

No quiero usar mi Influencia en absoluto, y mucho menos para

secuestrar un avión.

—Buena idea —digo. El avión se sacude de nuevo y mi estómago

protesta—. ¿Cuánto tiempo más?

—Otras cinco horas. —Lanza una mirada de evaluación sobre su

hombro hacia mí—. ¿Cómo lo estás llevando?

—Bien —miento—. ¿Hacia dónde vamos?

Se inclina hacia delante y rebusca a través de lo que parece una

guantera en la consola y saca un sobre blanco, con las manos en el

respaldo de su asiento. Lo tomo de él y la abro.

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La identificación de Luc está en la cima y se lo devuelvo. Dice que es

Damon Black. Miro al mío. Mi rostro sonríe desde la superficie brillante

de la licencia de conducir del estado de Florida. La sonrisa es falsa, al

igual que el nombre.

Dice que soy Colby Black. No lo soy. También dice que mi decimoctavo

cumpleaños fue el 12 de abril. No lo fue. Fue el 22 de agosto, en alguna

parte de la bruma después del funeral de Taylor. Ha muerto. Mi mejor

amiga. Y es mi culpa.

Las semanas transcurridas desde que Lilith le asesinó son solo un

revoltijo al azar de recuerdos, nada más que un borrón, terminando con

Gabe llevándonos a Luc y a mí al aeropuerto.

Me apoyo en la ventana otra vez y me concentro en respirar. El viaje se

suaviza un poco, inclino la cabeza hacia atrás en el asiento y cierro los

ojos, sabiendo que no voy a dormir, pero necesito asentar el estómago.

Pero no se asienta. Se revuelve con una serie de pensamientos

zumbando a través de mi cerebro.

La mano de Luc se roza contra la mía y lo miro.

—¿Estás bien? —pregunta en voz baja, apenas audible por encima del

zumbido del motor.

Algo se agita dentro de mí con la preocupación en su voz. Asiento con la

cabeza, a pesar de que es mentira. Estoy muy lejos de estar bien, no

hay ni siquiera una palabra. Fui al apartamento de Luc esta noche para

decirle que lo amaba. Pero Rhen apareció.

Él le dijo a Luc que él y algunos otros querían iniciar una rebelión

contra Lucifer... nos pidió ayuda. Luego estuvo Lilith en el parque y

todo se fue al infierno. Literalmente. Nunca lo dije. Nunca le dije lo que

siento. Y ahora no puedo. Él no quiere estar aquí... conmigo. Lo dijo. No

lo culpo. Si no tuviera que estar conmigo, no estaría. Respiro profundo,

trato de frenar mi corazón palpitante y mi veloz mente, pero no hay un

solo pensamiento que pueda usar para calmarme. Cada recuerdo me

lleva de vuelta a este lugar y cómo hemos llegado hasta aquí, a mi lista

interminable de malas decisiones.

Saco mi iPod de mi bolso y me pongo los auriculares, después hago lo

mejor que puedo para relajarme mientras Alicia Keys me dice que "todo

va a estar bien".

Pero lo sé.

Relampagueando en mis venas. Consumiéndome.

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No voy a sobrevivir a esto.

He aprendido a confiar en mis visiones. Matt, la abuela, Taylor...

incluso Luc. Cada vez, los vi muertos antes de morir. Solo hay una

visión que no se ha hecho realidad. La primera vez que me vi muerta,

Luc y Gabe pudieron salvarme. Pero esto era más que una visión. Más

concreta. No solo me vi muerta, en realidad me sentí muerta. Sentí que

flotaba, como el aire, sin forma física. Nada más que luz.

No llevaré a Luc o Gabe conmigo. Nadie más va a morir por mi culpa.

Apago la música y escucho el zumbido del motor, ruido blanco,

mientras miro por la ventana. Por el rabillo de mi ojo veo movimiento,

un bulto negro se mueve sobre la manta gris de nubes de abajo. Miro

por un momento, sorprendida, pero luego me doy cuenta que es solo la

sombra de nuestro avión emitida por la luz de la luna sobre las nubes.

Cierro los ojos y me concentró en disminuir el latido de mi corazón.

LUC

La respiración de Frannie se vuelve más lenta y más profunda mientras

se hunde en mí, haciendo que la mía sea más errática. Dudo antes de

poner el brazo sobre sus hombros, seguro de que si dejo que esté tan

cerca no voy a ser capaz de dejarla ir otra vez. Pero he tomado una

decisión. Como mortal, soy inútil. Necesito mis poderes demoníacos.

Como demonio, no solo puedo proteger a Frannie, sino que puedo hacer

estallar las cosas.

Igual que Gabriel.

Cuando pasó su mano con un rayo en mi cara esta noche y me dijo que

iba a venir con él y Frannie, nada me hubiera gustado más que

mandarlo al olvido.

Miro a la parte posterior de su cabeza mientras Frannie se inclina hacia

mi lado, presionándose contra la quemadura en mis costillas. Pero el

aguijón de su presión no es nada comparado con el aguijón de mi

corazón. Toda su vida acaba de estallar en el caos, y es culpa mía, yo y

mis hermanos infernales.

Antes de irnos, me preguntó lo que sucedió esta noche con Lilith en el

parque y yo no podía responderle.

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Es solo una más de las muchas maneras en que le he fallado. Matar a

Lilith habría sido un pequeño gesto, pero uno significativo que podría

haber ayudado en vez de traer a Frannie este dolor constante. Había

tenido el cuchillo en su garganta. Iba a hacerlo. Pero luego me di

cuenta, si seguía adelante con mi plan no mataría a Lilith, solo a su

cuerpo huésped. Angelique estaría muerta y mi etiqueta se revertiría.

Me gustaría ser un asesino etiquetado para el infierno. No podría

haberme puesto el cuchillo en mí mismo lo suficientemente rápido para

mantener la esencia lejos de mí.

Ser humano está trabajando para mi desventaja.

Lo que es peor, no tomé a Rhenorian tan en serio como debería haberlo

hecho. Si pudiera haber encontrado una manera de ser útil a su

levantamiento, presionar a Gabriel más duro, o encontrado una manera

de ir por encima de su cabeza, habría disfrutado inmensamente y tal

vez Frannie estaría a salvo ahora.

Pero no lo está, y me está costando imaginar si alguna vez lo estará.

Sé lo que es y voy a tenerla.

Serpientes negras pasan a través de mis entrañas en el eco de las

palabras del rey Lucifer en mi cabeza, tan desconcertantes ahora como

lo eran cuando las dijo.

Sé lo que es.

¿Qué cree Él que es?

Gabriel dijo que podría cambiar la forma del cielo y el infierno, pero no

creo que alguna vez realmente lo creyera, hasta ahora. Mi corazón late,

dolorido de mi miedo por ella, mi necesidad de ella, al mirarla, tan

suave en mis brazos. Pero sé que es cualquier cosa menos suave. Tiene

fuerza del espíritu, rara vez visto en un mortal, especialmente en uno

tan joven. Hay algo en ella más allá de su Influencia, y el rey del

infierno lo quiere. Él va tras ella con más determinación de la que le he

visto desde mi creación.

Sé lo que es.

Ella gime y se mueve contra mí, rápidamente me separo de ella, seguro

de que ella se ha despertado. Pero no. Su respiración es irregular,

llegando en jadeos y explosiones mientras lucha contra los demonios en

sus sueños. La abrazo con más fuerza y tiro de ella tan cerca como

puedo sin despertarla, necesitando hacer que esté bien.

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Recogiendo un mechón de su pelo rubio quemado lo froto entre mis

dedos y lo llevo a mi nariz, reteniendo el tenue aroma de grosella y clavo

que es tan único en Frannie. Le beso la parte superior de la cabeza y

trato de alejar sus demonios de la única manera que puedo ahora,

enviándole todas mis fuerzas.

Gabriel nos lanza una mirada sobre el asiento.

—¿Está durmiendo?

Asiento con la cabeza.

—Por fin.

Frannie salta en mis brazos y me cambio en mi asiento, tirando de ella

más profundamente en mí y entonces miro de nuevo a Gabriel.

—¿Cómo va a funcionar? Marc y Rhen estaban en la pista de aterrizaje.

Sabrán que hemos pasado.

—Nuestros escudos continuarán escondiéndonos y ellos no tienen idea

de donde aterrizaremos. La única forma en que serían capaces de

seguirnos es físicamente y la última vez que miré, ni Rhenorian o

Marchosias tenían alas.

Mi estómago se estremece. Marc y Rhen pueden no tener alas, pero

otros sí.

—¿Y si te equivocas?

—Entonces estamos todos jodidos.

Oigo la frustración de Gabriel y se desata el mío. Miro a Frannie,

retorciéndose en mis brazos.

—Por favor, por el amor de todas las cosas santas, dime que tienes un

plan.

Gabriel está en silencio durante un largo rato.

—Estoy trabajando en ello.

Mi corazón se hunde. No hay plan. Esto es peor de lo que pensaba.

—¿Por qué me arrastraste a lo largo de este viaje? Sabes que no soy de

ayuda en una pelea. —Levanto mi mano—. No hay chispa en las bujías.

Él mira sobre el asiento, entonces sus ojos se deslizan a Frannie y algo

triste oscurece su rostro.

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—Ustedes dos están conectados de una manera que no puedo explicar.

La única manera en que puedo mantener a Frannie segura es

manteniéndote cerca. Tú eres el único demonio que alguna vez haya

sido capaz de ver más allá de su escudo. Sabes que Lucifer te usará

para encontrarla si pone las manos sobre ti.

Lo sé, por lo que no podía dejar que Lilith me llevara. Pero si él me

hubiera dejado, si Frannie me abandonara, podría haberme escondido

hasta que cambiara a demonio otra vez, entonces iría a vigilar a Lilith,

Marc... a todos ellos.

Me acomodo más en Frannie, apoyando la mejilla en la parte superior

de su cabeza. Sé que es peligroso dejarme ir a su alrededor, pero solo

por un minuto, mientras está durmiendo, no puedo pretender que las

cosas son lo que eran antes de matar cualquier posibilidad que

teníamos de ser felices. Cierro los ojos y recuerdo.

FRANNIE

El avión se sacude, me despierto sorprendida. Hay un cuerpo caliente

envuelto en mí y aliento caliente alrededor de mi cabello. Y canela.

Luc. Por un momento, creo que todo debe haber sido un sueño horrible

y mi corazón se hace pesado. Estoy en la cama de Luc, envuelta en sus

brazos. Justo donde pertenezco. Pero el avión se deja caer de nuevo,

asustándome y me agarro a Luc mientras el pánico y la desesperación

comienzan a ahogarme. No es un sueño. Es real. Todo eso. Lilith. Luc.

Matt.

Taylor.

Mi corazón está muerto en mi pecho durante un segundo y luego golpea

de nuevo en el ritmo con una sacudida que sacude todo mi cuerpo.

No. No voy a ir allí ahora mismo. No puedo.

La respiración de Luc es lenta y profunda, me doy cuenta de que está

dormido. Dios, echo de menos esto. Lo respiro y trato de perderme en la

sensación de estar en sus brazos. El enorme agujero en mi pecho se

llena un poco mientras me permito recordar lo que era abrirse y dejar a

alguien entrar.

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Nunca dejé que nadie tocara mi corazón antes de Luc y él lo había

llenado por completo. Así, a pesar de que sé que he arruinado lo que

teníamos, me acuesto aquí en sus brazos y finjo que todavía me ama.

Pero no me dejo volver a dormir. No quiero perder ni un minuto de esto.

Mientras estoy aquí, la fuerza de Luc y la sensación de sentirse más

segura de lo que sé que estamos, mi mente se desvía a mi familia y un

hilo de pánico cosquillea profundo dentro de mi pecho. Los he dejado

atrás.

¿Van a estar bien? ¿Puede papá protegerlos?

Papá.

Lo imagino y a mamá, al ver que nos retiramos de la calzada. Ellos

sabían que algo no estaba bien, pero también sabían que no debían

preguntar. Me pregunto si papá sabe que no estoy en LA, la culpa me

come viva por la mentira.

¿Cómo es que nada en mi vida era lo que yo pensaba? ¿Luc, Gabe,

Lilith, papá, yo? Soy un Nephilim, producto de una madre mortal y un

ángel caído. Ni siquiera sé lo que eso significa, excepto que

probablemente por eso tengo Influencia.

Y la única razón de que estemos a través de cohetes espaciales en una

lata que va desde todo lo que he conocido en Dios sabe qué.

Y la razón por la que Taylor está muerta y Matt se ha ido.

Suspiro y me hundo en Luc, tratando de forzar al nudo en el pecho a

irse. Si algo le pasa a él o a mi familia antes de que esto termine, no sé

lo que haré. Pero no voy a pensar en eso ahora. Luc está aquí,

sosteniéndome. Quiero quedarme aquí para siempre y solo olvidar el

mundo. Pego mi cara en él, mi oreja contra su pecho, y escucho los

latidos de su corazón.

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Demonios personales

Traducido por PrisAlvS & Alexiacullen

Corregido por Cr!sly

FRANNIE

—Bajaremos en diez minutos. —La voz de Gabe me saca de mi felicidad.

Abro mis ojos y miro los de Luc. Están abiertos, y en el instante antes

de que sepa que lo estoy mirando, veo lo perturbado que está. Su rostro

está tenso con preocupación, provocando que me odie aún más por

hacerlo pasar por esto.

Aún perdida en mi fantasía, me acerco a su tensa barbilla. Pero su

expresión se torna más dura y se aleja de mí, estirándose en su asiento

y recordándome que era solo eso… una fantasía. Mi corazón, el cual

había estado palpitando con fuerza por amor a él, se contrae en una

fuerte bola que me recuerda que me odia.

Se ve increíblemente cansado, oscuros círculos alrededor de sus

hundidos ojos de obsidiana, su ropa arrugada y quemada, y su mata de

pelo negro desordenado. El vendaje en su brazo se está soltando. El

sangrado se ha detenido, pero la piel bajo la gasa se ve de un púrpura

pálido e hinchado alrededor de la herida de cuchillo. Elevo mis ojos a

los suyos y mantiene mi mirada por un segundo. Quiero preguntarle

qué pasó en el estacionamiento con Lilith, pero antes de encontrar las

palabras, él aparta la mirada. Respiro hondo y robo un vistazo fuera de

la ventana al sol saliente, un bajo orbe dorado en el resplandeciente

cielo. Andamos bajo las nubes, sobre terreno plano y arenoso. Puedo

ver el brillo del sol en los parches de agua aquí y allá en la distancia y

no mucho más.

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Gabe baja el avión hacia una estrecha pasarela en medio de la nada y

paramos en un punto cercano que parece un cobertizo de metal. Abre la

escotilla y el aire húmedo y caliente me golpea la cara. Me tambaleo

escaleras abajo hacia un charco y casi puedo ver el vapor subiendo

desde el pavimento bajo mis pies. Gabe tira las maletas del suelo y

trotamos a través de la estrecha pasarela hasta el Jeep Wrangler negro

aparcado ahí.

Él tira mi bolsa atrás y noto que hay otra de lana y unas cuantas bolsas

de Target11. Un juego de llaves tintinea en la ignición. Nos subimos,

Gabe conduciendo, Luc en el asiento del pasajero y yo atrás.

—¿Qué es todo esto? —pregunto, mirando sobre el asiento trasero.

—Luc necesita algo de ropa, ya que nos fuimos sin sus cosas. Lo demás

son provisiones.

—¿Algún vendaje en todo esto?

Luc me dispara una mirada por encima del hombro de Gabe.

—Me temo que no —contestó.

—¿Podemos pasar por unos? —digo, mirando alrededor mientras

pasamos.

Gabe me mira por encima y sé por la expresión en su rostro que la

respuesta es no.

No hay mucho para ver. Ninguna persona, ningún edificio, ningún

automóvil. Nada. Empiezo a ponerme algo nerviosa por el tipo de

“provisiones” que necesita y por qué.

—¿Qué es este lugar?

—El lugar más seguro en el que pude pensar —me responde Gabe sin

girarse.

Rebotamos sobre los huecos en la arena en nuestro camino hacia una

carretera pobremente cuidada. Lo vuelvo a ver, empezando a asustarme

un poco.

—Por favor, dime que hay inodoros en donde sea que vayamos.

Debió escucharlo en mi voz, porque me sonríe a través del espejo

retrovisor.

1 Target: Conocida tienda estadounidense.

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—Hay todas las comodidades para las criaturas.

Conducimos por lo que parece ser por siempre y todo se ve igual.

Finalmente, empiezo a ver señales hacia Miami y, poco a poco,

empezando a pasar más autos al final alcanzamos la civilización.

Cuando nos detenemos por gasolina, veo un viejo teléfono público en la

esquina.

—¿Puedo llamar a mi casa? —pregunto mientras Gabe sale del Jeep.

—No hasta que sepa que es seguro.

Veo la disculpa en sus ojos, pero no ayuda. Quiero hablar con mamá,

decirle que estoy bien.

Y a Riley.

Un frío vacío se extiende a mí alrededor mientras pienso en ella. Taylor

llamaba a Riley nuestra amiga accidental. Me acusó de adoptar perros

callejeros. Pero Riley era la mejor amiga que cualquiera pudiera pedir.

Deseo haber podido verla antes de partir… de explicarle. ¿Pero, qué

hubiese dicho? No la había visto a ella o a Trevor desde el funeral de

Taylor. No podía. Dolía mucho saber lo que les había hecho. Le quité la

mejor amiga a Riley y la hermana a Trevor cuando hice que mataran a

Taylor.

Mi garganta se aprieta y me hundo profundamente en el asiento. Porque

conozco el dolor muy bien. Perdí a Matt.

Dos veces.

Salimos de la gasolinera hacia la carretera y un gran tipo en una Harley

nos sigue. Gabe pasa más tiempo mirando por el retrovisor que fuera

del parabrisas, hasta que el Tipo de la Harley gira por un camino

secundario. Cuando lo hace, Gabe se relaja visiblemente y gira en U.

Empezamos a dirigirnos en la otra dirección como un murciélago fuera

del infierno.

Conducimos en silencio otra hora sobre puentes y arenosas y planas

islas y miro a hurtadillas a Luc cuando él no ve, preguntándome qué

piensa.

***

Es entrada la tarde cuando finalmente dejamos la carretera. Nos

abrimos camino frente a oscuras casas, hacia el agua y finalmente nos

dirigimos a una cabaña en la playa. Gabe detiene el Jeep junto a la

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diminuta, sencilla y casa gris y caminamos hacia el océano alrededor

del lado de la cabaña, el cual, aparentemente, es el frente. Subimos tres

escalones hasta el porche y Gabe abre la puerta hacia dentro. Me quedo

en el porche por un minuto mirando las gentiles olas elevarse y rodar

con pereza hacia la dorada arena. Gabe camina a través de la puerta y,

mientras lo sigo hacia mi nueva casa, me golpea.

Esto es real.

No puedo regresar.

Marc y Rhen están ahí afuera, buscándonos. Y también Lilith.

Pensar en Lilith me llena de tristeza y miro a Luc, que está frente a la

ventana, contemplando las olas reventar. Porque todavía duele.

Sé lo que es Lilith. Una súcubo. Reina de las súcubos, aparentemente.

También sé de lo que es capaz. Lo he sentido de primera mano. Así que,

técnicamente, lo que pasó no es mi culpa. Ella lo sedujo para llegar a

mí. Si soy honesta conmigo misma, eso lo hace mi culpa. Pero no puedo

dejar de pensar en toda la serie de eventos que llevaron a que Taylor

muriera en mis brazos empezaron cuando Luc se acostó con Lilith.

Aunque sepa que no soy racional, ni justa, no puedo evitar

preguntarme si parte de él sabía lo que estaba sucediendo. Y si lo

quería.

Instantáneamente, estoy llena de culpa. ¿Acaso era mejor yo? Cuando

Luc me traicionó, me fui con Gabe. Quería perderme en él, olvidar todo

y solo vivir en paz. Y casi lo llevé muy lejos. Si él no hubiese encontrado

la fuerza para detenerme, hubiese tomado todo lo que tenía, incluyendo

sus alas.

Recordar el cuerpo de Gabe contra el mío provoca que mi rostro se

contorsione en una mueca. He decepcionado a todos: a mis amigos, a

mi familia…

Siento que mis piernas empiezan a temblar peligrosamente al pensar en

Matt, y desciendo hasta una silla de madera en la cocina. A él lo

decepcioné más que a los demás.

Él cayó por mi culpa. ¿Cómo era tan estúpida para pensar que él podría

tener una vida? En lugar de una vida, consiguió una eternidad en el

Infierno.

Mi estómago se encoge y dejo caer mi confusa cabeza en mi mano.

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Dejo mi identificación en la mesa fuera de lugar junto a la de de Luc y

leo los nombres de nuevo, luego lo miro junto a la ventana pasando su

mano por su enredada mata de pelo negro.

Cierro mis ojos y dejo caer mi cabeza a mis manos, concentrándome en

las rítmicas olas reventando en la costa afuera de la ventana.

—Entonces, ¿van a estar bien aquí? —dice Gabe desde el sofá.

Abro mis ojos y realmente miro a mi alrededor por primera vez. La

cabaña es pequeña: básicamente una sala de estar, cocina abierta y

ventilada con dos dormitorios al lado izquierdo y un baño en medio. Las

paredes y cortinas son de tonos azules, creo que para hacerte pensar en

el océano, y el suelo es de madera labrada. Esparcidas por la sala hay

huellas de botes y serenas extensiones de playa y bajo ellas hay un sofá

y un sillón azul marino. Es alegre, lo cual, en este momento, me hace

sentir peor.

Sonrío, pero se siente tan falso como mi nueva identificación.

—Estaremos bien, Gabe. Es perfecto. Gracias.

Gabe no se lo cree. Se aleja del sofá y sus ojos buscan los míos. La luz

dorada del menguante sol brilla sobre las olas plateadas, haciéndolo

parecer el ángel que es. Algo dentro de mí se revuelve, remolcándose en

mi corazón y me hace querer ir hacia él, sentir sus brazos alrededor de

mí. Aparto la mirada para que no vea mis ojos.

Hay un largo minuto de silencio.

—Saldré y les conseguiré algo de comer —dice Gabe, suena cansado y

sé que todo lo que nos ha dirigido hasta aquí lo ha hecho decaer.

Levanto mis ojos de regreso a los suyos y espero que pueda ver la

disculpa en ellos.

—Bien.

Cuando la puerta se cierra detrás de Gabe, Luc finalmente se gira de la

ventana y me mira, con sus ojos de dura obsidiana.

Quiero ir con él, decirle que todo estará bien. Pero ya no voy a mentir,

ni a mí misma, ni a él. Lo amo. Lo sé por la forma en que mi corazón se

rompe cada vez que lo veo. Aunque la prueba real está en su

transformación. Es humano de nuevo. Soy la única que pudo haberle

hecho eso, hacerlo mortal solo por quererlo, por amarlo.

Después de todo, no estoy segura de que el amor sea suficiente.

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Él regresa a la ventana, apoyando su mano en el marco, su frente

contra el cristal. Me siento en silencio con mi cabeza en las manos,

dedos recorriendo mi salvaje cabello y miro al suelo entre mis pies. Mi

corazón se siente como un ave atrapada, revoloteando contra la jaula de

mis costillas, y puedo relacionarme completamente.

De repente, me siento claustrofóbica. Necesito salir de aquí.

Salto fuera de mi silla y a través de la puerta. Sé que Luc me está

mirando, quizás incluso siguiéndome y en cuanto salgo del porche corro

a toda velocidad por la playa, pero no me giro. Golpeo la línea de agua

en mi carrera, la superficie salpica a mi alrededor y me inclino hacia la

playa. Estoy empapada para cuando dejo de correr y me dejo caer en la

cálida arena, aspirando aire.

—¿Te sientes mejor?

Espero la voz de Luc. O incluso la de Gabe. Pero la voz es femenina.

Saco mi cabeza de debajo de mi brazo y miro hacia arriba.

Luego lo hago de nuevo.

Porque la chica de pie en la playa frente a mí se ve como mi amiga

Riley: alta, con piel tersa y largo cabello marrón en una coleta, con

flequillos colgando a un lado de su hermoso rostro. Y curvada con la

parte superior de un bikini rosa y pantalones recortados de esa forma

que provoca que los hombres giren su cabeza.

Los ojos color chocolate de la chica me contemplan, preocupada.

—¿Estás bien?

Asiento y me pongo en pie, sin molestarme en quitarme la arena.

—Sí… —Mirando de regreso a la cabaña, veo la silueta de Luc en la

ventana, observando.

La chica tira de la correa en su mano cuando su perro, un gran y

mojado golden retriever intenta acercarse a mí.

—Soy Faith —dice—. Y este es Jasper —agrega con otro tirón a la

correa—. Vivimos ahí.

Ella apunta a la cabaña que está a la par, a unos nueve metros por la

playa lejos de nosotros.

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—Yo soy Fr… um… —dudo, intentando recordar lo que dice la estúpida

licencia—. Soy Colby. —Termino y asiento hacia nuestra cabaña—.

Somos vecinas.

Jasper finalmente se rinde en intentar llegar hasta mí y empieza a tirar

de Faith hacia la casa. Los sigo y atravesamos la playa.

Ella dirige una mirada hacia nuestra cabaña y su boca se abre,

literalmente.

—Guau.

Miro hacia donde ahora está Gabe de pie en el porche, con bolsas de

compras en sus manos, apretada camiseta blanca sobre gastados

pantalones, pies descalzos y mechones libre de cabello platino en su

rostro bronceado. Un dios de la playa.

—Ese es Gabe —digo, luego me doy cuenta instantáneamente de que no

sé si se supone que él también tenga un nombre clave.

Sus cejas se levantan con esperanza.

—¿Es él como… tu novio o algo?

—No. —Sonrío.

Ella toma un mechón de su cabello que escapó y lo pone detrás de su

oreja para ver mejor.

—¿Hermano?

—Amigo —digo—. Está… digamos que viviendo con nosotros ahora,

supongo.

—¿Nosotros? —Ella dirige sus ojos hacia mí.

—Sí —digo en cuanto Luc sale por la puerta hacia el porche, tan oscuro

como Gabe claro—. Nosotros —digo, asintiendo hacia la cabaña.

Ella mira hacia la casa y sus ojos se abren.

—Debes haber sido una chica muy buena para merecer todo eso. —Me

mira con asombro, pero hay un brillo lascivo en sus ojos que

instantáneamente me recuerda a Taylor. Pienso por un segundo lo

extraño que es que una chica sea como mis dos mejores amigas en una,

Taylor dentro del cuerpo de Riley y hace que mi corazón duela al pensar

en todo lo que dejé atrás.

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Recobro el control antes de ir muy lejos en el tren de los pensamientos.

Jasper le da un tirón a su correa, casi tirando a Faith. Ella tira de esta,

ajustando la tira de su bikini con su mano libre.

—Ya basta, Jasper. No me avergüences frente a los chicos sexis —

murmura—. ¿O… hombres? ¿Cuántos años tiene Gabe?

Pregunta difícil.

—Um… tenemos dieciocho —digo, después de pensar en las fechas que

dicen los permisos de Luc y mío.

Ella asiente, satisfecha.

Luc y Gabe nos miran intencionadamente mientras Faith, Jasper y yo

caminamos por la arena lejos de la gradualmente marea más alta. Faith

disminuye el paso cuando nos acercamos al porche, conteniendo a

Jasper, y Gabe ya está en la playa, dirigiéndose hacia nosotras.

—Pues, Gabe —digo cuando nos alcanza—, ella es Faith. Vive al lado.

—Hola Faith. Cuanto tiempo. —Él acaricia la oreja de Jasper—. Y,

¿quién es este?

—Jasper —dice Faith, con menos aire de lo que debería por una

caminata tan corta.

Pero sigo intentando descifrar lo que Gabe acaba de decir.

Luc baja por las escaleras.

—Um… —digo, todavía con el ceño fruncido hacia Gabe—. Él es…

—Damon —termina—. Es un placer. —Él extiende su mano.

Gabe se pone en pie mientras Faith le da la mano a Luc y, en un

silencio incómodo, casi juro verlo examinar a Faith. Lo que me hace

pensar en Matt con Lilith.

La sospecha fría me apuñala como un carámbano. Mi corazón palpita

en mi garganta, haciendo que sea difícil respirar.

Subo las escaleras hacia el porche y tiro la mitad de la playa fuera de

mi pelo y de mi ropa.

—Entonces, imagino que nos veremos luego —digo, lamentando haber

llevado a esa chica.

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—Oh, sí… por supuesto. De acuerdo —dice Faith con una mirada fija en

Gabe.

—Vamos, Gabe —digo con mi mano en el pomo de la puerta.

Él proyecta una mirada en mi dirección después de girarse de nuevo a

Faith.

—Estoy justo detrás de ti —responde, diciéndonos adiós con la mano

claramente.

Le doy a Luc una mirada cautelosa y luego me dirijo hacia la casa. Me

sigue y cierra la puerta detrás de nosotros. Le empujo dentro de la

cocina con su brazo, olvidando por un momento que me odia.

—¿Podría esa ser Lilith?

Sus ojos vuelan de lado a lado y su cabeza señala bruscamente hacia la

puerta.

—¿Por qué pensarías eso?

Agito mi cabeza.

—No lo sé… solo la forma en la que Gabe la miró, supongo. Me acordé

de Matt.

—¿Cómo la miró Gabriel? —Ahora suena menos preocupado y más

calculador.

—Del tipo de, ya sabes… él la echó un vistazo.

Luc se relaja de nuevo en la encimera.

—Ella no es Lilith.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? Nunca he visto a Gabe mirar a

alguien de ese modo.

Un toque de celos, la primera vez que lo he escuchado de Luc en algún

momento, es evidente en su voz cuando responde:

—Él te mira como lo hace todo el tiempo.

El argumento muere en mi garganta cuando miro hacia la puerta.

—¿Eso es todo lo que es? ¿Celos? —Agito mi cabeza—. ¿Cómo puedes

estar seguro de que no es ella?

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—Ella es Grigori —dice Luc, alcanzando el armario para un vaso—.

¿Quieres algo de agua?

Me sigo girando hacia él.

—¿Grigori? ¿Cómo papá?

Asiente.

—¿Cómo fui la única que no lo sabía?

Luc coloca el vaso en la encimera y lo sujeta con sus manos.

—No hay una conspiración. Yo solo me di cuenta.

—¿Cómo? —digo incrédula.

Él se encoge de hombros.

—El razonamiento deductivo. Uno: Gabriel va a querer ojos de más.

Dos: ella no es un ángel. Arrojó una forma de sombra en la playa.

Compárala con la de Gabriel y es fácil de decir. Tres: los Grigori son los

Vigilantes, los protectores. Imaginé que habría unos cuantos cerca. Y

cuatro: Gabriel la conoce, lo cual ya era una señal reveladora mortal.

Lo dice como si cualquier idiota debiera haber sido capaz de resolverlo.

La puerta principal se balancea abierta y Gabe da un paso a través de

ella.

La puerta ni siquiera está cerrada antes de que yo le atacara

acerbamente, sin importar si Faith escucha.

—¡Podías habérmelo dicho!

Le dispara una mirada a Luc y luego se acerca a la cocina.

—No tuve la oportunidad —dice, colocando sus bolsas en la encimera—.

Pero me dio una oportunidad para ver cómo interactúas con

desconocidos.

—¿Pasé tu estúpida prueba? —espeté.

Hay un brillo divertido en sus ojos, pero puedo ver que está siendo

cuidadoso en no sonreír.

—Lo hiciste.

—¿Por qué sólo no me dijo lo que era ella?

Repentinamente curva una ceja perfecta de color platino.

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—Porque le pedí que no lo hiciera.

—Capullo —murmuro. Y me muevo hacia la ventana y bajo la mirada a

la playa—. Así que, ¿cuántos otros espías hay?

Gabe me dispara unan dura mirada antes de responder.

—Faith no es una espía.

—Podías haberme engañado.

Saca nuestra cena de las bolsas… un pollo asado con patatas fritas.

—No hay otros. Demasiados Grigoris en un solo lugar se arriesgarían a

llamar la atención del Infierno.

Luc se sienta en una silla de cocina y se sirve.

—Especialmente porque estoy seguro de lo están buscando —añade.

Corto un trozo de pollo y vuelco algunas patatas fritas en mi plato,

luego me dejo caer en una silla en frente de Luc. Gabe se sienta entre

nosotros, pero no coge la comida.

—Terminamos aquí por Faith. Conoce a la mayoría de la gente en la

playa, así que notaría algo… inusual. —Se gira hacia mí—. Y ella va a

ayudarte a entrenar.

—¿Entrenar?

—Faith hace artes marciales. Te ayudará a mantenerte en forma. —

Resquebraja una sonrisa—. Ella pone en movimiento tu cuerpo y tú

pones en movimiento tu mente.

Luc unta una patata frita en kétchup y alza una ceja hacia Gabe.

—Supongo que sé quién consiguió la pajita más corta.

Gabe le sonríe con superioridad a Luc.

—No tienes pajita.

Luc muestra la patata frita en su boca y mastica con los ojos estrechos.

—Bien por mí.

—Así que, ¿qué quieres decir? ¿Qué es eso de entrenar? —pregunto

mientras picoteo el pollo en mi plato.

Gabe me mira por debajo de las gruesas pestañas blancas.

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—Necesitas agudizar tu mente y perfeccionar tu Influencia.

—Genial —digo, recordando cómo las cosas fueron de forma abismal la

última vez que Gabe y yo trabajamos en mi Influencia.

Nadie tiene mucho más que decir y cuando todo el mundo no está

comiendo ya, me levanto y limpio la mesa. Luc y yo lavamos los platos

sin ni siquiera mirarnos el uno al otro.

Cuando hemos terminado, agarro mi bolsa del suelo cerca de la puerta.

—¿Importa el dormitorio que coja?

—Toma uno —dice Gabe, señalando la puerta a la derecha, hacia la

parte trasera de la casa.

—De acuerdo —digo, sintiéndome de repente agotada—. Entonces, voy

a darme una ducha y caeré frita, si todo está bien.

Gabe asiente, pero hay una mirada en sus ojos… algo triste y un poco

inquietante que me hace querer subir justo a sus brazos y quedarme

ahí.

Doy una respiración profunda y empujo la puerta del baño cerrándola

detrás de mí.

LUC

Frannie coge su mochila dentro del baño y espera hasta que el agua

está corriendo antes de volverse hacia Gabriel.

—Así que, querubín, admítelo. No tienes nada.

—Tengo un plan —dice, poniendo los ojos en blanco desde la puerta del

baño detrás de mí.

Espero, pero esa parece ser toda la información que dice

voluntariamente.

—¿Has pensado en algo más sobre el levantamiento de Rhenorian?

—No —dice, cayendo sobre el sofá.

—¿Por qué no?

—Porque es el levantamiento de Rhenorian.

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Me apoyo sobre la mesa.

—Si eres el mejor y lo más brillante que el Cielo tiene que ofrecer, no me

extraña que el Infierno te esté pateando el culo. ¿Cómo un

levantamiento del Infierno podría ser algo malo? Solo puede funcionar a

nuestro favor.

—O mordernos el culo.

—Piensa sobre esto, Gabriel. Si algo va a cambiar en el Infierno, creo

que va a tener que empezar aquí. Si puedes reunir algo de ayuda

celestial, Rhen y su equipo podrían ser capaces de marcar la diferencia.

Mueve su cabeza lentamente.

—Son demasiado impredecibles. Cogerán nuestra ayuda mientras se

adapte a sus propósitos, pero sabes mejor que nadie que la palabra de

un demonio no vale la pena el aliento que le toma el pronunciarlo.

—¿ Y qué, tienes algo mejor?

Él titubea.

—Más definitivo.

Respiro de nuevo con mi enojada frustración ante sus no respuestas y

trato de mantener mi voz, pero aun así, Frannie no escucha.

—¿Cuál es exactamente el plan?

—Aún estoy dándole vueltas a las cosas.

—Ya dijiste eso. Estoy interesado en detalles. Dame lo que conseguiste.

—Déjame ordenarlo en primer lugar.

Mis músculos se contraen y no quiero nada más que golpear algo.

—Perfecto. Nos arrastraste a solo Dios sabe dónde sin un plan.

Me mira.

—Necesitas revisarte tus oídos. En algún lugar en la transición de

demonio a mortal deben haberse empezado a estropear porque no me

estás escuchando.

—No te estoy escuchando decir absolutamente nada bueno —digo

aunque con los dientes apretados.

Él brinca fuera del sofá.

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—¿Y tú eres el experto en proteger a Frannie? En tu vigilancia fue

atacada por Rhenorian, acechada por Andrus, Chax y Marchosias y su

alma estuve cerca de ser robada por Lilith.

Me echa la bronca de las cosas con sus dedos mientras me devuelve la

mirada. Sobre su piel crujen relámpagos y estoy seguro de que está a

punto de empezar a echar espuma por la boca.

—Tal vez deberías dejarlo en manos de profesionales de aquí en

adelante.

Por supuesto, tiene razón. No tengo las de perder. Técnicamente, fue en

la vigilancia de Matt, pero no cambia el hecho de que todas esas cosas

sucedieron y de que yo fui incapaz de detenerlos. Pero incluso aunque

soy consciente de que la devoción de Gabriel hacia Frannie va más allá

de su juramento de protegerla, aún tengo más que un pequeño

problema que mantenerme al margen y dejar la seguridad de ella en sus

manos.

Cruzo la habitación y me enfrento a él, sin poder evitarlo.

—Considerando que no solo la seguridad de Frannie, sino el destino de

toda la humanidad va a quedarse fuera de las garras de Lucifer, tenía la

esperanza de que en realidad pudieras tener una idea de lo que estabas

haciendo. No creo que eso fuera pedir demasiado.

Ante la mención del nombre de Lucifer, sus ojos estallan y su postura

se endurece. Un segundo después tiene un puño en mi camiseta.

—Sé lo que estás haciendo —gruñe—. Tengo un plan

Miro de forma fija a su rostro y de repente no tengo ninguna duda de

que tiene un plan. Es el hecho de que está destrozándole lo que me

preocupa. La frustración se agita en mi interior, la presión levantándose

como la lava estando ansiosa por explotar de un volcán.

—Ponme al día —gruño.

Me empuja hacia atrás liberando mi camiseta.

—Necesita dominar su Influencia. Rápido. No tenemos mucho tiempo.

—¿Hasta qué?

Me mira, debatiendo cuánto decir, antes de girarse hacia la puerta.

—No hay forma de hacer esto sin ella.

Vuelvo su cara en un santiamén.

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—¿Hacer qué?

—Ella va a ser parte de esto… parte de la lucha. Es la única manera.

Mi estómago se cae a mis rodillas.

—Estás loco. —La mayoría de las palabras que salen de mi garganta

son aire.

—Es la única forma —repite, como intentando convencerse a sí mismo.

Le miro fijamente, incapaz de encontrar las palabras para explicar

hasta qué punto esto es una locura. Ella necesita estar tan lejos de la

lucha como sea posible. Sin lugar a dudas ahora sé que yo tenía razón.

Necesito mi poder demoníaco si voy a ser de alguna utilidad. Me

necesita ahora más que nunca. Le empujo fuera.

—¿Cuánto tiempo tenemos aquí?

—Eso depende de tu jefe —se burla—. Quizás unas cuantas semanas.

Unas cuantas semanas puede ser suficiente. Ella me había cambiado

antes más rápido. Necesito la vuelta de mi poder ahora y la única

manera de conseguirlo es hacer que Frannie me odie.

FRANNIE

Cuando giro los mandos de la ducha estoy sorprendida de encontrar

mis manos temblando. Me saco la camiseta por arriba y doy un paso

dentro del agua, dejándola correr sobre mi dolorido cuerpo. Apoyo mis

manos contra la fría baldosa y respiro el vapor humeante imaginándolo

ardiendo, toda la culpa que cubre cada superficie de mis entrañas como

el espeso lodo.

Cruzo por los movimientos en modo automático y cuando salgo de la

ducha me siento un poco mejor. La goma de mascar en mi cerebro que

hace que todos mis pensamientos se peguen juntos casi ha

desaparecido. Estoy retorciendo mi cabello en una toalla cuando salgo

del baño en mi camiseta de Hendrix, lista para la cama. Mi corazón se

hunde cuando veo a Gabe y Luc, estando de pie en medio de la

habitación mirándose con odio el uno al otro. El aire está tan espeso

con la tensión que apenas puedo respirar. Están peleando de nuevo. Y

por la mirada que ambos arrojan en mi dirección estoy segura de que es

sobre mí.

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—¿Qué pasa? —pregunto, temerosa de la respuesta.

—Nada —dice Gabe, con voz tensa. Sus ojos dejan los míos y trata de

fingir que él y Luc no estaban a punto de romperse en pedazos el uno al

otro—. Así que supongo que me quitaré… dejándolos chicos para que se

instalen y todo eso.

Entro en la habitación.

—¿A dónde vas?

Gabe se encoge de hombros.

—Fuera.

—Fuera —repito—. Escucha, sé que no necesitas dormir o lo que sea,

pero sería estúpido de tu parte salir cuando sé lo que significa allí. —

Señalo el porche delantero—. Solo quédate ahí.

Pienso en por qué dije eso. ¿Era por Gabe, o era por mí? No he pasado

una noche sin él en semanas.

Gabe, quien no falla mucho, ya que puede leer mentes y todo, se

encorva sobre el sofá.

—Dormiré aquí.

Luc le fulmina con la mirada y se desliza en la silla debajo de la

ventana.

—Has estado en la cama durante semanas. —Sus labios se curvan con

disgusto y sus ojos se endurecen cuando me mira rápidamente—. ¿Por

qué te resignas ahora al sofá?

De repente la habitación se siente fría cuando Luc pilla el mando a

distancia y pone el canal de surf. Su expresión es diferente, como si no

me hubiera apuñalado en el corazón. Me deslizo en el sofá al lado de

Gabe.

—Mi única meta es protegerla, de Lucifer. —La voz de Gabe es fuerte—.

No hagas de esto algo que no es.

El rostro de Luc se tuerce en una mueca de desprecio.

—Honestamente, de verdad, no me importa lo que es —dice con un

gesto desdeñoso de su muñeca hacia mí—. Yo cogí lo que quería. Lo que

queda es tuyo.

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Trago saliva y miro entre ellos, intentando seguir lo que está

sucediendo. Estoy muy segura de que Luc está diciendo lo que ha

hecho conmigo… que solo estaba utilizándome. Mis ojos rastrean su

cara, intentando leerle, pero él no se encuentra con mi mirada.

Trago otra vez saliva.

—Y bueno, ¿cuál es el plan general? —pregunto a nadie en particular,

rasgando mis ojos. Una mirada apenada pasa sobre la cara de Gabe,

pero se aclara cuando sus ojos se encuentran con los míos.

—Por ahora nos quedamos quietos. Necesitamos resolver tu Influencia,

Frannie. Esa es la única prioridad. Solo que no es tu mejor defensa,

sino también nuestra mejor ofensiva.

—¿Nuestra mejor ofensiva? —repite Luc, con su voz calculadora.

Gabe le ignora.

—Necesitamos resolver de lo que eres capaz. Necesitas aprender a

controlar tu poder, usarlo.

Una mueca se fuerza en mi cara y me siento un poco enferma.

—¿Así que quieres que trabaje de nuevo en la Influencia? ¿Recuerdas lo

bien que terminó antes?

Su expresión comienza a simpatizarse, pero no ablandarse.

—No hay elección. Ya sea porque ahora vas a dominar esa cosa, con mi

ayuda, o vayas a dominarla por Lucifer.

Mi pecho se encoge ante el nombre de Lucifer y casi puedo sentir sus

brazos curtidos de nuevo a mi alrededor.

—¿Cómo se supone que voy a hacer eso? No tengo ni idea de cómo

funciona.

—Practicarás hasta saber cómo controlarlo.

No me gusta el sonido de eso.

—¿En quién?

—Con nosotros, por ahora —dice Gabe, disparando una mirada a Luc—

. Creo que también es importante que aprendas cómo mantener a otros

fuera de tu cabeza.

Alzo mi ceja hacia él.

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—¿Como tú?

—Sí, yo, ya que estoy a mano y puedo darte la retroalimentación. Pero

no soy el único que soy capaz de jugar con tu cabeza. Puedo escuchar

tus pensamientos, pero otros pueden nublarlos, lo cual es mucho más

peligroso.

Me estremezco, debido a que conozco a los otros, él quiere decir Lucifer.

Mi corazón va delante de mi pecho recordando cómo era yo cuando

estaba cerca de Él, las cosas que Él me hizo querer.

Le disparo una mirada a Luc, quien está pasando sus manos sobre sus

rodillas.

—Así que vas a intentar que Frannie utilice su Influencia. ¿Para qué

propósito? ¿Cuál es la finalidad del juego?

La mandíbula de Gabe se tensa y no puede sostener la mirada de Luc.

—Vamos solo a preocuparnos por una cosa a la vez. —Me evade—. Tú

te quedarás aquí, donde es seguro. Saldré fuera para lo que necesites.

Me siento enfurecida ante el pensamiento de ser mantenida prisionera

aquí.

—Gabe, no puedo vivir en una jaula.

—Y además, ese no es un plan. —La voz de Luc es baja cuando agacha

la mirada fija hacia Gabe, pidiéndole una evasiva.

Gabe se mueve en el sofá y no nos mira a ninguno.

—Estoy trabajando en algo, pero al mismo tiempo, necesitamos

derribarlo.

La picazón bajo mi piel me dice que no voy a conseguir durar mucho

tiempo. Lo miro.

Suelta un suspiro y se empuja más profundo dentro de los cojines,

finalmente con algo de la tensión dejando su cuerpo.

—Frannie, sé que esto es duro, pero mi prioridad justo ahora es

mantenerte a salvo.

—¿Es eso incluso posible? —pregunto.

—No —responde, porque no puede mentir—. Pero tengo que intentarlo.

Al final levanta sus ojos a los míos y en ellos veo su decisión.

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También veo que hay algo que no me está diciendo. Estoy tan cansada.

Demasiado cansada para pensar en esto. Me desplomo en el sofá e

intento mirar el programa, pero mis ojos se mantienen a la deriva hacia

Luc.

Sus dedos, mecánicamente, se restriegan sobre la costura del brazo de

la silla y la piel de gallina se arrastra sobre mi piel ante el recuerdo de

ese dedo trazando unos patrones en mi rostro.

Mira por encima y mis ojos vuelven rápidamente a la televisión, pero en

ese instante breve, juraría que vi odio en su mirada. Dirigido a mí.

Mi pecho duele cuando me levanto del sofá y me dirijo a mi habitación.

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Luz Guiadora

Traducción por Isane33, Kirara7 y Elizzen

Corregido SOS por Nony_mo

GABE

No puedo creer que esté pensando en esto.

¿Cómo puedo considerar ponerla en peligro, directamente en su

camino? Esto no es un plan. Es la locura.

Pero es todo lo que tengo.

Me pongo de pie y miro a Frannie desaparecer tras la puerta. No sé

cuánto tiempo tenemos. Unos pocos meses, o tal vez solo semanas. Sea

lo que sea, no es suficiente. No voy a ser capaz de ocultarla para

siempre, así que algo tiene que cambiar.

Luc me está mirando, esperando que confiese. No va a dejar pasar esto.

Y no debería.

Debo decírselo. Eso lo sé. Al final voy a tener que decirlo.

Ja. Al final.

¿A quién estoy engañando? Al final es ahora. Porque el tiempo pasa.

Pero sigo orando por algo diferente, un plan seguro para Frannie. Hasta

ahora mis oraciones han quedado sin respuesta y me temo que sé por

qué.

Me dirijo a la puerta y Luc me corta una mirada de despedida. Una vez

en el porche miro por encima de las olas predecibles. Han ido y venido

durante millones de años, al igual que el bien y el mal ha ido y venido.

Pero el equilibrio está cambiando. Lucifer ha decidido que las reglas ya

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no se aplican. Y Frannie es nuestra mejor arma para cambiarlo de

nuevo.

Siempre he sabido que Frannie era especial, pero estoy empezando a

pensar que es más grande que su Influencia. Hay una energía sutil que

irradia de ella. La sentí al principio y, a pesar de su inseguridad y duda,

se hace más fuerte cada día. No puedo lo, no es nada que haya sentido

antes, y tengo miedo de lo que eso significa para ella. Pero a pesar de

mis sentimientos por ella, es un soldado y este es un campo de batalla.

Camino a la playa y me siento en la arena. Su calor se irradia a través

de mí mientras me recuesto, cerrando los ojos. Dejo que la tensión salga

y me lavo en paz, luego me entrego a los últimos rayos de Luz carmesí.

Hay un tirón doloroso en mi estómago mientras me muevo con ellos,

apenas me ilumino y, cuando abro los ojos, me encuentro de pie en el

Colectivo. Todo a mí alrededor es un montón de nada. Energía blanca.

Excepto, flotando en el centro de toda la nada está la Tabla.

La Tabla es realmente un nombre inapropiado. No es una tabla en

absoluto. Es una esfera. La Tierra. Es etérea, como una nube flotante y

por el momento, relativamente pequeña, unos cuatro metros de

diámetro. Miro hacia la masa de luces azules parpadeantes bailando

sobre la superficie de la Tabla como luciérnagas. Humanidad. Las luces

blancas de lo celestial se mueven entre ellas, pero es en los rojos en los

que estoy interesado. Doy un paso atrás y le pido a la Tabla que

aumente las dimensiones para un mejor detalle.

Al instante, es fácilmente de un kilómetro de diámetro.

—Gabriel —dice una voz.

Sin volverme, me giro a la Tabla y tomo unos minutos para examinarla

detalladamente, deteniéndome en los Cayos de la Florida. No hay luces

rojas en menos de una milla del bungalow. Estoy seguro de que los

demonios la están buscando, pero no la han encontrado todavía.

Frannie está a salvo por ahora.

—Gracias por la ayuda en la pista de aterrizaje —digo finalmente.

Celine camina a mi lado mientras estiro el brazo y toco la luz azul que

representa a Frannie.

—De nada —dice ella con un asentimiento tajante, sus rizos de color

cobrizo rebotando con el gesto—. Querías saber cuándo Marchosias

había sido localizado.

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Mis ojos pasan de la Tabla a Celine. Ella dobla las alas detrás de su

figura esbelta y señala con un dedo largo una luz roja parpadeante

justo al norte de Boston.

Giro la Tabla y escaneo la zona en busca de luces blancas.

—¿A quién tenemos con la familia de Frannie?

Ella se encoge.

—No dejaste órdenes...

Porque estaba esperando que nuestra partida pudiera alejarlos.

—¿Quién está disponible?

Celine pasa la mano por la Tabla y una serie de luces blancas

parpadean, cada una representando un guardián disponible para

asumir un nuevo cargo.

—No muchos. Los grupos de Lucifer están merodeando y hay más casos

de coacción. —Su expresión es una mezcla de tristeza y rabia mientras

gira sus ojos hacia mí—. Él está haciendo trampa, Gabriel, enviándolos

a las sinagogas, iglesias y mezquitas. Está buscando activamente a los

inocentes y a los fieles, influyéndoles a pecar. —Ella pasa un dedo por

la Tabla—. Estamos trayendo nuevos guardianes a la línea todos los

días, acelerando el programa de formación para tratar de cubrir la

creciente demanda, pero no tenemos suficientes guardianes para

proteger a toda la humanidad.

La sensación de temor que ha estado creciendo constantemente en mis

entrañas se asienta más profunda y arraigada.

Está empezando.

El Todopoderoso ha pasado por alto las infracciones de los límites de

Lucifer por mucho tiempo y ahora las cosas empiezan a salirse de

control.

Frannie.

No puedo dejar de pensar en que esta escalada tiene algo que ver con

ella. Su poder está creciendo y también el descaro de Lucifer, y su

desprecio por las reglas.

Vuelvo a mirar mis opciones en la Tabla.

—Vamos a enviar a Aaron Haden. Déjale hacerse una idea de la

situación.

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Las cejas de Celine se levantan por la sorpresa.

—¿Aaron? —dice con cautela—. ¿Estás seguro?

Por mucho que comprendo su aprensión, él es la opción obvia. Su

último cargo, una monja con destino a la santidad, acaba de morir de

causas naturales a la avanzada edad de ciento cuatro años, a pesar de

los tempranos y numerosos intentos de Lucifer para corromperla.

—Él es mi más antiguo y más experimentado —le digo, haciendo una

mueca ante el recuerdo de lo que pasó cuando envié a alguien más

joven y novato.

La cabeza de Celine se sacude en un gesto brusco.

—Hecho.

Me doy la vuelta lejos de la Tabla mientras Aaron aparece gradualmente

junto a mí.

Él inclina su amplia complexión despreocupadamente hacia un tren

que se solidifica a su lado y curva los labios en una media sonrisa

arrogante, lo que hace resaltar su profundo hoyuelo en ese lado.

—¿Me has llamado? —dice con una elevación de una ceja de color

platino.

—Te necesito para un trabajo. —Mis ojos se mueven entre él y Celine y

me pregunto, brevemente, si estoy tomando la decisión correcta—.

¿Crees que puedes mantenerte fuera de problemas?

—Hombres de poca fe —dice, mondándose sus dientes perfectos con

una uña perfecta.

Me siento en una silla ejecutiva blanca que se materializa debajo de mí.

—Esto es serio, Aaron. Necesito tu mejor comportamiento.

Deja de mondarse los dientes y me da un vistazo.

—Si no crees que pueda manejarlo, ¿por qué me llamaste?

Sostengo su mirada.

—Porque necesito a alguien con tu experiencia.

Su boca se crispa en una sonrisa sardónica.

—Creo que vas a tener que confiar en mí, entonces, oh, poderoso. —

Hace una reverencia con un ademan ostentoso.

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Pellizco mi frente contra el dolor repentino y agudo allí.

¿Dolor de cabeza? ¿Qué sigue?

—No hagas de esto algo personal —le digo con los dientes apretados.

Su expresión se retuerce en algo duro.

—Tú eres el que hizo esto personal cuando…

Celine camina entre nosotros, una mano en el pecho de Aaron.

—Él va a estar bien —dice ella, en voz baja, pero potente.

Aaron reprime su comentario y se vuelve a la Tabla.

—¿Cuál es la misión?

Me levanto de la silla, que desaparece en el instante. Me alejo de ella,

levanto la mano y doy un golpecito con mi dedo en la Tabla sobre

Haden.

—Ayudar a Daniel con todo lo que necesite.

Él mira la Tabla por un momento.

—¿Daniel? No hablas en serio —se burla—. ¿Se supone que tengo que

recibir órdenes de un Grigori? Él ha caído, Gabriel —añade, cruzando

los brazos sobre el pecho desafiante.

Una vez más, dudo de mi decisión. Estoy a punto de decirle que olvide

todo el asunto cuando Celine habla:

—Esa es la familia “de ella”, Aaron. ¿Qué pasa? ¿Es un trabajo

demasiado grande?

Aaron gira y me da una mirada antes de volver a la Tabla.

—Entonces, ¿qué es lo que se supone que debo hacer, exactamente?

—Lo que mejor sabes hacer —le respondo.

Él hincha el pecho.

—Soy el mejor, aunque nadie por aquí parece recordar esa pequeña

trivialidad.

Es inútil señalar que ser mayor no le hace automáticamente el mejor.

Ha sido la manzana de la discordia desde mi creación. Pero el hecho es

que su verdadera queja constante es contra el arcángel Gabriel, no

conmigo.

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Después de la Guerra en el Cielo, Lucifer cayó y comenzó a crear su

ejército. Gabriel determinó que ya no podía servir como el único

protector de toda la humanidad y le pidió al Todopoderoso un ejército

de guardianes. Aaron fue uno de los primeros entrenados y uno de los

favoritos de Gabriel. Poco después, cuando se decidió que Gabriel

delegaría el control de los guardianes a otro, Aaron creyó que él era la

elección obvia. Por eso, cuando Gabriel le pidió al Todopoderoso crear

un Dominion para que fuera su mano izquierda, uno más poderoso que

los guardianes y quien podría velar por ellos, Aaron se puso furioso.

Y todavía lo está.

Está resentido conmigo por ser lo que él no pudo, pero es lo

suficientemente inteligente como para no sacar su frustración sobre

Gabriel. Cree que fue menospreciado y por los seis mil años desde mi

creación, nunca me deja olvidarlo.

Mientras Aaron sonríe y se desvanece, y su luz blanca aparece en la

Tabla cerca de la casa de Frannie, tengo que recordarme que él es, de

hecho, uno de los mejores.

Sigo la Luz de regreso a la playa, donde me siento y miro por encima de

las olas de color rojo en el resplandor del sol poniente. Me pongo a mí

mismo fuera de la arena, rezando por estar haciendo la decisión

correcta. Si hubiera una manera de que pudiera ocultar a Frannie para

siempre, lo haría. Pero van a encontrarnos. Con todo el Infierno

buscando, es solo cuestión de tiempo.

LUC

Gabriel se ha vuelto loco. Es todo lo que puedo pensar. Demasiados

eones respirando ozono han deteriorado su juicio. Y eso era

cuestionable, para empezar.

Cómo cree que puede poner a Frannie en medio de esto y que ella, y por

lo tanto la humanidad, saldría intacta, es algo que no entiendo. El

pensamiento envía un escalofrío por mi columna vertebral.

Cuando había decidido quedarme en Haden... lejos de Frannie... fue

porque pensé que ella estaría mejor con Gabriel, él la mantendría a

salvo. Es solo ahora, mientras camino más allá de él tumbado en la

playa oscura, que me doy cuenta de lo equivocado que estaba.

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¿Cómo iba a jugar con su vida de esta manera? ¿Sabiendo lo que ella

es, lo que está en juego, cómo podría correr el riesgo?

Estoy tan desacostumbrado a este papel, el de espectador impotente.

Pero si Gabriel no va a protegerla, depende de mí. No hay elección. Y no

hay vuelta atrás. Las ruedas se han puesto en marcha.

Ni siquiera pude mirar a Frannie mientras dije esas cosas, implicaban

que no me preocupaba por ella, que solo la había estado usando.

Y peor.

Sé que mis palabras dieron en el blanco porque pude escuchar el dolor

en su voz cuando respondió. La certeza de que mis palabras podrían

posiblemente haberla lastimado más de lo que me lastiman a mí hace

poco para mitigar la culpa. Mis palabras cortan a través de mis

entrañas como un cuchillo sin filo. Incluso su eco hiere.

Camino lentamente a través del suave vaivén de las olas. El agua se

extiende frente a mí, una alfombra de terciopelo negro, tan lejos como la

vista alcanza. El océano está casi inmóvil, la luna creciente se refleja en

la gran oscuridad.

La calma antes de la tormenta.

Caigo en la arena y miro por encima del agua, rezando tener la fuerza

para seguir adelante con esto. Tenemos que combatir el Fuego del

Infierno con Fuego del Infierno y la única forma de que eso suceda es si

soy demonio otra vez. Lo que significa que Frannie tiene que dejar de

quererme. Tengo que dejar de lado cualquier esperanza persistente de

que ella y yo podemos tener una vida juntos al final de todo esto. Los

pocos meses que tuve con ella fueron un hermoso sueño.

Pero estoy despierto.

El sueño ha muerto y mi dura realidad es que Frannie lo estará

también si no puedo seguir con la farsa.

Ella no puede saber cómo me siento. Necesita odiarme. Pongo mi

adolorida cabeza en mis manos, mis codos en mis rodillas e intento

convencerme de que así es como debería ser. Nunca estuve destinado a

ser humano y como humano soy débil. Si Frannie tiene una

oportunidad, necesito dejar de ser egoísta.

Necesito dejarla de una vez por todas. Para siempre.

—Nunca he visto a Gabriel así de estresado.

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Me vuelvo a escuchar la voz detrás de mí. Cuando alejo mi cabeza de

mis manos, encuentro a Faith de pie, con los pies descalzos en la arena.

Común la correa de Jasper en sus manos, tirando contra esta en mi

dirección. Faith sonríe y deja ir la correa. Jasper olfatea mi oreja y se

acomoda a mi lado en la arena, con su lengua colgando. Faith se

agacha en la arena al otro lado de Jasper, sus piernas cruzadas frente a

ella, vuelvo a mirar sobre el océano.

—Hay bastante en riesgo.

—Así que es verdad que Frannie tiene Influencia.

Asiento.

Ella lanza otra mirada hacia la playa donde está Gabriel, donde aún

está tirado en la arena.

—Me sorprendí cuando Gabriel apareció con dos mortales. Me imaginé

que sería solo Frannie. Dos de ustedes son más difíciles de escudar.

Pienso en contarle todo, pero termino diciendo:

—Es complicado.

—¿Ustedes están… juntos? ¿Tú y Frannie? ¿Es por eso?

— Ya no. —Casi sueno como si no me importara.

La luz de luna brilla en sus ojos mientras me observa y sé que no se lo

cree mucho, espero que ella diga algo, que presione, pero finalmente

vuelve su mirada hacia el agua.

—Adoro la playa en la noche, es tan pacífica.

—Mmm —concuerdo, sintiéndome de todo menos tranquilo, mi mente

corre, planeando. Debe haber cientos de formas en las que puedo

lastimar a Frannie y a mí mismo; nos sentamos ahí, el único sonido es

el de las olas, el jadeo de Jasper y la tormenta en mi cabeza.

—¿Qué tan bien conoces a Gabriel? —pregunta Faith finalmente

sacándome de mis pensamientos.

Me encojo de hombros

—Mejor de lo que quisiera.

Ella duda.

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—Él ha… —Se queda en silencio y mira hacia donde esta él, su mirada

cae en la arena frente a ella—. ¿Alguna vez ha dicho algo… sobre mí?

La miro, sorprendido por lo que escucho en su voz.

—Lo siento, pero no.

Ella muerde su labio pero no responde

—¿Qué te ha dicho sobre Frannie? —pregunto.

—Solo que tengo que tener los ojos abiertos, tiene Influencia y los

Infernales vendrán por ella.

Escucharlo en voz alta es casi más de lo que puedo soportar. Mi interior

se aprieta ante el pensamiento de que Marchosias o Lilith estando en

algún lugar cerca de ella.

—Quiero que me digas si ves a alguien… sospechoso por aquí.

Sus ojos se elevan a mi rostro y sonríe.

—Eres mortal, ¿qué podrías hacer?

Sostengo su mirada y su sonrisa desaparece.

—Solo dímelo. Por favor.

Ella me mira sospechosamente por un momento y luego asiente

mientras mueve su mirada por encima de mi hombro.

—Bueno, buenas noches —dice, levantándose de la arena.

Miro y veo que Gabriel ahora está de pie, mirando por encima de la

arena.

—Buenas noches —digo mientras Jasper pasa por mi lado hacia él.

Cuando ella lo alcanza, él pone un brazo sobre su hombro. Me levanto y

me dirijo hacia la casa. Voy hacia mi habitación, pero me detengo, mi

resolución está hecha, no hay mejor momento que este. Voy hacia la

puerta de Frannie, pero luego dudo cuando la imagino en su cama. Mi

cuerpo reacciona, una onda de calor recorre mi interior y respiro

profundamente, preparándome para lo que viene después.

Cuando tengo la mayoría de mis hormonas bajo control, abro su puerta.

Abro mi boca para decirle que me voy pero luego veo que está dormida,

sus sabanas enredadas a su alrededor mientras se revuelve en la cama,

me acerco más y la miro durante un buen rato. Finalmente me siento

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en la orilla de su cama y gentilmente retiro su cabello despeinado de su

rostro.

—¡Tay! —grita ella, pero no se despierta.

Respiro contra la aplastante presión en mi pecho. Ella siempre será

perseguida por lo que le sucedió a su mejor amiga.

Y yo siempre seré perseguido por el hecho de que nunca habría

sucedido nada de esto si no la hubiera encontrado.

Ella estaba siendo protegida por Gabriel. Ningún otro demonio había

sido capaz de localizarla.

Pero yo sí, no fue ni siquiera difícil.

Gabriel dice que estamos conectados, él ni siquiera sabe cómo, pero

dice que nuestra conexión en fuerte.

Y sé que tiene razón. Todo lo que soy está atado a ella.

Ella se revuelve de nuevo y coloco mi mano sobre su hombro, pero

incluso tanto como quisiera tomar su dolor no puedo hacer por ella lo

que Gabriel hace. Ella hace una mueca y gruñe, me acerco para darle

un beso en la frente y luego me pongo de pie.

Tengo que irme de aquí, antes de que haga algo de lo cual me

arrepienta, porque lo que quiero más que nada es acostarme a su lado,

sentirla cerca.

Los recuerdos inundan mis sentidos, Frannie debajo de mí, sobre mí.

Su esencia de pasa y clavos rodeándome.

Me alejo de ella, mi corazón muriendo un poquito más con cada paso,

me acerco a la puerta y la cierro, recuesto mi cabeza contra la puerta y

trato de calmarme. Cuando siento que puedo respirar de nuevo, levanto

mi cabeza y me dirijo hacia mi habitación y encuentro a Gabriel en la

puerta del frente. Mirando.

FRANNIE

Me sacudo y me doy la vuelta en las pegajosas sabanas, intentando

dejar que el ritmo de las olas fuera de mi ventana me calme. Veo cosas

en las sombras bailando sobre mi techo. Taylor. Angelique. Y sangre.

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Siempre sangre.

Es casi imposible apagar mi revolucionada mente. No importa a dónde

mueva mis pensamientos, siempre regresan a esa noche, a Taylor

empujando el cuchillo en su propio estómago.

Taylor muriendo en mis brazos.

—Ovejas —me susurro a mí misma. Cierro los ojos e imagino unas

hinchadas ovejas blancas en un campo. Empiezo a contar, centrándome

en su blanca y esponjosa lana, la hierba, el cielo. Voy por la doscientos

setenta y cuatro cuando me doy cuenta de que la oveja está sangrando.

Miro a mi alrededor.

Todas las ovejas están sangrando.

La sangre se derrama de sus vientres sobre el suelo. Y Taylor está de

pie en el centro del campo con un cuchillo en el estómago, añadiendo

su propia sangre al creciente río.

Me siento jadeando, dándome cuenta de que me quedé dormida. La

habitación vuelve a enfocarse lentamente y a la luz de la luna apenas

puedo distinguir un rostro, flotando en la oscuridad.

Matt.

Mi corazón chilla por parar y jadeo de nuevo, ahogándome en él. Miro

fijamente el lugar, luchando por respirar. Los plateados destellos de luz

parpadeando en el océano y las olas en mi pared y donde estuve segura

de que Matt estaba hace un segundo, todo lo que ahora veo es la cara

de un reloj blanco diciéndome que son las dos de la mañana.

Me estoy volviendo loca.

Trago con fuerza contra el ácido subiendo por mi garganta. En la mesita

de noche al lado de mi cama hay un frasco de pastillas y un vaso de

agua. Parte de esas “provisiones” del Jeep era una botella de Unisom2.

Gabe sabe mejor que nadie que apenas he dormido desde lo de Taylor,

porque él es el único que ha estado allí cada noche cuando me despierto

gritando. Esta noche es la primera en semanas en la que no se ha

quedado conmigo. Tomo el frasco y lo giro con dedos temblorosos. Lo

abro y saco una pastilla y después trago antes de que tenga tiempo para

pensarlo mejor.

2 Unisom: marca de pastillas para dormir.

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Empujo a un lado las sábanas revueltas y me siento en el borde de la

cama. La sensación del frío suelo de madera ayuda a estabilizarme y mi

tembleque se suaviza un poco. Mi mirada gravita hacia la puerta,

sabiendo quien está en el otro lado. Me encuentro de pie y caminando

hacia ella sin siquiera darme cuenta. Pero, justo cuando mis dedos

rozan el pomo de la puerta, me detengo. No puedo seguir apoyándome

en Gabe. Tengo que resolver esto por mi cuenta.

Obligándome a alejarme de la puerta, me dirijo a la ventana abierta y

apoyo mis manos en el alféizar. El sonido de las olas es relajante y mi

corazón comienza a frenar hasta un ritmo normal. Me siento en el

alféizar y me recuesto en el marco. Durante mucho tiempo, me

concentro en respirar el aire fresco, limpiando la oscuridad que hay

dentro de mí. Cerrando mis ojos, sincronizo mi respiración con las olas.

Cuando por fin me siento más tranquila, miro por encima de mi hombro

a la puerta, después deslizo mis piernas por encima del alféizar y caigo

en la suave arena bajo mi ventana. Se siente caliente mientras hundo

mis dedos en ella y me siento más ligera simplemente al estar fuera de

la casa, mi prisión. Vago hacia el agua y las olas lamen perezosamente

mis tobillos. Miro hacia arriba y abajo de la playa y me doy cuenta de

que estoy totalmente sola. Es un profundo amanecer carmesí y el aire

está cargado con el aroma del océano, esa combinación de sal, peces y

algo dulce, pero rancio. Camino más profundo en el agua caliente y está

tranquila, llevándose todo mi dolor, el miedo, la culpa.

Dejo que las olas me levanten y floto sobre mi espalda, mirando los

turbulentos escarlatas y grises del próximo día. El oleaje me eleva y

baja suavemente, sosteniendo y balanceándome como a un bebé. Cierro

los ojos y floto, finalmente en paz.

Pero, lentamente, me doy cuenta de que el olor salado ha adquirido un

tono metálico, cobrizo y afilado. Cuando otra ola me levanta y muevo

mis brazos para no perder el equilibrio, el agua se siente gruesa. Abro

los ojos y miro hacia el cielo de color rojo sangre. El pánico hace

cosquillas en mi interior cuando trato de ponerme de pie y encuentro

que me he alejado tanto que no puedo tocar el fondo.

Piso el agua y miro frenéticamente hacia la orilla, pero no está por

ninguna parte. Estoy rodeada por nada más que un mar y cielo rojos,

mezclándose y haciendo imposible encontrar el horizonte. El pánico

patea más fuerte en mi pecho mientras me desoriento. Una ola barre

sobre mí, amenazando con llevarme abajo y jadeo en busca de aire. Mis

piernas empiezan a sentirse pesadas y cansadas. Sé que no puedo

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mantenerme a flote mucho más, pero no sé a dónde nadar. ¿Qué pasa

si elijo mal?

Algo me golpea por la espalda, sorprendiéndome y giro en el agua.

Un grito se congela en mi garganta. Por un segundo sin fin, todo lo que

puedo hacer es mirar con horror.

Taylor está flotando en las olas de sangre, una fuente de color rojo brota

de una herida en su estómago. Su respiración viene en balbuceantes

chirridos, y más sangre fluye de su boca con cada jadeo.

—Oh, Dios. —La agarro del brazo y la jalo hacia mí, intentando

mantenerla por encima de las olas. Y ahí es cuando me doy cuenta de

que el agua no solo está teñido de sangre. Es sangre, espesa, pegajosa y

cobriza. Taylor y yo estamos flotando en un océano de sangre. La sangre

de Taylor. La sangre de Taylor está en mis manos y no hay manera de

que pueda salvarla.

Abro mi boca para gritar, pero antes de que pueda, algo tira de mí hacia

abajo. Bajo las olas de sangre, todo lo que puedo oír en mis oídos es el

martilleo de mi salvaje pulso. Una silueta oscura toma forma en mi

conciencia, ojos rojos en un rostro negro. Lucho contra ello, lucho por

Taylor. Pero cuando saboreo la sal en mi boca, sé que esto es lo que

merezco. Me estoy ahogando en la sangre de Taylor.

Me rindo y dejo que el espeso líquido se filtre por mi garganta. Pero

justo antes de que todo se vuelva negro, lo que sea que me estaba

sosteniendo se ha ido de repente y salgo disparada hacia la superficie.

Siento la paz y el amor de Gabe, su nieve de verano.

Después... no hay nada.

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Estrella matutina

Traducido por Monica19 y Kirara7 (SOS)

Corregido SOS por Miss_ale

FRANNIE

Al abrirse mis ojos me encuentro en la oscuridad.

Absoluta oscuridad.

Un pequeño punto de luz blanca toma forma encima de mí, y me enfoco

en eso mientras toso y lucho por respirar. Crece y brilla cada vez más.

Una estrella.

La única estrella que se posa en el cielo negro aterciopelado.

Mientras ilumina mis alrededores, me doy cuenta de que sigo en la

playa. Siento la polvorienta arena filtrándose entre mis dedos mientras

me sacudo y toso, oliendo el aire salado. Luego me estoy ahogando de

nuevo, pero esta vez por Gabe. Me sostiene y me mueve, tarareando una

suave melodía. Es una melodía que conozco, pero no puedo ubicarla.

Mientras su nieve veraniega me lava, mis nervios alterados empiezan a

tranquilizarse. Sus gentiles y suaves manos recorren mi mejilla y las

lleva hasta mi cabello. Levanto mi cabeza, lo observo y toso

violentamente cuando mi cuerpo intenta jadear.

Porque no es Gabe.

El chico sosteniéndome está mirando fijamente la brillante estrella.

Cuando voltea su cabeza para mirarme, el brillo de la estrella ilumina

sus asombrosos ojos verdes y me doy cuenta de que él es la estrella.

Etéreo. Como un suspiro.

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La suave luz brillante está viniendo de él. Me siento instantáneamente

relajada mientras una sonrisa aparece en su hermoso rostro.

Justo cuando estoy a punto de preguntarle quién es, desliza un dedo

suavemente por mi frente y todo dentro de mí explota en una ráfaga de

energía blanca pura.

***

Despierto con un jadeo ahogado, como si me hubiera estado ahogando y

ruedo hacia mi costado, seguro que me enfermaré. La náusea pasa

lentamente y me recuesto en la cama, observando las misteriosas

figuras bailando por mi techo. Escucho a través de mi jadeante

respiración y martilleante corazón por alguien que se esté moviendo en

la casita. Todo está tranquilo y silencioso, excepto por las olas chocando

en la arena fuera de mi ventana abierta. Me recuesto quieta y escucho

hasta que mi respiración y pulso disminuyen.

Mientras el golpeteo de sangre martilleando por mis oídos se desvanece,

una persistente melodía se entona en mis pensamientos,

tranquilizándome.

¿Algo de mi sueño?

Tal vez. Pero se siente más profundo. Más antiguo. Plantado de alguna

manera en mi subconsciente. Realmente no puedo recordar el sueño,

excepto por Taylor. Recuerdo que ella estaba en las olas. Y luego… Una

cara cosquillea los bordes de la memoria y recuerdo haberme sentido

segura. Y la canción. Pero eso es todo.

Cierro mis ojos de nuevo, pero el ácido asciende por mi garganta

mientras veo a Taylor, flotando muerta en un mar de sangre. Abro mis

ojos y miro el techo… y veo a Taylor.

Observo la mesa de noche, donde yace la botella abierta de Unisom.

Hizo exactamente lo que sabía que haría. Atraparme en una pesadilla

sin fin. La tomo y la lanzo a la basura antes de levantarme y caminar

hacia mi puerta, sabiendo que solo hay una cosa que realmente puede

calmarme. Solo estar a su alrededor lo hace. Le prometí que trataría de

no quererlo.

Pero eso no significa que no haya momentos en los que lo necesite.

Me enfundo mi bata de tela verde sobre mi holgada camiseta y ropa

interior y empujo la puerta con una mano temblando.

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Gabe está holgazaneando en los cojines del sofá, una pierna colgando

del apoyabrazos, con una copia abierta de El Gran Gatsby en una mano

y un par de lentes posicionados en su nariz.

A pesar de la pesadez en mi corazón, fuerzo una sonrisa. No pude

evitarlo.

—¿Lentes? Estás bromeando, ¿cierto?

Se endereza, se saca los lentes, y me da una media sonrisa.

—¿Sorprendida?

—Es tan inesperado… —Agito mi mano en un círculo en torno a él—,

un defecto en toda esa perfección.

Sonríe ampliamente.

—No soy tan joven como solía serlo.

Se endereza y tomo asiento en el sofá a su lado, agarrando el libro de

sus manos, observando la página en la que está.

—Pobre y trágico Gatsby. Decepción, amor prohibido y vidas

arruinadas. ¿Te suena familiar?

Suspira y coloca el brazo alrededor de mis hombros, hundiendo su

rostro en mi cabello.

—Esperaba poder resistir toda la noche sin ti —digo, acurrucándome a

su lado.

Un ronroneo retumba en su pecho mientras me acerca y besa mi frente.

—Te he dicho que siempre estaré aquí para ti, de verdad. Lo que sea

que necesites.

Me presiono contra él, sintiéndome calmada.

—¿Está bien esto?

—Mi autocontrol nunca es lo que debería ser cuando estoy contigo. —

Siento sus labios curvarse en una sonrisa contra mi frente—. ¿Segura

de que confías en mí?

Me acomodo en él, sabiendo que debería ser yo la que está preocupada

con la confianza.

—Creo que debimos haber dejado a Luc en Haden. —Suelto

abruptamente, sin estar realmente segura de dónde sale.

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—¿Por qué?

Medito, insegura de cómo responder.

—Él es mortal. Si vinieran tras de mí…

—Conoce los riesgos, Frannie —dice, con su voz dura.

Me retiro y lo observo. Quiero hablarle de mi visión cuando estábamos

huyendo de Haden, que sé que voy a morir. Pronto. Quiero decirle que

está bien mientras todos los demás estén a salvo. Pero todo lo que sale

de mi boca es:

—No lo quiero aquí.

Hay tristeza en su mirada.

—Nos guste o no, tú y Luc están conectados. No puede dejarte sin

ponerte en peligro. No voy a permitir que eso suceda.

—¿Y si nos encuentran aquí? —pregunto.

—Iremos a otro lugar.

La melodía del sueño flota a través de mi consciencia y tengo un

repentino recuerdo de un hermoso rostro con ojos verdes.

—¿Crees que pueden haber enviado de Heaven a otro ángel guardián?

—Respiro contra mi garganta cerrada ante el pensamiento de Matt.

Se recuesta y una entretenida sonrisa juega en sus labios llenos.

—¿Por qué? ¿Estás pidiendo un reemplazo?

—No. —Sonrío y me inclino hacia él, sumergiendo mis dedos en sus

ondas platino—. Tengo el jefe. ¿Quién podría ser mejor? —Un último

pensamiento irritante se empuja a través de su nieve veraniega—.

Cuidarías de todos, ¿cierto? ¿Riley? ¿Mis hermanas?

—Por supuesto.

—No puedo dejar que le pase algo a nadie más por mi causa.

—Haré todo lo que pueda, Frannie, pero ahora mismo mi concentración

está en ti. Necesitamos mantenerte lejos del alcance del Infierno hasta

que estés lista. Estaba equivocado al pensar que se rendirían después

de que fueras etiquetada para el Cielo. Lucifer no se va a rendir nunca.

—¿Hasta que esté lista?

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Lo siento ponerse rígido debajo de mí.

—No seremos capaz de huir para siempre…

—Así que al final tendré que pelear —concluyo.

—Al final —suspira.

Comienzo a temblar de nuevo, pensando en el Rey Lucifer, de cómo era

yo cuando Él estaba cerca, en cómo me perdí completamente y cuánto

lo había deseado. No soy una pareja para Él.

Y Él tiene a Matt y a Taylor.

Empiezo a temblar aún más fuerte.

—¿Y si no puedo? ¿Y si mi Influencia realmente no funciona?

La mano de Gabe acaricia mi cabello.

—No sucederá. Aprenderás a usarla. Por eso estoy aquí, Frannie. Para

ayudarte. —Sus suaves labios se mueven contra mi frente mientras

habla, su tibio aliento hormiguea mi piel y lucho con la urgencia de

subir hasta él, para vivir en su paz, donde es seguro.

En vez de eso, me levanto y me dirijo al baño, sintiéndome más que un

poco enferma. Me siento en el excusado por unos minutos, con mis

dedos entrelazándose en mi cabello rebelde y espero a que mi estómago

se asiente.

Hay un suave toque en la puerta, luego la voz de Gabe flota a través de

la puerta.

—¿Frannie? ¿Estás bien?

—Estoy bien —miento—. Saldré en un minuto.

Cuando me levanto y miro al espejo, apenas me reconozco, rasgos

demacrados y huecos púrpura rodean mis profundos y poseídos ojos.

Esto es lo que sucede a las personas que por un mes tienen miedo de

cerrar sus ojos, supongo. Me atraganto con mi cepillo de dientes antes

de dirigirme a la sala.

Gabe ha apagado la luz y a la pálida luz de la luna que entra por la

ventana, lo veo estirado con su espalda en el sofá. Sostiene un brazo

hacia mí.

Me muevo por la habitación hacia él, y sujeta mi mano y la aprieta

gentilmente.

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—¿Estás bien? —La preocupación en su voz da un tirón en mi corazón.

—Lo estaré. —Me recuesto sobre él, acurrucándome entre el sofá y su

cuerpo. Envuelvo mis manos alrededor de su cuerpo y dejo que su paz

me bañe. Ya la está posando en mí porque solo en unos minutos

empiezo a sentir calma y me duermo.

GABE

Si hay un paraíso en la tierra es este, beso la frente de Frannie, donde

ella está acurrucada a mi lado en el sofá. Su esencia llena mi nariz,

jabón de marfil, vainilla de su champú y algo picante que es propio de

Frannie, no puedo evitar lanzar una mirada a la puerta del que solía ser

demonio mientras un escalofrió me recorre. Una sonrisa se forma en mi

rostro sabiendo que esto es la única cosa por la cual ella siempre

vendrá a mí. Algo que él nunca será capaz de darle.

Su respiración es superficial e irregular mientras se mueve en mis

brazos. Reviviendo alguna parte terrible de su pasado en sus sueños,

sin duda.

Un pasado del cual yo debía haber sido capaz de protegerla.

El pensamiento corta como una espada, todo su mundo ha dado un

enorme giro, quiero culpar a Luc, todo estaba bien hasta que el apareció

en Haden, pero en el fondo sé que es mi culpa, le dije que siempre

estaría ahí para ella, y no lo estuve. No fui lo suficientemente bueno

para ver cuando ella y Luc se volvían cada vez más cercanos, así que

tomé el camino fácil.

La abandoné, me inventé un montón de excusas para que estuviera

bien dejarla, pero al final del día, la muerte de Taylor, la traición de Luc,

la caída de Matt, pude haberlo detenido todo si hubiese estado ahí,

prestando atención.

Mi corazón late en mi pecho, lo siento estrellarse contra mi pecho,

tirando mi cuerpo con su incesante latido. Y lo saboreo, porque nunca

antes había tenido un corazón. Me fuerzo a soltar un poco a Frannie

antes de que despierte y retuerzo un mechón de su cabello rubio arena

en mis dedos. La luz de la luna entra por la ventana e ilumina el pálido

rostro de Frannie. Me quedo mirando ese pequeño y vulnerable rostro

por una eternidad. Cómo una criatura de la tierra puede ser tan

hermosa va más allá de mi entendimiento.

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Me recuesto en el sofá y me concentro en el rítmico sonido del latido de

mi corazón, e imagino cómo sería dejar que el proceso continuara, dejar

que Frannie me cambiara por completo.

Soy un Serafín, un Dominion, uno de los Segundos Serafines, nunca

estuve en la tierra, así que si perdiera mis alas, siempre sabría que

nunca podría volver. Pertenecería a Lucifer, al Infierno.

Mi nuevo corazón se estremece cuando pienso en la noche en que casi

pierdo mis alas, no me di cuenta hasta después, estaba en su pasillo

luchando por respirar el aire que nunca necesité antes, estaba

cambiando. Ahora sé que comenzó mucho antes y con los cambios

físicos vinieron otros. Cosas que nunca antes había experimentado.

Como el deseo terrenal.

Siempre amé, pero nunca necesité sentimientos de anhelo, ansias… el

deseo es únicamente para humanos, algo para lo cual no tenía la

estructura para entender antes. Necesitar algo tanto que morirías por

eso… nunca pensé que sería posible hasta que lo sentí yo mismo.

Pero lo hubiera hecho.

Esta noche me dejo ir y casi me rindo a mi deseo, una gran parte de mí

quiere eso más que nada, cambiarlo todo por una noche con ella. Pero

habría sido eso. Solo una noche. Después de que perdiera mis alas sería

inútil para ella.

Ella necesita un protector, no un amante.

Voy a tener que detener esto, más temprano que tarde, ella tiene que

dejar de desearme.

Miro la oscuridad mientras pienso que decir, no puedo mentir y decir

que no la quiero, pero puedo decir algo que la avergüence… o lastime.

Todos estaríamos mejor si ella me odiara.

Me doy cuenta de que la estoy apretando fuertemente de nuevo cuando

un gemido surge de su boca y se revuelve entre mis brazos, aflojo mi

agarre y la lleno de paz, quiero tener todo su dolor. La única forma en

que sé hacerlo es suavizándolo un poco, para que las esquinas no

corten tan profundo.

Sus ojos se abren, levanta su cabeza y me mira, sus ojos son una

tortura.

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—Nunca va a terminar. —No es una pregunta, su voz es cansada,

derrotada.

Inhalo, lento y profundo. También algo nuevo para mí.

—Va a terminar, necesitas estar lista. —Una sombra pasa por su rostro

y asiente. Luego su mirada pasa por la puerta de Luc.

—¿Y si Luc vuelve a ser un demonio?

El dolor en su expresión es inconfundible, sabe que la única manera en

que eso suceda es si no le desea más. Pero ella siempre lo querrá. En lo

profundo de mi nuevo corazón sé que eso es verdad. Frannie siempre

amará a Luc. Y él siempre la amará, y ante ese pensamiento una

necesidad y dolor físico me atraviesan. No puedo evitar pensar en lo que

habría podido pasar entre nosotros si Luc nunca hubiera estado

presente. Pero la fría y dura verdad es que la desaparición de Luc es

imposible. Él y Frannie están atados de maneras que ni siquiera

comienzo a entender. Si el infierno pone sus manos sobre él, el infierno

podrá encontrarla. Necesitamos mantenerlo cerca, lo que significa que

Frannie lo mantenga mortal.

Lo que también significa que debo mantenerme alejado.

—Será un riesgo, mi Escudo aún lo protegerá siempre y cuando no

atraiga sus poderes infernales, pero puede que ese sea un reto para él.

—¿Así que, si empieza a convertirse…? —Me mira devastada y yo casi

no puedo responder.

—Será una carga. Lo más probable sería que ellos le encontrarán… nos

encontraran.

Lanza una mirada preocupada a su puerta.

Respiro profundamente para reafirmar mi resolución. Nunca será mía,

he aceptado eso, pero ella necesita alguien en su vida que pueda

apoyarla, que entienda lo que está en juego, ningún chico mortal podría

llenar ese rol.

—Luc y tú se pertenecen Frannie, ustedes se necesitan el uno al otro.

Suspira, recostándose más en el sofá, colocando una mano en mi

pecho, mi corazón late por necesidad de ella, como un mensaje SOS y

sé que ella puede sentirlo, un sudor frío aparece en mi frente y en las

palmas de mis manos, una nueva y no tan agradable sensación.

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¿Qué diablos está mal conmigo? Me reí cuando Luc se quejó de las

hormonas adolecentes, creo que ahora la risa es para mí.

Necesito una ducha fría.

Fuerzo en apartar mis pensamientos por tenerla cerca. Me doy una

patada mental.

—Vuelve a dormir Frannie, necesitas descansar. —Acaricio con mis

dedos índice y medio sus pestañas y estas se cierran, pero una sonrisa

aparece en las esquinas de su boca y tengo la repentina necesidad de

besarla.

—¿Tengo permitido soñar contigo?

La parte de la oración que queda sin decirse es “en lugar de Taylor”,

pero gruño internamente esperando que quiera decir otra cosa.

—Siempre y cuando sea apto para cualquier público.

Ella abre sus ojos y se ríe, es la primera vez que escucho ese sonido en

semanas, mi corazón salta.

—Duerme.

Cierra sus ojos y se acomoda en mis brazos, la lleno de paz mientras se

duerme, esperando mantener los sueños alejados.

Por horas la veo dormir, rezando por un mejor plan, uno que garantice

su seguridad, pero no puedo pensar en uno.

Ella se estira en mis brazos, mis labios rozan su mejilla y me castigo.

Debo detener esto, ella nunca será mía.

Nunca.

Pero aun así como este es mi infierno personal… también es el cielo.

Me recuesto y escucho su respiración. El amanecer aparece sobre el

océano y me ruedo para cubrir a Frannie de la luz del nuevo día que

aparece por la ventana, esperando darle unos cuantos minutos más de

paz. Acomoda su cabeza en mi cuello y estoy tan perdido en ella que

salto cuando me doy cuenta que el sonido que escuche no es una

gaviota, sino el sonido de las bisagras.

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Penitencia

Traducido por yuya y QueenDelC

Corregido SOS por Miss_ale

FRANNIE

Me despierto, sacudiéndome del primer sueño verdadero que he tenido

en semanas. Abro los ojos y me encuentro tumbada en el sofá envuelta

alrededor de Gabe, mi cabeza en su hombro, en realidad, babeando en

su camiseta, mis piernas entrelazadas en las suyas y mis brazos en un

abrazo de la muerte alrededor de su cuello. Mi traje está en el suelo y

mi camiseta subida en torno a mi cintura. Tiro hacia debajo de ella

sobre mi ropa interior y cuando miro hacia arriba me encuentro una

sonrisa en la cara de Gabe, dirigida a Luc.

—No podía dormir —le digo, desenrollando mis miembros de Gabe y

sentándome. Lo cual, teniendo en cuenta el charco de baba en la

camisa de Gabe, debe sonar como una mentira total.

Luc se encuentra en la puerta de su dormitorio llevando unos

calzoncillos de algodón negros y nada más. Hay pliegues de la almohada

en su mejilla y el pelo negro lo tiene pegado a todas partes. Se frota los

ojos con el pulgar y el dedo índice, como si pensará que va a ver algo

diferente cuando se detenga.

Un cuchillo va esculpiendo su camino a través de mi corazón. Después

de ayer, no sé ni qué decir. Él prácticamente le había dicho a Gabe que

había terminado conmigo.

Quede lo que quede es tuyo.

—Relájate. Ella solo me usa por mi cuerpo. —La cara de Gabe estalla en

una sonrisa y me ciega de deslumbramiento.

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Le doy un tortazo de nuevo, esta vez en el muslo mientras se balancea y

se sienta a mi lado en el borde del sofá, todavía en su camiseta y

pantalones vaqueros.

—Te estoy usando.

—Y estoy totalmente de acuerdo con eso.

Luc nos mira fijamente en silencio mientras me encojo de hombros en

mi albornoz, luego se gira y camina de vuelta a su habitación, cerrando

la puerta detrás de él.

Me dejo caer en el sofá, con la cabeza dolorida en mis manos. Estoy tan

confundida.

Una vez más, mis pensamientos me han traicionado.

—Lo siento —dice Gabe, apoyando su hombro contra el mío—. No pude

resistirme en molestarle.

Me tiro del pelo y miro a mis dedos de los pies.

—Solo desearía saber lo que tengo que hacer. ¿Por qué todo tiene que

ser tan complicado?

Él suspira profundamente, entonces su mano está en mi espalda, sobre

mi corazón.

—Debido a que tu situación es complicada.

Mi corazón se siente tan pesado como el plomo en mi pecho mientras

me levanto y me arrastro a mi habitación. Así como llego a mi puerta,

Luc entra a la sala de estar, ahora en una negra camiseta y vaqueros

gastados y apunta a la cocina.

—Voy a cocinar. ¿Alguien más quiere una tortita? —dice, con un tono

totalmente neutral, como si todo fuera como de costumbre.

Me quedo ahí durante un segundo, trabajando en respirar, porque lo

que quiero echarme a la boca nada tiene que ver con tortitas. Cuando

por fin creo que puedo hablar sin decir algo desesperado, le digo:

—Sí… de acuerdo. Saldré en un segundo.

Entro por la puerta, cerrándola detrás de mí y me quedo ante el espejo,

mirando fijamente.

¿Qué estoy haciendo?

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Aprieto los ojos y respiro. Tengo que resolver esto. Quiero a Luc cerca,

pero lo quiero a salvo y las dos cosas simplemente no van juntas.

Finalmente, agarro cualquier cosa de la parte superior de mi armario y

lo lanzo. Resulta ser un top verde tipo camisola y unos pantalones

cortos.

Cuando camino por mi puerta ya hay una tortita en un plato, colocado

en la mesa.

—Come —dice Luc, señalando la mesa con el codo mientras gira otra

tortita en la sartén.

Me deslizo en el asiento y Gabe desliza una humeante taza de café

negro sobre la mesa delante de mí. Levanto mi cara e inhalo.

—Mmm... —Miro hacia él mientras se sienta en la silla de al lado—. Un

regalo del cielo.

Arquea una ceja platina y me da sonrisa divertida.

—Lo soy.

Le sonrío.

—Estaba hablando del café.

Un minuto después, Luc está en la mesa con otro plato. Pero justo

cuando él se sienta, hay un golpe en la puerta. Gabe se desliza de su

silla y se traslada a la puerta. Cuando tira para abrirla, Faith está de

pie allí. Ha cambiado sus pantalones cortados y la parte superior del

bikini de ayer por un pantalón negro y un sujetador deportivo azul, pero

sigue descalza.

—Me dirigía a correr —dice, metiendo un mechón de pelo detrás de la

oreja—. Pero quería traer esto antes. —Sostiene una caja de zapatos con

una cinta azul a su alrededor—. Un regalo de inauguración.

—Adelante —dice Gabe, haciéndose a un lado para dejarla pasar.

Faith camina a través de la puerta y se acerca a nosotros en la mesa,

sin soltar la caja. La tomo de ella.

—Gracias. No tenías que darnos nada.

Se encoge de hombros.

—Es algo que hice. No es gran cosa.

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Desato la cinta, tiro de la tapa de la caja y con cautela levanto una

pequeña escultura de madera de deriva, cáscaras y cristales de mar. Un

ángel, con halo y alas.

—Es… hermoso. —Mi mirada se desliza más allá de Faith a Gabe.

—Gracias. Hago arte del mar. Consigo un montón al vender estas cosas

a los turistas.

Gabe saca una silla para Faith y ella se sienta.

Admiro la obra, girándola suavemente de un lado a otro.

—Me lo imagino. —La levanto para mostrarla a los chicos, después

empujo el respaldo de mi silla y me pongo de pie, mirando alrededor de

la habitación buscando un lugar para ponerlo. Finalmente me decido

por una mesita cerca de la ventana y la coloco al lado de la lámpara.

Inmediatamente, diminutas motas de luz se reflejan en los cristales de

mar de colores como un arco iris en la sala.

—El lugar perfecto —dice Faith con una sonrisa.

Asiento con la cabeza y me dirijo a la cocina, donde Luc ya está

vertiendo huevos batidos en la sartén. Saco un plato del armario.

—Toma un poco de desayuno. Te encantarán las tortitas de Luc.

—Solo si tiene extras —responde Faith con una mirada a Luc.

Él levanta la tabla de cortar con los tomates picados y el pimiento.

—Extra —le dice. Él le sonríe y mi corazón se encoge—. Solo tomará un

segundo.

Gabe saca una taza del armario.

—¿Café? —le pregunta a Faith, sosteniendo la taza.

—Sí, gracias —dice—. Con crema, sin azúcar. —Luego se vuelve hacia

mí con las cejas levantadas y una traviesa sonrisa—. ¿También

cocinan?

—Menos mal —respondo—. Si fuera por mí, nos moriríamos de hambre.

—O simplemente sobrevivirías de los agradables panoramas. De

ambos... —murmura Faith en voz baja con una mirada a los chicos.

Mi cara se siente caliente y estoy segura de que me estoy sonrojando

mientras mis ojos se desplazan hacia Luc.

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—Bueno, Gabriel dice que tengo que ayudarte a entrenar —dice lo

bastante alto para que los chicos escuchen.

Me encojo de hombros, volviendo mis ojos a Faith.

—Supongo. ¿Haces judo?

Asiente con la cabeza.

—Hay un estudio de artes marciales en Key Largo... o, en realidad, más

que un gimnasio de artes marciales mixtas. Yo trabajo por ahí. —Se

vuelve a Gabe—. ¿Yo la llevaré esta mañana?

—¿Has comprobado ese lugar? —le pregunta a Faith.

—He estado yendo allí durante años. Ella va a estar bien.

Él se inclina en su silla, deslizando la taza de Faith hacia ella y

tamborileando con los dedos sobre la mesa, contemplando. Me

sorprendo a mí misma con la esperanza de que diga que sí. He echado

de menos la salida de judo. Con tan solo el pensamiento de estar en el

tatami, golpeando a alguien en el suelo, quitando algo de la carga de

mis hombros.

—Has dicho que tiene que entrenar, Gabriel —interviene Faith.

Su silla cruje mientras empuja hacia la parte de atrás, mirando

fijamente a Faith.

—Deja que se vayan —dice Luc desde la cocina, deslizando la tortita de

Faith de la sartén a un plato.

Gabe se inclina sobre la mesa y se cruza de brazos, mirando a Faith.

—¿Estás segura de que es seguro?

—Sí —dice ella, poniendo los ojos en blanco, pero luego sonríe a Luc

mientras coloca el plato delante de ella y se desliza en su asiento.

Por favor, pienso, cruzando los dedos.

Es solo cuando la cara de Gabe se ablanda que me doy cuenta de lo

mucho que lo estoy forzando con el pensamiento. ¿Por qué mi

Influencia solo parece funcionar cuando no pretendo usarla?

—Solo esta vez —dice Gabe, con sus ojos cambiando entre nosotros—.

Lo intentaremos una vez. Sin embargo, ante cualquier signo de

problemas…

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—No habrá problemas —interrumpe Faith con la boca llena de huevos—

. Esto está muy bueno —añade con una mirada a Luc, señalando su

plato con el tenedor.

Trato de ignorar la piedra que se forma en mi corazón por la forma en

que Luc le devuelve la sonrisa.

—Está bien —reconoce Gabe.

Faith me lanza una sonrisa victoriosa y me levanta la mano para chocar

los cinco sobre la mesa.

—Te recogeré mañana a las diez. —Se levanta y alza su plato vacío de la

mesa.

Luc levanta la vista de su plato.

—Si realmente vas a correr, iba a salir después del desayuno. ¿Te

importa tener compañía?

Ella le sonríe y de repente me hubiese gustado salir a correr mientras

una ráfaga de celos sale de mi negro agujero.

—Eso sería genial. Hay algunos buenos senderos que cruzan al otro

lado de la isla. Es muy tranquilo allí. Podría mostrarte esos, si quieres.

—Me parece bien —dice con una subida de ceja y veo las mejillas de

Faith a su vez volverse de color rosa.

El resto de nosotros se pone de pie delante de la mesa, llevando

nuestros platos al fregadero y empezando a llenarlo. Pero luego me doy

cuenta de que Luc está de pie junto a mí, listo para secar. Levanto la

vista hacia él.

—Vete. Yo lo haré esta vez. —Él retiene mi mirada durante un segundo

y siento en mi interior el tirón de su intensidad.

—Tenemos que hablar cuando regrese —dice.

No es una petición. Es una demanda. Y hace que mi interior duela.

—Está bien.

Sus labios se presionan en una línea dura mientras asiente con la

cabeza y luego sale de la barra. Respiro su canela mientras se sacude

los restos. Hace una pausa al pasar junto a Faith.

—Vuelvo enseguida —dice, dirigiéndose a su habitación.

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***

Cuando se han ido y he terminado con los platos, me vuelvo a

encontrar con Gabe cerca de la puerta.

—Te veré de nuevo más tarde —dice, tirando la puerta y atravesándola.

Pero antes de que la cierre, su mirada encuentra la mía y, en ese breve

segundo, no puede ocultar el dolor, o deseo, en sus ojos. Luego se va.

Camino hacia mi habitación, pongo mi iPod en los altavoces y caigo en

el suave sillón marrón de la esquina, encogida en una bola mientras

Breaking Benjamin canta por alguien que me muestre una señal. Me

siento tan nerviosa. No estoy segura de lo que Luc me quiere decir. ¿Se

va a ir? ¿O se quedará? En realidad no sé lo que espero.

Respira.

Cierro mis ojos y mi corazón punza mientras mi mente me muestra lo

que Luc y yo teníamos. Nos veo en la presa, besándonos bajo las

estrellas. Luc, con grasa embarrada sobre su rostro, debajo del

Mustang, Luc y yo en su cama. Aquí, detrás de mi puerta cerrada,

lamento nuestra pérdida y dejo que corran las lágrimas.

***

Es una hora después cuando se abre la puerta. Escucho mientras los

pies descalzos de Luc atraviesan el salón familiar de camino a su

habitación. Está respirando con fuerza por el ejercicio e imagino el

sudor bajando por su pecho, entre sus omóplatos, sobre sus labios.

Cierro mis ojos y quito la imagen de mi cabeza. La puerta del baño se

cierra y escucho que se prende la ducha.

Un respiro.

Tengo unos pocos minutos para pretender que este no podría ser el

final de todo.

Me levanto y paso un cepillo por mi enmarañado cabello, sosteniéndolo

con un nudo, y luego me miro en el espejo sobre el tocador.

¿Podrían quedarse juntos… casarse, tener hijos y todo?

La pregunta del abuelo rueda por mi cabeza y recuerdo la mirada

esperanzada de Luc cuando respondió. Luc fue la primera persona que

me atreví a dejar entrar, el único chico que he amado realmente. Mi

corazón palpita con el recuerdo de cómo se sentía estar tan cerca de

otra persona. Quería una vida con él más que nada. Pero lo que sé sin

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duda es que una vida normal con una familia normal no está en mi

futuro.

Si hubiera alguna manera en la que pudiera darle a Luc esa vida, lo

haría. Quiero que tenga eso, aunque no pueda ser conmigo. Vi cómo

miraba a Faith. ¿Podría seguirlo amando, manteniéndolo mortal, para

que él pudiera amar a alguien más?

Cuando escucho que se apaga la ducha, me miro una vez más, me

dirijo al salón familiar y me acomodo en el sofá. La puerta del baño se

abre un par de minutos después, y Luc sale con una toalla acomodada

sobre sus caderas. El negro tatuaje de la serpiente sobre su bíceps se

nota más sobre su piel, un par de tonos más clara de lo que recuerdo y

está un poco más delgado. Pero lo que realmente llama mi atención son

las rosadas cicatrices cruzando su pecho y brazos. De repente tengo la

urgencia de besar el ardor en sus costillas y mejorarlo todo.

Quiero mejorar todo para él.

—Solo… —Señala con incomodidad hacia su habitación—. Déjame

vestirme.

—Está bien.

Titubea y sus labios se abren para decir algo más, pero luego aparta la

mirada y cruza la habitación, desapareciendo detrás de su puerta.

No puedo dejar de pensar en lo que quiere decir, en lo que voy a decir.

Averigua lo que quieres, Frannie.

Quiero que las cosas sean como eran antes de Lilith.

Aparto de mi mente la imagen de Lilith en la cama de Luc mientras

camino hacia la ventana y miro hacia la casa de Faith, abajo en la

playa.

Al principio, mi mente está en otro lugar y no los noto. Pero luego me

doy cuenta de que Faith está ahí afuera, en su porche delantero. Y no

está sola.

Gabe está sentado con ella.

Parecen adentrados en una conversación y, mientras miro, ella se

inclina sobre su hombro y lo veo asentir y voltear su cabeza en mi

dirección.

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Me agacho detrás del marco de la ventana justo cuando se abre la

puerta de Luc.

Él está ahí de pie con su camiseta y sus vaqueros, enroscando sus

dedos descalzos sobre el piso de madera y mirándome fijamente,

luciendo más tentativo de lo que nunca lo había visto. Usualmente es

tan seguro de sí. Una verdadera Criatura Orgullosa.

LUC

Me quedo de pie en la entrada, mirando a Frannie y tratando de

recordar cómo respirar. Pasé toda mi carrera en la playa con Faith

ignorándola y consiguiendo el valor para hacer esto… pensar en las

palabras adecuadas. Que Frannie piense que me interesa Faith no

puede doler, pero aun así puedo arruinarlo de tantas maneras.

Respiro profundo, aprieto mi mandíbula y camino hacia el sofá. Me

siento en el borde, con los codos sobre las rodillas. Ella me sigue y se

sienta con cuidado en el otro lado.

—Quería que supieras que no sólo estoy aquí porque necesite estarlo.

Mantengo mi mirada dura y no dejo de verla mientras mi interior

colapsa sobre sí.

Ella continúa mirándome fijamente, sin expresión alguna, sin estar

segura de cómo descifrar lo que acabo de decir.

—Esto es más grande que tú, Frannie. Todo está en juego. He pensado

en llevarte a Él y terminar con esto, pero, desafortunadamente, parece

que ahora tengo una conciencia, y la sangre de toda la humanidad en

mis manos es un poco más de lo que estoy dispuesto a lidiar por ahora.

Entonces, mi única alternativa es quedarme aquí. —Me recargo sobre

los cojines, luchando por mantener mi voz tranquila—. Contra mi

voluntad.

Por un largo minuto su única respuesta es una palidez cuando la

sangre huye de su rostro. Ni siquiera veo su pecho bajar y subir, lo que

me hace preguntarme si está teniendo alguna clase de ataque. Sostengo

el aliento, esperando alguna reacción.

Finalmente, exhala, largo y lento, y sus ojos van hacia sus dedos, donde

juguetea con la costura de sus pantaloncillos.

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—Quizás Gabe pueda hacer algo… encontrar algún lugar a donde

puedas ir. —Su voz es plana y sus ojos lucen hundidos y vacíos.

—Una prisión es una prisión —digo, mi voz es dura—. Aunque algún

lugar lejos de ti sería preferible. —Y más seguro para lograr resultados.

Ojos que no ven, corazón que no siente.

Por el más corto de los instantes, parece desinflarse, como si alguien la

hubiera pinchado con un alfiler. Pero luego se mueve sobre el sofá y me

mira directo a los ojos.

—Hablaré con él.

Me levanto del sofá, mis entrañas retorciéndose tan fuerte que apenas

puedo ponerme derecho.

—Hazlo, por favor —digo, el alivio está claro en mi voz sabiendo que

está hecho. Sólo necesito controlarlo por otro minuto.

Ella se pone de pie, donde se balancea peligrosamente por un segundo

antes de equilibrarse. Asiente sin mirarme, luego se da la vuelta hacia

la puerta principal y desaparece.

Cierro mis ojos y me hundo de nuevo en los cojines, mi cabeza sobre

mis manos, aplacando la desesperación que amenaza con sofocarme.

Acabo de matar la única cosa que hacía tolerable mi existencia. La

única cosa que de verdad ha significado algo para mí. Pero así es como

debe de ser si voy a ayudarla.

FRANNIE

Me siento completamente muerta por dentro, tan seca como la arena

bajo mis pies mientras me tambaleo por la playa. No puedo creer que

dejara a Luc cegarme con esto. Sabía que era probable que al final se

iría, pero supongo que, muy en el fondo, creía que, a pesar de todo, aún

me amaba. Creí haber visto algo en sus ojos cuando me miró.

Estaba equivocada.

Y está bien. Estará a salvo si está lejos de mí.

Miro hacia la playa y veo a Faith aún sentada en su porche, mirando

hacia el océano, pero ahora está sola. Miro más allá de su casa, más

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lejos sobre la playa, y veo a Gabe tirado sobre su espalda en la arena al

borde de las olas, con las rodillas dobladas y un brazo sobre su frente.

Comienzo a caminar hacia él, para decirle que Luc se quiere ir. Pero mis

pies se detienen antes de llegar más lejos. Tengo que dejar de correr

hacia Gabe cada vez que me moleste. No es justo para él. No me siento

tan mal al ir hacia él cuando se trata del destino de la humanidad, pero

necesito aprender a lidiar con “mis” cosas por mí misma. Con una

mirada más hacia su dirección, me doy la vuelta y camino hacia el otro

lado.

No puedo detener todas las lágrimas, pero soy capaz de mantener a

raya la mayoría al pensar en lo que viene a continuación. Gabe dice que

voy a tener que pelear, y sé que tiene razón. Quiere que trabaje en mi

propia Influencia, así que lo hago.

Camino hacia un rocoso rompeolas y me agacho sobre un borde

resbaloso. Una familia está estacionada en la playa justo sobre donde

estoy. Tienen abierta su sombrilla roja y blanca, pero la única cosa

debajo de ella es una radio. De ella, el retumbante ritmo de Sympathy

for the Devil de los Rolling Stones se escucha hasta donde estoy

sentada.

El himno del abuelo.

Un bulto húmedo y doloroso se forma al final de mi garganta, y cierro

mis ojos, recordando los domingos en su cochera debajo del Mustang

que estábamos restaurando.

Lo extraño tanto.

Extraño nuestras conversaciones y el cómodo silencio entre ellas.

Extraño el aroma de los gases del escape y el sentir la grasa en mis

manos. Pero más que nada extraño saber que, sin importar en qué

problemas me metiera, siempre podía ir con él.

Ahora lo necesito.

Seco las lágrimas que se cuelan entre mis pestañas y me concentro en

la familia en la playa. Mamá y papá están trabajando en sus

bronceados, tirados sobre una toalla doble de playa, mientras un

pequeño patea el castillo de arena de su hermana. Ella lo lanza a un

lado y le da vuelta a otra cubeta de arena comprimida sobre el suelo, la

cual el niño tira poco después.

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El niño me recuerda a Matt, todo rubio y con hoyuelos. Pienso en él y

en mis hermanas, en lo mucho que los extraño, y me concentro en el

pequeño, diciéndole que ame a su hermana, justo como amo a la mía.

Ella le da la vuelta a otra cubeta y él camina hacia adelante, como si

fuera a tumbarla, pero luego cae sobre sus rodillas y comienza a llenar

la cubeta de nuevo. Mientras observo, los dos terminan las cuatro

esquinas del castillo y comienzan a construís los muros entre ellas.

Para cuando me levanto y bajo por la playa hacia la casita, una hora

después, es una obra de arte. Y aunque no la construí yo misma, aun

así se siente como un logro.

Me reviso mientras deambulo por la playa hacia la casita y me

encuentro sorprendentemente bien. Incluso me siento un poco

orgullosa de mí. Mi corazón duele, porque siempre lo hace, pero, por

primera vez en un largo tiempo, también siento un pequeñísimo rayo de

esperanza. Me muero por contarle a Gabe que he estado practicando mi

Influencia… y que incluso puede haber funcionado.

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Prueba de fuego

Traducido SOS por LittleGirl00 y Kirara7

Corregido SOS por Miss_ale

GABE

Mientras estoy sentado en la arena, mirando hacia el océano, veo olas

rojo sangre de la cresta y rollo en la orilla. La visión es demasiado

fuerte, demasiado ligada al terror de Frannie, para que yo lo bloquee

completamente. Sus pesadillas son cada vez peores, más reales.

Esos son los demonios de los que no puedo protegerla en la medida de

lo que podría desear.

Me tumbo en la arena y cierro los ojos, dándome a mí mismo a la Luz.

El dolor palpitante dentro de mi pecho mientras me deslizo entre los

planos es peor esta vez, me tenso y contengo la respiración. Me he

dejado ir demasiado lejos. No se suponía que la carne humana sería

arrancada a través de planos. Si sigo dejando que Frannie me cambie,

pronto no voy a ser capaz de cambiar en absoluto. Al pensamiento, el

dolor en mi pecho se intensifica. Porque, como todo lo que necesito, no

quiero renunciar a esto, esta prueba concreta de que Frannie me

quiere.

—¿Gabriel? ¿Estás bien?

Estoy en el Colectivo con los ojos cerrados por un segundo más que el

dolor se desvanece, y luego doy un suspiro y me vuelvo a Celine.

—Estoy bien. ¿Se sabe algo de Lilith?

Se mueve hacia adelante, moviendo la cabeza.

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—Ella no parece estar en la espiral… —dice agitando una mano hacia

la Tabla—, lo mejor que podemos decir, de todos modos. Es difícil de

conseguir un arreglo.

Doy un paso atrás de la Tabla para que pueda tener una idea más

amplia de donde están mis guardianes y me sientan mientras mi silla se

materializa debajo de mí. Me inclino hacia atrás y levanto los pies sobre

el reposapiés que se solidifica justo cuando lo necesito. Exploro la

Tabla, notando que continúan las masas típicas de rojo, sobre todo

alrededor de las ciudades y en las cárceles, y blancos intercalados en

forma bastante pareja con el azul, lo de siempre.

—¿Gabriel?

Alejo mi mirada de la Tabla y miro a Celine. Se sienta nerviosamente al

lado de mi silla.

—Hay algo más. —Duda y espero que continúe—. Tenemos un informe

de que él está tratando de utilizar un Mago y el Otro para encontrarla.

—¿El Otro?

Su mirada cae al suelo.

—Matthew.

Hago una mueca, porque el dolor es casi físico.

Matt.

Tenía tanto potencial y lo lanzó a los lobos antes de que estuviera listo.

Era el gemelo de Frannie, y pensé que él había florecido como su

guardián. Pero no estaba preparado para resistir la talla de Lilith y

perdió sus alas a causa de ella. Y lo peor, él eligió a Lucifer sobre la vida

en la tierra como Grigori. Ha perdido al cielo para siempre.

Por lo tanto, Él usará a Matt y al Mago para encontrarla...

—En sus sueños —murmuro mientras me pellizco mi frente. Esto

explicaría la intensidad de ellos. Mi mirada se desliza de vuelta a

Celine—. ¿Cómo está conectado el mago?

Agita su brazo en el aire y mira la cuadrícula que aparece allí.

—No tengo detalles sobre eso. —Toca la cuadrícula, ampliando una

parte—. La encontró en la mente del joven Lucifer. Eso es todo lo que

tengo. Supongo que depende de lo fuerte que sea su relación con ella.

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Mis tripas se revuelven, más pruebas de que he dejado a esta

transformación ir demasiado lejos.

—Es sólo cuestión de tiempo —le digo en voz baja, luchando contra el

impulso de estrangular a Luc. Sabía que el tiempo era corto, pero

ahora... ellos ya pueden haberla encontrado.

Ella cierra la mano sobre la cuadrícula, como si arrugara una hoja de

papel y se ha ido.

—¿La puedes proteger del Mago?

—No. —Me inclino atrás, más lejos en la silla, cerrando mis ojos. Tengo

que pensar. ¿Cómo voy a llevar a cabo esto?

—Gabriel.

La voz de Luc junto con una fuerte patada en mis costillas me tira

desde el Colectivo y sigo la Luz hasta el mundo corpóreo. Abro los ojos y

me siento en la arena, y no puedo detener el gemido mientras todos los

músculos de mi cuerpo se aprietan contra el dolor del cambio.

Él me mira con curiosidad por un momento, luego su boca se forma en

una línea apretada. Se agacha, poniéndose al nivel de mi cara.

—Necesito saber la cantidad de tiempo que tenemos.

El dolor se desvanece lentamente y tomo una respiración profunda,

amplío mis pulmones.

—No lo sé. ¿Por qué no me lo dices? —gruño, empujándolo hacia atrás.

—¿Cómo voy a saberlo? Es tu plan, querubín. —Se burla,

empujándome—. ¿Hasta cuándo? —Le empujo de nuevo, sintiendo una

burbuja de rabia dentro de mí.

—No mucho, gracias a ti. ¿Por qué no me hablaste sobre el Mago?

Se deja caer de nuevo en su trasero en la arena mientras su rostro se

detiene en una máscara de shock.

—Infierno profano. —Por encima de su hombro, veo a Frannie cruzar la

playa hacia nosotros. Fulmino con la mirada a Luc mientras ella nos

alcanza, tratando de contener mi furia.

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LUC

—¿Qué está pasando? —La voz de Frannie me sobresalta y levanto la

frente de mi mano—. ¿Qué es un Mago?

—Díselo —espeta Gabriel, lanzándome una mirada que podría matar.

Suspiro profundamente. ¿Cómo no recordar al Mago? Cuando

comprendí que era demonio de nuevo, ese que Frannie no quería más,

voluntariamente había ido de nuevo al infierno con Rhen, esperando

que Lucifer me tirara a la fosa ardiente y acabara conmigo. Pero en

cambio, él decidió hacer un ejemplo de mí. Me torturaron durante

varios días y luego envió al Mago a mi cabeza en busca de Frannie. Y yo

estaba débil. No podía evitar pensar en ella, dando lo que necesitaba

para encontrarla, con tan solo el recuerdo puedo sentirlo desgarrando

mi mente, buscándola. Y puedo ver la sonrisa satisfecha de Lucifer

cuando supo que el Mago la había encontrado.

—Los Magos son criaturas del Abismo. —Miro al agua, porque no puedo

forzarme a ver a Frannie—. Como yo —agrego y siento mi rostro

deformarse con una mueca—. Pero ellos viven en el Reino de las

sombras… el espacio entre planos.

—¿Qué tiene que ver eso con nosotros? —pregunta Frannie

impacientemente.

Mi mirada se enfoca en ella.

—Uno de los Magos de Lucifer te encontró en mi cabeza cuando Rhen

me llevó.

Ella me mira fijamente.

—¿Qué se supone que significa eso?

Rechino mis dientes mientras el odio me carcome.

—Significa que te he puesto en peligro.

Mira a Gabriel.

—¿Qué hay de nuevo en eso?

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Él toma su mano y la sostiene mientras dice:

—Esto es serio Frannie, los Magos pueden invadir los sueños de los

mortales. Así que necesito que seas honesta conmigo ¿has tenido

sueños extraños?

—¿Cómo podría saber si hay un Mago? ¿En mis sueños, quiero decir?

—evade, sentándose en la arena al lado de Gabriel.

Él da un suspiro de frustración, pero hablo antes de que él pueda

hacerlo.

—Los Magos son la equivalencia demoníaca de las pesadillas. Ellos van

hacia las mentes de los mortales, lo cual es más fácil cuando tu

conciencia está expuesta, justo cuando duermes. Puede que se

muestren o no en tus sueños, pero de cualquier forma te mostrarán

cosas, lo que ellos quieren que veas, a través de los ojos de otras

personas en tus sueños.

—Si se muestra, ¿cómo luciría? —Recoge la arena y la deja deslizarse

por sus dedos, evitando mirarnos a los ojos.

—Se mostraría como es, supongo. Oscuro, con sombras, insustancial.

—Intento leer su rostro mientras lo digo, pero está intencionadamente

en blanco.

Respira profundamente y lo sostiene por un momento, pensativa, y

luego lo suelta mirándose aliviada. Se endereza y mira a Gabriel.

—No he… —Pero se pone pálida y abre sus ojos con sorpresa—. Espera.

Gabriel se acerca a ella y puedo ver la preocupación en su rostro.

—Lo has visto —dice él.

—¡Sal de mi cabeza, Gabe! —grita, alejando su mano de la de él.

—Oblígame —dice, poniéndose de rodillas más cerca de ella—. Sácame

de ahí.

El rostro de Frannie cambia, determinado, pero después de un

momento su rostro decae, derrotado.

—Nunca seré capaz de hacer eso.

—Entonces, responde mi pregunta —dice Gabriel, más suave.

Ella lo mira duramente, pero luego su rostro se suaviza y asiente.

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—Yo tuve un… Taylor estaba flotando, muerta y yo me estaba

ahogando. Había un rostro negro con ojos rojos… solo por un segundo

me tiró dentro de las olas —dice ella, viéndose atormentada.

Tengo el presentimiento de que hay más que no está diciendo, pero por

ahora es suficiente para saber que el Mago la ha encontrado.

Sus ojos están alarmados cuando mira a Gabriel.

—¿Cómo nos alejamos de él? ¿Tenemos que irnos?

Niega con la cabeza.

—Es un demonio del que no podemos huir fácilmente.

El pánico me atraviesa como una daga fría. Necesito distanciarme de

ella, ganar mi poder infernal de vuelta. Pero si el Mago ya la ha

encontrado no hay tiempo.

Sostengo su mirada, tratando de mantener mi mente clara y no

perderme en sus ojos, enderezándome respiro profundamente.

—¿En el sueño donde viste al Mago…viste a alguien más?

Ella se encoje de hombros.

—Taylor… como dije.

—¿Nadie más? —presiono, mi voz suena dura.

—Esta cosa solo está en mis sueños, ¿no? Si está solo en mi

imaginación, ¿cuál es el problema? —pregunta, su mandíbula apretada

y sus ojos entrecerrados.

—Es mucho más que tu imaginación, Frannie —interrumpe Gabriel—.

No cometas el error de subestimarlo solo porque no forma parte de

nuestro mundo físico. En realidad eso lo hace más peligroso.

—De acuerdo —dice, su mirada dirigiéndose hacia mí—. Entonces, eres

el experto en cosas del infierno, ¿cuál es el peligro?

Mi pecho se aprieta y tengo problemas para respirar.

—Se aparecerá en tus sueños por una de tres razones. Primero, para

mostrarte algo que quiere que veas, segundo, para intentar descifrar

tres cosas, o tercero… —Sostengo la mirada de Gabriel—. Para permitir

que Lucifer entre.

Los ojos de Gabriel se entrecierran y los de Frannie se abren.

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—¿Lucifer? —dice y tiembla a pesar del calor—. ¿Qué quieres decir con

entrar? ¿Entrar a mi cabeza?

—Los Magos son un pedazo de su esencia. Una vez uno esté en tu

cabeza, si la conexión es lo suficientemente fuerte, es como si una parte

de Lucifer estuviera allí, y el resto puede seguirlo.

El pánico se extiende por el rostro de Frannie.

—¿Hablas en serio? ¿Podría aparecer aquí?

—No corpóreamente, pero sí su esencia, que no es menos peligrosa.

Ella se levanta, mirándome.

—Necesito pensar. —Se vuelve hacia el agua.

Observo como se tambalea caminando por la playa y se sienta en la

arena al otro lado de la cabaña.

—¿Cuáles son las probabilidades de que Lucifer ya la haya encontrado?

—pregunta Gabriel, su voz es tensa apenas conteniendo la furia.

Niego con la cabeza.

—Es difícil decirlo. —Mis ojos se mueven hacia él, donde se sienta

quieto en la arena—. Tienes más oportunidad de decir eso que yo.

Más rápido que un rayo, literalmente, está sobre mí. Antes de que mis

ojos humanos puedan registrar que se ha movido, mi camiseta es

arrugada en su puño y su rostro está a un centímetro del mío. Aprieta

sus dedos y espeta:

—No tengo ninguna oportunidad en esto. Ahora ya no hay forma de que

esté lista a tiempo.

Pongo una mano en su pecho y lo alejo.

—¿De qué diablos hablas?

—Tú la has asesinado.

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Beso del alma

Traducido por Kirara7 (SOS), Kathy92 y QueenDelC (SOS)

Corregido SOS por Miss_ale

FRANNIE

Me recuesto en la arena y miro al cielo sin nubes, nunca me había

sentido tan atrapada en mi vida. Encarcelada, incluso en mis sueños no

estoy libre. Mirando por encima de las olas, intento dejar que me

calmen, desacelerando mi mente, mi mini victoria con la Influencia es

ahora insignificante.

Lucifer, en mis sueños.

Cierro los ojos y el recuerdo es tan afilado que corta, la sensación de

sus alas de murciélago presionándome contra él, la quemazón de su frio

calor, y cuanta lujuria sentí por él.

Mi respiración viene en jadeos cortos. Me siento enferma, me fuerzo

para alejar el pensamiento de Lucifer y no pensar en nada más que el

movimiento de las olas. Con las olas viene un ritmo y con el ritmo viene

un tono, un tono familiar que no puedo recordar. Tarareo junto a éste

suavemente mientras pasa por mi cabeza, sintiéndome más relajada, y

veo la imagen de un hermoso chico de ojos verdes.

Abro los ojos intentando recordar, conozco al chico, lo he visto antes.

Pero ¿dónde?

Miro hacia la playa, y veo a los chicos, y al principio no entiendo lo que

hacen. Se mueven por la arena, justo al borde de las olas, acercándose

y luego separándose.

¿Están bailando?

Les echo un vistazo y a pesar de todo, siento la sonrisa jalar de mis

labios.

Pero al siguiente segundo, Gabe se lanza agarrando a Luc y ambos caen

fuertemente en la arena, el puño de Gabe vuela y al principio Luc

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parece simplemente querer empujarlo, pero luego mueve su puño y lo

conecta al rostro de Gabe. La cabeza de Gabe se aleja, y rueda hacia un

lado. Pero luego está de vuelta al lado de Luc, sus manos apretándose

en la garganta de Luc.

Me alejo de la playa mientras Luc tuerce a Gabe en una llave con sus

piernas y lo aleja. Luc se levanta de la arena y se pone sobre Gabe.

—¡Deténganse! —grito mientras los alcanzo, parándome entre ellos con

mis brazos extendidos—. ¿Qué diablos hacen? —Tiemblo al preguntarlo.

—¡Díselo! —demanda Luc, limpiando una gota de sangre de su labio

inferior con el dorso de su mano—. Estás poniendo su vida en peligro,

lo menos que puedes hacer es tener la decencia para decírselo.

Gabe se pone de pie, se acerca a Luc y yo lo sostengo con una mano en

su pecho.

—¿Estoy poniendo su vida en peligro? Tú no has hecho más que

ponerla en peligro desde el momento en que pusiste un pie en el Haden,

no estaríamos aquí si no fuera por ti.

Una sombra pasa por el rostro de Luc y baja su mirada a la arena.

—¿Qué sucede? —pregunto sintiendo el temblor pasar a mis piernas,

las que de repente se sienten como gelatina.

Los ojos de Gabe se encuentran con los míos y hay algo en ellos, una

combinación de vergüenza y miedo que nunca había visto antes. Él

toma mi mano no tan gentilmente y comienza a caminar.

—Adentro. —Es todo lo que dice, pero su expresión es mortalmente

seria.

Gabe me tira al sofá cuando entramos, pero tengo el presentimiento

que no es conmigo con quien está enojado y no sé qué pensar sobre

Luc. Él se sienta en la silla mirando mal a Gabe que se sienta en el sofá,

para alguien que ha terminado de decirme que no le importo parece

bastante preocupado.

Miro entre los dos.

—¿Y?

Luc mira mal a Gabe.

—Ilumínala.

Gabe suspira profundamente y sostiene su cabeza.

—Así no es como se supone que todo iría —dice.

—¿Cómo va? —pregunto.

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El levanta su cabeza y mira a Luc.

—Demasiado rápido.

Toco su brazo y atraigo su mirada.

—Dime.

Suspira nuevamente, pero no aleja su mirada.

—Se suponía que tendríamos tiempo. Yo iba a trabajar contigo,

entrenarte para proteger tu mente y aprender a usar tu Influencia.

Asiento.

—Dijiste eso, he estado entrenando —digo alentadoramente, pensando

en el chico de la playa.

—Pero nos quedamos sin tiempo y no estás lista.

—Estás preocupado por el Mago —le digo

—Díselo —interrumpe Luc y cuando lo miro, su rostro es duro y sus

labios son una delgada línea—. No solo es eso.

Gabe baja su mirada.

—El plan era usarte para atraerlo aquí.

—¿Atraerlo? —pregunto, con miedo de saber la respuesta.

Sus ojos miran mi rostro y después se alejan.

—Lucifer.

Me siento mareada cuando la sangre deja mi rostro.

—G…Gabe —tartamudeo, pero es todo lo que logro a través de mi

sorpresa.

—Estás loco —termina Luc por mí, mirando por debajo de su mano,

donde se toca su frente.

—Tal vez, pero Él está viniendo de cualquier forma, gracias a ti —espeta

Gabe—. Y ahora no hay donde ocultarnos.

—¿Así que simplemente ibas a dejarlo venir aquí? —pregunto—.

¿Atrapándome?

La expresión de Gabe está entre pánico y determinación.

—No, él no te atrapará.

Mi corazón late sin control.

—¿Quién lo detendría?

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Me mira.

—Yo.

LUC

Frannie simplemente mira a Gabriel mientras él se sienta con su rostro

en las manos, entonces levanta su cabeza y me mira.

—¿Puede alguien más que Lucifer viajar con el Mago? —pregunta.

—No.

Él piensa por un momento.

—Tal vez esto pueda ser una ventaja para nosotros.

Lo miro con los ojos entrecerrados, sin gustarme a donde esto se dirige.

—¿Cómo?

—Tengo la intención de que Frannie lo atraiga con su Influencia y la

use para encontrar una debilidad, algo que yo pueda usar para

destruirlo. Pero si viene a través de sus sueños… —Sus ojos se

encuentran con los míos y veo algo que parece esperanza o locura, lo

que normalmente ambas se parecen—. Puede que sea una menor

amenaza para Frannie en esa forma y más vulnerable.

—Es una locura. —La ira se agita en mi interior en su forma más

salvaje, y es todo lo que puedo hacer, quedarme sentado en esta silla.

Voy a matarlo, no me importa si es un Dominion. No me importa que

mis poderes se hayan ido. Voy a encontrar una manera de matarlo por

esto—. Incluso si Frannie pudiese encontrar su debilidad, ¿en serio

crees que un ángel podría derrotarlo? —Mi voz es tensa mientras lucho

por no gruñirle.

—Esto podría funcionar… —Medita—. El tiempo… es nuestro único

problema.

Eso es todo lo que soporto. La gota que colma el vaso.

Salto de la silla y lo tomo de la camisa, dándole la vuelta y azotándolo

contra la pared, donde encierro su garganta con mi mano. Todo este

tiempo había creído que de verdad le importaba el bienestar de Frannie.

Que la protegería. Pero en lugar de eso, su plan era usar a Frannie

como carnada en algún equivocado intento de hacerse el héroe. Con o

sin Mago, esto nunca habría funcionado. Fui un tonto al confiar en

alguien que no fuera yo mismo.

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—De verdad has perdido la cabeza —espeto en su cara—. El tiempo no

es nuestro problema. El Inframundo es nuestro problema. ¡Las legiones

del Infierno! —Agrego acentuándolo con un golpe de su cabeza contra el

muro—. Todos estarán en nuestra puerta en cuestión de segundos una

vez que Él la encuentre.

Frannie está de pie, alejándome de Gabriel.

—¿Qué te importa? De todas maneras te vas a ir.

Me doy la vuelta y la miro a los ojos, esperando encontrar odio, furia,

desagrado. Pero lo que veo en su lugar mientras me mira ni siquiera es

miedo. Es tristeza y desesperación.

Suelto a Gabriel y, por enésima vez, me lo pienso dos veces. Si el Mago

ya encontró a Frannie, ¿hay tiempo? Gabriel tiene razón. Puede que nos

queden días. Horas, incluso.

Solo han pasado un par de días, pero no puedo evitar intentarlo, probar

para ver si puedo cambiar. Me concentro en desprenderme de mi forma

humana, dejar salir mi demonio interno… y nada sucede. Ni siquiera

me crece un cuerno.

Maldición.

Necesito mi poder infernal si quiero ser útil protegiéndola, pero el

cambio lleva su tiempo. Incluso si comenzara hoy, ahora, no sucedería

lo suficientemente rápido.

Los ojos de Gabriel se deslizan hacia mí, estrechados.

—Él no va a ninguna parte.

Frannie se voltea hacia él.

—Podría ser lo mejor, Gabe. ¿Hay algún otro lugar donde pudiera

esconderse? ¿Quizás con Faith? —dice con una mirada de reojo hacia

mí—. Estaría más a salvo.

Y, con esas palabras, mi estómago se retuerce. Creí haber dicho lo

suficiente como para que a ella dejara de importarle. Obviamente,

estaba equivocado. Esta era mi oportunidad. No es muy tarde para

deshacer lo que había hecho y decirle cómo me siento en realidad.

Mi mente da vueltas, tratando de decidir qué es lo mejor.

El Mago la ha encontrado. No hay tiempo suficiente para el cambio.

Es demasiado tarde.

Gabriel me aparta y camina hacia la puerta.

—Hablaré con Faith —dice y desaparece en la noche mientras la puerta

se cierra detrás de él.

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Frannie se sienta de nuevo en el sofá, sus dedos entretejiendo su

cabello, con la mirada hacia el piso.

—Frannie… —comienzo, pero no puedo encontrar las palabras para

deshacer lo que he dicho.

Sus ojos conectan con los míos, distantes y vacíos.

—Va a encontrarme, quizás más pronto de lo que pensé. Sin importar a

dónde vaya, Él me encontrará. Solo quiero que termine, de una u otra

manera.

La resignación y cansancio son claros en su voz. No va a ser capaz de

vivir así mucho más tiempo, corriendo, siempre mirando por encima de

su hombro. Y verla así, derrotada, sé lo que tengo que hacer.

FRANNIE

Luc se sienta a mi lado y mantiene sus ojos fijos en sus dedos

entrelazados. No me gusta la mirada en su rostro, demacrado y

atormentado. Mis entrañas duelen nada más con mirarlo. Después de

todo lo que ha sucedido hoy, no puedo hacerle esto.

Me levanto y voy hacia mi habitación antes de que pueda recordarme

cuánto he echado a perder las cosas.

—Frannie… espera.

No puedo descifrar la voz de Luc. Es dura, pero no cruel de la manera

en que lo fue antes. Hay una calidez de trasfondo. Es suficiente para

hacerme dar la vuelta.

Está de pie pero no se ha movido del sofá.

—Gabriel va a hacer que te mates. No puedes creer que su plan de

verdad va a funcionar.

Mi estómago se llena de temor, pero desaparece casi al instante. Estoy

tan cansada de tener miedo.

—Todos morimos.

Su rostro se retuerce y un suave gruñido escapa de su garganta.

—No. No voy a dejar que eso suceda.

Algo desgarra mi corazón.

—Luc… no hay nada que puedas hacer.

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Por la expresión en su rostro, pensarías que lo hubiera abofeteado. Baja

su barbilla hacia su hombro y hace una mueca de dolor, sus manos

hechas puño a los costados, y doy un salto cuando un rugido de

frustración sale de sus pulmones. Se da la vuelta y camina hacia la

puerta principal, y estoy segura de que se va a ir… hasta que se voltea

de nuevo y avanza a zancadas hacia donde estoy parada. Envuelve sus

brazos a mi alrededor y me levanta de mis pies, presionándome contra

su cuerpo. Su rostro está hundido en el hueco de mi hombro y siento

su cálida e inconsistente respiración en mi cuello, enviando un

estremecimiento que recorre mi piel.

Enredo mis brazos sobre sus hombros y acaricio su cabello, y nos

quedamos aquí, Luc aplastándome con un abrazo y yo tratando de no

llorar, por un largo periodo de tiempo. Finalmente, me devuelve al

suelo, sus brazos aún apretados a mi alrededor y me mira a los ojos.

—No sé cómo hacer esto —dice al final, sus palabras llenas de

frustración—. Soy totalmente inservible. No hay nada que pueda hacer

para ayudarte.

Simplemente lo miro, insegura de qué decir. No lo quiero cerca de esto.

Si cree que no puede ayudar, ¿se quedaría fuera de la pelea?

Siento la tensión recorrer su cuerpo como una ola, sus músculos

endureciéndose bajo mis brazos.

—No puedo quedarme a un lado y mirar mientras Gabriel hace que te

maten —gruñe entre dientes.

—Entonces vete. Por favor. —Lucho por controlarme, pero la agudeza en

mi voz me traiciona.

Suspira y entierra su rostro en mi cabello.

—No puedo —dice, su voz es igual de temblorosa que la vista que la

precede. Se aleja y pasa el torso de su mano sobre mi mejilla con

suavidad, baja por mi cuello hacia mi hombro, donde descansa su

mano—. Como un mortal, como esta persona —dice, llevando su otro

puño hacia su corazón—, todo lo que he sido alguna vez es parte de ti.

Tan malo como sé que es, no creo que pueda vivir sin ti.

Abro mi boca, pero no sale nada por el nudo que hay en mi garganta.

Va a tener que vivir sin mí, ¿pero cómo puedo decirle eso?

Desesperación envuelve mi corazón y lo aprieta. Lágrimas salen por

encima de mis pestañas y bajan por mis mejillas y Luc me aprieta con

más fuerza. Su respiración desigual en mi cabello me dice que también

está luchando contra las lágrimas. Cierro mis ojos con fuerza para

detener las mías y me alejo.

—Luc…

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Él levanta su mano y mira hacia la puerta.

—Pero también sé que Gabriel es tu mejor oportunidad justo ahora. Le

haré ver que este plan es una locura. Trabajaremos en algo más. Hasta

entonces, tú necesitas su protección. Haré lo que sea que necesites que

haga… lo que sea para protegerte. —Su rostro se oscurece y sus ojos

giran hacia la puerta de nuevo—. Haré cualquier cosa.

No puedo evitar sentirme aliviada cuando comprendo que lo que quería

decir por “cualquier cosa” era que estará aquí conmigo y Gabe. Sè lo

difícil que es eso para él. Miro a sus torturados ojos obsidiana y me veo

a mí misma reflejada ahí, la forma en que lo hacía cuando él me amaba,

antes de que todo se volviera tan horriblemente malo.

Por un instante me dejo recordar lo que era entregarme a él por

completo, tirar abajo las paredes y dejarlo entrar en mi corazón. Me dejo

recordar la emoción del amor.

Fue aterrador.

Y asombroso.

Fue como si él fuera el único que alguna vez conoció a la verdadera yo.

Le conté todo, cosas que nunca me atreví a contarle a otro ser viviente.

Toda la fea verdad.

Y él me amó de todas formas. No porque tuviera que hacerlo, como

Gabe, sino porque quería hacerlo. Levanto mi mano hacia su rostro. Mi

palma se desliza por la barba incipiente en su mejilla mientras mi

pulgar traza sus labios. Él cierra sus ojos y suspira profundamente.

Cuando de nuevo me empuja cerca, lo dejo. Pero solo por un segundo.

Porque hay una guerra peleando en mi interior. Él acaba de decir todo

lo que esperaba que dijera. Mi corazón debería estar rebosante, pero en

cambio está llorando. Me duele enroscarme entre sus brazos y

pretender que todo está lejos, y tomar esta última oportunidad para la

felicidad. Pero no puedo. No sería justo por muchas razones, la mayor

sería que no voy a estar viva al final de esto.

Mi corazón palpita mientras tomo su mano y lo llevo al sillón, donde

nos sentamos. Me hundo dentro del cojín y tiro mi cabeza hacia atrás.

Algo oscuro y feo anda en mis adentros y se arrastra el temor en mi

corazón. Cierro los ojos, empujando lejos mis demonios internos. No

puedo permitirlos. Tengo demasiados demonios reales con los que

lidiar.

—No tengo ni idea de lo que va a pasar ahora. Solo sé que esto no ha

terminado. —Lo siento retroceder en los cojines al lado mío y levanto mi

cabeza para mirarlo—. ¿Recuerdas cuando te dije que creía que estaba

destinada para algo?

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Me mira, su mirada intensa. Sus labios solo están un poco separados y

tengo la dolorosa repentina necesidad de besarlo. Tomo una respiración

profunda y la sostengo por un segundo mientras él asiente. Aparto la

mirada antes de que pierda el control de nuevo.

—Bueno, lo siento más ahora. Comenzó como una piedrecita en mi

pecho, pero ahora está creciendo en una roca. —Sacudo la cabeza,

sabiendo lo estúpido que suena, pero sintiéndolo presionando sobre mí,

incluso mientras lo digo—. Una puntiaguda, asquerosa y gran piedra

que no me deja respirar. Algo está viniendo. No sé cómo lo sé, pero…

—No —interrumpió—, no importa como lo sabes. —Se inclina hacia mí

y apoya un codo en la rodilla, enroscando sus dedos con los míos—. Si

tu instinto te dice que algo está viniendo, créele.

Asiento, de pronto conociendo lo que necesitaba decir.

—Entonces, necesito tu ayuda. —La sorpresa cruza rápidamente su

rostro, luego su expresión se volvió sombría.

—¿Qué necesitas de mí?

Esto es duro y todo lo que puedo hacer es esperar que él entienda.

—Necesito tu apoyo, pero no puedo estar… contigo… —Sus ojos se

oscurecen y rápidamente agrego:

—Con ninguno de ustedes… justo ahora. Necesito mantener mi cabeza

clara, para pensar. Lo que no puedo hacer muy bien cuando nosotros

estamos… ya sabes. —Calor punza en mi rostro al recordarlo

presionado contra mí en su cama, el sentimiento de su piel en la mía y

estoy segura de que estoy roja como una remolacha.

El rastro de una melancólica sonrisa tira de las curvas de sus labios y

mi corazón se siente repentinamente más ligero. No me había dado

cuenta de lo mucho que esto pesaba en mí hasta este segundo. Pero si

él entiende… si por lo menos podemos ser amigos de nuevo…

Y si estoy equivocada y al final de esto aún estoy con vida, tal vez algún

día podamos ser algo más.

Pero no hasta que lo sepa con certeza.

Me volteo más cerca de él en el sillón y me mira. Levanta su mano y

limpia mis lágrimas con la punta de sus dedos.

—Te quiero. —Sale de mi boca antes de que me dé cuenta que quiero

decirlo.

Él cierra sus ojos e inclina su cabeza sobre la mía, dejando salir un

débil suspiro.

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—Pero necesito estar por mi cuenta —agrego lentamente—. Para

resolver las cosas.

Levanta su cabeza de la mía, y asiente.

Se aparta y me mira, y ahí está la más pequeña de las sonrisas tristes

en su rostro.

—Como tú desees.

LUC

Ella se aleja de mi agarre y por mucho que me duela, me fuerzo a

dejarla ir.

—Conseguiré algo de comer —le digo de pie, frente al sofá. Me dirijo a la

cocina y preparo emparedados, más por la distracción que cualquier

necesidad real de comida, y luego comemos en la mesa. No hablamos,

pero todo el tiempo Frannie se mantiene lanzándome miradas, las

cuales noto porque no puedo quitar los ojos de encima de ella.

Cuando ponemos los platos lejos, ella limpia el mostrador mientras yo

descanso en el sofá y enciendo el televisor. Navegando por los canales,

se vuelve claro porque nunca me he molestado con la televisión antes,

la apago, lanzando el control a la mesa del café con un estrépito.

La miro mientras ella se sienta en el sillón a mi lado.

—Hazme querer encender eso de nuevo —digo. Su rostro se detiene en

un estrabismo desconcierto.

—¿Qué?

Levanto una ceja hacia ella.

—Tú Influencia. Necesitas practicar. —Siento una pequeña sonrisa en

mi boca—. Conejillo de indias a tu servicio.

Asiente, luego me mira intensamente. Pero lo que siento no es la

compulsión de levantar el control remoto. Lo que siento en una

abrumadora necesidad de acariciar su rostro y besarla. Doy un suspiro

tembloroso y ella se da cuenta. La mirada en su rostro es toda la

confirmación que necesito de que no estoy loco. Lo quiere tanto como

yo. Me estremezco con la necesidad de tomarla en mis brazos y llevarla

a la habitación. Pero lo que dijo antes es cierto. Este no es el momento

correcto. Sus ojos caen a sus manos.

—Lo lamento.

—Yo no —contesto y le ofrezco una sonrisa tranquilizadora.

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—Realmente apesto en esto. —No mira hacia arriba mientras dice esto.

—Sabes que tu Influencia es más fuerte cuando viene de tu corazón.

Por ahora, mientras estás aprendiendo, si atas lo que necesitas para

que suceda algo que te importa será más fácil.

—¿O alguien? —Sus ojos se elevan a los míos y un escalofrío me

recorre.

Asiento con la cabeza.

—O alguien.

—Creo que tienes razón. Cuando antes funcionó con ese pequeño niño

en la playa, estaba pensando en mis hermanas.

—Viene de aquí —dije, levantando mi mano y colocando la punta del

dedo sobre su corazón—. Si recuerdas eso, estarás bien.

Levanta el brazo y agarra mi mano, sosteniendo mis ojos con los suyos.

—¿Crees que puedo hacer lo que Gabe quiere que haga?

Había pensado en eso. Así como de loco es el plan de Gabriel, con un

poco más de práctica, creo que Frannie podría probablemente quitarse

del final de la misma. Pero no hay manera de que Gabriel sea capaz de

destruir a Lucifer. Él fallaría completamente y asesinarían a Frannie en

el proceso.

—Creo que puedes hacer cualquier cosa en la que pongas el corazón.

Traga fuerte y asiente después de soltar mi mano. Inhala una

respiración profunda y se pone de pie.

—Solo necesito un poco de tiempo…

Pero tiempo es la única cosa que estoy bastante seguro de que no

tenemos. Me levanto y miro hacia abajo dentro de sus ojos, orando

sinceramente a Dios para que me ayude a ver mi rol, cómo puedo

ayudarla.

Algo en su expresión cambia, suavizándose. Pero justo mientras ella

abre la boca para decir algo, la puerta del frente se abre y Gabriel entra,

son el brazo de Faith apretado en su mano y el ceño fruncido en el

rostro de él.

Faith se ve recientemente bañada, su cabello aún esta húmedo y

colgando alrededor de sus hombros. Ofrece una sonrisa tensa cuando

nos ve.

—Luc se va a quedar en casa de Faith —anuncia Gabriel.

—Oh…um… —Frannie arrastra las palabras y da una tentativa mirada

entre Faith y yo.

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Lucho contra la sonrisa que siento poniéndose en mi rostro, pero no soy

enteramente exitoso mientras atrapo la atención de Frannie.

—Gracias por la oferta, Faith, pero eso no será necesario.

—Explícate —responde Gabriel, atravesándome con la mirada.

Me encojó de hombros y sonrió ampliamente.

—¿El amor lo conquista todo?

Frannie estalla en una risa nerviosa y los ojos de Gabriel se mueven

entre nosotros, evaluando.

—¿Es esto lo que quieres, Frannie?

Su mirada se ve más preocupada mientras cae sobre mí.

—Tal vez deberías… —comienza a decir, pero la detengo con mi mejor

mirada de “ni si quiera pienses en eso”. Gabriel pone los ojos en blanco

y se acomoda en el asiento del sofá que justo acabo de abandonar.

—Ustedes dos necesitan decidir si se aman o se odian. —Él no trata de

ocultar el veneno en sus palabras mientras me mira.

Faith se instala en el sofá al lado de Gabriel. Está claro por la mirada en

su rostro que está completamente incomoda en el medio de esto.

—Um… gracias por la carrera Luc. Fue genial tener a alguien

presionándome.

Asiento con la cabeza y saco una silla de la mesa de la cocina mientras

Frannie se deja caer en el sillón debajo de la ventana.

Gabriel se relaja en los almohadones.

—Ya que lo de Luc —dice con una puntualizada mirada en mi

dirección—, parece estar decidido, Faith necesita darte un resumen.

Frannie le da un inquisitivo ceño fruncido a él.

—¿Qué resumen?

—El de la gente alrededor de aquí, así sabes que si algo… falla —

contesta Faith.

Ella procede a darle a Frannie toda la verdad de cada persona que vive

en un kilómetro a la redonda. Finalmente comienza a terminar:

—¡Oh! Y el viejo Butler, tercera casa a la derecha —dice, apuntando

hacia abajo en la playa—, es un sigiloso pervertido. Pretende ayudarte a

recoger la bolsa de playa o la toalla o algo, y te manosea en el proceso.

—Su rostro se aprieta—. Lo voy a señalar. Quédate lejos.

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Para el momento en que Faith está convencida de que Frannie no será

tomada por sorpresa por el Sr. Butler, o cualquier otro vecino, nosotros

decidimos llamar por pizza.

—Jerry, el chico de la pizza —dice Faith bajo en el oído de Frannie

mientras él se aproxima a la puerta—, dejó a sus últimas dos novias

embarazadas. También aléjate de él.

—Sí… claro —dice Frannie, su cara tornándose con disgusto.

Nos sentamos en los asientos alrededor de la mesa y devoramos dos

pizzas grandes.

—Ahora es el momento perfecto para practicar —le dice Gabriel a

Frannie mientras estamos terminando.

Frannie se vuelve un poco pálida.

—¿Mi Influencia?

Por el rabillo del ojo veo los ojos de Faith agrandarse.

Gabriel asiente.

—Comienza con algo pequeño.

Ella se encoge.

—¿Cómo qué?

—Usa tu imaginación —dice, recostándose en la silla y entrelazando los

dedos detrás de la cabeza. Los ojos de Frannie caen sobre mí y se

reducen ligeramente con esfuerzo… y descubro que estoy

repentinamente antojado de otro pedazo de pizza, incluso aunque he

acabado con la mayoría por mi cuenta.

Ella sonríe cuando tomo un trozo de la caja y le muerdo un pedazo. Le

sonrío de vuelta una vez que lo he tragado, aunque estoy bastante

seguro de que voy a explotar.

Faith y yo, de pronto, sentimos la imperiosa necesidad de lavar los

platos, así que lo hacemos. Y cuando hemos terminado, me encuentro a

mí mismo en el Jeep de camino a la heladería.

Cuando regreso con un cuarto de moca, el cual ni siquiera me gusta,

está oscuro. Servimos las bolas de helado en conos y nos dirigimos a la

playa, donde nos sentamos en silencio y comemos, observando el brillo

de la luna sobre las olas.

Finalmente Frannie se levanta.

—Creo que me voy a acostar. Todo esto de hacer a Luc traer helado me

dejó exhausta —agrega con un juguetón golpe de sus pies en mi

costado.

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Me levanto de la arena y me dirijo adentro con ella, dejando a Faith y

Gabriel en la playa hablando sobre estrategias.

Ella se va al baño y cruzo el cuarto hacia la cocina, donde me sirvo la

última media taza de café de la cafetera.

Cuando ella sale cinco minutos después, su cara esta brillante y rosa, y

sus abundantes ondas rubias caen alrededor de sus hombros y abajo

en su espalda.

Se detiene en la puerta de la habitación, luego lentamente se vuelve a

mirarme donde estoy recostado contra el mostrador cerca del fregadero.

—Buenas noches.

Me empujo lejos del mostrador, queriendo ir con ella. No sé si la

compulsión es su Influencia o solo mi necesidad, pero, de todos modos,

la combato.

—Buenas noches.

Da un paso hacia mí y mi interior revolotea, pero luego duda.

—Gracias por entenderlo.

Asiento una vez, asustado de abrir la boca. Lo entiendo. Entiendo todo

lo que está en juego, por qué no puede estar conmigo, probablemente

mejor de lo que ella lo hace. Pero eso no lo hace más fácil. Aferro mis

pies al suelo para no ir hacia ella, pero luego Frannie se mueve

lentamente hacia mí y se enrosca entre mis brazos, haciendo mi

corazón acelerarse.

Se estira en la punta de los pies, su rostro se inclina hacia el mío y

contengo la respiración mientras me inclino y la beso. No hay palabras

para describir las sensaciones corriendo a través de mí con su beso.

Sus labios se mueven en los míos, tentativamente al principio, pero

luego los presiona más profundo y mis entrañas estallan en una

explosión de felicidad. Me atrae más y eso es todo lo que puedo hacer

para no tomarla entre mis brazos y amarla apropiadamente.

Finalmente me empuja. Cierro mis ojos y nos quedamos ahí con la

frente presionada una con la otra. Ninguno de los dos se mueve por un

largo minuto, pero, al final, la escucho comenzar a respirar de nuevo.

—Cuando tenga todo descubierto… —comienza.

Quiero que el final de ese pensamiento sea, “luego podremos estar

juntos”, pero sé que la razón por la que se interrumpió es porque

incluso ella no sabe cuál es el final de ese pensamiento.

Envuelvo mis brazos gentilmente alrededor de su cintura y la traigo

hacia mi pecho. Apoyo mi rostro dentro de su cabello, viviendo en este

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momento y esperando que no termine. Pero luego la puerta del frente se

abre y Gabriel entra.

Frannie se aleja y todo su rostro cambia. Ella aprieta mi mano.

—Te veo por la mañana.

—Buenas noches —digo de nuevo mientras ella desaparece detrás de la

puerta. Gabriel me mira fijamente, pero estoy demasiado cansado para

esto. Giro y me dirijo a mi cuarto, lejos de su inquisitiva mirada. Porque

incluso aunque lo quisiera, no sabría cómo contestar a la pregunta en

sus ojos.

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El ojo diabólico

Traducido Por Kirara7 y kensha

Corregido por Maniarbl

FRANNIE

Estoy luchando por aire, pero no puedo respirar profundamente, porque

sus labios son tan ardientes que queman en los míos. Sus manos están

sobre mí, pero él es cuidadoso de apartarse de los lugares más

sensibles.

Demasiado cuidadoso.

Tomo su mano y la guío bajo mi camisa, lo siento sonreír sobre mis

labios mientras sus dedos se dirigen a su blanco, un profundo dolor

punzante explota sobre mí.

¡Delanie nunca creerá esto!

¿Delanie?

El pensamiento me sacude de mi sueño. Y solo, por un momento, lo

veo, ojos color sangre puestos en un rostro negro.

Estoy sin aliento mientras abro mis ojos. Miro el techo y repito la

escena en mi cabeza. He tenido varios sueños sobre Luc que me dejan

sin aliento. Pero este era diferente. Real, grita me mi mente.

Me ruedo hacia un lado y me ahogo con mi propia saliva mientras

busco aire. En las sombras cerca de la puerta, una oscura silueta

borrosa contra la parte más oscura de la habitación, una sonrisa

amanzánate en su angelical rostro.

Matt.

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Esta vez estoy segura de ello.

Hasta que me siento y miro bien.

A la nada.

La luna brilla sobre la pared, y lo que pensé que eran grandes alas

negras no son nada más que sombras. No hay nada ahí.

Me recuesto en mi almohada, mi corazón saltando. Pasa un largo

segundo antes de que pueda respirar otra vez. Finalmente, miro hacia el

reloj. Cuatro. Demasiado temprano para levantarme, me salgo de la

cama y me muevo hacia la ventana, mirando el horizonte por encima de

las olas que se prepara para para el amanecer, lentamente, mi temblor

se detiene. Estas pesadillas y alucinaciones deben detenerse o me

volveré loca.

O tal vez ya lo estoy.

¿Qué fue ese sueño?

¿Maggie?

Fue Maggie, ya sea que ese fuese su sueño, o yo estaba viendo algo real.

No tengo ni idea.

El Mago.

Luc. Dijo que me mostraría cosas en mis sueños. ¿Por qué me muestra

a Maggie? Especialmente a Maggie haciendo eso, ¿besándose con un

chico?

Me siento completamente disgustada, como alguna clase de voyeur.

Pero mi hermanita ni siquiera tiene novio. ¿Así que, qué diablos fue lo

que vi?

No, no fue el Mago. Solo extraño a mi familia, así que sueño con ellos,

eso es todo.

Me froto los ojos e intento aclarar mi mente, luego me quedo allí

escuchando el silencio de la casa y el sonido de las olas en la costa. Me

muevo hacia dentro en la habitación y cierro mis ojos. Respiro

profundamente y me centro.

Yo dejé el judo cuando Taylor murió. Prácticamente lo dejé todo, empecé

a realizar mi rutina de judo, no estoy muy segura de qué esperar. Al

principio se siente como si intentara reconectar con un viejo amigo,

distante e incómodo. Pero luego de unos minutos hago los movimientos

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sin mucho esfuerzo. Y una serenidad que no he sentido en mucho

tiempo me sobrecoge.

Concentración.

Balance.

Respiración.

Cierro mis ojos y dejo ir mi cuerpo con el movimiento. El recuerdo de

mis músculos toma el control y apaga mi mente. No quiero pensar,

respiro lenta y profundamente con cada posición a la que cambio y me

ayuda a sentirme casi normal de nuevo.

Casi.

Cuando termino, abro mi ventana por completo y me recuesto en el

marco. Mirando las últimas constelaciones en el cielo brillante y

respirando la sal en el aire. Pero justo cuando me vuelvo a la

habitación, atrapo un movimiento en la oscuridad de la ventana de

Faith. Las cortinas son corridas por la brisa y la veo allí, en la luz

rosada del amanecer. Observando.

Soy un maldito pez dorado en un estanque.

Mi serenidad inducida por el judo se acaba. Suspiro cansada y me

acuesto en el marco de la ventana. El zumbido comienza tan suave que

al principio no lo distingo por el sonido de las olas. Pero cuando me doy

cuenta de lo que estoy escuchando, me vuelvo lentamente a mi

habitación. Él está de pie allí, la silueta en la oscuridad. Por un

momento no puedo entender cómo entró Gabe aquí, sin que pudiera

escucharlo. Pero solo me toma un segundo, mientras lo miro con la

poca luz, darme cuenta de que no es Gabe.

Es un hermoso chico de ojos verdes.

Un chico que he visto antes.

Él se ve joven, de mi edad, excepto por sus ojos, los cuales se ven muy

viejos… y tristes, como si cargara el peso del mundo. Mi corazón duele

mientras él se encuentra con mis ojos, da un paso dudoso hacia el

frente. Aún zumba cuando se detiene a un brazo de distancia y se

queda ahí, mirándome como si buscara algo que ha perdido y me doy

cuenta de que yo también estoy zumbando.

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Cuando sostiene su mano, hay un murmullo como el del sol en el

asfalto mientras su forma empieza a flaquear y a brillar, alcanzo su

mano pero mis dedos se resbalan en el aire.

Nada ahí.

Aun así. Puedo verlo de pie a unos cuantos centímetros, es solo cuando

estoy así de cerca que me doy cuenta de lo alto que es y es difícil no

notar lo fuerte que se ve, porque él está usando solo un par de vaqueros

desgastados, los mismos que usaba cuando estábamos en la playa. Su

cabello dorado cae cerca de sus hombros, enmarcando un fuerte y

resistente rostro. Pero aún con lo increíble que es su rostro y cuerpo,

son las hermosas alas blancas, tres pares, que se extienden en su

espalda y la forma en la que su cabello contrasta con estas, lo que

mantiene mi atención. Mirándolo a él todo lo demás parece

desvanecerse, el tiempo y el espacio son insignificantes.

Su expresión es suave y sus ojos brillantes, él pone una cinta fina de

cuero en mi cuello, siento el peso de un objeto contra mi pecho, pero no

puedo alejar mis ojos del chico para ver que es.

No estoy asustada.

La lógica dice que debería, después de todo hay un extraño demonio

viviendo en mis sueños y ahora el chico de mis sueños está aquí, en mi

habitación. Pero esto no es un sueño y no puedo encontrar nada de

miedo dentro de mí, no siento más que paz.

Él deja de zumbar y me mira por un largo tiempo.

—Te encontré —dice finalmente, su voz un suave eco musical, levanta

una mano y su toque se siente tan superficial como el de las alas de

una mariposa cuando sus dedos tocan la cinta de cuero en mi clavícula.

No me atrevo a moverme. No respiro, no quiero romper el hechizo.

Él me sonríe y siento que mi corazón suspira.

—Estaremos juntos, lo prometo.

Y luego desaparece.

—¡No, regresa! —jadeo, mis manos moviéndose en el aire frente a mí.

Mi alrededor vuelve a mí, en mi habitación, en la cabaña, en la

oscuridad.

Sola.

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GABE

Me siento en el sofá. Luego me acomodo y me quedo más tiempo, me

levanto del sofá y camino, más y más cerca de la habitación de Frannie.

Finalmente toco.

—¿Frannie?

Empujo la puerta para abrirla y meto mi cabeza, esperando encontrarla

dormida, pero en su lugar ella está de pie, al lado de su cama, sin

aliento y sonrojada.

—¿Estás bien? —pregunto, mi corazón latiendo fuertemente.

Cuando ella me ve, intenta sonreír, pero es falsa.

—Sí, solo un sueño —dice como intentando convencerse. Sus ojos me

encuentran y se sorprenden un poco—. Todo —dice—. Solo un sueño

—¿Puedo pasar? —Trato de mantener mi voz calmada, pero algo en su

expresión me está asustando.

Sus ojos aún están algo abiertos cuando asiente y yo empujo la puerta,

cerrándola detrás de mí, me muevo por la habitación hasta la ventana

abierta y miro el océano. Escaneando la playa cercana.

—¿Seguro que estás bien?

Miro de vuelta a ella, mientras se sienta en la cama. Me muevo hacia la

esquina y me siento junto a ella.

—Háblame de tu sueño.

Eso saca una sonrisa nerviosa de su rostro.

—¿No puedes simplemente sacarlo de mi cabeza? —pregunta con

fingida indiferencia.

La mirada en sus ojos me dice que realmente no quiere que lo haga. Lo

que me hace querer hacerlo.

—Intento ser un buen chico, no lo haré, pero si lo ofreces…

El rosado sube a sus mejillas mientras su mano es atraída a algo que

cuelga de una cinta alrededor de su cuello.

—No es nada… en una forma bastante embarazosa.

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Me siento y retiro el cabello de su rostro. Hay presión en mi pecho

mientras mi corazón se acelera. Tan malo como sé que es, no puedo

evitar querer que su sueño sea sobre mí.

Sacudo la cabeza. Renuncia a los Dominion.

—¿No era el Mago? —Ella se encoje de hombros.

—No estoy segura, no recuerdo haberlo visto esta vez.

—¿Qué viste? —Presiono. Ella se sonroja.

—Maggie… y un chico. —Considero eso por un momento.

—Podría ser el Mago mostrándote lo que deseas ver.

—Pensé en eso. Pero, ¿por qué me mostraría a Maggie besándose con

un chico?

—No lo sé. —Aun así, algo no se siente bien, señaló la cama entre

nosotros.

—¿Te importa si me quedo aquí el resto de la noche? —Ella respira

profundamente

—Si debes.

—Debo. —Tomo su mano y le doy un apretón—. Tal vez hables mientras

duermes y accidentalmente divulgues todos tus profundos y oscuros

secretos. —Ella aleja su mano y golpea mi hombro.

—Solo por eso, puedes dormir en el suelo con tapones para los oídos. —

Ella me empuja pero cuando comienzo a salirme de la cama, toma mi

mano y me jala poniéndome a su lado.

Me digo a mí mismo que es mi sentido del deber el que no me deja, pero

mientras me siento aquí, mirando a Frannie, la suave luz del amanecer

brillando en su rostro, sé que es más, mi corazón late.

Ella se rueda, con su espalda hacia mí y yo me recuesto con algo de

espacio entre nosotros, acariciando su cabello, resistiendo la urgencia

de acercarme y enterrar mi rostro en él. Respiro. Atrayendo energía de

la conexión.

—¿Gabe?

—¿Huh?

No hay nada por un rato, luego ella dice:

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—Gracias.

—Ve a dormir.

—Bien.

Su voz es profunda por el sueño unos minutos después cuando dice:

—¿Gabe?

—Sí.

Ella rueda abriendo sus ojos.

—Lo siento.

—Ve a dormir —susurro de nuevo.

—Bien.

Su respiración es lenta mientras se mueve y se retuerce con los

recuerdos que la asaltan en sus sueños, pero por el momento, esos son

los únicos demonios que puedo detectar. Finalmente, cuando su sueño

se ve más calmado, me concentro en los rayos rosas que entran por la

ventana, entonces cierro mis ojos y me entrego a la luz.

Pero no antes de tocar mis labios gentilmente con los de ella.

Por un momento nada sucede, pero luego el ardor es casi insoportable

mientras quema a través de mí. Me enrosco en mí mismo y grito cuando

cambio al Colectivo.

Mis ojos se abren ante un sonriente Aaron.

Él camina a mí alrededor y se arrodilla.

—¿Estás herido?

Me levanto y enderezó cuando el dolor pasa, entonces lo miro a los ojos.

Aaron es el último celestial que necesito excavando en mis asuntos

personales.

—Estoy bien. No es nada.

—¿Estás seguro? Porque luces un poco… verde. —Sus ojos se reducen

suspicazmente—. ¿Estás desarrollando náuseas?

Entre otras cosas.

—Estoy bien —repito, volviéndome hacia el Consejo y mirando por

encima—. ¿Cuál es el estado de Daniel?

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Aaron quitó una mota que se materializó en sus hombros, sus brazos

cruzados firmemente en su pecho.

—Tienes suerte de que me sienta caritativo. Te dejaré quedarte esta vez

solo para probar un punto, pero sacrificar a toda la humanidad me

parece un poco extremo.

Soy capaz de mantener mi gemido interno mientras me dejo caer de

nuevo en la silla y descansar la cabeza palpitante en mi mano.

—¿Qué averiguaste?

No necesito mirarlo para escuchar la burla en su voz.

—¿Qué pasa, oh todopoderoso? ¿Demasiada presión? ¿El trabajo es

demasiado grande para ti?

Levanto mi cabeza y le hago bajar la mirada.

—¿Qué a-ve-ri-guas-te? —repito en sílabas.

Se encoge de hombros en el puesto y desaparece.

—Marchosias ha hecho contacto casual con la familia, pero usando su

táctica habitual.

—¿Cuál es…?

Su expresión es pura condescendencia cuando me mira por la nariz.

—¿Dónde estuviste todos estos milenios? ¿Debajo de una roca? —

Sonríe, frío y afilado—. No. Eso sería que la compañía te está

protegiendo. Creo que el demonio se te está pegando, Gabriel. Luces un

poco desaliñado alrededor de los bordes.

Yo mismo me transporto de la silla, sin querer pensar en lo que tengo

en común con Luc y paso adelante dentro del espacio de él.

—¿Hay alguna manera de conseguir una respuesta de ti?

Se inclina, su cara a pulgadas de la mía.

—¿Hay alguna manera de conseguir a alguien competente en tu

trabajo? —Hincha su pecho mientras retrocede.

—El camino que estás pisando lo han pisado antes —digo, luchando

aún por mantener mi voz—. Y no funcionó tan bien para él. El orgullo

es una cosa peligrosa, Aaron. —Me dejo caer en la silla de nuevo—.

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¿Marchosias? —ladro, harto. Una onda no intencional de poder estalla

de mí con la palabra, haciendo a Aaron retroceder un paso.

Lucha por mantener el equilibrio y, cuando lo tiene, me mira hacia

abajo, ojos muy abiertos.

—He estado siguiendo a los dos más jóvenes.

Indignado desde la silla, mi cuerpo adolorido protesta, pero me trago el

gemido.

—¿Grace y Maggie? —Frannie nunca me perdonaría si algo les pasara a

sus hermanas menores—. ¿Cuál es su situación?

La sorpresa se borra de su rostro y se reemplaza con desprecio

generalizado.

—Grace sabe lo que es, por supuesto, así que ella es evitada, pero

Maggie está intrigada. Al parecer, alberga sentimientos por su hermana

mayor amigo… —Tuerce la cara con disgusto—, y piensa que

Marchosias tiene cierto parecido, lo que, obviamente, lo hace. Entonces,

¿cómo te gustaría manejar esto, oh gran señor?

—Sabes porque te envié en primer lugar. Necesito a alguien con tu

experiencia para proteger a esa familia. Te quiero con Maggie.

—Ya está hecho —dice.

Lo corto con la mirada.

—A pesar de lo que piensas de mí, sabes lo importante que es y confío

en que no dejes a nuestra… historia… interferir con tu trabajo.

—No necesito de ningún entrenamiento de ti en cómo hacer mi trabajo

—provoca—. He estado haciendo más de lo que has exigido.

—Entonces ve y hazlo —digo, fatigosamente, esperando que no lo note.

Me mira con dagas mientras desaparece. Solo estoy aquí por un largo

momento tratando de recuperarme yo mismo y armarme de valor para

otra vez el turno de Frannie.

No puedo contener completamente el gemido cuando me deslizo de

nuevo en forma corpórea y agarro a Frannie hacia mí. Se mueve, afloja

mi agarre y besa mi frente.

Esta enrojecida y húmeda, su rostro torcido en dolor con alguna imagen

o recuerdo.

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Acaricio su pelo y dejo que la paz me inunde. Pero he notado que no

parece ser tan efectivo como lo solía ser, porque ella continúa

temblando, entonces deja salir un gemido y sus ojos revolotean

abiertos.

—Gabe —raspa y se abalanza por mí.

—Estoy aquí, Frannie.

Me tira más cerca y la sostengo mientras se sacude. Su respiración se

vuelve más profunda, más lenta y su aliento en mi cuello está

volviéndome loco.

Lucho contra el sentimiento. Sé lo que es, pero solo recientemente me

permití reconocerlo. Pero cuando ella penetra más en mí y siento su

cuerpo tan cerca, cedo a él y me presiono más cerca. Froto su espalda y

el gemido satisfecho que ronronea de su pecho me impulsa a querer

aún más.

Se asienta más profundo en mí, sobre todo dormida y me distraigo

girando mi mente a lo que será nuestro próximo paso. Necesito saber la

debilidad de Lucifer y Frannie es la única que puede conseguir esa

información. Necesitamos perfeccionar su influencia, afinarla, afilarla a

un punto. Y no tenemos mucho tiempo para hacerlo.

Me arranco de mis pensamientos cuando la mano de Frannie se desliza

hacia mi pecho. Respiro la oleada de deseo.

Piensa, Gabriel.

—Mi ángel —susurra Frannie y cuando la miro a la cara, sus ojos están

todavía cerrados, pero está sonriendo. Trazo mi dedo sobre las líneas de

su mandíbula.

—Estoy aquí.

Sus labios están en los míos antes de que tenga tiempo para alejarme.

Suaves. Calientes.

Todo explota dentro de mí. Mi respiración es rápida e irregular cuando

lucho por oxígeno. Mi cabeza nada con la sensación de mi necesidad.

Sus manos están sobre mí, quemándome con la intensidad de su toque.

Padre celestial. Ayúdame.

Si me escucha, Él no contesta, porque lo único que siento revolver

dentro de mi es insaciable deseo terrenal. Profundizo nuestro beso

mientras sus dedos trazan un camino ardiente sobre mi espalda,

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levantando mi camiseta a medida que avanzan. Tiro de ésta y luego dejo

que mis dedos vaguen sobre su cuerpo, cada golpe me tiene más

profundo en la vorágine de mi propia autodestrucción.

Pero ahora está fuera de mi control.

Esto era inevitable. Fui un tonto al pensar que podía detenerlo.

Nuestros labios se separan por un momento y bajo la mirada hacia ella.

Levanto mi mano y arrastro mi dedo sobre su mejilla, su cuello,

tomándolo todo. Se estremece y tengo suficiente tiempo para pensar por

mí mismo: Si este es el final para mí, que así sea.

Y entonces lo noto.

Con cada subida y caída de su pecho, el destello en la luz rosa que se

rasga desde la ventana abierta. Un dije de metal oscuro en un látigo de

cuero fino, descansando en su pecho, junto al crucifijo de Luc.

Levanto mi cabeza para ver de cerca y sentir la presión de terror frío en

mi pecho. Es un símbolo que pocas veces he visto desde mi creación.

Un Udjat. No la adaptación egipcia que alardean las sextas satánicas, si

no el verdadero Udjat, un ojo espiral. La marca del mismísimo Lucifer.

Lo agarro, lo que significa que rasgo su cuello, pero quema mi mano y

la aparto. El olor de carne quemada se cuelga en el aire mientras me

sacudo.

—¡Frannie! —Ella abre sus ojos con un suspiro y viene a sentarse.

—¿Qué…? —dice, su expresión una máscara de shock.

—¿Dónde conseguiste eso? —pregunto, empujando hacia arriba sobre

su codo.

—¿Qué?

—El dije alrededor de tu cuello, ¿dónde lo conseguiste?

Agarra el crucifijo.

—Luc —dice, confundida.

—No. El otro.

Su mano gravita hacia el Udjat y sus ojos se ensanchan ligeramente

cuando registra algo.

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—Un chico —dice, su frente arrugada. Sacude su cabeza—. No lo sé.

Tuve un sueño y cuando desperté, estaba allí. —Se coloca atrás en las

alfombras y escanea mi pecho desnudo con sus ojos, llenos de

turbación.

Meto las sabanas a su alrededor.

—Necesito saber acerca de este sueño.

—Yo… fue lo que dije —dice—. Yo era Maggie, o en su cabeza, por lo

menos.

—¿Qué más?

—No lo sé… quizás el Mago estaba ahí… y luego había un chico. —

Sacude su cabeza otra vez—. No lo sé. —Era casi una súplica. Pero

entonces sus ojos bajan la mirada de los míos y se estremece

nuevamente mientras levanta una mano y la coloca sobre mi corazón

tamborileando—. ¿Qué sucede, Gabe? ¿Justo ahora con nosotros?

LUC

Gabriel no estaba en el sofá cuando salgo de mi habitación y solo

necesito una conjetura para saber dónde está. Estoy mirando las

profundidades de una taza fría de café, media hora más tarde, cuando

la puerta del dormitorio de Frannie chasquea abierta y Gabriel tropieza

a la sala. En la mañana, luz brillante entra a través de las ventanas de

la sala de estar, lo noto desgreñado y su ropa arrugada. Una parte de

mí no puede evitar sentirse aliviada de que luzca dormido, lo que

significa que probablemente no se la quitó.

—Incluso empiezas a actuar como humano. No necesitas usar la puerta

—digo con una inclinación de mi cabeza hacia la habitación de Frannie.

Levanta la vista y se encoge, pero hay culpa pintada en su rostro,

haciéndolo parecer mucho menos que angelical y haciendo hervir mi

sangre. Ira rompe atrás vez de mí como un disparo de escopeta con el

pensamiento de él allí con ella, en su cama, donde ya no soy bienvenido

nunca más.

—Creo que estás disfrutando de sus privilegios de dormitorio un poco

demasiado, querubín —escupo—. Estás aprovechando la situación,

¿verdad? Odio pensar en las consecuencias. No son bonitas. —Las he

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visto personalmente, las alas de Matt siendo arrancadas de su cuerpo

por los Vengadores es una imagen que nunca podré olvidar.

Luce distante y sé que he tocado un nervio, me hace preguntar, solo

preguntarme qué está pasando detrás de esa puerta cerrada por la

noche. Me dijo que no podía estar con nosotros y creo que lo decía en

serio. Pero Gabriel tiene recursos, formas de influir en ella. Como una

vez lo hice. Si decidió engañarla, tendría la posibilidad de una bola de

nieve en el infierno.

Hace su camino a una silla donde se sienta.

—Tenemos un problema —dice, estudiando su pie desnudo donde

presiona en la pata de la mesa.

—¿Solo uno? —Me uno a él en la mesa, cayendo en la silla frente a él y

frunzo el ceño. Toco mis dedos sobre la mesa de madera.

Sus ojos se elevan a los míos.

—No.

—Está bien. Así que dame la lista.

En respuesta, balancea algo sobre la mesa por una correa. Un dije de

metal muy deslustrado.

Me toma un segundo para registrar lo que estoy viendo, entonces la

silla se viene abajo mientras salto por él.

—Dulce pecado de Satanás. ¿De dónde vino?

Sus ojos se estrechan casi imperceptiblemente mientras niega con la

cabeza.

—Ella no lo recuerda. Algo sobre un chico y un sueño. —Levanta la

mirada hacia mí—. ¿Podría el Mago habérselo dado?

Niego con mi cabeza.

—Los magos no tienen forma corpórea. Ellos no pueden existir así en el

mundo físico, así que no pueden llevar nada sólido.

—Así que, si no era el Mago… —Me mira con ojos llenos de terror—, él

la ha encontrado.

—Pero si es encontrada por el Mago, no puedo haber visto suficiente

para averiguar dónde estamos. —Quiero que esto sea cierto, pero la

esperanza en mi voz suena hueca.

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Gabriel me corrige en una mirada dura.

—Aun así, es solo cuestión de tiempo. Días en las mejores. Quizás

horas. Si voy a tener alguna oportunidad de destruirlo, tiene que ser

ahora, cuando solo Él está en forma, antes de que envié a sus legiones.

El temor si sienta como una piedra ardiente en mis entrañas mientras

levanto la silla y me deslizo de nuevo en ella.

—Eso es todo.

Asiente gravemente.

—¿Estará lista?

Solo me mira.

Miro hacia la puerta de Frannie y me obligo a ponerme de pie otra vez

cuando la oigo gritar.

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El infierno es un ángel

Traducido por PrisAlvS

Corregido SOS por Nony_mo

FRANNIE

Me pongo el jean por debajo de mi camiseta de Hendrix3 , pensando en

lo que pasó con Gabe. Lo recuerdo todo, pero en mi mente no era a

Gabe a quien besaba. Era a Luc. Fue el sueño más extraño. Seguía

siendo Luc, pero más luminoso. Un ángel.

Me sentí muy avergonzada como para decírselo a Gabe, así que solo me

disculpé, como si eso fuera a arreglar algo.

Un escalofrío baja por mi piel al recordar su cuerpo contra el mío, su

aliento en mi cabello… pero apago mi mente y saco los pensamientos a

la fuerza. Porque no puede pasar de nuevo. No hay ningún sitio en el

mundo que se sienta más seguro que en los brazos de Gabe y ahora

temo haberlo arruinado.

Me pongo de pie y camino hacia la ventana. Abriéndola completamente,

me inclino hacia afuera al húmedo aire matutino y respiro hondo.

Lo estoy perdiendo completamente.

Muevo mi cadera hacia el borde y solo me siento allí, temiendo seguir a

Gabe a la sala familiar, no estando segura de qué decirle. Miro hacia el

camino y veo que Faith se ha ido de la ventana. Por un instante se me

ocurre que no sé si los Grigori necesitan dormir. No es algo que hubiese

pensado preguntarle a papá.

3 Hendrix: fue un músico y cantautor estadounidense considerado uno de los mejores

y más influyentes guitarristas eléctricos de la historia de la música popular, y uno de los músicos más importantes del siglo XX.

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Me bajo del borde y cierro la ventana detrás de mí, pero no cruzo ni la

mitad del dormitorio cuando hay un fuerte golpe en la ventana, más

como un rasguño, como uñas contra una pizarra. Me giro, esperando

ver a Faith…

Y grito cuando es Matt a quién veo ahí. Sólido. Real. Alas negras

metidas limpiamente en su espalda.

Un instante después hay un golpe de la puerta contra la pared y Gabe y

Luc están en la abertura hacia mi habitación, ambos con los ojos

abiertos y sin aliento.

Giro de regreso a la ventana y no encuentro nada más que playa. Donde

estaba segura de haber visto a Matt un segundo atrás, no hay nada.

¿Estoy enloqueciendo?

Gabe se apresura hacia mí, pero Luc se queda atrás, esperando en el

umbral de la puerta. Su mirada cae en mi sorprendido rostro y veo la

duda en sus ojos. No se le pasa nada. Eso es lo único con lo que

siempre puedo contar.

Gabe me guía hacia el sillón en la esquina opuesta del dormitorio,

donde se arrodilla frente a mí, con cuidado de no tocarme.

—¿Qué pasó?

—Nada. Solo creí ver a alguien afuera de mi ventana.

Luc se mueve hacia la ventana y mira hacia afuera.

—¿A quién? —pregunta Gabe.

Esa es una pregunta que no estoy preparada para contestar. En parte

porque, si de verdad era Matt a quien vi, eso me asusta por completo.

Pero, si no lo era, es casi tan terrorífico.

—No era nadie. Solo una sombra o algo.

Es obvio que Gabe no me cree. Luc nos mira por encima su hombro

mientras me levanto y no puedo leer su expresión. ¿Lo sabe?

—Matt —digo, bajando la mirada—. Creo que vi a Matt.

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GABE

Mi corazón salta en mi pecho.

—¿Era un sueño? ¿Viste al Mago?

Ella se gira hacia mí.

—No, Gabe. Estoy totalmente despierta.

Con una mirada hacia la ventana, tomo su mano y la llevo a la sala

familiar, sentándola en el sofá.

—Dímelo todo.

—Yo… —dice, exasperada—. Miré por la ventana y creí ver a Matt de pie

en la duna. Cuando volví a ver ya no estaba. Eso es todo.

Le creería, pero parecía estar convenciéndose a sí misma. Y, con el

Udjat apareciendo de la nada…

—Frannie, necesito…

Asiente con compasión, así no estoy obligado a terminar el

pensamiento. Ya me pasé físicamente esta mañana y ahora estoy

pidiendo hacer lo mismo mentalmente.

Pero necesito saber.

Me meto en los pensamientos de Frannie y debajo de la prevaleciente

confusión y del miedo, hay imágenes. Entiendo su confusión cuando la

imagen de Matt aparece, etéreo, sin substancia, flotando sobre la duna.

Con solo su memoria, es difícil saber si era real o no.

Detrás de la imagen, otras empiezan a aparecen. Hay algo cubierto de

sombras, justo al borde de la percepción, el Mago, ¿quizás? Luego el

Udjat, sin sentido de dónde salió.

Y luego yo.

La imagen en que estoy en sus brazos es fuerte y está llena de

emociones conflictivas: vergüenza, amor, culpa y lo más fuerte: deseo.

El calor sube por mi cuello hacia mi rostro mientras mi propio deseo

surge por el recuerdo.

Los deseos de la carne son algo difícil, estoy descubriéndolo. Una vez

que crecen es difícil menguarlos.

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—Sácame —le digo a Frannie.

—¿Qué?

—Sácame de tus pensamientos. Necesitas aprender cómo.

Espero y siento el tren de sus pensamientos girar hacia mí, aquí en el

sofá, justo ahora. Pero es solo un segundo antes de regresar a nosotros

en la cama.

—Inténtalo con más fuerza, Frannie. Concéntrate en regañarte a ti

misma —digo—. Aclara tus emociones y siente tu cuerpo físico.

Esto no ayuda. Sus pensamientos sí cambian a un cuerpo físico.

El mío.

Casi puedo sentir sus manos recorrer mi piel. Mi corazón palpita

dolorosamente en mi pecho y mi respiración es errática.

Me saco a mí mismo de sus pensamientos en cuanto la puerta principal

se golpea. Miro alrededor y Luc ya no está. A través de la ventana, lo

veo dirigirse hacia el borde del agua y quedarse ahí, mirando las olas,

con sus manos cruzadas sobre su cabeza.

—Lo lamento —dice ella, frotando su rojo rostro con la mano,

demasiado avergonzada para siquiera mirarme.

—Va a llevar algo de práctica, pero tenemos poco tiempo. Lucifer te ha

encontrado, Frannie. Puede que aún no sepa dónde estás exactamente.

—Muevo la cabeza—. O tal vez sí. Tal vez por eso Matt está aquí. No lo

sé. Todo de lo que estoy seguro es que Él está en tu cabeza.

—Él no está en mi cabeza, Gabe —dice y hay un tono defensivo en sus

palabras—. Recuerdo cómo se ve él… cómo se siente —agrega con un

estremecimiento—. Si Él estuviera en mis sueños, lo sabría.

Trabo mi mirada con la suya.

—¿Entonces cómo explicas lo del Udjat?

—¿El qué?

—El pendiente.

A la mención del pendiente, su rostro cambia, se endurece.

—No vino de Lucifer, si es lo que estás pensando.

—Frannie…

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Su mandíbula se tensa y cruza los brazos fuertemente sobre su pecho.

—En serio, Gabe —dice, parece querer pegarme—. Estuve en la misma

sala que Lucifer. Me ha tocado. Se lo que Él es.

Me hundo aún más en el sofá y la examino.

—De cualquier forma, necesito algo tuyo. Si este plan va a funcionar,

necesito conocer sus debilidades. Cuando Lucifer se aparezca en tus

sueños, necesito que busques sus debilidades.

—¿Debilidades? —pregunta—. ¿Acaso tiene alguna?

Mi interior se aprieta en una pequeña bola.

—Todo depende de eso.

—Entonces, ¿qué hago? ¿Cómo las voy a encontrar?

—Primero, necesitas aprender a bloquearlo de tu mente. No estarás a

salvo hasta que lo hagas. Él puede hacer lo mismo que tú. Puede

influenciar a las personas para que hagan lo que no harían de otra

forma. Si lo dejas entrar en tu mente, no sé de qué te podría convencer.

—Entonces lo bloqueo. ¿Luego qué? ¿Cómo voy a saber cuál es Su

debilidad?

Me siento enfermo al pensar en Lucifer en cualquier lugar cerca de

Frannie. Pero me concentro y me recuerdo que es la única manera. Ella

es una soldado.

—Tendrás que lograr que Él te lo diga.

Ella palidece.

—¿Por qué Él me lo diría?

—Ahí es donde entra tu Influencia. Tendrás que perfeccionarla. En la

batalla de voluntades, tendrás que ser más fuerte que Él.

—Bien —dice, respirando hondo, concentrándose—. Intenta entrar en

mi cabeza de nuevo.

Asiento, luego me permito deslizarme en su mente.

Su miedo sigue ahí, pero también hay un sentido de determinación.

Presiono más y las imágenes se vuelven difusas, ningún pensamiento

específico en la superficie.

—Mejor —digo.

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Pero con mi voz sus pensamientos regresan a esta mañana. Un

estremecimiento me recorre y me salgo de su mente antes de que me

lleve de nuevo ahí.

La puerta principal se abre de golpe y Luc pasa de largo, con arena

pegada a sus pies descalzos. Frannie lo mira, sus ojos suplicantes y mi

corazón se contrae.

Ella ama a Luc. Lo puedo ver claramente en su rostro cada vez que lo

ve. Y él la ama, tanto que ha rechazado todo lo que conoce para estar

con ella. Sé que sus sentimientos por mí no son los mismos. Lo que

compartimos es diferente, más basado en necesidad que en amor. Ella

me quiere por como la hago sentir, no porque me ame. Tengo que

controlarme, recordar mi lugar.

Pero es tan difícil no amarla… u odiarlo a él.

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Presagio

Traducido Por LuisaV8 y AlexiaCullen

Corregido por Sil-V

FRANNIE

Luc avanza por la habitación con sólo una rápida mirada en nuestra

dirección. Sus ojos escanean la mesa antes de ver a Gabe.

—Déjame ver el Udjat. Hay una manera de saber si es uno de sus

originales.

—Está ahí —responde Gabe, su barbilla sobresale en dirección a Luc.

—No —dice Luc, con alarma en su expresión.

Y puedo sentir su alarma tirando de mi pecho, una cruda sensación

succionadora rayando en el pánico. Cuando Gabe mencionó el colgante,

por una fracción de segundo, una parte de mí lo odió por tomarlo de mí.

Esa misma parte lo quiere de vuelta.

Gabe se levanta y cruza la mesa con un sentido de urgencia.

—Yo no lo toqué. —Miro a Luc con los ojos muy abiertos—. No puedo.

Mi corazón tira cuando me doy cuenta, justo en ese instante, de que

puedo sentir su peso en mi bolsillo, apretando contra mi muslo. Mi

pulso golpea en mis sienes mientras trato de dar sentido a esto.

Luc y Gabe intercambian una mirada cautelosa y siento la piel de

gallina pinchar mi piel.

—Parecía sólido, aunque en realidad no podía tocarlo. Pero la correa era

de cuero. ¿Podría simplemente desaparecer? —pregunta Gabe.

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Luc sacude la cabeza, pensativo.

—Tal vez... si Él lo llamó de vuelta. —Se frota la barbilla, pensando

todavía. Luego se vuelve hacia mí—. ¿De dónde viene, Frannie?

Su voz es insistente, y no puedo verlo, porque ahora lo sé. Con él en mí,

en mi poder, puedo verlo, al chico que me lo dio.

—No lo sé —miento.

—Déjame fuera —dice Gabe y sé que esto es más que un ejercicio de

entrenamiento. Él sabe que estoy mintiendo y quiere una excusa para ir

en busca de mi ángel de ojos verdes.

Pero no estoy dispuesta a compartirlo.

Siento a Gabe hurgando en mi cabeza y trato de hacer lo que él dijo,

concentrarme en mi cuerpo, el mundo físico.

Imagino una pared en mi mente, áspera, de piedra oscura con un

núcleo de hierro grueso, esta aumenta de altura, rodeándome y

protegiéndome.

Después de un minuto, suspira.

—Eso estuvo mejor —dice y estoy aliviada al instante. Pero luego me

atrapa el borde de sus palabras mientras añade:

—Pero esa pared se veía un poco demasiado familiar.

Tanto su mirada como su voz son duras y no sé qué pensar.

—¿Qué quieres decir? —pregunto cautelosamente.

Gira su aguda mirada sobre Luc.

—Ella está usando las paredes del infierno para defender su mente.

El único sonido en el silencio que sigue es el comienzo de una lluvia de

verano, tocando en el techo, luego un golpe en la puerta principal. Y es

cuando recuerdo a Faith.

Salto del sofá, agradecida por la interrupción.

—Esa es Faith. —Corro a mi habitación mientras Gabe se mueve a la

puerta—. Dile que estaré lista en un segundo.

Me meto en mi habitación y me quedo con la espalda contra la puerta

durante un minuto, tratando de recuperar el aliento.

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Cuando puedo pensar, rebusco entre mis cosas y saco mis

calentadores. No es perfecto para el judo, pero no traje mis cosas de

entrenamiento. Ato mi pelo en un moño y envuelvo una cola de caballo

en la misma. Cuando salgo de mi habitación, Faith está de pie en la

sala de estar con Gabe.

—No dejarla fuera de mi vista —termina Gabe, con la voz en alto.

—Dijiste que podía ir, Gab —le digo, tratando de olvidar que la única

razón por la cual lo dijo en primer lugar fue porque accidentalmente lo

Influencié.

—Él sólo la puede encontrar mientras está durmiendo, ¿Verdad? Te

puedo garantizar que no estará durmiendo. —Faith lanza una sonrisa

hacia mí—. Es imposible dormir cuando te están pateando el trasero.

—Sueña —le digo, sintiéndome ya más ligera.

—Ella necesita esto. Déjala ir. —La voz de Luc viene de la mesa, donde

está apoyándose, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Gabe me mira, luego a Faith.

—Está bien. Iré con ustedes —dice.

Faith levanta su ceja hacia Gabe en un reto, mientras una de las

esquinas de su boca se detiene en una sonrisa divertida.

—Si vas, mejor deberías estar preparado para luchar.

Se inclina sobre el respaldo de una silla y se cruza de brazos, y puedo

decir que no se está dando por vencido.

Así que lo hago de nuevo.

Estará bien. Empujo el pensamiento con mi mente y veo la cara de

Gabe.

—Puedes hacer ejercicio en la playa —dice, lo que demuestra cuán

inútil es mi Influencia cuando estoy tratando de usarlo a propósito.

—Ella necesita un entrenamiento real —sostiene Faith.

Déjame ir. Voy a estar bien, presiono de nuevo.

Gabe me mira duramente durante un largo minuto, luchando una

batalla interna.

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—Una hora —finalmente concede—. Pero cualquier signo de la

tripulación de Lucifer y estás fuera de allí.

Faith me da un golpe de nudillos.

—Patea algunos traseros —dice Luc, empujando fuera de la mesa.

Una sonrisa tira de sus labios y mi corazón se acelera, recordando

nuestras lecciones de judo y a donde llevaban por lo general.

Casi le pregunto si quiere venir, queriendo una excusa para tocarlo,

pero decido que probablemente sería una mala idea.

—Está bien. Nos vemos más tarde.

Me sonríe y asiente una vez más.

—Estén seguras —dice Gabe mientras recojo a Faith en el camino hacia

la puerta—. ¡Y conduce con cuidado! —grita después de nosotras

mientras la puerta se cierra.

LUC

La veo irse mientras Gabriel parpadea en la puerta y luego me mira.

Me muevo a la ventana y miro después de Frannie y Faith, mientras se

van.

—Su Influencia se está haciendo más fuerte.

Oigo un suspiro.

—Un arma de doble filo.

Ladro una carcajada.

—Ten cuidado con lo que deseas.

Cuando me vuelvo hacia él, su expresión es tensa.

—Quiero saber más sobre el Udjat. ¿Cómo funciona? —dice.

Ácido se revuelve en mi estómago ante el pensamiento de Frannie con

un Udjat.

—Lucifer forjó seis Udjat en el Lago del Fuego, uno para él y los demás

para cada uno de los cinco arcángeles que cayeron con él. Cada uno

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está destinado a su propietario. Una vez en posesión de su propietario,

en caso de pérdida o retirada, él siempre volverá. —Camino a la cocina

y me dejo caer en una silla—. La historia cuenta que Lucifer lo hizo

para premiar la fidelidad de los arcángeles, aumentando su poder. —No

puedo detener la risa amarga que escapa a mi pecho—. Pero él es un

fanático del control. Creo que lo hizo para mantenerlos a raya, para

controlarlos. Él no creó los arcángeles, después de todo, por lo que

perdió sus beneficios de programación de lealtad especiales.

—Así que, si Él lo trajo a través de las Tierras Sombrías, entonces es

capaz de atravesar los planos —dice Gabriel—. Si Él lo llamó de nuevo,

es posible que pueda tener, qué... ¿Piernas de la nada?

Me apoyo en la mesa.

—Cada Udjat contiene una pequeña porción de su esencia. Ellos están

vivos, para efectos prácticos.

Se deja caer en una silla frente a mí, con la cabeza entre las manos,

pensando.

—No puedes hablar en serio sobre el uso de ella para atraer a Lucifer

aquí.

Él sacude su cabeza hacia arriba y me fulmina.

—Lo digo en serio.

—No voy a dejar que lo hagas. —Le quiero arrancar la silla y agitarlo

para hacerlo entrar en razón, pero viendo que el querubín ha tenido

problemas para controlar su temperamento últimamente, eso

probablemente sería contraproducente.

En cambio, me levanto y camino hacia la ventana mientras la lluvia

empieza a apedrear el vaso.

—Tiene que haber otra manera.

—Sabes que esto no terminará hasta que Frannie esté muerta y un lado

tenga su alma o Lucifer se haya ido. Yo prefiero la segunda opción, y la

única manera que se me ocurre de llegar allí es traerlo aquí donde lo

pueda manejar.

Me vuelvo hacia él.

—Pero ahí está el problema, Gabriel. No lo puedes manejar. Al final no

obtendrás ninguna de las opciones. Lo que obtendrás es a Frannie en

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las garras de Lucifer y tú, yo, y la mayoría de la humanidad muerta y

quemada en el infierno. Así que, si eso es a lo que vamos a ir...

Viene hacia mí en un instante, golpeándome contra la pared.

—Ella puede hacer esto. ¡Tiene que hacerlo!

Lo empujó hacia atrás.

—Si hubiera tenido meses para aprender a usar su Influencia, tal vez.

Pero incluso en ese caso sería una posibilidad muy remota. Estamos

hablando de Lucifer.

—Acabas de decir que su Influencia es cada vez más fuerte. Ella estará

lista. —Él me empuja de nuevo y gira hacia la cocina.

—No lo estará y tú tampoco.

Envía un rugido y salen astillas de madera mientras pone su puño a

través de la puerta del armario al lado del fregadero.

—¿Qué demonios te pasa?

Se da vuelta lentamente y me mira fijamente durante un largo momento

antes de irrumpir delante de mí hacia la puerta. Él la arroja abierta y,

mientras cierra detrás de él, capturo su gruñido de despedida.

Me hundo en el sofá y trato de solucionar esto. Si no hubiera visto el

Udjat con mis propios ojos, no lo creería. Pero el hecho de que ella lo

tuviera confirmaba que ha sido encontrada. No sólo eso, sino con orden

de entregarlo, ya sea el mago o el mismo Lucifer, ha encontrado su

camino hacia el mundo corporal.

Nuestro mundo.

Lo que significa que el tiempo se acaba.

Me dirijo a mi habitación y me cambio a unos pantalones cortos.

Necesito correr. Desde que he sido mortal, he descubierto que es el

único momento en que puedo pensar con claridad. Empujo la puerta en

la tormenta y me lanzo por la playa. Corro y pienso.

Gabriel está loco. Él va a conseguir que Frannie muera. No puedo dejar

que eso suceda.

Corro más rápido, sintiendo la lluvia picar mi cara.

Tengo que sacarla de aquí.

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Nos vamos. Esta noche. Irnos es peligroso, pero no es tan peligroso

como quedarse. Es lo único que se me ocurre hacer para protegerla de

Gabriel. Nunca pensé que llegaría a esto, pero en él no puedo confiar.

Necesito distraer a Faith y deslizar a Frannie para pasar a Gabriel.

Cuando llegue a casa se lo diré. Ella confiará en mí.

Tiene que hacerlo.

FRANNIE

—¿Qué tan lejos es? —pregunto.

—Alrededor de una media hora. —Faith hace clic en los

limpiaparabrisas contra la lluvia, cayendo en láminas desde el cielo

gris. Golpean a un ritmo constante a medida que nos retiramos hacia la

carretera curtida que conduce de nuestra pequeña comunidad costera a

la autopista.

Intento no mirar mientras ella conduce hábilmente su desgastado

Impala alrededor de los baches, pero es la única Grigori que he

conocido que no sea mi padre y no puedo dejar de preguntarme si hay

algo que debería notar. Nunca pensé que había algo extraño en mi

padre, bueno... que no fuera su gusto por las coles de Bruselas. Pero

ahora es diferente.

—Entonces... ¿Eres Grigori?

Una sonrisa tira de su boca.

—Pensé que ya establecimos eso.

Durante un tiempo, no digo nada. Tengo tantas preguntas, pero no

quiero parecer entrometida.

—¿Hay algo que quieras saber? —ofrece.

La miro a tiempo para ver su mirada en mi dirección.

—¿Qué se siente? —pregunto.

Los engranajes rechinan mientras descendemos y negocia a la estrecha

carretera.

—¿Qué? ¿El cielo?

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—No ¿Qué se siente caer?

Sus ojos se mueven a los míos por un instante, luego mira hacia atrás a

través del parabrisas.

—Es... difícil.

—¿Por qué decidiste convertirte en Grigori?

—Porque la alternativa apesta.

—Sin embargo, algunos ángeles la eligen.

Ella asiente, con una expresión cada vez más solemne.

—Sí.

—¿Acaso Gabe te habló de mi hermano? —pregunto, mi pecho

oprimiéndose.

—Matt —dice sin mirarme.

—¿Le conocías?

—No. Nunca nos presentaron. —Sus ojos revolotean hacia mí—.

Gabriel dijo que era tu guardián. En realidad eso no es normal.

Asiento, luego me inclino en la ventana, intentando encontrar aire a

través de mi garganta cerrada. Era un error hablar de esto. Estoy

totalmente dividida entre la necesidad de saber todo y aterrorizada de lo

que podría descubrir.

Su mano está sobre mi espalda.

—Lo siento, Frannie.

Me encorvo durante más tiempo, hasta que puedo respirar de nuevo.

—Estoy bien —digo, empujándome a mí misma a incorporarme—. Sólo

es… no entiendo por qué él elegiría eso.

Ella se encoje de hombros.

—Es difícil pensar con claridad. Lo primero de todo, en verdad duele…

perder nuestras alas. —Hace gestos ante el recuerdo—. Y segundo, es

difícil aceptar que si estamos en la Tierra, perderemos casi todos

nuestros poderes. Lo único que me salvaba era que no podía imaginar

volver nunca más. —Ella me mira fijamente—. Cuando los mortales

piensan en ángeles caídos, creen que hemos caídos del Cielo, pero en

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realidad, hemos caído de Su Gracia. Eso es la parte insoportable… y la

parte que quiero ganar de nuevo.

Cojo una pelusa del cinturón de seguridad.

—¿Hay alguna oportunidad de que Matt pudiera regresar alguna vez?

¿Podría cambiar su pensamiento? —No me atrevo a mirarla, pero sé por

su vacilación que la respuesta es no.

—Realmente lo siento, Frannie —expresa, su voz apenas audible sobre

el golpeteo del limpiaparabrisas y la lluvia cayendo a cántaros.

Hay un fuerte pellizco en mi pecho y me pregunto durante un momento

si estoy teniendo un ataque al corazón. Pero se desvanece lentamente.

—Tengo que traerlo de vuelta —digo.

Odio la simpatía en el rostro de Faith cuando la miro. Ella se gira de

nuevo hacia la carretera.

—No he escuchado nunca que eso suceda antes. Una vez que un ángel

elige a Lucifer, no hay razón para que Él lo quiera dejar marchar.

—Sólo porque tú nunca has oído eso no significa que no pueda suceder

—digo, pensando en Luc.

Ella toma una respiración profunda.

—¿Y qué más? —pregunta después de un minuto en un silencio

incómodo, su voz llena de una alegría falsa.

Me encojo de hombros y miro fijamente fuera del limpiaparabrisas.

—¿Tienes que dormir?

Ella se ríe.

—Sí.

—Pero te vi sentada en tu ventana esta mañana, mirándome. —Me doy

cuenta de cómo de acusatorio suena eso solo después de abrir mi boca.

Ella sale de la carretera y acelera el motor, haciendo que las ruedas

traseras pierdan tracción en el pavimento húmedo para un giro.

—Es mi trabajo. Cuando estabas en casa, tu padre hacía lo mismo.

—¡Él nunca se sentó fuera mirando mi ventana! —Sé eso porque Luc lo

hacía y papá no estaba ahí fuera.

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—No, pero estaba despierto.

Me desplomo sobre el asiento.

—Así que si estás despierta toda la noche mirándome, ¿cuándo

duermes?

—La mayor parte durante el día, cuando estás con Gabriel.

Cogí un hilo suelto del dobladillo de mi suéter.

—¿Cómo funciona eso?

—¿Qué?

—Mi padre. Y mi madre. Ellos están juntos… casados. —No estoy

segura de cómo redactar lo que estoy intentando preguntar.

—¿Así que quieres saber si nosotros nos enamoramos?

—Sí… y, no sé… Cómo son tan… humanos, supongo, que nadie sabe

que eres de verdad un ángel.

Su rostro está serio y marcado con tristeza mientras ella me mira de

reojo.

—No somos ángeles, Frannie. Ya no. —Suspira y no dice nada más

durante un tiempo largo—. Nos enamoramos —ofrece al final—. No

todos nosotros, pero sí algunos. — Me mira de reojo de nuevo—. Está

permitido.

Sus ojos se deslizan de nuevo a la carretera.

—En cuanto a lo de la apariencia humana, envejecemos más despacio

que los humanos, pero aún envejecemos y eso es todo el tiempo que

tenemos para ganar nuestras alas de vuelta. Si no las ganamos de

nuevo dentro de nuestro periodo de vigencia Grigori, entonces morimos

y somos juzgados como lo sería cualquier otra alma mortal. Pero incluso

si somos dignos de ser juzgados por el Cielo, primero hay un largo

camino en el Purgatorio.

Pienso sobre eso durante un momento.

—¿Qué tienes que hacer para ganar de nuevo tus alas?

—Algo excepcionalmente celestial.

—¿Como…?

Ella me sonríe con superioridad, recordándome de nuevo a Taylor.

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—Si yo supiera eso, lo habría hecho.

—¡Oh! —digo, deslizándome más profundo en mi asiento—. ¿Has estado

alguna vez enamorada? —Suelto sin pensar.

—Eso es un poquito personal, ¿No crees? —espeta.

—Lo siento.

Mira fijamente a través del parabrisas y su expresión se suaviza.

—Sí —dice en un tono bajo—. Eso es por qué caí.

Me quedo quieta durante un minuto, atontada, pero entonces siento

que la rabia aprieta mi mandíbula.

—¿Arrojaron a ángeles fuera del Cielo por estar enamorados? Eso está

mal.

—Se supone que amamos al hombre por encima de todo lo demás. Esa

es nuestra directriz.

Agito mi cabeza.

—Aun así, no me parece justo. —Le echo un vistazo—. Aunque debe

ser increíble, estar tan enamorado que te rendirías ante el Cielo para

estar juntos.

Ella se encoge de hombros y su boca se estira en una línea dura.

—No es tan increíble. Él apenas sabe que existo.

—¡Oh! —digo. Estaba tan absorta en lo romántico que era todo esto que

no se me había ocurrido si él la quería—. ¿Le has dicho alguna vez

cómo te sientes?

—No puedo.

La ira estalla con una presión en mi pecho.

—Eso es una mierda. Si le amas deberías decírselo. Especialmente si

abandonaste todo por estar con él. Él debería saber esto.

En un santiamén las palabras salen de mi boca que mi garganta se

aprieta. Soy un poco hipócrita.

Su respiración no es del todo tranquila y me pregunto si va a llorar.

—No importaría.

Respiro profundo y la miro.

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—Eres preciosa. Si él supiera…

Ella se ruboriza.

—Él tiene cosas más importantes de las que preocuparse en este

momento. —Su mirada se desliza hacia mí durante un segundo y ahí

hay algo oscuro—. Y creo que está enamorado de otra persona.

—Bueno, eso apesta.

—Sí —confirma, agarrando el volante un poco más fuerte.

La lluvia se levanta cuando sale de la autopista y se entrelaza a través

de las estrechas calles de una pequeña y tranquila ciudad. La ciudad

parece abandonada en su mayor parte, probablemente, debido al

tiempo. Nos detenemos en una zona industrial decrépita y se desliza en

un estacionamiento cerca de unos cuantos coches al lado de un

almacén azul oxidado.

—Aquí es —dice con su estado de ánimo elevándose.

Estamos empapadas cuando irrumpimos por la puerta de acero en el

espacio poco iluminado. Es cavernosa… nada como un acogedor

estudio para volver a casa. Hay espejos sucios en una pared con

colchonetas repartidas debajo de ellos y al otro lado los sacos

espaciosos cuelgan de las vigas de acero. A pesar del sofocante calor

veraniego de fuera, hace mucho frío.

Un hombre asiático bien formado con hombros anchos y una cojera se

acerca cuando damos un paso más adentro en el área.

—¡Faith! Nos traes carne fresca. —Una sonrisa se extiende por su cara y

empuja a Faith en un abrazo de oso.

Ella lucha contra su agarre. Su sonrisa se convierte en un alegre reto.

Dan vueltas y giran en una danza salvaje mientras ella se fuerza por

liberarse y escucho su risa. Cuando finalmente se libera un minuto

entero más tarde, se gira hacia mí, con su cara rosada por el esfuerzo.

—Colby Black. Judo —dice a modo de presentación y me toma un

segundo recordar que soy yo.

El hombre me mira por encima.

—Bienvenida a la jungla.

Faith echa un vistazo alrededor del almacén.

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—Bastante escasa hoy. ¿A quién tenemos que soportar contra ella?

Él se encoge de hombros y con su brazo ondea hacia la esquina trasera.

—Phil está entrando en calor.

—Sé serio, John. Phil es, como, de sesenta años o algo así.

John rompe en una enorme sonrisa.

—Bueno, eso nos deja a ti o a mí. —Me mira—. ¿Qué nivel?

—Sexto —digo.

Sus ojos se abren.

—¿Negro?

Asiento.

—En realidad… —Me mira de arriba abajo, incrédulo, entonces una

sonrisa astuta se desliza por su rostro—. Vamos a ponerte contra

George.

Faith mira alrededor.

—¿Quién?

—Es nuevo. Vamos a calentar —dice, gesticulando a los sacos.

Faith mira a John alejarse.

—George. —Ella se gira hacia mí y se encoge de hombros—. Suena

bastante inofensivo.

—No quiero alguien inofensivo —murmuro—. En realidad estoy

buscando meterle una paliza a alguien. Demasiados días de frustración

acumulada.

—Veremos —dice, enganchando mi brazo y llevándome hacia las

colchonetas.

Nos amoldamos y luego nos dirigimos a los sacos. Durante un minuto

me pregunto si he cometido un error. Estoy teniendo problemas para

encontrar mi ritmo con el saco. Pero, poco a poco, viene de vuelta hacia

mí y mi cuerpo comienza a moverse por sí mismo. Cuando estoy lista

me alejo.

Faith se gira en su saco.

—¿Quieres pelear? ¿Calentar para George?

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—Claro —digo.

Nos trasladamos a una pequeña colchoneta en la esquina y nos

quedamos en medio. Ella se inclina y yo también.

—¿Lista? —pregunta.

—Lista —respondo.

Se agacha y da vueltas alrededor de mí, y yo en contra, en una posición

defensiva, no segura de qué esperar. Cuando ella arremete con una

patada, la bloqueo, pero inmediatamente sé que no es ninguna

principiante. Continuamos dando vueltas y mantengo mi postura

defensiva y lanzo un golpe ocasional sintiendo sacarla. Mantengo mis

ojos abiertos para su debilidad. Todo el mundo tiene uno.

Y entonces lo veo.

No se mantiene lo suficientemente baja cuando se mueve a su derecha.

Da vueltas hacia su izquierda y arroja un una patada que roza mis

costillas. Salto hacia atrás, pero inmediatamente recupero mi equilibrio.

Ella envía otro golpe en mi dirección, lo bloqueo y la conduzco hacia su

derecha con una patada en su cadera. Mientras se arrastra hacia su

derecha, desato otra patada, la cual bloquea, seguida inmediatamente

con un puñetazo en su hombro, contacta y la arroja fuera de su

equilibrio. Aprovecho la apertura para lanzarme y torcer su brazo en un

bloqueo, arrojándola a la colchoneta.

—¡Auuch! —llora. Al principio estoy asustada de haberla herido y la

dejo marchar. Pero cuando se da la vuelta hacia mí, la rabia grabando

líneas en su cara, me doy cuenta de que era un lloro de frustración.

Toma una respiración profunda y se empuja sobres sus pies. Su cara

se suaviza cuando alza sus cejas.

—Estás lista —jadea—. Vamos a buscar a John.

Agarro mi morral y nos dirigimos a través del centro vacío del almacén

húmedo hasta la esquina de atrás, donde hay tres colchonetas de

tamaño medio colocadas a lo largo de la pared del fondo. Dos de ellas

están ocupadas. Un chico mayor con unas peleas de vientre con una

mujer afroamericana de aspecto atlético en sus treinta. Al lado de ellos,

no hay rastro de la cojera de John cuando baila sobre la alfombra con

un hombre más pequeño, e intercambian golpes. Me quedo quieta

durante un minuto, analizando sus opciones, y miro al pequeño hombre

hacer un error fatal. La patada de John viene baja y rápida, y el hombre

pequeño no es capaz de desviarlo. Pierde su enfoque… y su equilibrio,

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justo lo suficiente para que John embista en el brazo bloqueado y le

tumbe sobre la lona, inmovilizándole.

—Tu turno, Rubita —dice cuando libera al hombre debajo de él.

Miro alrededor.

—¿Yo?

—Tú —responde—. ¡George!

Sigo su mirada para ver a un hombre descomunal de dos metros diez de

altura en sus tempranos veinte años dando una caminata por las

sombras en el rincón. Tiene los tradicionales pantalones negros sueltos,

pero su torso desnudo está formado, con el pelo castaño, ojos oscuros y

un tatuaje negro con un patrón intrincado de telarañas a través de su

hombro derecho y hacia abajo en su brazo.

—Rhen —susurro.

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Fruta prohibida

Traducido por Klarlissa

Corregido por MaryJane♥

FRANNIE

—John. Sé realista. Ella mide metro y medio de alto —dice Faith, y

puedo ver el miedo detrás de la mirada que me lanza. Ella sabe lo que

es Rhen.

Niego con la cabeza, con los ojos fijos en los de Rhen mientras me

sonríe desde el otro lado de la colchoneta.

—Está bien. —Estoy sorprendida de sentir una sonrisa tirando de mis

labios, pero la cosa es que sé que puedo llevarlo. Tengo que

adelantarme. Y lo mejor de todo, es que incluso podría dar razonables

batallas mientras le doy de palos y hago que me diga todo lo que sabe.

—¡Frannie! Sé seria —sisea en mi oído—. Se lo prometí a Gabriel. ¡Nos

vamos de aquí!

—No. Él no quiere hacerme daño. —Faith agarra mi brazo, pero se me

cae la mochila y me aparto de su alcance, caminando sobre la alfombra.

Rhen y yo pasamos al centro y nos inclinamos. Sonrío y le pregunto:

—¿George?

Una sonrisa burlona destella sobre su rostro fuerte y apuesto.

—Estoy de incógnito... —Alza la ceja—. Colby.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Y ahora qué?

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Una sonrisa perezosa tira de sus labios mientras se agacha gran parte

en cuclillas.

—Yo gano, tú me haces mortal.

—¿Y si gano yo?

—Me haces mortal —dice, sus ojos estrechándose hasta rendijas.

—No veo la parte positiva, Rhen.

—George —corrige, sin humor en su voz.

—Lo que tú digas —espeto quejándome—. ¿Qué tal esto? Si yo gano, no

le dirás a nadie dónde estoy.

Una lenta y sostenida sonrisa aparece en su rostro.

—¿Confías en mí para mantener mi palabra? Una chica ingenua.

Tengo un repentino destello de Luc diciéndome la misma cosa antes de

saber lo que era. Parece como toda una eternidad. Era ingenua en ese

entonces, pero ya no.

—En lo que confío es en que si todo el infierno sabe dónde encontrarme,

no conseguirás lo que quieres. No estás en tu mejor interés de

compartir.

—Si ustedes dos sólo van a hablar, hay un Starbucks en la calle —se

burla John desde el borde de la alfombra.

Me dejo caer en cuclillas y balanceo mi pierna, pero Rhen desvía mi

patada fácilmente.

—Estoy oxidada —murmuro en voz baja mientras él sonríe.

Él contraataca con un golpe en mi esternón, pero lo desvío y giro,

conectando con una patada en su rodilla.

—¿Cómo me has encontrado? —pregunto mientras se vuelve y baja de

nuevo en sus cuclillas. Intercambiamos un par de golpes.

Él sonríe y luego se balancea hacia afuera con su pierna, doblando la

rodilla y haciéndome caer a la lona.

—Secreto profesional.

Se lanza hacia mí, listo para la batalla, pero con un rápido movimiento

ruedo hacia atrás por encima de mi hombro y salto a mis pies. Desato

una patada que conecta con sus costillas, meciéndolo en sus talones.

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—Dímelo y no te avergonzaré tanto —agrego, consiguiendo golpear el

costado de su esternón.

Me mira duramente a los ojos mientras recupera su equilibrio.

—No puedo. Pero sabes que estoy de tu lado, la mayor parte.

—Así que eres, como, un agente doble —le digo, bloqueando el puñetazo

en mi cara.

—Algo así —dice, perdiendo el seguimiento de su golpe cuando me

agacho a mi derecha.

—Dime cómo me encontraste —advierto.

—¿O qué?

Desvío su golpe luego giro mi pie hacia su pecho.

—O voy a hacerte chillar como una niña.

Algo pasa sobre su rostro cuando tropieza de nuevo con mi golpe y

puedo verlo contemplar la posibilidad de decírmelo… tal vez recordando

cuando lo llevé al estacionamiento de Luc el día que nos fuimos de

Haden. Él abre la boca pero luego se lanza sobre mi brazo. Trata de

hacerme una llave, pero es demasiado lento. Aparto su mano de mi

brazo y lo arrojo sobre mi hombro. Golpea con un ruido sordo y me

mira, sorprendido, antes de obligarlo de un salto.

Podría haber acabado con él allí mismo. Hubiera sido muy fácil hacerle

una llave en mi brazo y fijarlo a la lona. Pero tengo que admitir que me

estoy divirtiendo mucho. Esto se siente muy, muy buen. Mis ojos se

desplazan hacia la pequeña multitud reunida en el borde de la alfombra

mientras alguien grita:

—Aplasta al bastardo.

Estoy bastante segura de que Rhen no quiere matarme, y, aunque lo

hiciera, no creo que lo hiciera con testigos. Pero volver a mi rutina,

rompiendo de verdad a sudar, le está haciendo maravillas a mi estado

de ánimo.

Alzo mis cejas hacia él mientras circula a mi derecha.

—¿Y?

Él inhala un suspiro y luego envía un puñetazo a mi cara.

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—Mientras que Marc estaba ocupado tratando de volar del cielo, he

optado por un plan mejor.

Me agacho bajo su golpe y él desvía mi patada vengativa.

—¿Cómo qué?

—Soborno —dice con un gruñido, desatando una patada en mi pecho.

Me giro y agarro la pierna, tirándolo al suelo, y luego lo hago rodar

lanzándolo sobre su espalda y haciendo una llave con mi pierna,

inmovilizándolo.

—¿Quién?

Él lanza una mirada maliciosa hacia mí.

—¡Ja! —grita John desde el otro lado de la colchoneta—. Tenemos que

encontrar una competencia más dura.

—¿Quién? —pregunto de nuevo al oído de Rhen, endureciendo la llave.

Él rechina la mandíbula y me lanza miradas.

A continuación John y Faith están de pie al lado de nosotros.

Desenredo mis piernas de alrededor de Rhen y ambos nos ponemos de

pie.

—Gracias, George —le digo, caminando fuera de la lona. Agarro mi

mochila y sigo caminando hacia la puerta.

—Estaré vigilando —grita después de mí, con una sonrisa en su voz.

Echo un vistazo por encima de mi hombro.

—No, si te veo primero.

***

—¿Qué dijiste? —pregunta Faith cuando nos metimos de nuevo en el

Impala.

—Nada —miento.

Necesito encontrar la manera de jugar con esto. ¿Cómo puedo conseguir

que Rhen trabaje para nosotros y no contra nosotros? Antes de irnos a

Haden, dijo que no era una sublevación en el infierno. ¿Cómo puedo

ayudarle, aparte de convertirlo en humano, lo que estoy bastante

segura que no lo puedo hacer? ¿Y a quién sobornó para buscarme?

Me doy la vuelta y miro a la única persona que sabe que estamos aquí.

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—¿Alguna vez has conocido a ese hombre antes?

—¿El demonio? No. —Ella niega con la cabeza mientras gira la llave. El

contacto traquetea y después arranca—. Gabriel me va a matar.

—No, si no lo sabe.

Me lanza una mirada.

—Estás seriamente desenfocada, Frannie. Sabes que él puede leer tus

pensamientos.

—No va a ir a buscarnos a menos que piense que hay una razón y estoy

mejorando bloqueándolo.

Ella me mira y juraría que estaba conteniendo las lágrimas.

—No puedes ocultarle esto a él. Está tratando de mantenerte a salvo.

¡Es todo lo que le importa!

El dolor en su voz totalmente la delata y mi corazón salta como si me

golpeara.

—Estás enamorada de Gabe.

Celos me patean en el estómago y al instante me odio por ello. No tengo

que reclamarlo. Tengo que dejar de actuar como yo.

Ella sigue mirando a través del parabrisas como si arrojaran lluvia en el

techo del coche, pero no responde.

—Si Gabe sabe que he sido encontrada, nos iremos.

Me siento mal con mi nuevo conocimiento descubierto a mi favor, pero

necesitamos tiempo para resolver esto.

Su mandíbula rechina apretadamente.

—Y debería hacerlo.

Miro pasar la ciudad fantasma y luego tomo una respiración profunda.

—Faith, escúchame. Ese demonio no quiere hacerme daño. Él quiere

que lo haga humano, lo que puede dar lugar a un levantamiento en el

Infierno.

Se vuelve a mirarme con un estás loca pegada en su cara.

—Eso no tiene sentido. ¿Cómo puedes convertir a un demonio en un

humano? —Sus ojos se desplazan de nuevo a través del parabrisas

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mientras se desvía alrededor de un bache del tamaño de un cráter en el

centro de la carretera, pero no puede desviarse del más pequeño un

poco más allá—. Y, ¿de qué serviría que lo hagas incluso si pudieras? —

pregunta, su voz discordante cuando nos topamos con el bache.

Saco mi pelo fuera de la coleta de caballo y rasco mi cabeza, debatiendo

si ya he dicho demasiado.

—¿Cuánto te ha dicho Gabe de nosotros?

—¿Acerca de los dos? —Sus ojos llamean mientras me lanza una

mirada y me pregunto cuánto sabe.

—Realmente quería decírtelo —digo con una mueca, tratando de

bloquear mi memoria del beso de Gabe de esta mañana—. ¿Te dijo por

qué estamos aquí?

Mira fijamente a través del parabrisas, con la mano apretando en el

volante.

—Él dijo que eres su primera prioridad y te trajo aquí para que pudiera

protegerte.

—¿Sabías que Luc es un demonio?

—Luc no es un demonio —dice ella, incrédula—. Sería capaz de decirlo.

—Tienes razón, ya no lo es…

Su expresión se convierte en sospechosa, formando arrugas en las

esquinas de sus ojos a medida que estrecha.

—¿Estás tratando de hacerme creer que lo volviste humano? —Su

mirada se torna rápidamente a la mía—. Porque eso es ridículo.

—¿Lo es? ¿Estás segura?

Gira de nuevo a la carretera y se queda en silencio durante un minuto.

—Bien, entonces, aunque crea que podrías hacer eso, ¿cómo ayudaría

esto al demonio George con su levantamiento?

Me encojo de hombros.

—Él dice que nadie ha sido capaz de hacerle frente a Lucifer hasta que

Luc lo hizo. Él piensa que hubo un cortocircuito en el cableado infernal

de Luc algo así o cuando fue humano.

—Me he perdido.

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Respiro un suspiro de irritación.

—Simplemente toma mi palabra. ¿Por favor? Rhen no quiere a Lucifer

para sacarme. Como cuestión de hecho, creo que iba a trabajar con

nosotros para asegurarse de que no.

—¿Quién es Rhen?

Pongo los ojos en blanco y gimo.

—George.

—Esto es muy confuso. —Se lamenta, haciendo clic y subiendo los

limpiaparabrisas mientras salimos a la carretera.

Me desplomo en el asiento.

—Entonces, ¿se lo vas a decir o no?

Ella vacila demasiado tiempo.

Suspiro de nuevo.

—¿Cuánto tiempo llevas enamorada de Gabe?

Un resoplido amargo se le escapa.

—Siempre.

Echo un vistazo a su dirección.

—¿Y nunca se lo dijiste?

Niega con la cabeza.

—Cuando morí, él fue… —Se calla y espero, pero no continúa. En

cambio, mira por el parabrisas, su mandíbula apretada y su blanca

mano en el volante.

—¿Cómo moriste? —pregunto finalmente.

—Fui asesinada. —Ella me lanza una mirada firme—. Por mi padrastro.

Siento frío de repente, un escalofrío recorre mi columna vertebral y toda

mi sangre es drenada de mi cara. ¿Por qué lo he preguntado?

¿Realmente quiero saber eso?

—¿Cuántos años tenías?

—Dieciséis. Él sabía que iba a decírtelo, así que... —Se calla y parece

que está luchando contra las lágrimas.

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Brotes de ira toman vida dentro de mí, por primera vez parpadeo y

luego un resplandor, imaginando lo que debió haber sufrido. ¿Cómo es

que nadie podría haberla ayudado?

Respira un largo y lento suspiro y lo mantiene durante un minuto.

—Al llegar al cielo, te ordenan que ingreses a su grupo. Supongo que

debido a que todos los años que mi padrastro... —Se apaga de nuevo y

traga saliva—. Me pusieron con los guardianes. —Finalmente termina.

—¿De esa forma conociste a Gabe?

Ella asiente con la cabeza.

—Estaba aterrorizada y él era tan amable. Y paciente. —Su mirada

revolotea hacia mí y, a pesar de que sus ojos están húmedos, hay solo

la sombra de una sonrisa en ellos—. Cometí un error, es por eso que

estaba entrenando tanto tiempo. —Su mirada permanece perdida a la

distancia—. Él me enseñó mucho... empezando por el hecho de que lo

que me pasó no fue culpa mía. Y finalmente... me di cuenta de que

estaba enamorada de él.

Me parece que estoy luchando contra las lágrimas cuando trago y siento

un bulto húmedo en la parte posterior de mi garganta.

—¿De quién eres guardián? —pregunto.

Sus ojos se oscurecen más.

—No lo sé, de nadie. No he llegado tan lejos. Me caí antes de haber

terminado la formación.

Siento que algo toca dolorosamente en mi pecho mientras las piezas

encajan en mi cabeza.

—Caíste porque amabas a Gabe —le digo.

Ella asiente, a pesar de que no es una pregunta.

Sus ojos se deslizan hacia mí y espero no parpadear.

—Dijiste que hiciste a Luc humano. —Se vuelve de nuevo a la

carretera—. ¿Podrías hacer a Gabriel humano también?

El recuerdo de estar envuelta alrededor de Gabe en mi cama la noche

del funeral de Taylor se entromete en mis pensamientos. En ese

momento, habría dado cualquier cosa por él para ser mortal. Pero

ahora, sabiendo lo que Faith hizo por él, no puedo creer lo egoísta que

he sido.

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—No.

Me hundo más en el asiento y cierro los ojos, escuchando como el

martilleo de las gotas de lluvia que caen sobre el techo se hace más

lento.

Cuando chisporrotea hasta detenerse en la entrada de Faith, abro los

ojos y encuentro que la lluvia casi se ha detenido. Salgo del Impala y

miro a través de la playa las furiosas olas, amenazando con tomar la

playa a medida que ruedan nuevamente dentro en el océano gris.

—Gracias —le digo por encima del auto mientras Faith sale.

Ella me mira.

—No voy a decir nada por ahora. Pero si veo a ese demonio cerca de ti

otra vez, eso será todo.

Asiento cuando unas regordetas gotas de lluvia salpican en mi pelo.

—Hasta luego.

Corro a través de las dunas entre la casa de Faith y la nuestra, y

cuando llego a la terraza, veo una figura oscura moviéndose hacia mí

sobre la gris playa, que viene de la otra dirección. Empujo la puerta a la

vacía sala, asustada de esperar y ver en qué se convierte esa forma a

medida que se acerca.

¿Matt? ¿Rhen?

Me dirijo a mi habitación y alcanzo la manija cuando Luc irrumpe a

través de la puerta principal, respirando con dificultad. Presiona hasta

cerrarse contra una ráfaga de viento y se vuelve hacia mí. Sus pies

descalzos están cubiertos de arena y sus pantalones cortos deportivos

negros y camiseta gris están pegados a su cuerpo y gotea hasta formar

charcos sobre el suelo de madera.

—¿Te fuiste corriendo bajo la lluvia? —pregunto.

Él sonríe, pero es tensa.

—¿Por qué no?

Me encojo de hombros.

—No hay razón, supongo. —Señalo el baño—. ¿Quieres ducharte

primero?

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Él mira su ropa empapada y se aparta su camisa lejos de donde se ha

pegado a los contornos de su pecho.

—Eso sería probablemente una buena idea, si no te importa.

—No hay problema —le digo—. Solo golpea cuando hayas terminado.

Agarra un par de pantalones vaqueros de la silla en la esquina y vacila

cuando pasa junto a mí de camino hacia el cuarto de baño. Levanta la

mano y coloca un bucle de un mechón de pelo suelto detrás de mi oreja,

yo lo asalto con los ojos mientras baja la mirada.

—¿Dónde está Gabriel?

Me encojo de hombros.

—No estaba aquí cuando entré.

Sus ojos escanean la habitación otra vez y luego deja su mirada de

nuevo en la mía.

—Tengo que salir de aquí.

—¿Qué? —No podría haberlo escuchado bien.

—Nos vamos.

—¿Irnos?

—Hay algo... que no está bien con Gabriel. No es seguro que estés aquí.

Mi corazón palpita en mi garganta.

—¿Quieres deshacerte de Gabe? Pero... —Esto no tiene ningún sentido.

—Sé que es peligroso, pero el plan de Gabriel, es una locura. No puedo

dejar que... —Se calla mientras su cara hace una mueca de dolor.

—Pero dijiste que era mi mejor oportunidad.

Niega lentamente.

—Estaba equivocado. Él no es… el mismo…

No puedo pensar. Gabe... Luc... ¿Cómo puedo decidir lo que es

correcto?

—Entonces, ¿qué vamos a hacer?

—Empaca tus cosas mientras estoy en la ducha —dice—. Después lo

averiguaremos.

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Mi corazón late ante la idea de dejar a Luc. Pero, ¿cómo puedo

apartarme de Gabe? Me ha mantenido a salvo todo el tiempo. Él no

quiere que me pase nada.

Luc levanta su mano de nuevo, enroscando sus dedos en mi pelo y por

un segundo pienso que me va a besar. Pero aprieta mi nuca con

suavidad y me mira con fuego en los ojos.

—Confía en mí, Frannie. Por favor.

Busco el pomo de mi puerta mientras él se desliza a través de la puerta

del baño. Empuja la puerta cerrada, pero no coloca el seguro y la

bisagra parece abrirse unos centímetros. La ducha susurra a la vida

cuando Luc abre el agua, y yo espero a que empuje la puerta para

cerrarla.

No lo hace.

Mi mano está todavía en el pomo de mi puerta, pero no puedo quitar

mis ojos de la puerta del baño.

Sé que le dije que no podía estar con él. Sé que me equivoqué cuando se

lo dije. Pero mi corazón me duele más a cada minuto cuando estamos

juntos, pero no juntos. Quiero sentir sus brazos alrededor de mí. Quiero

que las cosas sean lo que eran.

Creo en Faith. Para amar a alguien tanto durante tanto tiempo, pero

que no pueda estar con él...

Sigo siendo una ruina emocional de todo lo que ella me dijo. Sé que una

lágrima corre sobre mis pestañas mientras paso lentamente a través de

la habitación. Me deslizo hasta la puerta del baño y oigo el cambio del

agua pulsante mientras Luc entra la ducha. Creo que tengo la intención

de cerrar la puerta, pero en su lugar, sólo estoy aquí, con ganas de

empujarla para abrirla y unirme a él.

¿Qué diría? ¿Estaría avergonzado? ¿Me pediría que saliera?

¿Envolverme en sus brazos y amarme?

La adrenalina retumba a través de mis venas mientras miro a través de

la rendija de la puerta y saco mi sudadera por encima de mi cabeza.

Puedo distinguir la forma de Luc, moviéndose detrás de la cortina de la

ducha, y mi pulso ensordecedor golpea en mis oídos. Mis manos

comienzan a temblar mientras me deslizo fuera de mis pantalones de

pre calentamiento. Tomo una respiración temblorosa, agarrando el

borde de mi camiseta y la levanto.

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Mi corazón golpea como un animal enjaulado contra mis costillas

mientras abro la puerta.

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Demonio de lengua plateada

Traducido por Eva Masen-Pattinson y SOS por kensha

Corregido por Maniarbl

FRANNIE

La sensación de calor en el centro de mi pecho me toma por sorpresa y

jadeo. Cuando encuentro el sitio, el pendiente yace en mi esternón

rezumbando con la electricidad.

Lo agarro fuertemente en mi mano y veo de reojo a Luc, me alejo del

baño, cerrando la puerta y recojo mi ropa del suelo. Me deslizo por la

puerta hacia mi cuarto y caigo en mi sillón en la esquina, apretando la

ropa contra mi pecho, mi corazón deja de acelerar, justo cuando la

puerta de enfrente se abre.

—¿Frannie? —me llama Gabe.

—¡Me estoy vistiendo! —grito desde atrás, en la seguridad de mi

cuarto—. ¡Saldré en un minuto!

Respiro profundamente y sostengo el aire por un segundo, esperando a

ver si toca mi puerta. No lo hace. Suelto el aire y me doy cuenta de que

mi mano todavía esta enroscada alrededor del objeto metálico. Una

sensación de culpa me golpea momentáneamente, mientras lo levanto

de la correa de cuero y froto el pendiente contra mis dedos por

centésima vez. Debería de decirle a Gabe que regresó. Pero estoy

desesperada para que no se lo vuelva a llevar de nuevo.

Es eléctrico. No sé cómo ni por qué, pero puedo sentir el zumbido bajo

mi mano. Se siente bien. Hay algo confortable en él, y me siento más

segura con sólo sostenerlo, es como si estuviera conectada a algo

poderoso.

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Me pongo mis vaqueros de esta mañana, que se encontraban sobre una

pila de ropa en el fresco piso de madera y tiro de mi camiseta hacia

abajo, luego me recuesto en mi sillón y trato de pensar.

Muevo el pendiente frente a mi rostro y lo toco con mi dedo. Se retuerce

al final de la correa, atrapando los pocos rayos del tenue sol del

atardecer que logran pasar a través de la espesa cubierta de nubes. A

pesar del oscuro y desgastado metal, refleja la débil luz con cada giro,

hipnotizándome.

Paso mis dedos a lo largo del borde que atraviesa mi piel como

mantequilla. Algo en mí sabía que así sería, que lo quería. Observo,

fascinada, mientras una gota de sangre se escurre en el metal. Presiono

mi dedo cortado en mis vaqueros, con la otra mano trato de quitar la

sangre del pendiente con mi pulgar. Pero antes de que lo haga, parece

absorberse dentro del metal, como si el metal lo bebiera. Y luego, hay

un sonido, tan débil que apenas puedo oírlo, como el tarareo de un

diapasón. Acuño el pendiente en mi palma, sintiendo el ronroneo y lo

acerco a mi oído, escuchando.

Hay un ruido afuera de mi cuarto, y observo de reojo hacia esa

dirección, sintiéndome repentinamente defensiva. Escucho los sonidos

de la casa, las tuberías chirriantes y el ritmo del agua de la ducha; el

quieto susurro del televisor que Gabe ha de haber encendido. Mis

sentidos están zumbando junto al metal de mi pendiente, lista ante

cualquier amenaza.

Gabe lo quiere.

Pero no puede tenerlo.

Estoy tan alerta, escuchando los sutiles sonidos que vienen afuera de

mi cuarto, que el golpeteo en mi ventana hace que salte fuera de mi

piel. Abrocho la correa sobre mi cabeza y meto el pendiente

rápidamente bajo mi camisa.

Espero un minuto sin respirar. Escuchando.

Nada.

La lluvia.

Era solo la lluvia en mi ventana.

Mi corazón está palpitando fuertemente, la adrenalina lo envía al

frenesí. Me recuesto en mi sillón y respiro, despacio y profundamente.

Cuando comienzo a relajarme, el segundo golpe hace que mi corazón

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suba hasta mi garganta. Me levanto caminando lentamente a través del

cuarto hasta la ventana.

Al principio no veo nada, pero al siguiente instante, la cara de Matt está

presionada contra el vidrio.

—¡Oh, Dios mío! —jadeo.

Apresuro los últimos pasos a la ventana y empujo hasta abrirla.

—¡Matt!

—No te asustes, Frannie —dice suavemente, alejándose pocos metros.

La lluvia cae a golpes sobre mi rostro mientras me asomo hacia la

turbulenta oscuridad de la tormenta que disminuye.

—¿Puedo entrar? —pregunta.

—Nunca antes has pedido permiso —digo, mi voz agitada.

—Debo hacerlo ahora —responde y algo siniestro pasa sobre su cara.

—Um… está bien. —Me alejo de la ventana, pero resulta que él no va a

entrar por la ventana. Desaparece de la duna y luego lo escucho

aclarando su garganta detrás de mí. Salto, mis nervios sobresaltados y

me giro hacia él.

—¿Realmente estás aquí? —respiro, incapaz de conseguir aire después

de las palabras.

—Lo estoy.

—¿Qué pasó? ¿Dónde has estado? —Estoy muy segura de saber la

respuesta, pero no puedo evitar esperar que pueda estar equivocada.

En la luz tenue, veo esos brillantes ojos rojos observándome y siento

algo frío arañando mi espalda.

—En el infierno.

A pesar de que es lo que esperaba, todavía jadeo. Pienso en Luc en el

baño y Gabe en el sofá. Un grito atraería a ambos.

Abro mi boca, pero luego siento el frío golpe de culpa.

Matt me observa fijamente, su mirada intensa y su sonrisa angelical, y

estoy repentinamente abatida por lo que le he hecho. Una imagen pasa

en mi mente: Matt de siete años, retorcido en el piso debajo de nuestro

árbol para escalar y es como si un cuchillo sin filo forjara su camino a

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través de mis entrañas. Envuelvo mis brazos a mi alrededor y jadeo

dolorosamente.

No puedo gritar.

Tengo que ayudarlo. Tiene que haber algo que pueda hacer, tal vez con

mi Influencia, para ayudarlo a escapar de Lucifer.

A lo mejor, Gabe y Luc espantarían a Matt. O peor, Gabe lo enviaría

hasta el olvido.

—Caray —dice—, eso es sentir mucha culpa.

Levanto la vista hacia él, todavía apretándome contra el dolor.

—¿Qué?

—Puedo sentirla, tu culpa —dice y tengo el presentimiento de que hay

algo más—, es un útil talento que acabo de descubrir que poseo. —Mira

fijamente a mis ojos—. No te sientas culpable, hermanita. Todo ha

salido bien.

Pero mientras lo dice, lo veo con Lilith y el cuchillo corta más profundo.

Me encorvo y escucho una mezcla entre quejido y suspiro salir de mi

garganta. Él baja su mirada y el dolor para instantáneamente.

Lo veo fijamente mientras recupero mi aliento, tratando de entender qué

acaba de pasar.

—Está bien, hermanita. No todo fue culpa tuya. —Alcanza mi mano,

pero cuando me toca, está hirviendo.

Mi codo choca fuertemente contra mi vestidor mientras muevo mi mano

lejos, enviando una corriente de dolor electrizante que baja de mi brazo

hacia mi mano, que instantáneamente se adormece. Froto mi codo y

flexiono mis dedos, dándome cuenta lentamente de que esas cosas

como el hueso de la risa sin dolor no pasan en sueños.

Esto es real. Matt está realmente aquí.

No estaba segura hasta este momento.

Me giro a ver a Matt, sintiendo un nuevo tipo de miedo arrastrándose

por mis entrañas.

Se acerca.

—Por favor, no te asustes. No te voy a lastimar.

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—¿Cómo me encontraste? —Mi voz es más fuerte, pero todavía tiembla.

Él tiene una sonrisa arrogante.

—Soy tu hermano. Tu gemelo. Hice lo que cualquier hermano habría

hecho. Te espié.

—¿Me espiaste?

Afirma con la cabeza.

—¿De qué otra manera se supone iba a seguirte?

—¿Me seguiste? ¿Aquí? —Y luego recuerdo. En mi sueño… o al menos

lo que me convencí de que había sido un sueño, cuando lo vi aquí en mi

cuarto y afuera en la duna, había pensado que lo había visto con alas

negras.

—Puedes volar —suspiré.

Él afirma con su cabeza.

La imagen de una sombra deslizándose sobre la superficie de las nubes

debajo de nuestro avión se desliza por mi memoria. Recuerdo haber

pensado que era nuestra sombra, pero parecía muy pequeña.

—¿Obtuviste tus alas de regreso? —respiro.

Su cara se oscurece.

—No como lo crees. —Cuando sus ojos se conectan con los míos, son

optimistas—. Pero lo deseo. —Sostiene su mano hacia mí de nuevo y la

tomo ligeramente, acostumbrándome a su calor—. Realmente quiero

regresar, para ganar mis alas verdaderas nuevamente.

—Faith dice que cuando has escogido…

—No dije que iba a ser fácil —dice con brusquedad.

Respiro profundamente.

—¿Cómo?

—Maggie necesita nuestra ayuda. Está en… problemas.

—¿Qué hay de malo con Maggie? —Las palabras salen de mi boca, pero

apenas las escucho, porque repentinamente hay un ciclón en mi

cabeza. Pensamientos zumbando, girando con pánico y miedo.

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—Casi funcionó la vez pasada… —Matt deja de hablar, sus ojos

afligidos.

—¿Qué? ¿Qué es lo que casi funcionó?

—Marchosias —dice simplemente—, y Lili lo está ayudando.

La imagen de mi sueño, Maggie y un chico, atraviesa mis emociones

fuera de control.

—¿Marc tiene a Maggie? —Escucho la histeria en mi voz y sé que estoy

a punto de perder la razón.

Matt asiente con su cabeza, su rostro solemne.

Oh, Dios. Mi hermanita.

Pánico se enreda en mi pecho. No puedo respirar mientras la imagen de

Taylor, sangrando y muriendo en mis brazos, abofetea mis sentidos.

—No —suspiro.

—Necesita nuestra ayuda. —dice Matt, estudiando mi reacción pero sin

hacer ningún movimiento hacia mí.

—Debo irme. —Las palabras se entrecortan mientras dejan mi boca—.

Debo ayudarla—. Maggie no puede morir.

—Ambos debemos ir —contesta Matt.

—Gabe —digo, finalmente puedo poner aire en mis pulmones.

—No, Frannie. Él no te dejará ir. —Hay una inconfundible corriente de

pánico en su voz.

—¡Necesitamos su ayuda, Matt!

Sus ojos están en llamas, rojos de sangre.

—Él lo ha sabido desde el inicio.

Mi estómago cae hasta mis rodillas.

—¿Acerca de Maggie? No te creo.

—Piénsalo. Su trabajo es mantenerte alejada del peligro. —Sus ojos fijos

en los míos, intensos—. Él no va a dejar que regreses. Ahora que te he

encontrado, él te arrastrará hasta un lugar escondido y te mantendrá

encerrada.

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—Él no lo haría… —empiezo a decir. Pero me detengo mientras lo

recuerdo diciendo que haría exactamente eso. Bajo mi rostro en mis

manos y trato de pensar. Gabe no puede mentir, pero nunca le he

preguntado directamente sobre mi familia. Nunca le he preguntado si

estaban a salvo. Y cuando le he dicho que esté pendiente de ellos

siempre ha dicho que hará lo que pueda. Sin promesas.

Empiezo a moverme hacia la puerta.

—Necesito hablar con Gabe.

Los ojos de Matt arden de nuevo y su mirada se vuelve insoportable.

—Él no puede saber que estoy aquí.

Veo detenidamente a Matt. Es diferente ahora. Sus ojos azules son

oscuros y él se ve enfadado y tan tenso. Ya no es un ángel. Es un

demonio. Los demonios mienten. ¿Y si está intentando alejarme de

Gabe?

Pero mientras lo pienso, siento la fuerte puñalada en mis entrañas

mientras la culpa se apodera nuevamente de mis pensamientos.

Me imagino a sus alas ser arrancadas de su cuerpo.

—No le diré —gimo.

Su expresión se vuelve dura como piedra, fija y decidida.

—Entonces ¿Qué es hablar con él? Solo ven conmigo.

El dolor se hace más nítido, más intenso, mientras él mira fijamente a

mis ojos, me hundo en la cama, envolviendo mis brazos alrededor de

mí. Cada músculo de mi cuerpo aprieta mientras me esfuerzo contra el

dolor.

—Necesito saber… si él lo sabía y… no me digas —gimo entre jadeos—.

Si es verdad… podré ir contigo.

—Él puede leer tus pensamientos, Frannie. Si vas por ahí, podrá

saberlo.

—No. Él no. Es decir, he mejorado en mantenerlo fuera. —Me agarro

más fuerte. El dolor es tan intenso que espero a que en cualquier

momento mi pecho se desgarre.

Matt regresa su mirada por la ventana y de repente el dolor se detiene.

—Bien. Pero que sea rápido.

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Jadeo para recobrar el aliento.

—¿Estaba haciendo eso? —pregunto.

Vuelve a mirar hacia mí.

—¿Qué? —pregunta con cejas levantadas inquisitivas.

—Nada. —Sacudo mi cabeza, preguntándome qué estaba pensando.

Afilo mi mente, enfocando mi sueño de Maggie y nada sobre Matt. Con

ese sueño fresco en mi cabeza, me deslizo pasando a Matt y la cabeza

por la puerta. No me detiene y lanzo una mirada sobre mi hombro al

pasar a través y cerrarla detrás de mí.

Gabe apaga la televisión cuando entro en la sala de estar. Sus ojos se

abren amplios y está a mi lado en un destello. Empieza a girar el pomo

a mi puerta, pero tomo su mano.

—¿Qué pasa? —digo, tirándolo hacia atrás al sofá.

Echa una mirada hacia mí, todavía alerta.

—Pensé que sentí… —Se va apagando y mira alrededor otra vez, sus

ojos cayendo finalmente en la puerta del baño. Lanza un suspiro y

suelta su cabeza levantando su mirada a la mía—. ¿Podría Luc estar de

vuelta? —pregunta tentativamente.

—¿En un demonio?

Solo me mira por debajo de sus pestañas blancas, sus ojos

cuestionando.

Mis ojos se deslizan a la puerta del baño y me estremezco, recordando

cuanto quería estar allí con él.

—No lo sé —digo mientras la puerta chasquea y Luc camina hacia

fuera. Su toalla se lanza encima de su hombro y está en vaqueros y

nada más.

Solo lo miro por un largo momento. Quiere que me vaya con él. ¿Me

llevaría a casa?

Gabe se desliza de regreso al sofá, arrastrándome con él. Normalmente,

me conformaría con él, pero ahora todo va bien, tengo que tomar el

control y no quiero dejarlo caer, para dejarlo en mi cabeza.

Aprieta mi hombro.

—Entonces, ¿qué pasa?

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—Estás atento a ellos, ¿verdad? ¿Mi familia? ¿Maggie?

Lo siento endurecer por el nombre de Maggie e instantemente sé que

Matt estaba diciendo la verdad. Me alejo y lo miro a los ojos mientras

pregunto:

—¿Está Maggie a salvo?

Sus ojos caen hacia los míos. Puedo verlo luchando con su respuesta,

como enmarcarla para que no me asuste.

Pero ya me estoy volviendo loca.

—¡Tengo que ir a casa!

—No. Esa no es una opción. —La voz de Gabe es tranquila y siento que

me envuelve en la nieve de verano, pero me la quito de encima.

La frustración se acumula dentro de mí, creciendo como un agujero y

deseo pegarle.

—¿Cómo puedes sentarte ahí si mi familia está en peligro?

—Escúchame, Frannie. Todos los involucrados entienden que eres la

prioridad.

Rabia surge de mi agujero negro emocional y no puedo controlar la

secuencia de palabras derramadas de mis labios.

—¿Maggie lo sabe? ¿Entiende ella que soy la prioridad? ¿Que se está

sacrificando por mí? —Planto mis manos en su pecho y las empujo

fuerte, subiendo desde el sofá—. ¿Lo hace?

—Frannie, nadie se sacrifica. —La voz de Luc es suave y cuando lo

miro, son sus ojos. Pero yo quiero su compasión.

Me giro hacia Gabe.

—¿Sabe demasiado?

—No todo.

Gabe empieza a tirarse a sus pies, pero lo empujo hacia abajo.

—¿Todo? ¿Qué es todo?

Luc da unos pasos más cerca y destella una mirada, deja de moverse

hacia nosotros y levanta una mano.

—Voy a salir de nuevo. Yo me encargo de Marc.

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El aire sale de mis pulmones, como si fuera un puñetazo. Solo me dijo

que confiara en él, pero no puedo confiar en ninguno de ellos.

—Tú lo sabías.

Sus ojos no dejan los míos.

—No hasta ahora.

No estoy segura de creerle, pero no importa. Me giro hacia Gabe.

—Tienes que llevarme de regreso. Tal vez pueda probar mi Influencia

sobre Maggie… o Marc… —Camino mientras la desesperación atenaza a

mi corazón y lo exprime. Mi Influencia. La razón de todo esto. Lanzo un

gruñido hacia el mundo—. ¿Qué pasa con el resto de mi familia? ¿Riley,

Trev? ¿Van a ir detrás de todos?

Gabe se levanta otra vez.

—Honestamente, no lo sé —suena gastado, derrotado.

Todos a los que amo están en peligro por mi causa. Y nunca va a parar.

Mi corazón se derrumba totalmente mientras me doy cuenta de que no

hay manera para mí de protegerlos.

A menos que vuelva.

Conmigo, mi familia no tendría ninguna utilidad. Habían venido a por

mí. Y en este punto, renunciar no suena como una mala opción. No si

eso significa que dejarían en paz a todos los demás.

Gabe me mira a los ojos.

—Saben que estoy aquí, así que no hay ninguna razón para no volver.

No me cree. Puedo verlo en su expresión escéptica.

—Lucifer puede haberte encontrado en tus sueños, pero si supieran

dónde estabas, sus legiones estarían estacionadas en la puerta de

nuestra casa.

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Vida sobre un rezo

Traducido SOS por Dracanea, Kirara7 y kensha

Corregido SOS por Nony_mo

GABE

Algo está mal. Comenzó como una picazón debajo de mi piel que atribuí

a la paranoia en mis habilidades menguantes, pero el picor se convirtió

en un tirón. Sé que es mucho más.

Me concentro en la habitación de Frannie y al instante, el pánico ahoga

mis pensamientos. Entró por la puerta sin llamar, porque sé que no

importa. La habitación está vacía.

—¡Maldición! —siseo por lo bajo, corro a través de la sala de estar y en

el porche. Hay unos cuantos grupos reunidos en la playa, pero no

Frannie.

Corro hacia el lado de la casa y compruebo su ventana. Abierta. Y

debajo de ella hay huellas en la arena. Un conjunto conduce hacia la

carretera y otros jefes de la casa de Faith. Las sigo hacia el camino

primero, pero las pierdo en el pavimento. En un trote, cruzo los treinta

metros más o menos a Faith y de la libra en la puerta. Unos segundos

más tarde, ella está de pie en la puerta.

—Hola Gabriel.

—¿Has visto a Frannie?

Asiente con la cabeza con aire ausente.

—Fue a dar un paseo. Dijo que necesitaba tiempo para pensar. —Tiene

sentido. Y salir furtivamente por la ventana para un tiempo a solas es

exactamente algo que Frannie haría, pero algo fastidia en la parte

posterior de la cabeza.

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—¿Dónde te dijo que iba?

—Justo al final de la playa.

—Entonces, ¿por qué sus huellas desaparecen en el camino?

Ella arruga su cara mientras piensa.

—Juro que la vi marchar hacia la playa.

—¿Estaba sola?

Las arrugas de su frente se profundizan a medida que niega con la

cabeza.

—Ella necesita tiempo. No se supone que tienes que buscarla.

Apretones de pánico en mi corazón laten con fuerza.

—¿Con quién estaba, Faith?

—Nadie.

—¿Estás segura?

—Yo... —Ella vacila, luego niega con la cabeza.

Estoy corriendo para el bungalow antes de que ella haya terminado la

palabra. Cuando llego, me meto en la esquina y me presiono en el lado

de tejas, pidiendo a la luz para que me llevara. Tengo que llegar a la

Tabla. Pero en lugar de transportar al Colectivo, un dolor abrasador

hace rodajas a través de mí y me encuentro en un montón en el suelo.

—¿Qué está pasando?

Me arrastro fuera de la arena y me vuelvo para encontrar a Luc de pie,

en el porche, mirándome. Me arrastro a mis pies.

—Frannie se ha ido —jadeo a través del dolor.

Él me mira sospechosamente, luego salta la barandilla y aterriza junto a

mí en la arena.

—Vine a buscarla y me dijo dónde encontrarte. —Él extiende su mano

para las llaves del Jeep.

Busco las llaves en mi bolsillo y las suelto en su mano. Convocando

todo lo que soy capaz, me centro en Frannie, pero todo lo que recojo es

un susurro de un sendero. Cruzo la calle y de pie por un momento en el

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lugar donde ella sigue parada, abriéndome para nada. Por último, tomo

un respiro y lo sostengo antes de contestar.

—No sé a dónde ir. No puedo encontrarla. —Luc solo mira, incrédulo.

—Estás bromeando.

Siento que mi garganta se cierra, privando a mi cerebro de oxígeno. No

se me ocurre. ¿Por qué no puedo sentirla? ¿Es mi poder menguante o

algo infernal que están haciendo para bloquearme? Miro a Luc.

—¿Puede el Escudo infernal a un mortal?

Niega con la cabeza.

—No que yo sepa.

—A pesar de que sería un truco muy útil.

La voz de barítono detrás de mí envía una onda de temor por mi

columna vertebral.

Luc mira por encima del hombro en el bungalow, deja caer su cabeza y

exhala.

—Rhenorian. Dulce pecado de Satanás.

—Yo también te extrañé, hermano —dice él, saliendo de las sombras de

la casa.

Luc lo mira, con los ojos entrecerrados.

—¿Cómo supiste de nosotros?

—Solo mi día de suerte. —Se inclina hacia la esquina de la cabaña y

sonríe—. Y con esto me refiero a que tu cursi Escudo celestial no está

funcionando bien.

—Demonio impío —susurra Luc mientras me empuja con fuerza hacia

el lado de la casa, dejando la palma plantada firmemente en mi pecho

palpitante. Furia roja es clara en sus ojos a pesar de que sigue siendo

humano—. ¿Cómo pudiste dejar que esto ocurra? —dice finalmente

cuando confirma su temor a la salvaje golpiza de mi corazón bajo su

mano.

Un corazón que no debo tener.

Es la misma pregunta que me he estado haciendo desde que llegamos

aquí.

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LUC

La presión aplastante de esto es casi imposible de soportar y tengo que

aguantar la respiración por el dolor cuando me doy cuenta de lo que

esto significa. Todo lo que esto significa. Frannie lo volvió humano.

Ella lo quería mucho.

Lo arrinconó de nuevo a un lado de la casa.

—Eres un hijo de puta. ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera? —le

pregunto de nuevo.

Él me empuja lejos, pero no levanta la vista.

—De la misma manera que tú lo hiciste.

Lo agarro con las dos manos y le arrincono más al lado de la casa.

—Pero yo no era su protector, ¡maldita sea!

Finalmente, él levanta su mirada hacia mí.

—Déjame ir, así puedo encontrarla.

Lo expulso una última vez de la casa y retrocede.

—Si le pasa algo te mataré yo mismo.

La baja risa entre dientes de Rhen detrás de mí es más de lo que puedo

manejar. Antes de darme cuenta de lo que he hecho, giro y mi puño

está revotando contra la mandíbula de Rhen.

Su cabeza salta hacia atrás, pero luego se vuelve hacia mí con una

sonrisa.

—No hay palabras para describir lo patético que fue.

Lo miro y froto mi mano.

—¿Por qué estás aquí?

—Has sido un pequeño resbaladizo utilizando a ese demonio —contesta,

frotando su mandíbula y mirándome.

—¿Puedes encontrar a Frannie? —pregunto, con mi corazón en la

garganta, agarrando cualquier posibilidad.

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Él se ríe entre dientes otra vez, un estruendo profundo de su enorme

pecho y clava en Gabriel una fría mirada fija.

—Pensé que hacer el seguimiento de los ninja era tú trabajo, querubín.

Gabriel le dispara una mirada fija y, con una evidente fuerza de

voluntad y un gruñido que sacude la tierra bajo mis pies, cambia de

puesto.

Miro el espacio vacío donde él estaba, sintiendo el borde del corte frío de

pavor a través de mí y luego volteo hacia Rhen.

—Tomo eso como un no.

El humor se borra de su rostro, reemplazado por sorpresa.

—¿Es en serio? ¿No sabes dónde está?

Lo miro con fuerza a los ojos y pregunto otra vez.

—¿Puedes encontrarla?

Retrocede un paso.

—Ese no era nuestro trato —refunfuña.

—¿Trato? —pregunto.

—El hermano ex querubín de tu novia. —Mete un dedo en mi pecho—.

Te dije que no era admirador tuyo.

—¿Así que cómo la encontraste? ¿Matt?

—Fue un da y toma. Me juró que podía encontrarla y juré que tú y

Cabeza de ozono se mantendrían fuera de su camino… y quizás te haga

gritar un poco en el proceso.

—Peno no lo hiciste.

Una sonrisa se extiende por su rostro.

—Miento. Pensé que si te retrasaba algo me daría tiempo a llegar… —Su

sonrisa tira en una mirada lasciva—, cerca, digamos, a tu pequeño

amigo. —Camina hacia adelante, hasta llegar a mi cara—. ¿Te dijo que

llegamos sudando juntos esta mañana?

Mis uñas se clavan en mis palmas mientras lucho por contener mi

furia.

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—¿Puedes encontrarla? —pregunto nuevamente a través de mis dientes

apretados.

Su frente se funde en concentración. Finalmente, sacude su cabeza.

—No.

—Entonces Matt tiene la última palabra, ¿verdad? —digo empujándolo

hacia atrás. Troto hacia el Jeep y subo, buscando las llaves en el

contacto con una mano temblorosa.

Rhen aparece en el asiento del pasajero.

—Parece que tu amigo cara de pluma está perdiendo su toque.

—Al parecer —digo, ignorando la punzada en mi corazón. Tanto como

soy dolorosamente consciente de que hay asuntos más importantes en

este momento, casi me mata que Frannie quisiera lo suficiente a Gabriel

para hacerle esto. Debería haberlo destruido cuando tuve la

oportunidad.

—Bueno, eso pica —dice—. Una gran cantidad de buenos Dominion

consumidos va a hacer el alzamiento.

—El alzamiento —repito, un cosquilleo de esperanza en mi pecho. Lanzo

a Rhenorian una mirada de reojo mientras hago girar el motor a la

vida—. ¿Cómo funciona eso para ti?

—No lo hace. Contamos contigo y la ayuda de Cabeza de Ozono, pero

luego desapareciste de la faz del planeta.

—Estamos en el planeta —digo mientras el motor finalmente enciende.

Hago una pausa, preguntándome cuán lejos había ido Gabriel y me

reprendo por no ver lo que estaba pasando. Estaba justo frente a mí,

sus cambios de temperamento y estallidos de violencia y la manera en

que Frannie lo miro como un animal hambriento—. De hecho, estoy

seguro de que ninguno de nosotros puede dejarlo en este momento.

—¿Cómo de patético es eso? —murmura Rhen—. Todo lo que necesito

es saber cómo ella lo hace.

En el siguiente latido de corazón, que fácilmente puedo contar desde el

mío que late en mi pecho, lo empujo contra la puerta.

—No te le acercarás a ella dentro de un kilómetro de distancia, excepto

para ayudar a encontrarla. Estoy asumiendo que mi Armadura es

ineficaz, Frannie lo es también, en cuyo caso, si conseguimos

acercarnos lo suficiente, serias capaz de sentirla. —Tú y todos los otros

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demonios cerca, pienso mientras un hilo de pánico gira a través de mis

entrañas.

—¿Esperas que ayude a un celestial?

Miro con furia hacia él.

—Pensé que dijiste que contabas con la ayuda de Gabriel. Estoy seguro

de que has oído el refrán, ¿lo que se siembra se cosecha?

—No voy a recibir órdenes de un sexy consumado. Puedo encontrarla. Y

ahora me eres un tanto inútil. No necesito tu ayuda.

—Ella no puede ayudarte, Rhen —le digo.

—Ella me ayudará —dice él. Una sonrisa depravada se estira en su

rostro—. Y entonces podré ayudarla yo mismo... a su alma.

Miro hacia donde está, pero se ha ido. Piso el acelerador, no sé dónde

voy salvo lejos de aquí, y casi atropello a Faith, que aparece de la nada

en el camino delante de mí.

Golpeo los frenos y ella corre a mi ventana.

—¿Adónde vas?

—A encontrar a Frannie.

Ella corre a la puerta del pasajero y se lanza.

—Voy contigo.

GABE

En toda mi existencia, nunca me he sentido tan ciego, parece que

puedo cambiar en movimiento, a duras penas, pero cada vez que

intento entregarme a la luz, es como si golpeara una barrera, como si

fuera demasiado humano para que se me permitiera volver al Cielo, lo

cual puede ser exactamente el caso.

He buscado por horas, transformándome a lo largo de la costa de

Florida, buscando una aguja en un pajar y cada cambio ha sacado un

poco más de mí. Al final ha sido para nada, aún no he podido encontrar

ningún rastro de Frannie.

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De dos cosas estoy seguro. Una: ella no está sola porque se subió a un

auto. Dos: ella se fue con alguien que finge que van ayudar a Maggie.

Estoy detenido en un área de descanso de la autopista del norte de

Miami, cuando el teléfono en mi bolsillo suena. Lo saco y miro el

identificador de llamadas, esperando que sea Frannie. En su lugar es

Faith.

—¿Si? —contesto.

—¡Gabriel!

—¿Qué pasa, Faith?

—Creo que Frannie… creo que la vi subirse al auto con un chico.

—Dime todo lo que recuerdas.

Ella duda.

—Todo está tan confuso. —Espero una larga pausa—. Ella estaba fuera

de su ventana…y dijo que iba a caminar en la playa, pero luego fue

hacia el camino y había un auto… y un chico.

—¿Cómo lucía el chico?

—Él estaba algo lejos pero… creo que se parecía a Frannie, el mismo

cabello de cualquier forma. Luc cree que podría haber sido Matt.

—Matt —digo en voz baja. Tiene sentido. No estoy seguro de cómo la

encontró, pero si alguien podría convencerla de irse, sería Matt.

—Gracias Faith, esto es de gran ayuda, ¿Dónde está Luc?

—Nosotros estamos en el aeropuerto.

—¿Nosotros?

—Voy con él. Esto es mi culpa.

Sacudo mi cabeza ante la culpa en su voz. Lo cielos saben que he

contribuido en meter la pata.

—Te veré en Haden. —Cuelgo. Respiro profundamente, reuniendo cada

onza de poder celestial que puedo y llego a la casa de Frannie, sabiendo

que esta trasformación puede ser la última, sé que no hay garantía de

que ella llegara tan lejos, pero hay alguien ahí que puede llegar a La

Tabla y encontrarla.

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Me materializo sobre mis manos y rodillas en la sombras del garaje de

Frannie y no puedo evitar el gruñido que sale de mi pecho. Limpio las

gotas de sudor de mi rostro con el dorso de mi mano cuando me pongo

de pie y miro que mi muñeca sale llena de sangre. Me quito la camisa y

la pongo en mi nariz para detener la hemorragia, maldiciéndome bajo

mi aliento.

—Apestas a demonio y yo que pensé que tu hedor habría desgastado a

tu amigo de fuego.

Aunque yo anuncié que estaba aquí, esencialmente llamándolo hacia

mí, aun así salto ante la voz de Aaron detrás de mí. He pensado esto

una y otra vez, intentando encontrar otra forma. Pero, al final, no tengo

una mejor solución.

—Aaron —le digo, lanzando mi camisa ensangrentada a un lado

mirando hacia arriba, incluso puedo escuchar la sonrisa en su rostro

cuando habla.

—¿A qué debo el honor de su radiante presencia, oh gran omnipotente?

Me vuelvo a verlo.

—¿Cómo está la situación aquí?

—¿Me estás comprobando? —dice él, su complacencia da paso a la

incredulidad.

—Estoy aquí para hablar con Daniel. —Lo paso en mi camino hacia el

garaje buscando algo que usar—. Pero necesito que hagas algo por mí

—agrego bruscamente.

—No soy tu chico de los recados, Gabriel, en caso de que lo hayas

olvidado, tengo un cargo…

Me giro.

—Cambio tu tarea, necesito que vigiles a Frannie por mí.

Él me mira por un largo tiempo, intentando leerme.

—Algo está pasando —dice lentamente, mirándome con los ojos

entrecerrados.

Hago lo mejor que puedo para fingir que estoy bien.

—Solo necesito que mires La Tabla por mí, y veas si ella está bien. Claro

que si no puedes manejar eso…

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—Odio la humedad de Florida —dice él.

—No está en Florida, creo que se dirige hacia aquí. —Me doy cuenta de

que metí la pata tan pronto como las palabras dejan mi boca.

—¿Crees? ¿No es tu trabajo saber?

—¡Ve! ¡O encontraré a alguien que pueda manejarlo!

Él murmura y desaparece con una mirada tan filosa como la hoja de

una espada.

Miro alrededor ante el ruido en los arbustos al lado de la casa,

esperando a Marc, o algo peor. Respiro aliviado cuando un gato pasa

por los diez metros entre la casa y el garaje, desapareciendo en la

esquina. Mi mirada se desliza a la pintura de la casa y a los arboles

fuera de la ventana de la habitación de Frannie. Sin señal de Marc.

Me escabullo al garaje y encuentro una sudadera colgada en un gancho.

Es demasiado pequeña, pero me la coloco de cualquier forma y remango

las mangas, troto hacia la puerta del frente, cada paso desgarrando mi

cuerpo roto y tiemblo, respirando con dificultad.

Cuando se abre, el rostro serio de Grace me observa.

—Oh… —dice ella, sus ojos abriéndose con sorpresa.

—Hola Grace, necesito hablar con tu padre, ¿está?

Ella solo me mira con los ojos muy abiertos por un buen momento,

luego parpadea.

—Oh mi… Um… está bien. Pasa.

Entro a la casa y ella simplemente me mira más tiempo.

La miro y ella respira fuertemente cuando toco su brazo.

—Sabes quién soy, ¿no?

Ella asiente.

—Esto es realmente importante, Grace. ¿Puedes llamar a tu padre?

Ella asiente de nuevo y gira hacia la cocina justo cuando aparece

Maggie al inicio de las escaleras.

—Hola, Gabe. —Ella sonríe, salta unos escalones y se detiene frente a

mí—. ¿Sabes que Frannie no está aquí, verdad?

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—Lo sé, esperaba hablar con tu padre.

Sus cejas se alzan hasta su flequillo oscuro.

—¿Sobre Frannie?

Le sonrió.

—Supongo.

Ella hace una mueca.

—¿No vas a preguntarle si tú puedes… como salir con ella o algo así

verdad? ¿Sabes que está con Luc?

—Los he visto. —La miro detenidamente—. ¿Maggie, has conocido a un

chico llamado Marc?

Sus ojos se abren y ella mira más allá de mí, hacia la sala familiar.

—¿Cómo sabes de Marc? —dice en un susurro.

—Escucha, sé cómo se va a sonar esto, apenas me conoces y voy actuar

como una especie de hermano mayor contigo. Él es peligroso.

Una sonrisa aparece en la esquina de sus labios, abre la boca para

decir algo, pero la interrumpo, ella necesita saber que esto es serio.

—Ya sabes lo que le pasó a Taylor —le digo, sosteniendo su mirada.

Ella se pone pálida y asiente.

—Marc fue en parte responsable de eso, necesitas alejarte de él, Maggie.

Te lo ruego. —Intento que mi voz se mantenga calmada, no necesitando

asustarla más de lo necesario.

Ella se aleja un paso, con los ojos bien abiertos y un poco verde.

—Bien…

—Bien —repito mientras veo a Daniel en la sala, una sensación de

urgencia con cada paso.

Él mira de Maggie a mí.

—Oye, Maggs, cariño. ¿Por qué no vas a limpiar tu desorden en la

cocina?

Ella asiente y se dirige al lugar donde la madre de Frannie se alza en la

puerta de la cocina con Grace mirando detrás de ella.

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—Señora —le digo con un asentimiento.

La madre de Frannie sonríe, pero sus ojos son cautelosos.

—Gabriel solo se está reportando, Clare —dice Daniel, alcanzando el

pomo de la puerta—. Estaré de vuelta en unos minutos.

Él abre la puerta y salimos a la noche.

—¿Cuánto sabe ella? —pregunto, tan pronto como la puerta se cierra.

Su expresión está llena de culpa pero sus palabras están a la defensiva.

—Ella necesitaba saber.

Asiento.

—Lo necesitaba. ¿Sabe en el peligro que se encuentra Frannie?

Sus ojos caen.

—No quería que se preocupara tanto. —Suspira profundamente y se

calma antes de mirarme—. ¿Algo ha pasado?

—¿Ha oído algo de Frannie? —intento mantener mi voz neutral, pero

estoy muy seguro de que no tengo éxito.

—No desde hace unos días —dice él, sus ojos mirando mi rostro—.

¿Está todo bien?

—Está desaparecida, necesito saber de inmediato si sabe algo.

Él entrecierra sus ojos.

—¿Qué no me estás diciendo? ¿Por qué simplemente no puedes

encontrarla?

No puedo sostenerle la mirada, sacudo la cabeza.

—No lo sé. —Lo que no es una mentira. No sé si es porque mis poderes

están fallando o porque ella está siendo escudada por el otro lado—.

Estoy casi seguro que va de camino para acá. —No agrego que depende

de con quien esté, puede que ella nunca llegue—. Tengo a Aaron

trabajando en algo y me quedaré aquí hasta que podamos localizarla.

La preocupación paternal es clara en sus ojos.

—Encuéntrala, Gabriel.

—Lo haré —le digo y rezo a Dios que yo no esté mintiendo.

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—Estoy asustado por mis niñas —dice él, mirando sus zapatos—.

¿Sabes lo de Grace… su habilidad? —pregunta.

Asiento.

—Ella puede ver auras.

—Pero Maggie… —Él se interrumpe, perdiendo las palabras.

—¿Qué hay de Maggie? —La sensación de temor se asienta como una

roca en el estómago.

Él sacude la cabeza.

—No puedo descifrarlo. Cada vez que está enfadada, las bombillas

estallan. —Sacude la cabeza nuevamente, más lento—. ¿Algo con

campos electromagnéticos, tal vez? —murmura.

—Tal vez —digo, tratando de no ser obvio mientras lo analizo.

Claramente no se da cuenta de lo extraño que es que un Nephil hijo de

un Grigori tenga un don, olvídense de tres. Lo que me hace

preguntarme sobre sus genes.

—¿Qué hay de Mary y Kate?

Él se encoje de hombros.

—Mary nació como una Pacificadora, pero no he notado nada más.

Kate… —Él golpea con sus dedos en su barbilla mientras piensa—.

Siempre la encontré drenando, como si succionara toda la energía de

una persona. —Entrecierra sus ojos en mi dirección—. ¿Crees que hay

algo así?

—No sé —respondo, pero apuesto que sí.

Él se vuelve y con una última mirada preocupada sobre su hombro,

desaparece en la casa.

Me voy a los alrededores y llamo a Aaron, quien aparece a mi lado sin

esfuerzo y con su típica sonrisa.

—¿Dónde está? —pregunto, incapaz de esconder la urgencia en mi voz.

Sacude su cabeza.

—No lo sé.

Solo lo miro, incapaz de hablar o respirar mientras el pánico me ahoga.

Él se encoje de hombros.

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—Acabo de mirar la Tabla. No está ahí.

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Engendro del infierno

Traducido por QueendelC y Kathy92

Corregido SOS por Nony_mo

LUC

Salimos del aeropuerto en un abrir y cerrar de ojos, y el taxi nos deja en

mi apartamento por el Shelby. Me subo, sin estar seguro de a dónde ir.

—¿Dónde podría estar ella? —pregunta Faith desde el asiento del

copiloto.

Niego con la cabeza.

—En casa. Estaba preocupada por Maggie, así que yo esperaría que

haya ido en esa dirección. —Por mucho que lo quiero muerto, estoy un

poco preocupado de no haber sabido nada de Gabriel. Ya debería estar

allí.

Conduzco como si me viniera pisando la cola el diablo hacia la casa de

Frannie y encuentro a Gabriel caminando de un lado a otro de la acera

en la ligera luz del pronto amanecer. Me estaciono en el bordillo y Faith

sale disparada del auto antes de que siquiera pueda bajar mi ventana.

—¿Está aquí? —pregunta.

Gabriel se inclina, luciendo más que un poco perturbado.

—Ni siquiera está en la Tabla.

Faith se acerca a Gabriel en la acera.

—¿Cómo es eso posible?

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Pero antes de que la pregunta salga de su boca, sé la respuesta. Si el

alma de Frannie ya no estaba en sus ataduras mortales, no aparecerá

en la Tabla.

Él debe verlo en mis ojos.

—Ella no está muerta, Luc. —Al principio creo que la dureza de su voz

está dirigida a mí, pero luego me doy cuenta de que es pura

determinación, como si pudiera volverlo verdad con solo quererlo—. Él

la quiere viva. Si está con Matt, probablemente vendrán aquí.

Debería ser un alivio que esté con su hermano, pero mi pecho se oprime

cuando recuerdo mi última imagen de Matt, sus alas siendo

desgarradas por los vengadores.

—¿Estás seguro de que no hay manera de que la estén escudando? —

pregunta él con un tinte de desesperación.

Lo pienso por un momento, igual de desesperado por que sea verdad.

—No es una habilidad que Él nos da al momento de nuestra creación.

Ni siquiera Mages… —Pero entonces me voy apagando, un horrible

pensamiento me golpea como si fuera un relámpago—. A menos que

esté usando un Udjat.

Gabriel respira profundo y lentamente y me mira a los ojos.

—Se lo quité y luego desapareció. Ella no lo tiene.

Presiono mi espalda contra el asiento e intento pensar.

—Si ella llevaba Su marca… —Entonces está bajo Su control, y puede

que esté en Su poder Escudarla. Mi corazón se apaga dentro de mi

pecho—. ¿Marchosias está aquí? —digo, pasando la mirada hacia la

casa.

—Aaron dice que ha estado al acecho y ha hablado con Maggie un par

de veces, pero ha sido capaz de interferir para que no vaya más lejos.

—¿Entonces Maggie está bien?

—Por lo que sabemos.

—¿Quieren que me quede con ella? —pregunta Faith.

Gabriel asiente vagamente prestando atención, su mente obviamente

aún en Frannie.

—Le diré a Daniel que estás aquí.

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Giro el contacto para encender el auto.

—Voy a revisar los alrededores y ver si alguien ha escuchado algo de

Frannie.

Puedo ver a Gabriel luchando entre quedarse aquí o venir conmigo, se

aleja del auto y distraídamente pone un brazo sobre los hombros de

Faith. Ella lo rodea con ambos brazos, hundiéndose contra su costado.

—Si ella llega hasta acá, tengo que creer que vendrá aquí —dice él.

Asiento y me alejo de la acera, luchando por mantenerme en calma.

Porque si Frannie lleva Su marca, si está bajo Su influencia, puede ser

demasiado tarde. Los poderes de Frannie y Lucifer no son tan

diferentes, y en una batalla de voluntades, Frannie tendría una

desventaja. El poder de Lucifer pueden no funcionar en lo celestial, pero

Él ha tenido eones para perfeccionarlo en mortales, lo que es, a pesar

de su potencial, lo que Frannie es.

Estoy al otro lado del pueblo en cuestión de minutos. El vecindario está

tranquilo y me estaciono en el bordillo frente a una pequeña casa azul

de un piso y apago el motor. Mis ojos escanean los arbustos bajos y

bien podados y los árboles por alguna señal de peligro. Camino hacia la

puerta, pero titubeo antes de levantar mi mano para golpearla.

La casa está oscura, pero es temprano. Estoy seguro de que el abuelo

de Frannie aún está en la cama. Si tuviera mi sexto sentido de demonio,

no necesitaría despertarlo. Sabría si Frannie está aquí.

Pero no lo sé.

Necesitábamos más tiempo en Florida, tanto Frannie como yo. Ella

necesitaba tiempo para perfeccionar su Influencia, y yo necesitaba

tiempo para cambiar. Ninguno obtuvo lo que quería. Mi estómago se

retuerce cuando me doy cuenta de que el único de nosotros que cambió

fue Gabriel. Nunca soñé en que ella lo estuviera cambiando. Nunca

cruzó mi estúpida mente. Tontamente creí que él tenía las cosas bajo

control. No puedo creer que fuera tan ciego.

Bajo mi mano y casi me alejo, pero luego la levanto de nuevo y golpeteo

la puerta.

Al principio no hay respuesta y espero que quizás Ed se haya llevado a

Frannie a algún lugar seguro.

Pero no existe tal lugar.

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Golpeo de nuevo, más fuerte esta vez. Pasan un par de minutos y estoy

listo para darme la vuelta hacia el Shelby, cuando una luz se enciende

al fondo de la casa. Un momento después, el porche se ilumina y soy

bañado por un pálido brillo blanco cuando el foco fluorescente se

enciente poco a poco. Escucho un crujido contra el interior de la puerta

y sé que estoy siendo inspeccionado a través de la mirilla.

La puerta se abre y el rostro de Ed me está mirando fijamente, sus

párpados pesados por el sueño y su flequillo gris levantado de un lado.

Sostiene el cinto de su bata a cuadros con una mano, juntándola contra

el frío fresco de la mañana. Su otra mano descansa en su bolsillo. No

hace ningún movimiento como para extender su mano.

Asiento y extiendo la mía.

—Ed.

Aún no toma mi mano, pero abre un poco más la puerta.

—¿Qué pasa? —Su voz no es calmada mientras me mira a través de sus

ojos estrechados, tratando de encontrar respuestas.

Sostengo su mirada con la mía.

—Necesito saber si has visto o escuchado algo de Frannie en las últimas

doce horas.

Su visión se nubla un momento mientras trata de descifrar el

significado detrás de mis palabras o, con suerte, decide qué tanto

contarme.

—Ella está en la universidad —dice cautelosamente, mirando con fuerza

mis ojos—. En Los Ángeles.

Mi corazón se hunde y respiro profundo cuando siento el pánico subir

por mi pecho, sin darme cuenta hasta este momento cuánta esperanza

tenía en que ella estuviera aquí, a salvo con su abuelo. Él debió verlo en

mi rostro.

—¿Qué demonios está pasando?

Levanto mi mano hacia el marco de la puerta, de repente sintiéndome

débil.

—Ella nunca estuvo en L.A.

Antes de que me dé cuenta de que lo ha hecho, tiene agarrado mi brazo

y, con una fuerza sorprendente, me mete a la pequeña habitación

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familiar. La puerta se cierra con fuerza detrás de mí y apenas estoy

recuperando mi equilibrio cuando saca un arma del bolsillo de su bata

y la apunta a mi rostro.

—No tengo balas de plata ni nada, así que probablemente estoy en

desventaja, pero estoy pensando que un agujero en tu cabeza al menos

te detendría un poco.

—En mi estado actual, puede que haga más que solo detenerme un

poco —digo, recargándome contra el muro, casi deseando que lo hiciera.

Mi mira por un largo minuto, luego baja el arma.

—Si no está en la universidad, ¿dónde está?

Suelto un suspiro y luego señalo hacia el sofá. Sus ojos se estrechan,

pero luego camina hacia el sofá de dos plazas. Lo sigo y caigo sobre el

sofá, recordando cuando me sentaba en este mismo lugar no hace

muchos meses, cuando Frannie le dijo a su abuelo que yo era un

demonio, o al menos, que lo había sido.

—Frannie ha estado en peligro desde el minuto que puse un pie en

Haden —comienzo. Titubeo, tratando de decidir cuánto decirle, antes de

finalmente concluir que merece saberlo todo—. Ha estado

escondiéndose con Gabriel y conmigo la última semana.

—¿Gabriel? ¿Ese ángel?

Asiento.

—Sí, pero ahora está desaparecida.

—¿Desaparecida? —dice, levantándose del asiento.

—Se escabulló anoche, tomó unas pocas cosas y salió por la ventana de

su habitación. Pensamos… —No termino de decirlo, incapaz de

mencionar la siguiente parte.

Él se vuelve a sentar, su expresión aún recelosa, sus ojos

entrecerrados.

—¿Piensan qué cosa?

Paso la mano entre mi cabello, tratando de buscar la manera de decir

esto.

—Matt era el ángel guardián de Frannie. —Pauso y espero para que lo

digiera antes de continuar.

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Sus cejas se levantan.

—Pensé que habías dicho que el tal Gabe era su… —Pero entonces se

va apagando mientras sus ojos se abren por completo al entenderlo

todo—. Santa… —No termina de decirlo—. ¿Quieres decir, nuestro

Matt?

Asiento.

—Pero él no pudo… no fue capaz de llevar la responsabilidad.

Ed está de pie de nuevo.

—¿Qué demonios significa eso?

—Se dejó distraer. Tentar. —Involuntariamente hago una mueca,

conociendo la tentación de primera mano.

—Solo dime qué rayos está sucediendo —vocifera, levantando el arma

con la mano temblorosa.

—Matt cayó. Ya no es un ángel. Pensamos que de alguna manera

encontró a Frannie y la convenció de irse con él.

—Eso está bien, ¿no? Si era su ángel guardián no la lastimaría…

Me levanto, encontrando sus ojos.

—Ahora es un demonio. Ya no es un ángel. Sirve a Lucifer.

Me mira por un largo momento, asombrado. Luego, tan rápido como un

rayo, el arma apunta hacia mi rostro de nuevo.

—¡Tú hiciste esto! —Su mano tiembla solo un poco y puedo ver en sus

ojos que no es de miedo. La sacude con rabia—. Nunca debí dejarte

acercarte a ella después de saber lo que eras. Fui un viejo estúpido,

pensando que me veía a mí mismo en ti. Pensado que eran como yo y la

abuela de Frannie —gruñe más que todo para sí mismo y parece que

está a punto de tirar del gatillo.

Yo solo lo miro fijamente, no preocupándome mucho, de todos modos.

Aún creo que Frannie estaría mejor si me voy. Pero siento un suspiro

cansado dejando mi pecho mientras me doy cuenta de que esto enviaría

a su abuelo al infierno y les debo a ellos dos ver que eso no suceda.

Sus manos se sacuden con más fuerza mientras la furia y el odio

cruzan a través de sus rasgos. E incluso pienso que aunque ya no tengo

mi sentido demoniaco del olfato, puedo jurar atrapar la pimienta negra

de su ira. Da un paso más cerca y apunta el arma hacia mí.

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Sostengo su mirada.

—Ayúdame a encontrarla. Por favor —digo, mi voz moderada.

Su mandíbula se aprieta y sus ojos queman. La punta de su dedo en el

gatillo palidece con la creciente presión mientras lentamente empuja

ajustadamente en el detonador. Espero por la explosión mientras el

arma se descarga, pero no me encojo de dolor. Continúo mirando a sus

ojos. Finalmente, lo que se siente como una eternidad, él deja caer su

mano al costado y comienza a pasearse de un lado a otro.

—Así que se… —Sus ojos se disparan de nuevo hacia mí y estrechos—,

escapó.

Asiento con la cabeza.

—Si ella se fue, había probablemente una razón.

Bajo la mirada.

—Maggie —digo, no queriendo ver la mirada en su rostro—. Frannie

piensa que está en problemas.

—Maggie —repite.

Gabriel insistió en que Maggie estaba bien y sé que él no puede mentir,

pero he comenzado a cuestionar sus poderes de percepción.

—Hay un demonio, Marchosias. Frannie cree que Maggie ha estado…

pasando algún tiempo con él.

Levanto la mirada cautelosamente y él me mira fijo, captando todo el

significado de mis palabras.

—Claire y Daniel no dijeron nada de Maggie viendo a alguien.

—Sus padres podrían no saberlo.

—¡Es una maldita niña! —grita él—. Santo Dios Todopoderoso. —Tira el

arma al final de la mesa al lado del sofá y se frota la frente. Todo su

cuerpo se suaviza mientras se inclina con ambos brazos en el respaldo

del sofá, con la cabeza colgando entre los hombros—. Así que Frannie

piensa que puede ayudar a Maggie —dice, su voz inconsistente pero

baja.

—Gabriel ha estado vigilando a Maggie, esperando que Frannie

aparezca en la casa, pero me temo que algo está mal. —No me atrevo a

agregar que estoy seguro de que “algo” tiene que ver con Matt.

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—Jesucristo —masculla—. ¿Qué vamos a hacer?

Me detengo en la chimenea al fondo del pequeño cuarto, apoyo un codo

en la repisa y la cabeza en mi mano. No estoy seguro de si está

hablando de Frannie o Maggie, pero de cualquier modo la respuesta es

la misma.

—No lo sé. —Entre mis dedos vislumbro una copia de la misma imagen

de Frannie y Matt que ella tiene en su habitación. Tienen siete años y

están cubiertos con grasa después de trabajar con Ed en el garaje.

Levanto mi cabeza y recorro un dedo sobre el vidrio, deseando con todo

mí ser que la pueda mantener a salvo.

Distraídamente, escaneo la multitud de fotos forrando la repisa,

tapándose una a la otra, dos y tres en algunos lugares. Hay otras de

Frannie, la mayoría con su familia, pero luego una puesta en el fondo

atrapa mi mirada e instantáneamente me pongo frio.

—Maldito infierno —me escucho decir.

Ed levanta su cabeza y me mira con ojos ansiosos.

—¿Qué?

Tomo el marco de la repisa y lo sostengo más cerca para verlo mejor. La

foto es vieja, los colores leves y descoloridos. En ella, una mujer joven

se agacha en el porche delantero de la casa de una casa de ladrillo y en

sus brazos se retuerce un pequeño niño vestido con un abrigo de cuello

de tortuga blanco y pantalones oscuros. Él está pateando su falda en el

esfuerzo por liberarse de su agarre. Pero aun así, ella le está sonriendo,

alegría por todo su rostro. Y arrodillándose a su lado, los pequeños

dedos del niño se agarran fuertemente alrededor de uno de los suyos,

está alguien que no he visto en más de medio siglo.

Cada musculo en mi cuerpo se tensa y giro hacia Ed.

—¿Quién es este? —demando.

—Yo —contesta simplemente, sus ojos interrogándome.

—Tú… —Miro de nuevo al hombre en la foto—. ¿Quién más?

—Mis padres.

Maldito infierno.

—¿Estos…? —digo apuntando a la fotografía—, ¿…son tus padres?

—Eso fue lo que me dijeron.

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—¿Qué quieres decir con que “eso fue lo que me dijeron”? —Mi voz sale

como un duro ladrido y veo sus ojos flotar hacia el arma en el final de la

mesa, fácilmente a su alcance.

—Pop murió no mucho después de que esa foto fuera tomada, no lo

recuerdo.

Miro la foto de nuevo. Ese rostro es inconfundible porque se parece

mucho al mío. Así como muchos de nuestra especie. Estoy

repentinamente seguro que mis piernas no me van a soportar. El cuarto

gira. Llevo la foto conmigo mientras tropiezo con el sillón.

—Gringus —susurro para mí mismo mientras me hundo en él.

—¿Qué demonios está sucediendo?

—¿Estás seguro de que ese es tu padre? —digo, sosteniendo en alto la

foto para que él la vea.

—Tan seguro como puedo estarlo. Eso fue lo que mi madre me dijo y no

tengo ninguna razón para pensar que estaba mintiendo.

—¿Cuál es su nombre?

—Gus.

El aire deja mis pulmones.

—¿Cómo es esto posible?¿Cómo pude no saberlo? —musito, inclinando

la frente en mi mano.

—¿Vas a decirme lo que está pasando?

Levanto mi cabeza lentamente y lo miro duro. Los diablillos tienen un

decir, azufre. Olí el aire, cargado con humo de la pipa. No azufre. Pero a

pesar de eso, sé que todo es verdad. Esto explica muchas cosas.

—Conozco a tu padre —digo, sosteniendo su mirada con la mía. Al

principio, una cínica sonrisa jala uno de los lados de su boca, pero

luego su cara se afloja y su cuerpo se pone rígido mientras recuerda lo

que soy.

—Quieres decir… —Él se echa hacia atrás, sacudiendo su cabeza—. No

—dice finalmente—. No puede ser.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —pregunto.

—Porque fue asesinado en una explosión en su fábrica. Tú dijiste que

los demonios no mueren.

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—Pero cuando están haciéndose pasar por humanos, hay muchas

formas de que el infierno lo pueda hacer parecer como si lo hubieran

hecho. Muchos de ellos incluyen fuego. —Me encuentro con sus ojos

mientras se desliza en el sillón frente a mí, estudiándolos. Estudiándolo

a él. Luego doy una mirada de vuelta a la fotografía… el hombre, sus

ojos clavados en el niño, orgullo y pura alegría en su rostro. Orgullo

paterno. No hay error en esa mirada, ni la semejanza. Debería haberla

visto antes si alguna vez hubiera pensado en buscar por ella.

Mi memoria destella a la última vez que vi a Gringus. Marchosias me

había dicho que había sido convocado y sentenciado al Hoyo. Llegué

aquí justo antes de que su sentencia fuera ejecutada. Él estaba de pie,

alto, en el Hoyo, sin remordimientos. Cuando pregunté qué había

pasado, sus ojos se volvieron nublados, distantes.

—No podrías entenderlo. No ahora, de todos modos —me dijo. Pero

luego sus ojos se aclararon—. Pero siempre recuerda, Lucifer. Esto… —

hizo un gesto alrededor de nosotros, hacia el Lago de Fuego y el castillo

Pandemonio—, no es todo lo que hay. —Lleva su puño al corazón y dio

un golpecito ahí—. Algunas veces necesitas seguir tu propio camino. —

Dejo caer la mano del pecho y la puso en mi hombro, mirando fijamente

a mis ojos—. Y algunas cosas vale la pena morir por ellas.

Su ejecución fue especialmente horrorosa. Lucifer tomó su fallo muy

personalmente porque Gringus no era solo cualquier demonio. Había

sido creado de la mano izquierda de Lucifer. Su Gabriel. No pude mirar

mientras Lucifer trataba de quebrarlo, pero escuché que él nunca se

entregó. Finalmente, después de semanas de tortura, fue cortado en

trozos y tirado dentro del Hoyo. Lucifer nunca lo reemplazó. El rumor

era que estaba asustado de darle a cualquier otro demonio tanto poder

después de lo que pasó. Dudé de que Lucifer estuviera demasiado

asustado, pero también sabía que era paranoico. Una vez quemado…

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —argumenta Ed, halándome de

vuelta a la habitación.

Froto mi adolorida frente, luego lo miro.

—Porque lo conocí bien. Él era mi Consejero. Mi mentor.

Cierro mis ojos y tiro mi cabeza en el respaldo del sofá.

Frannie…

Inhalo una respiración profunda y luego exhalo lentamente, tratando de

absorber todo esto. Frannie es una Nefilim, mitad ángel. Pero si todo

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esto es cierto, lo cual estoy bastante convencido de que lo es, ella es

también un octavo demonio.

Nefilim y diablillos no son extremadamente raros. Son más comunes de

lo que uno puede pensar. Pero podría apostar mi cuerno izquierdo a que

esto nunca antes había pasado. Podría haber otros con sangre de

demonio y ángel. Pero Frannie y sus hermanos, estoy bastante seguro,

son únicos.

Son menos de la mitad humanos.

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Un golpe fuera del infierno

Traducción SOS Kirara7, kensha, SOS por AntoD

Corregido SOS por La BoHeMiK

FRANNIE

La luz azul detrás de nosotros no es una sorpresa. Matt va como a cien,

moviéndose por el tráfico nocturno de Nueva Jersey. Realmente es más

una sorpresa que esta sea la primera vez que nos detengan.

Él se vuelve hacia mí con una sonrisa torcida.

—Otra oportunidad para que practiques ese talento tuyo.

Lo fulmino con la mirada y mi instinto salta un poco cuando veo con

qué facilidad hemos vuelto a caer en las bromas.

—¿Quieres que Influencie a un policía? —digo.

La intensa mirada de Matt se posa en mí.

—Considerando que morí antes de obtener una licencia de conducir,

esa puede ser una buena idea.

La culpa me atraviesa, destrozando mi interior.

—Probablemente iré a la cárcel —murmuro.

—Los dos iremos a la cárcel si no lo hacemos —responde, su expresión

repentinamente es intensa.

El dolor en mi interior se detiene mientras él se da la vuelta y baja la

ventana. El policía se aproxima con precaución, moviendo su linterna

como la luz de un club.

—Hola, oficial —dice Matt.

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—Marca noventa y seis kilómetros, hijo. ¿Por qué tanta prisa?

Matt me mira. Esperando.

Mierda.

—Oh, eh, no hay prisa, oficial —tartamudeo—. Solo estamos… eh.

Ni siquiera sé que decir e incluso intentarlo se siente extraño, como si

intentara coquetear para evitar la multa, solo que esto es peor que

coquetear.

—Licencia y registro —dice él antes de que pueda pensar.

—Mi hermana le iba a decir que su equipo necesita ser recalibrado

porque usted lo dejó caer —dice Matt, sus ojos se fijan en mí.

Mi estómago se aprieta más fuertemente.

—Oh, sí… ¿recuerda cómo se cayó cuando usted se bajó del auto? —le

digo con poca convicción.

El oficial, un tipo apuesto de más o menos treinta años, se detiene para

ver más allá de Matt a donde yo estoy sentada. Matt inclina la cabeza

en un gesto de “continúa”.

Aclaro mi garganta.

—Así que ya sabe que el manual dice que si se cae puede causar un

mal funcionamiento.

Él me mira, y por un segundo parecer que va a discutir. Pero luego

pienso en Maggie y mi corazón se acelera, dándome cuenta de que cada

segundo que pasemos aquí puede ser el tiempo que Marc demore en

etiquetarla. Siento una oleada de desesperación. Necesito llegar con mi

familia. Ahora.

El rostro del oficial hace un gesto desconcertado.

Respiro profundamente para calmarme y poder concentrarme en su

mente.

—Especialmente porque usted escuchó un sonido raro después de

haberse caído.

—Sonido extraño… —repite.

—Así que probablemente está roto —le digo, ganando confianza.

Él se detiene y se frota su barbilla.

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—Debería hacer que lo recalibren.

—Sí —concuerdo.

—Gracias por llamar mi atención de esto, señorita —dice él

inclinándose de nuevo y lanzándome una sonrisa con un hoyuelo—.

Ustedes dos, tengan un buen día y conduzcan con cuidado —añade,

golpeando su mano en el techo.

—Gracias, oficial —digo, mi corazón está saltando. Arrancamos dejando

al oficial detrás de nosotros mirándonos—. Eso estuvo mal en muchas

formas para contar —digo, sabiendo que no había otra forma. Tenemos

que llegar a casa.

—Mira, Frannie, tu Influencia es parte de quién eres, cuanto más

rápido entiendas eso las cosas serán más fáciles para ti.

Recuerdo a Luc diciendo lo mismo hace no mucho tiempo y siento mi

estómago sacudirse. ¿Por qué yo? ¿Por qué esto tenía que pasarme a

mí?

—No quiero esto.

Él me mira de reojo.

—Bueno, tú lo tienes.

Me recuesto en el hombro de Matt y siento su calor. Él es tan caliente

como Luc nunca lo fue. Mi estómago se hunde, recordando lo que él es.

Me alejo y lo miro más detenidamente, buscando cualquier cambio.

—¿Matt? —Él gruñe sin mirarme—. Como hiciste… —mi estómago se

aprieta y no puedo decirlo.

Él me dispara una mirada.

—¿Qué, Frannie? —La irritación en su voz es realmente confortable, el

suena como el viejo Matt, mi hermano.

—¿Cómo hiciste para conseguir tus alas? —Dejo escapar.

Aprieta la barbilla y mira hacia la ventana, al principio creo que no va a

contestar. Finalmente él dice:

—Él me las devolvió.

—¿Él…? —pregunto, con miedo a la respuesta. Vuelve la cabeza y se

queda viéndome y esa es toda la respuesta que obtengo, no puedo

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sostener su mirada, así que me recuesto nuevamente en su hombro—.

¿Fue horrible?

—¿Qué?

—¿Cuándo perdiste tus alas?

Por un largo tiempo, hay silencio y mis músculos arden con tensión.

—No quiero hablar de eso —dice finalmente, su voz es dura. Estoy

contenta de que no pueda ver mi rostro cuando se sonroja por la

vergüenza. No debí haber preguntado. Claramente fue horrible. Trago

saliva.

—¿Cuánto falta?

—Bastante —responde, mirando la ventana.

—Te diría que conduzcas más rápido, pero no creo que sea posible.

Sus ojos parpadean mientras se vuelven hacia mí, luego se llenan de

simpatía.

—Trato de apresurarme, seria horrible si algo le pasara a Maggie antes

de que llegáramos —dice mientras se mueve hacia el otro carril—. Creo

que después de Taylor, sería muy difícil vivir con eso.

Mi estómago se revuelve mientras ese pensamiento cava más y más

profundo mí mente, sembrando raíz ahí. Eso es mi culpa. La muerte de

Taylor fue por mi culpa, si lo mismo le pasa a Maggie no sé qué haría.

Mientras pienso, siento un agudo dolor en mi interior y mis manos van

instintivamente hacia mi estómago. Veo a Matt justo a tiempo para

verlo sonreír con satisfacción mientras da una curva en el camino.

—¿Por qué me estás ayudando? —digo cuando el dolor disminuye, él

me mira con las cejas levantadas claramente ofendido.

—Ella también es mi hermana menor, Frannie.

No es de extrañar la burla en su voz y decido no continuar. Por qué me

ayuda no es importante, lo que importa es que él es el único dispuesto a

ayudarme cuando lo necesito.

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GABE

Marchosias se esconde en las sombras detrás del garaje al lado de la

casa. Está apoyado en la cerca con una clara vista de la ventana de

Maggie y Grace. Una sombra permanece detrás de él, una forma en la

oscuridad que no puedo distinguir. Por lo que sé, no es un demonio, así

que probablemente es Lilith. Faith está pisándome los talones cuando

paso entre Marc y la casa, mientras él mira de soslayo con sus ojos

brillando en la oscuridad.

—Simplemente atácalo —susurra ella—. Estaría justificado.

—No lo estaría —respondo—. No está hiriendo a nadie.

Ella echa un vistazo sobre su hombro mientras doblamos la esquina de

la casa para entrar al patio trasero.

—Pero quiere hacerlo.

—Todos quieren. Es lo que hacen.

—Es por eso que el Todopoderoso debería dejarlos en el olvido. Él

podría, ya sabes. Si quisiera —dice con complicidad una vez que

estamos fuera de la vista de Marc.

Me asomo a ver a Claire por la ventana de la cocina mientras friega

frenéticamente el suelo, con la preocupación marcada en su pálido

rostro. Ella se mantiene mirando al teléfono, luego a la puerta.

Finalmente, apoya el trapo en la mesa y se deja caer llorando sobre una

silla, con el rostro entre las manos. Esto es supremamente injusto y,

por un instante, creo que Faith tiene razón. Si no hubiera Infierno,

cuán mejores serían las cosas. Pero luego la cruda verdad irrumpe en

mis pensamientos. Incluso si no hubiera Infierno, aún habría maldad.

El hombre es perfectamente capaz de manifestar eso por sí mismo, sin

ninguna ayuda infernal. Sin la amenaza del Infierno, no habría control

ni equilibrio. No habría consecuencias.

Me giro hacia Faith, con la mandíbula apretada.

—¿Y entonces qué? Tiene que haber un equilibrio.

Ella se acomoda en el extremo del sofá de dos asientos cerca de la

puerta trasera y palmea el asiento junto a ella. Una vez más miro hacia

atrás en dirección a Marchosias y me dejo caer en el asiento

sintiéndome exhausto. Entrelazo los dedos en mi cabello, apoyo los

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codos en las rodillas y trato de pensar. Luego de un minuto, siento la

mano de Faith en mi espalda, acariciando suavemente, levantando

escalofríos en mi piel cada vez más humana.

—Sabes, el destino del universo no está en ti. Déjanos ayudarte. —Su

voz es suave y tranquilizadora. Levanto mi cabeza y ella me mira con su

expresión más suavizada. Alarga la mano y acaricia mi mejilla—.

Déjame ayudarte.

Me mira a los ojos por un largo momento, con su mano en mi rostro y

su mirada esperanzada. Tomo su mano y gentilmente la bajo,

apartándola.

—Estás ayudando. Has sido muy valiosa.

—Gabriel —dice ella, entrelazando sus dedos con los míos—. Quiero ser

más que valiosa. —Lleva mi mano hacia su boca y desliza las yemas de

mis dedos sobre sus labios—. Te amo —dice, colocando su otra mano

detrás de mí cuello y atrayéndome hacia un beso.

Siento que comienzo a temblar mientras volteo mi cabeza hacia un lado,

pero ella no me suelta.

—Por favor, Gabriel. Ella nunca te amará como yo —murmura en mi

mejilla—. Renuncié a todo por ti.

Mi corazón se sacude mientras me giro hacia ella.

—¿Qué hiciste?

Nuestras miradas se encuentran.

—Eras tú, Gabriel. Siempre has sido tú. Eres de quien me enamoré.

Cierro mis ojos y respiro, tratando de procesar eso, pero es imposible

pensar con sus manos moviéndose por mis hombros y acariciándome.

—Lo siento. Yo… yo no lo sabía.

Ella se acerca más y siento su cálido aliento en mi oreja.

—Te amo. Siempre te he amado. —Sus labios se deslizan por mi mejilla

hacia mi boca y lucho por alejar el deseo que siento agitándose en mi

interior.

—No puedo, Faith.

Sus labios rozan los míos.

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—Sí puedes —susurra. Me obligo a apartarla y mirarla a los ojos, con

mi mandíbula apretada y la respiración irregular.

—Sabes que eso no es verdad.

—Sé que lo es. —Sus ojos resplandecen mientras me mira—. Te vi —

dice acercándose más. Su mano encuentra mi pecho y fuegos

artificiales estallan en mi interior—. Te vi en su cama. Estabas

besándola.

Mi corazón se hunde. Pero aun así, cada terminación nerviosa retumba.

Malditas sean estas hormonas.

—No deberías haber visto eso.

Faith se pone rígida junto a mí y su voz adquiere un tono duro mientras

su mano baja hasta mi muslo.

—Era mi trabajo verlo.

La desesperación abre un pozo en mi pecho y siento el peso del mundo

presionando contra este, amenazando con ceder.

—No debería de haber sucedido. —Pero lo quería. Quería más que

besarla. Lo quería todo de ella.

Frannie.

La frustración bulle dentro de mí como la construcción de una tormenta

ante el recuerdo de Frannie en mis brazos. Mis músculos se tensan y el

calor pincha mi piel. Me duele todo con necesidad, insoportable e

incesante.

—Por favor, Gabriel. —Faith se presiona contra mí, una lágrima está

goteando de sus pestañas—. Bésame de esa forma. —Sus labios se

mueven a lo largo de la línea de mi mandíbula, moviéndose hacia mi

boca—. Finge que soy ella.

Sus lágrimas en mi rostro son cálidas y húmedas. Su piel, de seda. Su

aliento, caliente. Cierro mis ojos y respiro profundo, luchando con las

emociones que no puedo controlar. Y entonces sus labios están sobre

los míos. Insaciable deseo estalla desde lo profundo de mi ser y la

atraigo más cerca, empujándola contra mí, devorándola con mi beso;

necesitándola como nunca he necesitado algo antes. Ella se desplaza

hacia mi regazo y la sensación de su cuerpo presionando contra el mío

es más de lo que puedo soportar. Sus labios se mueven con los míos y

sus manos se deslizan por mi espalda, jalándome más profundo.

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No hay escape. Me estoy ahogando en ella. Sus labios dejan los míos

por un instante y yo lucho por conseguir aire.

—Frannie —susurro. Ella se tensa y el tiempo se detiene mientras me

doy cuenta de lo que dije.

—Bueno, ¿no es esto especial?

Faith salta de mi regazo con el sonido de la voz de Aaron.

—Aaron —digo poniéndome de pie en el sofá de dos asientos y

girándome hacia él, tratando de calmar mi palpitante corazón y

mantenerme concentrado—. ¿Dónde están las chicas?

Su sonrisa es como de un kilómetro de ancho.

—Arriba.

—Faith. —Me giro hacia ella—. ¿Podrías subir y hacerles compañía?

Sus ojos se oscurecen, su tono es agudo y frío, como una hoja de acero

mientras dice:

—Lo que tú quieras.

Me mira por un largo momento, dolor y rabia luchando por el control de

su expresión. Finalmente, voltea y desaparece alrededor de la esquina y

un momento después la oigo hablando con Daniel enfrente de la puerta.

—Lo que quieras —repite Aaron burlándose, observando a Faith y

después a mí—. Hombre de poca Faith4... —Él se ríe en voz baja ante su

patético estallido de ingenio—. Eso tiene un significado completamente

nuevo.

—No es de tu incumbencia, Aaron —digo, con mi propia repugnancia

comiéndome vivo, haciéndome sentirme enfermo. No puedo entender

como los vengadores no han venido a buscarme. No pertenezco a Su

rebaño.

—¿Favores de los caídos? —Golpea un dedo en su sien—. Eso suena

como un abuso de poder para mí. ¿Puedes decir acoso sexual? —De

nuevo se ríe entre dientes—. Ese demonio realmente está pegado a ti.

Tengo que enviarle un regalo.

—¿Terminaste? —digo, doblando los brazos sobre mi pecho, tratando de

mantener mi entereza.

4 O ye of little… Faith: (Hombre de poca fe… Faith), juego de palabras ya que Faith

significa Fe.

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—Solo sigue cayendo en la tentación, Gabriel, y estarás listo. Es bueno

que te sientas tan cómodo con los caídos, ya que te unirás con ellos

pronto y tendré tu trabajo.

El odio contra mí mismo estalla y me volteo hacia él.

—No, si no puedes llegar a hacer el tuyo. No abandonaré a Maggie

mientras Marchosias, o para el caso cualquier otro demonio, se

aproxime a ella.

—Sí, oh, uno lujurioso. —La sonrisa no abandona su rostro mientras él

se desvanece.

Me apoyo en la casa y froto mis adoloridas sienes, débiles con derrota.

—Frannie. ¿Dónde estás? —le susurro con mi corazón colapsando.

LUC

Paso la mayor parte del día con Ed tratando de ordenar todo, todo el

tiempo esperando un golpe en la puerta o una llamada de Frannie.

Finalmente, dejo a Ed en la casa con instrucciones para llamarme si

Frannie aparece y me dirijo hacia Riley. Gabriel se iba a quedar con

Daniel, así que su casa está cubierta. Con la ida de Taylor, este es el

único otro lugar en el que puedo pensar que Frannie ha ido. Salgo del

Shelby a la acera y paso hacia la puerta de Riley, entonces toco el

timbre y espero.

Riley aparece en la puerta un minuto después con Trevor a su lado. Sus

ojos se ensanchan en sorpresa.

—¿Luc?

Sonrió y trato de mantener la calma.

—Hola, Riley. Trevor —agrego con un guiño en su dirección.

—¿Qué haces aquí? ¿No se supone que tienes que estar en los Ángeles

con Frannie?

Me quedo mirándola, deseando haber pensado en esto un poco más a

fondo. Desde su sorpresa, está claro que ella no sabe nada de Frannie.

Pero si lo hizo, necesito saber sobre eso.

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—Nosotros en realidad no hemos salido —digo—. Hay problemas con los

vuelos. Frannie tuvo que hacer unas cosas de último minuto y se

suponía que íbamos a reunirnos en su casa —continúo—, pero está

atrasada. Esperaba que ella se detuviera aquí en su camino.

—No. No la visto. —Saca su teléfono del bolsillo.

—Ya probé con su teléfono. No responde.

Su mano cae a un lado.

—Oh. Bueno…

Sonrió hacia ella.

—Así que, si se detiene por…

—Le diré que traiga su trasero a casa. —Finaliza ella por mí con una

sonrisa.

—Gracias, Riley —digo con un guiño y me giro hacia el auto—. Nos

vemos, Trevor.

—¡Dile que la echo de menos! —grita Riley detrás de mí.

Levanto una mano como reconocimiento mientras corro hacia el Shelby,

deslizándome en el asiento delantero. En el instante que estoy en el

auto, sé que no estoy solo. El penetrante olor de la sucia humanidad

casi me impulsa a salir de la calle.

—¿Perdiste algo? —La voz es femenina, pero no la reconozco. Miro hacia

el asiento del pasajero, a un rostro que es totalmente desconocido. Pero

los ojos… me atraen… tiran de algo profundo y primitivo dentro de mí…

pura necesidad animal.

Automáticamente alcanzo la manija de la puerta, dejando caer mi

mirada antes de que Lilith pueda atraparme.

—Te reconozco, así que puedes apagar el infernal rayo atrayente. No voy

a caer en eso otra vez.

—Supongo que si dijera: “has perdido” eso no ayudaría a mi causa.

—Nada va a ayudar en tu causa, Lilith —digo, mis ojos sacudiéndose

momentáneamente a su nuevo rostro.

Su anfitrión sería lindo si ella no estuviera descuidada y desnutrida,

está demasiado delgada, con huecos hundidos bajo sus ojos. Su cabello

pelirrojo hasta los hombros esta enmarañado en algunos lugares y su

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pálida piel se dibuja firmemente sobre el hueso saliente. Casi siento

lastima por ella, preguntándome qué sería tan malo en su vida que la

llevara a las drogas y, seguramente, a lo peor. Pero entonces Lilith

sonríe, exponiendo marrones dientes podridos y sus ojos brillan en la

penumbra como algunas lascivas diapositivas a través de su cara.

—No estoy aquí para eso, de todos modos —dice.

Me doy cuenta de que suena diferente. Cansada.

—Frannie esta con Matt —digo—. ¿Dónde están?

Una sonrisa malvada cruza sus labios.

—No es el momento.

Mi mano se dispara como un dardo, sujetándola alrededor de su

garganta y fijándola contra la puerta del pasajero.

—¿Dónde?

—Está en una misión de rescate, Luc. Sabes a donde va.

La suelto mientras siento su atracción seductora y su forma empieza a

parpadear en algo más atractivo.

—Apágalo Lilith. —La advierto.

Ella se deja caer nuevamente en su asiento.

—Tú no eres divertido. —Lamenta.

—Sal.

Ella suspira y se hunde más profundo en el asiento.

—¿Recuerdas cuando me dijiste que no necesitaba ser así? —dice,

haciendo un gesto con la mano sobre su demacrado cuerpo.

—Sí. —La escena es toda muy vívida en mi mente: el cuerpo sin vida de

Frannie en la cama, con Gabriel cerniéndose sobre ella. Y Lilith

poseyendo a Frannie y a mi alma como rehén dentro de su anfitrión.

—¿Tienes un plan real, o solo exhalarás luz de sol?

Dejo caer mi mirada, porque de hecho estaba exhalando luz de sol.

Habría dicho cualquier cosa para que dejara ir el alma de Frannie.

—No aguanto esto —dice en voz baja—. Y creo que conozco una salida.

Entonces mi mirada se ajusta a ella. No puedo ayudarla por mí mismo.

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—¿Cómo?

—Tiene que ver con Frannie.

Donde antes era sospechoso, siento que mi pelo erizado aumenta.

—Tú te acercas a Frannie y te mato con mis propias manos.

La más pequeña de las sonrisas se eriza en la comisura de sus labios.

—Eso no resultó tan caliente la última vez que lo intentaste.

Mi sangre corre fría cuando recuerdo el parque, como había tenido la

intención de matar a Lilith/Angelique.

—Mi error. No cometeré el mismo dos veces —le digo.

—Tan excitante como el pensamiento de que cometas el mismo error

dos veces es… —dice, tratando de llegar a acariciar mis muslos—. Lo

digo en serio. Quiero salir. —Con las últimas palabras, su fachada

casual se resbala y parece gravemente espantada—. Saliste, Lucifer.

Eres el único que alguna vez lo hizo. Ayúdame. Por favor.

La desesperación en sus ojos es inconfundible. Y el hecho de que puedo

mirarlos durante tanto tiempo sin necesidad de sumergirme en ellos

(sumergirme en ella, pienso con disgusto) es toda la prueba que necesito

de que ella quiere decir lo que dice. Ella apaga la sirena súcubo.

Miro hacia ella más valorativamente. Renuncié a mi inmortalidad por

amor. Dejó su mortalidad por lujuria. Cuando tuvo la opción eones

atrás, eligió la eternidad en el Abismo. ¿Es posible que pueda cambiar

después de todo este tiempo? Ha pasado una buena parte de esos eones

al lado del rey Lucifer. Podría saber algunas cosas, como sus

debilidades y vulnerabilidades.

—Dame una razón por la que debería confiar en ti.

—Porque tenías razón. Una vez que Él tenga a Frannie, no me querrá

más. Ya está obsesionado con ella. Es todo de lo que habla. —Sus ojos

verde pálido se fijan en los míos—. No tengo nada. No seré nada… —

Ella se desploma y se desvanece, derrotada. Sus ojos caen a su muslo

donde recoge una gran costra debajo del dobladillo de su minifalda—.

Tienes que ayudarme —dice, su voz es tan baja que apenas puedo oírla.

—¿Qué propones?

Levanta sus ojos y me mira fijamente debajo de las desalineadas y

enmarañadas pestañas rojas.

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—Me ayudas, te ayudo.

—Me parece un poco deficiente el departamento de información. Dame

algo específico.

Continúa manteniendo mi mirada.

—Creo que Frannie es algo más de lo que parece. Él piensa que lo es.

No es solo la Influencia lo que Él quiere.

Otra vez, me siento enfurecer. ¿Cuánto es lo que Él sabe? Porque

Frannie es más de lo que parece; ángel, demonio, mortal, todo en uno.

A la par con su Influencia, y solo Dios sabe de lo que es capaz.

—Frannie no va ser parte de esto —gruño.

—Si quieres derribarlo, ella va a tener que estar.

Siento una sacudida del agarre descargando contra mi instinto. Nunca

espere tenerlo descendiendo en la mesa. No es posible. Pero incluso si

lo fuera, no podría arriesgar a Frannie.

—Entonces no hay trato. No te dejaré… ni a Él —y añado con un

estremecimiento—, a un kilómetro a la redonda de ella.

Pero mientras lo digo, siento que es un agujero abierto en mi pecho,

dándome cuenta de que no sé dónde es “a un kilómetro a la redonda de

ella”. Podría estar en cualquier lugar. Y Él podría estar ahí con ella.

Hay un golpecito en el vidrio detrás de mí y Lilith aprieta su cara.

—No se lo digas —siseo.

Me volteo a ver el rostro de Marc mirando de reojo por la ventana hacia

mí.

—¿Tu novio no está en el plan?

Ella me mira con una advertencia en sus fríos ojos.

Cuando bajo lo ventanilla, Marc se inclina.

—¿No conseguiste bastante la primera vez?

Mi estómago se retuerce y miro hacia él.

—Si tocas a Maggie, te mataré. —Ladra una carcajada mientras llego

hacia ella y empujo la puerta de Lilith—. Mantente alejada de Frannie.

Matante alejada de mí.

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Sonríe.

—¿O harás qué? ¿Echarme a tu amigo celestial? —dice mientras se

desliza fuera del Shelby—. Incluso empiezas a oler mal —añade,

agitando su mano delante de su rostro.

Viniendo de ella, es casi ridículo. Sin embargo, incluso después de que

se ha ido, persiste el olor a suciedad humana y me doy cuenta de que

todo pudo no haber sido de ella. Ella y Marc están de pie, observando,

mientras quito el freno. Me dirijo a mi apartamento por un cambio de

ropa y pido sinceramente a Dios que Gabriel tenga más suerte que yo.

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Salvando a Grace

Traducido por LauraNicole2002 y Fenixonfire

Corregido por Maniarbl

FRANNIE

Llegamos a Haden, justamente en veinticuatro horas, cuando el sol

alcanza el horizonte y los tonos rojos y morados del atardecer llenan el

cielo.

—¿A dónde vas? —le pregunto a Matt cuando pasamos de largo nuestra

salida de la autopista.

—Necesitamos ir a casa. Creo que deberíamos explorar un poco antes

de que vayamos allá —me responde. Baja la velocidad y se mueve al

carril derecho—. Si Marc está con Maggie, es solo para atraparte. No

quiero que caigas en una trampa ni nada parecido, por enésima vez el

pánico se apoderó de mi corazón, ¿qué diablos estaba pensando? Por

favor, no me dejes arruinar esto, rogué.

—¿Y si él está con ella?¿Y si la etiqueta antes de que lleguemos allá? —

Me mira rápidamente.

—Iré a comprobar que todo está bien, entonces vendré a por ti. Pero

necesito dejarte en un lugar seguro mientras tanto.

—¿Así que a dónde vamos? —pregunto con un nudo en la garganta, con

mi corazón a punto de explotar—. A casa del abuelo.

—¿Tú también? —Él sonríe satisfecho.

—¿Qué crees?

—Tienes que volver por mí. Gabe me encontrará si nos demoramos

demasiado. Él me impedirá ayudar a Maggie.

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—Si Gabriel está en algún lugar, es en la casa. Una razón más por la

que tengo que ir primero y comprobar todo. —Lo miro.

—¿Qué vas a hacer?

—Solo quiero visitar a mi antiguo gurú. Ya sabes... ponerme al día y

esas cosas. —Vuelve a concentrarse en la carretera para conducir a la

rampa de salida. Tamborileo mis dedos nerviosamente en el

reposabrazos, con mis ojos inquietos observando todo cuando entramos

en el vecindario del abuelo. Estacionamos frente a su casa—. Entra,

estaré de vuelta tan pronto como pueda. Si Gabriel está allí idearé una

forma de despistarlo, así que quizás no será hasta mañana.

—Está bien —digo—. Pero trata de darte prisa. —Salgo del auto y

tropiezo aturdida por el camino. A medida que el sol se pone sobre el

barrio del abuelo, todo es aparentemente tranquilo. Cuando llego a la

puerta, oigo a Matt apartarse. Lo veo desaparecer detrás de los árboles,

entonces me paro frente a la puerta durante mucho tiempo antes de

llamar, tratando de encontrar una explicación.

Pero antes de que yo levante mi mano para llamar, la puerta se abre y el

abuelo está de pie allí. Él toma mi hombro y me tira rápidamente

dentro. Envuelvo mis brazos apretadamente alrededor de él, con miedo

a dejarlo ir, y no puedo dejar de llorar.

—Abuelo.

Sollozo en su hombro. Es tan cálido y su calor comienza a derretir el

frío de mi corazón.

Acaricia mi cabello, respiro el aroma familiar de dulce humo de pipa

aferrándose a su camisa.

—Tranquila, Frannie. —Su voz ronca retumba en su pecho.

—Abuelo —le digo otra vez llorando lentamente. Estoy tan feliz de verlo,

y mi voz suena tan cansada. Estoy más recargada hacia él sintiendo

como el agotamiento me lleva.

—He estado esperándote —dice, sin dejar de abrazarme, entonces se

rompe el abrazo y me lleva a la cálida y familiar sala de estar—. Luc

estaba aquí buscándote. Casi le disparé —dice mientras nos instalamos

en el sofá. Él pone un brazo detrás de mis hombros y aprieta—.

Probablemente debí hacerlo.

Siento que empiezo a temblar, pongo mi cabeza en el hombro del

abuelo.

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—¿Luc estaba aquí? —Miro hacia abajo a mis manos inquietas. Yo

estaba tan enojada cuando me fui. Solo quería alejarme tanto de Luc y

Gabe. Pero mi corazón se esfuerza por mantener su ritmo cada vez que

me acuerdo de la cara de Luc cuando dijo que quería irse, ambos—.

¿Qué es lo que quería?

—A ti. Pensó que podrías terminar aquí. —Se gira y me mira—. ¿De qué

estás huyendo, Frannie?

—De nada. —Respiro profundamente—. En lo que concierne. ¿Está todo

bien en casa?

Su frente se arruga.

—Hasta donde yo sé. —De repente estoy confundida. Matt estaba tan

seguro—. ¿Así que Maggie está bien? Luc me preguntó lo mismo. —La

arruga en su frente se profundizó—. ¿Qué está pasando, Frannie?

Suspiro nerviosamente.

—Hay un montón de cosas que suceden en estos momentos. No puedo

contártelo todo. Sería peligroso para ti.

—No te atrevas a preocuparte por mí. —Trata de mantener tranquila su

voz, pero puedo oír la preocupación detrás de las palabras—. Yo puedo

cuidar de mí mismo.

Me meto bajo su brazo y alzo la vista hacia él.

—Lo sé, pero... —No me atrevo, no estoy segura de cuánto decirle. Ya se

sabe mucho, pero al mismo tiempo, tan poco—. En realidad, no me voy

a la universidad.

—Me lo imaginé. Pero vas a alguna parte con Luc.

—Y Gabe —le digo. Sus ojos se endurecen.

—El ángel.

Asiento. Él me mira a los ojos.

—Me parece que este ángel y Luc no han hecho más que ponerte en

peligro y conducen hacia el mal.

Niego con la cabeza.

—No, abuelo. Todas las meteduras de pata han sido mías. —Pienso en

Taylor y Matt de nuevo y me siento enferma, a pesar de que mi

estómago no podría estar más vacío.

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Debió oírlo gruñir, porque él está frente al sofá.

—Conseguiré algo que poner en ese estómago.

—De acuerdo —le digo, tratando de recordar la última vez que comí

algo.

Me hundo más en el sofá, y unos minutos más tarde, el abuelo está de

vuelta con un bocadillo de jamón y un vaso de leche.

—Gracias —le digo, tomando el plato y el vaso de sus manos.

Se sienta a mi lado, observando, como devoro el sándwich y me tomo la

leche de un trago, demasiado hambrienta para ser consciente de mí

misma.

—¿Quieres otro? —dice, tomando el plato de mi mano cuando termino.

La sensación de comida en mi estómago no es precisamente cómoda, ya

que he pasado tanto tiempo sin ella y a pesar de que todavía estoy un

poco de hambrienta, decido dejarlo mientras estoy delante.

—No, abuelo. Sin embargo, gracias.

Pone mis platos en la mesa de café y engancha su brazo sobre mi

hombro.

—Te vas a quedar aquí conmigo.

Me aprieto más en su costado.

—Mi… —dije cobrando aliento—. Mi amigo podría venir a por mí esta

noche. Yo realmente no debería estar aquí. Si Luc estuviera aquí…

—Los otros vendrán buscándote también —termina para mí.

Asiento.

La mirada de mi abuelo se vuelve inusualmente intensa y casi puedo

sentir el calor que irradia de su cuerpo.

—¿Qué pasaría si te encontraran?

Me encojo de hombros para cubrir el escalofrío que recorre mi columna

vertebral.

—No lo sé —le respondo con sinceridad—. ¿Crees que lo que sea que

sea, podría ser peor que pasar el resto de tu vida cubriéndome las

espaldas?

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Me estremezco de nuevo, recordando lo atractivo que era el rey Lucifer,

lo mucho que codiciaba Su poder.

—Sí.

Algo destella en los ojos del abuelo.

—Estás segura, porque no me parece que estén tratando de matarte...

—Noto algo en su voz que no es exactamente alivio. Es más grande.

—Estoy bastante segura de que Él quiere que yo viva. —El temblor es

más fuerte, esta vez me doy cuenta de que he cambiado el "ellos" del

abuelo por el "Él" que no puedo sacar de mi mente ahora que he

pensado en él. El collar en mi pecho comienza a hormiguear y

quemarme. Pongo mi mano en mi pecho donde mi corazón late al ritmo

de los latidos del metal en mi piel.

—Bueno, mientras estés aquí, voy a mantenerte a salvo.

—No puedo quedarme, abuelo. No sería seguro para ti.

Estoy sorprendida por la risa que siento más que la escucho. Lo miro a

la cara.

—Nada te pasará aquí —dice, aún con una sonrisa en los labios. Se

levanta del sofá y sostiene su mano hacia mí—. ¿Por qué no descansas

un poco? Podemos hablar de lo que va a pasar mañana, mañana.

Echo un vistazo al reloj y son apenas las nueve.

—Es muy temprano...

Se ríe otra vez mientras tomo su mano y dejo que me saque del sofá.

—No lo es para un viejo como yo.

—De acuerdo, abuelo. —Camino hacia el corto pasillo que conduce a la

habitación de invitados y él me sigue hasta la recámara—. Gracias por

dejar que me quede aquí. Por favor, no le digas nada a mamá o papá. Es

más seguro para ellos si no saben dónde estoy.

—Mis labios están sellados —dice, y sólo por un instante, juraría que

algo en su cara cambió. El brillo que siempre está en los ojos del abuelo

se convierte en más que un incendio. Pero un instante después se ha

ido, y estoy segura de que es solamente porque estoy paranoica.

Echo un vistazo a la cama desde la puerta del dormitorio. Matt estará

de regreso en cualquier momento, pero mientras tanto, una ducha y

una siesta no suenan como una mala idea. Pienso decirle al abuelo que

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Matt viene a buscarme, luego decido hablarle de Matt, encima de todo

lo demás podría ser demasiado.

—Alguien podría venir a mí —digo finalmente.

—¿Quieres decir que no sea Luc y ese ángel? —Su voz se afila a un

punto en la última palabra y en sus ojos aparece esa llamarada de

nuevo.

¿Cómo sabe él de mi hermoso ángel?

—Um...

—Luc dijo que Gabriel te estaba buscando —dice, me relajo.

—Sí... Estoy segura de que lo está. —Mi garganta traquetea al tragar.

—En realidad estaba pensando en otra persona. Y cuando venga, voy a

tener que irme.

—Todo el mundo quiere un pedazo de ti —dice, mientras me tira en un

abrazo. Y lo que huelo en su camisa no es humo de la pipa.

Es olor a huevos podridos. Me alejo y miro a la cara del abuelo, aterrada

de lo que estoy segura de que veré. Pero sus ojos azules, aunque

preocupados, son suaves. Se inclina y me besa en la frente.

—Buenas noches, Frannie.

Y todo lo que huelo es el toque de humo de pipa dulce que siempre lo

rodea. No azufre.

Estoy totalmente perdida.

—Buenas noches, abuelo —le digo, tratando de mantener el movimiento

de mi voz. Me deslizo por la puerta de la habitación de invitados,

encendiendo la luz.

El abuelo me atrapa con su mirada justo antes de cerrar la puerta.

—Me perteneces.

GABE

La primera vez no pensé en el cosquilleo que recorría mi columna. La

segunda vez, sin embargo, me sacó de mis pensamientos. Trato de

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desaparecer, y todavía puedo, pero requiere la fuerza de Hércules

mantener mi incorpóreo cuerpo invisible, así que me rindo.

Mientras me pongo de pie y desciendo los dos escalones del porche, un

movimiento que capto por el rabillo del ojo me hace girar. Miro hacia

arriba para ver las cortinas de la sala familiar moverse desde donde

Grace las dejó. Había esperado que ella se quedara arriba con Faith y

Maggie, pero ha estado sentada en la silla cerca de la ventana casi todo

el día, mirándome.

Faith.

No puedo dejar de pensar en lo que pasó, lo que ella dijo. Ella cayó

desde el cielo porque me amaba.

¿Cómo pude ser tan ciego como para no darme cuenta?

Porque no entendía el amor humano en ese entonces.

Pero ahora sí. Ahora conozco su poder. Conozco la magnitud de las

cosas que una persona podría hacer en nombre del amor, los sacrificios

que harían.

Yo de buena gana daría mis alas por ti.

Le dije esas palabras a Frannie antes que volviéramos del cielo, y Dios

me ayude, aún eran ciertas.

Froto mi frente por el creciente dolor de cabeza, y vuelvo sobre mis

pasos, con mi guardia arriba. Marchosias se ha ido por el momento,

pero eso no quiere decir que no vaya a volver. Mientras rodeo la esquina

hacia el patio, la puerta se abre y Grace se desliza hacia el porche

trasero, cerrando la puerta rápidamente detrás de ella. La oscuridad la

ha hecho más valiente.

—Hola —dice sin levantar la mirada.

—Hola.

—¿Te estoy… molestando?

Subo los escalones lentamente y me siento en el sillón de mimbre,

señalándome que se una a mí.

—Para nada.

—Porque papá dijo que deberíamos dejarte tranquilo.

No puedo evitar sonreír.

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—Me vendría bien un poco de compañía.

Ella se sienta en el otro extremo del sillón, lejos de mí, aun mirándose

los pies.

—¿Es Frannie un ángel?

Si no supiera de la habilidad de Grace de ver las auras, la verdadera

esencia de un ser, pensaría que es una pregunta extraña.

—No.

—Pensaba lo mismo, pero hay algo diferente en ella. —Sus ojos se

elevan repentinamente, fijos en los míos, luego los bajo igual de

rápido—. Algo… no realmente un ángel… pero divino.

Pienso en eso por un segundo, porque ella está describiendo justo lo

que yo siento en Frannie, algo celestial pero no angélico.

—¿Que ves cuando miras un ángel?

Ella se muerde el labio por un segundo antes de responder.

—Cualquiera que no es humano luce… —Ella se encoge de hombros—.

Realmente no hay una palabra. ¿Brillante? —Sacude su cabeza—. No.

Así no. Es más que brillante. —Duda, buscando la palabra, luego sus

ojos se iluminan y me mira—. Luminiscente. Eso es. Y algo metálico.

Los ángeles son radiantes, como platino, y los demonios son más

oscuros, como bronce deslustrado. —Asiente con la cabeza, satisfecha.

—¿Y Frannie?

Sus pestañas descienden y se mueve en su lugar.

—Ella es diferente… pero luminiscente. Realmente no puedo describirlo.

—Se encoge de hombros—. Es como si hubiera parte de ambos. ¿Se

puede deslustrar el platino?

Sonrío.

—No que yo sepa.

Ella se encoge de vuelta.

—Ese es el único modo en que puedo describirlo.

—Grace, esto es muy importante. Nunca te acerques a un demonio. Si

ellos perciben tu habilidad… —Me detengo, para no asustarla.

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—Está bien —dice mordiéndose el labio otra vez y mirándose las manos,

cruzadas en su regazo. Me espía por el rabillo del ojo—. Puedo hacer

que se vayan.

Mi corazón se salta un latido.

—¿Cómo?

Ella me mira.

—Yo rezo. Efesios 6.11 es el que mejor funciona.

La evalúo por un momento. ¿Realmente puede repeler demonios? Esa

sería una herramienta útil.

—¿Qué edad tenías la primera vez que viste un ángel?

Sus ojos encuentran con los míos otra vez.

—Seis.

—Joven —digo—. ¿Estabas asustada?

—Un poco —confiesa—. Fue en el hospital, después de que Matt cayera

del árbol. La enfermera que llegó con el doctor para decirnos que no

habían podido salvarlo, era un ángel. Porque ella estaba ahí, yo creí que

Matt había ido al cielo, y eso me hizo sentir un poco mejor.

Siento ese cosquilleo en mi espalda otra vez al escuchar el nombre de

Matt.

Ella realmente me mira por primera vez.

—¿Los ángeles comen? ¿Te puedo traer algo?

—No, gracias. Estoy bien.

—Hice un poco de limonada… —dice.

Sonrío de la forma más tranquilizadora que puedo.

—Limonada suena genial, Grace. Gracias.

Hay una sonrisa tímida mientras se levanta. Me levanto y giro para

verla entrar en la casa.

Por lo que no veo la explosión hasta que me tira de espalda.

Demasiado tarde, arrojo un campo.

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El olor a azufre se mezcla con carne chamuscada mientras él se cierne

sobre mí, regodeándose.

—Regla número uno del Protocolo de Ángeles Guardianes. Nunca bajes

la guardia, ni siquiera por limonada. —Los ojos de Matt destellan en

rojo vivo.

Me empuja hacia el sillón y me contraigo mientras el dolor me atraviesa.

—¿Dónde está?

—A salvo… de ti por lo menos.

Arrastrarme del suelo es más difícil de lo que pensé, me tambaleo y casi

caigo de nuevo.

—¿Dónde está? —repito.

—El abuelo la tiene. —Sonríe, su rostro es una mezcla tóxica de rabia y

diversión—. Aunque no creo que sea él mismo.

Reúno todo lo que puedo encontrar y se lo arrojo. Creo que lo último

que espera es un ataque físico, y cae bajo mi peso antes de que pueda

lanzar otra explosión de Fuego del Infierno. Mi mano está sobre su cara

mientras retuerzo su brazo hacia atrás.

Él ríe bajo su aliento, sorprendiéndome.

—Debe ser difícil cargar con tanta culpa.

La mezcla de emociones que me asaltan mientras lo miro es difícil de

describir. No tengo un marco para ponerles nombre. Pero la culpa

definitivamente está entre ellas. Siempre me sentiré culpable por lo que

le sucedió a él. Pero mirando en sus duros ojos, llenos de odio, está

claro que el sentimentalismo solo hará que me maten.

—¿Hay un punto al que intentas llegar?

—¿Por qué no me dijiste que yo también era especial? No es solo

Frannie.

—Necesitabas averiguarlo por ti mismo cuando estuvieras preparado.

—Menos mal que otros tienen más fe en mí —dice. Siento su energía

infernal pulsando debajo mío como si tuviera vida propia—. Puedo

sentir como te come… todas tus dudas. ¿Todavía perteneces? ¿Serás

capaz alguna vez de volver? ¿Te meterás alguna vez en los pantalones

de mi hermana? —Gira su cabeza para mirarme—. Sucio ángel.

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Salido de la nada, todo al mismo tiempo, el filo de la culpa se retuerce

en mis entrañas y una explosión de Fuego del Infierno emerge de su

cuerpo entero, tirándome hacia atrás. Golpeo el suelo mientras él se

levanta. Pone la suela de uno de sus zapatos sobre mi pecho, su puño

brillante apuntando hacia mi cara.

—Me encanta cuando el santurrón tiene lo que se merece.

Me retuerzo y salgo debajo de él mientras una bola de fuego deja un

cráter en el césped donde yo estaba.

—¡Detente!

El grito viene desde el porche. Levanto la mirada para ver a Grace

parada en la luz menguante, un vaso de limonada en cada mano.

—Ve adentro, Grace —le digo mientras el pánico se arrastra por mi

pecho, pero cuando vuelvo a girarme hacia Matt, él está parado con los

brazos colgando sin fuerza a sus lados, mirando a Grace.

Ella lo vuelve a mirar, con una mezcla de miedo y repulsión en su

rostro, y suelta los vasos justo donde está. Estos explotan en una lluvia

de vidrio y limonada cuando golpean las escaleras. Sus labios se

empiezan a mover en lo que suena como una oración murmurada.

Matt se contrae de dolor pero no rompe su mirada, casi como si ella lo

tuviera hipnotizado. Un segundo después, él está sobre sus rodillas, con

las manos sobre sus oídos.

—Lo lamento, Grace. Por favor…

Grace se mueve lentamente hacia Matt, sus labios aun moviéndose en

la oración murmurada.

Estoy sobre mis pies al segundo siguiente, parado entre ellos. Por el

rabillo de mi ojo puedo ver a Daniel y Claire salir al porche trasero.

Daniel baja las escaleras corriendo hacia su hija, pisando sobre los

vidrios rotos, pero lo detengo con una mano en alto.

—Grace —digo, tocándole el hombro, pero ella continúa y me pasa como

en un trance.

—…Haber fijado en el cinturón de la verdad, y vestidos con la coraza de

justicia… —murmura.

—Grace —repito, volteándola para que me enfrente y sacudiéndola

gentilmente.

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Ella parpadea, luego levanta su mirada hacia la mía. Por un segundo no

parece verme, pero luego me ve y dice:

—Pensé que él se había ido al cielo.

—Ve adentro, Grace. Por favor.

Enlazo mi brazo alrededor de ella y comenzamos a caminar por donde

vino. Claire la agarra cuando llegamos al porche y la guía a través de la

puerta dándole una última mirada a Daniel. Cuando miro sobre mi

hombro, Matt se ha ido, pero Daniel está parado en el césped, mirando

hacia donde Matt estaba, pasmado.

—¿Matt? —dice, aturdido.

Pongo una mano sobre su hombro, y lo inundo de paz.

—Lo siento tanto Daniel.

Él deja caer su cabeza.

—Él es un elegido.

—Me temo que sí. —Le doy una palmada en la espalda y me dirijo con él

hacia la puerta—. Ve a mirar a las chicas.

Él asiente, cruzando sus ojos con los míos en una plegaria silenciosa,

antes de irse por la puerta.

—Bueno, eso fue interesante.

La sonrisa boba de Aarón, proveniente de detrás, no hace nada bueno

por mis nervios tambaleantes. Me volteo para decirle que se calle y haga

su trabajo, y encuentro su mano alzada en mi dirección, luz blanca y

delicada bailando sobre la superficie de su piel.

Él se encoge de hombros y una risa fría cruza su rostro.

—¿Quién hubiera pensado que un caído pudiera vencer al gran Gabriel?

—dice, luego su expresión cambia a una de dolor fingido—. Es una

lástima que haya llegado demasiado tarde para salvarte de él —añade

mientras una ráfaga de luz cegadora emerge de su palma.

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Segunda llegada

Traducido por Kirara7 (SOS), Jess16 y AntoD (SOS)

Corregido SOS por QueenDelC

FRANNIE

La puerta se cierra y solo me quedo allí por un segundo tratando de

recordar lo que el abuelo dijo. Mi mente se siente llena de algodón de

azúcar. Él dijo algo sobre estar segura, creo.

Sacudo por última vez mi cabeza, luego abro la puerta. El abuelo se ha

ido y las luces en el pasillo y en el salón familiar están apagadas. Está

totalmente oscuro, excepto por la luz amarilla que sale al pasillo desde

el marco saliente de mi habitación. Doy unos cuantos pasos hacia el

baño. Toma un segundo al bombillo de luz fluorescente volver a la vida

y me doy cuenta de que estoy respirando muy rápido. Mientras el brillo

fluorescente llena la habitación, miro al espejo y casi me quedo sin

aliento. Mis ojos están hundidos y púrpuras, mi piel es tan blanca que

parezco muerta.

Pero luego mis ojos son atraídos al pendiente de metal que no podía

soportar quitarme. Recorro con mi dedo su superficie curvada y siento

que me llama.

Alejo mis ojos de mi reflejo y abro el botiquín de medicinas. Adentro

encuentro un cepillo de dientes de hotel envuelto en plástico y un tubo

de pasta dental Crest. Recorro el cepillo sobre mis dientes, luego abro la

llave de la ducha a toda potencia. Me quito la ropa y entro, dejando que

el agua caliente pase por mi cabello y mi cuerpo. Al principio solo me

quedo ahí, queriendo tomarme mi tiempo, pero luego decido que mucho

tiempo sola conmigo misma en peligroso, porque tengo una repentina y

urgente necesidad de llamar a Gabe. Pienso en él y en Luc. Estoy

segura de que me están buscando, y me duele el corazón al pensar que

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por primera vez en meses no los tengo a mi lado. Estoy sola, para bien o

para mal.

¿Fue esto un error? ¿Qué tal si hice mal en venir aquí? ¿He puesto a

Gabe y Luc en peligro? La última vez que los dejé, Taylor terminó

muerta. Sentí frio y cerré el agua caliente, me apresuré en mi rutina y

me envolví en una toalla, apretándola fuerte a mi alrededor. Le echo un

último vistazo a la chica muerta en el espejo antes de apagar la luz y

dirigirme a mi habitación.

Cierro la puerta detrás de mí y voy hacia la ventana, donde busco a

Matt. Cuando no lo encuentro ahí, me vuelvo y me recuesto contra el

marco de la ventana, tratando de calmar mis nervios, y dejo mis ojos

vagar en los tesoros familiares sobre el pesado vestidor antiguo. Estas

cosas han estado ahí toda mi vida. Me acerco y tomo una foto de

nosotros cinco de niños con Santa cuando Maggie era tan solo una

bebe.

Los extraño demasiado.

El pánico asalta mi pecho. Tengo que ir con ellos, con Maggie, antes de

que sea muy tarde.

Siento que todos mis músculos se tensan ante la imagen de Maggie y

Marc en mi mente. ¿Y si es verdad? ¿Qué hare si él ya la ha lastimado?

Cierro mis ojos, alejando las lágrimas. Ella estará bien, tengo que creer

en eso.

No entiendo mi Influencia, qué es o cómo funciona, pero empiezo a

confiar en ella, justo como confío en mis visiones. He visto cómo

funciona. No puedo negarlo. Y también tengo el presentimiento de que

Gabe tiene razón. Si quiero tener una oportunidad, debo aprender a

usarla. Parece venir más fácil cuando viene de mi corazón y cuando

intento forzarla parece no venir.

Necesito que funcione.

Siento que el amor por mi familia llenar mi corazón, y le envío un

mensaje a Maggie.

Ten cuidado. Ten cuidado. Ten cuidado.

Me concentro en el movimiento del aire que entra y sale de mis

pulmones mientras bajo la fotografía. Paso mis dedos sobre un trozo de

arcilla en la que Matt pintó una carita feliz en el jardín de infantes y se

lo dio a los abuelos para Navidad. A su lado hay una lata redonda con

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polvo y un aplicador blanco que solía oler a jazmín, pero que ahora

huele a polvo. El cepillo de plata de la abuela con cerdas de pelo de

caballo, y el espejo de mano a juego están aquí también. Lo levanto y lo

acerco a mi nariz, pero su olor se ha desaparecido hace mucho tiempo.

Una variedad de horquillas y pinzas para el cabello dentro de una

antigua y pulida concha de mar, está junto al cepillo. Sonrío ante el

recuerdo de mi hermana mayor, Mary. Ella pensaba que quería ser

esteticista cuando tenía nueve años. Habíamos pasado horas aquí,

Mary peinando y maquillando a todo el mundo. Incluso a Matt.

Mis ojos se deslizan hacia el pequeño joyero de madera donde estaba

guardada toda la joyería de fantasía de la abuela, las reservas de Mary

para llenar a sus hermanos menores. Levanto la caja, recordando que,

luego de estar embellecidas, nos sentábamos aquí por horas jugando y

escuchando la melodía del joyero, dejando todo lo que estábamos

haciendo cada cierto tiempo para darle cuerda. Recuerdo a Matt

diciéndome que dejara de reproducirlo y quitándomelo.

—Eso es muy antiguo y delicado. —Mamá lo había reprendido mientras

se lo sacaba de sus manos y me lo entregaba—. No puede tener un

manejo rudo.

Acaricio con el dedo la tapa tallada, con incrustaciones de alguna

piedra pura de color negro. La piedra no tenía brillo en absoluto, pero

tampoco era opaca. Parece casi viva, devorando toda la luz de su

alrededor. Y, mientras recorro con mi dedo el diseño de espiral, siento

como la punta del dedo se adormece.

Le doy cuerda a la pequeña llave detrás de la caja y coloco mis dedos

debajo de la tapa, levantándola muy suavemente, atendiendo a las

palabras de mi madre de hace tanto tiempo.

Mientras las primeras notas flotaban hacia mi encuentro, me

estremezco. Es la melodía de mis sueños. Esto es el por qué la reconocí.

Cierro mis ojos y comienzo a tararear, balanceándome suavemente con

la vieja y familiar melodía. Sólo me doy cuenta que estoy sosteniendo el

colgante en mi otra mano cuando siento que el afilado borde me corta el

dedo.

Levanto la mano hacia mi rostro y veo que espesa sangre carmesí se

filtra lentamente desde la herida en mi dedo y gotea por mi mano. Estoy

hipnotizada por la melodía y la sangre que apenas escucho el débil

estruendo seguido de un desgarrador sonido.

Luego una voz musical está tarareando conmigo la reconfortante

melodía.

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Cuando levanto la mirada, el ángel de ojos verdes está parado cerca de

mi puerta. Él se mueve cautelosamente para quedarse a mi lado y me

mira por el espejo del tocador.

—Estaba esperando. Sabía que llamarías.

Me doy la vuelta y lo miro, y él me sonríe.

—Lo estás usando —dice. Levanta una mano y pasa un dedo por la

correa de cuero alrededor de mi cuello hacia el colgante reposando

sobre mi pecho, y escucho el zumbido del diapasón de nuevo. Desliza

gentilmente un dedo sobre el metal y la piel debajo de él se estremece—.

Hice esto para ti.

Bajo la mirada y el diseño, una espiral en forma de ojo que se ensancha

en los extremos, es exactamente el mismo diseño que el de la piedra

negra de la caja.

Su toque es suave, pero quema mientras su dedo sigue la correa de

cuero hacia mi cuello. Él se aparta y me encierra en su asombrosa

mirada verde, manteniéndome hipnotizada. Miles de emociones pasan

por su rostro, estableciéndose finalmente en una mezcla de angustia y

alivio.

Tentativamente, levanto mi temblorosa mano, esperando que mis dedos

atraviesen el aire, como lo hacían antes cuando intentaba tocar al chico

de ojos verdes en mis sueños. Pero en cambio, hacen contacto con

cálida carne. El aire está cargado con electricidad estática mientras

trazo mi dedo sobre la parte de atrás de su mano, dejando un fino

rastro de sangre de mi herida que se desvanece sobre su piel. Y ahí es

cuando lo veo. Electricidad roja deslizándose sobre mi mano.

—Ya ves —dice enganchando su dedo debajo de mi mano e

inspeccionando la danza del relámpago rojo en mis nudillos—. Debes

estar con nosotros.

Estoy luchando por el aire cuando finalmente pregunto:

—¿Quién eres?

Él sonríe.

—Mira profundamente dentro de ti y me encontrarás allí.

La ola de anticipación frustrada hace que pensar sea difícil. Lo recuerdo

deslizando el colgante alrededor de mi cuello. Lo siento acunándome,

segura sobre la playa. Pero aquellos eran sueños.

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Sus ojos brillan con la luz de una estrella, tal como lo hicieron en mi

sueño. Me quedo en ellos, hipnotizada, y el colgante arde en mi pecho,

latiendo con su propia energía viviente.

Su sonrisa se vuelve amplia, cálida y genuina.

—¿Me reconoces de tu sueño, tu lucero del alba?

En algún lugar dentro de mí el terror se agarra, mientras un rincón

profundo de mi cerebro registra lo que está sucediendo, quién es Él.

Pero el colgante pulsa sobre mi pecho y estoy paralizada, incapaz de

separar mi mano de la suya.

Me mira, la decepción clara en Su expresión.

—Tenía la esperanza de que no te asustara de esta forma.

Me estremezo cuando la imagen de Su otra forma, enorme, con alas

negras de murciélago y ojos verdes encendidos en una cara negra

azabache, sobresale en mi mente, pero todavía sigo sin poder moverme.

Pero entonces recuerdo lo que dijo Gabe. ¿Puede Él leer mis

pensamientos?

Me concentro y construyo el muro alrededor de mi mente.

Me mira un momento, luego una sonrisa rompe sobre Su rostro.

—Muy bien. —No es hasta que Él me aprieta la mano y la libera cuando

me doy cuenta de que no había soltado su mano—. Gabriel te ha

enseñado a guardar tu mente. Inteligente, eso.

Finalmente, encuentro la fuerza para cerrar mis ojos y retroceder. Estoy

temblando con tanta fuerza que estoy medio sorprendida de que mis

piernas no se derrumben. Sé que debería correr, pero no estoy segura

de poder hacerlo.

Mientras me quedo allí de pie, totalmente en pánico, tratando de

encontrar la manera de sacar de aquí también al abuelo y no solo a mí,

me doy cuenta.

Es esto.

Esto es lo que tengo que hacer, la cosa a la que estoy destinada.

Él ha venido a mí, y siento una profunda certeza de que así es como se

supone que sea. Gabe quería que lo atrajera hacia mí y que averiguara

Su debilidad. Puedo hacer esto. Incluso si Él no tiene una debilidad, tal

vez pueda influir en Sus pensamientos. Si Él confía en mí, tal vez pueda

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hacer la diferencia. “Esto” es lo que se supone que debo hacer con mi

Influencia.

Tiene que serlo.

—Pero... ¿cuál es tu forma “real”? —pregunto, poniendo mi resolución y

tratando de encontrar el valor dentro de mí para seguir adelante con

esto. No puedo ocultar el temblor de mi voz, pero sostengo Su mirada.

Su sonrisa se desvanece y Su rostro se transforma en una máscara de

tristeza.

—Mi forma verdadera... —dice, pensativo con un movimiento lento de

Su cabeza. Pero entonces Sus ojos se levantan hacia los míos,

esperanzado—. Esta es mi verdadera esencia, mi forma Celestial. Esto

es lo que estaba destinado a ser. —Hay un profundo anhelo en Su voz

cuando añade:

—Lo que podría ser de nuevo si se me permitiera regresar al cielo.

—Eras un ángel —digo, tratando de resolver esto. Era un ángel antes de

que cayera. Él quiere ser un ángel de nuevo. ¿Si Él volviera al Cielo…

qué le pasaría al Infierno?

Sus alas se agitan detrás de Él. Sin darme cuenta de haberlo hecho, me

encuentro dando un paso más cerca. Levanto una mano para cepillar

mis dedos sobre el borde de las plumas, sintiéndome atraída por Él.

Pero antes de que llegar a ellas, atrapo Su mirada, y lo que veo allí me

hace tirar mi mano hacia atrás. Incluso aunque Su mirada sea suave,

hay algo hambriento en ella. Dejo caer mi mano y mis ojos lo

encuentran otra vez.

—¿Por qué cambiaste?

Baja Su mirada y la angustia en Sus ojos es inconfundible.

—La ira cambiará un ser. —Repentinamente suena viejo y muy

cansado.

—Ira... —repito—. ¿Por qué?

Todavía no me mira.

—Nunca he conocido una pérdida como esa... —La desesperación en

Sus palabras se envuelve como un manto alrededor de mi corazón y

aprieta. Pero entonces Sus ojos se levantan de nuevo a los míos—.

Necesito que me entiendas, Frannie. No soy el monstruo que la religión

y las historias deformadas me han hecho ser.

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—Yo... quiero entender... —digo, pero es una mentira. Quiero correr.

Pero no puedo. Tengo que encontrar la fuerza para hacer esto.

—¿En serio? —Sacude Su cabeza, pero luego levanta Su mirada

torturada de nuevo hacia la mía—. ¿Sabes por qué Él me echó?

—¿Orgullo...? —Sale más como una pregunta de lo que pretendo.

Me mira con profundos ojos verdes y una sonrisa triste elevando la

comisura de Su boca.

—Eso es lo que te han persuadido a creer, ¿no?

—Todas las historias... la Biblia... todos dicen lo mismo.

Suspira.

—Los mortales se sienten más cómodos cuando tienen a alguien a

quien culpar. Los hace sentir más seguros dividir a todos entre buenos

y malos. Si saben dónde viven los malos, pueden evitarlo. Quieren todo

bien definido. Blanco y negro. —Sus ojos encuentran los míos y su voz

se endurece—. Nada es blanco y negro. Todo son tonos de gris.

—Yo no... —Me desvío cuando Él se aleja de mí pasa Sus dedos entre

Su pelo, la frustración grabada en su rostro.

—El Bien y el mal no están separados. Son dos caras de la misma

moneda. Ningún ser es todo lo bueno, al igual que ningún ser… —dice,

golpeando su puño contra Su pecho sobre su corazón—, es pura

maldad. Me echó fuera porque amaba a Dios sobre todos los demás. —

Sus ojos verdes imploran a los míos—. ¿Eso me hace malo?

—Pero...

Me obligo a quedarme quieta mientras Él se acerca, no estoy segura de

lo que estoy sintiendo. Este ángel es Lucifer. Lo sé. Pero Él “es” un

ángel. ¿Qué pasa si lo que dice es verdad? No puedo dejar de pensar

que tal vez no es pura maldad. Como para validar todo lo que estoy

sintiendo, Sus siguientes palabras desgarran mi corazón de par en par.

—Toma a Matt por ejemplo. No es malo, Frannie. Él es el mismo

hermano que siempre has conocido. Se preocupa por tu bienestar. Está

tratando de hacer lo correcto para ti.

Siento lágrimas en mis ojos y me trago el nudo punzante en la garganta.

—Va a estar bien. No voy a dejar que le pase nada. Y si vuelvo... —dice,

con los ojos encerrando los míos—, él también.

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Sólo me doy cuenta de que estoy llorando cuando escucho mi

respiración engancharse en un sollozo.

Hay compasión en su mirada, y por un instante casi me olvido de quién

es Él. Levanta una mano hacia mí, pero cae de nuevo.

—Lo siento. No quise hacerte daño, pero necesito tu ayuda. Las cosas

pueden ser tal como estaban destinadas a ser. Sólo una palabra,

Frannie. Eso es todo lo que se necesita. —Su voz es como la seda fresca,

tan atractiva, y me siento perdida en ella.

Estoy fascinada por Su cercanía, por la sensación de la energía

corriendo a través de Él a mí. Llenándome. Me estremezco, y esa

palabra, “sí”, se atora en mis labios.

—¿Cómo estaban destinadas a ser las cosas? ¿Qué estás pidiendo que

haga?

Pone su mano suavemente en mi hombro y el colgante se enciende.

—Tráeme de vuelta.

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Propiedad del diablo

Traducido por Monica19 y gipame

Corregido SOS por QueenDelC

GABE

Me agacho y ruedo cuando la energía celestial de Aaron, diez veces más

fuerte que el Fuego Infernal de Matt, azota contra la parte izquierda de

la puerta. Mi campo está diseñado para repeler el Fuego Infernal, pero

es inservible contra un ataque celestial. Porque se supone que eso

nunca debería pasar.

—Piensa en esto, Aaron —digo, poniéndome de pie.

—Lo he hecho. Más de lo que sabes. He tenido cerca de una eternidad

para pensar en ello.

Convoco mi propio poder y la energía celestial pasando a través de mí

quema mi carne mortal, pero es un alivio saber que todavía puedo

manipularlo a mi gusto.

—Destruirme no va a servir para tu propósito.

Una sonrisa helada corta su rostro.

—Pero se sentirá “tan” bien.

—Así que, entonces, ¿estás listo para unirte a Matt en el reino de

Lucifer? Porque, si haces esto, ahí es a donde irás.

—Hay dos mortales de los cuales sus recuerdos contarán una historia

diferente. La imagen de Matt atacándote es lo que Él recibirá. —Sacude

la cabeza lentamente—. Y el otro testigo es un Grigori, quien jurará que

traté de protegerte.

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—Daniel no mentirá por ti —digo.

Una sonrisa de suficiencia se asiente en su rostro.

—No me estaba refiriendo a Daniel —dice mientras Faith sale detrás del

árbol de maple en la parte trasera del patio.

Ella me observa por un largo latido con ojos oscuros, muertos.

—Faith…

Su hermoso rostro se mueve en una mueca de dolor.

—Habría hecho todo por ti. —Una lágrima se filtra entre sus pestañas y

desciende por su mejilla.

Aaron ríe.

—Sabes lo que dicen sobre una mujer despechada.

La observo, rogándole con mis ojos.

—Por favor, Faith. Solo ve adentro.

En vez de eso, se mete detrás del árbol.

—Hemos tenido una pequeña charla, y ahora te ve por lo que eres.

Entiende cómo la manipulaste. —Una malévola sonrisa se planta en su

rostro—. Como dije, habrá abundantes pruebas de que Matthew es el

responsable de tu muerte. Es tan trágico cuando un pupilo se revela

contra su mentor. —La mano de Aaron se levanta como un disparo, y

una explosión de rayos blancos pasa cerca de mi cabeza mientras ruedo

a un lado.

Oigo gritar a Faith detrás del árbol.

—¡No!

—No hagas esto, Aaron —digo, levantándome.

Mi corazón se golpea contra mis costillas mientras veo a Faith salir de

detrás del árbol y moverse lentamente alrededor de Aaron, sus ojos

locos con miedo. Con una rápida mirada, trato de advertirle, pero no me

atrevo a hacer más y atraer la atención de él hacia ella.

—Aaron —digo, levantando mi mano, esperando mantener sus ojos fijos

en mí—. Este es un plan realmente malo. Incluso si Él creyera que fui

destruido por Matt, tú no estarías esperando mi trabajo. Él querría otro

Dominion.

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—He probado que soy bueno una y otra vez. Por eso he hecho

exactamente lo que fui pedido. Él verá eso y me recompensará. Estoy

seguro de ello.

—Lo que Él verá es tu orgullo.

—No. —Sacude la cabeza violentamente, el rayo chispeante en su mano

levantada con el resplandor de su humor—. Nunca he puesto a otro

hombre encima. Ahí es donde Lucifer se equivocó. Es por mi amor de

hombre que quiero tu trabajo. Sus hijos necesitan a alguien que

realmente los pueda proteger de Lucifer. —La mano a su lado se abre,

haciendo gestos a su alrededor—. Y todo lo que tienen que hacer es ver

donde hemos terminado para saber que no estás a la altura.

Veo cómo Faith flanquea su lado ciego. Antes de que pueda hacer nada,

salta a su espalda, dejándolo sin equilibrio. Caen al suelo y vuelo hacia

ellos mientras Aaron voltea y coloca su mano en el brazo de Faith.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y la jalo lejos de las manos

de Aaron, pero, justo en ese instante, hay una sacudida eléctrica que

corre por ella hacia mí.

Gimo y ruedo lejos de Faith mientras el olor a carne quemada cuelga

con pesadez en el húmero aire nocturno. Faith se convulsiona y luego

se queda quieta en el suelo.

Apenas estoy fuera del piso cuando él suelta otro rayo. Esta vez no

salgo lo suficientemente rápido del camino y su rayo golpea mi brazo.

En mi forma celestial, esto haría poco daño físico, pero en mi nuevo

cuerpo pseudo-mortal, arranca un trozo de carne de mi hombro,

dejando un cráter sangriento, y me tira hacia el suelo.

Los ojos de Aaron se abren ampliamente mientras ve el daño que está

infligiendo. Su mirada se mueve rápidamente de la herida a mi rostro.

Levanta su brazo, muy lentamente, mientras su expresión de

incredulidad cambia a una de triunfo.

El azote de la puerta trasera obtiene su atención y, en vez de liberar su

rayo en mí, el impacto del rayo de su palma se dispara hacia Maggie,

quien está de pie con los ojos como platos en el porche trasero. Apenas

tiene tiempo de encogerse antes de que el rayo la consuma.

Mi grito de “¡No!” se convierte en un gruñido mientras libero mi propio

rayo y la carga celestial sale de mi carne. Aaron grita y cae al suelo

mientras mi explosión le impacta.

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Y de pronto algo me azota, donde me siento aturdido en el suelo.

Primero pienso que es Faith, que no está muerta después de todo, pero

luego me doy cuenta de que es Maggie.

No puedo comprender cómo no es una pila de cenizas en el porche. Vi el

rayo de Aaron golpearla. No hay ninguna posibilidad de que pueda

sobrevivir a una explosión celestial directa.

—¡Levántate! —grita, jalando mi brazo, sacándome de mi

ensimismamiento.

Me pongo de pie justo cuando el contraataque de Aaron nos alcanza,

pero en vez de incinerarnos, gira alrededor de nosotros como si golpeara

una barrera invisible. Siento el sonido distintivo de un campo que no es

el mío rodeándonos.

Cuando el rayo se detiene, observo los aterrorizados ojos de Maggie.

—¿Qué hiciste?

Empieza a temblar y se acerca a mí.

—Yo… no lo sé.

Miro a Aaron, quien me observa con furia y se desvanece. Faith yace

desplomada en el césped, borrosos rizos de humo blanco enredándose a

su alrededor.

Jalo a Maggie hacia mi hombro.

—¿Estás bien?

Ella asiente, pero está mirando más allá de mí y observa a Faith, que

luce todo menos bien.

—¿Dónde está tu padre? —pregunto.

Su voz es temblorosa cuando responde.

—Adentro. Con Grace.

La alcanzo pero aún soy incapaz de identificar qué energía está a

nuestro alrededor. Es definitivamente alguna clase de campo, pero no

es mío.

¿Algo que tiene que ver con campos electromagnéticos? Daniel había

meditado sobre el poder de Maggie.

Tenía razón.

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Maggie es un Escudo humano.

Un suspiro pesa en mi pecho. No es solo Frannie y Grace. Hay mucho

más para esta familia que ser Nefilim.

Mi corazón se levanta y se hunde al mismo tiempo. Maggie y Grace

protegerán a Frannie en formas que ni siquiera yo no puedo. Grace

puede repeler lo malvado, y Maggie puede protegerla de ataques físicos

de lo infernal y lo celestial. Pero significa que ambas deben convertirse

en soldados en la guerra.

Maggie me abraza tan fuerte que estoy sorprendido, en mi estado

actual, que no quiebre una costilla o dos, pero no la dejo ir, y mientras

la sostengo, inundándome con su paz, siento el chisporroteo de

electricidad hacerse suave y desaparece mientras ella tiembla

lentamente.

—Ve adentro. Encuentra a tu padre —digo, guiándola gentilmente a la

puerta.

Una vez que Maggie está adentro, me volteo hacia Faith. Me acuclillo a

su lado, y por todo lo bueno que pueda ser, rezo para que sea un

celestial quien venga por ella. Trato de alcanzarla, pero su forma ya se

está volviendo menos sustancial mientras comienza a desaparecer de

este plano hacia el inframundo. Suelto en un respiro el dolor en mi

pecho y me quedo con ella hasta que se evapora como bruma. Cuando

ya no está, me quedo en cuclillas un momento más antes de alcanzar

mi teléfono y llamar a Luc.

LUC

Apenas estoy subiendo al Shelby cuando el teléfono en mi bolsillo vibra.

Lo abro de golpe.

—Frannie está con su abuelo —dice Gabriel. Su voz es pesada, y el

pánico me golpea con fuerza en mi pecho.

—¿Qué pasa? ¿Está bien?

Su voz se vuelve más dura.

—Solo ve con Ed.

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Estoy saliendo del estacionamiento antes de que siquiera terminara la

oración.

—Voy en camino.

—Te encuentro allá —dice, y luego se va.

El camino se siente como una eternidad, aunque no pueden ser más de

cinco minutos. Corro hacia la entrada y mi puerta está abierta antes de

haberme detenido.

Cuando veo a Gabriel golpeando la puerta, titubeo. Su brazo está en

cabestrillo improvisado y su hombro está vendado al azar.

Me apresuro hacia él, la adrenalina pulsando a través de mis venas.

—¿Por qué estás tocando? Solo entra.

—No puedo —espeta—. Hay una clase de campo. —Golpea de nuevo—.

¡Frannie! —grita.

—¿Por qué Ed no atiende?

Niega con la cabeza.

—Matt dijo algo sobre que él no era sí mismo.

—Maldito Infierno —murmuro. El pánico golpea con más fuerza mi

pecho ante la revelación de que alguien se las ingenió para poseer a Ed

y poner un campo que ni siquiera Gabriel puede penetrar—. Sigue

intentándolo —digo mientras me alejo de la puerta.

Le doy la vuelta a la casa y echo un vistazo por la ventana del salón

familiar. La habitación está oscura, pero mientras miro, una luz se

enciende en la esquina y Ed camina lentamente hacia la puerta. Parece

borracho —o post-poseído, lo que podía dejar fuera de combate a un

mortal. Se mueve de un mueble al siguiente para apoyarse mientras

hace su camino hacia la puerta.

Troto de vuelta hacia el frente de la casa mientras él se acerca a la

puerta, y alcanzo el porche al tiempo que él abre, dejando la cadena del

pasador cerrada.

—¿Qué quieres?

—Ed —digo—. Frannie está aquí, y está en peligro. Por favor déjanos

entrar.

Su brusco ceño fruncido cambió a uno de preocupación.

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—Te dije esta mañana. No la he visto.

Peleé para mantener la calma.

—Ed, escúchame. Sé que esto no tiene sentido en este momento, pero te

estoy diciendo la verdad. Ella está aquí. Ella está en esta casa.

Sus ojos se ampliaron desconfiados.

—Yo sabría si ella estuviera aquí.

—Por favor confía en nosotros.

Fue entonces cuando sus ojos desconfiados se movieron hacia Gabriel.

—¿Quiénes son nosotros?

—Este es Gabriel. Por favor, déjanos entrar, Ed.

Tomó el cabestrillo y los sangrientos vendajes de debajo de la camiseta

firmada de Gabriel.

—¿Tú eres “ese” Gabriel? —pregunta escéptico—. ¿El ángel que ha

estado ayudando a Frannie?

Gabriel asiente, pero la culpa revolotea en sus facciones.

Observa un rato más, luego la puerta se cierra lentamente mientras Ed

quita la cadena. Por un segundo, no estoy convencido de que vaya abrir

de nuevo y Gabriel me dirige una mirada de pánico, pero luego se abre

completamente y Ed nos observa un momento más.

—Ella no está aquí —dice, pero se ve menos firme.

—De verdad es una larga historia —digo—. ¿Cómo te sientes?

Se frota la sien.

—Como si me hubieran pisoteado los caballos Clydesdale del anuncio

de Budweiser.

—Pasará —digo mientras Gabriel pierde la paciencia y empuja a Ed

dentro de la casa.

—¡Frannie! —llama justo cuando se abre una puerta del corredor y

Frannie se asoma.

FRANNIE

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Suena como si un ariete estuviera atravesando la puerta principal.

Lucifer me mira, un toque de desesperación en Sus ojos.

—Dilo Frannie. Comprométeme conmigo y hazme lo que se supone que

debería ser. —Su mano, la que había estado suave en mi hombro, se

endurece incómodamente.

Escucho la puerta de la habitación del abuelo abrirse y rodeo a Lucifer

hacia la puerta, liberándome de Su agarre. Recuerdo que estoy desnuda

excepto por la toalla cuando siento Sus dedos paseando por mi espalda.

Me pongo de un tirón mis jeans y una camiseta, y salgo corriendo a la

puerta. Lucifer me agarra la muñeca antes de lograrlo.

—¿Crees en mí?

Volteo y me suelto de su agarre.

—Lo hago, pero me tengo que ir. El abuelo necesita mi ayuda.

Él sacude Su cabeza mientras una lenta sonrisa atraviesa sus labios.

—No es nada que tu abuelo no pueda manejar.

Me atrapa en su mirada y su energía me llena, haciéndome sentir como

si todo dentro de mí vibrara a su único ritmo. El pendiente vibra al

mismo ritmo, y alzo mi mano y lo aprieto duro contra mi pecho. Estoy

atrapada en cuán diferente se siente este Lucifer. Nada como el Lucifer

del apartamento de Luc. ¿Podría ser que cuando lo conocí en el

apartamento de Luc Él se había convertido en lo que yo esperaba que

fuera? ¿Y si “este” es el verdadero Lucifer? ¿Y si todos estaban

equivocados con respecto a Él?

Miro a sus ojos y algo me inquieta en lo profundo de mi mente. Aunque

ya sé mi propósito ahora, lo que se supone que haga… aunque me está

mirando justo ahora, esperando por la promesa que empezaría el

cambio… algo no se siente bien.

Me deslizo a la puerta.

—Vuelvo ahora mismo. Lo prometo.

Al tiempo que me deja ir, una carga eléctrica vibra a través de mí, y

todo el pelo en mi cuerpo se pone de punta.

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—Ve. Por no permitas que te dejen cuestionar lo que sabes que es

verdad.

Gabe entra en la sala al mismo tiempo que empujo la puerta hacia al

pasillo. Él me ve y da pasos largos a través de la habitación. Casi no lo

reconozco. Sus ojos son unos huecos hundidos, su brazo está en un

cabestrillo y está sangrando.

Los ángeles no sangran.

Oh, Dios. ¿Qué hice?

Todo dentro de mí se vuelve frío y siento que me estoy sofocando. Doy

una mirada de nuevo encima del hombro hacia el pasillo, sin saber lo

que estoy esperando ver allá, insegura sobre qué es real ahora.

—Frannie… —empieza Gabe, pero el abuelo lo interrumpe. Me observa

como si me hubiera materializado en el aire.

—¿Cuándo llegaste aquí? —Aparta la vista de la puerta mientras Luc la

atraviesa y la cierra detrás de él.

Me muevo lento hacia él, confundida.

— Hace un rato. Me hiciste un sándwich. ¿Te acuerdas?

Niega con la cabeza lentamente.

—Yo no… —Pero se desvía, su ceja arrugándose profundamente.

Luc pasa a Gabe, su expresión intensa. Sus ojos miran rápido más allá

de mí, a la puerta de mi habitación.

—Frannie. ¿Estás bien?

Asiento, todavía mirando los sangrientos vendajes en el hombro de

Gabriel.

Luc me mira.

—¿Matt te lastimó?

—No. Estoy bien.

—Tienes suerte Frannie —dice Gabe, su voz medida. Puedo ver detrás

de esos ojos cansados lo enojado que está, y no lo culpo.

Me acerco.

—Nadie me quiere hacer daño. Sé lo que debo de hacer ahora.

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La ira en sus ojos se combina con temor y miedo.

—Él ha estado aquí. Tú lo has visto.

Asiento, aunque no es una pregunta.

Toma una bocanada de aire y lo sostiene por segundo.

—Tu blanco. ¿No has… hecho nada…?

Luc está mirando el intercambio cuidadosamente, su expresión

cautelosa.

Mi corazón se acelera. Necesito hacerles ver que todo está bien. Mejor

que bien. Ahora conozco mi propósito, y siempre y cuando Lucifer

confíe en mí, creo que puedo sacarlo adelante.

—No. ¿Pero no lo ves? Este es el momento.

Gabe me pasa, sin siquiera escuchar mis palabras, y abre de un portazo

la habitación. Me encojo, esperando… algo, pero en lugar, voltea hacia

mí.

—Tenemos que sacarte de aquí.

Doy un paso a su lado y miro dentro de la habitación. Un alivio me

atraviesa al tiempo que siento un tirón de decepción en el estómago.

Gabe sale de la habitación a zancadas y lo sigo.

El abuelo está parado cerca al sofá mirándome en total confusión. Da

un paso adelante y desliza un brazo alrededor de mis hombros

jalándome a su lado. Nos sentamos juntos en el sofá doble. Una sonrisa

precavida estira su boca.

—¿Algo que les quieras decir a tu viejo abuelo?

Me encojo.

—¿De verdad no recuerdas haber hablado conmigo antes?

—Estaba poseído. —La voz de Luc viene del rincón, donde está apoyado

contra la chimenea.

Todo dentro de mí se enfría.

—¿Poseído? —Pero luego recuerdo el toque de azufre que atrapé y la

manera que su voz parecía cambiar, y algo dentro de mi estómago se

tensó—. Oh, abuelo. Lo siento mucho. No debí haber venido aquí.

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El abuelo me aprieta el hombro.

—Ni siquiera lo pienses.

Pero no puedo evitar pensar eso. No importa lo que haga, a donde vaya.

Pongo a todos en mi camino en peligro.

Luc me mira a los ojos. Siempre lo hace.

—No es tu culpa, Frannie. Ed está bien. Ni siquiera lo recuerda.

Quiero gritar, pero luego un sentido de alivio se asienta sobre mí al

darme cuenta que no lo lastimaron. Quienquier que poseyó al abuelo no

lo lastimó o a mí.

Por Lucifer.

Ante la idea, el entendimiento inicia.

Tu lugar es conmigo. Siempre te mantendré a salvo.

Esas no eran las palabras del abuelo. Eran de Lucifer.

Un destello de furia corre a través de mí como un meteoro al rojo vivo.

Era “Él”.

¡Cómo pudo! El abuelo es viejo. Pudo haberlo matado.

El siguiente pensamiento me pega como una rápida patada en el

estómago.

Matt.

Estaba involucrado. Me dejó aquí con Lucifer, sin tener nunca la

intención de volver. Él nunca quiso ayudar a Maggie. Su único plan fue

llevarme a su jefe.

Se preocupa por tu bienestar. Está tratando de hacer lo correcto para ti.

Las palabras de Lucifer corrieron por mi mente, y siento mi cabeza

girar. Cierro los ojos contra la ola de mareo.

Luc se empuja fuera de la pared.

—Frannie —dice—. ¿Qué pasa?

Sus palabras me sacan de mis pensamientos y me doy cuenta de lo fría

que estoy. Estoy segura que estoy tan pálida como papel. Alejo los ojos

de él.

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—¿Maggie está bien? ¿Mi familia?

—Están bien. Faith está con ellos —dice Luc, ganándose una dolorosa

mirada de Gabe.

Gabe se desliza en el sofá en frente a nosotros, y me da una mirada bajo

las gruesas, blancas pestañas.

—¿Qué quisiste decir, Frannie, cuando dijiste que sabes lo que estás

destinada a hacer?

Respiro de vuelta mi furia y levanto la mirada hacia él. Cuando pienso

que puedo hablar sin que me tiemble la voz, empiezo lentamente y miro

su rostro.

—Entonces… sabes que siempre he creído que se supone que debo ser

una especie de diplomática, para ayudar a las personas a comunicarse

y reunir los lados opuestos. —Vacilo y Gabe asiente para que continúe.

Trago fuerte y muerdo mi mejilla, incapaz de mirarlo mientras

termino—. ¿Y si los lados que se supone debo reunir son el Cielo y el

Infierno?

El agarre del abuelo en mi hombro se aprieta un poco al tiempo que se

pone rígido, y como deseo que él no estuviera aquí —que yo no hubiera

venido aquí y haberlo hecho parte de esto. Miro arriba para ver la

reacción de Gabe y Luc. Ellos comparten una mirada cautelosa.

—Si hay alguien que pueda hacerlo, es Frannie —dice Luc con un giro

rápido de sus ojos hacia mí.

—¿Cómo lo sabes?

Luc levanta una imagen enmarcada de la chimenea, y baja la mirada

hacia ella.

—Puede ser Nefilim, pero parte de ella pertenece al Infierno. Siempre lo

ha hecho.

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Revelaciones

Traducido por Jess16

Corregido SOS por QueenDelC

FRANNIE

Mi mente se tambalea. El abuelo está sentado en el sillón doble conmigo

aturdido y en silencio mientras Luc explica:

—Entonces, Frannie y sus hermanas son únicas —termina—. Gus no

era solamente un demonio, así que es lógico pensar que la reclamación

del Infierno por Frannie sería fuerte. Lo que explica mucho, si piensas

sobre ello.

“He” pensado sobre ello. Igual de sorprendente como el hecho de que el

abuelo (y por lo tanto yo, mi madre, y todas mis hermanas) sea parte

demonio, seguí regresando a lo que Lucifer dijo.

Ningún ser es del todo malvado.

Pienso por un instante en decirles, pero no estoy dispuesta a compartir

eso todavía. Tengo que averiguar lo que significa, cómo puedo usarlo.

No estoy segura de cómo, pero sé que esto es todo. Puedo sentirlo. Esta

es la respuesta a todo. Maggie, Taylor, Matt. Puedo arreglarlo todo.

Gabe levanta la cabeza de donde está apoyada en su mano y mira a

Luc.

—Tenemos que sacarla de aquí.

—¡No! —digo, con más fuerza de lo que pretendo.

Vuelve su mirada cautelosa hacia mí.

—No puedes creer cualquier cosa que te haya dicho, Frannie.

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Tuerzo mis manos en exasperación.

—¿Qué podría ser más importante, Gabe? ¿Puedes pensar en un uso

más grande para mi Influencia? Es esto, la cosa a la que estaba

destinada. Siempre has dicho que podría cambiar la forma del Cielo y el

Infierno.

Se pone de pie bruscamente.

—No de esta forma.

Luc se yergue.

—Piensa en esto por un segundo, Gabriel. Frannie podría estar en lo

cierto.

—¡No hablas en serio! —La repugnancia tuerce la cara de Gabe—. Se

supone que debes amarla. ¿Cómo puedes simplemente entregarla a su

control?

Por un segundo Luc se ve como si le hubieran dado un puñetazo en el

estómago. Su rostro se convierte en una mueca, pero luego se aclara.

—Esto no es fácil para ninguno de nosotros. —Sus ojos revolotean a los

míos y luego de vuelta a Gabe—. ¿Pero puedes imaginarte si Frannie

puede acabarlo? Hará que el levantamiento de Rhenorian parezca una

riña en un cajón de arena.

Mi estómago se encoge.

—No voy acabar con nadie —digo con la boca seca—. Eso no es de lo

que se trata. Él quiere cambiar... para volver al Cielo. Solo tengo que

negociar un trato.

—Un trato —repite Luc con cautela, sus ojos me perforan.

Gabe se hunde en una silla y me mira.

—No estarás sugiriendo…

—Ni siquiera debería necesitar mi Influencia. Simplemente tiene

sentido. ¿Qué mayor bien alguna vez podría hacer que... qué...?

Suprimir el Infierno, supongo. Si pudiera convencer... a Él... a Dios...

para que Lucifer vuelva a casa, entonces todo estará bien, como era

antes de la caída.

—Todo no estaba “bien” antes de que Él cayera, Frannie —dice Gabe, su

cara rígida y la mandíbula apretada.

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—¿Cómo lo sabes? Me dijiste que fuiste creado “después” de la Guerra.

—Lo fui, pero fue llamada “la Guerra” por una razón. La Guerra fue la

culminación de una lucha que comenzó mucho antes, la raíz de la cual

fue el poder y el orgullo. Lucifer ha tenido demasiado poder durante

demasiado tiempo. Él no va a renunciar a él voluntariamente para

regresar al redil.

Mi mente corre y me siento enojada. No quiero usar mi Influencia para

convencerlos. Y no debería tener que hacerlo. Esto tiene sentido. ¿Por

qué no pueden Gabe y Luc ver eso? Puedo hacer que esto suceda, no

más Infierno. Esto es a lo que estaba destinada. Es la única cosa lógica.

Fijo una mirada dura en Gabe.

—Creo que te equivocas.

Todos, incluso el abuelo, me miran como si me hubiera vuelto loca.

Luc se adelanta y, muy lentamente, levanta su mano para tocar mi

brazo. Mi respiración se vuelve irregular cuando me mira firme a los

ojos y barre mi cabello detrás de mi hombro con su otra mano.

—No hagas esto, Frannie. Por favor. Él es peligroso. No puedes creer

seriamente que vaya a cambiar.

Todo en mí se aprieta en una bola dura, en parte como reacción al estar

tan cerca de Luc y en parte en respuesta a sus palabras.

—“Tú” cambiaste —digo finalmente y salgo de la habitación, mi corazón

adolorido.

LUC

Ella tiene un punto.

La veo salir a prisa de la sala y me doy cuenta de que quiero creerle.

Frannie me cambió, todo sobre mí. ¿Podría hacer lo mismo con Lucifer?

Suelto una respiración profunda antes de volverme a Gabriel.

—¿Es posible?

Sacude la cabeza cuando la puerta del dormitorio se cierra, su mirada

todavía enfocada en la sala vacía.

—No lo sé.

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Ed, que había estado inusualmente callado hasta ahora, mira a Gabriel

con incredulidad desde donde está sentado en el sofá de dos plazas.

—¿Sobre qué está hablando… negociar un trato?

Sacudo mi cabeza, incapaz de concebir lo que eso parecería.

—Frannie es mucho más de lo que parece —responde Gabriel, y puedo

verlo considerando la posibilidad. Pero si ella lo intenta y no lo consigue,

no estoy seguro de que ninguno de nosotros sobrevivamos. Los ojos

preocupados de Gabriel se encuentran con los míos, y su expresión es

de dolor mientras llega a la misma conclusión que tomé.

—Es por culpa de que yo sea del Infierno —dice Ed.

Me hundo en el sofá de dos plazas junto a él.

—No —respondo, a pesar de que no era una pregunta—. Y no eres

realmente del Infierno, Ed.

—Bien podría serlo, por toda la ayuda que soy para Frannie.

Barrí una mano por mi pelo.

—Puedes ser capaz de hacer que te escuche.

Se queda mirando el suelo y sacude la cabeza.

—Sabes que ella no escucha a nadie. —Sus ojos se levantan a los

míos—. ¿Pero y si tiene razón?

—Ella no tiene razón —interviene Gabriel, sacado de sus propias

reflexiones. Pero no lo dice con verdadera convicción.

Ed mira entre nosotros.

—¿Por qué estaría tan convencida de que Lucifer quiere volver al Cielo?

—pregunta Gabriel más para él que para nosotros.

Lo miro fijamente.

—¿Has escuchado de un diablo elocuente? Hablamos del original. Él

puede hacer que casi cualquier persona crea cualquier cosa. Él no

puede influir en lo celestial, pero ha tenido eones para practicar con

mortales, cosa que, a pesar de su potencial, Frannie todavía es.

—No estaba preparada —dice Gabriel, su voz pesada—. No tuvimos

tiempo suficiente. —Me mira, desesperado—. Ella no lo está

bloqueando.

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Mi corazón se contrae en un nudo.

Gabriel retira el cabestrillo de su cuello con una mueca de dolor y la

arroja a la mesa de café. Se rodea el hombro mientras lo masajea,

luciendo cansado.

—¿Cómo sucedió esto? Ella fue etiquetada. “Protegida”. Él no debería

haber sido capaz de llegar a ella.

Ahí está, la culpa es mía.

—El Mago. Estoy seguro de que guió a Lucifer. Todo lo que tenía que

hacer era atraer a Frannie lejos de tu protección. Lo hizo usando a

Maggie como cebo, obviamente. Y aquí estamos.

Ed mira hacia el pasillo.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?

Fijo una significativa mirada en Gabriel.

—Rezar por intervención divina.

FRANNIE

Atravieso la habitación y me dirigió directamente a la ventana. Todo el

mundo me dice que Maggie está bien, y quiero creerlos, pero hasta que

pueda hablar con ella...

Estoy totalmente dividida entre ir a casa y quedarme aquí. En realidad,

estoy totalmente desgarrada sobre un montón de cosas. Lucifer estaba

aquí y, por la forma en que dejamos las cosas, estoy bastante segura de

El que volverá. También estoy bastante segura de que no puedo huir de

Él. Y no estoy segura de que quiera. No creo que Él vaya a hacerme

daño. Tal vez puedo pedirle que aparte el Infierno de mi familia. La

desesperación toma acción y miro por encima de mi hombro a la puerta

cerrada y considero salir por la ventana otra vez.

No. No podría hacerle esto al abuelo. Además, estoy bastante segura de

que Gabe golpearía a alguien si entra aquí y no estoy.

Me paseo en la habitación, tratando de calmarme, pero mi respiración y

el ritmo cardíaco sólo se vuelven más rápidos. No puedo soportar tener

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que esperar. Camino en círculo otra vez y luego me rindo. Arrojo mi

puerta abierta y marcho por el pasillo.

—Me voy a casa —anuncio—. Necesito ver a Maggie.

Gabe dispara a Luc una mirada de advertencia y Luc baja su cabeza.

El pánico golpea mi pecho.

—¿Qué?

Ninguno dice nada.

—¿Está todo bien? Dijiste que Faith estaba allí —digo, mirando a Luc.

Él me mira y luego a Gabe, quien no me mira.

—¡Díganme lo que está pasando!

Finalmente, Gabe levanta la mirada. Cuando habla, su voz es grave y

dolida.

—Faith está muerta. Aarón la mató.

—No. —Es como si alguien me diera una patada en el estómago, y la

palabra sale en un silbido. Cierro los ojos y me concentro en respirar.

Cuando por fin puedo, digo:

—¿Todos los demás están bien? —Sé que es egoísta, y me siento

enferma al pensar en Faith, pero tengo que saber sobre mi familia.

—Tu familia está a salvo —responde Gabe.

—¿Qué pasó? ¿Quién es Aaron?

Gabe se presiona contra la pared y suspira, pero su cuerpo se mantiene

tenso, con los músculos apretados.

—El guardián que envié para proteger a Maggie.

Su respuesta lanza mis pensamientos al caos. No puedo sacarle sentido

a eso.

—¿Un “ángel” de la guarda? ¿Un guardián mató a Faith?

Asiente con la cabeza, y veo que le está tomando un esfuerzo mantener

la compostura.

—¿Gabe?

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Sus puños se aprietan y su rostro se retuerce mientras lucha por el

control. Se vuelve hacia la ventana cuando unos adoloridos gruñidos

rompen fuera de sus pulmones. Duele el solo escucharlo, y sé que en

ese instante, de la desesperación en ese sonido, que ella le dijo. Él sabe

que ella lo amaba.

No me atrevo a decir nada. No me atrevo a moverme.

Pasa una mano por sus gruesas olas platinadas y se vuelve para

mirarme.

—Ella confiaba en mí, y la decepcioné —dice—. Es mi culpa. La maté.

Me muevo lentamente hacia él. Luc mira hacia otro lado cuando

envuelvo mis brazos a su alrededor y le envío mi corazón. No quiero

hacerle daño. Quiero hacer por él lo que siempre ha hecho por mí.

Después de unos minutos, su respiración se ralentiza. Levanta una

mano y acaricia mi pelo.

—Gracias.

Me alejo y lo miro a la cara.

—Te debo unas mil más.

Su sonrisa es pequeña y triste.

—Maggie está bien —dice, y me doy cuenta de que ha sacado el pánico

todavía apenas contenido de mi cabeza.

Tengo miedo de decir lo que pienso, pero él ya sabe lo que pienso,

entonces:

—¿Este Aaron todavía la protege?

Él sacude su cabeza.

—Maggie puede cuidarse sola.

Estoy perdiendo el control sobre el pánico. Lo siento serpenteando su

subida a mi garganta.

—¿Qué significa eso?

Él echa un vistazo a Luc entonces otra vez a mí.

—Ella tiene su propio don. Es un Escudo humano.

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—¿Un qué? —decimos juntos el abuelo y yo. Levanto la mirada y el

abuelo está de pie en la cocina con una taza en la mano.

Gabe suelta un suspiro.

—Ella parece ser capaz de manipular los campos electromagnéticos

para formar un campo de energía a su alrededor, y de alguien cercano a

ella, que funciona como un Escudo.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto.

—Aaron me atacó. Bueno... en realidad, Matt me atacó primero. Grace

lo detuvo con algún tipo de oración, y luego Aaron decidió terminar el

trabajo.

El miedo se une al pánico que ya sube por mi garganta mientras mi

último fragmento de esperanza por Matt se evapora como la niebla en

una brisa. Todavía un poco aturdida, hago a un lado el nudo de mi

garganta.

—¿Grace... qué? —pregunto.

Él cierra los ojos y deja caer la cabeza.

—Parece que a tus hermanas les han dado dones que podrían ser útiles

para tu supervivencia, y la suya.

Me tomo un segundo para procesar eso. Siempre he sabido que había

algo diferente sobre Grace.

—¿Qué puede hacer Grace?

—Ella ve auras, la verdadera esencia de un ser —dice Gabe con cautela,

pero luego una sonrisa cautelosa curva sus labios—. Y, con suficiente

comodidad, puede repeler a los demonios.

Tomo una respiración profunda.

—Bueno, eso lo explica mucho —murmuro.

—Así es.

Las cabezas de todos se vuelven hacia la voz sedosa sin cuerpo en el

rincón más oscuro de la sala. Dos ojos verdes brillan en la oscuridad.

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Intervención no tan divina

Traducido por Kirara7 (SOS), Paulii~ y Rockwood (SOS)

Corregido SOS por QueenDelC

FRANNIE

En un segundo, Luc me tiene detrás de él y Gabe está frente a nosotros,

con un rayo blanco en su mano en dirección a Lucifer

—¡Detente! —digo, intentando salirme del agarre de Luc.

Lucifer camina por el pasillo y la tenue luz que sale de la puerta de la

habitación se refleja en Su cabello dorado, creando un halo alrededor de

Su cabeza. Una sonrisa lenta aparece a un lado de Su boca y Sus ojos

perforan los míos.

—Nos encontramos de nuevo, mi señora.

—Ella no es tu señora —dice Luc, su tono calmado. Puedo ver que no

tiene miedo de su viejo rey, pero me pone detrás de él de nuevo.

Los ojos de Lucifer se mueven hacia Luc.

—Oh, pero lo es. Y la tuya también.

—Detente —grito de nuevo y paso de Luc hacia Gabe, tocando su brazo

levantado.

Todos se congelan, por un largo momento todo está en silencio. Luego

siento el brazo del abuelo envolverse a mi alrededor.

Lucifer mira sobre mi hombro al abuelo.

—Excepto por los ojos azules, el parecido es asombroso —dice, luego

cambia su mirada hacia Luc—. ¿No te parece?

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Luc no responde pero sigue interponiéndose entre nosotros, su

mandíbula apretada y una mirada asesina.

Lucifer mira al abuelo.

—Era mi Mano Derecha, tu padre, y él lo dejo todo por ti.

No puedo leer la expresión del abuelo mientras mira a Lucifer.

—Frannie no debería tener que pagar por mis pecados —dice

finalmente.

Mi corazón colapsa y me vuelvo hacia él.

—Abuelo. No. Nunca pienses eso. —Envuelvo mis brazos a su

alrededor—. Esto no tiene nada que ver con eso.

Gabe aún tiene un rayo señalando a Lucifer, y Luc parece listo para

salir a la carga en cualquier segundo. Tengo que apaciguar esto. No hay

alternativa. Cavo profundamente y empujo con mi mente.

—Todos estamos del mismo lado —digo—. Hablemos sobre esto.

Lentamente el rayo de electricidad en la mano de Gabe desaparece

mientras baja su brazo.

Me vuelvo hacia el abuelo y lo empujó hacia el salón familiar.

—Ve a tu habitación y quédate ahí —le susurro.

—No te dejaré con eso…

—Por favor, abuelo. No puedo permitir que te pase algo.

Sus ojos se entrecierran y se mueve hacia su vieja silla reclinable y se

sienta. Mi terquedad vino de algún lado. Sostengo mi aliento por un

segundo y luego lo dejo salir como un suspiro, me siento en el sillón y

miro a los chicos.

—Todos siéntense.

Sus ojos chocan por un momento brutal y me preparo para que el

infierno se desate, pero luego Gabe y Luc vienen y se sientan cada uno

a mi lado.

Progreso.

—Como desees, mi señora —dice Lucifer, sentándose en el sofá de dos

plazas frente a nosotros.

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Lo miro con enfado.

—Antes que nada, deja de llamarme así. No estás ayudando.

Él se acomoda en el sofá, moviendo Sus manos detrás de Su cabeza

como si se acomodara para ver un partido de baloncesto, y me dirige

una sonrisa privada.

—Te llamaré como quieras que te llame. Pero necesitas entender que no

eres una mortal común. Eres mucho más que eso.

Algo dentro de mí se retuerce, mientras Gabe y Luc se tensan, y espero

que mi temblor no sea muy notable. Mi pulso es más rápido con cada

momento y me pica la tensión.

—Estoy complacido, sin embargo, de que tus protectores toman su

trabajo muy en serio. —La mirada de Lucifer pasa de Luc a Gabe y se

detiene en su hombro vendado. Sus ojos verdes brillan—. Pero me

siento compelido a decir que ambos se ven un poco lastimados.

—¿Entonces porque usaste a Matt para alejarla? —suelta Gabe.

—Porque necesitaba un momento a solas con ella para llegar a este

punto, donde nos podemos sentar y discutir esto —responde Él con las

cejas levantadas.

—Entonces, aquí estamos ahora —interrumpo—. ¿Cómo hacemos esto?

Lucifer sonríe.

—Hablamos.

Inhalo profundamente y pienso Aquí vamos.

—Así que, entonces, Lucifer. Quieres volver al Cielo, ¿cierto?

Decido que imagino el brillo de Sus ojos y la pausa de un minuto

porque cuando contesta Su rostro se ilumina.

—Sí, mi señora.

—Y estás dispuesto a dejar tu poder sobre el Infierno.

—Mi dominio sobre el Inframundo no significa nada para mí. Para

regresar al Reino lo dejaría sin dudar.

Miro de reojo a Luc y Gabe. La mirada en sus rostros no es la que

esperaba. Luc está tenso, listo para saltar, y Gabe tiene crispada la

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mano de sus rayos en la rodilla, mientras contemplan a Lucifer con

evidente desconfianza.

Y fue entonces cuando me di cuenta de lo inútil que era esto. Unas

pocas palabras no iban a cambiar eones de historia.

Me estremezco por la comprensión de que la única manera de que esto

vaya a suceder es si hago que suceda. No quiero forzarlos con mi

Intervención. Pero...

Miro hacia Lucifer mientras delibero sobre qué hacer. Él me da un

encogimiento de hombros al mejor estilo "Estoy intentándolo". Sin

embargo, su expresión de diablo se endurece cuando alcanzo las manos

de Gabe y Luc y les doy un apretón. Respiro profundo para calmar mis

nervios.

—Esto es real. Las cosas están en el borde de cambiar para siempre.

¿Ven lo grande que es esto? ¿Cómo puede que no sea para lo que estoy

destinada? —Tratando de no pensar en ello, empujo el pensamiento con

mi mente e ignoro el nudo en el estómago—. Esto es lo que estoy

destinada a hacer, unir al Cielo y el Infierno.

El pulso de Gabe se ralentiza y Luc se relaja ligeramente.

—¿Cómo puedes saber que Él es sincero? —pregunta Gabe, pero ya no

es con ira. Puedo decir que está pensando en ello.

Miro a Lucifer, quien se encoge de hombros otra vez.

—Dame algo para mostrar que lo dices en serio —digo.

La frente de Lucifer se frunce.

—Lo que desees. Nombra tu oferta de paz.

—Taylor. —Pequeños fragmentos de hielo apuñalan mis entrañas

cuando digo su nombre, y me doy cuenta de que mi solicitud es

espectacularmente egoísta, pero es lo que quiero más que a nada.

La cara del rey se convierte en una mueca.

—No soy capaz de darte un alma condenada. Para ello, tendrías que ir a

tu amado Todopoderoso. ¿Aceptarías a un hermano perdido a cambio?

—Matt —susurro—. ¿Podrías convertirlo en un... ángel?

—Una vez más, su destino final no es decisión mía, pero lo puedo

liberar del servicio del Infierno. Estaría en libertad de regresar a la

Tierra como un Grigori.

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Miro de reojo a Gabe y no pierdo el dolor en sus ojos. Se siente

responsable de la caída de Matt. ¿Podría calmar su culpa si Matt

tuviese una segunda oportunidad?

—Si nos da a Matt, ¿le creerás? —pregunto.

Los ojos torturados de Gabe se juntan con los míos, pero no responde.

Miro a Lucifer y no puedo evitar la mirada molesta.

—Y quiero que elimines del Infierno a mi familia. Quiero a Marc y

cualquier otro demonio que aceche a su alrededor desaparecidos.

Una sonrisa divertida juega sobre Sus rasgos fuertes a medida que

Lucifer se levanta del sofá y da un paso hacia mí.

—¿Algo más, mi señora? ¿Tal vez una hamburguesa con queso y

patatas fritas?

—Deja de llamarme así —respondo con los dientes apretados.

Extiende su mano y los chicos están instantáneamente de pie

mirándolo con enojo. Echo un vistazo entre ellos y la mano extendida de

Lucifer.

Tengo que mantener su confianza.

Luc y Gabe se tensan mientras cojo Su mano y me ayuda a ponerme de

pie.

—Volveré con tu ofrenda de paz —dice, el calor de Su mirada

quemándome. Luego, en una nube de azufre, se ha ido.

GABE

Mi cabeza está como algodón de azúcar, y sé que es por Frannie. No

puedo decidir si estoy considerando esto porque ella quiere que lo haga

o porque en algún rincón de mi mente, sé que lo que dice tiene sentido.

Desde que me pidieron protegerla cuando era niño, he sabido que

estaba destinada para algo grande. Enorme. Y tiene razón. No puedo

pensar en nada más grande que traer de vuelta a Lucifer al Reino. Pero

creer que eso sea posible implica un cierto grado de confianza en

Lucifer, y ahí es donde me quedo atascado. No le conocía como un

ángel. En algún momento antes de la Guerra pudo haber habido algo de

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bondad en Él. Pero estoy seguro de que el Todopoderoso tenía razón en

su decisión de derribar a Lucifer, lo que significa que cualquier

oportunidad de redención es cosa del pasado.

Frannie mira al reloj, que dice casi medianoche.

—Tengo que ir a casa —dice.

—Es tarde —digo—. Tus hermanas están a salvo. Están durmiendo

detrás del campo de tu padre.

Veo el frunce de su frente que significa que se está preparando para

discutir.

—Frannie —la interrumpo—. Apareciendo ahora solo los asustarás. Van

a estar bien hasta la mañana. Será lo primero que hagamos cuando

despertemos. Es una promesa.

Sus ojos se estrechan.

—Lo primero —repite.

—A primera hora —confirmo.

Respira hondo y me mira un momento más.

—Ven aquí —dice—. Déjame cambiar tus vendajes. —Agarra mi mano y

se dirige al cuarto de baño.

La sigo y ella cierra la puerta y procede a sacar gasa, cinta adhesiva, y

una pomada antibiótica de uno de los cajones. Tirándome hacia la taza

por mi camiseta, coloca los suministros en el borde del mostrador y me

sienta en la asiento del retrete. Se inclina hacia mí mientras desliza

gentilmente mi sudadera sobre mi cabeza.

—No tienes idea de lo preocupado que estaba —digo para distraerme de

su proximidad, y su olor, y la manera en que quiero tirar de ella hacia

mí y nunca dejarla ir.

Despega la cinta de mi piel y hace una mueca.

—Estoy bastante segura de que la tengo.

—¿Por qué corriste?

Algo se endurece en su expresión mientras frota el rojo cráter hinchado

en mi hombro con un paño húmedo.

—Sabes por qué.

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—Te dije que Maggie estaba bien. Es un milagro que llegaras aquí en

una pieza —digo, toda la ira, miedo y frustración reprimidos de las

últimas veinticuatro horas sangrando en mis palabras.

—No me dejabas regresar, y tenía que ver por mí misma —responde,

indignada como siempre—. Además, nos habrían encontrado de todas

formas, así que no era como si pudiéramos quedarnos en Florida. —

Echó la ropa sangrienta en el lavabo y untó un poco de ungüento en la

gasa.

Eso es cierto, pero…

—Volver aquí probablemente no hubiera sido la siguiente opción en mi

lista.

Pone la gasa en mi hombro y tira de la cinta de primeros auxilios un

poco más fuerte de lo necesario para romperla.

—Tenía que ver por mí misma —repite. Tira la sudadera a la basura.

Salimos del baño ante dos pares de ojos inquisitivos.

—¿Tienes alguna camiseta que pueda quedarle a Gabe? —le pregunta a

Ed.

Entra a la habitación y vuelve sosteniendo una camiseta negra con un

Mustang rojo a través del pecho y me la tira.

La deslizo sobre mi cabeza, cuidando los vendajes de Frannie.

—Estaré afuera —le digo a Luc—. Tú mantén un ojo aquí. —Mientras

paso de la sala de estar a la puerta, los ojos de Luc y Ed me siguen. Y lo

mismo ocurre con Frannie, una mueca se fija firmemente en su rostro.

Ella no ha terminado con migo.

Caminamos dentro de la fresca noche y hacemos nuestro camino de

salida sobre la hierba húmeda.

—¿Estoy loca?

Esa no era la pregunta que había estado esperando y me detengo con

brusquedad, volviéndome para enfrentarla.

—¿Sobre?

—Lucifer.

Doy un suspiro.

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—Estás tratando de encontrar tu camino, tu propósito. No creo que

estés loca. Un poco equivocada, quizás… —Me mira, sus ojos

suplicando, y siento el cerebro de algodón de azúcar de nuevo—. Puedo

ver lo mucho que quieres esto, pero lo que no puedo decirte es si esto es

lo correcto. Es difícil para mí aceptar que Lucifer está dispuesto a

cambiar después de todos estos milenios. —Tomo su mano y miro abajo

a sus asombrosos ojos azules—. Pero te he visto hacer algunas cosas

bastante increíbles con esa Influencia tuya.

Una sonrisa toca sus labios, y sonrío de vuelta. Pero luego su sonrisa

desaparece. Levanta una mano y pasa un dedo sobre mi hombro

vendado.

—¿Como esto?

Finalmente, la pregunta que estaba esperando.

—No me has dejado totalmente sin cambios, Frannie.

Ella se apoya tentativamente, colocando su oído contra mi pecho. Su

respiración es temblorosa mientras escucha mi corazón palpitante.

Finalmente, se despega hacia atrás y me mira con ojos brillantes.

—No fue mi intención… ¿yo te…? —titubea.

—¿Me diste un regalo? —termino por ella, mirándola a los ojos—. Sí —

susurro.

Su expresión aturdida no se ha aclarado.

—¿Cuándo lo supiste? Que te estaba cambiando, me refiero —dice.

—Esa noche. —Puedo decir por el repentino rubor en sus mejillas que

sabe exactamente de qué noche estoy hablando. La noche en su cama

después del funeral de Taylor. La primera vez que sentí el deseo tan

intenso y consumidor que hubiera vendido mis alas por una noche con

ella. Le sonrío—.Y no lo odie.

Se veía como si no supiera que decir.

—¿Perdón?

—No estaba mintiendo, Frannie. Me has dado un regalo. Los seres de

las esferas superiores, los Serafines, no pueden sentir. No realmente.

No igual que los humanos y los ángeles inferiores. Nunca fuimos de la

Tierra, nunca parte de la humanidad, y las emociones reales son

exclusivamente humanas. —Camina más cerca y tomo su mano—. Me

has dado algo increíble. Incluso si lo pierdo… si dejas de… —Me desvío.

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—Amarte —terminó por mí—. No lo haré —dice cuando mis ojos se

levantan de nuevo a los de ella.

Sonrío de nuevo, pero siento el pinchazo de miedo detrás de la sonrisa.

—Deberías —suelto—. Incluso si no puedo quedarme así, he probado…

lo que es sentir algo tan… profundo. Podría existir por siempre y nunca

saber de lo que me estaba perdiendo. Tú hiciste eso por mí. Pero ahora

necesito hacer mi trabajo. —Siento mi instinto apretarse y no puedo

mirarla a los ojos—. Estaba tratando de pensar que podría decir para

hacer que me odies.

—No podría odiarte nunca. —Oigo la alarma en su voz y confirma lo que

ya sabía. No hay forma de salir de esto sin que vaya a lastimarnos a

ambos.

En vez de seguir mi instinto —y mi corazón— y confortarla, finalmente

hago lo que debería haber sido suficientemente fuerte para hacer desde

el principio. Doy un paso atrás.

—Ha pasado mucho tiempo. —Sacudo mi cabeza y miro hacia los

cielos—. El Cielo me ayude, “he” dejado pasar mucho tiempo.

Camina hacia mí, pero yo doy otro paso atrás. Sus labios presionados

en una línea cuando me mira a los ojos. Finalmente, traga duro y

asiente.

—Lo siento tanto, Gabe. Nunca quise que esto pasara.

Siento un nudo crecer en mi garganta viéndola luchar contra las

lágrimas. Después de varios latidos de mi palpitante corazón, ella da un

paso adelante y envuelve sus brazos a mi alrededor y, esta vez, no

retrocedo, porque sé lo que es esto.

Ella descansa su frente en mi pecho.

—Significas tanto para mí, y he sido tan injusta contigo. —Levanta su

cabeza de mi pecho y mira hacia la casa. No puedo evitar deslizarme

dentro de su mente, y en ella encuentro lo que sé que debería. Luc. Lo

ama completamente. Lo ha hecho desde el principio.

Le doy a su mano un apretón y a su frente un beso, entonces se vuelve

hacia la casa y desaparece a través de la puerta.

—Adiós, Frannie. —Susurro después de ella.

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FRANNIE

Veo la sombra de una figura en movimiento pasando fuera de la

ventana. Gabe está vigilando afuera esta noche, y es tranquilizador

verlo pasar cada pocos minutos.

Froto mi sien latente. He sido tan egoísta. Después de todas mis

promesas de que no lo querría, también lo cambié. Todo en lo que

puedo pensar es si lo he puesto en peligro. ¿Todavía tenía sus poderes?

Me recuesto y miro el techo, preocupada por Gabe, Luc, Matt, mi

familia. Necesito ir a casa. Necesito ver por mí misma que todos están

bien. Gabe dijo que Maggie y Grace podía protegerse a ellas mismas, y

parte de mi está totalmente aliviada de que no soy el único fenómeno en

mi familia. Pero una parte más grande de mi teme por ellas. No sé qué

es lo que Maggie y Grace pueden hacer, pero estoy asustada de que el

Cielo, el Infierno, o peor, “ambos”, decidan que lo quieren. Me

estremezco pensando como toda mi vida cambió cuando Luc apareció

para etiquetar mi alma.

El flash momentáneo de ira dio el camino a otros sentimientos.

Sentimientos más profundos. No era su culpa. Él estaba solo haciendo

su trabajo, el único trabajo que alguna vez conoció.

Y lo estaba haciendo por Lucifer.

Estoy teniendo muchos problemas reconciliando la contradicción.

Lucifer empezó como un ángel. No puede haber sido siempre malo.

Incluso podría haber sido bueno alguna vez. Y ahora Él quiere volver, y

quizás pueda ayudarlo.

Mientras pienso sobre Él, el pendiente empieza a palpitar caliente

contra mi piel. Lo tiro hacia arriba por la correa y miro el pulsante

resplandor rojo.

Hice esto para ti.

Levanto la correa sobre mi cuello, frotando el colgante entre mis dedos

como un centavo de la suerte y observo la luz roja apagarse. Lo hundo

en mi mano y lo siento pulsar.

Luc dijo que Lucifer no se rendirá a Su poder, pero Gabe no se ve tan

seguro. ¿Estoy siendo tonta al pensar que éste en mi propósito? ¿Esta

Él tratando de manipularme? Este estúpido poder que tengo es la cosa

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más frustrante en el universo. Solo funciona de una manera. Si puedo

manipular los pensamientos de mortales y otros, ¿no hubiera sabio

hacerlo así podía leer esos pensamientos primero? Hay algunas mentes

que me encantaría leer ahora mismo.

Como la de Luc.

Puedo imaginarlo afuera en el sofá. Estoy segura que no está

durmiendo, aunque también estoy segura de que lo necesita después

del viaje en que los tomé las últimas treinta horas.

Y yo también. Me concentro en mi respiración, haciéndola lenta y

profunda, y trato de apagar mi mente zumbando. Secuencialmente, me

concentro en relajar la tensión de mi cuerpo. Hago que mis pies se

relajen, luego mis pantorrillas, mis piernas, mis caderas. Poco a poco,

mi cuerpo se vuelve pesado y se hunde en la cama. Mi torso, mis

hombros, mis brazos. Finalmente, ablando mi cuello y mi cara. El

sueño está viniendo, lentamente llevándome bajo.

Hasta que el estruendo de un relámpago manda un cortocircuito a mi

cerebro.

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El pecado original

Traducido por Escorpio y SOS por QueenDelC

Corregido por Maniarbl

FRANNIE

Me siento bruscamente con un jadeo, sosteniendo mi cabeza punzante

en las manos, y pongo atención mientras la imagen se forma. Mi

corazón se contrae cuando miro a Luc, descansando pálido y sin vida

en una cama de hospital, los tubos sobresalen de cada orificio de su

cuerpo. El eco de la voz de una mujer rebota en mi cabeza.

—Hora de la muerte, seis y trece.

Cuando el dolor agudo disminuye lo suficiente para que me pueda

mover sin gritar, me deslizo fuera de la cama. Me pongo mis vaqueros,

meto el colgante que todavía agarro con la mano en el bolsillo y camino

de puntillas a la puerta, segura de que solo el golpeteo de mi corazón es

suficiente para despertar a todos. En el instante en que entreabro la

puerta para mirar al pasillo, me doy cuenta de que estoy equivocada.

Luc no está en el sofá. Está sentado en el suelo con la espalda apoyada

en la puerta. Cae hacia atrás cuando la puerta desaparece detrás de él

y se sostiene a sí mismo con un brazo antes de que aterrice en mis

piernas.

Mi alivio al verlo vivo es indescriptible.

Está sobre sus pies como un borracho, mirando por encima de mí con

ojos penetrantes.

No hay ni una pizca de sueño en ellos.

Sé por qué cuando miro hacia abajo y veo la taza de café en el suelo al

lado de donde él estaba sentado.

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—¿Está todo bien? —pregunta.

Si, estás vivo.

—No podía dormir —le digo a mis pies—. Yo…

Sus dedos están en mi mejilla metiendo el cabello detrás de mí oreja.

—¿Qué, Frannie?

Miro a sus ojos y me cuesta respirar.

—Te vi muerto.

Sus ojos se abren por un instante, después asiente, como si ya supiera

que todo se dirige ahí.

—No puedes morir. No voy a dejarte.

La más pequeña de las sonrisas ladeadas tironeó de sus labios.

—Tampoco es mi primera opción.

—¿Estoy loca por pensar que puedo hacerlo?

Sus cejas se arquean y suelta un suspiro cansado.

—Más o menos.

Me agacho para recoger su taza de café y tomo un largo trago, después

me estremezco.

—Esto te da un puñetazo.

Una sonrisa tira de sus labios y de repente ya no puedo ver ningún otro

lugar.

—Ed me preparó algo parecido a combustible de avión.

Me doy la vuelta y vuelvo a mi habitación, donde me siento en la cama.

—¿Qué estoy haciendo?

Siento el peso de Luc hundir la cama junto a mí.

—Bueno, por el momento, bebiendo café.

—Voy a hacer que todos mueran —le digo, mirando hacia las

profundidades de la taza.

—Esperemos que no.

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Escucho la burla en su voz y me giró hacia él.

—¡No es gracioso! ¡Te vi muerto!

A pesar de la sombra de una sonrisa en sus labios, sus ojos están

serios y lo entiendo. Él lo sabe mejor que cualquiera que nosotros.

Dejo la taza sobre la mesita e inclino mi hombro en el suyo. Siento

como se pone rígido, pero no se aparta.

—Lamento atormentarte. Y huir. Y… todo lo demás.

—El atormentarme es comprensible. El huir, no mucho. ¿Qué estabas

pensando? —Con su respiración en mi cabello, la piel de gallina se abre

camino desde mi cuello hasta el cuero cabelludo y me estremezco.

—Matt me mintió —digo, y la punzada en mi corazón hace que haga

una mueca de dolor.

Me mira por un momento largo, considerando.

—Él escogió, Frannie. Y puedo decirte por experiencia que el equipo en

el que está jugando ahora no muestra ningún respeto por las nociones

pintorescas del reino mortal, entre el bien y el mal. Dicen cualquier

cosa. Hacen lo que sea.

Nunca le pregunté a Luc acerca de las cosas que hizo cuando era un

demonio. Supongo que tenía miedo de saberlo. No quiero pensar en él

como eso… Tener la imagen en mi cabeza. Pero sorprendentemente

tengo que saber cómo funciona la cabeza de Matt ahora.

—¿Cómo qué?

Me sorprende al tomar mi mano. Se ve sombrío y su voz está rodeada

por algo oscuro mientras dice:

—Piensa en Andrus y Chax.

—¿Y Marc? —agrego, apretando su mano.

Sus ojos se levantan de los míos.

—No —espeta, su rostro está contraído con disgusto—. Nunca fui como

Marchosias.

Tomo su mano entre las mías, la giro y trazo las líneas de su palma.

—Lo siento.

Mira fijamente mi dedo, pero no responde.

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—Lucifer vino hoy y yo...

Se tensa, sus dedos se encrespan en los míos, y puedo decir que está

conteniendo la respiración, esperando el resto.

—No soy estúpida. Sé que quiere mi poder, pero no puedo dejar de

pensar que se supone que debo hacer una diferencia… Cambiar la

forma en que trabaja el Infierno y el Cielo.

—Podría ser verdad —replica cautelosamente—. Probablemente es un

hecho. Pero puedo garantizarte de que no es convenciendo al

Todopoderoso para que lo deje regresar.

—Dices que no renunciará a su poder. ¿Cómo puedes estar tan seguro?

—He tenido siete mil años para verlo operar. Es un cobarde, envió a sus

secuaces para hacer su trabajo sucio en la bobina. Y está hambriento

de poder, usa cada estratagema para controlar a la humanidad y tentar

a los mortales para que bajen por el camino ardiente. Cuanta más

muerte, destrucción y depravación conlleve, mejor. Ha creado un

ejército… Incluyéndome… —Aquí su voz se endurece como si el odio a sí

mismo emergiera por debajo de la manta emocional que lo mantiene

oculto—, para hacer su voluntad. Y recuerda, que la licitación incluye

todo, causar la muerte, la destrucción y la depravación. —Se aleja y me

mira a los ojos—. Has visto de primera mano lo que Él exige de sus

legiones.

Luc no tiene que mencionar el nombre de Taylor. Sé que es lo que

quiere decir.

Un ceño tuerce su cara.

—Pero Él no tiene ningún problema con infligir atrocidades indecibles a

sus obedientes siervos que están programados para no ser capaces de

defenderse… no tienen voluntad. —Se aleja de mí y baja la cabeza,

entrelazando los dedos en su cabello negro.

Me acerco y me apoyo en su hombro sin saber qué decir, pero después

sacude su cabeza fuera de sus manos.

—¡Eso es!

—¿Qué es qué? —pregunto.

—El libre albedrío. El regalo de Dios a la humanidad. —Golpea su

pulgar en la rodilla, pensando—. Rhen… —dice, sacudiendo la cabeza—

. Ellos no tienen que ser humanos. Solo necesitan el libre albedrío.

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Cuando me convertí en humano… —Me mira a continuación, alcanza

mi mano y enreda sus dedos en los míos de nuevo—. Cuando tú me

convertiste en humano… tenía libre albedrío y no lo perdí cuando me

convertí en demonio de nuevo.

Él capta mi mueca de dolor.

—De lo que nunca te culpé, por cierto —añade.

Bajo la mirada.

Luc acuna mi rostro en su mano y levanta mi barbilla, así que lo estoy

mirando.

—Frannie, por favor. Tienes que creerme.

Es solo ahora, cuando mis ojos buscan su rostro y devoran cada

pedacito de él, que me doy cuenta de lo mucho que lo he echado de

menos. Su mirada es profunda, como si estuviera buscando mi alma y

puedo jurar que veo en sus ojos dos piscinas profundas de obsidiana.

Mis ojos caen a las líneas de su boca y siento cómo me inclino, para

cerrar la distancia entre nosotros.

Saboreo el café en sus labios, que están ligeramente separados, pero no

se mueven. Él no mueve nada. Se queda muy quieto y cierra los ojos.

Pero cuando comienza a respirar de nuevo, es inestable.

Me alejo y miro hacia él cuando abre los ojos. Queman con una

intensidad que no he visto allí desde antes de que saliéramos del Hades.

Alcanzo su rostro, y acaricio con mis dedos su mejilla trazando un

camino hasta su labio inferior con el pulgar.

—¿Qué sucede? —Mi voz no es más que un susurro.

Su boca se convierte en una línea dura y hay líneas de preocupación en

las esquinas de sus ojos mientras niega con la cabeza.

Esta vez, cuando me inclino para besarlo, él se desliza con cautela sus

manos alrededor de mi cintura. Mueve los labios muy ligeramente en

los míos, como si tuviera miedo de hacer algún movimiento brusco y me

ahuyentara. Inclino mi cabeza, profundizando el beso y siento que

responde, acercándome más.

Algo pesado se levanta de mi corazón, como la pared aparentemente

insuperable que ha existido entre nosotros desde que Lilith se

desmoronó en el suelo. Su pulso se libra con el mío mientras envuelvo

mis brazos alrededor de su cuello, colocándome en él y besándolo como

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si no hubiera mañana. Cuando nuestros labios se separan finalmente,

me atrae a su regazo y presiona mi frente en la suya.

—Pase lo que pase, por favor, recuerda que siempre te querré —le digo.

Nos aferramos el uno al otro, pero no me atrevo a hablar, temerosa de

romper cualquier hechizo de medianoche que nos haya vuelto a reunir.

El mundo está en silencio con el sueño; aún y aparentemente sin saber

que, en cualquier segundo, todo podría terminar.

Levanto la camiseta de Luc por encima de su cabeza mientras me mira,

inseguro. Mis dedos se arrastran sobre su tatuaje de serpiente y sobre

el pecho, y siento su piel de gallina en mi tacto. Cuando llego a la

gruesa y rugosa costra de la quemadura en sus costillas, pongo mi

mano sobre ella y cierra los ojos y suspira. Me quito la camisa y me

presiono contra él, sintiendo el ardor de nuestra piel a medida que se

funden entre sí.

Mientras me hundo en él, con la necesidad de estar tan cerca como sea

humanamente posible, me siento abrumado por el repentino sentido de

que esto es un adiós. Me duele el corazón y lágrimas silenciosas fluyen

mientras yo lo ahogo con mi amor. Él me ama de nuevo, tan

calladamente por fuera mientras, en el interior, un torrente entra en

erupción.

***

Mis ojos se abren al sol de la pálida mañana, apenas comienza a fluir a

través de la ventana lo que indica el inicio de un nuevo día. Pero lo

primero que veo es la perezosa sonrisa de Luc. Sus brazos están a mi

alrededor y estamos acurrucado entre las mantas.

—Buenos días, hermosa. ¿Sabías que hablas en sueños? —dice.

Entro en pánico por un momento, tratando de recordar lo que he

soñado. Por primera vez en semanas, no era con Taylor. Era con Luc.

Hora de la muerte, seis y trece.

Un agujero negro se forma en mi corazón mientras el miedo se apodera,

pero entonces el recuerdo de la noche, los besos de Luc y lo que esto

conlleva, se apodera de mi conciencia y el calor es arrastrado a través

de mí mientras una involuntaria sonrisa sube en mis labios.

Los dos todavía estamos aquí.

Y Luc está muy, muy vivo.

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Me hundo en él, saboreando la sensación de su calor calentando los

lugares fríos de mi interior que he tenido guardados bajo llave lejos de

él durante los últimos meses.

—¿Has dormido? —pregunto con voz todavía espesa con letargo.

—Algo.

Me deslizo en sus brazos y trazo un dedo a lo largo de los huecos

oscuros bajo los ojos. Él los cierra y yo, suavemente, beso sus

párpados, y después, la punta de su nariz.

Él exhala un suspiro épico y un contenido " Mmm... " ronronea desde

su pecho.

Sonrío y beso mi camino lentamente por sus mejillas y a lo largo de la

barba gruesa por la mandíbula, para finalmente encontrar la boca de

nuevo.

No puedo detener el vertiginoso chillido y me río mientras me agarra y

nos enrolla, así que estoy atrapada bajo él.

—Deberías desear tener cuidado, o tu abuelo te va a encontrar en una

posición muy comprometedora —dice en voz baja, con la mirada

ardiente a través de mí y una sonrisa maliciosa en sus labios.

Mi corazón retumba mientras Luc me besa, presionándome desde

arriba. Me pregunto cómo fui capaz de resistir esto durante tanto

tiempo cuando me siento totalmente cedida a él, queriendo nada más

que ser arrastrada lejos de él y no tener que pensar en nada de lo

demás.

Luc no es una distracción. Es mi cordura, mi escape. Mi corazón.

Y mi alma.

Casi me mata, pero encuentro la fuerza para hacerlo a un lado.

—Tienes que irte —susurro—. El abuelo vendrá pronto.

Sonríe de nuevo y derrite mi corazón. Lo agarro y lo acerco hacia mí. Me

besa una vez más, lento y profundo, luego se suelta de mi agarre. Lo

miro atentamente mientras rebusca nuestras ropas, sacando la suya de

la pila en el suelo. Cuando está vestido se inclina sobre mí y me besa

una vez más, cierro mis ojos y lucho por no traerlo de nuevo a la cama.

Recarga su frente sobre la mía.

—Me estás matando. Espero que lo sepas.

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Mi corazón se acelera cuando mis ojos se abren y miran directamente a

los suyos, pero luego veo la sonrisa en ellos. Sus labios encuentran los

míos antes de ponerse de pie y desaparecer por la puerta, dejándome

con más ganas de él.

No mucho después, mi boca comienza a hacerse agua cuando el olor de

tocino cociéndose y café se cuelan en mi habitación. Me pongo ropa y

me dirijo a la habitación familiar, donde Luc ahora está en el sofá,

envuelto con la manta de la abuela, pretendiendo dormir. Me siento en

la orilla del sofá y me inclino para besarlo. Sus ojos se abren y una

sonrisa aparece en sus labios.

—Estás echando a perder mi disfraz.

Suelto una risita y luego brinco cuando alguien se aclara la garganta

detrás de nosotros. Cuando me doy la vuelta, el abuelo nos mira desde

la cocina.

—Si alguien tiene hambre, tengo listos los pasteles y el tocino. Nada

como las tortillas de Luc, pero tendrán que ser suficientes —agrega el

abuelo, dirigiéndole a Luc una mirada torva mientras se acomoda en un

asiento.

Mi rostro está ardiendo.

—Solo estábamos…

Pero en ese instante, sostengo mi cabeza con las manos cuando un

relámpago parte mi cerebro en dos.

—¡Por Dios! —grito, sin poder contenerme. Porque esta vez en la imagen

no estoy yo, o Luc. Es el abuelo, tirado en el verde prado, sus ojos sin

vida mirando al cielo.

Mi estómago vacío da un vuelco con el dolor en mi cabeza, pero no hay

nada por salir. Cuando se calma, me levantó del sofá y corro hacia el

abuelo, abrazándolo tan fuerte como puedo.

—Nunca debí haber venido.

Miro a Luc, y veo mi propio horror espejeado en sus ojos. En esa

mirada, puedo decir que él lo entiende. Pero no puedo decírselo al

abuelo.

—No voy a dejar que nada te pase, Frannie. —La voz arenosa del abuelo

vuela desde su pecho hasta mi oído mientras sigo de pie sujeta a él. Me

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siento enferma de nuevo, porque soy yo quien tiene que descubrir cómo

evitar que algo le suceda a él. Me separo de él.

—Solo prométeme que no irás afuera.

Me sonríe.

—Creo que tu ángel tiene las cosas bajo control allá.

Respiro profundo.

—Solo prométemelo.

—Está bien —dice, con una sonrisa divertida—. ¿Y esos pastelitos? —Lo

abrazo por otro segundo y luego doy un paso hacia atrás.

—Iré a ver cómo está la patrulla nocturna —dice Luc indicando con la

punta de su cabeza hacia la puerta.

Luc abre la puerta, pero antes de pasarla mira de nuevo hacia donde

estoy de pie y me ofrece una sonrisa. A pesar de mi pesado corazón y el

vacío en la boca de mi estómago, no puedo evitar sino devolverle la

sonrisa mientras él sale por la puerta y la cierra a su paso. El abuelo se

vuelve hacia la estufa donde está sacando otra tanda de pastelitos del

horno.

—¿El plan aún es ir con tus amigos?

—En cuanto podamos —respondo.

Escucho cómo se abre la puerta de la entrada y Luc aparece. Me mira

fijamente por un largo rato.

—¿Qué? —pregunto finalmente.

Mira por encima de su hombro hacia el patio.

—Gabriel no está.

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Desatando el infierno

Traducido por Escorpio y Jess16

Corregido por La BoHeMiK

LUC

Los panqueques y el tocino están sin comer en la cocina de Ed mientras

corremos hacia la ciudad en busca de Frannie. La alegría del cielo

blanco y cobalto, con nubes hinchadas está en desacuerdo con el aire

de fatalidad que pesa sobre nuestro grupo.

—Gabe no solo se iría —reflexiona Frannie desde el asiento trasero del

Shelby.

—No. No lo haría. —El pavor se asienta en la boca del estómago como

una piedra.

Ed me da una mirada cautelosa desde el asiento del pasajero, pero

permanece en silencio. Llegamos hasta en el camino de entrada de la

casa de Frannie y empujo el auto hasta el final, cerca de la parte trasera

del garaje. Todo parece tranquilo, ya sea como una buena señal o una

mala.

No nos toma mucho tiempo saberlo.

Apenas me detuve antes de que Frannie me empujara fuera del coche y

se deslizara fuera del asiento delantero. Se limita a quedarse cerca del

coche y se detiene en corto, mirando el patio trasero.

Sigo su mirada… y encuentro a Maggie cerca del gran roble en la

esquina del patio… siendo estrangulada por Lilith y con un cuchillo en

su garganta.

—Hola, Frannie —dice Lilith—. Tenía la esperanza de que fueras tú. ¿Lo

intentamos de nuevo?

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Frannie está muy quieta, pálida como la muerte, con los ojos pegados a

la mano que sostiene el cuchillo en la garganta de Maggie. Maggie tiene

una expresión completamente diferente. Se está esforzando por girar la

cabeza para mirar a Lilith y sus ojos están llenos de una necesidad

insaciable. Su mano está agarrada del muslo de Lilith, desesperada,

incluso por ese pequeño pedazo de ella.

Doy un paso delante de Frannie, cuidando de no mirar directamente a

Lilith ahora que tiene su manipulador canto de sirena.

—Lilith, baja el cuchillo.

—Lilith. —El susurro viene de Frannie detrás de mí. Cuando me doy la

vuelta, veo su expresión amable, después es hambrienta y da un paso

adelante. Ed está al otro lado del automóvil, mirando por encima de

este, hipnotizado.

—Bájalo, Lilith —digo agarrando a Frannie. La tomo suavemente de los

hombros y la giro para que me enfrente. Sus ojos permanecen fijos en

Lilith, y tengo que tomar su mejilla para girar su cara—. Frannie. Mira

aquí —le digo.

Ella cierra los ojos y hace una mueca de dolor.

—Maggie —susurra.

Abre los ojos y mira hacia los míos, puedo ver todas las pesadillas

detrás de su mirada.

—No es Taylor, Frannie. Maggie va a estar bien. Ella no está marcada

por el infierno.

Se estremece de nuevo ante la mención de Taylor, a pesar de que

claramente ya estaba pensando en ella.

—Pero la puede matar de todos modos —dice en un ahogado susurro.

Ella lo hará si no puedo encontrar la manera de detenerla. Y si lo hace,

no puedo imaginar cómo voy a dejar que Frannie tome represalias… a

menos que yo lo haga.

—¿Has hablado con ella, querido? ¿Le has contado el plan? —dice

Lilith.

Frannie comienza a girarse hacia ella de nuevo, pero sostengo su

barbilla.

—¿Tienes un plan? —pregunta.

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—No —le digo mirándola fijamente a los ojos, mostrándole que no le

estoy ocultando nada—. No hay plan.

—Lo hará, Luc. Solo necesita un poco de estímulo. —Lilith presiona el

cuchillo contra la garganta de Maggie para acentuar su punto.

Frannie se esfuerza por salir de mi alcance, la desesperación está clara

en su tensa expresión y juro que siento una oleada en aumento de

energía mientras ella se aleja.

—¿Qué voy a hacer?

—Derrocar al rey. —Una sonrisa depravada curva la boca de Lilith—. O

morir en el intento. Trabaja para mí. —Se ríe con un tono áspero, crudo

y húmedo que se convierte en una tos seca—. Ven aquí y toma a tu

hermanita, Frannie. Entonces podremos hablar de eso.

Cuando ella mira a Lilith hay una mirada asesina en sus ojos.

—Toma a Maggie —dice. Está vez estoy seguro de que no imagino el

brillo rojo y blanco de energía bailando sobre su piel.

Infierno profano.

¿Qué significa? ¿Qué le está pasando?

Cuando miro de nuevo a Maggie, ella está tratando de hacer girar las

garras de Lilith, haciendo que el cuchillo rasguñe su piel. Un riachuelo

de sangre baja por su barbilla hasta el hueco en su clavícula y crea una

piscina allí. Agarro los brazos de Frannie gentilmente y me inclino.

Y lo siento, el zumbido de una corriente eléctrica corre por mi brazo.

—Vete, Frannie —le susurro al oído—. Vete con Ed a la casa.

Mis labios rozan su mejilla mientras ella se aleja, inhalo profundamente

su aroma a grosella y clavo, necesitando aferrarme a ella de cualquier

manera posible.

Me mira y la determinación en su rostro me asusta.

—No.

—Vete. Maggie y yo estaremos justo detrás de ti —le digo, y mi corazón

se aprieta al darme cuenta que estas podrían ser mis últimas palabras

para Frannie, y de ser así, son una mentira.

Me mira por un largo instante, entonces comienza a retroceder. La miro

por un segundo y después me giró hacia Lilith.

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—Somos solo nosotros.

Pero entonces, alguien pasa a mi lado, lanzándose hacia Lilith y Maggie.

Antes de que tenga tiempo de registrar lo que está pasando, Lilith y

Maggie caen al suelo, Frannie está encima de ellas, agarrando el

cuchillo.

Lilith se retuerce debajo de Frannie, mientas me lanzo hacia el grupo.

Balancea el cuchillo y corta mi hombro mientras agarro a Frannie y

trato de alejarla. Pero veo que mi esfuerzo solo está ayudando a Lilith a

conseguir el control. Saco a Maggie de la pelea en el suelo. Ella

parpadea fuera del hechizo de Lilith, y después se aferra firmemente a

mi cuello.

—¡Ed! —grito y él está allí en un segundo, poniendo a Maggie en pie y

ayudándola. Ella abraza a su abuelo y me mira con ojos desesperados.

Me lanzo de nuevo hacia el suelo donde Frannie y Lilith luchan, y lo

huelo claramente: el ozono mezclado con el azufre. Lilith rueda hasta

situarse para dar un golpe con el cuchillo, esta vez a Frannie, pero me

lanzo hacia ella y pateo y la punta del cuchillo se incrusta en el talón de

la bota. Doy otra patada y el cuchillo sale de las manos de Lilith, brinca

por el césped hasta la base de un rosal en el jardín al lado del garaje.

—¡Vete, Frannie! —le grito mientras brinco sobre mis pies.

Por el rabillo del ojo la veo correr como un rayo hacia su familia.

Me lanzo por el cuchillo y, cuando llego hacia él, me giro hacia Lilith,

quién también está sobre sus pies. Agita nerviosamente los dedos,

animándome a ir por ella.

—Adelante. Hazme el día. —Sonríe, buscando su propio placer—.

Siempre he querido decir eso.

El grito de Maggie llama mi atención y me giro para encontrar a Frannie

arrojada sobre el hombro de Rhenorian como una muñeca de trapo.

Ella le está arañando el brazo, tratando de liberarse.

El corazón se me sube a la garganta.

—Rhen, ¡detente! ¡Ella no puede hacerte mortal! ¡Bájala!

Se gira y me da una triste mirada.

—Por desgracia, no estoy aquí por mi cuenta. Estoy programado para

proteger los intereses del rey. —Alza a Frannie sobre su hombro—. Y

ahora tu novia es uno de sus intereses.

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Ed y Maggie se acurrucan cerca de la esquina de la casa.

—¡Ed, toma a Maggie y vete! —grito, sintiendo que Lilith se mueve

detrás de mí, pero sin atreverme a apartar los ojos de Rhenorian.

—¡Y una mierda! —replica Ed con los ojos muy abiertos.

—¡No es seguro! Vete…

Lilith salta sobre mi espalda y envuelve su codo en mi cuello, ahogando

mis palabras.

—¡Luc! —grita Frannie mientras Rhenorian gira y avanza pesadamente,

con ella golpeando su espalda.

Hundo el cuchillo en la cadera de Lilith y me la quito de encima

mientras un grito inhumano corta el aire, luego corro hacia Ed que se

está moviendo para interceptar a Rhenorian.

—¡No! ¡Rhenorian, detente! —grito mientas levanta su brazo libre hacia

atrás para quitar a Ed del camino. Me deslizó para detenerme a pocos

metros de Ed—. Si quieres que Frannie te ayude, matar a su abuelo

sería probablemente contraproducente.

Baja el brazo y me fulmina con una mirada asesina.

—He dejado de ser amable.

Me acerco furtivamente, tratando de encontrar un ángulo hacia

Frannie.

—¿Sabes lo que significa esa palabra, Rhen?

El suelo retumba y un alma en pena grita detrás de mí con un sonido

húmedo y repugnante que rasga y llena el aire. Me giro para ver Lilith

empuñando el cuchillo que yo sin pensar dejé en su pierna. Ella lo

sostiene sobre su cabeza con las dos manos mientras se precipita hacia

Frannie, dónde está colgada sin poder hacer nada en el hombro de

Rhenorian. Embisto contra Lilith mientras Rhenorian deja caer a

Frannie y levanta un puño que brilla intensamente en nuestra

dirección. Pero lo veo dudar, dividido entre las dos instrucciones. Él

tiene que defender los intereses de su rey a toda costa, pero nadie toca

a Lilith… aparte de Lucifer. Hacerle daño sería equivalente al suicidio.

Junto a él, Frannie cae en cuclillas y lanza sus manos al aire. Un

relámpago blanco crepita sobre la palma de su mano izquierda en forma

de ráfagas que aumentan la energía roja de su puño derecho. Ambas

manos apuntan a Lilith.

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No sé lo que todo eso significa, pero en ese instante me doy cuenta que

todavía es de Lilith. Matar a su huésped humano, ya sea con un

cuchillo, un rayo celestial o fuego infernal, probablemente revierta la

etiqueta de Frannie… si es que eso incluso aplica.

Instintivamente me lanzo hacia ella, pero Lilith tiene ventaja.

—¡Frannie! ¡No! —le grito.

Su expresión cambia de furia a estupefacción mientras sus manos

bajan a su lado y sus inquisitivos ojos me encuentran.

Pero no tengo respuestas.

Sabiendo que no puedo llegar a ella a tiempo, me lanzó hacia los

tobillos de Lilith al mismo tiempo que una ráfaga de fuego infernal

choca contra ella. Lilith tiene solo el tiempo suficiente para gritar antes

de que sea reducida a un montón de crujientes cenizas electrificadas.

Miró hacia arriba y Rhenorian está de pie, con la boca abierta, el puño

radiante aún preparado para un ataque, mirando.

Así que no era su explosión la que había vencido a Lilith.

Me doy la vuelta hasta localizar el origen de la descarga letal y

encuentro a Lucifer apoyado contra el árbol de arce en la parte trasera

del patio.

—Lamento eso. Se estaba convirtiendo en una molestia —dice,

limpiándose las manos y encogiéndose de hombros lejos del árbol. Se

mueve lentamente hacia nosotros, como una pantera que se acerca a su

presa, sus ojos están fijos en Frannie. Se detiene a pocos metros de

ella—. Eso fue magnífico.

Echo un vistazo a Frannie, y parece aterrorizada. Pero no creo que el

terror esté dirigido a Lucifer, como debería ser. Ella mira sus propias

manos.

Rhen camina hacia ella, pero Lucifer levanta su mano.

—Déjala —dice y Rhen inmediatamente retrocede. Los ojos de Lucifer

giran a su vez hacia Frannie—. ¿Estás herida?

Ella se sacude de su aturdimiento y lo mira.

—Eh... no. Yo estoy... —Pero entonces parece darse cuenta a quién se

está dirigiendo, porque ella se aleja un poco y luego da la vuelta a

donde Maggie esta acurrucada en los brazos de su abuelo—. Abuelo,

lleva a Maggie dentro —dice ella.

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—Tú viniste con nosotros. —Él mira entre Lucifer, Rhenorian y yo. Ella

asiente con la cabeza.

—Vamos a estar ahí. —Ella comienza a conducirlos hacia la puerta

trasera, pero en el próximo instante Marchosias se interpone entre ellos

y la casa.

—¿Marc? —jadea Maggie cuando Frannie empuja nuevamente a su

abuelo.

Marchosias mira lascivamente a Maggie e inspecciona a la multitud

reunida. Una letal sonrisa sacudió en las comisuras de su boca, y sus

ojos resplandecieron.

—¿Por qué justo estoy averiguando esto ahora que la fiesta ya ha

empezado?

—Es un testimonio de tu popularidad, Marc —digo, deslizándome al

lado de Frannie y agarrando su brazo.

Su mirada se posa en la sangre que mana de la herida en mi hombro y

una helada sonrisa divide su cara.

—Veo que todavía estás balanceando la carne.

—Los celos se ven bien en ti, Marc —respondo—. El verde es tu color.

Su ceja se arquea cuando sus ojos se deslizan sobre Frannie,

devorándola.

—Puede haber algo de verdad en eso.

—¡Basta! —La voz del rey Lucifer tiembla en la tierra y su mirada se fija

en Marc—. Siéntete libre de irte a menos que tengas algo importante

que ofrecer.

A esto, Marc cambia a un interesante matiz de verde como las hojas, la

satisfacción está en su rostro. Los resoplidos de Rhenorian y el ojo de

valorativo de Lucifer se vuelven en su contra.

Frannie se retira de mi agarre.

—Hablando de ofrecer cosas, prometiste que mantendrías a tus

secuaces lejos de mi familia.

—Por eso —dice con un gesto de la mano al montón de cenizas aún

crujientes de Lilith—, lo siento de veras. Lilith es a veces impredecible, y

el hecho de que ella no sea un demonio la hace difícil de controlar.

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Frannie traga saliva con dificultad.

—También me prometiste a Matt.

La cara de Lucifer se suaviza cuando mira hacia Frannie.

—Pronto, mi reina.

Mi estómago se retuerce.

—¿Tu qué?

Los ojos de Lucifer se disparan hacia mí y en ellos veo al rey despiadado

que siempre he conocido.

Daniel da la vuelta sobre la esquina en el patio trasero con su pijama y

un periódico en la mano.

—¡Frannie! —Él corre hacia ella y se abrazan—. Pensé que te escuché

de nuevo aquí. ¿Dónde has estado?

—Papá —dice con voz temblorosa. Ella se aparta a sí misma fuera de su

abrazo y empieza a empujarlo de vuelta por donde había venido—.

Vuelve adentro. Por favor.

Daniel levanta sus ojos y capta el resto de la escena que se ha llevado a

cabo en el patio.

—Santo Padre de arriba —jadea cuando, tanto Marc como Rhen, giran

sus puños encendidos sobre él.

FRANNIE

Me abrazo alrededor de papá.

—¡No! —grito, cuando brilla el patio fuera de foco y la realidad

desaparece.

Siento a Luc presionarme desde atrás, apretando tan fuerte que apenas

puedo respirar. Pero yo no quiero que me suelte.

Me siento mal. Como si no perteneciera a mi piel. No sé lo que pasó

hace un momento con Lilith. Ella iba a lastimar a Luc, y con toda mi

alma no quise que lo hiciera. Quería protegerlo. No fue hasta que él

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gritó que me di cuenta de que había un rayo… dentro de mí. Luego lo vi

en mis manos.

Todo lo que nos rodea es sepia, los colores se descoloran al marrón

como la vida se drena de la hierba y de los árboles. Al principio, creo

que es porque estoy a punto de desmayarme, pero cuando oigo a Maggie

temblorosa diciendo:

—¿Qué está pasando?

Sé que no soy solo yo. Se siente surrealista, como si estuviera en el

comienzo de El mago de Oz. El cielo arriba, que había sido intenso

cobalto, ahora con remolinos grises y negros, como la sopa de tinta

hirviendo. Todo está cubierto en la baja pesada niebla, excepto por la

parpadeante niebla con una tormenta eléctrica interna, que hace que

todo el pelo sobre mi cuerpo se ponga de punta.

El abuelo, papá y Maggie se juntan cuando la tierra bajo nuestros pies

retumba y luego comienzan a temblar violentamente. Levanto la vista

para ver a mamá, Grace y Kate se tambalean de la casa al césped

trasero. Corren hacia el grupo acurrucado justo cuando hay un quejido

metálico. Me dirijo a tiempo para ver mi casa que se derrumba sobre sí

misma cuando un terremoto rompe un agujero descomunal en el suelo

debajo de ella. El grupo tropieza de nuevo desde el borde del abismo

cada vez mayor, y toda la casa y la mayor parte del patio desaparecen.

Y de pronto el fuerte escozor de azufre corta por el aire.

No puedo ver más allá del jardín a causa de la niebla, pero aquí no hay

nada más que silencio, la devastación sin vida, como si fuera la zona

cero de una explosión nuclear.

Luc tira de mí apretadamente contra su pecho y trato de concentrarme

en los latidos de su corazón, pero no puedo bloquear las palabras de

Lucifer. Mi reina. Se hacen eco dentro de mí como los pulsos del Udjat

bajo mi camisa. No me acordé de ponérmelo esta mañana, pero está ahí

y es como si cada célula de mi cuerpo estuviera conectada a Él de

alguna manera.

No entiendo lo que me está pasando. Siento impulsos de energía a

través de mí, queriendo estallar fuera de mí. Estoy temblando mientras

saco la cara del pecho de Luc y abro los ojos.

Está ahí, Lucifer, mi ángel de ojos verdes. Terrible y hermoso. Él parece

eterno, allá a lo lejos a través de un desfiladero cavernoso donde la casa

solía estar, pero al mismo tiempo, imposiblemente cerca. Cuando miro

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fijamente, en el abismo hay sombras de formas negras que suben y se

posicionan detrás de Lucifer. Criaturas con alas, negras y duras que

ascienden desde el desfiladero, extendiendo sus alas y haciendo un

círculo sobre su cabeza. Pero estoy tan paralizada por Él que apenas

registro nada de eso. Arranca un escalofrío a través de mí ante el

recuerdo de sus caricias, sus oscuros pensamientos, y el Udjat latiendo

contra mi pecho con su energía. Me alejo de Luc y siento que mis pies

comienzan a mover mi cuerpo hacia delante, pero una mano en mi

hombro detiene el progreso. La voz de Luc está en mi oído.

—¿Lo ves ahora por lo que Él es?

Pocas veces he escuchado esta combinación de miedo y dolor en la voz

de Luc, y me sacude del trance. Miro hacia atrás por encima del

hombro de él, y, mientras sus ojos se cierran sobre los míos, el amor

que veo no me hace cuestionar todo. Miro detrás de Luc, donde toda mi

familia está de pie y abrazados. Estoy completamente desgarrada.

Quiero ir hasta donde esta Lucifer. Siento como si necesitara ir a Él.

Pero mi corazón me está gritando que tengo que estar aquí con Luc y mi

familia.

—Tú pediste algo de mí y yo lo tengo para ti.

Lucifer se sitúa en el borde de la quebrada, mirando a través de mí, con

su brazo levantado, me hace señas. Doy un paso más cerca del borde,

agarrando la mano de Luc con fuerza. Mis ojos se conectan con Lucifer

y su colgante quema mi piel.

—Acepta mi ofrenda de paz. Ven a mí.

Él arrastra su brazo hacia un lado, e inclina la cabeza mientras Matt

está dirigiéndose a través de las negras figuras detrás de Él,

golpeándolo y destrozándolo. Se deja caer sobre sus manos y rodillas a

los pies de Lucifer, luego se desploma a un lado, inmóvil. Al ver a Matt

algo en mí explota como una granada de mano, dejando mi interior en

pedazos.

—¡No!

Levanto la mirada para ver los brazos de Lucifer llegar hasta mí. Lo

miro ferozmente sobre el barranco.

—¿Qué has hecho con él?

Lucifer pasa hacia adelante hasta el borde del desfiladero y levanta las

cejas, el disgusto tuerce su hermoso rostro.

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—No yo, mi reina. No puedes creer que le haría daño a alguien que

amas.

Siento la mano de Luc en mi brazo, pero me alejo.

—Entonces, ¿quién?

—Tráiganlo hacia adelante —ordena Lucifer. La oscuridad detrás se

abre y una forma alada es empujada. Los perros del infierno intentaban

morder sus talones cuando Marc era traído hacia delante. Él se

tambaleo y Marc le dio un empujón final que lo envío violentamente a la

tierra en un montón sangriento al lado de Matt. Rayas carmesí

estropean el blanco perfecto de sus alas, y se ponen sobre la espalda en

un incómodo ángulo. Al principio, creo que alguien las salpicó con

pintura roja, hasta que levanta la cabeza y me mira fijamente desde

debajo de la sangre seca.

—Gabe —susurro, desmoronándome sobre mis rodillas. Mis entrañas se

vuelven de piedra fría y las estrellas parpadean en mis ojos cuando toda

la sangre se drena de mi cabeza—. Oh, Dios.

Un blanco cegador relámpago rasga a través de la caverna y golpean

mis rodillas. De repente, estoy envuelta en la fría niebla. Se siente igual

que cuando era una niña y nos fuimos en un viaje en barco bajo las

cataratas del Niágara. La niebla es tan espesa que no puedo ver nada,

pero me agarro más fuerte de la mano de Luc ya que creo que empieza a

deslizarse de la mía. La niebla comienza a levantarse en un resplandor

de colores incandescentes, y me encuentro de rodillas en el piso de la

habitación de la familia del abuelo con Luc a mi lado.

—Has estado muy ocupada.

Estoy mareada y desorientada cuando el horror de la escena en el

barranco es sustituido por la cálida familiaridad de la casa del abuelo.

La maravillosa voz consoladora, y melodiosa, acelera mi palpitante

corazón. Cuando miro al otro lado y veo a la Abuela sentarse sobre el

sofá estoy segura de que debo estar muerta. Las rayas blancas en su

pelo marrón parecen brillar, ocultando su hermoso rostro en un

brumoso brillo, y una cálida sonrisa arruga las esquinas de sus ojos

color zafiro.

—Abuela.

Estoy en el suelo y en el sofá en un instante, envolviendo mis brazos

alrededor de su cuello. Ella me abraza, se siente exactamente como me

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acuerdo de ella; suave, cálida, y oliendo a una mezcla dulce de

duraznos y el humo de la pipa del abuelo.

—Oh, mi niña —dice alejándose—. Cuéntamelo todo.

Me siento cerca de ella.

—¿Estoy muerta? ¿Cómo es que estas tú aquí?

—No, pequeña. No estás muerta. Estoy aquí porque me has llamado.

—Yo… —Pero entonces pienso en eso. Mi grito de "Oh, Dios" era una

súplica. Levanto la cabeza y la miro a los ojos—. Tengo que hablar con

Dios…

Me siento un poco tonta al decirlo en voz alta y mis mejillas arden.

Cuando miro a Luc para armarme de valor, lo encuentro todavía de

rodillas, con la cabeza inclinada, que no hace nada por mi valor. Su

cómplice sonrisa brilla como el sol y me calienta hasta mi adolorido

corazón.

—Así que hablar.

—Puedes decir lo…

Levanta una mano colocándola suavemente sobre mi cara y de repente

es como si fuera mil veces Gabe. Cierro los ojos y tiro la cabeza hacia

atrás con la misma sensación de paz que siempre anhelaba cuando él

me inundaba. Pero lo que también me parece que esta es la fuente de la

misma. Es sorprendentemente intensa pero increíblemente suave, todo

al mismo tiempo.

Cielo.

—Oh… —Abro los ojos y miro a la abuela—. ¿…Dios?

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Oh, Dios mío

Traducido por Escorpio, Angie_kjn, SOS Kirara7

Corregido SOS por Eli25

FRANNIE

Ella me guiña un ojo, y sus ojos resplandecen, llenos de compasión, de

amor, de esperanza, mientras asiente con la cabeza.

—¿Mi abuela es Dios? —pregunto incrédula, de nuevo.

—Tomo la forma que quieras, hija. Así que, ¿qué es lo que tenemos que

discutir?

Me quedo mirando ciegamente la pared durante un momento, en busca

de las palabras.

—Mi abuela es Dios —repito, dándole vueltas en mi cabeza.

—Las abuelas de todos son Dios —responde.

Respiro hondo y trato de recordar lo que iba a decir.

—Yo... no puedo pensar —le digo, parpadeando mientras la miro de

nuevo.

—¿Preferirías que tomara una forma diferente? Seré quién tú escojas.

—¡No! —grito, no queriendo que la abuela se fuera.

Se ríe de la forma en que solía hacerlo cuando era pequeña y cerraba

mis ojos para sacar a escondidas cucharadas de masa para galletas

figurándome que, si yo no podía ver, entonces ella tampoco. Toma mi

mano, sujetándola entre las suyas.

—Necesitas algo de mí, hija.

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Cierro mis ojos para calmar mis zumbados pensamientos y, a

continuación, los abro para comenzar a decir las palabras que había

ensayado con tanto cuidado.

—¿Qué pasaría si Lucifer quisiera regresar al cielo?

—Eso es un gran “y si” —contesta, con su cara neutral.

Asiento.

—Uno enorme. Pero creo que es verdad. —Me sorprendo a mí misma. Si

esto va a funcionar, tengo que ser más convincente—. No. Sé que es

verdad. Ha cambiado. Él quiere el perdón.

Ella se lleva un dedo a un lado de la nariz y lo golpea allí.

—¿Estás bastante segura de eso?

El colgante late en mi pecho.

—Sí.

Me mira un rato más, las líneas de preocupación se han plegado a su

frente y siento que estoy empezando a temblar. De repente, estoy

cualquier cosa menos segura. Siento una llamarada de energía

proveniente del colgante y se siente sucia y oscura. Quiero quitármelo.

Levanto la mano para tirarlo por encima de mi cabeza pero entonces se

detiene. No quiero que la abuela vea… sepa que lo tengo.

—No sé lo que debo hacer. —Mis palabras son una súplica, y no me doy

cuenta de que estoy llorando hasta que la abuela levanta su mano y

limpia una lágrima de mi mejilla con los dedos.

Se levanta del sofá y camina a la mesa, al lado del desgastado sillón del

abuelo, donde se mantiene su pipa.

—El camino es tuyo —dice, tocando el tubo con una sonrisa

melancólica—. Y tu fuerza es tuya —agrega con una mirada significativa

hacia mí, sus dedos tamborilean en su pecho, justo donde el pendiente

yace en el mío—. Tienes un gran potencial, pero cómo lo uses depende

de ti.

—Así que… ¿lo dejarás regresar?

—Mi querida niña —dice y me estremezco al escuchar esas viejas

palabras, palabras familiares saliendo de su boca de nuevo—. Durante

millones de años, ha tenido la opción de regresar.

—¿En serio? ¿Él puede regresar? ¿Así de fácil?

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Su triste sonrisa me dice que es cualquier cosa menos fácil. Lo que

quiere decir que estaba equivocada. Mi propósito no es convencer a

Dios para que deje a Lucifer regresar a casa.

—¿Qué tiene que hacer para regresar?

—El perdón es la clave de todo, pero el perdón solo se puede dar a los

que lo desean.

El perdón es la clave de todo. Tengo un recuerdo de Gabe diciéndome

esas mismas palabras, no hace mucho tiempo.

—Gabe —jadeo—. Lo puse en peligro al hacerle creer…—Hago una

mueca y dejo caer mi cabeza. Fui muy estúpida, usando mi Influencia

intentando persuadirlo de que Lucifer es bueno. ¿Cómo iba a

convencerlo tan fácilmente?

—¿Es Gabe...?

Ella se desliza hacia mí y me acaricia la mejilla.

—Él no puedo morir, pero el Gabriel que conocías ha cambiado —Su

mano se desplaza al hombro de Luc, donde él todavía está de rodillas

sobre la alfombra—. Levántate, hijo mío.

Luc se levanta, pero aún no la mira. Aprieto su mano, pero él no lo hace

de regreso. Su mano solo se encuentra sin fuerzas en la mía.

Su mirada cae pesadamente sobre mí.

—Lucifer tiene razón en un punto. Existe la necesidad de que haga un

cambio en el equilibro, y tú eres la única que puede hacerlo en

realidad… con un poco de ayuda —agrega con un apretón en el hombro

de Luc.

—¿Cómo?

—Lucifer puede gobernar el infierno, pero no lo creó.

—No lo entiendo.

—Él es el gobernante autoproclamado del abismo, y bajo su dirección se

ha convertido en algo que no estaba destinado a ser. —Su mirada se

suaviza mientras roza el dorso de sus dedos en mi mejilla—. ¿Entiendes

el verdadero propósito del Infierno, Frannie? ¿Por qué lo creé?

—¿Para castigar a los mortales que pecaron en su vida? —pregunto.

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El conjunto lúgubre de su rostro la hace verse repentinamente más

anciana. Ella niega lentamente con la cabeza y Luc habla recio.

—Para redimir las almas al cielo a través de la penitencia —dice, con la

cabeza aún inclinada, ganándose una suave sonrisa de la abuela.

Toda la cara de la abuela se ilumina cuando sonríe.

—Es cierto, joven.

—Pensaba que eso era el purgatorio —digo, confundida.

—El purgatorio —replica—, es donde las almas son santificadas para su

entrada al Cielo. Es un lugar para aquellos que han muerto en gracia y

están marcados por el Cielo, mientras indican su nombre, purgan sus

pecados y se despojan de sus prejuicios, preparándose para una vida de

gloria eterna en el Reino. Esas almas ya están unidas al Cielo. Sin

embargo, las almas en el Infierno pueden optar por alojarse allí o

pueden optar por ganar su camino al purgatorio. —Hace una pausa y

levanta un dedo hacia su sien—. Por lo menos así se supone que es

como funciona. —Se gira hacia Luc—. Así que joven, ¿recuerdas a

Lucifer dando un alma al Cielo?

Luc levanta lentamente la cabeza y la mira.

—No.

La abuela asiente.

—Y nunca lo hará. —Su expresión es solemne—. Lucifer corrompió el

Infierno. Tienta activamente a los mortales para que bajen por el

camino, y no con la intención de entregarlos al Cielo cuando se

arrepienten. Hay almas en el Infierno que han sido condenadas

injustamente.

Luc inclina la cabeza muy abajo y lo oigo dar un suspiro largo y

tembloroso, lo que me hace preguntarme por cuántas de esas almas es

directamente responsable. Sus tristes ojos se levantan brevemente

hasta los míos, y el dolor que veo ahí aplasta mi corazón.

La abuela besa mi frente.

—Ha llegado el momento para que hagas tu elección, querida niña.

Tienes un don. Está dentro de tu poder corregir los errores de Lucifer,

pero no por eso tienes menos libertad que cualquiera de mis otros hijos.

Puedes elegir vivir tu vida, tal como lo has hecho, o puedes llegar a ser

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algo más. —Sonríe a la cabeza inclinada de Luc—. Pero lo que sea que

escojas, mantén a este joven cerca. Lo necesitarás.

Todo se ondula, como el calor del pavimento quemado por el sol.

Extiendo la mano hacia la abuela.

—¡No! ¡Espera! ¿Qué pasa si…?

Pero antes de que pueda terminar la frase, los crujidos del relámpago a

mi alrededor hacen que el vello en mis brazos se pongan de punta, y la

abuela se ha ido. Todo a mi alrededor se desplaza en la niebla y estoy

de vuelta en el barranco, mirando a través de los cuerpos rotos de Gabe

y Matt.

LUC

—¿Qué debo hacer? —dice, mirando por el abismo a su hermano. Se

gira hacia mí—. ¡Dime que hacer! —suplica.

—La elección es tuya, Frannie —le respondo, sabiendo cuál sería mi

elección si pudiera hacerlo por ella.

Me pondría de rodillas y le rogaría que escogiera el camino seguro si

pensara que ella me escucharía. Pero puedo decir que por la

determinación en sus ojos mientras mira por el abismo a su hermano y

a Gabriel que, si ella lo sabe o no, ya está decidido. Está justo ahí. No

está tomando la ruta segura.

Me mira durante un instante y cuando su mirada se traba con la mía,

sé que tengo razón. Un fuego que nunca había visto antes quema sus

ojos. Me aprieta la mano con una sonrisa triste y mi corazón se

desmorona cuando me deja ir y camina hacia el precipicio irregular que

se extiende por las fauces. Observo mientas respira hondo y mantiene

su brazo hacia Lucifer.

—Ya voy —dice.

Solo vacila un instante en el borde del abismo antes de cerrar los ojos,

respira profundamente, extiende sus brazos y se lanza de cabeza.

Me lanzo a por ella, queriendo alejarla del precipicio, pero no soy lo

suficientemente rápido. El suspiro y el murmullo desde el otro lado de

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la disputa, es audible sobre el ruido de la tierra que se cierra como un

puente delante de ella con cada paso.

Me pongo de pies y empiezo a caminar de nuevo.

—¿Qué le está pasando?

La voz de Daniel detrás de mí casi se pierde en el viento que se

arremolina entre las fauces. Mientras me giro para mirarlo, veo que

tiene a Claire en sus brazos sujetándola de su desesperado intento de

cruzar el puente y llegar a Frannie. El resto de su familia está apiñada

detrás de ellos. Y sobre ellos la caverna pulsa con energía blanca.

Cuatro ángeles inmensos están justo encima del suelo. Sin edad y sin

límites cegándome con su resplandor.

Los Arcángeles.

Gabriel, el guerrero y la Mano Izquierda de Dios, está de pie, con sus

triples alas estiradas como para luchar en cualquier momento. Raphael

y Uriel observan el progreso de Frannie de cerca. Pero Michael no puede

evitar tomarse un momento para darme una sonrisa desagradable.

Trago fuertemente y me vuelvo hacia Daniel, no muy seguro de cómo

responder a su pregunta.

—Retira a tu familia hacia allí —digo, moviéndome hacia el puente de

Frannie—. Quédate detrás de los arcángeles.

—Los… —Él empieza pero se detiene cuando mira detrás suyo hacia el

espectáculo.

Reafirmando mi resolución, me doy la vuelta y me muevo hacia el

puente de piedra que Frannie deja a su paso. Cuando doy un paso

hacia él, el Lago de Fuego se enturbia más adelante en un calidoscopio

de oro, rojo e índigo.

Hogar, dulce hogar.

El olor a sulfuro es más poderoso aquí sobre el abismo. Quema mi nariz

y hace que mis ojos ardan. Me muevo por el puente de piedra que deja

Frannie, esperando de alguna forma ser de utilidad para ella. Ella debe

sentirme detrás porque se vuelve y sostiene su mano en el aire,

advirtiéndome que me detenga, y las veo, lágrimas corriendo por su

rostro.

Mi corazón está en mi garganta mientras me detengo ni a diez metros

detrás de ella, desesperado intentando encontrar algo que decir o hacer

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para que se quede a este lado, más adelante la oscuridad gira plagada

con anticipación ante la llegada Celestial.

Frannie se detiene a solo unos metros de completar el puente.

—Lucifer —dice ella, su voz pesada por las lágrimas pero determinada—

. Teníamos un trato.

Su sonrisa está llena de simpatía.

—He actuado en buena fe. Nuestro acuerdo era que te devolvería a tu

hermano. —Él pone un pie descalzo sobre la cintura de Gabriel, donde

lucha para ponerse de pies, y patea, enviando a Gabriel sobre su

rostro—. Este debe pagar las consecuencias por sus actos.

—No —dice Frannie, su voz sorprendentemente tranquila—. Los quiero

a ambos, de otra forma no tenemos ningún acuerdo.

—Ven a mí y podremos renegociar —le contesta Lucifer, una sonrisa

hambrienta sobre su rostro.

Hay un instante donde todo está en completo silencio, Frannie lleva su

mano a su pecho, tomando algo bajo su camisa, luego da un último

paso para completar el puente entre el Cielo y el Infierno. Ella se desliza

lentamente hacia Lucifer. Él levanta su mano hacia ella y ella solo duda

un momento mientras pasa a Matt y a Gabriel, mirando sus cuerpos

rotos, antes de caminar directamente hacia Su agarre.

Mi estómago se agita y algo dentro de mi pecho se rompe. Me vuelvo

esperando encontrar a los Arcángeles listos para intervenir, pero ellos

continúan observando. Lo que también veo es que Daniel es tan bueno

siguiendo órdenes como Frannie. La familia de Frannie está de pie

agrupados en el puente detrás de mí.

Doy un paso al frente y Rhenorian se mueve para interceptarme con un

ranseur5 en su mano.

—¡No! —Escucho gritar a Frannie y la veo en los brazos de Lucifer,

mirándome—. Solo déjame hacer esto —dice ella calladamente, con sus

ojos mirándome.

Mi corazón se tambalea y casi se detiene ante la sonrisa triunfal en el

rostro de Lucifer.

5 Ranseur: También llamado runkah o rawcon. Fue un tipo de lanza utilizada en toda

Europa en el siglo XV.

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Su agarre sobre Frannie se vuelve más posesivo, Maggie me pasa y

corre hacia el lado de Matt. Rhen se dirige hacia ella, pero Lucifer lo

detiene. Daniel, Claire y el resto de la familia la siguen.

La voz de Frannie me devuelve a la escena que se desarrolla frente a

nosotros. Ella mira a Lucifer, envuelta firmemente en su agarre.

—Dijiste que conmigo a tu lado podrías volver a tu verdadera esencia,

pero si quieres regresar al Cielo, tienes que pedir perdón. ¿Estás listo

para hacer eso?

—Haré lo que sea requerido, pero lo que requiero de ti es tu juramento,

he cumplido con mi obligación… —Él señala a Matt, con un gran

movimiento de Su brazo—. Ahora es tu turno, una palabra, mi Reina, y

todo será como debería ser. —Ella mira sus ojos y tira de algo atado en

su cuello.

Infierno Profano.

El Udjat. Aún lo tiene.

Se mueve al final de la cuerda, vivo. Un ojo rojo, buscando.

Mi sangre se congela. Empiezo a caminar, pero Rhenorian empuja la

punta del ranseur hacia mi pecho. El Fuego del Infierno crepita sobre

esta y mi camisa arde.

—No —dijo Kate, y antes de que me diera cuenta ella lo había hecho,

dio un paso adelante y se dirigió al final del ranseur.

Y donde estaba quemándose un agujero en mi camisa en un segundo,

al siguiente estaba frío como el hielo.

Rhenorian la mira durante un segundo luego retira el ranseur hacia un

lado. Optando en cambio por el viejo acercamiento, agarra mi camisa y

carga su puño hacia mi cara.

—¡Detente! ¡Dile que se detenga! —Frannie se para al lado de Lucifer,

una luz blanca y roja bailan por toda su piel mientras mira a Lucifer.

Su mirada se dirige a Matt y a Gabriel, rotos en el suelo—. Haré lo que

quieras —dice ella—. Pero tienes que dejar que todos se vayan. A Matt y

a Gabe también —añade, con su voz dura.

Él la mira durante un largo momento, como si estudiara sus opciones.

—Muy bien —dice con un gesto desdeñoso con su muñeca.

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Paso a Rhenorian mientras Frannie corre hacia Gabriel y se desliza

sobre sus rodillas. Me arrodillo a su lado.

Los ojos de Gabriel se abren y miran a Frannie.

—Hola, hermosa —dice con una sonrisa forzada—. ¿Vienes aquí a

menudo?

—Gabe. —Ella se acerca, quitando la sangre de su mejilla con su dedo

gordo—. ¿Qué pasó?

Se estremece justo antes de que una mueca tuerza su cara.

—Resulta que no soy tan indestructible después de todo. —Él gime y el

dolor contorsiona su rostro.

Una lágrima cae en la frente de Gabriel mientras Frannie se acerca a él.

—Lo siento mucho.

Salido de ninguna parte, una ráfaga de fuego rojo del Infierno golpea a

Gabriel y él convulsiona.

Me levanto posicionándome entre Frannie y la dirección de la ráfaga,

donde está Aaron de pie en el precipicio, la luz roja chocando sobre un

puño dirigido hacia nosotros.

El más nuevo recluta celestial del infierno.

Un rayo rojo abrasador del infierno conecta con Aaron, y miro hacia

atrás para ver a Matt apoyándose en un brazo y concentrando todo lo

que tiene en Aaron con el otro. Observo como represalia de Aaron un

flujo de fuego del infierno deslizándose mientras Maggie grita y se tira

hacia Matt. Pero Daniel se coloca enfrente de sus dos hijos y toma el

disparo directo.

Me tiro al lado mientras algo junto a mí explota. Las explosiones de

fuego del infierno y los rayos celestiales pasan más allá de mí hacia las

fauces. Alzo la mirada para encontrar a Aaron paralizado, encerrado en

rayas entrelazadas de rayos rojos y blancos. Se rompe y explota a su

alrededor durante un segundo, luego parece enfocarse en solo un punto

y se dispara hacia nosotros.

Un chillido sale de Frannie y me pongo frente a ella. La concentrada

mezcla de energía celestial e infernal pasa a trasvés de mí, sacando mi

alma en su camino hacia ella.

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Frannie me golpea por detrás, pero todo lo que puedo ver de ella es su

mano pasando junto a mí, a mi derecha, e instantáneamente la energía

ya no está pasando a través de mí. Veo su piel bebiendo la fuerza,

bailando, cargada con electricidad.

Aaron está en el precipicio, congelado como una piedra, y dentro de mi

decreciente conciencia, me doy cuenta que él es de piedra. Azufre.

Lucifer se acerca y empuja el hombro de Aaron, mandándolo hacia

atrás por el borde del Abismo. Borrosamente, en el borde de mi

percepción cuando caigo al suelo, sin poder respirar, oigo el eco del

golpe de la piedra en las paredes del abismo.

Me tumbo en el suelo, luchando por obtener aire, y miro el rostro de un

ángel. Una risa débil, no más que una ráfaga de aire, deja mi pecho con

la imagen de Aaron cayendo en lo profundo del Infierno en el mismo

instante en que yo, el ex demonio, soy elevado hacia el Cielo.

Pero mientras miro de cerca, me doy cuenta que no es un ángel lo que

veo. Es Frannie. Es más que un ángel. Está rodeada de luz blanca, con

el revoloteo del fuego del Infierno bailando alrededor de su piel

luminiscente. Pero sus sorprendentes ojos de zafiro son todo suyos

cuando me miran, lágrimas doradas bajan por su cara iridiscente.

—Luc —solloza ella.

Intento levantar mi mano y limpiar sus lágrimas. Intento decirle que

está bien. Pero mi cuerpo no sigue las órdenes de mi mente. Puedo

sentir mi corazón luchando por mantener el ritmo, y me aferro a su

imagen durante tanto tiempo como puedo. Mi visión se vuelve gris en

los bordes y borrosa.

Frannie recuesta su cabeza en mi pecho.

—Te amo, Luc.

Siento sus palabras retumbando en mi cuerpo indiferente. Siento su

toque, cálido, suave, mientras mi corazón late con el mensaje que mi

boca no puede formar. Siento sus labios en los míos durante un

momento insoportable.

Luego nada.

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Armagedón

Traducido por Jess16 y Leslie_1

Corregido SOS por Eli25

FRANNIE

No sé lo que pasó, pero sí sé que es culpa mía. Sentí que algo estallaba

fuera de mí, y cuando lo llamé de nuevo, maté a Luc. Él se queda sin

vida y pálido junto a Gabe en el suelo, y un puño aprieta mi corazón

cuando me doy cuenta de que los he matado a los dos.

Entonces veo a papá, arrugado en el suelo junto a Matt, toda mi familia

se cierne sobre él.

—Papá —susurro mientras mi corazón se derrumba bajo la presión—.

Oh, Dios. No.

Hay un crujido de un relámpago y una chica se materializa junto a

Gabe. Ella pone su mano encima, su pelo cobrizo gira alrededor de su

rostro justo en una ráfaga de aire fresco. Me mira con ojos de color

ámbar y una lágrima dorada se desliza sobre las pestañas hacia la

mejilla. Inclina la cabeza, y en ese instante me doy cuenta de que es la

chica que nos protegía en el plano la noche que fuimos a Haden. Celine.

Ella recoge a Gabe en sus brazos, extiende sus alas y su largo vestido

blanco revolotea detrás de ella mientras emprende el vuelo, levanta a

Gabe de la tierra y desaparece en el negro cielo un minuto después.

Miro a Lucifer, con mi corazón en mi estómago.

¿Cómo ha ido todo tan mal?

—Ven a mí, mi reina. —Hace señas con la mano extendida. Algo arde en

mi pecho, me quema con el calor demoníaco.

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Miro hacia abajo y el colgante de metal de Lucifer cuelga sobre mi

camisa, de color rojo brillante. Tiro de la correa y quedo fascinada a

medida que lo giro delante de mi cara, la luz gris se refleja a través de él

como si fuera el más rojo de los rubíes de sangre.

Este poder, su poder, late de esto, atrayéndome hacia Él.

Me pongo de pies y me muevo hacia mi ángel de ojos verdes, como en

un sueño.

—¡No! —El grito de Maggie me saca del trance. Ella se lanza sobre mí y

agarra el colgante. Pero antes de que pueda alejarlo de mí, una

explosión de color carmesí explota de eso y el aire se tiñe con el olor de

la piel chamuscada y el azufre cuando ella aparta su mano quemada.

Maggie me mira, con sus ojos suplicándome a través de su terror y

dolor y con la sensación de que me han dado un puñetazo en el

estómago, de repente veo con claridad. No puedo respirar cuando me

dirijo a Lucifer.

—Tú nunca tuviste intención de regresar al Cielo —digo, finalmente

entendiendo que he estado equivocada sobre todo.

—Pero estás equivocada, mi reina —responde—. Tengo la intención de

volver. —Una pequeña ráfaga de fuego del Infierno estalla hacia fuera de

la pendiente y mi atención vuelve a eso. Es tan hermoso.

Siento que me muevo hacia Él de nuevo, el tirón visceral es demasiado

insistente como para ignorarlo. Es como si no tuviera voluntad propia.

Los pensamientos giran perezosamente en la parte de atrás de mi

cabeza.

Sin voluntad propia.

Sin libre albedrío.

No sé de dónde vino, pero Kate está a mi lado. Ella agarra el colgante y

este, de repente, muere.

—¡No! —grita Lucifer, como si le doliera y oigo a Grace, murmurando

detrás de mí algo sobre el escudo de la justicia. Rechino mis dientes

fuertemente, poniéndome nerviosa, luego rasgo la correa de cuero de mi

cuello y levanto el colgante con todas mis fuerzas hacia el Abismo.

El bestial rugido de Lucifer desgarra a través de mi cabeza, mezclándose

conmigo. Le miro y, incluso aunque Él está aún en la forma del

maravilloso ángel de ojos verdad, de repente le veo a través de los ojos

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de Grace. Es como si un velo se hubiera retirado y me mostrara lo que

no podía ver antes. Veo su verdadera esencia.

Negro.

Nada más que negro.

Tengo que luchar para bloquearlo de mi cabeza. Porque, lo que sé

ahora, mirando a lo que pensé que era mi ángel, es todo lo que Él era

antes de caer, esa parte de Él se ha ido. Él nunca va a cambiar.

A pesar de que mi mente está corriendo, puedo comenzar a ver lo que

tengo que hacer. No tengo que conseguir que Lucifer vuelva al Cielo. Se

supone que debo negociar una tregua entre el Cielo y el Infierno.

Sin Él.

Como si leyera mi mente, desata un rugido que hace temblar el suelo

bajo mis pies. En el mismo instante, a mi alrededor, una tormenta

eléctrica entra en erupción, el olor a ozono domina el azufre flotando

arriba de la garganta. Todo mi pelo se eriza cuando las luces del aire se

encienden en pequeños pedacitos de electricidad estática. De repente

estoy rodeada de cientos de alas blancas mullidas y los ángeles se están

acercando. Tropiezo hacia atrás y como tonta, con la boca abierta. Son

tan hermosas. Todos.

Una chica de cabello plateado que se veía más joven que yo sonríe en mi

dirección. Ella da un aleteo de alas. Sus largas alas revolotean vestidas

de blanco detrás de ella cuando está alzada en el aire. Por encima de

nosotros, los demás revolotean a su alrededor.

Miro fijamente con incredulidad.

Esto no puede ser real.

Pero incluso mientras miro, mi corazón palpitante se hace más lento y

mis jadeos se calman cuando su paz angelical embota mi pánico, lo que

ayuda a pensar.

Tres ángeles se lanzan en picado y recogen las formas sin vida de Luc,

Matt y papá en sus brazos. Mi corazón se retuerce y las lágrimas gotean

sobre mis pestañas cuando los veo tomar el vuelo y desaparecer.

Otros ángeles barren en la masa negro que rodea a Lucifer y todo el

Infierno se desata.

La adrenalina hace que mis sentidos zumben cuando asimilo la escena,

la batalla que se libra alrededor. Rayas blancas y destellos de rojo del

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Fuego del infierno iluminan la oscuridad, los gritos estallan en un eco

atronador; ángeles chamuscados; ardientes demonios.

—¡No! —gruñe Lucifer. Se gira y me mira fijamente con la muerte

negra—. Vas a ser mía. ¡El Cielo será mío!

El suelo bajo nosotros se sacude con su rabia. El abuelo camina delante

de mí, haciéndose lo más amplio posible para bloquearme de la línea de

visión de Lucifer.

—Vuelve de dónde eres— grita él.

Oigo un grito detrás de mí y me giro para ver Rhen alejando a Maggie de

mí. Me giro y pateo, conectando con su brazo y rompiendo su agarre de

Maggie. Pero antes de que pueda escabullirse, él agarra un puñado de

su pelo.

—Déjala ir, Rhen —digo.

—Lo siento —responde y sus ojos se mueven rápidamente hacia

Lucifer—. Protejo sus intereses.

Mis ojos se mueven rápidamente hacia Lucifer y él me da una sonrisa

triste, entonces cierra los ojos en el abuelo. Al instante, el abuelo cae al

suelo con un grito ahogado.

—¡No! —Me dejo caer de rodillas junto al abuelo, pero retrocedo cuando

intento tocarlo. El aire a su alrededor ondea con una especie de campo

eléctrico cuando grita de nuevo y se convulsiona en el suelo—. Abuelo

—sollozo. Presiono mi mano en el campo a su alrededor—. No...

—Lo liberaré —dice Lucifer, su voz detrás de mí—. Todo depende de ti,

mi reina.

Estoy temblando violentamente mientras me dirijo a él, fragmentos de

hielo corren por mis venas.

—¿Qué quieres?

Su voz es baja, pero potente.

—No es tanto lo que quiero, como lo que estoy esperando. He esperado

pacientemente por ti, y ahora estás aquí.

Sin el colgante, pensar por mí misma es más fácil. No siento el mismo

tirón visceral hacia él como lo hacía cuando lo llevaba puesto. Arriesgo

una mirada hacia Rhen cuando Maggie lucha contra él. Su campo brilla

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a su alrededor, opalescente, pero no parece hacer nada para desacelerar

a Rhen.

La desesperación me agarra de los intestinos y no lo soltará. Me giro

hacia Lucifer.

—Haré lo que sea. ¿Qué quieres?

El abuelo gime y se enrolla en una bola cuando el asalto sobre él se

detiene. Lucifer corta una fría sonrisa en mí.

—Solo quiero lo que es mío por derecho. Me darás el Cielo. —El calor

que irradia de Él, me quema con su intensidad.

—No puedo hacer eso. —Las palabras quedan atrapadas en mi garganta

cuando ahogo un sollozo.

Da un paso más cerca, su voz baja al oído, seductor en sus promesas.

—Pero sí puedes, mi reina. Me darás lo que quiero y gobernarás a mi

lado, o tu familia morirá.

Quiero acurrucarme en una bola y esconderme. Todo en lo que puedo

pensar es lo estúpida que he sido. Así que muchas de sus muertes son

por mi causa. Luc, papá, Taylor, Faith. El pánico agarra mi corazón

cuando mi mirada se mueve entre el abuelo, tendido en el suelo, con la

respiración dificultosa y Maggie, en las garras de Rhen. Tengo que

salvarlos.

La expresión de Rhen es abatido y sus ojos me ruegan.

Él no quiere esto. Quiere salir de debajo de Lucifer.

—¡Yo no soy tu reina! —grito—. ¡Suéltales!

Se inclina hacia mí con las cejas arqueadas, sus ojos verdes perforando

los míos, como si buscara mi alma.

—He esperado una eternidad por ti. Tienes el poder de darme lo que

deseo.

Miro salvajemente alrededor del espacio cavernoso. El aire está cargado

de rabia eléctrica cuando los ángeles y los demonios luchan por todas

partes. Las rocas crean avalanchas desde las paredes de la caverna con

fuerza explosiva cuando los rayos arden de los relámpagos celestiales

que desgarran a través del espacio. Los demonios descienden bajan,

rezumando icor negro. Los ángeles llueven del cielo, sus alas rasgadas

abiertas por el Fuego del Infierno.

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Mi corazón muere un poco cuando veo a Celine recibir un golpe directo.

Ella cae estruendosamente al suelo a pocos pies de distancia, y un

ángel de pelo negro con el ala izquierda quemada, se lanza hacia ella y

la toma, pero ella está mustia entre sus brazos.

Tengo que parar esto.

Piensa, Frannie.

¿Cómo dejé que esto ocurriera?

Arruiné mi cerebro frenéticamente por la llave. Tiene que haber una

manera.

¿Mi Influencia?

¿Qué hago creer a Lucifer?

Desesperada por la respuesta, lo miro fijamente, orgulloso y poderoso,

tan seguro de sí mismo, y de pronto lo comprendo.

No a Lucifer.

Él no es a quién debo Influenciar.

Miro a Rhen como arrastra a Maggie hacia el precipicio, y me concentro.

—No lo hagas —digo en voz baja, empujando el pensamiento.

Él dispara una mirada triste a Lucifer, pero éste no responde.

—Puedes tomar tus propias decisiones. —Lleno mi corazón con mi amor

por Maggie, mi familia y presiono fuerte, tan fuerte que siento que mi

cabeza va a colapsar, provocándome náuseas—. No tienes que seguir

sus órdenes.

El abuelo grita y mi mirada se fija a él mientras convulsiona. Una

sonrisa fría se desliza en la cara de Lucifer contrastando con el calor

intenso que irradia.

—Pisa con cuidado —susurra.

Presiono hacia el abuelo otra vez y soy lanzada hacia atrás por el campo

de Lucifer.

—¡Detente! —grito girando hacia Lucifer.

—Hasta qué punto irá esto depende totalmente de ti, mi reina.

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Maggie grita y me giro en su dirección. Rhen se sitúa al borde del

desfiladero pareciendo como si pensara en lanzarla.

—¡Rhen! ¡No! ¡No tienes que hacerlo!

Una sonrisa triste parpadea en las esquinas de su boca.

—Desearía que eso fuera cierto —murmura tan bajo que apenas puedo

oírlo.

En mi mente repito lo que le hice a Aaron, intentando recordar cómo lo

hice. Pero aunque supiera cómo lo hice y pudiera hacerlo de nuevo,

necesito a Rhen. Él es la clave para toda esta revuelta, el único quien

puede llevarlo a cabo y hacer que pase.

Si pudiera encontrar la manera de conseguir pasar el duro cableado de

Lucifer.

Nunca he sido buena bajo presión. Mi cerebro es un zumbido de

pensamientos, no hay ninguna coherencia.

Dios.

Abuela.

Dios.

Yo.

Dios.

El regalo de Dios a la humanidad.

Libre albedrío.

La voz de Luc se hace eco en mi mente.

Ellos no necesitan ser humanos, solo necesitan ser libres.

¿Es mi Influencia suficiente para darle el libre albedrío a Rhen? ¿A

todos ellos?

Por un segundo dudo con el pensamiento de que los demonios con libre

albedrío podrían ser algo peligroso. Pero luego el abuelo grita otra vez.

Su aliento es irregular, como si estuviera ahogándose. El sonido envía

un terror helado a través de mis venas. Tengo que hacer algo, ahora, y

no tengo una mejor idea.

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Pienso en mi abuela, en Dios, y centro toda la fuerza que puedo

encontrar en Rhen. Mi cuerpo empieza a electrificarse, mis sinapsis se

sobrecargan y cuando miro hacia abajo, estoy brillando, como Gabe.

Me asusto un poco y siento que mi voluntad vacila, pero luego Maggie

grita.

Me aparto de mis pensamientos a tiempo para ver a Rhen lanzar a

Maggie por el borde del desfiladero. Mi propio grito desgarra a través del

espacio, cuando uno de los guardaespaldas de Rhen, un demonio

bajito, con piernas peludas, cola y cuernos negros, desata una ráfaga de

fuego infernal al ángel que se zambulle hacia el precipicio tras ella. El

ángel emerge con Maggie en sus brazos un momento después, y la deja

de pies, luego contraataca con una chispeante luz blanca.

Y es cuando veo que él es diferente de los otros, mucho más alto y con

tres pares de alas blancas brillantes.

Esta chispa desploma al demonio hacia el precipicio del desfiladero. Él

se gira hacia mí entonces y baja su rodilla, inclina la cabeza y largas

olas plateadas cayendo de una cara que me recuerda tanto a Gabe que

las lágrimas arden en mis ojos. Luego, se va, de vuelta a la batalla.

Maggie corre hacia el abuelo hasta alcanzarlo. Hay una lluvia de

chispas mientras ella coloca sus manos alrededor de él.

—Maggie —lloro e intento hacerla a un lado, pero no puedo, es como si

estuviera atada al campo y este también tirara de ella. Ella cierra los

ojos para concentrarse y, mientras miro, su mano empieza a temblar y

la piel de su palma empieza a tornarse de color rojo, convirtiéndose en

un completo brillo como si succionara la energía de Lucifer dentro de su

mano. Todo su brazo brillaba de color rojo durante un segundo, y

cuando agita su mano, una enorme cantidad de chispas salen de la

punta de sus dedos parpadeando antes de llegar al suelo.

Me arrodillo junto al abuelo y toco su cara. Está helado. Sus ojos se

abren un poco y sus pálidos labios muestran una leve sonrisa.

—¡Abuelo!—Me inclino hacia él y lo abrazo con miedo de hacerle daño—

. Espera abuelo, te conseguiré algo de ayuda.

Su mano se abre y aprieta mi brazo casi imperceptible.

—Lo siento por… —Se detiene para tomar un aliento húmedo, y ronco—

, no sabía lo que era.

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—No, abuelo, no es culpa tuya. —Sollozo las palabras y odio que él lo

escuche, pero no lo puedo evitar.

Levanto la mirada para ver al inmenso ángel de pelo plateado de pie

sobre nosotros. Sus labios nunca se mueven, pero lo siento en mi

cabeza, un suave susurro me dice que el abuelo será amado en el Cielo.

Sé al instante que era el Arcángel Gabriel. Él asiente, y al momento

siguiente el ángel de pelo dorado desciende tomando al abuelo entre sus

brazos.

El abuelo mira a la cara del ángel y luego al cielo más allá.

—Iré con Vivvie —dice con una voz quebrada apenas audible. Sus ojos

se agitan y se cierran.

—¡No, abuelo! No puedes morir. —Lloro aferrándome a él con todas mis

fuerzas.

Su pesado párpado se abre otra vez y me mira con mucha paz y

serenidad mientras dice:

—Ha sido una buena vida, Frannie y ésta es una buena muerte. Estoy

listo.

El ángel de cabello dorado da un brinco hacia el aire llevándose al

abuelo.

Me quedo allí, mirando al cielo durante un largo momento después de

que se fueran; mi corazón sangra y las lágrimas caen por mis mejillas.

Pero luego rayos de Fuego Infernal pasan junto a mí y huelo el aroma

acre del cabello chamuscado. Golpeo las llamas al final de mi pelo y

levanto la mirada.

Una forma de masa oscura detrás de Lucifer produce remolinos de vida,

cientos de sombras negras con ojos color rojo sangre.

Magos.

Reconozco esos ojos de mis sueños. Los veo meterse dentro de la pelea,

cortando el aire con sus garras y escucho un grito celestial que sigue.

Me giro, el pánico se apodera de mis pensamientos, cuando los chillidos

y las explosiones hacen erupción en todas direcciones.

¿Qué debo hacer?

Rhen. Libre albedrío. Ese era mi plan.

Me giro y lo encuentro avanzando hacia mí.

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—Eres libre de tomar tus propias decisiones —digo. Siento una energía

celestial haciendo erupción fuera de mí como lava de un volcán—. Tú

decides.

En un instante, su puño viene directamente hacia mí y me preparo para

el estallido, pero cuando él no golpea, doy un paso hacia adelante.

—¿Funcionó?

Él me mira con los ojos muy abiertos durante un segundo, luego se gira

dando un puñetazo a Lucifer, cuya atención está centrada en sus

Magos, guiándolos como un maestro dirige una orquesta. La inesperada

explosión de Rhen golpea a Lucifer en el pecho haciéndolo girar.

—Eso parece —responde abriendo sus puños como si no creyera lo que

ha hecho.

Cerrando los ojos, me concentro en lo infernal y grito a pleno pulmón:

—¡Pueden elegir!

Una bola de energía sale de mi cuerpo haciendo erupción fuera de mí en

el silencio repentino produciendo un eco en las paredes del cañón con

un estruendo. Estoy momentáneamente cegada por el intenso destello

de la luz blanca, pero cuando mi visión vuelve un momento después,

Lucifer permanece alto, mirando hacia el cielo blanco con los brazos

levantados por encima de la cabeza, como si llamara a las fuerzas

celestiales.

Pero lo que está llamando, es mucho más oscuro y no hay nada

celestial en ello.

El Fuego Infernal se arremolina a su alrededor en un derviche de color

rojo, amarillo, dorado y azul, más fuerte cada segundo. Sus ojos se

centran en mí.

—¡Tú me pertenecerás, o no serás de nadie! —vocifera él.

El torbellino de Fuego Infernal lo consume y le oscurece de mi visión en

un latido de corazón. Cuando Él mueve sus brazos hacia adelante,

dispara desde su ser con todo su infernal orden hacia mí, pero en vez

de consumirme, me alimenta, lo siento arremolinarse a través de mí,

llegando a ser aún más fuerte. Antes de darme cuenta de que he hecho

algo, enormes explosiones de rayos se disparan de mis manos de un

color rojo de mi derecha y blanco de mi izquierdo.

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Mientras observo, mi ángel de ojos verdes se desvanece, ha sido

sustituido por un inmenso demonio negro con alas de cuero que lo

elevan en el aire. Él lucha contra mi protección eléctrica de color rojo y

blanco, batiendo sus alas, pero no puede liberarse. Entonces el poder

de Rhen se une al mío, una explosión de Fuego Infernal desde su

ranseur, se dirige hacia Lucifer. Otros de todas partes de la caverna

añaden los suyos, cientos de rayos rojos de Fuego del Infierno

convergen en un mismo punto: Lucifer.

La caverna se vuelve cada vez más tranquila, los gritos y las explosiones

cesan, siendo el único sonido el crujido del Fuego Infernal.

Lucifer se cierne en el aire un momento más, quieto como una piedra,

antes de tirar de mi poder. Pero, junto con mi propia energía, retrocedo

de la suya. Me entra como un misil llameante. Relámpagos me

atraviesan a través de mis venas, ardiendo a través de mí, quemándome

viva. Hay un choque estruendoso, mis ojos se acostumbran a la

repentina penumbra después del intenso resplandor de la convergencia

del Fuego Infernal, y veo que Lucifer cae al suelo en una nube de polvo

de azufre, astillado en mil pedazos. Caigo al suelo, mi cuerpo

agarrotado. La tierra retumba debajo de mí y un sonido de succión

ensordecedor casi rompe mis tímpanos.

Mis dedos se enroscan en la hierba gruesa del patio de mi casa y

cuando abro los ojos, las hojas de arce revolotean por encima de mi

cabeza. Más allá, hinchadas nubes blancas flotan lentamente a través

de un cielo azul.

Esto es todo.

Esta es la imagen después del rayo esa noche en la pista de aterrizaje,

la razón por la que estaba tan segura de que iba a morir. Esto es lo que

sentí, un rayo no solo en mi cabeza, sino consumiéndome, irradiando

de mí. El rayo soy yo. Me estoy quemando viva.

Mi corazón se colapsa mientras cierro los ojos y veo la cara de Luc.

Entonces todo se desvanece y me voy.

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Divina intervención

Traducido por Gabbii Rellez, SOS por Angie_kjn y SOS Kirara7

Corregido SOS por Eli25

FRANNIE

Cuando me despierto del sueño más extraño que he tenido en mi vida,

mi cuerpo se siente inquieto.

Nerviosa.

Agitada.

Necesito correr.

Abro mis ojos y veo que estoy en el techo del salón de mi abuelo.

Cuando me siento en el sofá y miro alrededor, de pronto me doy cuenta

que no he despertado del todo.

Mi abuela está sentada enfrente de mí.

No la abuela.

Dios.

La miro un poco más, incapaz de encontrar las palabras. Quería

disculparme por haber sido tan estúpida y ciega sobre Lucifer, pero se

siente muy embarazoso con solo sacar el tema. Y, aunque ni siquiera

piense en Él, sabiendo que Él se ha ido, me siento algo traicionera en

mi interior.

Mi piel se pone de punta, incapaz de quitar el nerviosismo.

Mi abuela se levanta y se acerca a mí, sentándose a mi lado, recorre su

brazo por el hueco de mi codo y empiezo a sentirme más tranquila,

menos como si quiero salir corriendo por la puerta.

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—Él puede ser bastante persuasivo —dice y me encojo cuando me doy

cuenta que ella puede leer mis pensamientos igual que Gabe.

Dejo caer mis ojos y tomo el borde de mis vaqueros.

—Debería haberlo sabido. Solo lo quería desesperadamente.

—No era malo tener esperanza, querida. —Cuando la miro, tiene una

expresión suave y de perdón.

—Pero estaba equivocada y por eso… —No podía ni decir el nombre de

Gabe, o el de Luc, o el de Matt. A la imagen de mi padre tumbado sin

vida en el suelo, mi garganta se cierra y mi corazón se llena de dolor—.

Oh Dios —murmuro en mis manos—. Papá.

—Tu padre está bien, Frannie. En realidad te está esperando en casa.

Mi corazón empieza a brincar y levanto la mirada.

—¿Está bien?

El resplandor de su sonrisa hace que recuerde quien es ella.

—Él está mejor que bien. Se ha ganado sus alas otra vez.

—¿Papi? Es un ángel otra vez.

Ella asiente.

—Tu ángel guardián.

La mezcla de emociones es tan repentina y abrumadora que en todo lo

que me puedo concentrar es en mirar la pared y concentrarme en mi

respiración para no hiperventilar.

—No quiero —digo finalmente cuando puedo hablar. No puedo hacerle

lo mismo que le hice a Matt.

Ella se ríe y miro su cara iridiscente.

—No es tu decisión.

—No quiero ponerle en peligro.

—La decisión no fue tomada a la ligera. Gabriel me consultó y

decidimos que esta era la mejor decisión. Está bien preparado y ha

aprendido las trampas por experiencia propia. Él no cometerá los

mismos errores dos veces.

Contengo mi aliento durante uno segundo y después pregunto:

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—¿Gabe lo decidió? —Atreviéndose a la esperanza—. ¿Él…?

—Verás a tu Gabe otra vez, hija mía. Pronto.

Mis ojos vuelan a su cara, buscando.

Una sonrisa de complicidad se hace en sus labios.

—Él es un Dominion. Es extremadamente difícil de destruir una esencia

Serafín.

—¿Gabe está vivo? —murmuro más para mí que para ella.

—Es una manera de decirlo. —Hay amonestación en su mirada y miro a

otro lado.

—No era mi intención tentarlo. Es solo que… —No sé cómo acabar. Lo

que realmente quiero preguntar es si le he echado a perder, pero no

puedo.

No tengo que hacerlo. Ella escucha mis pensamientos.

—Va a estar bien, pero… —Ella se calla y me mira a la cara.

—Ya no puede estar conmigo —termino, leyendo la tristeza en sus ojos.

La verdad es que, ya lo sabía. Anoche con el abuelo, sabía que eso era

lo que habíamos decidido, aunque no hubiéramos sacado el tema y lo

hubiéramos dicho.

—Es lo mejor.

Asiento otra vez, tragando de nuevo el palpitante y húmedo bulto en la

parte de atrás de mi garganta.

—¿Y qué pasa con Luc? —pregunto, mis entrañas se aprietan otra vez

por su inevitable respuesta. Gracias a mí, Luc es muy mortal. Y eso

significa que está bien muerto.

Sus ojos se oscurecen.

—¿Te gustaría verlo?

Mi corazón choca con mi pecho y las lágrimas se deslizan por mis

mejillas.

—Está vivo —murmuro llevando mi cara a mis manos.

—Por el momento —dice severamente.

Brinco del sofá y mis piernas se agitan.

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Ella se pone de pie y aprieto la mano que aún sujeta.

—Tendrás que darte prisa.

—¿Dónde está?

—En el hospital.

La imagen de mi cabeza pasa como un rayo, Luc en la cama del

hospital, con tubos y cables por doquier destella delante de mis ojos.

Hora de la muerte, seis y trece.

Echo un vistazo salvajemente al reloj que esta sobre la mesa de la

cocina. 5:41.

—¡No!

—Él te esperará —dice—. Y dile que hay un trabajo por si le interesa.

Trago otra vez.

—¿Pero él tiene que morir… verdad?

Su mirada es suave mientras asiente.

—Él tiene una decisión que tomar.

—¿Si decide vivir, se volverá humano?

Eleva su ceja.

—¿Es eso lo que deseas para él?

—Quiero que tenga la oportunidad de tener una vida normal.

—¿Incluso si no está a tu lado? —pregunta tranquilamente. Sus ojos

están fijos en mí.

Mi corazón se contrae en una diminuta y dura bola cuando asiento.

—Se lo merece. Él ya es más humano que casi todos los que conozco.

—Entonces eso es lo que haré, si eso es lo que decide.

—Lo hará —digo mientras me dirijo a la puerta.

Me detengo gentilmente con su mano en mi hombro.

—No estás usando la puerta, querida niña.

—¿A qué te refieres?

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Ella levanta la mano y barre sobre mi frente. Es entonces, cuando su

toque envía una oleada de poder sobre mí, que me doy cuenta que no

soy totalmente sólida.

—Oh mi… —susurro—. ¿Morí? ¿Soy un ángel?

Su sonrisa es suave mientras agita la cabeza.

—No, Frannie. Pero eres única por haber nacido en tres mundos. Eres

parte del Cielo, parte del Infierno y parte de la Tierra. Y por tus

habilidades, eres libre de moverte entre ellos.

Siento que mi interior se agita otra vez cuando algo estalla en mi

intestino. El malestar es casi insoportable, quiero brincar fuera de mi

piel.

—No lo entiendo. ¿A qué te refieres?

—Conoces tu propósito ahora, mi niña, y ahora alcanzarás tu poder.

Esto es lo que elegiste en el Abismo. Y para cumplir tu propósito, tienes

que cambiar tus planes.

—Pensé que mi propósito ya estaba hecho, con Lucifer.

—Eso era parte, pero todavía hay trabajo por hacer.

—Entonces… ¿se supone que…?

—Eso es para que lo descubras. —Ella eleva su mirada hacia mí y de

pronto siento su poder. Esta definitivamente no es mi abuela.

Es Dios.

Una sensación nauseabunda se establece en la boca de mi estómago.

—Me siento como… no sé… —Bajo la mirada, de repente no muy segura

de si soy lo suficiente buena para mirarla.

—¿Qué es, niña?

—Es como si una parte de Él, Lucifer, estuviera dentro de mí. Me siento

un poco impaciente y nerviosa.

Levanta mi cara para mirarla.

—Una parte de él vive en ti, como una parte de mí. Es tu cargo

encontrar el equilibrio en ti misma, y con el Universo, para que los dos

puedan coexistir.

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Presiono mi mano en mi pecho para estar segura que mi corazón no

deja de latir.

—¿Él está dentro de mí?

—Si alguna vez se vuelve demasiado, Kate puede ayudarte.

—¿Kate? —El borroso recuerdo de su agarre en el colgante de Lucifer

durante la batalla destella en mi mente—. ¿Qué puede hacer ella?

—Ella disipa las dos energías, demoníaca y celestial. Si una crece más

fuerte en ti, fuera del equilibrio en comparación a las otras, ella puede

ayudar.

La miro con los ojos bien abiertos.

Me sonríe.

—Tienes apoyo, Frannie. Tu padre, tus hermanas… incluso un hombre

joven. —Me da un pequeño empujón—. ¡Ahora ve! Te necesita.

—¿Dónde? —pregunto.

—Sigue tu corazón.

—Pero…

Pone su mano en mi frente y cierro mis ojos. Instantáneamente, la

sensación de nauseas flota en mí.

—Luc —susurro y cuando abro mis ojos, estoy en la habitación del

hospital, viéndolo dormir. Las náuseas poco a poco desaparecen, me

doy cuenta de que no estoy sola. Luc está aquí, pero también hay

alguien más.

—¿Gabe? —susurro. Le siento a mi alrededor. Luego, como niebla

formándose en una húmeda noche, él está aquí, sutil, solo un susurro

de sí mismo.

—¡Gabe! —digo, más fuerte.

—Estoy aquí. —Sonríe, pero sigue detrás de mí.

Llego a él mientras nuestras dos formas de convierten en sólidas.

—¡Detenlo! —digo, arrojando mis dos brazos alrededor de él, mi corazón

volando—. Pensé que estabas… —No puedo terminar. Me alejo para ver

sus ojos—. ¿Estás bien?

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Está de pie, rígido, con sus brazos a los lados. Su mirada es suave

cuando me gira para mirar, pero él no ve mis ojos.

—Estoy bien, Frannie.

Deslizo mi mano en la suya y aprieto suave, después miro a Luc.

—¿Él va a …?

—Sigue decidiendo —dice, sus ojos se desplazan a la cama.

Mis ojos vuelven a Gabe.

—¿Está decidiendo? ¿Puede hacer eso?

Gabe asiente.

—Él puede.

Mi mirada vuelve a Luc y no puedo alejar mis ojos de su rostro, está tan

pálido, exhausto y sombrío, como si el peso del mundo estuviera sobre

él, demasiado pesado para soportarlo. Hay tubos saliendo de su boca,

nariz y cables por todos lados conectados a máquinas que pitan. Justo

como en la imagen después del rayo.

Me acerco y deslizo mi mano bajo la suya. Él está muy quieto, solo el

más mínimo movimiento de su pecho subiendo y bajando con una

cadencia marcada por el respirador al lado de su cama.

Miro a mi alrededor en la antiséptica habitación: paredes blancas

desgastadas, sábanas blancas y tiesas; olor a alcohol y muerte. Y el

ruido de las máquinas, quiero un momento de paz con Luc para decir

adiós.

Pero luego me doy cuenta de que si el ruido se detiene significa que Luc

está muerto.

Miro de nuevo hacia Gabe.

—La abuela dijo que tenía un trabajo para él si lo quería.

Él se para a mi lado.

—Eso me han dicho.

—¿Sabes qué es?

—Será tu enlace entre el Cielo y el Infierno.

Mi estómago se hunde.

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—¿Mi enlace? ¿No querrás decir el de ella? ¿El de Dios?

Sus ojos revolotean sobre los míos y se aleja rápidamente.

—La Almirante está a cargo del Cielo, tú eres la encargada de reducir la

brecha.

—¿Qué significa eso?

—Eres la intermediara, depende de ti negociar los términos del

intercambio. —Una sonrisa aparece en la esquina de sus labios—.

Obtendrás lo que siempre quisiste, serás una importante diplomática.

—Entre el Cielo y el Infierno —digo, sabiendo que es verdad.

Gabe asiente.

Mis ojos vuelven a Luc, mi corazón sangra.

—Pero él tendrá que morir para tomar ese trabajo, no quiero que

muera. Ella dijo que le mantendría mortal si él vive. —Miro nuevamente

a Gabe, mientras una lágrima resbala por mis pestañas—. Quiero eso

para él.

—Puedo entender porque te sientes de esa forma. Él está sacrificándolo

todo. Pero al final, es su decisión.

Busco en sus ojos azules alguna señal de mi Gabe, pero mantiene su

distancia. Lo alcanzo y pongo mi mano sobre su pecho, pero está

quieto. No hay latido.

Él no se aleja de mi toque, de hecho, no se mueve para nada, está

erguido con sus ojos fijos en la pared opuesta.

—¿Qué te sucedió?

Su mirada se posa en la mía y solo durante un segundo lo veo, le ruego

con mis ojos, necesitando saber que sufrió por mi culpa.

Él sacude su cabeza, leyendo mi mente.

—Todo lo que sucede no es culpa tuya, Frannie. Necesitas dejar de

culparte por todo el mal que camina sobre la Tierra.

—Por favor —le ruego.

Él baja de nuevo su mirada.

—Lucifer envió a Matt y a Aaron a por mí —dice finalmente—. En mi

estado… débil, no podía defenderme contra ellos dos, pero cuando me

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arrastraron al Abismo, y Aaron me entregó a los Magos, Matt intentó

evitarlo, lo que no fue bueno para él.

—¿Matt intentó protegerte? —pregunto, recordando como atacó a Aaron

durante la batalla.

Él asiente y me mira bajo sus pestañas blancas y largas.

Una bola húmeda comienza a formarse en mi garganta.

—Eres… diferente ahora.

Por primera vez él sostiene mi mirada.

—El fuego del Infierno quemó mi humanidad, pero no pudo matarme.

Mi corazón duele.

—Eso es bueno.

—Lo es —responde él, asintiendo.

—Gracias —susurro, con mi voz gruesa—. Por todo.

Un sonido se apaga en una de las miles de máquinas atadas a Luc por

cables y tubos. Una enfermera entra a la habitación para mirar el

artefacto, espero que no me eche, pero solo tiene ojos para Luc y la

máquina a la cual está atado.

—Oh, mierda —dice ella, golpeando un botón azul en la pared encima

de la cama de Luc.

Un mensaje automático sale del comunicador del pasillo.

—Código azul, UCI cuatro.

Mi corazón se detiene.

Está sucediendo.

Un montón de personas aparecen por las puertas en segundos,

empujando otra máquina delante de ellos. Empiezo a alejarme del

camino, pero el equipo da una vuelta alrededor de Luc, sin siquiera

mirarme.

Y es ahí cuando me doy cuenta de que no pueden verme.

Me subo sobre la cama y envuelvo mi esencia alrededor de Luc,

sintiendo las manos del equipo médico pasar por mí para abrir la bata

de Luc.

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Se siente tan frío. Quiero calentarlo. Él necesita estar más caliente.

Una doctora muy joven y con mucho maquillaje, con cabello rojo y una

bata blanca de laboratorio sobre su uniforme azul pone unas paletas de

metal frío en el pecho de Luc y grita:

—Despejado.

Pero yo no. Me aprieto más a su alrededor, enviándole toda mi fuerza, y

susurro en su oído.

—No te rindas, Luc.

La sacudida eléctrica golpea su cuerpo y me sujeto fuerte, sintiendo

como se vuelve frío debajo de mí mientras un poco más de él se

desvanece.

—Vive —susurró—. Necesito que vivas.

Paso mis blancos dedos opalescentes por su cara, alrededor de los

tubos que sobresalen de sus labios. Todo lo que soy, estoy segura de

que todavía debo tener un corazón, porque siento que se rompe.

A medida que la segunda sacudida eléctrica sacude su cuerpo, filtro mi

esencia a través de los labios de Luc. Me envuelvo alrededor de su

corazón, deseando golpearlo, enviando cada pedacito de amor que

tengo.

Su corazón chisporrotea un momento, luego toma un ritmo débil.

Siento algo dentro de él moviéndose, como un lavado de la energía, su

alma. Lo he sentido antes, esta intensa emoción de estar más cerca de

lo humanamente posible. Mi alma se eleva mientras siento su esencia

girando en la mía.

—Tenemos ritmo —dice una voz, y me siento inundada con alivio.

—¿Luc?

Su energía oscura abraza la mía como construyendo un tornado,

fortaleciendo su espíritu. Escucho sus pensamientos, y al principio no

oigo nada, pero luego su voz es tan clara como si estuviera susurrando

en mi oído.

—Mmm... Frannie —gime.

Y en ese instante, lo siento, esa intensa ráfaga mientras combina su

esencia con la mía, haciéndome olvidar todo excepto este momento con

él.

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Lo abrazo en el interior, tocando cada parte de él mientras nuestras

almas se funden, y no quiero que este sentimiento termine. Estrellas

destellan alrededor de nosotros mientras bailamos, y apenas soy

coherente, pero le envío mi mensaje sin palabras, rogándole que viva,

que luche.

—Por ti —dice—, haría cualquier cosa.

A sus palabras, débiles como son, mi corazón explota.

—Necesito que vivas. Por favor —le ruego. En esta forma no puedo

llorar, pero sale un sollozo de todas formas—. No mueras, Luc. Por

favor, lucha.

Le siento volverse más fuerte.

—Nunca te dejaré de nuevo.

La punzada es feroz, haciendo que me duela todo, porque eso es lo que

necesito que él haga, para vivir y dejarme ir.

Realmente no sé lo que soy. A pesar de lo que dijo la abuela, no estoy

incluso segura si estoy viva o muerta. Pero si no estoy muerta ya, me

mataría si Luc se rindiera.

Me imagino envolviendo mi cuerpo alrededor del suyo, sentirlo contra

mí, y mi corazón no puede permanecer pesado. El sentimiento es

eufórico. Deseo con todo mi corazón que este momento pueda durar

para siempre.

Pero justo cuando pienso eso, su cuerpo se mueve, luego se pone rígido.

Me siento repentinamente helada mientras su esencia se aleja de la

mía.

—Frannie. ¿Qué... qué está pasando?

Siento su confusión y lo corto antes de que pueda llegar más lejos en

este tren de pensamientos.

—No te preocupes de nada más que mejorarte. Necesito que te pongas

mejor, Luc.

Él no cae en la diversión. Siento su esencia alejarse de la mía mientras

escanea los alrededores.

—Estamos en mí… mi cuerpo. Dime que está pasando, Frannie. ¿Cómo

es que estás aquí?

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—Detente, Luc. —El pensamiento estalla en mi interior con más fuerza

de la intención que tengo. Trabajo para suavizar mi tono, para

mantener el miedo fuera de mis pensamientos para que no pueda

sentirlo—. Tienes que concentrar toda tu energía en mantenerte con

vida —le digo. Girando mi esencia más cerca, pero él se aleja de mí.

—Tú estás… —Su pensamiento se convierte en un eco mientras

añade—, muerta. —Luego lo siento, su desesperación, drástica contra

su corazón como un vicio, causando que falle de nuevo.

Me envuelvo alrededor de su corazón, vertiendo mi fuerza de vida en él.

—¡No! No voy a dejar que te rindas, Luc. No puedes morir. No por mí.

No podría soportarlo. —Escucho la desesperación en mis pensamientos

y espero que él no la oiga.

Suave en mi oído, le escucho, y siento su energía aumentando.

—No voy a vivir sin ti, Frannie. No hay razón. Eres mi vida… mi razón

para… todo.

Su alma se funde con la mía de nuevo y de repente una ráfaga de amor

tan intensa que mientras nos unimos ni siquiera noto que hemos

dejado el cuerpo de Luc.

—¡Despejado!

El grito desde abajo me saca de mi ensueño y, de pronto, soy consciente

de la habitación. Vemos desde arriba como el médico coloca las paletas

en el pecho de Luc de nuevo y todo mi ser se contrae en una bola dura

mientras observo el cuerpo de Luc convulsionando.

—Está bien, Frannie. Estoy justo aquí.

La voz de Luc atrae mi atención de vuelta a él, su esencia. Luego

estamos flotando, girando juntos.

Pero en el siguiente instante, él se ha ido.

Miro a la forma de su cuerpo en la cama, a la enfermera todavía

comprimiendo su pecho. Me sumerjo en ese cuerpo, buscando su

esencia, dispuesta a vivir.

Pero no es nada más que una cáscara vacía.

Luc no está aquí.

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Brillo cegador

Traducido por Eva Masen-Pattinson

Corregido SOS por Eli25

LUC

Veo incrédulamente la puerta frente a mí, el letrero despegado.

Limbo.

Un minuto estoy mezclado con Frannie y al siguiente estoy aquí.

Hablando de un duro despertar.

Un temblor me sacude, pero es solo parcial por el repentino frío de estar

sin Frannie. Respiro profundamente, aunque ya no necesito oxígeno, y

paso a empujones por la puerta doble.

El Limbo no ha cambiado. Miro alrededor del cuarto sin fin, el techo

bajo alineado con filas de zumbantes luces fluorescentes, lanzando un

brillo artificial sobre la multitud de almas rondando esperando a que su

destino sea decidido. El mismo escritorio de madera pesada se

encuentra justo adentro de las puertas, con varias revistas dispersas en

la oscura y arañada superficie. Alguien ha escrito algo sobre el

pegamento frente al escritorio:

¡Tome un número y tome asiento / tenga una feliz eternidad!

El hoyo en mi pecho donde el corazón solía estar duele al pensar en no

pasar la eternidad con Frannie. Apoyo mi mano en el escritorio y ahogo

un gemido mientras la ola de desesperanza pasa sobre mí, porque la

realidad es, que nunca he pertenecido a ella. Nunca fui verdaderamente

bueno para pertenecer al Cielo. Cuando la sensación pasa levanto mi

cabeza y tiro de la pestaña de papel verde que sale del dispensador:

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64, 893, 394, 563, 194, 666, 666

Tomo eso como una mala señal.

Mirando el monitor encendido sobre el escritorio, veo:

Ahora estamos atendiendo al número 64, 893, 394, 563, 194, 109, 516.

Así que me toca esperar.

Echo mi cabeza hacia atrás y soplo un suspiro antes de dejarme caer en

una de las miles de sillas de plástico negras. A mi lado, un alma color

latte con una tez color musgo parlotea con su vecina, un alma gris

humo con rayos mostaza, acerca de sus planes de dar a su hermano un

pedazo de su mente cuando llegue al Cielo. No voy a reventar su

burbuja diciéndole que lo mejor que puede esperar de Michael es el

Purgatorio. Hay una razón por la que no ponen las estadísticas.

Causaría una revuelta.

Siento algo silbar cerca de mí, como un torbellino eléctrico. Las revistas

en el escritorio revolotean y la mitad de ellas caen al suelo. Y luego

observo el más mínimo humo de grosella y diente de ajo. El malestar en

mi pecho se intensifica y todo lo que puedo ver es el rostro de Frannie.

Dejo caer mi cabeza en mi mano.

Estábamos tan cerca.

Pero está hecho. Estoy aquí.

Respiro un agitado suspiro mientras un pitido electrónico suena en el

monitor anunciando que han acelerado al siguiente cliente afortunado.

Echo un vistazo. Se lee: “64, 893, 394, 563, 194, 666, 666”. Vuelvo a

ver mi número mientras escucho unos cuantos gritos y un torrente no

placentero de maldiciones provenientes de la multitud. Un alma color

malva con rayos ocre al final de mi fila está contra el escritorio,

lanzando un hilo de palabrotas acerca de romper a un desconocido.

Lo observo mientras pasa a mi lado.

—Quiero señalar que no estás ayudando en tu caso —mascullo bajo mi

aliento.

—¡Jódete tú mismo! ¡Se acaban de saltar mi número, yo era el

siguiente!

Tú y cerca de quinientas mil pobres almas, pienso para mis adentros,

volviendo a mirar mi número mientras pasa a empujones y sacude el

escritorio.

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—Número 64, 893, 394, 563, 194, 666, 666, por favor repórtese en la

puerta número uno. —La monótona voz andrógina parece venir de

todas partes.

Cuando una puerta de madera tallada de modo intrincado con un gran

y dorado número 1 se materializa cerca del escritorio, la molesta alma

malva y ocre da empujones a través de ella sin dudarlo, murmurando:

—Es mi maldito turno.

Lo sigo justo cuando Michael se levanta detrás de su inmenso escritorio

de caoba. Levanta una oscura ceja y señala al alma y puff, se ha ido,

dejando la más mínima señal de sulfuro en su lugar.

—Adoro cuando facilitan mi decisión. —Una lenta sonrisa se desliza en

el rostro de Michael mientras sus impactantes ojos azules se fijan en

mí—. Tengo el más extraño sentido de déjà vu —dice, una sonrisa

divertida retuerce las orillas de su boca mientras acaricia su negra

barba.

—¿Por qué estoy aquí? —pregunto débilmente, rodeando las

interminables estanterías y deslizándome en una de las sillas de cuero

color beige frente a su escritorio.

Se hunde en la silla de espalda alta detrás del escritorio frente a mí.

—¿Tienes que preguntar? —Frunce el ceño—. Siempre cuestioné tu

inteligencia.

Mantengo su brusca mirada.

—Pensé que estaba marcado para el Cielo.

—No es posible que hayas creído que eso fuera a mantenerse. —Una

fría sonrisa se desliza en su rostro—. El control de calidad es muy

importante. No podemos dejar pasar a cualquiera al Cielo.

Suspiro, resignado. Resulta que el Cielo se libera de los contratos con lo

mejor de ellos mismos.

—Bien. Haz lo que tengas que hacer.

Su ceño se arquea.

—No voy a hacer nada. —Me mira, hurgando alrededor de mi cabeza

mientras proceso eso.

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Lo comprendo. No hará nada. Va a dejar que me pudra en el Limbo

indefinidamente. No puede enviarme al Abismo, pero tampoco tiene que

admitirme en el Cielo.

Masajea su barba, su oscuro rostro se retuerce con una sonrisa de

superioridad.

—Tal vez seas más inteligente de lo que te doy crédito. Estoy seguro de

que sabes que esto es lo mejor, Lucifer. Busca tu alma… —Su rostro

muestra una repulsiva mueca—, si realmente tienes una. —Se acomoda

en su asiento, apoyándose cerca de mí, sus codos en el escritorio—.

¿Realmente pensaste que podías pertenecer al Cielo, con ella? Ella tiene

un propósito… —Sus ojos brillan, hambrientos—, y debes darte cuenta

de que solo estarías en el camino, como una distracción.

El miedo destella en mí. La mirada en sus ojos, llena de suficiente

avaricia para rivalizar con cualquiera de los avaros del Infierno, me

hace temer por Frannie.

—¿Cuáles son tus planes para ella?

—El Todopoderoso…

Me reclino hacia delante.

—No. Tú. ¿Cuáles son tus planes para ella?

—Eso no es…

Se detiene abruptamente mientras un remolino pasa rápidamente a

nuestro lado. Esta vez, la esencia de grosella y diente de ajo es

inconfundible. Salto de mi asiento y giro hacia la puerta, pero la voz

viene del otro lado de la habitación, cerca de la flameante chimenea.

—Esto no está bien. No puedes enviarlo al Infierno. Está etiquetado

para el Cielo.

Me alejo del escritorio y voy hacia Michael y su voz. Una mirada de

miserable terror pasa brevemente como una sombra sobre las oscuras

facciones de Michael mientras se gira lentamente para encarar a

Frannie.

—No lo iba a mandar al Infierno… todavía. Y no estás en posición de

decirme que pasa en el Limbo. —Está tratando de armar un frente

valiente, para no mostrar el terror en su rostro ni en su voz, pero está

ahí.

Frannie sacude su cabeza lentamente.

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—Verás, ahí es donde te equivocas. Estoy en la posición de hacer lo que

sea que es correcto. De hecho, esa es mi posición.

Estoy boquiabierto. Sé que lo estoy, pero no puedo parar. Ella es

increíble. Está parada resueltamente frente a Michael, sus curvas

arenosas brillan en su sutil pero innegable brillo Celestial. Lo que

también es innegable, es el rojo fuego infernal chisporroteando sobre su

piel con su furia, el aroma a ozono envuelto con una dosis saludable de

azufre. Pero sus hermosos ojos zafiros no han cambiado: las ventanas

de su alma. Sus ojos y alma, son distintivamente humanos.

Una diosa de tres reinos.

El poder irradia de ella en olas, ambas celestiales e infernales,

presionando contra mí como si fuera un peso físico. Me apoyo en mi

rodilla e inclino mi cabeza. Se siente bien hacerlo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunta, exasperada.

Levanto mis ojos y no puedo evitar sonreír al ver el ceño fruncido en esa

cara angelical.

Pero cuando pasa esa mirada a Michael, veo que deja caer su mirada y

se tambalea delante de ella en mi visión periférica.

—Él viene conmigo —anuncia—. Tenemos un trabajo para él.

Me ayuda a ponerme de pie impacientemente. A su toque, la

electricidad se escabulle en mi esencia, y siento mi poder surgir.

Y una vez más siento la urgencia de hacer una reverencia. Dejo caer mi

mirada.

—Por favor, Luc, solo soy yo —susurra. Cuando al fin decido levantar la

mirada, una lágrima dorada deja un camino torcido al bajar por su

mejilla.

Miro fijamente sus ojos. Ahora que estoy mirándolos, no puedo dejar de

hacerlo. Su alma gira, iridiscentemente blanca, y me pierdo en ella. Se

inclina para besarme. Cuando nuestros labios se encuentran, la prisa

de su poder efervescente se dispara en mí, me consume. Nuestras

almas se mezclan hasta que somos verdaderamente uno.

FRANNIE

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Mi poder pasa entre nosotros y lo siento dispararse en Luc. Nuestras

almas se mezclan, se vuelven una mientras nos besamos y cuando

finalmente nos separamos, ya está haciendo el cambio. Un rayo blanco

chisporrotea a través de él hasta que brilla. El tatuaje en su brazo

derecho ya no es una serpiente; observo mientras la tinta negra se

reorganiza en un enorme par de alas que se estiran sobre su hombro y

su espalda.

—¿Cuál es el trabajo? —interrumpe Michael.

Miro a Luc a los ojos un momento más antes de girarme para encarar a

Michael.

—Enlace con el Infierno. Designado por la misma Todopoderosa.

Las cejas de Michael se elevan y no estoy segura de si es el título del

trabajo o el uso del femenino lo que lo pone así. No hay forma de que

vuelva a ver a Dios de otra forma.

—¿Cómo es que eso va a funcionar? —Luc mira su turbulenta esencia

blanca.

—¿Esta Él… —Sus ojos observan mis ojos y se alejan—, ...o, Ella,

enviándome de vuelta al Infierno?

Sonrío.

—De hecho, no. Al menos no como tú crees.

Alcanzo su rostro y levanto su mentón, forzándolo a mirarme. Bajo mi

voz.

—Pero quiero que regreses a tu cuerpo.

—No puedo. No sin ti.

—Quiero que vivas, Luc.

Su rostro se endurece y finalmente me mira a los ojos.

—¿Es esta mi elección?

Esta vez soy yo la que no puede mirarlo.

—Lo es.

—Entonces la elección ya está hecha. —Su mandíbula está apretada y

su expresión fija, pero mientras mira fijamente a mis ojos, se suaviza.

Levanta una mano para tocar mi mejilla.

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—Prometí que nunca te iba a dejar, así que…

Michael se aclara la garganta, pero no quito mis ojos de los ojos de Luc,

tan profundo que podría arrastrarme en ellos y vivir allí.

—¿Esto es lo que realmente quieres?

Una media sonrisa encorva sus perfectos labios.

Siento el júbilo, la primera vez que puedo recordar en mucho tiempo,

inflándose dentro de mí. Me giro hacia Michael.

—Adiós —digo, luego presiono mis labios en los labios de Luc, cierro

mis ojos y me enfoco.

—¡Guau! —lo escucho decir y río nerviosamente por la prisa, pero luego

me siento un poco enferma.

Y al siguiente instante, estoy envuelta alrededor de su cuerpo en una

cama de hospital. Todavía hay tubos en su garganta, pero todas las

máquinas han sido desconectadas.

La linda doctora mira tristemente al reloj en la pared de la sala de

emergencias.

—Hora de la muerte, seis y trece —dice mientras la enfermera empieza

a poner una sábana sobre el rostro de Luc.

Él jadea un fuerte y ronco suspiro.

La enfermera grita y deja caer la sábana mientras la doctora se

apresura al lado de la cama.

—¡Demonios!

Luc tose y empieza a agarrar el tubo para sacárselo de la boca. La

doctora bruscamente rompe la cinta de su rostro y tira del tubo cuando

Luc vuelve a toser.

Abre sus ojos.

—Hola.

La palabra es apenas un suspiro, pero es lo suficientemente fuerte para

que la doctora, que está apoyada sobre él comprobando sus pupilas, lo

escuche.

—Demonios —dice de nuevo.

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El último rito

Traducido por ElyCasdel

Corregido SOS por La BoHeMiK

FRANNIE

Nunca he estado en un cementerio. He pasado por ellos y eso es lo más

cerca que he llegado. Después de que Matt muriera, he tenido sueños

vívidos de él arrastrándose desde debajo de la lápida y gritando a todo

el mundo para que escucharan que yo lo había matado. Cuando

enterramos a la abuela, mamá sabía que estaba traumatizada y no me

obligó a ir.

Pero aquí estoy.

La lápida gris tenía un epitafio ligeramente curvado con letras claras en

las que se lee:

Pienso en ti como viendo desde un tiempo y espacio más allá del cielo,

Un lugar donde tal vez algún día podamos ir.

A la izquierda están las citas de Vivian Elaine Shanahan. En el otro lado

de la roca está la reciente inscripción. Edwin Shanahan. Bajo su

nombre está la fecha de nacimiento, seguida por el día en que todo

cambió para siempre.

El Padre Mahoney está diciendo algo acerca del abuelo siendo una oveja

en el rebaño de Dios y preparándose para una vida eterna de gloria,

pero en realidad no puedo escuchar. Sigo tratando de recordar lo que

pasó. Todo es tan confuso y viene en imágenes revueltas. Lucifer…

ángeles.

Trato de llevar aire a mis pulmones y exhalo cuando el Padre Mahoney

termina. Mis padres y mis hermanas avanzan hacia el grupo para poner

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rosas en la caja del abuelo. Giro y camino hacia el otro lado, al pequeño

matorral de árboles cerca de la carretera. Luc entrelaza sus dedos con

los míos y me sigue el paso. Me recargo en un áspero roble para

apoyarme y Luc me agarra entre sus brazos y besa la parte superior de

mi cabeza, pero es mejor que decir cualquier cosa. Lo único que me

ayuda a sobrellevar esto es que realmente pienso que el abuelo está en

el cielo. Y también creo realmente que está con la abuela, ambos, el

Dios único y verdadero.

—Tienes razón.

Mi corazón salta ante la voz sedosa y musical de Gabe. Sale detrás del

árbol y no hay duda de lo que es. Todo blanco, su cabello plateado

arremolinándose alrededor de su rostro, él me quita el aliento.

—Él está feliz, Frannie.

Me prometí que no lloraría. El abuelo odiaría que me pusiera toda

sentimental. Pero al ver a Gabe y su confirmación de que el abuelo está

bien, una lágrima se asoma por mis pestañas.

Luc sacude mi mano y agacha su cabeza para mirar mis ojos.

—Estaré con tu familia. —Levanta sus cejas, esperando por mi

respuesta.

Asiento con la cabeza y se aleja, sosteniendo aun mi mirada, antes de

girar y caminar de regreso a la tumba del abuelo. Gabe se acerca y seca

la lágrima con sus frescos dedos.

—Tienes buenas personas —dice, sus ojos siguen a Luc mientras se

posa al lado de papá y descansa la mano en su hombro.

—Gabe, estoy muy…

Me detiene con un dedo en mis labios, luego se inclina hacia adelante,

ahogándome con la esencia del limpio sol de invierno.

—Todo es como debería —dice, en voz baja en mi oído—. Yo… —Espero

mientras su voz se corta, luchando contra las lágrimas—. Solo quería la

oportunidad de despedirme.

Mi voz es gruesa con el nudo que tengo en la garganta.

—¿Te veré de nuevo?

Se aleja y luego me mira con ojos tristes.

—No. Pero siempre te voy a ayudar.

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Mis lágrimas se derraman mientras besa mi mejilla, y se ha ido.

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Pacto con el diablo

Traducido por Gabbii Rellez y Meryblue

Corregido SOS por La BoHeMiK

FRANNIE

Riley se sienta con las piernas cruzadas en la cama, detrás de mí,

trenzando mi pelo.

—Deberías tomar clases en Community —dice—. Solo para empezar.

—Creo que simplemente me voy a tomar un año sabático —digo,

sintiendo una piedra hundiéndose en mi interior—. UCLA pospuso mi

admisión, así que…

Así que solo necesito averiguar lo que viene después, lo que se supone

que debo hacer y si alguna vez pueda recuperar mi vida de nuevo.

La oigo susurrar:

—No te rindas con la universidad, Fee. Estás destinada a cosas más

grandes.

Si tú supieras.

—No lo haré. —Espero—. Y bueno… ¿cómo está Trevor?

Mi corazón se aprieta fuertemente cuando pregunto. En las pocas

semanas que he estado en casa, no he sido capaz de atreverme a ir allá,

para ver a la familia de Trevor.

—Bien. Empezó las clases hace unas semanas.

—Su último año —digo, acordándome de cómo cambió todo para mí

cuando Luc atravesó la puerta de la clase de inglés del Sr. Snyder.

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—Sí. —Se arrastra delante de mí y se tumba boca abajo—. ¿Lo echas de

menos? ¿La escuela?

Pienso en Taylor, en como ella, Riley y yo estábamos tan unidas y

conectadas. Todo era tan simple entonces.

—Sí.

Hay un golpe en la puerta y echo un vistazo para ver a Luc ahí, de pie.

—Hola Riley —dice.

Ella se desliza de la cama.

—Hola, Luc —dice.

—No te vayas —le digo cuando ella se inclina para agarrar su bolso del

suelo. Ella se cuelga su bolso en el hombro.

—Lo siento Fee. Le dije a Trevor que pasaría por allí. —Me lanza una

sonrisa “Tayloresca”—. Y además, estás en buenas manos.

Me arrastro de la cama y la abrazo.

—¿Hablamos mañana? —le digo. Parece un poco desesperado por cómo

sale de mi boca, pero hay algo en mí que está desesperada por aferrarse

a esta pequeña parte de mi antigua vida.

Ella sonríe y me aprieta un poco más fuerte.

—Te escribiré cuando llegue a casa. Necesito algunas cosas para la

clase. Quizá podamos ir de compras.

—Está bien.

Normalmente odio ir de compras, pero hay algo reconfortante en la idea

de pasar el rato en el centro comercial con Riley. Un paso hacia la

normalidad. Riley pasa más allá de Luc en su camino hacia la puerta.

—Trátala como es debido —dice.

—Siempre —le responde él con una sonrisa.

Cuando se ha ido, cierro la puerta y paso alrededor de Luc,

empujándolo hacia la cama. Cae sobre su espalda y me subo encima de

él.

—Ya la oíste. Trátame bien. —La chispa en sus ojos hace revolotear mi

vientre.

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—Tus deseos son mis órdenes.

Sus manos van suavemente con cuidado sobre la curva de mi cintura

mientras me inclino hacia delante para besarlo. Me retiro hacia atrás y

miro sus ojos de obsidiana líquida.

—¿De verdad crees que puedo hacer esto?

A mi revoloteado vientre se une mi corazón, pulverizado ante su pícara

sonrisa.

—Estoy seguro de ello.

Me siento y lo miro fijamente, apretando mis entrañas.

—No me van a escuchar, e incluso si lo hicieran, no tengo ni idea de

qué decir.

—Lo sabrás cuando llegue el momento.

El pánico se arrastra a través de mi pecho. Creo que tiene demasiada fe

en mí.

La puerta se abre y me aparto de un brinco de Luc. Papá está en la

puerta mostrando su mejor ceño.

—Las cosas no han cambiado tanto por aquí para que tú puedas

empezar a romper las reglas, señorita. —Me observa con una mirada

dura y golpea en la puerta con los nudillos—. La puerta abierta.

Luc empuja sus pies, entrelazo mis dedos con los suyos y mi cara está

ardiendo.

—Tengo dieciocho años, papá. Además yo estoy a cargo de, bueno…

cosas.

Por mucho que lo intente, papá no puede mantener el ceño fruncido y

se le escapa una dudosa sonrisa cuando se apoya en el marco de la

puerta. Él le muestra sus alas y les da un rápido aleteo, para

recordarnos sus nuevas responsabilidades como mi ángel de la guarda.

—Eso puede ser cierto, pero sigues siendo mi hija. —Le envía una

mirada de consternación paterna a Luc—. Manos fuera, chico demonio.

Le sonrío a papá.

—Él no es un “chico demonio”. Él es mi mano izquierda. —Me presiono

al lado de Luc—. No puedes discutir con Dios.

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Papá levanta una ceja.

—Está bien, siempre y cuando mantenga sus manos para sí mismo.

Dejo ir a Luc y me hundo en la cama.

—Así que, todavía no estoy segura de si realmente estoy logrando lo que

se supone que debo.

—Bueno, como yo lo veo, alguien necesita recoger los pedazos y

averiguar cómo pueden funcionar las cosas.

Siento que mi cara se arruga y papá se ríe.

—¡No es gracioso! Ni siquiera sé lo que tengo que hacer, pero sea lo que

sea, sabes que voy a arruinarlo.

Los brazos de Luc me aprietan más fuerte.

—Tienes un montón de apoyo, Frannie. Lo resolveremos a medida que

avancemos —dice.

Como si fuera una señal, Maggie pasa junto a mi puerta y se asoma.

Papá la agarra y la coloca debajo de su brazo. Ella se retuerce por un

segundo, pero luego se acomoda en su lado y me mira expectante.

Lanzo un suspiro.

—Pero…

—Tú ya has logrado mucho, Frannie —dice Luc, rozando mi mejilla con

sus dedos—. Solo tienes que acceder a tu poder y…

—Difundir el amor —interrumpe Grace.

Levanto la vista para encontrarla metida bajo el otro brazo de papá. La

forma en que me mira todavía me asusta un poco, pero al menos ahora

lo entiendo.

—Difundir el amor —repito de forma escéptica—. ¿Cómo va a salvar eso

la distancia entre el cielo y el infierno?

—Ten fe, Frannie —dice Grace, y no puedo evitar pensar en Faith.

Mi estómago se desploma al pensar en todos los que ya he perdido.

Faith, Taylor, el abuelo… y Matt.

—Matt… —Miro a papá—. ¿Va a estar bien?

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—Está a salvo. Una vez que haya expiado, el Todopoderoso ha acordado

permitir que se uniera a los Grigori. Él puede serte de ayuda, pero sus

poderes serán limitados.

De la nada, siento el tirón. Es cada vez más familiar ahora. La primera

vez que sentí el leve cosquilleo en el pecho, pensé que tenía una

indigestión. Pero ahora sé lo que es. Y sé lo que tengo que hacer.

—Hablando de… —Salto a los confiados brazos de Luc y él se tambalea,

haciendo que casi me caiga—. Adiós, papá —digo mientras cierro los

ojos.

Pienso a donde tenemos que ir y de inmediato tengo esa sensación

enfermiza de flotar de nuevo. Oigo a Luc gimiendo.

—Esto es muy diferente al desvanecimiento. Sigo pensando que

superaré el mareo —dice entre dientes.

La carrera se detiene y abro los ojos. Agarro a Luc y lo aprieto más

fuerte, cuando siento que él se aleja de mí, de pronto tengo miedo de

perderlo a él también.

Luc alza y arrastra el dedo por mi mejilla y puedo ver mi brillo reflejado

en su mano.

—Esto… —dice—, va a llevar algún tiempo acostumbrarse.

Yo entrelazo mis dedos con los suyos.

—Solo soy yo, Luc.

Sus ojos se deslizan hacia los míos y su expresión es reverente.

—Siempre supe que eras demasiado buena para mí.

Lo empujo con fuerza.

—¡Deja de mirarme como si fuera algún tipo de dios!

—Pero lo eres.

—¡No lo soy!

—Bueno, sin duda eres algo —responde señalándome, haciendo un

círculo con la mano.

Lo acerco a mí, frotando partes estratégicas de mí misma en partes

estratégicas de él, deseando que me mire de la forma en que solía

hacerlo, con un imprudente abandono. Cierro los ojos y giramos en un

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círculo. Cuando los abro, Luc se está mirando en ellos, con una sonrisa

maliciosa en sus angelicales labios.

—Bueno, esto abre un nuevo mundo de posibilidades —dice con voz

gruesa y una chispa en sus ojos.

Presiono mis labios en los suyos y su eléctrico beso hace que mi

corazón salte.

—Por lo tanto, ¿estás superando aquella mierda de “demasiado buena

para mí "? —le digo cuando nuestros labios se separan.

—Estoy trabajando en ello —me susurra al oído, luego sus labios se

deslizan por mi mejilla y se encuentran nuevamente con los míos.

Salto ante el sonido de una garganta carraspeando. Cuando me giro y

miro alrededor, la abuela está sentada en una gran silla blanca.

Luc está inmediatamente de rodillas.

—La reunión está prevista —dice silenciosamente—. ¿Están listos?

Siento cómo empiezo a temblar, pero luego los dedos de Luc se

entrelazan con los míos desde donde está arrodillado junto a mí.

—Tan lista como puedo estar.

Ella se levanta e instantáneamente la silla desaparece.

—Bien.

—Todavía no entiendo bien esto —digo—. ¿Todavía soy mortal? ¿Y por

qué Luc volvió a su a cuerpo?

—Los dos tienen que poder viajar por los planos de los tres reinos. Eso

es más fácil si tienen un cuerpo corporal para regresar a la Tierra, pero

ninguno es mortal.

Me siento mareada mientras trato de procesar eso.

—Somos inmortales.

Ella asiente y se acerca. Tiemblo por todas partes y me doy cuenta que

estoy brillando.

—Entonces… ¿somos ángeles?

Sonríe.

—No, tú eres… única.

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No estoy segura de si me gusta cómo suena eso.

—Única —repito con cautela.

—Los dos son de diferente tipo. Tú, querida, naciste de los tres mundos

y Luc… —Toca el hombre de Luc, haciendo que se levante—, nació en el

Infierno, pero pertenece al Cielo.

Luc se coloca de pie y compartimos una mirada incierta.

—Entonces ¿eso nos hace…? —Presiono.

Da una amplia sonrisa iridiscente.

—Únicos. —Su expresión se vuelve comprensiva mientras se da cuenta

de que mi cara se pone aprensiva. Recorre su brazo por cada uno de

nosotros—. Sé que esto es un poco abrumador. Estamos cruzando un

nuevo territorio. Pero las cosas comenzarán a desarrollarse a partir de

ahora y todos vamos a aprender. Van a ir aprendiendo las reglas a

medida que avancen.

El pánico revolotea en mí haciéndome sentir mareada.

—Voy a estropearlo todo.

—Vas a estar bien, mi querida niña, siempre y cuando sigas a tu

corazón.

—Mi corazón…

Le doy un apretón a mi hombro.

—Debes mantener a Grace cerca de ti siempre que estés en forma

mortal, pero no hay ninguna razón para llevarla a dónde vas. Maggie y

Kate, por otra parte… —Ella contempla esto, tocando su dedo en la

barbilla—. No lo creo. No espero ningún problema en este viaje, por lo

que debemos de demostrar la buena fe.

—Maggie ha sido una total plaga. Sería bueno que le diéramos algo que

hacer. —La persuado.

—La próxima vez. —La abuela alcanza la mano de Luc—. ¿Estás listo

para tu primer día de trabajo?

De nuevo se puso de rodillas, manteniendo su cabeza baja.

—Sí, su gracia.

—Muy bien.

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—¿Michael va estar ahí? —pregunto.

La abuela sonrío con calidez.

—Para comenzar, sería mejor si te encuentras con ellos

individualmente. Ya sabrás cuando sea el momento para volver a

reunirse.

Nos hace un guiño y luego aparece un remolino de niebla fría alrededor

de nosotros, como si fuéramos absorbidos por una nube y, después, ella

se había ido.

Luc se levanta y entrelaza mis dedos en su pelo.

—Entonces, ¿dónde estamos?

Su sonrisa es indignante.

—Estás jugando, ¿verdad?

Lo presiono más.

—En realidad no.

—La Todopoderosa nos acaba de enviar a una misión diplomática y vas

a pasarlo por… —dice claramente intentando asustarme. Lo que él no

sabe es que su desafiante rostro solo lo hace mucho más caliente.

—No iba a cancelarla. Solo iba a retrasarla por unos minutos —digo

encogiéndome de hombros.

Sus fuertes brazos me rodean la cintura y me aplastan contra él.

—Tenemos tiempo para eso después —susurra en mi oído.

Me encanta cuando su cuerpo dice una cosa y sus labios otra. Mis

manos se deslizan sobre su pecho.

—¿Estás seguro de que quieres esperar? —Lo molesto.

Con su sonrisa, el calor se extiende en mí como un incendio forestal.

—¿Estás cuerda? —dice—. Mientras más pronto terminemos con esto,

más pronto podré tenerte para mí solo.

Una sonrisa involuntaria sale de mis labios.

—Ahora estamos hablando.

Me besa mientras cierro mis ojos y giramos a través del espacio y

tiempo.

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Nos seguimos besando cuando siento el picor de roca volcánica debajo

de nuestros pies y el hedor a azufre pica en nuestra nariz. Un hilo de

sudor rueda entre mis omoplatos y me retuerzo en los brazos de Luc.

—Demonios, hace calor —digo cuando se aleja.

Él cierra sus ojos, su rostro se aprieta en una mueca y todo su cuerpo

se tensa.

Llego y trazo mi dedo índice encima del piercing de su ceja y luego

debajo de su pómulo.

—¿Es difícil estar aquí de nuevo?

Suspira y asiente. Sus ojos se abren y se asoma por encima de mi

hombro a la parpadeante fuente de luz bermellón. Todas sus defensas

se erizan.

—Está demasiado silencioso —dijo con cautela—. No hay gritos.

El fuerte azufre me hace lagrimear mientras echo un vistazo alrededor y

contemplo mi entorno. Grandes paredes de rocas se alzan enfrente de

nosotros, marcadas por el calor y eones de abuso. Por encima de ellas,

las olas de color rubí iluminan el gris que nos rodea, como la luz que se

refleja en una piscina. El vacío de las Puertas de Hierro dan mala pinta,

una sensación de desesperación se arrastra en mi corazón con solo

verlas. Entre ellas veo el parpadeo de una gran llama en la distancia y,

detrás de eso, turbulencias violetas y lava dorada. Mientras miro, las

Puertas se abren de par en par, y Rhenorian pasa a través de su

descomunal forma humana. En su mano está un pesado anuncio de

madera. Está más o menos tallado y desde este ángulo no puedo ver lo

que dice.

—¿Se van a quedar ahí parados como una pareja de Cabezas de

Ozono…? —dice, con una candente mirada—, ¿…o van a ayudarme con

esto?

Luc agarra mi mano y nos movemos hacia donde él está, nuestros

zapatos crujen fuertemente sobre la áspera roca volcánica. Rhen apoya

el gran pedazo de madera sobre la Pared y descuelga el viejo, el anuncio

carbonizado cuelga junto a la Puerta en la cadena oxidada. Se la tiende

a Luc.

—“Quien entra aquí, abandona toda la esperanza”. —Leo y le sonrío a

Luc—. ¿Tu chico Dante?

Asiente sin quitar su cautelosa mirada de Rhen.

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—Tú siempre has sido tan melodramático —dice Rhen con el ceño

fruncido mientras clava el nuevo anuncio—. Nunca me ha gustado eso.

Es tan común.

Luc lo mira fijamente y estoy empezando a pensar en que llamar a

Maggie podría ser una buena idea.

—Oye, perra. ¿Tú también estás muerta?

Mi respiraron se detiene cuando escucho el sonido de la voz de Taylor.

Giro, y la encuentro apoyada en la Pared, justo adentro de la Puerta. Se

ve gatuna, elegante, de negro y con su puntiagudo cabello color rosa y

amarillo.

Por un segundo, ni siquiera puedo moverme excepto para agitar mi

cabeza.

Se aleja de la Pared y empieza a caminar por la Puerta, pero Rhenorian

levanta la mano y gruñe. Deteniéndose, se encoge de hombros con una

triste sonrisa.

—Si no estás muerta, ¿qué estás haciendo aquí?

Miro a Luc, quien inclina la cabeza hacia Taylor, indicándome que está

bien que vaya hacia ella.

—Estoy… eh… —Tartamudeo, sin poder pensar—. ¿Esa eres tú

realmente? —digo, moviéndome lentamente hacia ella, sintiéndome un

poco insensible.

—La única —dice con una ladeada sonrisa.

Puedo ver su esencia, gris pálido con manchas verdes, doradas y café.

—Oh, por Dios —respiro.

Cuando la alcanzo, me empujo en un abrazo, a pesar de que eso no era

realmente lo nuestro, luego me aparto y sonrío.

—Si… respecto a eso. ¿Pensé que podrías hablar bien de mí? Este calor

está arruinando mi complexión.

Rhen mira maliciosamente a Taylor y gruñe, pero ella no se retira. En

cambio, le da su lasciva sonrisa.

—No seas así, chico grande. Sabías que era demasiado bueno para

durar.

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Me encuentro sonriendo tan fuerte que estoy convencida de que mi cara

se va a romper.

—Cuidado, Tay. No estoy muy segura de que estés ayudando a tu causa

—digo, advirtiéndola.

Sus cejas se alzan con sorpresa.

—¿Hay una causa que ayude?

—Es por eso que estoy aquí para averiguarlo… cómo hacer el trabajo.

Su cara se debilita.

—¿De verdad?

—La Todopoderosa jamás planeó que el Infierno fuera así —digo con un

movimiento hacia las Puertas.

Sus ojos de abren.

—¿Y tú sabes esto porque…?

Me estremezco un poco por la reacción de Taylor.

—Porque ella me lo dijo.

—Ella te lo dijo —expresa, incrédula.

Asiento mientras Luc se acerca a mí y coloca su mano en mi hombro.

—Sí. —Le confirmo.

—Supongo que tú tenías más cosas de santa de las que di por hecho.

Me echo un vistazo y todavía no puedo salir de este brillo.

—Supongo.

Doy un paso hacia atrás para poder ver mejor la señal que cuelga arriba

de la cabeza de Rhen:

Bajo nueva dirección.

Encuentro su mirada.

—Vamos a hablar, Rhen.

. Fin

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Lisa Desrochers es la autora USA TODAY de

los best sellersA LITTLE TOO FAR, por

cortesía de HarperCollins, y sus compañeros,

A LITTLE TOO MUCH (12 de noviembre 2013),

y A LITTLE TOO HOT (21 de enero 2014).

También se encuentra disponible su trilogía

PERSONAL DEMONS (Macmillan).

Vive en el centro de California con su esposo y

dos hijas muy ocupadas. Nunca hay un

momento en que se la pueda encontrar sin un

libro en la mano, y adora las historias que la

llevan a lugares nuevos, y luego la toman por

sorpresa.

Para obtener más información, pueden encontrarla en línea en

https://www.facebook.com/LisaDesrochersAuthor o visite

www.lisadwrites.com