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3. LA ARQUITECTÓNICA DE LA RAZÓN, LA METÁFORA DEL FUNDAMENTO “La razón humana tiene el destino singular en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteada por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades” Kant en su Crítica de la razón pura tiene como objetivo un examen de la razón misma, es decir, de las posibilidades que tiene la razón como fuente misma del conocimiento. Es una investigación sobre el origen, extensión y límites de todos los conocimientos que posee el espíritu humano. Kant persigue el objetivo último de hacer de la metafísica una disciplina tan rigurosa y de éxito como la física y la matemática. Estas materias han conseguido conocimientos necesariamente verdaderos. Establece la distinción entre conocimientos a priori, absolutamente independientes de toda experiencia (son los juicios de la matemática, universales y necesarios), y conocimientos a posteriori, dependientes de la experiencia, (son juicios inductivos, de los que sólo se puede esperar una generalización inductiva). Distingue también entre juicios sintéticos y analíticos. Los primeros amplían el contenido al sujeto, en los segundos el contenido del predicado está ya en el sujeto. Los sintéticos deben su verdad o falsedad al concurso de la experiencia y son informativos, los segundos son a priori pero no son informativos. ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Esta es la pregunta en torno a la cual gira todo el trabajo de Kant. ¿Cómo sería posible conseguir juicios tales como los de las matemáticas, es decir, a priori y, por tanto, absolutamente necesarios y al tiempo, sintéticos, es decir, portadores de información? Desde la introducción Kant nos deja clara su convicción de que no todo el conocimiento procede de la experiencia, sin embargo, y ésta es una de las novedades que introduce su pensamiento, aquella parte del conocimiento que no procede de la experiencia tampoco es innata ni es concepto o idea. De tal manera, su pensamiento toma distancia tanto de Hume como de Descartes, y por lo mismo del empirismo y del racionalismo. El conocimiento que no procede de la experiencia, y no ha sido contaminado por lo empírico, es lo a priori puro, que, como decíamos, no es una idea o concepto, sino la condición de posibilidad de los conceptos y las ideas. Lo a priori puro

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3. LA ARQUITECTÓNICA DE LA RAZÓN, LA METÁFORA DEL

FUNDAMENTO

“La razón humana tiene el destino singular en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse

acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteada por la misma naturaleza de la

razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades”

Kant en su Crítica de la razón pura tiene como objetivo un examen de la razón misma,

es decir, de las posibilidades que tiene la razón como fuente misma del conocimiento.

Es una investigación sobre el origen, extensión y límites de todos los conocimientos que

posee el espíritu humano.

Kant persigue el objetivo último de hacer de la metafísica una disciplina tan

rigurosa y de éxito como la física y la matemática. Estas materias han conseguido

conocimientos necesariamente verdaderos.

Establece la distinción entre conocimientos a priori, absolutamente

independientes de toda experiencia (son los juicios de la matemática, universales y

necesarios), y conocimientos a posteriori, dependientes de la experiencia, (son juicios

inductivos, de los que sólo se puede esperar una generalización inductiva).

Distingue también entre juicios sintéticos y analíticos. Los primeros amplían el

contenido al sujeto, en los segundos el contenido del predicado está ya en el sujeto. Los

sintéticos deben su verdad o falsedad al concurso de la experiencia y son informativos,

los segundos son a priori pero no son informativos.

¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Esta es la pregunta en torno a

la cual gira todo el trabajo de Kant.

¿Cómo sería posible conseguir juicios tales como los de las matemáticas, es

decir, a priori y, por tanto, absolutamente necesarios y al tiempo, sintéticos, es decir,

portadores de información?

Desde la introducción Kant nos deja clara su convicción de que no todo el

conocimiento procede de la experiencia, sin embargo, y ésta es una de las novedades

que introduce su pensamiento, aquella parte del conocimiento que no procede de la

experiencia tampoco es innata ni es concepto o idea. De tal manera, su pensamiento

toma distancia tanto de Hume como de Descartes, y por lo mismo del empirismo y del

racionalismo. El conocimiento que no procede de la experiencia, y no ha sido

contaminado por lo empírico, es lo a priori puro, que, como decíamos, no es una idea o

concepto, sino la condición de posibilidad de los conceptos y las ideas. Lo a priori puro

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es anterior a la experiencia, pero no en el sentido temporal, sino en el sentido

estructural. Es decir, lo a priori es lo absolutamente necesario para que cualquier idea

pueda ser. Como el mismo Kant señalara, usando la metáfora del edificio del

conocimiento, lo a priori puro es el fundamento del conocimiento, y, por lo mismo,

determina aquello que podamos conocer y, también, aquello en lo que consistirá la

experiencia. Veamos cómo es esto.

Al método para investigar y conocer cómo y cuáles son los elementos a priori de

la experiencia, lo llama Kant Trascendental. Este método busca encontrar lo universal y

necesario de toda experiencia o pensamiento posible. Es "trascendental todo

conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de

conocimiento de objetos en general, en cuanto que tal modo debe ser posible a

priori."1La filosofía trascendental será la ciencia encargada de garantizar, por medio de

la crítica, la completud y certeza de todas las partes del edificio del conocimiento. La

razón pura es el conjunto dentro del cual se contienen todos los principios a priori

mediante los cuales el conocimiento es posible y puede ser dividida en dos facultades:

La sensibilidad, por medio de la cual se nos dan los objetos, y el entendimiento, por

medio del cual esos objetos son pensados. La sensibilidad es precedente del

entendimiento, o sea, la manera en que los objetos nos son dados antecede a la manera

en que éstos son pensados (de nuevo, no temporal sino estructuralmente). Todo pensar

tiene que hacer referencia, directa o indirectamente, a lo que proviene de la sensibilidad.

El estudio de la sensibilidad es la estética trascendental y el del entendimiento es la

analítica trascendental.

El llamado giro copernicano que supone la propuestas kantiana consiste en

suponer que en lugar de ser nuestra facultad cognoscitiva la que se rige por los objetos

que conocemos, son estos los que se rigen por aquella. Puesto que hasta ahora todos

nuestros conocimientos han estado sometidos y dirigidos por los objetos físicos y, sin

embargo, no hemos avanzado nada en un conocimiento a priori, entonces probemos a

invertir la metodología, supongamos que son los objetos los que deben someterse a

nuestros conocimientos.

1 Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, Taurus, Madrid 2006. B 25.

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3.1. El método transcendental

“La filosofía trascendental es la idea de una ciencia cuyo plan tiene que ser enteramente

esbozado por la crítica de la razón pura de modo arquitectónico, es decir, a partir de principios

garantizando plenamente la completud y la certeza de todas las partes que componen este

edificio”

¿Qué entiende Kant por transcendental?

“Llamo transcendental todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos, cuanto

de nuestros conceptos a priori de objetos en general”

Lo que se trata de poner de manifiesto es la aprioridad del conocimiento trascendental y

su necesaria referencia objetiva, sin la cual no tiene sentido tal conocimiento. Entonces

el método trascendental es el análisis crítico de las posibilidades del conocimiento. Se

trata de la justificación de la validez de nuestro conocimiento empírico, desde una

investigación de las condiciones puras que lo posibilitan. Tales condiciones puras van a

ser los elementos a priori del conocimiento: intuiciones de la sensibilidad y conceptos

del entendimiento.

La filosofía es, para Kant, un saber de razón, de razón pura, entendiendo ésta no

como facultad opuesta al entendimiento sino como conjunto de todas las facultades

cognoscitivas superiores. En este sentido la Razón abarca las tres facultades:

sensibilidad, entendimiento y razón.

El ideal kantiano de ciencia y filosofía es un ideal sistemático, arquitectónico. Se

trata de ordenar y jerarquizar todos nuestros conocimientos en y desde la Razón.

Los diferentes estadios de la razón

La razón puede pasar por tres estadios: dogmático, escéptico y crítico. El primero

corresponde a una razón en estado infantil que coincidiría históricamente con el

racionalismo. Se trata de un endiosamiento de la razón que, en un segundo estadio,

supone un escepticismo radical, donde se sujeta la razón al yugo de los sentidos, a la

servidumbre de la experiencia. Este estadio coincidiría con la propuesta humeana. Este

estadio posee para el filósofo crítico un valor de tránsito. Así en el estadio crítico es

donde la razón debe permanecer. Corresponde a la Crítica de la Razón Pura.

Crítica significa examen, investigación, poner a la razón como objeto de análisis.

Distingue dos fuentes del conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. A través de

la primera se dan los objetos, a través de la segunda los pensamos.

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3.2. Elementos a priori y elementos empíricos del conocimiento.

“Aunque nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia”

Nuestro conocimiento es una composición de lo que recibimos a través de las

impresiones sensibles y lo que producimos a través de nuestra propia facultad superior

de conocer. Es tarea del filósofo distinguir lo que procede de los sentidos y lo que

procede de nuestra facultad de conocer. Así se pueden distinguir conocimientos a priori

de los empíricos o a posteriori.

Condiciones del conocimiento puro:

1.- Que sea un conocimiento válido en sí mismo. Debe ser entonces absolutamente

necesario y no contingente.

2.- Que sea un conocimiento universal absolutamente, es decir, que su universalidad no

se base en la experiencia.

El criterio para distinguir conocimientos puros a priori y conocimientos empíricos.

El conocimiento a priori es absolutamente universal y necesario. Por tanto, su validez

no puede depender de la experiencia.

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3.3. La Crítica de la Razón Pura como Crítica de las facultades del conocimiento

La Crítica de la Razón pura se puede considerar la investigación de todos los principios

que están derivados del uso puro teórico de la razón, entendiendo por ésta el conjunto de

facultades superiores: sensibilidad, entendimiento y razón. Así, a cada una de las partes

de la obra le corresponde el estudio de una facultad:

Estética

trascendental--------- Sensibilidad

Teoría trascendental

de los elementos

Analítica--------Entendimiento

Crítica Lógica Trascendental

de la

Razón Pura Dialéctica

Trascendental--- Razón

Teoría trascendental de método

La Crítica tiene dos partes de desigual tamaño y mérito: la “Doctrina Transcendental de

los Elementos” y “Doctrina Transcendental del Método”. La división principal dentro

de los Elementos se da entre la Estética y la Lógica. Para Kant las consideraciones

estéticas conciernen a nuestros sentidos. La lógica comprende todos los temas que

podrían llamarse “intelectuales”, como son la evaluación de la evidencia, la extracción

de consecuencias y la puesta de relieve de inconsistencias.

La Estética es un pequeño fragmento de los Elementos, sin divisiones

importantes. La Lógica se divide en Analítica y Dialéctica. En la Analítica se ocupa de

cómo trabaja el intelecto cuando actúa de modo óptimo; en la Dialéctica se ocupa de

determinados abusos del intelecto de la mala metafísica que surge de ellos. La Analítica

a su vez se divide en Analítica de los Conceptos y Analítica de los Principios.

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3.3.1. La sensibilidad: espacio y tiempo como condiciones sensibles del conocimiento

“Estética Transcendental”

“A la ciencia de todos los principios a priori de la sensibilidad la denominamos Estética Trascendental”

La sensibilidad es la capacidad de recibir representaciones por el modo como nos

afectan los objetos. Esta capacidad de recibir representaciones se especifica en dos

funciones, el sentido externo y el sentido interno. El primero nos permite representarnos

en el espacio los objetos externos (lo que vemos, oímos, etc.); el segundo nos permite

representárnoslos en el tiempo (lo que soñamos, imaginamos, recordamos, etc.). Esto

significa que el espacio es la forma de nuestro sentido externo y el tiempo de nuestro

sentido interno, de modo que no podemos intuir el tiempo externamente ni el espacio

internamente.

Espacio y tiempo son condiciones absolutamente necesarias para que se nos den los

objetos a los sentidos, son condiciones a priori de la sensibilidad, como formas

inherentes al sujeto que intuye los objetos pero no a los objetos mismos. Son intuiciones

puras y representaciones a priori.

Son representaciones puras en tanto no pueden adquirirse a partir de la experiencia, ya

que subyacen a la experiencia misma, son sus condiciones de posibilidad. Son las

condiciones primarias en las que nos pueden ser dados los objetos. La razón que arguye

Kant es que nunca podremos representarnos un objeto fuera del espacio y el tiempo.

Podemos imaginar un espacio vacío pero no un objeto fuera del espacio; o bien

podemos pensar un tiempo sin acontecimientos pero nunca un acontecimiento fuera del

tiempo. Por todo lo dicho espacio y tiempo deben entenderse como formas de la

sensibilidad humana y no de los objetos. Pertenecen a la naturaleza misma de nuestra

facultad de conocer. Los predicados de espacio y tiempo sólo pueden ser atribuidos a las

cosas en tanto estas se nos aparecen. A través de la sensibilidad conocemos fenómenos,

es decir, las cosas en tanto conocidas por el sujeto, nunca noúmenos, esto, es cosas

independientes del sujeto que conoce. Es este carácter fenoménico del objeto lo que nos

permite enunciar verdades a cerca del mundo. Así, los juicios sintéticos a priori se

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muestran como posibles, si y sólo si el espacio y el tiempo son explicados como

intuiciones puras.

Será necesario entonces, probar que el espacio y el tiempo no son

representaciones empíricas, sino a priori y también que son intuiciones puras.

Espacio y tiempo como representaciones a priori

Lo primero que hace Kant en la Krp es demostrar que espacio y tiempo no son

representaciones empíricas, es decir, derivadas de la experiencia ya que subyacen a toda

experiencia posible, son condiciones necesarias de ella. El argumento consiste en

afirmar que las relaciones particulares espacio-temporales en las que nos son dadas las

percepciones y, por tanto, los objetos, no pueden ser reducidas a meras diferencias

cualitativas, sino que el espacio y el tiempo son presupuestos como condiciones de

posibilidad de tales relaciones particulares, de tal modo que no podemos conocer los

fenómenos al margen de ellas. Espacio y tiempo constituyen las condiciones primarias

en las que nos son dados los fenómenos.

Por otro lado, Kant explica por qué espacio y tiempo son representaciones a

priori. El argumento es que

“nunca se puede tener la representación de que no hay espacio, aunque pueda perfectamente

pensarse que no se encuentra en él ningún objeto (Krv, A-24, B-38)

Por tanto, podemos pensar un espacio vacío, pero no objeto sin espacio.

De la misma manera, podemos pensar un tiempo sin acontecimientos, pero no

representarnos acontecimientos en ningún tiempo. La conclusión a la que llega el autor

es que el espacio y el tiempo no son determinaciones lógicas dependientes de los

fenómenos, sino que son condiciones de posibilidad y lógicamente anteriores a ellos.

Aún nos falta por demostrar que espacio y tiempo no son conceptos sino

intuiciones. ¿Qué es un concepto? Una representación general que contiene las notas

comunes a diferentes objetos individuales. Bondad, Triangularidad, etc.

¿Qué es una intuición? Representación singular e individual, esto es, una

representación, de un objeto individual y concreto: Un triángulo determinado.

El argumento que utiliza Kant para demostrar que espacio y tiempo son

intuiciones y no conceptos es que todos los diferentes espacios posibles son parte de un

mismo espacio y todos los diferentes tiempos posibles son parte de un mismo tiempo.

Espacio y tiempo son, por consiguiente, uno e individual. Por ello deben ser

consideradas intuiciones y no conceptos. Ahora bien, se trata de demostrar que son

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puros, es decir, a priori. Y lo son porque, como dijimos, son condición de posibilidad

del nuestro conocimiento de los fenómenos en el espacio y en el tiempo.

Hay un aspecto importantísimo para el objetivo de nuestro curso, determinar que

espacio y tiempo son formas de la sensibilidad humana, es decir, no pertenecen de

ningún modo a las cosas que nos aparecen, sino que pertenecen a la naturaleza misma

de nuestra facultad de conocer. Pero, !atención!, al mismo tiempo constituyen las

formas en las cuales ellas mismas deben aparecernos. Son, por tanto, formas de los

fenómenos.

Un último aspecto a tener en cuenta, en tanto posibilita los juicios sintéticos a priori es

que espacio y tiempo tienen realidad empírica e idealidad transcendental. En cuanto

formas puras de nuestra sensibilidad, pertenecen a la estructura misma de los fenómenos

y en ello radica su realidad empírica. Pero además son transcendentales, son fuentes de

un determinado conocimiento, el de la matemática. Su idealidad consiste en fundar

conocimientos sintéticos a priori.

Como decíamos, la estética trascendental es la ciencia de los principios de la

sensibilidad a priori. La sensibilidad es la capacidad de ser afectados por lo externo y

recibir representaciones de ello. "Se define como receptividad. Como una facultad

pasiva, capaz de recibir representaciones."2 Es únicamente a través de ella que nos son

dados los objetos. La sensación es el efecto que produce un objeto sobre nuestra

capacidad de representación. El poder ser afectado por objetos y recibir

representaciones de ellos es una propiedad formal del sujeto. Las representaciones de

objetos a nivel de sensibilidad son las intuiciones, que como veremos más adelante, son

totalmente distintas a los conceptos.

Para referirse a los objetos, genéricamente, que nos son dados por las intuiciones Kant

usa el término fenómeno. Un fenómeno está conformado por dos partes: su contenido, o

materia, y su forma. El contenido sólo puede ser determinado posteriori, desde la

experiencia y viene dado por lo externo, pero la forma, en cambio, es a priori pura y es

determinada por nuestras facultades de receptividad.

Haciendo un ejercicio de abstracción y reducción, eliminando de las intuiciones

empíricas todo lo a posteriori para encontrar eso que queda como absolutamente

2 Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, vol I, Ediciones pedagógicas, Madrid 1996.

Pag 90

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necesario y que posibilita el hecho de que existan estas mismas intuiciones empíricas,

Kant descubre que espacio y tiempo son esas condiciones absolutamente indispensables.

Sólo desde ellas "los objetos pueden ser dados a nuestros sentidos; y ello es debido

única y exclusivamente (…) a la naturaleza de la sensibilidad humana."3 En cuanto a lo

que podemos representarnos proveniente de fuera de nosotros (sentido externo),

siempre, inevitablemente, nos lo representamos en el espacio. En cuanto a lo que

podemos representarnos de dentro de nosotros (sentido interno), siempre lo

representamos en el tiempo. "Las representaciones del espacio y del tiempo no pueden

ser derivadas, de ningún modo, de la experiencia, pues tales representaciones están

subyaciendo a toda experiencia como condiciones necesarias de ella."4 Hay que recalcar

que espacio y tiempo, son intuiciones puras a priori, no son en ningún sentido

conceptos. Son sólo, para decirlo pronto, "la condición subjetiva de la receptividad,"5 o

la forma de la sensibilidad y, por lo tanto, de todo fenómeno posible.

Y aquí es cuando la cosa se pone interesante. Porque si espacio y tiempo no son

conceptos, mucho menos son cualidades propias del mundo o de eso a lo que

usualmente nos referimos como realidad. Espacio y tiempo son exclusivamente

condiciones de la sensibilidad del sujeto, en ningún sentido podemos entenderlas como

propiedades de las cosas. Son sólo la forma en que las cosas son recibidas por nuestra

sensibilidad, no la forma real de las cosas independientes de nosotros. "No podemos

considerar las condiciones especiales de la sensibilidad como condiciones de

posibilidad de las cosas,"6 espacio y tiempo no son algo subyacente a las cosas en sí.

Kant nos dice que no son lo mismo las cosas en sí mismas (noumenos) y las cosas para

nosotros (fenómenos). Pues como ya estamos empezando a ver, nuestras facultades

determinan lo que podemos percibir de las cosas. No podemos tener experiencias de

algo que no se someta a las condiciones espacio-temporales y, por lo tanto, si la cosa en

sí tuviera cualidades que no fueran espacio-temporales éstas siempre permanecerían

ocultas para nosotros de manera categórica. El qué sean los objetos en sí,

independientemente de los velos que impone sobre nosotros nuestra sensibilidad,

permanece absolutamente desconocido para nosotros.

3 Ídem. Pag 91.

4 Ídem. Pag. 93.

5 Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, … B 42.

6 Ídem. B 43.

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Espacio y tiempo exclusivamente tienen validez en cuanto hablan de lo fenoménico, "si

se va más allá de este terreno dichas fuentes dejan de usarse objetivamente."7 Las cosas

en sí mismas no son tal como las intuimos, ni tenemos razón para creer que sean

parecidas en lo más mínimo a como se nos aparecen.8 "A través de la sensibilidad no

conocemos la naturaleza de las cosas en sí mismas (…) en absoluto."9 Pues es el sujeto

el que "determina la forma del objeto en cuanto fenómeno."10

Antes de pasar a la analítica trascendental es importante resaltar que todo sujeto humano

tiene la misma sensibilidad y el mismo modo de percibir espacio-temporalmente. Las

intuiciones puras a priori son las mismas para todo ser humano y " en cuanto seres

humanos no podemos escapar de su determinación."11

Esto es importante porque aquel

conocimiento que se funde y respete los lineamientos de esta sensibilidad común a

todos los hombres, podrá llamarse a sí mismo verdaderamente universal. Será, entonces,

el hecho de que hable de algo necesario a todo ser humano lo que le de su objetividad.

Es decir, ésta ya no depende en absoluto del las cualidades de la cosa en sí misma o del

estado de cosas del mundo en sí, sino de las facultades de los sujetos.

3.3.2. El entendimiento: las categorías como condiciones del conocimiento

La analítica trascendental.

El conocimiento procede, según Kant, de dos fuentes: la sensibilidad y el

entendimiento. Por medio de la sensibilidad nos son dados los objetos, por medio del

entendimiento son pensados. Así pues, los elementos absolutamente necesarios de todo

conocimiento son las intuiciones y los conceptos. Estos, como vimos, pueden ser puros

o empíricos: son empíricos cuando la sensación está contenida en ellos, pues ésta

constituye la materia del conocimiento sensible; son puros cuando en su representación

no se mezcla representación alguna. La intuición pura refleja sólo la forma bajo la cual

algo es intuido; el concepto refleja sólo la forma bajo la cual algo es pensado.

7 Ídem B 56.

8 Aunque creo que Kant también tendría que aceptar que tampoco tenemos ninguna razón para creer que

las cosas en sí son totalmente distintas a como se nos presentan. 9 Ídem B 62.

10 Ibídem.

11 Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, … Pag. 102.

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La sensibilidad es pasiva, receptiva; el entendimiento es la facultad de producir nosotros

mismos representaciones, es decir, es activo, espontáneo. La sensibilidad recibe

impresiones; el entendimiento produce conceptos. Las dos propiedades o facultades son

igualmente importantes y además no pueden alternar sus funciones. La intuición solo

puede ser sensible, es decir, sólo puede encerrar el modo como somos afectados por los

objetos; en cambio el entendimiento es la facultad de pensar un objeto de la intuición

sensible.

La investigación del entendimiento, que es la que nos ocupa ahora, se realiza en la

Analítica transcendental, cuya tarea consiste en la descomposición de todos los

conocimientos a priori en los elementos del conocimiento puro del entendimiento. Esta

investigación se lleva a cabo en dos partes: Analítica de los conceptos y analítica de los

principios. En la primera se analizan los conceptos puros del entendimiento como las

condiciones absolutamente universales de toda experiencia y se demuestra que ello

constituye el fundamento de su posibilidad. En la segunda se especifican las

condiciones sensibles (esquemas), así como las condiciones intelectuales (principios) a

través de los que los conceptos puros a priori son aplicados a la experiencia. Las formas

a priori de la sensibilidad, el espacio y el tiempo, permiten intuir los objetos; las

categorías o conceptos, permiten pensar los objetos. Son las condiciones necesarias de

la experiencia. De ahí, el famoso dictum kantiano: Pensamientos sin contenidos son

vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas. Sólo de la unión de sensibilidad y

entendimiento surge el conocimiento.

Kant intenta en la analítica trascendental hallar el principio de unidad del pensar y lo

descubre, no analizando todos los conceptos sino su fuente y sus reglas. Se trata de la

deducción trascendental de las categorías. El objetivo de la deducción es probar la

realidad subjetiva y la validez objetiva de las categorías, por una parte, y la necesidad de

referirlas a los fenómenos por otra.

Las categorías son consideradas como las reglas que unifican la diversidad dada

en espacio y tiempo. Las formas a priori de la sensibilidad permiten intuir los objetos,

las categorías permiten pensarlos. El principio supremo de unificación es la

autoconciencia, es decir el acto por el cual el sujeto produce la unidad de la

experiencia. Además de esta unidad suprema, que refiere a mi yo todas mis

percepciones, poseemos 12 conceptos puros o categorías que desempeñan con respecto

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al pensamiento la misma función que respecto al espacio y el tiempo respecto a la

intuición.

Deducción metafísica de las categorías

La tarea de esta deducción consiste en determinar el origen y número de estos conceptos

puros a priori. Tiene que ser, de nuevo, una deducción sistemática. Kant distingue un

uso puro lógico - formal del entendimiento de un uso puro - transcendental.

- Es uso Lógico-formal, la facultad de juzgar.

El entendimiento es la facultad de conocer por medio de conceptos, por tanto es una

actividad por medio de la cual se unen y enlazan representaciones, es decir, mediante la

cual se construye un juicio. La forma de ese juicio siempre va a ser un concepto ya que

el entendimiento humano no es intuitivo sino discursivo. Entonces, juzgar es referir un

concepto a un objeto por medio de la intuición o también representar objetos por medio

de conceptos. Entonces si hacemos abstracción de todo contenido de un juicio podremos

determinar las acciones del entendimiento, lo que Kant llama funciones. Son cuatro con

tres momentos cada una:

Cantidad: Universales, particulares y Singulares

Cualidad: Afirmativos, negativos, Infinitos

Relación: Categóricos, Hipotéticos y Disyuntivos

Modalidad: Problemáticos, Asertóricos y Apodícticos

- Uso puro - transcendental del entendimiento. El origen de las categorías.

La tarea de la lógica formal es explicar cómo es posible que las categorías se originen

en el entendimiento mismo y constituyan un sistema coincidente con las doce formas

del juicio. Tras el análisis, en el que no es momento de entrar ahora, concluye que hay

tantos conceptos puros del entendimiento como formas lógicas de los juicios. Tales

formas son momentos presentes en todos los juicios sin excepción e imponen diferentes

clases de unidad a la síntesis trascendental de la imaginación. Tal unidad es

independiente del sujeto y del objeto. Hay tantos conceptos puros del entendimiento

referidos a priori a los objetos de la intuición general como formas de los juicios

posibles:

Cantidad: Unidad, pluralidad, Totalidad

Cualidad: Realidad, negación, limitación

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Relación: Inherencia y subsistencia (sustancia y accidentes), Causalidad y dependencia

(causa y efecto), Comunidad (acción recíproca entre agente y paciente)

De la modalidad: Posibilidad-imposibilidad, Existencia-no-existencia, Necesidad-

contingencia

La función principal de nuestro entendimiento es subsumir la multiplicidad de

intuiciones provenientes de la sensibilidad para unificarlas en una forma determinada,

para poder hacer de ella conocimiento. Este acto es lo que Kant llama la síntesis. De tal

manera el entendimiento es, a diferencia de la sensibilidad, una facultad activa y

productiva. Las intuiciones sintetizadas por el entendimiento se convierten en

conceptos. Antes de proseguir será conveniente apuntar la distinción entre conceptos e

intuiciones. "Llamamos concepto a una representación general que contienen las notas

comunes a diferentes objetos individuales: por ejemplo, el concepto de circularidad.

Denominamos intuición a una representación singular e individual, esto es, a una

representación de un objeto individual y concreto: por ejemplo, un objeto circular

determinado."12

Para realizar la síntesis, el entendimiento requiere de conceptos puros a priori que

determinaran lo que pueda ser pensado, conocido y asimilado por el intelecto. Usando

de nuevo el método trascendental, Kant va a llegar a la conclusión de que una vez que

purificamos los conceptos empíricos de todos sus elementos a posteriori, lo que nos

queda es sus puras condiciones de posibilidad o forma. Éstas son las doce categorías y

constituyen las diferentes maneras en que el entendimiento sintetiza o unifica la

diversidad de las intuiciones y sólo por medio de ellas puede entenderla. Son ellas las

que hacen posible el conocimiento. Cualquier cosa, para poder ser pensada tienen que

someterse o "subsumirse" a las categorías. Las categorías al determinar lo que puede ser

pensado también determinan lo que puede ser experimentado.

La deducción trascendental de las categorías

Las categorías que son conceptos puros a priori del entendimiento, están sin embargo en

todos nuestros conocimientos, incluso en las percepciones empíricas, como condiciones

de posibilidad de la experiencia; son constitutivas de todos los objetos de la experiencia.

Esta tesis debe ser demostrada y a ello dedica la parte llamada Deducción

transcendental (Deducción de los conceptos puros del entendimiento) en la Krv. Lo que

12

Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, … Pag. 96.

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pretende Kant es legitimar el papel que juegan las categorías en el conocimiento. Se

trata de demostrar que los conceptos puros a priori constituyen las condiciones

universales y necesarias de todo conocimiento.

Si recordamos, este proceso de demostración también se aplicó a las intuiciones

puras, espacio y tiempo. En aquel caso, la deducción era fácil pues, espacio y tiempo

son condiciones de posibilidad de los objetos mismos en cuanto fenómenos, por ello su

validez objetiva queda demostrada en la aparición misma de los fenómenos. En el caso

de las categorías es diferente porque ellas representan las condiciones bajo la cuales los

objetos son pensados. Por ello, es imprescindible la tarea de legitimar la validez

universal de los conceptos puros que hacen posible el conocimiento (deducción

trascendental). Que es lo mismo que encontrar su condición de posibilidad.

Este asunto, la posibilidad de enunciar principios generales, era resuelto por

Hume recurriendo a la costumbre, y la regularidad. Pero Kant pretende universalidad y

necesidad de modo que no puede acudir a la inducción.

La deducción transcendental va a desarrollarse como análisis lógico-

transcendental. Su problemática es ¿cómo es posible y de qué modo existen unas

condiciones intelectuales puras transcendentales con las que tienen que coincidir todos

los objetos de la experiencia, del mismo modo que coincidían, en su dimensión sensible,

con las condiciones puras de espacio y tiempo? Esta deducción debe ser obviamente al

margen de la experiencia. La tarea de la deducción transcendental será hacer un examen

lógico-transcendental de la facultad de pensar.

El contenido de las múltiples representaciones proviene, como ya dijimos, de las

intuiciones sensibles, cuya materia es la sensación y cuya forma es el modo como el

sujeto es afectado por ella. Pero tales representaciones no están en el espíritu humano

separadas unas de otras como átomos sin conexión sino que aparecen enlazadas entre sí,

y de una forma tan fuerte que es preciso suponer un enlace entre ellas, que sería

condición de posibilidad de todo acto cognoscitivo. Nuestro conocimiento no es un

conjunto de percepciones sin ningún orden, sino un sistema coherente y ordenado.

¿Dónde estará dicho enlace? Obviamente no en el ámbito sensible sino en el

intelectual, como un acto de espontaneidad del sujeto cognoscente. El enlace es una

acción del entendimiento, esta acción es denominada por Kant, síntesis. Es importante

señalar que esta acción de enlace nunca es dada por el objeto siempre es una acción

espontánea del sujeto. Es una función del entendimiento por la cual éste ejerce su

función sintética sobre lo múltiple propio del conocimiento humano. ¿A quién debe

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atribuírsele esa espontaneidad que confiere unidad sintética a todas las representaciones,

incluso antes de su propio enlace? Al entendimiento puro.

Los tres elementos contenidos analíticamente en una representación son:

diversidad empírica, síntesis de esa multiplicidad y unidad de esa síntesis.

3.3. La unidad objetiva de la conciencia

“El yo pienso tiene que poder acompañar a todas mis representaciones, pues, si no, sería

representado en mí algo que no podría ser pensado, lo cual significa tanto como decir que la

representación sería, o bien imposible o la menos nada para mí”

Sintetizar, como veíamos antes, es unificar. Si bien una de las categorías es la de

unidad, es evidente, según Kant, que ella no puede ser causa de si misma ni de las

demás categorías, y, por lo tanto, debe de haber otra entidad pura de unidad anterior a

las categorías, para la cuál ellas realizan su síntesis. Ésta Unidad originaria que

promueve la síntesis no puede ser un concepto, pues para ser concepto tendría que,

previamente, haber sido sintetizado por alguna de las categorías. Ya que, como Kant

estableció antes, los conceptos sólo surgen de la unificación que realizan las categorías.

Y la síntesis no puede surgir del acto de sintetizar, más bien el acto de sintetizar surge

de la síntesis. Hasta donde logro comprender aquí el razonamiento del Kant puede ser

ejemplificado del siguiente modo: Uno no puede construir una casa sin antes saber lo

que es una casa. De tal modo, que la casa no surge de la construcción de la casa, sino

que la construcción de la casa surge de la casa.

Ahora, todos los conceptos en tanto que son pensados por un sujeto deben ir

acompañados de un "Yo pienso," lo contrario sería absurdo. "Para que una

representación sea algo es preciso que un sujeto tenga conciencia de ella, esto es, es

imprescindible que establezca una relación con una facultad de representación: una

representación sin relación a un pensamiento o a un tener conciencia es en si misma

contradictoria."13

El concepto de sujeto implica un ser autoconsciente de estar pensando

de algo. Es decir, cuando un sujeto enuncia "pienso que P" en esa afirmación está

implícito lo siguiente: "Yo pienso que pienso que P." La conciencia que los sujetos

tienen de los objetos presupone que el sujeto es consiente de sí mismo. Este "Yo

pienso," implícito a todo pensar, constituye una unidad a la que refieren todas las

representaciones y que está detrás de ellas, fundamentándolas. De tal manera que eso

13

Ídem. Pag 121.

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que designa el "Yo pienso" debe, necesariamente, ser la Unidad Sintética Originaria

que, decíamos, es la condición de posibilidad de las categorías.

Así encontramos el a priori central del entendimiento, que es el motor detrás de todo el

proceso cognitivo. Es el desde qué y el para qué del entendimiento. Entonces podemos

decir que el entendimiento no es "más que la facultad de combinar a priori y reducir la

diversidad de las representaciones dadas a la unidad de apercepción (unidad sintética

originaria)."14

El conocimiento es una edición realizada desde el "para mí" del sujeto, un

apropiarse lo dado adaptándolo a la forma de su autoconciencia. "A la unidad sintética

originaria han de estar sometidas todas las representaciones que se me den y a ella han

de ser reducidas mediante la síntesis."15

Sin ella nada puede ser pensado.

Para que una representación sea algo es preciso un sujeto que tenga conciencia de ella.

Incluso una intuición, que debemos caracterizar como una representación sensible de lo

múltiple, tiene que estar enlazada con esa unidad originaria que es el “yo pienso” en el

propio sujeto donde lo múltiple es hallado. Es decir, la multiplicidad empírica, en

cuanto expresada en una intuición, también depende de esa unidad. Para convertirse en

algo tiene que poseer una relación necesaria con la conciencia o con un sujeto de la

representación. La unidad sintética originaria de la apercepción es condición de

inteligibilidad.

Este sujeto que debe poder acompañar a todas mis representaciones es caracterizado por

Kant como Apercepción pura, originaria y unificante. Veamos por cada una de estas

características por separado:

a) Apercepción pura frente a apercepción sensible

Con esto Kant quiere poner de manifiesto que no se trata de un sujeto psicológico o

empírico, sino de pura actividad. El yo pienso no es en sí mismo una intuición ni un

concepto, sino la conciencia que acompaña a todo concepto; la forma de todo juicio y,

en consecuencia, la forma de los conceptos puros o categorías.

b) La apercepción es originaria, en el sentido de que no hay nada previo a ella, incluso

el yo pienso procede de ella.

c) Es la unidad transcendental de la conciencia del yo. Transcendental porque es

condición a priori de la conciencia. Es unidad por dos motivos, por que expresa la

14

Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, …B 135 15

Ídem. B 136.

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unidad de la conciencia en sus representaciones y porque determina la unidad del

objeto representado, esto es, la unidad de una diversidad intuitiva.

¿Como es posible esta unidad transcendental? Si se careciera de ella y sólo

poseyéramos una conciencia empírica, nuestro conocimiento sería algo así como una

sucesión de representaciones empíricas acompañada cada una de ellas por una

conciencia distinta; no tendría sentido hablar de un único e idéntico sujeto, no habría

identidad en nuestras representaciones. Luego es necesaria una unidad transcendental

que garantice la unidad de la conciencia.

Si ponemos entre paréntesis los datos diversos de la conciencia empírica, ¿qué nos

queda? Kant señala que lo que permanece es el acto de síntesis. Gracias a este acto, que

es en realidad una colección de actos es posible la unidad analítica de la apercepción, es

decir, la identidad de la conciencia. La conciencia permanece única en las distintas

representaciones. Si existe una unidad de la conciencia es por que existe una unidad

sintética. Ésta es la condición para que puedan reunirse la multiplicidad de las

representaciones dadas.

La unidad sintética originaria posee una doble condición: por medio de la unidad

analítica podemos representarnos la identidad de los distintos actos de conciencia pero

necesitamos además una condición de posibilidad, la unidad sintética. Ésta nos permite

representarnos la conciencia de esa identidad.

Para el filósofo alemán el conocimiento humano es discursivo, no intuitivo, ya que la

intuición es propia de la sensibilidad. Nuestro entendimiento sólo puede pensar, no

intuir. Soy consciente de la identidad del yo en mis representaciones, no por intuición

sino porque tengo conciencia a priori de dicha identidad, gracias a la unidad sintética

originaria de la apercepción, a la que están sometidas todas mis representaciones. Esta

unidad es el principio supremo de todo ejercicio del conocimiento objetivo. De manera

que: “Objeto es aquello en cuyo concepto lo múltiple de una intuición dada es reunido”.

(KrV, &17, B-137)

Según este planteamiento, el hombre no llega a poseer un conocimiento de sí mismo en

cuanto tal, sino que sólo se conoce en cuanto fenómeno, como objeto que se aparece a la

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inteligencia. Es importante mencionar que este Yo no es el yo empírico. Porque, para

empezar, no es un concepto, ni empírico ni puro, es de hecho una apercepción. No es el

tener conciencia de cómo me manifiesto a mí mismo sino sólo de que soy. La unidad

sintética originaria tampoco es el sentido interno.

"Los conocimientos (…) consisten en la determinada relación que las representaciones

dadas guardan con un objeto. Objeto es aquello en cuyo concepto se haya unificado lo

diverso de una intuición dada."16

En tanto que el objeto es aquello de lo que podemos

tener un concepto, éste no puede ser la cosa en sí. Es una reconstrucción mental que

proyectamos sobre la cosa en sí a partir de los datos fenoménicos. Por lo tanto, el

objeto, la validez objetiva y el conocimiento dependen del sujeto. La unidad sintética

originaria es la condición objetiva del conocimiento, "una condición a la que debe

someterse toda intuición para convertirse en objeto para mí."17

El sujeto es la condición

de posibilidad del objeto.

Ya que todo concepto se sintetiza a partir de las intuiciones que provienen de la

experiencia, y que todo conocimiento es conceptual, entonces solo podemos conocer lo

sensible y desde los sensible. Tratar de llevar el pensamiento más allá de lo sensible en

un impulso metafísico, es no utilizar de manera correcta el pensamiento pues en ese más

allá de lo sensible el pensamiento no tiene ninguna utilidad. Pues las categorías y las

intuiciones espacio y tiempo, allí, no son criterios validos.

Ya que estas estructuras del entendimiento son comunes a todos ser humano, pues todos

operan con las mismas doce categorías y desde la unidad sintética originaria, y el

pensamiento, en cuanto tal, no puede "escapar de su determinación,"18

la ciencia que se

enuncie desde ellos y respetando sus lineamientos puede ser en verdad universal y

necesaria

16

Ídem. B 137. 17

Ídem. B 138. 18

Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, … Pag. 102.

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3.4. La razón: las ideas como condiciones inteligibles del conocimiento. La dialéctica

trascendental.

La dialéctica trascendental se ocupa de la aplicación errónea de los conceptos primarios

a priori definidos y caracterizados en la analítica trascendental. Así, mientras que el

entendimiento se ocupa de unir los fenómenos mediante reglas, la razón se ocupa de la

unidad de las reglas bajo principios.

La razón es para Kant “la facultad de unidad de las reglas del entendimiento bajo

principios”. La razón es pues, una facultad distinta del entendimiento y posee principios

y conceptos que no toma ni de los sentidos ni del entendimiento. Kant distingue un uso

lógico y un uso puro de la razón. El primero consiste en emplearla en el terreno formal,

como facultad de inferir mediatamente. El segundo es el que pretende descubrir la

totalidad de las condiciones, esto es, completar la unidad de las categorías.

Las funciones de la razón

Ordenadora, la razón ordena los conceptos de los objetos que le advienen del

entendimiento, y los ordena integrándolos en una suprema unidad que los asume. Al

entendimiento se deben los diferentes ordenamientos o conexiones que constituyen las

distintas series, pero cada serie como totalidad, es algo que escapa al entendimiento y es

función propia de la razón. Se trata de una función que la razón ejerce tras la

adquisición de los conocimientos objetivos.

Reguladora, es una función complementaria de la ordenadora. Se trata de evitar el afán

de la razón de ir más allá de la experiencia, determinando los propios límites de la

razón.

Además hace del todo de los conocimientos un sistema.

Plenificadora, si la anterior función nos daba cuenta del carácter limitado de la razón,

es evidente que esto no satisface los intereses cognoscitivos del hombre que siempre

quiere ir más allá de los fenómenos. Esta función es la que permite el desarrollo de las

preguntas que interesan a la razón pese a que no se les pueda dar respuesta.

La razón no es una facultad desinteresada aunque la centremos en un ámbito

especulativo. Tres son los intereses de la razón: la libertad de la voluntad, la

inmortalidad del alma y la existencia de Dios.

De la noción de conocimiento en sentido crítico

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Kant distingue entre pensar y conocer un objeto. En el conocimiento cono hemos visto

hay dos partes: en primer lugar el concepto por el cual un objeto es pensado (la

categoría) y segundo la intuición por la cual es dado el objeto. Según esta distinción

podemos pensar un objeto sólo en la forma, es decir sin contenido, pero no podemos

conocerlo. Los pensamientos sin contenido son vacíos (los conceptos sin intuiciones son

vacíos); las intuiciones sin concepto son ciegas. Así el conocimiento sólo es posible en

la síntesis de las intuiciones en categorías. Conocer un objeto exige aplicar a las

categorías intuiciones dadas.

Las categorías representan al mismo tiempo las funciones sintéticas de la

conciencia y las formas de un objeto en general, pero sólo tienen sentido aplicadas a un

fenómeno, a los objetos indeterminados de la intuición empírica.

El yo en cuanto fenómeno

Desde el punto de vista de la filosofía kantiana sólo podemos tener tres

acepciones del yo: como nouménico, “el yo en sí” cuyo conocimiento es imposible;

como “apercepción transcendental” (&16-18) y como objeto del conocimiento: En

cuanto apercepción transcendental jamás puede cumplir las funciones de un

conocimiento real. Este yo es la unidad del pensamiento y de él sólo podemos tener

conciencia no conocimiento; es una mera forma a priori, sin contenido material. En

cuanto cosa en sí, tampoco podemos tener conocimiento del yo, por las razones

aducidas arriba. En cuanto fenómeno, se produce la siguiente paradoja: el

autoconocimiento significa que el yo pasivo (el yo en cuanto fenómeno) afecta al yo

activo (unidad sintética de la apercepción, yo transcendental), de modo que conocemos

el yo fenoménico pero nunca el yo en sí mismo.

Por otro lado, el yo pienso, es decir, el yo en cuanto condición de posibilidad de

todos nuestros pensamientos es incognoscible en sí mismo ya que no posee ningún

contenido sensible. Pero sí tenemos alguna representación de la existencia de un yo.

Podemos aprehender la existencia del “yo pienso”. No tenemos conocimiento de orden

fenoménico puesto que no tenemos materia para ese conocimiento; sino que tenemos

conciencia de mi existencia en el acto mismo del pensamiento. Así pues, el yo del yo

pienso y el yo del sentido interno no pueden ser, de ningún modo, asimilables el uno al

otro, sino que estamos obligados a concebirlos como aspectos diferentes del yo. El

primero representa la unidad de la conciencia en el ámbito del pensamiento, y, en este

sentido supera los límites del yo del sentido interno. Este representa a la conciencia de

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una unidad de predicados intuitivos, como determinaciones del tiempo. Sólo de él

podemos tener un conocimiento: conocemos el yo como fenómeno (sujeto pasivo),

tenemos consciencia de nuestra capacidad de pensar (yo activo).

Como vimos, si bien para Kant todo el conocimiento refiere a la experiencia, no

todo él proviene de la experiencia. La experiencia no es causa del conocimiento sino

que la estructura y forma del conocimiento son la causa de la experiencia tal y como se

nos presenta a nosotros, los seres humanos. El sujeto no es una pizarra en blanco sobre

la cual se representan fidedignamente las cosas del mundo a través de la experiencia.

Para que el sujeto pueda tener experiencia es necesario que la tenga a partir de sus

propias categorías. Nunca puede escapar a esta determinación. La forma humana de

experimentar está determinada por las formas puras a priori de la sensibilidad (espacio y

tiempo) y del entendimiento (las 12 categorías y la unidad sintética originaria) y, por lo

tanto, nunca puede ser trasparente. La manera por el cual llegamos al conocimiento no

es la reproducción sino la construcción. En el sistema kantiano, incluso la sensibilidad,

que es la facultad pasiva, es más activa y productiva (puesto que filtra los datos que

pueden ser dados al sujeto) que todo el proceso cognitivo humeano. Aquí el

conocimiento no se adquiere, se constituye.

Para Hume el Yo representaba un obstáculo para la objetividad, en Kant el Yo es

el fundamento de ella, al ser fundamento del sujeto y sus estructuras a priori. Aquí,

recordemos, a Kant no le interesa el concepto sino la estructura. El Yo al que se refiere

no es el concepto de Yo. No es la identidad personal del sujeto ni su yo empírico (que es

el único que Hume creía posible), es una forma necesaria, pero indeterminada, del

entendimiento. Es, para ponerlo simplemente, la autoconciencia. No la autoconciencia

de ser un sujeto determinado X o Y, sino la autoconciencia de simplemente ser un

sujeto. El Yo como unidad sintética originaria es algo así como el núcleo de la

sensibilidad y el entendimiento. Es eso que es siempre idéntico, permanente y común en

todo sujeto. Y por eso a partir de él se puede construir una ciencia apodíctica, no sólo

probabilística, y, por lo tanto, se puede superar el empirismo escéptico de Hume. La

objetividad del conocimiento ya no viene dictada por la imparcialidad e independencia

del objeto. Aquí la objetividad depende del sujeto. Pero no creamos que por esto Kant

cae en el idealismo, para el cual "el sujeto constituye forma y materia del conocimiento.

Según Kant, los contenidos de la ciencia provienen del exterior del sujeto. Provienen de

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las cosas del mundo en sí."19

Esto se hace evidente si recordamos como los fenómenos

están constituidos por dos partes: una que pone el sujeto, la forma, y otra que pone el

noúmeno, el contenido.

19

Hottois, Gilbert, Historia de la filosofía del renacimiento a la postmodernidad, … Pag 147.