3. el grito de dolores de 1812 a 1968

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Emmanuel Carballo

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  • REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO | 19

    Hoy vivimos en un pas que construyeron para noso-tros con materiales frgiles y planos arquitectnicosconfusos, y a veces opuestos, nuestros esforzados tata-rabuelos del siglo XIX.

    Unos liberales y otros conservadores, unos republi-canos y otros de frgiles ideas monrquicas, unos quetenan vocacin de visionarios y otros que polticamen-te miraban no hacia adelante sino hacia atrs.

    El pas que nos heredaron ha pasado sucesivamen-te por la Conquista, la Colonia, la Independencia, losdos imperios, la Repblica Restaurada, el Porfiriato, laRevolucin, su paulatino e incesante desgaste y el sigloXXI en el que la democracia, que ahora comienza a darsus primeros frutos no siempre convincentes, es la ta-rea que a todos nos compete: partidos, asociacionescvicas, comerciales y financieras, iglesias y ciudadanoscomunes y corrientes como nosotros.

    Uno de los escasos actos polticos con el que seidentifican los mexicanos de todas las etapas de nuestrahistoria y de todos los credos e ideologas es el Grito de

    Dolores dado por el cura Hidalgo. Como la Virgen deGuadalupe, Hidalgo es para nosotros un santo y sea.

    Por esa razn dedico estas pginas a repasar los mo-dos y circunstancias en que se ha celebrado a lo largo denuestra historia este mnimo y popular discurso de laoratoria poltica mexicana: las pocas y eficaces palabrasque el Padre de la Patria dirigi a los feligreses que sereunieron para asistir a misa la maana del 16 de sep-tiembre de 1810.

    No hablo de Hidalgo y los insurgentes que lo siguie-ron en su justa lucha contra los espaoles porque ya hasido enjuiciada por historiadores profesionales y empe-osos aficionados que en vez de aclarar la visin de suslectores la distorsionan.

    Hidalgo es un suculento trozo de la mejor carneque se disputan los nuevos liberales y los nuevos con-servadores. No participo en esta querella que no tienerazn de ser y que no tiene, tampoco, trazas de acabar.Admiro a Hidalgo sin dejar de reconocer sus erroreshumanos, polticos y militares. En este texto no hablo

    El grito deDolores de1812 a 1968

    Emmanuel Carballo

    El Grito de Independencia es uno de esos rituales cvicos quenos conforman como sociedad y que se ha convertido en unaforma de expresin de nuestra identidad como nacin. Emma-nuel Carballo elabora en este texto una suerte de breviariocronolgico a partir de las formas y los modos en que se ha ce-lebrado este acontecimiento central de nuestra historia en elumbral del bicentenario.

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    de l sino de los homenajes que su causa ha merecido a lo largo y ancho del pas desde 1812 hasta 1968.

    Las siguientes anotaciones extradas de numerosasfuentes las reduje al mximo, al momento en que el in-formante cuenta lo ms peculiar del Grito que le tocpresenciar o le han contado personas de su amistad; usotambin peridicos, folletos y en ocasiones libros. Cuan-do fue necesario yo hice las veces de informante.

    La primera vez que se celebr el aniversario del 16de septiembre fue en 1812, dos aos despus de queHidalgo diera el Grito en el pueblo de Dolores. En la pe-quea ciudad de Huichapan, el general Ignacio LpezRayn lo conmemor as: Con una descarga de arti-llera y vuelta general de esquilas comenz a solemni-zarse en la alba de este da el glorioso recuerdo del gritode libertad dado hace dos aos, en la congregacin deDolores, por los ilustres hroes y seores serensimosHidalgo y Allende, habindose anunciado por bandola vspera para que se iluminasen y adornasen todas lascalles. Asisti S.E. con el lucido acompaamiento desu escolta, oficialidad y tropa a la misa de gracias, y altiempo de ella hizo salva la artillera y la compaa degranaderos de Huichapan; a las doce, en la serenata,compitiendo entre s dos msicas, desempearon va-

    rias piezas selectas con gusto de S.E. y satisfaccin detodo el pblico. Adems, Andrs Quintana Roo escri-bi un manifiesto para esa oportunidad que lleva porttulo La Junta Suprema de la Nacin a los america-nos en el aniversario del 16 de septiembre.

    El 16 de septiembre de 1813, en Oaxaca, el peri-dico Correo del Sur public el artculo Rapto de entu-siasmo patritico de un americano en el feliz aniversa-rio del 16 de septiembre de 1810.

    Morelos, en uno de los veintitrs puntos que pro-puso se incluyeran en la Constitucin, deca: Que igual-mente se solemnice el da 16 de septiembre todos losaos, como el da aniversario en que se levant la vozde la Independencia y nuestra santa libertad comen-z. La Constitucin de Apatzingn no incorpor la su-gerencia de Morelos, pero s declar da de fiesta nacio-nal el 16 de septiembre.

    El Congreso Constituyente de 1822, a su vez, de-cret honores a los hroes y declar da de fiesta cvi-ca, entre otros, el 16 de septiembre. Este decreto no sepuso en prctica dados los acontecimientos que dis-traan al pas.

    El nuevo Congreso Constituyente, por decreto del27 de noviembre de 1824, estableci como nicas fes-tividades cvicas el 16 de septiembre, aniversario delinicio de la lucha por la Independencia, y el 4 de octu-bre, da en que se promulg la Constitucin.

    Sin embargo el ao anterior (1823) y bajo la pre-sidencia de don Guadalupe Victoria cuenta LuisGonzlez Obregn, se haba solemnizado el 16 deseptiembre de modo digno, pues de antemano se habadispuesto la traslacin de los restos de los primeroshroes, que llegaron a la capital un da antes. El 16 setrajeron de la Villa de Guadalupe a la iglesia de SantoDomingo en solemne procesin, y el 17, con igual pom-pa, se llevaron a la Catedral, donde fueron depositadosen la cripta del altar de los Reyes.

    En 1825 se dio forma a esta fiesta nacional. Elgobernador del Distrito Federal public un bando enel que se peda a los ciudadanos que iluminaran suscasas y a las autoridades correspondientes las calles, yque se adornasen las ventanas y balcones con cortinas,flmulas y gallardetes. El 16 de septiembre, en Palacio,el presidente Victoria recibi las felicitaciones del cuer-po diplomtico y corporaciones eclesisticas y civiles.Despus se efectu un desfile por las calles de Tlapale-ros, Refugio, Espritu Santo y Plateros que desembocaen el Palacio Nacional, donde un orador (Juan MaraWenceslao Snchez de la Barquera) pronunci la ora-cin cvica. Por la tarde, a pesar de la lluvia, se verificel paseo en la Alameda, y bailes de cuerda, en los queparticiparon msicas militares. Por la noche, ya serena,siguieron las iluminaciones y fuegos artificiales alegri-cos, que se desempearon con el mayor lucimiento. En

    Antonio Fabres, Miguel Hidalgo, 1904

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    todas estas funciones no se ha advertido ms que eljbilo, el buen orden y el entusiasmo patrio de nues-tros moderados y virtuosos ciudadanos.

    En 1829, durante las fiestas patrias, las pasiones seexaltaron y se avivaron los odios contra los espaolescon motivo de la expedicin de Barradas. En 1831 y1832 las autoridades recomendaron el mayor orden, loque demuestra que los nimos no estaban muy tran-quilos; en 1832 se prohibieron los cohetes y los vtores.

    En 1833 las luchas civiles y el clera hicieron quelas fiestas se celebraran el 4 de octubre. Las autoridadesese ao permitieron quemar cohetes y se dio a los ha-bitantes de la capital la libertad necesaria para que alrompimiento de la aurora pudieran saludarla concmaras, cohetes, tiros de escopeta o fusil. GonzlezObregn afirma que esa costumbre dur varios aos,pues todava recuerdan muchas personas que los veci-nos suban a las azoteas y disparaban toda clase dearmas de fuego.

    Estos primeros aniversarios relata Gonzlez Obre-gn revestan un carcter a la vez que cvico, religio-so, pues no solamente las autoridades polticas toma-ban parte de ellos, sino tambin las religiosas. A la parque los edificios del gobierno, se adornaban e ilumina-ban todos los templos: la Catedral lo mismo que elPalacio. Los das 17 era costumbre celebrar en nuestragran Baslica una misa de gracias por los hroes muer-tos. La fiesta del 16 tom un carcter enteramentelaico a partir de 1857.

    El siglo XIX en su edicin del 15 de septiembre de1845 public esta noticia referente al Grito: Conmotivo del aniversario de la Independencia en la no-che del 15 habr serenata al frente del Palacio Nacio-nal y la Junta Patritica estar reunida a la mismahora en la Universidad. Para solemnizar este acto, unalumno del colegio de San Gregorio pronunciaruna oracin encomistica; concluida, sus colegas, a to-da orquesta, cantarn un nuevo himno patritico. Alas once comenzar en la Catedral el repique general avuelo, que secundarn los dems templos, acompaa-do de salvas de artillera, que se harn en la plaza prin-cipal, porque atendiendo al pedido lo ha permitidopor esa vez el supremo gobierno, retirndose a suscuarteles las msicas y bandas de guarnicin tocandodianas.

    La festividad del 16 slo dej de celebrarse el ao de1847, cuando el enemigo extranjero profan con suplanta la ciudad de Cuauhtmoc, y eso en la capital,pues en muchas poblaciones de la Repblica el Gritofue conmemorado dignamente.

    Bajo la intervencin y el Imperio se sigui celebran-do esta festividad. En 1864, el Emperador se traslad aDolores, donde a las once de la noche del da 15 vito-re a la Independencia desde la ventana de la casa deHidalgo y el 16 de nuevo se present en la casa dellibertador para rendirle nuevos honores. En 1865, enla Ciudad de Mxico, Maximiliano celebr el Gritocon grandes y suntuosas fiestas.

    Annimo, Alegora de la Independencia

    EL GRITO DE DOLORES

  • Mientras que as se solemnizaba el da de la Patriaen Dolores, en la Ciudad de Mxico el ilustre presiden-te, el benemrito Jurez, consagraba a su vez recuerdosa los hroes y celebraba el 16, aun en medio de su dif-cil y prolongada peregrinacin.

    Al triunfo de la Repblica y del restablecimientodel gobierno legtimo, el 16 se solemniz en Mxicocon gran jbilo y regocijo, revistiendo entonces lasfiestas gran pompa y entusiasmo.

    A partir de la cada de Iturbide y hasta fines del por-firismo, recuerda con dejo criollista Artemio de Valle-Arizpe, en los barrios de la Ciudad de Mxico y en lacapitales de los estados, ya no digamos en los pueblos,se repetan 16 con 16 las alharaquientas escandale-ras del populacho contra los espaoles. Pero con estono se quera demostrar odio a Espaa, no, sino recon-centrada malquerencia con el gachupn de la tienda deabarrotes, con el de la carnicera o el del empeo. Conmueras y con lapidaciones a sus casas se le daba ampliogusto al rencor particular que cada cual tena con esagente que le venda caro o no le fiaba, o cobrbale loque le adeudaba o lo explotaba con los prstamos usu-rarios del montepo. Eran irreprensibles estos anualesalborotos a pesar de los castigos

    Yo presenci en San Luis Potos, en 1908, un casochistoso en el regocijo del 16 de septiembre. Traa elpopulacho a mal traer, entre golpes y empellones, a unpobre hombre porque aquellos pelados potosinos die-ron y tomaron que era gachupn. El infeliz, como Diosle ayud, ya coloreado de sangre, pudo demostrar con

    tal o cual papel y, sobre todo, con el arrastre gangoso delas erres, que no era hispano sino francs de nacin. En-tonces uno de aquellos exaltados y fervorosos patriotassentenci autoritario: Ah! Con que no es gachupn?Pues entonces que se vaya, y djenlo para el 5 de mayo.

    ste era el cansado Grito aade don Artemio,y aos antes, en 1883, se suprimi la aburrida veladaliterario-musical, con beneplcito de todo el mundo, yas como entr el festejo al cerrado recinto del eleganteTeatro Nacional volvi a salir gozoso al aire libre con elalgarero bullicio del pueblo, que revestalo de alegra, yentonces ya el Grito, con bandera y todo, fue desde elbalcn del Palacio.

    El 16 de septiembre de 1877 hubo procesin cvi-ca refiere Moiss Gonzlez Navarro: funcionariosy empleados desfilaron en casaca, guantes y con puro;Jos Rivera y Ro habl de patria, gloria, centurias,libertad, hroes y mrtires; y a continuacin hubo unabrillante parada militar. En los teatros se celebraronfunciones gratuitas, y en la noche un paseo en el Zca-lo, donde se quemaron ms fuegos artificiales. En totalse gastaron cinco mil pesos. Era parte principal, y muygustada, las jamaicas, que hoy, en la mana de extran-jerizarlo todo, llamamos kermesses. Los rutinarios pro-gramas fueron modificados por las carreras de sacos yvelocpedos, celebradas frente al Palacio Nacional en1891; y en 1896, por la colocacin, ante una inmensamuchedumbre, de la Campana de la Independencia enla parte superior de la puerta vidriera del piso alto delPalacio, a las once de la noche del da 15.

    Las fiestas septembrinas de la capital atraan a grannmero de turistas. En 1883 se calcularon en ms detreinta mil y algunos lustros despus llegaron a emba-razar el trnsito en las calles. La animacin por la tar-de era muy grande en la Alameda, Paseo de la Reformay Bosque de Chapultepec; y por la noche, Plateros ySan Francisco rebosaban de concurrentes. El 15 deseptiembre de 1900, los fuegos artificiales gustaron co-mo nunca, especialmente los cohetones que reventa-ban en floracin de colores. Una serenata a Daz, dadapor noventa msicos militares frente a Palacio Nacio-nal, puso fin a la celebracin. Algunos se preocupabanmucho por los denuestos y ataques contra los espa-oles Adems, con el pretexto de la libertad, hababorracheras, destrozo de jardines y pavimentos. Des-pus de beber pulque, chinguirito, colonche, chicha oagua sucia llamada t, la multitud acuda al Grito; ter-minado ste se dispersaba por el centro de la ciudadprofiriendo las ms soeces injurias contra los gachu-pines, los mochos y dando vivas a la Virgen de Guada-lupe. En 1910, centenario del inicio de la guerra deIndependencia, las fiestas de septiembre llegaron a laapoteosis: inauguraciones de obras materiales, desfilesmilitares y de carros alegricos, verbenas populares y

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    Claudio Linati, Jos Mara Morelos, 1827

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    banquetes aristocrticos. Se calcula que medio millnde personas presenci ese ao el desfile.

    El 15 de septiembre de 1912, Francisco I. Madero,el primer presidente electo de la Revolucin, enarbolla bandera y dio el Grito desde el balcn central dePalacio, ante el desbordante entusiasmo de los capitali-nos, que no crean lo que vean: que estuviera frente aellos Madero y no Porfirio Daz.

    En 1915, el general Pablo Gonzlez dio el grito enel Zcalo y Venustiano Carranza en el puerto de Vera-cruz. En la Ciudad de Mxico, en el Saln Blanco dePalacio, se sirvi un lunch (en vez del pomadoso ban-quete porfirista) al que asistieron algunos generalesconstitucionalistas.

    En 1916, por indisposicin de Carranza (vctima deuna fuerte gripe), dio el Grito Cndido Aguilar, quientambin presidi el lunch ya institucionalizado.

    En 1917 el Grito y el desfile se efectuaron sin inciden-tes graves. Entre los festejos se incluyeron, por primeravez, vuelos acrobticos realizados por aviones militares.

    En 1918, adems de la programacin ordinaria, secelebr un anacrnico festival literario-musical en elque intervinieron Enrique Gonzlez Martnez, JessUrueta y Manuel M. Ponce.

    En 1921, el 16 de septiembre, el presidente Obre-gn deposit en la Catedral una corona de plata conhojas de laurel sobre la urna que guardaba los restos delos hroes de la Independencia.

    En 1925, tambin el 16 de septiembre, en armo-nes de artillera tirados por mulas, fue trasladada de la

    Catedral a la Columna de la Independencia la urna enque estaban depositados los restos de nuestros hroes.

    De aqu en adelante, y con altibajos, el Grito del15 y el desfile del 16 han sufrido algunas modificacio-nes. El mejor ingrediente para el xito de las fiestasseptembrinas sigue siendo el mismo desde 1825: elpueblo. Y el pueblo de entonces y el pueblo de ahorano ha variado sustancialmente: se trata, como dijoFederico Gamboa, de un pueblo delirante de amor asu terruo, que una noche en cada ao cree en s,recuerda que es soberano y fuerte. A lo largo de nues-tra historia independiente las constantes de estas fies-tas han sido el amor a la patria, el antiespaolismo (ydespus el antiyanquismo y el antifrancesismo), losaguaceros, el papel picado, las flores, el alcohol y laplvora.

    En 1968, el ao de las Olimpiadas y del movimien-to estudiantil, se celebraron dos ceremonias del Grito:una la que, como siempre, se efectu en el Zcalo, enPalacio Nacional, desde el cual Gustavo Daz Ordazvitore a los hroes de la Independencia y otra en Ciu-dad Universitaria, donde el ingeniero Heberto Castilloareng a los estudiantes en un discurso fogoso y bienestructurado.

    Esta cronologa un tanto antolgica permitir a quienla siga con atencin conocer la evolucin histrica delpueblo y el gobierno mexicanos; le permitir asimismocontemplar nuestros escasos triunfos y nuestras abun-dantes derrotas, cada vez ms profundas y ms difcilesde vencer.

    Pedro Gualdi, Catedral de Mxico al atardecer, ca. 1850

    EL GRITO DE DOLORES