3 cuentos de venezuela

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3 Cuentos de Venezuela

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REPBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAMINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACINU.E. FRAY FERNANDO JIMNEZCANTAURA, ESTADO ANZOTEGUI

Cuentos de Venezuela

Realizado por:Mara Parabab 4to Ao Seccin B

Enero de 2015CUENTO VENEZOLANO TO TIGRE Y TO CONEJO. AUTOR ANTONIO ARRAIZEl pobre to Tigre estaba echado debajo de una mata de mangos relamindose sus pobres patas ya que un Puerco Espn le haba lanzado todas sus espinas por todo su pobre cuerpo. Ese To Conejo si es maoso y astuto. Se dio cuenta a tiempo de que lo haba engaado ofrecindole una mano de cambur para comrmelo, y ni corto ni perezoso llamo al to cachicamo que a su vez era muy amigo del Puerco Espn, y no me dio tiempo ni siquiera de ponerle una garra encima gimiendo todava por el dolor que le haban producido las heridas de las espinas.

Sin embargo, en ese momento paso un gran zamuro cerca de To tigre dicindole: - Quieres comerte a To Conejo, yo te puedo ayudar, pero eso s, me tienes que dar una parte de los animales que caces para tus comidas. To Tigre no muy convencido lo observo, pero al final acepto:- Pero, cmo? ese conejo es muy maoso. El Zamuro le indico: - Detrs de esa gran sembrada de cambures, y al final de una gran hilera de matas de mangos y lechosas corre un riachuelo, all se encuentra escondido en el fondo del rio una gran olla, dicen que es la olla de los deseos, y cualquier deseo que pidas se te puede cumplir, incluso atrapar al maoso de To Conejo. To Tigre muy entusiasmado se afilo sus grandes garras imaginndose que todo sera muy fcil, y ya se estara comiendo a to conejo.

Sin embargo, una iguana lo haba escuchado todo, y se fue a donde viva To Conejo. Mira To Conejo, To Tigre te tiene una trampa, te va comer pero eso si consigue la olla de los deseos. La olla se encuentra en el ro que se encuentra cerca de la hilera de matas de mangos y lechosas. Pues, yo voy a descubrir primero esa olla. A m no me comen tan fcilmente- Dijo To Conejo.

A pesar de que To Tigre era muy veloz, To Conejo tambin muy ingenioso, as que le dijo su amigo canela, el caballo que habitaba cerca de su madriguera que lo llevase al ro porque ya To Tigre llevaba la delantera, explicndole en el camino todo lo referente a la olla. Cuando To Conejo ya haba llegado al ro, To Tigre estaba a poco metros de distancia, y este ya haba divisado donde estaba la olla.

Sin embargo, debajo de los matorrales se encontraba una mofeta. To Conejo la llamo:- Mira, all este To Tigre, y te voy a decir un secreto, l tiene planeado mudarse para ac para comerse todos los animales que viven por este sector. T eres el nico que los puedes salvar. Acrcate sigilosamente, y lanza tu perfume, y as saldr corriendo, y no se le ocurrir venir ms por estas regiones encantadoras- La mofeta, que de solo la idea de pensar que iba ser el bocadillo de ese felino o alguno de sus amigos no pierdo tiempo, y se le acerco a To Tigre. _ Hola, To Tigre. Qu haces por aqu? -Lanzndole en ese momento a To Tigre su delicioso perfume. Y el pobre To Tigre cubrindose de la hediondez del perfume de la mofeta se lanz al ro. En ese momento, To Conejo encontr la olla y se la llevo corriendo a su guarida, y pidi a la olla mgica que le trajera siempre zanahorias, y frutas en los tiempos de lluvia, y cmo l era muy generoso lo comparti con todos sus amigos. Y colorn colorado este cuento se ha acabado.

EL DIENTE ROTOPEDRO EMILIO COLLA los doce aos, combatiendo Juan Pea con unos granujas recibi un guijarro sobre un diente; la sangre corri lavndole el sucio de la cara, y el diente se parti en forma de sierra. Desde ese da principia la edad de oro de Juan Pea.

Con la punta de la lengua, Juan tentaba sin cesar el diente roto; el cuerpo inmvil, vaga la mirada sin pensar. As, de alborotador y pendenciero, tornse en callado y tranquilo.

Los padres de Juan, hartos de escuchar quejas de los vecinos y transentes vctimas de las perversidades del chico, y que haban agotado toda clase de reprimendas y castigos, estaban ahora estupefactos y angustiados con la sbita transformacin de Juan.

Juan no chistaba y permaneca horas enteras en actitud hiertica, como en xtasis; mientras, all adentro, en la oscuridad de la boca cerrada, la lengua acariciaba el diente roto sin pensar.

-El nio no est bien, Pablo -deca la madre al marido-, hay que llamar al mdico.

Lleg el doctor y procedi al diagnstico: buen pulso, mofletes sanguneos, excelente apetito, ningn sntoma de enfermedad.

-Seora -termin por decir el sabio despus de un largo examen- la santidad de mi profesin me impone el deber de declarar a usted...

-Qu, seor doctor de mi alma? -interrumpi la angustiada madre.

-Que su hijo est mejor que una manzana. Lo que s es indiscutible -continu con voz misteriosa- es que estamos en presencia de un caso fenomenal: su hijo de usted, mi estimable seora, sufre de lo que hoy llamamos el mal de pensar; en una palabra, su hijo es un filsofo precoz, un genio tal vez.

En la oscuridad de la boca, Juan acariciaba su diente roto sin pensar.

Parientes y amigos se hicieron eco de la opinin del doctor, acogida con jbilo indecible por los padres de Juan. Pronto en el pueblo todo se cit el caso admirable del "nio prodigio", y su fama se aument como una bomba de papel hinchada de humo. Hasta el maestro de la escuela, que lo haba tenido por la ms lerda cabeza del orbe, se someti a la opinin general, por aquello de que voz del pueblo es voz del cielo. Quien ms quien menos, cada cual traa a colacin un ejemplo: Demstenes coma arena, Shakespeare era un pilluelo desarrapado, Edison... etctera.

Creci Juan Pea en medio de libros abiertos ante sus ojos, pero que no lea, distrado con su lengua ocupada en tocar la pequea sierra del diente roto, sin pensar.

Y con su cuerpo creca su reputacin de hombre juicioso, sabio y "profundo", y nadie se cansaba de alabar el talento maravilloso de Juan. En plena juventud, las ms hermosas mujeres trataban de seducir y conquistar aquel espritu superior, entregado a hondas meditaciones, para los dems, pero que en la oscuridad de su boca tentaba el diente roto, sin pensar.

Pasaron los aos, y Juan Pea fue diputado, acadmico, ministro y estaba a punto de ser coronado Presidente de la Repblica, cuando la apopleja lo sorprendi acaricindose su diente roto con la punta de la lengua.

Y doblaron las campanas y fue decretado un riguroso duelo nacional; un orador llor en una fnebre oracin a nombre de la patria, y cayeron rosas y lgrimas sobre la tumba del grande hombre que no haba tenido tiempo de pensar.