2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · del 18 al 25 de enero, la iglesia...

8
Pit volorep udipsanis quunt dipsam asitatqui inctum velic toreperi accum vitempo sanimil ipsum qui voluptis AT IL MAGNAM FUGA. PA VELIA VOLESTEM MAGNAM FIRMA Cargo 2.XXX. X-X de mes de 2010 PLIEGO Del 18 al 25 de enero, la Iglesia celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. En el marco del Año de la fe, y cuando se cumple el cincuentenario de la apertura del Vaticano II, estas páginas nos acercan al decreto Unitatis Redintegratio. La llamada a la unidad recogida en aquel documento conciliar nos invita ahora a releer algunas de sus principales intuiciones, para insuflar un nuevo impulso al espíritu ecuménico. EL CAMINO ECUMÉNICO ES EL CAMINO DE LA IGLESIA El decreto Unitatis Redintegratio en el Año de la fe RAFAEL VáZQUEZ JIMéNEZ Doctor en Teología Dogmática y profesor del Instituto de Ciencias Religiosas San Pablo (Málaga) 2.832. 19-25 de enero de 2013

Upload: others

Post on 02-Aug-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

PLIEGO

Pit volorep udipsanis quunt dipsam asitatqui inctum velic toreperi accum vitempo sanimil

ipsum qui voluptis

At il mAgnAm fugA. PA veliA volestem

mAgnAmFIRMACargo

2.xxx. x-x de mes de 2010PLIEGO

Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año de la fe, y cuando se cumple

el cincuentenario de la apertura del vaticano ii, estas páginas nos acercan al decreto Unitatis Redintegratio. la llamada a la unidad recogida en aquel documento conciliar nos invita ahora a releer algunas de sus principales

intuiciones, para insuflar un nuevo impulso al espíritu ecuménico.

el CAmino eCumÉniCo es el CAmino De lA iglesiA

el decreto Unitatis Redintegratio en el Año de la fe

RAFAel Vázquez JIMénezDoctor en Teología Dogmática y profesor del Instituto

de Ciencias Religiosas San Pablo (Málaga)

2.832. 19-25 de enero de 2013

Page 2: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

PL

IEG

OP

LIE

GO

La llamada a la unidada través del diálogo, gestos de acercamiento muy significativos y acuerdos establecidos entre las Iglesias. A pesar de todo, a muchos cristianos, más aún si nos centramos en los cristianos católicos de la realidad española, el término ecumenismo todavía les resulta extraño, y hallarían dificultad para definirlo con precisión. Por ello resulta paradójico que haya voces, a nivel teológico, que anuncien un “fin del ecumenismo” o una “era glaciar” ecuménica, marcada por el cansancio y el poco interés de las nuevas generaciones de teólogos, cuando aún en la vida concreta de las Iglesias no se ha producido una recepción práctica seria de los diálogos establecidos a nivel institucional.

II. EL AÑO DE LA FE: UN NUEVO IMPULSO AL ESPÍRITU ECUMÉNICO

Al celebrar este año el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el 20º aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, el papa Benedicto XVI ha convocado a toda la Iglesia con la carta apostólica Porta fidei

(PF) a “un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe” (PF 4).

el Papa nos invita a valorar, conocer y asimilar los textos del Concilio, que fue un momento de gracia para toda la Iglesia y la “brújula” que la orientase en su camino hacia el nuevo siglo. la relectura de los documentos conciliares, desde una hermenéutica correcta, “puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia” (PF 5).

quizás este Año de la fe sería también un momento privilegiado para retomar el Concilio Vaticano II como “evento eclesial”, lo que implica profundizar en el “espíritu” del Concilio, que no puede ser separado del texto, como se recordaba en el Sínodo de 1985 al proponer una recepción más profunda del Concilio a los 20 años de su clausura (cfr. Relatio finalis, I, 5).

Será necesario desempolvar del arcón del Vaticano II las intuiciones y motivaciones más profundas que llevaron al papa Juan XXIII a sorprender al mundo con la convocatoria de un nuevo concilio. no es menos importante para la realidad eclesial de nuestro tiempo, inmersa en la tarea de la nueva evangelización, una recepción profunda del espíritu que movió a la Iglesia a acercarse y abrirse al mundo, e impulsar la unidad de la familia cristiana. la índole pastoral y el ecumenismo latían en el corazón del papa Roncalli desde el primer momento que quiso abrir a la Iglesia a un nuevo Pentecostés.

De la mano del Concilio y el Catecismo de la Iglesia Católica, la Iglesia está inmersa en un período de auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo, que conducirá a una transformación profunda de los pensamientos, afectos, mentalidad y comportamiento del hombre (cfr. PF 6). Tal conversión sincera a Jesucristo será el mayor estímulo para un renovado ecumenismo, capaz de hacernos superar toda unilateralidad histórica e ideológica, en aras a un redescubrimiento del

I. EL ECUMENISMO NO ES EL HOBBY DE UNOS CUANTOS

A finales de los años 80, H. Fries, profesor de Teología Fundamental de la Facultad de Múnich, afirmaría que el ecumenismo no era un hobby de unos cuantos, sino la respuesta histórica en fidelidad a la petición de Jesús en la oración sacerdotal: “que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti, que todos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17, 21).

la llamada a la unidad de la única Iglesia de Cristo no es un proyecto humano, ni una utopía que brota del deseo de unidad de los cristianos, sino una exigencia que pertenece a la esencia de la vida y misión de la Iglesia, y no un mero “apéndice” añadido a su actividad tradicional (cfr. uuS 20).

la división en la Iglesia contradice su misma identidad, haciendo ilegítimo y dañando profundamente la credibilidad de su mensaje: ¿cómo vivir divididos los que han sido llamados a la unidad?, ¿cómo hacer verosímil la Buena noticia de la salvación y el amor fraterno desde el clima del recelo marcado por heridas aún no cicatrizadas?

el decreto Unitatis Redintegratio (uR) es tajante al constatar la división en la única Iglesia de Cristo: “esta división contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el evangelio a toda criatura” (uR 1). Habituarse a la separación, y convivir con ella, como si de un vecino habitual se tratase, es pactar con la tibieza que ofende la tensión escatológica propia del anuncio vivo y eficaz del evangelio, corriendo el riesgo de ser vomitados de la boca del Testigo fiel y veraz, como los miembros de la Iglesia de laodicea al dejar que se enfriara el vigor del amor primero (cfr. Ap 3, 14-16).

en la breve historia del movimiento ecuménico se han realizado grandes esfuerzos por superar dificultades

24

Con los ortodoxos griegos en 2007

Page 3: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

25

esplendor de la Verdad que “penetra con suavidad y firmeza a la vez en la mente de los hombres” (DH 1).

no es de extrañar que la Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe con ocasión de la celebración del Año de la Fe considere que es este un tiempo propicio para promover iniciativas ecuménicas dirigidas a invocar a Dios y favorecer la restauración de la unidad entre todos los cristianos. Profundizar y redescubrir la autenticidad de la fe nos ha de llevar irremediablemente a un proceso de purificación, capaz de eliminar la escoria de la historia de las divisiones, haciendo brillar con mayor intensidad el valioso metal de la fe en toda su belleza.

este es el marco en el que nos proponemos retomar el decreto Unitatis Redintegratio, que ha de seguir siendo para nuestros tiempos el que marque el rumbo de un auténtico ecumenismo.

III. LO IRREFRENABLE DEL SOPLO DEL ESPÍRITU

el movimiento ecuménico nace a comienzos del siglo XX, fuera de la Iglesia católica, con la Asamblea Misionera Mundial de edimburgo (1910), cuyo objetivo era la colaboración de las distintas confesiones cristianas en la tarea de la evangelización. Más adelante, se crearían los movimientos de Fe y Constitución (Faith and Order) y Vida y Acción (Life and Work), que se integrarían posteriormente en el Consejo ecuménico de las Iglesias (World Council of Churches), que nace en Amsterdam en 1948, con representación de 147 Iglesias de 44 países, notándose la ausencia de delegados de la Iglesia católica romana y la Iglesia ortodoxa rusa.

el interés de la Iglesia católica por el ecumenismo moderno no se ratificó hasta la celebración del Concilio Vaticano II. Sería el papa Juan XXIII quien, al convocar el Concilio el 25 de enero de 1959, en la clausura de la Semana por la unidad, invitara a las comunidades separadas a buscar juntos la unidad de la Iglesia. una propuesta corroborada con la creación del Secretariado para la unidad de los Cristianos en 1960, y la invitación a las autoridades de las distintas comunidades eclesiales a enviar observadores al sínodo.

el Concilio suponía, por tanto, un acto de recepción en la Iglesia católica del movimiento ecuménico que había sido suscitado por el espíritu fuera del mundo católico. Hasta entonces, se había rechazado la invitación de participar en las reuniones del movimiento ecuménico, por considerar que el método seguido en la búsqueda de la unidad era incompatible con la propia convicción eclesiológica.

la actitud oficial de la Iglesia católica había sido la del recelo y la desconfianza, cuyo máximo exponente se encuentra en la encíclica de Pío XI Mortalium Animos (1928). en ella se rechaza la invitación a participar en la I Conferencia Mundial de Fe y Constitución, celebrada en lausana en 1927, y se negaba a los católicos a colaborar con todo tipo de iniciativa o actividad ecuménica.

el objetivo era salvaguardar la verdadera unidad de la religión y evitar que el movimiento ecuménico convirtiera el cristianismo en un “pancristianismo” relativista. el único camino a seguir para alcanzar la unidad

de los cristianos –desde la postura católica– era el del “retorno” de todos los hermanos “disidentes” a la única y verdadera Iglesia de Cristo.

Posteriormente, Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), se mostraría algo más abierto al diálogo, advirtiendo, no obstante, del riesgo de un “imprudente irenismo”, que dificultaría el acercamiento y la comprensión fraterna conduciendo a una “común ruina”.

A pesar de esta actitud general de recelo, surgían voces aisladas dentro del catolicismo que se alzaban proféticamente preparando el terreno para el cambio. el mismo papa León XIII había mostrado un deseo de acercamiento a los cristianos de Oriente creando una Comisión para favorecer la reconciliación de los disidentes con la Iglesia (1895) y promovió la Octava de Oración por la unidad de los Cristianos. A este proceso de transformación han de sumarse nombres de teólogos como Dom Lambert, R. P. P. Dumont, P. Couturier, Y. Congar, C. Boyer, J. Daniélou, etc. Y publicaciones de revistas como Irénikon, de los monjes benedictinos de Chevetogne (Bélgica), o Istina, de los dominicos franceses, que desempeñaron una importante labor en crear un ambiente favorable al ecumenismo.

el cambio que tímidamente se iba gestando en el seno de la Iglesia católica cobraba cada vez más fuerza, provocando un cambio de actitud que haría pasar de la sospecha a considerar el movimiento ecuménico como un fruto del espíritu.

IV. EL CONCILIO: COMIENZO DE UNA NUEVA ERA PARA EL ECUMENISMO

el cambio eclesiológico que se lleva a cabo con el Concilio Vaticano II, inspirado por la idea del aggiornamento promovida por Juan XXIII, en fidelidad a Dios y a los hombres de nuestro mundo, significó para la Iglesia –como afirmara el dominico francés M. D. Chenu– el paso a una “nueva era”: del monólogo al diálogo, del microcosmos a la historia, del ser a la relación, del anatema al ecumenismo.

esta nueva actitud ante el ecumenismo se fundamenta en el redescubrimiento

Festival ecuménico en la India

Page 4: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

26

y patrístico, integración de la teología oriental), medios litúrgicos (aprecio por la piedad y la liturgia oriental), medios canónicos y disciplinares (legitimidad de la disciplina y cánones orientales) y medios psicológicos (estima recíproca, mutuo diálogo). Todos ellos están en la base de lo que posteriormente se ha denominado un ecumenismo práctico, y que quedará perfilado en el capítulo II del decreto Unitatis Redintegratio.

3. Decreto pastoral del Secretariado para la Unidad

Por último, el Secretariado para la unidad había preparado un proyecto de Decreto pastoral, que ejercerá también su influencia en el futuro del decreto sobre ecumenismo. en él se consideraban los elementos de salvación fuera del recinto visible de la Iglesia católica, el estatuto eclesiológico de las comuniones no cristianas y las condiciones para el ejercicio del ecumenismo, que pasaban por un mejor conocimiento de los hermanos separados, la oración por la unidad y la cooperación en cuestiones sociales.

los tres proyectos coincidían en bastantes puntos. De ahí que los padres conciliares sugiriesen su unificación en un solo documento de contenido claramente ecuménico.

en la segunda sesión, el 18 de noviembre de 1963, se presentaría el esquema unificado, De oecumenismo, estructurado en cinco capítulos:

◼ el primer capítulo, bajo el título “Principios del ecumenismo católico”, sintetizaba la doctrina del ecumenismo presente en los tres proyectos anteriores: la unidad de la Iglesia, los elementos de salvación y el ecumenismo.

◼ el capítulo segundo (“ejercicio del ecumenismo”) se refería a la

discuten desde la primera sesión del Concilio (1962) hasta su aprobación definitiva en la tercera sesión (1964):

1. Capítulo XI, De oecumenismo, del esquema De Ecclesia (1962)

en el primer período de discusiones, la Comisión preparatoria presenta un primer esquema para elaborar un documento sobre la Iglesia, que constaba de once capítulos, dedicándose el último, el undécimo, a la cuestión ecuménica.

el esquema, en general, sería rechazado por la excesiva insistencia en el aspecto jurídico y militante de la Iglesia, así como su aire triunfalista y la falta de perspectiva pastoral y misionera. De hecho, aunque en el capítulo XI (De oecumenismo) se reconozca la existencia de lazos de unión entre la Iglesia católica y los “hermanos separados”, así como el hecho de que en sus comunidades puedan encontrarse “elementos” portadores de salvación, se sigue refiriendo a la Iglesia –retomando la expresión del Concilio Vaticano I– como “uno y único signo elevado sobre las naciones”.

2. Esquema De Ecclesiae unitate, Ut omnes unum sint

en la misma sesión, la Comisión preparatoria presentaría el esquema De Ecclesiae unitate, que abordaba la relación con las Iglesias orientales, reconociéndose una vinculación espiritual que permitía la comunión a pesar de la separación. en el mismo documento se sugerían medios que, a nivel práctico, ayudarían a superar los obstáculos entre la Iglesia católica y las Iglesias orientales: medios sobrenaturales (oración y santidad de vida), medios teológicos (reconocimiento de las diferentes formas de pensamiento, recurso bíblico

del rostro de la Iglesia, que conllevaría un cambio en la forma de relacionarse con el hombre, la sociedad, el mundo, la ciencia y ¡cómo no! con los “hermanos separados”. Así, Lumen Gentium mostrará el rostro rejuvenecido de una Iglesia que quiere dar respuesta a los nuevos tiempos “revigorizando –en palabras de J. Ratzinger– lo propiamente cristiano en su propia novedad que nunca envejece (…), sin sustituir o disolver la Iglesia, sino sacando a la luz su primitiva fuerza y pureza” (El nuevo pueblo de Dios, p. 299).

Daba así comienzo la “nueva era” de la relaciones de la Iglesia católica con el movimiento ecuménico, iniciándose toda una serie de diálogos bilaterales a nivel internacional, regional y local, que poco a poco irán dando sus frutos.

el ecumenismo, tal y como aparece tratado en el decreto Unitatis Redintegratio, tiene, por tanto, como trasfondo y fundamento la eclesiología de la constitución Lumen Gentium, acentuándose la íntima vinculación de ambos documentos desde las primeras líneas del decreto (cfr. uR 1). Será la eclesiología el principio hermenéutico desde el que interpretar de manera equilibrada el ecumenismo en el Concilio. De tal manera que puede comprenderse el decreto Unitatis Redintegratio como la prolongación ecuménica de la doctrina de la Iglesia de Lumen Gentium.

V. EL DECRETO UNITATIS REDINTEGRATIO, PASO A PASO

el decreto Unitatis Redintegratio fue promulgado por Pablo VI el 21 de noviembre de 1964, no sin pasar por dificultades en la historia de su redacción y aceptación en el aula conciliar.

en la base de su estructura final confluyen tres documentos que se

PL

IEG

O

Oración ecuménica en los Estados Unidos

Encuentro con los anglicanos en el Vaticano

Page 5: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

27

práctica del ecumenismo: renovación y conversión de la Iglesia, oración por la unidad, conocimiento de los hermanos separados, formación ecuménica de los clérigos, etc.

◼ Y el capítulo tercero (“los cristianos separados de la Iglesia católica”) se distribuía en dos secciones. una dedicada a las Iglesias orientales y la otra a las comunidades surgidas en el siglo XVI.

◼ Tanto el capítulo cuarto (“Relaciones de los católicos con los no-cristianos, especialmente con los judíos”) como el quinto (“la libertad religiosa”), elaborados por dos subcomisiones dependientes del Secretariado para la unidad, fueron sugeridos para la elaboración de documentos separados del decreto sobre ecumenismo. Constituyen sendos capítulos la base de las futuras declaraciones Nostra aetate (sobre las religiones no cristianas) y Dignitatis humanae (sobre la libertad religiosa).

la cuestión ecuménica quedaría así centrada en la relación de la Iglesia católica con otras confesiones cristianas. De manera que, tras las sugerencias realizadas, el esquema pasaría a ser rectificado para su aprobación definitiva en la tercera sesión, con una estructura basada en los tres primeros capítulos más un proemium, en el que se valorase positivamente el movimiento ecuménico como fruto de la acción del espíritu.

Resulta significativa la reacción de los padres conciliares en el debate sobre el esquema, revelando el clima de recelo aún existente en la Iglesia católica ante la cuestión ecuménica. Por una parte, era evidente la satisfacción de los obispos provenientes de religión mixta por la apertura de la Iglesia a las relaciones con las otras confesiones cristianas. Por otra, se mostraba el

descontento y la oposición por parte de los obispos procedentes de países enteramente católicos, entre ellos los obispos españoles, que exteriorizaban su miedo a que el decreto diera rienda suelta al proselitismo de las sectas protestantes. Tal desacuerdo obligó a la intervención directa del papa Pablo VI sobre el documento, que realizó una serie de modificaciones sobre el texto inmediatas a su aprobación con el fin de conciliar las posiciones enfrentadas ante la cuestión ecuménica.

VI. PRINCIPIOS CATÓLICOS DEL ECUMENISMO

un cambio importante se observa en el título del primer capítulo, que pasa de llamarse “Principios del ecumenismo católico” (del texto presentado en el segundo período) a “Principios católicos del ecumenismo”. esta nueva formulación evidencia un acercamiento al ecumenismo al margen de la propia confesionalidad. no existe un ecumenismo católico, otro luterano, ortodoxo o reformado, sino un solo ecumenismo, que tiene como finalidad la unidad de todos los cristianos, en el que la Iglesia católica y las otras confesiones toman parte desde la propia concepción eclesiológica.

“el camino ecuménico es el camino de la Iglesia” (uuS 7), según afirma Juan Pablo II en Ut unum sint. Pero, ¿cuáles son estos principios que guiarán a la Iglesia por el camino del ecumenismo?

1. La unidad de la Trinidad es el modelo y principio supremo (UR 2)

el misterio de la unidad de la Iglesia tiene su origen en el misterio de la comunión trinitaria, que integra la diversidad de las relaciones personales del Padre, el Hijo y el espíritu Santo,

sin que la diferencia conlleve la ruptura en la unicidad del ser de Dios.

Al ser la Iglesia reflejo de la comunión trinitaria, se podrá reconocer en ella la unidad que no contradice la diversidad, al mismo tiempo que la unicidad de la Iglesia de Cristo que huye de todo relativismo eclesial.

Teniendo como modelo la Trinidad, es impensable sostener la legitimidad de “tres” Iglesias, como sujetos independientes que están llamados a unirse. Tal idea supondría la canonización de la división en la Iglesia y una errónea interpretación del concepto griego hypostatis en la Trinidad, que no supone la individualidad de las personas trinitarias. es decir, en el misterio trinitario no existen “tres dioses” que viven en comunión, sino tres modos de subsistencia del ser.

el Concilio sostiene la unicidad de la Iglesia de Cristo que se expresa mediante la fórmula de la constitución Lumen Gentium: “la única Iglesia de Cristo (…) subsiste en (subsistit in) la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él” (lG 8). expresión que viene reformulada en Unitatis Redintegratio, al afirmar que la única Iglesia de Cristo “subsiste indefectible en la Iglesia católica” (uR 4).

A simple vista, podría parecer que con esta fórmula se proclama la exclusividad de la Iglesia católica; sin embargo, bien entendida, está en la base de la apertura del catolicismo al ecumenismo.

la expresión subsistit in sustituía a la fórmula de la primera redacción del esquema, que afirmaba que la única Iglesia de Cristo “es” (est) la Iglesia católica. Fue un avance decisivo para admitir que fuera de la estructura visible de la Iglesia católica “pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, empujan hacia la unidad católica” (lG 8), o como se afirmará posteriormente en la encíclica Ut unum sint: “Más allá de los límites de la comunidad católica no hay un vacío eclesial” (uuS 13).

no es de extrañar que G. Philips, en su comentario a la Lumen Gentium, considerara que en esta expresión

Page 6: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

28

humilde, reconociendo que, aunque en ella se encuentre la plenitud de los medios de salvación, está también necesitada de purificación, conversión y renovación (cfr. lG 8). Así se ratificará en Unitatis Redintegratio: “Aunque la Iglesia católica está enriquecida por toda la verdad revelada por Dios y todos los medios de la gracia, sin embargo, sus miembros no viven con todo el fervor que a ello corresponde” (uR 4).

3. Unidad en la diversidadSerá este principio de la unidad

en la diversidad el que nos ayude a mirar con optimismo el futuro de la tarea ecuménica y nos anime a seguir avanzando y disfrutando por el camino hacia la comunión plena, que nos lleva forzosamente a contemplar la realidad más allá del monocolor de la propia lente. Con esta amplitud de miras lo expresará Unitatis Redintegratio: “Guardando la unidad en lo necesario, todos en la Iglesia mantengan la debida libertad, tanto en las varias formas de vida espiritual y de disciplina como en la diversidad de ritos litúrgicos e incluso en la elaboración teológica de la verdad revelada; pero en todo practique la caridad” (uR 4).

la diversidad, bien entendida, no se opone a la comunión, sino que, por el contrario, la fortalece y la consolida. Al mismo tiempo, nos saca de la uniformidad lanzándonos sin miedo a lo diferente, donde el espíritu actúa misteriosamente, como magníficamente expresará el decreto: “no hay que olvidar tampoco que todo lo que la gracia del espíritu obra en los hermanos separados puede contribuir también

plena con la Iglesia católica. Cabría preguntarse, ¿qué la hace aparecer como especial frente a las otras confesiones cristianas?

la idea del subsistit in vendrá completada en Unitatis Redintegratio por la de la plenitud de los medios de salvación presentes en la Iglesia católica: “Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de salvación, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación” (uR 3). es en ella donde se han mantenido históricamente los medios necesarios con los que Cristo quiso dotar a la Iglesia para que el hombre de todos los tiempos pudiera experimentar la salvación, sin que esto suponga el desprecio de las otras Iglesias y comunidades eclesiales, pues “el espíritu de Cristo no rehúsa servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia católica” (uR 3).

la Iglesia católica, sin negar su identidad ni afirmar ninguna doctrina nueva, ha cambiado de actitud declinando todo talante triunfalista e identificándose con los elementos de verdad presentes en otras realidades eclesiales. el diálogo ahora –como afirmará W. Kasper en un artículo realizado en el 40º aniversario del decreto–, más que un intercambio de ideas, es un intercambio de dones que contribuyen a la edificación de la única Iglesia de Cristo.

la idea del “retorno” de los disidentes al seno de la Iglesia católica ha quedado como un residuo narcisista del pasado. Ahora la Iglesia católica se muestra

se encerraba el núcleo de todo el problema ecuménico.

2. ¿Cómo ha de entenderse la comunión?

Sorprendentemente, el Concilio asume la idea de los “elementos de Iglesia” (vestigia ecclesiae) utilizada por Calvino en sentido negativo en su Institutio Religionis Christianae (1536), aunque no de modo literal. Afirmaba Calvino que incluso entre los papistas, a pesar de todos los abusos y deformaciones, habían permanecido residuos de la verdadera Iglesia, pues Dios es fiel y mantiene su pacto inviolable independientemente de la impiedad y tiranía de los hombres.

Consecuencia del subsistit in es el reconocimiento de “elementos o bienes que conjuntamente edifican y dan vida a la propia Iglesia fuera del reciento visible de la Iglesia católica: la Palabra de Dios escrita, la vida de gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del espíritu Santo, y los elementos visibles: todas estas realidades que proceden de Cristo y conducen a él, pertenecen, por derecho, a la única Iglesia de Cristo” (uR 3).

la Iglesia católica, al relacionarse con las otras confesiones cristianas, no las ve como extrañas o ajenas a su propio ser, sino que se siente identificada con ellas a través de una serie de elementos o medios de salvación que fundamentan una comunión parcial diversificada, tal y como ya se había explicitado en Lumen Gentium: un mismo bautismo, aunque no conserven la unidad de comunión con el sucesor de Pedro; la Sagrada escritura como norma de fe y vida; algunos sacramentos, el episcopado, la oración y otros bienes espirituales (cfr. lG 15).

la comunión plena se establece por tres vínculos esenciales: la profesión de fe (vinculum symbolicum), la celebración de los sacramentos (vinculum liturgicum) y el ministerio pastoral (vinculum comunionis). en la medida en que se den estos vínculos entre las Iglesias y comunidades eclesiales, se podrán establecer distintos grados de comunión, de ahí que se pueda hablar de “una cierta comunión, aunque no perfecta, con la Iglesia católica” (uR 3).

Puede seguir resultando presuntuosa esta expresión, que llama a la comunión

PL

IEG

O

Congreso ecuménico en Alemania

Page 7: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

29

a nuestra edificación. Todo lo que es verdaderamente cristiano no se opone nunca a los bienes auténticos de la fe; es más, siempre puede conseguir que se alcance de modo más perfecto el misterio de Cristo y de la Iglesia” (uR 4).

Así lo estaba experimentando en el mismo Concilio la Iglesia católica, al constatar el aprecio por la Palabra de Dios en el mundo protestante y cómo habían logrado acercarla al pueblo, al reconocer la importancia de la acción del espíritu Santo en la vida de la Iglesia, enfatizada por el mundo ortodoxo. Cuestiones que en el mundo católico habían quedado debilitadas y que, gracias a esta nueva actitud, podrían profundizar, enriqueciendo así la única Iglesia de Cristo.

Al reconocer todo lo que el camino ecuménico había aportado a la Iglesia católica para su propia crecimiento, este primer capítulo valorará y definirá positivamente el movimiento ecuménico, haciendo hincapié en la gran aportación que ha supuesto para fomentar la unidad de los cristianos, y animando a todos los fieles católicos a que, “reconociendo los signos de los tiempos, participen diligentemente en el trabajo ecuménico” (uR 4). Contrasta esta exhortación con aquella otra de Pío XI, que prohibía a los católicos participar en cualquier iniciativa ecuménica.

la comunión perfecta entre todos los cristianos, que respeta la diversidad, se manifestará visiblemente cuando “todos los cristianos se congreguen en la única celebración de la eucaristía” (uR 4). un fin, por tanto, nunca el medio por el que procure la unidad, pues la eucaristía es el sacramento de la comunión en el que se manifiesta plenamente la unidad de la Iglesia. Difícilmente podrán celebrar la comunión plena quienes aún caminan hacia ella superando escollos.

VII. CLAVES NECESARIAS PARA PONER EN PRÁCTICA ESTOS PRINCIPIOS

el segundo capítulo del decreto (“Práctica del ecumenismo”) se centra en las indicaciones concretas a partir de los principios enunciados, que ahora enumeramos:

◼ Se hace responsable de la unidad de la Iglesia a los fieles y a los pastores, cada uno según su capacidad (cfr. uR 5). el ecumenismo no es tarea de algunos que se interesan por esta cuestión, sino que ha de ser interés y tarea de toda la Iglesia.

◼ esencial en el camino ecuménico será la autocomprensión de la Iglesia como comunidad peregrina en este mundo y, por tanto, llamada a una reforma constante (cfr. uR 6). la Iglesia ha de sacudir todos aquellos elementos históricos o culturales que se hayan podido pegar a sus pies, como polvo y espinas del camino, y que le impiden avanzar con libertad.

◼ la auténtica renovación, si se quiere evitar un falso progresismo que desfigure la identidad de la Iglesia, pasa por la conversión interior en fidelidad a su vocación: “Recuerden todos los fieles cristianos que promoverán e incluso practicarán tanto mejor la unión cuanto más se esfuercen en vivir una vida más pura según el evangelio” (uR 7).

◼ el ecumenismo no puede perder su “alma”. Por eso, a la conversión del corazón y la santidad de vida, se suma la oración por la unidad de la Iglesia, fundamento del llamado “ecumenismo espiritual” (cfr. uR 8). De nada servirán, por tanto, los grandes discursos teológicos y acuerdos, que en demasiadas ocasiones no salen de los papeles, si no existe una auténtica comunión espiritual.

◼ Se hace cada vez más necesario superar prejuicios, en fidelidad a

la verdad, para lo que será muy útil conocer la mentalidad de los hermanos separados, su doctrina, historia, vida espiritual, liturgia, etc. (cfr. uR 9). la formación, por tanto, ha de adquirir un papel cada vez más relevante en todos los ámbitos de la Iglesia (cfr. uR 10).

◼ la Verdad es absoluta, no su formulación o expresión concreta; por ello, “el modo y el sistema de expresar la fe católica no deben convertirse de ninguna manera en un obstáculo para el diálogo con los hermanos” (uR 11). esto no significará ni caer en un laxismo dogmático ni en un “falso irenismo”, sino profundizar en la cuestión de las formas y el lenguaje para poder comprender y hacernos comprender en el diálogo. Además, a los teólogos católicos se les recuerda que existe un “orden o jerarquía de verdades” en función de su conexión con el fundamento de la fe cristiana (cfr. uR 11). lo que puede ayudar a establecer un diálogo más desde la convergencia que desde la divergencia.

◼ la cooperación ecuménica en el campo de lo social ayudará a un mayor conocimiento y aprecio mutuo, y allanará el camino de la unidad de los cristianos (cfr. uR 12).

Desde estas claves, el capítulo tercero (“las Iglesias y comunidades eclesiales separadas de la Sede apostólica romana”) analizará las relaciones de la Iglesia católica con las Iglesias orientales y las Iglesias y comunidades eclesiales surgidas de la Reforma en el siglo XVI. es interesante observar la metodología utilizada, que presta más atención a aquellos elementos que favorecen la unión y sobre los que existe cercanía doctrinal y disciplinar, que a aquellos elementos que aún separan a las Iglesias.

VIII. PROYECCIÓN FUTURA DEL ECUMENISMO

el Concilio Vaticano II, y en concreto el decreto Unitatis Redintegratio, puso en marcha a la Iglesia católica por el “camino irreversible” del ecumenismo (cfr. uuS 3). no hay marcha atrás en el compromiso de toda la Iglesia por la unidad.

el ecumenismo ha experimentado un rico proceso de recepción en la

Jornada interreligiosa de Asís (2011)

Page 8: 2.xxx. 2.832. 19-25 de enero de 2013 x-x de mes de 2010€¦ · Del 18 al 25 de enero, la iglesia celebra la semana de oración por la unidad de los Cristianos. en el marco del Año

30

la tradición patrística, pero sin ruptura con el desarrollo dogmático posterior, que por distintos derroteros de la historia ha permitido que la salvación de Cristo pueda ser una realidad en nuestros días.

la diversidad cultural, doctrinal, filosófica, litúrgica, etc. no puede ser, por tanto, despreciada, pues ha sido el mismo espíritu Santo el que la ha suscitado por caminos que solo él conoce. Y precisamente en este punto es donde el discernimiento se hace más difícil. Cabría preguntarse, ¿es que Dios no se sirve también de la debilidad y el pecado para manifestar su gracia?

en este sentido, el Concilio, al reformular el ecumenismo desde la eclesiología de comunión, nos ofrece una perspectiva diferente que ha de impulsar con optimismo el camino ecuménico. Al reconocer una comunión real, aunque imperfecta, por la riqueza de dones y elementos de salvación compartidos y presentes en las otras Iglesias y comunidades eclesiales, se niega la existencia de la división real. la ruptura, por tanto, habría que situarla más en el plano de lo histórico-institucional que en el plano teológico-trascendente.

entre las distintas confesiones cristianas ha existido siempre una comunión, aunque parcial. Hemos compartido elementos esenciales y constitutivos de la Iglesia, que nos hacen reconocer la identidad eclesial de las otras comunidades a partir de la fórmula subsistit in. en ellas también nosotros nos reconocemos. Y desde aquí es desde donde se ha de plantear el diálogo y el aprecio mutuo por la diversidad.

Muchas sorpresas nos esperan aún por este camino del ecumenismo, la gran aventura del espíritu Santo en la vida de la Iglesia. este se abrirá siempre paso por senderos insospechados pese a nuestras cerrazones. Ojalá que, en este Año de la fe, la relectura del decreto Unitatis Redintegratio y nuestra conversión interior a Jesucristo abran nuestro corazón y nuestra mente a la acción libre del espíritu, que creará entre nosotros innovadores cauces para la comunión superando cualquier obstáculo.

viven en clima de confrontación con otras confesiones cristianas podrían aportar un tono sosegado al diálogo en clave de convergencia, más que desde la diferencia y la búsqueda de argumentos para rebatir la opinión contraria.

la formación ecuménica es básica para entablar un diálogo serio, que no sacrifique la identidad en aras de una falsa idea de tolerancia, y que nos haga salir sin miedo de los torreones de nuestros propios esquemas para disfrutar de la diversidad.

A mayor conocimiento, mayores posibilidades de superar obstáculos. unos vinculados a la fe, otros a factores históricos e institucionales que han sido determinantes en el triste panorama de las divisiones.

Se podrá así afrontar la difícil cuestión de las verdades de fe y su formulación, condicionada siempre por patrones filosóficos y culturales que han abordado el dogma desde ópticas diversas. Tal es el caso de la cuestión del Filioque, que deriva de dos visiones, la oriental y la occidental, que más que opuestas son complementarias en la contemplación del misterio de la Trinidad.

Todo avance en el conocimiento conlleva un proceso de conversión interior en sentimientos, ideas, actitudes, que abarca toda la existencia. Pero una conversión que se ha de manifestar comunitariamente en un proceso serio de “reforma” eclesial que favorezca la realización de la unidad visible de todos los creyentes en Cristo.

la clave del éxito de esta reforma nos la ha ofrecido el papa Benedicto XVI al proponerla desde una hermenéutica de la continuidad y no de la rutpura. la auténtica reforma de la Iglesia parte de un retorno a las fuentes (ressourcement) del cristianismo, la Palabra de Dios y

vida de la Iglesia, al menos a nivel de diálogos oficiales establecidos con otras confesiones cristianas: con la Comunión Anglicana, desde 1966; con la Federación luterana Mundial, desde 1967; con el Consejo Metodista Mundial, también iniciado en 1967; con la Alianza Reformada Mundial, desde 1970; con el Movimiento Pentecostal, desde 1972; con la Iglesia ortodoxa, desde 1980; con la Comunión evangélica Mundial, desde 1988, etc. el Enchiridion Oecumenicum, compuesto por diez volúmenes con una media de 1.500 páginas cada uno, es testigo de la riqueza doctrinal y teológica de estos diálogos. Muchos de sus frutos han sido recientemente sistematizados en la obra de W. Kasper, Cosechar los frutos (Sal Terrae, 2010).

Como dato significativo de la situación en españa, habría que destacar que el Enchiridion Oecumenicum en lengua castellana se limita a dos volúmenes, en los que se recogen los documentos del diálogo hasta 1993. A partir de entonces, los documentos más representativos solo podrán encontrarse traducidos gracias a la labor de la revista Diálogo ecuménico.

el movimiento ecuménico, gracias al Concilio, ha sido recibido a nivel institucional en el seno de la Iglesia católica. Sin embargo, habría que cuestionarse si ha sido acogido en la vida concreta de la Iglesia, en la que, a nivel práctico, se ve limitado a la celebración de la Semana de Oración por la unidad de los Cristianos, sin menospreciar los grandes esfuerzos que se han realizado en estos años: la elaboración del Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo (1970, 1973), revisado en 1993, y la gran apuesta de Juan Pablo II con la encíclica Ut unum sint (1995), así como sus numerosos gestos públicos.

A pesar de todo, la cuestión ecuménica sigue siendo una asignatura pendiente en la formación de los cristianos católicos. Todavía términos como ortodoxo, luterano, reformado o anglicano suenan a “gente extraña” que nada tiene que ver con nosotros.

el hecho de vivir en un país de tradición mayoritariamente católica no nos exime del interés por el ecumenismo. es más, países que no

PL

IEG

O

El Papa con Bartolomé I en Turquía