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2DO CONTROL DE LECTURA. SANTIAGO OYARZÚN Si bien se puede ver la cita de Luis Aldunate como una potencial reflexión sobre, redundantemente, el potencial económico adquirido por Chile tras la guerra del Pacífico y su mal uso en temas sociales (desde el punto de vista del autor de la cita), visto como una pérdida de este potencial, es importante entender que este potencial fue en beneficio, primordialmente, de las capas más altas de la sociedad chilena de finales del siglo XIX y principios del XX, como demuestra el texto de Fernando Ortiz, ilustrando las luchas sociales que son necesarias para lograr que aumenten los derechos de los trabajadores y el gasto social, a través de la organización del proletariado 1 y así lograr, más allá de un discurso lejano de la realidad del ex ministro de Hacienda Aldunate, el aumento de los sueldos, la existencia de las pensiones de gracia y otros beneficios para el obrero, además de una legislación social que proteja los intereses del pueblo. Es decir que, si bien se puede hablar del beneficio económico traído por la victoria en la guerra del 79’, según muestra el fragmento, no reportó más beneficios para el país que el aumento en el gasto social del país, lo que, como veremos más adelante, demuestra la idea por parte de las elites de que, haciendo cualquier gasto extra en el apartado 1 Ortiz Letelier, Fernando. “Movimiento Obrero en Chile”. Madrid. Ediciones Michay. 1985. Capítulo III en: http://www.blest.eu/biblio/ortiz/cap3.html . Visto el 26/04/15

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2DO CONTROL DE LECTURA. SANTIAGO OYARZÚN

Si bien se puede ver la cita de Luis Aldunate como una potencial reflexión sobre,

redundantemente, el potencial económico adquirido por Chile tras la guerra del Pacífico y

su mal uso en temas sociales (desde el punto de vista del autor de la cita), visto como una

pérdida de este potencial, es importante entender que este potencial fue en beneficio,

primordialmente, de las capas más altas de la sociedad chilena de finales del siglo XIX y

principios del XX, como demuestra el texto de Fernando Ortiz, ilustrando las luchas

sociales que son necesarias para lograr que aumenten los derechos de los trabajadores y el

gasto social, a través de la organización del proletariado1 y así lograr, más allá de un

discurso lejano de la realidad del ex ministro de Hacienda Aldunate, el aumento de los

sueldos, la existencia de las pensiones de gracia y otros beneficios para el obrero, además

de una legislación social que proteja los intereses del pueblo.

Es decir que, si bien se puede hablar del beneficio económico traído por la victoria

en la guerra del 79’, según muestra el fragmento, no reportó más beneficios para el país que

el aumento en el gasto social del país, lo que, como veremos más adelante, demuestra la

idea por parte de las elites de que, haciendo cualquier gasto extra en el apartado social,

están ayudando sobremanera a los estratos sociales más bajos, debido a la forma de

entender la relación con el pueblo, más bien propia de los sectores rurales, siendo, más

bien, de tipo clientelar2, distante, por lo tanto de la nueva realidad capitalista de esa

relación. Por lo tanto, por un lado, los miembros de la élite ven en los movimientos sociales

una afrenta a la lealtad que le deben los trabajadores, que debe ser refrenada con medidas

violentas (como se revisará más adelante), mientras que, por otro lado, se ve el alzamiento

y organización gradual del llamado movimiento obrero, organizado, tanto por obreros,

como por miembros de la élite que ven reflejadas sus propias ideas en el ideario socialista y

anarquista (como es el caso de Recabarren, entre otros)3.

En sí, el aumento en las ganancias del país tras la guerra del 79’, en base a la carga

impositiva que se levanta sobre la exportación del salitre, no han hecho más que aumentar

la burocracia, aumentando en cantidad el aparato estatal sin que esto implique una mayor

eficiencia, así, tal como dice la bibliografía leída, se ve al Estado como empleador, sin que

1 Ortiz Letelier, Fernando. “Movimiento Obrero en Chile”. Madrid. Ediciones Michay. 1985. Capítulo III en: http://www.blest.eu/biblio/ortiz/cap3.html. Visto el 26/04/152 Fernández, Enrique. Estado y Sociedad en Chile, 1891-1931. Santiago. LOM ediciones. 2003. Pp. 32-353 Ortiz Letelier, Fernando. Ídem.

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esto redunde en un mejoramiento real de la eficiencia de sus acciones, si bien aumento de

plano su efectividad. Por lo tanto, la mayor riqueza no implicó, de hecho, un mejoramiento

cualitativo en el gasto social.

Fuera de lo anterior, no se puede decir que la mayor riqueza (mayor riqueza que, a

la luz de los datos, es innegable) haya ido en un beneficio directo de los trabajadores del

salitre. La importancia del salitre y de las salitreras radica, en la dimensión social,

principalmente en la gradual generación de un proletariado, sirviendo como punto de

reunión de las ideas socialistas y anarquistas, al enfrentar estas ideas a una legislación

social deficiente, o, se podría decir, inexistente, y la explotación de la que eran víctima los

trabajadores en este espacio4.

En el sentido de lo anterior, tras la lectura de Fernando Ortiz y enfrentándose a los

datos entregados por Cariola y Sunkel, y Fernández, que son, de hecho, complementarios

entre ellos, si bien llegan a diferentes interpretaciones desde ellos, y, necesariamente a lo

anterior, distintas conclusiones, se puede decir que, si bien el funcionamiento de las

salitreras es un funcionamiento de enclave5, al entendérsele como una construcción en base

a la inversión extranjera que, aunque generando un aumento en las ganancias en el país

anfitrión (Chile), tras la finalización de la actividad económica dejan tras de sí el espacio

contaminado, desierto e inutilizable en cualquier otro sentido, además de no propiciar, per

se, una transferencia tecnológica, debido a que la tecnología del salitre (de extracción

minera, por lo tanto) solo es considerada “moderna” a principios del siglo XX6, la que es

mantenida hasta que el cobre se convierte en la principal exportación de Chile, usándose el

mismo método de forma retrógrada para los estándares del momento.

Todo lo anterior se sostiene en que, como dice Fernández, si bien hay un

mejoramiento en la tecnología, tal como la introducción del sistema “Shanks” en

Humberstone durante 1878 o, con anterioridad, la fundación de la Compañía del Salitre y

Ferrocarril de Antofagasta S.A. en el 1873, incluyendo la creación de la línea de trenes y

sus respectivos ramales para poder facilitar, en primera instancia, el transporte del salitre a

las oficinas de Iquique y, posteriormente, el tránsito del producto agrícola desde la zona

4 Ortiz Letelier, Fernando. Ídem.5 Fernández, Manuel. “El enclave salitrero y la economía chilena, 1850-1914” en Nueva Historia. Año 1, nro. 3. 1981. Pp. 2-36 Cariola, Carmen y Sunkel, Osvaldo. “La historia económica de Chile 1830 y 1930”. Madrid. Ediciones Cultura Iberoamericana del Instituto de Cooperación Iberoamericana. 1982. Pp. 95-101

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centro-sur, tal como dice el trabajo de Cariola y Sunkel7, no se puede decir que estas

tecnologías sirviesen para la construcción, importación o invención dentro del territorio

nacional estatal de otras tecnologías a partir de las tecnologías importadas fuera del ámbito

del salitre8.

Es decir, no se puede observar que las tecnologías traídas hayan mejorado otros

ámbitos que permitiesen un traspaso tecnológico incipiente en el país, sino que permitió el

gasto en, por ejemplo, el mejoramiento tecnológico de la industria agrícola, lo que no se

desprende directamente de la tecnología traída para el enclave salitrero. Por lo tanto el ciclo

del salitre sí ayudo a la mejora tecnológica del país, provocando la necesidad de mayor

producción agrícola y con el gasto, a partir de su gravado, en esta tecnología (además de la

ocupación de las tierras del sur para la agricultura)9, pero no se debe, en sí, a un traspaso

tecnológico propiamente tal. Si bien lo anterior, se puede observar que, fuera de los datos

mostrados por los autores, gracias a los fondos recaudados desde el salitre se aumentó el

porcentaje del gasto estatal en maquinaria para la industria (lo cual es un gasto notable, si

se piensa que se aumentaban notoriamente los fondos del Estado gracias al salitre),

mientras el gasto en minería disminuye10.

Ahora bien, que el gasto en minería disminuya demuestra el anquilosamiento

sustancial en la tecnología de la industria salitrera, lo que nos devuelve a los problemas

sociales, ya que la tecnología, en este aspecto, implicaba principalmente el trabajo manual

del trabajador, por lo tanto la falta de mayor inversión en este aspecto aumenta y/o

mantiene la carga física sobre los trabajadores, en particular de los calicheros. Así, se

demuestra que, si bien existe un aumento en el gasto en la maquinaria (y, por tanto en

tecnología), no era un gasto que permitiese el mejoramiento en la calidad del trabajo en el

salitre, lo que sumado a las malas condiciones de vida dentro del enclave minero, explica la

disminución gradual de la producción de los trabajadores, como muestra el cuadro “X.

Chile. Productividad por trabajador en el sector salitrero”, en el texto de Fernández11. Por

un lado se encuentra el empeoramiento gradual en la salud de los trabajadores, por otro se

7 Cariola, Carmen y Sunkel, Osvaldo. Ídem. P. 1088 Fernández, Manuel. Ídem. Pp. 23-279 Cariola, Carmen y Sunkel, Osvaldo. Ídem. Pp 108-11110 Yáñez, César, Jofré, José y Ducoing, Cristián. “La industrialización por sustitución de importaciones y la frustración de la modernización económica, Chile 1890-2000”. Pp. 7-8. en www.economia.unam.mx/cladhe/registro/ponencias/331_abstract.docx. Visto 26/04/1511 Fernández, Manuel. Ídem. P. 25

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suma que las malas condiciones afectan a los trabajadores que pasaron su infancia en esas

malas condiciones, disminuyendo su eficiencia, lo cual no se termina de compensar con el

poco gasto en tecnología en la minería, que se usa principalmente en la mantención de la

maquinaria, las que, eventualmente, también caerán en un gradual obsolescencia. Otro

motivo para explicar la disminución en la producción es el aumento en la cantidad de

huelgas y detención de obras producto del movimiento obrero a principios del siglo XX,

junto con sus victorias en cuanto a la disminución de las jornadas de trabajo a 8, en relación

a la explotación anterior12.

A la larga, revisando la mentalidad de la élite, confrontándola a los datos sobre el

gasto en maquinaria y las ideas llegadas a los estratos bajos de la sociedad, se puede decir

que se va provocando un anquilosamiento en la mentalidad de los primeros (como ya se

dijo al principio de este ensayo), en contraposición a un país que se moderniza en cuanto a

maquinaria y una clase proletaria que se instruye y recibe el influjo de las ideas del

socialismo y el anarquismo, generando consciencia de clase.

Así, se puede observar las distintas directrices que van tomando las diferentes

fuerzas del país, propiciando choques violentos (más que choques, debiese referirse a

“matanzas propiciadas por los que tienen el monopolio de las armas”) como los observables

en la matanza en la Escuela Santa María en 1907 o la matanza del Seguro Obrero en 1938,

como ejemplos por antonomasia. Tal fue el impacto de ambas que han propiciado la

escritura de literatura en que se muestran ambos momentos desde las perspectiva de sus

autores, siendo las principales obras en este sentido las de Hernán Rivera Letelier (“Santa

María de las Flores Negras”13) y Carlos Droguet (“Los Asesinados del Seguro Obrero”14).

Usamos el ejemplo de la literatura al respecto para demostrar el gran impacto que

generaron en el imaginario nacional ambas matanzas (también se podría añadir la

importancia de Hernán Rivera Letelier en la construcción de un imaginario al respecto de la

vida en las salitreras, siendo este el principal lugar común en su literatura).

Ahora bien, siendo importante referirnos a los datos, tal como nos muestra Ortiz en

“El movimiento obrero en Chile” en su tercer capítulo15, y atendiendo a la ambigüedad que

se genera al enfrentar lo que dice este texto con la cita que guía este ensayo, el gasto

12 Ortiz Letelier, Fernando. Ídem.13 Rivera Letelier, Hernán. “Santa María de las Flores Negras”. Santiago. Editorial Planeta Chile S.A. 200614 Droguett, Carlos. “Los Asesinados del Seguro Obrero”. Santiago. Tajamar Editores. 201115 Ortiz Letelier, Fernando. Idem.

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público no se enfocó, ni mucho menos, en el gasto social, sino que se gastó en la incipiente

industrialización que es posible observar en la nación como muestran, a través de todo el

texto, Cariola y Sunkel16, a partir de las ideas liberales modernizadoras, que dejaban de lado

las normas sociales, para enfocarse en el desarrollo material y el gasto en maquinaria. De

esta manera los trabajadores se centrarían en lograr validar sus peticiones, que se basaban

en: una remuneración justa, la abolición de las multas, el mejoramiento de la calidad de

vida, la abolición de las pulperías, el fin de la intensificación del trabajo, una jornada

racional, el descanso dominical, la defensa de la industria nacional, el control de la

desvalorización de la moneda. Todo lo anterior, según dice en el texto de Ortiz, eran los

motivos por los que los trabajadores, ahora conscientes de sus necesidades como clase,

frente a la clase explotadora, se movilizaban y, a la larga, se organizaban de forma cada vez

más clara y ordenada, siendo, también, más claras y menos violentas sus peticiones. Todo

este movimiento disminuyó ostensiblemente con la matanza de la Escuela Santa María, que

logró, momentáneamente, disminuir las movilizaciones obreras a través del miedo, por

parte del uso del aparato estatal bélico para el uso de los particulares, dueños de las

salitreras.

Para finalizar podemos decir que, tanto Sunkel y Cariola, como Fernández, no

alcanzan a tomar todos los datos empíricos, debido a sus posiciones ideológicas, limitando

sus posiciones. Así, la posibilidad de tomar una mayor cantidad de información, buscando

explicaciones sociales a temas económicos de desarrollo y producción, se puede encontrar

explicaciones alternativas para problemáticas que se han mantenido en el área de la

discusión, sin haberse resuelto aún. La única forma de entender un problema es entenderlo

desde sus diferentes aristas, tratando de abarcar la mayor cantidad de datos, pero sin que

esto implique la mera enumeración de datos con el fin único de mantener la objetividad.

Desde el punto de vista del análisis, ninguna postura está, necesariamente, tan alejada de la

contraria en su información, más que en sus conclusiones y en la selección de datos.

16 Cariola, Carmen y Sunkel Osvaldo. Ídem.