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* Doctor en Filosofía por laEscuela Superior de Filosofía deMünich. Autor de los libros“En el límite del universo. Lavisión cosmológica de StephenHawking”(1993) y de “ El de-recho al desarrollo”(1999).Profesor-investigador del doc-torado de Filosofía de la Edu-cación del ITESO.

La hermenéutica

filosófica de Gadamer

LUIS ARMANDOAGUILAR*

P U E R T O S

Hans Georg Gadamer (1900-2002) es con-siderado el padre de la hermenéutica filosófica con-temporánea. La hermenéutica o arte de la inter-pretación es antiquísima, se remonta a los orígenesde la escritura y a la necesidad de encontrar el sen-tido de los textos. La obra del teólogo alemánFriedrich Daniel Ernst Schleiermacher marca ungiro decisivo en la historia de la hermenéutica.Hasta antes de él se conocían hermenéuticas espe-cíficas de las disciplinas dedicadas a interpretar lostextos legales, literarios o religiosos. Schleiermacherpropuso la sistematización de la hermenéutica ge-neral como arte del comprender mismo, que sir-viera de base a las teorías y metodologías para lainterpretación de textos. Gadamer se propuso de-sarrollar una nueva teoría de la experiencia her-menéutica en toda su extensión, recogiendo loshallazgos de Schleiermacher y otros pensadores,como Wilhelm Dilthey y Martin Heidegger.1

La hermenéutica filosófica es el arte del enten-dimiento2 que consiste en reconocer como prin-cipio supremo el dejar abierto el diálogo.3 Se orien-ta a la comprensión, que consiste ante todo enque uno puede considerar y reconsiderar lo quepiensa su interlocutor, aunque no esté de acuerdocon él o ella. Es un saber peculiar: lo mucho quequeda por decir cuando algo se dice.4 La culmina-ción sería llegar a ponerse de acuerdo.5 Gadamerinsistió en que la peculiaridad de la hermenéuticafilosófica que él se esforzó en desarrollar radica enponer de relieve el carácter fundamentalmentemóvil de la existencia, que es lo que constituye el

carácter específico y finito del ser humano y abar-ca la totalidad de la experiencia humana.6 La mo-vilidad a la que se refiere remite a las formas siem-pre provisionales de la comprensión. La insistenciaen la finitud de la existencia y, por tanto, de lacomprensión, pretende subrayar el alcance de todoconocimiento, en claro contraste con la preten-sión de tener un conocimiento objetivo como elque persiguen las ciencias, como si fuera posibleasentar su carácter definitivo por el mero recursodel método y, lo que es más importante, como side ese modo fuera posible que el ser humano lo-grara una comprensión definitiva de sí mismo. Hayque contar con la posibilidad de que exista des-acuerdo y, a partir de él, retomar la conversaciónuna y otra vez.

La pretensión de Gadamer es integrar el pro-greso de la ciencia y el del pensamiento en unaconcepción unitaria de la experiencia del mundoque se fundamenta en un lenguaje común. Su in-tención se orienta a comprender las condicionesde la solidaridad humana. Su punto de partida esla experiencia de la finitud de la comprensión, quese desprende del ser humano. La insistencia en elmétodo no nos lleva a la verdad. La filosofía esmás que saber verdades. Al tratar de establecer loslímites de la ciencia y de sus pretensiones de obje-tividad, la hermenéutica como experiencia dejaabierta la puerta a una manifestación del ser, porencima de los límites evidentes del contexto in-mediato. Aquí se evidencia hasta qué puntoGadamer hizo suya la tesis heideggeriana que afir-

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ma que “el lenguaje es la casa del ser”. Pero paracomprender hay que comenzar por reconocer quelo dicho en una conversación no es lo decisivo. Loque hace que lo dicho se convierta en palabra es lono dicho que en lo dicho podamos captar. Hablares buscar la palabra. Encontrarla es rebasar un lí-mite. Quien de verdad quiere hablarle a alguien,comunicarse, busca la palabra adecuada, porquecree que lo que no logra decirse está por encimade los límites de lo finito; precisamente porqueno se consigue, comienza a resonar en el otro.7

Gadamer llega a hablar de la necesidad deaprender la “virtud hermenéutica”: la exigencia de,ante todo, comprender al otro. El sujeto está enrelación consigo mismo, se autoposee, no de ma-nera estática sino a través de un continuo procesode relación con el otro y con su mundo. La her-menéutica conlleva una exigencia moral: llegar alotro a través de la palabra y del esfuerzo del concep-to (Hegel). Para eso es necesario el olvido de símismo, lo que según Gadamer constituye una de

las grandes bendiciones del arte y una de lasgrandes promesas de la religión.8 El arte es la pro-mesa de que sus obras pueden abrirse camino enmedio del mundo de nuestros prejuicios con talfuerza que nos permite un acceso casi directo a laexperiencia de la comprensión. Junto con la reli-gión, nos conduce a relativizar nuestra propia po-sición individual, nuestros prejuicios, deseos ypuntos de vista, y nos lleva a un exitus, a una sali-da de nosotros para dejar que lo otro se abra ca-mino en nosotros. En estas condiciones es posibleque nos planteemos las grandes preguntas metafí-sicas, de modo que nuestra comprensión del mun-do no se reduzca al que nos ofrece el conocimien-to científico ni el curso de la técnica.9

Acceder a la propia morada

En una charla que sostuvo a los cien años de edad,10

Gadamer reiteró el temor que lo acompañó a lolargo de toda su vida: la posibilidad de que la es-

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pecialización y todo lo que significa vivir en unmundo tecnificado —los peligros de los mediosmasivos para la cultura de la comunicación, el fun-cionamiento masivo de las universidades, la éticadel rendimiento, el optimismo del progreso—impidan el aprendizaje, que sería la derrota delverdadero diálogo y de la capacidad de compren-sión. Esto equivale a la imposibilidad de que el serhumano llegue a estar en casa o “acceda a su mo-rada”, es decir, su ethos, término que Gadamer uti-liza en el sentido que le atribuían los antiguos grie-gos: las viviendas, el sedentarismo y cualquier lugaren un marco de convivencia ordenada.11

La morada del mundo es el mundo tecnificadoy dominado por la informática, que tiende a uni-formarlo todo. Para contrarrestar esta tendencia,Gadamer considera necesario cultivar el lenguajeen sus posibilidades más propias: encontrar la pa-labra precisa, pero también el silencio elocuente.Estar presente en el diálogo es lo más opuesto a larutina del diálogo polémico, la disputa, la reac-ción que busca contradicciones o inconsistenciaslógicas, el lenguaje periodístico que se reduce a unsimple trabajo informativo, etcétera.

Además, es necesario defender el diálogo en suposibilidad interna de verdad, particularmentecontra la sumisión a las reglas de la lógica aparen-te de la sofística. Cabe preguntar si a esta actitudsubyace un rechazo del mundo moderno. EnGadamer encontramos una actitud ambivalente.Por una parte, la plena afirmación de la historia,sus tradiciones, los logros culturales y particular-mente las obras de arte; por otra, un cierto pesi-mismo asociado a lo que el mundo ha llegado aser en la era de la técnica. En toda su obra muestratemor frente al peligro de absolutización de la cien-cia, a que se depositen en ella expectativas des-medidas respecto de sus posibilidades. Esta ten-dencia sólo podría contrarrestarse gracias a laspromesas de las religiones, a la vigencia perma-nente de las preguntas metafísicas y a la fuerzacon que se abren camino las obras de arte, queson como las fuentes de las que se nutre el climabásico para la convivencia y la conversación.

El mundo es morada porque, a pesar de losriesgos que encierra, “estamos en conversación”,en búsqueda de aquello que intentamos expresar

por encima de todas las palabras encontradas obuscadas. Ahí reside la esencia del comprender yde la comunicación12 cuya forma más acabada seda en la amistad. “Lo que hace que algo sea unaconversación es el hecho de que encontremos enotro algo que no habíamos encontrado en nuestraexperiencia del mundo. La conversación posee unafuerza transformadora afín a la de la amistad”.13

Conversación, límite y esperanza

La conversación y el entendimiento son indispen-sables. Pero son sólo un paso. El vínculo social esmucho más fuerte que el vínculo dialógico, quecorre el riesgo de quedarse en el orden puramenteintelectual. Los vínculos humanos son preverbalesy abarcan la realidad más honda de las personas.La actitud hermenéutica es del todo necesaria, peroresulta insuficiente para hacer de este mundo unaverdadera morada en la que haya lugar para to-dos.

Gadamer constató los límites de toda compren-sión, cuyo origen último se encuentra en la limi-tación del ser humano. El hombre es como unapalabra a medias, un balbuceo que sólo se com-pleta y se vuelve inteligible con el otro y por elotro. Por la escucha recíproca y la conciencia deque aun la comprensión más lograda tiene algode provisional, una reserva de silencio en espera deuna mejor comprensión, lo propio del hombrequeda abierto a un horizonte de esperanza. Comola obra de arte, la verdad que se da y se comunicaen el diálogo es inagotable. De ahí su carácter depromesa. Esa es la fuente de la esperanza de que elser humano no se reduzca a una especie de diálo-go trunco. El esfuerzo por salir de sí hacia el otro,concediendo que quizá sea él quien tenga la ra-zón, abre el horizonte esperanzado de un diálogoen el que siempre está presente la palabra y la pre-sencia de los otros, aun de quienes nos precedie-ron y de aquellos que se pretende excluir de laconversación. Al conversar el ser humano trascien-de su límite, se hace diálogo, se vuelve capaz deesperar comprender más, comunicar más.

Educarse y formarse en la era de la técnica esaprender sus verdaderos alcances, así como sus lí-mites. Esta es una tarea difícil que supone una

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actitud positiva, esperanzada, confiada en la ca-pacidad del ser humano para producir lo que ne-cesita y reorientar sus capacidades y logros. Elmundo no tiene un destino determinado por latécnica. No es el ser lo que se ha olvidado. Lo quehay que recordar es lo humano, y los riesgos dedeshumanizar. Educarse en la escucha, la acogidadel otro, la colaboración, la comprensión y la trans-formación del mundo, en el sentido de que res-ponda a los anhelos más profundos de las grandesmayorías, a sus capacidades de invención y de crea-ción. La solidaridad es el presupuesto básico parala creación de convicciones comunes. Para quepuedan existir la comprensión, la solidaridad y launidad entre los hombres es necesario escuchar.Esos son los fines que Gadamer asigna a la educa-ción. Haber insistido en ello es parte de su ricaherencia.

Notas

1. Maceiras Fafián, Manuel y Julio, Trebolle Barrera.La hermenéutica contemporánea, Cincel, Bogotá,1990, p.23.

2. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Verdad y método, vol.II, Sígueme, Salamanca, 1992, p.243.

— La dialéctica de Hegel (1980 2ª), Cátedra, Madrid.3. Cfr. Grondin, Jean (comp.). Gadamer Lesebuch,

Mohr Siebeck, Tübingen, 1997, p.27.4. “Dialogisches Gespräch”. En Grondin, Jean (comp.),

op. cit, p.186.5. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Vom Wort zum Begriff.

En Grondin, Jean. Op. cit, p.107.6. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Verdad y método, vol.

I, 6ª. Ed. Sígueme, Salamanca, 1996, p.12.7. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Poema y diálogo, Gedisa,

Barcelona, 1993, p.12.8. Gadamer, Hans Georg. “Vom Wort zum Begriff”,

en Grondin, Jean. Op. cit, p.110, cfr. núm.29.9. Mauricio Beuchot ha mostrado el modo en que

Gadamer defiende la posibilidad de la metafísicacomo ontología fundamental: “Gadamer cree que,a través del lenguaje, pero en su forma de conversa-ción, puede recuperarse la posibilidad de hacermetafísica, de oír la voz del ser, pero en el murmu-

llo del lenguaje mismo”. Cfr. Beuchot, Mauricio.“La búsqueda de la ontología en Gadamer”, en In-tersticios, publicación semestral de la Escuela deFilosofía de la Universidad Intercontinental, año6, núms. 14 y 15, 2001, p.39. La metafísica con-siste en la pregunta por las cosas. Esta caracteriza-ción me parece pobre. Creo que sería necesariomostrar que también tiene un aspecto afirmativo,de respuesta, que es lo que ha intentado el mismoBeuchot. Cfr. Beuchot, Mauricio. Las caras del sím-bolo: el ícono y el símbolo, Caparrós, Madrid, 1999,pp.7371.

10. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Educar es educarse,Paidós, Barcelona, 2000.

11. Gadamer, Hans Georg. La herencia europea, Penín-sula, Barcelona, 2000b, p.117. Gadamer recuerdaque el ethos es lo que le da valor al logos, a la lógica.“Ethos, no es, sin embargo, nada alto y sublime,sino el “ser creado” que uno es y que no puede ha-cer, aunque haya sido el propio hacer, dejar u omi-tir lo que le ha hecho a uno como es”. Cfr. Ibídem,p.153.

12. Cfr. Gadamer, Hans Georg. El giro hermenéutico,Cátedra, Madrid, 1998, p.59.

13. Cfr. Gadamer, Hans Georg. Verdad y método, op.cit, p.209.

Bibliografía

Beuchot, Mauricio “La búsqueda de la ontología enGadamer” en Intersticios, Número Especial, Publi-cación Semestral de la Escuela de Filosofía de laUniversidad Intercontinental, Año 6/núms. 14 y15/ 2001, p. 39.

— Las caras del símbolo: el ícono y el símbolo (1999).Caparrós, Madrid, pp. 43-71.

Clreary, John y Pádraig Hogan “The reciprocalcharacter of Self-Education” en Journal of Philosophyof Education, vol.35, núm.4, Blackwell, Oxford,2001.

Kosellek, Reinhart y Hans Georg Gadamer. Historia ylenguaje: una respuesta, Paidós, Barcelona, 1997.

Jalón, Mauricio y Fernando Colina. Pasado y presente,Diálogos, Cuadro, Madrid, 1996.