2010-12-12 - el nóbel más esperado

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EL DOMINICAL Suplemento de actualidad cultural Año 58, nº 37 Lima, 12 de diciembre del 2010 MARIO VARGAS LLOSA El más Nobel Nobel esperado esperado Homenaje de colección Todas las facetas del más universal de los escritores peruanos por Santiago Roncagliolo, Alonso Cueto, Martha Hildebrandt, Guillermo Niño de Guzmán, Alonso Alegría, su ácida crítica al arte contemporáneo e infografía didáctica.

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Mario Vargas Llosa, MVLL, nobel, literatura

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ELDOMINICALSuplemento de actualidad cultural

Año 58, nº 37 Lima, 12 de diciembre del 2010

MARIO VARGAS LLOSA

El

másNobelNobelesperadoesperado

Homenaje de colecciónTodas las facetas del más universal de los escritores peruanos por

Santiago Roncagliolo, Alonso Cueto, Martha Hildebrandt, Guillermo Niño de Guzmán, Alonso Alegría, su ácida crítica al arte contemporáneo e infografía didáctica.

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2. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

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estasemana fraseparanoolvidar

Homenaje. El Domi-nical rinde homenaje, con inmensa alegría y orgullo, a Mario Vargas Llosa, el más universal de los peruanos. Para ello el equipo del suple-mento, encabezado por Mar-tha Meier, su editora y editora de Fin de Semana, ha reuni-do un conjunto de artículos escritos por el propio Nobel y connotados intelectuales y periodistas sobre aspectos de su obra, quienes interpretan y analizan con rigor el apor-te de este genial literato, que como bien ha señalado, en el discurso de orden ante la Aca-demia Sueca, “lleva el Perú en sus entrañas” y que el Premio Nobel no adormecerá su vena literaria. Vargas Llosa, en época temprana, colaboró con El Comercio y en especial con este suplemento como crítico y comentarista literario. Aquí publicó también sus cuentos tempranos, como “El abuelo” (ver especial del domingo 10 de octubre). Estamos frente a un escritor universal, una per-sonalidad de vasta cultura, un creador comprometido con su época y defensor acérrimo de las libertades, civiles y econó-micas, y de los valores demo-cráticos. Tienen en sus manos un ejemplar de colección sobre nuestro Nobel, orgullo de to-dos los peruanos y peruanas.

El Dominical Año 57, Nº 37 domingo 12 de diciembre del 2010EDITORA: MARTHA MEIER MIRÓ QUESADA. SUBEDITOR: jORgE pAREDES LAOS. COLABORADORA: DIANA gONZALES OBANDO. EDITOR DE DISEÑO: ÁNgEL HERMOZA. DIAgRAMACIÓN: LUpE AYNAYANQUE Y NORMAN DEL MAR. pORTADA: MVLL. IMpRESIÓN Y DISTRIBUCIÓN: EMpRESA EDITORA EL COMERCIO S.A. DEpÓSITO LEgAL 99-2609. SE DISTRIBUYE gRATUITAMENTE CADA DOMINgO CON EL COMERCIO, SIN CUYO pERMISO LOS CONTENIDOS NO pUEDEN SER REpRODUCIDOS TOTAL NI pARCIALMENTE.

REDACCIÓN: jR. MIRÓ QUESADA 300, LIMA 1TELÉF.: 311 6310 (ANEXOS 5760, 5762). [email protected]: AUgUSTO TOWNSENDTELÉF.: 311 6500 ANEXO: 3400 E-MAIL: [email protected]

“La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, su-frir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan”.

Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) en su reciente discurso “Elogio de la lectura y la ficción”, en Suecia. Y para explicarlo añade “Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Timboctú”.

esmundial

PATRICIA, UNA HERMOSA DECLARACIÓN DE AMOR “Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, ad-ministra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elo-gios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”, fueron las emotivas palabras que que-braron la voz de Mario Vargas Llosa durante su discurso en la Academia Sueca el martes 7 de diciembre.

Dejó la imagen del político, el crítico, el escritor para ser el eterno enamorado que se casó hace cuarenta y cinco años con Patricia Llosa, “la prima de na-ricita respingada y carácter in-domable”, un año después de su divorcio con la tía Julia. Se conocieron cuando él estudia-ba la secundaria y ella el colegio inicial. Años después, Patricia, abandona sus estudios en La So-borna para dedicarse a ser su irremediable cómplice y así cumplir un papel esencial en la carrera literaria de su esposo, la cual no ha dejado hasta hoy.

“Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbelli-no caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia”. Con estas palabras nuestro Nobel realizó una pública declaración de amor.

dequésehablóenlosblogs

Cuba y Mariohttp://baracutey-cubano.blogspot.com

Las difererentes proble-máticas de la realidad y política cubana, actual e histórica, a través de artículos de opinión se desarrollan en este blog donde se incluyen opi-niones del autor de “La ciudad y los perros”.

Palabras y obrashttp://stepien-ybarno.es/blog/2010/12/08¿Qué tiene que ver la arquitectura con la literatura? En este blog se encuentra la relación, pues han opinado y colga-do el discurso completo del Nobel, leído el martes 7 en Suecia.

La esposa del Nobelhttp://www.perio-dismoenlinea.orgPatricia Llosa, esposa y amor de juventud del escritor peruano, refirió que es la primera vez que su esposo hace una reflexión en público sobre ella.

FRAncIscO MIRó QuEsADA RADADIRECTOR pERIODíSTICO DIARIO El cOMERcIO

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.3El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

CLásiCos

eLCanonde

Santiago Zavala. el personaje más recordado y citado de la literatura peruana “Zavalita” es creación de MVLL.

El Perú en una pregunta “ ¿En qué momento se había jodido el Perú?”, se preguntó Santiago Zavala

en las primeras líneas de “Conversación en La Catedral” (1969), la tercera novela escrita por el Nobel Mario Vargas Llosa y la única que, según sus pa-

labras, salvaría del fuego y la que más le había costado escribir. Para el narrador, Zavalita era como el Perú: “Se había jodido en algún momento” y por alguna ex-traña razón estas palabras quedaron grabadas en el fraseo intelectual hasta diver-sificarse e ingresar en el imaginario y léxico popular. Estudios académicos tratan de resolver este enigma remontándose a la etapa colonial. Historia, literatura y demás ciencias sociales analizan –cada una desde lugar– novela y personaje. ¿En qué momento se jodió el Perú? se escucha de las bocas de polí-ticos que intentan personificar mesiánicamente la salvación del mismo. La pregunta de Zavalita recorre ponencias, reflexiones, investigaciones y coloquiales conversaciones. El desencanto de San-tiago Zavala por un Perú autoritario y gris ha con-vertido, posiblemente, a este personaje en la metá-fora humana del fracaso de un país como extensión del fracaso de sí mismo. El joven escritor Santiago Roncagliolo confiesa que al leer “Conversación en La Catedral” en los años noventa sintió “que esa no-vela acababa de ser escrita, que nada había cambiado en el Perú desde Odría”, a pesar de los más de veinte años de distancia.

Fue periodista en “La Crónica”, participó en Cahuide, grupo de izquierda de la Universidad San Marcos cuya ideología anhelaba cambiar el mundo, y vivió en Miraflores. Nos referimos tanto a Mario como a Zavalita, padre e hijo, creador y creatura, el personaje que compartió en la ficción lo que Vargas Llosa vivió en la realidad. Con la nueva imagen de un Perú en ascenso, de un Machu Picchu como maravilla del mundo, con una comida envidiable, con un premio Nobel peruano y universal, esperemos que la historia recuerde en los próximos años al país con una utópica pregunta: ¿En qué momento salvamos al Perú?

Mario Vargas Llosa

1. Madame BovaryGustave FlaubertEsa lenta, escrupulosa, sistemática, obsesiva, terca, documentada, fría y ardiente construcción de una historia.Es la máxima satisfacción.

2. Las mil y una nochesAnónimoNo existe una parábola más sencilla y luminosa para ex-plicar la razón de ser de la fic-ción en la vida de los seres.

3. La guerra y la pazLeón TolstoiCualquier definición resul-ta pobre comparada con esa miríada de experiencias y situaciones que hay en ella. Es total, nada le falta, nada le sobra.

4. DublinesesJames JoycePátina de mitología y de imá-genes más resistentes al paso de los años que la arquitectu-ra y su historia.

5. La señora DallowayVirginia Woolf Relata un día en la vida londi-nense de Clarissa Dalloway. La vida intensa y suntuosa de lo banal.

6. El doctor ZhivagoBoris PasternakEl autor fue cubierto de igno-mias, ensalzado y hasta pre-miado con el Nobel. La pri-mera reacción del lector de nuestros días es de sorpresa.

7. Donde todo termina...Blanca Varela La fuerza de “Ejercicios ma-teriales” reside en hacernos sentir que el destino no es solo lastimoso, que hay en él cierta inevitable grandeza.

8. La muerte en VeneciaThomas MannPese a su brevedad,cuenta una historia compleja y pro-funda.

9. El cuaderno doradoDoris Lessing Objeto de recriminaciones y elogios apasionados, devo-tos como sus detractores le reconocían el papel de novela símbolo de la época.

10. MilleniumStieg LarssonEsta trilogía nos conforta secretamente ¡Bienvenida a la inmortalidad de la ficción, Lisbeth Salander!

Corferencia de prensa: Impresiones

El ganador del Premio Nobel de Literatura expondrá sus impresiones en una conferencia personal e inolvidable.Lugar: museo de La nación. dirección: av. javier prado este 2465, san borja. día: miércoLes 15 de diciembre, 4:00 p.m. ingreso Libre.

Fotografía: Mario Vargas Llosa

El norte del país homenajeará al ilustre escritor que vivió años importantes de su niñez y juventud en la ciudad del sol y el algarrobo con una muestra fotográfica.Lugar: municipaLidad de piura. ingreso Libre.

Selección a partir de su columna Piedra de Toque y “La verdad de las mentiras”.

librosesenciales

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El

especial

Poeta y novelista. Recordado por sus versos y valses peruanos, Juan Gonzalo Rose (1928-1983) publicó en El Comercio* dos de sus encuentros con el hoy Nobel.

Declaraciones. Un Mario Vargas Llosa amante del criollismo y el fútbol, según recuerdos del poeta.

En el recuerdo. El gran Juan Gonzalo Rose cuenta algunos aspectos poco conocidos de Mario Vargas Llosa.

B arrunto que Mario Vargas Llosa es un hombre de muchas relaciones pero de pocos amigos.

La causa, o las causas, serían su carácter ensimismado y a que sus artícu-los suelen abrir las zanjas de las discrepancias profundas. Sin embargo, desde el primer ins-tante fue muy amable conmigo, cuando lo co-nocí en París un agosto de 1964. Me lo presen-tó Germán Carnero Roque y esa misma noche nos invitó a cenar a uno de esos pequeños y encantado-res restaurantes franceses.

Un vino inolvidableLuego de libar un vino que hasta hoy me moja el pala-dar, emprendimos los tres una larga caminata por la Cité y recuerdo que nos aso-mamos a husmear la casa de Víctor Hugo. Él había llegado varios años atrás a Europa go-zando de una beca que pronto se esfumó entre los calendarios. Sin embargo, decidió aferrarse al Viejo Mundo, conociendo en-tonces una extrema pobreza. En tan adversas circunstancias terminó de escri-bir “La ciudad y los perros”.

Tuvo la oportunidad de que la conociera Car-los Barral a quien le gustó sobremanera; pero consideró que su publicación chocaría con el pa-ladar de la España franquista. Felizmente ganó el Primer Premio de la Biblioteca Breve de Seix Barral y esto le abrió las puertas de los linotipos y, al mismo tiempo, las de la fama.

Flaubert y el NobelPosiblemente más de algún lector se sorpren-da; sin embargo, durante cierto momento, o

JUAN GONZALO ROSE* etapa de su vida, Mario Vargas Llosa tuvo la ob-sesión del suicidio. Así lo confiesa él mismo de puño y letra, en un libro poco difundido entre nosotros. “La orgía perpetua”, dedicada a “Ma-dame Bovary” de Gustavo Flaubert. Me ha sido imposible precisar a qué meridiano de su exis-tencia corresponde esta insólita inclinación en quien la suerte ha sido tan pródiga en halagos.

Dos encuentrosVarias veces he tenido la oportunidad de al-

ternar con nuestro escritor. De ellas hay dos que recuerdo de un modo especial.

La una tuvo por marco la casa del talentoso músico Jor-ge Madueño, quien ofreció una velada de criollismo. Allí Vargas Llosa mostró, inusita-damente, su conocimiento y su cariño por nuestra mú-sica popular. Allí, también –¿cuándo no?– brilló la luz propia de Chabuca Granda.

La segunda tuvo por es-cenario el Estadio Nacional donde hallé al académico junto con sus hijos. Allí, en esa tarde dominguera,

supe de su pasión por el fútbol y, de modo especial, que era un fanático hincha de Univer-sitario de Deportes.

Aunque aún es bastante prematuro para pensar en ello, ignoro si Mario Vargas Llo-sa tendrá entre sus planes escribir su auto-biografía.

Estoy seguro que, de ser así, el mal llama-do público, se sorprendería de los secretos que puede ocultar a sus ojos la cotidianeidad de un hombre famoso… las novelas arcanas que guarda el corazón de un novelista.

[*] El Comercio, 2 de diciembre de 1979

Vargas Llosa

que yo conozco

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El arte contemporáneo. En 1997, en una de sus habituales columnas de “Piedra de toque”, Mario Vargas Llosa escribió este magnífico texto sobre sus impresiones respecto al arte actual. Lo reproducimos debido a su gran vigencia.

EsPEciaL

En Inglaterra, aunque usted no lo crea, todavía son posi-bles los escándalos artísti-cos. La muy respetable Royal Academy of the Arts, institu-ción privada que se fundó en 1768 y que, en su galería de

Mayfair suele presentar retrospectivas de grandes clásicos, o de modernos sacramen-tados por la crítica, protagoniza en estos días uno que hace las delicias de la prensa y de los filisteos que no pierden su tiempo en exposi-ciones. Pero, a esta, gracias al escándalo, irán en masa, permitiendo de este modo –no hay bien que por mal no venga– que la pobre Ro-yal Academy supere por algún tiempito más sus crónicos quebrantos económicos.

¿Fue con este objetivo en mente que or-ganizó la muestra “Sensación”, con obras de jóvenes pintores y escultores británicos de la colección del publicista Charles Saatchi? Si

Caca

elefantede

pasa a la página [6]

MarioVargas Llosa

Historia natural. Damien Hirst, multimillonario artista inglés, que presenta en su muestra un ti-burón en formol.

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“La más inesperada y truculenta consecuencia de la evolución del arte moderno y la miríada de experimentos que lo nutren es que ya no existe criterio objetivo alguno que permita calificar o descalificar una obra de arte”.

fue así, bravo, éxito total. Es seguro que las masas acudirán a contemplar, aun-que sea tapándose las narices, las obras del joven Chris Ofili, de 29 años, alum-no del Royal College of Art, estrella de su generación según un crítico, que monta sus obras sobre bases de caca de elefante solidificada. No es por esta particulari-dad, sin embargo, por la que Chris Ofili ha llegado a los titulares de los tabloides, sino por su blasfema pieza Santa Virgen María, en la que la madre de Jesús apare-ce rodeada de fotos pornográficas.

No es este cuadro, sin embargo, el que ha generado más comentarios. El laurel se lo lleva el retrato de una famo-sa infanticida, Myra Hindley, que el as-tuto artista ha compuesto mediante la impostación de manos pueriles. Otra originalidad de la muestra resulta de la colaboración de Jack y Dinos Chapman; la obra se llama “Aceleración Zygótica” y, ¿cómo indica su título?, despliega a un abanico de niños andróginos cuyas ca-ras son, en verdad, falos erectos. Ni qué decir que la infamante acusación de pe-dofilia ha sido proferida contra los inspi-rados autores.

Si la exposición es verdaderamente re-presentativa de lo que estimula y preocupa a los jóvenes artistas en Gran Bretaña, hay que concluir que la obsesión genital encabe-za su tabla de prioridades. Por ejemplo, Mat Collishaw ha perpetrado un óleo describien-do, en un primer plano gigante, el impacto de una bala en un cerebro humano; pero lo que el espectador ve, en realidad, es una va-gina y una vulva. ¿Y qué decir del audaz en-samblador que ha atiborrado sus urnas de cristal con huesos humanos y, por lo visto, hasta residuos de un feto?

Lo notable del asunto no es que produc-tos de esta catadura lleguen a deslizarse en las salas de exposiciones más ilustres, sino que haya gentes que todavía se sorprendan por ello. En lo que a mí se refiere, yo adver-tí que algo andaba podrido en el mundo del arte hace exactamente treinta y siete años, en París, cuando un buen amigo, escultor cubano, harto de que las galerías se nega-

ran a exponer las espléndidas maderas que yo le veía trabajar de sol a sol

en su chambre de bonne, de-cidió que el camino más

seguro hacia el éxito en materia de arte, era

llamar la atención. Y, dicho y hecho, pro-dujo unas ‘escultu-ras’ que consistían en pedazos de car-ne podrida, ence-rrados en cajas de vidrio, con moscas

vivas revoloteando en torno. Unos par-

lantes aseguraban que el zumbido de las mos-

cas resonara en todo el local como una amenaza terrífica.

Triunfó, en efecto, pues hasta una estrella de la Radio-Televisión Francesa,

Jean-Marie Drot, le dedicó un programa.La más inesperada y truculenta conse-

cuencia de la evolución del arte moderno y la miríada de experimentos que lo nutren es que ya no existe criterio objetivo alguno que permita calificar o descalificar una obra de arte, ni situarla dentro de una jerarquía, posibilidad que se fue eclipsando a partir de la revolución cubista y desapareció del todo con la no figuración. En la actualidad todo puede ser arte y nada lo es, según el sobera-no capricho de los espectadores, elevados, en razón del naufragio de todos los patrones estéticos, al nivel de árbitros y jueces que an-taño detentaban solo ciertos críticos.

El único criterio más o menos generali-zado para las obras de arte en la actualidad Excremento. Chris Ofili monta sus obras sobre caca de elefante.

Aceleración Zygótica. Jake y Dinos Chapman despliegan un abanico de ni-ños andróginos cuyas caras son falos erectos.

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.7El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

“En el caso de la pintura, es el sistema el que está podrido hasta los tuétanos, y muchas veces los artistas más dotados y auténticos no encuentran el camino del público por ser insobornables”.

no tiene nada de artístico; es el impuesto por un mercado intervenido y manipulado por mafias de galeristas y marchands y que de ninguna manera revela gustos y sensibilida-des estéticas, solo operaciones publicitarias, de relaciones públicas y en muchos casos simples atracos.

Hace más o menos un mes visité, por cuarta vez en mi vida (pero esta será la últi-ma), la Bienal de Venecia. Estuve allí un par de horas, creo, y al salir advertí que a ni uno solo de todos los cuadros, esculturas y objetos que había visto, en la veintena de pabellones que recorrí, le hubiera abierto las puertas de mi casa, aunque me lo suplicaran de rodillas.

El espectáculo era tan aburrido, farsesco y desolador como la exposición de la Royal Academy, pero multiplicado por cien y con decenas de países representados en la paté-tica mojiganga, donde, bajo la coartada de la modernidad, el experimento, la búsqueda de “nuevos medios de expresión”, en verdad se

documentaba la terrible orfandad de ideas, de cultura artística, de destreza artesanal, de autenticidad e integridad que caracteriza a buena parte del quehacer plástico en nues-tros días.

Desde luego, hay excepciones. Pero, no es nada fácil detectarlas, porque, a diferencia de lo que ocurre con la literatura, campo en el que todavía no se han desmoronado del todo los códigos estéticos que permiten identifi-car la originalidad, la novedad, el talento, la desenvoltura formal o la ramplonería y el fraude y donde existen aún –¿por cuánto tiempo más?– casas editoriales que mantie-nen unos criterios coherentes y de alto nivel, en el caso de la pintura es el sistema el que está podrido hasta los tuétanos, y muchas veces los artistas más dotados y auténticos no encuentran el camino del público por ser insobornables o simplemente ineptos para lidiar en la jungla deshonesta donde se deci-den los éxitos y fracasos artísticos.

A pocas cuadras de la Royal Academy, en Trafalgar Square, en el pabellón moderno de la National Gallery, hay una pequeña ex-posición que debería ser obligatoria para to-dos los jóvenes de nuestros días que aspiran a pintar, esculpir, componer, escribir o fil-mar. Se llama “Seurat y los bañistas” y está dedicada al cuadro “Los bañistas de Asnié-res”, uno de los dos más famosos que aquel artista pintó (el otro es “Un domingo en La Grande Jatte”), entre 1883 y 1884. Aunque dedicó unos dos años de su vida a aquella ex-traordinaria tela, en los que, como se advier-te en la muestra, hizo innumerables bocetos y estudios del conjunto y los detalles del cua-

dro, en verdad la exposición prueba que toda la vida de Seurat fue una lenta, terca, insomne, fanática preparación para lle-gar a alcanzar aquella perfección formal que plasmó en esas dos obras maestras.

En “Los bañistas de Asniéres” esa perfección nos maravilla –y, en cierto modo, abruma– en la quietud de las fi-guras que se asolean, bañan en el río, o contemplan el paisaje, bajo aquella luz cenital que parece estar disolviendo en brillos de espejismo el remoto puente, la locomotora que lo cruza y las chime-neas de Passy.

Esa serenidad, ese equilibrio, esa ar-monía secreta entre el hombre y el agua, la nube y el velero, los atuendos y los re-mos, son, sí, la manifestación de un do-minio absoluto del instrumento, del tra-zo de la línea y la administración de los colores, conquistado a través del esfuer-zo; pero, todo ello denota también una concepción altísima, nobilísima, del arte de pintar, como fuente autosuficiente de placer y como realización del espíritu, que encuentra en su propio hacer la me-jor recompensa, una vocación que en su ejercicio se justifica y ensalza.

Cuando terminó este cuadro, Seurat tenía apenas 24 años, es decir, la edad promedio de esos jóvenes estridentes de la muestra Sensación de la Royal Acade-my; solo vivió seis más. Su obra, brevísi-ma, es uno de los faros artísticos del si-glo XIX.

La admiración que ella nos despierta no deriva solo de la pericia técnica, la mi-nuciosa artesanía, que en ella se refleja. Anterior a todo eso y como sosteniéndo-lo y potenciándolo, hay una actitud, una ética, una manera de asumir la vocación en función de un ideal, sin las cuales es imposible que un creador llegue a rom-per los límites de una tradición y los ex-tienda, como hizo Seurat. Esa manera de ‘elegirse artista’ parece haberse perdido para siempre entre los jóvenes impacien-tes y cínicos de hoy que aspiran a tocar la gloria a como dé lugar, aunque sea empi-nándose en una montaña de mierda pa-quidérmica. Crítico. Vargas Llosa en Nueva York, octubre del 2010.

Asesina. Retrato de infanticida Myra Hindley, cuya ‘origi-nalidad’ radica en que está compuesto por la impostación de manos de niños.

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8. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

ESPECIAL

Mirada joven. El escritor Santiago Roncagliolo (1975) nos entrega una perspectiva generacional sobre la vida y obra del Nobel.

VargasLLosa

Mi primer recuerdo de Mario Var-gas Llosa se remonta a la campaña electoral de

1990, posiblemente al mitin de cierre de campaña. El momen-to más emotivo de su discur-so, la escena que reprodujeron los noticieros de televisión, era una diatriba en que Vargas Llo-sa acusaba a sus enemigos de “cacasenos”. Yo me pasé toda la semana siguiente tratando de averiguar qué era un caca-seno. Nunca había visto un político con tanto vocabulario. Por cierto, tampoco había visto –ni volví a ver– un escritor con esa capacidad de convocatoria. En ese mitin había unas quin-ce mil personas. Y en otro mo-mento de la campaña, cuan-do Vargas Llosa abandonó la carrera, la ciudad amaneció

empapelada con carteles que le rogaban “vuelve”. Las elec-ciones de 1990, y en particu-lar el discurso de los cacasenos, pusieron de manifiesto las dos dimensiones de Vargas Llosa: el estilista, el autor siempre en busca de la palabra precisa, y el hombre público, convenci-do de que es su deber defender sus ideas y participar en el de-bate político.

La doble vocaciónTambién las novelas de Var-gas Llosa dan fe de esa doble vocación: “Conversación en La Catedral” o “La ciudad y los perros” no solo represen-tan un monumental abajo de narración que juega virtuosa-mente con las voces, los tiem-pos y las perspectivas, sino además son feroces críticas al autoritarismo y descarna-dos retratos de los conflictos sociales del Perú. Con seme-

Los dos

jante referente, cuando yo te-nía veinte años, ser escritor me parecía una misión impo-sible: algo que solo podían lo-grar superhombres capaces de escribir setecientas pági-nas y competir en elecciones nacionales. A ver quién se atrevía a intentarlo. Afortuna-damente, en sus entrevistas y declaraciones, Vargas Llo-sa siempre destacó lo contra-rio: el valor del trabajo y de la persistencia, no solo para las obras de los escritores, sino para que cada quien se haga dueño de su destino.

Para mí, cuando empecé a planear seriamente ser es-critor, esa lección era un ali-vio. Ser un genio no depende de uno. El talento es algo que escapa a nuestro control. Pero uno siempre puede trabajar más. Si el trabajo era un ele-mento importante de una ca-rrera literaria, para gente como

santiagoroncagliolo*

REU

TER

S

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.9El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

yo era posible intentarlo. Aho-ra bien, para soñar es necesa-rio tener sueños propios. Una de mis primeras decisiones conscientes como escritor fue precisamente no pretender ser Mario Vargas Llosa, sino tratar de ser yo mismo. Quizá era po-quita cosa, pero al menos era lo que yo podía ser.

ADN literarioCuando mis libros empezaron a publicarse y traducirse com-prendí que ese trabajo no iba a ser tan fácil. El caso más cla-ro fue el de “Abril rojo”. Hasta donde yo era capaz de ver, esa novela tenía más influencia del cine de asesinos en serie que de cualquier escritor hispano. Y sin embargo, en cuanto apa-reció, muchos lectores la situa-ron en la órbita de “Lituma en los Andes”. El protagonista de la novela, Félix Chacaltana, es-taba muy inspirado en el Pe-reira de Antonio Tabucchi, un funcionario gris producto de una dictadura mediocre. Aun así, una vez más, muchos lec-tores y periodistas vieron en él un émulo de Pantaleón, el de las visitadoras. Esos comen-tarios se repitieron en varios países, sobre todo con las tra-ducciones del libro. Al princi-pio, yo lo atribuía a que Vargas Llosa es una especie de Julio Iglesias de la literatura: todo el mundo le achaca hijos que él no ha pedido. Más adelan-te, albergué sospechas de que esas opiniones eran certeras.

No siempre escribo de temas políticos, pero cuando lo hago, sin duda, mi manera de enten-der esa narrativa se formó des-de mis primeras letras con Var-gas Llosa. Voluntariamente o no, sus libros forman parte de mi ADN. Es lo mismo que me ocurre con mi padre. Como todo hijo, llevo toda mi vida tratando de que no me confun-dan con él. Pero tengo su nariz. No obstante, con el tiempo he desarrollado una teoría que me parece más sólida, aun-que suene más rara: el Perú es una invención de Mario Var-gas Llosa.

“El momento más emotivo de su discurso era una diatriba en que Vargas Llosa acusaba a sus enemigos de ‘cacasenos’. Yo me pasé toda la semana siguiente tratando de averiguar qué era un cacaseno”.

“Con él, el Nobel sigue premiando al escritor comprometido con su sociedad, y al defensor de ideas políticas sin las cuales es imposible entender los últimos veinte años de nuestro continente”.

En Kazajistán, en Francia, en Tailandia o en Noruega me he topado con lectores de Vargas Llosa que conocen mi país por sus novelas. Para esos lectores, que se extienden por todo el pla-neta, el Perú es el lugar donde habitan Zavalita, la Tía Julia o Palomino Molero. La mayoría de ellos no han viajado al país, ni reciben noticias de nosotros. Sus imágenes de ese rincón del mundo han sido, casi en exclu-siva, obra de un escritor. Por eso, inevitablemente, los na-rradores peruanos habitamos un mundo que Vargas Llosa creó. Nuestros personajes y si-

tuaciones son contrastados con los suyos, y para muchos lecto-res, resultan verosímiles se-gún ese patrón. La concesión del Nobel ha intensificado ese fenómeno. Al día siguiente del premio, periodistas de todo el mundo se pusieron en contac-to conmigo para pedirme co-mentarios, recuerdos y análi-sis sobre el premio. Durante las siguientes semanas, dece-nas de medios de prensa publi-caron artículos sobre la literatu-ra peruana. Al menos durante los próximos años, Mario Var-gas Llosa seguirá siendo la me-dida del Perú para buena par-te del planeta. Pero sobre todo, la distinción de Vargas Llosa completa un mapa de la Amé-rica Latina del siglo XX.

Escritor comprometidoCasi todos los Nobel de nues-tra región han sido más que solo escritores: han salido a la esfera pública a defender sus ideas y proponer solucio-

nes para los problemas so-ciales del siglo XX. Y en ese sentido, Vargas Llosa es una pieza que faltaba. Con él, el Nobel sigue premiando al escritor comprometido con su sociedad, y al defensor de ideas políticas sin las cuales es imposible entender los úl-timos veinte años de nuestro continente. Si como novelista Vargas Llosa ha construido el mundo en que habitan nues-tros personajes ficticios, como polemista, como columnista y como ensayista, Vargas Llo-sa ha contribuido a delinear el mundo en que viven los lati-noamericanos de carne y hue-so. Y lo ha hecho, igual que en aquel discurso de los cacase-nos, combinando el estilo lite-rario con el compromiso polí-tico, las dos dimensiones que marcaron el perfil de los gran-des autores del siglo XX.

[*] Escritor peruano radicado en España autor de “Abril rojo” (Premio Alfaguara 2006).

En la plaza. Mario Vargas Llosa marcó un antes y un después con su actuación política a inicios de los noventa. Sus memorias quedaron registradas en “El pez en el agua”.

De vuelta a los libros. Finalmente prevaleció el Vargas Llosa escritor.

Cierre de campaña. Multitudinario mitin del Fredemo de Vargas Llosa en las elecciones del noventa.

GIANCARLO SHIBAYAMAARCHIvO

ARCHIvO

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10. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

Histórico. Afiche del en-cuentro entre ambos escri-

tores en la Universidad Nacional de Ingeniería.

“Precisamente estoy preparando la historia de un dictador imaginario que se supone es latinoamericano y tiene 182 años. Lo que quiero en este caso, es expresar (...) la inmensa soledad del poder”.

“¿Para qué crees que sirves tú como escritor?”, preguntó Mario Vargas Llosa. “Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuen-ta de que no servía para nada”, contestó Gabriel García Már-

quez. ”Ahora, no sé si desgraciada o afortuna-damente, creo que es una función subversiva ¿verdad? en el sentido de que no conozco nin-guna buena literatura que sirva para exaltar va-lores establecidos…”, agregó.

Así empezó el diálogo sobre “La novela en América Latina”, durante las mañanas primaverales del 5 y 7 de setiembre de 1967. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNI, principal centro científico y tecnológico del Perú, cuando ambos ya eran notables nove-listas. Décadas después serían consagrados con el Premio Nobel de Literatura. Gabo en 1982 y Mario en el 2010.

Resortes literariosVLL. ¿Esa inconformidad que expande la li-teratura en el ámbito social puede ser pre-vista, calculada por el escritor cuando su li-bro llegue a sus lectores…?GM. No. Creo que si eso es previsto, que si es deliberada la fuerza, la función deliberada del libro que se está escribiendo, desde ese mo-mento ya el libro es malo. Pero antes quiero establecer esto: cuando aquí decimos escritor, cuando decimos literatura, nos estamos refi-riendo a novelistas y a la novela, porque de otro modo podría prestarse a malas interpretacio-nes… Creo que el escritor siempre está en con-flicto con la sociedad…

VLL. ¿Qué otros factores serían los prepon-derantes, qué elementos determinarían la realidad de la obra literaria?GM. A mí lo único que me interesa en el mo-

ESPECIAL

Diálogo en Lima. Alguna vez Mario Vargas Llosa conversó (o entrevistó)

a Gabriel García Márquez sobre el significado de ser escritor.

Reproducimos este hermoso diálogo sucedido una mañana primaveral de

1967, cuando ambos escritores (ahora premios Nobel) aún eran amigos.

Dos premios

Nobelconversan

JorgeZavaleta*

mento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia… Preci-samente estoy preparando la historia de un dic-tador imaginario que se supone es latinoame-ricano y tiene 182 años… Lo que quiero en este caso, es expresar que en la inmensa soledad del poder no hay arquetipo mejor que el del dicta-dor latinoamericano que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.

La soledadVLL. Una pregunta más personal… porque al hablar de la soledad yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros, inclu-sive el último se llama, precisamente, “Cien años de soledad”, y es curioso, porque tus libros siempre están muy poblados o son muy populosos…GM. En realidad no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el sig-nificado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccio-nario y que parezca todo lo contrario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo que es parte esencial de la naturaleza…

VLL...Quisiera que nos hablaras de este ele-mento que diríamos cultural, ¿qué lecturas influyeron mayormente en ti cuando escri-biste tus libros?

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.11El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

Otros tiempos. Con Gabriel García Márquez, Jorge Edwards, José Donoso y Antonio Muñoz Suay, en Barcelona, 1974.

El encuen-tro. Vargas Llosa, junto al arquitecto Luis ‘Cartucho’ Miró Quesada Garland. Al otro extremo, Gabriel García Márquez.

Punto finalAmbos novelistas han seguido escribiendo y acumu-lando más lectores, aunque un episodio ocurrido en 1976 (con golpe de Mario a Gabo) terminaría distan-ciándolos. El Diálogo, cuyos fragmentos reproducimos en estas páginas, fue promovido por el entonces rector de la UNI, arq. Santiago Agurto Calvo, y el decano de la Fa-cultad de Arquitectura Luis Miró Quesada Garland. Esta síntesis toma como fuente la segunda edición de un libro (1991), publicado cuando era rector el arq. Javier Sota Nadal: “Para que se multipliquen las palabras que inter-cambiaron en las hermosas mañanas de setiembre.

GM. Yo conozco mucho a Vargas Llosa y sé dónde está tratando de llevarme. Quiere que le diga que todo esto viene de la novela de caballe-ría. Y en cierto modo tiene razón. Uno de mis libros favoritos que sigo leyendo es el “Amadis de Gaula” y creo que es uno de los grandes li-bros que se han escrito en la historia de la hu-manidad, a pesar de que Mario Vargas Llosa cree que es el “Tirante el Blanco”… Toda esta libertad narrativa desapareció con la novela de caballería, en la que se encontraban cosas tan extraordinarias como la que encontramos aho-ra en América Latina todos los días. Las relacio-nes entre la realidad de América Latina y la no-vela de caballerías son tan grandes...

VLL…Tal vez podrías llegar a hablarnos del realismo en la literatura, cuáles son los lí-mites del realismo y, ante un libro como el tuyo, donde ocurren cosas muy reales, muy verosímiles junto a cosas aparentemente irreales, como esa de la muchacha que sube al cielo en cuerpo y alma, o un hombre que promueve treinta y dos guerras, lo derrotan en todas y sale ileso de ellas… ¿Tú crees que eres un escritor realista, o un escritor fan-tástico o crees que no se puede hacer esta distinción?GM. No. No. Yo creo que particularmente en “Cien años de soledad”, soy un escritor realista,

porque creo que en América Latina todo es po-sible, todo es real. Creo que tenemos que traba-jar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nues-tros libros… Asumir nuestra realidad, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal…

La explotación colonialVLL. Hay un capítulo en donde yo creo que tú has descrito con gran maestría el problema de la explotación colonial de América Lati-na. A mí me gustaría que lo explicaras de al-guna manera.GM. La historia de Macondo y las bananeras es totalmente real. Lo que pasa es que hay un raro destino en la realidad latinoamericana, in-clusive en casos como el de las bananeras que son dolorosos, tan duros, que tienden, de todas maneras, a convertirse en fantasmas. Con la compañía bananera empezó a llegar a ese pue-blo gente de todo el mundo y era muy extraño porque en este pueblito de la costa atlántica de Colombia, hubo un momento en el que se ha-blaba todos los idiomas. La gente no se enten-día entre sí; y había tal prosperidad, es decir, lo que entendían por prosperidad, que se quema-ban billetes bailando la cumbia… Los trabaja-dores que reclamaron pagos en dinero y no en bonos y lo que pasó fue que el Ejército rodeó a los trabajadores en la estación y les dieron cin-co minutos para retirarse. No se retiró nadie y los masacraron…

Periodismo y literaturaVLL. ¿Por qué no nos cuentas cómo concilias-te la actividad periodística con la actividad literaria, antes de escribir “Cien años de so-ledad”? ¿Crees que estas actividades parale-las dificultaban el ejercicio de tu vocación…?GM. Mira, durante mucho tiempo creí que la ayudaban, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria. Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas domésticos y económicos resuel-tos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores, siempre escribirán me-jor. […] Pero tú y Cortázar y Fuentes y Carpentier y otros, están demostrando, con veinte años de trabajo, de romperse el cuero, como se dice, que los lectores terminan respon-diendo. Estamos tratando de demostrar que en la América Latina los escritores podemos vivir de los lectores, que es la única subvención que podemos aceptar.

[*] Licenciado en Filosofía y Periodismo

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ESPECIAL

Anatomía de un

El fuego de la literatura. La obra de Vargas Llosa está tatuada de inconformismo y rebeldía, resultado de una realidad tan contradictoria como la nuestra.

Un talento así solo lo da la humanidad cada dos o tres siglos. Estas palabras, que el maestro Kawabata empleó para referirse a Mishima, nos vinieron a la mente cuando se anunció que Mario Vargas Llosa había obtenido el Premio Nobel de Literatura. Aunque quizá sea más preciso hablar de genio. Porque ¿qué otra expresión puede abar-car la inventiva y habilidad para crear un mundo por medio del lenguaje, cualidades que en su caso aparecen inextricablemente unidas al esfuerzo y la tenacidad, a la intuición y la disciplina, a la re-flexión y la lucidez, a la sensibilidad para captar los problemas de su tiempo, así como a la pasión excluyente con que se ha entregado a su oficio?

Cartografía del poderEsta vez la Academia Sueca acertó al valorar su “cartografía de las estructuras del poder y sus agudas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Vargas Llosa siempre fue un rebelde. Ese carácter inconforme y bata-llador se advierte desde su adolescencia, cuando encabezó una huelga de escolares mientras es-tudiaba en Piura, suceso que retrató en el cuento

libertario

Sartre. El compromiso político y social propugnado por Jean Paul Sartre influyó hondamente en el joven Vargas Llosa.

Guillermo Niño de Guzmán *

En portada. El 15 de marzo de 1982, la revista

“Newsweek “le dedica un especial que

destaca ya su gran influencia

en la política y el arte.

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.13El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

“Esta vez la Academia Sueca acertó al valorar su ‘cartografía de las estructuras del poder y sus agudas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo’. Vargas Llosa siempre fue un rebelde. Ese carácter inconforme y batallador se advierte desde su adolescencia...”.

“Los jefes”. Asimismo, su oposición a cualquier poder autoritario tiene su germen en el enfrenta-miento contra la tiranía de su padre, aunque ello le costara ser “desterrado” a un colegio militar.

Algunos lectores pretenden escindir el pen-samiento político de Vargas Llosa de su obra li-teraria, lo cual es un grave equívoco. Ambos son indivisibles. Como él mismo ha señalado, en su generación no se concebía una vocación de escri-tor que no estuviera asociada, de una u otra ma-nera, a la política. En sus tiempos universitarios, bajo la dictadura de Odría, perteneció a un grupo de estudios marxistas (la célula Cahuide de “Con-versación en La Catedral”). La teoría del compro-miso propugnada por Sartre y la creencia de que un escritor podía contribuir a través de sus libros a la transformación de la sociedad calaron hon-do en el joven Vargas Llosa. De ahí que abrazara con fervor la causa socialista y la defensa de la re-volución cubana.

Política de libertadCabe resaltar que Vargas Llosa ha sido un obser-vador crítico al que no le ha importado ir contra la corriente. Su ausencia de oportunismo y cálcu-lo político es evidente. Fue uno de los primeros escritores en condenar los abusos del gobierno castrista, en circunstancias en que una actitud semejante era considerada como una herejía en el ámbito intelectual latinoamericano. Mientras otros colegas apelaban a los denominados “ac-cidentes de trayecto” para explicar el endureci-miento del régimen, él denunciaba la persecu-ción de los disidentes y las incongruencias de un

Leoncio Prado. El colegio militar fue la fuente para escribir “La ciudad y los perros” (1963).

Gobierno cas-trista. Nuestro Nobel fue uno de los prime-ros escritores en denunciar los abusos.

Letras comprometidas. Ideología y arte se ensamblan en cada una de sus obras.

sistema que intentaba erigirse en el paraíso socia-lista. Mucho se ha hablado en torno a la evolución ideológica de Vargas Llosa, de su viraje de una posición de izquierda a otra de derecha. Y, si bien es cierto que se inclinó por el credo liberal, habrá que aclarar que ello no se debió simplemente a su desengaño en relación con una utopía de iz-quierda, sino a su convencimiento de que aquel era la mejor opción para propiciar el progreso y el desarrollo.

Contradicción y coherenciaVargas Llosa nunca abandonó los ideales de jus-ticia social que inflamaban su juventud, pero ya no creía que la vía apropiada para alcanzarlos se encontrara fuera de un marco plenamente de-mocrático. En su condición de liberal clásico,

consideraba que la libertad del individuo y su de-recho a la propiedad privada eran los principios esenciales que iban a permitir el bienestar de la sociedad. En esa perspectiva, la falta de normas que regulen la propiedad favorece a los podero-sos e impide que las capas más pobres generen su propio desarrollo.

Las novelas y ensayos de Vargas Llosa han analizado con notable perspicacia las contradic-ciones de la realidad peruana. Nuestro autor ha logrado dar una imagen muy compleja de un país fracturado, donde imperan grandes trau-mas y desigualdades. Esta visión y su responsa-bilidad cívica lo impulsaron a pasar a la acción y postular al cargo de presidente. Con honestidad y transparencia, se propuso modificar las prácti-cas viciadas de una clase política nacional lastrada

por la demagogia y el populismo. Sin embargo, su discurso no fue comprendido y la campaña fracasó. Entre otros factores, sus socios electo-rales arrastraban esas viejas mañas que quería erradicar y otros de sus partidarios fueron aún más nefastos: se valieron de la causa como un trampolín para encaramarse en el poder. Tanto así que varios de ellos se adhirieron a la dictadu-ra fujimontesinista y se convirtieron en feroces detractores de quien fuera su mentor (no hay que olvidar que el novelista fue vilipendiado por un sector de la clase dirigente y que incluso algunos personajes delirantes amenazaron con quitarle la nacionalidad).

Existe una coherencia entre el pensamiento político de Vargas Llosa y su literatura, ambos dominados por un espíritu libre e insurgente. Su lucha contra los totalitarismos, sean de iz-quierda o derecha, ha impregnado sus novelas desde “La ciudad y los perros” (1963) hasta “El sueño del celta” (2010). El escritor no ha hecho concesiones a la hora de respaldar sus conviccio-nes. Desde luego, eso no significa que sea infali-ble (por ejemplo, sus opiniones a favor de la gue-rra de Iraq fueron muy discutidas), pero no hay duda de que su conducta se apoya en una ética consecuente. Vargas Llosa se ha mantenido fiel a aquel pronunciamiento que hizo cuando reci-bió el premio Rómulo Gallegos en 1967: “La lite-ratura es fuego, ello significa inconformismo y rebelión, la razón de ser es la protesta, la contra-dicción y la crítica”.

[*] Periodista y escritor.

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giancarlo shibayamaDerivados peculiares del habla

peruana son ‘silbatina’, del verbo ‘silbar’, y ‘blanquiñoso’,

derivado despectivo de ‘blanco’ referido a la raza o al color de

la piel.

especial

de

Elidiolecto

Vargas Llosa

Peruanismos. la obra del Nobel peruano es también una contribución notable a la lengua castellana. Vargas llosa le dio estatus literario a nuestros peruanismos.

El talento lite-rario de Mario Vargas Llosa está fuera de toda duda, y hoy nos per-tenece sin ex-

cepción, a todos los peruanos. Los peruanismos son consus-tanciales a su idiolecto y pueden encontrarse no solo en las obras de ambiente peruano sino tam-bién en las que se desarrollan en otras latitudes y no tienen pro-tagonistas relacionados con el Perú. Como es usual, muchos de esos peruanismos no son ex-clusivos de nuestro país, y como también es usual, algunos de ellos han sido ya incorporados en el “Diccionario” de la Real Academia Española. Algunos, como ‘aló’ (“Conversación en La Catedral” II, 1969-1970, pág. 54), se usan hoy en la mayor parte de Hispanoamérica; otros como ‘sobreparar’ (“Contra viento y marea” 3, 1990, 85) parecen ex-clusivos del habla peruana. Re-visando las páginas de mi libro “El habla culta (o lo que debiera serlo)” (Lima, 2003), encuentro estos ejemplos de formas pecu-liares del lenguaje peruano, o variantes no ortodoxas, de algu-nos términos usados por Vargas Llosa desde sus primeras obras.

Argentina. Pero, como es nor-mal en el caso de todos los escri-tores en todos los idiomas del mundo, también hay en la pro-sa de Vargas Llosa algunos usos que la lengua general considera como no correctos; por ejemplo ‘adolecer’ por ‘carecer’ (“Cartas a un novelista”, 1997, 47); ‘anda-ra’ por ‘anduviera’ (“La ciudad y los perros”, 1966, 228; “Los je-

fes”, 1968, 51; “Conver-sación en La Cate-dral” I, 1969-1970, 270; “La Casa Verde”, 1975, 307); ‘eriácia’ por ‘eriaza’ (“La ciudad y los pe-

rros”, 1966, 159) y ‘especies’ por ‘espe-

cias’ (“La Casa Verde”, 1975, 102). Los grandes escri-tores como Cervantes o Var-gas Llosa pueden darse el lujo de cometer algunos descuidos, lujo que no podemos darnos los modestos lexicólogos.

[*] lingüista y congresista

MarthaHildebrandt*

Derivados peculiares del ha-bla peruana son ‘silbatina’ (“El pez en el agua”, 1993, 366), del verbo ‘silbar’, y ‘blanquiñoso’ (“La ciudad y los perros”, 1966, 228-229), derivado despecti-vo de ‘blanco’ referido a la raza o al color de la piel. Un galicis-mo en que el habla peruana es más fiel al étimo francés que la variante académica es ‘quepí’ (“Pantaleón y las visita-doras”, 1977, 24), que en la Penín-sula se dice ‘que-pis’ con cam-bio de acento y ‘s’ añadida. La denominación del combusti-ble ‘queroseno’ se ha alterado, en el Perú, en su terminación: ‘querose-ne’ (“¿Quién mató a Palomino Molero?”, 1986, 13). En cuanto a la política, el verbo ‘candidatear’ (“El pez en el agua”, 1993, 370) aparece ya en la última edición del “Diccionario” académico, como uso restringido al Perú y

1-3. Silbatina. Peruanismo usado por MVLL en “El pez en el agua”, que también apor-ta ‘candida-tear’.

2. Lámpara a querosene. La palabra querosene aparece en “¿Quién mató a Palomino Molero?”.

4. Peruanis-mos mundia-les. Toda su obra enriquece nuestro len-guaje y lleva a los peruanis-mos por el mundo.

1.2.

3.

4.

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“(el periodismo) con la literatura, ha ocupado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir más, conocer mejor el mundo y frecuentar a gente de todas partes y de todos los registros, gente excelente, buena, mala y execrable”

ESPECIAL

El

Sala de redacción. “Es en la polvorienta y temblorosa redacción del diario ‘La Crónica’ donde, a mis dieciséis años, velé mis primeras armas de periodista”, recordó Mario Vargas Llosa en su reciente discurso “Elogio de la lectura y la ficción”.

En  el  vera-no  de  1952, el  joven Ma-rio   entró por primera  vez a la sala de re-dacción de un 

diario. Su vocación por la lectu-ra y la escritura convencieron a su padre de que al accidenta-do alumno del Colegio Militar Leoncio Prado le vendría bien aprovechar las vacaciones  para aprender un oficio. “Traté de cubrir todo, desde crimen y de-portes, hasta política y obitua-rios”, relataría sobre su paso por “La Crónica”, de Lima.  Allí en-frentó el horror de la página en blanco y la tiranía del horario impuesto por el cierre de una edición. Dos hechos, sin duda, claves para el desarrollo de su fé-rrea y legendaria disciplina que, sumadas a su talento, facilita-ron la construcción de una obra universal y de una sólida reputa-ción de novelista, dramaturgo, periodista, ensayista, catedráti-co y vocero de la libertad. 

Con Miguel CerroSu complicado paso por el Leon-cio Prado  –convertido en ficción en “La Ciudad y los perros”– de-finió su retorno al hogar de la fa-milia   materna en Piura para cursar el último año de secun-daria en el Colegio Nacional San Miguel (experiencia reco-gida en “Los jefes”). Varguitas estaba ya contagiado de perio-

dismo y con la seguridad de un curtido diarista se presentó ante don Miguel Cerro, propietario del diario “La Industria”, quien lo contrató para revisar en las mañanas los diarios limeños. Volvía por las noches “dos o tres horas, a escribir artículos, hacer reportajes o estar allí para las emergencias” […] “Aparte de las infinitas noticias que redacté o entrevistas que hice, escribía dos columnas –Buenos Días y Campanario–, en las que ha-cía comentarios de actualidad y hablaba a menudo (la ignoran-cia es atrevida) de política y lite-ratura”. 

gentes y peligrosos como la Guerra de Iraq, o el conflicto palestino-israelí. La técnica del abordaje periodístico es su herramienta natural para construir una novela: repor-tear en las calles, entrevistar y contrastar   fuentes, inves-tigar bibliográficamente.  En “El País” de España  afirmó que el periodismo ha sido para su literatura “fuente ma-ravillosa de temas, de perso-najes”.  

En su discurso de Suecia lo mencionó  como un “oficio que con la literatura, ha ocu-pado casi toda mi vida y me ha hecho, como los libros, vivir más, conocer mejor el mun-do y frecuentar a gente de to-das partes y de todos los regis-tros, gente excelente, buena, mala y execrable”. 

Valiente críticoLa decadencia de la profesión fue alertada por él.  En 1983, en “El periodismo como con-trabando”, cuestionó a un pe-riodista de “The Times”, de Londres, por desinformar so-bre la guerra contra el terro-rismo en el Perú, al callar los crímenes de Sendero Lumi-noso y acusar al gobierno de Fernando Belaunde Terry de promover matanzas de cam-pesinos.  

Para 1986, en una entre-vista de Sonia Goldenberg  ex-presa: “¿El periodismo que 

tenemos no es en un 80 por ciento deleznable y vergonzo-so? ”. Años después le dirá a Pedro Salinas que la degrada-ción del periodismo peruano comienza con la expropiación de los medios por Juan Velas-co Alvarado “y la prensa pasa a ser un instrumento del po-der político, se produce una gran corrupción y un gran en-vilecimiento moral del perio-dismo que entra en una caída en picada donde la mentira, la calumnia, la insidia, el escán-dalo, el amarillismo, alcanza derecho de ciudadanía”.

En la “Civilización del es-pectáculo” arremete contra lo que podría catalogarse como novo-periodismo, donde es costumbre que “la cocina y la moda ocupen buena parte de las secciones dedicadas a la cultura y que los  ‘chefs’  y los  ‘modistos’  y  ‘modistas’ ten-gan en nuestros días el prota-gonismo que antes tenían los científicos, los compositores y los filósofos”. 

Pese a todo está convenci-do de que “el periodismo […] es el mayor garante de la liber-tad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que fun-ciona mal, para promover la causa de la justicia y para me-jorar la democracia”.

[*] Editora Central de Fin de Semana

periodistadelNobel

En El ComercioA lo largo de las décadas el Nobel ha sido colaborador de nuestro Diario. Apenas con 19 años y vuelto a Lima para en-frascarse en sus estudios uni-versitarios empezó a publicar en estas páginas. El Comercio atesora sus primeros cuentos –como el “El abuelo”–y colum-nas de arte, opinión, entre otras. Hoy su Piedra de Toque apare-ce dos domingos por mes.

Reportero natoYa entrado en años sigue poniendo el cuerpo para in-formar sobre temas tan vi-

MarthaMeier Miró Quesada*

Precoz rerportero. En la International News Service, una agencia de noticias.

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PERÚ

REINO

UNIDO

Londres

FRANCIA

Madrid

Amazonía

Nace su vocación por el teatro tras asistir por primera vez a una obra en el teatro Achá.

LLLL

AmAAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAmAAmAmAmAmAmAmAmAmmazzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzononononononononononooooooooooooooooooooooo íaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaíaaaíí

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nace en Arequipa el 28 de marzo de 1936. Es hijo de Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta. Tiene dos medios hermanos menores: Enrique y Ernesto Vargas.

Con su madre y su familia se muda a Cochabamba, Bolivia. Estudió en el colegio La Salle de esa ciudad.

1937

“La huida del Inca”

1952

“El desafío”1957

“Los jefes”1959

1966

“Los cachorros”1967

“Conversación en la Catedral”

1969

“Historia de Mayta”

1984“Elogio de la madrastra”

1988

191919199991966666666

Trabajó como periodista en la revista “Turismo y Cultura Peruana” y en el suplemento El Dominical de El Comercio.

El escritor pronunció un emotivo discurso ante la Academia Sueca del Nobel, en Estocolmo. El viernes 10 de diciembre recibe el Premio Nobel.

La Academia Sueca anunció a Mario Vargas Llosa como ganador del Premio Nobel de Literatura convirtiéndose en el primer escritor peruano en obtenerlo.

Los 74 años de vida de Mario Vargas Llosa se han caracterizado por los constantes viajes en los que pasión y creatividad literaria han sido compartidas con la docencia y el periodismo. Lejanos y distintos son los lugares que sirvieron al escritor para enriquecer su magnífica pluma.

2010

“La ciudad y los perros”

1963

9 de diciembre

7 de diciembre

7 de octubre

Piura

Lima

1936

1946

1947

1966

1956

1959

19591970

a aa anananannannnnuuuuuusasasasaaaaa c ccccccoooooooooooooo N N NNNNNoboboboboboobobondnddndddndndososossossosseeeeeeererereruauauauaauauannn

PrPrPrrPPP emememememe ioioio NNNobobobobelelel..PrPrrPP emememioioooo N N Nobobobbbeleleleeee ...

unnununnnncicicicició ó ó óóómmmmmmmmmo o ooooo o

bbbbeleleleellelel d dd dddddde e eeeeeeeeee e e eee eneneneneneenennen nononononooo ee eeeeeen nn nnn n

Cronología literaria

Lo activo de su vida en los últimos años lo ha llevado a compartir la realización de sus últimas obras en lugares como Nueva York, Londres, Madrid, París y Lima.

Las rutas de la creación

RRRRRRRRRREEEEEEEEIIIIINNNNNNNNOOOOOOOO

UUUUUUUUUUUUNNNNNNNNNIIIIIIIDDDDDDDDDDOOOOOOOOOOTrTrTrTrTrTrTrrTT ababababababajajajajajajjóóóóóóóó cocccooc mommomomo pppererereriiioioioTrTrTTrTrababababababajajajajajajaaaajó ó ó ó ó ó cococoocc momomomo p pp perererere ioiooioooooodididididiisststststststaaaaa eeeeeennnnnnnooooodididdid ststtststta a a e eeee n n nnnnnlalalalaala r r r r reveveveevevisisisisissistatatatatata “ “ ““TuTuTuTuTuTT ririirrrr smsmsmmsmsmsms ooooooo o oo y y yyyy CuCuCuCuCCuCuultltltururururururu a a aaaaa

9 9 99999 dededededededee d d ddd dicicicicicciccieieieeiei mbmbmbmbmbmbmbmbbbbrererererrereee

1966

111999555666

“Pantaleón y las visitadoras”

1973

“La tía Julia y el escribidor”

1977“La guerra del fín del mundo”

1981

“La señorita de Tacna”

1981

“Kathie y el hipopótamo”

1983“La Chunga”

1986 “Quién mató a Palomino Molero”

1986

“El hablador”1987

“Lituma en los Andes”

1993 “La Fiesta del Chivo”

2000

“El paraíso en la otra esquina”

2003

“Travesuras de la niña mala”

2006

“Odiseo y Penélope”

2007

“Al pie del Támesis”

2008

“Los cuadernos de don Rigoberto”

1997

“El sueño del celta”

2010

“Las mil noches y una noche”

2009

BarcelonaMadridLimaPiura París Nueva York, LondresMadrid, París, Lima

OBRAS ESCRITAS EN:

Fuente: Archivo El Comercio/ “Mario Vargas Llosa, la libertad y la vida”, Grupo Planeta, PUCP Infografía: ANTONIO TARAZONA

Únicos ejemplares de la obra teatral “La huida del inca”.

1959Becado por la Universidad Complutense.

1970Se muda a Barcelona.

1993Recibe la nacionalidad española.

La familia se muda de Cochabamba a Piura. Mario regresará a esta ciudad en 1952, cuando estrena su primera obra teatral "La huida el inca" en el teatro Variedades. Javier Silva Ruete, compañero en el Colegio Nacional San Miguel, perifonea el estreno como “un acontecimiento mundial”. Su colegio y la ciudad aparecen en la colección "Los jefes".

Madre de Dios, Iquitos, Tarapoto, el Pongo de Mainique y la amazonía en general son fuente inspiradora de sus más grandes novelas: “La Casa Verde”, “El hablador”, “Pantaleón y las visitadoras” y la más reciente “El sueño del celta”.

Hace la tesis de doctorado "Gabriel García Márquez: historia de un deicidio".

Inicio de su carrera literaria a escala internacional tras ganar el Premio Leopoldo Alas por "Los jefes".

Llega por primera vez decidido a Llega por primera vez decidido a ser escritor. En 1962 gana el ser escritor. En 1962 gana el premio Biblioteca Breve, de Seix premio Biblioteca Breve, de Seix Barral, con “La ciudad y los perros”Barral, con “La ciudad y los perros”

Llega por primera vez decidido a ser escritor. En 1962 gana el premio Biblioteca Breve, de Seix Barral, con “La ciudad y los perros”

Publica "La Casa Verde" y empieza a escribir "Conversación en La Catedral".

í

Viaja a Lima a estudiar el sexto año de primaria en el colegio La Salle. El encuentro con su padre, a quien creía muerto, le cambió la vida. Vive en Magdalena del Mar, pero pasa los fines de semana en Miraflores, en casa de sus tíos. Ingresa al Colegio Militar Leoncio Prado.

“La Casa Verde”

Un peruano universalCartografía de la creación. Nació en Arequipa. Pasó su infancia entre Cochabamba, Piura y Lima. Llega a París en 1959 y de allí su recorrido vital es intenso, recogiendo información para su notable obra.

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ESPECIAL

Por la ruta de la selva

En la Amazonía. El interés de Mario Vargas Llosa por encontrar respuestas sobre la realidad amazónica es muy antiguo. Hay una fijación que se erige sobre los

terrenos del misterio, lo coloquial y el exotismo, pero bajo la impronta de un narrador realista.

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La Amazonía peruana ha sido testigo –no siempre mudo– de las investigacio-nes, el interés

obsesivo de Mario Vargas Llosa por encontrar respuestas a sus más variadas interrogantes. Sin duda, hay una gran fijación que se erige sobre los terrenos del misterio, lo coloquial y el exotismo, pero bajo la impron-ta de un narrador realista.

El Iquitos literarioConsiderada como farsa y apó-logo, “Pantaleón y las visitado-ras” (1973), trasciende el humor y la anécdota y explica, a través de un oficial del Ejército que por cir-cunstancias de la vida se convier-te en el más grande proxeneta de los ríos selváticos, los variados mecanismos de una sociedad aún en ese entonces apacible y pacata. La novela hace una de las mejores descripciones urba-nas de la ciudad de Iquitos que se haya escrito en la literatura contemporánea. En sus pági-nas, reconocemos estampas de una época, maliciosa e ingenua al mismo tiempo, potenciadas por el humor y caricaturizadas para expresar el carácter lúdico de una dinámica que se ha ex-tendido desde tiempos remotos.

“La primera novela que leí fue ‘El hablador’, historia de Saúl Zuratas, alias ‘Mascarita’, personaje citadino que decide convertirse en relator de historias”.

de mostrar los horrores de la codicia y el poder absoluto en medio de la profunda Amazo-nía. El hecho de que la novela de nuestro premio Nobel ex-ponga estos momentos es, en el fondo, también una forma de recordar no solo con ira, sino también con serenidad y justicia el pasado.

En ese sentido, la literatu-ra en Mario Vargas Llosa ha sido y es fuego, es decir incon-formismo y rebelión. La insu-rrección contra la injusticia es el caldo de cultivo para la crea-ción. He ahí una de las más grandes coincidencias de Var-gas Llosa con la Amazonía: la insumisión.

[*] Escritor. Ex director INC Loreto

El habladorLa primera novela que leí de Vargas Llosa fue “El hablador” (1987), historia de Saúl Zura-tas, personaje citadino que de-cide convertirse en relator de historias sobre el origen del cosmos machiguenga, perdi-do en las selvas de Madre de Dios. Desde entonces, llevo como amuleto una reproduc-ción de un poema machiguen-ga, fotocopiado de la primera edición, en la billetera.

Aquella suerte de tótem ha sido lo único real y permanen-te que he tenido entre tanta inestabilidad vital. Creo que es una de las novelas mayores de la literatura vargasllosiana y un fresco notable del deseo de au-tor por acercarse a la idea mis-ma de la mitología amazónica.

El fuego rebeldeFinalmente, “El sueño del cel-ta” (2010) es uno de los libros más comprometidos de Var-

gas Llosa con el contexto. Por-que rastrear la vida de Roger Casement es también referir-se a uno de los protagonistas de una de las denuncias más brutales contra todo un siste-ma de explotación y crimen, rayano con el genocidio, que se cometieron contra miles de indígenas en la cuenca del Putumayo a principios del si-glo XX. La historia parece ha-ber reivindicado la figura de Casement y su gran trabajo

1. Tarapoto, 2004. Junto a niños de esta ciudad. Su literatura expone, afronta y denuncia los problemas de la Amazonía.

2. Amazonas, 1964. Con Javier Pulgar Vidal en misión de Santa María de Nieva, Condorcanqui.

1. 2.FranciscoBardales*

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.19El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

especial

La utopía del

Transgresiones. su obra gira en torno a dos grandes obsesiones. la capacidad de los individuos para rebelarse frente al poder y la tendencia natural a la construcción de utopías. ambas se interrelacionan, pero no son equivalentes. la señal más obvia de esta exploración en los límites del poder es la transgresión.

Desde sus primeras obras –la revuelta escolar en “Los jefes”, por ejemplo–, la transgresión aparece como una característi-ca de sus personajes. En su pri-mera novela “La ciudad y los pe-rros”, el acto de transgresión

frente al poder ocurre en la segunda parte del li-bro, cuando Alberto denuncia al Círculo. Lo hace frente a otro transgresor, el sargento Gamboa, quien también es oprimido por el poder militar. Luego, en frescos sociales como “La guerra del fin del mundo” (1981) y en retratos privados como “El elogio de la madrastra” (1988), la búsqueda, la transgresión, la usurpación o la destrucción del poder es el instinto básico de los individuos, el gesto esencial de afirmación en su lucha por la su-pervivencia. Pero la transgresión frente al poder no solo es una rebelión en el nivel de la realidad. También está ligada a la búsqueda de otro mun-do, es decir al sueño de la utopía. Las relaciones de los personajes con el poder son inseparables de la búsqueda que realizan de su libertad. Si el poder establece un tiempo y un espacio opresivos, el in-dividuo busca fundar los suyos propios. Cuando la protagonista de “Travesuras de la niña mala” (2006) crea identidades y nacionalidades nuevas (es chilena, francesa, inglesa, etc.) está fundando

rebeldeAlonsoCueto

pasa a la página [20] afp

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ESPECIAL

“Cuando el Jaguar se ve acosado por los cadetes que lo creen un soplón, dice lo que diría cualquier padre autoritario: ‘Yo les enseñé a ser hombres’”.

una nueva persona. Realiza con ello un acto de afirmación plena en la negación. No es esencialmente distinta la rebeldía del Con-seilhero o la de Flora Tristán o la de Fonchito. Frente a la instauración del poder, un acto de deificación individual del líder, la salvación de los individuos se sanciona en la rebeldía.

La paradoja de esta rebeldía es que con frecuencia supone a su vez la creación de un nuevo círculo de poder propio. En “La guerra del fin del mundo” el Conseilhero se rebela contra la república para afirmar su propio poder y luego crear una sociedad reli-giosa alrededor de su figura. Líder deificado por quienes lo siguen, el Conseilhero afirma su comunidad de seguidores satanizando el mundo exterior: el ejército y la república bra-sileña. La operación del Conseilhero en “La guerra del fin del mundo” se parece a la del Jaguar en “La ciudad y los perros”. El Jaguar y el Conseilhero son líderes sociales que rom-pen con un poder externo amenazante para fundar un espacio de poder propio. Si bien el Jaguar es un transgresor frente a las autori-dades del colegio, detenta la autoridad en el Círculo y se ve amenazado a su vez por otro transgresor a su poder que es el poeta Alberto Fernández. El Jaguar es una figura doble: un rebelde y a la vez un líder, un hijo transgresor frente a las autoridades y un padre violento con los miembros del Círculo. Esta función de padres aparece reiterada desde el inicio, cuando le ordena a Cava robar el examen,

dad. El Jaguar, el Conseilhero, el Esclavo, la niña mala, han perdido sus nombres originales. Han tomado los que definen su identidad transgreso-ra. Es el nombre que han recibido en la comuni-dad utópica, el reemplazo de la realidad, el sueño de los nuevos poderosos. El Círculo, la revolu-ción de los Canudos, el amor obsesivo, han crea-do espacios propios, ajenos al real. Al hacerlo, ha vuelto a nombrar a sus personajes.

El poder del padreEl tema del padre, como detentador del poder, es central en el universo de Vargas Llosa. El padre (Odría, Trujillo), representa el centro de una rea-lidad viciada, el origen de un mal ontológico que ha pervertido el mundo. Enfrentado a las eviden-cias de este mal original, el individuo contempla una realidad esencialmente corrompida. El jo-ven que mira la avenida Tacna al comienzo de “Conversación en La Catedral” (1969) afirma el deterioro del mundo como una doble pregunta (“¿En qué momento se había jodido el Perú?”, ¿en qué momento me jodí?). No se trata de pre-guntas sino de comprobaciones. La forma inte-rrogativa de la pregunta, en este caso, solo sirve

El origen del mal. Dictador Leonidas Trujillo es retratado con maestría en “La fiesta del Chivo”.

Ficción y realidad. “Conversación en La Catedral” es un fresco que recrea el Perú durante la

dictadura de Manuel A. Odría.

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sadespués del golpe de dados. Cuando el Jaguar se ve acosado por los cadetes que lo creen un so-plón, dice lo que diría cualquier padre autorita-rio: “Yo les enseñé a ser hombres”. Gamboa por otro lado pasa de ejercer a cuestionar el poder. Al recibir la denuncia de Alberto se enfrenta a las autoridades del colegio que lo sancionan con el exilio en un puesto de provincias. El poderoso puede cuestionar el poder, el rebelde puede os-tentarlo. Ninguno de ellos imagina su existencia lejos de sus redes. Y sin embargo la transgresión directa no es sino una de las respuestas frente al poder. La otra es el sueño de la utopía.

Una minisociedadLa cultura de la rebeldía fabrica sus utopías pro-pias. Los miembros del Círculo comandado por el Jaguar y los seguidores del Conseilhero for-man una minisociedad que ha abolido la reali-dad exterior y ha afirmado la suya. Los cruzados que acompañan a Bruno Roselli en “El loco de los balcones” forman una comunidad propia. Cuando el líder rebelde reconstruye el mundo, transforma la identidad de quienes lo rodean. El nuevo nombre es un símbolo de la nueva identi-

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“El poder que triunfa no es el de los individuos sino el de las instituciones, es decir el colegio y la institución militar. Solo la rebeldía y la transgresión tienen el rostro del individuo, que es condenado a seguir rebelándose”.

como un enfatizador de la afirmación. Los vicios que derivan del centro de una realidad corrompi-da se despliegan alrededor de los protagonistas: la avenida Tacna, la dictadura de Odría, el patio del Leoncio Prado, las reglas del colegio militar. Su visión parte de un instinto moral; es la visión de una realidad castigada en su origen.

La idea del padre como el pecado original de la realidad es aplicable a toda la obra de Vargas Llo-sa. Trujillo, Odría, el Jaguar son figuras del padre. Pero la figura del padre es inseparable de la per-cepción del hijo: Antonio Imbert, Santiago Za-vala, el poeta Alberto. El hijo es precisamente un combatiente que busca reformular la realidad, desasirla de su pecado original, para encontrar un lugar en ella. Toda reformulación sin embar-go es también una evasión. Reconstruir una rea-lidad propia, utópica, es la consecuencia directa de negarla. Para los hijos, la rebelión supone una redención. La realidad viciada en su origen, por el pecado original, es redimida en la escritura y en la ficción: Alberto escribe poemitas, Zavala es un escritor y periodista frustrado, el Periodista Mio-pe quiere contar la guerra de los Canudos. La lucha del rebelde es el motor de las narraciones de Vargas Llosa. Sus historias muestran la épi-ca de los derrotados: Zavalita contra su padre y contra el gobierno; Alberto contra el Jaguar y las autoridades del colegio; los conspiradores contra Trujillo; Gauguin y Flora Tristán contra las con-venciones de su tiempo; la Niña Mala contra las convenciones de su sociedad.

La rebelión tiene el aura de lo sagrado. El re-belde es un héroe (uno de los títulos iniciales de la novela “La ciudad y los perros” fue precisa-mente “La morada del héroe”). La tragedia esen-cial de este héroe es que su lucha no puede ser resuelta. Su triunfo siempre ocurre en el terre-no de la ficción.

fuera de su lucha con el poderoso. Depende de él para negarlo y para afirmarse.

Una historia de causas y efectosLa rebeldía es no solo temporal sino también azarosa. El Jaguar no sabe que inicia el ciclo de su caída en la primera escena de la nove-la. “La ciudad y los perros” empieza con un acto de azar. Los dados señalan al Cava como el elegido para robar el examen de química, una señal del poder del Círculo, es decir del Jaguar. El Jaguar le ordena ponerse en mar-cha: “Apúrate –le repitió el Jaguar–. Ya sabes, el segundo de la izquierda”.

A partir de entonces, la novela es una ca-dena de causas y efectos. El robo del examen lleva a la rotura del vidrio, lo que lleva al cas-tigo de los cadetes, lo que lleva a la delación de El Esclavo. Este hecho a su vez precipita la muerte del Esclavo, lo que lleva a la acu-sación que hace Alberto y a la denuncia de Gamboa. Este proceso termina cuando la so-ciedad reinstaura sus códigos y restringe a

Héroes y antihéroes. Los cadetes de “La ciudad y los perros”, como la mayoría de personajes vargasllosianos, viven entre la rebeldía y el autoritarismo.

La historia y sus instituciones (el colegio, el ejército) son demasiado po-derosas e inalterables. Rebeldes como Alberto o como Mayta o como Flora Tristán no llegan nunca a plasmar los fines de su rebelión. Pero la rebelión supone una dependencia. Si el destino del hijo es el de rebelarse contra el padre, organiza su vida en función de esa rebeldía. Cer-cado por la realidad del padre, ningún hijo puede ignorarla y por lo tanto liberarse de su impugna-ción. La rebeldía es una identidad que los redu-ce y abarca.

Los rebeldes dependen en-teramente de su lucha y una vez

desaparecido el motivo de esta, deben re-nunciar a su ser. Muertos los padres, los rebel-des han perdido su identidad. Han quedado desamparados. La mayor parte de los conspi-radores dominicanos son asesinados. El poeta Alberto será uno más de los habitantes frustra-dos de Lima; Zavalita escribe editoriales en un periodicucho de la avenida Tacna; Mayta tiene un puesto de vendedor de helados. El paradójico drama del rebelde es que no tiene una identidad

los individuos a su lugar original: todos los héroes del libro (Gamboa, Alberto, incluso El Jaguar) terminan sus vidas como seres grises, reabsorbidos por la realidad. La nove-la registra, entre otros procesos, la caída del poder del Jaguar que al final de la historia es un personaje común y corriente. En las úl-timas páginas de “La ciudad y los perros” sa-bemos que el Jaguar se ha casado con Teresa y vive con ella y su tía. El poder que triunfa no es el de los individuos sino el anónimo de las instituciones, es decir el colegio y la insti-tución militar. Solo la rebeldía y la transgre-sión tienen el rostro del individuo, que es un rostro condenado a seguir rebelándose.

El Jaguar pierde su poder pero Alberto no lo obtiene. Trujillo es asesinado pero la ma-yor parte de los Conspiradores no lo sobrevi-ve mucho tiempo. Los estudiantes de la célu-la Cahuide nunca le hacen daño al gobierno de Odría. El destino del hijo no es reemplazar al padre. Es hundirse con él. Pero su trans-gresión, su rebelión, su sueño, han valido la pena. Si hay una lección en la obra de Vargas Llosa, es la de su permanente oda a la capaci-dad del individuo por rebelarse, es decir por consagrar su existencia.

[*] Escritor.

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22. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

Pasaron juntos una larga tem-porada en Londres y luego se han encontrado en momentos trascendentales, como la comi-sión Ucharaccay y la campaña política de los años noventa, a raíz de todo esto los une una

amistad entrañable. Por eso nadie mejor que el psicoanalista Max Hernández para darnos pis-tas sobre esos grandes ideales que gravitan en el accionar intelectual, social y político de Mario Vargas Llosa.

1Transcurría el último lustro de los años sesenta. Mario Vargas Llosa, su esposa Patricia, Max Hernández y su entonces esposa, eran grandes amigos en Lon-dres. En ese momento desde el Perú llega la amenaza de pena de muerte a Hugo Blanco, líder campesino y agita-dor trotskista. “Nos pusimos en actividad muy pronto. Lo primero que hicimos fue tomar contacto con Amnistía Internacional y Mario era infatigable en su defensa del derecho a la vida de Hugo Blanco”, recuerda el psicoanalista. “Orga-nizamos un grupo plural en torno a su defensa, formado por un electricista trotskista, un par de anarquistas españoles y un banquero. Se había acusado a Blanco de agitación y nosotros no te-níamos evidencia de ningún acto criminal, y lo que defendíamos en ese momento era el dere-cho irrestricto a la libertad de expresión”.

“Lo que quiero destacar es que Mario Vargas Llosa tuvo una defensa absoluta y radical de la libertad de Hugo Blanco más allá de cualquier convicción política”.

2Cuando ocurre en Cuba la detención del poe-ta disidente Heberto Padilla (año 1971), Mario Vargas Llosa también se pronuncia y, además, critica con dureza la actitud de los dirigentes cu-banos contra los homosexuales. “Yo tengo la im-presión –reflexiona Hernández– de que en Ma-rio hubo siempre una vocación muy fuerte por la libertad. Libertad que lo llevó también a cele-brar el surrealismo, inspirado por el respeto que siempre le tuvo a César Moro, su antiguo profe-sor del Colegio Militar Leoncio Prado. No tengo la menor duda de que el hecho revolucionario lo ha fascinado, seducido e imantado siempre”.

Max Hernández recuerda que alguna vez Mario Vargas Llosa le hizo leer uno de los libros

más extraordinarios que haya leído nunca: “Hacia la estación de Finlandia” (1940),

de Edmund Wilson, un texto que “conjuga la indagación histórica,

la crítica literaria, la reflexión fi-losófica, con una prosa esplén-dida, y que termina cuando Lenin llega a la estación de Finlandia y dirige su famoso

discurso. Yo creo que Mario Vargas Llosa ha visto en el re-volucionario al héroe solitario y

singular con el cual se ha identi-ficado siempre”.

ESPECIAL

El

Grandes ideales. El psicoanalista Max Hernández nos cuenta tres anécdotas que reflejan el compromiso de nuestro premio Nobel con ideales vinculados a la defensa de la vida y la libertad.

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JorgeParedes L.

“Yo sí creo que ese es el valor de Mario Vargas

Llosa. Él es ese Quijote que ejerce un poder solitario y se

sigue enfrentando a cosas que él cree que están mal con gran

coraje y entrega”.

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.23El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

Comunidad. La comisión Vargas Llosa (Max Hernández es el cuarto de los sentados) en Uchuraccay.

“Este héroe que busca la libertad y está más allá de la dicotomía de ser un personaje de dere-cha o de izquierda”.

3Uchuraccay, 1983. Max Hernández y Vargas Llosa formaron parte de la comisión que inves-tigó la muerte de los ocho periodistas en las le-janas alturas ayacuchanas. “Una noche, en el Hotel de Turistas de Ayacucho –cuenta Her-nández–, salí al corredor a caminar y encontré a Mario solo y vi su preocupación y angustia”. El informe iba a ser después cuestionado por al-gunos se ctores, aunque ahí se consignaba todo lo que la comisión había recogido. “Si hubo un error fue tal vez el no habernos dado cuenta de un hecho fundamental”, confiesa el psicoanalis-ta. “Tanto para los terroristas como para el Esta-do nuestros campesinos altoandinos eran total-mente prescindibles. Al no ver esto, el informe no alertó sobre lo que estaba pasando”. “Eso es lo que a Mario le preocupaba. Yo creo que su teoría de la utopía arcaica nace de ahí, es resultado de esa reverberación, de ver este desencuentro de subjetividades tan diversas”. ¿Existen dimensiones de nuestra nacionalidad

que no hemos llegado a entender del todo? “Sí –responde Max Hernández–. Creo que recién estamos empezando a comprender al Perú en su totalidad. Debido a la gran fractura de nuestra formación quedaron zonas segregadas de nues-tra subjetividad, nacionalidad e historia. El dar-se cuenta de ello fue lo que le produjo ese enor-me desconcierto que compartí durante toda una noche, caminando por ese hotel ayacuchano”.

Pierre Vilar, el gran historiador francés, es-cribió “El tiempo del Quijote”, un ensayo breve donde explicaba que la genialidad de Cervantes radicaba en haber creado un personaje que re-presentaba los ideales de un tiempo que ya no existía. Es decir, una figura obsoleta, anacrónica, imposible, que se enfrenta a molinos de viento en una España en crisis. “Yo sí creo – concluye Max Hernández– que ese es el valor de Mario Vargas Llosa. Él es ese Quijote que ejerce un po-der solitario y se sigue enfrentando a cosas que él cree que están mal con gran coraje y entrega”.

El Premio Nobel de Literatura ha sido entre-gado a este señor que brega contra viento y ma-rea por una serie de valores desde su posición de héroe solitario, que a veces encuentra el eco inmenso de todos.

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24. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

especial

Los caminos del

Eros. “elogio de la madrastra” y “los cuadernos de don Rigoberto”, dos libros eróticos de nuestro Nobel, son interpretados de manera psicoanalítica.

R e c u e r d o el impacto emocional y erótico que tuvo en mi adolescen-cia la pelícu-

la “La ciudad y los perros”; ya el hecho de asistir al cine con mis padres y mi hermana ma-yor –ella tendría 16 años y yo unos 13– me hacía sentir un tanto “clandestina”. El hecho de saber que entraba con mis padres a ver una película no precisamente para menores generó en mí una cierta sen-sación transgresora, permisi-va y algo confusa que me hizo sentir, por qué no decirlo, algo excitada emocionalmente. Re-cuerdo que las escenas en las que el personaje del poeta veía a su chica el día de su salida, y la tocaba más de “lo debido”, mientras ella se resistía; me re-sultaban más eróticas que las del personaje de La pies dora-dos, quien encarnaba en la pe-lícula el deseo sexual.

Debo señalar que toda la obra de Mario Vargas Llosa está impregnada de erotis-mo. Recordemos si no “La Casa Verde”, ambientada en un prostíbulo piurano; la obra teatral “La Chunga”, con perso-najes lésbicos, madames, etc, o “El paraíso en la otra esquina”, donde Gauguin es retratado como un maniático sexual en Tahití. No es gratuito que el propio Vargas Llosa expresa-ra alguna vez: “No hay gran li-teratura erótica, lo que hay es

“para su desgracia, su felicidad se desmorona cuando Fonchito seduce a su madrastra lucrecia y tiene con ella una relación cuasi incestuosa”.

deseoley familiar, cuyo objetivo pri-mordial es mantener unidos para siempre al deseo y la ley. La segunda dinámica está a cargo de la función materna, objeto originario de deseo, represen-tada en el personaje de doña Lu-crecia. Finalmente, la tercera función, la del sujeto que debe acatar e internalizar la prohibi-ción del incesto, está representa-da por el personaje de Fonchito, un preadolescente que se en-cuentra risueño jugando entre la permisión erógena de su ma-dre sustituta y un efecto permi-sivo que subyace al discurso eró-tico de don Rigoberto.

Fantasías prohibidasEn esta novela, el mundo inter-no de don Rigoberto está gober-nado por fantasías obsesivas que aglutinan el deseo y la ley en una misma unidad. En su fantasía erótica, don Rigoberto pretende que su esposa e hijo se adecúen a una sumisión incon-dicional. Para su desgracia, toda su felicidad se desmorona cuan-do Fonchito seduce a su ma-drastra Lucrecia y tiene con ella una relación cuasi incestuosa. Hacia el final de la novela, Rigo-berto descubre la infidelidad de su mujer, gracias a una compo-sición que Fonchito escribe para el colegio; e incapaz de aceptar la degradación moral de su fami-lia, decide expulsar a la adúltera de la casa.

Las fantasías de Rigober-to continúan en “Los cuader-nos…”. Poco después de que Fonchito logra reconciliar a sus

erotismo en grandes obras li-terarias”.

Triángulo amorosoAhora bien, desde mi perspec-tiva de psicóloga clínica y psi-coterapeuta, puedo recurrir a la dinámica edípica para inter-pretar las novelas “Elogio de la madrastra” y “Los cuadernos de don Rigoberto”. La función paterna, es decir la instancia prohibitiva es encarnada en “Elogio...” en la figura de don Rigoberto, representante de la

padres, Lucrecia le dice a Rigo-berto –justo antes de hacer el amor– que si él permite que el joven siga viviendo en casa, ella volverá a pecar. Rigoberto res-ponde que él no puede desha-cerse de su hijo y declara a Lu-crecia su amor incondicional, se acuesta con ella y acepta tá-citamente sus deseos.

SublimaciónEn “Los cuadernos...”, Rigober-to trasmite a su hijo las fantasías materno-filiales que escribe en

sus cuadernos o contempla en sus libros de pinturas eróticas. Es decir, al no poder proponer-le a su hijo un sentido a la exis-tencia distinto al goce, el padre transgresor conmina al hijo a actualizar a plena luz del día las fantasías que aquel mantie-ne en la oscuridad, y que guar-da bajo llave en sus cuadernos y libros. Cualquier obra de arte, según Freud, es el resultado de ten-siones o conflictos no resueltos a través de uno de los mecanis-mos de defensa más elevados: la sublimación. Así, Vargas Llosa en estas dos novelas logra canalizar sus pro-pias tensiones, elevándolas al estatus de proceso creativo lite-rario. Un estatus que hoy le ha valido el Premio Nobel y que to-dos celebramos.

[*] Psicoterapeuta. Especializada en sexología.

Novelas. Un universo cargado de sensaciones que gira alre-dedor de tres personajes: Rigoberto, Lucrecia y Fonchito.

Seducción. Pintura de Egon Schielle. La obra del artista austríaco inspiró a Vargas Llosa a explorar el terreno del erotismo.

El elogio. “Alegoría de Venus, Cupido y el Tiempo”, cuadro del florentino Broncino Ag-nolo di Cosimo (1503-1572).

RominaVaccarella*

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.25El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

especial

Memorias. el emblemático café parisino fue el escenario donde, hace casi una década, el hoy Nobel de literatura compartió con nuestro Diario el recuerdo de sus años en europa y su decisión de convertirse en escritor.

Conversación en elCafé de Flore

Han pasado casi 10 años des-de la entrevista con MVLL en el Café de Flore en París. Se decía entonces que por el Flore flo-taba el fantasma de Jean Paul Sartre, asiduo concurrente del famoso café. Hoy se puede es-

perar que la sombra de Vargas Llosa –también conocido en su juventud como ‘el sartrecillo’ por su admiración a Sartre y a la literatura fran-cesa– forme parte del decorado y que ir al Flore sea también, de cuando en cuando, ir al encuen-tro de MVLL.

IVargas Llosa vive en París cerca de la Place Saint Sulpice, a pocos metros del primer departamen-to que ocupó en la rue de Tournon. Cuarenta años después y millones de libros más tarde, con fama y fortuna en el bolsillo, el gran señor de la literatura de lengua española volvió a París “para escribir y poder ir al cine” todos los días. Su rutina es invariable y luego de pasar seis horas escribiendo, bajo el retrato que le hizo Botero, mofletudo, con vaga pinta de enano en el más puro estilo boterista, pero inconfundiblemente Mario, se marcha al cine. Ve de todo con igual ilu-sión. Solo París tiene la cartelera con la que sue-ña y el anonimato para pasear tranquilo por las calles y sentarse en los cafés que conoce tan bien.

Ese día, en la planta baja del Café de Flore, británicamente puntual, sentado en medio del bullicio de esa tarde de canícula de principios del verano recuerda cómo hace casi medio siglo

pasa a la página [26]

MakiMiró Quesada*

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26. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

“La venida a Europa fue muy interesante porque si alguna vez había tenido la idea del desarraigo, en Europa me di cuenta de que yo nunca sería un francés. Aquí descubrí que era un latinoamericano”.

ESPECIAL

aterrizó en París. “Llegué en el auto de un boliviano, compartíamos la gasolina, venía de España con Julia, con la promesa de una beca que no me dieron. Anduvimos bus-cando un hotel, nos mandaron a uno pero estaba lleno. La dueña nos envió entonces al Wetter Hotel, que significa tiempo en ale-mán; lo divertido es que años antes allí ha-bía vivido García Márquez, eso solo lo supe años después, pero la patrona del hotel era la misma.

Cuando me di cuenta de que no tenía ni beca ni dinero para pagarle, hablé con ella, con Madame Lacroix, que era ‘auvergnate’, gente que tiene fama de ser muy tacaña. Le dije que no tenía dinero para pagarle. Nunca me olvidaré de esa señora. Sin ningún tipo de sentimentalismo me dijo: “No le voy a dar ese cuarto, lo voy a mandar a la buhardi-lla, que es el cuarto más barato. Es bastante incómodo pero le voy a permitir que tenga un primus para cocinar”. Tengo una grati-tud eterna con ella. Al día siguiente con Julia salimos a buscar trabajo. Julia encontró tra-bajo en la Librería Española, no la librería es-pañola de la rue de Seine sino una que había en la rue Monsieur le Prince. La librería toda-vía existe pero el librero ya murió. El dueño era un anarquista casado con una francesa. La mujer era la pragmática. Julia pasaba los esténciles.

Vivía esa época con gran entusiasmo, co-mencé a leer a los franceses, a los clásicos, yo desde chico había leído a Alejandro Dumas, pero aquí descubrí la literatura latinoameri-cana que yo no conocía ni tampoco me im-portaba antes. Aquí conocí a Cortázar, Car-los Fuentes, Carpentier; iba mucho al teatro que entonces era muy barato y muy bueno, a ver a Corneille, Racine, Moliere, a oír el acen-to de la Comedie Francaise; yo siempre ha-bía soñado con ver eso. Iba al Teatro Nacio-nal Popular a ver a Jean Vilar, también llegué a ver a Gerard Philippe, a Pierre Brasseur. Empecé a buscar trabajo como loco, por to-das partes, como profesor de español, como traductor. Ya estábamos casi sin dinero, al borde de la catástrofe, comíamos solo una vez al día, cuando me llamó un amigo, Car-los Espinoza, que era profesor de la escue-la Berlitz, y me avisó que había un concurso para profesor de español. Me presenté, pero exigían la pronunciación castellana o sea que durante el cursillo me impuse a hablar con ‘z’ y ‘vosotros’ y gané el concurso. El primer mes me pagaron 10 mil francos (100 francos ahora), pero con lo cual ya comíamos tran-quilos. Yo quería tanto ser escritor que para mí era como la prueba de fuego. Yo me de-cía: si consigo sobrevivir en París, entonces voy a ser escritor.

Como yo era recién llegado no tenía muchos alumnos y trabajaba en los cafés, escribía como un loco... ¡Tenía un entusiasmo! Para sobrevivir en Lima había tenido 7 puestos, esto era como tener una beca. Estaba escribiendo “La ciudad y los perros”.

***La venida a Europa fue muy interesante porque si alguna vez había tenido la idea del desarraigo, en Europa me di cuenta de que yo nunca sería un francés. Aquí descubrí que era un latinoamerica-no, que había una comunidad latinoamericana, de la cual el Perú era apenas una parte. Yo decidí el año 58, en Madrid, que iba a tratar de ser escri-tor y a organizar mi vida enteramente alrededor de eso. Que probablemente tendría que ahorrar para publicar mis libros y que eso siempre sería mi destino hasta que me muera”.

II“Nadie podía entonces sospechar que un escri-tor latinoamericano iba a vivir de sus libros. Eso era totalmente inconcebible. La gran revolución es a partir de los años 60, empieza en España, con Seix Barral y con el premio Biblioteca Bre-ve de Seix Barral. También en Francia empie-za una moda, el año 63 llega aquí Borges, quien deslumbró. Dio dos conferencias en el Institut de l’Amerique Latine y fue absolutamente bri-llante. Los franceses quedaron muy impresio-nados. Era capaz de hablarles en francés con una elegancia, con una desenvoltura.

Era capaz de hacer unas combinaciones que muy difícilmente un escritor francés puede hacer, un escritor francés nace con el peso de su tradición, una tradición tan rica que es como una camisa de fuerza. Viví año y medio en el Wetter Hotel. De allí me mudé al 17 de la rue de Tournon, a escasos metros de donde vivo hoy, a un departamentito que me ce-dió Daniel Ballón, un crítico de arte argentino que ya murió. Gerard Philippe era el dueño de la casa, de la cual este departamento era algo así como la cola. Cuando yo me mudé Philippe ya había muer-to y contaba Ballón que cuando él vivía, había oído a veces tardes o mañanas enteras a Philippe ensa-yando un solo párrafo de una obra que iba a repre-sentar, horas de horas, una y otra vez.

IIIDespués tuve un trabajo más estable, mejor pa-gado y más cómodo en la Radio Televisión Fran-cesa (RTF). Este trabajo era de noche y en Francia las horas de noche se pagan el doble. Eso me deja-ba las horas del día libres para escribir. Tenía un programa que me divertía mucho hacer y que se llamaba “La literatura en debate”. Cada semana comenzábamos un libro, así fue como descubrí a García Márquez. La editorial Julliard me mandó un librito en francés que se llamaba “Pas de lettre pour le colonel” (“El coronel no tiene quien le es-criba”), me pareció una novelita preciosa. Allí me quedé hasta que me fui de París. Estos años fue-ron fundamentales porque empezaron a ocurrir cosas estimulantes para mi trabajo: empecé a ser

El origen de la letra. “Yo me decía: si consigo sobrevivir en París, entonces voy a ser escritor”.

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El hombre y la política

“El otro gran cambio en mi vida es el encuentro con Carmen Balsells. Un día Carmen me llama y me dice: ‘Renuncia a la universidad hoy mismo y dedícate solo a escribir. Tú vas a poder vivir de tus libros’”.

editado, a ser traducido, a ser conocido. Cuando me fui ya había publicado “Los j-efes”, “La ciudad y los perros”, “La Casa Verde” y había empezado a trabajar “Conversación en La Catedral”.

***La gran transformación para mí fue “La ciudad y los perros”. Cuando la terminé aquí en París pen-sé: ¿Y ahora, cómo publico esto? Empecé a buscar editores. El libro fue rechazado por muchas edito-riales. Lo rechazó una editorial española que salía aquí en Francia y se llamaba Ruedo Ibérico. Sebas-tián Salazar Bondy, a quien le había mandado una copia lo ofreció a la Editorial Lozada en Buenos Ai-res, que también lo rechazó. Quien me consiguió el editor fue un crítico francés que se llamaba Clau-de Duffont, profesor de la Sorbona que impulsaba mucho la cosa iberoamericana. Leyó la novela y le gustó. Trató de que se publicara traducida al fran-cés pero también falló. Finalmente se la propuso a Carlos Barral, quien la leyó y decidió publicarla pese a la censura de Franco. Habían pasado 6 me-ses y yo estaba deprimido cuando recibí el telegra-ma de Barral que cambió mi vida. Publicó la novela y el libro tuvo un éxito que Carlos Barral no había esperado nunca.

***Cuando llegué a Francia todo me deslumbraba. Ninguna ciudad tiene esa aureola mítica que la literatura le ha dado a París. A Sartre lo escuché por esos años en la Mutualité pidiendo la libertad para Hugo Blanco. Malraux era una persona por la cual he tenido gran admiración, y cuando era ministro, yo como periodista tenía que cubrir mu-chas de sus actuaciones públicas. Era un orador absolutamente deslumbrante: hablaba como es-cribía. Cuando la visita oficial de Prado a París le tocó hablar a nombre del gobierno en el Square de l’Amerique Latine. Nunca me olvidaré su discurso porque en cinco minutos se inventó un Perú. En un momento dado hablo de “esas princesas incas que morían sobre las nieves de los Andes abraza-das a sus papagayos multicolores”. Sin embargo a partir del año 63, 64 o quizás un poquito más ade-lante me empecé a sentir absolutamente harto del mal humor de los parisinos.

IVA mediados de los sesenta el gobierno inglés esta-ba impulsando una apertura hacia otros idiomas y culturas. Yo presenté mi candidatura como pro-fesor de español en Londres y fui aceptado. Cuan-do llegué a Dover me subí al tren y me pusieron una taza de té y una galleta en la mano, pensé: aho-ra ya sé lo que quiere decir civilización. Me siento mucho menos en casa en Londres que en París. En cambio tengo una admiración por el civismo de los ingleses que no he encontrado en ninguna parte del mundo. Ese respeto a la legalidad solo lo he vivido en Inglaterra.

El inglés si viola la legalidad sabe que la vio-la; en cambio en Francia se está mucho más cerca de lo nuestro, de esos acomodos típica-mente latinoamericanos; pero esas cosas que quizás hacen la vida más vivible, en cambio no crean una civilización. Mi relación con Ingla-terra es distinta a la tengo con Francia y a pe-sar de que no me siento extranjero en ninguna parte, en Inglaterra todos somos extranjeros.

***El otro gran cambio en mi vida es el encuentro con Carmen Balsells. Después de unos años en Inglaterra un día ella me llama y me dice: “Renuncia a la universidad hoy mismo y de-dícate solo a escribir. Tú vas a poder vivir de tus libros”. Yo ya tenía dos hijos y me daba miedo dejar lo seguro. Carmen insistió y entonces comenzó a darme 500 dólares todos los me-ses como adelanto. Poco tiempo después dejé Inglaterra y me fui a vivir a Barcelona, coincide que es a partir de ese momento que el ‘boom’ cobra mayor difusión. En Barcelona estaban muchos escritores latinoamericanos, era el momento del apogeo”.

La pasión literaria¿Qué es un país para una persona? Son unos paisajes, unas imágenes, algunos recuerdos. No hay más. Pero esta es una realidad que a mí me ha formado. Hay ciertos olores, hay una cosa en el lenguaje, hay la manera peruana de hablar el español que es con la que yo escribo. Hay una continuidad en mi vida que es clarí-sima: mi vocación. La literatura sigue siendo mi gran pasión. Ahora que soy viejo tengo una comodidad para ejercerla que nunca pensé te-ner, pero eso no ha cambiado en lo esencial lo que es mi relación con la literatura.

[*] Texto originalmente publicado en tres entregas: “Cartas de París” (agosto, 2001). Sección Luces.

“Para mí en esa época la política no estaba di-sociada de la literatura, de lo que se llamaba la ‘litterature engagee’, la literatura compro-metida. Yo entré a hacer política por razones más cívicas, más morales. La ilusión de que había un ambiente muy propicio en el Perú para hacer el tipo de reformas que yo estaba defendiendo ya hacía tiempo como escritor, en artículos, en polémicas, y en un momento dado eso nos pareció a muchos peruanos que se concretaba. Estábamos errados, pero en fin, la experiencia fue muy instructiva.

Ahora bien, es una experiencia que no re-petiría nunca. Entré en eso, entre otras cosas, para tratar de salvar la democracia en el Perú. La democracia desapareció exactamente dos años después con el golpe de Estado del señor Fujimori, que inauguró después de esta cam-paña un período completamente siniestro, no solamente por las matanzas y las torturas, sino que empezó una era de corrupción que desbordó el ámbito de lo político largamente e infectó a toda la sociedad peruana.

Para mí la política era una transición. Si yo hubiera ganado las elecciones hubiera traba-jado muy fuerte cinco años para luego regre-sar a mi escritorio.

Hay ciertas concesiones que se tienen que hacer para ser un político y que para mí son absolutamente inaceptables. Eso empecé a percibirlo bastante antes del fracaso electo-ral. Pero mis lazos con el Perú no han cambia-do... Para un escritor no hay experiencia mala. Toda experiencia se transforma en material de trabajo”.

Inconfundible. Mario Vargas Llosa bajo el trazo de Botero, gran pintor colombiano.

La tía Julia. Su llegada a Europa fue junto a Julia Urquidi.

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28. El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

ESPECIAL

Autorteatral

Un nuevo género. Un recorrido por la dramaturgia de Vargas Llosa concluye para Alonso Alegría en una nueva propuesta teatral. Un género inventado que transcurre entre lo narrado y lo actuado.

El teatro que leemos no es lite-ratura. Tampoco es teatro. La obra de teatro escrita es, a la obra escenificada, lo mismo que la receta al chupe de camarones y el juego de planos al edificio construido. El libreto puede te-

ner fragmentos o momentos de gran valor como literatura, pero escribir un libreto no es, ni debe ser, un fin en sí –tal como el propósito de escri-bir una receta no puede otra cosa que el ulterior chupe de camarones–. El teatro, entonces, solo se puede evaluar sobre el escenario. En conse-cuencia, esta nota de efusivo saludo a Vargas Llo-sa la limito a las obras que he presenciado, ya sea porque me encontré con ellas en lectura a viva voz –una forma sutil de palpar su teatralidad– o porque las presencié sobre un escenario. Pero antes, una nota sobre la prehistoria del Vargas Llosa teatrero.

La prehistoriaLo primero que escribió –en su pubertad– fue “La huida del inca”, obra al parecer más fantástica que histórica de la cual se conserva solo el programa de mano y recuerdos del escritor. Y lo segundo que escribió, con mano ajena, fue mi adaptación teatral de “Los cachorros”, pieza que estrené en agosto de 1970 y que él, posteriormente, pudo ver. En la novela corta ya se intuye muy claramente la estirpe teatral del autor y la adaptación práctica-mente se escribió sola. La primera obra escrita por Vargas Llosa la escuché de su boca en 1978, en lectura del propio autor haciendo todos los perso-najes. Fue “La señorita de Tacna” (1981). No la he visto en escena pero conozco detalles de la mag-nífica versión de “La señorita..” que, en Buenos Aires, hizo la maravillosa Norma Aleandro. Valga aquí la pena señalar que esta es la típica obra del narrador que recién escribe teatro, o la del drama-turgo bisoño –y en esta cuenta incluyo al Tennes-see Williams de “El zoo de cristal”–.

AlonsoAlegría*

Ellos arrancan por inventarse un narrador que le va contando al público la historia, hilvanando su-cesivos episodios que ocurren en tiempos y luga-res distintos. Vargas Llosa abandonó esta técnica episódica, más narrativa que dramática, para “La Chunga” (1986), un texto sin narrador con una ac-ción dramática más clara pero que sigue siendo episódica, y basa su principal interés en el trata-miento verista y novedoso (para su época) de un par de personajes interesantes femeninos (me he saltado “Kathie y el hipopótamo” porque no la he visto). A “La Chunga” le sigue “El loco de los balco-nes” (1993), cuyo estreno en castellano tuve el gus-to de montar en Lima recién en el 2003, tras un in-tento de producción frustrado once años antes por el cierre del Congreso del 5 de abril. Este texto es el primero de Vargas Llosa con una real y efectiva acción dramática: ‘salvar los balcones antiguos de Lima’. La presencia de esta voluntad a largo plazo –que es la base del interés argumental de cualquier ficción dramática– hace pensar en un autor que comienza a cuajarse también como dramaturgo.

1.

2.

1. Aporte al teatro. “Odiseo y Penélope”, una obra entre narra-tiva y teatral con las actuaciones del propio MVLL y de la actriz Aitana Sánchez-Gijón. 2. La señorita de Tacna. Estreno de esta obra en Río de Janeiro, Brasil, en 1982.

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La verdadera dramaturgiaEl progreso hacia la dramaturgia ver-dadera –que es la presentación, y no la narración de hechos– ocurre con “Ojos bonitos cuadros feos” (1996), una pieza de apenas dos personajes que se desarrolla en tiempo continuo y que también tiene una acción dra-mática clara, aunque esta acción (‘ma-tar impunemente al crítico de arte’) no se manifiesta hasta bien entrada la pie- za, cosa que aminora el valor dramático de la obra y nuestro interés por su desenlace. Por no ha-ber visto “Odiseo y Penélope” (2007) y “Las mil y unas noches” (2010), ambas estrenadas en Es-paña, paso a “Al pie del Támesis” (2008), que es, para mi gusto y a mi criterio, una especie de retro-ceso en la dramaturgia de Vargas Llosa.

“Vargas Llosa se ha inventado, en fin, un nuevo subgénero de doble genética: teatral y narrativa [...]. Inventar un género es mucho más importante que escribir la mejor obra teatral”.

El nuevo género que ha inventado consiste –simplificando mucho– en presentar una versión, entre contada y actuada, de un material narrativo que podría –en teoría– ser ajeno o propio. De este género –que inclu-ye también “Odiseo y Penélope” y “Las mil y una noches”– he visto solo “La verdad de las mentiras”, único espectáculo que el autor ha

dado en Lima. Es una versión de cinco relatos: “Una rosa para Miss Emily” de Faulkner, “Diles que no me maten” de Rulfo, “La muerte de los her-manos Arango” de Arguedas, “El infierno tan te-mido” de Onetti y “El Aleph” de Borges.

Un nuevo géneroVargas Llosa y la estupenda Vanessa Saba con-

taron y actuaron estos cuentos de “La verdad de las mentiras”, por momentos haciendo parecer que estas dos disímiles actividades eran una misma y única cosa. Nos dieron un espectáculo, tan tea-tral como narrativo, que representaba el cuento como teatro sin quitarle su esencia de narración. No lo transformaba totalmente en teatro (como hace una adaptación teatral), sino lograba una sín-tesis nueva y singular, vale decir un nuevo género que se ubica a igual distancia del drama escénico y de la narración oral. Vargas Llosa se ha inventa-do, en fin, un nuevo subgénero de doble genética: teatral y narrativa. Si él mismo y otros escritores experimentan con este género, podremos llegar a definirlo y a popularizarlo como una forma de arte escénico independiente. ¿Cuál es, hasta ahora, su mayor aporte al teatro? Por supuesto que este. In-ventar un género es mucho más importante que escribir la mejor obra teatral. Pregúntenselo a Tes-pis. Sin el inventor del teatro occidental, no hubie-ra habido Sófocles ni Shakespeare ni tampoco, cla-ro está, Vargas Llosa autor teatral.

[*] Dramaturgo y director teatral.

3. 4.

3. La Chunga. Una obra que basa su fuerza en dos person-ajes femeninos intensos.

4. La verdad de las menti-ras. Estupenda puesta en escena junto a Vanessa Saba que inaugura un nuevo sub-género entre lo narrativo y teatral.

Aquí el autor deja pasar por ahí nomás grandes oportunidades de exploración humana, y apela a giros argumentales que, de ser tan sorprenden-tes pero tan poco lógicos, me desconciertan y de-jan frío. Una nueva versión de esta pieza que no permita que el argumento descarrile, y que centre correctamente su acción, estaría a la altura de las mejores novelas de este gran escritor. Pero entre-mos ahora en la más importante contribución de Vargas Llosa al teatro. No a la literatura dramática escribiendo una obra de teatro, sino al arte teatral mismo inventando un nuevo género. Este aporte sí está a la altura de su inmenso talento, y quizás sintetice todas sus potencialidades, tanto de na-rrador como de teatrero.

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Amigosvidade toda una

“En esa época Vargas Llosa ya escribía poesía, hizo unos versos muy lindos que me gustaron, pero a él no. Me dijo: ‘esto no sirve para nada’ y un día los tuvimos que quemar. Fue muy duro en eso, dijo: ‘Yo no puedo ser poeta’”.

Mario y Javier. Se conocieron en el colegio a los diez años en Piura. Hasta hoy los une una gran amistad.

Conocí a Ma-rio Vargas Llosa cuan-do teníamos alrededor de diez años de edad. Llegó

a Piura porque su abuelo fue nombrado por el gobierno de José Luis Bustamante y Rive-ro prefecto de Piura. Recuer-do que nos conocimos en un colegio de sacerdotes católicos en tercero o cuarto de prima-ria. Fuimos amigos en base del juego que es lo que une a los ni-ños. Salíamos a matar anima-litos con escopetas, jugábamos fútbol, íbamos al río, era una manera amable y simpática de pasar el tiempo con los amigos.

Los poemas perdidosMario Vargas Llosa siempre fue un joven muy in-teligente e inquieto de quien llama-ba la atención la cantidad de conocimien-tos que tenía, sabía cosas que los niños de esa edad no conocían. Recuer-do alguna vez haberlo oído hablar algo de filosofía po-lítica. En esa época Vargas Llo-sa ya escribía poesía, hizo unos versos muy lindos que me gustaron, pero a él no. Me dijo: “esto no sirve para nada” y un día los tuvimos que quemar. Fue muy duro en eso, dijo: “Yo no puedo ser poeta. Ser un poe-ta mediocre no tiene sentido y mis versos no son de alta cali-dad, acompáñame a quemar-

JavierSilva Ruete*

ESPECIAL

Gratos recuerdos. Javier Silva Ruete nació meses antes que su gran amigo Mario Vargas Llosa. Ambos conservan aún el recuerdo vivo de su infancia y juventud.

sentábamos juntos en la misma carpeta, íbamos juntos a la Pla-za de Armas y a distintos sitios. Le encantaban los libros, tenía una biblioteca espectacular que él mismo forjó poco a poco. Con toda seguridad, tenía la bibliote-ca más grande de cualquier chi-co de colegio de cualquier par-te del país, la misma biblioteca que construye hasta hoy. En la universidad nos veíamos a dia-rio porque ambos ingresamos a San Marcos y vivíamos en Mi-raflores a dos cuadras de dis-tancia. Por las noches, compar-timos lecturas junto a las voces de Neruda, Vallejo y Eguren.

Sensibilidad innataUna etapa muy interesante fue su candidatura a presidente de la República porque fue otra vi-sión de su vida. Algunos creen que Mario se interesó en la polí-tica recién en esa oportunidad y no es así. Siempre fue un hom-bre muy sensible y, natural-mente, la política le interesaba, así como los problemas del país y la falta de comodidades para la gente pobre. Fue esta sensi-bilidad lo que lo llevó a ser can-didato. En esta época fuimos como una sola pieza. Yo era parte del equipo y me encargué del plan de privatización de las empresas públicas a pedido de él. Creo que el caso de Mario es un caso de genialidad, una ge-nialidad que cultivó desde la ni-ñez basándose en el estudio, la lectura y escritura, con eso fue construyendo su vida y su rum-bo. El premio significa que se ha hecho justicia.

[*] Economista

los”. Y los quemamos. Cuando se dio el golpe de Odría, el señor Llosa, viajó a Lima con su seño-ra, sus hijos y, naturalmente, su nieto, Mario. Años después, en el quinto de secundaria, reapa-reció en Piura, había estado en el Colegio Militar Leoncio Pra-do. Fue un gran gusto volverlo a ver. Nos acordábamos de la época anterior y retomamos la amistad. Ahora estudiábamos en el colegio mixto San Miguel, donde ingresaban los alumnos más destacados.

Una importante anécdota colegial fue el estreno de “La huida del inca”, su primera obra teatral, que escribió sien-do casi un niño. Los mucha-chos y yo lo convencimos de estrenarla y lo hicimos en el principal teatro de la ciudad de

Piura, “Variedades”. Él fue el director y yo cola-

boré en la orga-nización. Fue

todo un éxi-to. El dinero sirvió para el viaje de promoción a Lima, fue

un acto muy generoso.

Alumno notableMario siempre fue un alumno notable y, curiosamente, nun-ca fue un chancón. Salía con nosotros, íbamos al campo, al cine y al teatro. Llamaba la aten-ción su conocimiento de las co-sas, lo cual era un reflejo de sus estudios y talento. Yo era el ami-go más cercano y al terminar la secundaria nuestra amistad se acrecentó muchísimo. Nos

“El caso de

Mario es un caso de genialidad, una genialidad que

cultivó desde la niñez basándose en el estudio, la

lectura”.

“LA LIBERTAD Y LA VIDA”

ARchIVo

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.31El Dominical. Lima, domingo 12 de diciembre del 2010

Mario Vargas Llosa. El Perú y el mundo recibió con emoción las palabras del Nobel el martes 7 de dicembre. A continuación los fragmentos de su discurso en la Academia Sueca.

ESPECIAL

Elogio

lecturaficción

El escenario. Mario Vargas Llosa estuvo rodeado de familiares y amigos. Los ojos del Perú estuvieron puestos en Estocolomo.

La familia. Patricia, su hijo Álvaro, su esposa Susana Abad, Luis Llosa y Roxana Valdivieso.

Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justi-niano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba, Bolivia. Casi setenta años después recuer-do con nitidez cómo esa ma-gia, traducir las palabras de los

libros en imágenes, enriqueció mi vida, rom-piendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo vein-te mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu.

La historia sin finLa lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fue-ron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmen-darles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasa-do la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y enveje-cía, las historias que llenaron mi infancia de exal-tación y de aventuras.

La libertadQuienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felici-dad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes em-peñados en controlar la conducta de los ciuda-danos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores in-dependientes. Lo hacen porque saben el riesgo

El Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!

desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera. Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circuns-tancia en que nuestros antepasados, recién na-cido el lenguaje que les permitía comunicar-se, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro desti-no, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización. Ese proceso nunca interrumpido se enrique-ció cuando nació la escritura y las historias al-canzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas genera-ciones: la ficción es una necesidad imprescin-dible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo me-jor de lo humano. [*] Fragmentos de “Elogio de la lectura y la fic-ción”. Estocolmo, 7 de diciembre de 2010.

de la

y la

las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nie-tos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. (...) Es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.

Entender la vidaLa literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos

que corren dejando que la imaginación discu-rra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difí-ciles de manipular.

El Perú en las entrañasAl Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas expe-riencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación. Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de “todas las sangres”. Eso so-mos y eso llevamos dentro todos los peruanos: una suma de tradiciones, razas, creencias y cul-turas procedentes de los cuatro puntos cardi-nales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las culturas prehispánicas y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y caballos, tra-jeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición ju-deo-cristiana y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su reciedumbre, su música y su efervescente imaginación. El Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de un país que no tiene una identi-dad porque las tiene todas!.

PatriciaEl Perú es Patricia, la prima de naricita respinga-da y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta

MarioVargas Llosa

rEutErs

lino chipana/ Enviado EspEcial