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Santiago 67 Capítulo 20 Santiago El hermano de Jesús afirma la prioridad de la praxis Bosquejo Saludo, 1:1 Aforismos, 1:1-27 Gozo en medio de la opresión, 1:2-4 (5:7-11) La democratización de la sabiduría, 1:5-7 (4:13-18) Destino del rico, 1:9-11 (2:1-7; 4:135:6) Dios, fuente solamente del bien, 1:12-18 (3:134:10) Diligentes para escuchar, 1:19-21 (3:1-12) La palabra y la praxis: la religión auténtica, 1:22-27 (2:14-26) Ensayos, 2:15:18 Respeto debido a los pobres, 2:1-9 La ley que conserva a la comunidad libre de toda opresión, 2:10-13 La fe y las obras de sacrificio en beneficio de los pobres y débiles, 2:14-26 La lengua que mata a los pobres y marginados, 3:1-13 La sabiduría democratizada, 3:14-18 La violencia de opresores codiciosos, 4:1-12 Advertencias a los prósperos opresores, 4:135:6 La venida inminente del Libertador y Juez, 5:7-11 Evitar juramentos, practicar la oración, 5:12-18 Conclusión: Corrección mutua, 5:19-20 Comentario 1. Los pobres, los enfermos, las mujeres y las minorías sexuales. Con su condena de la opresión como la causa fundamental de la pobreza, Santiago es el libro del Nuevo Testamento que mejor refleja la perspectiva del paradigma del Éxodo y las denuncias proféticas de las Escrituras Hebreas. Esto no nos sorprendería si este fuese escrito de Santiago de Jerusalén, hermano de Jesús (Marcos 6:3; Mateo 13:55; 1 Corintios 15:7; Gálatas 1:19; Hechos 15:13; 21:18), y si fuese el documento más antiguo del Nuevo Testamento (45-50 d.C.). Muchos, sin embargo, optan por una fecha posterior (70-110 d.C.), pensando que la estructura de la asamblea es más parecida a la que muestran las cartas pastorales (con “ancianos”) que a la de las congregaciones paulinas (Santiago 5:14-15; Brown 1997:742). Sin embargo, esta característica de Santiago puede reflejar la tradición judía de las sinagogas (una diferencia cultural, no temporal). El público destinatario de la “carta” (1:1), en su mayoría, no son mendigos pobres (2:2) ni tampoco acaudalados (2:6; 5:1-6). Como grupo minoritario judeocristiano (“diáspora”, 1:1), se compone principalmente de pequeños granjeros y artesanos, que poseen poco y deben vivir frugalmente. Además del término utilizado para los pobres-mendicantes (cuatro veces ptochos, 2:2-5), el vocabulario que Santiago emplea incluye a: “los pobres-humildes” (tapeinós, 1:9; cp. 4:6, 10); “los obreros” y “los cosechadores... los justos” (5:4, 6). Los pobres-mendicantes se caracterizan por cubrirse con harapos (2:2), estar desnudos o carentes del alimento diario (2:15-16). El

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  • Santiago

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    Captulo 20

    Santiago El hermano de Jess afirma la prioridad de la praxis

    Bosquejo

    Saludo, 1:1

    Aforismos, 1:1-27 Gozo en medio de la opresin, 1:2-4 ( 5:7-11)

    La democratizacin de la sabidura, 1:5-7 ( 4:13-18) Destino del rico, 1:9-11 ( 2:1-7; 4:135:6)

    Dios, fuente solamente del bien, 1:12-18 ( 3:134:10) Diligentes para escuchar, 1:19-21 ( 3:1-12)

    La palabra y la praxis: la religin autntica, 1:22-27 ( 2:14-26)

    Ensayos, 2:15:18 Respeto debido a los pobres, 2:1-9

    La ley que conserva a la comunidad libre de toda opresin, 2:10-13 La fe y las obras de sacrificio en beneficio de los pobres y dbiles, 2:14-26

    La lengua que mata a los pobres y marginados, 3:1-13 La sabidura democratizada, 3:14-18

    La violencia de opresores codiciosos, 4:1-12 Advertencias a los prsperos opresores, 4:135:6

    La venida inminente del Libertador y Juez, 5:7-11 Evitar juramentos, practicar la oracin, 5:12-18

    Conclusin: Correccin mutua, 5:19-20

    Comentario 1. Los pobres, los enfermos, las mujeres y las minoras sexuales. Con su condena de la opresin como la causa fundamental de la pobreza, Santiago es el libro del Nuevo Testamento que mejor refleja la perspectiva del paradigma del xodo y las denuncias profticas de las Escrituras Hebreas. Esto no nos sorprendera si este fuese escrito de Santiago de Jerusaln, hermano de Jess (Marcos 6:3; Mateo 13:55; 1 Corintios 15:7; Glatas 1:19; Hechos 15:13; 21:18), y si fuese el documento ms antiguo del Nuevo Testamento (45-50 d.C.). Muchos, sin embargo, optan por una fecha posterior (70-110 d.C.), pensando que la estructura de la asamblea es ms parecida a la que muestran las cartas pastorales (con ancianos) que a la de las congregaciones paulinas (Santiago 5:14-15; Brown 1997:742). Sin embargo, esta caracterstica de Santiago puede reflejar la tradicin juda de las sinagogas (una diferencia cultural, no temporal). El pblico destinatario de la carta (1:1), en su mayora, no son mendigos pobres (2:2) ni tampoco acaudalados (2:6; 5:1-6). Como grupo minoritario judeocristiano (dispora, 1:1), se compone principalmente de pequeos granjeros y artesanos, que poseen poco y deben vivir frugalmente. Adems del trmino utilizado para los pobres-mendicantes (cuatro veces ptochos, 2:2-5), el vocabulario que Santiago emplea incluye a: los pobres-humildes (tapeins, 1:9; cp. 4:6, 10); los obreros y los cosechadores... los justos (5:4, 6). Los pobres-mendicantes se caracterizan por cubrirse con harapos (2:2), estar desnudos o carentes del alimento diario (2:15-16). El

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    ser dbiles, marginados y necesitados tambin incluye a las mujeres (2:15), los enfermos (5:14-16) y las minoras sexuales: viudas (1:27, con hurfanos) y la meretriz Rahab (2:25; cp. Mateo 1:5; Josu 2:1-21; 6:22-25; Hebreos 11:31). La presentacin de Rahab como paradigma de hospitalidad y fe a la par de Abraham (que se divorci de su concubina Agar; 2:21-26; Gnesis 21:14) demuestra cun cerca est la perspectiva de Santiago de la de su hermano Jess y de la fuente Q en cuanto a mujeres y minoras sexuales (ver Juan 4; Lucas 7). La composicin no demuestra ningn inters en la moralidad sexual, la tica del matrimonio o los arreglos domsticos (Luke Timothy Johnson 1995:119). De las mujeres que Santiago seala especficamente (las viudas, 1:27; la hermana pobre, 2:15; y Rahab, 2:25), nadie parece tener marido; son minoras sexuales. En cuanto a la causa principal de tantos pobres en el mundo, en consonancia con el resto del Nuevo Testamento (con el paradigma del xodo y los profetas), Santiago jams culpa a las vctimas (por pereza, vicio, inferioridad gentica, etc.). Ms bien, Santiago hace hincapi en la opresin como causa principal de la pobreza (Lucas 4:18-19; Toms Hanks 1982:45). Segn Santiago, la opresin a los pobres y a los dbiles parece ejercerse bsicamente de tres maneras:

    1. Mecanismos econmico-legales, especialmente contra los deudores pobres (2:1-12); 2. Comerciantes ambiciosos y petulantes (4:13-17, codiciar, 1:14-15; 4:2); 3. Terratenientes acaudalados que retienen los salarios de los obreros, un mecanismo de opresin muy generalizado

    (5:4). Los ricos oprimen (katadynasteo, 2:6) a los destinatarios de la carta de Santiago, utilizando testigos falsos (la lengua!) y arrastrndolos a los tribunales. La mencionada injusticia / opresin ('adika), es lo que bsicamente caracteriza a todo el sistema mundano (2:6; cp. 4:4 y pruebas, 1:2, 12). La afliccin (thlipsis, 1:27) que sufren los hurfanos y las viudas puede referirse explcitamente a la opresin misma (Marcos 12:40; 2 Timoteo 3:6; Hanks 1982:56-61). Santiago (como Jess) parece ignorar la enseanza paulina de la cada de Adn y en su lugar expone una enseanza ms autnticamente juda sobre la creacin (3:9) y sobre el origen del pecado (1:13-15): cada persona es Adn (2 Baruc 3:9). Santiago parece no insistir en una evangelizacin tal como se la entiende popularmente. Sin embargo, un pobre que entra en la reunin (2:2) podra ser atrado por el honor demostrado en la manera de aceptarlo sin discriminacin (2:1-4), por la buena nueva de la opcin de Dios a favor de los pobres (2:5), por la denuncia proftica contra los ricos opresores (2:6-7), por la praxis de amor solidario con los dbiles y necesitados (1:27; 2:14-17), por los testimonios de enfermedades curadas (5:14-15a; ver BJ nota), por la promesa del perdn divino (5:15b) y por la esperanza de un juicio final decisivo contra los opresores y violentos, para crear un nuevo mundo de justicia y paz (5:1-6; 3:18). Nuestros tan limitados conceptos de evangelizacin no toman en cuenta que la denuncia proftica de la opresin constituye una parte esencial de la evangelizacin bblicamente concebida (Lucas 4:18-19; 3:10-14; 6:20-26). Santiago proyecta la visin de comunidades de discpulos cuyo nuevo estilo de vida da cuerpo al vocablo proclamado (1:18, 21-25; 4:17). En un mundo caracterizado por la codicia, la tirana y la opresin, las nuevas comunidades, como una ciudad en lo alto de un cerro (Mateo 5:14-16) convocaron con amor al pobre, al desvalido y al marginado (Isaas 2:2-4). Santiago se preocupa sobre todo por aquellos pecados de la lengua que crean un falso sentido de importancia y seguridad para el opulento, pero que le niegan dignidad, honor y justicia al pobre y al dbil. Sobre todo, la Biblia denuncia el pecado de los falsos testigos que, muchas veces sobornados por los poderosos y ricos, les quitan el terreno, la casa, y aun la vida misma a los dbiles y pobres (2:6-7). Con su fuerte nfasis en los pecados de la lengua (3:1-18), Santiago nos hace reconocer el uso destructivo de las palabras para insultar, expresar desprecio y, con chismes, destruir la buena reputacin (nombre) y dignidad de los seres humanos. Estudios modernos sobre el poder de las palabras demuestran cmo tales elementos negativos y destructivos forman parte del vocabulario y gramtica del idioma en s (notemos la carga peyorativa en palabras comunes en castellano: puta, prostituta, ramera, maricn, ciego; (Didier Eribon 1999/2001:29-94). Algunos intrpretes han concluido que, cuando Jess prohibi llamar a alguien raka, fue porque este era un trmino parecido a afeminado o maricn en castellano ( Mateo 5:22). Santiago ensea la justificacin como la respuesta divina que vindica y dignifica a los oprimidos, frente a la condena por parte de los tribunales imperiales y las acusaciones falsas de testigos mentirosos y sobornados (2:12-13; 3:8-9; 4:11-12; 5:6). Por lo tanto, Santiago seala dos ejemplos: el de Abraham, un emigrante (ver los lectores, 1:1) y el de Rahab, la meretriz que ofreci hospitalidad como gesto de solidaridad con los antepasados de Israel, emigrantes que huyeron de la esclavitud en Egipto.

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    Como en cualquier otra parte del Nuevo Testamento, el transformarse en hacedores de la palabra, en cumplimiento de la buena nueva, implica por encima de todo el dar respuesta en forma prctica a las necesidades materiales de los hermanos, las hermanas y el prjimo menesteroso (1:22-25; 4:17, cp. perdn en 5:14-16). Rehusarse a ser hacedor de la palabra ayudando al pobre, al oprimido y al marginado, significa matar (cometer homicidio contra el pobre, 5:6) y tambin cometer adulterio con el mundo (4:4-6; cp. 1 Juan 3:17). Aunque Santiago recomienda la paz (3:17-18) y aprueba la resistencia no violenta de los cosechadores oprimidos, l no es pasivo ante semejante injusticia y opresin. Antes bien, denuncia enrgicamente la cruel opresin y violencia que empobrece y mata (2:11; 3:8, 5:5-6). La resistencia no violenta forma parte de la sabidura de lo alto que Santiago recomienda para todos sus lectores como reflexin crtica en la praxis de sus buenas obras (3:13-18). Otras dimensiones de esta sabidura divina incluyen la oracin y la paciencia militante (Elsa Tamez 1985/90:52-5; Santiago 1:5-7; 5:13-17). La esperanza de la parusa de Jess (teologa apocalptica) contina actuando enrgicamente como foco de una expectativa de la intervencin divina directa (5:7-9), que satisfaga la promesa de un nuevo orden (reino) caracterizado por la liberacin, justicia, amor, paz y sabidura (1:12; 2:5). Comparado con los otros libros del Nuevo Testamento, Santiago parece ser el ms prximo a las Escrituras Hebreas. Sin embargo, Santiago ya est a cierta distancia de las ms antiguas tradiciones del Nuevo Testamento que tratan de los pobres, dbiles y marginados: los judeocristianos a quienes se dirige se hallan exiliados (1:1), pero no son profetas itinerantes como Jess y sus discpulos ms cercanos. Los lectores de Santiago viven en comunidades establecidas de hermanos y hermanas (2:6-7, 15; 1:27; 2:25-26), aunque agobiados por luchas (de clase?, 4:1-3). Aunque Santiago es uno de los tres autores del Nuevo Testamento que estn casados (1 Cor 9:5, ver Pedro y Judas, tambin casados), su exaltacin de Rahab (soltera y meretriz) y Abraham (bgamo y divorciado de su concubina) y su desprecio hacia determinadas virtudes familiares y responsabilidades se aproximan ms al ideal primitivo de los profetas itinerantes que a la enseanza de algunas escrituras posteriores (1 Pedro, cartas deuteropaulinas y pastorales). Santiago denuncia profticamente la opresin y el abuso de la riqueza, pero no aboga por el total abandono del hogar, el cnyuge, los hijos, las posesiones y los negocios (Lucas 14:26; 18:29). 2. La justicia liberadora. Santiago se dirige a comunidades que daban honrosas bienvenidas a los visitantes ricos, pero trataban a los pobres como ciudadanos de segunda clase. Y al hacerlo, quizs haya sido el pionero en incorporar en el discurso de las iglesias el vocabulario de la Biblia hebrea sobre la justicia. Santiago refleja la justicia divina del paradigma del xodo y con frecuencia (ocho veces + adika, opresin, injusticia una vez) utiliza el vocabulario de justicia (las palabras griegas dik-):

    La ira humana no produce la justicia de Dios (dikaiosne, 1:20); Abraham y Rahab fueron justificados por su fe autntica, manifestada en su praxis (cuatro veces, 2:21-25); Los pacificadores que siembran en paz producen una cosecha de justicia liberadora (dikaiosne, 3:18); Han condenado y matado a la persona justa (dkaion) sin que l les ofreciera resistencia (5:6, NVI); La peticin de una persona justa (dikaou), hecha eficaz, es poderosa (5:16).

    Santiago tambin enfoca la lengua como instrumento de violencia, en un mundo caracterizado por la opresin: La lengua es un fuego, un mundo de injusticia/opresin (adikas) entre nuestros miembros (3:6). Pero, adems, emplea otros trminos para la opresin y la violencia:

    No son los ricos quienes los oprimen (katadunasteousin) y los arrastran a los tribunales? (2:6); Oigan cmo clama contra ustedes el salario no pagado a los jornaleros que les trabajaron sus campos... Ustedes han

    llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado, han engordado los corazones para el da de la matanza. Han condenado y matado a la persona justa (dkaion), a quien no les ofreci resistencia (5:1-6).

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    3. Santiago y las otras religiones: el dilogo en el nuevo milenio. El siglo XIX marc la gran expansin misionera de la iglesia (en frica y Asia). Asimismo, en el siglo XX experimentamos un movimiento ecumnico de dilogo entre las confesiones cristianas. El siglo XXI, sin embargo, promete ser sobre todo un siglo de dilogo entre las religiones del mundo (ver la expansin del Islam en pases cristianos). Para tal dilogo, Santiago nos ofrece perspectivas y pautas sumamente pertinentes y urgentes: 3.1. Todos ustedes deben estar listos para escuchar... lentos para hablar, 1:19. Por lo tanto, el dilogo no es una invencin liberal, sino un mandato bblico y debera preceder a cualquier proclamacin eficaz de la buena nueva. 3.2. Santiago describe cuidadosamente religin (que no es una categora bblica) en trminos de una praxis liberadora (1:26-27, visitar a viudas y hurfanos). De esta manera, Santiago logra trascender la crtica marxista de la religin. Ver arriba los textos que hablan de la opresin, las buenas obras y el juicio final. 3.3. La solidaridad de Santiago con los pobres y su insistencia en que la opresin es la causa fundamental de la pobreza (1:27; 2:6; 5:1-6) mantienen la continuidad con la percepcin ms profunda de las Escrituras Hebreas (ver el paradigma del xodo). As, Santiago evita cualquier tendencia hacia un ascetismo neoplatnico (tan comn en muchas tradiciones religiosas, incluso la cristiana). 3.4. Santiago representa fielmente la teologa teocntrica (centrada en Dios Padre) de Jess mismo ms bien que la teologa cristocntrica de Pablo (y otros autores del Nuevo Testamento). Para cualquier dilogo con personas de otras religiones, tal punto de partida (Dios, no Cristo) tiene ventajas obvias (empezar enfocando elementos compartidos; ver tambin Pablo en Hechos 17; cp. 1 Cor 1). Por lo tanto, podemos cuestionar la tendencia protestante tradicional de ver las pocas referencias a Jess en Santiago como seal de debilidad teolgica. Adems, sencillamente al llamarle Seor, Santiago (1:1; 2:1) afirma la identidad funcional de Jess con Yahveh, el Dios libertador del xodo. Aunque los protestantes (partiendo de Lutero) sealan en Santiago la falta de referencias a la cruz, la resurreccin y la justificacin por la fe, obviamente a Santiago le interesa ms la fe de Jess (que no hace discriminacin contra los pobres, oprimidos y marginados) que la fe en Jess (2:1; ver Glatas 2:20). 3.5. Santiago hace una severa denuncia de la arrogancia de los opresores y apoya la dignidad bsica de los oprimidos, los dbiles y los marginados (1:9-11; 2:1-13; 4:13-17), las minoras sexuales incluso (2:21-25). Tal apoyo y solidaridad con los dbiles y oprimidos constituyen un elemento esencial de verdad religiosa en cualquier cultura (ver la preocupacin por la imagen propia y su dignidad en la psicologa contempornea, en los movimientos de liberacin que enfocan el orgullo de mujeres, personas de color, minoras sexuales, discapacitados, etc.). 3.6. Santiago busca enfocar exclusivamente la bondad de Dios (1:13, 16-17), en vez de conservar los conceptos primitivos de divinidades que incorporan elementos del mal y de los demonios (ver el ministerio sanador de Jess, Mateo 9-10; cp. las plagas del xodo supuestamente enviadas por Yahveh). Como el buen mdico en La Peste de Albert Camus, Jess puede luchar contra las enfermedades, porque afirma la pura bondad de su Padre/Madre celestial y no lo ve como autor de las plagas que afligen a la humanidad (cp. 1 Cor 11:27-32; Hechos 5:1-11). 3.7. En su antropologa, Santiago pasa por alto el mito paulino de la cada de Adn (Romanos 5:12-21; cp. Gnesis 3, que no habla de una cada de la raza, sino simplemente de la desobediencia de dos individuos) y busca presentar una visin ms realista y equilibrada de la bondad y el mal en los seres humanos (1:14-15; 3:9; 4:11-12). Tal insistencia en la responsabilidad de los seres humanos para el mal que ellos mismos producen muchas veces parece ms compatible con la ciencia moderna (la evolucin biolgica y la psicologa). 3.8. En su democratizacin de la sabidura (1:5-8; 3:13-18) y su insistencia en el lugar positivo de la razn (3:17, griego: eupeiths), Santiago evita los extremos de la bibliolatra y de un fidesmo anti-intelectual (tan comunes en las teologas tradicionales). Tal comprensin de la sabidura en Santiago tambin subvierte las tendencias elitistas en la educacin tradicional (3:1) y las polmicas estriles que se enmascaran como teologas ms puras (4:1-3). 3.9. Al considerar la esperanza apocalptica de la parusa de Jess, Santiago la enfoca como un juicio divino que pone fin a toda opresin (5:1-6). Adems, aconseja una paciencia militante (5:7-11) tan disciplinada que puede sufrir la violencia sin practicarla (5:6; 3:18).

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    3.10. Santiago evita todo concepto de evangelizacin que conlleve un proselitismo agresivo y arrogante. Hace hincapi, ms bien, en un acercamiento praxiolgico (2:1-26) acompaado por un apoyo pastoral para los que empiezan a identificarse con la comunidad de fe (1:27; 2:2; 5:19-20; cp. Judas 20-23; 1 Juan 5:16-17; Isaas 2:2-4). Sin duda, hay muchos contextos donde el acercamiento ms cristocntrico y conflictivo del apstol Pablo es ms apropiado, pero Santiago (ms un sabio maestro que un apstol) nos hace reconocer la diversidad que existe en el Nuevo Testamento y que el conflicto fundamental siempre debe ser, no con ciertas ideas equivocadas, sino con las prcticas de opresin y las mentiras que las enmascaran. 4. Santiago y la praxis de Jess: los textos paralelos (//) en Mateo 5-7 (y Q). Santiago // Mateo 1:2 5:11-12 Un gran gozo... el estar rodeados por... pruebas. 1:4 5:48 Para que sean perfectos e ntegros. 1:5 7:7 Que pida a Dios, que da a todos generosamente. 1:19-20 5:22 Tardo para la ira. 1:22 7:24 Poner en prctica la Palabra. 2:5 5:3 Acaso no ha escogido Dios a los pobres? 2:10 5:19 Quien observa la ley, pero falta a un solo precepto. 2:13 5:7 La misericordia superior al juicio. 3:12 7:16 La higuera y la vid? 3:18 5:9 Siembran en paz los que procuran la paz. 4:4 6:24 La amistad con el mundo es enemistad con Dios. 4:10 5:5 Humllense ante el Seor y l los ensalzar. 5:2-3 6:19-20 Su riqueza est podrida... su ropa apolillada. 5:9 7:1 No se quejen unos de otros para no ser juzgados. 5:10 5:12 Modelo de sufrimiento, los profetas. 5:12 5:34-37 No juren ni por el cielo ni por la tierra. Fuera del Sermn del Monte, ver Santiago 1:6 // Mateo 21:21; 2:8 // 22:39; 3:1 // 23:8; 3:2ss. // 12:36-37; 5:7 // 24:13; 5:9 // 24:33. A veces Santiago se cerca ms a Lucas (2:5 // Lucas 6:20) y parece no haber conocido el texto de Mateo sino un texto parecido al de la fuente Q. Tales datos apoyan una fecha temprana para Santiago. Si el libro fuera tardo, procedente de otro autor a fines del primer siglo, podramos esperar que utilizara a Lucas (80 d.C.) o Mateo (85 d.C.) en vez de un texto ms parecido a la fuente Q (60 d.C.; Raymond E. Brown 1997:734-76; Luke T. Johnson 1995: 118-23). Estos datos sealan tambin que la cristologa de Santiago enfoca la enseanza y praxis de Jess, y no tanto los ttulos (aunque ver 1:1 y nuestro glorioso Seor en 2:1).

    5. El amor al prjimo en Santiago y Levtico 19 (ver Luke Timothy Johnson 1999:513-14 [Bibliografa General]; 1995:230-1)

    Lev 19:18 Santiago 2:8, la ley del reino

    (ver Gl 5:14; Rom 13:10; Marcos 12:31; Lucas 10:27; Mateo 19:19; 22:39) Lev 19:15 Santiago 2:1-12 Lev 19:16 Santiago 4:11-12 Lev 19:13 Santiago 5:4 Lev 19:12 Santiago 5:12 Lev 19:17 Santiago 5:20

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    against Oppression. Oxford: Oneworld, 1997. Knitter, Paul F. No Other Name? A Critical Survey of Christian Attitudes Toward the World Religions.

    Maryknoll, NY: Orbis, 1985.

    Fernando F. Segovia y R. S. Sugirtharajah (2007). A Postcolonial Commentary on the New Testament Writings. New York/London: T&T Clark / Continuum. 18 The Letter of James (369-379), Sharon H.

    Ringe. El contexto del dominio imperial es el trasfondo indispensable de la carta donde los destinatarios se identifican con la categora colonial de dispersin (1:1). Probablemente se trata metafricamente de judos cristianos dispersos en el mundo grecorromano con las doce tribus representando la totalidad del pueblo nuevo (371; NBJ nota 1:1b). De todos modos, los destinatarios vivan en tierras bajo el control del imperio y reconocieron a Jess, no a Csar, como el Seor (1:1; 2:1 + glorioso). El fondo judeocristiano de la carta explicara la lentitud de su aceptacin cannica y por lo tanto no es necesario postular una fecha tarda u otro autor (Countryman 2006:716). Aunque es comn negar que Santiago refleje una estructura coherente, Sharon Ringe (372) cita la propuesta de Robert Wall (1997:34) que reconoce Dos introducciones, 1:1-11, 12-21 Tres ensayos sobre la sabidura Pronto a escuchar, 1:22-2:26 Lento de hablar, 3:1-18 Lento para enojarse, 4:1-5:6 Dos conclusiones, 5:7-12, 13-20 Ringe identifica tres categoras de textos que son bsicos para la ptica poscolonial: 1 Asuntos econmicos (1:9-11; 2:1-7; 4:13-17; 5:1-6). El aforismo introductor (1:9-11) seala la diversidad econmica en la comunidad donde algunos miembros son pobres/oprimidos y otros ricos. Asimismo 4:13-17 seala el orgullo y falsa confianza de los comerciantes que no toman en cuenta que el Seor soberano es Dios, no el Csar. 2:1-7 denuncia el favoritismo de los ricos que desprecian a los pobres, escogidos por Dios para heredar su reino. 5:1-6 anuncia el juicio divino que sufrirn los opresores por retener el pago de los jornaleros (campesinos que perdieron su tierra debido a los altos impuestos y monopolios del imperio). 2 El lenguaje y el hablar (1:18-25, 26-27; 3:1-12; 4:11-12; 5:12). Una herramienta de la colonizacin es el lenguaje, pues la lengua del imperio reemplaza los idiomas indgenas y los eufemismos enmascaran la agenda de dominio y opresin (ver la Pax Romana como eufemismo por la conquista militar y el dominio colonial). [Nota: aunque Santiago exhorta a una praxis segn la cual cada persona debe ser pronta para or, tarda para hablar (1:19), muchas denominaciones han pasado aos con sus comisiones de estudio sobre el problema de la homosexualidad sin incluir ningn miembro gay o lesbiana para hablar sobre el problema de la homofobia en las iglesias]. 3 El reto a la ideologa del imperio (1:2-4, 12-16; 4:1-10; 5:7-11; 1:18; 3:13-18, la sabidura divina, subversiva; 2:14-26; 5:13-20). Las injusticias del mundo (Sant 1:27; 2:5; 3:6; 4:4, 4) reflejan la ideologa idoltrica del imperio. [Nota.

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    Countryman (723) seala que la visin de Santiago es de una comunidad donde todos los miembros se preocupan y se cuidan mutuamente (5:13-18) y (2:8) donde el reconocimiento de cada persona como libre elimina todas las pretensiones de privilegio basado en las inequidades de poder (721). Aunque Santiago hace explcito y enftico este principio en la esfera econmica, obviamente la justicia lleva implicaciones para otras esferas tambin: ver el poder y privilegio de ser un varn, blanco, heterosexual, casado, etc.].

    Conclusin (378). Santiago, con su afirmacin de los valores del Evangelio (de comunidad, igualdad, integridad y coherencia de vida) es una voz postcolonial en el mundo opresor del imperio romano.

    Countryman, L. William (2006). James. The Queer Bible Commentary. Deryn Guest, Robert E. Goss, Mona West, Thomas Bohache, eds. London: SCM, 716-23.

    1 Aunque es comn ahora justificar la discriminacin contra minoras sexuales por transgredir las rgidas distinciones patriarcales de gnero, Santiago repetidamente rompe con esta ideologa (719): refiere a Dios como Padre de luces (1:17) pero en el versculo siguiente emplea una metfora femenina, hablando de Dios como Madre que nos dio a luz (1:18); se dirige a sus oyentes (mayormente varones) como mujeres adlteras (femenino, 4:14); yuxtapone con el patriarca Abraham (divorciado de su concubina Agar) a la prostituta Rahab como paradigma de justicia y hospitalidad (1:25-26); es explcito en sealar que los hermanos pobres incluyen a hermanas (1:15); y aun define la religin autntica no como una lista de creencias sino como una praxis de solidaridad con las viudas y sus hijos/as en su opresin (1:26-27) . 2 Santiago denuncia solamente a los ricos por su desprecio a los pobres que entran en la asamblea (2:1-13), pero la insistencia en el amor al prjimo aplica tambin a otros tipos de discriminacin: contra personas de color, minoras sexuales, etc. (Countryman 721-22). Tal insistencia en la igualdad y justicia tambin se aplicara a la discriminacin en el servicio militar y el matrimonio (gay). 3 Aunque muchos siempre han pensado que la acusacin de homicidio en 5:1-6 es un ejemplo retrico de apstrofe donde Santiago se dirige a algunos ricos opresores paganos, William Countryman seala cmo la carta habla de los miembros de la comunidad como culpables de homicidio (2:11; 4:2), que no implica necesariamente homicidios premeditados (718-19). Al retener el pago de los jornaleros, los terratenientes seguramente no tenan la intencin de matarlos, pero cuando personas pobres no recibieron lo suficiente cada da para comprar su pan de cada da fcilmente podran enfermarse y morir. Asimismo, los cristianos hoy que acusan a los homosexuales de ser una abominacin no piensan necesariamente matarlos pero cuando los jvenes homosexuales, al escuchar tales insultos se deprimen, abusan de sustancias (alcohol, drogas) y se suicidan, tambin es homicidio. Krger, Ren: Pobres y ricos en la epstola de Santiago: el desafo de un cristianismo proftico. Buenos Aires:

    Lumen, 2005. 400 pp. Resea de Juan Carlos Sanchez Sottosanto Germano por orgenes, paraguayo por nacimiento, argentino por opcin; doctorado en Teologa en ISEDET (del que tambin fue rector y es profesor permanente) y por la Universidad Libre de msterdam. Libros editados en alemn y espaol y en abundosidad. Luterano por decisin, ecumnico por naturaleza, polglota por don y, felizmente, progresista, en un rea donde, que haya progresistas, se agradece.

    1 Por qu leer este libro y quizs? esta resea. Hablar de teologa o de estudios teolgicos retrotrae, a quienes no pertenecen al breve cenculo de iniciados, a cierto olor a naftalina, a materia en desuso. Por cierto, existen motivos para la desconfianza, y an para la repulsa. Aducirse puede que muchos de los males de la historia del mundo, histricamente hunden sus races en el autoritarismo religioso y en el quehacer teolgico, que tantas veces lo impuls, lo justific, lo exacerb. Grandes sufrimientos de los hombres hubieran podido evitarse si esta

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    disciplina no se hubiera convertido en el otro vaivn semntico de disciplina, el foucaultiano, el de vigilancia y castigo. Puesta al servicio de hierocracias, de imperios, de ideologas retrgradas, supo construir una innecesaria urdimbre de desazones. La misoginia, la esclavitud, la homofobia, el antisemitismo, la justificacin de absolutismos y totalitarismos, se cuentan entre sus herencias nefastas.

    Pero reducir su rol a estos aspectos y olvidar otros, supone una simplificacin. La teologa ha estado atada, quirase o no, a algunas de las ms benficas y contundentes revoluciones. La Reforma en su momento, las teologas de la liberacin y post-coloniales ms tarde, dan prueba de ello. Una encclica como Pacem in Terris, redactada por un agonizante y olvidada pronto por una Iglesia agnica, sigue siendo, inopinadamente, uno de los textos ms subversivos de todo el siglo XX.

    El presente libro trata sobre otro libro. Las relecturas suelen ser fascinantes. Las actualizaciones de los viejos textos a veces ocurren con una inmediatez sorprendente. Quin no siente en carne propia el gravitar doloroso de la injusticia ante el Prometeo encadenado de Esquilo, quin no descubre sugerentes metforas del destino humano en los periplos de Ulises, quin no se avergenza de la condicin humana ante un texto seminal como la Apologa de Scrates?

    Lo mismo puede suceder con el redescubrimiento de los libros bblicos. Enmohecidos a veces por moralizaciones banales, por liturgias esclerosantes, por articulaciones con el dominio y la voluntad del poder, son susceptibles, sin embargo, de un aggiornamiento que, lejos de ser un intento de anacronizar, nos devuelven todo aquello que de revolucionario tuvieron y pueden seguir teniendo.

    Este libro es de ese tipo, y ms all de ser originalmente una tesis doctoral con sus a veces engorrosos condicionantes previos, sus desanimadoras y abrumadoras notas al pie, y su encauzamiento hacia un pblico creyente, puede, sin embargo, formar tranquilamente parte de la biblioteca de un laico y hasta de un agnstico; puede ser ledo con placer; puede ser aprovechado por todo aquel que, ms all de su credo o de su in-credo, porte en s mismo el necesario anhelo de justicia, la necesaria sensibilidad para no adormilarse ante un mundo cruel dispuesto a hacernos crueles a nosotros mismos.

    2 La hermanita pobre de las Escrituras. La Epstola de Santiago (Santiago es una aberracin castellana, nacida de perpetuar la expresin medieval Sant Yaco, San Jacobo), posiblemente uno de los textos ms antiguos del Nuevo Testamento, ha sufrido ms ataques y postergaciones dentro del propio cristianismo que cualquier otro. Las razones aducidas fueron varias, como el autor de este comentario enumera. Como si el cristianismo fuera una cuestin de gris estadstica, el que solo mencionara a Cristo dos veces es una de ellas; una bizarra teora hasta adujo que se trata de un escrito judo, un Testamento (gnero muy popular en su momento) de otro Jacobo, el Jacob del Gnesis, que un inescrupuloso disfraz de escrito cristiano.

    Fue uno de los libros ms discutidos a la hora de ingresar en el canon; de hecho, el consenso, y slo hasta cierto punto, se realiz en el siglo IV, cuando la mayora ya haba pasado la prueba de fuego mucho antes. Algunas comunidades lo aceptaban, otras lo rechazaban, la mayora dudaba. Cuando veamos algo de su contenido, quizs nos entre la sospecha de por qu tantos remilgos. Pero ya ingresado, devino uno de los libros menos citados por la patrstica y la escolstica, menos utilizados en la liturgia catlica y ortodoxa. Cuando se produjo la Reforma Luterana, las cosas no mejoraron, o an empeoraron. Lutero, obnubilado por la doctrina de la gracia y de la justificacin por fe y no por obras de la Ley (mosaica) descubierta en su lectura de Pablo, en especial Glatas y Romanos, vio en Santiago una suerte de retroceso judaizante, una peligrosa herramienta para la justificacin por obras que pareca avalar al catolicismo como herramienta de manipulacin de sus rebaos. Con todo, aunque ganas no le faltaron, no quit el libro de su propia traduccin de la Biblia; fue fiel, en ese sentido, a su propio axioma de que cada creyente tomara la decisin ltima.

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    Pero la sombra de Lutero sigui proyectndose sobre siglos de exgesis, y no solo en las iglesias reformadas. El mundo acadmico, protestante y catlico, llen estanteras para demostrar el supuesto divorcio entre el pensamiento paulino y el de esta epstola, o para intentar conciliarlos. Hacer esto ltimo, en definitiva, no fue demasiado difcil. Ambos escritores hablaban de asuntos distintos: Pablo de la inutilidad de los ritos (obras) de la ley juda en comparacin con la fe, y Santiago de la necesidad de una fe que no fuera meramente intelectual, sino palpable en obras de esa fe, que nada tienen que ver con los ritos. Result, a la postre, que en esencia estaban ms de acuerdo que lo sospechado, aunque la bibliografa sigui creciendo.

    Con todo, como Krger demuestra, ese fue el inters de acadmicos europeos confortablemente apoltronados en sus sillones, rodeados de incitadoras bibliotecas. En el mbito latinoamericano, como veremos, la fe vs. obras pas a un segundo plano; el tema de la pobreza y de la explotacin de los ricos salt as a un lugar relevante, como era de esperar en un Tercer Mundo pauperizado, ultrajado, explotado.

    Otra discusin gir en torno al gnero. El libro se presenta como una carta, y se la llama catlica (= universal) por cuanto no est dirigida a una comunidad particular sino a todos los creyentes. Pero es realmente una carta? Muchos dijeron que el libro era un despelote, carente de hilos conductores, una suerte de vertedero de ideas sueltas, sin estructura alguna. Algo haca sospechar que la tal poda ser descubierta: el griego y el estilo del libro se cuentan entre los mejores y ms exquisitos de todo el Nuevo Testamento. Poda un estilista construir un texto catico?

    La cuestin del gnero tambin hizo gastar tintas y neuronas; que epistolar, que sapiencial, que parentico, que apocalptico, que proftico. Que nacido del ebionitismo o judeo-cristianismo; que cuasi hertico, que cuasi intrascendente

    3 Resolviendo gneros, hallando la estructura. El tema (resuelto) de la estructura, es uno de los aportes ms interesantes de este libro. La retrica antigua jugaba segn sus propios modelos, y los modelos eran varios. Santiago elige uno que tard en ser percibido, pero que una vez develado, se observa perfectamente ntido. Al comienzo de la carta, Santiago lanza una serie de aforismos ms o menos breves, sin aparente conexin interna. Despus, comienzan las unidades de sentido ms desarrolladas. Ahora bien, esas unidades son una ampliacin de aquellos aforismos, que as resultan en una preparatio para lo que vendr. Y lo hace en orden inverso. Supongamos tres aforismos, A, B, C; el desarrollo en unidades mayores se dar de modo especular, C, B, A, con un ncleo intermedio independiente (X) donde yace el mensaje ms importante y nodular, el quid de la cuestin.

    Y una vez ms, magistralmente, en cada una de las unidades, an en las breves, el esquema se repite internamente, con excepciones a veces: no especular, sino en paralelos, ms acorde con la mentalidad semtica que con la griega: A, B, C, X, A, B, C.

    Al fin y al cabo, del cuento contemporneo, no se dice que apretada aunque subliminalmente, todos sus elementos deben estar encerrados en la introduccin?

    Solucionada la cuestin de estructura, queda la de gnero. Lo que el autor demuestra, es la inutilidad de encapsular al texto en uno solo. De nuevo remitimos a lo contemporneo; muchas obras maestras de la literatura se resisten a una clasificacin nica. Nuestro Facundo, qu es? Novela, biografa, apologa, diatriba poltica, ensayo sociolgico, miscelnea? Posiblemente todo ello y mucho ms, lo cual no obsta a que sea una chef doeuvre. Santiago, demuestra el autor, es una carta en su intencionalidad primera, tal cual la presenta su encabezado. Es parnesis, es decir, exhortacin, enseanza, didaj, elementos para un cristianismo prctico. Entronca con la literatura sapiencial del Antiguo Testamento y con toda aquella que qued fuera del canon; malabarea con los Proverbios, con los Salmos, con la Sophia Salomonis, con el Sircides, pero siempre actualizndolos. Y subvierte algunos viejos postulados. Por ejemplo, para gran parte de la teologa veterotestamentaria, la doctrina de la retribucin daba por sentado que al justo le ira bien, y eso implicaba prosperidad econmica, longevidad, fecundidad. Vemos a los patriarcas que mueren viejsimos y con muchos hijos y con varias esposas y miles de camellos y burros y vaquitas. La reflexin posterior a partir de la empiria demostr

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    que haba justos que moran en situaciones crueles, jvenes, torturados o misrrimos. Se dio una vuelta de tuerca y ya en el pensamiento judo comenz a sospecharse que Dios optaba por los desposedos, que los pobres eran sus favoritos. Continuidad tuvo esto en la lnea ebionita del cristianismo, y Santiago la radicaliza.

    Pero, lo ms importante, Santiago tambin es profeca, con elementos de apocalptica. Cotidianamente, tendemos a pensar en un profeta como un adivino que anuncia grandes catstrofes de una

    manera algo crptica, al modo de un Nostradamus. Desde una perspectiva bblica, eso sera la anttesis de un profeta: un seudo-profeta. El profeta clsico cumple una funcin de denuncia feroz ante sus propios contemporneos, comenzando con producir comezn en las clases dirigentes (reyes, sacerdotes, terratenientes, otros profetas mercenarios del poder) y luego al pueblo que no reacciona. Por supuesto, tambin introduce el elemento escatolgico, pero su anuncio es restauracionista e histrico; habr un regresar a la pureza originaria. Fallado este esquema por insuficiente cuando los grandes imperios arrasaron sin compasin, la apocalptica desplaz al profetismo, amontonando smbolos sugerentes que aparentaban anunciar futuros, pero hablando en realidad del presente o del pasado, y planteando una solucin que ahora s quedaba ms all de la historia.

    En Santiago hay ambas cosas; apocalptica es su referencia a la parusa, slo que esa parusa parece a veces ms presente que futura; y en cuanto a profetismo, retoma la vieja lnea de los clsicos de Israel, y apunta su denuncia ardiente, de un modo originalsimo.

    4 Allen sus riquezas se han podrido el salario retenido grita El libro de Krger, como el ttulo mismo lo anuncia, no es un tpico comentario a toda la carta; el autor asla cinco unidades y la mitad de otra, centrndose en el tema de los pobres, y la denuncia a la explotacin inhumana de los ricos. La eleccin no es caprichosa; mientras que, como queda dicho, los estudios acadmicos europeos se concentraron en la dicotoma fe-obras siguiendo las huellas de Lutero, se descuid el mensaje proftico y denunciador que atraviesa toda la carta, como una isotopa o leit motiv retomado vez tras vez; mensaje que fue recuperado por los estudios latinoamericanos, mbito donde las imputaciones de Santiago adquieren una actualidad alarmante. As, se demuestra que lejos de ser una mera refutacin a la teologa paulina o a la mal interpretacin de sus seguidores, Santiago est cercansimo a los dichos del propio Jess (tradicionalmente, su hermano), como puede corroborarse enfrentando varias secciones de la carta con fragmentos de los evangelios, incluido el Sermn del Monte / Llano (Mateo / Lucas).

    Estas unidades, y volvemos al principio, pudieron ser uno de los obstculos a la tarda admisin de la carta en el canon, dentro de una iglesia que cada vez iba realizando ms pactos con el status quo del Imperio Romano, hasta identificarse plenamente con ste tras el Edicto de Miln primero y la transformacin en religin oficial con Constantino. Dentro de la misma Reforma, debe recordarse cuntas expectativas despert esta entre los pobres, en especial los campesinos, y que cuando Lutero se asegur la proteccin de varios prncipes germanos, no tuvo reparos en apoyarlos contra las rebeliones de las masas rurales. Santiago era un escollo molesto. Y sigui sindolo para muchos comentadores, ms proclives a suavizar la exgesis para salvar a los ricos que a enfrentarse con el mensaje simple y llano y no claudicante de la carta.

    Desconcertantes por su crudeza, los telogos se desvelaron con otra pregunta: los ricos mencionados por Santiago, pertenecan a la comunidad cristiana o al exterior pagano? Como Krger demuestra, la pregunta es capciosa, e irrelevante desde la perspectiva del propio Santiago y su carta. Los ricos denunciados, no importa hayan pasado o no por el bautismo, no son cristianos aunque nominalmente algunos as se autoconsiderasen. Y ontolgicamente, no son, no existen, nunca son llamados hermanos, no llegan siquiera a la categora de lo humano; no se plantea siquiera la chance de su arrepentimiento. A Santiago no le interesa; slo le importa denunciarlos, y denunciar y prevenir a los que se dejan llevar por el favoritismo, y la falacia de congraciarse con ellos, y de descuidar su propia herencia sagrada como pobres. Para los ricos slo queda la gehena, es decir, el juicio definitivo.

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    Cuando releemos las unidades en cuestin, el panorama nos muestra por qu tal rigorismo no es exagerado. Krger lo hace desde un prolegmeno de crtica textual, una bsqueda de las peculiaridades semnticas, para pasar al anlisis ms contundente por ltimo. Desde el vamos, Santiago muestra la inversin radical de los status: el pobre exaltado, el rico humillado y preparado para su marchitamiento, como la hojarasca. La esencia de la verdadera religin sigue siendo, como en la tradicin veterotestamentaria, cuidar de los hurfanos y las viudas, dada que puede enmarcar a todos los pobres, pero que en su contexto histrico eran, literalmente, los pobres entre los pobres.

    Pero la siguiente denuncia se da a los miembros de la misma comunidad cristiana por su prctica del clientelismo. Este fenmeno tpico de la sociedad romana, aseguraba cierta medida de proteccin, que en la Edad Media se exacerbara con el feudalismo. Pero implicaba una discriminacin; si un rico entraba en una reunin cristiana, se le daban los primeros asientos y a los pobres se los tiraba al suelo; con la paradoja de que esos ricos eran los explotadores, los que mediante prcticas leguleyas podan esclavizar y expropiar. Y ahora eran ellos los favorecidos, quizs con la esperanza de sufrir menos en una etapa en que el cristianismo era objeto de persecucin! As, la ideologa de las elites entraba a una comunidad maltratada por las elites. Se fotocopiaban sus consignas. La iglesia se haca un calco del imperio.

    El colmo de la blasfemia llegaba cuando, en vez de sostener a esos pobres, se los despeda en ayunas con un Vayan en paz, calintense y sciense; arrglenselas como puedan, en fin.

    El clmax de la denuncia llega al tratar de dos sub-clases dentro de los ricos: de los que pretendan serlo, desde las prcticas comerciales a largo plazo, y megalomanacamente se jactaban sin tener en cuenta en lo absoluto no solo las necesidades de los otros sino lo efmero de la vida, descuidando el trato con lo Trascendente; y ms fuerte an, de los latifundistas que especulaban con el alimento hasta que este aumentara sus precios, al mismo tiempo que retenan los salarios de los jornaleros, que se daba de forma diaria. No pagarlo era condenarlos al hambre y al de sus familias, y finalmente, a la inanicin y la muerte. Pero, Santiago agrega, slo estn engordndose para el da de la matanza.

    Este es el punto lgido de la denuncia proftica. Que los ricos queden excluidos de la salvacin no cierra la cuestin; como el autor expresa en la seccin final, la lucha contra el clientelismo, la denuncia del neoliberalismo como una oportunidad que la posmodernidad ha abierto a un mundo de excluidos, slo puede intentar solucionarse desde un perspectiva cristiana con la creacin de comunidades solidarias, inclusivistas, no dispuestas a cejar de denunciar lo que, siglos atrs, Santiago denunciara, urbi et orbi, para las propias iglesias y para el entero mundo de los hombres.

    5 Y una adenda personal Si extrapolamos el contenido de Santiago y de este libro del plano puramente teolgico - y por qu no hacerlo?- puede resultar ms que significativo ver, no slo el miserable papel que algunas iglesias han tenido en su manejo de la cuestin de la explotacin, ms all de cierta verborragia; tambin capta poderosamente la atencin cunto de lo que esta breve pero poderosa epstola tiene para decir a la humanidad en general, fuere cual fuere su credo y nivel socioecomico.

    En el curso de un siglo se vieron actitudes polarizadas en torno a las diferencias sociales, que desde la Revolucin Industrial y el consecuente colonialismo no han hecho ms que acuciarse. Desde el darwinismo social, que ech el fardo de la culpa sobre los mismos pobres como si su desgracia fuera una cuestin paradjicamente mixta, entre una herencia biolgica y una decisin de ser pobres, hasta las teoras del Imperialismo Cultural, que pas toda la culpa al Imperio, en especial la USA, mostrando a los pases pobres como inocentes vctimas de una invasin ineludible.

    Los estudios culturales y comunicacionales, como la teora de la sincronizacin, del holands Cees Hamelink, demostraron que, muchas veces, son las elites de los pases pobres las que convocan en su auxilio al Imperio en un deseo de ponerse al da con prcticas y tecnologas; a la postre, no solo la cultura de ese pueblo sufre una suerte de eliminacin, sino que la distancia entre ricos y pobres tiende a acrecentarse. Eric Hobsbawm no se cansa de repetir como latiguillo la mana de las clases sociales inferiores por imitar los hbitos y costumbres de las

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    superiores, o de buscar sus modelos en ellas. Consciente o inconscientemente, esto engendra una falta de solidaridad y, contrario sensu a la conciencia de clase que predicaba Marx, engendra una lucha por escalar escaos no importa a costillas de qu o quines.

    No es trivial el rol que los mass-media cumplen en estos procesos; ellos son industrias, culturales, pero industrias al fin, usadas muchas veces para encauzar rebaos. Infunden la confusin en lugar de la informacin; comparten los intereses de los pauperizados slo cuando coinciden con los de las clases medias; cuando estos se divorcian, ya sabemos por quienes optan. Son capaces de hacer creer a toda una sociedad que los grandes latifundistas, llmense hoy dueos de ingenios sojeros o como fuere, representan los intereses genricos de un campo en el que sin duda los campesinos, pequeos productores, pueblos originarios, etc., ya nada tienen que perder, porque todo lo han perdido.

    Como en las comunidades a las que llama Santiago, el clientelismo, con mscaras nuevas, con disfraces camalenicos novedosos, sigue existiendo. Los cmplices son en apariencia diferentes, la estirpe es vieja. Muchos que no son ricos siguen apostando a los ricos y no a sus hermanos pobres, en una intil ambicin de ascenso. Territorios soberanos enteros siguen dando a los plutcratas del mundo los asientos delanteros, mientras sus pobres yacen, y cada vez ms literalmente, en el piso. Los salarios autnticos son reemplazados por los del hambre y los del miedo. La muerte sigue estando en las manos de unos pocos para infundirla a unos cuantos, en una ecuacin directamente proporcional al nmero de sus riquezas.

    Creer que el juicio de Santiago es slo una expresin frustrada de deseo, es simplificar el contenido de esa vieja misiva. Nuestro papel de denunciantes y an ms, de no ser cmplices desde abajo de tales injusticias, contina siendo necesario, urgente.