20. anuncia todo lo que el señor te ha hecho... (mc 5, 19)

2
8. Reflexionamos - Nos comprometemos A la luz de este relato de Marcos, revisando nuestra vida, realmente le hemos agradecido a Dios por su misericordia ¿Somos capaces, en medio de nuestras angustias, de tener el va- lor suficiente para “anunciar a los hermanos la misericordia que Dios ha tenido con nosotros”? Compromiso personal: Seguir profundizando en las obras de misericordia: Visitar a los privados de libertad. A nivel comunitario: elaborar, en comunidad, un compromiso concreto que ayude a todos a “proclamar la misericordia de Dios en el sector” 9. Celebramos en la vida A. Ambientar como siempre con una mesa central donde este la Palabra, flores y cirios. B. Empezar con un canto apropiado, saludar e invitar a la participación. C. Leer Isaías 65, 1725 pausadamente. Repetir la frase que mas llamó la atención y con ella hacer una oración D. Padre nuestro E. Gesto de paz F. Oración del Plan Diocesano G. Bendición final. ORACIÓN DEL PLAN DIOCESANO Señor Jesús Tú has venido para anunciar el Reino, y nos llamas a seguirte. No quieres seguidores individuales que vivan en solitario su aventura. Por eso, nosotros queremos ser comunidad, Ayúdanos a ser una comunidad viva en la que todos nos saludemos y nos queramos, en la que celebremos y compartamos la fe y pongamos a disposición de los otros las cualidades de cada uno, en la que nos sintamos todos evangelizados y evangelizadores, en la que vivamos concretamente el misterio y la responsabilidad de ser verdadera Iglesia. Señor Jesús: Queremos seguirte juntos para anunciar y construir el Reino. ¡En comunidad!, Ayúdanos. Amén. 1.- Oremos Juntos: Padre bueno, abre mi corazón a tu Palabra viva. Ayúdame a encontrarte en la lectura diaria de la Biblia. Quiero escuchar tu voz amiga, compa- ñera, que me invita a cambiar, para vivir, compartir, y transmitir tu Reino. Habla, Padre, que escuchamos. Muéstranos tu rostro, enséñanos tus caminos, sacude nuestra sordera, inúndanos de evangelio. Señor, te esperamos, necesitamos fuerzas, da- nos de beber el agua clara de tu Pala- bra, la única que sacia la sed de justi- cia. Lima la dureza de nuestros cora- zones, orada la piedra que nos reviste, con el continuo goteo de tu voz, que llama desde la Biblia, que grita desde la realidad, que susurra desde la histo- ria, que acaricia desde la creación. Marcelo Múrua 2. Cantemos al Señor Yo vengo del sur y del norte Del este y oeste de todo lugar Caminos y vida recorro Llevando socorro, queriendo ayudar Mensaje de paz es mi canto Y cruzo montañas y voy hasta el fin El mundo no me satisface Lo que busco es la paz, lo que quie- ro es vivir. Al pecho llevo una cruz Y en mi corazón, lo que dice Jesús (bis) Yo sé que no tengo la edad Ni la madurez de quien ya vivió Más sé que es de mi propiedad Buscar la verdad y gritar con mi voz El mundo va herido y cansado De un negro pasado de guerras sin fin Hoy teme la bomba que hizo y la fe que deshizo y espera por mi. “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. (Francisco) Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho, Y la misericordia que ha obrado contigo (Mc 5, 19) Unidos en comunidad, proclamamos la misericordia 20

Upload: dboscosanfelix

Post on 09-Jul-2016

19 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Anuncia Todo Lo Que El Señor Te Ha Hecho... (Mc 5, 19)

TRANSCRIPT

Page 1: 20. Anuncia Todo Lo Que El Señor Te Ha Hecho... (Mc 5, 19)

8. Reflexionamos - Nos comprometemos

A la luz de este relato de Marcos, revisando nuestra vida, realmente le hemos agradecido a Dios por su misericordia

¿Somos capaces, en medio de nuestras angustias, de tener el va-lor suficiente para “anunciar a los hermanos la misericordia que Dios ha tenido con nosotros”?

Compromiso personal: Seguir profundizando en las obras de misericordia: Visitar a los privados de libertad. A nivel comunitario: elaborar, en comunidad, un compromiso concreto que ayude a todos a “proclamar la misericordia de Dios en el sector” 9. Celebramos en la vida A. Ambientar como siempre con una mesa central donde este la Palabra,

flores y cirios. B. Empezar con un canto apropiado, saludar e invitar a la participación. C. Leer Isaías 65, 17—25 pausadamente. Repetir la frase que mas llamó la

atención y con ella hacer una oración D. Padre nuestro E. Gesto de paz F. Oración del Plan Diocesano G. Bendición final.

ORACIÓN DEL PLAN DIOCESANO

Señor Jesús

Tú has venido para anunciar el Reino, y nos llamas a seguirte.

No quieres seguidores individuales que vivan en solitario su aventura.

Por eso, nosotros queremos ser comunidad,

Ayúdanos a ser una comunidad viva

en la que todos nos saludemos y nos queramos,

en la que celebremos y compartamos la fe

y pongamos a disposición de los otros las cualidades de cada uno,

en la que nos sintamos todos evangelizados y evangelizadores,

en la que vivamos concretamente el misterio

y la responsabilidad de ser verdadera Iglesia.

Señor Jesús:

Queremos seguirte juntos para anunciar y construir el Reino.

¡En comunidad!, Ayúdanos. Amén.

1.- Oremos Juntos:

Padre bueno, abre mi corazón

a tu Palabra viva.

Ayúdame a encontrarte en la lectura

diaria de la Biblia.

Quiero escuchar tu voz amiga, compa-

ñera, que me invita a cambiar, para

vivir, compartir, y transmitir tu Reino.

Habla, Padre, que escuchamos.

Muéstranos tu rostro, enséñanos tus

caminos, sacude nuestra sordera,

inúndanos de evangelio. Señor, te

esperamos, necesitamos fuerzas, da-

nos de beber el agua clara de tu Pala-

bra, la única que sacia la sed de justi-

cia. Lima la dureza de nuestros cora-

zones, orada la piedra que nos reviste,

con el continuo goteo de tu voz, que

llama desde la Biblia, que grita desde

la realidad, que susurra desde la histo-

ria, que acaricia desde la creación.

Marcelo Múrua

2. Cantemos al Señor

Yo vengo del sur y del norte Del este y oeste de todo lugar Caminos y vida recorro Llevando socorro, queriendo ayudar Mensaje de paz es mi canto Y cruzo montañas y voy hasta el fin El mundo no me satisface Lo que busco es la paz, lo que quie-ro es vivir. Al pecho llevo una cruz Y en mi corazón, lo que dice Jesús (bis)

Yo sé que no tengo la edad Ni la madurez de quien ya vivió Más sé que es de mi propiedad Buscar la verdad y gritar con mi voz El mundo va herido y cansado De un negro pasado de guerras sin fin Hoy teme la bomba que hizo y la fe que deshizo y espera por mi.

“La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia.”

(Francisco)

Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho,

Y la misericordia que ha obrado contigo

(Mc 5, 19)

Unidos en comunidad,

proclamamos la misericordia

20

Page 2: 20. Anuncia Todo Lo Que El Señor Te Ha Hecho... (Mc 5, 19)

5. Iluminados por la Palabra

Leemos Marcos 5, 1—20

Nos preguntamos:

¿Qué dice el texto? ¿Qué gesto realiza Jesús a aquel hombre que se postró

ante él? ¿Por qué le piden a Jesús que se marchase de su territorio?

¿Qué nos dice el texto? ¿Cuáles son las actitudes de Jesús?

Nos fijamos en el verso 19 ¿Qué le pide Jesús al hombre liberado? ¿Qué lla-

madas a la conversión nos hace este texto?

4. Evocamos la realidad

“París. Hace 25 años.” Un joven llama jadeante a la puerta. Sobre ella, un cartelón

toscamente dibujado decía:

Cualquiera que tenga necesidad, llame a esta puerta. Aquí vive un pobre hombre

dispuesto a echar una mano a quien pueda necesitarla.

Padre, venga conmigo. Junto a mi casa hay una persona que ha intentado suicidar-

se. No está muerta todavía.

Lo que vio el Padre Pierre delante de sí, fue a un ex-presidiario. Asesino de su pa-

dre, acababa de cumplir su condena e 20 años en la cárcel. Una vez en libertad, se

preguntó a sí mismo: ¿A quien le importa si yo sigo viviendo?

Y no encontró respuesta. Sin amigos, sin familia, acorralado por la desesperación,

había escogido el callejón negro del suicidio.

El Padre Pierre no le dijo lo de siempre: “Te voy a echar una mano. No te desespe-

res, pues siempre hay una puerta abierta para los que sufren..” Todo lo contrario,

primero le aplicó todos los auxilios urgentes para que no se desangrara. Luego lo

tomó por las solapas de la chaqueta:

¡Desgraciado! No puedo darte absolutamente nada. Trabajo de noche por las ma-

dres abandonadas, por la gente sin techo, por los niños enfermos. Yo también estoy

enfermo y no puedo más. ¿Me quieres ayudar? Antes de matarte, ¿quieres echar

una mano a toda esa gente que espera? Aquel hombre, no murió. No sólo siguió

viviendo, sino que lo que es más importante; ¡descubrió por qué tenía que vivir! No

se puede morir, cuando está todo por hacer, cuando sigue existiendo la única razón

para vivir: Las demás personas.” (A. Pierre).

¿Qué te sugiere este relato?

¿Qué te llama la atención? ¿has encontrado personas que no desean vivir ?

¿Cómo podemos ayudar a los otros a encontrar el sentido de la vida?

6. Reflexionamos Con la mirada fija en Jesús y en su rostro miseri-

cordioso podemos percibir el amor de la Santísi-

ma Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del

Padre ha sido la de revelar el misterio del amor

divino en plenitud. « Dios es amor » (1 Jn 4,8.16),

afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista

Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de

Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuita-

mente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo úni-

co e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia

las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distin-

tivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto

de compasión.

Jesús, ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban can-

sadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón

una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9,36). A causa de este amor compa-

sivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14,14) y con pocos panes y

peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15,37). Lo que

movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la

cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más

reales.

Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sin-

tió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devol-

vió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7,15).

Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión:

« Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado

contigo » (Mc 5,19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte

de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de

Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia

que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de

los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno

de los Doce.

Misericordiae Vultus 8 / Francisco