2 medios de comunicacic3b3n y drogas

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119 COMUNICAR 9, 1997; pp. 119-124 Temas Los medios de comunicación social y las drogas Rosa del Olmo Rosa del Olmo Venezuela Venezuela Las investigaciones evidencian que el inadecuado tratamiento por los medios de comunicación de los temas relacionados con las drogas desemboca en problemas que más que prevenir dificultan la tarea educativa. En este artículo su autora presenta refle- xiones críticas para resaltar la importancia y la gran responsabilidad de los medios de comunicación como poderosos instrumentos que influyen decisivamente en la conducta de las personas. Los intentos por precisar la relación entre los medios de comunicación social y las drogas no son tarea fácil como lo demuestra el debate que se ha suscitado desde hace más de veinte años. En este sentido hay que tomar en consi- deración, en primer lugar, las características intrínsecas de las sustancias psicoactivas, más conocidas como drogas. La naturaleza cam- biante y clandestina de algunas de ellas las convierte en un tema de estudio complejo y contradictorio con múltiples implicaciones; confuso, por la extensa literatura saturada de prejuicios morales y datos falsos y sensaciona- listas, así como por la escasa investigación seria y objetiva existente, a lo cual se añade la carencia de datos fidedignos; pero sobre todo se trata de un tema mitificado, a través de variados discursos y percepciones, que res- ponden a determinados intereses económicos y políticos, ocultando así su verdadera natura- leza y dinámica. En su análisis confluyen una serie de aspectos de diferente índole, como por ejemplo, la crisis económico-social, la estrate- gia internacional para enfrentar el problema del tráfico de drogas, la posición del Estado y de los grupos de poder, la respuesta desde la sociedad civil, la conciencia social, etc. En segundo lugar, los problemas que sus- cita el abordaje de los medios de comunicación social, por su cada vez más importante desa- rrollo, y los numerosos tipos de discurso, de géneros y subgéneros que comprenden (Verón, 1987: 9), pero en relación a las drogas lo que interesa es cómo estos medios las presentan, es decir, el discurso de la información, sin olvi- dar todo lo que implican en la actualidad los eslabones de la industria de la información, desde la materia prima, pasando por las cade-

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    COMUNICAR 9, 1997

    COMUNICAR 9, 1997; pp. 119-124

    Temas

    Los medios de comunicacin social y lasdrogas

    Rosa del OlmoRosa del OlmoVenezuelaVenezuela

    Las investigaciones evidencian que el inadecuado tratamiento por los medios decomunicacin de los temas relacionados con las drogas desemboca en problemas quems que prevenir dificultan la tarea educativa. En este artculo su autora presenta refle-xiones crticas para resaltar la importancia y la gran responsabilidad de los medios decomunicacin como poderosos instrumentos que influyen decisivamente en la conductade las personas.

    Los intentos por precisar la relacin entrelos medios de comunicacin social y las drogasno son tarea fcil como lo demuestra el debateque se ha suscitado desde hace ms de veinteaos. En este sentido hay que tomar en consi-deracin, en primer lugar, las caractersticasintrnsecas de las sustancias psicoactivas, msconocidas como drogas. La naturaleza cam-biante y clandestina de algunas de ellas lasconvierte en un tema de estudio complejo ycontradictorio con mltiples implicaciones;confuso, por la extensa literatura saturada deprejuicios morales y datos falsos y sensaciona-listas, as como por la escasa investigacinseria y objetiva existente, a lo cual se aade lacarencia de datos fidedignos; pero sobre todose trata de un tema mitificado, a travs devariados discursos y percepciones, que res-ponden a determinados intereses econmicos

    y polticos, ocultando as su verdadera natura-leza y dinmica. En su anlisis confluyen unaserie de aspectos de diferente ndole, como porejemplo, la crisis econmico-social, la estrate-gia internacional para enfrentar el problemadel trfico de drogas, la posicin del Estado yde los grupos de poder, la respuesta desde lasociedad civil, la conciencia social, etc.

    En segundo lugar, los problemas que sus-cita el abordaje de los medios de comunicacinsocial, por su cada vez ms importante desa-rrollo, y los numerosos tipos de discurso, degneros y subgneros que comprenden (Vern,1987: 9), pero en relacin a las drogas lo queinteresa es cmo estos medios las presentan, esdecir, el discurso de la informacin, sin olvi-dar todo lo que implican en la actualidad loseslabones de la industria de la informacin,desde la materia prima, pasando por las cade-

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    TEMAS

    nas de montaje, los ajustes, los controles decalidad hasta el producto final: la noticia(Vern, 1987: 2). En este sentido, los especia-listas concuerdan en la capacidad de los me-dios de producir realidad social, aunque demanera diferente segn el medio de informa-cin. En el caso de la prensa escrita, es elespacio de una multiplicidadde modos de construccin,pero desde el punto de vistadel consumidor, por normageneral, slo recibe informa-cin una o dos veces al da; laradio sigue el acontecimientoy define el tono llegando ainformar acerca de un sucesocada hora y a veces ms amenudo; la televisin, aunqueslo haga dos o tres entregas alda, proporciona las imgenesque permanecern en la me-moria y aseguran la homoge-neizacin de la imaginerasocial. En otras palabras, laverosimilitud del informativoradial no se construye del mis-mo modo que la de la televi-sin y el lugar del destinatariono es el mismo en el montaje del informativotelevisivo que en la compaginacin de la pren-sa escrita (Vern, 1987:195).

    Estas precisiones son necesarias ya quehoy en da los medios de comunicacin socialcumplen un papel particularmente importanteen la estructuracin de las representacionessociales relativas al problema de las drogas(Kornblit, 1989: 50), al ser la principal fuentede informacin sobre el tema, especialmentede la gente joven, pero tambin para los secto-res medio-bajo y bajo de la poblacin, al contarcon menos instrumentos cognitivos para ela-borar una apreciacin realista de la situacin.De ah la importancia y la gran responsabili-dad de los medios al ser un poderoso instru-mento de influencia en la conducta de la gente.En este sentido, no hay que olvidar cmo eltema de las drogas ilegales, ha ocupado un

    lugar privilegiado en los medios de comunica-cin social desde hace aproximadamente veinteaos, aunque con variaciones en el discurso.

    Ante este panorama, desde hace tiempouna serie de especialistas vienen discutiendola accin de estos medios de informacin enrelacin con las sustancias psicoactivas. La

    Unesco, por ejemplo, en va-rias oportunidades ha convo-cado reuniones para evaluarla situacin. En su famosa re-unin de 1973 en Pars, tanfrecuentemente citada poste-riormente, el debate gir entorno a los siguientes interro-gantes:

    Cmo se difunde la in-formacin sobre el abuso dedrogas, tanto en sus aspectospositivos como negativos?

    Cmo se puede encau-zar del modo ms eficaz posi-ble la informacin tanto enpresentaciones especficascomo de tipo general?

    Qu tcnicas cabe utili-zar para evaluar la eficacia delos esfuerzos y la participa-

    cin de los diversos medios de informacin? Cul es la mejor manera de conseguir la

    cooperacin interinstitucional e internacio-nal?

    Al intentar responder estas preguntas sur-gieron los siguientes planteamientos:

    1. La informacin puede no dar los resul-tados propuestos si no llega al pblico al queestaba destinada.

    2. La informacin puede llegar a propagarel uso de las drogas.

    3. La informacin puede agravar las reac-ciones de la sociedad para con los drogadictos,traumatizar a los padres y provocar el aisla-miento de los individuos dependientes con loque stos perdern posibilidades en su cura-cin.

    4. La informacin no conseguir su fin siplantea mal el problema, como puede ser

    Los medios de comu-nicacin pueden

    caer en la tentacinde reproducir unos

    discursos convenidosy simplistas ya quetienden a respondera las expectativasde sus lectores conla eleccin de lostemas tratados ocon la manera detratar los hechos.

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    COMUNICAR 9, 1997

    asociar el abuso de drogas con la crisis de lajuventud o la rebelin poltica.

    Entre las conclusiones de esta trascenden-tal reunin, se seal cmo los detalles sobreel consumo de drogas difundidos por los me-dios de informacin tienden a rodear todo eltema de una aureola indeseable y de un sensa-cionalismo indebido cuyos efectos, en algunoscasos, son casi equivalentes a los de un manualde instrucciones para administrar droga; asi-mismo se demostr cmo las opiniones opues-tas y contradictorias difundidas por los me-dios, tienden a confundir al pblico.

    En otra reunin de expertos, convocadatambin por la Unesco, y celebrada en Lisboaen 1980, se constat que los medios de infor-macin establecidos resultaban poco eficaces,sobre todo por el hincapi enlas drogas ilegales, mientrasque una gran parte de consu-midores, sobre todo jvenes,condenaban el consumo de lasdrogas legales de parte de losadultos.

    Una conclusin importan-te, y que ha sido resaltada enreuniones posteriores, es el p-nico desmesurado que engen-dra entre las familias una cam-paa sin discernimiento con-tra las drogas ilegales. No hayque olvidar que las drogas ile-gales tienen la capacidad dedespertar en la poblacin sen-saciones de temor por una se-rie de razones que escapan alos lmites de esta exposicin,pero que tienen mucho que vercon lo que significan las pro-hibiciones. El hombre comnse siente incapacitado para de-fenderse en especial por la sen-sacin de ignorancia ante fe-nmenos nuevos que son ca-racterizados como incontrolables. El resulta-do es una creciente alarma y una angustiacolectiva, que se traduce en el surgimiento de

    estereotipos como el de drogadicto igual adelincuente y/o drogadicto igual a enfermo, yms recientemente el de narcotrfico igual apeligro de la soberana nacional y la democra-cia. Al mismo tiempo, la impotencia y ladiscriminacin que originan la creacin deestereotipos, tienen el efecto nefasto de obsta-culizar an ms cualquier programa de pre-vencin del abuso de drogas (Parvex, 1996:98).

    As las cosas, no hay duda de que lasdrogas ilegales han logrado convertirse en unode los focos de preocupacin social, tal comolo revelan las encuestas de opinin, a pesar deque la importancia estadstica del fenmeno,en cuanto a su incidencia, est muy por debajode otras patologas sociales como, por ejem-

    plo, el alcoholismo, la morta-lidad infantil o la desnutri-cin (Kornblit, 1989: 48). Loque no est muy claro, sin em-bargo, son las races de esapreocupacin. Pareciera exis-tir un crculo vicioso. Tal comolo seala el periodista francsPatrick Piro, director de larevista Interdependences ,Los medios de comunicacinpueden caer en la tentacin dereproducir unos discursos con-venidos y simplistas ya quetienden a responder a las ex-pectativas de sus lectores conla eleccin de los temas trata-dos o con la manera de tratarlos hechos. Al adoptar sin nin-gn tipo de distanciamientolas tesis dominantes, que am-plifican, contribuyen a su veza forjar la opinin pblica queconfirma la tesis dominanteque de nuevo es adoptada porlos medios de comunicacin yas sucesivamente. Podemos

    entonces preguntarnos si los medios de comu-nicacin reflejan la opinin pblica o contri-buyen a forjarla (Piro, 1996: 90). No debe

    Por la naturaleza deltema drogas, todo

    parece indicar que laprensa escrita, radioy televisin, son lasfuentes ms impor-tantes para tener

    acceso a la informa-cin. Pero la depen-

    dencia de las noticiasde las versiones delos organismos en-

    cargados de la repre-sin complica el

    panorama y obliga aaceptar estas fuen-

    tes con sumacautela.

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    TEMAS

    olvidarse aqu la fuente casi exclusivamentepolicaca de todas las informaciones y la ten-dencia casi irreversible de los productores deinformacin de considerar la droga como untema de naturaleza exclusiva-mente delictiva (Parvex, 1996:97).

    Adems de la serie de reu-niones de expertos para anali-zar tan complejo asunto, unconjunto de investigadores sehan ocupado del tema. En estesentido, el especialista vascoen prevencin de drogas, A.Vega, public en 1995 un in-teresantsimo trabajo con elttulo Los medios de comuni-cacin social y las drogas:entre la publicidad y el con-trol social, donde con sumodetalle presenta una revisinexhaustiva de los estudios rea-lizados en los ltimos aos entorno al tema. Aunque no po-demos revisar aqu, por lmi-tes de espacio, todos los estu-dios recogidos por Vega, esimportante destacar las con-clusiones a las que llega elestudio oficial sobre la ima-gen de la drogadiccin en laprensa espaola llevado a cabo por el PlanNacional sobre Drogas en 1988. As leemos losiguiente:

    1. Desde el punto de vista formal, se pre-senta una imagen homognea de la droga,como un mundo perfectamente objetivado, enel que no cabe la interpretacin ni la polmica.

    2. La droga aparece unida al mbitodelictivo dentro de un marco jurdico-moral.Las perspectivas sanitaria, psicosocial y cultu-ral apenas tienen cabida en la prensa.

    3. En la prensa tienen mayor presenciasujetos no consumidores, entre los que desta-can policas, polticos y jueces (55,5%); des-pus aparecen los traficantes (29,8%) y porltimo, los consumidores (14,7%).

    4. La imagen de la droga resalta por suindeterminacin. En un 60% de las informa-ciones consideradas, no se explicita de qudroga se est hablando y el consumidor se pre-

    senta sin ningn rol social.5. Se transmite la idea de

    que el orden social triunfa cla-ramente en la batalla contralas drogas, a travs de la repre-sin institucionalizada (Ve-ga, 1995: 102).

    En sntesis, se puede con-cluir que una serie de investi-gaciones han demostrado losproblemas que se pueden pre-sentar al tratar inadecua-damente el tema de las drogasen los medios de comunica-cin social, en lo que se refiereal discurso de la informacin.Pero hay otro nivel que debemencionarse, aunque sea bre-vemente, y es el de las campa-as anti-drogas, frecuente-mente calificadas como deconcientizacin, promovi-das por determinados orga-nismos. Aqu es importantecitar lo que seala Vega:

    Estas campaas parecenservir ms de justificacin po-

    ltica que de un autntico compromiso con elproblema de las drogas, pues normalmenteresponden a momentos muy concretos, sin unaintegracin dentro de una estrategia ms am-plia. Las campaas se convierten en muchasocasiones en un rito institucional que se repi-te cada ao, ms preocupados por mostrar unapreocupacin por las drogas de parte de lasinstituciones que por conseguir unos objetivosmuy concretos. Resulta curioso que la evalua-cin de los resultados suele centrarse en elrecuerdo del mensaje de la campaa y en elconocimiento de la poblacin de la institucinresponsable con deseos y necesidades de crearimagen (Vega Fuente, 1995:104).

    En Venezuela no hemos llevado a cabo

    La educacin atravs de los medios

    de comunicacinexige resolver las

    propias contradic-ciones internas,

    entre las que desta-ca, de forma espe-cial, el ser la base

    publicitaria delalcohol, el tabaco ylos medicamentos,es decir, las drogaslegales, mientras

    difunden mensajesque asocian las

    drogas ilegales conla destruccin y la

    muerte.

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    COMUNICAR 9, 1997

    ninguna investigacin para estudiar cmo sepresenta la informacin sobre las drogas en losmedios de comunicacin social, ni hemos he-cho ninguna evaluacin seria de las campaasque se ha, o se est, llevando a cabo. Lo que ses cierto es que desde mediados de los ochenta,ha predominado un discurso sensacionalistaplagado de datos falsos y fomentando el pnicoirracional frente al fenmeno, particularmen-te desde que se difundi a nivel internacionalel trmino narcotrfico, utilizado como uneficiente instrumento lingstico, sinnimo deenemigo principal. La reiterada mencin deeste trmino implica un proceso de lectura bas-tante restringido pues se simplifica el proble-ma y se justifica la accin represiva como lanica solucin (Nez, 1990: 3). Lo dichohasta ahora permite subrayar las dificultadesque presenta la relacin medios de comunica-cin social y drogas sobre todo cuando lacomunicacin se reduce a una tarea informa-tiva, no formativa, con contenidos homogneose imgenes universales que ya no respetandiferencias nacionales ni las especificidadesque el propio tema conlleva.

    Hace un par de aos, preocupada por lasdificultades que presenta investigar el fen-meno de las drogas, comenc a detectar algu-nos de los obstculos epistemolgicos ymetodolgicos que contribuyen a ocultar laverdadera dimensin de la problemtica. Laspalabras utilizadas en la construccin del dis-curso son el primer obstculo, pero tan impor-tante o ms resultan las fuentes que contribu-yen a construir la realidad social de las drogas,siendo una de ellas los medios de comunica-cin social. De ah que para concluir estaexposicin quisiera transcribir parte de lo queescrib en aquella oportunidad sobre este par-ticular:

    Por la naturaleza del tema drogas, todoparece indicar que la prensa escrita, radio y te-levisin, son las fuentes ms importantes paratener acceso a la informacin. Pero la depen-dencia de las noticias de las versiones de losorganismos encargados de la represin com-plica el panorama y obliga a aceptar estas

    fuentes con suma cautela. Es muy frecuenteque un titular afirmativo sobre un hecho seapoye exclusivamente en las declaraciones yopiniones personales que tienen a bien ofrecerlos mximos jefes de los cuerpos de seguridado altos oficiales de las fuerzas armadas, aun-que ocasionalmente tambin aparecen en lapalestra algunos polticos. Sin embargo, lafuente de los titulares slo se detecta al leer elcontenido de la noticia. Por ejemplo, un titulardice Los crteles colombianos estn en gue-rra, pero el texto seala: El general X con-firm que los dos crteles estn en guerra porla disputa del mercado de Nueva York; otrotitular puede decir El Crtel de Medellnasesin a Luis Carlos Galn para luego leer:Segn la polica de Medelln, el Crtel habaofrecido medio milln de dlares a quienasesinara a Galn. A veces se trata de ruedasde prensa convocadas especialmente por ungeneral para informar sobre el resultado dedeterminado operativo antidrogas y para emi-tir su percepcin personal sobre la magnituddel fenmeno. De este modo, todo pareceindicar que la informacin suministrada porlos cuerpos de seguridad y defensa a los me-dios de comunicacin legitima lo que stosdifunden, pero a su vez, los periodistas legiti-man la versin de los cuerpos de seguridad,convirtindola en realidad con lo cual se re-fuerzan entre s.

    Por otra parte, tambin se puede observar,al menos en Amrica Latina, el papel hegem-nico de algunos medios de comunicacin paradifundir una informacin y su posterior rela-cin con la implementacin de determinadaspolticas. Por ejemplo, basta que peridicoscomo el Washington Post, el New York Timesy el Miami Herald, o revistas como Newsweeky Times publiquen una noticia para que suversin sea asumida con un sorprende gradode credibilidad, especialmente de parte de losmedios de comunicacin de Amrica Latina.En ningn caso se detienen a examinar quinelabor la noticia, y en qu condiciones, nicuestionan la posibilidad de que sea productode la percepcin de corresponsales extranje-

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    TEMAS

    ros, en visitas fugaces, con lo cual sus infor-mantes no son los ms idneos para elaborarun diagnstico sobre la situacin de un pasdeterminado. En aquellos pocos casos de perio-dismo investigativo, existe la tendencia a pre-sentar versiones encontradas con grandes con-tradicciones con lo cual el lector no sabe a quatenerse.

    La importancia de los medios de comuni-cacin es de tal magnitud que las representa-ciones que construyen en torno a los hechosterminan orientando la toma de decisionestanto del ciudadano como del alto funcionariodel Estado (del Olmo, 1994: 131).

    Ante esta situacin, la informacin a lapoblacin pareciera estar atrapada en la alter-nativa entre la dramatizacin y la banalizacinde la problemtica. El dramatizarla produceinters y curiosidad e implica el riesgo de in-crementar el deseo de experimentar con ellas.El banalizarla normaliza el uso de drogas,convirtindolo en un asunto obvio al que se leresta importancia (Kornblit, 1989: 52).

    ConclusionesNadie niega que los medios de comunica-

    cin social pueden y deben tener una respon-sabilidad educativa ante la problemtica ac-tual de las drogas, tanto de las legales como delas ilegales. Los medios de comunicacin de-ben informar con objetividad de los problemasque presenten, sin actitudes moralizantes nicondenatorias. La educacin a travs de losmedios de comunicacin exige resolver laspropias contradicciones internas, entre las quedestaca, de forma especial, el ser la base publi-citaria del alcohol, el tabaco y los medicamen-tos, es decir, las drogas legales, mientras di-funden mensajes que asocian las drogas ilega-les con la destruccin y la muerte.

    Al mismo tiempo, no debe caerse en los

    errores tantas veces achacados a los medios decomunicacin social, en aras de la objetividad.Por ello conviene siempre que estos medios:dejen de prestar una atencin selectiva y nega-tiva; distingan entre los diversos tipos de dro-gas; diferencien modalidades de consumo;insistan ms en los antecedentes y circunstan-cias sociales que favorecen el consumo y adop-ten una postura ms crtica y activa de cara alas soluciones; presenten el problema sin trau-matismos, ni prejuicios, y en toda su comple-jidad. El objetivo final es conseguir que losindividuos puedan tomar decisiones responsa-bles ante las drogas, sean legales o ilegales.

    ReferenciasDEL OLMO, R. (1993): Para definir el trfico y consumode droga. Reflexiones Iniciales, en Delito y Sociedad 4-5;ao 3; septiembre, Buenos Aires; pp.127-131.KORNBLIT, A.L. y E. VERN (1989): La construccinsocial del problema: los medios de comunicacin y lasdrogas, en KORNBLIT A. y OTROS: Estudios sobre dro-gadiccin en Argentina. Buenos Aires, Nueva Visin; pp.47-57.NEZ, P. (1990): Comunicacin Social y Drogas, enSeminario Internacional La droga en Amrica Latina.Quito.PARVEX, R. (1996): Educacin e Informacin, en North-South Centre Conferencia Internacional Drogas: Depen-dencia/Interdependencia . Lisboa, 23-25 de marzo.PIRO, P. (1996): Estn la informacin y los mensajes ma-nipulados por los medios de comunicacin?, en North-South Centre Conferencia Internacional Drogas: Depen-dencia/Interdependencia . Lisboa, 23-25 de marzo.UNESCO (1973): Reunin de especialistas sobre los m-todos para evaluar la accin de los grandes medios de in-formacin contra el uso indebido de estupefacientes. Pars,22-26 de enero.UNESCO (1980): Reunin de expertos sobre la coordi-nacin de la educacin escolar y la extraescolar relativas alos problemas relacionados con el uso de las drogas. Lisboa,8-12 de septiembre.VEGA F.A. (1995): Los medios de comunicacin social ylas drogas, en Revista Espaola de Drogodependencias,2; vol. 20, pp. 99-111.VERN, E. (1987): Construir el acontecimiento. BuenosAires, Gedisa.

    Rosa del Olmo es sociloga, profesora emrita de la Universidad Central de Venezuelay presidenta de la Fundacin J.F. Ribas de Venezuela.