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  • 8/4/2019 2 ENADIR 2007 Apuntes de Aparecida

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    Apuntes sobre Aparecida

    Acontecimiento, espritu, mtodo, documento y misinAndrs Stanovnik

    Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones en torno a Aparecida. Para ello, opt poralgunos temas que estn relacionados entre s: me gustara comunicarles algo sobre el acontecimientoeclesial y el espritu de Aparecida; presentarles algunas consideraciones importantes acerca del mtodoque all se utiliz; descubrir el lenguaje kerygmtico mediante el cual se transmite ese espritu; y,finalmente, hacer una breve introduccin al documento y a la misin continental, como los mejoresinstrumentos que nos dej la V Conferencia General, para orientar la tarea pastoral del Continente enlos prximos aos.

    1. Qu es una Conferencia GeneralAnte todo, conviene que digamos una palabra sobre qu es una

    Conferencia General, porque nos va a resultar til para valorar adecuadamenteeste tipo de reuniones episcopales. Un error muy comn es atribuir estasreuniones al CELAM, por ejemplo cuando se dice la V CELAM o la VConferencia del CELAM. Las Conferencias Generales no son reuniones delCELAM, baste recordar que la primera Conferencia General, celebrada en 1955 enRio de Janeiro, dio como resultado la creacin del CELAM. En los aos sucesivos,este organismo episcopal latinoamericano, colabor con la Santa Sede en lapreparacin de las otras Conferencias Generales. En la prctica, este tipo dereuniones espiscopales se realizaron slo en Amrica Latina, de modo que lasConferencias Generales son una originalidad exclusiva de nuestra regin.

    La Conferencia General es una reunin de obispos convocada por el Papa,pero la iniciativa de reunirse parte de los mismos obispos. Estas reuniones sediferencian de otras, por ejemplo de los Snodos de Obispos, porque en el caso deuna Conferencia General, la iniciativa de reunirse nace de los obispos y son ellosquienes la presentan al Santo Padre, junto con la propuesta de tema, de fecha yde lugar. El Papa convoca luego a los obispos y a los dems participantes, lesentrega el tema y decide la fecha y el lugar del encuentro. Las deliberaciones deestas reuniones, que ordinariamente se articulan en un texto, son, por lo tanto, elresultado de un autntico ejercicio del magisterio episcopal. Para conservar todoel valor episcopal de este magisterio, el Papa no aprueba el texto final, sino queautoriza su publicacin.

    En cambio, un Snodo de Obispos, es convocado por iniciativa del SantoPadre, sobre un determinado tema que l elige y sobre el que pide aportacionesa los obispos. stos entregan al Papa sus aportes, quien los recoge en forma deproposiciones y luego asume en tiempo y forma que l mismo consideraoportuno. Por lo general, con esos aportes, el Santo Padre escribe unaexhortacin postsinodal. De este modo, el Snodo de Obispos se convierte en uninstrumento en funcin del magisterio pontificio. En cambio, como ya dijimos, elfruto de las deliberaciones de los obispos en las Conferencias Generales,mediante la correspondiente autorizacin pontificia, se convierte en una genuina

    expresin del ejercicio colegiado del magisterio episcopal.

    2. El espritu de Aparecida

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    La V Conferencia fue un acontecimiento eclesial vivido en la alegra de la fe, donde losparticipantes pudimos experimentar la presencia viva y la accin eficaz del Espritu Santo. Medianteuna atenta lectura del Documento Conclusivo, que produjo la Asamblea, se puede percibir el esprituque subyace en el texto, como bien se afirma en sus primeras lneas, donde leemos que

    Con la luz del Seor resucitado y con la fuerza del Espritu Santo, Obispos de Amricanos reunimos en Aparecida, Brasil, para celebrar la V Conferencia General del

    Episcopado Latinoamericano y El Caribe. (DA 1).

    El Santuario y la devocin a Nuestra Seora de Aparecida, con la presencia de muchosperegrinos que acompaaron las celebraciones diarias de la Eucarista; la celebracin de la Liturgia delas Horas y el ejercicio de la lectio divina; la oracin de innumerables personas y comunidades, fueronuna valiossima ayuda para vivir el trabajo y la convivencia en un ambiente de fe y de alegra. Fueconstante el clima fraterno, abierto, dialogal, sencillo y muy participativo. Este ejercicio de

    participacin se ampli a todo telogo, pastoralista, biblista, y pensador que deseaba ofrecer sucontribucin a travs de alguno de los participantes de la Asamblea. Esto ha creado un clima deapertura, de libertad y de integracin, sin precedentes en la historia de estas Asambleas. Todos los

    participantes, sin distincin de categoras miembros, invitados, observadores y peritos, se han

    integrado activamente en el trabajo, de tal modo que el fiel laico, la religiosa, el dicono, el sacerdote yel obispo, trabajaron a la par en los diversos grupos y comisiones. Igualmente, la tarea de la Asamblease fue compartiendo en forma simultnea y abierta con los MCS, en un clima de recprocacolaboracin y relaciones amables. En conclusin, todos los participantes quedaron contentos yentusiasmados, algunos hablaron de un nuevo Pentecosts, y antes de finalizar la reunin, ya seempez a hablar del espritu de Aparecida.

    Hay que tener en cuenta que todo el proceso de preparacin de la V Conferencia ayud muchoa este clima de comunin y participacin. Fue muy importante la reflexin y oracin de numerosascomunidades e instituciones que, junto con los encuentros, congresos y seminarios, que se realizaron anivel continental, ofrecieron valiosos aportes, que luego se recogieron en la Sntesis de los aportes

    para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, y fueron muy tiles para la tarea delos participantes en la Asamblea.

    Tambin es bueno destacar que el espritu de Aparecida puso de manifiesto algunas notasesenciales del misterio de la Iglesia, que no es fcil ni frecuente que se perciban con tanta claridad. LaIglesia, con ser jerrquica en su constitucin, se manifiesta tambin y al mismo tiempo comocomunin y participacin, todas notas esenciales de su naturaleza. La vivencia de Aparecida mostr unalto nivel de integracin entre las dimensiones jerrquica y comunional de la Iglesia, entre institucin ycarisma, entre Fieles laicos y Pastores. Estos aspectos del encuentro de Aparecida fueron de vitalimportancia para que hayamos podido vivir la V Conferencia como un verdadero acontecimiento

    eclesial.El Documento Conclusivo no se puede separar de ese acontecimiento. Es ms, el documento

    quiere ser un instrumento, mediante el cual se irradie el espritu de Aparecida a todas las Iglesiasparticulares del Continente. El documento hace referencia a ese espritu en muchas partes. Porejemplo, en la Introduccin, donde dice que con alegra, estuvimos reunidos con el Sucesor de Pedro(DA 2); y a continuacin recuerda que nos hemos sentido acompaados por la oracin de nuestro

    pueblo creyente catlico (DP 3); para sealar inmediatamente que el el reto fundamental queafrontamos es mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discpulos y misioneros, querespondan a la vocacin recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegra, el dondel encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que ste. No tenemos otra dicha ni otra prioridad

    que ser instrumentos del Espritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido,amado adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias(DA 14). Los dos ltimos nmeros de la Introduccin son realmente bellos porque logran comunicar, atravs de sus lneas, ese espritu que se vivi en Aparecida. Antes de leerlos, conviene saber que la

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    Introduccin y la Conclusin son, prcticamente, los ltimos textos que elabora la Asamblea,convirtindolos as en instrumentos excelentes, mediante los cuales se recoge y comunica el espritu,que anim a los participantes durante sus trabajos. Apreciemos, pues, los dos ltimos pargrafos de laIntroduccin.

    Nuestra alegra, pues, se basa en el amor del Padre, en la participacin en el misteriopascual de Jesucristo quien, por el Espritu Santo, nos hace pasar de la muerte a la vida,

    de la tristeza al gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a laesperanza que no defrauda. Esta alegra no es un sentimiento artificialmente provocadoni un estado de nimo pasajero. El amor del Padre nos ha sido revelado en Cristo quenos ha invitado a entrar en su reino. l nos ha enseado a orar diciendo Abba, Padre(Rm 8, 15; cf. Mt 6, 9). (DA 17).

    Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir estetesoro a los dems es un encargo que el Seor, al llamarnos y elegirnos, nos haconfiado. Con los ojos iluminados por la luz de Jesucristo resucitado, podemos yqueremos contemplar al mundo, a la historia, a nuestros pueblos de Amrica Latina y de

    El Caribe, y a cada una de sus personas. (DA 18).

    Tambin el texto de la Conclusin refleja muy bien el espritu que anim esta reuninepiscopal. All, en el primer pargrafo leemos que

    En 19 jornadas de intensa oracin, intercambios y reflexin, dedicacin y fatiga, nuestra solicitud pastoral tom forma en el documento final, que fue adquiriendo cada vezmayor densidad y madurez. El Espritu de Dios fue conducindonos, suave pero

    firmemente, hacia la meta. (DA 547).

    A continuacin, y luego de recordar el mandato de ir y hacer discpulos, el espritu que se vivien Aparecida hace estallar el texto exclamando:

    Necesitamos un nuevo Pentecosts! Necesitamos salir al encuentro de las personas,las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don delencuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, dealegra y de esperanza! (DA 548).

    Podemos percibir el mismo espritu en el pargrafo siguiente, donde leemos que

    Todos los bautizados estamos llamados a recomenzar desde Cristo, a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo poder de afecto,persuasin y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros discpulos a las orillas

    del Jordn, hace 2000 aos, y con los Juan Diego del Nuevo Mundo. Slo gracias aese encuentro y seguimiento, que se convierte en familiaridad y comunin, por desbordede gratitud y alegra, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y salimos acomunicar a todos la vida verdadera, la felicidad y esperanza que nos ha sido dadoexperimentar y gozar. (DA 549).

    Como broche de oro al final del documento, se retoma la oracin que pronunci BenedictoXVI, al concluir su Discurso Inaugural, en cuyas estrofas se recoge y sintetiza, con mucho acierto yoriginalidad, el espritu que movi la Asamblea.

    3. Elementos para la lectura y comprensin del documento

    Quisiera presentar slo algunos elementos para la lectura y comprensin del DocumentoConclusivo, que considero tiles para una adecuada comprensin del texto. Ante todo, destacoaquellos que aparecen en la carta del Santo Padre, con la que autoriza la publicacin del documento.

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    El Papa, en esa breve carta, seala dos pautas para la aplicacin del documento, a fin de que sealuz y aliento para una fecunda labor pastoral y evangelizadora en los aos venideros. La primera

    pauta es la comunin con la Santa Sede, y la otra es el debido respeto por la responsabilidad decada Obispo en su propia Iglesia particular. El Obispo, precisamente para estar en comunin con laSanta Sede y, al mismo tiempo, para el ejercicio de la responsabilidad en su propia Iglesia particular,necesita valorar y tomar en cuenta pastoralmente como lo reconoce el Papa que en el documentohay:

    - numerosas y oportunas indicaciones pastorales, motivadas con ricas reflexiones a laluz de la fe y del contexto actual.

    Entre esas reflexiones se destaca:

    - la exhortacin a dar prioridad a la Eucarista y a la santificacin del Da del Seor;- el anhelo de reforzar la formacin cristiana de los fieles en general y de los agentes de

    pastoral en particular.

    Finalmente, el Papa, al presentar el documento, manifiesta su alegra por el deseo de realizar

    una Misin Continental, sealando, al mismo tiempo, cules son los protagonistas principales de estamisin: las Conferencias Episcopales y cada dicesis, convocando para ello a todas las fuerzas vivas.Y concluye centrndose en el ncleo del tema de la V Conferencia: de modo que caminando desdeCristo se busque su rostro (NMI 29).

    Adems de esa breve presentacin que hace el Santo Padre del documento,es recomendable leer con atencin su Discurso Inaugural, su Homila en la Misade Apertura de la V Conferencia General y su Discurso en el Rezo del SantoRosario. Igualmente, conviene conocer el Mensaje Final de la Asamblea. Conocerestos documentos favorece mucho para una buena comprensin del DocumentoConclusivo.

    Un criterio que no puede faltar para una correcta comprensin del acontecimiento de Apareciday de su respectivo documento, es la continuidad-renovacin que la V Conferencia marca, no slo conlas Conferencias Generales anteriores (Rio de Janeiro, Medelln, Puebla y Santo Domingo), sinotambin con el Concilio Vaticano II y Ecclesia in America. El Papa plantea este criterio muy alcomienzo de su Discurso Inaugural, donde dice que

    Ante la nueva encrucijada, los fieles esperan de esta V Conferencia una renovacin yrevitalizacin de su fe en Cristo, nuestro nico Maestro y Salvador, que nos ha reveladola experiencia nica del Amor infinito de Dios Padre a los hombres. De esta fuente

    podrn surgir nuevos caminos y proyectos pastorales creativos, que infundan una firmeesperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla as en el propioambiente. (DI 2)

    El mismo criterio de continuidad y renovacin se plantea en el Mensaje Final de la VConferencia

    En nuestros trabajos, realizados en ferviente oracin, fraternidad y comunin afectiva,hemos buscado dar continuidad al camino de renovacin recorrido por la Iglesiacatlica desde el Concilio Vaticano II y en las anteriores cuatro Conferencias Generalesdel Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

    Luego, en el Documento Conclusivo se retoma ese criterio, afirmando que

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    La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeoes un nuevo paso en el camino de la Iglesia, especialmente desde elConcilio Ecumnico Vaticano II. Ella da continuidad y, a la vez,recapitula el camino de fidelidad, renovacin y evangelizacin de laIglesia latinoamericana al servicio de sus pueblos, que se expresoportunamente en las anteriores Conferencias Generales delEpiscopado (Ro, 1955; Medelln, 1968; Puebla, 1979; Santo Domingo,

    1992). En todo ello reconocemos la accin del Espritu. Tambintenemos presente la Asamblea Especial del Snodo de los Obispos paraAmrica (1997). (DA 9)

    No se trata de una continuidad que repite el pasado, sino que lo recapitula como dice el textocon miras a la renovacin y evangelizacin de la Iglesia. Por eso, la V Conferencia, se concibe comoun nuevo paso en el camino de la Iglesia, que da continuidad y, al mismo tiempo, plantea la necesidadde una profunda renovacin: es fidelidad, renovacin y evangelizacin. Este binomio de continuidadrenovacin es una clave muy importante, como ya dijimos, para la comprensin del acontecimientode Aparecida y para la lectura del documento.

    Otro aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de leer el documento,es la finalidad de esta reunin de obispos. La Asamblea no se propuso tratartodos los temas, ni tampoco abordar con amplitud y en profundidad algunos deellos. En este sentido, se aclara que el documento no puede detenerse a analizartodas las cuestiones que integran la actividad pastoral de la Iglesia, ni proponer proyectos acabados olneas de accin exhaustivas. Slo nos detendremos se dice a mencionar algunas cuestiones que hanalcanzado particular relevancia en los ltimos tiempos, para que, posteriormente, las ConferenciasEpiscopales y otros organismos locales avancen en consideraciones ms amplias, concretas, yadaptadas a las necesidades del propio territorio (ver DA 431).

    Por eso, para la lectura del documento, es importante no perder de vista elobjetivo que motiv la reflexin de los obispos en Aparecida. Al respecto, en eltexto se afirma que el objetivo es seguir impulsando la accin evangelizadora dela Iglesia, llamada a hacer de todos sus miembros discpulos y misioneros deCristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en l (DA1). O, como dice el Papa en su Discurso Inaugural, que esta Conferencia sepropone la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, yrecordar tambin a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo,estn llamados a ser discpulos y misioneros de Jesucristo (DA 10). Un poco msadelante, se vuelve sobre la finalidad de esta Conferencia, diciendo que laIglesia est llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia

    su misin en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales (DA 11).

    3.1 La clave principal y ejes centrales

    La clave principal para leer e interpretar el documento es el tema centralque orient la preparacin de la V Conferencia y luego las deliberaciones enAparecida: Discpulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos enl tengan vida, junto con la cita bblica: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida(Jn 14, 6). En esta clave estn los principales elementos que guan la lectura y elestudio del documento.

    En el tema se pueden distinguir tres grandes ejes: discpulo misionero, vida en Cristo y nuestrospueblos. El eje central es la vida en Cristo. Los discpulos y misioneros son de Jesucristo y nuestrospueblos tienen vida en l. Podramos expresar el tema tambin as: la Vida de Cristo en los discpulos

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    misioneros y en nuestros pueblos. As vemos cmo la vida en Cristo, como vida digna, integral y plenapara el discpulo y para nuestros pueblos, es un elemento central para comprender el documento.

    El siguiente esquema puede servir para visualizar mejor lo que acabamos de decir:

    DiscpulosMisioneros

    De Jesucristo Para que nuestros

    pueblos en l tenganvida

    La vocacin de los discpulos misioneros y la vocacin de nuestros pueblos es la vida en Cristo.La misin de los discpulos y discpulas de Jesucristo es hacer que nuestros pueblos tengan vida enCristo. En el contexto de la vida en Cristo hay que colocar la Iglesia y el Reino, a la que pertenecen losdiscpulos misioneros y nuestros pueblos, como sujetos a ser evangelizados y como sujetos llamados aevangelizar. Esto nos remite al llamado evanglico de estar con Cristo y ser enviados a predicar.

    Con esta breve introduccin a los tres grandes ejes del documento, podemos ver cmo las tresgrandes partes que tiene el documento se centran en el dominador comn que es la vida en Cristo:

    A. La vida de nuestros pueblos

    B. La vida de Jesucristo en los discpulos y misionerosC. La vida de Jesucristo para nuestros pueblos

    La vida en Cristo, apareci como el eje central, que ayud a articular todala reflexin de Aparecida, gracias a la inclusin en l y la cita evanglica: Yosoy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6), que hizo el Santo Padre, cuando sele propuso el tema del discipulado y la misin para la V Conferencia. Con esainclusin, el tema quedaba claramente centrado en la vida en Cristo. Por eso, noes de extraar que en el documento aparezca el trmino vida ms de trescientasveces.

    El texto nos ofrece una abundante adjetivacin de esta vida en Cristo. Setrata de la vida nueva, vida en l, vida de los bautizados, vida de la Iglesia, vidaintegral, plena, verdadera y plena para todos, plenitud de vida en Cristo, vida queDios nos participa, amor que da vida, vida libre, bella y grande; Reino de amor yde vida, de justicia y de paz; pan de vida eterna, vida eterna, vida digna paratodos, vida feliz, etc. Puesto que hay una conciencia cada vez ms clara sobre elvalor de la vida, mucho ms todava cuando su valoracin est fundada en Dios,crece tambin la conciencia sobre las amenazas a la que est expuesta la vida delos seres humanos y de los pueblos, y las agresiones que se cometen al medioambiente y a la vida en el planeta.

    Es impresionante ver cmo el texto de Aparecida irradia vida por todoslados. Creo que su lectura es atractiva precisamente por eso, y porque despiertaen los creyentes entusiasmo, gozo y adhesin a los diversos planteos yorientaciones pastorales que all se hacen. Hay una conciencia cada vez mayorsobre la importancia y la responsabilidad que tenemos acerca de la vida de laspersonas, de las comunidades, de los pueblos y del planeta en general. La Iglesiaes cada vez ms consciente del inmenso caudal de vida que le viene deJesucristo, de su Palabra y de los sacramentos, es decir, de su presencia viva y desu fuerza transformadora. La Iglesia siente un nuevo impulso de vida que le vienedel Espritu Santo y no puede menos que transformar ese impulso en misinpara que nuestros pueblos en l tengan vida.

    4. El mtodo en la V Conferencia General

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    Para la elaboracin delDocumento Conclusivo se us el mtodo clsico ver, juzgar y actuar,que ya se haba empleado para recoger las contribuciones que enviaron las Conferencias Episcopales altema de la V Conferencia. En el n. 19 del documento se encuentra una descripcin bastante detalladasobre los diversos pasos de este mtodo.

    Este mtodo fue objeto de largas discusiones durante el perodo de preparacin de Aparecida.Muchos vean que el mtodo haba perdido la perspectiva cristiana que tena cuando se haba creado a

    mediados del siglo pasado. Con el paso del tiempo y el avance del secularismo, el primer paso de estemtodo, que consiste en ver la realidad, fue reducindose al mbito del anlisis social. La iluminacinevanglica se postergaba para un segundo momento y para un tercer momento las acciones. No sesaba mucho qu hacer con la fe durante el primer paso, porque la preocupacin principal era lograrque la realidad fuera lo ms objetiva posible y la fe apareca como una amenaza a esa objetividad. Sinembargo, en la prctica, cuando la mirada sobre la realidad quedaba despojada de la mirada creyente,resultaba muy difcil recuperarla en los pasos siguientes. La realidad ya no era vista desde la fe. La fe

    postergada a un segundo momento iluminaba una realidad vista slo desde el prisma de las cienciashumanas, por consiguiente, una realidad de horizontes reducidos. Las acciones que resultaban de estacomprensin no lograban una suficiente correspondencia con los valores del evangelio. El mrito quetuvo Aparecida fue recuperar el valor cristiano de este mtodo. El punto clave para su reposicin

    consisti en el esfuerzo de hacer que el primer paso lograra una mirada creyente de la realidad,asegurando as una visin de fe sobre los pasos siguientes.

    Veamos cmo se plasma el mtodo en el documento. El documento tiene tres grandes partesque corresponden a los tres pasos del mtodo. La primera parte del documento tiene como ttulo Lavida de nuestros pueblos hoy. Con este ttulo, uno esperara encontrarse inmediatamente con elanlisis de la realidad, sin embargo, el primer captulo, de los dos que conforman esta primera parte, sedetiene en la accin de gracias a Dios, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones en la

    persona de Cristo (cf. Ef 1, 3); en manifestar la alegra de ser discpulos y misioneros de Jesucristo,porque conocer a Jess es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontradonosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras esnuestro gozo (DA 29); y en recordar que la misin de Iglesia es evangelizar. Son nada menos que 32

    pargrafos los que preceden el anlisis de la realidad. Este anlisis tiene lugar a continuacin en elsegundo captulo, bajo el sugestivo ttulo La mirada de los discpulos misioneros sobre la realidad,

    para alejar cualquier duda sobre la perspectiva cristiana, desde la cual se pretende mirar la vida denuestros pueblos en el tiempo presente.

    Sin embargo, a pesar del gran esfuerzo que hizo la Asamblea en tratar de plasmar en el texto lavisin creyente de la realidad, los resultados fueron buenos pero insuficientes. El anlisis del tiempo

    presente, que se hace en el captulo dos, no aparece suficientemente asumido en la segunda parte deldocumento, dedicada a la iluminacin y, tampoco en la tercera, donde encontramos las orientaciones

    para la accin. Con todo, hay que reconocer el mrito que tiene esta Asamblea en el rescate delmtodo, sobre todo en el primer paso del ver, porque, como dijimos, determina los pasos siguientes.De esta manera, se enriqueci la perspectiva de fe, propia de toda persona creyente, que se distingue

    por su visin cristiana de la realidad.

    4.1 Un aporte sustancial al mtodo

    El Papa, en la Homila de la Misa de apertura de la V Conferencia y en su Discurso Inaugural,entreg elementos sustanciales, que enriquecen la visin creyente de la realidad, y dejan entrever quela fe no es un obstculo para una mirada objetiva, al contrario, la fe potencia todo lo humano, le daclaridad y lo enriquece. Veamos algunas de esas afirmaciones del Discurso Inaugural, partiendo de la

    que coloca a Dios, como la realidad fundante y decisiva.

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    Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de realidad y, enconsecuencia, slo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas.(DI 3)

    Para decir inmediatamente que

    Slo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo

    adecuado y realmente humano. (DI 3)

    Una afirmacin as, deja mucha claridad sobre el alcance de humanidad que caracteriza lavisin que tiene el hombre creyente de la realidad, para responder a ella de modo adecuado yrealmente humano. Un poco ms adelante, el Papa precisa la afirmacin precedente diciendo que:

    Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en unenigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad. (DI3)

    Luego, en el n. 19 del documento, sobre todo en la primera parte, se describe la visin creyente

    y se sealan los elementos que la integran y constituyen, para que esa visin de la realidad searealmente humana.

    Este mtodo implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a travs de su Palabrarevelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana,veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos segn

    Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Mstico deCristo y Sacramento universal de salvacin, en la propagacin del reino de Dios, que se

    siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo.

    En el Documento Conclusivo, encontramos otras referencias al mtodo que, como veremosluego, no hacen ms que desarrollar la visin y experiencia creyente de la realidad. En este sentido,vemos cmo en el n. 244 se habla del mtodo cristiano:

    El evangelista Juan nos ha dejado plasmado el impacto que produjo la persona de Jessen los dos primeros discpulos que lo encontraron, Juan y Andrs. Todo comienza conuna pregunta: qu buscan? (Jn 1, 38). A esa pregunta sigui la invitacin a vivir unaexperiencia: vengan y lo vern (Jn 1, 39). Esta narracin permanecer en la historiacomo sntesis nica del mtodo cristiano. (DA 244).

    Los elementos principales de este mtodo cristiano aparecen en diversas partes del

    documento. En los dos nmeros que siguen, esos elementos se notan ms claramente.Jess, al inicio de su ministerio, elige a los doce para vivir en comunin con l (cf. Mc 3,14). Para favorecer la comunin y evaluar la misin, Jess les pide: Vengan ustedes

    solos a un lugar deshabitado, para descansar un poco (Mc 6, 31-32). En otrasoportunidades, se encontrar con ellos para explicarles el misterio del Reino (cf. Mc. 4,11.33-34). De la misma manera se comporta con el grupo de los setenta y dos discpulos(cf. Lc 10, 17-20). Al parecer, el encuentro a solas indica que Jess quiere hablarles alcorazn (cf. Os 2, 14). Hoy, tambin el encuentro de los discpulos con Jess en laintimidad es indispensable para alimentar la vida comunitaria y la actividad misionera.(DA 154).

    La vocacin y el compromiso de ser hoy discpulos y misioneros de Jesucristo enAmrica Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opcin por la formacin delos miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea

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    la funcin que desarrollen en la Iglesia. Miramos a Jess, el Maestro que formpersonalmente a sus apstoles y discpulos. Cristo nos da el mtodo: Vengan y vean(Jn 1, 39), Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6). (DA 276).

    Podramos sintetizar los principales aspectos que aparecen en el llamado mtodo cristiano enlos siguientes puntos:

    Fascinacin, atraccin, admiracin por la persona de Jess y deseos de conocerlo: Maestrodnde vives?

    Invitacin de Jess: Vengan y vean: experiencia de estar con l para aprender a ver yjuzgar por l, con l y en l.

    Enviados a seguir encontrando a Jess en los lugares donde l se hace presente, paraabrir un autntico proceso de conversin, comunin y solidaridad, es decir, obrar enconsecuencia con lo que se ha experimentado, visto e iluminado.

    En estos nmeros notamos que convivir con Jess, escuchar su Palabra, estar con l, es elpresupuesto para ver la realidad con su mirada. La objetividad en el anlisis de la realidad, va a

    depender de la autenticidad del encuentro con Jess. En la medida en que el discpulo conforma suvisin, sus sentimientos y su mente con la de Jess, su lectura e interpretacin de la realidad sercristiana y realmente humana, como lo expres Benedicto XVI en Aparecida.

    Llegados a este punto, es importante sealar que la visin creyente es una visin esencialmenteen comunin. El creyente, desde su experiencia de encuentro con Jess, inserto en la comunidadeclesial, tiene una mirada sobre la realidad desde la comunin. Podramos decir que se trata de una visinen alianza, porque se funda sobre la experiencia originaria de comunin con Dios, que nos am

    primero y nos sigue amando. Por eso, la mirada que parte de la experiencia de comunin, necesariamenteconduce al encuentro y se convierte en una mirada que recrea, dignifica y promueve.

    5. Un mtodo original para la misin del discpulo de Jesucristo

    Tambin el Papa Benedicto XVI habl del mtodo en la Homila de la Misa de Inauguracinde la V Conferencia General, y propuso el mtodo original. Se trata del mtodo con el queactuamos en la Iglesia tanto en las pequeas asambleas como en las grandes. En seguida aclar queno es slo una cuestin de modo de proceder; es el resultado de la mismanaturaleza de la Iglesia, misterio de comunin con Cristo en el Espritu Santo.

    En qu consiste ese mtodo? El Santo Padre lo describe partiendo de losHechos de los Apstoles, donde se habla del sentido del discernimiento

    comunitario en torno a los grandes problemas, que la Iglesia encuentra a lo largode su camino, y que son aclarados por los Apstoles y por los ancianos, conla luz del Espritu Santo, el cual recuerda la enseanza de Jesucristo (Jn 14, 6), yas ayuda a la comunidad cristiana a caminar en la caridad hacia la verdad plena(cf. Jn 16, 13). Los jefes de la Iglesia discuten y se confrontan, pero siempre conuna actitud de religiosa escucha de la palabra de Cristo en el Espritu Santo. Poreso, al final pueden afirmar: hemos decidido el Espritu Santo y nosotros (Hch15, 28). Esta es la Iglesia: nosotros, la comunidad de fieles, el pueblo de Dios, consus pastores, llamados a hacer de guas del camino; junto con el Espritu Santo,Espritu del Padre enviado en nombre del Hijo Jess, Espritu de Aquel que es elmayor de todos y que nos fue dado mediante Cristo, que se hizo el menor por

    nuestra causa. Espritu Parclito,Ad-vocatus, Defensor y Consolador. l nos hacevivir en la presencia de Dios, en la escucha de su Palabra, sin inquietud ni temor,teniendo en el corazn la paz que Jess nos dej y que el mundo no puede dar(cf.Jn 14, 26-27).

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    El Papa prosigui su reflexin explayndose sobre el contenido experiencialde este mtodo, afirmando que el tiempo de la Iglesia es el tiempo del EsprituSanto: l es el Maestro que forma a los discpulos: los hace enamorarse de Jess;los educa para que escuchen su palabra, para que contemplen su rostro; losconfigura con su humanidad bienaventurada, pobre de espritu, afligida, mansa,sedienta de justicia, misericordiosa, pura de corazn, pacfica, perseguida acausa de la justicia (cf. Mt5, 3-10). As, gracias a la accin del Espritu Santo,

    Jess se convierte en el camino por donde avanza el discpulo.

    Este contenido que conforma la identidad y vocacin del discpulo seproyecta en envo misionero. Por eso, la Iglesia es enviada a difundir en elmundo la caridad de Cristo, prosigue el Papa para que los hombres y lospueblos tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10). () La Iglesia sesiente discpula y misionera de este Amor: misionera slo en cuanto discpula, esdecir, capaz de dejarse atraer siempre, con renovado asombro, por Dios que nosam y nos ama primero (cf. 1 Jn 4, 10).

    En resumen, la dinmica de este mtodo, as como lo plantea el SantoPadre, parte de la experiencia de atraccin irresistible de la persona de Cristo,quien por la fuerza de su amor, que culmin en el sacrificio de la cruz, atrae atodos hacia s. La Iglesia, atrada por esa fuerza y asociada a Cristo, realiza suobra conformndose en espritu y concretamente con la caridad de su Seor.

    La dinmica misionera de la Iglesia, y ms concretamente la Misin Continental, comoexpresin histrica de esa dinmica en nuestro continente, tanto en sus pequeas asambleas como enlas grandes, est llamada a actuar en el espritu de ese mtodo, que no es slo una cuestin demodo de proceder; es el resultado de la misma naturaleza de la Iglesia, misteriode comunin con Cristo en el Espritu Santo. En el mismo sentido, cuando crece la

    conciencia de pertenencia a Cristo, en razn de la gratitud y alegra que produce, crece tambin elmpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro. La misin no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo,testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos losconfines del mundo (cf. Hch 1, 8) (n. 144).

    En consecuencia, la tercera parte del documento La vida de Jesucristo para nuestros pueblosest toda orientada, con sus cuatro captulos, hacia la misin de los discpulos al servicio de la vida

    plena. En el primero de esos captulos se declara:

    Asumimos el compromiso de una gran misin en todo el Continente,

    que nos exigir profundizar y enriquecer todas las razones ymotivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discpulomisionero. Necesitamos desarrollar la dimensin misionera de la vidaen Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmocin que le impidainstalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, almargen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos quecada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro deirradiacin de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecosts quenos libre de la fatiga, la desilusin, la acomodacin al ambiente; unavenida del Espritu que renueve nuestra alegra y nuestra esperanza.Por eso, se volver imperioso asegurar clidos espacios de oracincomunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y haganposible un atractivo testimonio de unidad para que el mundo crea. (DA362).

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    Y a continuacin se advierte que

    La fuerza de este anuncio de vida ser fecunda si lo hacemos con elestilo adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a laEucarista como fuente y cumbre de toda actividad misionera.Invocamos al Espritu Santo para poder dar un testimonio de proximidad que entraa cercana afectuosa, escucha, humildad,

    solidaridad, compasin, dilogo, reconciliacin, compromiso con lajusticia social y capacidad de compartir, como Jess lo hizo. l sigueconvocando, sigue invitando, sigue ofreciendo incesantemente unavida digna y plena para todos. Nosotros somos ahora, en AmricaLatina y El Caribe, sus discpulos y discpulas, llamados a navegar maradentro para una pesca abundante. Se trata de salir de nuestraconciencia aislada y de lanzarnos, con valenta y confianza (parresa),a la misin de toda la Iglesia.(DA 363).

    Con el mismo espritu, en la Conclusin, dice que

    Para convertirnos en una Iglesia llena de mpetu y audacia evangelizadora, tenemosque ser de nuevo evangelizados y fieles discpulos. () No hemos de dar nada por

    presupuesto y descontado. Todos los bautizados estamos llamados a recomenzardesde Cristo, a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, elmismo poder de afecto, persuasin y esperanza, que tuvo su encuentro con los

    primeros discpulos a las orillas del Jordn, hace 2000 aos, y con los Juan Diegodel Nuevo Mundo. Slo gracias a ese encuentro y seguimiento, que se convierte en

    familiaridad y comunin, por desborde de gratitud y alegra, somos rescatados denuestra conciencia aislada y salimos a comunicar a todos la vida verdadera, la

    felicidad y esperanza que nos ha sido dado experimentar y gozar. (DA 549).

    Aparecida nos anima con fuerza para que

    Recobremos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegra deevangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lgrimas. Hagmoslo como Juan el

    Bautista, como Pedro y Pablo, como los otros Apstoles, como esa multitud deadmirables evangelizadores que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia con un mpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir. Sea sta la mayoralegra de nuestras vidas entregadas. Y ojal el mundo actual que busca a veces conangustia, a veces con esperanza pueda as recibir la Buena Nueva, no a travs deevangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a travs de

    ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todoen s mismos, la alegra de Cristo y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar elReino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo1. Recobremos el valor y la audaciaapostlicos. (DA 552).

    6. Lenguaje keriygmtico en Aparecida

    En los diversos mensajes, que dej Benedicto XVI en Aparecida, llama la atencin laabundancia de expresiones kerygmticas, que se caracterizan por el tono atrayente e impactante con elque presenta la persona de Jess, el Cristo y Seor, y la accin de su Espritu en la Iglesia y en loscreyentes.

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    El documento tambin refleja ese tono kerygmtico en muchas partes. En particular, nosinteresa ver, en alguno de sus pasajes, cmo el kerigma sigue siendo el punto de partida y la referenciaconstante del itinerario formativo del discpulo misionero, como asimismo en la catequesis.

    En la Homila y Discursos del Santo Padre

    Veamos primero algunas de esas expresiones keriygmticas que aparecen en la Homila que

    pronunci el Papa de en la Misa de Inauguracin de Aparecida. Por ejemplo, cuando afirma queSlo la caridad de Cristo, derramada por el Espritu Santo, puede hacer de esta reuninun autntico acontecimiento eclesial, un momento de gracia para este continente y parael mundo entero.

    Un poco ms adelante, vuelve a sealar la accin del Espritu Santo

    Tiempo de la Iglesia, tiempo del Espritu Santo: l es el Maestro queforma a los discpulos: los hace enamorarse de Jess; los educa paraque escuchen su palabra, para que contemplen su rostro; los configura

    con su humanidad bienaventurada, pobre de espritu, afligida, mansa,sedienta de justicia, misericordiosa, pura de corazn, pacfica,perseguida a causa de la justicia (cf. Mt 5, 3-10).

    En seguida se refiri a la Iglesia y la accin keriygmtica que realiza elEspritu Santo en ella

    La Iglesia se siente discpula y misionera de este Amor: misionera sloen cuanto discpula, es decir, capaz de dejarse atraer siempre, conrenovado asombro, por Dios que nos am y nos ama primero (cf. 1 Jn4, 10). La Iglesia () crece mucho ms por atraccin: como Cristoatrae a todos hacia s con la fuerza de su amor

    Luego esclarece la naturaleza de la fe y anuncia el kerigma, como elautntico fundamento de la esperanza

    [La fe] No es una ideologa poltica, ni un movimiento social, comotampoco un sistema econmico; es la fe en Dios Amor, encarnado,muerto y resucitado en Jesucristo, el autntico fundamento de estaesperanza que produjo frutos tan magnficos desde la primeraevangelizacin hasta hoy.

    En el Discurso al final del rezo del Santo Rosario, en Aparecida, elPapa, al hablar del sentido de pertenencia a la Iglesia, lo hace en un tonokeriygmtico

    Queridos hombres y mujeres de Amrica Latina s que tenis una gransed de Dios. S que segus a aquel Jess, que dijo: Nadie va al Padresino por m (Jn 14, 6). Por eso el Papa quiere deciros a todos: laIglesia es nuestra casa. Esta es nuestra casa. En la Iglesia catlicatenemos todo lo que es bueno, todo lo que es motivo de seguridad yde consuelo. Quien acepta a Cristo, camino, verdad y vida, en su

    totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta y en la otravida. Por eso, el Papa vino aqu para rezar y confesar con todosvosotros: vale la pena ser fieles, vale la pena perseverar en la propiafe.

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    En el Mensaje Final y Documento Conclusivo

    En el Mensaje Final, luego de una breve introduccin, encontramos inmediatamente laproclamacin gozosa del kerigma

    Ante los desafos que nos plantea esta nueva poca en la que estamos inmersos,

    renovamos nuestra fe, proclamando con alegra a todos los hombres y mujeres denuestro continente: somos amados y redimidos en Jess, Hijo de Dios, el Resucitadovivo en medio de nosotros; por l podemos ser libres del pecado, de toda esclavitud yvivir en justicia y fraternidad. Jess es el camino que nos permite descubrir la verdad ylograr la plena realizacin de nuestra vida!

    Nuestra mayor alegra es ser discpulos suyos! () Sigamos al Seor Jess!

    Luego, en el Documento Conclusivo, son frecuentes los tonos explosivos, el lenguajevivencial y de testimonio, que transmiten el anuncio gozoso del kerigma. Veamos algunos ejemplos.

    Ante todo, damos gracias a Dios y lo alabamos por todo lo que nos ha sido regalado.() Sobre todo, nos ha sido dado Jesucristo, la plenitud de la Revelacin de Dios, untesoro incalculable, la perla preciosa (cf. Mt 13, 45-46), el Verbo de Dios hechocarne, Camino, Verdad y Vida de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de

    plena justicia y felicidad. l es el nico Liberador y Salvador que, con su muerte yresurreccin, rompi las cadenas opresivas del pecado y la muerte, que revela el amormisericordioso del Padre y la vocacin, dignidad y destino de la persona humana. (DA6)

    Lo que nos define no son las circunstancias dramticas de la vida, ni los desafos de lasociedad, ni las tareas que debemos emprender, sino ante todo el amor recibido delPadre gracias a Jesucristo por la uncin del Espritu Santo. () No tenemos otra dichani otra prioridad que ser instrumentos del Espritu de Dios, en Iglesia, para que

    Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos(DA 14)

    Mientras sufrimos y nos alegramos, permanecemos en el amor de Cristo viendo nuestromundo, tratamos de discernir sus caminos con la gozosa esperanza y la indecible

    gratitud de creer en Jesucristo. l es el Hijo de Dios verdadero, el nico Salvador de lahumanidad. La importancia nica e insustituible de Cristo para nosotros, para lahumanidad, consiste en que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. (DA 22)

    Antes de describir la realidad as como la ven los discpulos y misioneros, el DocumentoConclusivo ofrece, en el primer captulo, dos apartados con un fuerte tono kerigmtico. El primero(1.1) es una manifestacin de alabanza y accin de gracias a Dios; y el segundo (1.2), es una expresinde la alegra que causa ser discpulos y misioneros de Jesucristo.

    El Captulo 3, La alegra de ser discpulos misioneros para anunciar el Evangelio deJesucristo, con el que se introduce la segunda parte del Documento, donde se realiza el ejercicio de lailuminacin como segundo paso del mtodo ver-juzgar-actuar, transmite un intenso clima de alabanzay gratitud. De los 28 nmeros, 16 de ellos empiezan con una expresin de alabanza, de bendicin, degratitud o de alegra. Veamos algunos ejemplos:

    Con la alegra de la fe somos misioneros... (103)

    Bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, creada a su imagen ysemejanza (104)

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    Alabamos a Dios por los hombres y mujeres de Amrica Latina y El Cribe que, movidos por su fe, han trabajado incansablemente en defensa de la dignidad de la personahumana (105)

    Alabamos a Dios por el don maravilloso de la vida y por quienes la honran y ladignifican al ponerla al servicio de los dems (106)

    Bendecimos al Padre por el don de su Hijo Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro

    divino del hombre (107)Bendecimos al Padre porque todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien,aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, en la ley naturalescrita en su corazn (cf. Rm 2, 14-15), el valor sagrado de la vida humana (108)

    Proclamamos con alegra el valor de la familia (114)

    Agradecemos a Cristo que nos revela que Dios es amor y vive en s mismo un misteriopersonal de amor (115)

    Bendecimos a dios por haber creado al ser humano varn y mujer, aunque hoy se quieraconfundir esta verdad (116)

    El ser amados por dios nos llena de alegra (117)

    En el Captulo 4 encontramos, en pocas frases, la interrelacin entre pertenencia a Cristo yencuentro con l, alegra y gratitud que ello produce, acontecimiento y misin que de todo ello sedesprende.

    Cuando crece la conciencia de pertenencia a Cristo, en razn de la gratitud y alegraque produce, crece tambin el mpetu de comunicar a todos el don de ese encuentro. Lamisin no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia delacontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a

    persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf.Hch 1, 8).

    En el Captulo 5, donde se habla de los lugares eclesiales para la comunin, se refiere, enprimer lugar a la Iglesia particular como lugar eclesial donde el discpulo est llamado a hacer ymadurar la experiencia del encuentro con Jesucristo vivo y a descubrir su misin.

    En su realidad social concreta [en la Iglesia particular], el discpulo hace la experienciadel encuentro con Jesucristo vivo, madura su vocacin cristiana, descubre la riqueza yla gracia de ser misionero y anuncia la Palabra con alegra. (DA 167)

    Como sntesis de este captulo, en el nmero 226, Aparecida plantea cuatro ejes, que esnecesario reforzar para una autntica renovacin de nuestra Iglesia. Podemos notar cmo se insiste enla necesidad de una fuerte experiencia religiosa, en la vivencia comunitaria y la responsabilidad de susmiembros, en la formacin bblica y doctrinal y en la misin. En estos cuatro ejes, podemos individuartambin los principales componentes, que hacen posible el acontecimiento salvfico: una experiencia

    personal intensa de encuentro con Jesucristo vivo; la dimensin comunitaria de esa experiencia; sucarcter global que da sentido unitario a todas las dimensiones de la existencia; y su proyeccindifusiva y misionera.

    a)La experiencia religiosa. En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fielesun encuentro personal con Jesucristo, una experiencia religiosa profunda e intensa,

    un anuncio keriygmtico y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve auna conversin personal y a un cambio de vida integral.

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    b) La vivencia comunitaria. Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmenteincluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de unacomunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo. Eso permitir un mayorcompromiso y entrega en y por la Iglesia.

    c)La formacin bblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una

    destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar elconocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la nicamanera de madurar su experiencia religiosa. En este camino, acentuadamentevivencial y comunitario, la formacin doctrinal no se experimenta como unconocimiento terico y fro, sino como una herramienta fundamental y necesaria en elcrecimiento espiritual, personal y comunitario.

    d)El compromiso misionero de toda la comunidad. Ella sale al encuentro de losalejados, se interesa por su situacin, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlosa volver a ella.

    Vale la pena detenerse en el Captulo 6.2 El proceso de Formacin de los discpulosmisioneros, porque en el primer nmero (276) invita a mirar a Jess, el Maestro, para aprenderde l el mtodo para formar discpulos, con un estilo que se vuelve emblemtico para losformadores en el nuevo contexto sociocultural de Amrica Latina. El nmero siguiente (277)contina el tono kerigmtico para poner de relieve la pasin que despierta el encuentro conJess. Esa fascinacin se inserta en la naturaleza dinmica de la persona y desencadena un

    proceso de formacin, en el que se distinguen cinco aspectos fundamentales. Estos aspectos sonmuy semejantes a los cuatro ejes que se plantan para la renovacin de la Iglesia. Los cincoaspectos fundamentales se encuentran en el n. 279 y que presentamos resumidos a continuacin.

    En el proceso de formacin de discpulos misioneros, destacamos cinco aspectosfundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que secompenetran ntimamente y se alimentan entre s:

    a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes sern sus discpulos ya lo buscan (cf. Jn 1,38), pero es el Seor quien los llama: Sgueme (Mc 1, 14; Mt 9, 9). () Esteencuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio delkerygma y la accin misionera de la comunidad. El kerygma no slo es una etapa,

    sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discpulo deJesucristo ()

    b) La Conversin: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Seor conadmiracin, cree en l por la accin del Espritu, se decide a ser su amigo e ir tras

    de l, cambiando su forma de pensar y de vivir ()c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y

    seguimiento de Jess maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemploy de su doctrina ().

    d) La Comunin: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en lasfamilias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades debase, otras pequeas comunidades y movimientos ()

    e) La Misin: El discpulo, a medida que conoce y ama a su Seor, experimenta lanecesidad de compartir con otros su alegra de ser enviado, de ir al mundo a

    anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio enla persona de los ms necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios ()

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    A continuacin se tratan los criterios generales para el itinerario formativo de los discpulosmisioneros. El primer apartado (6.2.2.1) tiene como ttulo muy sugerente: Una formacin integral,keriygmtica y permanente. All se afirma que en la base de las variadas dimensiones del procesoformativo: humana y comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera (280), est la fuerza delanuncio keriygmtico (279).

    La tercera parte del documento La misin de los discpulos al servicio de la vida plena, que

    se ocupa principalmente de ofrecer orientaciones pastorales, plantea de entrada, en forma explcita, lagracia y la gratuidad que trae el anuncio y la escucha del kerygma.

    El anuncio del kerygma invita a tomar conciencia de ese amor vivificador de Dios que senos ofrece en Cristo muerto y resucitado. Esto es lo primero que necesitamos anunciar ytambin escuchar, porque la gracia tiene un primado absoluto en la vida cristiana y entoda la actividad evangelizadora de la Iglesia: Por la gracia de Dios soy lo que soy(1Cor 15, 10). (DA 348)

    Finalmente, en la Conclusin, se puede percibir un claro tono keriygmtico en todo el texto,empezando por el primer nmero, donde la Asamblea se transmite que

    En 19 jornadas de intensa oracin, intercambios y reflexin, dedicacin y fatiga, nuestrasolicitud pastoral tom forma en el documento final, que fue adquiriendo cada vez mayordensidad y madurez. El Espritu de Dios fue conducindonos, suave pero firmemente, hacia lameta. (DA 547)

    Para concluir, exclamando:

    Necesitamos un nuevo Pentecosts! Necesitamos salir al encuentro de las personas,las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don delencuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, dealegra y de esperanza! (DA 548)

    7. Misin Continental: compromiso de una Iglesia discpula

    La Misin Continental es un anhelo amplio y difundido en las comunidades de Amrica Latinay El Caribe, que fue recogido durante la preparacin de la V Conferencia y luego asumido enAparecida. Por otra parte, la finalidad propia de esta reunin episcopal es esencialmente misionera. Enel primer nmero del documento, se dice explcitamente que los pastores quieren

    Seguir impulsando la accin evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer de todos susmiembros discpulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros

    pueblos tengan vida en l.En laPresentacin del documento, el Papa dice que para l

    Es motivo de alegra conocer el deseo de realizar una MisinContinental, que las Conferencias Episcopales y cada dicesis estnllamadas a estudiar y llevar a cabo, convocando para ello a todas lasfuerzas vivas, de modo que caminando desde Cristo se busque surostro (cf. Novo millennio ineunte, 29).

    Entre los temas que despertaron mayor coincidencia y entusiasmo en los

    participantes, fue la Misin Continental. El Mensaje Final lo refleja muy bien conestas palabras:

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    Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Espritu Santo,convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que,unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misin Continental. Ser unnuevo Pentecosts que nos impulse a ir, de manera especial, enbsqueda de los catlicos alejados y de los que poco o nada conocen aJesucristo, para que formemos con alegra la comunidad de amor denuestro Padre Dios. Misin que debe llegar a todos, ser permanente y

    profunda. (n. 5).

    El Documento Conclusivo asume el despertar misionero, expresndolo en forma de MisinContinental, y asegura que la misma ser

    Ms concretamente considerada durante la prxima Asamblea Plenaria del CELAM enLa Habana. Al mismo tiempo, subraya la necesidad de una decidida colaboracin delas Conferencias Episcopales y de cada dicesis en particular. (DA 551)

    Hay un punto importante que debemos destacar. Las Conferencias Episcopales, reunidas comoConferencia General en Aparecida, no inventaron la Misin Continental en ese momento. El anhelo

    de una misin, que abrace el Continente entero, viene palpitando, como ya lo sealamos, desde muchoantes. La expresin Misin Continental o formulaciones semejantes, fueron cobrando vigencia yconsenso entre los obispos desde los inicios de la preparacin de la V Conferencia. En la medida quese fue avanzando con los preparativos de la Conferencia General, fue ganando consenso esta propuestade misin en el Continente, hasta convertirse en un deseo unnime y una voz comn de todos los

    participantes de Aparecida. Tanto el Mensaje Final, como el Documento Conclusivo de la VConferencia, dan cuenta de esa unanimidad.

    Es importante subrayar responsabilidad propia que tienen las Conferencias Episcopales en larealizacin de la Misin Continental. Si la Conferencia Episcopal no asume activamente su servicio deanimar la Misin, es muy difcil que tengamos una verdadera expresin continental de la misma. Podrhaber Iglesias particulares ms o menos misioneras, pero perderan la providencial ocasin decolaborar en conjunto para una Amrica Latina y Caribea unida, reconciliada e integrada (DA 520).Es preciso que asumamos toda la riqueza y potencialidad que nos da la dignidad de reconocernos comouna familia de latinoamericanos y caribeos, que implica una experiencia singular de proximidad,fraternidad y solidaridad, decamos en Aparecida. No somos un mero continente, apenas una suma de

    pueblos y de etnias que se yuxtaponen. Somos la gran patria de hermanos, como dijo Juan Pablo II,unos pueblos a quienes la misma geografa, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unidodefinitivamente en el camino de la historia (cf. DA 526).

    Esta misin no es apenas una estrategia pastoral de alcance continental, que pretenden impulsar

    las Conferencias Episcopales. La Iglesia es comunin y misin, stas pertenecen a su misma esencia.Cuanto ms proyectada a la misin, la Iglesia es ms Iglesia. La experiencia nica y original de las 22Conferencias Episcopales de Amrica Latina y El Caribe, las coloca en una situacin privilegiada enorden a proyectarse juntas hacia una misin en el Continente, para promover y defender el mayor

    bien (CIC n. 447), como reza el canon, o como decamos en el lenguaje del tema de Aparecida, parala vida de nuestros pueblos en Cristo.

    Las Conferencias Episcopales, con la ayuda del CELAM, son los organismos a travs de loscuales se deber animar, proyectar, concretar y evaluar esta misin. La reciente Reunin deCoordinacin del CELAM, realizada a principios del mes de agosto en Bogot, que reuni a la nuevaPresidencia del CELAM, a los Presidentes de los Departamentos, Responsables de Secciones y

    Directores de Centros, y a los Secretarios ejecutivos, retom estos encargos y los proyect en programas concretos para el prximo cuatrienio. En esta reunin, asumiendo la propuesta de laAsamblea de La Habana, se constituy una Comisin especial para la Misin Continental, que tendrcomo primer encargo hacer que elDocumento Conclusivo de Aparecida sea ampliamente conocido y

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    asimilado en todo el Continente, a fin de que se capte y transmita el Espritu que anim la Asamblea dela V Conferencia, y se procure la aplicacin de sus orientaciones pastorales, con especial nfasis en laMisin Continental.

    Podemos decir que, en Aparecida, la Iglesia, evangelizada por el feliz encuentro con su Seor,revivi con renovado gozo su misin de evangelizar. Misin que consiste en anunciar que la vida enCristo trae vida digna, plena y feliz para todos. Esta misin es un compromiso que tendremos que

    asumir todos, pastores, vida consagrada y fieles laicos. As lo hemos vivido en Aparecida, donde, enmedio del trabajo intenso, experimentamos la alegra del encuentro, la confianza en el dilogo, labsqueda sincera de la verdad, en el respeto y valoracin de la diversidad, en la amplia coincidencia devisin y de orientaciones pastorales que se elaboraron en comn, y en el intenso deseo de llevar estaexperiencia a los dems, a fin de que todos puedan vivirla en sus familias, en las comunidades, en eltrabajo, en las responsabilidades ciudadanas, y en el compromiso de seguir construyendo un mundoms justo y ms fraterno para todos, sin excluir a nadie.

    Esperamos que este espritu de comunin y de renovado deseo de misin, que se ha vivido enAparecida, pueda concretarse de una manera viva y eficaz en todo el Continente. Quisiramos, con laayuda de Dios, una Iglesia que se asemeje ms a una Iglesia esposa fiel de Cristo, que refleje ms

    claramente el rostro de su Seor y, sea, por tanto, una Iglesia ms servidora, cada vez ms abierta aldilogo ecumnico y dispuesta a colaborar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, paraque hagamos posible un mundo realmente humano, y con una Iglesia ms discpula y misionera, paraque nuestros pueblos tengan vida en Cristo, vida digna y plena.