2ª edición€¦ · ruego que me leas. si llegas al final es posible que incluso me lo agradezcas....

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2ª edición

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    2ª edición

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    Título Original: “Al atardecer de la vida "

    Autor: Salvador Rodríguez Barrionuevo

    SRB – Plaza de España, 11, bajo, 30201 Cartagena E-mail: [email protected]

    Diseño y maquetación: SRB

    DL: MU - 523 - 2013

    mailto:[email protected]

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    Recientemente decía el Cardenal Ratzinger: "No es una tarea fácil poner la religión en palabras y conceptos que pueda entender el mundo moderno. Una forma de describir la esencia del cristianismo en lenguaje moderno, añadía, es describirlo como una

    historia de amor entre Dios y la humanidad. Algo cariñoso para una sociedad que lucha por hacer sitio a Dios." Aquí, se intenta precisamente eso. Se cuenta muy breve- mente la historia de amor entre Dios y la humanidad, y también, de paso, una historia de amor de hermano a

    hermano/a, de prójimo a prójimo. (El amigo/a, hermano/a, “protagonista” de esta historia no eres tú, por supuesto.)

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    INTRODUCCIÓN

    Estos folios que te invito a leer, nacen un día cuando conversando con un amigo de cosas banales en plena calle, pasó un sacerdote frente a nosotros.

    Mi amigo hizo un comentario poco conveniente y ab-solutamente injusto. Quise saber el motivo de su comen-tario, y su respuesta fue similar a la que solemos oír cuando intentamos hablar de Dios con muchos de

    nuestros amigos.

    Y es que la sociedad actual pretende ignorar a Dios, y todo lo que dicen sus mandamientos. La sociedad actual rechaza todo aquello que no conduzca a un beneficio eco-nómico los más inmediato posible, u otro tipo de bene-ficios.

    Mi amigo se marchó y yo me quedé pensando en él. Mi amigo y también yo, hace tiempo que dejamos de ser

    jóvenes.

    Sentí el impulso de hacer algún tipo de apostolado con él. Sentí además, que tenía la obligación moral de hacerlo. Después de pensarlo mucho, tuve la feliz idea de intentar llegar hasta él por medio de la lectura.

    Se ha podido comprobar que casi nadie sabe actualmente conversar. La conversación es un inter-cambio de ideas y de conceptos, sobre la premisa de que la persona que conversa con nosotros merece la caridad

    de que le escuchemos, que creamos que lo que dice es cierto, que además puede tener más conocimientos que nosotros sobre lo que hablamos, y que incluso puede ser más inteligente que nosotros.

    Por eso, conversando se consigue bastante poco, y si se habla de Dios o temas de religión, el final siempre es el

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    mismo: "Dios y yo nos entendemos muy bien." "A mí nadie me va dar lecciones de religión." Sin embargo, cuando una persona lee no oye, no ve a nadie, y si la lectura no lleva firma, tampoco nota la influencia de nadie. El lector se enfrenta con unas letras, con unas frases que surgen frente a él absolutamente impersonales, que van penetrando en su mente.

    Las frases en realidad expresan un concepto, una

    idea, y a veces hasta una imagen, que el lector acepta o recha da. Éste es el momento en que el lector, abandona la lectura o sigue leyendo con interés…

    Ruego a Dios que mi amigo lea estos folios con inte-rés. Al fin y al cabo los dos estamos en el atardecer de la vida

    ___

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    DIOS EXISTE

    Posiblemente hace mucho tiempo que no lees nada sobre temas religiosos. Seguramente nadie te podría explicar el hecho de que las lecturas sobre religión hayan sido casi abandonadas.

    Sin embargo aunque sólo sea por curiosidad, te ruego que me leas. Si llegas al final es posible que incluso

    me lo agradezcas. Tú llegaste a este mundo porque un día en una

    explosión de amor tus padres te engendraron, y aquí empieza tu vida. Sin embargo la vida empezó mucho antes. Calculan los historiadores que la aparición del hombre en la Edad de Piedra se produce en el año 3.500 antes de Cristo.

    Abrahán llega a Palestina en el 1850 a. de Cristo. Y

    el Éxodo de los hebreos con Moisés se produce hacia el 1250 a. de C. El rey David reina hacia el año 1000 antes de Cristo. Alejandro Magno reinó sobre el año 330 antes de Cristo y las primeras victorias de los romanos en Oriente se pro-ducen hacia el año 167 antes de Cristo...

    Y tú y yo, aquí en el año 2004 después de Cristo.

    Entretanto, no nos hemos dado cuenta de para la

    mayoría de los seres humanos que pisamos el suelo y las calles de este mundo, el tiempo se divide en dos partes: antes de Cristo y después de Cristo.

    Cuando Cristo nació, cuando Jesucristo nació, cuando Jesús nació, cuando el niño Jesús nació en Belén, el tiem-po se detuvo. Nunca jamás ha sucedido nada tan grande.

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    La vida de Jesús, el paso de Jesús por este mundo y sobretodo los últimos tres años de Jesús, marcaron la existencia, cambiaron la vida de toda la humanidad.

    Antes de Cristo y después de Cristo...

    _

    Si miras a tu alrededor verás muchas iglesias. Verás iglesias, en tu ciudad, en tu región, en tu país y en todo el

    mundo.

    Iglesias que rinden culto al Dios de los cristianos, de los seguidores de Jesús y de su Iglesia, pero verás también otros templos ; verás otros enormes edificios dedicados a otros cultos, a otros dioses, y si meditas un segundo, te tropezarás con una realidad irrefutable: don-de existe un colectivo de personas, allí surge un templo dedicado a un Dios.

    Sube tu imaginación a un avión más o menos virtual y recorre toda la faz de la tierra. Primero de este a oeste, y después de norte a sur y dime cuantas iglesias, cate-drales, mezquitas, sinagogas, templos budistas o de otro orden, has podido ver y contar. No olvides cuando pases por África enumerar cuantos altares a cuantos dioses has encontrado.

    Dios existe. Han transcurrido 2004 años después de

    Cristo y todos estos testimonios, todos esos templos, señalan que antes que tú y que yo, han habido otros

    seres humanos que han necesitado creer en Dios.

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    Te recuerdo las cinco conclusiones de Santo Tomás

    de Aquino

    Es necesario un Primer motor no movido por nada. Es Dios.

    Es preciso afirmar la existencia de una causa eficiente

    incausada. Es Dios. Es forzoso que exista un Ser necesario, no por otro sino por sí mismo. Es Dios. Es preciso afirmar un Ser que es por esencia. Es Dios.

    Existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin. Es Dios.

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    EL CULTO A DIOS

    Cuando Jesús nació, el culto a Dios se fundamentaba en la Antigua Alianza. Era la Alianza establecida entre Dios y el pueblo de Israel por medio de Moisés en el mon-te Sinaí.

    En la ciudad de Jerusalén, en la gran templo de Jerusalén, se guardaban las Tablas de la Ley, base de

    aquella Antigua Alianza.

    Se guardaban en el “Arca de la Alianza" en la tercera cámara, detrás de un especialísimo velo, donde sólo podía entrar y sólo en ocasiones muy especiales el sumo sacer- dote.

    Este templo era la continuación de la "tienda de la reunión” donde Dios se aparecía a Moisés durante la travesía del desierto.

    En este templo se ofrecían a Dios toda una serie de

    sacrificios. Se sacrificaban toda suerte de animales, es-pecialmente corderos, bueyes, tórtolas , palomas, y otros animales , harina, aceite etc. Estos sacrificios se ofrecían en el atrio del templo en un inmenso altar de bronce.

    _ Pero un día ...nació Jesús, El Hijo de Dios, viene a

    este mundo, toma nuestra forma , nuestra carne, nuestra sangre y se queda a vivir con nosotros, Durante treinta

    años vive con nosotros, come con nosotros, bebe con nosotros, y se une a todos los mortales para rendir culto a Dios.

    Jesús, Hijo de Dios hecho hombre rindió culto a Dios como un hombre más. Fue circuncidado, y cumplió todos los preceptos que mandaba la ley.

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    Con Jesús y con la muerte de Jesús, con el sacrificio de Jesús en la Cruz, la humanidad entera queda liberada de todos sus pecados, y se establece una nueva alianza con Dios. Es la Alianza Nueva y Eterna.

    Con esta Alianza, con ésta Nueva Alianza, nosotros ofrecemos a Dios un sólo sacrificio y desaparecen toda la parafernalia de sacrificios de la Antigua Alianza.

    Rememoramos y conmemoramos el sacrificio de su

    Hijo en la Cruz. Le ofrecemos mediante toda la liturgia de la misa, la reproducción exacta del Sacrificio del Calvario.

    Allí cruento, en la Santa Misa incruenta.

    ____

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    LA NUEVA ALIANZA

    Dios nos ofrece por este sacrificio, alcanzar la Vida

    Eterna el día de nuestra muerte.

    ¿Tú crees en el Cielo y en la Vida Eterna?

    En esta Alianza Nueva y Eterna, Dios nos pide casi lo mismo que pedía en la Antigua Alianza. Tienes que cum-

    plir el Decálogo. Tienes que cumplir la Ley de Dios.

    Dios grabó a fuego en unas tablas de piedra diez mandamientos, para Moisés, para los israelitas, para ti, para mí y para toda la humanidad. Son los mandamientos de la Ley de Dios. Son como te decía el Decálogo.

    Pero además de los Mandamientos de la Ley de Dios, Dios nos pide a nosotros, que cumplamos los manda-mientos de la Santa Madre Iglesia.

    La Iglesia, en la que tú posiblemente no crees, es la

    Iglesia de Cristo. Antes de morir Jesús reunió a sus dis-cípulos, y les dijo que ellos formaban su Iglesia y nombra jefe de ella a Pedro.

    Seguramente lo recordarás: "Tú eres Pedro, que significa piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella."

    _

    Toda la doctrina de Cristo, a su muerte, fue escrita

    en cuatro diferentes versiones por los cuatro evangelistas, y antes y después de escrita, toda la doctrina de Cristo, fue difundida por su Iglesia, la de antes, la de ahora, la de siempre.

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    Esa iglesia en la que no quieres entrar, es un edificio. Es un edificio como los demás, pero tiene una diferencia: es la casa de la iglesia de Cristo, y es por tanto la casa de la Iglesia de Dios.

    La iglesia de Dios, la Iglesia de Cristo, la componen todos sus discípulos. Tú a lo mejor no lo recuerdas, pero desde el mismo instante en que fuiste bautizado, tú eres un discípulo de Cristo. Discípulo de Cristo, con el mismo derecho que el sacerdote que regenta la iglesia, que el

    obispo de tu diócesis, o el Papa. _

    De este modo, según la Nueva Alianza, tú le ofreces

    a Dios, el sacrificio de Jesús en la misa y también le ofre- ces el cumplimiento de sus mandamientos y los man-damientos de su Iglesia. Él te ofrece la Vida Eterna cuando mueras. Escucho tus preguntas:

    — ¿y mientras vivo en la tierra? — ¿y en esta lucha de cada día por conseguir cosas para poder vivir lo mejor posible? — ¿Qué me ofrece Dios mientras estoy en éste mundo? … pues entra en la iglesia y pregúntaselo.

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    LA IGLESIA. LA SANTA CENA

    Todas las iglesias son en su concepción iguales.

    Todo el edificio gira alrededor de una mesa. Encima de esta mesa y mirando hacia arriba, está la parte más alta del edificio, porque desde ésta mesa vamos a mirar al cielo, a lo más alto, allí donde está el Padre Nuestro, que habita en el cielo...

    Posiblemente tú ya lo sabes. Todo tiene su origen en

    la Santa Cena.

    Yo estoy seguro mi querido amigo/a, que por lo menos una vez has escuchado el relato. Después de tres años de magisterio de Jesús, llega el momento de cum-plirse la voluntad del Padre.

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    Es la Pascua de los israelitas, pero ésta Pascua va a ser diferente. Esta vez no van a ser corderos los que sean sacrificados. Esta vez Dios Padre, nos tiene reservado un sólo cordero, y un sólo sacrificio. Se trata del sacrificio de su Hijo, se trata del sacrificio de Jesús, el Cordero de Dios.

    —y Jesús lo sabe. Ha llegado su hora. Va a morir en una cruz después de sufrir mil vilezas, por parte de un pueblo elegido por Dios Padre, como “su pueblo".

    Este pueblo esperaba un Mesías diferente, un rey

    fantástico para este mundo. En el paroxismo del error en esta Pascua además de los miles de corderos, los israe-litas sacrificaron también al Hijo de Dios, al Cordero de Dios, a Jesús. Lo sacrificaron en un Cruz, y cumplieron así la voluntad del Padre.

    ... y Jesús sabía todo lo que iba a suceder.

    Sin embargo quedaba algo por hacer. Algo muy importante. Toda su Iglesia, todos sus discípulos, todos sus seguidores, toda la humanidad, después de su muer-te, debería tener una forma, un modo un "sistema” de contactar con Él. Él había prometido que permanecería siempre con nosotros.

    La Santa Cena... Entonces y también hoy. Una mesa y sus discípulos con Él.

    Jesús toma un pan, lo parte, y lo reparte entre todos

    los presentes, y les dice: "Tomad y comed porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros." Posible-mente sus discípulos no lo entendieron del todo.

    Cuando estaban terminando la cena, Jesús cogió un

    cáliz lleno de vino, y se lo ofreció a todos ellos dicién-doles:

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    "Tomad y bebed todos de este vino, porque ésta es mi sangre, sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por todos vosotros para el perdón de los pecados." Después dijo:

    "Haced esto en conmemoración mía"

    ... finalmente, se despidió de ellos y se retiró a orar.

    Después se consuma todo el drama de su Pasión.

    Se consuma el sacrificio físico de su cuerpo. Se consuma la muerte de su cuerpo y el derramamiento de su sangre. Jesús muere en la Cruz.

    En ese momento se rasga el velo del templo. Se rasga el velo que separaba el Sancta Sanctorum de las otras cámaras, y el Arca de la Alianza queda a la vista de todo el mundo. Se acaba aquí la Antigua Alianza. Se acaban para los cristianos todos los sacrificios a Dios Padre en forma de animales.

    —y Jesús resucita a los tres días. Es la Resurrección

    del Hijo de Dios, como igualmente estaba escrito, para asombro y desesperación del pueblo israelita.

    _

    Se establece la Nueva Alianza. Dios Padre sólo a-cepta de los hombres un único sacrificio. El sacrificio de Jesús, el sacrificio de Dios Hijo, sacrificio que se reproduce de la misma forma que en el Calvario, cada vez que conmemoramos la Santa Cena.

    Fantástico. Simplemente fantástico. Jesús antes de

    morir, nos dice que reproduzcamos la escena de la Santa Cena. En ésta conmemoración, Él vendrá y estará con nosotros, y además se reproducirá otra vez su sacrificio de la cruz.

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    Antes de ascender a los Cielos, Jesús vuelve a partir el pan, cenando con los discípulos de Emaús, y estos lo reconocen... por el modo de partir el pan.

    __________

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    LA SANTA MISA

    Se impone una pausa para meditar. Jesús se ha quedado con nosotros por medio de la conmemoración de la Santa Cena.

    Lo inmediato es encontrar un local para celebrar la conmemoración de esa cena. En primer lugar hace falta una mesa y en segundo lugar hace falta un protocolo, unos comportamientos, un celebrante,...una liturgia.

    Así surgieron los primeros edificios, donde se reunían

    los componentes de la iglesia de Jesús para celebrar la ceremonia de la conmemoración de la Santa Cena. Esos edificios se conocen desde entonces hasta hoy como “Iglesias".

  • 20

    Aquí y ahora, tienes tú, tu Iglesia. Es este edificio donde has entrado y que hace un montón de años tus antepasados lo construyeron para ti, con la esperanza de que tú también lo visites.

    Todas las iglesias, grandes o pequeñas, desde la pequeña ermita hasta la más grande catedral de la tierra, se construyen para dar culto a Dios.

    Como la forma de dar culto a Dios es la repro-

    ducción del sacrificio de su Hijo conmemorando la Santa Cena, en todas la iglesias, en el lugar más visible, más amplio, más luminoso, más hermoso, se coloca una mesa que será el punto donde confluyan todas las miradas, porque en esa mesa, en un determinado momento, Jesús volverá con nosotros...

    Es la Santa Misa.

    Seguro que tú has estado en una misa, en una

    celebración de la Eucaristía, pero el problema, el gran problema, mi querido amigo/a, es que a ti seguramente nadie te ha explicado claramente, lo que sucede, lo que está sucediendo en cada fase de la misa.

    La persona que asiste a una ceremonia que no com-prende, que no entiende, y a la que no encuentra un claro fundamento, termina por aburrirse, termina por no asistir o termina por ignorarla.

    En otros casos, los buenos modos, las buenas

    maneras, los buenos hábitos, las buenas costumbres, y hasta lo elegante, es asistir a la misa de los domingos, porque además es un excelente punto de encuentro o es una perfecta ocasión para lucir el nuevo atuendo de los días festivos.

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    Tú hoy, sin embargo, vas a entrar en esta iglesia conmigo. Piensa que todo el "decorado" es un mesa donde se va a celebrar la misa, y los testigos van a ser el Cielo y los asistentes, entre los que nos encontramos tú y yo.

    _

    Voy a intentar resumirte, en pocas líneas el proto-colo, la liturgia, de la misa.

    Lo haré desde la "experiencia" de un seglar, que ha intentado entender y comprender la misa, sobre la base de que nada en este mundo tiene relevancia si se compara con el divino momento en que Jesús se hace presente en el altar, bajo las especies de pan y vino:

    Ritos iniciales Sale el sacerdote, debidamente revestido, se sitúa en el altar, lo besa, y mirando al cielo, se dirige a Dios Padre, pidiendo perdón por sus pecados, con una oración corta que nosotros repetimos con él:

  • 22

    "Yo confieso ante Dios Padre Todopoderoso que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión"

    Después el sacerdote invoca a la Santísima Trinidad, y nosotros con él decimos: "Señor ten piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad”

    Posteriormente alabamos a Dios recitando el Gloria:

    "Gloria Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hom-

    bres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria de alaba-mos, te bendecimos, te adoramos..."

    Terminado la Gloria hacemos una Oración Conjunta y pasamos a la fase siguiente de la liturgia de la misa.

    ¿Qué hemos hecho? Pues lo normal en el inicio de todas las cosas.

    Los primeros discípulos de Jesús, los primeros

    cristianos, tuvieron que "fabricar" un primer protocolo para celebrar las primeras misas, y pensaron que antes de conmemorar la Santa Cena sería bueno, iniciar la liturgia, iniciar la ceremonia, con la señal de la cruz, besando la mesa, pidiendo perdón por todos sus peca-dos, invocando la misericordia de Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, y recitando o cantando a Dios, la más bella de las alabanzas: El "Gloria"

    Liturgia de la Palabra

    Después de alabar a Dios cantando la Gloria, se imponía recordar una vez más la Palabra de Dios.

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    La Palabra de Dios, quedó escrita en el Antiguo Testamento y no muchos años después de la muerte de Jesús, se terminó de escribir el Nuevo Testamento.

    Tú, querido hermano/a, puedes comprar una Biblia por muy poco dinero, y disfrutar leyendo su contenido.

    No tienes idea de todo lo que Dios ha escrito para noso-tros en ese libro. Te lo repito: Dios para nosotros.

    Poca lectura podían tener los primeros cristianos cuando apenas existían libros, y muchos de ellos no sabían leer. Se pensó entonces incluir en la liturgia de la misa una lectura del Antiguo Testamento, la lectura o el canto de un Salmo, y la lectura de la Cartas de los Apóstoles del Nuevo Testamento.

    Estas lecturas preparaban para la solemne lectura

    del Evangelio. Jesús, era rememorado entonces desde la corta distancia de unos pocos años. En aquellas lecturas del Evangelio se podían cortar el silencio y la emoción.

    La homilía posterior, era escuchada, con el respeto que imponían aquellos primeros sacerdotes, que en

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    muchas ocasiones, pagaban con la muerte el hecho de ser discípulos de Jesús, seguidores de Cristo, cristianos...

    En la liturgia de las misas actuales, se conservan las lecturas, el salmo y la lectura del evangelio como antaño. Jesús, la vida de Jesús, es ahora rememorada desde la larga distancia de 2004 años, pero me temo que con menos devoción.

    Después de la homilía recitamos el Credo, tanto la

    versión de los apóstoles como la versión de Nicea. Si se te ocurre analizar las frases que recitas en el Credo, obser-varás que estás afirmando unas cosas, que son Dogma de Fe.

    Es la fe de nuestros padres. Es la fe de nuestros an-tepasados, y por mantener esos dogmas, los primeros cristianos sufrieron prisión y muerte.

    Liturgia de la Eucaristía

    Terminado el Credo, el sacerdote se dispone a con-memorar la Santa Cena. Somos testigos el Cielo, y todas personas que se sitúan alrededor de la mesa, y que en ese feliz momento representan a toda la comunidad cris-tiana.

    En el Ofertorio, el sacerdote ofrece a Dios el pan y después el vino, y le da gracias al Señor por haberlo obte-

    nido de su generosidad. Tú en este momento puedes ofrecerle a Dios tus buenas obras, tus sacrificios, tu vida conyugal y familiar, el trabajo diario y si es posible parte de los bienes que Él te ha dado, para el mantenimiento de su culto y de su Iglesia.

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    Después del Ofertorio el sacerdote nos pide que ore-

    mos para que el sacrificio que pretendemos realizar sea agradable a Dios Padre Todopoderoso.

    “Orad hermanos, para que este sacrificio mío y

    vuestro sea agradable a Dios Padre todopoderoso" Nos situamos ya en el momento más importante de la misa. El sacerdote mira al Cielo, (y nosotros también) y dice:

    –“Levantemos el corazón”

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    “Lo tenemos levantado hacia el Señor” –le decimos nosotros.

    Se inicia una plegaria al Señor, en cuyo prefacio— en

    síntesis— invocamos a Dios Padre para que acepte y bendiga los dones que le ofrecemos. El prefacio es variable y cada tiempo litúrgico tiene un prefacio propio.

    El prefacio termina cantando o recitando el himno de

    su gloria:

    “Santo, Santo es el Señor Dios del Universo. Llenos están el Cielo y la tierra de tu gloria Hosanna en el Cielo” “Bendito el que viene en nombre del Señor Hosanna en el Cielo”

    _ Se termina el prefacio y el sacerdote definitivamente di-

    rige de nuevo su mirada al Cielo y dice:

    —"Santo eres en verdad Señor, fuente de toda santidad: por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu espíritu de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo nuestro Señor”

  • 27

    En éste momento mí querido hermano/a estamos conme-morando la Santa Cena.

    El Espíritu Santo ha convertido el pan y el vino depositados en esta mesa que tenemos frente a nosotros en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, y los asistentes, entre los que estamos tú y yo, somos invitados a par-ticipar en esta cena.

    No te asustes. Si eres creyente, si tienes fe, debes

    imaginar además, que el sacerdote que tienes enfrente es en realidad... Jesús.

    En las antiguas liturgias se decía:

    –"Que toda carne mortal guarde silencio, Y quede en pie con temor y temblor, Y no medite nada terreno en su interior. Porque el Rey de reyes y Señor de señores, Cristo nuestro Dios, se adelanta para ser sacrificado, Y para ser dado como alimento al creyente.

    Y multitud de Ángeles van delante de Él, cantando: Aleluya, Aleluya, Aleluya”

    El sacerdote en este punto de la liturgia, hace y dice lo mismo que Jesús en la Santa Cena:

  • 28

    —“El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión voluntariamente aceptada, tomó pan, dándole gracias lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo:

    —“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros " Del mismo modo acabada la cena tomó el cáliz y dándole gracias de nuevo lo pasó a sus discípulos de nuevo

    diciendo:

    —“Tomad y bebed todos de él porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados"

    —“Haced esto en conmemoración mía"

    El sacerdote dice:

    —Éste es el sacramento de nuestra fe. Y nosotros decimos:

    —Anunciamos tu muerte Proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús!

    ...y Jesús viene. Y vuelve a estar, aquí y ahora, presente entre nosotros.

    Éste es justo el momento de la conmemoración de la Santa Cena. Ésta es la conmemoración que Él nos pidió que hiciéramos.

  • 29

    Jesús —el sacerdote le representa ante nuestros ojos— está en la cabecera de la mesa. (Santa Mesa en este momento).

    En la mesa el pan y el vino, representando su Cuerpo

    y su Sangre derramada por nosotros. Somos testigos el Cielo y nosotros, los presentes y los no presentes.

    _

    El paso siguiente es ofrecer a Dios Padre el Cuerpo y

    la Sangre de su Hijo sacrificado por nosotros para Él, como un cordero, sin romperlo, sin ningún hueso roto, con su sangre. Es el Cordero de Dios, que vino a este mundo porque quiso su Padre, por nosotros, y para no-sotros.

    Es el momento más difícil de la liturgia de la misa.

    ¿Qué palabras usar para dirigirse a Dios Padre ofre-

    ciéndole el Cuerpo y la Sangre de su Hijo?. Hasta cuatro

    protocolos litúrgicos y un quinto con variantes, (cinco plegarias), pueden usarse en la celebración de la misa.

    Te voy a escribir letra por letra, palabra por palabra, frase por frase, todo lo que el sacerdote le dice a Dios Padre, por ejemplo en la cuarta plegaria.

    (Por favor no leas deprisa, el sacerdote está rogando

    a Dios Padre que acepte el Cuerpo y la Sangre de su Hijo sacrificado)

  • 30

    El Sacerdote eleva sus ojos al Cielo, y dirigiéndose a Dios Padre le dice:

    —"Por eso Padre, Al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, Recordamos la muerte de Cristo, Y su descenso al lugar de los muertos, Proclamamos su resurrección, Y ascensión a tu derecha;

    Y mientras esperamos su venida gloriosa, Te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, Sacrificio agradable a ti Y salvación para todo el mundo. Dirige tu mirada sobre esta Victima Que Tú mismo has preparado a tu Iglesia, Y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, Que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, Seamos en Cristo,

    Víctima viva para alabanza de tu gloria. Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos Por quienes te ofrecemos este sacrificio: De tu servidor el Papa (N), de nuestro obispo (N), Del orden episcopal, y de los presbíteros y diáconos, De los oferentes, y de los aquí reunidos, De todo tu pueblo santo,

  • 31

    Y de aquellos que te buscan con sincero corazón. Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo Y de todos los difuntos cuya fe sólo Tú conociste. Padre de bondad, Que todos tus hijos nos reunamos en la heredad de tu reino, Con María la Virgen Madre de Dios, Con los apóstoles y los santos; Y allí, junto con toda la creación

    Libre ya del pecado y de la muerte, Te glorifiquemos, por Cristo, Señor nuestro, Por quien concedes al mundo todos los bienes."

    Llegado este momento, el sacerdote, toma el pan y el vino en sus manos, los eleva hacia el Cielo, y los ofrece a Dios Padre diciendo:

    "Por Cristo, con Él y en Él, A ti, Dios Padre omnipotente, En la unidad del Espíritu Santo, Todo honor y toda gloria, Por los siglos de los siglos"

  • 32

    Y nosotros respondemos:

    —"Amén" _

    Termina aquí la liturgia de la Eucaristía.

    Esta fase de la misa, verdaderamente dramática, quizás no es captada por la mayoría de los asistentes.

    Cuesta entender que la esencia de la doctrina cris-tiana, no haya sido en muchas ocasiones debidamente explicada.

    Yo comprendo, que la primera vez que se sigue la misa de cerca, con intensidad y con interés, queriendo entender, queriendo saber y queriendo participar en toda la liturgia de la Eucaristía, puedan aparecer las dudas, puedan aparecer otras sensaciones...y hasta pueda aparecer el rechazo.

    Sin embargo la semilla está sembrada. Si vuelves otra vez, y otra, y otra, sentirás que

    existe un momento —cuando el sacerdote invoca al Espíritu Santo, para que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo— que de verdad te lo crees.

    Ya, nunca más, la misa será una rutina para ti.

    _

  • 33

    Rito de la Comunión No ha terminado la conmemoración. Jesús ofreció de comer el pan (su Cuerpo), y beber el vino (su Sangre), a sus discípulos.

    En la misa, después de ofrecer a Dios Padre el sacrificio de su Hijo, el sacerdote se prepara para hacer-nos también a nosotros partícipes de ese sacrificio. Conmemora así la escena de la Santa Cena, cuando Jesús

    reparte el pan (su Cuerpo), y el vino(su Sangre) entre sus discípulos.

    Nosotros debemos saber, aunque nos parezca extra-ño con la mentalidad actual, que en el protocolo de los sacrificios de la Antigua Alianza, en todos los sacrificios ofrecidos a Dios, especialmente corderos, los participantes podían comer parte del cordero sacrificado. El mismo protocolo se cumple en la Nueva Alianza,

    cuando el cordero sacrificado es el Cordero de Dios. Jesús nos invita hoy y ahora a la conmemoración de su Cena.

    _

    Siguiendo la liturgia de la misa, el sacerdote nos invita ahora, en acción de gracias, a rezar a Dios Padre la oración que Jesús nos enseñó.

    Se reza el Padrenuestro...

    Posteriormente se efectúa el rito de la Paz. El sacer-

    dote invoca las palabras de Jesucristo, diciendo: —Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La

    paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

  • 34

    Y nosotros decimos: —Amén. –y nos damos la paz, (ceremonia que todo el mundo

    entiende, y que todo el mundo practica efusivamente). El sacerdote inicia a continuación propiamente el rito

    de la comunión, toma la Sagrada Hostia y la parte, reme-morando la fracción del pan, y mostrándola a los asis-

    tentes dice:

    "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

    Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros

    Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz”

    _

    A continuación el sacerdote ora en voz baja, y continúa:

    “Éste es el cordero de Dios, Que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”

    _

    Posteriormente y junto con los asistentes el sacerdote añade:

  • 35

    “Señor no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme"

    El sacerdote se dispone a comulgar y dice en voz baja:

    "El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna", y co-mulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después toma el cáliz y dice igualmente en voz baja: "La Sangre de Cristo, me guarde para la vida eterna, y bebe reverente de el cáliz"

  • 36

    El sacerdote se dispone entonces a repartir el Cuerpo y la Sangre de Cristo entre los asistentes.

    En la ceremonia de la consagración el sacerdote consagró no sólo la hostia con la que él celebra la cere-monia, sino simultáneamente varias decenas de pequeñas hostias, que son igualmente consagradas, y que son las que reparte entre los asistentes.

    El vino que representa la Sangre de Cristo, se repar-

    te también cuando el número de asistentes es reducido, (podemos verlo en algunas bodas).

    Cuando el número de asistentes es elevado, por ra-zones obvias se comulga solo con el cuerpo de Cristo.

    El sacerdote, se dirige a los asistentes y toma una pequeña hostia en su mano, la eleva y dice:

    “El cuerpo de Cristo "

  • 37

    Y la introduce en la boca de la persona que comulga, la cual responde:

    —" Amén"

    Sólo deben acercarse a comulgar aquellas personas que crean en Dios, que crean en Jesús, que crean en la Iglesia de Dios, y que respeten los mandamientos de la Ley de Dios, y los mandamientos de la Santa Madre Iglesia.

    Jesús nos invita a su Santa Cena, y debemos asistir limpios de cuerpo y alma. Nadie debería acercarse a comulgar en situación de pecado mortal.

    Posteriormente el sacerdote vuelve al altar, y se

    guardan unos minutos de silencio para que el sacerdote y los asistentes, mediten una vez más, en que han asistido a la conmemoración de la Cena de Jesús.

    El Cuerpo de Cristo permanece como tal en nuestro

    interior aproximadamente unos diez minutos, y debemos aprovechar para darle gracias, contarle nuestras cosas y pedirle que nos ayude a ser buenos cristianos. ¡Diez minutos de "contacto" directo con Jesús!

    El sacerdote vuelve al altar y dice: —"Oremus"

    Seguidamente reza una oración de acción de gracias.

    ___________

  • 38

    Rito de conclusión

    El sacerdote extiende las manos hacia los asistentes y dice: "El Señor esté con vosotros"

    Y los asistentes responden: "Y con tu espíritu" El sacerdote bendice a los asistentes diciendo: “La bendición de Dios Padre todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros"

    Los asistentes responden: Amen.

    El sacerdote dice: Podéis ir en paz Los asistentes responden: Demos gracias a Dios. El sacerdote besa el altar como al principio y se marcha.

    _________

  • 39

    A MODO DE DESPEDIDA Ha terminado la misa. Ha terminado la conmemoración de la Santa Cena de Jesús. Sin embargo Jesús se queda con nosotros.

    Habrás observado que una vez terminada la comu-nión de los fieles asistentes a la misa, el sacerdote toma el cáliz con las formas sobrantes, se dirige al sagrario, y lo deposita en su interior.

    Esto se hace desde las primeras celebraciones, para

    que el sacerdote pueda cuando sea necesario llevar la comunión a los enfermos o impedidos no asistentes a la misa.

    Siempre que entres en una iglesia mira muy super-ficialmente sus adornos, su estructura, o la belleza del retablo. Mira también muy superficialmente todas las imágenes. Busca donde está situado el sagrario. Habi-

    tualmente suele haber una luz roja, por lo general tenue, que lo señala.

    Si buscabas a Jesús lo encontraras allí, en el sagra-rio. Te está esperando...

    —Puedes darle las gracias por todo lo que te ha con-cedido, desde que naciste hasta hoy. —Puedes pedirle que te ayude a resolver tus proble-mas de familia, tus problemas de trabajo.

    —Puedes pedirle que te ayude a comprender a los demás. —Puedes pedirle que te ayude a entenderle, a que-rerle, y a respetarle.

  • 40

    Siéntate frente al sagrario, e intenta creer que allí está Jesús, el mismo Jesús que estaba a la mesa y en la mesa de la celebración de la Eucaristía durante la misa. ¿Te acuerdas?

    Al cabo de unos minutos te sentirás mejor. No lo olvides, Él te está esperando. Puedes visitarle

    siempre que quieras, y aunque no dispongas de mucho tiempo, cuando pases por delante de una iglesia entra y

    dedícale unos minutos...

    A lo mejor Él puede explicarte mejor que yo lo que antes me preguntabas: lo que Él puede ofrecerte mientras vives en este mundo, porque en el otro mundo la oferta de Dios para ti es —ya te la ha prometido en la Nueva Alianza— la Vida Eterna.

    _

    Como te decía al principio, he intentado por medio de la escritura llegar hasta tí.

    Ya sabes: "Al final de la vida nos examinarán del amor", y para aprender del amor no hay ninguna escuela mejor, que situarse frente al sagrario y preguntárselo a Jesús.

    Él te va a decir que recuerdes su vida, su actuación en este mundo y trates de imitarle, y que del mismo modo trates de imitar también a su madre, la Santísima

    Virgen María.

    Si has llegado hasta aquí, con tu lectura, me habrás hecho sin saberlo inmensamente feliz. Quizás he conse-guido mi propósito de ayudarte.

  • 41

    Dicho sea de paso, tú también pudieras hacer lo mis-mo con otro amigo/a.

    No le hables. ¡No te escuchará!, pero si le escribes, a

    lo mejor te lee.

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  • 43

    Estos folios se terminaron de escribir en La Navidad del año 2004, precisamente el Año de la Eucaristía, y han sido revisados por personas autorizadas para ello. Son unas reflexiones sobre la Santa Misa, reflexiones que

    al final se convirtieron en un auténtico "medicamento" para el autor, que un mes de Enero, hace dos años, du-rante la celebración de la Eucaristía en una pequeña capilla, en un oratorio, pudo "entender" una buena parte de la "historia de amor entre Dios y la humanidad." Estas reflexiones ya son tuyas. Te animo a que las am-plíes. ¡Ya sabes cómo!

    Con todo mi afecto. Tu amigo

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    Bibliografía:

    Arocena, Félix María, Contemplar la Eucaristía Rialp Bernadot, M.V. De la Eucaristía a la Trinidad Cuadernos Palabra

    Cantalamessa,Raniero, La Eucaristía nuestra santificación, Edic Editores del Catecismo Catecismo de la Iglesia Católica Grafo SA

    Escrivá de Balaguer, Josemaría Camino Rialp Escrivá de Balaguer, Josemaría, Surco Rialp

    Escrivá de Balaguer, Josemaría Forja Rialp Facultad de Teología Navarra Sagrada Biblia Eunsa.

    Fernández Carbajal, Francisco, Vida de Jesús Palabra

    Hahn, Scott, La cena del Cordero, Patmos. Hahn, Scott y Kimberly, Roma dulce hogar, Rialp

    Philippe, Jacques, La Paz Interior - Patmos. Martín Descalzo, Vida y Misterio de Jesús de Nazaret, Ed. Síg

    Ortiz López, Jesús, Conocer a Dios, Rialp Sheed Frank J. Teología para todos Palabra.

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    ÍNDICE Introducción .................................................. 3 Dios existe . .................................................. 5

    El Culto a Dios ................................................ 9 La Nueva Alianza ............................................... 11 La Iglesia. La Santa Cena ................................... 15 La Santa Misa ................................................... 21 A modo de despedida ..................……..................... 37

    La mayoría de las fotos han sido obtenidas de diversas páginas de Internet. A sus desconocidos autores mi especial agradecimiento.

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    Nota a la segunda edición. La primera edición, muy modesta –mil ejemplares- se

    agotó lentamente en estos cuatro años. La mayoría de los ejemplares han sido repartidos entre los amigos, y los amigos de los amigos, con la intención y el deseo de hacer apostolado. Verdaderamente el resultado ha sido de lo más variopinto pero en todos los casos “positivo”. Con ese mismo objetivo nace esta segunda edición, que si

    es tu deseo podrás obtener por correo electrónico en formato pdf, pidiéndola a la dirección de correo de la portada.

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    Este libreto es de fácil lectura Es una historia de amor, una inmensa historia de amor, entre Dios y la huma-nidad. También se incluye otra historia de menor dimensión, pero muy importante para ti. El telón de fondo es "El atardecer de la vida" Es en este atardecer cuando los humanos empiezan a sentir de nuevo el contacto de su Creador. La historia adquiere especial belleza y