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André Gunder Frank. De la Alianza Atlántica a La 'entente' paneuropea. En: El País, España, 19 de Noviembre, 1982.TRANSCRIPT
20/7/2014 De la Alianza Atlántica a la 'entente' paneuropea | Edición impresa | EL PAÍS
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ANDRE GUNDER FRANK 19 NOV 1982
TRIBUNA:TRIBUNA LIBRE
De la Alianza Atlántica a la 'entente' paneuropea
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Europa este Latinoamérica Vivienda América Bloques internacionales Europa Organizaciones internacionales Relaciones exteriores Urbanismo Finanzas
El presente texto es el resumen de un extenso trabajo presentado con el mismo título en la Conferencia sobre la Europa de los Años Ochenta, celebrada en julio de 1982 en
Cambridge y organizada por el Cambridge Journal of Economies. En él se analizan los grandes problemas económicos que afectan a Europa dentro del marco cada vez
más incoherente de las relaciones internacionales.
Sobre un contexto de crisis y desorganización económica generalizada, la década de los
setenta fue testigo de algunos cambios importantes en la jerarquía de las potencias
económicas mundiales.El hecho más significativo fue el declive de Estados Unidos en relación
con Europa' occidental y Japón en una serie de índices económicos (crecimiento absoluto del
Producto Nacional Bruto (PNB), proporción del PNB per cápita, productividad de la mano de
obra, porcentaje de exportaciones mundiales). Los intentos por parte de Estados Unidos de
reducir la competitividad de sus rivales a mediados de los años setenta mediante la
devaluación del dólar y el fomento del aumento del precio internacional del petróleo tuvieron
esencialmente unos efectos contrarios. Europa occidental y Japón fueron, en líneas generales,
capaces de aumentar sus exportaciones, pudiendo así financiar el aumento de los costes de
sus importaciones de petróleo, y la devaluación del dólar sirvió para estimular la inversión en
Estados Unidos como medio de llegar al mercado estadounidense, revirtiendo la situación
existente en los años sesenta, cuando las empresas norteamericanas tuvieron la posibilidad de
adquirir grandes sectores del comercio y de la industria europeos.
Las devaluaciones del dólar fomentaron, en realidad, una mayor cooperación monetaria
europea, obligando a Alemania Occidental a protegerse de una revaluación excesiva del. marco
mediante la creación de la serpiente y, posteriormente, del Sistema Monetario Europeo. No
obstante, la necesidad de Europa occidental y de Japón de conseguir una balanza de pagos
excedentaria con países en vías de desarrollo no productores de petróleo a fin de estabilizar
sus facturas petroleras ha llevado al surgimiento de ciertas regiones geográficas en las cuales
han dejado de ser reconciliables los intereses de Estados Unidos y de Europa; éstas regiones
se encuentran principalmente en América Central, en donde la socialdemocracia europea ha
apoyado y armado a movimientos políticos que están combatiendo a regímenes apoyados por
Estados Unidos, y en Oriente Próximo, en donde, hasta recientemente, la CEE se ha
mantenido más próxima a las aspiraciones palestinas, y consecuentemente a la OPEP, de lo
que lo ha hecho Estados Unidos.
Los intentos por parte de Estados Unidos de entrar en el mercado de exportación de productos
agrícolas y de armamento militar han chocado con los planes que Europa tenía en esos
mismos campos: tanto Francia como el Reino Unido siguen siendo grandes exportadores de
armamento 41 Tercer Mundo. Y, gracias a los resultados de la política agrícola común, la CEE
puede ofrecer productos agrícolas en el mercado internacional a unos precios que amenazan
VIERNES, 19 de noviembre de 1982
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20/7/2014 De la Alianza Atlántica a la 'entente' paneuropea | Edición impresa | EL PAÍS
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con robarle mercados a Estados Unidos.
La tenaza europea
En sus esfuerzos por mantener su influencia sobre sus aliados europeos, Estados Unidos ha
dado un giro a los debates en el seno de la Alianza Atlántica a finales de la década de los
setenta, de cuestiones económicas a cuestiones estratégicas, y, en particular, se ha esforzado
por resaltar la continua importancia de la garantía nuclear norteamericana para la seguridad
europea, haciendo revivir la imagen de una Unión Soviética expansionista. Sin embargo, lejos
de restaurar la disciplina dentro de la Alianza, esta política, cuyas consecuencias pueden verse
en la decisión de prohibir la venta de tecnología para la construcción del gasoducto con la
Unión Soviética a empresas radicadas fuera. de Estados Unidos, no ha hecho más que
aumentar la disensión, incluso por parte de lugartenientes leales, como Mrs. Thatcher.
Para Europa occidental, los esfuerzos de Estados Unidos por impedir la modernización
económica de la Unión Soviética constituyen un ataque sobre una zona de su hinterland vital,
una fuente de materias primas y productos energéticos y un foco potencial de demanda de
tecnología avanzada; sin mencionar la desestabilización de la banca de Europa occidental, en
una situación de descubierto ya precaria.
Atrapadas entre el deseo soviético de aumentar sus ingresos mediante la exportación de
materias primas y las presiones de los pagos de las deudas a Occidente, las economías de la
Europa del Este se encuentran atenazadas; después de haber conseguido ya un grado
importante de integración con las economías de la Europa occidental, especialmente en el
campo de la provisión de créditos y tecnología, las economías de¡ Este han atravesado un
punto sin retorno: ven la solución a sus largos problemas de estancamiento de la producción y
de la productividad en una mayor integración con Europa occidental, antes que en el refuerzo
de un inoperante Comecon.
Acuerdo Oriente-Occidente
El fracaso de las políticas monetaristas y keynesianas nacionales al no ofrecer una solución a la
recesión de Europa occidental, ejemplificada en el empeoramiento de la situación económica
británica y en el abandono de las políticas expansionistas en Francia, junto con el cada vez
mayor estancamiento de los intereses de Estados Unidos y Europa occidental en una serie de
cuestiones centrales, está convirtiendo en tentadoras ciertas unidades políticas y económicas
como contextos en los que se podría llevar a cabo una política económica determinada. Se
contemplan dos posibilidades: una fortaleza europea en la cual la CEE se uniría más
estrechamente con las economías de la Europa del Este, con el visto bueno tácito de la Unión
Soviética, y que llevase a cabo un keynesianismo regional parapetándose en unas tarifas
generales que redujeran las importaciones a un nivel dado de actividad económica. Y, por otro
lado, un eje Washington-Pekín-Tokio que dominara el Pacífico (en donde la vulnerabilidad de
Japón a la política alimentaria y energética de Estados Unidos podría ser crucial).
Estrategas políticos norteamericanos, como W. W. Rostow, han propuesto ya un acuerdo entre
Oriente y Occidente; para Rostow, el teatro europeo, sobrecargado de armamento, constituye
una carga cara y peligrosa, y alejamiento de los verdaderos intereses geográficos de Estados
Unidos, siendo además fuente de movimientos políticos extremistas. El Sur no escaparía de su
dependencia tras tal reajuste; en realidad, la estabilización del sistema mundial mediante tal
reestructuración podría incluso aumentar la situación de subordinación de los países en vías de
desarrollo. No obstante, durante la transición a un nuevo orden mundial, el Sur podría
encontrarse con espacio de maniobra para atraerse el apoyo de bloques rivales, consiguiendo
así cierto alivio económico o concesiones políticas.
André Gunder Frank es autor de varios libros sobre las raíces del subdesarrollo y el carácter de la crisis mundial. Actualmente es profesor de las
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universidades de Amsterdam y East Anglia.
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