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En su conjunto el capitalismo ha conse- guido los objetiv os que pretendí a y sin un excesivo coste. Se ha institucionalizado el consentimiento cole ctiv o a la nueva domi- nación a traves de la ilus ión de la sobera- nía popular; se ha bloqueado -grac ias a la contemporización con el poder del re- formismo obrero- la lucha de cla ses en los centros de producción, impidiendo así que se siguiera deteriorando la tasa de ganancia ; se han consolidado orgánica- mente las organizaciones políticas del blo- que dominant e y se mantiene el Estado monárquico sin cuestionar su responsabi- lidad en la pasada repres ión franquista. Est os logros no han sido t anto por la ha- bilidad política de la burguesía sino por la ausencia de una verdadera oposi cicín que La reestruc turación del Estado forzase a una profundización en las me- joras sociales y económicas de las clases dominadas. Su triunfo sería completo de no persist ir la cri sis económica y si no se hubiera agudizado el problema de Eus ka- di. En el primer caso por que su dependen- cia de la propia crisis mundial hacen difí- cil la aplicación de medidas que no vayan estrictamente dirigi das a evitar un empeo- ramiento del deterioro económico; y en el segundo caso, porque el ejemplo de Euskadi, no tanto en lo referente a la lu- cha armada sino en el rechazo de las exi- guas mejoras que ofrece la nueva domina- ción, es susceptible de ser imitado, pudien- do dar al traste con el consentimiento CC. lectivo que su pone la ilusion dc la sobe- ranía popular. han Martínez Aher La democracia parlamentaria como instrumento legitimador del capitalismo 1. Libertad formal y libertad real La Constituc ión consagra un sistem a «de- mocrático» en el sentido de que se permi- te al pueblo votar en elecciones parlamen- tarias, constituir partidos, y el gobie rno debe tener apoyo parlamentario suficien- te. El régimen actual es, pues, distinto al franquista aunq ue el sistem a sea en el fondo el mismo. La crítica habitual al régimen democráti- co parlamentario es que la igualdad a la hora de votar es una igualdad falsa en realidad, pues el poder y la riqueza están muy desigualmente repartidos. Ya en la Revolución francesa se distinguí a entre igualdad de derechos (que es lo que reconoce la Constitución) y la igualdad económica. Alber t Soboul pone como lema a su libro Les sans-culottes las dos citas siguientes : «L’égalité pour I’homme so cia l n’est que celle des dvoits» (Vergniaud, 13 de marzo de 1793) y «Fuire disparaitre l’inégalité des jouissances» (Félix Lepele- tier, 20 de agosto de 1793). Como bien decía A. M. B. (Solid aridad Obrera, 20 de noviembre de 1978), las constit uciones en general, y la española en concreto, parten del supuesto de Rousseau de que los hombres nacen libr es e iguales y, en libertad e igualdad, se reúnen para pactar las leye s que salvaguarden los de- rechos de cada uno y armonicen el (tinte- res general». Las democracias burguesas se caracterizan por una sustit ución progres iva de la opre- 6

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Cuadernos Ruedo Ibérico 61-36

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su conjunto el capitalismo ha conse-

los objetivos que pretendía y sin un

Se ha institucionalizado el

colectivo a la nueva domi-

a traves de la ilusión de la sobera-

popular; se ha bloqueado -gracias a

contemporización con el poder del re-

obrero- la lucha de clases en

centros de producción, impidiendo así

se siguiera deteriorando la tasa de

; se han consolidado orgánica-

te las organizaciones políticas del blo-

dominante y se mantiene el Estado

uico sin cuestionar su responsabi-

en la pasada represión franquista.

os logros no han sido tanto por la ha-

política de la burguesía sino por la

de una verdadera oposicicín que

La reestructuración de

forzase a una profundización en

joras sociales y económicas de las

dominadas. Su triunfo sería comple

no persistir la crisis económica y

hubiera agudizado el problema de

di. En el primer caso porque su dep

cia de la propia crisis mundial hace

cil la aplicación de medidas que no

estrictamente dirigidas a evitar un

ramiento del deterioro económico;

el segundo caso, porque el ejemp

Euskadi, no tanto en lo referente

cha armada sino en el rechazo de

guas mejoras que ofrece la nueva d

ción, es susceptible de ser imitado,

do dar al traste con el consentimiento

lectivo que supone la ilusion dc l

ranía popular.

La democracia parlamentaria

como instrumento legitimador

del capitalismo

Libertad formal y libertad real

Constitución consagra un sistema «de-

en el sentido de que se permi-

al pueblo votar en elecciones parlamen-

constituir partidos, y el gobierno

tener apoyo parlamentario suficien-

El régimen actual es, pues, distinto al

aunque el sistema sea en el

el mismo.

crítica habitual al régimen democráti-

parlamentario es que la igualdad a la

de votar es una igualdad falsa en

pues el poder y la riqueza están

desigualmente repartidos.

en la Revolución francesa se distinguía

igualdad de derechos (que es lo que

la Constitución) y la igualdad

económica. Albert Soboul pone com

a su libro Les sans-culottes las do

siguientes: «L’égalité pour I’homme

n’est que celle des dvoits» (Vergniau

de marzo de 1793) y «Fuire dispa

l’inégalité des jouissances» (Félix

tier, 20 de agosto de 1793).

Como bien decía A. M. B. (Solida

Obrera, 20 de noviembre de 197

constituciones en general, y la españ

concreto, parten del supuesto de Ro

de que los hombres nacen libres e

y, en libertad e igualdad, se reúnen

pactar las leyes que salvaguarden

rechos de cada uno y armonicen e

res general».

Las democracias burguesas se caract

por una sustitución progresiva de l

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faximil edicions digitals 2002

La reestructuración d

se perpetúa en las condiciones ma

No es la economía la que nos exp

la voluntad de quienes programa

programan las estructuras económi

pasado condiciona el presente. T

los muertos nos pueden seguir

tando.

De poco sirve que la Constitución

que «los españoles son iguales ante

(artículo 14), que «toda persona

derecho a la libertad y a la seg

(artículo 17) puesto que son de

ante la realidad. El hombre es libre

a su disposición medios materiales

les con los que pueda proyectar y

su realidad material, social y hum

libertad se hace, no se posee. Po

algunos ejemplos. Artículos 19:

pañoles tienen derecho a elegir li

te su residencia y a circular por

torio nacional». Unos eligen «libre

residir bajo los puentes, otros elige

mente residir en un palacio, rode

césped, árboles seculares y pajarillo

tando. Unos eligen libremente circ

Almería a Sabadell, Terrassa y

let. Otros libremente escogen circ

Barcelona al Valle de Arán, a Sierr

da o a las Rías Bajas. «Los españ

nen derecho», la ley es igual para

Artículo 20: «Se reconocen y prote

derechos a expresar y difundir libr

los pensamientos, ideas y opinione

diante la palabra, el escrito o c

medio de reproducción». Uno tie

servicio una cadena de televisión,

21.30 de una noche de sábado, des

haber pasado largos años en un

de pago y en los pasillos de la

dad. Otro tiene por auditorio

amiguetes del bar, y borrachos tie

estar para escucharle las dos palab

hilvanadas, porque, en el pueblo,

maestro, ni pan en su casa, cua

joven.

Artículo 33: «Se reconoce el derec

personal por una opresión a través

los mecanismos económicos. Es así

los antiguos colaboradores de la

los coautores de la dictadura,

pueden presentar al pueblo con las ma-

limpias y con sonrisa inocente. Éstos

los terribles mecanismos del’ capita-

avanzado. Los opresores y oprimi-

sientan a la misma mesa, pactando

estrategia de lucha contra el seudoene-

común: la economía. Paro, dismi-

poder adquisitivo, condiciones

de vivienda, etc., aparecen

hechos políticamente neutros de los

nadie es responsable. «Todos los

tienen el deber de trabajar y el

al trabajo». (Artículo 35 de la

n.) Todos iguales ante la ley.

más de un millón de españoles pri-

este derecho humano fundamen-

Hay más de un millón que viven en

situación anticonstitucional. Pero esta

no deriva de unas leyes injustas.

está el artículo 35 para atestiguarlo.

las condiciones materiales y no los

las que les niegan ese derecho.

diferencia las democracias de las dic-

s: las leyes son «justas», son las

materiales las que son injus-

En las dictaduras hay opresor, hay

un individuo o un

o social. En las democracias, el su-

de la opresión se diluye en las es-

materiales. Volvemos, en apa-

a las condiciones de las sociedades

sin clases, en las que el enemigo

eran las fuerzas de la naturaleza.

apariencia. En realidad estamos en las

de la sociedad tribal. La fuer-

de las olas, las lluvias o la sequía, la

d del suelo eran datos materiales

los que no se manifestaba ni imponía

voluntad de nadie. La producción eco-

las condiciones de vivienda, el

ambiente, son resultado histórico

la voluntad de un grupo. Voluntad que

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edad privada y a la herencia». Artícu-

38: «Se reconoce la libertad de empresa

el marco de la economía de mercado».

medios de producción y el capital son

acumulado. La herencia de un ca-

o de medios de producción, una fá-

a o una finca, por ejemplo, pone al

icio del heredero el trabajo acumulado

centenares o miles de personas a lo

de muchos años.

hombres nacen y, utilizando los me-

materiales y culturales, se hacen hom-

y libres. Es contradictoria la Consti-

de un Estado que en el artículo 1

pugna como valores superiores del or-

miento jurídico, la libertad, la justi-

la igualdad y reconoce, por otro lado,

derecho a la propiedad privada y a la

(de medios de producción, no

e bienes de consumo). Unos dispo-

La ilusión de la «soberanía popular»

crítica (tomada del excelen-

artículo de A. M. B.) de cómo la igual-

de derechos oculta en realidad la

dad económica y socia1 caracterís-

del capitalismo. Puede hacerse otra

ica del régimen parlamentario, que tal

sea mas profunda que la anterior, o

o menos que ha sido menos incorpo-

a los princip ios de la izquierda revo-

naria, hasta el momento. A saber:

régimen se basa en la ilrkón de lu

populnr. Es decir, este régimen

e para legitimar la dominación del

mejor que cualquier otro, precisa-

porque hace caer al pueblo en la

ión de que, mediante una votación afor-

, será posible alguna vez cambiar

sistema socioeconómico.

se ha avanzado en la discusión de

conveniencia de la participación elec-

desde que, en los inic ios del sistema

sufragio universa1 en Inglaterra, el es-

La reestructuración de

nen de sus manos para hacerse h

y libres, otros disponen de sus m

miles de manos más para hacers

hombres y más libres. Los primero

ponen de sus manos y de un hip

mercado donde venderse, los últim

nen a su servicio miles de manos y

tades almacenadas en sus capitales

nes de producción.

«Ante la ley los espanoles son iguale

tículo 14). pero «ante la realidad u

más iguales que otros», como dice

nía popular. Las constituciones, en

tuales estructuras capitalistas, son,

ta manera, el discurso de los op

para demostrar su inocencia, para

las manos delante del pueblo. Por

instituyen la libertad, la igualdad,

ticia. Si en la práctica no hay

ni igualdad, ni libertad, es consec

de las condiciones materiales.

critor revolucionario William Mo

planteó. Su texto, La políticu de

ción, rechaza la participación elector

argumentos que conservan toda su

cia. El texto es del año 1887. Poco

más tarde fue elegido el diputado

socialista británico Keir Hardie y e

lismo inglés se perdió en los ver

parlamentarios. El propio Morris

cio más tarde al antiparlamentarismo

que ese cambio de postura altere

de su vis ión profética anterior, que

l amarse anarcosindicalista.

Morris veía en el Parlamento, para

en lenguaje de moda, el aparato ide

fundamenta1 del Estado capitalista,

trumento de legitimación más po

del sistema. Según él, quienes pro

ban elegir diputados socia listas a

mento pensaban transformarlo «d

instrumento en las manos de los m

lizadores de los medios de producció

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faximil edicions digitals 2002

La

reestructuración

de

Inglaterra como en Alemania. Leni

que utilizó la frase «cretinismo pa

tario», se enfrentó sobre esta c

con Bordiga en las reuniones de l

nacional, propugnando la particip

electoral cn los países europeos. Lo

quistas (al menos algunas de sus

se empeñan en hacer el ridículo e

siempre que la ocasión se presenta

veces obtienen incluso algunos

como recientemente en el Perú).

En la actual situación de España,

ticipacibn electoral es, sobre tod

manera dc legitimar el sistema. Si

blo es víctima de ilusión de la «so

popular» y las elecciones tienen é

asegura la continuidad de la domin

del capital m3s por vía consensua

por coacción, aunque la coacción

tambiCn constitucionalizada.

La propia Constitución define clara

cl marco capitalista al garantizar

nomía de mercado» y la propiedad

da de los medios de producción,

que cumplan su «función social», q

definida en una posterior ley orgáni

Constitución adopta una visión fu

lista, integradora, corporativista d

ciedad. Es notable que incluso est

tión haya gozado de consenso. En

tes hay muchos diputados «socialis

«comunistas». Para un «socialista»

«comunista», jcuál es la «función

de la propiedad de los medios de

ción? Es explotar a los trabajadores,

se ven forzados a vender su fuerza

bajo por un salario inferior al valo

producido. Este excedente va a p

consumo de lujo de los capitalistas

ampliación de la industria. Esta

ción dc la industria no es siempre

pero sigue, sin embargo, las líneas

das por la muy desigual distribución

poder de compra consustancial al

lismo. No se invierte para hacer f

las necesidades dc comida, vivienda

organismo que destruyera el monopo-

A esta política ilusoria oponía la po-

dc abstención. «Sr les pide que voten

enviar representantes al Parlamento

i son «trabajadores», mucho mejor) para

éstos puedan señalar quC concesiones

ncccsario que haga la clase dominante

la esclavitud de los trabajadores

continuar; en una palabra, que

la acción parlamentaria que se les

, bajo cl rCgimen presente, es

por la continuacibn de su propia es-

Las clases gobernantes miran

complacencia, en la actualidad, las

liberales. los clubs radicales

los trabajadores que son miembros del

y en cl futuro a los parlamen-

socialistas, porque cumplen la fina-

de asegurar la estabilidad de esta

de ladrones de la manera más

menos complicada, es decir, in-

do a los trabajadores a participar

su propio gobierno. Un gran invento

a la fama de los británicos de

prácticos (y estafadores). CuBnto mc-

que la grwera represión de hierro dc

burdo Bismark [ . ..]. Las concesiones

ían una victoria de los socialistas,

que, si fueran obra de un gobier-

odiado del cual el pueblo se sintiera

serían consideradas como un se-

y despreciadas como el último truco

una tiranía cada vez más privada de

(E. P. Thompson, Willium Mor-

Rommtic to Revohtionury, Londres,

medio camino entre esta posici0n clari-

el entusiasmo electoralista del

parlamentario (ahora compar-

por los «eurocomunistas»), los marxis-

han tenido tradicionalmente una posi-

equívoca ante el rCgimcn parlamen-

partidos políticos, cs decir, antc

Estado de democracia burguesa. Marx

Engels colocaron algunas esperanzas

la participación parlamentaria tanto en

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los más pobres, sino para ganar

Éste es un resumen del pensa-

de izquierda sobre qué es la «eco-

de mercado» que la Constitucion

e. Es una contradicción que los di-

de uizquierdas» hayan aceptado,

cita y unánimemente, que la propie-

de los medios de producción

una «función social» favorable a

que incluyen estos artículos en la

ón? No es para evitar que los

ores sean expropiados, ya que

evitarlo están ya la policía y el ejér-

Su valor es propagandístico. Sirven

legitimar el sistema capitalista. Son

os aprobados unánimemente y casi

debate, sin que los diputados de «iz-

de la comisión constitucional

dieran públicamente sus ideas «SO-

La reestructuraci0n de

cialistaw y «comunistas».

Así se completa el sistema. Por

participación electoral «induciendo

trabajadores a participar en su

gobierno». El gobierno así legitima

berá respetar la propiedad privada

medios de producción y actuar de

que Csta cumpla su «función soci

cho dc otra manera, deberá garant

obtención de un porcentaje de be

adecuados para no desanimar la in

Por tanto, ese gobierno, ya sea de

ya sea «socialista», deberá imponer

ciliación de clases, la política de

el pacto social, el nuevo corporativ

en fin, para garantizar, en frase d

cho, «la rentabilidad de las invers

Y por si algo falla, ahí está la amen

artículo 8 de la Constitución.