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Resumen El reconocimiento de la trata esclavista como crimen de lesa huma- nidad lleva a plantear la necesidad de una reparación del daño causado. Sin embargo, cuando se analiza la historia de los descendientes de los antiguos esclavos en el Nuevo Mundo aparece una serie de abusos co- metidos por los grupos sociales dominantes contra estos hombres y mu- jeres libres, con la complicidad del Estado. Ejemplo de ello es el atrope- llo sistemático sufrido por los afronortecaucanos, que condujo a la destrucción, por parte de la sociedad colombiana de la eficiente forma de vida que habían diseñado. La reflexión sobre este proceso lleva a plan- tear la necesidad de una doble reparación para estos pobladores, que reconozca, por una parte, los efectos del esclavismo y, por la otra, la com- plicidad del Estado en una nueva destrucción de su estilo de vida. Palabras clave: afronortecaucanos, destrucción, formas de vida, do- ble reparación Los afronortecaucanos: de la autonomía a la miseria ¿un caso de doble reparación? ALEXIS CARABALÍ ANGOLA

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  • Resumen

    El reconocimiento de la trata esclavista como crimen de lesa huma-nidad lleva a plantear la necesidad de una reparacin del dao causado.Sin embargo, cuando se analiza la historia de los descendientes de losantiguos esclavos en el Nuevo Mundo aparece una serie de abusos co-metidos por los grupos sociales dominantes contra estos hombres y mu-jeres libres, con la complicidad del Estado. Ejemplo de ello es el atrope-llo sistemtico sufrido por los afronortecaucanos, que condujo a ladestruccin, por parte de la sociedad colombiana de la eficiente formade vida que haban diseado. La reflexin sobre este proceso lleva a plan-tear la necesidad de una doble reparacin para estos pobladores, quereconozca, por una parte, los efectos del esclavismo y, por la otra, la com-plicidad del Estado en una nueva destruccin de su estilo de vida.

    Palabras clave: afronortecaucanos, destruccin, formas de vida, do-ble reparacin

    Los afronortecaucanos:de la autonoma a la miseriaun caso de doble reparacin?

    ALEXIS CARABAL ANGOLA

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    Introduccin

    El norte del Cauca es una regin ubicada en el valle interandino que com-prende las tierras de ladera y planas de los municipios de Buenos Aires, Caldono,Caloto, Toribo, Corinto, Miranda, Padilla, Puerto Tejada y Santander deQuilichao, en el Cauca, y toda la zona plana y de ladera del Valle del Cauca.El sur del Valle del Cauca y el norte del Cauca han sido tierras ocupadas

    tradicionalmente por las comunidades negras que han convivido con las ha-ciendas ganaderas y azucareras en una dinmica que se configur desde la abo-licin de la esclavitud. Con la demanda de tierras para explotacin agrcola seinici el nuevo destierro de esos pobladores hasta destruir la base de su econo-ma y llevarlos a su total empobrecimiento.Este caso hace necesario pensar en la posibilidad de una doble reparacin

    para aquellos grupos de afrodescendientes que vieron destruidas al amparo delsilencio cmplice del Estado, traducido en la carencia de polticas de protec-cin, y con la participacin de actores gubernamentales que aprovecharon laconvulsionada poca de la Violencia las formas de vida que haban construidouna vez terminada la institucin de la esclavitud.Quiz muchos plantearn: si no se ha reconocido este hecho violento ni se

    ha hecho una reparacin inicial, por qu embarcarse en la bsqueda de unadoble reparacin? Los motivos de esta reflexin se presentan a continuacindesde el punto de vista de las comunidades.

    1. Algunos datos histricos del poblamiento afro enel norte del Cauca

    1.1. El pasado de la esclavizacin

    Conocida es la condicin de los afrocolombianos en el momento de la abo-licin de la esclavitud, a partir del cual se identifican dos grandes grupos socia-les: los libres y los esclavizados. Dentro de la primera categora aparecen loscimarrones y los automanumisos; Dentro de los esclavizados estn los de cam-po y los domsticos (Bastide 1969).Especial mencin merece la estratificacin sociorracial a que se someti a

    los afrodescendientes al ubicarlos en la base de la pirmide socio-tnico-racial,

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    en lo que un estudioso como Alejandro Lipschtz (cit. en Rosati 1996) ha de-nominado pigmentocracia. El historiador Jorge Palacios Preciado (1982: 306)opina que, como correlato, el negro, prcticamente desde el mismo siglo XVI,jug un papel esencial en la economa neogranadina, que fue acentundose enla medida que descenda la poblacin aborigen y se ampliaban las fronteras deexplotacin. La valoracin econmica fue inversamente proporcional a la va-loracin social de esta poblacin, caracterstica que perdura hasta hoy.1.2. La abolicin: libres de la Esclavitud, presos en tierra ajena

    La Ley de Abolicin de la Esclavitud se emiti en 1851 y se puso en ejecucinen 1852; fue resultado de un largo proceso sucesivo que comprendi la revolu-cin de Cartagena de 1812 que promulgaba la igualdad de los hombres, la abo-licin en Antioquia en 1814 postergada por la reconquista espaola y la Li-bertad de Vientres en 1821, reconocimientos nfimos de la participacin de losnegros en las luchas independentistas. Los anteriores sucesos complementadoscon los estudios macroeconmicos, los datos notariales y econmicos de la po-ca, en contraste con las visiones histricas de los grupos dominantes sobre estostiempos, hacen parte de la historia oficializada y conocida tradicionalmente.Sobre las apreciaciones de los afrodescendientes no existe informacin sistem-tica. Lo que hoy conocemos son las versiones que ha guardado fragmentaria-mente la memoria colectiva de estos grupos, como se ver a continuacin.La libertad de los esclavizados pone en evidencia dos aspectos que refieren

    los afronortecaucanos en su historia oral: la negativa de unos a aceptar la liber-tad y la concrecin de sus luchas por parte de otros. Sobre los primeros dicen:Pues que los viejos estaban esclavos, entonces vino una ley de libertades paraellos; ellos estaban amaados en las haciendas, entonces ya principiaron a sa-carlos a la brava, a perrero (Simn Brand [70 aos], Guachen, 1991).Esto se denomina en la tradicin oral nortecaucana la ley del perrero y

    tena por propsito desalojar a los afrodescendientes de las haciendas, especial-mente a los viejos, porque muchos negros haban sido tan pendejos que cuan-do los dejaron libres tuvieron que sacarlos a juete de esas haciendas (Ana Angola[65 aos], Dominguillo, 1991).Junto a este proceso est la Ley de Vagancia (Mateo Mina, seudnimo usado

    por M. Taussig 1975: 65), que fue una disposicin legal retardataria de la ten-dencia abolicionista que ordenaba que todo afro que fuese descubierto en va-gancia deba ser sometido a trabajos de esclavizado por parte del hacendado que

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    hiciera el descubrimiento. Desde luego, en una sociedad donde el trabajo delnegro se asimilaba a la esclavitud en las haciendas, cualquier otra cosa se veralgicamente como vagancia.1.3. Compra y ocupacin de las tierras: tierras del oro, tierras decomida

    El norte del Cauca se puede dividir geomorfolgicamente en dos zonas: laplana, que se extiende desde el casco urbano de Santander de Quilichao haciael norte, y la de ladera, que comprende el oriente, el suroriente y el occidente deSantander de Quilichao, un relieve ondulado que surca el valle del ro Cauca.La titulacin de las tierras en el norte del Cauca obedeci al desmorona-

    miento de la economa de hacienda bajo la prdida de control de la mano deobra antes esclavizada. En este sentido, una estrategia de los hacendados con-sisti en permitirles a los afrodescendientes adquirir propiedades en zonas ale-daas a sus haciendas para mantener cerca la fuerza de trabajo, lo que configu-r una relacin paternalista entre los hacendados y los habitantes de los nacientespoblados de afrodescendientes, como Padilla y Guachen, entre muchos otros(Carabal 1992; Taussig 1975).El modelo seguido para la adquisicin de las tierras fue la compra colectiva

    organizada bajo el esquema de la cuadrilla, estructurada alrededor de un lderque asuma la presidencia de una junta directiva y dotada de sus respectivospolicas, que se encargaban de hacer cumplir las decisiones de la asamblea, es-pecialmente en cuanto a los trabajos comunitarios minga (Carabal 1992).De este modo, los grupos de afronortecaucanos compraron terrenos de pro-

    piedad colectiva que con el crecimiento de las familias se fue dividiendo ensectores familiares donde se concentraban padres, hijos y dems descendientes,en conjuntos de viviendas contiguas que con el tiempo definieron el territorio.La proximidad a la hacienda tena sus ventajas, siendo los ms notorios los

    casos de la zona plana de Padilla, Guachen, Puerto Tejada y Villa Rica. Losafronortecaucanos no slo vendan su fuerza de trabajo a la hacienda sino quetambin mantenan relaciones cordiales con los hacendados, de modo que mu-chas de las innovaciones productivas les eran accesibles, como los cultivos decacao, las razas nuevas de ganado y las semillas de diversas especies, entre otrosaspectos.

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    La zona de ladera de Dominguillo, Quinamay, Alegras, San Francisco ySan Antonio, entre otras poblaciones, por ser predominantemente minera, semantuvo muy aislada de los blancos, especialmente de los hacendados. Luegode comprar las tierras segn el mismo patrn de organizacin, estas comunida-des se dedicaron, desde el momento mismo de la abolicin, a extraer el preciosometal para, en el caso de Dominguillo, pagar el precio de la adquisicin, consis-tente en veinticinco libras de oro que se le cancelaron en 1864 a la familiaMosquera, de Popayn (Carabal 1992).Por su situacin geogrfica, las poblaciones afronortecaucanas ubicadas en

    la ladera quedaban ms aisladas, sin embargo; la relacin econmica con lahacienda se mantuvo como un elemento que provea salidas alternativas, espe-cialmente a la juventud que no practicaba la minera. Estos espacios de las ha-ciendas constituyeron verdaderos centros de socializacin de varias generacio-nes y an hoy se mantienen estas relaciones, mediadas por los cambios propiosde la poca: En la hacienda San Julin trabaj mi pap, mi abuelo y creo quehasta mi bisabuelo; ah trabajaba gente de Dominguillo, Guachen, Villarrica,La Arboleda y mucha gente de todas partes, hombres y mujeres; ah uno tenalas primeras novias, vivamos en barracas (Genaro [60 aos], Padilla, 1991).1.4. La construccin de la autonoma

    Las relaciones laborales tejidas con la hacienda a partir de la libertad de losesclavizados permitieron la definicin de autonomas locales en el norte delCauca. As, las comunidades organizaban sus estrategias educativas, recauda-ban dinero entre sus miembros y contrataban maestros que operaban en la casams grande o en la iglesia, si exista. Contaban generalmente con zonas de cul-tivo y de pastoreo y con cortes mineros en la zona de ladera. Adems, en zonascomo la Dominguillo, paso obligado hacia Popayn, antes de la construccin dela Carretera Panamericana existan las llamadas estaciones, una especie deposadas que albergaban a los viajeros con sus cargas. En la zona plana se instaurla finca dividida en sectores de pastoreo, de aves de corral, de cultivos transi-torios, de cultivos permanentes que proporcionaba ingresos adicionales a losobtenidos por trabajar en las haciendas, esto ltimo algo comn a las dos zonasdefinidas.La autonoma comunitaria, adems de al aspecto educativo, se refera al pago

    de impuestos, que eran recolectados por un miembro de la junta directiva de lacomunidad y cancelados por el presidente de la misma en Popayn.

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    Generalmente, el presidente de la comunidad estableca relaciones polticasy econmicas con los comerciantes de los centros urbanos y en muchos casosinstalaba en su vivienda centros de acopio de los productos agrcolas comercia-lizados, como caf y cacao. Esta intermediacin le fue otorgando prestigio en elcontexto urbano y le otorg algunos recursos simblicos que lo ubicaron comoreferente econmico comunitario. Se aprecia aqu la gestacin de un liderazgopoltico desde lo econmico en las comunidades afro, que luego se podr apre-ciar en toda su dimensin.As pues, hasta finales del siglo XIX se tenan comunidades que haban logra-

    do estabilidad econmica y autonoma en una relacin no hostil con las ha-ciendas, a pesar de lo que signific la segunda mitad de esa centuria, tiempo deconflictos permanentes en los que las comunidades debieron vivir en perma-nente zozobra y se vieron involucradas en conflictos como la guerra de los MilDas, con personajes casi mticos como Cinecio Mina.

    2. Las luchas de fines del siglo XIX por la propiedad

    A finales del siglo XIX empiezan a darse fenmenos como la decadencia de laminera, debido a las enfermedades que el oficio les ocasionaba a los mineros, yel auge agrcola de las tierras planas y el consiguiente inters en esas tierras.Leamos un testimonio acerca del primero de estos fenmenos: La minera em-pez a hacerle dao a las personas por causa de la hidropesa, que se hinchabany decan que era el mucho fro del agua, en la que permanecan diariamentelavando, porque eso no era por das sino por meses y aos lavando oro. Por estola gente se dedic a sembrar arroz, maz, frjol, tabaco y caa (Antonio Mina[70 aos], Dominguillo, 1992).Se aprecia aqu una explicacin del declive de la minera y el auge de la

    agricultura a finales del siglo XIX. En este perodo se dio un proceso migratoriode la zona de ladera a las tierras planas con la idea de que se podan comprartierras muy buenas para la agricultura. Dicho proceso durara, con variacio-nes de intensidad, ms de medio siglo y generara un entramado de parentes-cos a lo largo y ancho de la regin, como lo expresa un anciano de la ladera:La gente se fue a comprar tierras y a sembrar arroz, cambiaron el trabajoporque aqu ya no tenan de qu mantenerse y se fueron para Obando,Guachen, Barragn, Sabanetas y otros sitios (Cipriana Lasprilla [63 aos],Dominguillo, 1992).

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    Un caso de doble destierro (Tierra Dura)

    Los paps de mi mam vivan en Tierra Dura, casero cercano a Padilla, perte-neciente al municipio de Miranda. Y nos contaba ella que los habitantes los ha-ban llevado a la crcel a Caloto, que era la nica crcel que haba por aqu; loshaban llevado porque llegaron aqu, diga usted, seran los Solano; los tuvieronpresos noventa das y cuando venan de all para ac, ya estaban las fincas enganado y les haban dejado la plata de lo que vala eso por all en Caloto, en eljuzgado. Entonces ellos ya se pasaron y compraron a este lado del ro Geng, loque hoy son Las Cosechas (Rodolfo Vidal [65 aos], Tierra Dura, 1992).

    Como se ve, la memoria colectiva de la poblacin an recuerda la complici-dad de las autoridades en el proceso de despojo de sus propiedades. Algo pare-cido ocurrira ms adelante, como veremos, con un lder de la zona de Guachen.En sntesis se puede decir que esta es, a grandes rasgos, la dinmica regional

    que perdura en la memoria colectiva de los afronortecaucanos, quienes hanvisto la sucesin de violencias que ha habido en Colombia como formas dedespojar de las tierras ricas a sus pobladores pobres, lo que queda sintetizado enesta sentencia: Todas las guerras han sido por la tierra (Luis A. Caizales [70aos], vereda El Chamizo, Padilla, 1992).

    3. Los hitos del siglo XX

    Entre los principales procesos que guarda la memoria colectiva de losafronortecaucanos se tienen la movilidad poblacional de finales del siglo XIX yprincipios del XX de la zona de ladera hacia la parte plana por la decadencia enla minera, pues el oro estaba muy hondo y costaba mucho sacarlo y la hidro-pesa afect a muchos lavadores de aluvin, y llegaban noticias de que en elplan haba tierras buenas y disponibles y la construccin de la finca comomodelo de vida de estas sociedades (Taussig 1975).3.1. La movilidad de la mano de obra (migraciones, haciendas,nuevas tierras, vas)

    El siglo XX se inaugur en el norte del Cauca con procesos migratorios, deca-dencia de la minera, muchos enfermos de hidropesa, y, en general, la ilusin deun futuro mejor para los pobladores de la ladera en las ricas tierras de Guachen,Padilla o Puerto Tejada. Los pobladores de la zona plana contaban con la estabi-

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    lidad y la produccin agrcola diversificada de las fincas cacaoteras, capaz desuplir los requerimientos de las familias. Y surga un nuevo inters por las ricastierras planas entre los terratenientes, en muchos casos descendientes de loshacendados coloniales y en otros futuros agroindustriales interesados en con-seguir tierras para iniciar sus empresas productivas.3.2. La estabilidad de una forma de vida: la finca

    Como unidad productiva, la finca le dio a la familia afronortecaucana au-tosuficiencia y autonoma econmica. Con el auge del cacao se sentaron lasbases para mejorar la calidad de vida de los pobladores, quienes tenan asposibilidades de prepararse para el futuro. Aunque los ricos planteaban queen esa bonanza cacaotera podan matar un negro y pagarlo con la pasilla delcacao grano de baja calidad, dicho que reflejaba las malas relaciones laten-tes, a las comunidades afrodescendientes aqulla les permiti transformar suchoza tradicional en una casa de adobe con techo de teja y mltiples habitacio-nes y educar a sus hijos en colegios privados o con profesores contratados.Los lderes comunitarios que haban sido presidentes de las organizaciones

    comunitarias e intermediarios del comercio de cacao y otros productos se con-virtieron en jefes polticos de sus comunidades. Eran ellos quienes luchaban porque el Estado mejorara las condiciones comunitarias. Eran ellos quienes asegu-raban las votaciones en las elecciones y constituan los contactos entre lo urba-no y lo rural. Muchas veces, esta lucha por mejorar las condiciones de vida desus comunidades les granje la enemistad de los conservadores.En la zona de ladera, con su poblacin reducida, la autonoma no slo se

    mantuvo sino que se fortaleci por el poco inters que generaban sus tierraspresuntamente malas para la agricultura y carentes de produccin aurfera. Sinembargo, quienes permanecieron en ella tambin alcanzaron algunos de losbeneficios obtenidos por quienes haban emigrado gracias a su mayor esfuerzoproductivo en tierras que se consideraban improductivas. Lograron igualmenteuna vivienda digna y sobre todo la educacin de sus hijos a un costo menos altoque los emigrantes, debido a que los dos principales centros educativos de losafronortecaucanos se ubicaban en la zona de ladera, en Dominguillo.3.3. La Violencia y la acefalia del liderazgo afronortecaucano

    Segn algunos autores, el perodo comprendido entre 1948 y 1960 deno-minado la Violencia desempe un papel fundamental en el destino de los

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    afronortecaucanos, ya que varios terratenientes se aprovecharon de la inestabi-lidad social para apropiarse de lo que quedaba de la tierra de los campesinosnegros (Taussig 1975). El relato de un caso ilustra muy bien la situacin:

    Era 11 de abril de 1950 a las 8 de la noche, llegaron y golpearon esta puerta ymi marido sali a abrir y ah mismo ya lo estaban esperando, cuando un disparo ydos disparos en la parte de all, detrs de la casa, entonces sali uno de la PM,Polica Militar, y dije yo: Virgen del Carmen, nos mat la PM, yo entr al cuartoy saqu mis dos nios y cuando volv ac a la sala ya lo vi cado all. A l lo mata-ron por denuncio que haba hecho la gente porque era jefe liberal aqu en lasVeraneras (Mara Ercilla Palacios [64 aos], vereda Veraneras, Guachen, 1992).

    Como este caso hay muchos que ilustran la situacin sociopoltica que losafronortecaucanos debieron sortear en ese momento, pues aunque algunos l-deres pudieron escapar, otros murieron. Con lo que, por supuesto, se logr elpropsito de los terratenientes: aterrorizar a las comunidades y segar sus formasde liderazgo dentro del proceso de apropiacin de los territorios colectivos deestos pobladores.

    Despus del 9 de abril del 49 se imposibilit para el negro hasta la salida alos pueblos por temor a ser agredido o muerto por ser liberal, porque las cabece-ras municipales de esta regin han sido conservadoras. Tan grave era la situa-cin que muchos jvenes que se educaban en los centros urbanos comoSantander de Quilichao debieron retirarse del colegio porque eran perseguidosy golpeados y fueron amenazados de muerte (Martina Angola [65 aos], Do-minguillo).

    El exterminio del liderazgo afronortecaucano y la intimidacin de la pobla-cin duraron lo que dur la Violencia, que fue la antesala de la expropiacintotal de las tierras de los afronortecaucanos. Las nuevas tierras de los terrate-nientes, cultivadas ahora de caa de azcar y aledaas a los cultivos de losfinqueros afrodescendientes, requeran una serie de estrategias de expansinproductiva que acabaron a la postre con la base econmica de los ltimosfinqueros.3.4. La destruccin sistemtica de la forma de vidaafronortecaucana

    El proceso de apropiacin violenta de las tierras de los afronortecaucanossignific, por una parte, como ya se vio, el bandolerismo de corte poltico, liga-

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    do a redes cacicales (Snchez y Meertens 1982) y del que eran cmplices lasautoridades. Y, por la otra, la destruccin sistemtica de la unidad productivade los campesinos afro: la finca.La finca vecina a un cultivo de caa de azcar debi soportar las inundacio-

    nes supuestamente necesarias para la caa, el bloqueo de los caminos queeran ahora propiedad privada de los caicultores y la fumigacin con herbici-das que mataban tanto el sombro de la finca como el caf, el cacao y los demscultivos de los finqueros.En resumen, la existencia digna del campesino afronortecaucano se hizo

    inviable cuando se destruyeron su confianza, su autoestima y su base producti-va, de modo que ste, al igual que cuando sus antepasados haban sidotransplantados de frica, vivi un desarraigo y un destierro que dejaron a lasnuevas generaciones completamente desvalidas e indefensas ante el ingenio, alque tampoco tenan acceso laboral seguro, debido a la migracin de poblacinde la costa Pacfica, que consideraba ella s a la caa como el oro de la tierra(Carabal 1992: 104).En la actualidad causa desolacin ver que los descendientes de estas pobla-

    ciones se aglutinan en los centros urbanos del norte del Cauca luchando porvencer su nueva marginalidad ahora urbana, herencia de la prdida de todarelacin econmica y afectiva con los territorios que sus antepasados ex escla-vizados labraron mientras dur su utopa emancipatoria. Ahora es comn leerpor ah cosas como sta: Las comunidades necesitamos ayuda porque el inge-nio nos ahoga y no nos deja vivir la cultura (pasacalle, comunidad de Yarumal,municipio de Padilla, 1994).3.5. La Constitucin de 1991 o la historia del desconocimiento

    Lo ms grave de la problemtica de los afronortecaucanos no radica en ladesgracia ya vivida sino en su imposibilidad legal de luchar, debido a que lo quese vea con gran esperanza, la Constitucin de 1991, no los reconoce como co-munidades negras en la misma medida en que lo hace con el Pacfico. Peor an:ni siquiera les da las condiciones para lograr algn tipo de reconocimiento.Es evidente, pues, la resistencia de la sociedad colombiana a transformar sus

    prcticas polticas en consonancia con lo ordenado por la Carta Magna. Dicharesistencia tiene su expresin ms palpable en el desconocimiento y elsilenciamiento de los afrodescendientes que habitan zonas de gran significado

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    econmico para la nacin, como el norte del Cauca. De modo que el ro Cauca,que le da nombre a la regin, no tiene riberas para los afrodescendientes, y losotros ros en cuyas orillas se han asentado las comunidades afronortecaucanasno son referente de reclamo territorial del tipo planteado por la ley 70 de 1993.Si a esta injusticia se le suma que dichos territorios fueron posedos inicialmen-te de manera colectiva, se encuentra otro elemento legal que valida sus recla-mos contra dicha ley.Es el momento de poner el dedo en la llaga y recordar la historia de

    desproteccin y terror de Estado contra los afronortecaucanos, cometido parasalvaguardar los intereses econmicos de las lites agroindustriales vallecaucanasy colombianas.

    4. La doble reparacin

    Partiendo del postulado de que la reparacin se origina en el reconocimien-to de un crimen de lesa humanidad cometido contra lo que se ha llamado razanegra y materializado en un proceso de rapto, esclavizacin y explotacin quegener una memoria de oprobio y ultraje por parte de los esclavistas (Kalulambi2002: 458), en el caso aqu mencionado se trata de un segundo proceso de veja-cin, respaldado por instancias polticas nacionales y fundamentado en concep-ciones de desarrollo nutridas de prejuicios sociorraciales coloniales que han so-brevivido en las sociedades latinoamericanas y particularmente en la colombiana.Ante esta tragedia de los afronortecaucanos quienes labraron una forma

    de vida digna que fue destruida sistemticamente cabe plantearse la idea deuna doble reparacin, en vista de que ellos han padecido dos prdidas: la originaldel desarraigo africano por la trata y la propiciada por grupos econmicos so-metidos a las exigencias de la economa mundial y apoyados por el Estado.Se requiere entonces pensar cmo es posible que sociedades que a mediados

    del siglo XIX quedaron libres, aunque privadas de posesiones materiales, inicienel siglo XXI en peores condiciones, cuando alguna vez construyeron todo un modode vida que les fue destruido de manera sistemtica.Si bien las reparaciones parten de que se admita un crimen contra la huma-

    nidad en la esclavitud (Kalulambi 2002: 469), crimen que debe saldarse comodeuda histrica, hay que reconocer que tambin los procesos vividos en el nortedel Cauca fueron crmenes contra la humanidad en cuanto implicaron la des-

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    truccin de formas de vida histricamente constituidas que merecan y anmerecen su reconocimiento y su reparacin de acuerdo con varios aspectos con-templados en el derecho internacional, especficamente en el artculo 7.1. delEstatuto de Roma, que enuncia como causales de reparacin, en su literal (a),el asesinato con caractersticas de selectividad, demostrado en el caso del nortedel Cauca; en su literal (d), la deportacin o traslado forzoso de poblacin, algoque ocurri, por ejemplo, en Tierra Dura, y, en su literal (e), el encarcelamientoinjustificado u otra privacin grave de la libertad fsica.

    5. Conclusiones

    El reconocimiento de la trata esclavista consistente en el secuestro de lapoblacin de un continente y en su sometimiento durante varios siglos comoun crimen contra la humanidad lleva a plantear la necesidad de una reparacindel dao causado. En este contexto se enmarca lo ocurrido en el norte del Cauca,donde las poblaciones de afrodescendientes, luego de abolida la esclavitud, cons-truyeron una forma de vida, basada en la finca como unidad productiva, que lesasegur la estabilidad econmica suficiente para emprender el camino del me-joramiento de la calidad de su propia vida y de la de las generaciones sucesoras,proceso truncado por intereses macroeconmicos que codiciaban dominio delas ricas tierras en las que esta poblacin se haba asentado.Dicha expropiacin implic la destruccin de la base econmica, social y

    cultural de la poblacin afronortecaucana. Esta disputa seg el liderazgo de losafrodescendientes, los arrincon en sus propias tierras y aniquil cualquier po-sibilidad de un proyecto de vida digna en sus territorios, al punto de que hoy elavance de la caa de azcar invade el patio de las viviendas.Si la reparacin tiene en cuenta el proceso esclavista como crimen, deber

    considerar los procesos de destruccin sistemtica de las formas de vida cons-truidas por los afrodescendientes luego de su liberacin, que han tenido comoresultado la postracin fsica y moral de esta poblacin y por ende su rezago enel desarrollo local, regional, nacional y global.En sntesis, si la nacin colombiana se resiste a transformar sus prcticas

    polticas a pesar de contar con una Constitucin progresista que lo ha estable-cido como imperativo, se hace necesario que todos los grupos sociales y tnico-raciales reclamen lo que constitucionalmente se les otorga y que para ello acu-dan a la memoria social como instrumento de reivindicacin.

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    En el caso de los afronortecaucanos se hace necesaria la doble reparacincomo estrategia que le permita a la sociedad colombiana deslastrarse de las injus-ticias cometidas contra una poblacin cuyo propsito fundamental siempre hasido buscar formas creativas de edificar modelos de vida digna en el marco de unaherencia colonial que los conden de antemano y que no les ha dado respiro.

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  • Foto: Edwin Padilla Villa Chaka Zulu