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    [Traducido de Os Cangaceiros: a crime called freedom,editado por Eberhardt Press.]

    Edicins Anaqa.

    Jni 2010. Bns Ais, Anina.

    @..

    [Traducido de Os Cangaceiros: a crime called freedom,editado por Eberhardt Press.]

    Edicins Anaqa.

    Jni 2010. Bns Ais, Anina.

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    [6]: En la prctica, la resistencia de ciertos mate-riales y dispositivos puede variar de acuerdo a lossectores en que son colocados.

    [7]: Contrario a lo que les gustara que creyramos,los pequeos jueces que han protestado contralas auto-amnistas de personas polticas con unao dos libertades provisionales, no lo han hechopara combatir una injusticia, sino para proteger

    y defender su independencia y su prerrogativa dedecidir sobre la libertad de otros. La seca decisinadministrativa de liberar a Naccachen no fall enoponerse abiertamente a la ms elemental espe-ranza de los presos: la de salir. Montaron en cle-ra. Su movilizacin antes del rpido tratamientodel asunto de Naccachen represent directamenteuna reaccin sin adornos contra un obvio trucosucio: slo para nosotros, no hay libertad a la vis-

    ta.

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    [6]: En la prctica, la resistencia de ciertos mate-riales y dispositivos puede variar de acuerdo a lossectores en que son colocados.

    [7]: Contrario a lo que les gustara que creyramos,los pequeos jueces que han protestado contralas auto-amnistas de personas polticas con unao dos libertades provisionales, no lo han hecho

    para combatir una injusticia, sino para protegery defender su independencia y su prerrogativa dedecidir sobre la libertad de otros. La seca decisinadministrativa de liberar a Naccachen no fall enoponerse abiertamente a la ms elemental espe-ranza de los presos: la de salir. Montaron en cle-ra. Su movilizacin antes del rpido tratamientodel asunto de Naccachen represent directamenteuna reaccin sin adornos contra un obvio trucosucio: slo para nosotros, no hay libertad a la vis-ta.

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    escape es 0,08 % por ao, para un promedio de al-rededor de cuarenta presos de un total de 48,000.De paso, saludamos a los sesenta presos fugadosque recientemente manosearon las narices a losguardias.

    [3]: Citamos como ejemplo las escaleras reserva-das exclusivamente para los carceleros.

    [4]: Junto con accesos de control que permiten lavigilancia sobre los ms pequeos movimientos,hay tambin detectores electrnicos de movi-mientos en los principales pasillos. Puestos a fun-cionar durante la noche, pueden decir inmediata-mente si alguien transita por all, haciendo saltaruna alarma. Por afuera, el camino de la ronda esobservado por cmaras de vigilancia y junto conla altura del muro (cerca de veinte pies) y las torres

    de observacin hay tambin una llamada red dedeteccin que dispara las alarmas al momento enque es tocada, activando automticamente las c-maras de vigilancia en ese sector.

    [5]: Proyecciones decorativas de cemento orienta-das para sobresalir sobre el techo.

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    escape es 0,08 % por ao, para un promedio de al-rededor de cuarenta presos de un total de 48,000.De paso, saludamos a los sesenta presos fugadosque recientemente manosearon las narices a losguardias.

    [3]: Citamos como ejemplo las escaleras reserva-das exclusivamente para los carceleros.

    [4]: Junto con accesos de control que permiten lavigilancia sobre los ms pequeos movimientos,hay tambin detectores electrnicos de movi-mientos en los principales pasillos. Puestos a fun-cionar durante la noche, pueden decir inmediata-mente si alguien transita por all, haciendo saltaruna alarma. Por afuera, el camino de la ronda esobservado por cmaras de vigilancia y junto conla altura del muro (cerca de veinte pies) y las torresde observacin hay tambin una llamada red dedeteccin que dispara las alarmas al momento enque es tocada, activando automticamente las c-maras de vigilancia en ese sector.

    [5]: Proyecciones decorativas de cemento orienta-das para sobresalir sobre el techo.

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    N:

    [1]: El sistema judicial debe estar realmente cortode imaginacin para pensar tal fruslera. Ms cr-celes sern construidas, ms gente ser encerrada!Puedes incluso encontrar esta banalidad en boca

    de los carceleros. La superpoblacin implica unapromiscuidad aterradora que se agrega a las razo-nes usuales para rebelarse. Subdividiendo racio-nalmente a los presos, el poder judicial pretendecomo no pierde oportunidad de anunciar portodas partes hacer un saludable trabajo, pero eneste caso la operacin cumple con consideracionespara mantener el orden, ms que con cualquier in-clinacin humanitaria. Los espacios vacantes es-tn destinados a encontrar sus inquilinos, ahora yen el futuro. Es como si la administracin deman-dase grandes alojamientos para llenar con futuras

    superpoblaciones.

    [2]: La repugnante demagogia acerca de estoconsiste en aburrirnos con las pretendidas ojascondiciones de encarcelamiento que favorecenrepetidos escapes. Desafortunadamente, la reali-dad es completamente distinta. El porcentaje de

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    N:

    [1]: El sistema judicial debe estar realmente cortode imaginacin para pensar tal fruslera. Ms cr-celes sern construidas, ms gente ser encerrada!Puedes incluso encontrar esta banalidad en bocade los carceleros. La superpoblacin implica unapromiscuidad aterradora que se agrega a las razo-

    nes usuales para rebelarse. Subdividiendo racio-nalmente a los presos, el poder judicial pretendecomo no pierde oportunidad de anunciar portodas partes hacer un saludable trabajo, pero eneste caso la operacin cumple con consideracionespara mantener el orden, ms que con cualquier in-clinacin humanitaria. Los espacios vacantes es-tn destinados a encontrar sus inquilinos, ahora yen el futuro. Es como si la administracin deman-dase grandes alojamientos para llenar con futurassuperpoblaciones.

    [2]: La repugnante demagogia acerca de estoconsiste en aburrirnos con las pretendidas ojascondiciones de encarcelamiento que favorecenrepetidos escapes. Desafortunadamente, la reali-dad es completamente distinta. El porcentaje de

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    13.000 FUGAS

    Dossier contra elProyecto de las 13.000 celdas

    P

    Que el mundo se muestre de este modo, as

    como es, debera ser suciente para su desgracia.

    Cuando Dante escribi Inferno no demand

    adicionalmente que aprobasen su reforma.

    Serge Coutel, LEnvole

    Hace ms de veinte aos, un nmero cada vez ma-yor de prisioneros ya no acepta las sanciones. Ascomo rechazan las reglas del juego social fuera delos muros, en su interior rechazan la penitencia y

    el castigo que, por aproximadamente dos siglos,han constituidos la moral carcelaria que tiene porobjetivo mantenerlos bajo sumisin. Hoy los pri-sioneros de la democracia estn no slo luchandosin duda contra las polticas penitenciarias del go-bierno que sea, sino que estn desaando abier-tamente el principio mismo de encarcelamiento.

    cional, salidas transitorias y aplicacin de libertadcondicional, salario mnimo para los presos quetrabajan, lugares reservados para visitas intimas,amnista para todos los rebeldes sancionados ysentenciados. Queremos rendirles el homenajeque se merecen haciendo conocer los planos ydocumentacin tcnica acerca de algunas de lasnuevas crceles a las que corren el riesgo de sertransferidos. Y no hemos descuidado la posibili-dad de que estos documentos lleguen a los presospor los medios apropiados. Saludamos el espritude revuelta que los anima.

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    13.000 FUGAS

    Dossier contra elProyecto de las 13.000 celdas

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    Que el mundo se muestre de este modo, ascomo es, debera ser suciente para su desgracia.

    Cuando Dante escribi Inferno no demand

    adicionalmente que aprobasen su reforma.

    Serge Coutel, LEnvole

    Hace ms de veinte aos, un nmero cada vez ma-yor de prisioneros ya no acepta las sanciones. Ascomo rechazan las reglas del juego social fuera delos muros, en su interior rechazan la penitencia yel castigo que, por aproximadamente dos siglos,han constituidos la moral carcelaria que tiene porobjetivo mantenerlos bajo sumisin. Hoy los pri-sioneros de la democracia estn no slo luchandosin duda contra las polticas penitenciarias del go-bierno que sea, sino que estn desaando abier-tamente el principio mismo de encarcelamiento.

    cional, salidas transitorias y aplicacin de libertadcondicional, salario mnimo para los presos quetrabajan, lugares reservados para visitas intimas,amnista para todos los rebeldes sancionados ysentenciados. Queremos rendirles el homenajeque se merecen haciendo conocer los planos ydocumentacin tcnica acerca de algunas de lasnuevas crceles a las que corren el riesgo de ser

    transferidos. Y no hemos descuidado la posibili-dad de que estos documentos lleguen a los presospor los medios apropiados. Saludamos el espritude revuelta que los anima.

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    Para confrontar esta ola de oposicin sin prece-dentes, el sistema judicial ha implementado unprograma de renovacin y modernizacin peni-tenciaria que tampoco tiene precedentes.Hasta las revueltas de 1971, la administracin delas crceles francesas era todava rgida. La admi-nistracin penitenciaria se las ingeni en actuar detal forma para que las revueltas agitadas por unoscuantos presos permanecieran aisladas o que porlo menos no se hablase de ellas afuera como algoms que curiosidades. Las explosiones de 1971 y1974, que comprometieron a todo el sistema peni-tenciario, crearon una nueva situacin. La fuerzade los levantamientos y la violencia de la represinfueron un escndalo para la sociedad. La adminis-tracin penitenciaria fue forzada a hacer algunasconcesiones y reformar un sistema de regulacio-nes internas que haba permanecido sin cambios

    por dcadas. Desde entonces, los presos no hanparado de atacar a las autoridades de las crceles.Mientras que la separacin y la atomizacin sehan vuelto condiciones dominantes, son raros loslugares donde una crtica colectiva puede ser ela-borada prcticamente. Paradjicamente, la crceles an uno de esos lugares. A diferencia de lo que

    antes incluso de que estuvieran completamentellenas. A pesar de los mecanismos desplegadospara evitar el acceso a los techos, los presos in-surgentes igualmente se treparon all arriba. Lospresos inmediatamente expresaron su rabia con-tra las ms modernas condiciones de su encar-celamiento; monitoreo con tarjetas electrnicas,celdas individuales, el aumento en los precios y elracionamiento que resulta de la privatizacin de ladistribucin de la comida y la cantina. Realmenteno es ms humano estar solo en una celda que es-tar hacinado en una.El silencio al cual se ha resignado mucha gente enla sociedad hace destacar an ms la dignidad delos presos insumisos. A pesar de los riesgos, hansabido como hacerse or con suciente fuerzapara causar preocupacin entre los que mandana golpes y desprecio. Cada vez que llevan adelan-

    te una huelga de hambre o se niegan a volver alas celdas luego del tiempo de ejercicio, cada vezque se destruye equipamiento, cada vez que hayun levantamiento, los reclamos que hacen son losmismos: la eliminacin del aislamiento, las celdasde castigo y los tribunales penitenciarios inter-nos, la concesin automtica de libertad condi-

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    Para confrontar esta ola de oposicin sin prece-dentes, el sistema judicial ha implementado unprograma de renovacin y modernizacin peni-tenciaria que tampoco tiene precedentes.Hasta las revueltas de 1971, la administracin delas crceles francesas era todava rgida. La admi-nistracin penitenciaria se las ingeni en actuar detal forma para que las revueltas agitadas por unos

    cuantos presos permanecieran aisladas o que porlo menos no se hablase de ellas afuera como algoms que curiosidades. Las explosiones de 1971 y1974, que comprometieron a todo el sistema peni-tenciario, crearon una nueva situacin. La fuerzade los levantamientos y la violencia de la represinfueron un escndalo para la sociedad. La adminis-tracin penitenciaria fue forzada a hacer algunasconcesiones y reformar un sistema de regulacio-nes internas que haba permanecido sin cambiospor dcadas. Desde entonces, los presos no hanparado de atacar a las autoridades de las crceles.Mientras que la separacin y la atomizacin sehan vuelto condiciones dominantes, son raros loslugares donde una crtica colectiva puede ser ela-borada prcticamente. Paradjicamente, la crceles an uno de esos lugares. A diferencia de lo que

    antes incluso de que estuvieran completamentellenas. A pesar de los mecanismos desplegadospara evitar el acceso a los techos, los presos in-surgentes igualmente se treparon all arriba. Lospresos inmediatamente expresaron su rabia con-tra las ms modernas condiciones de su encar-celamiento; monitoreo con tarjetas electrnicas,celdas individuales, el aumento en los precios y el

    racionamiento que resulta de la privatizacin de ladistribucin de la comida y la cantina. Realmenteno es ms humano estar solo en una celda que es-tar hacinado en una.El silencio al cual se ha resignado mucha gente enla sociedad hace destacar an ms la dignidad delos presos insumisos. A pesar de los riesgos, hansabido como hacerse or con suciente fuerzapara causar preocupacin entre los que mandana golpes y desprecio. Cada vez que llevan adelan-te una huelga de hambre o se niegan a volver alas celdas luego del tiempo de ejercicio, cada vezque se destruye equipamiento, cada vez que hayun levantamiento, los reclamos que hacen son losmismos: la eliminacin del aislamiento, las celdasde castigo y los tribunales penitenciarios inter-nos, la concesin automtica de libertad condi-

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    pasa en la mayora de los casos fuera de los murosdonde la desgracia es experimentada de formasolitaria y a menudo constituye un desarme de lapersona la experiencia de mala suerte que com-parten los presos es un arma contra el aislamiento

    y el silencio en la crcel. La experiencia de podertener una repercusin colectiva inmediata, a pe-sar de la voluntad administrativa de connar atodos a una condicin simplemente personal, ge-nera una cohesin peligrosa. El sinfn de revuel-tas colectivas que han sacudido las crceles desde1985, y las redes de solidaridad que se han forma-do desde entonces, lo atestiguan. A pesar de lostratamientos devastadores y los aos de encierroadicionales, la rebelin viene de forma peridica aencender las crceles. La necesidad de libertad semaniesta en esto sin ambigedad.Con probadas tcnicas y estrategias, el siniestro

    Programa 13.000 es sobre todo una respuesta aesta situacin de revuelta endmica dentro de losmuros. El Estado esta reestructurando el apara-to industrial y al mismo tiempo, de forma simi-lar, esta construyendo una nueva concepcinde crceles, cerrando algunos viejos penales yrenovando otros. Anticuadas, son reemplazadas

    las crceles de mxima seguridad americanas. Elcapricho muscular de los guardias se combinacon el terror antisptico. Los que planearon esteproyecto lo concibieron con una sutileza dedica-da a deshacerse de la idea de despejarse por otrosmedios que no sean el deporte, tranquilizantes,estudio o trabajo. Esto tuvo por objetivo limitar eluniverso mental de los prisioneros. Aumentandoel aislamiento y la prdida de cualquier referenciaan ms, estandarizando la detencin de presosen espera de juicio al criterio de crceles de mxi-ma seguridad reservadas para aquellos ya conde-nados: sta es la tan cacareada preocupacin porla humanizacin.Los altos muros en el corazn de la ciudad fueronerigidos como una advertencia, un llamado al or-den, pero a veces permitieron curiosidad y apoyode los transentes en casos de motines. Ahora el

    poder de la crcel se maniesta lejos de cualquiervoz amiga, sin testigos, fuera de los muros de laciudad.Todo este arsenal tecnolgico no evit que las cr-celes de Villeneuve, Tarascon, Neuvic y Saint-Mi-hiel experimentaran movimientos de protesta enlas semanas siguientes a que empezaran a operar,

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    pasa en la mayora de los casos fuera de los murosdonde la desgracia es experimentada de formasolitaria y a menudo constituye un desarme de lapersona la experiencia de mala suerte que com-parten los presos es un arma contra el aislamiento

    y el silencio en la crcel. La experiencia de podertener una repercusin colectiva inmediata, a pe-sar de la voluntad administrativa de connar a

    todos a una condicin simplemente personal, ge-nera una cohesin peligrosa. El sinfn de revuel-tas colectivas que han sacudido las crceles desde1985, y las redes de solidaridad que se han forma-do desde entonces, lo atestiguan. A pesar de lostratamientos devastadores y los aos de encierroadicionales, la rebelin viene de forma peridica aencender las crceles. La necesidad de libertad semaniesta en esto sin ambigedad.Con probadas tcnicas y estrategias, el siniestroPrograma 13.000 es sobre todo una respuesta aesta situacin de revuelta endmica dentro de losmuros. El Estado esta reestructurando el apara-to industrial y al mismo tiempo, de forma simi-lar, esta construyendo una nueva concepcinde crceles, cerrando algunos viejos penales yrenovando otros. Anticuadas, son reemplazadas

    las crceles de mxima seguridad americanas. Elcapricho muscular de los guardias se combinacon el terror antisptico. Los que planearon esteproyecto lo concibieron con una sutileza dedica-da a deshacerse de la idea de despejarse por otrosmedios que no sean el deporte, tranquilizantes,estudio o trabajo. Esto tuvo por objetivo limitar eluniverso mental de los prisioneros. Aumentando

    el aislamiento y la prdida de cualquier referenciaan ms, estandarizando la detencin de presosen espera de juicio al criterio de crceles de mxi-ma seguridad reservadas para aquellos ya conde-nados: sta es la tan cacareada preocupacin porla humanizacin.Los altos muros en el corazn de la ciudad fueronerigidos como una advertencia, un llamado al or-den, pero a veces permitieron curiosidad y apoyode los transentes en casos de motines. Ahora elpoder de la crcel se maniesta lejos de cualquier

    voz amiga, sin testigos, fuera de los muros de laciudad.Todo este arsenal tecnolgico no evit que las cr-celes de Villeneuve, Tarascon, Neuvic y Saint-Mi-hiel experimentaran movimientos de protesta enlas semanas siguientes a que empezaran a operar,

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    como un universo hermtico sin salida alguna. Entodas partes, el capitalismo triunfante da crditoa la idea de un mundo sin escapatoria. Dentro delos muros, el mismo sentimiento de fatalidad deberegir implacablemente.Las nuevas fortalezas son construidas para noti-car a todos de esta pobre alternativa. O te sometesa los mandatos de la inclusin forzada o soportaslos rigores de la exclusin; gracias a una abundan-cia de medios tecnolgicos que son imposibles deevadir; gracias a alas en las cuales todo contactocon otros y con el entorno es casi imposible. Elprincipio de aislamiento y celdas disciplinarias hasido reforzado, por lo que la administracin peni-tenciaria ser capaz de usar las veintids nuevasceldas a su placer para deshacerse de los presosrefractarios. Todo ha sido pensado para que lospresos no puedan ver ni lo que esta ms cerca

    afuera ni el resto de la crcel, pero tambin paraque as nada se ltre en lo que puedan or. Estasceldas estn ubicadas generalmente en el piso msalto del edicio, con patios de ejercicio enrejadosasignados. Las ventanas ms altas de las celdasno permiten ninguna vista. Estas crceles no tie-nen nada que envidiar a sus hermanas mayores,

    las crceles que se desmoronan de las cuales lagente se ha escapado, al igual que las partes altasde los barrios proletarios, donde la gente se re-belaba hace diez aos, estn siendo voladas. Paradomar la insubordinacin de las poblaciones quehan sido desechadas ah, los grandes complejosde los suburbios han sido renovados usando uncriterio policial y repintados con los colores demoda. En el medio de la miseria misma, son des-cubiertos los atributos de toda sociedad avanzada:la polica y la mentira democrtica.Con la nueva concepcin de crceles, llega y esintroducida dentro de los muros la modernidadrepresiva. Los anunciados objetivos humaniza-cin, salubridad, descongestin de edicios haci-nados[1] en realidad esconden el deseo de colocara estos lugares en el mismo nivel que el orden so-cial. Su insuciencia para este n condena a las

    viejas estructuras. Las puertas de las crceles estnabiertas al mundo exterior a n de que el princi-pio civilizador de nuestro tiempo penetre en ellas:separacin tcnicamente equipada. Por un largotiempo, la represin pura fue el nico recurso dela autoridad para superar la revuelta. Ahora debeevitar la revuelta desde la raz, sofocndola inclu-

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    como un universo hermtico sin salida alguna. Entodas partes, el capitalismo triunfante da crditoa la idea de un mundo sin escapatoria. Dentro delos muros, el mismo sentimiento de fatalidad deberegir implacablemente.Las nuevas fortalezas son construidas para noti-car a todos de esta pobre alternativa. O te sometesa los mandatos de la inclusin forzada o soportas

    los rigores de la exclusin; gracias a una abundan-cia de medios tecnolgicos que son imposibles deevadir; gracias a alas en las cuales todo contactocon otros y con el entorno es casi imposible. Elprincipio de aislamiento y celdas disciplinarias hasido reforzado, por lo que la administracin peni-tenciaria ser capaz de usar las veintids nuevasceldas a su placer para deshacerse de los presosrefractarios. Todo ha sido pensado para que lospresos no puedan ver ni lo que esta ms cercaafuera ni el resto de la crcel, pero tambin paraque as nada se ltre en lo que puedan or. Estasceldas estn ubicadas generalmente en el piso msalto del edicio, con patios de ejercicio enrejadosasignados. Las ventanas ms altas de las celdasno permiten ninguna vista. Estas crceles no tie-nen nada que envidiar a sus hermanas mayores,

    las crceles que se desmoronan de las cuales lagente se ha escapado, al igual que las partes altasde los barrios proletarios, donde la gente se re-belaba hace diez aos, estn siendo voladas. Paradomar la insubordinacin de las poblaciones quehan sido desechadas ah, los grandes complejosde los suburbios han sido renovados usando uncriterio policial y repintados con los colores de

    moda. En el medio de la miseria misma, son des-cubiertos los atributos de toda sociedad avanzada:la polica y la mentira democrtica.Con la nueva concepcin de crceles, llega y esintroducida dentro de los muros la modernidadrepresiva. Los anunciados objetivos humaniza-cin, salubridad, descongestin de edicios haci-nados[1] en realidad esconden el deseo de colocara estos lugares en el mismo nivel que el orden so-cial. Su insuciencia para este n condena a las

    viejas estructuras. Las puertas de las crceles estnabiertas al mundo exterior a n de que el princi-pio civilizador de nuestro tiempo penetre en ellas:separacin tcnicamente equipada. Por un largotiempo, la represin pura fue el nico recurso dela autoridad para superar la revuelta. Ahora debeevitar la revuelta desde la raz, sofocndola inclu-

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    tracta. Adems, el punto no es tanto imponer unadisciplina de hierro a una masa indiferenciada depresos sino gestionar hasta el menor detalle de suencarcelamiento. El mtodo represivo no puededesaparecer este constituye el teln de fondo deluniverso carcelario pero tiende a disfrazarse enuna fra e impersonal gestin, la cual caracterizatan bien a nuestros tiempos.La construccin de nuevas crceles llega justo atiempo para reforzar el brazo de un sistema ju-dicial que lamenta la pobreza de sus medios.La institucin judicial tambin funciona por laimportancia del ejemplo, que no debe permitirexcepciones si debe ser efectiva. Esto es lo queproduce la omnipotencia de la ley. As, hay cel-das reservadas especcamente para los discapa-citados, alas enteras para drogadictos, para queas nadie escape al encierro. Se entiende cuantas

    y qu posibilidades de connamiento[7] puedeproveer a los jueces el diseo antisptico de estosdepsitos de cadveres. Generalmente, nadie de-bera escapar de la omnipotencia de este mundo.Mientras la sociedad ha connado cada perspecti-

    va humana a la lgica del dinero, sin imaginar otrolugar, la crcel moderna necesariamente aparece

    so en pensamiento. La responsabilidad por llevaradelante la tarea de obligar a los individuos no alsimple respeto, sino a adoptar las reglas sociales,

    yace cada vez ms en las medidas reformistas. Lareforma es la continuacin de la represin porotros medios. Incrementa la ecacia del controlsocial. Esta preocupacin esta en el centro de laconcepcin de las nuevas crceles.Por primera vez en el siglo XX, la administracinpenitenciaria posee una nueva y ms adecuadaherramienta para aplicar la estrategia de su elec-cin a gran escala, antes que responder golpe porgolpe. Hasta ahora se ha limitado a dar marchaatrs, liberalizando el rgimen penitenciario pocoa poco. Ahora, las trece mil celdas establecen unmargen de maniobra que permitir manejar me-

    jor a los presos en conjunto. Podemos imaginarel uso desenfrenado que harn los jueces de este

    excedente de celdas, seguido de la usual polticade encarcelamiento generalmente sistemtico. Nonos olvidemos que 100.000 penas de crcel sinposibilidad de libertad condicional son impuestascada ao. Este programa otorga al sistema judicialla posibilidad de anticipar futuras polticas en locarcelario. La extensin de los medios que fueron

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    tracta. Adems, el punto no es tanto imponer unadisciplina de hierro a una masa indiferenciada depresos sino gestionar hasta el menor detalle de suencarcelamiento. El mtodo represivo no puededesaparecer este constituye el teln de fondo deluniverso carcelario pero tiende a disfrazarse enuna fra e impersonal gestin, la cual caracterizatan bien a nuestros tiempos.

    La construccin de nuevas crceles llega justo atiempo para reforzar el brazo de un sistema ju-dicial que lamenta la pobreza de sus medios.La institucin judicial tambin funciona por laimportancia del ejemplo, que no debe permitirexcepciones si debe ser efectiva. Esto es lo queproduce la omnipotencia de la ley. As, hay cel-das reservadas especcamente para los discapa-citados, alas enteras para drogadictos, para queas nadie escape al encierro. Se entiende cuantas

    y qu posibilidades de connamiento[7] puedeproveer a los jueces el diseo antisptico de estosdepsitos de cadveres. Generalmente, nadie de-bera escapar de la omnipotencia de este mundo.Mientras la sociedad ha connado cada perspecti-

    va humana a la lgica del dinero, sin imaginar otrolugar, la crcel moderna necesariamente aparece

    so en pensamiento. La responsabilidad por llevaradelante la tarea de obligar a los individuos no alsimple respeto, sino a adoptar las reglas sociales,

    yace cada vez ms en las medidas reformistas. Lareforma es la continuacin de la represin porotros medios. Incrementa la ecacia del controlsocial. Esta preocupacin esta en el centro de laconcepcin de las nuevas crceles.

    Por primera vez en el siglo XX, la administracinpenitenciaria posee una nueva y ms adecuadaherramienta para aplicar la estrategia de su elec-cin a gran escala, antes que responder golpe porgolpe. Hasta ahora se ha limitado a dar marchaatrs, liberalizando el rgimen penitenciario pocoa poco. Ahora, las trece mil celdas establecen unmargen de maniobra que permitir manejar me-

    jor a los presos en conjunto. Podemos imaginarel uso desenfrenado que harn los jueces de esteexcedente de celdas, seguido de la usual polticade encarcelamiento generalmente sistemtico. Nonos olvidemos que 100.000 penas de crcel sinposibilidad de libertad condicional son impuestascada ao. Este programa otorga al sistema judicialla posibilidad de anticipar futuras polticas en locarcelario. La extensin de los medios que fueron

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    estudiados para contener rpidamente cualquierlevantamiento o disturbio colectivo, si es que nopueden ser prevenidos, ha llegado al punto en quese arma que incluso la idea de escapar debe seraplastada[2]. La administracin penitenciaria se habeneciado de los estudios dentro de sus institu-ciones, notablemente de aquellos llevados a cabodurante el perodo de Badinter. Grandes crcelescomo Loos-les-Lille, la Beumettes, Fleury, etc.,son a menudo las primeras en levantarse. La ten-sin que reina en estos lugares y el alto nmerode prisioneros muestran como el problema desuperpoblacin es al n y al cabo solo una cues-tin de relacin de fuerzas. Por lo tanto, es unacuestin de aislar sistemticamente a los presosentre s.El concepto arquitectnico de las nuevas institu-ciones est regulado por este imperativo: crceles

    de moderadas dimensiones, con la fragmenta-cin y la divisin de espacios como sus principiosesenciales. Comenzando por pequeas unidadesde detencin para veinticinco personas, encerra-das en celdas individuales, fueron obsesivamentedistinguidos con una constante atencin a la se-paracin[3]. Adems, la estructura modular hace

    del trabajo, sino que todo es pensado en detalle an de impedir, si no se prohbe, toda posible con-fabulacin.Un sosticado sistema electrnico que encierraal preso en una red ja de vigilancia monitoreacada uno de sus movimientos, a veces retrans-mitindolo a travs de un sistema de codicacinmagntica. Uno pensara que esta en el Forumdes Halles [centro comercial parisino, N del T] oen la ocina central del Ministerio de DefensaCuriosamente, estas tcnicas son probadas en laesfera del trabajo y luego hechas comunes en casitodos lados antes de ser importadas al universo dela crcel. Pero si los directivos han integrado estaconstriccin al punto en que se vuelve valiosa, lospresos, como los trabajadores sometidos, sienteninmediatamente su carcter totalmente opresor.Estas tcnicas son el primer instrumento para

    suavizar las relaciones explosivas entre guardias ypresos, con el n de hacerlas lo ms impersonalesposible. Al mismo tiempo que el funcionamientode los edicios se dedica a eliminar los puntos defriccin, enva a cada preso a un ambiente desper-sonalizado.Consecuentemente, la opresin se torna ms abs-

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    estudiados para contener rpidamente cualquierlevantamiento o disturbio colectivo, si es que nopueden ser prevenidos, ha llegado al punto en quese arma que incluso la idea de escapar debe seraplastada[2]. La administracin penitenciaria se habeneciado de los estudios dentro de sus institu-ciones, notablemente de aquellos llevados a cabodurante el perodo de Badinter. Grandes crceles

    como Loos-les-Lille, la Beumettes, Fleury, etc.,son a menudo las primeras en levantarse. La ten-sin que reina en estos lugares y el alto nmerode prisioneros muestran como el problema desuperpoblacin es al n y al cabo solo una cues-tin de relacin de fuerzas. Por lo tanto, es unacuestin de aislar sistemticamente a los presosentre s.El concepto arquitectnico de las nuevas institu-ciones est regulado por este imperativo: crcelesde moderadas dimensiones, con la fragmenta-cin y la divisin de espacios como sus principiosesenciales. Comenzando por pequeas unidadesde detencin para veinticinco personas, encerra-das en celdas individuales, fueron obsesivamentedistinguidos con una constante atencin a la se-paracin[3]. Adems, la estructura modular hace

    del trabajo, sino que todo es pensado en detalle an de impedir, si no se prohbe, toda posible con-fabulacin.Un sosticado sistema electrnico que encierraal preso en una red ja de vigilancia monitoreacada uno de sus movimientos, a veces retrans-mitindolo a travs de un sistema de codicacinmagntica. Uno pensara que esta en el Forum

    des Halles [centro comercial parisino, N del T] oen la ocina central del Ministerio de DefensaCuriosamente, estas tcnicas son probadas en laesfera del trabajo y luego hechas comunes en casitodos lados antes de ser importadas al universo dela crcel. Pero si los directivos han integrado estaconstriccin al punto en que se vuelve valiosa, lospresos, como los trabajadores sometidos, sienteninmediatamente su carcter totalmente opresor.Estas tcnicas son el primer instrumento parasuavizar las relaciones explosivas entre guardias ypresos, con el n de hacerlas lo ms impersonalesposible. Al mismo tiempo que el funcionamientode los edicios se dedica a eliminar los puntos defriccin, enva a cada preso a un ambiente desper-sonalizado.Consecuentemente, la opresin se torna ms abs-

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    impermeables los diferentes sectores de conna-miento. Por ejemplo, los sectores de pelculas y elsocio-educacional, aunque colocados en la mismaplanta del mismo edicio, no pueden intercomu-nicarse bajo ninguna circunstancia. Controladaselectrnicamente, las entradas inter-bloqueadasdirigen y regulan cada movimiento, ya sea hori-zontal o vertical[4]. El acceso a los techos se dicul-ta debido a la presencia de un pretil [5]. El nmerode patios para caminar se ha aumentado para re-ducir el nmero de presos reunidos en uno de losmomentos ms favorable para la accin colectiva.Se han mejorado y, sobre todo, sistematizado losdispositivos para prevenir a potenciales rebeldesganar lugares en la estructura de la crcel, en com-paracin con la mayora de las crceles existentes.Todo intento de revuelta debe tener en cuentaestos obstculos en su extensin. Estamos segu-

    ros que la rabia y el ingenio de los rebeldes sabrncomo descifrarlo.En este ajuste de seguridad reforzada, la adminis-tracin penitenciaria planea ocupar el tiempo delos presos. La pseudo-actividad educacional serampliamente distribuida. Esta pequea animacintriste intenta sobre todo presentar una imagen de

    y hechos de vandalismo, cometidos de forma re-lativamente annima en las viejas crceles, pue-den ser localizados inmediatamente. Todo ha sidoprevisto para identicar y castigar directamente alos autores. Una de las actividades ms difundi-das, quemar los fusibles de un ala entera, ser deforma localizada de ahora en ms, gracias a la cajade fusibles con la que cuenta cada celda. Ya quelas tuberas del bao a veces eran bloquedas parainundar un piso, se han instalado sifones en tube-ras adecuadas bajo cada celda, permitiendo queel autor de tan natural venganza sea identicadoinmediatamente. He aqu una aplicacin adicionalde control individualizado, que demuestra su im-portancia cuando uno considera que, en muchoscasos, la administracin penitenciaria no tena losmedios para aplicar estrictamente los desprecia-bles reglamentos internos. Estas estriles crceles

    le ofrecen la posibilidad de hacerlo.Las renovadas penitenciarias han sido adaptadas alas necesidades de n de siglo. Estamos obligadosa notar una paradoja: ahora son las crceles las quese parecen a las fbricas. No slo la disposicinde los lugares impone reglas de funcionamientoadaptadas a las nuevas tcnicas de la organizacin

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    impermeables los diferentes sectores de conna-miento. Por ejemplo, los sectores de pelculas y elsocio-educacional, aunque colocados en la mismaplanta del mismo edicio, no pueden intercomu-nicarse bajo ninguna circunstancia. Controladaselectrnicamente, las entradas inter-bloqueadasdirigen y regulan cada movimiento, ya sea hori-zontal o vertical[4]. El acceso a los techos se dicul-

    ta debido a la presencia de un pretil

    [5]

    . El nmerode patios para caminar se ha aumentado para re-ducir el nmero de presos reunidos en uno de losmomentos ms favorable para la accin colectiva.Se han mejorado y, sobre todo, sistematizado losdispositivos para prevenir a potenciales rebeldesganar lugares en la estructura de la crcel, en com-paracin con la mayora de las crceles existentes.Todo intento de revuelta debe tener en cuentaestos obstculos en su extensin. Estamos segu-ros que la rabia y el ingenio de los rebeldes sabrncomo descifrarlo.En este ajuste de seguridad reforzada, la adminis-tracin penitenciaria planea ocupar el tiempo delos presos. La pseudo-actividad educacional serampliamente distribuida. Esta pequea animacintriste intenta sobre todo presentar una imagen de

    y hechos de vandalismo, cometidos de forma re-lativamente annima en las viejas crceles, pue-den ser localizados inmediatamente. Todo ha sidoprevisto para identicar y castigar directamente alos autores. Una de las actividades ms difundi-das, quemar los fusibles de un ala entera, ser deforma localizada de ahora en ms, gracias a la cajade fusibles con la que cuenta cada celda. Ya que

    las tuberas del bao a veces eran bloquedas parainundar un piso, se han instalado sifones en tube-ras adecuadas bajo cada celda, permitiendo queel autor de tan natural venganza sea identicadoinmediatamente. He aqu una aplicacin adicionalde control individualizado, que demuestra su im-portancia cuando uno considera que, en muchoscasos, la administracin penitenciaria no tena losmedios para aplicar estrictamente los desprecia-bles reglamentos internos. Estas estriles crcelesle ofrecen la posibilidad de hacerlo.Las renovadas penitenciarias han sido adaptadas alas necesidades de n de siglo. Estamos obligadosa notar una paradoja: ahora son las crceles las quese parecen a las fbricas. No slo la disposicinde los lugares impone reglas de funcionamientoadaptadas a las nuevas tcnicas de la organizacin

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    las nuevas crceles que es un poco ms respeta-ble que la imagen de una tumba de alta tecnolo-ga. Por otro lado, son instalados autnticos sitiosindustriales pequeos en estas estructuras de lacrcel, las cuales suelen estar ubicadas en los ba-rrios de verdaderas Zonas Industriales. Todo noslleva a pensar que esto no es un simple bricolaje,sino ms bien que habr una explotacin a granescala del trabajo en las crceles. Algunas rmasprivadas se han asociado con la gerencia de estoslugares a travs de contratos. Estas rmas reducenarticialmente sus costos de construccin a n deatraer al mercado. Tienen la intencin de com-pensar esto de ahora en ms a travs de la explo-tacin de las instituciones penitenciarias, lo quees decir del sudor de los presos. Estn encargadascon los acuerdos de refugio, como estas mierdasse atreven a llamarlo, de la lavandera, la cafetera,

    la salud y, por supuesto, del trabajo y la educacinde los presos. As es como el sistema judicial tienela intencin de racionalizar nancieramente lascrceles, sin dejar de lado la integracin de unasseries econmicas en sus estudios preliminares,negociando con materiales[6] y personal.Las innovaciones tcnicas y la introduccin de

    personal privado limitarn el personal (y las pre-rrogativas) de carceleros. Ms all del parloteopublicitario, la preocupacin de hacer estructurascon la apariencia de empresas de alta tecnologa,que son econmicas y perfectamente controlablesal mismo tiempo, es claramente visible. Quizssea esta la verdadera naturaleza de lo que el sis-tema judicial ve como la apertura de las crcelesal mundo.La asuncin de la responsabilidad individual quese invocada constantemente a n de forzar a losindividuos a inclinarse ante la racionalidad deltrabajo, tambin se usa para someter a los pre-sos a la racionalidad de las crceles e inducirlosa participar en la administracin de su propioencarcelamiento. La administracin penitencia-ria ya tiene un arsenal de medidas coercitivas asu disposicin para individualizar la duracin del

    castigo (favores y condiciones concedidas sobrelas bases de mrito, el tribunal interno de prisin,encierro en solitario y celdas de castigo, supresinde las visitas y actividades, etc.). La moderniza-cin refuerza y extiende el campo de los srdidosclculos que intentan someter a los presos. En es-tas nuevas fbricas de aniquilamiento, los daos

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    las nuevas crceles que es un poco ms respeta-ble que la imagen de una tumba de alta tecnolo-ga. Por otro lado, son instalados autnticos sitiosindustriales pequeos en estas estructuras de lacrcel, las cuales suelen estar ubicadas en los ba-rrios de verdaderas Zonas Industriales. Todo noslleva a pensar que esto no es un simple bricolaje,sino ms bien que habr una explotacin a gran

    escala del trabajo en las crceles. Algunas rmasprivadas se han asociado con la gerencia de estoslugares a travs de contratos. Estas rmas reducenarticialmente sus costos de construccin a n deatraer al mercado. Tienen la intencin de com-pensar esto de ahora en ms a travs de la explo-tacin de las instituciones penitenciarias, lo quees decir del sudor de los presos. Estn encargadascon los acuerdos de refugio, como estas mierdasse atreven a llamarlo, de la lavandera, la cafetera,la salud y, por supuesto, del trabajo y la educacinde los presos. As es como el sistema judicial tienela intencin de racionalizar nancieramente lascrceles, sin dejar de lado la integracin de unasseries econmicas en sus estudios preliminares,negociando con materiales[6] y personal.Las innovaciones tcnicas y la introduccin de

    personal privado limitarn el personal (y las pre-rrogativas) de carceleros. Ms all del parloteopublicitario, la preocupacin de hacer estructurascon la apariencia de empresas de alta tecnologa,que son econmicas y perfectamente controlablesal mismo tiempo, es claramente visible. Quizssea esta la verdadera naturaleza de lo que el sis-tema judicial ve como la apertura de las crceles

    al mundo.La asuncin de la responsabilidad individual quese invocada constantemente a n de forzar a losindividuos a inclinarse ante la racionalidad deltrabajo, tambin se usa para someter a los pre-sos a la racionalidad de las crceles e inducirlosa participar en la administracin de su propioencarcelamiento. La administracin penitencia-ria ya tiene un arsenal de medidas coercitivas asu disposicin para individualizar la duracin delcastigo (favores y condiciones concedidas sobrelas bases de mrito, el tribunal interno de prisin,encierro en solitario y celdas de castigo, supresinde las visitas y actividades, etc.). La moderniza-cin refuerza y extiende el campo de los srdidosclculos que intentan someter a los presos. En es-tas nuevas fbricas de aniquilamiento, los daos

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