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LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA CENTESIMO VIGÉSIMOSEPTIMA ENTREGA 127 Año IV/ 14 de agosto de 2013 Pedro Antonio González Moreno Más allá de la llanura 2ª edición; Biblioteca de Autores Manchegos, Ciudad Real, 2013; 304 pags. Está muy bien que un libro, un buen libro, alcance una segunda edición. Eso quiere decir que ha encontrado su público y que su tema sigue interesando. Esto, que no es habitual en nuestro reducido panorama editorial regional, ha sucedido ahora con este magnifico texto del poeta y escritor (o escritor y poeta, como prefieran) de Calzada de Calatrava (CR) Pedro Antonio González Moreno, de quien ya hemos hablado en alguna ocasión en estas páginas, sobre todo por sus textos poéticos y sus abundantes premios. Partiendo de la estructura de un libro de viajes por las variadas llanuras manchegas de la provincia de Ciudad Real (La Mancha sí, pero también el Campo de Montiel o el de Calatrava y algunas otras comarcas periféricas), Pedro Antonio consigue hilvanar un relato sobre todas estas tierras, que al final son partes de esta tierra nuestra que es Castilla- La Mancha. Un relato en el que aparece el patrimonio, el esfuerzo de los hombres y mujeres a lo largo del tiempo por fijar una obra, una construcción, una huella de su paso por la historia; pero que no se queda en la mera descripción histórico-artística de ese patrimonio. El libro tiene dos partes bien diferenciadas: una primera, de tono más ensayístico, ofrece una serie de profundas y pertinentes reflexiones sobre la identidad; sobre las dificultades de la definición de la identidad en una tierra tan dispar, tan desestructurada como Castilla-La Mancha; esta “hermosa y desamparada tierra nuestracomo él mismo la define. La segunda parte se centra más en la descripción paisajística, pero no en la mera

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Libros y Nombres de Castilla-La Mancha. Entrega 127 (Agosto 2013)

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LIBROS Y NOMBRES DE

CASTILLA-LA MANCHA

CENTESIMO VIGÉSIMOSEPTIMA

ENTREGA

127 Año IV/ 14 de agosto de 2013

Pedro Antonio González Moreno

Más allá de la llanura

2ª edición; Biblioteca de Autores

Manchegos,

Ciudad Real, 2013; 304 pags.

Está muy bien que un libro, un buen libro,

alcance una segunda edición. Eso quiere

decir que ha encontrado su público y que su

tema sigue interesando. Esto, que no es

habitual en nuestro reducido panorama

editorial regional, ha sucedido ahora con

este magnifico texto del poeta y escritor (o

escritor y poeta, como prefieran) de

Calzada de Calatrava (CR) Pedro Antonio

González Moreno, de quien ya hemos

hablado en alguna ocasión en estas páginas,

sobre todo por sus textos poéticos y sus

abundantes premios.

Partiendo de la estructura de un libro de

viajes por las variadas llanuras manchegas

de la provincia de Ciudad Real (La Mancha

sí, pero también el Campo de Montiel o el

de Calatrava y algunas otras comarcas

periféricas),

Pedro Antonio consigue hilvanar un relato

sobre todas estas tierras, que al final son

partes de esta tierra nuestra que es Castilla-

La Mancha.

Un relato en el que aparece el patrimonio,

el esfuerzo de los hombres y mujeres a lo

largo del tiempo por fijar una obra, una

construcción, una huella de su paso por la

historia; pero que no se queda en la mera

descripción histórico-artística de ese

patrimonio.

El libro tiene dos partes bien diferenciadas:

una primera, de tono más ensayístico,

ofrece una serie de profundas y pertinentes

reflexiones sobre la identidad; sobre las

dificultades de la definición de la identidad

en una tierra tan dispar, tan desestructurada

como Castilla-La Mancha; esta “hermosa y

desamparada tierra nuestra” como él

mismo la define.

La segunda parte se centra más en la

descripción paisajística, pero no en la mera

descripción externa formal, como

podríamos encontrar en una guía de viajes,

sino en esa reflexión de quien ha visitado

muchas veces los lugares que cuenta, esa

descripción que aúna conocimiento y

memoria, historia y literatura, esa mirada de

-en palabras del autor- “quien vive

intensamente, interiorizándola, la realidad

de la tierra”.

Relata Pedro Antonio en un texto inicial

cómo no ha cuajado entre nosotros la

tradición paisajística; y señala algunas

excepciones de la mejor literatura

manchega (de Ciudad Real), como el

novelista Francisco García Pavón o los

poetas Eladio Cabañero y Juan Alcaide, que

sí han cultivado con acierto este género.

Para terminar con una confesión de parte

que define claramente el tono y el espíritu

del libro y que, a mi entender, es lo más

valioso del mismo: su acercamiento a esta

realidad viene hecho “desde el amor más

inquebrantable pero también desde la más

insobornable conciencia crítica. Tanto la

lija como la seda……”.

Estamos pues ante una mirada lúcida sobre

nuestra tierra, sobre una parte de ella como

es la provincia de Ciudad Real; una

aproximación y una mirada que nos aporta

nuevas claves para entenderla sin dejar por

ella de seguir queriéndola y admirándola.

Alfonso González-Calero

CAÑEQUE BEDOYA, Fernando,

Fidel, Guadalajara, El Autor/Editores

del Henares, 2013, 246 pp.

Estamos ante lo que podrían

considerarse unas “memorias”, quizá un

tanto noveladas. Una historia -muchas-

sin nombres propios. La acabo de leer y

la verdad sea dicha, he salido

reconfortado tras su lectura. Aparte de

estar bien escrito, cosa no muy

frecuente en una persona que no se

dedica a estos menesteres, es un libro, el

relato de una vida, hasta cierto punto

ejemplarizante: la de Fidel -el

protagonista del libro- que en realidad

se llamaba Félix.

Se trata de una biografía cíclica,

-comienza por el final y termina por el

comienzo-, en la que se recogen los dos

aspectos más sobresalientes de la vida

de Félix, nacido en Valdenuño

Fernández; los dos aspectos que

marcaron su vida para siempre: la

guerra civil 36-39 y su trabajo como

esquila(dor).

El prólogo es la visión de una nieta, que

poco a poco ha pasado “a limpio” el

libro que escribiera su padre -Fernando,

hijo de Félix- domingo tras domingo,

para quien además de un libro bonito

“el más bonito que jamás he leído”, le

ha servido para descubrir, al igual que

sucederá con muchos lectores, “que el

éxito de la vida no radica en los logros

materiales sino en conseguir que te

recuerden con respeto y cariño” y que

“lo más grande es la familia, una obra

infinita que perdura en el tiempo y logra

que vivamos eternamente”.

El libro se distribuye después a lo largo

de treinta y dos capítulos (XXXII). Son

capítulos no muy largos, algunos cortos,

que se leen muy bien y de un tirón, no

dejando su lectura a medias. Los tres

primeros son una especie de recuerdo de

lo vivido y dan paso a los dos bloques

principales en que se divide: desde el

capítulo IV, “1936: Destino”, hasta el

XX, “Licencia. Nueva vida”, en los que

va narrando, siguiendo lo escrito

anteriormente en una especie de diario

personal, los hechos más destacables de

la guerra: la huída de su compañero

Ángel, pasándose al ejército

nacionalista; el valor manifestado en

algunas acciones y su premio

correspondiente; la primera vez que le

hicieron prisionero; su participación en

la batalla de Belchite y en el frente de

Teruel -donde casi muere congelado en

una guardia nocturna-; la segunda vez

que fue prisionero; la batalla del Ebro;

la llegada de los nacionales y el nuevo

destino en el campo de Ordesa, hasta el

fin de la guerra; la lucha contra el

maquis y la licencia absoluta.

Contrariamente a lo que sucede con

otros libros de este tipo, en que se

muestra una parcialidad total, en este no

hay señales de odio: Félix -Fidel en la

narración- no tuvo más remedio que

servir en los dos bandos y lo único que

le interesaba era hacer el bien, como

tantas veces le había recomendado su

padre. Su pensamiento constante era

que tantos muertos no servían para

nada, acaso para avanzar unos metros o

unos kilómetros de tierra, pero que

segar tantas vidas no merecía la pena.

Los capítulos siguientes, del XXI,

“Reencuentro”, al XXXII, “El final del

grupo”, aluden a la creación de un

grupo de esquiladores formado entre

amigos de varios pueblos limítrofes (El

Casar), que gracias a esa amistad y

camaradería, ayudándose mutuamente,

recorrían otros pueblos, de Guadalajara,

Madrid, Toledo, Ciudad Real…

buscando ganado que esquilar para

ganarse la vida. Era un trabajo duro

pero gratificante por las personas que

fueron conociendo a lo largo de sus

salidas anuales. Primero buscando

ganaderos a los que servir y después,

una vez conocido el grupo, para cumplir

anualmente con su cometido gracias a

su seriedad y buen comportamiento.

La narración se hace alegre y amena,

divertida en muchas ocasiones, triste en

otras, cuando su protagonista principal

recuerda algunos hechos vividos en su

anterior etapa, cuando la guerra -que

nunca quiso recordar-, en muchas es

tremendamente humana, y al lector se le

humedecen los ojos.

Quisiera comentar ahora un capítulo

que me ha llamado la atención. Se trata

del XXVII, titulado “La tormenta”, que

tanto me ha recordado aquellos escritos

de los “curiosos impertinentes”, los

viajeros ingleses por España, y sus

encuentros con el mundo casi “oriental”

-escapado de Las mil y una noches- de

los gitanos. Aquí, en este capítulo, no

estamos ante un Richard Ford, quizá

demasiado atrás en el tiempo, pero sí

ante un Don Gitano, aquel simpático

don Walter Starkie que recorrió las

tierras granadinas en busca de sus

gentes, pues él era gitano, ganándose la

vida tocando el violín o pidiendo en las

puertas de las iglesias, aunque eso sí,

con el riñón bien cubierto y una gran

carga de cultura a las espaldas.

La lectura de este capítulo, tan distinto a

los demás, me dejado una profunda

huella. Tal vez por lo que significa en

cuanto al mundo de las relaciones

humanas. Por eso lo destaco y

recomiendo su lectura, en especial.

La “Visión de un hijo”, “Después de tu

partida” y un “Anexo”, en el que el hijo

narra algunos aspectos hasta entonces

ocultos al lector: el hecho de recibir una

carta procedente de Ciudad Real que

contenía el “bloc de tapas negras,

descoloridas, pero en buen estado” que

“era el diario de mi padre” y del que el

lector podrá comprobar su

procedencia…

En fin, un libro sencillo y amable, quizá

algo duro en el primer bloque citado, y

en algunos capítulos del segundo, pero

entrañable, seriamente escrito, con total

pulcritud, empleando un castellano

correcto y gratificante en estos tiempos

que corren.

¡Qué buen homenaje de un hijo a la

memoria de su padre!

José Ramón López de los Mozos

Cuencacultura.es

JOSÉ LUIS LUCAS ALEDÓN

PRESENTA SU LIBRO „EL

AMANECER SANTO DE

CUENCA. LAS TURBAS‟

16/05/2013 · de cuencacultura

El pasado mes de mayo en la Diputación de

Cuenca, se presentó el libro de José Luis

Lucas Aledón “El amanecer Santo de

Cuenca. Las Turbas”. El libro fue escrito a

instancia del Grupo Turbas y publicado por

el Servicio de Publicaciones de la

Diputación. La presentación, corrió a cargo

de la periodista Pilar Olivares.

Aurelio Lorente, en representación del

Grupo Turbas, quiso mostrar su

agradecimiento tanto al autor por asumir

este encargo a pesar de sus dificultades,

como a la Diputación por implicarse en esta

aventura.

Ya en la presentación, Olivares ha querido

subrayar el trabajo minucioso de recuerdo y

de recuperación de datos, historias y

confidencias, que Lucas Aledón, turbo al

fin y al cabo, ha realizado en este libro.

Finalmente ha sido el autor el encargado de

desgranar algunas de las peripecias vividas

para dar vida a este proyecto en el que,

según ha reconocido, desde un principio

quería “contar con todos y hacerlo con

todos”, lo que se pone de manifiesto a la

hora de agradecer colaboraciones: las de los

que han dejado su aportación debidamente

consignada con sus ilustraciones, y las que

se dejan entrever a lo largo del relato.

El libro cuenta con las siguientes

colaboraciones: Cubierta: Miguel Angel

Mose; Ilustraciones: Pedro Romero Sequí

y Miguel Angel Moset. Fotografías:

Aurelio Lorente, David L. Meysonnier y

Antonio Texeda

Colecciones fotográficas: José Luis Lucas

Aledón, Antonio Garcia Escamilla,

Lorenzo Carretero, Jesús Caballero, Adolfo

Gonzalez Cerrillo, Manuel Aguilar, José

María Muro Charfolé, Francisco Alarcón

Díaz y Florián Belinchón Sancho

16/05/2013 · cuencacultura ·

RIOPAREANDO

Parque natural de los Calares del

Mundo y de la sima

Jorge Escudero

Edita: Centro de Educación Ambiental

La dehesa; Albacete, 2013; 280 pags.

Estamos ante un libro interesante y útil

para divulgar una parte del muy rico

patrimonio natural, cultural histórico y

de arqueología industrial que contiene

este entorno albacetense.

Se trata de un libro misceláneo, con

infinidad de recuerdos. Su autor ha

vivido y trabajado toda su vida en esta

comarca y la conoce como la palma de

su mano: sus animales, sus costumbres,

su flora, sus personajes, y también su

historia

El libro dedica un capítulo especial

bastante detallado a las fábricas de latón

de san juan de Riópar, fundadas por el

austriaco Juan Jorge Graubner en el

siglo XVIII, con el apoyo de la

monarquía borbónica.

Pero el apartado histórico se completa

con una segunda parte muy detallada en

la que el autor cuenta sus vivencias en

la segunda mitad del siglo XX; y aquí

nos habla de las personas, los trabajos,

los oficios, los lugares, los

acontecimientos etc.

El libro es, pero no sólo, una guía para

visitantes, pero mucho más densa y

llena de sabiduría que las simples guías

turísticas al uso.

Además de las fábricas metálicas la

comarca es abundante en resina y su

aprovechamiento, en maderas de

árboles que eran trasladadas por el río

(al igual que los gancheros del Tajo que

narraba Sampedro); en ganadería (que

practicaba la trashumancia). AGC

El despertar de Toledo en la Edad

de Plata de la cultura española

Laura Lara Martínez

Editorial UDIMA

256 pags. edición: 1ª: 2013

precio: 28.85 € + IVA

precio (PDF): 10 € + IVA

En el mítico 1898, la contemporaneidad

había llegado a Toledo, aún cuando en

Zocodover, en la Puerta de Bisagra, en

la gótica catedral y en su trepidante

laberinto urbanístico todavía resonaran

con fuerza los embates medievales, se

inhalaran los aterciopelados aromas de

su aljama o se escuchara la rapsodia de

romances hilvanados con los lamentos

de la comunidad judía desterrada de su

amada Sefarad.

Al inaugurarse el siglo XX, la vida

toledana todavía se concentraba en el

interior de sus murallas como si de una

elevada isla simbólica se tratara. Pero

Toledo, la otrora ciudad de las tres

culturas, era a esas alturas temporales

un espacio de contrastes donde

pervivían las estampas tradicionales con

los progresivos adelantos técnicos.

Precisamente, es en la Edad de Plata

cuando asistimos a la revalorización del

potencial cultural de esta ciudad de

pasado glorioso. Junto al

redescubrimiento de El Greco, es

posible contemplar el despertar del

turismo «toledanista», gestado gracias a

estímulos externos en la centuria

decimonónica (cuando la ciudad del

Tajo fue visitada por intelectuales

extranjeros de la categoría de Andersen,

Gautier o Doré), y desarrollado en

décadas sucesivas en virtud de impulsos

internos liderados por españoles

enamorados de la «ciudad imperial»,

entre los que destacan Galdós,

Arredondo, Urabayen, Cossío, el

marqués de la Vega-Inclán y Marañón.

Isidro SÁNCHEZ SÁNCHEZ

(coord.), Educación, Ciencia y

Cultura en España: auge y

colapso (1907-1940).

Pensionados de la JAE, Almud Ediciones-Centro de Estudios de

Castilla-La Mancha, 2012. 558 pp. No descubro nada nuevo si empiezo

estas líneas recordando el impulso

modernizador que vivió la cultura española

en el primer tercio del siglo XX. Fue su

“edad de plata”, en feliz expresión de

Mainer, especialmente de la cultura escrita.

Pero ese período de auge, cuyo nervio

creativo podemos seguir a través de

publicaciones como España (1915-1924),

se cerró abruptamente con la Guerra civil y

el inicio de la sistemática represión

franquista. Contaba Francisco García Pavón

en Los Nacionales cómo asistía atónito,

siendo un niño, al desmantelamiento del

Instituto de Tomelloso. En unas camionetas

sin destino conocido eran cargados los

libros, mapas, instrumentos del laboratorio

y demás enseres que se habían utilizado en

las aulas del centro educativo creado

durante la Segunda República (Obras

completas, Ciudad Real, Diputación, 1996,

v. I, pp. 592-594). Relato histórico

inquietante, fiel visualización del “¡Muera

la inteligencia!” de Millán Astray y

metáfora del desprecio que las nuevas

autoridades sentían hacia la cultura plural,

reemplazada por otra férreamente

controlada.

Y fue ese desprecio, esa sospecha

constante sobre el intelectual, lo que

impulsó también la liquidación de la Junta

de Ampliación de Estudios como emblema

y herramienta valiosa de las inquietudes

renovadoras que animaron las primeras

décadas del XX. Un Decreto del Ministerio

de Educación Nacional anunciaba la

disolución de la JAE en 1938 y se

concretaba, ya acabada la Guerra, en la ley

que creaba el CSIC y en la orden que

obligaba el traspaso a este centro de los

bienes de la Junta (1939 y 1940,

respectivamente). La norma seguía a una

intensa campaña de desprestigio liderada

por autores como Enrique Suñer o Joaquín

de Entrambasaguas, entre otros;

pensionados ambos, por cierto, de la JAE.

Concluían así más de 30 años de una

institución que pretendió mejorar la calidad

científica de nuestros investigadores y

docentes, promoviendo las estancias

formativas, singularmente en el extranjero,

con un programa de pensiones que llegó a

3.872 personas, 442 de ellas mujeres.

Pues bien, es de ese esfuerzo de lo

que habla este libro, que se gestó como

proyecto de investigación en 2007 para

biografiar a los pensionados de la JAE

originarios de Castilla-La Mancha o que

trabajaron en estas tierras. Pero el

resultado va más allá y constituye una

suerte de reflexión informal sobre la

evolución de la educación, la ciencia y la

cultura en las primeras décadas del siglo

pasado. Su coordinador ha sido Isidro

Sánchez, profesor titular de Historia

Contemporánea en la Universidad de

Castilla-La Mancha hasta su reciente

jubilación, impulsor del Centro de

Estudios de Castilla-La Mancha y co-

director del mismo.

Además del trabajo, nada fácil

seguro, de coordinar a ochenta autores

(una verdadera obra coral), el profesor

Sánchez firma una enjundiosa y crítica

introducción, necesaria para comprender

ese “auge y colapso” de los que habla el

subtítulo de la obra y que nos enfrenta de

bruces con la parálisis cultural del

franquismo. Dicha introducción se

vertebra en cuatro epígrafes bien

hilvanados: “Premisa”, “El cauterio del

Caudillo y el fin de una labor

modernizadora” (la parte más extensa),

“Un libro colaborativo” (donde se explica

la gestación y sentido de la obra) y

“Textos” seleccionados, algunos de ellos

verdaderamente reveladores. Por sus páginas desfilan nombres de

la talla de Julián Besteiro, Carmen de

Burgos Seguí, Lorenzo Luzuriaga, Luis de

Hoyos, Tomás Navarro Tomás, Gregorio

Prieto… También otros muchos que no

pasaron a la primera plana cultural o

científica de España, pero que son,

igualmente, demostración de la inquietud

intelectual que animó a un nutrido grupo de

profesionales. Hombres y mujeres como

Isidro Almazán Francos, Josefa Álvarez

Díaz, Alberto Blanco Roldán, María Josefa

Gómez y Sánchez o María Antonia Liz

Díaz, por poner sólo algunos ejemplos.

Puede hablarse, pues, de un sólido

diccionario biográfico con sus 201 entradas,

escritas solventemente por profesores

universitarios, periodistas y gentes

vinculadas al mundo cultural en Castilla-La

Mancha. Material suficiente para desmontar

la falacia de que la JAE sólo becó a

izquierdistas. Podemos encontrar a

represaliados después de la Guerra por sus

ideas políticas, pero también a otros que

alcanzaron cierta notoriedad durante la

dictadura en diversas instituciones

científicas o académicas.

La pertinencia del libro, con una

sencilla pero cuidada maquetación por

cierto, está más que justificada, ya que, a

pesar de los valiosos trabajos de José

Manuel Sánchez Ron (pionero en el tema) y

de Teresa Martín Eced (centrados en el

mundo educativo), la Junta de Ampliación

no ha merecido quizás todo el interés

bibliográfico que merecía. La reciente

conmemoración del centenario de su

creación ha facilitado la edición de trabajos

valiosos (El laboratorio de España: La

Junta para Ampliación de estudios e

Investigaciones Científicas, 1907-1939,

Madrid, Sociedad Estatal de

Conmemoraciones - Residencia de

estudiantes, 2007 y 100 años de la JAE. La

Junta para Ampliación de Estudios e

Investigaciones Científicas en su

centenario, Madrid, Residencia de

Estudiantes, 2010; al cuidado ambos de

Sánchez Ron) pero la institución sigue

siendo bastante desconocida fuera del

ámbito universitario.

El esfuerzo editorial se debe al ya

mencionado Centro de Estudios de

Castilla-La Mancha y a Almud,

modestísima editorial en cuanto a sus

recursos económicos y humanos, pero que

ha sido fundamental en la difusión de la

cultura de esta región y en el

conocimiento de su historia. Su

responsable, Alfonso González-Calero,

firma el prólogo de estas más de

quinientas páginas a las que pone colofón

el recuerdo a otro innovador, el pensador

y pedagogo anarquista Francisco Ferrer i

Guardia.

En tiempos de profunda crisis económica,

de drásticos recortes sociales y educativos

cuyos perversos efectos a largo plazo son

impredecibles, no están de más obras

como esta, que rescatan el pasado de lo

que pudimos ser y no fuimos.

Rafael Villena Espinosa En la revista digital Vínculos de Historia, núm.

2 (2013) UCLM | pp. 430-431

MI MÚSICA SINESTÉSICA

Roberto Jiménez Silva

Editorial Ledoria

La culminación a 36 años de

investigación

Desde1977 hemos profundizado en el

Arte Sinestésico, que es aquél que

entendemos como el estilo artístico que

enfatiza los aspectos cromáticos,

formales y estructurales en analogía

profunda entre la música y el resto de

las artes, permitiendo crear una obra

liberada de toda función mimética y

nacida exclusivamente a partir de la

experiencia interna.

Este Arte Sinestésico al que hombres

como Goethe, Newton, Kandinsky,

Bertrand Castel, Rameau y tantos otros

pensadores también aportaron sus ideas

al respecto, SINESTÉSICA ha logrado

con la Música, la Pintura, la

Arquitectura, la Palabra… en definitiva,

con la convergencia de las artes y aún

desde sus fines individualistas, plasmar

sus resultados en el Arte Sinestésico

como estilo revelación del siglo XXI,

convirtiéndolo en un arte nuevo y

activo.

“Música Sinestésica: Savia Nueva”

contiene todos los elementos que

singularizan un movimiento nuevo: Su

temática moderna, la priorización

tecnológica, detalles de poderosa

sensación de que nos hallamos ante una

muestra que requiere que se la

experimente, no solo que se la

contemple.

De la web de Editorial Ledoria

Mariano Velasco Lizcano

Mancha roja: República y Guerra civil

en La Mancha de Ciudad Real

224 pags.; 12 € Ed. Círculo rojo

La Mancha ciudadrealeña fue territorio

legal republicano hasta que aconteció la

abolición del Régimen como

consecuencia del resultado final de la

Guerra Civil. También, durante el

conflicto bélico fue siempre zona de

retaguardia, sin que llegara a asentarse

en ella ningún frente militar. Pero no

por eso dejo de sufrir la violencia y el

terror revolucionario incontrolado que

se desató en los primeros momentos del

conflicto, con sus secuelas de incendios,

saqueos, persecuciones y asesinatos. Lo

que a la par propiciaría una terrible

venganza posterior, materializada en

forma de depuraciones y juicios

sumarísimos que acabaron en largas

condenas penales, cuando no en penas

de muerte irremisiblemente ejecutadas

frente al paredón.

"Mancha Roja" pretende rememorar

aquellos sucesos desde una perspectiva

sociológica de investigación, quizá

porque el autor entiende que el amor a

la tierra se forja con el dolor del pasado,

que no es fácil de olvidar, y con el gozo

presente de buscar la verdad... Aunque

sólo sea "la verdad" parcial a la que éste

mismo haya podido llegar a través del

análisis global realizado y de su

inmanente conclusión.