120 matar y guardar la ropa

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Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura Boletín del Club de Lectura EL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITO Temporada 8 / FEBRERO 2011. Número 120 http://clubelgrito.blogspot.com

CARLOS SALEM SOLA nació en Buenos Aires en 1959 y reside en España desde 1988. Ha dirigido diarios como El Faro de Ceuta y El Telegrama o El Faro de Melilla. Ha publi-cado las novelas Camino de ida (2007, Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón), Matar y guardar la ropa (2008, Premio Novelpol a la mejor novela policial), Pero sigo siendo el rey (2009, finalista del Premio Dashiell Ham-mett), y Cracovia sin ti (2010, Premio Seseña de Novela); los libros de relatos Yo también puedo escribir una jodida historia de amor (2008, finalista del Premio Setenil al mejor libro de relatos), y Yo lloré con Terminator 2 (Relatos de Cerveza-Ficción); además de los poemarios Si dios me pide un bloody mary (2008), Orgía de andar por casa (2009) y Memorias circulares del hombre-peonza (2010). Varias de sus novelas han sido traducidas al francés y al alemán. Es profesor del Centro de Formación de Novelistas, con sede en Madrid y dicta talleres de narrativa creativa en Madrid y Gine-

bra.

ENTREVISTA: ALMUERZO CON... CARLOS SALEM

"La literatura y el periodismo son exagera-ción"

SERGIO C. FAN-JUL 11/01/2010

Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) aparece con su eterno pañuelo en la cabeza, a modo de buca-nero, en una de las empi-nadas calles del barrio de Lavapiés que parecen sacadas de un pueblecito marítimo. Y es que este escritor ha cruzado mu-chos mares. El primero, el océano Atlántico, en 1987. "Por hartazgo", di-ce.

Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) aparece con su eterno pañuelo en la cabeza, a modo de bucanero, en una de las empinadas calles del barrio de Lava-piés que parecen sacadas de un pueblecito maríti-

mo. Y es que este escritor ha cruzado muchos ma-res. El primero, el océano Atlántico, en 1987. "Por hartazgo", dice. "Entonces hubo un intento de gol-pe de Estado fallido contra Alfonsín. Los golpistas, llamados carapintadas, anunciaron la formación de un partido político y las encuestas vaticinaron que serían la tercera fuerza. Así que me harté y me fui".

Antes de dejar Argentina hizo de todo: vendió sá-banas estampadas por burdeles, o un matacucara-chas que era un timo; fue maestro pizzero y golfo. "Pero desde los 10 años yo quería escribir", dice. Así que aterrizó en el Rastro de Madrid, no muy lejos del restaurante blanco y diáfano, algo hippy, contra el que hoy contrasta su figura de negro ri-guroso. Allí vendió pulseras y collares mientras tejía una intrincada red de contactos que le permi-

tiría practicar el periodis-mo freelance. Cualquiera di-ría que este hombretón que usted ve en la foto y que come con fruición aquí delante esos grandes mejillones negros fue reportero social para revistas femeninas. Después, la vida le llevó a cruzar más mares y dirigir varios periódicos en Ceuta y Melilla, con bastante éxito: "No soy un líder nato", dice, "pero soy un liante. Jún-tame con 10 tipos y seguro que lío algo".

Ahora, anclado en Madrid, es un prolífico escritor. En dos años y medio ha pasado de autor desconocido a publicar seis libros, entre relato, nove-la y poesía. Sus novelas -la última es Pero sigo siendo el rey- han sido muy premiadas y están teniendo buena acogi-da en Francia. Medio road movie, medio policiacas, me-dio humorísticas, en ellas

aparecen trasuntos de personajes reales como el rey Juan Carlos, Paco el Pocero, Luis Cobos, Julio Iglesias o Baltasar Garzón. "Garzón metió el dedo en un montón de cosas en las que nadie tenía hue-vos a hacerlo", explica Salem con voz ronca mien-

MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA MATAR Y GUARDA LA ROPA Carlos SalemCarlos Salem

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tras fuma compulsivamente. "Que tenga ambición de reconocimiento me parece perfecto. También yo quiero vender más que Stieg Larsson".

Así que, tras 20 años de periodista, ahora es escri-tor. "El periodismo, como la literatura, es una exa-geración. Exageración en el buen sentido: tienes que elegir qué hecho cuentas, cuál es el más importante. Cuando escribes narrativa tienes que elegir qué hecho cuentas de todos los posibles. Hay voluntad de mostrar algo. Si describes un cam-po de refugiados no vas a contar que hay 10 tíos que tienen iPod, sino las malas condiciones en las que viven. En una novela pasa lo mismo".

Y, además, poeta. En Madrid es uno de los cabecillas de un amplio grupo de esos poetas que se han dado en llamar urbanos y que se formó al calor del Bukowski Club, en Malasaña, que Salem codirigía. "La gente que es-tá jodida escribe poesía, porque tiene rabia y la poe-sía está al alcance de cualquiera. En mis poemas, yo le digo al pan, pan, y al vino, vino. Luego hay quien te pone un nenúfar, pero ¿quién ha visto un nenú-far? Lo más parecido es el Pato W.C. que tienes en el baño".

Se acaba la comida, la cerveza, el tabaco, y Salem se marcha en busca de café a otro de los garitos portua-rios de Lavapiés. No sin antes dejar firmada su no-vela con uno de sus lemas: "Si hay miseria, que no se note".

http://www.elpais.com/articulo/ultima/literatura/periodismo/exageracion/elpepiult/20100111elpepiult_1/Tes?print=1

Matar y guardar la ropa

Jesús Lens Espinosa de los Monteros, Pateando el mundo, 16 de junio de 2008

«Siempre se ha dicho que lo realmente difícil no es escribir una buena primera novela sino, una vez conseguido ese logro, escribir un segundo libro que no desmerezca al anterior. Y por eso, reconozco que tenía mis dudas a la hora de leer Matar y guar-dar la ropa, de Carlos Salem, publicada por el des-cubrimiento literario-editorial de este 2008: los in-quietos, valientes y decididos chicos de Salto de Página. Un descubrimiento, dicho sea de paso, que tenemos que poner en el cada vez más generoso y abultado haber de nuestra querida Cristina Macía, alter ego gijonés de un servidor... siempre que no

estemos dentro de una cocina. Y tenía mis dudas porque acababa de leer Camino de ida, entre las finalistas del Silverio Cañada de Semana Negra y, posiblemente, la novela con que

más he disfrutado en lo que va de año. Y temía, tan cerca en el tiempo, leer la segunda obra del autor, recién publicada, y que se perdiera la magia, se rompiera el idilio o algo así. Me daba miedo que se repitiera, que fuera capaz de mantener el extraordinario ni-vel y que mi relación lectora con Carlos Salem tornase en un no de-seado camino de vuelta. Sin embargo, una vez devora-da Matar y guardar la ropa, ya creo estar en condiciones de anun-ciar que esa relación ha entrado en lo que va a ser, sin lugar a du-

das, un fructífero camino de no retorno: de ahora en adelante, todo lo que escriba Carlos Salem me tendrá como ferviente lector, admirador y seguidor (...). La de Matar y guardar la ropa es una lectura apa-sionante, protagonizada por unos personajes tan atractivos y singulares como los del Camino de ida, pero en una historia completamente diferente. En este caso, en vez de situarnos en mitad del Marrue-cos más exótico, el autor nos lleva a un camping nudista murciano, donde se dan cita un puñado de personajes muy diferentes entre sí, pero todos ellos relacionados con Juan Pérez Pérez, un teóricamen-te anodino ejecutivo de una multinacional, despre-ciado por su mujer que, sin embargo, tiene un tra-bajo muy especial: sicario. A partir de unos personajes de raigambre marxista tan desaforados, caóticos y surrealistas como los Groucho, Chico y Harpo de las películas, Carlos Salem ha construido una novela en la que pasan muchas más cosas de lo que a simple vista parece, con unos diálogos ácidos y chispeantes como lati-gazos y unas relaciones entre los personajes en ab-soluto fáciles o maniqueas. Personajes de los que te gustaría ser amigo, con los que te gustaría compar-tir confidencias, secretos, un pasado común y, por supuesto, unas cuantas noches de farra en locales como, por ejemplo, ese Club Bukowski que tan buena pinta tiene. Matar y guardar la ropa es una extraordinaria no-vela que se lee avariciosamente y que se disfruta desde la primera línea hasta la última, cuyos per-sonajes se quedan guardados en la memoria del

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lector. Una novela que acredita a Carlos Salem co-mo uno de los mejores narradores españoles de este comienzo de siglo XXI, un autor al que seguir la pista muy, pero que muy de cerca.

José Andrés Espelt, Cruce

de cables, 3 de julio de

2008

«Para qué negarlo. Camino de

Ida es la lectura novel suicida más

apasionada del 2007. Y Matar y

guardar la ropa es la confirmación

de un autor, hasta ahora descono-

cido y escondido en Malasaña.

»Salto de Página, la editorial de

Carlos Salem, no se podía imaginar

ni en sus mejores sueños que dos

de sus autores se pudieran codear

en Gijón con dos premios que dan un prestigio al

autor que los consigue, el propio Carlos y su amigo

del alma, Leonardo Oyola.

»Si la novela policíaca vive hoy en día una tercera

juventud, en autores y publicación, mucho me temo

que se lo debemos a los autores que vienen de las

Américas y que se aposentan en nuestras ciudades.

Ellos han tenido la mejor escuela del mundo, la calle

y las situaciones políticas que soplaron con fuerza

sus países respectivos.

»(...)Un asesino a sueldo, con problemas de toda

índole, y que tiene que hacer un trabajito en un

camping nudista de Murcia, y que por las casualida-

des de la vida en el mismo veranean su ex mujer,

sus dos hijos, el compañero de la mujer (un juez de

los peligrosos), un inspector que observa sus movi-

mientos, y un amigo de la infancia. La pregunta es

fácil ¿Cómo unimos todo?

»Carlos es un barman y nos realiza un cocktail en-

tretenido, divertido y que poco a poco se va cons-

truyendo una situación anecdótica e implacable, en

que los personajes son culpables y inocentes y a la

vuelta de la esquina vuelven a ser inocentes y culpa-

bles.

»Pero todo este argumento nos guardará sorpresas

agradables. La relación de este Número Tres, asesi-

no a sueldo de la Empresa, que se encarga de des-

pachar personas con su trabajada coartada de visi-

tador médico, ese Juan Pérez con sus hijos; la amis-

tad con un anciano llamado Andrés Camilleri

(profesor retirado y que escribe novelas policíacas),

en claro homenaje al autor favorito del autor. Vol-

verá a descubrir el amor con una jovencita llamada

Yolanda, que lo embestirá en una nueva juventud.

»Matar y guardar la ropa es la novela del verano,

sin duda. Y Carlos, un amigo para

siempre.»

"Matar y guardar la ropa", las vaca-"Matar y guardar la ropa", las vaca-"Matar y guardar la ropa", las vaca-"Matar y guardar la ropa", las vaca-

ciones de un asesino a sueldociones de un asesino a sueldociones de un asesino a sueldociones de un asesino a sueldo

Guillermo Orsi

http://guillermoorsi.blogspot.com/2010/02/matar-y-guardar-la-ropa-las-vacaciones.html

Los padres separados no la tienen

tan fácil como sugieren sus ex muje-

res. Ver a los niños respetando un

régimen fijo de visitas, o cargar con

ellos a la hora de salir de vacaciones,

por ejemplo, son las ocasiones más

frecuentes en las que un padre debe-

ría disfrutar de sus hijos, aunque

puede complicarse cuando ese padre tiene un ofi-

cio como el de "killer" -asesino a sueldo, que le di-

cen.

Carlos Salem toma a su personaje, "Número Tres"

-como lo mentan en la organización a la que perte-

nece-, también conocido por su familia como Jua-

nito Pérez Pérez, justo a la hora del relax, del dol-

ce far niente. Tratándose de un asesino, a primera

vista no parece que contar su peripecia pudiera

despertar la simpatía de nadie, mucho menos la

empatía del lector. Y sin embargo Salem lo logra,

sin golpes bajos, tomando distancia de los efectis-

mos, iniciándonos en la compleja sicología del ma-

tador a partir de sus virtudes morales -que las

tiene, como cualquier hijo de vecino.

La "empresa" se entromete en sus vacaciones y

obliga al protagonista a cambiar de rumbo y des-

embarcar en un campamento nudista. El pobre

tipo -porque a esta altura del relato ya estamos de

su lado- no tiene en claro por qué lo mandan allí,

aunque tiene sus sospechas y arma sus conjetu-

ras, que va compartiendo -a medias- con el lector.

Mientras tanto, sus hijos, su ex mujer que llega al

mismo campamento y se instala en el predio veci-

no, otra mujer que empieza a filtrarse en su vida,

relaciones circunstanciales y sospechas, muchas

sospechas de que el galimatías irá a desembocar

en un peligroso desenlace.

Lo que en un autor menos avezado podría sonar

hasta inverosímil, Salem lo vuelve verdad. Las

contradicciones del terminator español son muy

humanas y el lector las comparte hasta con afecto.

La muerte, materia prima de su oficio, queda lejos

Page 4: 120 Matar y Guardar La Ropa

del escenario en el que se desarrolla el conflicto

novelístico, aunque se cierna como previsible tor-

menta.

El juego de cajas chinas que

supone la novela es parte de la

trama que se irá develando,

como corresponde, en las últi-

mas páginas de "Matar y guar-

dar la ropa". Pero en todo su

desarrollo, el talento de este

escritor argentino -radicado en

España desde hace veinte

años- nos acerca a unos perso-

najes inquietantemente próxi-

mos. Y demuestra, como sólo la

literatura puede hacerlo, que

ninguna conducta humana se

gesta en soledad, que todo lo

frágil y lo muy poco que habrá

de trascendernos lo aporta la

vida en sociedad, las relaciones

de poder, los desencuentros del

amor, la vieja canción de las penas sin consuelo.

Una asesino en el campo nudistaUna asesino en el campo nudistaUna asesino en el campo nudistaUna asesino en el campo nudista

Crítica de Jorge Eduardo Benavides para MERCURIOCrítica de Jorge Eduardo Benavides para MERCURIOCrítica de Jorge Eduardo Benavides para MERCURIOCrítica de Jorge Eduardo Benavides para MERCURIO Una cuestión imprescindible que nadie debe olvidar cuando se lee alguna novela de género negro –en realidad,de cualquier género – es que ante todo se trata de literatura. Y esta se maneja con idénticos criterios de exigencia pa-ra cualquier ficción literaria. Es cierto que el gé-nero impone a la historia ceñirse a ciertas coor-denadas y trabajar con elementos característi-cos: la intriga, la investigación, el detective, al-gún cadáver, mucho whisky... elementos todos estos que al mismo tiempo le hacen correr el peor de los riesgos, a saber: que se convierta en un pastiche, una caricatura del género en si. Por ellos, Matar y guardar la ropa, del hispano argentino Carlos salem, logra un indiscutible sobresaliente respecto al desafío que supone abordar una historia que observa todos los re-quisitos del género y que agrega otros, de per-sonalísima cosecha, para darle frescura y vitali-dad a la narración. Juanito Pérez Pérez, con su cuarentena a cuestas, se halla en una encrucija-da personal, pues lleva una vida más bien pusi-lánime de oscuro vendedor mayorista de artí-culos higiénicos, enfrentado a la decepción y el reproche constante de su ex mujer, así como al posible desencanto de sus hijos, que están en esa edad en que papá ya no es más un super-

héroe sino simplemente papá. Y Juanito Pérez Pérez es un simple papá por excelencia. Pero no sólo: también es el número tres. Pertenece a

una organización confusamente mercenaria que le hace llevar una doble e inquietante vida de la que los suyos no tienen –ni pueden tener– la más mínima idea. La novela se pone en mar-cha cuando dicha organización le encarga un trabajo especial, en una playa nudista, haciendo tri-zas sus planes de unas vacacio-nes tranquilas con sus hijos, a quienes se ve obligado a llevar consigo. En la playa nudista coin-cide con su ex mujer y su actual novio, un juez brillante y valiente por el que Pérez Pérez (más bien el número tres) siente gran admi-ración. Y aparece un amigo de la infancia. Y también algún que

otro siniestro personaje de la organización. Y un viejo escritor de novela negra, elegante, agudo y que cumple a cabalidad con el papel de padre para Juanito Pérez Pérez. Pues con estos elementos que rozan peligrosa-mente lo esperpéntico y el pastiche, Salem ha logrado construir una novela inteligente que no otorga el mínimo respiro al lector, pulveri-zando todas las posibles salidas a la intriga que crece arborescente, como una tupida tela de araña, envolviendo desde el principio a los per-sonajes y de paso cualquier resquemor del lec-tor que sigue página a página la evolución de esta trama bien dosificada, ingeniosa, llena de trampas, como exige lo mejor del género ne-gro. Ahora bien, parte de la ficción tiene pre-sente un cierto animus iocandi que actúa como catalizador entre la tensión argumental y el dramatismo de la situación personal que se nos cuenta, más allá de la impe cable trama que funciona sin fisuras ni desperfectos. Y es que la historia no descuida en ningún momento que Juanito Pérez Pérez está viviendo una crisis per-sonal, un momento particularmente difícil de su vida en que parece sentirse acabado, sin po-sibilidad de redención, además: es un tipo peli-groso como asesino a sueldo, pero también pa-rece serlo (o al menos él lo cree) como padre o como pareja. Esa terrible unicidad en el desam-paro del personaje es lo que constituye una de las bazas mejores con las que Salem hace de Matar y guardar la ropa una novela magnífica,