11_halperín donghi_tradición política española e ideología revolucionaria de mayo

12
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE CU YO Tulio HALPERÍN DONGHI. Tradición política española e ideología revolucionaria de  Mayo. Buenos Aires, Eudeba, 1961, pp. 7-24. Prólogo En 1810 se inaugura en el Río de la plata un nuevo estilo político, destinado a satisfacer exigencias ideológicas también nuevas. He aquí una caracterización extremadamente esquemática del hecho de Mayo, cuya misma simplicidad parece hacerla tan irrecusable como obvia. Y que sin embargo es recusada, y cada vez con mayor frecuencia. Si esa recusación se apoyase tan sólo en el también obvio descubrimiento de que sectores enteros de la realidad rioplatense no sufrieron cambios decisivos en 1810, su alcance sería excesivamente limitado para que pudiera interesarnos. El hecho mismo es, por otra parte, conocido desde antiguo; los primeros argentinos que se sintieron a distancia bastante de la Revolución como para integrarla en la historia los hombres de 1837 la caracterizaron como un cambio absoluto; al subrayar lo que en ese cambio había de incompleto no creyeron contradecir la imagen que de la Revolución habían elaborado, sino señalar lo que en la Revolución quedaba aún vivo como tarea irrealizada, urgente en el presente argentino. Y, por cierto, es preciso admitir que no había contradicción entre ambas actitudes. Ello no implica que fuesen ambas acertadas: era en primer término discutible que la Revolución fuese, aun en los sectores a los que más intensamente había afectado, un cambio absoluto, que significase la ruptura total can un pasado del que el movimiento revolucionario nada heredaba, que solo sobrevivía como su enemigo irreconciliable. Esta imagen de la Revolución es, en efecto, muy insuficiente. Admitamos el esquema sobre el cual gustaban de completarse así mismas las revoluciones del ochocientos; prohibámonos vincularlas con lentas ó rápidas rupturas de equilibrio dentro de la realidad pre- revolucionaria; veamos en ellas tan sólo el brazo armado de un sistema de ideas que debe su fuerza a la verdad intemporal de sus contenidos. Aun así esas ideas, que no se justifican por su historia, tienen sin embargo una historia: los principios en cuyo nombre se condena a la realidad pre- revolucionaria han surgido dentro de esa realidad misma. Aún Taine, que acepta sin revisión esa imagen clásica del hecho revolucionario para mejor condenar a la revolución misma, podrá denunciar como cosa perversa la sistemática enemiga del esprit classique contra toda verdad que pretendiese fundar su imperio en su vigencia tradicional; no querrá siquiera negar que ese esprit classique era la más prestigiosa, la más respetada de las tradiciones ideológicas de la Francia pre- revolucionaria.

Upload: gaston-basaldua

Post on 06-Jul-2018

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 1/12

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO

Tulio HALPERÍN DONGHI.Tradición política española e ideología revolucionaria de

 Mayo.

Buenos Aires, Eudeba, 1961, pp. 7-24. 

PrólogoEn 1810 se inaugura en el Río de la plata un nuevo estilo político, destinado asatisfacer exigencias ideológicas también nuevas. He aquí una caracterizaciónextremadamente esquemática del hecho de Mayo, cuya misma simplicidad parecehacerla tan irrecusable como obvia. Y que sin embargo es recusada, y cada vezcon mayor frecuencia. Si esa recusación se apoyase tan sólo en el también obviodescubrimiento de que sectores enteros de la realidad rioplatense no sufrieroncambios decisivos en 1810, su alcance sería excesivamente limitado para quepudiera interesarnos. El hecho mismo es, por otra parte, conocido desde antiguo;los primeros argentinos que se sintieron a distancia bastante de la Revolucióncomo para integrarla en la historia los hombres de 1837 la caracterizaron comoun cambio absoluto; al subrayar lo que en ese cambio había de incompleto nocreyeron contradecir la imagen que de la Revolución habían elaborado, sinoseñalar lo que en la Revolución quedaba aún vivo como tarea irrealizada, urgenteen el presente argentino.

Y, por cierto, es preciso admitir que no había contradicción entre ambasactitudes. Ello no implica que fuesen ambas acertadas: era en primer términodiscutible que la Revolución fuese, aun en los sectores a los que másintensamente había afectado, un cambio absoluto, que significase la ruptura totalcan un pasado del que el movimiento revolucionario nada heredaba, que solosobrevivía como su enemigo irreconciliable. Esta imagen de la Revolución es, enefecto, muy insuficiente. Admitamos el esquema sobre el cual gustaban decompletarse así mismas las revoluciones del ochocientos; prohibámonosvincularlas con lentas ó rápidas rupturas de equilibrio dentro de la realidad pre-

revolucionaria; veamos en ellas tan sólo el brazo armado de un sistema de ideasque debe su fuerza a la verdad intemporal de sus contenidos.

Aun así esas ideas, que no se justifican por su historia, tienen sin embargo unahistoria: los principios en cuyo nombre se condena a la realidad pre-revolucionaria han surgido dentro de esa realidad misma. Aún Taine, que aceptasin revisión esa imagen clásica del hecho revolucionario para mejor condenar a larevolución misma, podrá denunciar como cosa perversa la sistemática enemigadel esprit classique contra toda verdad que pretendiese fundar su imperio en suvigencia tradicional; no querrá siquiera negar que ese esprit classique era la más

prestigiosa, la más respetada de las tradiciones ideológicas de la Francia pre-revolucionaria.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 2/12

Pero, admitido esto, no habremos tampoco renovado en lo esencial la imagen dela Revolución. La generación de 1837 había renunciado a ver la revolución de1810 como un hecho ubicable en un instante del pasado; comenzada en el oscuroinstante en que la idea revolucionada se encamaba, proseguía aún en el presente.Pero también puede admitirse que esa misteriosa encarnación no se da en elmomento mismo en que la revolución triunfante se revela a la faz del mundo;toda una oscura prehistoria precede entonces al hecho que la descubre a los ojosde los hombres.

Admitir esta extensión hacia el pasado del hecho revolucionario no obliga arenunciar a la imagen catastrófica de la revolución como cambio absoluto, comonuevo comienzo, así como no obligaba a renunciar a ella el prolongarla hacia elfuturo.

Es precisamente esa imagen catastrófica de la Revolución la que se trata de

superar. Sólo que no es fácil hacerlo: al recogerla, recogemos a la vez un datoexcesivamente importante como para que nos sea lícito luego dejarlo perder: laimagen que la Revolución se hace, sí misma. En la experiencia de quienes laviven, en efecto, toda revolución es absoluta, en cualquier plano que ella serealice. El letrado que le formó en la delicada y a veces desesperante sabiduríade Atenas, cuando renuncia a ella para buscar una nueva patria del alma enJerusalén, cree que esa reorientación ha hecho morir en él al viejo Adán para quede él naciese el hombre nuevo.

El lector de los párrafos sabiamente balanceados donde se proclama esa

encendida convicción, descubrea través de un arte retórico que es legado deAtenas  hasta qué punto esa pesada herencia sigue gravitando sobre quien

proclama haberse liberado de ella. Pero si, partiendo de ese descubrimiento,proclamara a su vez que la ruptura es falsa, vendría a negar la experienciarenovadora que el letrado vive con intensidad nada disminuida por el hecho deque encuentre del todo natural expresaría con formas maduradas antes de que sediera en él esa renovación. La continuidad entre pasado pre-revolucionario yrevolución puede y acaso debe  ignorarla quien hace la revolución; no puedeescapar a quien la estudia históricamente, como un momento entre otros delpasado. Pero al mismo tiempo éste no puede ignorar que esa continuidad se da a

través de lo quellegue a ser lo que sea

 se propone constituir una ruptura total.

Esa extraña continuidad fue advertida también ella desde antiguo por loshistoriadores del Río de la Plata, que no comenzaron por ver en ella propiamentehablando una continuidad histórica: más que en la concreta historia colonial, elmanantial de la energía revolucionaria era buscado en cualquier mandato extrahistórico de la estirpe o de la tierra, en la vocación de libertad traída en lasangre o bebida en el horizonte ilimitado de la llanura.

Sin duda el pasado colonial ofrecía ya testimonios de esa vocación; pero tampoco

esos testimonios eran colocados en un plano propiamente histórico: eran lamanifestación, en ese plano, de fuerzas, de tendencias previas a toda historia.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 3/12

Irala, Hernandarias, los mancebos de la tierra, los precursores de la Revolución

más o menos arbitrariamente elegidos  no, establecían lazo alguno entre suépoca, y la revolucionaria, porque no eran considerados hijos de su tiempo, eranimágenes míticas que aludían a realidades esenciales y por lo tanto intemporales,y sólo en cuanto lo eran anticipaban en el siglo XVI la revolución republicana delXIX.

He aquí una imagen cuya insuficiencia es de nuevo innecesario señalar. Frutotardío del romanticismo historiográfico, sobrevivió cuando en otros campos lasinspiradas en el mismo espíritu habían caído en un justo descrédito, Esta imagende la Revolución de Mayo, como revelación y directa consecuencia de unarealidad esencial previa a toda historia, es en efecto hermana de las que elromanticismo utilizó para explicar la evolución del derecho, de las literaturasnacionales, de las nacionalidades mismas. Para poder subsistir, semejante imagenrequería que los hechos por ella agrupados no fuesen examinados demasiado de

cerca. Vicoen tantos aspectos precursor

  podía ver en Homero la voz casianónima de una siempre renaciente edad heroica; la imagen demasiado precisa

de la cultura cortesana en que florece la poesía homérica nos impide hoydescubrir, tras del artista de un lugar y un momento, al representante de uninstante idealmente eterno en la vida de la humanidad, al equivalente griego delos sólo postulados rapsodas de Roma y de Galia.

Análoga dificultad en el escenario rioplatense: cuanto más sepamos acerca deHernandarias, más difícil nos resultará adivinar tras de esa figura demasiadoprecisa los rasgos del argentino esencial que en él columbró V. F. López.

Relevados de su exorbitante misión de comunicar la historia contingente con larealidad esencial que ella oculta, Hernandarias, Irala, los mancebos de Santa Fesiguen apareciéndonos sin embargo unidos al proceso revolucionario; pero el nexoque los une es buenamente el que liga dos momentos fe la historia rioplatense.

Los hechos históricos no serán ya explicados por una realidad esencial, sea ellanatural o metafísica, sino más modesta pero también más seguramente por lahistoria misma. He aquí un cambio de punto de mira que parece del todo normaly que se impone en cuanto a la interpretación de la Revolución de Mayo cuandoha triunfado ya con exceso en otros campos. Y aquí tal vez debiera concluir esta

relación: tan natural, tan definitivo y poco problemático viene a resultar eldesenlace. Sin embargo, la aplicación de ese nuevo enfoque a la historia de laRevolución de Mayo no resuelve adecuadamente los problemas que pretendíaenfrentar; crea otros nuevos, acaso aún más graves. Ello se debe a lascondiciones particularmente desfavorables en que se ha producido esa renovaciónde enfoque, en cuanto a nuestra revolución.

En primer término, buscar la continuidad entre la revolución y el pasadorevolucionario suele significar dejar a un lado por un instante el problema de laideología revolucionaria, estudiar el papel que en la concreta historia de la

comunidad que la elabora cumple el movimiento revolucionario mismo, buscar side la política que la revolución hace suya no hay antecedentes justificados

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 4/12

quizá por ideologías distintas y aún opuestas en el pasado, Así, comenzó a versede modo nuevo la Revolución Francesa cuando Tocqueville descubrió en ella no ladestrucción sino el coronamiento de la obra emprendida por la monarquíacentralizadora y niveladora. De las concretas conclusiones excesivamentesimplistas  de Tocqueville puede no quedar nada en pie; queda de su obra la

enseñanza de un modo nuevo de estudiar la revolución, hecho posible porqueTocqueville quiso pasar del estudio de discursos, proclamas y constituciones a ladensa realidad francesa de 1789.

Sólo que en cuanto a la Revolución de Mayo esta reorientación del interés de losinvestigadores es apenas posible: para llevarla a cabo deberíamos conocer muchomejor de lo que efectivamente la conocemos la realidad en que la revolución va aincidir. Sin contar con los frutos de esta tarea indispensable, los historiadores nohan renunciado sin embargo a elaborar una imagen nueva de la Revolución, arastrear lo que en ella continúa el pasado colonial. Y estando así las cosas, han

ido a buscar esa continuidad en el plano de las ideas. Mas con ello corren peligrode subrayar la afinidad entre el mundo de ideas revolucionarias y el vigente antesde la revolución, olvidando un hecho más esencial que esa afinidad misma: que –como se ha señalado ya–  con esas ideas se estructura una ideologíarevolucionaria, instrumento ideológico para negar y condenar todo un pasado...

Esta dificultad puede salvarse con alguna cautela y sentido de la perspectiva; nonace por otra parte de un enriquecimiento sino de una limitación del panoramade la Revolución, que aquí se encierra en términos demasiado estrictamenteideológicos. Al vencerla habremos salvado sin duda un escollo, no habremos sin

embargo ganado una imagen más rica y compleja que la propuesta por nuestrahistoriografía tradicional para el hecho revolucionario. Otras dificultades traídaspor el nuevo enfoque de la Revolución deben ser, en cambio, bienvenidas: ellas síprovienen de un enriquecimiento real de la imagen de la Revolución.

Al buscarse su clave en un pasado histórico y no mítico viene a vinculársela conuna realidad mucho más rica y compleja que la del Río de la Plata en sus sigloscoloniales: es ahora un episodio en la crisis de la unidad monárquica de España,crisis a la vez de creencias y de realidades, que sólo podría ser entendida en elmarco de preferencias y aspiraciones de la España que construyó, administró y

perdió sus reinos indianos. Pero si lo esencial de esa transformaciónenriquecedora debe ser celosamente preservado, los frutos que ella ha rendidohasta ahora son decepcionantes. Ello no se debe tan sólo a que esta revaloracióndel pasado hispánico no nace únicamente de un interés por la verdad histórica,despegado de los problemas de la vida; es uno de los frutos de la compleja crisisque el mundo hispánico debe enfrentar en el presente.

Esta relación entre problemática viva e indagación del pasado es del todo normal,y no tendría nada de alarmante si los que bajo el aguijón de la crisis renuevan laimagen del pasado hispánico tuviesen una conciencia menos confusa de las

motivaciones que los dirigen y supiesen por lo tanto distinguir mejor entre lasrealidades del pasado y las aspiraciones actuales. Y todavía, si esas mismasaspiraciones fuesen menos vagas y contradictorias, de modo que la realidad

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 5/12

española de los siglos modernos no fuese demasiado constantemente interpretadasobre claves que unen el anacronismo a la incoherencia.

Es, en efecto, esa misma complejidad de la crisis actual la que, proyectada sobreel pasado, multiplica las interpretaciones entre sí incompatibles. Tienen todasellas, sin embargo, algo de común: explican la crisis final de la ¡monarquíacatólica española, crisis desencadenada por la presión de una Europa envuelta enun largo ciclo de guerras revolucionarias, desentendiéndose por lo menos en elplano ideológico de todo aspecto no vinculado con el legado español tradicional.Es la variedad, por otra parte muy real, de ese legado insospechadamente rico;son las orientaciones divergentes de los historiadores que a él se aproximan parabuscar allí la clave de la crisis española en la que se inserta la revoluciónamericana, las que, motivan la multiplicidad de soluciones al problema de losorígenes revolucionarios.

No se van a examinar aquí todas esas soluciones: sería imposible y acaso tambiénescasamente interesante hacerlo. Se verán tan sólo dos, escogidas por suintrínseco valor y por el eco que han encontrado, gracias al cual constituyen elpunto de partida necesario para muchas otras, que sólo vienen a diferenciarse deellas en puntos menores. Me refiero a las de Ricardo Levene y Manuel GiménezFernández.

En la obra de Ricardo Leven cabe entera la trayectoria desde los orígenes míticoshasta los históricos de la Revolución. Desde los Orígenes de la democraciaargentina, donde domina aún la imagen mítica, hasta el Ensayo sobre la

Revolución de Mayo y Mariano Moreno se va dando ese tránsito: el punto dellegada está constituido por el descubrimiento de una tradición jurídica, rica enelementos humanísticos, que ya en la colonia hace triunfar criterios que se creíasurgidos con la Revolución. Desde Solórzano y Pinelo, a través de Villava, hastaMoreno, la jurisprudencia barroca deja así un legado que harán suyo losteorizadores de la monarquía ilustrada y los representantes de la Revolución, quetriunfará aun en el más avanzado de los revolucionarios, en Moreno.

Pero estas caracterizaciones según épocas históricas significan ya una abusivaampliación de los enfoques de Levene; él no ve esta tradición jurídica sumergida

en la viva corriente de la historia cultural española; es creación autónoma,dotada de una legalidad propia, situada al margen de las peripecias histórico-culturales a través de las cuales se desenvuelve. Sin duda Pinelo, Solórzano,Villava no serán ya tan sólo figuras míticas, y Levene llevará adelante, en elúltimo caso, un abnegado esfuerzo para reconstruir la biografía del semi olvidadopersonaje, pero a esta riqueza de datos biográficos no acompaña un marcohistórico igualmente rico y nítido. Dicho marco es en la obra de Manuel GiménezFernández (1) mucho más preciso. Para él la revolución hispanoamericana como,es de suponer, su contemporánea peninsular; es ante todo una resurrección deconcepciones políticas vigentes en la Castilla medieval, arrumbadas no sin lucha

por la Corona a partir de Fernando el Católico.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 6/12

Esas tradiciones mueven aún la brava lucha de las Comunidades, persisten enAmérica cuando han sido ya derrotadas en España: la revolución comunera que enMéxico dirige Cortés constituye, para Giménez Fernández, un eco lejano de laheroica agonía de las libertades castellanas. Pero si éstas caen derrotadas por unarte político declarada o clandestinamente maquiavélico que la Corona tieneocasión de ejercer también contra la demasiado afortunada y no siempre dócilprimera generación de conquistadores de Indias  el espíritu de , la tradiciónprestigiosa que las anima logra obtener triunfos, sin duda efímeros, yconstantemente amenazados, en el nuevo clima cortesano que es el de la Españamoderna: los triunfos de Las Casas en la corte imperial son en este sentido unepisodio particularmente revelador, a cuyo lado no sería imposible alinear otros.

Pero la victoria de esta tradición es sobre todo ideal: a partir de ella se construyela filosofía jurídico-política de la época de oro, desde su primera sistematizaciónen la obra de Vitoria hasta su tardía y grandiosa culminación en la de Suárez. En

este nombre ilustre resume Giménez Fernández un esfuerzo secular que no podríapor lo tanto ser estrictamente individual. Lo que nace de él no es tampocoentonces una doctrina personal, y Giménez Fernández la reconstruye eligiendo deuna vasta bibliografía semi olvidada principios que luego agrupará para queformen un todo coherente. (2) No objetemos el procedimiento que pone bajo elnombre de Suárez nociones que no siempre le pertenecen, que se deben a lasveces a autores por él ásperamente combatidos. No objetemos tampoco almargen de la denominación que a la doctrina se dé que esta misma no existiónunca entera y ordenada, tal como se nos la presenta, en la mente de pensadoralguno del siglo XVI; es el fruto del sabio arte combinatorio de un eminente

estudioso y jurista del siglo XX.

Veamos más bien cuáles son los contenidos de ese legado que, desde el pasadocastellano medieval, viene a poner límites a las pretensiones del absolutismomoderno. Se trata de una concepción que fija límites al poder político teniendoen cuanta a la vez su origen y su fin. En cuanto al origen: el poder, que viene deDios, proviene a la vez directamente del pueblo. Este otorgamiento del poder porparte de su primer depositario, el pueblo, no es revocable, a voluntad: existen,sin embargo, circunstancias de hecho coyunturas existenciales, prefiere decirGiménez Fernández  que hacen lícita y aun obligada esa revocación. Y así la

limitación de origen se vincula a la finalidad: el poder se ejerce para perfeccionarun orden político que es parte de un orden general de la realidad concebido en elmarco de la tradición escolástica. Ese fin es a la vez su justificación: si el poderdeja de ejercerse con vistas a él, deja de ser legítimo.

Ya veremos en el cuerpo de esta obra qué matices es preciso agregar a esteesquema. En todo caso Giménez Fernández subraya con especial insistencia lalimitación por el origen (hasta tal punto que caracterizará esta corriente de ideascomo populista), dejando en segundo plano la limitación por el fin. He aquí sinduda un muy grave error de perspectiva. Grave, pero indispensable para que semantenga en pie la tesis central de Giménez Fernández: es ese populismo,excesivamente subrayado, el rasgo común entre una tradición política de

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 7/12

raigambre medieval y el pactismo liberal moderno. Ese rasgo común posibilita unacontinuidad que según Giménez Fernández se da también históricamente:tolerada, pero desprovista de su eficacia por los Austrias, más abiertamentecombatida por los Borbones, esa tradición logra sobrevivir e inspirar a través,por ejemplo, de la Carta a los españoles americanos de Viscardo y Guzmán  elesfuerzo emancipador de Hispanoamérica, cuya revolución comenzada en 1810encuentra, según Giménez Fernández, su justificación jurídica en la teoría deSuárez acerca del origen pactado del poder político.

Así, con toda su sensibilidad para capta la continuidad histórica, no alcanza enrigor un auténtico sentido histórico: para él las luchas del pasado se identificancon las del presente en cuanto ambas constituyen, como quería nuestroEcheverría, capítulos de una sola “ guerra fatal y necesaria entre la causa delBien y su contraria”. 

Para esa lucha del bien contra el mal está Giménez Fernández siempre pronto; notiene entonces nada de extraño que las tendencias absolutistas sean tratadas porél sin indulgencia, que los halagos prodigados por Erasmo a los príncipestemporales, las aceradas convicciones de Sepúlveda, el celo de los servidores dela monarquía ilustrada, sean atribuidos uniformemente a un espíritu mercenario ehipócritamente servil, y colocados por el austero portavoz de las libertadescastellanas en el mismo plano moral, sometidos al mismo duro desprecio que lasalternativas de prepotencia y abyecta pasividad que caracterizaron la acciónpolítica de Fernando VII. No digamos hasta qué punto esta nobilísima firmeza deconvicciones empobrece la imagen que de la historia espiritual de España propone

Giménez Fernández.

Sin duda frente a quien, no sin valor, ha emprendido la buena obra de demostrarasí sea de modo alusivo lo que hay de absurdo en la tentativa de construir unaEspaña digna de la tradición cristiana de la época de oro sobre el modeloexcesivamente profano de las potencias fascistas, parecería una acción bajaobjetar que ése no era tal como llega a veces a deducirse de sus páginasanimadas por un entusiasmo con el cual no se puede no simpatizar el sentido dela obra política de Fernando el Católico. Y a quien frente a la audaz falsificacióndel pensamiento político de la España clásica, que pretende hacer de él el aval

teórico de un moderno Estado totalitario subraya todo lo que en ese pensamientorecoge exigencias incompatibles con el totalitarismo moderno, parecería denuevo un exceso de frialdad de corazón objetarle que no es tampoco muy clara lacontinuidad entre tales exigencias y las que aunque Giménez Fernández no gustede recordarlo son las del liberalismo moderno.

Pero la admiración que pueda sentirse por la obra tan rica e incitante de GiménezFernández, la simpatía por la riesgosa misión que ha asumido no podría impedirque se busque una imagen de esa quebrada continuidad entre tradición españolay revolución hispanoamericana, que sepa respetar mejor la complejidad, laambigüedad también, de los hechos.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 8/12

Eso es lo que se propone la obra presente. La lección que puede deducirse de losque antes de ella han intentado lo mismo es que no basta para lograrlo examinarlas coincidencias entre algunos aspectos del pensamiento político de laRevolución y algunos tópicos tocados por tratadistas españoles antes de 1810; espreciso colocar a la Revolución de Mayo en el lugar que le corresponde dentro deuna extensa historia ideológica: la del ascenso, estagnación, renovación y caídade la fe monárquica que está en el núcleo de la historia moderna de España. Paralograrlo se hace necesario también volver a trazar, en sus puntos esenciales, esahistoria secular: aquí se ha buscado hacerlo a través de algunos autores que hanparecido especialmente representativos. Si casi todos ellos han sido presentadoscomo precursores directos de la Revolución, no tan sólo por esa razón supensamiento ha sido evocado aquí.

Pero sí se ha buscado, cada vez que era posible, ejemplificar con esos supuestosprecursores del credo revolucionario posiciones políticas cuyo escaso valor en

cuanto profecías de la revolución moderna no les resta sin embargo validezdentro del contexto histórico para el cual fueron pensadas. Esta decisión hapermitido ahorrar extensos recursos polémicos contra interpretaciones que vende manera excesivamente simple la relación entre tradición española ypensamiento revolucionario; de este modo, sin necesidad de introducirse en unclima de controversia que quienes han participado ya en ella, han contribuido ahacer poco cordial, y aun poco civil el lector podrá, comparando el cuadro dedesarrollo ideológico aquí propuesto y las otras construcciones históricasrealizadas sobre el examen de textos coincidentes en su mayor parte con los aquíestudiados, hacerse una opinión propia...

Pero, se dirá, no es éste el único camino para dilucidar la relación que correentre pensamiento español tradicional e ideología revolucionaria. Aun aceptandoque, como sistema de ideas sobre política cada uno de los aquí estudiados ocupeefectivamente el lugar que se le asigna en un complejo proceso ideológico; sinembargo su influencia puede no ejercerla como tal sistema, sino a través de suselementos integrantes tomados aisladamente. Para poner un ejemplo, aúnadmitiendo que el sistema de ideas de Suárez no haya guiado las creacionespolíticas revolucionarias, puede admitirse que algunas de las ideas utilizadas porSuárez (así la de orden consensual del poder político), hayan sido redescubiertas

en un marco ideológico a la vez que histórico del todo distinto del originario.

La objeción es justa, pero habría que formular a ella dos observaciones. Enprimer lugar, así considerada, la búsqueda de influencias ideológicas se hacesingularmente difícil. Acaso en ninguna historia de las ideas se entretejen tantupidamente tradición y originalidad como en la del pensamiento político.Examinemos cualquier gran sistema de pensamiento político moderno: el deSuárez, de Locke, el de Rousseau, ¿hay en todo él muchas ideas que sonefectivamente de Suárez, de Locke, de Rousseau? Sin embargo, la originalidad delconjunto es indudable: está dada por el modo de utilizar esas ideas, por la

estructura que con ellas se erige, por las consecuencias que de ellas se deducen,por las tendencias que expresan en lenguaje pulidamente racional.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 9/12

Todo eso, naturalmente, se pierde cuando de un autor se toma tan sólo conceptosaislados de su contexto histórico e ideológico. Y para saber que efectivamentetales conceptos han sido tomados de ese autor no basta entonces con haberloshallado en él: es necesario demostrar que eran conocidos por quiensupuestamente los ha tomado a través de ese antecedente preciso y no de otro.Tanta cautela no ha sido por cierto la característica más notable de los estudiososen busca de antecedentes españoles para la ideología revolucionaria: para uno deellos, aun la reminiscencia romana de algún orador del 22 de mayo, que recuerdaque la salud del pueblo es la ley suprema, no deriva de la clase de retórica, sinode la lectura de las obras del Doctor Eximio. (3) Y acaso estas imprudencias seannecesarias, si el estudioso no quiere quedarse sin tema.

Frente a la rápida alusión contenida en un discurso del cual un acta nos da unescueto resumen poco atento a matices ideológicos, ¿cómo emprender indagacióntan estricta? Al cabo, si con métodos más laxos se obtienen resultados menos

firmes, siempre sería difícil probar más allá de toda duda la falsedad de estosúltimos: aun en el ejemplo extremo antes citado, cuyo carácter absurdo pareceevidente a todo lector dotado de buen sentido, no es del todo seguro que elorador en cuestión no hubiese llegado a conocer el milenario lugar común sobrela salud del pueblo que es la ley suprema, a través de las obras de Suárez...

He aquí entonces la austera reconstrucción de una genealogía de ideas reducidaal papel de la más inexacta de las tareas científicas. Conclusión algodesesperada: pero ¿esta tarea que se revela como de casi imposible realización esrealmente útil? Si, tal como se ha visto, la originalidad de un pensamiento

político reside sólo excepcionalmente en cada una de las ideas que en él secoordinan, buscar la fuente de cada una de ellas parece el camino menosfructífero (a la vez, que el menos seguro) para reconstruir la historia de esepensamiento.

Esa historia se ha buscado aquí; entonces, en la de las construcciones ideológicasen que se ha expresado la fe española en la monarquía católica, desde loscomienzos de la modernidad. Comienza, entonces, esta historia en la Castilla delsiglo XV, en medio del más extremo desamparo, de la ya secular, devastadoraanarquía señorial.

Comienza como esperanza sagrada y profana a la vez en el soberano que, fielauxilio divino, reinará con paz en sus regiones y podrá conquistar Cítara etUltramar a las bárbaras naciones. Entre esa esperanza aún imprecisa y elderrumbe gigantesco de 1808 cabe toda una historia cuya infinita riqueza sólomuy esquemáticamente podría reflejarse aquí. Cuando la curva de la monarquíamoderna se cierra para España en una nueva crisis más honda que la de la BajaEdad Media, se ofrecerá para esa crisis una multiplicidad de soluciones.

La adopción del mito de la revolución, de la instauración de una nueva

fraternidad y una nueva justicia negadas por toda la historia pasada, de ese mitodel que sería inútil buscar precedentes en la tradición política española, es lasolución preferida en el Río de la Plata y a plazo más largo  en toda

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 10/12

Hispanoamérica. Esta preferencia no es difícil de comprender; a través del mitorevolucionario venía a justificarse teóricamente un proceso por otra parteinevitable: la ruptura de la unidad hispánica y la incorporación de cada uno de susfragmentos a la órbita de las potencias occidentales europeas, cuyo predominiose acrece gracias a las transformaciones técnicas y económicas. Ese proceso,comenzado mucho antes de 1810, deja de ser, gracias la Revolución, un destinopasivamente sufrido; se trasforma en la línea de acción de un conjunto denaciones nuevas, una línea fijada por una libertad de opción que no ve abrirseante ella un número Infinito de posibilidades, pero que puede ya determinarsefrente a las que concretamente la historia le ofrece.

Esa instauración de la fraternidad y la justicia coincide así en los hechos con laincorporación también ideológica del Río de la Plata a la nueva órbita en que lahistoria la introduce. Este curso de hechos puede ser lamentado, puededeplorarse el repudio de una herencia que sin duda no encerraba tan sólo

elementos negativos; pero no podría negarse que las cosas han ocurrido, parabien o para mal, de esta manera. Como ha recordado excelentemente Borges,nuestra historia comienza por ser toda ella una tentativa de diferenciación apartir del tronco hispánico. Ese distanciamiento, ese punto de partida, deben sertomados en cuenta para entender que significa y no sólo en el plano ideológico la revolución de1810.

El pueblo de la revolución(...) Adviértase que 600 revolucionarios se reúnen en la plaza el 21 de mayo y que

por ese mismo número de revolucionarios asumen la representación French yBerutti, el 25 de mayo. Dos testimonios coincidentes que nos hablan del primero yúltimo día de los sucesos populares y que destruyen definitivamente lainnominada invocación al pueblo que parece surgir de las voces de losrevolucionarios en el cabildo abierto y en la plaza, como han interpretado loshistoriadores.

Para tener una mayor exactitud del valor que representa ese número conforme alprincipio democrático de la mayoría, es necesario saber que la población total dela ciudad de Buenos Aires con sus suburbios, alcanzaba a reunir 60.000 almas,

según el padrón o censo que se levantó por disposición del virrey Cisneros enmarzo de 1810, y de 65.000 que arrojó el que se verificó en agosto del mismo añopor orden de la Junta. Esta situación comparativa entre el número de habitantesy el pueblo revolucionario, obligó a las reservas de Azcuénaga en lascircunstancias de tomar posesión del cargo de vocal, a que hemos hechoreferencia anteriormente.

El impulso que congregó a esa concurrencia en el momento preciso, es otro puntoque debe ser aclarado. Un testigo de origen peninsular escribió desde BuenosAires una carta a un amigo el 26 de mayo de 1810, describiéndole el desarrollo de

los sucesos. Su explicación es como sigue:

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 11/12

“Día 21 de mañana se comenzaron algunos patricios a juntar en la Plaza,sabedores y hablados de lo que iba a suceder; todos en corrillos muy alegres, y seapareció uno de ellos repartiendo cintas blancas para divisa de la unión y elinfeliz retrato de Fernando VII para que les sirviese de apoyo a sus intenciones, yninguno les decía nada motivado en que ellos tenían la fuerza, y para dar este

 golpe habían tenido muchas juntas secretas en una casa donde se juntaban ytrataban el plan para ello. A eso de las 9 de la mañana se juntó el cabildo quecomo según se dice eran sabedores algunos de ellos de la revolución. 3 sujetos de

 poco carácter de los que estaban en la Plaza (que a propósito los habían hablado,según se dice), gritaron ¡salga el procurador! Salió a los balcones del cabildo el

 procurador y le dijeron que les dijese categóricamente porque no entregaba elmando el señor Virrey y respondió el procurador que el cabildo estaba hechocargo de poner remedio y que se retirasen a sus casas. Inmediatamentedeterminó el cabildo convocar a los vecinos a junta para el otro día y esta nochese comenzaron a repartir las esquelas y no ocurrió ninguna novedad en todo el

día”. 

El diálogo producido entre la muchedumbre agolpada frente a las casasconsistoriales y el procurador, tiene amplia confirmación en el acta labrada por elayuntamiento el día 21 de mayo, con lo que queda probada la veracidad deltestigo en este punto. Corresponde analizar las otras afirmaciones, por ejemplo,la de que fueron tres personas las que exigieron la presencia del procurador. Esprobable que esos tres iniciaran la declaración y luego se convirtió en un corogeneral, obligando al funcionario capitular a presentarse a los balcones.

Así parece demostrarlo los términos de la respectiva acta municipal. Dice alrespecto:

“Habiendo salido el señor diputado (se refiere al regidor Domínguez que va alcuartel de Patricios), se oyeron nuevas voces del pueblo, reducidas a que se

 presentase en los balcones el caballero síndico; quien, después de haberserepetido aquellas voces por varias ocasiones, se presentó en efecto”. 

Notas1) Manuel Giménez Fernández, “Las ideas populistas en la independencia de

Hispanoamérica”, en Anuario de estudios americanos. Sevilla, 1946, 3, pp. 517 yss.

2) Ibidem, p. 531 y ss.

3) Guillermo Furlong, S. I., Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de laPlata, Buenos Aires, 1952, p. 606.

4) Ver sobre este punto Américo Castro, Lo hispánico y el eramismo”, en Revistade Filosofía Hispánica, Buenos Aires.

8/18/2019 11_Halperín Donghi_Tradición Política Española e Ideología Revolucionaria de Mayo

http://slidepdf.com/reader/full/11halperin-donghitradicion-politica-espanola-e-ideologia-revolucionaria 12/12

** *