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Etimológicamente, la palabra método, procede de dos vocablos griegos: metá, <mas allá>, <a través>; yodós, <camino>, camino que se recorre.
Por tanto, en un método de estudio hay una acción coherente, pensada ordenada que se
busca un acto de voluntad.
Todos poseemos , costumbres, “mañas",
mitos, hábitos en fin…
Para todo…desde la comida, formas de
vida, de vestir, de pensar y hasta de
estudio…
…Algunos buenos y otros malos…
Por ejemplo; hay una serie de técnicas que ayudan a mejorar y a rentabilizar el estudio; no son, en modo alguno, infalibles, ni tampoco imprescindibles para
todos. Cada persona deberá, en todo caso, primeramente conocerlas, y, después, elegir
aquellas que mejor se adapten a su forma de aprender y retener los contenidos, e,
incluso, «adaptarlas» o «inventar» nuevas maneras de llevarlas a la práctica. Lo importante es
que nos sean útiles, que nos sirvan para aprender mejor. Iniciaremos este apartado con
unas consideraciones sobre la lectura, tarea previa que tendremos que afrontar en todo
estudio.
Realiza una lectura general del tema que vas a estudiar, ya sea porque vas a exponer o simplemente porque deseas dar un repaso de
los apuntes o textos.
Pero ahora, se realiza detenidamente, trata de interpretar cada
párrafo, comprender las ideas principales y analizar los contenidos con lo que haz aprendido.
Es cuando se explora con rapidez el tema a tratar. El estudiante se fijara en las partes fundamentales
que componen la lección, sus apartados, divisiones, etc.
Lo que te pareció más importante señálalo, de alguna forma, en tu texto o cuaderno; puedes
hacerlo encerrando los párrafos en rectángulos de colores o bien, subrayando.
En forma oral y en voz alta, repite lo que acabas de aprender, eso da la oportunidad de detectar los
puntos de difícil aprendizaje o afirmar los contenidos.
Para finalizar, repasa el tema oralmente como si lo expusiera ante muchos y tratando de no ver los contenidos escritos, esto te servirá para que te
autoevalúes y sepas si realmente haz aprendido.