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EL PADRENUESTRO La oración trinitaria de Jesús y los cristianos Luis Ángel Montes Peral Verbo Divino

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EL PADRENUESTRO

La oración trinitaria de Jesús y los cristianos

Luis Ángel Montes Peral

Verbo Divino

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UESTR

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Luis Ángel Montes Peral, sacerdotepalentino, es director y profesor de SagradasEscrituras en el Instituto Teológico del Se-minario Mayor de Palencia.

Se doctoró en Teología en Múnich. Sutesis doctoral, dirigida por el renombradoexégeta J. Gnilka, titulada Transzendenz undInmanenz im Gottesbegriff bei Philo von Ale-xandrien (Trascendencia e inmanencia en elconcepto de Dios de Filón de Alejandría), hasido publicada en Holanda en la prestigiosaeditorial Brill, de Leiden.

Actualmente dirige el Equipo Regional dela Formación Permanente Integral del Clerode las Diócesis de la Región del Duero.

El Padrenuestro es la plegaria perfecta entodos los sentidos: la gran oración trinitaria, laoración de los hijos y de los hermanos; la ora-ción de contemplación y de acción, de bendi-ción y alabanza, de súplica y perdón. Quizá poreso, es la plegaria más popular y la más recitadade todos los tiempos: ha sido rezada ininte-rrumpidamente por los creyentes de todas lasépocas y condiciones.

Los teólogos, los autores espirituales y losexégetas han comentado esta joya, la más grandeconservada en el Nuevo Testamento y resumendel “contenido central de la fe y de toda la ense-ñanza de la Iglesia”.

Pero, además de ser “toda una obra dearte”, el Padrenuestro constituye un testimonioreligioso y humano de primera magnitud quenos sitúa ante el misterio insondable de Dios ydel hombre, nos enseña a mirar en profundidadla realidad y nos educa en la captación contem-plativa de las cosas.

Para los creyentes, el Padrenuestro es laplegaria adecuada a la hora de equiparnos parala difícil travesía por este mundo, sobre todoahora que, en muchas capas significativas de lasociedad, se vive “como si Dios no existiera”.

9 788481 694369

ISBN 84-8169-436-3

Tapa "El padrenuestro" 23/7/12 12:26 Página 1

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Luis Ángel Montes Peral

El PadrenuestroLa oración trinitaria

de Jesús y los cristianos

EDITORIAL VERBO DIVINOAvda. de Pamplona, 4131200 Estella (Navarra)

2001

Texto "El padrenuestro" 23/7/12 12:14 Página 3

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A mis padres,Vivina (ya muerta) y José,que mediaron,para mi bien,en la experiencia de la filiación divina, que ha dado sentido a toda mi vida

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Índice

Prólogo................................................................................. 11

Modo de proceder............................................................... 15

CAPÍTULO PRIMERO: CUESTIONES PREVIAS

Importancia del PN ............................................................ 17

El texto del PN ................................................................... 19

División del PN .................................................................. 22

Género literario del PN ..................................................... 23

Breve estudio exegético del PN......................................... 24

CAPÍTULO SEGUNDO: EL JESÚS TERRENO Y EL PN

La “ipsissima intentio Jesu”............................................... 32

No conocemos el contexto exacto .................................... 33

La oración de Jesús y de los discípulos ............................ 33

El marco judío..................................................................... 34

La predicación y la actividad de Jesús, integradas en el judaísmo apocalíptico.............................. 36

El “Sitz im Leben” del PN ................................................ 38

El posible texto original ..................................................... 41

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202 / El Padrenuestro

EXCURSO PRIMERO: LA “SHEMONE ESRE”

Comparación con el PN..................................................... 46

CAPÍTULO TERCERO: INTERPRETACIÓN DEL PN

SECCIÓN PRIMERA: LA INVOCACIÓN

La invocación: Padre nuestro en los cielos....................... 49

Padre..................................................................................... 50

Padre nuestro....................................................................... 59

Padre nuestro, que estás en los cielos ............................... 63

EXCURSO SEGUNDO: DIOS “PADRE” EN EL PUEBLO JUDÍO

La paternidad divina en el Antiguo Testamento.............. 69

La paternidad divina en el judaísmo ................................. 71

SECCIÓN SEGUNDA: LAS “PETICIONES-TÚ”

Apreciaciones generales...................................................... 77

Análisis exegético................................................................ 77

Pasivos divinos .................................................................... 78

La actividad escatológica: presente y futuro del Padre ... 79

I. SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

La santidad........................................................................... 83

El nombre de Dios.............................................................. 86

Dios santifica su nombre.................................................... 88

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Índice / 203

La intencionalidad de Jesús................................................ 91

Final...................................................................................... 97

II. VENGA TU REINO

Alcance de la petición......................................................... 99

La dimensión teológica....................................................... 100

La dimensión antropológica .............................................. 104

La dimensión cristológica ................................................. 107

La dimensión escatológica ................................................. 109

III. HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

El Jesús terreno y la tercera petición ................................ 111

El sentido de la voluntad divina en Jesús ......................... 112

Hágase tu voluntad ............................................................. 115

En la tierra como en el cielo .............................................. 118

EXCURSO TERCERO: LA VOLUNTAD DIVINA

Y EL SEGUIMIENTO DE JESÚS

La originalidad y radicalidad del seguimiento ................. 121

Con la autoridad divina...................................................... 122

Resultado ............................................................................. 123

SECCIÓN TERCERA: LAS “PETICIONES-NOSOTROS”

Análisis comparativo .......................................................... 125

¿Significación presente o futura?....................................... 126

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204 / El Padrenuestro

El Padre, el protagonista; nosotros, colaboradores del Padre .................................... 127

I. DANOS HOY (CADA DÍA) EL PAN QUE NECESITAMOS

El componente corpóreo del hombre ............................... 129

El pan nuestro que necesitamos ........................................ 131

Dánoslo hoy (cada día)....................................................... 138

II. Y PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS

PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES

La experiencia de la culpa .................................................. 144

Perdónanos nuestras deudas .............................................. 146

Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores ............................................................ 150

III. Y NO NOS LLEVES A LA TENTACIÓN

Singularidad terminológica y de contenido...................... 156

“Tentar” y “probar” ........................................................... 159

El Padre permite la tentación............................................. 160

La tentación en la experiencia humana y en las enseñanzas de Jesús ................................ 161

El poder de Satanás............................................................. 162

Resultado ............................................................................. 163

IV. SINO LÍBRANOS DEL MALO

El significado de ρυσαι ...................................................... 166

El significado de πονηρος .................................................. 166

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Índice / 205

El ámbito de la petición ..................................................... 167

La lucha de Jesús contra la fuerza del mal........................ 168

El mal en la hora final......................................................... 170

CAPÍTULO CUARTO: EL ESPÍRITU DEL PADRE EN LA ORACIÓN DEL PN

El PN, oración viva por el Espíritu................................... 172

El PN, oración acompañada por el Espíritu .................... 177

El PN, la oración de los tiempos escatológicos inaugurados por el Espíritu ........................ 179

Los diversos tiempos del PN, vivificados por el Espíritu .................................................. 182

Rezar el PN “en espíritu y verdad” .................................. 185

El “amén” final.................................................................... 187

El PN como oración trinitaria........................................... 192

CONCLUSIÓN ................................................................ 195

BIBLIOGRAFÍA ............................................................... 199

ÍNDICE............................................................................... 201

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Padre de todos

No digas “Padre” si no te comportas como un hijo. No digas “nuestro” si vives aislado en tu egoísmo.No digas “que estás en el cielo” si sólo te fijas en lascosas terrenales.No digas “santificado sea tu nombre” si sólo le invocascon los labios y tu corazón está alejado de Él.No digas “hágase tu voluntad” si no la aceptas cuandoes dolorosa.No digas “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy” sino te preocupas de la gente que pasa hambre.No digas “perdona nuestras ofensas” si guardas rencora tus hermanos.No digas “no nos dejes caer en la tentación” si noevitas las ocasiones de pecado.No digas “líbranos del mal” si no te comprometes afavor del bien y contra el mal.

Texto recogido en una iglesia de Cajamarca (Perú). Citado en AguaViva, julio-agosto 1999, p. 6, y reseñado en Nuevo Pentecostés,Revista de la Renovación Carismática Católica nº 65, 1999, p. 20.

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Suplica al Padre que te otorgue el Espíritu de su Hijo y entonces...

Di “Padre”, pronto llegarás a comportarte como un hijo.Di “nuestro”, pronto serás liberado de tu egoísmo.Di “que estás en los cielos”, pronto dejarás de fijartesólo en las cosas terrenales.Di “santificado sea tu nombre”, pronto le invocarás detodo corazón.Di “venga a nosotros tu Reino”, pronto lo acogerásdentro de ti.Di “hágase tu voluntad”, pronto la aceptarás, pormucho dolor que te produzca.Di “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”, pronto tepreocuparás de tus hermanos hambrientos.Di “perdona nuestras ofensas”, pronto comprobarásque no guardas rencor a nadie.Di “no nos dejes caer en la tentación”, pronto evitaráslas ocasiones de pecado.Di “líbranos del mal”, pronto te comprometerás afavor del bien y contra el mal.

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Prólogo

Hemos entrado a bombo y platillo en el siglo XXI contoda clase de celebraciones. Destacadas personalidades de lasletras y de la teología han pronosticado que este siglo sólotendrá futuro –al menos para los creyentes– en la medida enque sea religioso de verdad. A este respecto basten dos testi-monios bien representativos: “El siglo XXI –escribió ya hacetiempo A. Malraux– o será místico o no será”. K. Rahner, porsu parte, afirmó en su día algo parecido, pero con otra inten-cionalidad: “El cristiano del futuro o será un ‘místico’, esdecir, una persona que ha ‘experimentado’ algo, o no será”.Estas palabras se han repetido tanto que se han convertido enverdaderos lugares comunes. Con todo, creo que contienen,a pesar de su desgaste, una profunda verdad que no convienepasar por alto.

La supervivencia de las religiones, el ser o no ser de loscristianos, depende en gran medida de la aceptación incondi-cional del misterio de Dios y de la vivencia en lo íntimo delos creyentes de la experiencia divina, con todas las conse-cuencias.

Necesitamos más que nunca, por lo tanto, equiparnos conla oración para una travesía larga y difícil en medio del mun-do, que ha estrenado milenio y que, en muchas capas signifi-cativas de la sociedad, vive “como si Dios no existiera”. Enun contexto así, “vivir en y de Dios”, en compañía de los her-manos, sólo resultará posible cuando exista una experienciareligiosa personal e íntima, profunda y fuerte, una decisiónindividualizada y libre por el Otro con mayúscula. Única-mente quien permita nacer a Dios en su interior, quien expe-rimente que Dios es Dios en su vida y le deje actuar como talen su corazón, permanecerá incólume como hombre religioso,en nuestro caso como cristianos, y comprobará lo decisivo

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12 / El Padrenuestro

que resulta para su existencia abrir las puertas del alma al Serque importa e interesa más que nada y nadie.

En este sentido, la oración tiene que ser un componenteinsustituible en el equipaje de viaje de los creyentes. Si que-remos ser, de verdad, místicos en el sentido más noble de lapalabra, no nos queda otro remedio que ejercitarnos conahínco y asiduidad en la oración; y, sobre todo, en la oraciónde contemplación, que es la más perfecta y la que integra todaslas demás. Quiero recalcarlo con la máxima seriedad por latrascendencia que tiene: no puede haber auténtica experienciade Dios sin la práctica permanente de la oración.

Y hasta diría más: sin la práctica de alguna forma de ora-ción contemplativa, que es la que realmente posibilita elencuentro en profundidad con el Padre, el Hijo, el EspírituSanto ¡y el hombre! La relación inmediata con el Padre,iluminada con el testimonio de Jesús, sostenida por la acciónamorosa del Espíritu Santo y verificada en la comunidad delos creyentes, constituye la dimensión absolutamente pri-mordial de la existencia cristiana, que nos permite indagarsapiencialmente en el misterio tanto divino como humano yconvertirlo en experiencia personal viva. Y hoy, por múltiplesrazones que no necesitamos explicitar ahora, no resulta fácilesta experiencia.

Pues bien, tenemos en nuestras manos la oración perfectaen todos los sentidos: la gran oración trinitaria, la oración delos hijos y de los hermanos; la oración de contemplación y deacción, la oración de bendición y alabanza, la oración de sú-plica y perdón. Me estoy refiriendo al Padrenuestro (desdeahora PN), que contiene en grado sumo todas esas formas deoración. Además de ser “toda una obra de arte”, como la hacaracterizado el judío E. Levine, constituye también un testi-monio religioso y humano de primera magnitud. Nos sitúaante el misterio insondable de Dios y del hombre, nos enseñaa mirar en profundidad la realidad y nos educa en la captacióncontemplativa de las cosas.

Resulta urgente introducir en el conocimiento y rezo sa-piencial del PN, que constituye el modelo acabado de la rela-ción sincera y auténtica con Dios (y con los hombres). Lapronunció por primera vez Jesús y nos apremió para que larecitáramos, con plena conciencia de lo que decíamos y hacía-

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Prólogo / 13

mos, sus discípulos, convirtiéndose pronto y para siempre enun precioso patrimonio de la Iglesia que está llamado a sertransmitido a las futuras generaciones.

Puede ser que, de tanto recitarla, no nos demos cuenta deltesoro que encierra en sí cuando se reza “en espíritu y ver-dad”. Por eso urge redescubrirla en toda su profundidad. Po-cas palabras nos evangelizan tanto a los evangelizadores yevangelizados como la oración del Señor, que para eso es deÉl, “el primer evangelizador”. Impacta en nuestro corazóncomo ninguna otra por la calidad con que provoca el en-cuentro con Dios y se introduce de lleno en las interrelacio-nes humanas, resonando en lo más íntimo de nuestra existen-cia como Buena Noticia transformadora.

Es mucho más que pura rutina, simple letra o arqueologíadel pasado; toca de lleno, aquí y ahora, la experiencia de Diosy posee una inigualable fecundidad vital cuando va acompaña-da del impulso renovador del Espíritu y de la actitud sincerade conversión.

Teniendo en cuenta estas reflexiones como telón de fondo,con este libro –uno más en torno al PN, aunque para mí, porel cariño que he puesto en él, se trate de un libro muy parti-cular–, con este libro, digo, que ahora pongo en tus manos,querido lector, he querido ayudarte a conocer, sin grandespretensiones y en la medida de lo posible, la experiencia deDios (y del hombre) que se encierra en su invocación y en suspeticiones.

Digo “sin grandes pretensiones y en la medida de lo posi-ble” porque sólo Dios mismo es capaz de producir tal expe-riencia en el interior del ser humano. Pero cada uno de no-sotros, por los misteriosos mecanismos de la gracia, puedeayudar a que se realice –en este caso, con la ayuda del cono-cimiento bien orientado–. Ójala, al leer, meditar y estudiar elPN, esta oración cincele tu interior, te evangelice, te cristiani-ce y te sirva, a su vez, para evangelizar, para cristianizar.¿Existe hoy en la Iglesia una tarea más urgente que “hacercristianos”? ¿No es al cristiano en estado puro al que diseñay conforma el PN?

Escribo estas líneas desde la paz de un monasterio. En éldescubro, cada vez con mayor intensidad, lo importante queresulta para nuestra vida de pastores –lo mismo se puede decir

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para la vida de los cristianos de a pie, dicha la expresión conel máximo respeto– el hacer silencio interior, dejar espacio deactuación al Espíritu para que el Padre y Jesucristo penetrenen el fondo de nuestro corazón y nos impulse a relacionarnoscon ellos de “tú a tú”, como el Padre con el hijo y como elHermano con los hermanos.

Todo se transforma cuando, movidos por el Espíritu, elPadre y Jesucristo penetran dentro de nosotros como algoreal y vivo. La existencia recobra una dimensión renovada,vuelven a resurgir nuestras raíces, los atractivos del mundo sehacen trizas en mil pedazos, porque sentimos lo que consti-tuye el gozo de la salvación y experimentamos lo que verda-deramente interesa e importa de modo absoluto.

En este nuevo milenio, en el año jubilar de los 2000 añosde la Encarnación de Cristo, ruego al Padre que nos entreguesu Espíritu para que nos haga conocer sapiencialmente quégran regalo de amor nos ha dado el Hijo Encarnado al poneren nuestras manos y en nuestros labios la oración del PN.

Barruelo de Santullán (Palencia) 15 de abril del año 2001

Primera Pascua de Resurrección del tercer milenio

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Modo de proceder

La llamada oración del Señor, que indudablemente tiene suorigen en el Jesús histórico1, resume y plenifica todas las en-señanzas teológicas y antropológicas de Jesús como ningúnotro texto. En ella, el Maestro descubre la intensidad de susconvicciones más profundas, la radicalidad de su experienciareligiosa y la profundidad de toda su dimensión interior.

El Espíritu, que colma por completo la existencia del Na-zareno, le inspira esta insuperable plegaria, expresión perfec-ta de su comunión con el Padre y con los hermanos. Jesússe la entrega a los discípulos como anticipación de los bienesdel Reino, de los que en su momento gozarán plenamente,cuando hayan conseguido la bienaventuranza eterna.

Queremos abordar su estudio procediendo de la siguientemanera.

I. En primer lugar, analizaremos un buen número decuestiones previas, sobre todo de tipo literario y

1 John P. Meier, un estudioso que procede con gran rigurosidad crítico-históricacuando se trata de atribuir dichos a Jesús, considera el Padrenuestro como auténti-ca oración pronunciada por Jesús de Nazaret. Hace estas atinadas observaciones: “Ami entender, uno de los indicios más claros de que el Padrenuestro procede de Jesúses el hecho de que, pese a todas sus diferencias, las tradiciones mateana y lucanacoinciden en presentar a Jesús pronunciando esa oración y recomendándola a susdiscípulos. Aunque no lo parezca a primera vista, esto es extraño e insólito dentrodel Nuevo Testamento. En los escritos neotestamentarios abundan las oraciones, loshimnos y las declaraciones confesionales, que, en algunos casos, parecen remontarse a los primeros tiempos de la Iglesia; sin embargo, en ningún otro lugar del NuevoTestamento –dentro o fuera de los evangelios– se dice de ningún himno u oraciónque sus palabras fueron enseñadas por el mismo Jesús a sus discípulos durante elministerio público. Tenemos aquí, pues, un curioso ejemplo del criterio de disconti-nuidad. La Iglesia primitiva no solía atribuir a Jesús de Nazaret las exactas palabrasde sus oraciones y himnos; el Padrenuestro constituye una única excepción. Si a estose añaden las consideraciones filológicas y de contenido..., creo que hay razón másque suficiente para juzgar auténtica” la oración en cuestión (Un judío marginal.Nueva visión del Jesús histórico, Estella 1999, tomo II, 1, p. 358ss).

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eclesiológico, que nos ayuden a situarnos en la rectacomprensión del PN.

II. Después trataremos la importante cuestión relativa ala autenticidad del PN. En la medida de lo posible,indagaremos en las circunstancias vitales en las quesurgió la oración en la historia de Jesús.

III. Más tarde interpretaremos pormenorizadamente elPN. Ahondaremos en el significado de la invocacióninicial y de cada una de las peticiones, intentando cap-tar su sentido del modo más exacto y riguroso posibletanto en la vida de Jesús como ahora en nosotros.

IV. Por último, hablaremos del protagonismo del Espírituen el formulación del PN por parte de Jesús y en surezo continuo por parte de los cristianos. El PN con-serva una continuidad entre la historia de Jesús y lavida de los cristianos por la acción siempre presentedel Espíritu.

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1Cuestiones previas

La Biblia, en su conjunto, presenta un tema mayor quese repite una y otra vez casi en cada una de sus páginas. Este tema es la estrecha relación existente entre Dios y elhombre, relación no siempre positiva a causa del pecadohumano. Pues bien, el PN nos ofrece en singular unidad laadecuada relación entre Dios y el hombre o, lo que es lomismo, entre lo que acontece en el cielo y lo que sucede enla tierra; entre lo tocante a lo religioso y lo concerniente conlo mundano. En sus peticiones se armoniza perfectamentela causa de Dios con la causa del hombre2. El Padre aparecevolcado hacia el hombre, y éste, no apegándose únicamente alo terreno, se abre con confianza al Ser Trascendente comofuente de sentido en su ser y quehacer humanos.

El PN constituye el ejemplo acabado de cómo el creyen-te está llamado a orar y qué tipo de peticiones, como hijo quees, puede presentar con entera confianza ante el Padre de loscielos, que siempre está abierto a las necesidades humanas yresponde a ellas.

Importancia del PN

Difícilmente puede exagerarse la importancia de esta ple-

2 Bellamente advierte L. Boff: “Si nos fijamos bien, percibimos que en la oracióndel Señor se da un trueque. En las tres primeras peticiones (santificación del nombre,venida del Reino, realización de la voluntad divina), es el hombre quien se ocupa ypreocupa de la causa de Dios. En las otras cuatro peticiones (pan, perdón de lasofensas, tentación, liberación del mal), es Dios quien se ocupa y preocupa de la causadel hombre. Nunca deben separarse ambas dimensiones, pues el Señor las unió ensu oración” (El Padrenuestro, Madrid 31982, p. 101).

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garia entre las plegarias3. Podemos afirmar que en ella se con-tiene la Buena Noticia en estado puro y se expresa con clari-dad lo más sagrado del Evangelio4. No nos puede extrañar,por lo tanto, que exprese la esencia misma del cristianismoy sea considerada el texto litúrgico por excelencia y la ora-ción más perfecta salida de labios humanos.

Desde los inicios, los comentarios al PN han sido innu-merables5. Los Padres de la Iglesia, los grandes teólogos detodos los tiempos, los autores espirituales sin excepción y, en nuestros días, los mejores exégetas han comentado estajoya, la más grande conservada en el Nuevo Testamento. Loscatecismos clásicos y el actual de la Iglesia católica comen-taban y comenta el PN, al final, con una significación bienclara: como resumen del “contenido central de la fe y de todala enseñanza de la Iglesia”6.

No existe oración que exprese con más pureza de inten-ción la fe, la esperanza y el amor –las tres virtudes nuclearesde la existencia cristiana– que ésta7.

3 “El PN es, sin duda, la más sublime plegaria de todos los tiempos. Es, cierta-mente, la más cálida y bella oración de cuantas se registran en la historia de todas lasreligiones. Y constituye la plegaria paradigmática del cristianismo. Enseñada hacedos milenios por Jesús de Nazaret a sus discípulos..., fue y es la oración preferida dela Iglesia, la oración por excelencia de la comunidad universal de los creyentes enCristo. Éstos la recibieron del Maestro y la conservan como la más lograda fórmulade su relación con Dios revelado por el Verbo encarnado, la joya más preciada de sufe, la quintaesencia de su identidad cristiana. Una importancia, por lo demás, elo-cuentemente atestiguada, en el curso de las últimas veinte centurias, por la liturgia yel arte de la Iglesia, por su exégesis bíblica y su reflexión teológica, así como por lapraxis misma de la vida cristiana” (S. Sabugal, ¡Abba! La oración del Señor, Madrid1985, p. 9). Este libro, escrito por un agustino español, profesor de exégesis bíblica,debe ser considerado el estudio “más voluminoso y denso de los hasta el presente pu-blicados” sobre la oración del PN, “constituyendo también un jalón destacado de laexégesis neotestamentaria” (W. - I. Schuchmann, o. c., XIII). En él encontramos unabibliografía bastante exhaustiva sobre el particular.

4 Lapidariamente y con exactitud, Tertuliano define el PN como “breviariumtotius evangelii” (De orat. 1) y Cipriano de Cartago como “coelestis doctrinaecompendium” (De dom. Orat. 9). Ambos la consideran la oración “más excelente”de cuantas existen. Para el último, siempre que la recitamos Cristo se convierte ennuestro abogado ante el trono celestial.

5 Los comentarios más clásicos, no los únicos, de los primeros siglos serían losde Tertuliano (160-225), Cipriano (200-258), Orígenes (185-253), Cirilo de Jerusa-lén (315-387), Gregorio de Nisa (335-394), Ambrosio de Milán (339-397), Teodorode Mopsuescia (350-428) y Agustín de Hipona (354-430).

6 Comité para el Jubileo del Año 2000, Dios, Padre misericordioso, Madrid 1998,p. 131.

7 Con razón afirma Agustín de Hipona: “La fe, la esperanza y la caridad conducen

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Cuestiones previas / 19

Ninguna oración tan popular y recitada como el PN. Hasido rezada ininterrumpidamente por los creyentes de todaslas épocas y condiciones. Cualquier situación se considerabuena para poder dirigirse al Padre “con las palabras queJesús nos enseñó” y “mandó en su Evangelio”8. Si algo sobreel cristianismo conocen los creyentes, aun aquellos que estánalejados de la práctica eclesial, es precisamente esta súplicasin igual9 que es la oración del PN.

El texto del PN

Los evangelios sinópticos nos han legado dos recensionesdel PN que proceden de una tradición común, provenientede Jesús. Una, más larga, en Mt 6,9-13; otra, más corta, en Lc 11,2-4. No aparece en Marcos10. De acuerdo con el estadoactual de la exégesis sobre el problema sinóptico, deducimosque proviene de Q11, uno de los documentos más antiguossobre las palabras de Jesús, que puede datarse hacia el año 40de nuestra era. “Lucas reproduce más exactamente el texto de Q y está incluso más cerca de las palabras pronunciadaspor el propio Jesús. La base de esta afirmación es la conocidatendencia de Mateo a añadir explicaciones a las palabras deJesús”12.

Nota: la tradición litúrgica en el PN

También aparece el PN en el primer escrito cristiano nocanónico, la denominada Didajé. Redactada en la primera

hasta Dios al que cree, espera y desea, al tiempo que descubre en la oración domini-cal lo que debe pedir al Señor” (A Proba, CSEL 44,68).

8 Didajé VIII, 2.9 Son innumerables los autores –me alineo entre ellos– que consideran que

la oración del PN no tiene parangón con ninguna otra. La verdad es que resultaninalcanzables su brevedad, su sencillez y su profundidad (tres cosas que, juntas, sonmuy difícil de conseguir) fuera de lo común.

10 Aunque es cierto que Marcos no ha transmitido la oración del Señor, tambiénes verdad que en la perícopa del Getsemaní presenta palabras de Jesús (14,36.38) que recuerdan mucho al PN y que son usadas, juntamente con 11,25, para su reconstrucción original (cf. J. Gnilka, Das Matthäus-Evangelium 1. Teil. Friburgode Brisgovia-Basilea-Viena 1986, p. 213ss).

11 Para S. Schultz, el PN constituye la fórmula oracional de la más antigua Q-comunidad de Palestina (cf. Q-Die Spruchquelle der Evangelisten, Zúrich 1972, p. 87).

12 J. Fitzmyer, El evangelio según san Lucas, Madrid 1987, vol. III, p. 303.

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mitad del siglo II, y anterior incluso a algunos libros del Nue-vo Testamento13, cita literalmente la versión de Mateo, aun-que introduce correcciones mínimas, que no merece la penadetallar aquí. Sólo es digna de mención la doxología final conla que concluye la oración: “Porque tuyo es el poder y la glo-ria por los siglos”. Ésta se encuentra también, como variante aMt 6,13, en algunos manuscritos y se basa probablemente en1 Cro 29,11ss.

Puede ser considerada como “una adaptación litúrgica delpropio texto de la plegaria ya en los primeros tiempos de lacomunidad primitiva”14. Por buenas razones, cabe pensar queel PN se transmitió rápidamente en la tradición litúrgica. Suprimera puesta por escrito está muy próxima a esta mismatradición. En la tradición litúrgica se ha conservado de gene-ración en generación. En la actualidad, la recitación del PNpor parte de toda la asamblea reunida constituye un momen-to bien significativo de la plegaria eucarística. En las Iglesiasprotestantes, el PN se pronuncia juntamente con la doxologíafinal. Los católicos también la recitamos, pero como aclama-ción, después de una oración intermedia.

Transcribimos el texto, primero en griego, el idioma ori-ginal, y luego traducido al castellano, en columnas paralelas,para resaltar mejor las convergencias y las diferencias exis-tentes entre los evangelistas recensores:

Mt 6,9-13 Lc 11,2-499 22 Ειπεν δε αυτοις

Ουτως ουν προσευχεσθε υμεις οταν προσευχησθε,λεγετε

Πατερ ημϖν Πατερ

ο εν τοις ουρανοις,

αγιασθητω το ονομα σου αγιασθητω το ονομα σου

1100 ελθατω η βασιλεια σου ελθατω η βασιλεια σου

γενηθητω το θελημα σου

ως εν ουρανϖ και επι γης

13 Cf. D. Ruiz Bueno, Padres apostólicos, Madrid 1967, p. 29.14 J. Fitzmyer, El evangelio según san Lucas, o. c., p. 303.

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Cuestiones previas / 21

1111 τον αρτον ημϖν τον επιουσιον 33 τον αρτον ημϖν τον επιουσιον

δος ημιν σημερον διδου ημιν το καθ ημεραν

1122 και αφες ημιν τα οφειληματα ημϖν 44 και αφες ημιν τασ αμαρτιας ημϖν

ως και ημεις αγηκαμεν και γαρ αυτοι αφιομεν

τοις οφειλεταις ημϖν παντι οφειλοντι ημιν

1133 και μη εισνεγκης ημας εις πειρασμον και μη εισενεγκης ημας εις πειρασμον.

αλλα ρυσαι ημας απο του πονηρου15.

2 Jesús les dijo:9 “Vosotros orad así: “Cuando oréis, decid:

Padre nuestro, Padre,que estás en el cielo,santificado sea tu nombre, santificado sea tu nombre;

10 venga tu Reino; venga tu Reino;hágase tu voluntaden la tierra como en el cielo;

11 danos hoy el pan que necesitamos; 3 danos cada día el pan que necesitamos;12 perdónanos nuestras ofensas, 4 perdónanos nuestros pecados,

como también nosotros perdonamos porque también nosotros perdonamosa los que nos ofenden; a todos los que nos ofenden

13 y no nos dejes caer en la tentación y no nos dejes caer en la tentación”.y líbranos del mal”*.

Conviene notar en ambas versiones algunas convergen-cias bien significativas, que nos ayudarán a fijar el texto ori-ginal más adelante:

a) el dirigirse a Dios, al inicio de la oración, con el nombrede Padre;

b) las peticiones primera y segunda (en ambos evangelis-

15 Tomado de K. Aland, Synopsis Quattuor Evangeliorum, Stuttgart 41967, p. 86ss.* Traducción de la Biblia de La Casa de la Biblia, Madrid 1992.

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tas) y la sexta de Mateo (= la quinta de Lucas) coinci-den literalmente en su expresión íntegra;

– Αγιασθητο το ονομα σου = “santificado sea tu nombre”;

– ελθατο η βασιλεια σου = “venga tu Reino”;

– και μη εισενεγκης ημας εις πειρασμον = “no nos dejes caer en la tentación”.

c) la primera parte de la petición sobre el pan también escoincidente. En ambos evangelistas aparece la palabraεπιουσιον, un adjetivo único (puede traducirse por“cotidiano”, “de cada día”, “suficiente”, “necesariopara el día”), que no aparece en la literatura griega ycuyo significado exacto siempre ha sido motivo demucho debate, como veremos en la correspondienteinterpretación.

División del PN

Desde el punto de vista literario, podemos dividirlo entres secciones:

a) La invocación inicial. En Mateo tiene la aposiciónημϖν ο εν τοις ουρανοις (“nuestro que estás en loscielos”). Es de resaltar que no aparece el nombre de“Dios” y que no se concede al Padre título alguno.

b) Las tres primeras peticiones (en Lucas dos), queempiezan con un verbo en aoristo pasivo (pasivosdivinos) y que se dirigen al Padre de “tú”, sin que sele nombre directamente. Podemos denominarlas“peticiones-tú”.

c) Las cuatro restantes peticiones (en Lucas tres) conel verbo colocado en diferentes lugares (tres en im-perativo aoristo) y con el complemento “nosotros”.Podemos llamarlas “peticiones-nosotros”, con unaconstrucción más complicada que la anterior. La pe-tición de Mt 6,12 (correspondiente a Lc 11,4) es lamás larga de todas. Mt 6,14 no puede ser integradoen el PN. Constituye una añadidura para remacharla quinta petición16. Nada más.

16 El evangelio de Mateo concede una gran importancia al tema del perdón. La

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Género literario

Estamos ante una oración corta de súplica17, expresada entono imperativo.

a) En primer lugar, es una verdadera oración, en el sen-tido más genuino del término. En ella el discípulo deJesús, unido a sus hermanos, eleva todo su ser al Padre.Su vida entera se pone en comunicación directa con él,porque está seguro de que depende de su bondad y seabandona a su gracia bienhechora.

b) En segundo lugar, es una auténtica súplica. En ella seruega al Padre con siete (Mt) o cinco (Lc) peticionesen instancia humilde y confiada. El creyente exponeante él sus necesidades espirituales y materiales con laseguridad de que serán siempre escuchadas y conve-nientemente atendidas.

c) En tercer lugar, es una oración breve, hasta cortante yllena de respeto. En la introducción al PN de Mateo setransmite la clave de su brevedad y sencillez: “Al orar,no os perdáis en palabras como hacen los gentiles. Noseáis como ellos, que ya conoce vuestro Padre las necesi-dades que tenéis antes de que vosotros se lo pidáis” (v. 8).Orar es buscar el encuentro íntimo, sincero y profun-do con el Padre. No importan las palabras bellas, sinolas sentidas; los vocablos que suenan bien, sino los queexpresan intimidad y sinceridad. Huyendo del exhibi-cionismo y de la superficialidad (Mt 6,5ss), hay quebuscar llegar a la pureza de corazón y a la hondura vital.

d) En cuarto lugar, está formulada en tono imperativo.Con ello se expresa el deseo ardiente de entrar encomunicación directa e inmediata con el Padre en uninsólito atrevimiento religioso propio del que tiene un trato personal con Dios muy fuerte. En algunosmomentos, el deseo se convierte en grito de socorroal Padre.

perícopa Mt 18,21-35, con la que concluye el llamado “sermón eclesiástico”, y quees exclusiva de este evangelista, da buena cuenta de ello.

17 “Desde el punto de vista del género literario, el PN es una verdadera oración;no un himno, ni una alabanza, sino una oración de petición” (J. Gnilka, DasMatthäus-Evangelium 1. Teil, o. c., p. 212).

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Breve estudio exegético

Entre los años 80-85, fechas de la composición de losevangelios de Mateo y Lucas, circulaban en las comunidadescristianas dos ediciones del Padrenuestro que, si bien coinci-den en lo esencial, sin embargo se apartan en algunos detallessignificativos que tienen su relevancia para el estudio que nosproponemos hacer.

a) Comparación de ambas versiones

En seguida comprobamos que Mateo transmite una ver-sión más larga y redondeada. La de Lucas es más corta y es-cueta.

El PN de Mateo contiene siete peticiones, precedidas porla introducción: “Padre nuestro (que estás) en los cielos”.

He aquí las siete peticiones:1. “Santificado sea tu nombre”;2. “Venga tu Reino”;3. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”;4. “Danos hoy el pan que necesitamos”;5. “Perdónanos nuestras ofensas, como también no-

sotros perdonamos a los que nos ofenden;6. “Y no nos dejes caer en la tentación”;7. “Y líbranos del mal”.

El PN de Lucas contiene sólo cinco peticiones. Le faltanla tercera y la séptima de Mateo, así como el posesivo “nues-tro” del inicio de la oración y la aposición “que estás en loscielos”.

He aquí las cinco peticiones:1. “Santificado sea tu nombre”;2. “Venga tu Reino”;3. “Danos cada día el pan que necesitamos”;4. “Perdónanos nuestros pecados, porque también no-

sotros perdonamos a todos los que nos ofenden”; 5. “Y no nos dejes caer en la tentación”.

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