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FIESTA: el arte que sorprende “ No es muestra de habilidad organizar una fiesta, sino dar con aquellos que puedan „alegrarse‟ en ella.” Josef Pieper Por: Marta Olóndriz, Shaaron Rojas y Andrea Martínez

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FIESTA: el arte que

sorprende

“ No es muestra de habilidad organizar una fiesta, sino dar con aquellos que

puedan „alegrarse‟ en ella.”

Josef Pieper

Por: Marta Olóndriz, Shaaron Rojas y Andrea Martínez

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Índice

1. La fiesta...................................................................................................................3

Definición de la fiesta según la RAE

Como se vive plenamente una fiesta?

Como vive la fiesta un cristiano?

2. El sentido del regalo...............................................................................................4

El gran regalo de Dios

Regalar es salir de nosotros mismos

3. Las fiestas litúrgicas.............................................................................................5

El domingo

Navidad

Semana Santa

Solemnidades de la Virgen

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1. La fiesta

Definición de fiesta según la RAE:

1 Día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas

y otros establecimientos públicos.

2 Día que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros.

3 Solemnidad con que se celebra la memoria de un santo.

4 Diversión o regocijo.

5 Regocijo dispuesto para que el pueblo se recree.

6 Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse.

7 Agasajo, caricia u obsequio que se hace para ganar la voluntad de alguien, o como

expresión de cariño.

8 Chanza, broma.

9 Vacaciones que se guardan en la fiesta de Pascua y otras solemnes.

Como se vive plenamente la fiesta?

La religión es la mejor forma para vivir la fiesta en plenitud.

Y sobre todo la fiesta es esencialmente una manifestación de la riqueza, no precisamente de

dinero, sino de riqueza existencial.

La razón de la alegría y de la fiesta no se puede simplemente fabricar, ha de estar anclada a un

don. No es tan solo “porque sí” o porque “hay que pasarlo bien”.

La fiesta conecta con el sentido de la vida, reclama mirar el mundo con aprobación general, de

ahí que una de las expresiones necesarias de la fiesta sea el culto al Creador.

Como vive la fiesta un cristiano?

Para un cristiano una fiesta no es meramente un día en el que no se trabaja o simplemente se

sale de la rutina, sino que en la fiesta accede a algo diverso de lo cotidiano.

Es en los actos religiosos donde lo encontramos, porque es allí, ante la majestad de Dios donde se

percibe lo nuevo, lo distinto. Y donde el cristiano se admira ante la Creación y Redención de

Cristo, y contempla los hechos divinos.

Un cristiano está llamado a la comunión con Dios, y por lo tanto a la participación de la Misa cada

domingo, y es ahí donde celebra la fiesta del Señor.

Es fácilmente demostrable que el sentido de fiesta es parte esencial del cristianismo, y su fiesta

central es la Pascua; la Navidad también tiene gran importancia.

Si pierde el sentido de la fiesta ha perdido uno de sus valores esenciales, humano y cristiano.

No obstante, debe quedar claro que el día de fiesta no significa ausencia de trabajo, sino que la

considera como una actividad libre, que es el trabajo que no tiene finalidad en sí mismo, no es

“útil

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2. El sentido del regalo

La vida es una gran fiesta y el regalo que Dios nos ha hecho a los cristianos.

«Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13, 34)

El regalo no es meramente un objeto material el cual se da a una o más personas en un día

especial, además es un gesto gratuito con el que simbolizamos cariño, respeto o agradecimiento.

La gratificación consiste en contemplar la alegría de quien lo recibe. El sentido de regalar algo no

es otro que el de decirle a aquel ser querido “Dejé de pensar en mi para pensar en ti”. Si no

dejamos de lado este principio fundamental, podemos estar seguros de que aquello que

regalemos estará lleno de sentido y significado para la otra persona.

Según la Real Academia Española, el sentido del regalo es: “una dádiva que se hace

voluntariamente o por costumbre” y regalar es: “dar a alguien, sin recibir nada a cambio; ofrecer

algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo”. El regalo nace de un deseo

espontáneo de expresar a una persona nuestros sentimientos positivos o agradecimiento.

El regalo tiene un alto significado: es capaz de perdurar en el tiempo, permanece en el recuerdo

de las personas, lleva consigo implícito un mensaje por parte del que lo realiza. Si se realiza

teniendo en cuenta unas determinadas y sencillas premisas, el éxito está prácticamente

asegurado. Regalar, ser regalado y, sobre todo, desprenderse de uno mismo y pensar en el otro

es todo un arte.

El gran regalo de Dios

Como hemos dicho regalar significa pensar en el otro. Pero, además, en el acto de regalar damos

una parte de nosotros mismos, de nuestro tiempo, nuestra creatividad, nuestra alegría, nuestra

libertad...

Teológicamente hablando, la presencia de Dios (a través de los sacramentos, la oración…) en

nuestra vida, en el día a día, a través de la gracia del Espíritu Santo, es el gran regalo que Dios nos

hace. Además nos ofrece a todos a su hijo en la cruz para salvarnos. Con Jesús entramos en otra

dimensión: el regalo de la eternidad. Este es un regalo sorprendente e inesperado, que nos

debería llenar de felicidad a todos. Dios nos ofrece alguien que quiere formar parte de nuestra

vida para siempre, un regalo de Amor verdadero. Todas las bellezas del mundo creado son poco

ante un corazón ardiente de amor, que se nos da gratis, sin esperar nada a cambio, porque su

locura es amarnos, incluso aunque no lo queramos, solo pretende salvarnos y espera a que

nosotros libremente le sigamos, así seremos felices. Es este un desconcertante amor que va más

allá de todo lo que podamos merecer: el regalo que Dios nos hace.

Regalar es salir de nosotros mismos

Regalar tiene mucho que ver con lo que somos y pensamos, con lo que creemos y vivimos. No

podemos desvincular lo que ofrecemos de nosotros mismos. Pero, sobre todo, nos ha de ayudar a

tomar conciencia de que, en cada acto de donación y recepción, Dios está manifestando su amor

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generoso a través de este gesto providencial. El gesto de hacer un regalo debe ayudarnos a salir

de nosotros mismos, que sepamos regalar todo aquello que nos lance con coraje y esperanza

hacia la inmensidad del corazón del otro, porque en cada uno se manifiesta la inmensidad de

Dios. El mejor regalo que podemos hacer a los demás, es darnos a nosotros mismos.

3. Fiestas litúrgicas

La fiesta, como espacio cronológico y marco de la celebración, hace posible la inserción plena del

acontecimiento celebrado en la vida de los hombres. El clima que se palpa en la celebración hace

que ese tiempo de celebrar sea distinto del tiempo ordinario y común. El hombre vive el tiempo

festivo como una inclusión de la eternidad en nuestro presente fugaz e inexorable. Por eso

encuentra este tiempo feliz y gratificante.

A estas notas humanas se añaden las específicamente cristianas del tiempo celebrativo de la

liturgia, un tiempo que se convierte en acto de culto y en oportunidad de salvación presidido por

la eucaristía.

Las notas características de la fiesta cristiana podemos sintetizarlas de la siguiente manera:

○ La fiesta es símbolo de la presencia del Señor en medio de los suyos.

○ Tiene un valor escatológico como figura, prenda y anticipo de lo que está por venir: la

vida eterna.

Por lo tanto, el Año Litúrgico es la celebración y actualización del misterio de Cristo en el

Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del plan de

salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el

misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino

de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la

verdad (1 Tm 2,4).

La Fiesta del cristiano: el Domingo

El domingo es el día de la semana en el que el cristiano celebra y vive mejor su fe, ya que para él

es el día del Señor.

Origen del domingo

El origen de este día se remonta a la Creación del mundo hecho por Dios: “Seis días trabajó y

descansó el día séptimo” (Ex 20, 8-9). "Y acabó Dios en el día séptimo su obra se hizo y descansó

el día séptimo de toda su obra que había hecho y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó;

porque en él cesó Dios toda la obra creadora..." (Gén 2, 2-3).

La Iglesia, desde la tradición apostólica, tiene su origen en el mismo día de la resurrección de

Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón "día del Señor"

o domingo. El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día de la semana", memorial

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del primer día de la creación, y el "octavo día" en que Cristo, tras su "reposo" del gran Sabbat

(Sábado, día del Señor para los judíos), inaugura el Día "que hace el Señor", el "día que no conoce

ocaso”.

El "banquete del Señor" es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles

encuentra al Señor resucitado que los invita a su banquete. Para los cristianos vino a ser el

primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del Señor.

Es mediante la Resurrección del Señor que el domingo es establecido como el día privilegiado,

como el día de la Reconciliación.

Benedicto XVI habla del descanso dominical señalando que el hombre, en cuanto imagen de Dios,

está llamado al descanso y a la fiesta, y que el domingo es el día del hombre y de sus valores, de la

família y de la participación de la Misa.

Dijo: “A pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es

como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro con Cristo y calmar

nuestra sed de Dios”.

Navidad

La Navidad es una fiesta entrañable, especialmente para los cristianos. Quizá muchos la han

olvidado o nunca la han conocido; quizá algunos han cambiado el contenido de la fiesta; quizá a

unos se les ha desvanecido su significación; quizá otros la ven muy distante. Muchos la ven como

algo tradicional pero no como un suceso real, en el que Cristo se hace carne, como cada hombre,

para encontrarse con cada uno de nosotros, este es el misterio y el verdadero sentido de la

Navidad.

Merece la pena celebrar gozosamente el nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo.

Los cristianos celebramos la Navidad de Jesús como el nacimiento de la Vida. Dios mismo

pronuncia sobre cada uno esta entrañable declaración: Tú eres mi hijo.

El ser humano no es producto de laboratorio, ni algo creado porque sí, es un proyecto de Dios

que pensó mucho antes de que naciéramos y de que se realizará la Creación. A cada hombre y

mujer el mismo Dios nos dice: Recobra el gusto por la vida; no te sumerjas en el hundimiento de

la tristeza; el Niño de Belén viene a comunicarte el sentido de la vida que recibimos como don y

entregamos como donación generosa.

Empezó con el anuncio del ángel Gabriel a la Virgen « Y entrando, le dijo: «Salve, llena de gracia, el

Señor está contigo.» « Ella se turbó por estas palabras. El ángel le dijo: «No temas,

María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz

un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.

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Ella dijo: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo

vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será

santo y será llamado Hijo de Dios... Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu

palabra.' Y el ángel dejándola se fue. »

En este pasaje del Evangelio de San Lucas podemos ver cómo Dios elige a María, la única persona

de la tierra sin pecado, para que sea la Madre de Dios, y Ella responde con un SÍ grande y

generoso que iniciará el misterio de la Salvación de cada hombre.

Más adelante, el ángel Gabriel anuncia a los pastores la venida de Jesús al mundo hecho pequeño

en un pesebre de Belén. Y vemos como Dios se despoja de su rango, es decir, no se muestra al

mundo como Rey sino como un niño pequeño y sencillo que quiere amar con fuerza y que más

adelante morirá por todos nosotros por amor.

Jesús recostado en el pesebre y acompañado de María y de José nos invita a mirarlo en silencio, a

contemplarlo con espíritu sosegado y sin las prisas que agitan nuestra vida. Podemos ver en

Jesús recién nacido al Salvador de la humanidad e Hijo de Dios, es decir, que se iluminen los ojos

de nuestro corazón para penetrar en el misterio de este Niño singular. También Dios nos enseña

a vivir liberados de lo material para poder convivir con los necesitados, ya que si las riquezas

acaparan el corazón se cierran las manos a la generosidad. Y para que seamos humildes.

La fiesta de Navidad ha creado muchas manifestaciones culturales y sociales que nos resultan

familiares.

Navidad es una fiesta de la Iglesia que tiene un mensaje precioso y capaz de hablar también a los

hombres y mujeres de nuestro tiempo; es, además, una fiesta con múltiples manifestaciones en la

sociedad y en la cultura.

“Con la liturgia navideña la Iglesia nos introduce en el gran Misterio de la Encarnación. La

Navidad, en efecto, no es un simple aniversario del nacimiento de Jesús; es también esto, pero es

más aún, es celebrar un Misterio que ha marcado y continua marcando la historia del hombre –

Dios mismo ha venido a habitar en medio de nosotros (cfr. Jn. 1,14), se ha hecho uno de

nosotros--; un Misterio que conmueve nuestra fe y nuestra existencia; un Misterio que vivimos

concretamente en las celebraciones litúrgicas, en particular en la Santa Misa”

“En Navidad encontramos la ternura y el amor de Dios que se inclina sobre nuestros límites,

sobre nuestras debilidades, sobre nuestros pecados y se abaja hasta nosotros.

El culmen de la historia del amor entre Dios y el hombre pasa a través del pesebre de Belén y el

sepulcro de Jerusalén.

Semana Santa

"Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en

los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén".

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Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran

todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo

largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo

celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno

rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las

procesiones.

Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones

litúrgicas y los ejercicios de piedad. En relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las

manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente

a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.

Domingo de Ramos

Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles

139. "La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos "de la Pasión del Señor", que

comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión".

La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo

y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los

ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.

Sin embargo es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que

entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante

es participar en la procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos

no se conserven como si fueran amuletos, con un fin curativo o para mantener alejados a los

malos espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los daños que causan, lo cual podría ser

una forma de superstición.

La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo, como un testimonio de la fe en Cristo, rey

mesiánico, y en su victoria pascual.

Solemnidades y fiestas de la Virgen Santísima

En el culto a la Virgen la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención, en la

que ella tuvo activa participación.

A lo largo de todo el año, aunque estas solemnidades y fiestas están en el Santoral, deben

contemplarse en especial conexión con el Año Litúrgico. Sus relaciones son:

Se relacionan con Adviento: la Inmaculada, la Anunciación, la Visitación.

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Se relacionan con Navidad-Epifanía: Madre de Dios, Natividad de María, Sagrada Familia,

Presentación de María.

Se relacionan con Pascua; Asunción, Dolores, Corazón de María, Carmen y muchas otras

advocaciones con que el pueblo cristiano venera a la Virgen María.