10. fuentes sobre la expansión arcaica

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FUENTES SOBRE LA EXPANSIÓN GRIEGA ARCAICA Un proto-ejemplo de oikistés En tanto marchó Atenea al país y a la ciudad de los hombres feacios, los que antes habitaban la espaciosa Hiperea cerca de los Cíclopes, hombres soberbios que los dañaban continuamente, pues eran superiores en fuerza. Sacándolos de allí los condujo Nausítoo, semejante a un dios, y los asentó en Esqueria, lejos de los hombres industriosos; rodeó la ciudad con un muro, construyó casas e hizo los templos de los dioses y repartió los campos. [Odisea, VI, 2-10. Versión de Editora Nacional, Madrid, 1976] La fundación de Massalia (Marsella) Pues constreñidos por la estrechez y pobreza de su tierra, aficionados más al mar que a la tierra, los focenses vivían de la pesca, del comercio, a menudo incluso de la piratería, que en aquellos tiempos se tenía en gloria. Así, osaron llegar hasta la última orilla del Océano, en el golfo gálico donde está la boca del río Ródano. Cautivados por la belleza del lugar, vueltos a su patria y habiendo referido lo que vieran, muchos fueron incitados [a emigrar]. Los jefes de la expedición fueron Simos y Protis. Y así encuentran al rey de los segóbrigos, de nombre Nanno, en cuyo territorio querían fundar una ciudad, solicitando su amistad. Por azar, aquel día el rey estaba ocupado en la preparación de las bodas de su hija Gyptis; a la cual, según la costumbre del pueblo, se disponía a entregar en matrimonio al que fuera elegido como yerno entre los asistentes a un festín. Así, como todos los pretendientes estuvieran invitados a la fiesta, se ruega también a los huéspedes griegos asistir al banquete. Introducida luego la doncella, cuando se le ordena por su padre ofrecer el agua a aquel que eligiera por esposo, entonces, ignorando a todos los demás y dirigiéndose hacia los griegos, ofreció el agua a Protis; éste, de huésped hecho yerno, recibió de su suegro el lugar para fundar una ciudad. Así fue fundada Massilia, cerca de la desembocadura del río Ródano, en el fondo de un golfo, como en un rincón del mar [...]. 1

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Historia Antigua

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Page 1: 10. Fuentes Sobre La Expansión Arcaica

FUENTES SOBRE LA EXPANSIÓN GRIEGA ARCAICA

Un proto-ejemplo de oikistés

En tanto marchó Atenea al país y a la ciudad de los hombres feacios, los que antes habitaban la espaciosa Hiperea cerca de los Cíclopes, hombres soberbios que los dañaban continuamente, pues eran superiores en fuerza. Sacándolos de allí los condujo Nausítoo, semejante a un dios, y los asentó en Esqueria, lejos de los hombres industriosos; rodeó la ciudad con un muro, construyó casas e hizo los templos de los dioses y repartió los campos.

[Odisea, VI, 2-10. Versión de Editora Nacional, Madrid, 1976]

La fundación de Massalia (Marsella)

Pues constreñidos por la estrechez y pobreza de su tierra, aficionados más al mar que a la tierra, los focenses vivían de la pesca, del comercio, a menudo incluso de la piratería, que en aquellos tiempos se tenía en gloria. Así, osaron llegar hasta la última orilla del Océano, en el golfo gálico donde está la boca del río Ródano. Cautivados por la belleza del lugar, vueltos a su patria y habiendo referido lo que vieran, muchos fueron incitados [a emigrar]. Los jefes de la expedición fueron Simos y Protis. Y así encuentran al rey de los segóbrigos, de nombre Nanno, en cuyo territorio querían fundar una ciudad, solicitando su amistad. Por azar, aquel día el rey estaba ocupado en la preparación de las bodas de su hija Gyptis; a la cual, según la costumbre del pueblo, se disponía a entregar en matrimonio al que fuera elegido como yerno entre los asistentes a un festín. Así, como todos los pretendientes estuvieran invitados a la fiesta, se ruega también a los huéspedes griegos asistir al banquete. Introducida luego la doncella, cuando se le ordena por su padre ofrecer el agua a aquel que eligiera por esposo, entonces, ignorando a todos los demás y dirigiéndose hacia los griegos, ofreció el agua a Protis; éste, de huésped hecho yerno, recibió de su suegro el lugar para fundar una ciudad. Así fue fundada Massilia, cerca de la desembocadura del río Ródano, en el fondo de un golfo, como en un rincón del mar [...].

[JUSTINO, Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo, XLIII, 3]

La fundación de Cirene

[Heródoto presenta en primer término la versión de los ciudadanos de Tera]Grino, hijo de Esanio, que descendía del susodicho Teras y era rey de la isla de Tera, llegó a

Delfos llevando consigo una hecatombe ofrecida por su ciudad. Le acompañaban varios conciudadanos suyos y, entre ellos, Bato, hijo de Polimnesto [...]. Pues bien, cuando Grino, el rey de los tereos, estaba consultando al oráculo sobre otras cuestiones, la Pitia le respondió que fundara una ciudad en Libia. Entonces el rey le respondió en estos términos: “Yo, Señor, ya soy demasiado viejo e incapaz para llevar a cabo la empresa; impón, pues, esta tarea a cualquiera de los jóvenes aquí presentes”. Y al tiempo que decía estas palabras, señalaba a Bato.

Por el momento, esto fue todo. Pero, posteriormente, una vez de regreso, hicieron caso omiso del oráculo, pues no sabían en qué parte de la tierra se encontraba Libia y no se atrevían a enviar una colonia a un destino desconocido.

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A raíz de ello, en Tera no llovió durante siete años, en el transcurso de los cuales se secaron todos los árboles que tenían en la isla, salvo uno solo. Y cuando los tereos consultaron al oráculo, la Pitia únicamente aludió a la colonia a fundar en Libia. En vista, pues, de que no vislumbraban remedio alguno para su mal, despacharon emisarios a Creta para que se informasen de si algún cretense o algún meteco había llegado hasta Libia. En su deambular por la isla, los emisarios llegaron incluso a la ciudad de Itano, donde se pusieron en contacto con un pescador de múrice cuyo nombre era Corobio, quien les dijo que, arrastrado por los vientos, había llegado a Libia, concretamente a Platea, una isla de Libia.

[...]Entonces los de Tera decidieron enviar, de cada dos hermanos, al que la suerte designase, y

que hubiese expedicionarios de todos los distritos [de la isla], que eran siete; su jefe, a la par que rey, sería Bato. Así pues, enviaron a Platea dos penteconteros.

[La versión de los cireneos].[...] Polimnesto, un individuo que en Tera gozaba de prestigio, acogió en su casa a Frónima

y la hizo su concubina. Al cabo de cierto tiempo, tuvo con ella un hijo con un defecto articulatorio –concretamente, era tartamudo-, a quien, según el testimonio de tereos y cireneos, se le impuso el nombre de Bato, aunque, a mi juicio, debió de ser algún otro, que cambio por el de Bato al llegar a Libia, adoptando este nombre en virtud del oráculo que recibió en Delfos y la dignidad que obtuvo; pues en libio “rey” se dice bato [...]. Resulta que, cuando Bato se hizo un hombre, se dirigió a Delfos para formular una consulta sobre su voz; y a su pregunta, la Pitia le dictó la siguiente respuesta: “Bato, a preguntar por tu voz has venido; pero el Soberano Febo Apolo te envía a Libia, tierra de pingües rebaños, a fundar una colonia” [...], como si, en griego, hubiese dicho: “Rey, a preguntar por tu voz has venido...”.

[...Bato no hace caso del oráculo]Pero, a raíz de ello, tanto él personalmente como los demás tereos fueron víctimas de

desgracia tras desgracia. Y dado que los de Tera ignoraban la causa de sus desdichas, despacharon emisarios a Delfos para que consultaran al oráculo sobre los males que les aquejaban. Por su parte la Pitia les respondió que todo iría mejor si iban con Bato a colonizar Cirene en Libia. Tras esta respuesta, los tereos enviaron a Bato con dos penteconteros. Los colonos, pues, zarparon con rumbo a Libia, pero, como no sabían qué más tenían que hacer, se volvieron de regreso a Tera. Sin embargo, cuando trataban de desembarcar, los tereos la emprendieron a pedradas con ellos y no les dejaron atracar en la isla; al contrario, los conminaron a que volvieran a hacerse a la mar. Entonces los colonos se vieron obligados a reemprender la navegación y colonizaron una isla situada en la costa libia, cuyo nombre –como ya he indicado anteriormente- es Platea [...].

En dicha isla vivieron por espacio de dos años, pero, como su situación no mejoraba lo más mínimo, dejaron en ella a uno de los colonos y todos los demás zarparon con rumbo a Delfos. Y, al llegar ante el oráculo, lo consultaron, alegando que residían en Libia y que, pese a ello, nada les iba mejor. Entonces la Pitia, ante esta afirmación, les respondió lo siguiente: “Si tú, que no has ido, conoces Libia, tierra de pingües rebaños, mejor que Yo, que sí he ido, mucho admiro tu sabiduría”.

Al oír estas palabras, Bato y sus compañeros zarparon de regreso, pues, evidentemente, el dios no los eximía de fundar la colonia hasta que acabaran llegando a la mismísima Libia. Y, al arribar a la isla, recogieron al que habían dejado allí y colonizaron un paraje de Libia propiamente dicha, situado enfrente de la isla, cuyo nombre era Aciris [...].

[HERÓDOTO, IV, 150-158. Versión de Editorial Gredos, Madrid, 1979]

Vicisitudes de la colonización en Sicilia

De entre los griegos fueron los calcídeos los primeros que, partiendo desde Eubea con el fundador [oikistés] Tucles, fundaron Naxos y erigieron el altar de Apolo arquegueta, que está ahora fuera de

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la ciudad, en el cual, cuando salen theoros de Sicilia, sacrifican antes de partir. Al año siguiente Arquias, de los heráclidas de Corinto, fundó Siracusa, expulsando primero a los sículos de la isla, ahora ya no totalmente rodeada de mar, en que está la ciudad interior; en una fecha posterior la ciudad exterior quedó englobada con la otra por medio de una muralla y se hizo populosa. Cinco años después de la fundación de Siracusa, Tucles y los Calcídeos marcharon desde Naxos y fundaron Leontinos, expulsando a los sículos con las armas, y después Catana; los catanenses nombraron fundador a Evarco.

Por esta misma fecha llegó Lámide a Sicilia desde Megara al frente de una colonia, y después de fundar al norte del río Pantacias una ciudad llamada Trótilo, de unirse por poco tiempo con los calcídeos de Leontinos en una ciudad única y de ser expulsado por ellos y fundar Tapso, murió, y los demás abandonaron Tapso y fundaron la Megara llamada Hiblea, cuyo territorio les cedió el rey sículo Hiblón, que les llevó a él. [...] Cien años después de la fundación de Megara Hiblea, fundaron Selinunte, para lo cual enviaron a Pámilo, que vino de Megara [en el Peloponeso], su metrópoli, y les ayudó a fundar la colonia. Gela la fundaron juntos Antifermo, que trajo colonos de Rodas, y Entimo, que los trajo de Creta, a los cuarenta y cinco años de la fundación de Siracusa. El nombre de la ciudad se tomó del río Gelas; pero el sitio en que ahora está la ciudadela [acrópolis] y que fue el que primero se fortificó se llama Lindios; a la ciudad se le dio una constitución dórica. Unos ciento ocho años después de su fundación, los gelenses fundaron Acragante, tomando el nombre de la ciudad del río Acragante, confiriendo el honor de fundadores a Aristónoo y Pístilo y dándole la constitución de Gela. Zancla fue fundada primero por unos piratas que vinieron de Cumas, la ciudad calcídica de Campania, pero después llegaron muchos pobladores de Calcis y del resto de Eubea y se repartieron con ellos el territorio; los fundadores fueron Perieres y Cratémenes, el primero venido de Cumas y el segundo de Cálcide. Primero fue llamada Zancla por los sículos porque la ciudad tiene forma de hoz (los sículos llaman zanklon a la hoz); pero después sus habitantes fueron expulsados por los samios y otros jonios que, huyendo de los medos, arribaron a Sicilia, y Anaxilas, tirano de Region, que expulsó poco después a los samios y pobló la ciudad con gentes de varias procedencias, le dio el nuevo nombre de Mesena en recuerdo de su antigua patria.

Himera, colonia de Zancla, fue fundada por Euclides, Simo y Sacón, y la mayoría de los que vinieron a la colonia fueron calcídeos; pero también se establecieron con ellos, vencidos en luchas civiles, desterrados de Siracusa, los llamados milétidas; el resultado fue un dialecto mixto del de los calcídeos y del dorio, pero se impusieron las instituciones calcídeas [...].

[TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso, VI.3-5. Trad. Rodríguez Adrados, Ed. Hernando, Madrid, 1955]

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