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Trabajo final
La medición de Huella Hídrica:
Eficiencia + responsabilidad social ambiental
Docente Responsable: Lic. Inés del Valle Asís JTP: Ing. Ricardo Castro Alumno: Antonella Vagliente Carrera: Lic. en Desarrollo Local-Regional Fecha: 13/6/2012
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ÍNDICE
LA HUELLA HÍDRICA. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO ............................................................................. 6
TIPOS DE HUELLA HÍDRICA ..................................................................................................................................... 7
La huella hídrica azul ....................................................................................................................................... 8
La huella hídrica verde .................................................................................................................................... 9
La huella hídrica gris ...................................................................................................................................... 10
Agua virtual ........................................................................................................................................................ 10
CASOS DE MEDICIÓN DE LA HUELLA HÍDRICA................................................................................................... 12
La Huella Hídrica de un producto ................................................................................................................ 13
Determinación de objetivos y niveles de análisis ............................................................................. 14
Cálculo de la Huella Hídrica........................................................................................................................ 16
PRINCIPALES ERRORES DE MEDICIÓN DE LA HUELLA HÍDRICA ...................................................................... 18
ANÁLISIS DE SUSTENTABILIDAD ........................................................................................................................... 18
FORMULACIÓN DE PROPUESTAS .......................................................................................................................... 20
Legislación .......................................................................................................................................................... 20
Neutralización de la Huella Hídrica ......................................................................................................... 21
Políticas ambientales ..................................................................................................................................... 23
LA PERCEPCIÓN EMPRESARIA ................................................................................................................................ 24
CONCLUSIÓN ................................................................................................................. 27
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................... 29
ANEXOS .......................................................................................................................... 30
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INTRODUCCIÓN
El agua en nuestro planeta es sinónimo de vida. Nuestro cuerpo está compuesto
mayormente por agua; sin ella probablemente no viviríamos más de una semana. Además,
para casi todos los fines humanos necesitamos agua dulce: no sólo para alimentación,
higiene y quehaceres domésticos, sino también para la producción de absolutamente todos
los bienes y servicios que consumimos diariamente.
Sin embargo, es un bien escaso, a pesar de que parte del agua presente en la superficie
se reponga a través de la evaporación, condensación y precipitación (ciclo del agua). Si bien
el 70% de la superficie del mundo está cubierta por agua, solamente el 2.5% es dulce,
mientras que el restante 97.5% es agua salada (PNUMA, 2000). De dicha agua dulce, menos
del 0,01% está
disponible para
consumo, ya que
la mayoría se
encuentra
congelada en los
glaciares,
humedad en el
suelo, o yace en
profundas capas
acuíferas
subterráneas
todavía
inaccesibles para
su extracción. Por otro lado, el agua salada del océano, presente en nuestro planeta en
abundancia, no es útil para beber, lavar, cocinar, regar el campo o para la mayoría de las
aplicaciones en la industria (PNUMA, 2000). A pesar de que actualmente existe tecnología
para la desalinización del agua (como los equipos de ósmosis inversa), todavía se utilizan
en pequeña escala, con alto costo y alto consumo energético.
La permanente intervención del hombre en la naturaleza para extraer recursos y
transformarlos para su consumo de forma irracional, sumado a la elevada presencia de
Gráfico Nº1 Distribución del recurso hídrico en el mundo
Fuente: (Acevedo, R., Jaramillo, C., 2011)
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gases de efecto invernadero en la atmósfera que ocasionan el fenómeno del cambio
climático, y un sistema capitalista basado en una redistribución inequitativa de los recursos,
alimenta un círculo vicioso que produce que actualmente el 20% de la población no tenga
acceso a agua de calidad suficiente y el 50% al saneamiento básico, sin contar que se
calcula que, para el 2025, dos tercios de la población mundial podrían enfrentar la escasez
de agua moderada o severa (Naciones Unidas; Objetivos de Desarrollo del Milenio).
En este contexto, la reducción del consumo actual de agua y de la contaminación de la
misma se vuelve fundamental, de modo tal de retardar las consecuencias de la escasez
hídrica el mayor tiempo posible. Esta necesaria reducción implica un estudio previo de las
características actuales de la utilización de agua en procesos productivos ya que, a escala
mundial, la mayor parte del uso del agua acontece en la producción agrícola, pero también
hay grandes volúmenes de agua consumida y contaminada en los sectores industrial y
doméstico, asociado a actividades específicas tales como el riego, baño, lavado, limpieza,
refrigeración, entre otros procesos. Sin embargo, los estudios científicos acerca de la
práctica de gestión del agua son muy recientes, por lo que no se encuentra todavía
demasiada información disponible acerca de cómo una industria puede calcular el uso que
hace de agua y cómo puede reducirlo. En este sentido, el concepto de “huella hídrica” está
cobrando cada vez más fuerza, y muchas instituciones de todos los sectores productivos
están comenzando a calcularla, como un primer paso en el camino de la responsabilidad
ambiental empresaria.
La tendencia es inspirada en la importancia de la medición de las emisiones de dióxido
de carbono, que se refiere a la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos directa o
indirectamente por un individuo, una organización o una empresa en la elaboración de sus
productos. Dicha importancia radica en los actuales y potenciales efectos producidos por el
cambio climático que, entre otros muchos fenómenos, ha hecho que los glaciares se
reduzcan, erosionando fuentes de agua dulce. El aumento de la demanda global de
alimentos y energía es otro de los acontecimientos que eleva más la presión sobre el
suministro de agua y lo convierte en un recurso que demanda especial atención. Por eso es
que algunas empresas (como la compañía Cola Cola) se están proponiendo metas de
compensación, como parte de su política de responsabilidad social empresaria. En el caso
de esta multinacional, por ejemplo, para 2020 se plantea el desafío de compensar cada litro
de agua que consume para la producción de sus productos, de modo de posibilitar que
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miles de personas que hasta el momento no tenían acceso al agua potable, puedan tenerlo.
¿Pero cómo saber cuánto compensar, si no se tienen datos certeros sobre el consumo de
agua del cual la empresa es responsable en la elaboración de sus productos?
Por todo lo mencionado anteriormente, el presente trabajo se propone indagar acerca
de la Huella Hídrica como una herramienta que posibilita un diagnóstico acerca de las
características de la utilización de agua dulce en la producción empresarial, la importancia
de aplicar metodologías como ésta y la predisposición de algunas empresas cordobesas
para incursionar en esta práctica que va en ascenso.
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LA HUELLA HÍDRICA. UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO
El concepto “huella hídrica” fue creado en 2002 por Arjen Hoekstra, profesor de gestión
de agua en la Universidad de Twente en Holanda y cofundador de Water Footprint Network.
Usando datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación, Hoekstra y otros investigadores determinaron la cantidad de agua utilizada
en la elaboración de varios productos, y aplicaron esas estadísticas para calcular la huella
hídrica de individuos promedio y países enteros.
La huella de agua de una persona, comunidad o negocio se define como el volumen
total de agua dulce que se utiliza de forma directa e indirecta para producir los bienes y
servicios. La huella de un individuo, por ejemplo, se expresa en términos de volumen de
agua fresca consumido por año. La de un producto se refiere al volumen de agua fresca
utilizado por unidad de producto. “Agua utilizada” significa agua que es evaporada o
contaminada; en otras palabras, que ya no está disponible en su estado original y que no
puede ser reutilizada en un corto plazo (Hoekstra, 2008). Es un indicador multidimensional
que indica dónde, cuándo y cuánta agua se consume y contamina, considerando todos los
eslabones de la cadena del producto, pudiendo los componentes de la huella hídrica total
ser especificados geográfica y temporalmente. Sin embargo, un valor alto de metros
cúbicos consumidos no es necesariamente malo y un bajo valor necesariamente bueno, ya
que se tienen en cuenta los procesos de recuperación y reutilización del agua, de
compensación, del impacto en la región (si es una zona seca o húmeda), entre otros. Es por
esto que el cálculo se realiza utilizando valores actuales y locales, no la media mundial.
La huella hídrica también puede considerarse un indicador global de mide la
apropiación de los recursos de agua dulce, superando la medición tradicional y limitada de
la extracción de agua. En este sentido, y según la Water Footprint Network
(http://www.waterfootprint.org) ofrece una perspectiva mejor y más amplia sobre cómo un
consumidor o productor afecta el uso de sistemas de agua dulce. La limitación es que no
mide la gravedad de los efectos locales en el medio ambiente del consumo de agua y su
contaminación; eso demanda un estudio posterior.
Por otra parte, este concepto se asemeja a otros, como la huella ecológica o la huella
de carbono. Aunque tienen distintos objetivos, la huella hídrica comparte con la ecológica
la voluntad de indagar sobre la proporción de la biocapacidad del globo que ha sido
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apropiada. La de carbono, por su parte, fue formulada años posteriores para poder calificar
la contribución de las distintas actividades al cambio climático, ya que se refiere a la
cantidad de CO2 y otros gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera durante el
ciclo completo del producto o servicio.
TIPOS DE HUELLA HÍDRICA
La definición general de huella hídrica (“volumen total de agua dulce que se utiliza para
producir bienes y servicios”) pareciera indicar un sistema de medición simple, en el que sólo
basta saber la cantidad de litros utilizados en cada fase del proceso productivo. Sin
embargo, lejos de ser así, el cálculo de la huella hídrica es un proceso complejo que debe
tener en cuenta distintas variables. Existen clasificaciones, como por ejemplo aquella que
mide la relación del recurso hídrico utilizado con el producto que se está elaborando: la
huella hídrica directa y la indirecta. La primera hace referencia al volumen de agua
incorporado al producto en las fases operativas; mientras que la segunda corresponde a la
que se utilizó en la cadena de suministros, por ejemplo en la materia prima que sirve de
insumo para elaborar el producto.
Además, la huella hídrica indirecta es acumulativa, es decir, cuando un consumidor
compra un producto en góndola (por ejemplo, un cuchillo), está comprando toda el agua
utilizada en cada uno de los eslabones de la cadena, como la que se utilizó para fundir el
metal, talar la madera para el mango, transportar el cuchillo hasta el supermercado, etc.
Fuente: (Hoekstra, y otros, 2010)
Gráfico Nº2 Cadena de huella hídrica directa e indirecta
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Por otra parte, existe una clasificación basada en el tipo de agua: agua azul, verde o
gris. Según afirma Alberto Garrido en una entrevista realizada por la organización española
ECODES, los colores del agua se inventaron tras la creación del concepto de agua verde por
la Prof. Malin Falkenmark en 1995 para distinguir fases del agua que no son enteramente
iguales en cuanto a acceso, posibilidad de uso o calidad. En síntesis, se puede decir que el
agua azul es el agua dulce que se encuentra en ríos, lagos, o acuíferos; para usarla es
preciso tomarla de sus fuentes y transportarla al lugar de uso. El agua verde es el agua de
lluvia que se acumula en el suelo y puede ser absorbida por los cultivos o la vegetación
natural. El agua gris es el agua que necesitamos para asimilar los contaminantes hasta las
concentraciones que consideramos ambientalmente tolerables (Garrido, y otros, 2010).
Analizaremos estos tipos en más detalle.
La huella hídrica azul
La huella hídrica azul se refiere al consumo de los recursos de agua azul, ya sea
superficial o subterránea, a lo largo de la cadena de suministro de un producto. En este
caso, por “consumo” se entiende “la pérdida de agua de la masa de agua disponible del
suelo de la superficie en un área de captación. Las pérdidas se producen cuando el agua se
evapora, vuelve a otra zona de captación o al mar o se incorporan al producto” (Hoekstra, y
otros, 2010). Es decir, la huella hídrica azul mide la cantidad de agua disponible en un
determinado período que se consume sin devolverse a la misma cuenca hídrica. Se excluye
de esta medición el volumen de agua azul que retorna a la fuente hídrica tanto luego del
uso o por filtrado antes del uso.
Entonces, según Hoekstra, el uso consuntivo del agua azul puede darse en los
siguientes casos:
El agua se evapora;
El agua se incorpora a un producto;
El agua no vuelve a la misma zona de flujo, como cuando es devuelta a otra zona
de captación o al mar;
El agua no vuelve en el mismo período, por ejemplo, si se retira en un periodo
seco y devuelve en un período de lluvias.
El primer componente, la evaporación, es generalmente el más importante. Todo lo
relacionado con la producción cuenta como evaporación, incluyendo el agua que se
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evapora durante el almacenamiento de agua (por ejemplo, en depósitos de agua
artificiales), transporte (por ejemplo, en canales abiertos), el tratamiento (por ejemplo, la
evaporación del agua caliente que no se recoge) y la recogida y eliminación (por ejemplo,
de canales de drenaje y de plantas de tratamiento de aguas residuales) (Hoekstra, y otros,
2010).
La fórmula que Water Footprint Network utiliza para medir la Huella Hídrica azul es la
siguiente:
HHprod.azul= Evaporación de agua azul+ incorporación de agua azul + pérdida de
flujo de retorno1 [Volumen / tiempo]
Respecto a la evaporación, aunque generalmente no se cuenta con información que
indique cuánta agua se evapora durante el almacenamiento, transporte, tratamiento, etc.,
puede deducirse por la diferencia entre la el agua ingresante al comienzo del proceso y los
volúmenes de disposición final. Un producto también consume el agua que se incorpora al
mismo, pero a un volumen mucho menor que el que se pierde por evaporación o
evapotranspiración.
La huella hídrica verde
La huella hídrica verde se refiere al consumo de los recursos de agua de lluvia, en la
medida en que no se pierde por filtro o rio abajo. Es el agua que alimenta el sistema como
lluvia y acumula humedad en el suelo que es absorbida por plantas y luego exhalada por
flujo de vapor.
La huella hídrica verde es el volumen de agua de lluvia consumida durante un proceso
de producción, relevante sobre todo para los productos agrícolas y forestales. Sin embargo,
los productos industriales cuya materia prima es madera o productos a base de cultivo,
también tienen una huella de agua verde de manera indirecta.
Diferenciar la procedencia del agua consumida, es decir, diferenciar la huella hídrica
azul y verde de un producto es importante en la búsqueda por determinar el impacto del
consumo, ya que no puede considerarse de igual forma la utilización de agua subterránea o
de un lago o río, que el agua de lluvia.
1 se refiere a la parte devuelta a la cuenca que no está disponible para su reutilización dentro de la misma
cuenca hidrográfica, ya sea porque se devuelve a otra cuenca, o a la misma pero en otro momento.
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La huella hídrica gris
Tal como lo establece Hoekstra (2010), la huella hídrica gris es un indicador del grado
de contaminación del agua dulce que se puede asociar con tal fase del proceso. Ésta se
define como el volumen de agua dulce que se requiere para asimilar la cantidad de
contaminantes comparado con las concentraciones normales y las normas de calidad de
agua. Este concepto ha cobrado relevancia desde que se considera que una forma válida de
medir los contaminantes presentes en el agua es definiendo el volumen de agua requerido
para diluir los contaminantes presentes en ella.
Es preciso aclarar que, cuando sea necesario, se puede clasificar aún más la huella
hídrica en componentes más específicos. En el caso de la huella hídrica azul, puede
considerarse pertinente para distinguir entre las aguas superficiales, aguas subterráneas
renovables y el agua subterránea fósil. En el caso de la huella hídrica gris, pueden
considerarse importante distinguir entre diferentes tipos de contaminación. A medida que
se buscan mayores niveles de precisión y detalle, el cálculo de la huella hídrica se vuelve
más complejo.
A pesar de ser los tres tipos fundamentales para realizar una medición exacta del
consumo que un determinado producto a proceso productivo conlleva, a los fines de esta
investigación nos concentraremos únicamente en la medición de los dos primeros (HH azul
y verde).
Agua virtual
El concepto de agua virtual suele definirse de manera muy similar al de huella hídrica
de una empresa, es decir, como el agua total que fue necesaria para obtener productos
agrícolas o industriales. Sin embargo, acerca de esto Hoekstra (2010) sostiene que entre
ambas existe una diferencia, que es que el contenido virtual del agua se refiere únicamente
al volumen de agua incorporada al producto, mientras que la huella hídrica mide también
el tipo de agua que se utilizó (verde, azul, gris) y cuándo y dónde se utilizó. Es decir, es un
concepto más amplio.
Además, Hoekstra (2008) enriquece la definición al sostener que el agua virtual es el
volumen de agua usada para producir un producto, incluyendo los varios pasos de la
cadena productiva del mismo.
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Por otro lado, el agua virtual se emplea usualmente también para describir el agua
potable empleada en productos que se importan y se exportan. Cuando hay una
transferencia de productos de un país al otro, la transferencia de agua física que tiene el
producto es muy pequeña comparada con la transferencia de agua virtual que se necesitó
para producirlo (Mourgues, 2010). Esta idea fue desarrollada por Allan en una investigación
respecto a en qué medida importar productos del demanda intensiva de agua podría aliviar
a países con escases hídrica como África o Medio Oriente, de modo tal que no tuvieran que
destinar ellos agua para su producción.
Fuente: Hoekstra, 2008.
El gráfico anterior muestra los diferentes componentes de la huella hídrica de un
producto a través de la cadena de producción. El productor, en su tarea, realiza un
consumo de agua azul y verde para la elaboración de su producto, que en este caso es un
alimento. Como, a través de fertilizantes u otros químicos contamina el agua, también
contribuye a la huella hídrica gris. El elaborador del alimento, el industrial, hace un uso del
agua azul para al transformar el producto, y también contamina parte del recurso hídrico.
Lo mismo pasa con el distribuidor, que al transportar el alimento utiliza energía, que a su
vez demanda agua azul y gris. Lo mismo ocurre con el último eslabón, que es el
consumidor. Por otra parte, puede observarse que en la transferencia del producto de un
eslabón a otro, fluye lo que anteriormente denominamos agua virtual. Todos ellos reciben
un producto que ya tiene una cierta huella hídrica (indirecta), y a la vez aportar al
incremento de la misma (directa).
Gráfico Nº3 Flujos de agua virtual
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CASOS DE MEDICIÓN DE LA HUELLA HÍDRICA
Este cálculo puede ser aplicado a casi cualquier cosa material o servicio que no sea un
fenómeno natural, ya que la huella hídrica tiene que ver con el uso que el hombre hace de
este recurso básico de la naturaleza. Así, se puede medir:
La huella hídrica de una fase del proceso
La huella hídrica de un producto
La huella hídrica de un consumidor
o La huella hídrica de un grupo de consumidores
o La huella hídrica de los consumidores de una nación
o La huella hídrica de los consumidores de un municipio, provincia o unidad
administrativa
o La huella hídrica de los consumidores en un área de captación y fluviales
La huella hídrica dentro de un área geográficamente delimitada
o La huella hídrica de una nación
o La huella hídrica dentro de una unidad municipio, provincia u otra
administración
o La huella hídrica dentro de un área de captación o cuenca hidrográfica
La huella hídrica de una empresa
o La huella hídrica de un sector empresarial
La huella hídrica de la humanidad en su conjunto
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Fuente: (Hoekstra, y otros, 2010)
La Huella Hídrica de un producto
Para calcular la huella hídrica de un solo producto, deberemos comenzar analizando el
sistema de producción; es decir, los pasos y la forma en que se produce, y que
generalmente está organizado en distintas etapas. Por ejemplo, una simplificación del
sistema de producción de una camisa de algodón es la siguiente: el cultivo del algodón, la
cosecha, desmotado, cardado, tejido, blanqueo, tinte, estampado, acabado (Hoekstra, y
otros, 2010). Cada una de dichas etapas utiliza un cierto volumen de agua para su
producción.
La huella hídrica de una "etapa del proceso" es el componente básico de todas las
cuentas de la huella hídrica, ya que el cálculo del consumo de agua del producto final, es el
conjunto de las huellas hídricas de las distintas etapas relevantes del proceso en la
producción del mismo. Se debe prestar atención de no cometer el error de realizar una
doble contabilidad calculando la huella hídrica de dos productos en los casos en que uno
contenga al otro.
A grandes rasgos, son cuatro los pasos a seguir para completar el proceso:
1) Determinar el nivel de análisis que se realizará (detallado anteriormente en el
apartado “Huella hídrica de una empresa o industria”)
Gráfico Nº4 Distintas mediciones de huellas hídricas
Huellas hídricas de procesos
Sumar la huella hídrica de
todos los productos producidos
Huella hídrica de un grupo de
consumidores (una nación,
provincia, muncicipio)
Huella hídrica de una zona
delimitada geograficamente
(una nación, una cuenca)
Huella hídrica de un producto
Huella hídrica de un grupo
de productores (un sector)
Huella hídrica de un
productores (negocio,
empresa)
Huella hídrica de un
consumidor
Sumar la huella hídrica de
todos los productos consumidos
Sumar todas las huellas hídricas de proceso
de todos los procesos de un sistema de
producción
Sumar todas
las huellas
hídricas de
proceso de
todos los
procesos que
ocurren en un
mismo lugar
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2) Realizar los cálculos correspondientes
3) Llevar a cabo un análisis de sustentabilidad
4) Proponer una serie de acciones para reducir
Fuente: (Acevedo, R., Jaramillo, C., 2011)
Determinación de objetivos y niveles de análisis
La huella hídrica de una empresa es igual a la suma de las huellas hídricas de todos
productos que ofrece la misma, que se expresa como volumen de agua por unidad de
tiempo.
Para pensar llevar a cabo este proceso de medición en una empresa o industria, es
necesario comenzar tomando ciertas decisiones que van de lo general a lo particular, y que
permitirán luego realizar un análisis detallado del estado de situación:
¿Para qué realizar el cálculo? ¿para reducir el consumo de agua y volver la
empresa más sustentable; para identificar riesgos; para transparentar los
productos, para certificarlos?
¿Cuál será la escala de estudio? ¿toda la empresa, o sólo un sector o un
producto?
¿Se valuará todo el sistema operacional o sólo la cadena de suministro?
¿Considerar huella hídrica azul, verde y/o gris?
¿Qué nivel espacio-temporal? ¿Qué periodo de datos?
¿Considerar la huella hídrica directa o indirecta?
Gráfico Nº5 Pasos del proceso de medición de huella hídrica
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Todas estas decisiones son estructurales para el cálculo ya que, por ejemplo, decidir
incluir tanto el sistema operativo como la cadena de suministro daría como resultado una
huella hídrica azul, verde y gris con volúmenes generalmente mucho mayores en la cadena
de suministro que en el sistema operativo, por el tipo de actividades que uno y otro
implican. La huella hídrica de ese mismo producto no sería la misma si sólo se incluyera el
sistema operativo. Lo mismo ocurre con la consideración de la huella directa e indirecta.
En este sentido, según Wall Street Journal, calcular las huellas hídricas de los productos
manufacturados no es una ciencia exacta, ya que no hay estándares claros sobre lo que se
debe medir. Algunas compañías miden sólo el agua usada en las operaciones de fábrica;
otras cuentan los litros usados para conseguir los ingredientes en su cadena de suministros,
y otras miden incluso el agua que los consumidores usan para lavar ropa o platos con sus
productos. Por ejemplo, The Coca-Cola Company usa un poco más de 3,7 litros de agua
para generar una botella de dos litros de gaseosa. Pero esa cifra se dispara a 500 litros por
una botella de 2 litros si se le añade el agua usada para cultivar ingredientes como la caña
de azúcar, según una estimación del World Wildlife Fund.
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Fuente: (Mourgues, 2010)
Cálculo de la Huella Hídrica
En el caso de los productos industriales, la huella hídrica se puede expresar en términos
de:
Volumen de agua por unidad de producto: productos que se cuentan por
piezas en lugar de peso.
Volumen de agua o por unidad de masa: productos donde el peso es un buen
indicador de la cantidad.
Volumen de agua o por unidad de dinero: productos donde el valor económico
es más importante que el peso.
Volumen de por unidad de energía: Kcalorías por los productos alimenticios.
Lo primero que se debe realizar es dividir el sistema de producción en un número
limitado de pasos vinculados del proceso, para lo cual es necesario previamente investigar
el origen de (las entradas de) los productos.
Para productos industriales se puede construir con relativa facilidad un diagrama de
sistemas de producción basados en fuentes de datos a disposición del público (Hoekstra, y
otros, 2010).
Gráfico Nº6 Huella de Agua Corporativa
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La Water Footprint Network recomienda empezar a calcular la huella hídrica de los recursos
primarios (donde comienza la cadena de suministro) y calcular a continuación, paso a paso,
las huellas hídricas de los productos intermedios, hasta que se puede calcular la huella
hídrica del producto final. El primer paso es siempre el de obtener las huellas hídricas de los
productos de entrada y el agua utilizada para transformarlos en el producto de salida. El
total de estos componentes se distribuirá entre los productos finales diferentes, en función
de su fracción como producto y la fracción de su valor (Hoekstra, y otros, 2010).
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PRINCIPALES ERRORES DE MEDICIÓN DE LA HUELLA HÍDRICA
La empresa española DNV Business Assurance ha identificado algunas faltas en las que
han incurrido (y todavía incurren) las empresas al realizar el proceso de medición del
consumo de agua en sus procesos productivos, y que tienen que ver con los siguientes
factores:
Foco en las operaciones en lugar de la cadena de suministro. Tradicionalmente las
empresas han focalizado sus estudios sobre el uso del agua en sus operaciones, no en su
cadena de suministro. Su huella hídrica no ha sido abordada desde una perspectiva
integral, por lo que el resultado arrojó índices de consumo muy por debajo de los reales.
Agua retirada vs consumida. Las empresas normalmente han estudiado métodos para
reducir el agua dispuesta o retirada del suministro. En cambio, la huella hídrica nos muestra
el uso del agua en términos de consumo en lugar de retirada.
Tranquilidad legal. Según DNV Business Assurance, “las empresas suelen disponer de
los correspondientes derechos o licencias para el uso del agua en sus procesos productivos
o de prestación del servicio. Esta “tranquilidad legal” no es suficiente para gestionar los
riesgos relacionados con el uso del agua. Es útil mirar en los detalles espacio-temporales de
la huella hídrica de la compañía, ya que los detalles de dónde y cuándo es utilizada el agua
se puede utilizar como un input para una evaluación de la sostenibilidad de la huella
hídrica, para identificar los impactos medioambientales, sociales y económicos y vincularlos
con los correspondientes riesgos empresariales asociados” (Salido Villatoro).
Concepto de emisión – aguas residuales. “Se puede caer en el error de medir este
impacto sólo en términos de cantidad de agua residual o contaminación de la misma, sin
tener en cuenta el esfuerzo necesario de asimilación de esta agua residual contaminada a
estándares de calidad de agua ambiental” (Salido Villatoro).
ANÁLISIS DE SUSTENTABILIDAD
La medición de la Huella Hídrica propuesta por Water Footprint Network contempla un
“análisis de sustentabilidad”, ya que la importancia del indicador radica en cómo la forma
en que se utiliza el agua para la producción de un determinado producto o servicio afecta
la sustentabilidad del sistema, partiendo de la base de que esto dependerá de la relación
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entre la disponibilidad de agua y las características del lugar donde se está realizando el
estudio.
En este sentido, el análisis de sustentabilidad se asemeja a una evaluación de impacto
ambiental (EIA), que se define como “un proceso de análisis para identificar relaciones
causa-efecto, predecir cuanti-cualitativamente, valorar o interpretar y prevenir el impacto
ambiental de una acción o acciones provenientes de la ejecución de un proyecto en el caso
en que éste se ejecute, a fin de contribuir a la toma de decisiones, basada en
procedimientos explicitados legalmente, sobre las incidencias ambientales del proyecto”2.
Es también una comparación entre el estado de situación del medio ambiente antes del
proyecto, empresa o industria, y la situación del medio ambiente con el proyecto instalado
y operando. Esto demuestra la factibilidad ambiental del mismo, complementándose con
otras evaluaciones como la financiera, legal, institucional, etc.
Esto indica que es un proceso pensado para realizarse ex-ante, es decir, como un
diagnóstico de predicción de impactos, de efectos adversos que pueden ser evitados y que
son determinantes a la hora de decidir si instalar el proyecto en determinado lugar o no
hacerlo, a partir del reconocimiento de que cualquier actividad humana tiene efectos sobre
el medio ambiente, ya sean positivos o negativos. Sin embargo, esto no fue siempre así, ya
que en sus inicios la EIA se realizaba como una evaluación comprobatoria ex-post, y con
fines compensatorios generalmente. Aquí es donde se encuentra la relación con el análisis
de sustentabilidad que propone la medición de la huella hídrica: para las empresas o
industrias que ya vienen produciendo, sólo queda la posibilidad de realizar el proceso ex-
post para tener conciencia real de cuánta agua se está consumiendo y cuánto debería
reducirse (además de qué acciones llevar a cabo para lograrlo). Pero esta herramienta
necesita difundirse lo suficiente como para que aquellas empresas que todavía no se han
instalado la contemplen como parte de los factores definitorios de su factibilidad
ambiental. Es decir, como una evaluación ex-ante. A su vez, la metodología de cálculo de
huella hídrica es suficientemente adecuada como para proponerla como parte de la EIA, en
lo que se refiere a la factibilidad de utilización de los recursos hídricos. Una EIA debe incluir
una comparación de cada componente de la huella hídrica con el agua total disponible en
cada lugar y período pertinentes (incluyendo las necesidades de agua del medio ambiente).
2 Extraído del apunte “Estado de la Evaluación de Impacto Ambiental”
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Para el análisis de sustentabilidad de la huella hídrica también pueden considerarse los
pasos del estudio de la EIA, que se basan en:
Descripción del proyecto o actividad
Plan de cumplimiento de la legislación ambiental aplicable
Descripción de los efectos del proyecto susceptibles a causar impacto ambiental
(en este caso, el uso del agua)
Desarrollo del conjunto de procedimientos que permitan evaluar y cuantificar
los impactos ambientales del proyecto (en este caso, los cálculos
correspondientes a la medición de huella hídrica)
Diseño de medidas correctoras o que reduzcan, mitiguen, reparen y/o
compensen los impactos negativos y potencien los positivos
Plan de seguimiento (Del Valle Asís, 2003)
En los casos de que a la EIA la lleve a cabo una empresa todavía no instalada, debe
agregarse la recalculación de la TIR (Tasa Interna de Retorno). A pesar de que, en el caso de
evaluaciones de impacto ambiental integrales, el costo de introducir mecanismos de
mitigación y/o compensación puede aumentar la inversión prevista (como la instalación de
plantas de tratamiento de efluentes), estos siempre serán inferiores a las multas que la
empresa podría llegar a enfrentar en el caso de que cambiara la legislación vigente, o al
impacto del empeoramiento de la imagen si en la sociedad saliera a la luz que la empresa
contamina o hace un uso excesivo de los recursos naturales.
FORMULACIÓN DE PROPUESTAS
Legislación
En Argentina la legislación existente que regule la utilización del recurso agua es escasa.
La Constitución Nacional, en su Artículo 41, establece que “Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.
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Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de
los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad
biológica, y a la información y educación ambientales.
Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren
las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o
potencialmente peligrosos, y de los radiactivos”.
La Ley Nacional que en mayor medida regule este recurso sea la Ley Nº
25.688 (Régimen de Gestión Ambiental de las Aguas. Ley de presupuestos), que establece
los presupuestos mínimos ambientales para la preservación de las aguas, su
aprovechamiento y uso racional (ver Anexos).
Por otro lado, la Ley Nacional Nº22.190 establece el régimen de prevención y vigilancia
de la contaminación de las aguas u otros elementos del medio ambiente por agentes
contaminantes provenientes de buques y artefactos navales.
Quizás un primer paso a realizar en la búsqueda por regular mejor este recurso tan
fundamental para la sociedad sea revisar la legislación vigente, identificar variables no
contempladas y comenzar el proceso de sanción de aquellos aspectos urgentes a la hora de
cuidar las fuentes de recursos hídricos.
Neutralización de la Huella Hídrica
La idea de la neutralización de la huella hídrica es un concepto concebido por Pancho
Ndebele en el Foro Mundial para el Desarrollo Sostenible 2002 en Johannesburgo, y busca
estimular a los individuos, comunidades y las corporaciones que realizan un uso excesivo
del agua o la contaminan, a que „neutralicen‟ el agua de su actividad, a través de acciones
tendientes a reducir su consumo, reducir su contaminación, o compensarla invirtiendo en
proyectos que promuevan la sustentabilidad y la equidad de la población en la que están
inmersos (Hoekstra, 2008). Es decir, se busca reducir o compensar las externalidades
negativas (definidas como los costos o transacciones económicas cuyos efectos negativos
recaen sobre terceros, en este caso la comunidad) que una huella hídrica elevada produce.
Esto puede ser logrado, por ejemplo, invirtiendo en tecnología que ahorre agua, medidas
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de conservación del agua, apoyo económico a comunidades que no tienen acceso al agua
segura, apoyo económico a emprendimientos verdes, etc.
En este sentido, el concepto se asemeja al de carbono-neutro o carbono-compensado,
ya que todos han sido desarrollados en respuesta al desafío de medir emisiones y consumo
de recursos para controlar la contribución que se hace desde las industrias al cambio
climático.
Para ser water-neutral o tener agua-neutra, existen dos requisitos:
En primer lugar, debe haberse hecho todo lo posible para reducir la huella hídrica
actual, a través de la adquisición de tecnología que realice un uso más eficiente de este
recurso, por ejemplo. Lo primero que debe realizarse es evitar la utilización de agua donde
sea posible; luego reducir aquella que sea inevitable para la producción; posteriormente
reciclar la ya usada y finalmente tratarla antes de su eliminación. Para la mayoría de las
empresas la huella hídrica de la cadena de suministro es mucho más grande que la huella
de operacional. Por ello es crucial que también se ocupen de ello insistiendo a sus
proveedores que reduzcan su propia huella. El logro de mejoras en la cadena de suministro
tiende a ser más difícil -ya que no está bajo su control directo- pero puede ser más
efectivo. Además, pueden utilizarse como alternativas o herramientas complementarias, el
establecimiento de objetivos cuantitativos de reducción de la huella hídrica, la evaluación
comparativa, el etiquetado de productos, certificación y presentación de informes de huella
hídrica. Una empresa puede haber reducido al máximo su consumo de agua y compensado
lo inevitable, pero si los insumos que utiliza para la fabricación de sus productos siguen
consumiendo mucha agua, entonces no puede decirse que ese producto ha neutralizado su
huella. De todas formas, no debe confundirse el término „agua neutra‟ con „nulo consumo
de agua‟, ya que es imposible pretender que se elimine la utilización de este recurso en la
producción, a diferencia de otros como la energía proveniente del petróleo, que puede
adquirirse de fuentes de energía „limpias‟ como la eólica o la solar. Con este mecanismo no
se busca anular el uso de agua, sino anular los impactos negativos que pueden asociarse a
ese uso.
Luego de haber reducido en el mayor grado posible la huella hídrica, el segundo paso
es compensar el agua „residual‟ financiando proyectos que apunten a un uso más
sostenible y equitativo del agua in las unidades/cuencas hidrológicas en las que los
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impactos de la huella hídrica están localizados. Pueden ser de realización propia o de apoyo
a proyectos desarrollados por otros. También puede compensarse proveyendo agua
potable (o segura) a sector vulnerables de la comunidad sin acceso a este recurso
fundamental para una digna calidad de vida.
Este mecanismo se asemeja al de Bonos de Carbono, establecido por el Protocolo de
Kyoto en 1997, que permite a empresas públicas y privadas situadas en los países llamados
“No Anexo 1” (sin compromiso de reducción de emisiones, como la Argentina) obtener
Certificados de Reducción de Emisiones (CERs) mediante proyectos que ahorren o capturen
gases de carbono. El mecanismo permite que estos proyectos se financien a través de la
venta de CERs a inversores o a empresas y gobiernos de países “Anexo 1” (con
compromiso de reducción de emisiones) dentro del mercado “regulado” de bonos de
carbono, produciéndose de este modo una “compensación” entre las emisiones de unos y
las reducciones de otros. Sin embargo, la neutralización de agua difiere de este mecanismo
en el sentido de que las compensaciones deben realizarse dentro de la misma comunidad
de la que se extrae el agua.
Puede neutralizarse un producto cuyo nivel de consumo de agua es irreductible, a
través de la disminución de la huella hídrica de otro producto del „mismo tamaño‟
(Hoekstra, 2008). Grandes conferencias o competencias deportivas que dejan una huella
elevada pueden compensarse invirtiendo en proyectos locales vinculados al agua, que
beneficien a la sociedad en su conjunto.
A pesar de que este mecanismo de neutralización de huella hídrica ofrece una gran
oportunidad para traducir el impacto de la huella hídrica en acciones de mitigación de los
mismos, y que contribuye a aumentar el interés en la preservación del agua e invita a
realizar acciones sustentables, todavía hay interrogantes a resolver que obstaculizan su
aplicación masiva: ¿Cuánta reducción del uso del agua debe esperarse? ¿Qué tipo de
compensaciones se consideran suficientes o apropiadas? ¿Deben realizarse una sola vez o
de forma recurrente, dado que así lo es el consumo de la empresa? ¿Debe contar como
compensación solamente el esfuerzo en realizarla, o su efectividad?
Políticas ambientales
La respuesta a los interrogantes enunciados radica en de quién dependen las acciones
de neutralización de huella hídrica: si de la iniciativa privada de la empresa, o de una
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normativa estatal que fije estándares de consumo, a partir de los cuales se puedan, por
ejemplo, entregar certificaciones de agua neutra que valoricen esos productos. Estos casos,
que entran dentro del orden de las políticas ambientales, deben considerar los siguientes
principios (Azqueta, 2007):
Eficacia (grado en el que se consigue alcanzar el objetivo propuesto)
Eficiencia (minimizar los costes a los que se somete a la sociedad)
Flexibilidad (las medidas deben adaptarse a cambios en la situación de
referencia)
Equidad (debe aplicarse a todos por igual)
Existen diversos mecanismos a los que un Estado puede recurrir a la hora de
implementar una política ambiental tendiente a establecer la obligatoriedad de la medición
de huella hídrica y de neutralización de la misma. Algunos tienen como eje el
comportamiento individual del agente, que utiliza como herramientas básicas la persuasión
y/o la provisión de información que lleve a los empresarios (en este caso) a tomar
conciencia de la importancia de realizar estas acciones. Otros se basan en normativas o
mecanismos de regulación y control, para lo cual hace falta, por ejemplo, fijar estándares
que establezcan un máximo de consumo. Por último, existen instrumentos económicos
como impuestos o tasas (entre otros) que dan la posibilidad de que la empresa realice las
mejoras correspondientes o, de lo contrario, se verá obligada a pagar un precio por ello. A
pesar de que no es el objetivo de este trabajo profundizar en las diferentes aristas de las
políticas ambientales, es necesario puntualizar que cada mecanismo tiene ventajas y
desventajas que es preciso analizar previo a su establecimiento, y de acuerdo a los
objetivos que se proponga el Estado.
LA PERCEPCIÓN EMPRESARIA
Según Azqueta (2007), las empresas tienen un rol clave en la problemática ambiental,
ya que son el agente que interactúa entre el mercado de bienes y servicios y los mercados
de insumos, por un lado, y organiza el proceso productivo y la distribución de esos bienes y
servicios entre los consumidores, por el otro. La política ambiental, entonces, va dirigida
directa o indirectamente a regular su comportamiento.
Pero, ¿por qué una empresa querría medir su huella hídrica? Tiene varias razones para
querer hacerlo. En primer lugar, porque la conciencia ambiental y las acciones para mejorar
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el entorno ambiental forman parte de lo que una empresa considera su "responsabilidad
social empresaria“. La reducción de la huella hídrica puede ser parte de la estrategia
medioambiental de la empresa, al igual que la reducción de la huella de carbono. En
segundo lugar, porque muchas empresas en realidad se enfrentan a riesgos graves
relacionados con la escasez de agua dulce en sus operaciones o su cadena de suministro, lo
que afectaría su capacidad productiva futura. En este sentido, cuidar la disponibilidad de
agua dulce es cuidar el propio futuro de la empresa. En tercer lugar, a través de la
formulación de medidas para reducir la huella hídrica, la empresa puede anticiparse al
control reglamentario de los gobiernos, que de un momento a otro puede incluir el control
del consumo de agua entre sus requisitos para habilitación de plantas, etc. Por último,
algunas empresas también pueden hacer uso de esta herramienta como un instrumento
para reforzar su imagen corporativa o para reforzar sus marcas (Hoekstra, y otros, 2010).
Ahora bien… ¿qué dicen los empresarios sobre esto?
La Cooperativa de Trabajo Sudeste Ltda, encargada de la distribución del agua en la
ciudad de Bell Ville, Provincia de Córdoba, afirma que son pocos los empresarios que se
preocupan por conocer detalles de su consumo, teniendo en cuenta que la ciudad posee
todavía escasos medidores. “Algunos se han acercado, pero no todos lo hacen. Sí cuando
alguno considera que le llega una factura excesiva, tenemos el reclamo del comerciante o del
industrial, y en ese caso sí se pone al tanto de cuánto consume, ve sus picos de consumo;
algunos lo atribuyen al verano, por ejemplo una heladería o una fábrica de hielo. Pero lo que
lo motiva a acercarse no es tomar conciencia de su consumo sino no pagar de más” sostiene
Elisa Scheggia, Secretaria del Consejo de Administración de la Cooperativa, quien también
afirma que “me parece fundamental que las industrias midan su consumo. No en todos los
casos el agua es parte del producto, pero sí es parte del proceso de lo que los industriales
llevan a cabo, así que creo que también deben incluir los costos, por lo tanto creo que sería
indispensable que tengan idea de cuánto necesitan y cuánto están consumiendo”3.
Por otro lado, Martín Gasparini, dueño del vivero “El Ruiseñor” de esta misma ciudad,
en su búsqueda por utilizar la menor cantidad de agua potable de red para riego, realizó
intentos de extraer agua de pozo, a partir de una perforación de 9 mts. “Sé cuánta agua
necesito sí o sí para mi actividad comercial, y quiero al menos evitar que sea toda agua
3 Fuente: Entrevista realizada a Elisa Scheggia el 8/6/2012 en la Cooperativa de Trabajo Sudeste Ltda.
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potable, no sólo por una cuestión de abaratar costos”. Esta meta se enmarca en la firma de
un compromiso de reducción de la utilización de agua que firmó con la comunidad (reducir
en un año el 10% de su consumo, equivalente a 100 m3), a partir de propuesta de una ONG
ambiental local, el Movimiento Agua y Juventud. Sin embargo, informa que “a pesar de que
hice todos los análisis previos para asegurarme de que el agua iba a servir para las plantas, se
me secaron todas. Por eso tuve que abandonarlo. A otros amigos que hicieron lo mismo en
otras partes de la ciudad sí les funcionó, las plantas están hermosas. Para asegurarme de que
sirva, tendría que hacer un semisurgente4, que es carísimo y todavía no puedo asumir ese
riesgo. Por ahora estoy acopiando agua de lluvia como alternativa, y va bárbaro5”.
4 Semisurgente: pozo hecho artificialmente, del que surge el agua, pero sin llegar a la superficie.
5 Fuente: Entrevista realizada a Martín Gasparini el 8/6/2012 en el vivero El Ruiseñor.
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CONCLUSIÓN
En el presente trabajo hemos realizado un recorrido por los diferentes aspectos
vinculados al cálculo de la huella hídrica: su concepto, tipos, las partes de su proceso, la
medición del consumo de agua como parte del proceso de evaluación de impacto
ambiental y la predisposición de algunas empresas de la zona para adquirir mayor
conciencia del consumo de agua de los productos que elaboran.
En base a todo esto, estamos en condiciones de afirmar que la medición de la huella
hídrica debe convertirse en una práctica fundamental para las empresas ya existentes y para
aquellas que se formarán en un futuro. Una buena información sobre las huellas hídricas de
las comunidades y empresas nos ayuda a entender cómo podemos lograr un uso más
sostenible y equitativo del agua dulce, ya que es difícil establecer metas de reducción
cuando no se tienen datos certeros sobre el consumo actual. Por otro lado, desde la
perspectiva de los consumidores, en un mundo globalizado basado en el comercio
internacional, conocer la huella hídrica de los productos que consumimos diariamente
ayuda a mostrar el vínculo que existe entre estos y los problemas de agotamiento del agua
y la contaminación que crean en otros lugares, en las regiones donde se han producido
tales productos; nos ayuda a ser más conscientes a la hora de elegir los productos en
góndola y a sentirnos parte de un todo en el que nuestras decisiones afectan a otros y al
ambiente.
A pesar de esto, el desarrollo de esta herramienta es todavía incipiente. Las
organizaciones ocupadas de estudiarla y difundirla a nivel mundial son pocas, y las
empresas que han decidido medir sus huellas hídricas aun menos, aunque van en ascenso.
Es por eso que tiene muchos desafíos a superar, como basarse en un estándar único y de
uso común, ya que la comunicación sobre las huellas hídricas y su esperada reducción se
verían seriamente obstaculizadas si cada empresa utilizara distintos métodos de definición
y cálculo. En cambio, un modelo único de medición permitiría desarrollar bases de datos,
trabajos estadísticos, análisis de tendencias y herramientas de software que faciliten a los
profesionales configurar una cuenta de huella hídrica.
Esperamos que este trabajo haya servido para alumbrar un poco el camino hacia
nuevas posibilidades para tomar una real conciencia de nuestras conductas de consumo
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hídrico y cambiar lo necesario de modo tal de iniciar un camino hacia el desarrollo
sustentable de nuestras regiones.
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BIBLIOGRAFÍA
Acevedo, R., Jaramillo, C. (2011) Huella de Agua. El concepto de huella hídrica, sus
alcances, y su impacto en la empresa. [Informe]. - Santiago de Chile : Fundación Chile.
Azqueta D. (2007) Introducción a la Economía Ambiental [Libro]. - Madrid : Mc Graw
Hill.
Del Valle Asís I. (2003) Evaluación de Impacto Ambiental [Informe]. - Villa María :
Muniero
Estado de la evaluación de impacto ambiental
Garrido A. y Aldaya M (2010). Entrevista a Alberto Garrido y Maite Aldaya sobre la
Huella Hídrica [Entrevista]. - Madrid : ECODES.
Hoekstra A.Y [y otros] (2010) Manual de Evaluación de la huella hídrica: definiendo
una norma global [Informe].
Hoekstra A.Y (2008) Water Neutral: reducing and offsetting the impacts of water
footprints [Informe]. - Amsterdam : UNESCO-IHE.
Mourgues F. (2010) Water Footprint; la huella que todos tenemos [Conferencia]. -
Santiago de Chile : Fundación Chile.
PNUMA (2000) GEO Juvenil para América Latina y el Caribe [Informe]. - México :
Oxford University Press.
Salido Villatoro J.A. (2012) [En línea] = El cálculo de la huella hídrica: una tendencia
de futuro para las organizaciones sostenibles.
http://www.compromisorse.com/opinion/sustainability-services-manager/dnv-business-
assurance-espana/juan-andres-salido-villatoro/el-calculo-de-la-huella-hidrica-una-
tendencia-de-futuro-para-las-organizaciones-sostenibles/.
Ley Nacional 22.190
Secretaría de Ambiente de la Nación Argentina. http://www.ambiente.gov.ar/
Entrevista realizada a Elisa Scheggia el 8/6/2012 en la Cooperativa de Trabajo Sudeste
Ltda.
Entrevista realizada a Martín Gasparini el 8/6/2012 en el vivero "El Ruiseñor"
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ANEXOS
Ley Nro: 25688 Régimen de Gestión Ambiental de las Aguas. Ley de
presupuestos mínimos. Sancionada el 28/11/2002 Publicada en el Boletín Oficial del
03/01/2003
El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc.,
sancionan con fuerza de Ley:
REGIMEN DE GESTION AMBIENTAL DE AGUAS
ARTICULO 1° — Esta ley establece los presupuestos mínimos ambientales, para la
preservación de las aguas, su aprovechamiento y uso racional.
ARTICULO 2° — A los efectos de la presente ley se entenderá:
Por agua, aquélla que forma parte del conjunto de los cursos y cuerpos de aguas
naturales o artificiales, superficiales y subterráneas, así como a las contenidas en los
acuíferos, ríos subterráneos y las atmosféricas.
Por cuenca hídrica superficial, a la región geográfica delimitada por las divisorias de
aguas que discurren hacia el mar a través de una red de cauces secundarios que
convergen en un cauce principal único y las endorreicas.
ARTICULO 3° — Las cuencas hídricas como unidad ambiental de gestión del recurso
se consideran indivisibles.
ARTICULO 4° — Créanse, para las cuencas interjurisdiccionales, los comités de
cuencas hídricas con la misión de asesorar a la autoridad competente en materia de
recursos hídricos y colaborar en la gestión ambientalmente sustentable de las cuencas
hídricas. La competencia geográfica de cada comité de cuenca hídrica podrá emplear
categorías menores o mayores de la cuenca, agrupando o subdividiendo las mismas en
unidades ambientalmente coherentes a efectos de una mejor distribución geográfica de
los organismos y de sus responsabilidades respectivas.
ARTICULO 5° — Se entiende por utilización de las aguas a los efectos de esta ley:
a) La toma y desviación de aguas superficiales;
b) El estancamiento, modificación en el flujo o la profundización de las aguas
superficiales;
c) La toma de sustancias sólidas o en disolución de aguas superficiales, siempre que tal
acción afecte el estado o calidad de las aguas o su escurrimiento;
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d) La colocación, introducción o vertido de sustancias en aguas superficiales, siempre
que tal acción afecte el estado o calidad de las aguas o su escurrimiento;
e) La colocación e introducción de sustancias en aguas costeras, siempre que tales
sustancias sean colocadas o introducidas desde tierra firme, o hayan sido transportadas a
aguas costeras para ser depositadas en ellas, o instalaciones que en las aguas costeras
hayan sido erigidas o amarradas en forma permanente;
f) La colocación e introducción de sustancias en aguas subterráneas;
g) La toma de aguas subterráneas, su elevación y conducción sobre tierra, así como su
desviación;
h) El estancamiento, la profundización y la desviación de aguas subterráneas, mediante
instalaciones destinadas a tales acciones o que se presten para ellas;
) Las acciones aptas para provocar permanentemente o en una medida significativa,
alteraciones de las propiedades físicas, químicas o biológicas del agua;
j) Modificar artificialmente la fase atmosférica del ciclo hidrológico.
ARTICULO 6° — Para utilizar las aguas objeto de esta ley, se deberá contar con el
permiso de la autoridad competente. En el caso de las cuencas interjurisdiccionales,
cuando el impacto ambiental sobre alguna de las otras jurisdicciones sea significativo,
será vinculante la aprobación de dicha utilización por el Comité de Cuenca
correspondiente, el que estará facultado para este acto por las distintas jurisdicciones
que lo componen.
ARTICULO 7° — La autoridad nacional de aplicación deberá:
a) Determinar los límites máximos de contaminación aceptables para las aguas de
acuerdo a los distintos usos;
b) Definir las directrices para la recarga y protección de los acuíferos;
c) Fijar los parámetros y estándares ambientales de calidad de las aguas;
d) Elaborar y actualizar el Plan Nacional para la preservación, aprovechamiento y uso
racional de las aguas, que deberá, como sus actualizaciones ser aprobado por ley del
Congreso de la Nación.
Dicho plan contendrá como mínimo las medidas necesarias para la coordinación de las
acciones de las diferentes cuencas hídricas.
ARTICULO 8° — La autoridad nacional podrá, a pedido de la autoridad jurisdiccional
competente, declarar zona crítica de protección especial a determinadas cuencas,
acuíferas, áreas o masas de agua por sus características naturales o de interés ambiental.
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ARTICULO 9° — El Poder Ejecutivo reglamentará esta ley dentro de los 180 días de
su publicación y dictará las resoluciones necesarias para su aplicación.
ARTICULO 10.— Comuníquese al Poder Ejecutivo.
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29 de noviembre de 2010 Fuente: INTA INFORMA
http://intainforma.inta.gov.ar/?p=3642
LA HUELLA HÍDRICA PARA AGREGAR VALOR
La Argentina es un gran exportador de “agua virtual”. En granos, vende casi 46 mil
millones de metros cúbicos de agua e importa 3.100 millones.
Si para producir una caja de manzanas se necesita un mínimo de 8 mil litros de agua,
sería interesante “hacer notar al país comprador la cantidad de agua que ahorra y que
puede direccionar a otras necesidades esenciales de su población”. Así lo expresó
Enrique Sánchez, especialista en nutrición vegetal del INTA Alto Valle –Río Negro–,
para quien “se debería sacar ventaja del agua virtual que se exporta”.
El concepto de “agua virtual” nació a principios de los ’90 y considera el consumo real
de agua necesario para obtener un producto o servicio. “Aquellos países que dispongan
de este recurso y lo sepan administrar, ciertamente serán las nuevas potencias en un
futuro no muy lejano”, afirmó Sánchez.
La agricultura es el primer sector económico en cuanto al uso de agua y el intercambio
de productos agrícolas constituye el elemento principal del comercio del agua virtual.
Para el especialista del INTA, sería deseable que las cajas señalen el agua utilizada para
generar el producto que, en definitiva, también es agua que el país importador ahorrará.
“De la misma manera que hoy se exige que los alimentos se produzcan con el mínimo
de energía fósil –huella de carbono–, en el futuro los requerimientos de agua también
serán evaluados en los intercambios comerciales”, señaló.
Además del agua que es utilizada en los hogares o fluye por los sanitarios, todo lo que
consumimos implica una determinada cantidad de ese líquido. Por caso, la producción
de un kilogramo de carne necesita casi 10 mil litros de agua, mientras que un kilo de
trigo consume mil litros de agua; una taza de café, 140 litros y un kilo de manzanas
requiere aproximadamente 400 litros. Para fabricar una camiseta de algodón de 500
gramos deben utilizarse 4 mil litros de agua en todo concepto, desde la obtención de la
materia prima a la industrialización.
La ONU estima que, para 2020, más de 250 millones de personas en todo el mundo
tendrán problemas de acceso al agua. “Basta con recordar que sólo el 0,5% del agua del
planeta es dulce”, remarcó Sánchez, quien además expresó: “Hoy disponemos de
ventajas comparativas que no son tenidas en cuenta y que ciertamente pueden mejorar el
negocio frutícola argentino”.
ALGUNAS EMPRESAS EMPIEZAN A RASTREAR SU HUELLA HÍDRICA
Martes, febrero 24th, 2009 | Fuente: http://blog.ptmcolombia.com/archives/354
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Se necesitan más de 75 litros de agua para obtener un vaso de cerveza, casi 500 litros de
agua para producir 2 litros de gaseosa y unos 1.900 litros, incluyendo el agua que se
necesita para cultivar, teñir y procesar el algodón, para fabricar un par de jeans Levi’s.
Aunque gran parte de esa agua se renueva a través de los ciclos naturales, un puñado de
compañías ha empezado a medir su “huella hídrica”, en momentos en que aumenta la
escasez de agua potable. Algunos miden no sólo el agua usada en los sistemas de aire
acondicionado de las fábricas o para hacer refrescos, sino también los litros utilizados
para cultivar ingredientes como algodón, azúcar, trigo, té y tomates.
La tendencia es inspirada en la medición de las emisiones de dióxido de carbono. El
cambio climático ha hecho que los glaciares se reduzcan, erosionando también fuentes
de agua dulce. Y el aumento de la demanda global de alimentos y energía está elevando
más la presión sobre el suministro.
Dos tercios de la población mundial sufrirán escasez de agua en 2025, según las
Naciones Unidas. En Estados Unidos, gestores de agua en 36 estados anticipan escasez
en 2013, según un informe de la Oficina Estadounidense de Contabilidad General.
Últimamente, la huella hídrica es vista por las corporaciones que están tratando de
proteger su cadena de suministros agrícolas y operaciones de fábrica ante futuras
sequías como algo muy valioso. La semana del 23 de febrero, representantes de unas
100 compañías, incluyendo Nike Inc., PepsiCo Inc., Levi Strauss & Co. y Starbucks
Corp., se reunirán en Miami para debatir el cálculo y la reducción de huellas hídricas
por parte de las corporaciones. En diciembre, una coalición de científicos, compañías y
agencias de desarrollo lanzó la Water Footprint Network (o la Red de Huella Hídrica),
una agencia internacional sin fines de lucro que ayuda a corporaciones y gobiernos a
medir y gestionar sus huellas de uso de agua.
El concepto de las huellas hídricas fue creado en 2002 por Arjen Hoekstra, profesor de
gestión de agua en la Universidad de Twente en Holanda. Usando datos de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Hoekstra y
otros investigadores determinaron el agua utilizada en la elaboración de varios
productos, y aplicaron esas estadísticas para calcular la huella hídrica de individuos
promedio y países enteros.
Una nueva ola de investigación sobre el agua “virtual”, o implícita, ha dado a
compañías y gobiernos nuevas herramientas para calcular no sólo el agua que consumen
directamente, sino también los litros implícitos en todo tipo de productos, desde el
detergente de platos a la carne argentina. Una taza de café equivale a 140 litros de agua,
mientras que una camiseta de algodón promedio usa 2.650 litros en su fabricación. La
producción de una hamburguesa suele usar 2.384 litros de agua, más de tres veces de lo
que el estadounidense promedio usa cada día para beber, bañarse, lavar los platos y
descargar el baño. La mayoría del líquido va hacia el cultivo de granos para alimentar el
ganado.
Una huella hídrica grande no es necesariamente algo negativo si el producto se hace en
un área donde el agua abunda y está bien gestionada. Casi todo el líquido usado en
cosechas y producción de alimentos vuelve al ciclo hidrológico, como agua evaporada o
como desechos. Pero dicha agua no está disponible temporalmente para otros usos, y
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puede no ser devuelta al mismo acuífero, lago o río si vuelve como lluvia en otra región.
Eso supone problemas para áreas donde hay escasez de agua.
Algunos expertos dudan de la exactitud y utilidad de las huellas hídricas, que varían
dependiendo de dónde y cómo se elaboran los productos. Las naranjas de Brasil pueden
tener una huella hídrica mayor que las de España, pero las de Brasil pueden ser una
mejor opción debido al clima lluvioso del país. “Es algo difícil de calcular”, dice Peter
Gleick, presidente del Pacific Institute, un grupo ecologista de California.
Calcular las huellas hídricas de los productos manufacturados no es una ciencia exacta,
ya que no hay estándares claros sobre lo que se debe medir. Algunas compañías miden
sólo el agua usada en las operaciones de fábrica; otras cuentan los litros usados para
conseguir los ingredientes en su cadena de suministros, y otras miden incluso el agua
que los consumidores usan para lavar ropa o platos con sus productos. Coca-Cola Co.
usa un poco más de 3,7 litros de agua para generar una botella de dos litros de gaseosa.
Pero esa cifra se dispara a 500 litros por una botella de 2 litros si se le añade el agua
usada para cultivar ingredientes como la caña de azúcar, según un estimado
proporcionado a la compañía por el World Wildlife Fund.
Los críticos
“Cuando se trata de reducir algo complejo a una cifra, la metodología es tan
inconsistente y poco fiable que la posibilidad de manipularla es grande”, dice Wayne
Balta, vicepresidente de asuntos medioambientales corporativos de International
Business Machines Corp. (IBM).
Para muchas compañías de alimentos y bebidas, calcular el uso de agua no es sólo una
cuestión ecológica, sino un asunto de interés vital. En 2004, una planta embotelladora
de Coca-Cola fue cerrada en el sur de la India por quejas de los residentes de que
disminuía y contaminaba el suministro de agua. La cervecera SABMiller PLC invirtió
en tecnología de purificación da agua para su fábrica en Dar es Salaam, Tanzania, donde
el uso excesivo de agua por parte de varias industrias ha hecho que los acuíferos se
vuelvan cada vez más salados.
Sin embargo, los conservacionistas están divididos sobre si la huella hídrica se traducirá
en esfuerzos reales de conservación. “La medición del uso de agua tiene su lugar, pero
no es una panacea”, dice Nick Hepworth, director de Water Witness International, una
organización sin ánimo de lucro que promueve el uso justo del agua.
A pesar de los retos que supone, se espera que más empresas adopten la huella hídrica.
Unilever PLC, que posee 400 marcas de alimentos y productos para el hogar, estima que
ahorró US$26 millones reduciendo el desperdicio de agua en sus fábricas entre 2001 y
2007.
Por su parte, expertos en gestión de agua han empezado a construir modelos para
proyectos de compensación con los que compañías que usan mucha agua pueden reducir
su impacto financiado proyectos de purificación y conservación.
Tomado de Wall Street Journal
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PERÚ: ACQUAFONDO. EL FONDO DE AGUA PARA LIMA.
Fuente: The Nature Conservancy. http://espanol.tnc.org
Por Marcela Torres
Lima, la capital del Perú, es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en
un desierto -después de El Cairo, Egipto, con más de 12 millones de habitantes-. Con 9 millones de habitantes, Lima tiene el gran reto de satisfacer las necesidades
hídricas de su población y también de las comunidades agrícolas, de la industria y de la
energía. El reto es mayor sabiendo que sus tres ríos -Rímac, Chillón y Lurín- que
nacen en la Cordillera de Los Andes, están en situación de estrés hídrico o escases
hídrica.
Por décadas, la permanente presión por expansión urbana, unida a prácticas poco
sostenibles en minería y agricultura y el incumplimiento de las normas ambientales
referidas a calidad de agua por parte de varias industrias ubicadas en estas cuencas, han
ocasionado un grave problema de contaminación y deterioro ambiental.
Creación de Aquafondo
Para contribuir a enfrentar este desafío, TNC se ha asociado con Grupo GEA, Fondo de
las Américas (FONDAM), Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Sociedad
Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y Unión de Cervecerías Peruanas Backus y
Johnston S.A.A. y han creado el Fondo de Agua para Lima y Callao, Aquafondo, el
cual fue lanzado en noviembre de 2010.
En conjunto, todos los miembros fundadores aportaron un capital inicial
aproximado de 250 mil dólares, que se utilizará para financiar proyectos de
reforestación, cosecha de agua, recuperación de lagunas, pequeña infraestructura
hídrica, mejores prácticas de riego, entre otros.
“Lo que se busca es mejorar la calidad y disponibilidad de agua en las tres cuencas
y, al mismo tiempo, apoyar los procesos de gobernanza para la gestión del recurso
hídrico con la participación de las comunidades locales, pobladores y principales
usuarios del agua”, explica Juan José Rodríguez, Coordinador de Fondos de Agua del
Programa de Conservación Andes del Sur de TNC.
Además, se realizarán campañas de sensibilización ambiental para transmitir a la
población información relevante sobre el cuidado y uso eficiente del agua. El
Aquafondo busca también contribuir a desarrollar una nueva cultura del agua,
generando conciencia, compromiso y confianza para llevar a cabo trabajos conjuntos
con la participación de los sectores público y privado y las comunidades locales.
Replicando un modelo exitoso
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Aquafondo se basa en un modelo que TNC ha replicado en América del Sur
durante la última década y que ha revolucionado la conservación de agua dulce
mediante el lanzamiento de fondos de agua que pagan por la protección de los servicios
ambientales que brindan las cuencas, ayudando así a asegurar el abastecimiento de agua
dulce hoy y en el futuro.
El creciente portafolio de fondos de agua de TNC ahora incluye más de 20 fondos e
iniciativas de productores de agua en diversas fases de desarrollo, que proveen una
constante fuente de financiamiento para la conservación de casi 3 millones de hectáreas
de cuencas hídricas que aseguran agua potable para unos 40 millones de personas.
La idea del Fondo de Agua para Lima y Callao se gestó en el marco del “Plan por una
Lima y Callao Verdes”, realizado en 2005. Basándose en anteriores experiencias
exitosas de Fondos de Agua, el Grupo GEA desarrolló un estudio para Lima y Callao, el
cual analizó variables ambientales y su relación con la dinámica urbana,
concluyendo que la disponibilidad de agua es el problema ambiental más grave
que enfrenta la ciudad.
Anna Zucchetti, Directora Ejecutiva del Grupo GEA, explica que comenzaron a trabajar
en Lurín, el valle mejor conservado, para protegerlo como un corredor ambiental para la
ciudad. “De ahí en adelante nos enfocamos en la cuenca y buscamos maneras
innovadoras de proteger las tierras agrícolas. Investigamos experiencias internacionales
y aprendimos acerca de los fondos de agua. En el camino conocimos a personal de TNC
y nos hemos convertido en aliados para crear el Fondo de Agua para Lima y Callao”,
dice Zucchetti.
¿Cómo operara Aquafondo?
La administración financiera de los aportes recibidos para Aquafondo recae sobre el
FONDAM, institución que tiene una amplia experiencia administrando recursos
financieros como los canje de deuda por naturaleza entre los gobiernos del Perú y
Estados Unidos. Los recursos del Aquafondo son colocados en Fondos de Inversiones
que ofrecen mayor rentabilidad.
El Fondo cuenta con una Secretaría Técnica que establece criterios y prioriza los
proyectos y programas de acuerdo a las estrategias del Fondo, las cuales responden
a las políticas nacionales, regionales y locales sobre la gestión de los recursos hídricos.
Aquafondo es también una gran oportunidad para las empresas con programas de
responsabilidad social y ambiental que estén interesadas en aportar a la conservación y
recuperación de estas cuencas.
“Como parte de nuestro compromiso con el desarrollo sostenible, buscamos formar una
cultura del agua y nuestra participación en una iniciativa multilateral como Aquafondo
es la mejor manera de mostrar nuestro compromiso con la sociedad”, dice Felipe
Cantuarias, Vicepresidente de Planeamiento y Asuntos Corporativos de la Unión de
Cervecerías Peruanas Backus y Johnston S.A.A. “Creemos que ésta es una iniciativa
que va a atraer a otras empresas del sector privado y nuestro rol va a ser actuar como
catalizador de esa relación entre el sector público, el sector privado y los organismos
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cooperantes para que este fondo sea un éxito, tal como en otros países de América
Latina”.
Apoyo transversal
Además del sector privado, el lanzamiento de Aquafondo ha tenido una excelente
acogida también en el sector público. La alcaldesa electa de Lima, Susana Villarán,
expresó públicamente su compromiso para apoyar este Fondo de Agua. A ella se suman
los alcaldes de las provincias de Lima y el gobierno regional del Callao.
Para la Viceministra de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del
Ministerio del Ambiente, la economista Rosario Gómez, “una buena gestión de los
fondos de agua, reinvirtiéndolos en proyectos de conservación y recuperación de
ecosistemas de las cabeceras de cuenca de los ríos asegurará la provisión de agua en
regularidad y calidad, ya que al conservar de manera sostenible estos ecosistemas se
mitigan los impactos del cambio climático, se disminuyen los desechos vertidos en los
ríos, se disminuyen los efectos de la erosión y su impacto en los costos de tratamiento
del agua”.
Según Alberto Gonzáles, representante de TNC en Perú, “este apoyo transversal es
una señal muy auspiciosa para esta iniciativa que beneficiará no sólo a los más de
nueve millones de habitantes de Lima, sino también a las comunidades locales que
viven en estos tres valles y dependen de ellos para subsistir”.
Marcela Torres trabaja como escritora y especialista de marketing para TNC en
América Latina.