1 supercheque en hipoteca limite

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SUPERCHEQUE Mientras el mundo se deteriora en una espiral de materialismo egoísta, un superhéroe lucha contra el sistema empleando sus mismas armas. Es Supercheque, el superhéroe que soluciona los problemas con pasta.

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Mientras el mundo se deteriora en una espiral de materialismo egoísta, un superhéroe lucha contra el sistema empleando sus mismas armas. Es Supercheque, el superhéroe que soluciona los problemas con pasta.

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SUPERCHEQUE

Mientras el mundo se deteriora en una espiral de materialismo egoísta,

un superhéroe lucha contra el sistema empleando sus mismas armas.

Es Supercheque, el superhéroe que soluciona los problemas con pasta.

Supercheque en: Hipoteca Límite (by [email protected]) Paula nunca va sola a ningún sitio, va con sus peluches. Paula lleva el Opel Corsa lleno de peluches. Esta primera impresión puede resultar engañosa, porque Paula trabaja en una importante multinacional y tiene un máster que la habilita para dirigir empresas. Este segunda impresión puede resultar aún más engañosa, ya que Paula no dirige empresas, sino que hace presentaciones en powerpoint, ¿de qué, para qué? No lo sabe ni ella. A cambio recibe un mísero salario que equivale a la décima parte de lo que cobra cualquier aprendiz de pinche de lo que sea (no digamos un fontanero o una prostituta). Pero su empresa acaba de fusionarse (o ser absorbida, no queda claro) con otra. La unión hace la fuerza así que pronto debería haber nuevas incorporaciones y subidas de sueldo. Esta impresión también resulta ser engañosa, a la vista del ambiente que se respira por los pasillos… cualquier día llaman de la central en Londres… y medio departamento a tomar pol culo. Este alentador panorama y la no menos favorable situación del mercado inmobiliario han animado a Paula a buscar piso:

- ¡¿Por qué?!, ¡Si apenas tienes 28 años! En su entorno más cercano (sus amigas, una vecina de su madre, el pincha del bar en el que quedan y demás expertos inmobiliarios), todos la animan:

- Un piso que hoy cuesta 60 millones, en dos meses lo vendes por el doble.

- ¡¡A 150 km. de Madrid han urbanizado una zona semidesértica con piscina y paddle…!!

- Prenatal ofrece hipotecas a 75 años, sin comisiones de sucesión. A priori todo son ventajas. Pero después de mucho buscar, Paula, de 32 años (el resto de su vida sigue igual), ha rebajado el nivel de sus aspiraciones: ya no busca un piso exterior, se conforma con que sea “luminoso”, ya no necesita que sea nuevo, se conforma con que esté “como nuevo”, no exige que sea amplio, basta con que esté “bien distribuido”, y accede a irse a “15 minutos de Madrid”*. * en el estandar de Patrones y Medidas del Mercado Inmobiliario -PMMI-, la distancia “15 minutos de Madrid”, equivale a hora y media de la Puerta del Sol, y se calcula de la siguiente manera: 15 minutos x 120 km/h= 30 km. en línea recta hasta la M40 (45 km. reales); más 15 km. al centro, son 60 km. A 45 km/h de media en condiciones de tráfico normales - atasco -, equivale a hora y media, más o menos.

Apremiada por la caducidad de la cuenta vivienda, Paula se decide por un cuchitril que se adapta a sus posibilidades. O al menos eso cree… El chico del banco parece muy majete. Tiene cara de tener 25 años, pero para compensar se viste como si tuviera 45; da gusto verles a los dos, trajeados como personas mayores, haciendo números como personas mayores, calculando intereses, cuotas, condiciones, fotocopia pa´rriba, contrato pa´bajo… sin tener ni puta idea, ni el uno ni la otra. Todo parece tan fácil, tan claro, tan maravilloso, que convencida de la viabilidad de la operación, Paula firma el contrato de arras. Ya no hay marcha atrás:

- Sólo queda enviar al tasador para que el departamento de “riesgos” de el ok a tu hipoteca.

- ¡¿Todavía no está concedida?! Ya he puesto 6000 euros de señal!!! - Tranquila, es un mero trámite.

¡¡Un mero trámite que cuesta casi 400 euros!!, pero el hábil cajero argumenta que la cantidad se diluye en el coste total de la operación. Al oír esto Paula debería sentir escalofríos, en cambio da por válida la explicación… y mientras tanto ha dejado el Corsa y sus peluches en doble fila para ahorrarse los 80 cts. del parkímetro ¡¡Tócate las pelotas, ya podría diluir el coste en el total de la operación, y dejar libre el carril bus, qué así se montan los pifostios que se montan!! Cuatro días después Paula vuelve al banco para cerrar la operación. Todo OK salvo un pequeño detalle sin importancia: han tasado el piso en 4 millones de pesetas menos (24.000 de los actuales euros).

- ¡¡Todo genial!!, te concedemos 24.000 euros menos de los que necesitas, ¿firmamos?

Paula se queda de piedra. El majete sigue, como si nada:

- Sólo tienes que poner un poco más de dinero al principio, ¡pero te baja la cuota mensual!

Paula no puede creer que el majete, que conoce perfectamente su salario (ridículo), sus ahorros (irrisorios), sus avalistas (pensionistas)… le esté diciendo que todo está ok. ¡¿De dónde va a sacar ella los 24.000 euros? ! Menuda cagada. .- En tres minutos le ha vuelto a salir el acné juvenil, le han aparecido canas, ojeras, pelo graso, cera en los oídos, ¡hasta se le ha escapado un pedete! (pobrecita, hay que disculparla). Qué situación más injusta ¿qué opinará el Director de la Sucursal? Tú y yo lo sabemos, pero Paula sigue creyendo en el concepto de Atención al Cliente (¡cuanto mal han hecho los Masters entre la juventud!)

El director de la oficina (ojo, es director de oficina, no confundir con “director de banco”, tal y como dice su esposa) parece un viejo matón con traje y pelos en las orejas. Esto pudiera ser una primera impresión engañosa. Pero no lo es. Literalmente acojona. - Algún problema. Lo dice así, sin signos de interrogación, dirigiéndose al “majete” (al que ya ha llegado el momento de cambiarle el apelativo por el de “pedazo inútil incompetente”). Esto pinta feo. Paula, si nos pudieras oír te recomendaríamos que salieses corriendo. Que te olvides de todo. Que empieces de nuevo. Algún día bajarán los pisos y los tipos de interés, quebrarán los bancos, te darán una subvención, cobrarás la herencia, te tocará la Loto, o encontrarás un marido que te mantenga (eso sí, date prisa). Pero Paula no se mueve. El director de la oficina le dice que él no puede hacer nada, que no está en su mano, que así son las normas, que son órdenes de arriba, etc. Sus palabras suenan a disculpa, pero su gesto delata odio, rabia, ambiciones insatisfechas. Y Paula está a su merced, sola, indefensa, aterrada. Si él quisiera podría cargarle una comisión de operación fallida, cobrarle intereses de demora, bajarle el límite de la Visa... y nadie podría hacerle nada. Sería su palabra contra la de ella, ¿y quién iba a creer a una niñata incapaz de pagar una hipoteca? ja ja ja ja ja, piensa. Por su parte, Paula empieza a asumir que ha perdido la oportunidad de tener piso, además de los 6000 euros de marras (que encima eran prestados). Pero hay algo que le duele todavía más, y es sentir que el MBA que tanto éxito prometía, era otro timo, ¿soy una fracasada? se pregunta. Todavía no, pero vas por buen camino (esto entre nosotros, que bastante jodida está la pobre ahora). Volvamos a lo que íbamos y recapitulemos: el contrato de arras caduca la próxima semana, y dados sus nulos conocimientos de fontanería, a Paula le quedan pocas opciones para juntar los 4 kilos. Pero ha querido la casualidad que en una ventanilla contigua de la misma oficina esté Supercheque realizando unos ingresos, de incógnito, de ahí que nadie haya reconocido en el tipo bajete, calvete y timidón, al superhéroe financiero. Vista la desesperación de Paula, Supercheque decide actuar y le exige al director de la sucursal que asuma su parte de responsabilidad. Argumenta que Paula no habría pagado las arras si el banco no le hubiese asegurado la viabilidad de la operación, que el banco publicita y cobra por un servicio de asesoría que ha sido mal desempeñado, que el banco es responsable de lo

que hacen y dicen todos sus empleados… así como muchos otros argumentos perfectamente válidos en una comunidad hippie, pero no en una oficina de un banco con 20.000 sucursales en todo el mundo, que cotiza en bolsa, y que espera aumentar sus beneficios un 23% en el próximo ejercicio. A la vista de la actitud pasiva del director de la sucursal, podríamos decir que todas estas reclamaciones se la traen al pairo, que se la sudan. Pero no, es una impresión engañosa: le tocan los cojones, y mucho. Así que antes de montar un pollo delante de otros clientes, el director (al que también ha llegado el momento de llamar “cabronazo”) invita a Paula y a Supercheque a que abandonen la oficina, ¡¡¡¿CÓMO?!!! ¿Supercheque expulsado de un banco? Este es el mayor agravio que puede sufrir. El mayor insulto, la mayor vergüenza. La situación es límite. Supercheque tiene que pensar rápido y actuar más rápido todavía. Una idea fugaz surca su mente y, antes de que “el cabronazo” se de cuenta, Supercheque logra extender un cheque por 24.000 euros, y entregárselo a Paula. Buf, qué tensión. Pero ya ha pasado lo peor. Gracias a Supercheque Paula podrá seguir adelante con la compra, organizar una fiesta de inauguración, comprar un futón en Ikea, un libro de “Alta cocina oriental con microondas”, etc. Aunque como imaginamos, ésta es una impresión engañosa, porque ni el pedazo inútil incompetente, ni nadie, le ha hablado a Paula de los “gastos”: escritura, notaría, gestoría, provisiones, ITP (impuesto de transmisiones patrimoniales), el IVA (¿el IVA?, ¿pero si es un piso antiguo?, bueno, da igual). Y de que éstos ascienden aproximadamente al 10% del precio, con lo que Paula perderá definitivamente el piso, las arras y la autoestima. Pero esa es otra historia.

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