1- santamaria (1)

Upload: alejandrosandovalm

Post on 26-Feb-2018

223 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    1/9

    La historia, la etnohistoria y una sugerencia de los antroplogos

    Author(s): Daniel J. SantamaraSource: Desarrollo Econmico, Vol. 25, No. 99 (Oct. - Dec., 1985), pp. 465-472Published by: Instituto de Desarrollo Econmico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3467026.

    Accessed: 18/02/2015 16:46

    Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at.http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

    .JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of

    content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms

    of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

    .

    Instituto de Desarrollo Econmico y Socialis collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access

    toDesarrollo Econmico.

    http://www.jstor.org

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PM

    http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ideshttp://www.jstor.org/stable/3467026?origin=JSTOR-pdfhttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/stable/3467026?origin=JSTOR-pdfhttp://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    2/9

    Desarrollo

    Econ6mico,

    v.

    25,

    N?

    99

    (octubre-diciembre

    1985)

    LA

    HISTORIA,

    LA

    ETNOHISTORIA UNA

    SUGERENCIA

    DE

    LOS

    ANTROPOLOGOS

    DANIEL

    J.

    SANTAMARIA*

    El

    concepto

    de

    etnohistoria,

    que

    ha te-

    nido

    en

    los uiltimos

    tiempos seguidores

    de

    relevancia,

    parece

    haber buscado su auto-

    nomfa y su lugar en las ciencias socialesl

    mediante diversas racionalizaciones.

    Aquf

    queremos

    analizar

    brevemente

    algunos

    de

    los

    sentidos

    sugeridos

    por

    la

    practica,

    en

    sintesis,

    la

    etnohistoria como

    una

    disci-

    plina

    independiente,

    como

    un

    metodo

    re-

    novado

    de

    la

    historia o

    de

    la

    antropolo-

    gia,

    como un

    enfoque antropolo6gico que

    reconoce

    explfcitamente

    la

    perspectiva

    hist6rica,

    como

    historia

    de

    los

    indfgenas

    o como fusi6n de historia

    y

    antropologfa.

    Veremos

    cada

    uno

    de estos

    enfoques

    para

    finalizar

    precisando

    una

    sugerencia

    de

    algunos antropologos que obliga a los

    historiadores a

    repensar

    una

    vez

    mas

    los

    limites

    de su

    disciplina.

    La

    etnohistoria

    como

    disciplina

    inde-

    pendiente

    Reconstruyendo

    el

    desarrollo de

    la

    etnologfa

    desde sus comienzos

    hasta

    la

    Primera

    Guerra,

    digamos

    desde

    Primitive

    Culture de

    Tylor

    (1871)

    hasta

    La

    Menta-

    lite

    Primitive de

    L6vi-Bruhl

    (1922),

    cabe

    pensar

    que

    la

    raipida

    incorporaci6n

    de

    pueblos al orden colonial impuesta por la

    expansion imperialista

    del

    siglo

    XIX ne-

    cesit6

    disefiar t6cnicas

    de observaci6n

    y

    descripci6n

    para

    facilitar su control

    poli-

    tico

    y

    religioso.

    Como

    el

    aniJisis

    no

    podia

    estar

    sino

    marcado

    por

    un

    total etnocen-

    trismo

    europeo,

    la nueva

    disciplina

    fue

    construyendo

    su

    objeto:

    las

    sociedades

    primitivas ,

    como

    opuestas

    a

    las

    civili-

    zaciones

    2.

    A

    pesar

    de

    tempranas

    reaccio-

    nes

    a este

    espiritu

    racista

    y

    disociador de

    la humanidad

    en

    dos

    grandes

    especies3,

    la

    nocion

    de

    atemporalidad

    entre los no

    civi-

    lizados, producto de la imposibilidad

    prfctica

    de

    reconstruir su

    evoluci6n

    en

    terminos de

    acontecimientos ,

    produjo

    una

    frontera irreal

    que parecia

    convalidar

    cientificamente la ilusoria ahistoricidad de

    las culturas

    originarias.

    En

    el

    siglo

    XIX

    los

    naturalistas habian

    descrito

    los

    pueblos

    naturales

    junto

    con

    la fauna

    y

    la

    flora,

    como

    integrantes

    de

    una

    naturaleza

    inm6vil

    y susceptible

    de

    clasificaci6n

    taxon6mica.

    Las

    empresas

    coloniales,

    la

    educaci6n

    europea,

    la

    evange-

    lizaci6n

    y

    otras formas de

    aculturaci6n4

    *

    Departamento

    de

    Ciencias

    Sociales

    de

    la

    Universidad

    Nacional

    de

    Lujan.

    1La catedra de Etnohistoria en la Sorbona,

    a

    cargo

    de

    H.

    Deschamps,

    que

    maneja

    fuentes

    escritas con

    hipotesis

    de

    la

    antropologia, y

    la

    revista

    norteamericana

    Ethnohistory,

    que

    publi-

    ca

    trabajos

    de

    antrop6ologos

    que

    utilizan

    la

    misma

    clase

    de

    documentaci6n.

    2

    M.

    MAUSS

    restringio

    al

    maximo la deno-

    minacion

    primitivo :

    urinicamente

    -escribi6-

    los

    australianos

    y

    los

    fueguinos

    serlan

    verdade-

    ros

    primitivos.

    Los

    negros pertenecen

    al

    mismo

    estadio en

    que

    Tacito

    observo a los

    germanos

    (Manuel

    d

    'Ethnographie,

    Payot, Paris,

    1947;

    versi6n

    castellana:

    Istmo, Madrid,

    1967,

    paig.

    11,

    nota

    2).

    3

    Ya en 1905 Ludwig KERSTEN decia que

    desde

    que

    la

    historia ha

    dejado

    de

    limitar su

    esfera

    a

    los

    pueblos

    con cultura

    y

    ha extendido

    su

    inter6s

    tambien

    a los

    pueblos

    naturales,

    recien

    puede pretender

    llamarse

    historia

    universal.

    Ninguin pueblo

    es sin

    historia,

    cada

    tribu

    tiene

    su

    historia

    particular

    que

    invita

    a

    considerarla .

    Las

    tribus

    indigenas

    del

    Gran

    Chaco hasta

    fines

    del

    siglo

    XVIII.

    Una

    contribuci6n

    a la

    etnografia

    hist6rica de

    Sudamedrica,

    Universidad

    Nacional

    del

    Nordeste,

    Departamento

    de

    Historia,

    Resis-

    tencia,

    1968,

    pag.

    37

    (original

    aleman

    en

    Inter-

    nationales

    Archiv

    fur

    Ethnographie,

    Leyden,

    1905).

    4

    En

    el

    sentido en

    que

    la

    define

    HERSKO-

    VIST:

    Conjunto

    de fenomenos

    que

    resultan

    de

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    3/9

    DANIEL

    J.

    SANTAMARIA

    forzada,

    suponfan

    un

    proceso

    de

    huma-

    nizaci6n ,

    de

    incorporaci6n

    a lo

    hist6rico.

    De

    hecho,

    la

    asimilaci6n del

    espfritu

    positivista

    en

    la

    historiograffa

    finisecular

    y

    la constituci6n de

    un

    m6todo

    filolo6gico,

    que

    terminaba

    por

    identificar

    y

    limitar

    gravemente

    la historia

    al estudio de

    las

    fuentes

    escritas,

    desalojaba

    del

    horizonte

    historiografico

    a las culturas

    agrafas5.

    El

    estudio del

    pasado,

    autoestimulado

    asi

    a

    centrar su

    atenci6n en las

    sociedades civili-

    zadas,

    se

    convirtio

    progresivamente

    en

    el

    estudio

    de las

    sociedades

    dominantes,

    difundiendo la

    impresi6n

    falsa de

    que

    se

    trataba de la

    unica historia

    posible.

    Se

    dejaba

    en

    manos

    de la

    etnograffa

    la misi6n

    de describir

    y

    explicar

    ahist6ricamente las

    sociedades primitivas. Uno de los m6ritos

    del estructuralismo fue

    precisamente

    elevar

    esas sociedades a

    la

    categorfa

    de

    modos

    totales de

    organizaci6n

    social,

    seiialando

    sus

    rasgos especificos,

    pero

    rescatandolas

    como

    modos

    legftimos

    y

    originales

    de

    vida.

    Ahora

    bien,

    si

    el

    concepto

    de

    cultura

    latu

    sensu

    se

    asocia a

    la

    transformaci6n

    inteligente

    de

    los

    bienes

    naturales en

    re-

    cursos,

    la

    invenci6n de

    tecnicas

    y

    utiles

    y

    la

    formaci6n

    gradual

    de

    sistemas

    socia-

    les de

    producci6n

    que

    disefian una

    super-

    estructura ideol6gica (parentesco, lenguaje,

    mito)

    es

    innegable que

    todos los

    pueblos

    han

    creado

    cultura.

    Culturas

    particulari-

    zadas

    en

    cada

    caso

    que

    reflejan

    el

    grado

    de

    desarrollo de

    sus

    fuerzas

    productivas

    y

    los

    conflictos,

    consensos o

    disensos

    que

    propician

    su cambio o

    su

    equilibrio.

    Como

    este

    proceso

    de

    creacion

    y

    recreaci6n

    cul-

    tural es

    fundamentalmente

    diacr6nico

    y

    apela

    formalmente a

    mecanismos

    de

    complejidad

    creciente,

    toda

    cultura

    parti-

    cular es

    hist6rica

    y

    la

    historia

    debe abar-

    carlas a

    todas

    por

    igual6.

    Pero

    ademas,

    la evoluci6n

    de

    las cien-

    cias

    humanas,

    que

    borra

    las

    diferencias

    entre historia

    y antropologfa,

    descubrien-

    do

    sus

    relevantes

    rasgos

    comunes

    y

    resal-

    tando

    s6olo

    la

    preeminencia

    del

    enfoque

    segun

    los

    rasgos

    manifiestos del

    grupo

    estudiado,

    parecerian

    invalidar la utili-

    dad del nuevo

    concepto

    de

    etnohistoria.

    En

    efecto,

    la

    historia suele reconstruir

    el

    pasado

    examinando

    manifestaciones cons-

    cientes

    y explicitas y

    por

    ello frecuente-

    mente

    documentadas

    en

    forma

    escrita

    o

    visual, mientras la antropologia busca

    desentraniar los fundamentos

    inconscientes

    e

    implfcitos

    de las

    culturas,

    con mas fre-

    cuencia indocumentados

    7.

    LCu/l

    es,

    entonces,

    el

    campo

    epistemo-

    lo6gico de la etnohistoria? Como disciplina

    aut6noma carece

    de

    objeto

    propio, pero,

    lo

    que

    es

    mas

    grave,

    ofrece un horizonte de

    limites

    imprecisos que

    vendria

    a confirmar

    indirectamente la

    separaci6n

    (oposici6n)

    entre historia

    y

    antropologfa,

    o

    lo

    que

    es

    equivalente,

    entre

    aceptar

    un

    devenir

    progresista

    de

    las culturas

    dominantes,

    susceptible

    de anlisis

    diacr6nico,

    y aceptar

    el

    estancamiento

    de los

    primitivos,

    s6lo

    un

    contacto

    continuo

    y

    directo

    entre

    grupos

    de

    individuos

    pertenecientes

    a

    culturas

    diferentes

    y

    que conducen a transformaciones

    que

    afectan a

    los

    modelos

    culturales

    originarios

    de

    uno o

    de

    los

    dos

    grupos

    (Acculturation:

    The

    Study

    of

    Culture

    Contacts,

    New

    York,

    1938,

    pag.

    10).

    5

    Ralph

    LINTON define

    cada

    cultura

    particu-

    lar

    como

    la

    suma

    total

    de

    las

    actitudes,

    ideas

    y

    conducta

    compartidas

    y

    transmitidas

    por

    los

    miembros

    de

    una

    sociedad

    determinada,

    junta-

    mente

    con

    los

    resultados

    materiales

    de

    esa con-

    ducta,

    es

    decir,

    los

    articulos

    manufacturados

    (subrayado

    nuestro)

    Cf.

    Prefacio a

    Abram

    KARDINER:

    The

    Individual and

    his

    society.

    The

    psychodynamics

    of

    Primitive

    Social

    Orga-

    nization,

    New

    York,

    1939;

    version

    castellana:

    FCE, Mexico, 1945, pig. 119. En esta nota

    emplearemos

    el t6rmino

    cultura

    en

    sentido

    amplio,

    pero

    invirtiendo

    la

    definicion

    de Lin-

    ton:

    es

    la

    produccion

    social de

    manufacturas ,

    las

    relaciones

    sociales de

    produccion

    y

    la

    propie-

    dad de

    los

    medios de

    produccion

    y

    del

    producto

    lo

    que

    contribuye

    decisivamente

    al

    estableci-

    miento

    consensual

    de

    actitudes,

    ideas

    y

    con-

    ductas.

    6

    Esta

    definicion

    deja

    de

    lado

    expresamente

    la

    concepci6n

    inmovilista

    y

    antitransformnlstade

    la

    antropologia

    cultural

    norteamericana,

    que

    ve en

    el

    tiempo

    historico un

    factor

    vehiculizador

    -y

    no

    formador- de

    sistemas

    simbolicos.

    7 R. LINTON diferenci6 entre covert culture

    (cultura

    subyacente)

    y

    overt culture

    (cultura

    manifiesta).

    The

    Study

    of

    Man,

    New

    York,

    1936;

    versi6n

    castellana:

    FCE,

    Mexico,

    1942.

    C.

    KLUCKHOHN

    y

    W. H.

    KELLY,

    retomando

    esta

    idea,

    distinguieron

    entre

    cultura

    implicita y

    cul-

    tura

    explicita

    ( The concept

    of

    culture en

    LINTON

    (ed.):

    The

    Science

    of

    Man

    in the

    World

    Crisis,

    New

    York,

    1945).

    LEVI-STRAUSS

    retoma

    la diferencia

    para adjudicar

    el

    pensamien-

    to

    manifiesto a

    la

    historia

    y

    el no

    manifiesto e

    inconsciente

    a

    la

    etnologia ( Histoire

    et ethno-

    logie ,

    en

    Anthropologie

    Structurale,

    Plon,

    Paris,

    1958;

    versi6n

    castellana:

    Eudeba,

    Buenos

    Aires, 1968).

    466

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    4/9

    HISTORIA,

    ETNOHISTORIA

    Y

    ANTROPOLOGIA

    susceptible

    de anilisis

    sincr6nico.

    ,Es

    asf,

    realmente,

    la cuesti6n?

    La etnohistoria como metodo

    La

    practica

    etnohist6rica

    ha

    estudiado

    las culturas

    desaparecidas por

    extincion

    o

    aculturacion

    derivada

    de

    conquista

    utili-

    zando fuentes

    escritas;

    se

    han

    preferido

    las

    obras

    originarias

    de la

    propia

    cultura

    invadida,

    puestas

    en

    papel

    y

    hasta

    en

    la

    lengua

    original

    o fuentes

    coloniales,

    de

    caracter

    objetivamente

    burocrftico

    pero

    cuyos

    contenidos

    arrojan

    luz sobre

    la

    orga-

    nizaci6n social

    de

    la

    sociedad cautiva.

    En

    algunos

    casos se han examinado obras

    de intelectuales aut6ctonos que reprodu-

    cen

    la

    tradicion oral

    exigiendo

    sesudos

    anilisis

    de

    depuracion

    8.

    Asi

    entendida,

    la etnohistoria consti-

    tuye

    una

    variante

    del m6todo hist6rico

    impuesta

    mis

    por

    las

    circunstancias

    parti-

    culares

    de la

    informacion

    que por

    requeri-

    mientos internos de un

    enfoque

    discipli-

    nario,

    similar

    a la

    arqueologfa,

    m6todo

    hist6rico

    que

    apela

    a los restos

    materiales

    o a la

    lingifstica

    historica.

    que

    apela

    a la

    herencia

    cultural

    acumulada

    en

    el

    lenguaje.

    Pueden darse mas

    argumentos para

    concebir

    la etnohistoria como

    m6todo

    de

    la

    antropologia.

    Si decide

    reconstruir

    la

    historia

    de un

    pueblo

    agrafo,

    el

    etn6grafo

    enfrenta

    graves

    dificultades al

    recibir,

    cuando

    mucho,

    una

    tradici6n

    oral

    consti-

    tuida

    por

    mitos

    apenas

    resistentes a nuestro

    analisis

    logico.

    El

    folklore

    ha

    precisado

    t6c-

    nicas

    especificas

    para

    comprender

    este

    corpus

    de sabiduria

    popular.

    Estas

    dificul-

    tades

    exigen,

    por

    lo

    pronto,

    mejorar

    los

    metodos

    de

    analisis,

    desde

    la

    descripcion

    prolija

    del

    bagaje material,

    'como

    precep-

    tuaba Mauss9, hasta la proyecci6n del

    contenido

    mitico del saber

    primitivo

    a

    categorfas lo6gicas

    de

    pensamiento

    procu-

    rando

    desentrafiar el

    sentido

    simbolico

    de

    lo

    trasmitido. Tambi6n cabe

    efectuar

    un

    viaje

    de

    ida

    y

    regreso

    entre

    el

    objeto

    del

    analisis

    social

    y

    el

    objeto

    de

    la

    psicologifa

    capaz

    de dar sentido

    y

    tornar

    compren-

    sible

    las actitudes

    personales

    y

    grupales

    con

    respecto

    a la herencia

    cultural

    de

    pueblos

    sin

    manifestaci6n

    consciente de

    su

    propia

    cultura.

    En

    este

    sentido,

    el

    metodo

    complementarista

    de

    Devereux

    adquiere

    un

    claro valor operativo 10.

    El

    documento

    escrito

    suele

    ilenar estos

    vacfos si bien de

    modo

    imperfecto:puede

    argumentarse

    que

    el

    informe

    del

    chaman,

    que

    es

    para

    el

    etnografo

    una

    valiosa mate-

    ria

    prima,

    es tan

    dudoso

    como el

    del

    sacer-

    dote neur6tico que confunde pasion sexual

    con

    posesion

    diabolica. Pero

    se

    reconoce

    que

    estas

    son

    dificultades

    especfficas

    de

    la labor

    etnologica

    que

    han

    llevado

    a

    bus-

    car

    en

    la

    linguistica

    y

    el

    psicoanalisis

    la

    complementacion

    necesaria.

    Pero

    en

    filtima

    instancia,

    para

    qu6

    asociar el

    m6todo

    etno-

    grafico

    a una

    tecnica

    historiografica

    cuando

    no

    podemos

    medir

    -porque

    no

    es

    regla

    general

    sino

    calidad

    particular

    de cada

    cul-

    tura- la

    diferencia

    que

    desde

    el

    punto

    de

    vista

    de nuestro

    conocimiento

    separa

    el

    anilisis a

    traves de

    testimonios

    ajenos

    de

    una sociedad destruida en su identidad, del

    examen de

    una

    cultura

    hibrida

    pero

    viviente,

    a trav6s

    de

    sus

    propios

    testi-

    monios.

    /Y

    entonces,

    como

    separar

    la

    etnohis-

    toria

    de la

    antropologifa?

    Porque

    si

    las

    fuentes

    documentales

    son

    suficientemente

    ricas

    para

    disefiar el cuadro

    esencial de

    una

    sociedad

    extinguida

    o

    definitivamente

    acul-

    turada,

    /por

    qu6

    etnohistoria? ,No

    esta-

    mos

    ya

    en

    el terreno

    mas

    tranquilizador

    de

    8

    Vease

    Nathan WACHTEL:

    Pensamiento

    salvaje

    y

    aculturacion:

    el

    espacio y

    el

    tiempo

    en

    Felipe

    Guamfan Poma

    de

    Ayala

    y

    el Inca

    Garci-

    laso

    de

    la

    Vega ,

    en

    Sociedad

    e

    ideologia.

    Ensa-

    yos

    de

    historia

    y

    antropologia

    andinas,

    IEP,

    Lima,

    1973.

    9

    MAUSS,

    op.

    cit.

    10

    Georges

    DEVEREUX:

    Argumentaci6n ,

    en

    Ethnopsychanalyse

    Complementariste,

    Flam-

    marion, 1972;

    version

    castellana:

    Amorrortu,

    Buenos

    Aires,

    1975. La idea

    de

    Devereux es

    que

    existe una relaci6n de complementariedad en-

    tre la

    explicacion psicologica

    (que

    implica

    un

    observador

    interior)

    y

    la

    explicacion sociologica

    (que implica

    un observador

    exterior).

    En

    Cul-

    tura

    e

    inconsciente

    (1955)

    incluida en

    el

    mismo

    volumen,

    sostiene

    que

    si los

    etn6grafos

    realiza-

    ran

    el

    inventario exhaustivo de

    todos los

    tipos

    conocidos de

    comportamiento

    cultural,

    esa

    lista

    coincidiria

    punto

    por

    punto

    con

    una

    lista

    igualmente

    completa

    de

    pulsiones, deseos,

    fan-

    tasias,

    etcetera,

    obtenidas

    por

    los

    psicoanalistas

    en

    un

    medio clinico. Con ello

    se demuestra si-

    multaneamente

    y

    por

    medios

    identicos

    la

    unidad

    psiquica

    de

    la

    humanidad

    y

    la

    validez

    de la

    inter-

    pretacion

    psicoanalitica

    de la

    cultura

    (pig.

    66).

    467

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    5/9

    DANIEL

    J.

    SANTAMARIA

    la historia

    propiamente

    dicha?

    Tampoco

    -segfin

    esta

    clase

    de

    razonamiento-

    dis-

    tinguirfa

    aquf

    a la

    etnohistoria el uso

    de

    tradiciones orales como fuentes

    informati-

    vasll,

    ya que

    una

    gran parte

    de la

    historia

    europea ha podido edificarse sobre tradi-

    ciones

    orales, costumbres,

    rituales

    y

    creen-

    cias

    no

    explicitadas

    a las

    que

    se

    accedi6

    me-

    diante

    el

    examen atento de

    algunos pocos

    historiadores entrenados en el

    pensamiento

    etnolo6gico.

    Pero

    ademfs,

    las culturas

    agrafas

    han

    dejado

    en

    muchas ocasiones

    registros

    visibles del

    pensamiento social,

    manifestaciones

    conscientes

    de

    los conteni-

    dos de

    su

    cultura.

    Si

    es

    asi,

    cabe

    al

    histo-

    riador

    tomar

    otra vez

    legftimamente

    cartas

    en

    el asunto.

    La etnohistoria

    como

    un

    enfoque

    particu-

    lar

    de

    la

    antropologfa

    Por varias

    razones

    y

    en

    varias

    6pocas,

    corrientes

    significativas

    del

    pensamiento

    antropolo6gico

    se han

    mostrado

    reticentes

    a

    incorporar

    una

    explicaci6n gen6tica

    de las

    sociedades

    sometidas

    a examen

    etnol6-

    gico.

    En

    unos

    casos la raz6n

    predominante

    pareci6

    ser la

    carencia

    decisiva de

    docu-

    mentaci6n

    12,

    en

    otros

    la actitud

    constituy6

    antes que nada una reacci6n contra los

    excesos del

    evolucionismo

    y

    el

    difusio-

    nismo. La reacci6n

    mis

    relevante fue

    la de

    Durkheim

    13

    y

    sus

    discfpulos, particular-

    mente

    Levi-Bruhl

    14,

    quien

    desarrolla una

    teoria

    a todas

    luces

    ahist6rica

    de

    los

    pue-

    blos

    primitivos,

    detectando

    rasgos

    comunes

    inherentes a

    su

    condicion

    inmutable de

    primitivos.

    Ya

    en

    la decada

    del

    30

    Hocart1s

    reconocio

    que

    aunque

    por

    mu-

    cho

    tiempo

    los

    antrop6ologos

    habian

    igno-

    rado

    la

    documentacion

    escrita,

    en

    los

    filtimos

    tiempos

    se

    tendia a

    hacer un

    ma-

    yor uso de ella. Mauss aceptara en 1947

    que

    aunque

    la

    etnografia

    no

    es una

    cien-

    cia

    hist6rica

    propiamente dicha,

    en

    el sen-

    tido

    de

    que

    los

    hechos

    no se

    presentan

    para

    ella

    en

    el orden

    cronolo6gico,

    no

    obstante

    consta de

    una

    parte que

    consiste

    en

    establecer

    la historia de

    la

    poblaci6n

    humana .

    Admitia con todo

    que

    la

    etnolo-

    gia

    no

    podia

    trazar

    esa historia

    mas

    que

    dentro

    de

    limites

    muy

    estrechos . En

    1949

    Levi-Strauss16

    describirf

    la

    mutua

    correspondencia

    entre

    historia

    y

    etnolo-

    gia

    insistiendo en

    que

    s6olo

    una

    amplia

    interacci6n

    puede

    dar resultados

    positi-

    vos.

    La escuela

    orientada

    por

    Boas tam-

    poco

    se

    mostr6

    partidaria

    de reconocer la

    historia de

    las

    culturas

    primitivas

    y

    otro

    tanto

    cabe

    para

    el

    funcionalismo. Sin

    embargo, la tendencia parece haberse in-

    vertido

    con el

    desarrollo

    de la

    antropologia

    marxista17,

    que por

    definici6n

    no

    desecha

    el analisis

    hist6rico, y

    con

    el

    de otras

    escuelas

    como

    el

    evolucionismo

    multilineal

    de Steward

    y

    aun

    la

    escuela

    funcionalista

    inglesa.

    Si

    la

    etnohistoria

    viene a

    corregir

    aquellos

    enfoques

    no

    historiograficos

    con-

    fluye

    con

    las

    corrientes

    mas

    modernas

    y

    s6lidas del

    estudio

    antropolo6gico,

    en

    cuyo

    caso seria

    infitil

    sostener

    su

    autonomfa,

    cuando la

    propia

    teoria

    le brinda

    sus recur-

    11 La

    historiografia

    tradicional

    aceptaba

    la

    tradici6n oral

    solo

    en su

    forma limitada

    de

    historia oral tal como

    hoy

    la

    utilizan

    los

    histo-

    riadores

    para

    reconstruir

    periodos

    recientes.

    Asi

    aparece

    en

    los clasicos

    de la

    historia

    positi-

    vista,

    por

    ejemplo,

    Wilhelm BAUER: Introduc-

    ci6n

    al estudio de la

    historia,

    3a

    ed.

    castellana,

    Barcelona, 1957,

    pags.

    352-53.

    12

    Ruth BENEDICT

    dice de

    las culturas

    pri-

    mitivas

    contemporineas que

    son las

    unicas

    que

    con seguridad podemos entender . Patterns of

    Culture;

    version castellana

    Sudamericana,

    Buenos

    Aires, 1967,

    pig.

    267.

    13

    DEVEREUX reformula la

    ley

    de

    Durkheim

    del

    siguiente

    modo: Sobre

    la

    base

    del

    conoci-

    miento

    de un

    suceso dado es

    imposible

    inferir

    por

    inducci6n o deduccion la

    naturaleza del

    suceso

    precedente.

    Por

    lo

    tanto,

    es

    imposible

    reconsti-

    tuir

    estadisticamente

    la

    historia cultural no es-

    crita

    de un

    grupo

    o

    de un

    area cultural

    de

    los

    que

    solo se

    conoce

    el

    estado

    actual

    ( Un

    esquema

    conceptual

    de la

    sociedad ,

    en

    Etnopsicoandlisis

    Complementarista,

    pig. 36).

    14

    La mentalitd

    primitive,

    Felix

    Alcan,

    Paris,

    1922;

    versi6n castellana:

    La

    Pleyade,

    Buenos

    Aires,

    1972.

    15

    Mito,

    ritual

    y

    costumbre.

    Ensayos

    hetero-

    doxos

    (original

    ingles, 1952),

    Siglo

    XXI,

    Madrid,

    1975.

    16

    LEVI-STRAUSS,

    op.

    cit.

    17

    Claude

    MEILLASSOUX:

    Femmes,

    greniers,

    capitaux,

    Maspero,

    Paris,

    1975

    (version

    castella-

    na:

    Siglo

    XXI,

    M6xico,

    1977);

    Maurice

    GODE-

    LIER:

    Horizon,

    trajets

    marxistes

    en

    anthropo-

    logie,

    Maspero,

    Paris, 1973;

    E.

    TERRAY: Le

    marxisme

    devant les

    societes

    primitives ,

    Mas-

    pero,

    Paris, 1969;

    entre

    otros.

    468

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    6/9

    HIS

    TORIA,

    ETNOHISTORIA

    Y

    ANTROPOLOGIA

    sos

    metodol6gicos

    y

    las

    hip6tesis

    requeri-

    das

    para

    el analisis

    gen6tico

    18.

    La

    etnohistoria

    como

    historia

    indfgena

    Las dificultades del etn6grafo son cono-

    cidas,

    pero ,qu6

    ocurre

    cuando

    un

    histo-

    riador desea

    legftimamente

    escribir

    la his-

    toria

    de los

    pano

    o

    los

    siriono asi

    como

    se

    ha

    escrito

    la de

    los

    griegos

    o

    alemanes?

    ,Cambia la

    dificultad

    porque

    tratemos

    ahora del

    historiador

    y

    no del

    etn6grafo?

    /0

    deberemos

    sostener

    que

    por

    la

    imposi-

    bilidad

    de acceder

    a fuentes

    escritas,

    las

    culturas

    agrafas

    desaparecen

    como

    objeto

    de

    la

    historia,

    liberando

    al

    historiador de

    involucrarde en

    semejantes

    problemas?

    La

    existencia misma

    de

    una

    etnohistoria

    in-

    dica que si, y que es ella la que debe asu-

    mir

    tales

    riesgos.

    Si

    consideramos

    el

    caso

    de

    culturas

    perifericas

    al

    imbito de la

    dominaci6n

    colonial,

    conocidas

    pero

    sin

    control,

    s6olo

    disponemos

    de

    materiales

    escasos

    pero

    imprescindibles;

    si

    sobrevive

    aufn sometida

    a una

    aculturacion

    mas

    pro-

    funda

    que

    la

    colonial,

    la

    etnograffa puede

    encargarse

    de

    recrear

    su

    desarrollo.

    Si

    tomamos en

    cuenta

    sociedades

    aculturadas

    por

    mucho

    tiempo,

    la

    antropologia

    cuenta

    con

    suficiente

    arsenal

    met6dico para res-

    catar

    lo

    originario

    de

    lo

    adoptado,

    con

    apoyo de abundante documentacion escri-

    ta. Lo.

    mismo

    puede

    hacer

    y

    con

    mayor

    eficiencia la

    historia,

    como

    lo

    demuestran

    trabajos

    excelentes19.

    Si

    se

    trata,

    en cam-

    bio,

    de

    los

    momentos

    previos

    a la

    conquista

    de

    una

    cultura

    agrafa,

    topico

    frecuente de

    la

    etnohistoria,

    ,la

    historia,

    a

    trav6s

    de la

    paleografia

    o

    la

    arqueologia,

    no

    pueden

    realizarlo

    con

    6xito?

    Creemos

    que

    el

    punto

    es

    otro.

    Si

    la

    etnohistoria se

    asociara con

    la

    historia

    indigena

    quedaria

    sobreentendido

    que

    lo

    indigena

    tiene

    rasgos particulares,

    esto es

    obvio;

    si

    esos

    rasgos

    se

    limitaran

    a

    la

    pecu-

    liaridad

    original,

    la

    etnologfa

    cubre

    el

    va-

    cfo.

    Pero,

    ,no

    podria

    sospecharse

    que

    utili-

    zando un

    nombre

    distinto

    para la

    historia

    indigena

    estamos

    describiendolos

    como

    una

    especie

    diferente

    que requiere

    ya

    no

    tecnicas

    de acceso

    diferentes

    sino

    bases

    filosoficas

    igualmente

    diferentes?

    ,No

    se

    trataria de una

    nueva

    manipulaci6n

    racista

    de los

    legados

    culturales?

    Lo

    indigena

    co-

    mo

    categoria

    descriptiva

    s6lo es

    valido si

    alude

    a una

    sociedad

    que

    desde

    tiempo

    inmemorial habita un

    territorio

    determi-

    nado

    (en

    el sentido de

    aut6ctono o abori-

    gen).

    Pero se sabe

    que

    los

    pueblos indfge-

    nas

    han

    realizado

    grandes

    migraciones,

    agricultura

    itinerante,

    nomadismo

    pastoril,

    un

    ejercicio

    constante de

    cambio

    y

    pr6s-

    tamo cultural.

    No

    hay

    basamento

    cientffico

    para

    sepa-

    rar

    la

    historia

    indfgena

    de

    la

    historia a

    secas. Si 6ste

    fuera el

    sentido de la

    etnohis-

    toria,

    nada

    justificaria

    hoy

    su

    existencia.

    Salvo

    que

    llevemos el

    argumento

    in

    extre-

    mis

    y

    establezcamos

    que

    lo

    indigena

    se

    asocia a

    lo

    puro

    o no

    contaminado

    por

    la

    miscegenacion

    producida

    tras

    la

    expan-

    si6n

    europea.

    Si

    es

    asi,

    la

    historia de

    las

    culturas

    puras,

    entendidas

    como

    residuos

    preciosos

    de un

    pasado

    irrecuperable,

    de-

    berfa

    diferenciarse,

    por

    lo

    menos

    en su

    nombre, de la historia de la expansion

    europea.

    Pero

    nadie

    puede

    sostener

    hoy

    que

    existan

    culturas

    puras

    porque

    no

    sola-

    mente el

    contacto cultural

    es

    el

    mecanismo

    identificatorio e

    integrador

    de

    toda

    cultura

    sino

    que

    una

    cultura

    aislada

    y

    autonu-

    triente

    dejaria

    de serlo

    en

    poco

    tiempo.

    La

    etnohistoria como

    fusion

    de

    historia

    y

    antropologfa

    La

    colaboracion

    operativa

    de

    dos

    disci-

    plinas, mas aun si ambas comparten el am-

    plio

    campo

    de las

    ciencias

    sociales,

    es

    siempre

    benefico. Pero

    para

    ello es

    nece-

    sario

    comprender

    que

    se

    trata

    de

    dos

    disciplinas

    diferentes,

    con

    objetos y

    m6to-

    dos

    independientes20.

    De

    acuerdo

    con

    nuestro

    razonamiento

    anterior,

    comprende-

    mos

    que

    la

    historia

    y

    la

    antropologia

    cons-

    18

    Ya no se

    puede

    acusar

    a

    los

    antropologos

    de interesarse

    uinicamente

    por

    la

    pauta

    y

    no

    por

    el

    proceso pues

    durante

    esta decada

    [1951-61]los rigidos estudios estructurales caracteristicos

    del

    pasado

    han recibido el

    complemento

    de

    anilisis mais

    flexibles

    orientados hacia el

    entendi-

    miento

    de los

    procesos . Raymond FIRTH,

    prologo

    a la tercera edici6n

    (1961)

    de

    Elements

    of

    Social

    Organization, Pitman,

    Londres,

    1951;

    version castellana:

    Amorrortu,

    Buenos

    Aires,

    1976,

    paig.

    12.

    19

    Charles

    GIBSON:

    The

    Aztecs

    under

    Spa-

    nish

    Rule, Stanford,

    1964;

    version

    castellana:

    Siglo

    XXI,

    Mexico,

    1967.

    20

    Vease,

    por

    ejemplo,

    Karl

    POLANYI et al.

    (eds.):

    Trade and

    markets

    in

    the

    Early

    Empires,

    Free

    Press,

    Glencoe,

    1957.

    469

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    7/9

    DANIEL

    J.

    SANTAMARIA

    tituyen

    dos

    enfoques

    instrumentalmente

    distintos

    pero

    objetivamente

    convergentes,

    donde la

    asociaci6n

    operativa

    justamente

    no

    puede

    darse

    en el

    nivel

    metodico.

    La fusi6n

    de ambas

    disciplinas

    requerirfa

    reelaborar sus objetos de analisis separan-

    dose del

    criterio definidor

    ya

    comentado.

    Esto

    es,

    la

    complementacion

    viene dada

    por

    la

    unidad del

    objeto

    y por

    la

    diversi-

    dad del

    m6todo,

    los

    que operan

    de

    modo

    absolutamente

    complementario.

    Si la

    etno-

    historia

    no

    asume

    ni uno ni

    otro m6todo

    ,tampoco

    ofrece

    un

    metodo

    alternativo?

    21

    Si se

    conviene

    que

    tanto

    la

    antropolo-

    gfa

    como

    la

    historia

    acceden

    legftima-

    mente a

    todo

    el

    espectro

    posible

    de cultu-

    ras

    y

    que

    puede

    reconstruirse

    la

    historia

    de los zuli pero tambien el contenido

    inconsciente

    -objeto

    preciso

    de

    la etno-

    logfa--

    de

    la

    cultura

    francesa,

    toda

    divi-

    sion o

    cesura

    perpendicular

    al

    espectro

    serfa

    falsa. La

    secuencia

    de

    culturas

    posi-

    bles

    es un

    continuum

    y

    los

    criterios

    invoca-

    dos

    para

    ubicar

    una

    y

    otra en

    un

    lugar

    determinado

    son

    multiples

    y

    ambiguos.

    No

    hay

    pues

    un

    lugar

    comun

    -diferen-

    ciado del

    resto-

    para

    la

    historia

    y

    la

    antro-

    pologia

    y

    aun

    asf serfa

    cuestionable

    indicar

    a

    la

    etnohistoria

    como

    encargada

    de

    estudiarlo.

    Esto nos lleva a otra posibilidad, la de

    la

    etnohistoria

    como

    estudio

    de

    las

    fron-

    teras

    culturales. El

    surgimiento

    de

    estas

    fronteras es

    un

    hecho

    incidental

    antes

    que

    una

    ley

    sociol6gica.

    La

    intensidad

    del

    contacto

    intercultural

    que

    acentua

    la

    hibridaci6n

    biosocial,

    multiplica

    fronteras

    internas en

    el seno

    de

    una

    sociedad

    acultu-

    rada.

    En

    estos

    casos de

    aculturacion

    avan-

    zada,

    la

    antropologfa

    social,

    en

    el

    sentido

    consagrado

    por

    la

    sociologfa

    inglesa,

    y

    el

    folklore

    tienen

    mucho

    por

    decir. En

    estos

    casos,

    las

    sociedades

    originarias,

    global-

    mente incorporadas a un sistema impuesto

    por

    la

    dominaci6n

    colonial,

    transforman a

    sus

    integrantes

    en

    un

    campesinado

    que

    ocupa

    los

    escalones

    inferiores

    de

    la

    nueva

    estructura

    social. Una

    etnohistoria

    proyec-

    tada

    al

    hecho

    colonial

    o

    neocolonial,

    cualesquiera

    fueran sus

    caracterfsticas,

    ter-

    minaria

    incluyendose

    en

    la

    problematica

    de la

    sociologfa

    rural. No

    habria

    pues

    lugar

    alguno

    en

    este

    campo

    donde

    la

    etnohisto-

    ria

    logre

    validar

    su

    sentido

    conceptual.

    En

    los

    cinco

    sentidos

    examinados,

    el

    concepto

    parece

    no

    ofrecer

    mayor

    utilidad.

    Pero

    aunque

    aun no este

    del todo

    extendi-

    do, goza

    de un

    importante

    consenso entre

    especialistas

    de

    prestigio.

    Traigamos

    a

    cuento, entonces,

    la

    sugerencia

    de uno

    de

    ellos,

    antropologo

    e historiador

    del mundo

    andino.

    La

    etnohistoria como

    lectura

    etnologica

    de

    fuentes

    hist6ricas

    En

    los

    estudios

    de

    las

    sociedades

    andi-

    nas,

    la

    etnohistoria ha

    adquirido

    un

    notable

    desarrollo

    por

    el

    impulso

    que

    al

    concepto

    le

    proporciono

    John

    V.

    Murra22.

    En su

    opi-

    nion,

    se

    trata

    de la

    colaboracion

    entre his-

    toria

    y antropologia,

    un

    planteo

    superador

    del

    trabajo

    paralelo y

    apenas

    integrado

    hecho

    hasta

    entonces (pdg. 287). Al

    referirse

    a los

    estudios

    de

    J.

    H.

    Rowe

    anfiade

    que

    la

    etnohistoria

    de

    6ste com-

    bina un

    nuevo

    estudio de

    las

    cronicas

    conocidas

    con

    su

    dedicacion

    a la

    arqueo-

    logfa

    andina.

    Consistentemente

    se ha

    esforzado

    en

    combinar las

    dos

    tacticas

    antropolo6gicas

    en

    un

    solo

    estudio

    (pag.

    291).

    Advi6rtase

    que

    no solo

    se

    refiere a

    la

    arqueologia

    como

    tactica

    antropologica ,

    siendo

    en

    rigor

    un

    mertodo

    de

    la

    historia

    (recordemos

    que

    la

    afiliacion

    convencional

    de

    la

    historia al

    documento

    escrito

    despla-

    z6 a la arqueologia al terreno academico

    de

    la

    antropologfa),

    sino

    que

    toma a

    la

    etnohistoria

    como

    otra

    tictica

    antropolo-

    gica,

    consistente

    en

    la lectura

    etnologica

    de

    documentos

    escritos.

    Este

    parece

    ser

    el

    verdadero

    sentido

    del

    concepto,

    sobre

    todo si lo

    ejemplificamos

    con los

    tftulos

    que

    Murra

    eligio para

    sus

    introducciones

    a la

    Visita

    de

    Garci

    Diez

    de

    San

    Miguel23

    y

    a

    la de Ortiz de

    Zfifiiga24.

    21

    Karen

    SPALDING

    reconoce

    que

    la

    etno-

    historia es una clara evidencia de

    la

    asociaci6n

    en-

    tre antropologia e historia, pero tambien, que al-

    gunos

    consideran el

    nuevo

    nombre

    como

    innece-

    sario,

    sinonimo

    de

    historia social. El indio

    en

    la

    colonia:

    investigaciones

    pasadas y

    perspectivas

    futuras ,

    en De

    indio

    a

    campesino.

    Cambios en

    la

    estructura

    social

    del

    Perui

    Colonial,

    IEP, Lima,

    1974.

    22

    John V.

    MURRA:

    Las

    investigaciones

    en

    etnohistoria

    andina

    y

    sus

    posibilidades

    en

    el

    futu-

    ro

    (1970),

    en

    Formaciones

    poli'ticas

    y

    econo-

    micas del

    mundo

    andino,

    IEP,

    Lima,

    1975.

    23

    Una

    apreciacion

    etnolo6gica

    de

    la

    Visita ,

    pags. 421-44,

    Lima,

    1964.

    24

    La visita de

    los

    Chupachu

    como

    fuente

    470

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    8/9

    HISTORIA,

    ETNOHISTORIA

    Y

    ANTROPOLOGIA

    En su

    concepcion,

    esta lectura

    etnolo6gica

    debe

    complementarse

    con el

    aporte

    pluri-

    disciplinario,

    donde

    la

    historia conservarfa

    su

    papel

    restringido

    y

    tradicional de

    orga-

    nizar eficientemente la

    bfisqueda

    de

    docu-

    mentos. Por ello Murra considera que ya

    no necesita conservarse la

    definicion

    de

    la

    etnohistoria como

    una tecnica

    (el

    uso de

    las fuentes

    de

    archivo

    para

    el

    estudio

    de

    grupos

    6tnicos

    no

    europeos)

    sino

    que,

    partiendo

    de

    una

    fuente

    escrita,

    la lectura

    pluridisciplinaria

    coordinarfa

    esfuerzos

    de

    varias tfcticas

    de

    investigaci6n

    desarrolla-

    das

    por

    afnos

    en

    forma

    independiente

    (pag. 305).

    En el final de

    su

    articulo,

    Murra

    anade

    que

    la etnohistoria

    es

    equidistante

    entre

    la

    arqueologfa

    y

    la

    etnologia,

    reconocida

    como indispensable aliada de ambas disci-

    plinas...

    la

    fuente

    escrita nos abre

    perspec-

    tivas de colaboraci6n

    que

    ningfn procedi-

    miento ni m6todo

    por

    si s6oloofrece

    espe-

    ranzas

    de alcanzar

    (pag.

    312).

    Observese

    que

    en este

    parrafo

    el

    termino historia

    ha sido sustituido

    por

    etnohistoria .

    Evidentemente,

    se

    trata de

    un

    discurso

    antropol6gico

    para

    antrop6ologos,

    una

    invita-

    ci6n

    a

    etn6grafos

    entrenados

    en

    el

    trabajo

    de

    campo para que presten

    atenci6n

    al

    documento

    escrito,

    como

    si fuesen histo-

    riadores. Este llamado alcanza indirecta-

    mente a

    los

    historiadores, cuya

    funci6n

    tecnica se reduce

    a localizar eficiente-

    mente

    las

    fuentes,

    exhumar

    papeles

    y

    reor-

    denar archivos.

    Pero la

    lectura

    compren-

    siva

    del documento

    no debe ser sino etno-

    16gica.

    El

    argumento

    demuestra

    claramente

    una

    evolucion

    positiva

    de la

    antropologia:

    la et-

    nohistoria

    es fruto

    de una

    aproximaci6n

    de

    la

    etnograffa

    al

    documento

    escrito,

    de la

    sancion

    de confiabilidad

    del documento

    es-

    crito.

    Pero

    se trata

    de

    un nuevo

    instrumento

    de conocimiento etnologico. Este planteo

    explica

    que

    casi

    todos

    los

    etnohistoriadores

    procedan

    de la

    antropologfa

    y que

    la

    suge-

    rencia

    haya

    sido

    hasta

    hoy

    tan

    desestima-

    da

    por

    los historiadores.

    Sin

    embargo,

    el

    planteo

    no determina

    que

    el

    papel

    del

    historiador

    se

    restrinja

    en

    funcion

    de

    las

    tecnicas tradicionalmente

    asumidas.

    Sin

    caer en

    la celosa

    defensa

    de la territoriali-

    dad

    epistemologica

    de

    la

    historia

    de Brun-

    dage25,

    debe

    reconocerse

    que

    en sentido

    inverso la documentaci6n

    etnogrdfica

    debe

    ser

    fuente

    para

    el

    historiador,

    tanto

    como

    lo es el material desenterrado por el ar-

    queologo.

    Y

    que

    si

    los

    historiadores

    no

    comprenden

    esta tesis esencial de la histo-

    ricidad

    global

    de

    las

    culturas

    y

    en conse-

    cuencia se autolimitan al rol

    de

    archiveros,

    se corre

    el

    riesgo

    de revitalizar

    no

    solo las

    actitudes ahistoricas (o por lo menos no

    diacronicas)

    frente

    al

    hecho

    cultural,

    sino

    que

    se

    seguira

    negando,

    paradojicamente,

    el

    caracter hist6rico de las culturas

    agrafas.

    La

    colaboraci6n

    que pide

    Murra es

    nece-

    saria

    y

    nadie

    sensato

    duda

    de

    ella;las fron-

    teras

    interdisciplinarias

    estan siendo

    progre-

    sivamente borradas

    y

    la

    integraci6n

    meto-

    dologica

    representa

    una

    importante priori-

    dad.

    La

    historiograffa

    moderna

    comienza

    a

    comprender, ademds,

    la

    multiplicidad

    de

    las

    representaciones

    culturales

    en

    la historia

    del hombre. La historia actual comienza a

    desprenderse

    de

    la

    descripci6n

    de

    hechos

    puntuales.

    La

    historia actual reconoce

    que

    la

    etnologfa

    no es una

    ciencia

    aparte

    sino

    la

    contracara necesaria de sus

    propios

    patrones

    de

    explicacion y

    reconstrucci6n.

    Levi-Strauss

    cita Le

    probleme

    de l'incro-

    yance

    au

    XVIe

    siecle

    como

    un

    libro

    de

    etnologfa26, pero

    ese

    magnffico

    ejemplo

    de

    verdadera

    historia no es

    ya

    un

    aconteci-

    miento solitario.

    La

    relectura

    etnolo6gica

    de

    fuentes

    es-

    critas es

    el

    aporte

    saludable

    de

    la

    etnohis-

    toria si este es el nombre reservado a tal

    actitud

    de

    superaci6n

    y

    complementacion.

    Pero

    tambien lo

    es,

    y

    en

    paridad

    de

    con-

    diciones,

    la

    lectura

    hist6rica

    de

    las

    informa-

    ciones

    recogidas

    en

    el

    terreno

    por

    el

    etno-

    grafo.

    Puede

    alegarse

    que

    el historiador

    tra-

    dicional

    carece de la

    preparaci6n

    linguistica

    o

    psicol6gica

    del

    etn6ologo,

    dato

    cierto

    con-

    siderando las

    actuales

    organizaciones

    acade-

    micas de las

    universidades;

    pero

    este

    sub-

    desarrollo de

    la

    historia

    no

    representa

    un

    obstaculo

    insalvable ni

    compromete

    sus

    intereses. Por

    supuesto,

    mientras

    la

    histo-

    etnol6gica ,

    Visita

    de

    la

    Provincia de Leon

    de

    Huanuco,

    2

    tomos,

    Universidad

    Nacional Hermi-

    lio

    Valdizain, Huanuco,

    1967-72.

    25

    Burr

    C. BRUNDAGE:

    Replica

    al

    comen-

    tario

    de R. T. Zuidema sobre

    la obra de Brunda-

    ge

    Empire

    of

    the

    Inca

    (Norman,

    Oklahoma,

    1963),

    en

    American

    Anthropologist,

    68,

    1966.

    26

    Lucien

    FEBVRE:

    Le

    probleme

    de

    l'in-

    croyance

    au

    XVIe siecle.

    La

    religion

    de

    Rabelais,

    Albin

    Michel,

    Paris, 1946;

    version castellana:

    Uteha, Mexico, 1959.

    471

    This content downloaded from 152.74.16.35 on Wed, 18 Feb 2015 16:46:49 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsphttp://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp
  • 7/25/2019 1- Santamaria (1)

    9/9

    DANIEL

    J.

    SANTAMARIA

    ria

    siga

    viendose

    y

    siga

    siendo vista como

    manipuladora

    de

    documentos

    escritos,

    los

    antrop6ologos

    consideraran

    prudente

    crear

    neologismos

    para

    evitar

    que

    al

    utilizar

    tecnicas hist6ricas se los considere histo-

    riadores.

    Lo mismo

    ocurre desde hace

    mas

    de

    un

    siglo

    con

    el

    neologismo

    prehistoria

    reservado al

    estudio de

    los

    restos materia-

    les,

    como no

    era

    competencia

    de

    la

    histo-

    ria

    de archivo

    involucrarse

    en

    las

    exca-

    vaciones,

    se

    constituy6o

    ese

    concepto

    aut6-

    nomo como si

    la evoluci6n humana no

    hubiera

    sido antes de la

    escritura,

    un

    ver-

    dadero

    proceso

    hist6rico27.

    De

    modo

    anAlogo,

    el

    concepto

    de

    etnohistoria,

    in-

    corporado

    a las ciencias

    sociales

    por

    la

    antropologfa,

    confirma el

    destino

    fatal

    de

    la historiograffa limitada a la fuente

    escrita.

    No es

    tan

    importante

    sefialar estas

    crea-

    ciones

    externas

    (ni

    mucho menos

    enfren-

    tarlas

    en

    el

    plano te6orico)

    como

    revisar

    profundamente

    los

    contenidos,

    los

    meto-

    dos

    y

    las

    tecnicas del historiador

    y

    ahondar

    en sus

    objetos

    posibles,

    teniendo

    presente

    la historicidad total de

    las

    culturas,

    asi

    como

    desde el

    psicoan6lisis

    se sostiene

    la

    unidad

    psfquica

    de la humanidad

    28.

    Redefini6ndose de

    acuerdo

    con su

    obje-

    to, comprendiendo

    que

    todos los

    grupos

    sociales

    y

    todas

    las manifestaciones

    cultu-

    rales son

    materia

    de

    analisis hist6rico

    y

    no

    s6lo

    los

    procesos

    politico-institucionales

    o

    socioecon6micos (tanto en su version

    evenementielle,

    detallista

    y

    esterilmente

    singular,

    como

    en sus visiones

    de

    largo pla-

    zo,

    planetarias

    y

    seculares,

    que

    tan

    bien

    resisten

    el analisis

    comparativo

    y

    regional),

    la

    historia

    a secas

    podrd

    incorporarse

    a

    las

    ciencias del

    hombre

    y

    no solo

    como

    pro-

    veedora eficiente

    de documentos

    sino

    como

    plano

    insustituible

    de

    comprensi6n

    y explicacion.

    Esa

    necesaria

    extensi6n de

    la

    disciplina

    a

    trav6s

    de

    la

    multiplicaci6n

    de sus intereses

    no

    llevard a la

    creaci6n de

    neologismos

    en

    parte

    justificados,

    pero

    que apenas contribuyen a la unificaci6n

    de

    las

    ciencias

    sociales.

    27

    Ver el

    analisis

    de

    esta cuestion

    en

    Glyn

    DANIEL:

    The

    Idea

    of

    Prehistory,

    Watts,

    Lon-

    dres, 1960;

    version castellana:

    Labor, Barcelona,

    1968,

    cap.

    7.

    28

    Un

    antecedente

    en

    Fernand

    BRAUDEL:

    Unite

    et

    diversite

    des

    sciences

    de

    l'homme

    (1960),

    incluido

    en La

    historia

    y

    las

    ciencias

    sociales, Alianza, Madrid,

    1968.

    472

    This content downloaded from 152 74 16 35 on Wed 18 Feb 2015 16:46:49 PM

    http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp