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http://www.catamarcaguia.com.ar/Arqueologia/Manual/ 01_Aschero/Cazadores_Recolectores.php Consultado el: 3/02/07 PERIODO ARCAICO: CAZADORES - RECOLECTORES Y PASTORES TEMPRANOS Por: Carlos A. Aschero GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA Dirección de Patrimonio Cultural Departamento de Gestión del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico I. Consideraciones preliminares. Catamarca es una provincia rica en diversidad de paisajes y en evidencias arqueológicas de poblaciones prehispánicas que han sido objeto de importantes investigaciones desde fines del siglo pasado. Dentro de éstas, sin embargo, son pocos los sitios descubiertos de las primeras poblaciones de cazadores-recolectores. Un alto interés por la arqueología de los asentamientos agroalfareros en el ámbito valliserrano -atractiva por la calidad técnica y estética de los objetos mobiliares y la visibilidad de las estructuras arquitectónicas- y un bajo interés por estudiar los procesos que anteceden a dichos asentamientos, por saber cómo ocurre el poblamiento de los valles y la formación de las primeras aldeas agrícolas, son dos causas conexas que explican la falta de información sobre esas poblaciones en dicho ámbito. Nuestro actual conocimiento arqueológico nos muestra a estos cazadores-recolectores habitando en la Puna catamarqueña, hace unos 9000 años AP. Excelentes condiciones de visibilidad y conservación de vestigios arqueológicos han permitido reconocer en el ámbito puneño numerosos sitios y avanzar en la investigación de los procesos que marcan los cambios entre las economías básicamente predadoras y las productoras de alimentos, que caracterizan lo que aquí designamos períodos Arcaico y Formativo, respectivamente. Esa investigación muestra que la Puna ha sido un hábitat importante para el desarrollo de las economías de caza-recolección y también que favoreció la existencia de redes primarias de intercambio y/o de circulación de gente e información;

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Catamarca Guía

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http://www.catamarcaguia.com.ar/Arqueologia/Manual/01_Aschero/Cazadores_Recolectores.php Consultado el: 3/02/07

PERIODO ARCAICO: CAZADORES - RECOLECTORES Y PASTORES TEMPRANOS

Por: Carlos A. Aschero

GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA

Dirección de Patrimonio Cultural

Departamento de Gestión del Patrimonio

Arqueológico y Paleontológico

 

I. Consideraciones preliminares.

Catamarca es una provincia rica en diversidad de paisajes y en evidencias arqueológicas de poblaciones prehispánicas que han sido objeto de importantes investigaciones desde fines del siglo pasado. Dentro de éstas, sin embargo, son pocos los sitios descubiertos de las primeras poblaciones de cazadores-recolectores. Un alto interés por la arqueología de los asentamientos agroalfareros en el ámbito valliserrano -atractiva por la calidad técnica y estética de los objetos mobiliares y la visibilidad de las estructuras arquitectónicas- y un bajo interés por estudiar los procesos que anteceden a dichos asentamientos, por saber cómo ocurre el poblamiento de los valles y la formación de las primeras aldeas agrícolas, son dos causas conexas que explican la falta de información sobre esas poblaciones en dicho ámbito.

Nuestro actual conocimiento arqueológico nos muestra a estos cazadores-recolectores habitando en la Puna catamarqueña, hace unos 9000 años AP. Excelentes condiciones de visibilidad y conservación de vestigios arqueológicos han permitido reconocer en el ámbito puneño numerosos sitios y avanzar en la investigación de los procesos que marcan los cambios entre las economías básicamente predadoras y las productoras de alimentos, que caracterizan lo que aquí designamos períodos Arcaico y Formativo, respectivamente. Esa investigación muestra que la Puna ha sido un hábitat importante para el desarrollo de las economías de caza-recolección y también que favoreció la existencia de redes primarias de intercambio y/o de circulación de gente e información; redes que estaban activas desde comienzos del Holoceno poniendo en relación una gran variedad de ambientes y recursos, desde el monte xerófilo y las selvas de montaña del oriente andino a la costa desértica del Pacífico.

Pero hay dos series de hechos que permiten suponer que antes de esos 9000 años AP, hacia los 12000 y 10000 años AP, ya existían poblaciones anteriores de cazadores habitando en el sur de la Puna. Primero: por la existencia de dataciones más antiguas para sitios de cazadores de fauna extinta en el centro-sur de la Patagonia argentina y en zonas centrales de Perú y Chile, en relación a las cuales la Puna no podría haber sido un área vacía si consideramos la dirección norte-sur que habría seguido el poblamiento del área andina. Segundo: por la diversidad de especies -vegetales y animales- seleccionadas y la especificidad seguida en la explotación de recursos naturales locales, en las estrategias de obtención o en las técnicas de manufactura, de uso y conservación, que observamos entre los cazadores-recolectores arcaicos; características que suponen un conocimiento experimentado del hábitat y presupone una profundidad

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temporal mayor de las ocupaciones conocidas para la Puna.

Esta ocupación temprana también debió existir en otras zonas propicias para el desplazamiento humano y atractivas por sus recursos de caza y recolección del ámbito valliserrano; pero aquí el hallazgo de sus vestigios arqueológicos dista de ser fácil. Para buscarlos es necesario conocer no solo los cambios que ha sufrido el paisaje desde el Pleistoceno final sino también los procesos de erosión que actuaron sobre él, afectando esos vestigios. Por eso el descubrimiento de las más tempranas poblaciones cazadoras valliserranas requiere del avance conjunto de investigaciones arqueológicas y geoarqueológicas que ya comienzan a llevarse a cabo en distintas áreas de la Provincia.

Algunas investigaciones anteriores a 1980 merecen nuestra atención porque han sido recurrentemente citadas en distintas publicaciones. Nos detendremos brevemente en ellas para presentar luego la información sobre la Puna donde se ha producido ese mayor avance en los estudios del período Arcaico.

En la zona Valliserrana de Catamarca los vestigios arqueológicos atribuidos a cazadores-recolectores, durante los primeros estudios sistemáticos en la década del '60, se reducen a hallazgos de artefactos de piedra tallada recogidos en la superficie de relieves terrazados, en sitios a cielo abierto, etc. Así recolecciones hechas en el Valle de Santa María, en el de Hualfín y El Cajón formaron parte de las denominadas industrias Ampajango y Ayampitín.

Fig. 1: Principales localidades arqueológicas mencionadas en el texto

La primera, designada con el nombre de la localidad próxima a Santa María, consiste en una extensa cantera-taller donde se produjeron artefactos sobre lascas y otros de adelgazamiento bifacial, entre los que se contaban distintos tipos de bifaces. De acuerdo a los conocimientos actuales sobre la tecnología lítica, la gran mayoría de los artefactos recogidos en Ampajango no eran los productos finales de una secuencia de producción, sino productos intermedios que debían estar sujetos a posteriores procesos de acabado. En el momento de esos primeros estudios, realizados por E. M. Cigliano y colaboradoras, la morfología poco elaborada de las piezas y las técnicas aplicadas - semejantes a piezas del Paleolítico Inferior de Africa o Europa- llevó a sugerir una antigüedad mayor a 8000 años. Actualmente sabemos que esto no puede afirmarse sin otras evidencias y que estos son sitios de aprovisionamiento que pudieron haber sido utilizados durante mucho tiempo por distintas poblaciones. Consecuentemente, su asignación al Arcaico debe basarse en otros tipos de sitios o asentamientos en los que esas mismas rocas y estrategias de producción hayan sido utilizadas y con datos cronológicos confiables.

Con respecto a los artefactos asignados a la industria Ayampitín -industria que toma su nombre de un sitio del N.O. de Córdoba- se refería al hallazgo de ciertas formas de puntas lanceoladas, recogidas en relieves terrazados del mismo sitio Ampajango y en distintas localidades del Valle del Hualfín y El Cajón. El caso de que estas formas sean semejantes a las del sitio Ayampitín

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y a las de la Cueva de Intihuasi -ambos en las Sierras Centrales de nuestro país, donde estas puntas fueron inicialmente datadas por A. R. González empleando Carbono 14 - no es garantía de su asignación al Arcaico. Puntas semejantes ocurren actualmente en contextos cerámicos tempranos, tanto en el N.O.A. como en el Norte de Chile. Algo semejante ocurre con otras formas de puntas encontradas en sitios de superficie al SE de la provincia, tal como las recuperadas por A. Serrano en El Barrealito.

La situación que acabamos de reseñar indica que sabemos poco o nada aún sobre el Arcaico en la zona valliserrana de Catamarca, pero es también la situación en casi todo el ámbito valliserrano del Noroeste argentino.

II. Cambios ambientales en la Puna.

Una parte importante en el estudio de estos grupos es el conocimiento de las condiciones ambientales en las que se dio el proceso de adaptación de estas poblaciones a los recursos del medio desértico. En la Puna catamarqueña los estudios geológicos y geomorfológicos muestran la importancia que tuvieron los fenómenos volcánicos en la conformación del paisaje y los procesos activos de erosión y acumulación en las cuencas cerradas. En momentos de fines del Pleistoceno y comienzos del Holoceno, finalizado el avance de los glaciares cordilleranos, la abundancia de agua de deshielo por la progresiva disminución de las masas de hielo retenidas en altas cumbres -combinada con movimientos tectónicos diversos- habría ocasionado la erosión fluvial de las quebradas y valles altos de pendiente atlántica, en el frente oriental de la Puna. Asimismo, fuertes procesos de acumulación de arenas y limos -asociados a la formación de espejos lacustres o lagunares- habrían ocurrido en el fondo de las cuencas cerradas, actualmente constituidas por lagunas o salares.

A pesar de todos estos procesos que pudieron haber afectado la fisonomía del paisaje puneño, su condición de desierto de altura pareciera no haber cambiado sustantivamente. Esto se sabe por la composición de la vegetación, conocida a través del polen conservado en las capas arqueológicas o las que se forman por esas acumulaciones de arenas o limos en cuencas fluviales, lagunas o vegas. El que el ambiente desértico se haya mantenido a través del tiempo le importa al arqueólogo porque significa que estas poblaciones encontraban los principales recursos de subsistencia concentrados en la inmediata proximidad de sectores con agua permanente, en vegas, lagunas o cuencas fluviales. Estos lugares, a modo de verdaderos oasis, eran reiteradamente elegidos como sitios de asentamiento o campamento donde los residuos quedaban en su mayoría expuestos sobre el suelo arenoso. Si a esto le sumamos la escasa formación de suelos con humus, la extrema sequedad ambiental y una gran amplitud térmica, se dan aquí un conjunto de factores que le permiten al arqueólogo una mayor predicción en el hallazgo de sitios y contar también con una mayor visibilidad de los vestigios arqueológicos que, como decíamos antes, es una ventaja de la Puna para los estudios sobre el Arcaico.

Recientemente, se ha comenzado con análisis del contenido de polen en estratos arqueológicos y naturales que permitirán conocer con más detalle la alternancia en el predominio de ciertas especies vegetales sobre otras y su relación con períodos más húmedos o secos. Lo conocido para el norte de la Puna indica, para el lapso comprendido entre fin del Pleistoceno y el desarrollo del Holoceno, distintas condiciones de humedad y temperatura correspondiente a distintas zonas polínicas. Nos interesa la primera de ellas (entre el 10000 y el 7000 años AP.) que se habría caracterizado por condiciones de más frío y humedad que las actuales; la segunda (entre el 7000 y el 5000/4000 AP.), que presenta características de mayor sequedad y aumento de la temperatura media y una tercera que vuelve a condiciones más templadas (4000 a 2000 AP) y luego más húmedas que las actuales.

La relación entre el desarrollo del Arcaico y estas variaciones de humedad/temperatura son de gran importancia pues podrían haber incidido, en mayor o menor medida según las zonas, en la disponibilidad de recursos de caza y recolección.

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En ninguna de las distintas condiciones mencionadas se trata de cambios bruscos, sino de cambios graduales que, sin embargo, por las condiciones de extrema aridez del ámbito puneño, habrían sido significativos en la distribución de las especies vegetales que constituían la alimentación de los camélidos silvestres (guanacos y vicuñas), principal recurso económico de estas poblaciones. Esas especies se concentran en distintos pisos de vegetación diferenciada dentro del ámbito puneño, como ser las vegas, el pajonal o el pastizal altoandino y en menor proporción dentro del tolar, cuyas extensiones pueden haber variado bajo distintas condiciones climáticas.

III. El Arcaico en la Puna de Catamarca.

Lo que designamos Arcaico corresponde a economías basadas en la caza y la recolección, incluyendo posibles prácticas pastoriles tempranas de camélidos (llamas), con un nomadismo estacional programado que incluía el retorno a determinados campamentos que eran preparados a tal efecto (limpieza de fogones, cavado de pozos de almacenaje, establecimiento de áreas de acumulación de basuras). A diferencia con las poblaciones cazadoras más antiguas -designadas como Paleoindio- su movilidad territorial habría sido menor y su tecnología y conocimiento del ambiente más efectivo, intensificando la explotación de distintos tipos de recursos. Otra diferencia entre Paleoindio y Arcaico es que estos últimos dependían de la caza de especies actualmente vivientes mientras que los primeros incluían en su dieta especies de grandes mamíferos extintos.

Las poblaciones arcaicas han sido mayormente conocidas por los elementos mejor conservados de su producción tecnológica, que son los artefactos de piedra tallada. Pero la información arqueológica ha mostrado que la tecnología de estos grupos incluía elementos de piedra pulida, cestería, cordelería y textilería en fibra animal (lana) y/o vegetal, así como artefactos sobre madera, hueso y valva. Dicho en otras palabras, los artefactos de piedra son apenas una parte de la tecnología de estos grupos. En la Puna de Jujuy -en el sitio Inca Cueva 4- hay datos que indican pisos de habitación excavados - casas-pozo - con revestimientos de gramíneas y depósitos de almacenaje interiores, emplazados dentro de abrigos rocosos que muestran arte rupestre en sus paredes. Esta preparación de los espacios de habitación tiene que ver con el retorno previsto que mencionamos anteriormente como característico del Arcaico.

Para lo que nos es conocido dentro del territorio catamarqueño, los primeros registros de estas poblaciones se remontan a ca.9100 años A.P. y corresponderían a lo que se conoce como Arcaico Temprano en otras áreas del N.O.A y Norte de Chile (entre 11000/10000 y 8000/7000 años AP.). Sitios estudiados en la zona norte de la Puna y en Antofagasta de la Sierra (Puna sur), indican poblaciones constituidas por unidades sociales poco numerosas, en las que los grupos familiares serían las unidades económicas comprometidas en las tareas de subsistencia y producción de tecnofacturas (Figuras 1 y 2). Fig. 2: Sitios arcaicos de Antofagasta de la Sierra.

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La información obtenida en distintas localidades jujeñas (Huachichocana, Inca Cueva, Pintoscayoc y Yavi) y de varios sitios de las localidades de Quebrada Seca y Punta de la Peña, en Antofagasta de la Sierra (Catamarca), sugiere que existían distintos tipos de sitios. Entre éstos hay campamentos o bases residenciales, preparados para tiempos de estadía prolongada y retorno previsto, como es el caso antes citado. Otros tipos serían las canteras-talleres para aprovisionamiento de rocas aptas para la talla; los campamentos transitorios de caza; los avistaderos de caza en cumbres de lomas o cerrillos u otros sitios de actividades específicas, que ocurren en emplazamientos a distintas distancias de esos campamentos residenciales. Estos últimos pueden emplazarse dentro de aleros o cuevas y cambiar su función según las distintas ocupaciones; por ejemplo, pasar a ser campamentos de caza, donde se permanecía poco tiempo preparando artefactos líticos del equipo de caza y faenando y/o consumiendo partes de las presas cazadas, como ocurre en el abrigo Quebrada Seca 3 (sigla QS3; Figura 6).

Fig. 6: Detalle de la excavación del nivel 2b16 de Quebrada Seca 3 (arcaico temprano). Vestigios

faunísticos de camélidos, fragmento de artefacto de madera y de punta de proyectil en piedra. (Fotografía:

C. Aschero).

Las ocupaciones datadas entre 8600 y 7300 años AP en ese mismo abrigo, usado como campamento residencial de un grupo reducido de personas, se pueden relacionar a través de los vestigios arqueológicos recuperados, con distintos sitios que aparecen cerca del abrigo, en un radio menor a 2km. Estos son campamentos transitorios de caza, próximos a zonas de captura de vicuñas y/o guanacos, en angostos o lugares aptos para efectuar cacerías por encierro y éstos a su vez recurrentemente vinculados con un avistadero de caza, donde se realizaban trabajos de talla preparando preformas para puntas de proyectil. Otro tipo de sitios cercanos son canteras-talleres desde donde se traían lascas que eran terminadas de formatizar dentro del abrigo o junto a sus fogones. El conjunto de esta información muestra un sistema de sitios diferentes, con diferentes tipos de vestigios, que cumplían distintas funciones en las actividades de subsistencia y la organización tecnológica de estos grupos.

En las diferentes áreas estudiadas, esas bases residenciales o esos campamentos en abrigos o cuevas están asociados a representaciones de arte rupestre caracterizadas por figuras geométricas muy simples: trazos verticales, series de puntos, etc. Estas pinturas rupestres se realizaban con óxidos férricos mezclados con yeso semihidratado que, al mezclarse con el agua, servía para fijar las pinturas en la pared rocosa. En Antofagasta de la Sierra, los sitios Quebrada Seca 1-2 y Punta de la Peña 4-5 y el de Potrerito, cerca de Laguna Blanca, son exponentes antiguos del arte rupestre arcaico conocido en Catamarca, incluyendo representaciones que pueden ser anteriores a 9000 años AP (Figura 4).La virtual ausencia de figuras animales y humanas en el arte de estos grupos del Arcaico temprano llama la atención, pero no es extraño en lo conocido etnográficamente del arte de economías cazadoras.Podría tratarse de motivos de carácter emblemático, signos que identifican linajes o familias, pero esto es sólo una hipótesis posible.Lo que es importante destacar es que estos sitios con arte rupestre están asociados a sitios residenciales, en zonas con alta disponibilidad de recursos de subsistencia y plenamente visibles para los distintos integrantes de familias y/o bandas.

Fig. 4: Pinturas rupestres de Punta de la Peña 5 (detalle), Antofagasta de la

Sierra. Relevamiento: C. Aschero.

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Dijimos antes que la subsistencia de estos grupos se centraba en la caza de los camélidos salvajes (guanaco y vicuña) de los que no sólo se obtenía carne, sino también pieles, huesos, lana, cuero y tendones, los cuales eran utilizados en distintas manufacturas. Los estudios realizados por M. C. Reigadas sobre fibras (lana y pelo) de estos camélidos han permitido reconocer la existencia de un grupo o morfotipo distinto al guanaco o a la vicuña y algo más parecido a algunos morfotipos de llamas actuales. Aún no se dispone de una información definitiva para saber si este morfotipo corresponde a una variedad silvestre no conocida o es el resultado de prácticas zootécnicas que darían inicio al proceso de domesticación de los camélidos(llamas), pero las evidencias van sumándose en favor de esto último.

Debe contemplarse, entonces, la posibilidad de que antes del 9000 AP. estos cazadores-recolectores estén ejerciendo controles reproductivos sobre guanacos y vicuñas. Podría plantearse, entre las hipótesis posibles que afirmen la existencia de estas prácticas pastoriles tempranas, que estas podrían estar orientadas primariamente a obtener animales aptos para transporte y/o la obtención de fibras gruesas para cuerdas resistentes (mediante la esquila), y sólo secundariamente como reserva de carne, la que continuaría siendo suplida por la caza de guanacos, vicuñas y chinchíllidos, hasta épocas muy tardías del Arcaico.

En la tecnología lítica de estos grupos se reconocen distintos artefactos de retoque marginal sobre lascas, como ser raspadores, raederas, muescas u otros. Entre las puntas de proyectil con las que se armaban los dardos para la caza, utilizando el propulsor como arma de lanzamiento, hay dos tipos de diseños que se conocen para la zona sur de la Puna. El primero corresponde a una forma triangular, sin pedúnculo, de base recta o convexa, que está asociada a los contextos más antiguos en ambas zonas y en el área de San Pedro de Atacama, en Chile (Figura 3F). El segundo diseño corresponde a una forma pedunculada con las aletas apenas esbozadas y limbo triangular (Figura 3D-E). Este último tipo de punta aparece en Antofagasta de la Sierra en capas arqueológicas datadas entre 8600 y 7300 años AP. A. R. González ha mencionado también su existencia en la zona valliserrana próxima a la Puna. A diferencia del anterior, este diseño no se conoce en la Puna norte ni en el área de San Pedro de Atacama.

Fig. 3: Puntas de proyectil de Quebrada Seca 3.Arcaico temprano: F) Triangular apedunculada, nivel 2b18; D-E) Pedunculadas de limbo triangular, nivel 2b14. Arcaico medio: A): Lanceolada de pedúnculo esbozado, limbo dentado (2b12); C)

Lanceolada de limbo reactivado (2b11); D) Lanceolada de pedúnculo esbozado y limbo dentado (fracturado), nivel 2b11.

El lapso que media entre el 8000/7000 y el 5500 AP., con condiciones de mayor temperatura sequedad, correspondería al desarrollo del Arcaico Medio. La información en la Puna catamarqueña es escasa pero permite, en comparación con lo que ocurre hacia el norte de la Puna, mostrar la persistencia de estas poblaciones arcaicas en el ámbito desértico y la existencia de algunos cambios tecnológicos. En las ocupaciones del sitio Quebrada Seca 3 aparecen en esta época distintos tipos de puntas de proyectiles que reemplazan a las anteriores, acompañadas por bifaces o fragmentos de artefactos en proceso de reducción bifacial que habrían servido para su formatización. Aparecen puntas lanceoladas de base convexa y cóncava (Figura 3A-B) u otras con una porción del limbo dentada, que dejan una base o pedúnculo esbozado para facilitar su inserción en el astil, al que se adherían con un pegamento o mástic rojo (Figura 3C). Son puntas grandes y de sección gruesa (biconvexa), que requerían de astiles o elementos intermediarios muy gruesos, los que se realizaban en cañas macizas procedentes de la zona de selvas de montaña. Estas, más unos pequeños frutos utilizados como cuentas de collar, son elementos de uso temprano que indican

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intercambio o movilidad entre los bosques de montaña -próximos a las Yungas- y la Puna antes del 8000 AP.

El abrigo QS3 es utilizado durante estas ocupaciones como un campamento residencial de un grupo familiar o un grupo de tareas (partida de cazadores) que ejecutan distintas actividades referentes a la producción de instrumental lítico, faenamiento de presas, preparación de cordeles o reactivación de las puntas de proyectil enastiladas que sufrieron fractura de impacto durante la caza. Todas esas actividades se realizaban en torno a un fogón central, próximo al cual se acumulaban haces de gramíneas que, en algún caso, habrían servido como camas (nivel 2b10 de QS3).

A diferencia de lo que ocurre con las ocupaciones del Arcaico Temprano, en esta zona de Antofagasta de la Sierra hay muy pocos sitios en los que se encuentran estos tipos de puntas, lo que sugiere una movilidad más pautada con un menor número de sitios utilizados en los circuitos estacionales de caza. Se infiere también una menor extensión territorial de estos circuitos por la progresiva merma en la utilización de rocas como la obsidiana, anteriormente muy utilizada para fabricar puntas de proyectiles. Conociendo una única fuente próxima al Salar de Antofalla, esta restricción en su uso podría tener que ver con restricciones de acceso a la misma.

Si la hipótesis anterior fuera correcta, estas condiciones de mayor calor y/o aridez podrían ser uno de los estimulantes en la continuidad de prácticas pastoriles. En una situación en que podría darse una disminución de la población de camélidos silvestres afectadas por reducción de las zonas naturales de pastura, estas prácticas tendrían mayor sentido para aminorar el riesgo de desabastecimiento de carne a la vez que, por otra parte, acrecentarían las posibilidades de intercambio de recursos o productos de otras zonas, utilizando la llama como animal de carga. Esta intensificación del uso de animales para transporte de enseres diversos o alimentos también contribuiría a aumentar las distancias entre campamentos residenciales y entre estos y los de tareas específicas, disminuyendo el número total de sitios utilizados.

El Arcaico Tardío, entre el 5500 y 3000/3500 AP, muestra cambios en los tipos de sitios, sus emplazamientos, la organización del espacio dentro de los sitios y en la producción y diseño de artefactos líticos. En Antofagasta de la Sierra, abrigos como Quebrada Seca 3 siguen siendo utilizados pero con una organización interior del espacio más pautada. En distintas ocupaciones se repiten los emplazamientos y tamaños de fogones, el sector destinado a actividades de trozamiento y producción de tecnofacturas y los tipos de artefactos recuperados. Tales sitios podrían ser utilizados estacionalmente como puestos de pastores-cazadores en los que el orden del espacio interior es mantenido a lo largo de numerosas ocupaciones (dataciones entre 5400 y 4500 AP).

Aparecen también aquí sitios con parapetos de piedras en cumbre de cerrillos o en emplazamientos con un frente de acceso escarpado. Estos parapetos son paredes bajas de piedra en forma de arco abierto, que permitirían ocultarse a una persona recostada. Se los asocia con prácticas de caza colectiva de camélidos, los que serían acosados hasta llegar a estos lugares de emboscada situados en zonas con ojos de agua importantes (sitio Laguna Colorada 3) o del pajonal (Quebrada Seca 5 y Real Grande 11). La existencia de estos sitios sugieren campamentos residenciales más extensos que los encontrados hasta el momento, como los conocidos para la zona de San Pedro de Atacama y Calama en Chile. Es posible que su ausencia en Antofagasta de la Sierra o en la Puna jujeña tenga que ver con ocupaciones posteriores al Arcaico que se les han superpuesto.

Otros aleros utilizados, como el sitio Peñas Chicas 1.1, próximo a Antofagasta de la Sierra, muestra una potente acumulación de capas arenosas con artefactos líticos ocurrida en un lapso relativamente corto (3500-3700 AP), sin diferenciación de estratos, hecho que sugiere depositaciones rápidas con mucha incidencia de pisoteo. La producción de artefactos líticos en este sitio se presenta en un taller bien circunscripto que presenta los mismos tipos de puntas lanceoladas que los aparecidos en la excavación del alero. Estos son semejantes a los tipos Ayampitín que mencionamos al comienzo, pero aquí asociados a dataciones de Carbono 14. Fragmentos de estas puntas lanceoladas se recuperan también en los parapetos mencionados

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para Laguna Colorada 3, donde no se observan fragmentos de puntas pedunculadas característicos del Formativo temprano (excavaciones de D. Olivera).

En el arte rupestre de Antofagasta de la Sierra, la aparición de algunas representaciones de camélidos, felinos (con técnica de pintura puntiforme) o de ñandúes en sitios como Quebrada Seca 2 y Confluencia (camélidos a gran altura) podrían estar vinculadas con el Arcaico tardío (Figura 5). El arte rupestre del Formativo Temprano se diferencia claramente por su insistencia en la representación de la figura humana -o los mascariformes- con atributos distintivos (tocados, objetos) y la figura del camélido.

Fig.5: Pinturas rupestres de Quebrada Seca 2 (detalle). Relevamiento: C. Aschero y M. Podestá.

La información de sitios como Inca Cueva-7 y Huachichocana III, en la Puna jujeña, y de diversos sitios arcaicos tardíos estudiados en la zona de San Pedro de Atacama por L. Núñez Atencio, muestran la complejidad de la producción de tecnofacturas -utilizando materias primas de distintos pisos ecológicos, con profusión de artefactos con representaciones geométricas grabadas y pintadas, vinculables con el arte rupestre local- de las redes de intercambio y del re-emplazamiento de asentamientos con cerámica temprana (hacia el 2900/3200 AP) en los mismos lugares utilizados por los grupos arcaicos. Esto habla de una cierta continuidad temporal y espacial entre poblaciones del Arcaico tardío y del Formativo en la Puna y zonas próximas; una continuidad que aún no conocemos en lo que se refiere a los aspectos bioantropológicos de las poblaciones (características antropofísicas, serológicas y/o del ADN) por la falta de hallazgos de restos esqueletarios y del escaso conocimiento de las prácticas funerarias del Arcaico en las zonas investigadas.

Resumen

Arcaico: Sociedades con una economía de caza y recolección de especies actuales, e inicios de prácticas pastoriles. Nomadismo estacional programado. grupos numéricamente reducidos. Tecnologías de piedra tallada y en parte pulida, cestería y cordelería desarrolladas, arte rupestre y moviliar. Cronología: 10.000 - 3.200 A.P.

Cambios socioeconómicos:

-Arcaico temprano (10.000 - 8.000/7.000 A.P): Movilidad entre zonas con alta disponibilidad de recursos. Sitios residenciales y numerosos sitios próximos de actividades complementarias. Prácticas de almacenaje. Puntas de proyectil triangulares apedunculadas y pedunculadas. Arte rupestre geométrico simple.

-Arcaico medio (8.000/7.000 - 5.500 A.P): Movilidad mas pautada entre sitios distantes. Sitios residenciales en cuevas y a cielo abierto. Posibles inicios de prácticas de cautiverio y domesticación de camélidos. Puntas de proyectil lanceoladas de bordes paralelos y dentados con pedúnculo esbozado. bifaces y artefactos bifaciales diversos. Arte rupestre geométrico simple.

-Arcaico tardío (5.500 - 3.200 A.P): Movilidad entre bases residenciales, escasos sitios de actividades complementarias. Parapetos de caza. Prácticas de domesticación de camélidos. Puntas de proyectil lanceoladas con diversas variantes de diseño. Arte rupestre geométrico simple con algunas representaciones animalísticas y figuras humanas.

Bibliografía recomendada

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Aschero, C. y Podestá, M. 1986: “El arte rupestre en asentamientos precerámicos de la Puna Argentina”. Runa V; XVI. Instituto de Ccs. Antropológicas. F. F. y L, Univ. Nac. de Buenos Aires. Buenos Aires.

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Aschero, C; Manzi, L. y Gómez, A. 1994: “Producción lítica y uso del espacio en el nivel 2b4 de Quebrada Seca 3”. Relaciones T. XIX. S. A. A.. Buenos Aires.

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Yacobaccio, H. 1985: “almacenamiento y adaptación en el precerámico andino”. Runa, Vol. XV. Inst. Ccs. Antropológicas, F.F. y L. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. -1994: “Hilos conductores y nudos gordianos: problemas y perspectivas en la arqueología de cazadores recolectores puneños”. Rumitacana, año 1, N°1. Dirección de Antropología de Catamarca. Catamarca.