1 origen hombre cultura pa leo india america

Upload: wilfredo-galan

Post on 16-Jul-2015

379 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Para 1er. parcial de Historia.

TRANSCRIPT

UNIVERSIDAD METROPOLITANA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIN. CHILE. Orgenes del hombre y de la cultura paleoindia en Amrica y ChileAutor:Cristian Vergara O PRESENTACIN El presente Cuaderno de la Facultad, "Orgenes del Hombre y de la Cultura Paleoindia en Amrica y Chile", del Departamento de Historia y Geografa, Facultad de Historia, Geografa y Letras de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, tiene como primer objetivo resear las principales creencias y teoras sobre el antiguo poblamiento de Amrica, a la vez que describir las realizaciones culturales ms significativas de los paleoamericanos. El segundo objetivo consiste en visualizar los orgenes del hombre en Chile continental e insular y describir sus ms esenciales manifestaciones culturales. Este Cuaderno de la Facultad constituye un material didctico de apoyo a la docencia, relacionado con la Historia de Amrica y Chile Precolonial y especficamente con las ctedras de Etnohistoria de Amrica y Etnohistoria de Chile de esta Casa de Estudios Superiores. El contenido temtico de este documento est basado en las interpretaciones elaboradas por el autor, acompaadas de fragmentos de obras bibliogrficas relevantes, que tratan el tema de la identidad cultural de los primeros amerindios. En forma concreta este Cuaderno de la Facultad se estructura de la siguiente manera: una introduccin general, las creencias sobre el origen del poblamiento americano, las teoras e hiptesis cientficas sobre el origen del hombre en Amrica, la homogeneidad y heterogeneidad tnica del amerindio, el horizonte de la caza-recoleccin, la etapa paleoindia en Chile continental, el origen del hombre en la cultura Rapa-Nui, y el ltimo punto denominado, a modo de resumen. Por ltimo, al final de este documento se incluyen una orientacin bibliogrfica y 13 mapas que ilustran algunos problemas histricos que aqu se explican. Precisamente el nfasis de los contenidos de este Cuaderno est dirigido a valorar el enorme Patrimonio Cultural de los primeros aborgenes de Amrica y Chile continental e insular, con el propsito de distinguir sus mticas y peculiares identidades. Sin duda las antiqusimas realizaciones de los habitantes de Amrica y Chile continental e insular se reconocen por sus diferentes industrias y expresiones artesanales. Los primeros residentes de estas tierras alcanzaron un nivel de desarrollo tecnolgico que les permiti crear obras funcionales, sociales y simblicas, importantes para sus respectivos sistemas de conservacin, relaciones y proyecciones mgico-religiosas. A travs del tiempo, los pobladores de Amrica y Chile continental e insular, fueron enriqueciendo sus desarrollos culturales y mejorando paulatinamente sus formas de adaptacin a los distintos espacios geogrficos, resultado de su creatividad, ntimamente ligada a sus mitos y creencias, e interiormente unida a los sentimientos sagrados y sobrenaturales. Ciertamente, los distintos pueblos naturales del Nuevo Mundo fueron ampliando el conocimiento de s mismos y del espacio geogrfico que los rodeaba, revelando su capacidad innovadora por medio de la forma y contenido de sus obras.

2 1. INTRODUCCIN El estudio del origen de los paleoamericanos se remonta a los primeros contactos culturales entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En efecto, el inters por resolver los enigmas del poblamiento americano, ya se encuentra presente en el pensamiento de los primeros cronistas, que tratan de los asuntos de este continente, durante el descubrimiento y conquista de Amrica. Desde esos tiempos, se han postulado muchas respuestas en torno a este atractivo problema de la historia americana que, por cierto, se sigue discutiendo, aunque con otras perspectivas y por otros motivos. En el siglo XVI una de las interrogantes fundamentales que se debata era determinar si la naturaleza del amerindio era humana o animal. Cuando fue imposible rechazar la humanidad del hombre americano se plante la interrogante de saber si eran infieles o gentiles. Luego, esta problemtica se deriv hacia la incgnita que ofreca la historia ms remota del hombre en este continente. Por cierto, ellos no consideraron el contenido de los mitos precoloniales que narraban sus races ms remotas. Por el contrario, recurrieron a viejos mitos europeos. As naci el inters por descubrir la ms antigua identidad del hombre precolombino. Obviamente, esta bsqueda de los orgenes americanos no ha terminado, lo certifican los debates que aparecen cada vez que asoman nuevos vestigios que obligan a los investigadores a una permanente revisin. La importancia del estudio de las races del hombre radica en comprender el proceso como se form la poblacin precolombina, y a la vez demostrar el anhelo que siempre ha existido por identificar los primeros rasgos culturales del antiguo indio americano. Tambin es interesante reconocer el desarrollo que ha tenido la investigacin sobre los orgenes americanos y descubrir que, tras la diversidad de creencias y teoras que se han esgrimido a lo largo de la historia, existe el propsito de rescatar el pasado remoto del hombre americano y hacerlo consciente en el presente. En lneas generales, las diversas ideas sobre el poblamiento americano, resultan de la distincin entre dos grupos de teoras contrapuestas. Ellas son: a) Las que sostienen la idea de un origen autctono del hombre americano. b) Las que entienden el poblamiento originario de Amrica producto de un proceso migratorio. A su vez en este segundo conjunto de teoras, se distinguen cinco posibles rutas de penetracin al continente. Y por su parte, estas cinco posibilidades de inmigracin se agrupan segn se realizaron por el Oriente, a travs de las costas y aguas del Ocano Atlntico o por el Occidente a travs del Ocano Pacfico. Hasta el momento, por el Ocano Atlntico se han identificado dos alternativas, la va que conecta la regin del Norte de Europa con la zona ms septentrional de Amrica y la ruta martima que une el Sur de Europa y el Norte de Africa con las costas del mar Caribe. En cambio, por el lado del Ocano Pacfico se han reconocido tres posibles rutas por las que habra ingresado el hombre hacia el interior de Amrica: i) Por el Norte, las rutas que unen el sector Noreste de Asia con el territorio de Alaska a travs del Estrecho de Bering y la otra va alternativa que corresponde al rosario de islas aleutianas que tambin une ambas zonas continentales.

3 ii) Por el Pacfico Central a lo largo de las aguas cercanas a las latitudes bajas, que unen las lejanas tierras de la Melanesia y Polinesia con las costas occidentales de Amrica. iii) Por el Sur, a travs del llamado puente Antrtico que eventualmente conect a Australia con la regin de Tierra del Fuego en Amrica del Sur. Igualmente, desde la perspectiva de la etnologa, se conciben dos tipos de poblamiento. Un poblamiento monogenista que defiende la homogeneidad tnica del amerindio, y un poblamiento poligenista que sustenta la heterogeneidad tnica del hombre americano. Por otra parte, tambin se diferencian aquellas hiptesis cientficas sobre el origen del hombre en el Nuevo Mundo y un conjunto de creencias que se han presentado a travs del tiempo y que atribuyen al hombre americano diversos orgenes. Asimismo las antiqusimas realizaciones de los habitantes de Chile continental e insular se reconocen por sus diferentes industrias. Los primeros residentes de esta tierra y sus descendientes, alcanzaron un nivel de desarrollo tecnolgico que les permiti crear obras funcionales, sociales y simblicas, importantes para sus respectivos sistemas de conservacin, relaciones y proyecciones mgico-religiosas. A travs del tiempo, los pobladores de Chile Continental e Insular, fueron enriqueciendo sus desarrollos culturales y mejorando sus formas de adaptacin a los distintos espacios geogrficos, resultado de su creatividad, ntimamente ligada a sus mitos y creencias, e interiormente unida a los sentimientos sagrados y sobrenaturales. Ciertamente, los distintos pueblos naturales fueron ampliando el conocimiento de s mismos y del mundo que los rodeaba, demostrando una gran capacidad innovadora por medio de la creacin y significado de sus obras. 2. CREENCIAS SOBRE EL ORIGEN DEL POBLAMIENTO AMERICANO Los primeros que intentaron explicar el origen de los pueblos nativos de Amrica fueron los cronistas de las indias occidentales. Ellos, sin proponrselo, iluminaron, aunque tenuemente, la historia ms antigua del hombre americano. Los cronistas postularon las ideas ms diversas, muchas de ellas sin fundamentos reales; eran por lo general suposiciones extradas de viejos mitos de la civilizacin europea, como el mito bblico de las diez tribus perdidas del pueblo de Israel o el siempre atractivo mito griego del continente perdido de la Atlntida. Gracias a estos mitos, en modo alguno incompatibles entre s, se pretenda otor-garle una primitiva identidad al indio americano y que adems se ajustara al pensamiento de la poca. Aun cuando estas dos creencias, el mito bblico y la Atlntida, pertenecen a las interpretaciones ms antiguas sobre el origen del hombre americano, es curioso constatar que algunos estudiosos e instituciones persistan en probar la validez de estas ideas. Pero, a pesar de las objeciones que han cado sobre estas dos creencias, permiten inferir que desde un comienzo el europeo consider que el hombre americano no era originario de este continente. Al respecto, de entre todos los cronistas, sobresale el jesuita Jos de Acosta, porque visualiz con mucha anticipacin y extraordinaria intuicin, la forma como se haba producido el poblamiento americano, a travs del Estrecho de Bering a islas cercanas.

4 2.1 EL MITO BBLICO. Importantes cronistas como Fray Gregorio Garca y el padre Bartolom de las Casas y otros destacados hombres de estudio como Alexander Von Humboldt y Lord Kingsborough, se encuentran entre los defensores de la creencia que ve en las bblicas diez tribus perdidas del pueblo de Israel, el origen del pueblo americano. En 1607, el Fray Garca, de la orden de los Dominicos public su "Origen de los indios del Nuevo Mundo", donde trata de demostrar, en forma ms aparente que real, las supuestas afinidades entre los indios americanos y los antiguos hebreos descendientes de No. Por su parte, el famoso defensor de los indios americanos, el padre Las Casas quiso probar que las tribus israelitas vinieron a refugiarse a Amrica, luego que su pueblo fue conquistado por los asirios hacia el siglo VIII a.C. Evidentemente estas observaciones no indican ni la trayectoria ni los medios que utilizaron los israelitas para alcanzar el nuevo continente. Incluso el destacado naturalista y viajero alemn, Barn de Humboldt, a comienzos del siglo XIX se uni a la idea de considerar a las diez tribus de Israel como races del hombre americano. Cuando visit Mxico, Humboldt estudi algunos cdices mesoame-ricanos y crey ver tradiciones precolombinas similares a las del Antiguo Testamento. Lord Kinsborough tambin crey que las diez tribus de Israel dieron origen al pueblo americano; y no slo lo crey sino que emprendi la tarea de demostrarlo a lo largo de los primeros volmenes de su obra "Antiquities of Mexico" aparecida en 1831. La gnesis de este mito bblico se halla en el destino que tuvieron las diez tribus hebreas que constituan el estado de Israel en Galilea despus que fueron conquistadas por los asirios a fines del siglo VIII a.C. Lo ms probable que haya sucedido en este proceso de conquista es que parte de la poblacin israelita fue destruida por los guerreros asirios, otra fue desplazada y el resto fue transculturado por los pueblos conquistadores, incluso una parte importante de las tribus hebreas conserv sus rasgos e identidad y sus descendientes son los samaritanos que se han conservado en pequea cantidad hasta nuestros das. En resumen, los restos de las diez tribus perdidas del relato bblico nunca salieron de las inmediaciones del territorio que siempre haban ocupado y en consecuencia no se les puede atribuir ninguna participacin en el origen y desarrollo de la poblacin americana. 2.2 EL MITO DE LA ATLNTIDA. El mito sobre el continente sumergido de la Atlntida fue una de las creencias ms populares entre los cronistas y los hombres del Renacimiento que intentaron explicar el origen del poblamiento americano. Se considera que Soln fue el primero en narrar en forma oral la leyenda sobre la Atlntida, pero es el filsofo Platn quien nos hace llegar este mito a travs de sus dilogos Critias y Timeo. En el libro Timeo, Platn habla de la Atlntida como un continente o isla enorme situada ms all de las columnas de Hrcules (Estrecho de Gibraltar), habitada por un pueblo civilizado que

5 los temblores e inundaciones haban hecho desaparecer. (ver lmina N1 "Eventual localizacin y extensin del continente hundido de la Atlntida"). Segn esta creencia el continente americano estaba conectado con Europa y Africa a travs de una largo territorio que se extenda desde la pennsula de Yucatn, Cuba y las otras Antillas hasta la entrada del mar Mediterrneo, en la interseccin de Europa y frica. Pero veamos que dice Platn en el relato del Timeo (1981:87): "Haba una isla delante de este lugar que llamis vosotros las columnas de Hrcules. Esta isla era mayor que la Libia y el Asia unidos. Y los viajeros de aquellos tiempos podan ganar todo el continente en la costa opuesta de este mar que mereca realmente su nombre. Pues, en uno de los lados, dentro de este estrecho de que hablamos, parece que haba ms que un puerto de boca cerrada y que, del otro lado, hacia afuera, existe este verdadero mar y la tierra que lo rodea a la que se puede llamar realmente un continente, en el sentido propio del trmino. Ahora bien, en esta isla Atlntida, unos reyes haban formado un imperio grande y maravilloso. Este imperio era seor de la isla entera y tambin de muchas otras islas y partes del continente". Sin embargo a continuacin se narra que: "... en el tiempo subsiguiente hubo terribles temblores de tierra y cataclismos. Durante un da y una noche horribles, todo vuestro ejrcito fue tragado de golpe por la tierra y asimismo, la isla Atlntida se abism en el mar y desapareci..." (1981:88). A su vez, en el dilogo de Critias, Platn pormenoriza las caractersticas reales de esta misteriosa civilizacin insular, e indica el porqu desapareci. El relato dice que "... el dios de los dioses que reina segn la ley, comprendi la miseria de esa raza que haba sido tan excelente y se propuso castigarla..." En realidad son muchos los que han buscado los restos de esta civilizacin perdida. Por distintas motivaciones, desde aventureros hasta hombres de ciencia han orientado sus esfuerzos en funcin de hallar restos arqueolgicos que de una u otra forma demuestren la existencia material del continente sumergido. Sin embargo, hasta la fecha nada significativo se ha encontrado, que sirva para probar la veracidad de este mito y deje as de ser slo un extraordinario relato potico. Al parecer, quien hizo surgir del ocano esta civilizacin la haba tambin sumergido. Aquellos cronistas y estudiosos que cogieron este mito como fuente de diversas explicaciones han querido situar la Atlntida como el punto de partida de un grupo de hombres que lograron salvarse de la destruccin emigrando a Amrica, poblando el conti-nente y llegando a ser la base poblacional de las altas culturas americanas. En relacin a este mito, las ciencias exactas tienen mucho que decir. La geologa afirma que de haber existido la Atlntida como una enorme isla o como una gran masa continental, su eventual hundimiento debi haberse producido en el perodo terciario tem-prano, es decir, hace aproximadamente sesenta millones de aos atrs, pero para esa poca no hay ni la ms mnima seal que hubiese aparecido el hombre sobre la tierra, recordemos solamente que los homnidos antepasados del homo sapiens tienen unos pocos millones de aos de antigedad. Adems, no hay ningn indicio razonable de que haya habido con posterioridad a esa fecha un cataclismo tan enormemente grande que produjera el hundimiento del continente de la Atlntida. Lo que s ha demostrado la geologa y la oceanografa es que los procesos de glaciacin que afectaron a gran parte de la tierra durante el perodo pleistocnico fueron contemporneos del hombre prehistrico, pero estos fenmenos paulatinos de avance y retroceso de los hielos y de sus consecuentes regresiones y transgresiones de las aguas del mar en ningn caso

6 constituyeron sucesos catastrficos que hubiesen modificado en forma radical la morfologa del ocano Atlntico, posible lugar del continente perdido. En sntesis, la ciencia rechaza la posibilidad de que haya existido la Atlntida, no hay nada que lo confirme, salvo las imgenes de los dilogos de Platn que se hunden en el misterio tan imprevistamente como su Atlntida. 2.3 EL JESUITA JOS DE ACOSTA. Junto a las creencias del mito de la Atlntida y de las diez tribus perdidas del pueblo de Israel es necesario resaltar la extraordinaria intuicin y espritu analtico del padre Acosta en relacin al primer poblamiento americano. Acosta en su obra, Historia Natural y Moral de las Indias (1894:110 y ss.), abord el problema del origen de los amerindios con un enfoque absolutamente moderno. En primer trmino, se neg a aceptar que hubiera nexo entre los indios americanos y las diez tribus hebreas, y en segundo trmino, ninguna de las diferentes creencias sobre los orgenes del indio americano expuestas durante el siglo XVI logr vencer su escepticismo, muy por el contrario, sus pensamientos eran de que el primitivo poblamiento se llev a cabo a travs del Estrecho de Bering, as en su libro dice, "que el linaje de los hombres se vino poco a poco hasta llegar al nuevo orbe, ayudando a sto la continuidad o vecindad de la tierra, y a tiempos alguna navegacin, y que ste fue el orden de venir, y no hacer armada de propsito, ni suceder algn grande naufragio: aunque tambin pudo haber en parte algo de sto; porque siendo aquestas regiones largsimas, y habiendo en ellas innumerables naciones, bien podemos creer que unos de una suerte y otros de otra se vinieron en fin a poblar. Ms al fin, en lo que me resumo es que el continuarse la tierra de indias con otras del mundo a lo menos estar muy cercanas, ha sido la ms principal y ms verdadera razn de poblarse las indias; y tengo para m que el nuevo orbe e indias occidentales, no a muchos millares de aos que las habitan hombres, y que los primeros que entraron en ellas ms eran hombres salvajes y cazadores, que no gente de repblica, y pulida; y que aquellos aportaron al Nuevo Mundo, por haberse perdido de su tierra, o por hallarse estrechos y necesitados de buscar una tierra, y que hallndola, comenzaron poco a poco a poblarla, no teniendo ms ley que un poco de luz natural, y sa muy oscurecida, y cuando mucho algunas costumbres que les quedaron de su patria primitiva". Sin duda la visin que nos presenta en este relato el jesuita Acosta se ajusta en gran medida a las conclusiones obtenidas posteriormente por la ciencia. 3. TEORAS E HIPTESIS CIENTFICAS SOBRE EL ORIGEN DEL HOMBRE EN AMRICA. Las teoras e hiptesis sobre los orgenes del hombre americano, basadas en datos cientficos, comenzaron a tomar forma a mediados del siglo XIX con el desarrollo de las ciencias antropolgicas y de todas aquellas ramas dedicadas a colaborar en los estudios de prehistoria de Amrica. Bsicamente se han establecido los fundamentos de dos interpretaciones para com-prender el primer poblamiento americano: una de ellas, se inclina por la idea de que el hombre americano se haba formado en el propio continente, y la otra, postula que el hombre americano haba llegado desde el Viejo Mundo.

7 3.1 EL AUTOCTONISMO DEL HOMBRE AMERICANO. La tesis autoctonista del amerindio, tuvo como paladn al paleontlogo argentino Florentino Ameghino (1854-1911), quien afirma en su libro titulado La antigedad del hombre en el ro de la Plata de 1880, que no slo el hombre americano haba surgido en este continente sino que tambin la cuna de toda la humanidad haba sido la regin meridional de Sudamrica, ms exactamente en la pampa argentina. Para lo cual Ameghino presentaba unas cuantas pruebas geolgicas, paleontolgicas y osteolgicas. Ameghino fue un decidido partidario y defensor de las ideas darwinistas sobre la evolucin de las especies. Su tesis fundamental era de que los restos humanos hallados en terrenos del cuaternario temprano y an del terciario tardo, de la pampa del sur de la provincia de Buenos Aires, correspondan a homnidos de una extraordinaria antigedad y que representaban los eslabones perdidos enunciados por Darwin. (Ver lmina N2 "mapa de Sudamrica que seala la Pampa de la Provincia de Buenos Aires, donde Ameghino extrajo restos de fsiles que crey eran de un homnido"). Toda esta teora Ameghino la construy sobre la base de dos restos seos, una calota que corresponde a la parte superior del crneo y un fmur. Sin embargo, a partir de 1917 esta discutida teora sobre el autoctonismo del hombre americano y su supuesto origen pampeano sufri una profunda crtica que la destruy por completo. En efecto, el notable sabio checo-norteamericano Ales Hardlicka consigui rebatir una a una las pruebas acumuladas por Ameghino. Primero, Hardlicka demostr que los terrenos pampeanos que Ameghino les atribua una antiguedad pliocnica, pertenecan a un cuaternario tardo. Segundo, Hardlicka descubri que la calota perteneca a un homo sapiens relativamente moderno, y por ltimo revel que el fmur no era humano sino que corresponda a un pequeo felino. Lgicamente, con esto se descart a Amrica como centro geogrfico de origen de los homnidos. De este modo, la tesis del autoctonismo del hombre americano de Florentino Ameghino, slo merece el recuerdo histrico y el reconocimiento porque las discusiones cientficas que provoc, durante media centuria, hicieron progresar notablemente el conoci-miento de los orgenes del hombre en Amrica. 3.2 TEORAS INMIGRACIONISTAS SOBRE EL POBLAMIENTO DE AMRICA. La ciencia moderna afirma unnimemente el origen alctono del hombre ameri-cano. Pero existen divergencias en cuando a la procedencia del inmigrante. En realidad, el conjunto de teoras inmigracionistas del poblamiento americano se dividen en dos grandes grupos: a) Aquellas teoras que postulan inmigraciones desde el Este a travs del Ocano Atlntico, y b) Aquellas que plantean movimientos migratorios desde el Occidente por el Ocano Pacfico. (Ver lmina N3 "Mapamundi que indica las trayectorias seguidas por los primeros emigrantes que arribaron a Amrica"). 3.2.1 INMIGRACIONES DESDE EL ESTE HACIA AMRICA.

8 Partiendo del hecho que Amrica fue descubierta y colonizada por el Atlntico, se cree que esto mismo pudo haber sucedido varios miles de aos antes. Bsicamente se han postulado dos hiptesis atlnticas. Por una parte, se maneja la proposicin de que existen semejanzas culturales entre los hombres del paleoltico superior europeo y los paleoindios americanos e incluso con los esquimales. Asimismo, se ha pretendido vincular al hombre de Cromagnon, a los negros de Africa y a los aborgenes de las Islas Canarias con poblaciones de Amrica. Al respecto, para Alcina (1985), "Desde hace algunos aos,... se ha ampliado esta visin al considerar de nuevo la va atlntica como una de las que con ms probabilidad se han podido utilizar en el pasado prehistrico para que Nuevo y Viejo Mundo estableciesen contactos culturales fecundos" (p. 170). Precisamente, en este sentido, "la hiptesis de Greenman intentaba demostrar que los contactos entre Europa y Amrica se haban podido producir durante el Paleoltico Superior europeo, es decir, en el Pleistoceno Final, desde aproximadamente 20.000 o 15.000 aos antes del presente; por consiguiente, las condiciones climticas muy diferentes de las actuales tenan que implicar un papel importante en esa explicacin. En la teora de Greenman, los habitantes de la regin en torno al golfo de Vizcaya, durante los perodos Musteriense, Solutrense y Magdaleniense habran emigrado hacia el Norte y Noroeste de Europa. Mediante diferentes tipos de embarcaciones y con el apoyo de los numerosos icebergs de la regin y de un enorme banco de hielo -que cubrira en aquella poca desde Irlanda, pasara muy al sur de Islandia y Groenlandia hasta Terranova- llegaran al continente americano" (p. 171). (Ver lmina N4 "Mapa que indica la posible ruta trasatltica que sirvi a los paleourpidos para unir el Viejo con el Nuevo Mundo"). El mismo investigador plantea que "... a lo largo del segundo milenio antes de Cristo, una serie de grupos humanos, reducidos en nmero y en unas circunstancias de todo punto extraordinarias, atraviesan el Atlntico, desde las costas del Africa Noroccidental y de Canarias, en direccin a Amrica. Son portadores de un amplio conjunto cultural de carcter Formativo o neoltico cuyas huellas podemos observar en una serie bastante abundante de rasgos, pero cuyos rastros antropobiolgicos son difcilmente apreciables -negroides o caucasoides- y cuyos restos lingsticos no han sido observados o estudiados suficientemente hasta ahora" (p. 195). Es evidente que estas interesantes conjeturas no han salido an del mbito estrictamente hipottico. Al respecto, a fines de la dcada del sesenta T. Heyerdahl atraves el Atlntico nordecuatorial desde el Norte de Africa hasta unas islas del mar Caribe en una embarcacin llamada Ra-2, construida de papiro a semejanza de las egipcias del antiguo imperio del Nilo. Con todo, el destacado investigador slo demostr que era posible el viaje, pero con ello no se prueba que efectivamente hayan habido contactos permanentes entre los constructores de pirmides e incluso otros pueblos como los Egipcios, Fenicios, Romanos y Arabes, y los aborgenes americanos. Pese a las pretendidas evidencias para demostrar la validez de todas estas alternativas la mayora de los americanistas las han rechazado por carecer de fundamentos slidos y no constituir contactos culturales estables. (Ver lmina N5 "Travesa martima seguida en dos oportunidades por el explorador y cientfico Thor Heyerdahl a fines de la dcada de los sesenta y comienzo de los setenta"). En cambio para la segunda alternativa hay fundamentos mucho ms consistentes, en verdad, existen documentos de un hecho histrico plenamente demostrado, nos referimos a la presencia de escandinavos en Amrica. Hacia el siglo X de nuestra era los vikingos, sirvindose de unas frgiles embarcaciones llamadas drakkar y gracias a sus conocidas habilidades de buenos navegantes, lograron establecerse en Groenlandia y, precisamente desde esa regin fue que, primero en forma accidental y luego intencional, en los ltimos aos del siglo X y principios del siguiente, los normandos alcanzaron la costa oriental de Norteamrica, bautizando la regin como Vinlandia porque eran tierras donde crecan las uvas. Se presume que Vilandia se

9 localizaba al Sur del paralelo 42 de latitud Norte, en donde se dan condiciones naturales favorables para el cultivo de vides. Aunque los vikingos patrocinaron la colonizacin de Groenlandia, todo indica que no sucedi lo mismo en la costa norteamericana. Al parecer, a los escandinavos nunca les interes establecer enclaves permanentes en tierras americanas y por esta razn no existen huellas manifiestas de su eventual influencia cultural en el desarrollo del indio americano. Solamente sabemos que navegantes vikingos estuvieron presente en Amrica medio milenio antes que C. Coln y que las grandes y antiguas culturas americanas de Mxico y Per se desarrollaron sin sus aportes. (Ver lmina N6 "Trayecto nordecuatorial usado por los Vikingos en direccin a la tierra de Viland en la costa oriental de Norteamrica"). 3.2.2 INMIGRACIONES DESDE EL OESTE HACIA AMRICA. La mayora de los investigadores estn de acuerdo en que el continente americano fue poblado por grupos humanos plenamente evolucionados y que ingresaron gradualmente al continente. En general, las inmigraciones provenientes del lado Pacfico, han sido las ms aceptadas y mejor demostradas, aunque es preciso sealar que difieren entre s en cuanto a los argumentos que presentan. Se distinguen tres diferentes movimientos migratorios hacia Amrica: la inmigracin asitica por el Estrecho de Bering, la ocenica por el Pacfico y la australiana por el puente Antrtico. En la actualidad se admite un ingreso inicial de poblacin a Amrica por el Estrecho de Bering, movimiento mucho ms fcil durante una glaciacin. Pero a este primer y remoto movimiento migratorio bien pudieron seguirle otros usando algunos medios ligeros de navegacin y la disposicin geogrfica de ciertas islas del mar de Bering. 3.2.2.1 La inmigracin asitica. Tal como se dijo, el padre Acosta fue el primero que expuso en el siglo XVI los fundamentos de la teora inmigracionista que vincula en forma directa a los antiguos pueblos de Asia con los primitivos hombres de Amrica. El argumento ms destacado de esta teora lo proporciona el hecho que el camino de acceso con menos obstculos entre Amrica y el resto del mundo es el de Bering, donde casi se unen el continente asitico y el americano. (Ver lmina N7 "La zona que circunda el estrecho de Bering"). Uno de los grandes partidarios de esta teora fue Ales Hardlicka, quien a comienzos de este siglo postul un poblamiento americano totalmente alctono. El sostuvo que este movimiento migratorio desde Asia a Amrica se habra iniciado en el perodo postglacial, hace aproximadamente 10.000 aos atrs y que se habra caracterizado por el ingreso sucesivo de grupos cazadores, recolectores y agricultores incipientes, todos pertenecientes a la raza mongoloide, que habran dado origen a los amerindios. Los esquimales correspon-deran al ltimo grupo en ingresar y por esa razn se localizan, hasta nuestros das en la zona ms septentrional del continente. Hardlicka como buen seguidor de las ideas del hombre de ciencia espaol Antonio de Ulloa defendi la tesis sobre la homogeneidad del americano. Segn su visin una sola raza haba poblado Amrica: los mongoles. De esta manera "...opinaba que, desde Paleoltico, se desprendieron del viejo tronco amarillo-castao diversas ramas, paleosiberianos y otras supervivencias asiticas, indios americanos, los aleut y ms tarde los

10 esquimales. En consecuencia 'los naturales americanos -dijo- representan principalmente un slo tronco o capa de pueblo, un homotipo. Este tronco es idntico al de las razas amarillocastaas de Asia y Polinesia. La inmigracin principal de los indios americanos ha tenido lugar, al menos de un modo general, gradualmente y por la ruta del Noroeste...' " (Martnez, 1952:265). Adems, seal que las diferencias somticas que existen entre las poblaciones de Amrica obedecen a las distintas oleadas migratorias y particularmente a las condiciones climticas del espacio geogrfico americano. En efecto, "La inmigracin, segn todas las probabilidades, fue una deriva prolongada debido a presin que se ejerca desde atrs, o la necesidad de encontrar mejores tierras para la caza y la pesca en unos lugares en los que an no se ofreca resistencia por parte de otros pueblos..." (Hardlicka en Martnez, p. 265). De esta tesis, actualmente, no queda en pie ms que la ruta de Bering; el resto ha sido rebatido. Por su parte, otro destacado ame-ricanista, el etnlogo y lingista galo Paul Rivet (1876-1956) consideraba con Hardlicka que el principal contingente humano, lleg a Amrica por Bering, pero adems sostuvo que junto a la inmigracin asitica deberan considerarse otras procedencias y otras rutas de penetracin del hombre hacia Amrica: por el Ocano Pacfico y tambin a travs de la Antrtida y un rosario de islas que acercan Australia al continente americano. Rivet tambin admite que estos procesos migratorios se habran llevado a cabo despus de la retirada de los hielos. Pero, lo ms importante de sus planteamientos es que reconoce en Amrica el componente monglico como el ms numeroso, aunque no como el nico y exclusivo grupo inmigrante. En realidad, Rivet pensaba que el poblamiento de Amrica era el resultado de varios movimientos migratorios distintos, realizados en diferentes pocas, y por esto fue un defensor de la heterogeneidad racial del hombre americano. Hoy en da existen investigadores como el antroplogo norteamericano Howells que plantean la posibilidad de una lejana inmigracin desde Asia por la va de Bering correspondiente a grupos raciales protomongoloides del Sureste y Este asitico y que al ingresar al Nuevo Mundo habran originado al amerindio. En suma, se considera evidente que los contactos culturales asiticoamericanos no se limitan a una sola inmigracin, sino que se admiten varias oleadas migratorias efectuadas durante un largo perodo de tiempo. Esto explicara los diversos tipos de antiguos cazadores que los arquelogos han identificado en diversas regiones de Norteamrica. Como se dijo, los esquimales seran los ltimos en ingresar al continente por esa ruta. Con todo, para comprender en mejor forma la inmigracin asitica es necesario visualizar las condiciones geogrficas que favorecieron la entrada al continente y caracterizar los restos arqueolgicos de los primeros hombres que habitaron Amrica. De partida la distancia entre el Cabo Deznev que es la proyeccin ms oriental de la pennsula asitica de Chukotka, y el Cabo Prncipe de Gales, la ms occidental de la pennsula de Seward, en Amrica, es de apenas 90 km., adems, a medio camino entre ambos puntos se hallan dos islas, la pequea y gran Diomede, que sirven para aproximar an ms las dos costas. La ciencia moderna ha determinado que al momento de las primeras migraciones el continente americano sufra los efectos de la era glacial y diluvial. No se sabe con precisin cuanto tiempo dur el perodo pleistocnico ni cuales fueron exactamente sus causas. Sin embargo, se conoce que el proceso de deglaciacin finaliz alrededor de 8.000 aos antes de nuestra era. Tambin se ha comprobado con bastante precisin que desde aproximadamente medio milln de aos, la superficie de la tierra estuvo sometida a los rigores de cuatro glaciaciones que se sucedieron en forma intermitente, abriendo paso a los respectivos perodos interglaciales que fueron muy similares al actual perodo postglacial u holoceno.

11 Se estima que el hombre cruz, por primera vez, el puente terrestre de Bering durante la ltima glaciacin llamada Wisconsin, que se inicia hace 50.000 aos y que abar-caba todo el actual territorio de Canad y tres cuartas partes del territorio de los Estados Unidos. Segn Martnez (1952:92) "... toda la regin del Estrecho de Bering apenas alcanza una profundidad de 55 metros; es decir, bastara que bajara el nivel del mar en esa cifra para que, en vez de un estrecho, existiera ah un istmo de 800 kilmetros de ancho en su parte ms estrecha. Mas todava, ese clculo no tiene nada de exagerado, sino todo lo contrario, pues se recordar que segn los datos de Flint, el descenso en el nivel de los ocanos durante el maximum de la glaciacin wisconsiniana puede haber alcanzado casi al doble. Prescindiendo del clima... hay otras circunstancias, aparte de la existencia del puente, que hubieran facilitado la migracin. En efecto... Capps ha determinado que no existen indicios de glaciacin wisconsiniana ni en la Pennsula de Seward ni en el valle del Yukon, debido quiz a una insuficiencia de la humedad atmosfrica, o a que los centros de glaciacin se hallaron a latitudes ms bajas. Las investigaciones recientes en la Siberia septentrional han revelado que all tampoco existieron casquetes continuos, sino slo en las alturas, o sea exactamente como sucedi en Alaska..." (p. 92 y ss.). Por consiguiente, los estudios oceanogrficos han servido para determinar las modificaciones experimentadas por aguas del Pacfico durante la ltima glaciacin. En los perodos glaciales el nivel de los mares fue ms bajo y en cambio en los interglaciales subieron. Incluso en la glaciacin Wisconsin se han distinguido varios avances y retrocesos de las masas de hielo produciendo las correspondientes transgresiones y regresiones de los niveles marinos. Cuando el mar descendi a unos 45 a 50 mts., desapareci el Estrecho de Bering y de esta forma Asia y Amrica quedaron unidos a travs de una plataforma terrestre denominada Beringia. Se abra as una ruta transitable para pasar de uno a otro continente. Entonces, es bastante racional suponer que bandas nmadas que vivan en Asia, adaptadas a las bajas temperaturas de la zona Artica fueran penetrando insensiblemente a Amrica. Pero, los estudios sealan que en los ltimos 50.000 aos slo en dos aportunidades se produjeron regresiones del mar que permitieron el libre acceso de hombres y animales. (Ver lmina N8 "Puente terrestre de Beringia"). Durante el perodo llamado Wisconsin temprano que abarca desde 50.000 a 40.000 aos, las aguas del mar descendieron -115 mts., respecto del nivel actual y luego durante el Wisconsin tardo (28.000-13.000 aos) las aguas bajaron a -120 mts., en cambio en el perodo intermedio aument el nivel de las aguas, cubrindose el puente terrestre. En las dos regresiones qued expuesta una ancha calzada intercontinental por la que transitaron las bandas de cazadores hacia Alaska, que tena el mismo clima, el mismo paisaje, la misma fauna y flora que dejaban atrs. Para Martnez "Amrica, y sobre todo la Amrica del Norte, comparte, durante el Pleistoceno, una gran mayora de especies de mamferos con Eurasia" (p. 65). Por cierto, "... el bisonte resulta..., de un extraordinario inters para todo lo relacionado con el primitivo poblamiento de Amrica" (p. 66). Precisamente, "Los bisontes... se presentan por primera vez en el Plioceno de China, pero se multiplicaron con gran rapidez... en las primeras fases del Pleistoceno, varias especies de los expresados bvidos haban llegado a Siberia y a Norteamrica. Los fenmenos propios de la glaciacin no tardaron en obligarlos a trasladarse hacia el corazn del continente, si bien los descendientes de estas primeras migraciones se extinguieron totalmente. Los bisontes que sobreviven corresponden a una migracin ms tarda, tambin procedente de

12 Nordeste de Asia. La distribucin de estos bvidos, junto con las rutas migratorias que se deducen, resultan sumamente sugestivas por su gran parecido con las que se han propuesto para el hombre. En realidad, antjase muy posible que algunos de los antiguos inmigrantes humanos a las amricas hayan sido caza-dores de bisontes que no hicieron ms que seguir a su presa acostumbrado" (pp. 66-67). Se sabe que en esa zona de Beringia la vegetacin era de tundra y que a lo largo de los cursos de agua y lagunas que se formaron haba rboles. Es muy probable que posteriormente cuando se produjo la retirada de los hielos y las aguas del mar volvieron a cubrir el puente terrestre de Bering, se haya usado como va alternativa de entrada, el rosario de islas aleutianas que conectan el Noreste de Asia con el territorio de Alaska. Hay un aspecto en este proceso de inmigracin asitica que hasta ahora no ha sido debidamente dilucidado: nos referimos a la ruta que usaron los inmigrantes en su avance hacia el interior del continente. Algunos investigadores se inclinan por un corredor libre de glaciacin que virtualmente comunic Alaska con el centro de Norteamrica, pero que estuvo cerrado entre 25.000 y 13.000 aos a.C., impidiendo el ingreso. Paralelamente se ha pensado en la posibilidad de un paso a lo largo de la costa del Pacfico Norte, aunque se considera remota a causa de los glaciares que descendan de las montaas. Las condiciones geolgicas y climatolgicas parecen ajustarse a los hallazgos ar-queolgicos ms recientes. Han habido significativos descubrimientos que permiten trazar esbozos de los rasgos culturales generales del primitivo hombre que pobl Amrica. La ms temprana evidencia humana americana tiene una antigedad de 38.000 aos A.P. (equivale a 1950) y se encuentra en un yacimiento arqueolgico ubicado en el sitio de Lewisville en Texas (EE.UU.). Las fechas dadas por el sistema de datacin RC 14 (radio carbono 14) para Lewisville y otros sitios, como Tule Springs (28.000 A.P.) en Nevada, e isla Santa Rosa (29.650 2.500 A.P.) frente a California, ejemplifican los modos de vida que trajeron los primeros inmigrantes. Segn la morfologa, los artefactos excavados en estos sitios recuerdan a los restos lticos para golpear, cortar o raspar del paleoltico europeo. Sin embargo, en Amrica no se han hallado puntas de proyectil lticas que tengan una antigedad que pueda asociarse con las fechas dadas para los objetos ms antiguos. Esto demostrara que en ese primer estadio cultural la caza de animales debi jugar un papel secundario. Por otra parte, es muy probable que si hubo puntas de proyectil hayan sido de materiales perecederos, como la madera endurecida, el marfil o el hueso. A este primer horizonte cultural se lo denomina etapa arqueoltica porque los artefactos de piedra eran modelados en forma muy tosca a partir de ncleos de lascas. Por cierto, la cultura de los recolectores-cazadores inferiores por ser la ms antigua, es la menos conocida. Sin embargo, sabemos que estos primitivos recolectores recogan especies de alimentos vegetales, coman races y tubrculos, cogan bayas, frutos o nueces. Atrapaban aves, pescaban y realizaban una caza de animales menores y preparaban hogueras donde calentaban sus alimentos. Vivan en cuevas o barrancos y luchaban permanentemente contra el espectro del hambre. La escasez era el mayor problema de esa poca.

13 Igualmente puede conjeturarse que, en el perodo arqueoltico ms antiguo, se rea-lizaron ciertas explotaciones de recursos martimos costeros, pero de este tipo de actividad no han quedado huellas visibles, puesto que el mar por esos tiempos tena otros niveles. Socialmente, estos primitivos hombres formaban pequeos grupos familiares de no ms de 30 a 40 miembros. Estas pequeas sociedades, llamadas bandas, eran igualitarias, a lo sumo se cree que hubo un cierto reconocimiento a aquellos hombres que tenan aptitudes especiales para las labores de caza y pesca. La prueba de la existencia de estos seres se encuentra por ejemplo en los hallazgos paleontolgicos de los llanos de Old Crow, en el territorio canadiense del Yucn, donde numerosos huesos de fauna fsil mostraban signos de haber sido modificados por el hombre. All tambin se encontraron tiles y herramientas hechas hace 27 mil aos. Se cree que el avance hacia el Sur debi ser paralelo a las grandes cordilleras. No existen hasta el presente datos que permitan describir antiguos movimientos martimos que hubiesen conectado el Norte de Amrica con las regiones australes. En Iberoamrica se han encontrado muchos restos dejados por recolectores, pes-cadores y cazadores inferiores que ocuparon las extensas regiones de Mxico hasta la Patagonia Sudamericana, pero ninguno de esos hallazgos tiene una antigedad similar a la asignada a los restos de California y Texas. Por ltimo, cabe sealar que hasta la fecha no se han encontrado fsiles paleo-antropolgicos correspondientes a los primeros inmigrantes que sirvieran para reconstruir el aspecto fsico de aquel antiguo habitante de Amrica. Al disiparse el enigma en torno al poblamiento americano, resalta la importancia de Bering como puerta de entrada al continente. 3.2.2.2 La inmigracin ocenica. La hiptesis Ocenica surge de la premisa que junto a la inmigracin asitica deben considerarse como ruta de acceso a Amrica las aguas del Pacfico. (Ver lmina N9 "Mapamundi que muestra, a travs de flechas segmentadas las vas transpacficas utilizadas por Melanesios, Polinesios y Austrlidos en sus viajes a Amrica"). Segn Rivet, los inmigrantes polinsicos y melansicos habran llegado a las costas occidentales de Amrica siguiendo las corrientes marinas. Gracias a su habilidad de buenos navegantes habran sido capaces de atravesar grandes distancias y unir Oceana con Amrica. Esta hiptesis se asienta en una serie de fundamentos antropolgicos, etnolgicos y lingsticos que la confirman plenamente. Rivet sostiene que esta inmigracin Ocenica se realiz hace ms o menos cuatro mil aos atrs y sugiere que llegaron varias oleadas a las costas comprendidas entre la baja California y Colombia. Al respecto Rivet (1973:120) afirma que los "...datos antropolgicos se hallan plenamente confirmados por la etnografa comparada". Diversos trabajos han demostrado que "Amrica posee gran nmero de elementos culturales en comn con Oceana. Dichos elementos pertenecen a todas las manifestaciones de la vida: Armas: Cerbatana, propulsor o tiradera, macana anular o estrellada, arco de balas, honda, lazo;

14 tiles: Azuela de mango acodado; Transporte: Bastn-balancn para el transporte de cargas, Comunicaciones: Puente de bejucos; Habitacin: Casa en los rboles, casa sobre pilotes, piezas de cermica encima de la casa..." (p. 120). Por su parte "La lingstica... confirma la existencia de elementos ocenicos, o mejor dicho melansicos, en Amrica, al demostrar el parentesco del grupo lingstico hoka con el malayopolinesio" (p. 125). He aqu algunos ejemplos: Malayo-Polinesio Hoka ala boca cabeza hombre luna mujer varu haha, aha, vaha, wa upoko tama hura, ola wahine Uwal aha, ha, awa epok tama hlla, hal huagen (p. 126). Pero en realidad, hay pocos antroplogos especializados en prehistoria americana que nieguen la posibilidad de influencias transocenicas sobre las culturas del Nuevo Mundo, sin embargo debe tenerse en cuenta que debido a las diferencias de tiempo, la inmigracin Ocenica no habra hecho ms que sumarse a la poblacin ya existente y en consecuencia no habra tenido ninguna influencia en el origen y desarrollo de los primeros americanos. (Ver lmina N10 "Ruta transpacfica usada por los pueblos Melansidos y Polinsidos en direccin a Amrica del Sur"). 3.2.2.3 La inmigracin australiana. El antroplogo y gegrafo portugus Mendes Correa, postul en 1925 la tesis sobre la eventual inmigracin de grupos australianos a Amrica. Segn Mendes Correa, y posteriormente avalada por Rivet, esta inmigracin se habra realizado a travs del litoral antrtico. Se cree que entre el 6.000 y 2.000 a.C. habran existido condiciones climticas ms favorables que hicieron

15 retroceder importantes masas de hielo antrtico, dejando libres algunas islas australes y tierras del continente helado que supuestamente fueron usadas como va de acceso a Amrica del Sur. (Ver lmina N11 "Ruta Antrtica seguida por los Austrlidos en sus viajes a Tierra del Fuego"). Esta proposicin se sustenta igualmente en una serie de datos antropolgicos, etnogrficos y lingsticos, que llevan a decir a Rivet (1973:98) que no puede negarse en Amrica Meridional la presencia de un elemento australiano: "La etnografa confirma el dictamen de los antroplogos, mostrando la existencia de elementos culturales comunes a Australia y Amrica del Sur y en las regiones meridionales de este continente. Como los australianos, los fueguinos ignoran la cermica y la hamaca, usan mantas de piel, habitan chozas en forma de colmena, practican el trenzado en espiral y emplean barcas fabricadas con pedazos de corteza cosidos unos a otros; las ceremonias religiosas de ambos pueblos presentan tambin similitudes curiosas. Creemos, en fin, que se puede relacionar con la misma influencia australiana el hecho de fijar el hacha en el ojo de un bastn flexible doblado en forma de horquilla, cuyas ramas reunidas forman el mango, y la existencia de ramas arrojadizas parecidas al bumerang entre los payagua, los cayap, los antiguos diaguitas, los antiguos mexicanos, los hopi de Arizona y los gabrieleos del Sur de California." Adems, el mismo autor agrega que "Entre los grupos lingsticos suramericanos, uno de los ms homogneos es el grupo con, en el que se colocan, por una parte, los indios comnmente llamados patagones y, por otra, la rama fueguina de estos indios, los ona" (p. 99). En efecto, "La lengua con presenta similitudes evidentes y muy numerosas con las lenguas australianas: se han anotado nada menos que 93 correspondencias de palabras, representantes de los elementos ms estables de las lenguas, es decir aquellas que designan las partes del cuerpo y los fenmenos naturales" (p. 100). Por ejemplo: Australiano Con agua agua fuego Hombre lengua Ku, Kuno, Kn Kallan Makka Nonga, Nungar Tale, tali, -tala Kon (ro), Kono (mar) Karra Maka Nooken, Nuken, Nuka Tal, Tal, Tre (cfr. p. 101). Por ltimo, para este americanista francs es evidente que "La influencia austra-liana en Amrica se muestra sin duda mucho ms precisa en el extremo Sur del Continente. Parece difuminarse progresivamente de Sur a Norte, y, en ninguna parte, acusa huellas muy profundas. Puede esto explicarse por una emigracin de pequea densidad y lo bas-tante antigua para que

16 los recin llegados fueran fcilmente absorbidos por los otros elementos tnicos, con los cuales fatalmente se mezclaron, ya desde su llegada, ya en los siglos siguientes" (p. 104). 4. HOMOGENEIDAD Y HETEROGENEIDAD TNICA DEL AMERINDIO. Las dos principales tesis respecto de las caractersticas somticas del hombre paleoamericano se relacionan directamente con las posibles rutas de inmigracin. De esta forma la tesis monogenista, defendida por la escuela norteamericana, cuya principal figura fue Hardlicka, sostiene que el hombre americano es tnicamente homogneo, procedente de un mismo origen, y desde luego, no autctono. Por su parte, la hiptesis del origen mltiple observada por muchos invetigadores como Rivet, Imbelloni y otros, seala la heteroge-neidad tnica del amerindio. Ya en el siglo XVIII Antonio de Ulloa afirmaba que "visto un indio de cualquier regin se puede decir que se han visto todos en cuanto al color y contextura", aceptando con ello la unidad somtica de la poblacin precolombina. Este enfoque sobre la homogeneidad del amerindio fue compartida despus por algunos antroplogos como Timothy Flint (1826), Samuel Morton (1842), Ales Hardlicka (1912-1925) y Alexander Keith (1948). La teora monogenista sustenta la idea que nicamente la raza mongol pobl el con-tinente americano. Esta supuesta unidad racial que presenta el indio americano se caracteriza por una amplia gama de rasgos fsicos similares: braquicfalo, volumen craneal un poco menor al caucasoide, paredes del crneo ms gruesas que el hombre blanco, piel ama-rilla, ojos oscuros, la esclertica, es decir la parte blanca del ojo es azuloso en los nios, blanca en el adolescente y amarillo en el adulto, nariz robusta, boca y paladar anchos, pabelln auricular ms bien grande, mentn cuadrado, labios ms o menos gruesos, cabello negro y rgido, pilosidad reducida, pulso lento, sin olor apreciable y pulso lento. Lamentablemente no existen estudios referentes al organismo interno del grupo mongoloide como para tener indicadores de sangre, craneales y otros. En resumen esta teora monogenista del amerindio seala que una sola raza pobl Amrica: los mongoles. Adems sostiene que estas poblaciones entraron a Amrica por el Estrecho de Bering, ms o menos hacia el 25.000-20.000 aos a.C. Se suponen tambin varias entradas hasta el 4.000-3.000 aos a.C. Asimismo se plantea que las diferencias somticas entre los amerindios se deberan a las distintas entradas migratorias e igualmente a las variadas condiciones climticas que presenta el continente americano. Pero, en suma todas las poblaciones americanas provendran de un tronco tnico comn, los mongoloides. En cambio, otros antroplogos apoyan la idea contraria, es decir la pluralidad tnica del indio americano. Segn este enfoque la heterogeneidad somtica y osteolgica entre los grupos aborgenes de Amrica es producto de diversas inmigraciones, cada una de las cuales representara una de las variedades de la poblacin americana. Tampoco se descarta la enorme influencia ejercida por el medio ambiente en cada uno de los grupos que habitaron esta tierra y el natural cruzamiento que debe haberse dado. El antroplogo italo-americano, Jos Imbelloni, ha elaborado una taxonoma de la poblacin continental que considera la llegada a Amrica de siete stocks tnicos: los tasma-noides, australoides, melanesoides, protoindonesios, indionesios, mongoloides y esquimales, que a su vez dieron origen a once diferentes tipos humanos a travs del continente: sub-rtidos, columbidos, plnidos, apalcidos, sonridos, istmidos, pueblos andidos o andinos, amaznidos, pmpidos, lguidos y fueguidos.

17 Imbelloni dice que no se puede comprender la dinmica humana precolombina sin tener en cuenta el aporte necesario de los pueblos que habitaron el sureste asitico e inclusive de aquellos que realizaron la ruta transpacfica. En sntesis la teora poligenista sobre las caractersticas tnicas del amerindio postula que no existe autoctonismo en Amrica. Luego agrega que a Amrica no lleg un slo grupo racial sino que inmigraron varios. Con todo, afirma que los mongoles constitu-yeron el grupo tnico ms importante y que ingres en diferentes pocas y por distintos lugares. La tesis de Birsell apunta a que Amrica fue poblada por dos razas: los mongoles y los amurianos, es decir el tipo tnico caucasoide. Por su parte, Rivet acepta el ingreso de 4 grupos raciales: los mongoles, los esquimales, los melanesoides y los australoides. Por ltimo, Imbelloni sostiene, como se dijo ms arriba, que 7 stock raciales del resto del mundo dieron origen en el territorio americano a 11 grupos tnicos. 5. HORIZONTE CULTURAL DE LA CAZA-RECOLECCIN. Los investigadores Willey y Philips (1958), ampliamente difundidos, identifican 5 grandes etapas en el proceso evolutivo cultural de los pueblos precoloniales americanos. Estas son: Ltica, Arcaica, Formativa, Clsica y Posclsica. A su vez, cada una de estas etapas se subdivide en 3 fases: temprana, media y tarda. Las dos primeras etapas se reco-nocen por los intrumentos diseados, las tcnicas utilizadas y la base alimenticia consumida por aquellas pequeas bandas o comunidades de familias nucleares y extendidas que resi-dieron en el continente americano. Por su parte Berdichewsky (1972), en relacin a este mismo punto, relativo al origen y desarrollo de las primeras culturas americanas, habla de estadios evolutivos. Precisamente, en su obra titulada En torno a los orgenes del hombre americano seala que el "... nivel cultural primario se caracterizaba por el aspecto colector de alimentos de las sociedades humanas..." manifestado "... en todo aquel largo y ms antiguo perodo de la historia aborigen americana, denominado perodo precermico..." (1984:113). Segn este arquelogo y etnlogo chileno, los dos niveles ms antiguos de los complejos y tradiciones culturales precermicas corresponden respectivamente a la etapa protoltica y epiprotoltica y a la de los paleoindios o mioltica. Este primer ciclo cultural americano precolonial, abarca un largo perodo de tiempo que va desde el instante en que se iniciaron las inmigraciones hacia el continente, aproximadamente hace 50.000 aos atrs, hasta una fecha cercana a los 7000 aos a.C. De acuerdo con sus rasgos culturales bsicos, este perodo ha sido llamado: Ltico, Paleoindio, Pre-agroalfarero, Precermico y tambin de Cazadores de grandes presas. Obviamente estas y otras periodificaciones propuestas por los investigadores son ms o menos arbitrarias. Sin embargo, para efectos de este documento, parece importante recalcar el modo de produccin comunal de las ms antiguas bandas nmadas cazadoras recolectoras del territorio americano y resear algunas caractersticas globales de su economa de subsistencia. Creemos que estas variables fundamentales en la conservacin del hombre, constituyeron un enorme horizonte cultural, unidimensional, marcado profundamente por un ambiente geogrfico desconocido y cambiante, al que aquellos antiguos amerindios debieron adaptarse constantemente. En efecto, la rigurosidad climtica del perodo pleistocnico no permiti a los primeros aborgenes, un aprendizaje que contribuyera a almacenar experiencias y conocimientos que se tradujeran en tradiciones culturales propiamente tales, que aceleraran su ritmo de desarrollo. Ciertamente,

18 durante este horizonte cultural el hombre tuvo que desarrollar un agudo sentido de observacin para lograr sobrevivir y superar la potencia del paisaje natural. Siguiendo a R. Girard (1975) planteamos la idea que el famoso Libro del Consejo o Popol Vuh, que contiene las historias de los indios Maya-Quichs, acerca de la formacin del mundo, de sus dioses, hroes y hombres, de sus creencias religiosas y de la generacin de sus jefes, no es solamente un relato mitolgico sino que tambin una fuente etnolgica e histrica para todo el mundo precolombino. Tesis que paulatinamente ha ido confirmndose, a travs de diversos hallazgos arqueolgicos, al estudio de culturas vivas y observaciones sistemticas de los grupos tnicos que se encuentran registrados en las fuentes mitolgicas americanas. Segn el Popol Vuh, la familia tipo del primer ciclo tnico, se caracterizaba funda-mentalmente por ser reducida y simple, monogmica y de lnea patriarcal con descendencia masculina. Los hombres ocupaban un lugar preferente por lo hostil del medio ambiente y por las tremendas exigencias fsicas que ste demandaba. Aunque el rol de la mujer era secundario, por la rigurosidad del paisaje, era muy aguda y eficiente en las labores de recoleccin, a la vez que una fiel compaera de vida. Es evidente que el rango econmico y el medio de subsistencia de aquellas primeras comunidades estaban dado en trminos de sobrevivencia. La caza y recoleccin eran los medios a travs del cual el hombre satisfaca sus ms bsicas necesidades y daba sentido a su existencia. En definitiva, el hambre era la frontera que deba traspasar este original hori-zonte cultural en su proceso de evolucin. A diferencia de lo que suceder en las etapas culturales siguientes, en este horizonte no se observan huellas que definan un rgimen de propiedad de la tierra, sin embargo es muy presumible que las distintas bandas hayan posedo un cierto sentido de territorialidad, y por consiguiente defendibilidad espacial, asociada a reas geogrficas abundantes en re-cursos crticos, posibles de cazar, pescar y recolectar. Estas sociedades igualitarias, carecieron de tcnicas e industrias que luego, en las siguientes etapas, seran de extraordinaria importancia, como la alfarera, textilera, orfe-brera, etc. Su industria ms antigua ha sido denominada Osteondoqueratica, porque alude directamente a las materias primas utilizadas para la fabricacin de distintos utensilios y armas, a saber hueso, astas de animales y madera. Por otra parte, la ausencia o presencia de puntas de proyectil en la industria ltica de la poca, divide a esta etapa en dos sub-perodos. Krieger (1964) sostiene la existencia de un horizonte sin puntas de proyectil, asociado a sitios antiqusimos como los de Lewisville, Santa Rosa Island o Tule Spring en USA, Valsequillo y Tlapacoya en Mxico, Taima-Taima en Venezuela, Garzn en Colombia, Pikimachay en Per y San Vicente de Tagua Tagua en Chile. Asimismo el perodo con puntas de proyectil se asocia a cazadores de grandes presas. En Norteamrica las puntas de proyectil constituyen 3 culturas: a) El Llano que se identifica por las puntas clovis encontradas junto a animales extinguidos como el caballo americano, el mamut, el bisonte etc.; b) Folsom, reconocida por sus puntas de proyectil finamente trabajadas, que perfeccionaron los sistemas de caza; c) El Plano, manifestada por una gran variedad de puntas de proyectil, unida a animales posglaciales. Aqu tambin se han hallado morteros y manos de moler, indicando una mayor dependencia de los alimentos vegetales. En Sudamrica el horizonte con puntas de proyectil se observa en distintos sitios arqueolgicos: El Jobo en Venezuela, El Inga en Ecuador, La Cueva de Fell y de Palli Aike en Chile.

19 Sin duda el principal problema que enfrentaron las pequeas bandas de esta poca debi ser la obtencin de alimentos. Factor que constituy una presin demogrfica que limitaba su crecimiento vegetativo. Se cree que el infanticidio femenino fue la solucin adoptada ante el problema del sobrepoblamiento y la escasez de recursos. Es innegable que el hambre fue el mayor problema que debieron enfrentar los hombres de aquella antigua economa parasitaria. En realidad, aquellos hombres llevaban una vida precaria, deambulaban por los montes, mesetas y llanuras; se sumergan en los mares, lagos y ros para coger peces y mariscos; utilizando trampas cazaban aves; y recolectaban frutos, races y semillas silvestres. Vivieron en cuevas, barrancos o en lugares protegidos por la naturaleza. En suma, destaca en esta poca el materialismo de los primeros naturales de Amrica. 8. A MODO DE RESUMEN En sntesis y de acuerdo al estado actual de los conocimientos, es posible afirmar que el nico punto donde los cazadores paleolticos del Viejo Mundo encontraron el camino hacia Amrica fue la regin de Bering. En relacin a la fecha de ingreso de los primeros inmigrantes, el problema no est resuelto, pero sin duda el hombre comenz a habitar el continente antes de los 30.000 a.C. En cuanto a la inmigracin ocenica, sta qued descartada en cuanto a que no tuvo ninguna injerencia en el poblamiento inicial del Nuevo Mundo, pero s posteriormente. Por ltimo, la posible llegada de australianos est prcticamente descartada por falta de pruebas arqueolgicas, no obstante, es imposible desconocer las pruebas que la sustentan. Al parecer, de acuerdo a los actuales conocimientos, la nica ruta viable de acceso al continente americano, en la ms lejana poca precolombina, fue la de Bering. Esta situacin abre una enorme gama de interrogantes sobre el avance de los primeros americanos hacia el interior del continente y la evolucin cultural que fueron experimentando a lo largo de varios milenios. Es evidente que los ms antiguos hombres de Amrica debieron, primero que nada, superar el espectro del hambre, a travs de una economa parasitaria, dentro de un medio geogrfico siempre cambiante, que exiga un permanente proceso de aprendizaje y adaptacin a las nuevas condiciones. En suma, para un observador que intenta comprehender este antiguo legado, desprovisto de prejuicios etnocentristas, interrogndose a s mismo y tratando de develar su misterio, la herencia cultural aborigen constituye un presente eterno, pleno de identidad, fuerza creativa y proyeccin comunicativa. En efecto, en las ltimas dcadas, las creencias, tradiciones y realizaciones de los ms antiguos habitantes de estas tierras han sido rescatadas y valoradas como un significativo Patrimonio Cultural de profundas races y gran trascendencia. Al contemplar las obras tecnolgicas y artsticas materializadas por los primeros habitantes de Amrica y de Chile continental e insular, se vuelve evidente que sus creaciones funcionales, sociales y mgico-religiosas, estaban indistinta y, a veces, sistemticamente asociadas a una necesidad prctica, a un propsito comunicacional e igualmente a un mensaje simblico, que obviamente est lejos de ser comprendido por medio de observaciones unidimensionales y monodireccionales. Es indudable que las antiguas comunidades indgenas americanas y las poblaciones paleopascuenses descubrieron el poder de las imgenes. Desde los tiempos ms remotos las antiguas comunidades crearon a travs de sus representaciones, un lenguaje iconogrfico, vinculado ntimamente a sus particulares modelos de razonamiento, visualizacin de emociones

20 y percepcin de sensaciones. Indicando con ello que las mismas obras eran una sntesis expresiva. De tal forma que los objetos por ellos elaborados constituan un medio de comunicacin de ideas, sentimientos y sensaciones, que sin duda fueron comprensibles, segn las luces de cada quin, no slo para los annimos artfices de aquellas lejanas pocas, sino que tambin para todo el conjunto de la comunidad. Por ltimo, al contemplar la evolucin de Rapa-Nui, durante casi dos mil aos, se hace evidente la extraordinaria capacidad de adaptacin de los antiguos pascuenses a las condiciones naturales de la isla. A travs de grandes esfuerzos, no exentos de problemas la sociedad de Isla de Pascua fue paulatinamente superando los obstculos del aislamiento geogrfico y cultural. Ciertamente y pese a la lejana respecto de los centros nucleares del desarrollo histrico del resto del mundo, el pueblo de Rapa-Nui logr generar un complejo sistema cultural, que no solamente queda expresado en la monumentalidad de sus creaciones arqueolgicas, sino tambin en sus creencias, costumbres y tradiciones, que lo identifican con un sello particular. 9. ORIENTACIN BIBLIOGRFICA Acosta, Joseph de (1894): Historia natural y moral de las Indias, Reimpresin, Madrid. Alcina F., Jos (1985): Los orgenes de Amrica, Madrid, Editorial Alhambra S.A., 1ra. ed. Barros, A. y Armostrong, E. (1975): Aborgenes australes de Amrica, Santiago, Lord Cochrane. Berdichewsky, Bernardo (1984): En torno a los orgenes del hombre americano, Santiago, Universitaria, 2. ed. Canals F., Salvador (1950): Prehistoria de Amrica, Buenos Aires, Editorial Sudameri-cana S.A. Carrasco, Pedro (1985): "Amrica Indgena", en Historia de Amrica Latina 1, Madrid, Alianza Editorial S.A. Comas, Juan (1974): Antropologa de los pueblos iberoamericanos, Barcelona, Editorial Labor S.A. Editorial Antrtica (1988): Los primeros americanos y sus descendientes, Santiago, Editorial Antrtica S.A. Girard, Rafael (1976): Historia de las civilizaciones antiguas de Amrica, Madrid, Editorial Istmo S.A. Hibben C., Franck (1966): El origen de Amrica, Editorial Habbs, Buenos Aires, Suda-mericana S.A. Hidalgo, J., et. al. Editores (1989): Culturas de Chile/Prehistoria/Desde sus orgenes hasta los albores de la conquista, Santiago, Andrs Bello. Kaufmann D., Federico (1978): Manual de arqueologa peruana, Lima, Iberia S.A., 6 ed. Martnez del Ro, Pablo (1952): Los orgenes americanos, Mxico, Editora Ars S.A. Mostny, Grete (1983): Prehistoria de Chile, Santiago, Universitaria, 6 ed., (1, 1981). Museo Chileno de Arte Precolombino (1988): Magallanes, al Sur de Amrica, Santiago. Orellana, Mario (1969): "El perodo cultural pre-agrcola en Amrica" en Boletn del Museo Nacional de Historia Natural, tomo XXX, 1968-1969. Pericot-Maluquer (1970): La humanidad prehistrica, Espaa, Editorial Salvat S.A. Platn (1981): Timeo, Buenos Aires, Editorial Aguilar S.A., 4 ed. Ramrez, Jos Miguel (1988): "Cultura Rapa-Nui. Serie Patrimonio Cultural Chileno", Coleccin Culturas Aborgenes. Ministerio de Educacin, Departamento de Exten-sin Cultural. Rosasco, Jos Luis, et. al. (1991): Easter island, the endless enigma, Santiago, Kactus. Silva, Osvaldo (1980): Culturas y pueblos de Chile prehispano, Santiago, Salesiana. Silva, Osvaldo (1986): Civilizaciones prehispnicas de Amrica, Santiago, Universitaria.

21 Vergara, Cristin (1991): "Orgenes del hombre americano" en Boletn de Historia y Geografa , Santiago, IPES Blas Caas, N 8, pp. 12-16. Vergara, Cristin (1995): "Orgenes y cultura de los primeros americanos", Serie Historia N1, Documento de Estudio, Departamento de Historia y Geografa, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, Santiago. Vergara, Cristin (1995): "Creatividad aborigen chilena / Un enfoque etnocultural", Serie Historia N2, Documento de Estudio, Departamento de Historia y Geografa, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, Santiago. Villalobos, S., et. al. (1974): Historia de Chile, tomo 1, Santiago, Universitaria. Villalobos, Sergio (1983): Historia del pueblo chileno, Santiago, Empresa Editora Zig-Zag S.A., 2 ed. (1, 1980).