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El regalo GABRIELA KESELMAN
Lectura compartida
Narrador: texto en negro Padres: texto en azul Miguelito: texto en rojo
El señor y la señora Buenospadres se sentaron en el Sillón de Pensar.
Sólo se sentaban allí cuando debían pensar en algo muy importante.
Y el cumpleaños de su hijito Miguelito era algo importantísimo.
Porque tenían que elegir un regalo.
Sin embargo, no se les ocurría nada.
Pensaron y pensaron.
Pero el Sillón de Pensar era demasiado duro.
Además, pensar era bastante difícil.
Así que, después de un rato, el señor y la señora Buenospadres tenían tres problemas realmente importantes:
un dolor en la parte de sentarse;
otro en la parte de pensar;
y, el tercero, que no habían encontrado ni una sola idea.
Entonces, decidieron lo mejor para todos. No pensaría más.
Irían a buscar al mismísimo interesado. Es decir, a su hijito Miguelito. Y se lo preguntarían a él.
Y eso fue exactamente lo que hicieron.
-Hijito, Miguelito, ¿qué deseas para tu cumpleaños?
El regalo GABRIELA KESELMAN
-¡Quiero un regalo muy especial! – Contestó Miguelito - ¡Quiero que sea muy grande!
El señor y la señora Buenospadres se miraron fijamente a los ojos.
-Quiere un elefante – dijeron.
-¡Y quiero que sea muy fuerte!
El señor y la señora Buenospadres se cogieron las manos.
-Quiere un levantador de pesas – dijeron.
-¡Y quiero que sea muy suave!
El señor y la señora Buenospadres juntaron las puntas de sus narices
-Quiere un osito de peluche- dijeron.
-¡Y quiero que sea muy dulce!
El regalo GABRIELA KESELMAN
El señor y la señora Buenospadres se pisaron los pies de la punta al talón.
-Quiere una bolsa gigante de caramelos – dijeron.
- ¡Y quiero que sea calentito, calentito!
El señor y la señora Buenospadres se pellizcaron los mofletes.
-Quiere una chimenea – dijeron.
-¡Y además – insistió Miguelito – quiero que se mueva de un lado a otro!
El señor y la señora Buenospadres se marearon bastante.
-Quiere un barco de vela – dijeron.
-¡Y también quiero que me haga volar!
El señor y la señora Buenospadres quedaron duros como estatuas
El regalo GABRIELA KESELMAN
-Quiere un helicóptero – dijeron.
-¡Y quiero que me dé risa!
El señor y la señora Buenospadres se cayeron de espaldas.
-Quiere el payaso del circo – dijeron.
¡Y quiero que dure mucho tiempooooooo!
El señor y la señora Buenospadres ya no atinaron a hacer nada más.
-Quiere un día largo como un plato de sopa – dijeron.
La verdad es que estaban hechos un lío. Tenía que ser: grande, suave, fuerte, dulce, calentito. Y, además, se tenía que mover de un lado a otro, hacerle volar, darle risa y durar mucho tiempo
¿Dónde iban a conseguir un regalo tan especial?
El regalo GABRIELA KESELMAN
Desde luego, la cuestión no era nada fácil. Así que se fueron derechitos al Sillón de Pensar. Se sentaron y pensaron, pero no les sirvió de nada. No daban con la solución.
Y así pasaron un día. Y dos. Y tres.
Había llegado el gran momento y ellos, los señores Buenospadres, no tenían aún el regalo para su hijito Miguelito.
Se sentían tan desolados… En fin, estaban hechos una pena.
Entonces, se levantaron del Sillón de Pensar y se fueron a buscarle.
-Miguelito, hijito – dijeron los señores Buenospadres con una voz muy triste – ejem, ejem… no hemos encontrado… cof, cof… el regalo… mjjj, mjjj… que esperabas…
Y como no sabían que decir, le dieron un abrazo grande, fuerte, suave, dulce y calentito.
Además, le balancearon de un lugar a otro, le levantaron por el aire, le hicieron reír, y así estuvieron durante un rato interminable.
-¡Justo el regalo que quería! – suspiró Miguelito.