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HISTORIA CONTEMPORÁNEA UNED CURSO 2008/2009 TEMA 1: DEL ANTIGUO AL NUEVO RÉGIMEN: LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES CARACTERIZACIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN 1 Término acuñado por los revolucionarios franceses. 2 Designa un modelo de sociedad elaborado por acumulación histórica. 3 Su estructura se perfila entre los siglos XVI y XVIII. 4 Afecta al orden económico, social, político, ideológico y mental. El término «Ancien Régime», acuñado por los constitucionales franceses de 1790 y generalizado al resto de los países, quería designar todo un conjunto de normas legales y de prácticas consuetudinarias rnultiseculares, configuradoras de una «forma de sociedad» que la revolución pretendía subvertir: Su estructura, más o menos cristalizada entre los siglos XVI y XVII, era el resultado (siempre abierto y siempre asistemático) de un dilatado proceso histórico, que se remontaba a los primeros tiempos medievales –e incluso antes—, a lo largo del cual fue forjándose por abigarrada acumulación de elementos tradicionales un verdadero diseño de civilización. Como tal, afectaba de forma interrelacionada al orden económico y social, al político y al universo de los valores y de las ideas. EL ANTIGUO RÉGIMEN ECONÓMICO 1 Abrumador dominio de una economía agraria. 2 Carácter arcaico de la explotación de la tierra. 3 Demografía estancada y «bloqueo malthusiano». La tierra constituía la principal fuente de recursos. Pero el régimen de explotación, sometido a servidumbres señoriales vio comunitarias, y la naturaleza arcaica de las prácticas de cultivo arrojaban unos rendimientos muy bajos y una producción siempre al límite de la escasez, provocando con carácter cíclico el espectro del hambre, de las epidemias y de la consiguiente poda demográfica, que a su vez ahondaba el déficit productivo. Cuando el proceso tocaba fondo, el binomio recursos-población comenzaba otra vez una fase de reconstrucción económica y demográfica para volver a alcanzar de forma inexorable el tope de un nuevo y siempre precario equilibrio al límite. Era el conocido «bloqueo malthusiano», propio de las sociedades industriales. EL ANTIGUO RÉGIMEN SOCIAL 1 Sociedad estamental. 2 Privilegios estamentales de nobleza y clero. 3 Heterogeneidad del Estado llano. 4 La moral social dominante definida por la nobleza («grupo piloto»), neutraliza como potencial agente de cambio el factor fortuna de la «burguesía capitalista» («traición de la burguesía»). TEMA 1. DEL ANTIGUO AL NUEVO RÉGIMEN: LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES. 1

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HISTORIA CONTEMPORÁNEA UNED CURSO 2008/2009

TEMA 1: DEL ANTIGUO AL NUEVO RÉGIMEN: LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES

CARACTERIZACIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN1 Término acuñado por los revolucionarios franceses.2 Designa un modelo de sociedad elaborado por acumulación histórica. 3 Su estructura se perfila entre los siglos XVI y XVIII.4 Afecta al orden económico, social, político, ideológico y mental.

El término «Ancien Régime», acuñado por los constitucionales franceses de 1790 y generalizado al resto de los países, quería designar todo un conjunto de normas legales y de prácticas consuetudinarias rnultiseculares, configuradoras de una «forma de sociedad» que la revolución pretendía subvertir: Su estructura, más o menos cristalizada entre los siglos XVI y XVII, era el resultado (siempre abierto y siempre asistemático) de un dilatado proceso histórico, que se remontaba a los primeros tiempos medievales –e incluso antes—, a lo largo del cual fue forjándose por abigarrada acumulación de elementos tradicionales un verdadero diseño de civilización. Como tal, afectaba de forma interrelacionada al orden económico y social, al político y al universo de los valores y de las ideas.

EL ANTIGUO RÉGIMEN ECONÓMICO

1 Abrumador dominio de una economía agraria.2 Carácter arcaico de la explotación de la tierra.3 Demografía estancada y «bloqueo malthusiano».

La tierra constituía la principal fuente de recursos. Pero el régimen de explotación, sometido a servidumbres señoriales vio comunitarias, y la naturaleza arcaica de las prácticas de cultivo arrojaban unos rendimientos muy bajos y una producción siempre al límite de la escasez, provocando con carácter cíclico el espectro del hambre, de las epidemias y de la consiguiente poda demográfica, que a su vez ahondaba el déficit productivo.

Cuando el proceso tocaba fondo, el binomio recursos-población comenzaba otra vez una fase de reconstrucción económica y demográfica para volver a alcanzar de forma inexorable el tope de un nuevo y siempre precario equilibrio al límite. Era el conocido «bloqueo malthusiano», propio de las sociedades industriales.

EL ANTIGUO RÉGIMEN SOCIAL1 Sociedad estamental.2 Privilegios estamentales de nobleza y clero.3 Heterogeneidad del Estado llano.4 La moral social dominante definida por la nobleza («grupo piloto»),

neutraliza como potencial agente de cambio el factor fortuna de la «burguesía capitalista» («traición de la burguesía»).

Pero la tierra era también fundamento de poder. De una u otra forma, su posesión o su producto aseguran la hegemonía de la nobleza y clero, los grupos privilegiados de una sociedad estática en donde el individuo se define social y jurídicamente por su pertenencia al grupo, al que queda fatalmente adscrito por razón de nacimiento. Por motivos obvios, sólo el estamento clerical permanece abierto pero la cúpula de su jerarquía es casi siempre coto privativo de las casas nobiliarias.

En consonancia con la función rectora (social o espiritual) que la tradición les atribuye, nobleza y clero gozan de privilegios («leyes privativas» en sentido

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estricto) fiscales y/o jurisdiccionales en grado distinto. Quienes, en contrapartida, aseguran el sostenimiento material de la sociedad son los que trabajan: campesinos, artesanos, comerciantes, esa grande y heterogénea masa de población encuadrada bajo el rótulo de estado llano.

El desarrollo del comercio y de las finanzas consigue enriquecer a algunos de sus más activos o afortunados miembros, pero durante mucho tiempo la fortuna del «burgués capitalista» no desmentía la regla del predominio económico de la tierra, ni buscaba subvertir el consenso estamental, ni la moral nobiliaria dominante, sino todo lo contrario, porque el deseado destino de la riqueza conseguida era el ascenso hasta una condición igual —o al menos hasta un modo de vida equiparable— a los de la propia nobleza. Era la famosa «traición de la burguesía», en afortunada expresión de Fernand Braudel.

Una estructura tipificada por una organización social fuertemente jerárquica y compartimentada (tres estamentos inamovibles: nobleza, clero y tercer estado -burguesía, clase popular urbana y campesinado-); por el mantenimiento de la organización típica de la monarquía absoluta; un tipo de economía (en la que es clara la expansión del capitalismo comercial) producida por el mercantilismo, proteccionismo o dirigismo estatal; una cultura encuadrada, con cierta rigidez, en los marcos nacionales; unas formas exteriores de vida religiosa apoyadas en la creencia en la Revelación. Un conjunto de características enmarcadas en el seno de la denominación de Antiguo Régimen.

Sin embargo, el desarrollo del individualismo, el criticismo, el relativismo, el escepticismo, el cientificismo, el liberalismo, etc. supondrían la puesta en marcha de una serie de formidables elementos subversivos del sistema, dotados de una fuerza y de un atractivo cada vez mayor. Durante una larga etapa del s. XVIII -la del Despotismo Ilustrado- se logrará, sin embargo, una posición de equilibrio entre estos elementos y los tradicionales. Un equilibrio que finalmente acabaría por romperse.

EL ANTIGUO RÉGIMEN POLÍTICO1 Desde finales del XV surge el «Estado moderno», asociado al crecimiento del

absolutismo monárquico.2 Letrados y juristas de origen plebeyo se incorporan a una función pública

que crece y se complica.3 Pero la nobleza de sangre o togada controla los grandes servicios

estatales.4 Tradicional oposición de los privilegiados /rente a los progresos de la

autoridad monárquica.

En el llamado «Estado Moderno», surgido a finales del siglo XV, la autoridad y la fuerza de los monarcas se acrecentaron, absorbiendo la disgregación feudal del poder característica de los tiempos medievales. Entre los siglos XVI y XVIII el absolutismo monárquico realizó grandes progresos, pero, aunque la creciente complicación de las maquinarias administrativas aumentó el número de letrados y juristas de origen plebeyo, la nobleza de sangre o de «toga» conservó un marcado predominio sobre los principales servicios estatales: las altas instancias políticas, los cuadros administrativos y judiciales de alto rango, el mando de los ejércitos y las funciones diplomáticas.

Sin embargo, las veleidades «feudales» de la nobleza por limitar los poderes de los monarcas se mantuvieron vivas, reapareciendo siempre a la menor ocasión en forma (le conspiraciones, oposiciones o revueltas. Las guerras civiles y religiosas que se prolongan hasta mediados del siglo XVII fueron también guerras por el control del Estado. La «revuelta de los privilegiados» en Francia, antesala de la gran revolución de 1789, constituyó de hecho un episodio más —ahora el último— de este crónico espíritu de resistencia e incluso de

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insurgencia que desde muy pronto había buscado justificarse (equívoco fatal) con la demagógica apelación al «bien público».

En las últimas décadas del s. XVIII, en casi toda Europa arreciaron los ataques que, en el orden político, económico, social e intelectual, planteaban los partidarios de un cambio total de la sociedad y que facilitarían el estallido de una profunda fenomenología revolucionaria. Así, en los inicios del último tercio del s. XVIII, la subversión independentista de las colonias americanas desató una importante oleada de movimientos reformistas que en Francia acabarían dibujando las líneas más típicas del moderno movimiento revolucionario de la burguesía. La Revolución Francesa traería aparejada la manifestación de nuevas oleadas subversivas que encontrarían su expresión más importante en el proceso de descomposición e independencia de los imperios coloniales español y portugués en América, durante el primer tercio del s. XIX.

IDEAS Y VALORES EN EL ANTIGUO RÉGIMEN1 Sociedad sacralizada.2 Miedos y supersticiones.3 Iglesia y Antigüedad clásica (cristianizada) argumentos de autoridad.

Este modelo social, de abrumador predominio agrario, de estructura estamental, jerarquizada y obediente a los poderes instituidos, profesa un sistema de valores estable, tradicional y profundamente marcado por el hecho religioso. Los miedos y las supersticiones atraviesan inmóviles los tiempos. Las ideas sobre la naturaleza física o social remiten siempre a los incontestables principios establecidos por los Padres de la Iglesia o por los sabios de Antigüedad debidamente cristianizados. La razón crítica de los escasos, aunque cada vez más influyentes, «heterodoxos» se estrella siempre contra el potente «argumento de autoridad», que en los casos más graves no descarta el recurso a la violencia represiva, intelectual o incluso física.

En el s. XVIII los valores tradicionales encontrarían fórmulas de mantenimiento y arraigo asociadas o vinculadas a los nuevos valores culturales o científicos que, definidos en los siglos anteriores y potenciados por la dinámica intelectual del propio s. XVIII, serían, más o menos, asimilados por la sociedad establecida. Tal coexistencia será la fórmula típica de la etapa conocida como Despotismo Ilustrado, en la que asistimos a una coexistencia equilibrada de elementos antiguos y modernos, sin que la sociedad pierda su estructura antigua.

LOS FACTORES DE CAMBIO

1 Densas pervivencias del Antiguo Régimen en el mundo contemporáneo.2 A la inversa, factores de cambio emergentes de la propia sociedad

antigua.

Desde el arranque de la «era de las revoluciones» —sobre todo desde la gran revolución francesa— el templo social y moral del «Ancien Régime» se vendrá abajo. Pero si hoy pocos discuten que sus densas pervivencias atraviesan el siglo XIX, e incluso permiten rastrear bastantes de sus ecos hasta nuestra propia actualidad, tampoco es menos cierto que la gran ofensiva revolucionaria de finales del siglo XVIII hundía sus raíces en el propio corazón del viejo sistema, donde también en el correr de los tiempos fueron gastándose nuevas condiciones económicas, sociales y mentales que irían vaciando progresivamente de función social la secular estructura jurídico-política del orden antiguo.

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La afirmación de los principios de la igualdad y la fraternidad (los ideales ilustrados) caló especialmente en el seno de la burguesía, clase social ascendente en la Europa del S. XVIII. Y es que la doctrina de la Ilustración se reveló como una eficaz arma ideológica para luchar contra las estructuras de la sociedad y la cultura del Antiguo Régimen: en particular, contra los privilegios estamentales y los dogmas de la Iglesia católica. La Ilustración propondría las bases ideológicas del profundo movimiento revolucionario que se pondría en marcha a finales del siglo.

A partir de la crisis del Antiguo Régimen, las características de la vida social, política y económica iban a ser otras: libertad e igualdad, en el plano teórico-jurídico; seguridad y protección de la propiedad, en el plano económico, garantizadas por la ley. Una ley que ya no será la expresión de la arbitrariedad de un monarca sino de un orden permanente más fuerte: la burguesía.

El cambio del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen puede observarse fácilmente a través de tres de sus rasgos más característicos.

1 En primer lugar, el Antiguo Régimen, abolido por la Revolución, mantenía una desigualdad jurídica entre los súbditos: derecho consuetudinario, franquicias y privilegios fueron derogados o insertados en un sistema dominado por el principio de la igualdad jurídica de los ciudadanos ante la ley, dentro de un estado nacional unitario que alcanzó su plenitud con el imperio de Napoleón. Igualdad jurídica, no social, ni forzosamente política; con todo, ello no impidió que desde el año 1789 el principio igualitario impregnara todo el movimiento de la Revolución y sus consecuencias.

2 En segundo lugar, el estado del Antiguo Régimen destruido por la Revolución era a la vez una monarquía, autocrática en principio y teóricamente absoluta. El nuevo estado fundó el orden liberal en la búsqueda de la adhesión de los ciudadanos y en la creación de instituciones para garantizar a la vez el orden social colectivo y la libertad de las personas privadas. En este sentido, la Revolución respondió a las exigencias ideológicas y a las empresas progresistas de la burguesía. La Revolución acabó con la superioridad esencial de la privilegiada aristocracia.

3 Por último, la sociedad del Antiguo Régimen se basaba, por definición, en la no intervención política de los súbditos en la vida del estado, salvo solicitud expresa del monarca. Con la afirmación revolucionaria del principio de la soberanía nacional como único fundamente legítimo del poder para gobernar, la Revolución introdujo el fermento de la “política” en la vida colectiva de los franceses.

Igualdad de los ciudadanos, progreso social y humano, democracia: estos conceptos introdujeron nuevas posibilidades no sólo en Francia. Por el carácter general de sus planteamientos, la Revolución tuvo validez universal para toda la humanidad.

CAMBIOS ECONÓMICOS1 Revolución demográfica.2 Revolución agrícola.3 Revolución industrial.

Los cambios económicos, perceptibles desde el siglo XVI (acumulación capitalista, comercial y financiera; mejoras agrícolas en los Países Bajos) se aceleraron, adquiriendo dimensión de mudanza estructural en algunas zonas durante el siglo XVIII. Tres revoluciones clásicas, estructurales, interdependientes, demográfica, agrícola e industrial, tuvieron su precoz paradigma en el caso inglés.

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El frenazo --de discutidas razones— a la mortalidad catastrófica dispara la población; el cambio en el régimen de propiedad de la tierra (su «cerramiento»), la capitalización, las mejoras técnicas y la racionalidad del cultivo y de la cría del ganado aumentan los rendimientos del campo, y el crecimiento de los recursos contribuye al sostenimiento de una demografía en auge. Así, el fatídico binomio recursos-población rompe el techo tradicional y el «bloqueo malthusiano» tiende a retroceder. Más tarde, el comienzo de la industrialización (capitales disponibles, mayor integración de mercados, condiciones políticas y legales favorables, espíritu empresarial de estirpe calvinista, diversas y discutidas condiciones todas ellas del despegue industrial inglés) resultará impensable sin esa doble revolución que lo acompaña: que lanza fuera del campo excedentes de fuerza laboral absorbidos por la industria y permite al producto de la tierra sostener más y mejor ese crecimiento demográfico.

CAMBIOS SOCIALES1 Desarrollo del capitalismo y de la moral capitalista.2 Consiguiente desarrollo social de la burguesía y de la moral burguesa.3 Progresiva superación de la «traición burguesa».4 La cúpula social del tercer Estado pone, objetiva y subjetivamente, en

entredicho el modelo estamental.

Si el caso inglés no es en la época susceptible de generalización, sí lo es el paradigma de un progresivo avance del capitalismo y de la moral capitalista como un valor en sí mismo que distingue a la burguesía de negocios agranda su cuerpo social y, sobre todo, la emancipa subjetivamente respecto de la axiología nobiliaria ancien régime. La referida «trahison bourgeoise» va mutándose ya en la tópica (y válida) «toma de conciencia de clase».

En todo caso no hay duda de que los productores de riqueza acumulan poder económico, van descubriendo su determinante importancia social y se revelan frente a los privilegios de cuna y frente al hermético taponamiento con que se les veda el acceso a la dirección política y administrativa del Estado. Con todos los matices que se quiera, las revoluciones son en lo fundamental revoluciones burguesas, preparadas por el largo y progresivo despliegue de las nuevas fuerzas económicas y sociales que han ido emergiendo del propio cuerpo social y mental del Antiguo Régimen.

CAMBIOS IDEOLÓGICOS Y MENTALES1 Del humanismo renacentista a las Luces.2 Ideas y valores de la Ilustración:

o La razón natural.o Exaltación de nuevos valores humanos (y «razonables»):

libertad, igualdad, derecho a la felicidad.o Triunfo de la crítica, agente demoledor del viejo orden.

Ideas, mentalidades, sensibilidades (¡cómo no!) van mutando también al compás de los cambios generados en la sociedad: despegan en el siglo XVI y culminan en las «Luces» del XVIII. No debe pedirse a la «Ilustración» un sistema ideológico coherente, y aún menos un programa de acción preciso, pero sí un conjunto de ideas y de valores fundamentales que ponen en entredicho el universo del Antiguo Régimen.

Un concepto absoluto, la Razón, partícipe de la racionalidad de la Naturaleza, tórnase en guía moral e intelectual del individuo; dicta un catecismo de valores humanos ineludibles (libertad, igualdad —no social—, derecho a la felicidad); se proclama soberana a través de la crítica. Entre las elites del XVIII (burgueses, aristócratas o clérigos «ilustrados»), la crítica dá el tono a la época; es el más genuino espíritu de la época. Puede ir hasta donde quiera... y va muy

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lejos: en los salones, en los clubes, en libros y folletos caen bajo su implacable juicio condenatorio el gobierno absoluto, los privilegios estamentales, la religión revelada, las verdades de «autoridad».

Con el triunfo de la revolución burguesa se abriría una nueva época en la historia de los sistemas económicos, sociales y políticos e incluso en la concepción de la cultura y la vida del espíritu. Una nueva época que, por otra parte, se encontraría definida por el impacto decisivo del considerable progreso técnico, concretado por el maquinismo, que promovería el formidable avance económico de la revolución industrial (iniciada a partir de 1780 en Inglaterra y desde principios del s. XIX en el continente europeo y en EEUU), fenómeno trascendental que abriría nuevas perspectivas a la humanidad entera y el desarrollo del capitalismo.

EN RESUMEN:

Antiguo Régimen, término referente a un sistema político y jurídico que también ha sido empleado para expresar un periodo comprendido entre el siglo XVI y el estallido de la Revolución Francesa (finales del siglo XVIII) y las revoluciones liberales burguesas del XIX. El término fue empleado por los revolucionarios franceses de 1789 de forma desdeñosa para referirse a la estructura política, social y económica imperante en Francia hasta ese momento.

Si bien en primer lugar sirve para referirse a una etapa de la historia de Francia, previa a la Revolución Francesa, este término es aplicable al resto de Europa. En el caso español, el Antiguo Régimen perdura brevemente en el siglo XIX hasta la Guerra de Independencia española, cuando, al promulgarse la Constitución de 1812 en Cádiz, se abrió el proceso de constitucionalismo, tendente a superar los obstáculos de este sistema.

El Antiguo Régimen, entendido como sistema sociopolítico, tiene su origen en la descomposición del feudalismo y está caracterizado por la forma de gobierno denominada monarquía absoluta aunque su poder se encontraba mediatizado por la existencia de instituciones que en ocasiones se oponían a las decisiones de la corona.

También es muy característica la presencia, en todos los órdenes de la vida, de la Iglesia. En ocasiones era difícil distinguir la separación entre el poder civil y el eclesiástico. Desde el punto de vista social, el Antiguo Régimen está caracterizado por la sociedad estamental, dividida entre los siguientes grupos, o clases, sociales: la nobleza, la Iglesia y el conocido como tercer estado. Dicha sociedad tenía como puntos básicos económicos las rentas y los privilegios.

La economía se basaba fundamentalmente en la agricultura, que constituía la fuente principal de riqueza. Las tierras estaban en manos de la corona, la nobleza y la Iglesia. El eje fundamental en este sistema lo constituye el régimen señorial y la división gremial del trabajo. Todo ello no impidió que parte de la baja nobleza fuera más pobre que algunos grupos inferiores dedicados a actividades manufactureras.

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