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ue, sin duda, uno de los personajes más controverti- dos del siglo XIX, merecedor de afec- tos y admiración, pero tam- bién de envidias y odios. Francisco Serrano y Domín- guez, Duque de la Torre, no pasó inadvertido; tuvo una de las carreras políticas militares y políticas más brillantes y, a la vez, más controvertidas del siglo XIX; un siglo que atra- vesó desempeñando los car- gos más importantes e intervi- niendo en todo aquel procelo- so período político y militar que caracterizó tan convulsio- nada época. F rancisco Serrano nació en Cádiz, en la Isla de León (en la actualidad, San Fernando), el 17 de di- ciembre de 1810. Con tan só- lo 12 años ingresa en el Regi- miento de la Caballería de Sa- gunto; ese sería el inicio de una carrera plagada de éxi- tos… y de cambios. Sus ene- migos acusaban a Serrano de ser un oportunista, sus vacila- ciones ideológicas le valieron el sobrenombre de Judas de Arjonilla (en referencia de una fincas propiedad de Se- rrano en Arjona, Málaga). Los más benevolentes expli- caban sus vaivenes políticos afirmando que “su fidelidad a las fuerzas armadas estaba por encima de la lealtad al go- bierno establecido o a la pro- pia monarquía”. Lo cierto es que en un principio fue espar- terista, (Ministro de la Gue- rra en un Gabinete de López), luego enemigo de Espartero, cooperando con González Bravo y Prim para derrocar al regente en 1843, o se inclinó por los puritanos o se acercó a los progresistas, o apoyó a O'Donnell y la Unión Libe- ral, o finalmente, se convirtió en uno de los principales im- pulsores del destronamiento de Isabel II, su antigua pro- tectora, promoviendo la Re- volución de septiembre de 1868, o se mostró tolerante con la República del 73, o acabó por reconocer al Alfon- so XII. T ambién fue muy co- mentada su especial amistad con Isabel II (en muchos de los libros con- sultados figura claramente co- mo “amante” de la Reina). Al parecer era un hombre apues- to, de cuidadas maneras, “des- tacaba su distinción en el tra- to, su costumbre de moverse entre la aristocracia, y, ade- más, tuvo libre acceso a Pala- 72 Francisco Serrano Domínguez, Duque de la Torre Obra de: Mariano Benlliure. En: Iglesia de los Jerónimos. Año: 19?? Casino de Madrid

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ue, sin duda, unode los personajesmás controverti-dos del siglo XIX,merecedor de afec-

tos y admiración, pero tam-bién de envidias y odios.Francisco Serrano y Domín-guez, Duque de la Torre, nopasó inadvertido; tuvo una delas carreras políticas militaresy políticas más brillantes y, ala vez, más controvertidas delsiglo XIX; un siglo que atra-vesó desempeñando los car-gos más importantes e intervi-niendo en todo aquel procelo-so período político y militar

que caracterizó tan convulsio-nada época.

Francisco Serrano nacióen Cádiz, en la Isla deLeón (en la actualidad,

San Fernando), el 17 de di-ciembre de 1810. Con tan só-lo 12 años ingresa en el Regi-miento de la Caballería de Sa-gunto; ese sería el inicio deuna carrera plagada de éxi-tos… y de cambios. Sus ene-migos acusaban a Serrano deser un oportunista, sus vacila-ciones ideológicas le valieronel sobrenombre de Judas deArjonilla (en referencia deuna fincas propiedad de Se-

rrano en Arjona, Málaga).Los más benevolentes expli-caban sus vaivenes políticosafirmando que “su fidelidad alas fuerzas armadas estabapor encima de la lealtad al go-bierno establecido o a la pro-pia monarquía”. Lo cierto esque en un principio fue espar-terista, (Ministro de la Gue-rra en un Gabinete de López),luego enemigo de Espartero,cooperando con GonzálezBravo y Prim para derrocar alregente en 1843, o se inclinópor los puritanos o se acercó alos progresistas, o apoyó aO'Donnell y la Unión Libe-ral, o finalmente, se convirtióen uno de los principales im-pulsores del destronamientode Isabel II, su antigua pro-tectora, promoviendo la Re-volución de septiembre de1868, o se mostró tolerantecon la República del 73, oacabó por reconocer al Alfon-so XII.

También fue muy co-mentada su especialamistad con Isabel II

(en muchos de los libros con-sultados figura claramente co-mo “amante” de la Reina). Alparecer era un hombre apues-to, de cuidadas maneras, “des-tacaba su distinción en el tra-to, su costumbre de moverseentre la aristocracia, y, ade-más, tuvo libre acceso a Pala-

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Francisco Serrano Domínguez,Duque de la Torre

Obra de: Mariano Benlliure. En: Iglesia de los Jerónimos. Año: 19??

Casino de Madrid

73Casino de Madrid

cio, ya que fue favorito de lareina Isabel II entre 1846 y1847”. Muchos le llamaron elGeneral Bonito.

Ingresó como socio del Ca-sino de Madrid el 15 deenero de 1844; así figura

en el Libro I de ingresos.Quiere esto decir que alcanzóprácticamente a formar partedel grupo de fundadores denuestra Institución y constitu-yó, junto con otros Generalesde la época -baste señalar aPrim-, un sector importantísi-mo de la fuerza societaria quetuvo nuestra Sociedad duran-te ese siglo.

En sus “Memorias Ínti-mas”, Fernández deCórdova habla así del

General Serrano: “Era un ge-neral muy joven, de gallarda yarrogante presencia, de granfama en el país por sus hechosde armas, por su valor extra-

ordinario y ardiente, y por laposición política que en po-quísimo tiempo logró alcan-zar en el partido progresista.Su afabilidad constante, afa-bilidad que constituyó el se-creto de su fuerza en todostiempos, le atraía la voluntadde amigos y adversarios a losdiez minutos de conocido. Aesto unía, en aquellas prime-ras épocas de su carrera, unaintrepidez tal de espíritu yuna osadía tan emprendedoray resuelta, que ninguna consi-deración era capaz de conte-nerle en sus arriesgadas em-presas y peligrosas contingen-cias”.

El 25 de junio de 1885fallecía en Madrid Fran-cisco Serrano Domín-

guez, Duque de la Torre, cu-riosamente el mismo día enque recibían sepultura los res-tos del monarca Alfonso XII

(cuyo reinado Serrano deci-dió finalmente reconocer trasarduas luchas políticas).

En la semblanza publi-cada por “La Ilustra-ción Artística” en no-

viembre de 1895 (diez añosdespués del fallecimiento delGeneral Serrano), Carlos deOchoa y Madrazo lo califica-ba de “hombre extraordinario(…) No he conocido un hom-bre más llano, más campecha-no, más modesto, más sobrio,menos prendado de sí mismo,de su elevadísima jerarquía enla milicia, en la diplomacia, enla política, en la administra-ción del Estado”.

Los restos de FranciscoSerrano Domínguezdescansan hoy en la

Iglesia de los Jerónimos, enun hermoso conjunto escul-tórico firmado por MarianoBenlliure, socio del Casinode Madrid y uno de los másdestacados artistas de prin-cipios del siglo XX. No he-mos conseguido averiguar elcuándo ni el por qué del tras-lado de los restos de Serranoa los Jerónimos, y lamenta-blemente tampoco hemos en-contrado referencia docu-mental del encargo a Benlliu-re, pero les invitamos a ver elsencillo pero hermoso home-naje de Benlliure al Duquede la Torre.