03 - weber - la formulacion de tipos ideales

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LA FORMULACION DE TIPOS IDEAÇES Weber especifica la naturaleza de los conceptos «tipos ideales», y de su uso en las ciencias sociales, en conexión lógica con su punto de vista epistemológico general. Los conceptos que se emplean en las ciencias sociales no pueden proceder directamente de la realidad sin la intromisión de presupuestos valorativos, puesto que los mismos problemas que definen los objetivos de interés dependen de tales presupuestos. De este modo, para interpretar y explicar una configuración histórica se requiere la construcción de conceptos específicamente diseñados para tal fin y que, como en el caso de los objetivos del mismo análisis, no reflejen propiedades «esenciales» de toda la realidad. Al poner de manifiesto las características formales de los conceptos «tipos ideales», Weber no cree establecer una nueva forma de método conceptual, sino explicitar lo que ya se hace en la práctica, Sin embargo, puesto que muchos investigadores no son plenamente conscientes del tipo de conceptos que usan, sus formulaciones tienden a. menudo a ser ambiguas e imprecisas. «El lenguaje que utiliza el historiador contiene cientos de palabras que comportan semejantes cuadros mentales imprecisos, entresacados de la necesidad de la expresión, cuyo significado sólo se siente de forma sugestiva, sin haberlo pensado con claridad.» Un tipo ideal se construye mediante la abstracción y la combinación dé un número indefinido de elementos que, aunque se encuentran en la realidad, rata vez o nunca se descubren de esta forma específica. Asi las características de la «ética calvinista» que Weber analiza en La ética protestante se tomaron dé los escritos de varias figuras históricas, e incluyen aquellos elementos de las doctrinas calvinistas que Weber identifica como de particular importancia en relación con la formación del espíritu capitalista. Tal «tipo ideal» no es ni una «descripción» de un aspecto concreto de la realidad ni, según Weber, una hipótesis; pero puede ayudar tanto para la descripción como para la explicación. Un «tipo ideal» no es, por supuesto, «ideal» en sentido normativo: no trae consigo la connotación de que su realización es deseable. Es tan legítimo construir un «tipo ideal» del crimen o de la prostitución, como de cualquier otro fenómeno. Un tipo ideal es un tipo puro en sentido lógico y no en sentido ejemplar. «Resulta imposible encontrar empíricamente la realidad este cuadro de ideas en su 'pureza conceptual» La creación de tipos ideales no es en ningún sentido un fin en si misma; la utilidad de un tipo ideal dado sólo puede evaluarse en relación con un problema concreto o una serie de problemas; y el único objetivo de su construcción es facilitar el análisis de cuestiones empíricas. Por tanto, al formular un tipo ideal de un fenómeno como el capitalismo racional, el científico social intenta delinear, por medio del examen empírico de las formas específicas del capitalismo, los aspectos más importantes (en relación con los objetivos que él mismo se ha propuesto) con que se distingue el capitalismo racional. El tipo ideal no se forma a partir de una serie de reflexiones puramente conceptuales, sino que se crea, se modifica y se precisa por medio del análisis empírico de problemas concretos, y a su vez aumenta la precisión de este análisis. Por tanto, los tipos ideales son diferentes de los conceptos descriptivos (Galtuusbegriffe), tanto por su finalidad como por su uso. Los tipos descriptivos desempeñan una función importante y necesaria en muchas ramas de las ciencias sociales. Se limitan a describir los rasgos comunes de agrupaciones de fenómenos empíricos. Mientras que un tipo ideal incluye «la acentuación unilateral de uno o más puntos de vista», él tipo descriptivo implica «la síntesis, por abstracción de aquello que es común a varios fenómenos concretos». Weber pone el ejemplo de los

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LA FORMULACION DE TIPOS IDEAÇES

Weber especifica la naturaleza de los conceptos «tipos ideales», y de su uso en las ciencias sociales, en conexión lógica con su punto de vista epistemológico general. Los conceptos que se emplean en las ciencias sociales no pueden proceder directamente de la realidad sin la intromisión de presupuestos valorativos, puesto que los mismos problemas que definen los objetivos de interés dependen de tales presupuestos. De este modo, para interpretar y explicar una configuración histórica se requiere la construcción de conceptos específicamente diseñados para tal fin y que, como en el caso de los objetivos del mismo análisis, no reflejen propiedades «esenciales» de toda la realidad. Al poner de manifiesto las características formales de los conceptos «tipos ideales», Weber no cree establecer una nueva forma de método conceptual, sino explicitar lo que ya se hace en la práctica, Sin embargo, puesto que muchos investigadores no son plenamente conscientes del tipo de conceptos que usan, sus formulaciones tienden a. menudo a ser ambiguas e imprecisas. «El lenguaje que utiliza el historiador contiene cientos de palabras que comportan semejantes cuadros mentales imprecisos, entresacados de la necesidad de la expresión, cuyo significado sólo se siente de forma sugestiva, sin haberlo pensado con claridad.»

Un tipo ideal se construye mediante la abstracción y la combinación dé un número indefinido de elementos que, aunque se encuentran en la realidad, rata vez o nunca se descubren de esta forma específica. Asi las características de la «ética calvinista» que Weber analiza en La ética protestante se tomaron dé los escritos de varias figuras históricas, e incluyen aquellos elementos de las doctrinas calvinistas que Weber identifica como de particular importancia en relación con la formación del espíritu capitalista. Tal «tipo ideal» no es ni una «descripción» de un aspecto concreto de la realidad ni, según Weber, una hipótesis; pero puede ayudar tanto para la descripción como para la explicación. Un «tipo ideal» no es, por supuesto, «ideal» en sentido normativo: no trae consigo la connotación de que su realización es deseable. Es tan legítimo construir un «tipo ideal» del crimen o de la prostitución, como de cualquier otro fenómeno. Un tipo ideal es un tipo puro en sentido lógico y no en sentido ejemplar. «Resulta imposible encontrar empíricamente la realidad este cuadro de ideas en su 'pureza conceptual»

La creación de tipos ideales no es en ningún sentido un fin en si misma; la utilidad de un tipo ideal dado sólo puede evaluarse en relación con un problema concreto o una serie de problemas; y el único objetivo de su construcción es facilitar el análisis de cuestiones empíricas. Por tanto, al formular un tipo ideal de un fenómeno como el capitalismo racional, el científico social intenta delinear, por medio del examen empírico de las formas específicas del capitalismo, los aspectos más importantes (en relación con los objetivos que él mismo se ha propuesto) con que se distingue el capitalismo racional. El tipo ideal no se forma a partir de una serie de reflexiones puramente conceptuales, sino que se crea, se modifica y se precisa por medio del análisis empírico de problemas concretos, y a su vez aumenta la precisión de este análisis.

Por tanto, los tipos ideales son diferentes de los conceptos descriptivos (Galtuusbegriffe), tanto por su finalidad como por su uso. Los tipos descriptivos desempeñan una función importante y necesaria en muchas ramas de las ciencias sociales. Se limitan a describir los rasgos comunes de agrupaciones de fenómenos empíricos. Mientras que un tipo ideal incluye «la acentuación unilateral de uno o más puntos de vista», él tipo descriptivo implica «la síntesis, por abstracción de aquello que es común a varios fenómenos concretos». Weber pone el ejemplo de los conceptos de «Iglesia» y «Secta». Tales conceptos pueden servir de base para una distinción y clasificación; puede decirse que los grupos religiosos corresponden a una u otra categoría. Sin embargo, si queremos aplicar esta distinción al análisis de la importancia de los movimientos tipo secta para la racionalización de la cultura occidental moderna, tenemos que reformular el concepto de «secta» pata poner de relieve sus elementos específicos que han influido en este aspecto concreto. El concepto se convierte entonces en tipo ideal. Cualquier concepto descriptivo puede transformarse en tipo ideal por medio de la abstracción y la nueva combinación de ciertos elementos: en la práctica, dice Weber, esto es lo que se hace frecuentemente.

Weber concentra su estudio en la formulación de aquellos tipos ideales que se relacionan con la clarificación de configuraciones históricas específicas, puesto que en ellos se ve mas la diferencia entre tipos descriptivos y tipos ideales. Pero los conceptos «tipos ideales» no sé limitan a este objetivo exclusivamente. Hay varias clases de tipos ideales que, sin ser simples conceptos descriptivos, tienen sin embargo un carácter genérico. La transición de los tipos descriptivos a los ideales ocurre cuando pasamos de la clasificación descriptiva de fenómenos a su análisis explicativo o teórico. Esto nos lo puede aclarar la noción de «intercambio». Se trata de un concepto descriptivo en la medida que nos contentamos simplemente con observar que un número indefinido de acciones humanas pueden clasificarse como transacciones de intercambio. Pero si intentamos convertir la noción en un elemento de la teoría económica de la utilidad marginal, elaboramos un tipo ideal de «intercambio» que se basa en una construcción puramente racional.

La relación entre Ciencia social y juicios de valor ocupa un lugar central en los estudios de Weber en sus ensayos metodológicos de 1904-1905. Considera esta misma relación, pero desde un aspecto distinto, en su

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ensayo sobre «neutralidad ética» o «libertad de valoración» (Wertfreibeit), escrito un decenio más tarde. En este último ensayo, Weber trata un asunto que, si bien es básico para las relaciones entre ciencia social y político social, no se refiere al estatuto lógico de los juicios de valor, sino al tema práctico de si el científico debe usar su puesto o su prestigio académico para propagar los ideales que él tiene. Ésta es en si misma una cuestión que en último término depende de los valores y que, por tanto, no puede resolverse mediante demostración científica, Es un tema que «sólo puede ser resuelto desde el punto de vista de aquellas tareas que el individuo desea asignar a las universidades a partir de sus propias valoraciones». Si las tareas educativas se conciben en un sentido extremadamente amplio, de modo que la función del educador consista en introducir a sus alumnos en un amplio espectro de cultura estética y ética, sería difícil para el profesor hacer desaparecer sus ideales de su ámbito de enseñanza. El parecer que expresa Weber es que la organización que corresponde a la Universidad moderna, sobre todo en temas que tienen cierto nivel de pretensión científica, es la especialización profesional en la educación. En tales circunstancias no se justifica permitir que el profesor exprese su propia visión del mundo; los problemas de las ciencias sociales, aunque su interés como problemas procede de valores culturales, no pueden resolverse si no es mediante el análisis técnico, y es este último el que el profesor tiene la responsabilidad única de propagar desde su plataforma magisterial.

Ahora bien, lo que en la actualidad todo estudiante debería exigir de sus catedráticos el aula, es lo siguiente: 1) la capacidad de conformarse con el cumplimiento escueto de una tarea dada; 2) admitir ante todos los hechos, incluso y precisamente los que le puedan parecer incomodos, saber separarla comprobación de hechos de una toma de posición valorizadora; 3) posponer su propia persona a la causa y, en consecuencia, reprimir la necesidad de exponer en lugar inadecuado sus gustos y demás sentimientos personales.

El profesor universitario tiene las mismas oportunidades que cualquier otro ciudadano para fomentar sus ideales por medio de la acción política, y no debe exigir ulteriores privilegios propios. La cátedra docente no es una «cualificación especializada para la profecía personal». Un profesor que intenta utilizar su puesto de esta manera puede explotar su reputación, tanto más frente a un auditorio particularmente receptivo y carente de madurez y confianza en si mismo. Al opinar así, Weber expresa una convicción personal. Si la Universidad tuviera que convertirse en un foro donde se debaten los valores, esto sólo podría ser sobre la base de «la más desenfrenada libertad de discusión de cuestiones fundamentales, desde todas las posiciones valorativas». Pero esto no es lo que corresponde a las universidades alemanas, donde no pueden debatirse los temas éticos y políticos fundamentales; y tanto esto sea así, «me parece que, para un representante de la ciencia sólo existe una actitud digna. Y ésta consiste en guardar silencio a su vez sobre todos aquellos problemas de valor para los cuales se le concede la amable autorización de tratarlos» Con esto Weber no quiere decir, naturalmente, que el profesor universitario deba abstenerse de expresar juicios y morales fuera del ámbito de la misma Universidad. Al contrario, weber rechaza duramente la invocación de una falsa «neutralidad ética» fuera del ámbito académico. Es ilegítimo, al parecer de Weber, que un hombre oculte sus juicios de valor en el campo político con una espúrea «neutralidad» científica, como es ilegítimo que predique abiertamente una posición abanderizada dentro de la Universidad.

En todo caso es esencial reconocer según Weber, que la cuestión de si un individuo debe proponer una posición valorativa específica dentro de su tarea docente es distinta de la pregunta sobre la relación lógica entre las proposiciones fácticas y las de valor dentro de las ciencias de las ciencias sociales. La problemática de las disciplinas empíricas ha de recibir una respuesta "libre de valores", pues no se trata de problemas de valor. En cambio, los problemas de las ciencias sociales se eligen bajo el influjo de la relevancia de los valores de los fenómenos tratados Dentro de los estudios empíricos, esta situación puramente lógica no legitima ningún tipo de “valoraciones prácticas”.